SOLEDAD PRIMERA - Tirar de Lengua

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“SOLEDAD PRIMERA”
Luis de Góngora
Localización
Este poema con el título de “Soledad primera” fue escrito por el poeta barroco
Luis de Góngora. La poesía la podemos ubicar dentro del proyecto de este autor, el cual
tenía la intención de crear un total de cuatro soledades, pero solamente llegó a terminar
la primera y escribió parte de la segunda.
Tema
La intención de su obra “Soledades” era de recrear cuatro lugares apacibles que
estuvieran distanciados de la civilización y de la vida en la corte. Estos son: los campos,
las riberas, las selvas y el yermo. También quería reflejar “las soledades” que sentía el
peregrino, protagonista de la obra, quien fuera de su hogar, se encuentra alejado de su
amada. El fragmento que vamos a analizar es de la Soledad primera, cuyo tema
principal es el naufragio del peregrino y los sucesos que ocurren hasta que este llega a la
cabaña.
Estructura externa
El poema es una combinación de 1091 versos endecasílabos y heptasílabos, con
rima consonante. Estos aparecen en series de extensión indeterminada, enlazándose las
rimas libremente, por lo tanto no hay estrofas. Se trata de una silva.
Estructura interna y figuras retóricas
La parte del poema que vamos a comentar es la compuesta por los 65 versos
primeros. En ella podemos diferenciar la introducción, el nudo y el desenlace.
La introducción estaría compuesta por los 14 versos iniciales. En esta, se nos
presenta la situación mediante una larga prosificación. Un náufrago se encuentra en el
mar y está luchando por sobrevivir. El poema se inicia con un hipérbaton que nos indica
la estación del año en la que se encuentra, la primavera. Además, nos dice justamente
los días en los que pasa la acción, durante la constelación de Tauro (del 21 de abril al 20
de mayo). Para reflejar esta idea hace uso de la imagen mitológica “mentido robador de
Europa”, recurso estilístico que designa a Júpiter, disfrazado de Toro, cuando robó a la
princesa Europa. A continuación, se nos informa de que el protagonista, que es un
náufrago, sería mejor copón que “el garzón de Ida” ya que es más bello. Con esta
metáfora se describe a Ganimedes, joven que raptó Júpiter deslumbrado por su belleza.
Ahora, se nos comunica sobre la desdichada vida del náufrago. En el verso 9, se
resume y posteriormente, se desarrolla la cuestión. El protagonista está apartado de su
amada y da al mar “lagrimosas dulces querellas de amor”. Una gran hipérbole sigue
estos versos y esta dice que las desgracias del náufrago son tan fuertes y tan grandes que
conmueven la furia del mar y del viento, igual que lo hizo el sonido de la lira de Arión
con los delfines.
El nudo de la historia es la segunda parte, que empieza en el verso 15 y acaba en
el 51. Des del verso 15 hasta el 21, el náufrago agradece al leño, sinécdoque de barco de
madera, el haberse salvado. Se compara el trozo de madera que le ha salvado la vida con
los delfines que salvaron a Arión. En el verso 20, se utiliza el nombre de “Libia” para
denominar al desierto de olas en el que se encuentra el protagonista.
Más tarde, se explica que el náufrago, que fue engullido por el mar, ahora es
“vomitado”, es decir, el mismo mar lo lleva de vuelta a la tierra. Este sale de él,
completamente lleno de algas y espuma. Entonces, encuentra refugio en un nido de
águila abandonado, el mismo sitio donde “el ave de Júpiter (el águila real) halló nido”.
Después, el peregrino llega a la orilla y regala el leño que le salvó la vida, a las
rocas, estas “aun se dejan […] lisonjear de agradecidas señas”. Esta última oración
menciona uno de los dichos de la época “dádivas quebrantan peñas” que significa que se
puede conseguir cualquier cosa, dando ofrendas a las personas adecuadas. En el verso
31 se utiliza un cultismo, “expuso”, verbo que utilizaba César cuando desembarcaban
sus tropas.
A continuación, el joven desnudo escurre su ropa y la dispone en la arena para
que la seque el Sol. Este la embiste, es decir, se pone en ello y lo hace suavemente y con
delicadeza, hasta secar la última gota de agua. En estos versos, del 34 al 41, se
personifica al astro ya que se dice que lame la ropa con “su dulce lengua de templado
fuego”.
El atardecer llega, y con él la oscuridad que confunde las olas del mar con los
peños y estos en olas del mar. Por lo tanto, no hay diferencia entre la tierra y el océano.
La hipérbole también es presente. Esta exagera la altura de las montañas, casi no la
pueden superar ni las aves: “Riscos que aun igualara mal, volando, /Veloz, intrépida
ala”. Encontramos una sinécdoque en la palabra “ala”, parte del cuerpo de un ave. En el
último verso, se informa de que el náufrago debe escalar el peño: “-Menos cansado que
confuso-escala.”
Finalmente, se plantea el desenlace (del verso 52 al 61). Una vez subida la
montaña, el peregrino distingue a lo lejos una luz que proviene de una cabaña y se
dirige hacia ella. Esta cabaña es su puerto en medio del “incierto golfo de sombras”. En
estos versos, se utilizan numerosas palabras del lenguaje marinero como por ejemplo
“farol”, “ferro”, “golfo” o “puerto”.
Conclusión
En este poema del autor español Luis de Góngora, se refleja la intención del
poeta de crear una composición lírica hermética y al abasto de pocos. Para conseguir su
objetivo, utiliza numerosos cultismos, elementos mitológicos, hipérbatos y sobre todo,
la prosificación. Con esta obra, Góngora introduce el culteranismo en la literatura
española, el cual es recriminado por muchos escritores como su mayor rival Francisco
de Quevedo.
Sara Carrasco Corrales
Rocío Ruiz Márquez
2º Bachillerato
Literatura Castellana
13-12-2010
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