LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA EN MÉXICO. Subtema I. a) Estructura de la negociación. b) Niveles de negociación. c) Interlocutores y representantes. d) Materias incluidas y excluidas. a) Estructura de la negociación. Quizá es oportuno hacer una previa aclaración. En México el nombre de esta obra, impuesto por imperativo de la terminología legal sería “El contrato colectivo de trabajo en Iberoamérica”. Aunque en el art. 123 constitucional no se menciona expresamente al contrato colectivo, sí lo hace reiteradamente la Ley Federal del Trabajo (LFT, en lo que sigue). Es evidente que también se utiliza la expresión “negociación colectiva” pero con ello se suele hacer referencia al proceso de formación del contrato colectivo de trabajo (CCT en lo sucesivo) y no al resultado. Es obvio, por otra parte, que el nombre de CCT no tiene el menor valor jurídico. Ya lo daba a entender la Exposición de Motivos de la LFT de 1970, obviamente por influencia de su autor principal, MARIO DE LA CUEVA, al poner de manifiesto que la Comisión redactora “analizó la conveniencia de cambiar el término “contrato colectivo de trabajo” por el de “convención colectiva de trabajo”, pero se llegó a la conclusión de que era preferible conservar la primera denominación por estar generalizada en la Ley, en la jurisprudencia, en la doctrina y entre los trabajadores y los patronos; se consideró además que la denominación no afecta la naturaleza de la institución”. En el Proyecto de LFT presentado como Iniciativa del Partido de Acción Nacional ante el Senado de la República, se propone el nombre de “pacto colectivo de condiciones de trabajo” que en rigor deriva de un error de dedo ya que la intención de los autores1 era denominarlo “pacto normativo de condiciones de trabajo”. Por la misma razón resulta un tanto ambiguo hacer referencia a la estructura de la negociación y no a la estructura del CCT. La primera puede tener todas las variantes que se quieran: trato directo, intervención conciliatoria de las autoridades, con o sin emplazamiento a huelga, etc. Ahora, si se pretende hacer referencia a la estructura del CCT, puede repetirse el texto del art. 386 LFT a cuyo tenor “Contrato colectivo de trabajo es el convenio celebrado entre uno o varios sindicatos de trabajadores y uno o varios patrones, o uno o varios sindicatos de patrones, con objeto de establecer las condiciones según las cuales debe prestarse el trabajo en una o más empresas o establecimientos”. De la anterior definición legal se deben considerar los siguientes elementos: 1. Se trata de un convenio. Ahora bien, su celebración o revisión son obligatorias para el patrón que emplee trabajadores pertenecientes a un sindicato (art. 387) de donde se desprende la imposibilidad de calificar al producto de “contrato” que, en todo caso, requiere el juego de la autonomía de la voluntad2. Inclusive, si el patrón se niega a firmar el CCT o a revisarlo, el sindicato puede ejercer el derecho de huelga (art. 450-II LFT). 2. Por la parte de los trabajadores sólo está legitimado para celebrarlo un sindicato, lo que excluye a los trabajadores del derecho a decidir sobre su celebración o revisión por sí mismos. Aunque la doctrina sostiene que se trata de una medida adecuada de defensa de sus intereses, ya que se considera que los trabajadores no organizados son víctimas propicias del patrón. Así lo ha manifestado MARIO DE LA CUEVA al sostener que “La asociación profesional nació de la necesidad de igualar las fuerzas entre el Capital y el Trabajo, el 1 El Proyecto fue preparado por NÉSTOR DE BUEN L. y CARLOS DE BUEN U. Sin embargo, el error es totalmente imputable al primero de los nombrados. 2 Si se tiene tiempo y ganas de entrar en detalles sobre este punto, puede consultarse mi “La decadencia del contrato”, Edit. Porrúa, 2ª edic., México, 1986, p. 279 y ss. 2 aislamiento de los trabajadores los había convertido en los siervos del Capital, su unión, en cambio, les iba a permitir tratar con el empresario de potencia a potencia; el Trabajo y el Capital devenían entidades autónomas” 3. Lamentablemente en México ese mecanismo, aparentemente defensor de los trabajadores ha servido exactamente para lo contrario. Una de las figuras más repugnantes de la realidad mexicana en esta materia es que sindicatos que no tienen representación alguna en una empresa, firmen con el patrón, a espaldas de los trabajadores, un convenio colectivo que obviamente no les atribuirá ventaja alguna. Basta su depósito ante la junta de conciliación y arbitraje (JCA, en lo sucesivo) para su plena validez. Inclusive, la existencia de un CCT depositado impide dar trámite a un emplazamiento a huelga de otro sindicato para la firma del propio4. Lo anterior no significa que no tengan valor las organizaciones sindicales. Lo que ocurre es que los membretes que firman esos convenios no son sindicatos aunque hayan recibido la bendición estatal de un registro. 3. Puede darse la situación de que concurran varios sindicatos a la firma de un mismo CCT. Es factible cuando concurre un sindicato de empresa o un sindicato de industria con uno o varios sindicatos gremiales. En todo caso se requiere el acuerdo entre los sindicatos. De otra manera cada uno podrá firmar su propio CCT si los sindicatos gremiales representan a la mayoría de los miembros del gremio. 4. Por la parte patronal lo pueden firmar un solo patrono o varios patronos o uno o varios sindicatos patronales. En realidad es una figura de muy poco uso. Hay, en cambio, el llamado “contrato-ley” que es, en verdad, un contrato de rama industrial y al que debe concurrir la mayoría de las empresas (medida por el número de sus trabajadores) y de los sindicatos del ramo (también medidos en función de sus agremiados). 3 Derecho mexicano del Trabajo”. T. II, Edit. Porrúa, México, 1949, cuarta edic., reimpresión,. p. 313. 4 A ese mecanismo, que se funda en los arts. 390 y 923 LFT se le denomina “contrato de protección”. Evidentemente que no nació para proteger a los trabajadores. 3 5. El objeto del contrato es establecer las condiciones de trabajo. Después volveremos sobre ese punto. El CCT vale como un mecanismo de creación de fuentes formales del Derecho laboral que tiene como objetivo mejorar las condiciones de la Constitución y de la ley teniendo en cuenta, obviamente, las circunstancias de la empresa y las necesidades de sus trabajadores. El art. 123 no lo menciona expresamente pero sí de manera indirecta al definir la huelga como un instrumento que tiene “por objeto conseguir el equilibrio entre los diversos factores de la producción, armonizando los derechos del trabajo con los del capital” (Apartado “A”, frac. XVIII)5. Esas cualidades no son, ciertamente, de la huelga, sino del CCT. b) Niveles de negociación. Considerando, con ciertas licencias, que también el denominado “contratoley” debe incluirse en este estudio, se pueden considerar los siguientes niveles de negociación: 1. Empresa, entendida de acuerdo con el art. 16 LFT como la unidad económica de producción o distribución de bienes o servicios. 2. Establecimiento, definido en el mismo art. 16 como la unidad técnica que como sucursal, agencia u otra forma semejante, sea parte integrante y contribuya a la realización de los bienes de la empresa. 3. Una o varias especialidades a cargo de trabajadores miembros de un sindicato gremial dentro de una misma empresa o establecimiento. 5 En realidad la frac. XVIII considera que la licitud de la huelga depende precisamente de la búsqueda de ese equilibrio. 4 4. Una rama de la industria c) Interlocutores y representantes. Teniendo en consideración los tipos de sindicatos que se pueden formar de acuerdo a la LFT, esto es, gremiales, de empresa, de industria, nacionales de industria y de oficios varios (art. 360), por la parte sindical los interlocutores pueden ser distintos. Los sindicatos de mayor importancia, particularmente en el caso de los sindicatos de industria (que agrupan a trabajadores que prestan sus servicio en dos o más empresas de la misma rama industrial, no importando su especialidad personal) o nacionales de industria (cuando las empresas que reciben los servicios están instaladas en dos o más entidades federativas lo que, con cierta licencia, incluye al Distrito Federal, sede de los poderes federales) suelen formar secciones o, inclusive, delegaciones, atendiendo habitualmente a ramas diferentes de actividad o a locales específicos, sin que esto sea una regla fija. Estas secciones podrían, eventualmente, ser sindicatos por sí mismas (v.gr., de los trabajadores de un establecimiento o de una actividad gremial) pero actúan en el marco de la personalidad jurídica del sindicato principal. En esos casos, cuando existen varios contratos colectivos celebrados con un mismo sindicato por una misma empresa, los interlocutores suelen ser los dirigentes de la Sección respectiva pero la validez del documento final será dada por la firma del comité ejecutivo del sindicato. Sobre este punto los estatutos sindicales pueden fijar reglas especiales pero en ningún caso atribuir capacidad jurídica (salvo en el ejercicio de un mandato) a las secciones. 5 Tratándose de los contratos ley, la representación sindical suelen asumirla las centrales sindicales pero la ley permite (art. 404) que lo celebren simples sindicatos. Con respecto a los patrones, se aplica la misma regla en los contratos ley que en los contratos colectivos: uno o varios patrones o uno o varios sindicatos de patrones. En cualquier caso pueden participar quienes tengan poderes suficientes para representar a los sindicatos de trabajadores o a los patrones o sindicatos de patrones. Obviamente esto quedará determinado por los estatutos sindicales y por las escrituras constitutivas (originales o reformadas) de las empresas. d) Materias incluidas y excluidas. El art. 391 dice lo siguiente: El contrato colectivo contendrá: I. Los nombres y domicilios de los contratantes; II. Las empresas y establecimientos que abarque; III. Su duración o la expresión de ser por tiempo indeterminado o para obra determinada; IV. Las jornadas de trabajo; V. Los días de descanso y vacaciones; VI. El monto de los salarios; y VII. Las demás estipulaciones que convengan las partes. A su vez el art. 392 autoriza que se establezcan en los CCT comisiones mixtas para el cumplimiento de determinadas funciones sociales y económicas y el art. 393 dispone a su vez que “No producirá efectos de contrato colectivo el 6 convenio al que le falte la determinación de los salarios. Si faltan las estipulaciones sobre jornada de trabajo, días de descanso y vacaciones, se aplicarán las disposiciones legales”. Aparentemente los CCT serían un continente de contenido ilimitado, particularmente por lo previsto en la frac. VII del art. 391 que permite incluir “las estipulaciones que convengan las partes”. Sin embargo, debe considerarse que no es así ya que en su definición la ley fija como contenido único, las condiciones en que se presta el trabajo y estas están consideradas limitativamente en la ley precisamente en el art. 391: jornadas de trabajo; días de descanso y vacaciones y el monto de los salarios. Aunque la LFT incluye entre las condiciones de trabajo a la participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas, hay que recordar que se trata de un régimen estrictamente legal por lo que no puede convenirse algo diferente a lo marcado en la ley en un CCT. El agregado del art. 392 a propósito de las comisiones debe entenderse como la referencia a una instrumentación pero no como una condición de trabajo. Se trata de una referencia orgánica, no de fondo. ¿Cabe considerar dentro de un CCT soluciones de cogestión? Este es un tema de difícil respuesta pero creemos que independientemente de que se acuerden, como en efecto sucede, su naturaleza es ajena al contenido del CCT. La LFT no excluye materia alguna de los CCT pero la interpretación debe ser en el sentido de que tiene un mecanismo limitativo y no simplemente enunciativo. Al ser limitativo, sobran las exclusiones. 7 Subtema II. Intervención del Estado. La intervención del Estado, a partir de la legalidad, se produce en primer término con la reglamentación y en segundo lugar por la participación de los organismos conciliatorios y por el hecho de que la validez del CCT se hace depender de su depósito ante una JCA. Lo previsto en la ley, producto del Legislativo, no es tan inocuo como pudiera parecer de una lectura superficial. Porque en el marco del corporativismo que padece México, la atribución monopólica a los sindicatos de trabajadores de la facultad de celebrar los CCT y el sometimiento de su validez al simple depósito en una JCA, son instrumentos de control. Una presencia diferente y, por cierto, escasa, se da cuando el Estado ejerce la función jurisconstitutiva (expresión feliz de MARIO PASCO) de constituir el CCT con una sentencia colectiva en caso de que las partes no se hayan puesto de acuerdo y se hayan sometido al arbitraje de la JCA. Pero hay otras maneras de intervenir. La más importante y peligrosa se da cuando el Estado, apoyándose en sus alianzas corporativas, fija desde arriba los límites de incrementos a los CCT. No hay regla que lo establezca, por supuesto. Sin embargo, mediante los mecanismos turbios de las alianzas sectoriales y en particular con los organismos cúpulas de uno y otro sector, con un evidente juego de intereses por regla general personalizados y no a favor de los grupos, logra con éxito notable el control para que los aumentos que se convengan no excedan de sus previsiones inflacionarias y que, en todo caso, queden muy por debajo de ellas. 8 No suelen faltar las medidas de represión como pueden ser, eventualmente, la cancelación de una toma de nota de un comité ejecutivo sindical y la misteriosa aparición y reconocimiento oficial de otra directiva fiel al Estado o si de los empresarios se trata, alguna auditoría incómoda. En México la presencia del Estado en esta y en muchas otras materias, es una constante. A veces, inclusive, con apego a la ley. Subtema III. Medios de solución: conciliación, mediación, arbitraje, resolución oficial. Otros medios. Las vías de acceso a la contratación colectiva son casi infinitas. Con el ánimo de resumir sin pérdida de claridad, podríamos considerar las siguientes: 1. Trato directo. Las partes acuerdan, sin presiones de huelga, la firma o la revisión del pacto colectivo. Lo malo es que cuando eso ocurre, los únicos que no se enteran son los trabajadores ya que, con toda seguridad, el CCT se habrá firmado y depositado sin su conocimiento. Puede ocurrir, sin embargo, que un sindicato constituido reclame del patrón la firma del CCT y que este, previa discusión de las condiciones, acepte. Pero no es lo normal. 2. Exigencia sindical con emplazamiento a huelga. Las alternativas son también muy amplias. Puede llegarse a un arreglo pacífico, con firma y depósito del CCT con un sindicato que sí es representativo; o un conflicto conciliado por la autoridad administrativa que actúa en paralelo a la jurisdiccional, por cierto que con mucha eficacia, sin estallido de huelga o en caso de huelga, logrando la conciliación en cualquier etapa. O con huelga estallada, el sometimiento del sindicato al arbitraje de la JCA, aceptada por el patrón, con la creación o modificación del CCT por vía de 9 conflicto colectivo de naturaleza económica (art. 900 a 922 LFT). Esta última posibilidad no es nada frecuente. 3. Sometimiento de las partes a un arbitraje privado, lo que puede hacerse aunque es infrecuente que se haga. El arbitraje debe quedar homologado por la autoridad la que obligará a las partes a aceptar el laudo arbitral como si hubiese sido dictado por autoridad. Tampoco es frecuente en la experiencia mexicana. La mediación entendida como la aceptación de una propuesta dictada por un tercero cuya resolución no es vinculante pero se acata por el prestigio del mediador y su poder de convicción, es factible. No está prohibida, pero tampoco está reglamentada. Lo que ocurre es que los conciliadores oficiales acaban siendo, en alguna medida, mediadores, ya que no siempre intentan llevar a las partes al justo medio sino proponer por ellos mismos soluciones que su experiencia demuestra que son mejores que las propuestas por las partes. No hay, en rigor, ninguna otra solución fuera del trato directo, la conciliación, la mediación o el arbitraje. CONVENCIONES COLECTIVAS DE TRABAJO E INSTRUMENTOS SUCEDÁNEOS Subtema IV. Definición y contenido de la convención y otros instrumentos. Ya hemos reproducido antes la definición legal del CCT. La del contrato-ley, que aparece en el art. 404 LFT expresa que es “el convenio celebrado entre uno o varios sindicatos de trabajadores y varios patrones, o uno o varios sindicatos de 10 patrones, con objeto de establecer las condiciones según las cuales debe prestarse el trabajo en una rama determinada de la industria, y declarado obligatorio en una o varias Entidades Federativas, en una o varias zonas económicas que abarquen una o más de dichas Entidades o en todo el territorio nacional”. El contrato-ley es producto de una convención, convocada por la autoridad competente, previa declaración de la autoridad de que es oportuno y benéfico para la industria la celebración del contrato-ley que estará precedida por la comprobación de que los solicitantes, esto es los sindicatos, representan las dos terceras partes, por lo menos, de los trabajadores interesados. Su vigencia depende de una declaración formal de la autoridad y de su publicación en el órgano oficial de gobierno. Adicionalmente al CCT se suele acordar un reglamento interior de trabajo (RIT), cuyo contenido es esencialmente disciplinario, razón por la cual los sindicatos se resisten a aceptarlos. Pero la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha resuelto ya que cualquiera de las partes puede solicitar la firma o la revisión del RIT ante una JCA. Sin que la ley lo establezca pero tampoco lo prohiba, se integran a los CCT diferentes reglamentos. En el CCT celebrado entre el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS) (1997-1999), se incluyen los siguientes: de actividades deportivas, de becas para la capacitación de los trabajadores del Seguro Social, de Bolsa de Trabajo, para la calificación y selección de puestos de confianza “B”, de capacitación y adiestramiento, de conductores de vehículos al servicio del IMSS, de la Comisión Nacional Mixta de Escalafón, del Fondo de retiro para trabajadores del IMSS, de guarderías para infectocontagiosidad hijos de trabajadores del IMSS, de y emanaciones radiactivas, interior de trabajo, de jubilaciones y pensiones, de médicos residentes en período de adiestramiento en 11 una especialidad, para el pago de pasajes, de la Comisión Nacional Paritaria de protección al salario, de préstamos para el fomento de la habitación de los trabajadores, de resguardo patrimonial, de ropa de trabajo y uniformes, de la Comisión Nacional Mixta de seguridad e higiene, de selección de recursos humanos para cambio de rama, para el suministro de alimentos a personal de las unidades médico-hospitalarias, de tiendas para empleados del IMSS y de viáticos para choferes. El contenido tanto del CCT como del contrato-ley es semejante, esto es, la fijación de las condiciones en que se presta el trabajo. Subtema V. Alcances y efectos. La característica principal de los CCT es su obligatoriedad para todos los trabajadores, sean o no miembros del sindicato que lo hubiere celebrado. Esta regla la expresa el art. 396 (LFT) al disponer que “Las estipulaciones del contrato colectivo se extienden a todas las personas que trabajen en la empresa o establecimiento, aunque no sean miembros del sindicato que lo haya celebrado, con la limitación consignada en el artículo 184”. El art. 184 hace referencia al personal de confianza. Pero tampoco es muy claro el tema de su inaplicabilidad para esos trabajadores. Porque si bien es cierto que se les excluye, si hay disposición expresa que lo indique de esa manera en el propio CCT y que no pueden formar parte de los sindicatos de los demás trabajadores (art. 183), también se dispone en el art. 182 que “Las condiciones de trabajo de los trabajadores de confianza serán proporcionadas a la naturaleza e importancia de los servicios que presten y no podrán ser inferiores a las que rijan para trabajos semejantes dentro de la empresa o establecimiento” lo que quiere decir que deberán gozar de derechos paralelos a los que aparezcan en el CCT. 12 Es claro que hay disposiciones de esos CCT que no son aplicables a los trabajadores de confianza, por regla general, las que establecen la entrega de ropa de trabajo, pero aquellas que contengan beneficios de cualquier índole (v. gr., vacaciones, días de descanso obligatorio, aguinaldos más allá de lo que marca la ley, etc.) sin duda son aplicables a los trabajadores de confianza. La LFT admite la posibilidad de la coexistencia de sindicatos gremiales entre sí o de alguno o algunos gremiales con sindicatos de empresa o de industria. Con ello se plantea un problema particular ya que puede contener cada CCT prestaciones diferentes. De acuerdo al principio constitucional de que a trabajo igual debe corresponder salario igual (frac. VII del art. 123 constitucional, Apartado “A” y frac. V del mismo art., Apartado “B” relativo a los trabajadores al servicio del Estado), se podría pretender por los trabajadores que estén en condiciones de menor alcance, una equiparación con las condiciones superiores. El obstáculo deriva de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha establecido el criterio de que “Corresponde al trabajador la prueba de que realiza las mismas labores en igualdad de condiciones, de cantidad, calidad, eficiencia y jornada que aquel de categoría superior con el que pretende la nivelación” 6. Aunque en el caso no se está planteando una situación de categorías diferentes sino de trabajos análogos entre miembros de un sindicato gremial y miembros de un sindicato industrial o de empresa, en rigor se trataría de actividades similares que exigirían una comprobación de la igualdad no sólo de actividades sino también de resultados. Claro está que tratándose de prestaciones colectivas (vacaciones, descansos, jornada, etc.) sería una política equivocada por parte de la empresa el fijar condiciones diferentes en cada convenio colectivo. No se puede dudar de la permanente conflictividad que se produciría con ese motivo. Un tema de mayor importancia deriva de la vigencia de los CCT. 6 Apéndice de jurisprudencia de 1917 a 1965 del Semanario Judicial de la Federación (1995, p. 110). 13 La LFT establece dos tipos de vigencia ordinaria para los CCT celebrados por tiempo indeterminado. Si se trata de la revisión de los salarios, deberá revisarse cada año. Si se trata de las condiciones generales de trabajo, cada dos años. La solicitud de revisión puede plantearse por cualquiera de las partes. En realidad, el interés jurídico de la revisión pueden tenerlo tanto el sindicato o los sindicatos, como el patrón. Son dos las hipótesis: si se trata de la revisión salarial la solicitud debe presentarse a la otra parte por lo menos treinta días antes del vencimiento del CCT. Si se trata de la revisión general, la solicitud deberá presentarse por lo menos sesenta días antes. Si bien la ley autoriza que la revisión del CCT, tanto salarial como de condiciones generales de trabajo se haga con emplazamiento a huelga, la revisión puede solicitarse de manera directa, mediante simple escrito dirigido por el sindicato al patrón o, en su caso, por el patrón al sindicato sin que sea necesaria la intervención de la autoridad. Cuando concurran varios sindicatos de trabajadores en el mismo CCT, la revisión tendrá que ser solicitada por los sindicatos que representen por lo menos el cincuenta y uno por ciento de la totalidad de los miembros de los sindicatos. (art. 398-II) y si se celebró por varios patrones, la revisión se hará siempre y cuando los solicitantes tengan el cincuenta y uno por ciento de la totalidad de los trabajadores afectados por el contrato, por lo menos (mismo artículo, frac. III). Esta exigencia da lugar a interpretaciones y confusiones ya que no se refiere a la mayoría de los trabajadores de la empresa sino del sindicato, en el primer caso, y esa mayoría puede ser de muy difícil comprobación si se trata de sindicatos de industria. 14 La LFT no establece un plazo mínimo para solicitar la revisión sino máximo de tal manera que podría entenderse que el o los sindicatos tienen derecho a solicitarla desde el día siguiente de su firma o de su revisión. Sin embargo, podría plantearse como objeción a esa interpretación que como de la firma del CCT se presume el equilibrio entre los factores de la producción, no es lógico suponer que éste se rompa enseguida. De hecho no se da al caso de solicitudes de revisión que no sean contemporáneas, con la anticipación marcada en la ley, de su vencimiento. Si el sindicato no solicita la revisión en tiempo oportuno o al solicitarla no ejerce el derecho de huelga al momento del vencimiento del CCT, éste se entenderá prorrogado automáticamente por un tiempo igual al que corresponda la revisión, quiere decir por un año si se trata de revisar sólo los salarios y por dos años si se trata de la revisión general de las condiciones de trabajo. El mismo efecto se produce si el sindicato desiste de la huelga sin revisar el CCT o la huelga se declara inexistente. En el caso de los contratos-ley, los plazos se aumentan a noventa días tratándose de la revisión general y a sesenta días cuando se revisan sólo los salarios, se entiende que anteriores al vencimiento. Es importante precisar que las partes pueden convenir en cualquier momento la revisión de un CCT o de un Contrato-ley o anticipar su revisión. Podría, sin embargo, surgir la duda de si el anticipo de la revisión obliga a cambiar la fecha normal de vigencia. No existen antecedentes al respecto pero en términos generales no se ha considerado la posibilidad, salvo que se estipule expresamente, de que la anticipación de la revisión implique también el cambio de vencimiento habitual. Un tema importante es el de si las partes pueden, durante la vigencia de un CCT, solicitar su modificación. Al efecto el art. 426 LFT dispone lo siguiente: 15 Los sindicatos de trabajadores o los patrones podrán solicitar de las Juntas de Conciliación y Arbitraje la modificación de las condiciones de trabajo contenidas en los contratos colectivos o en los contratos-ley: I. Cuando existan circunstancias económicas que la justifiquen; y II. Cuando el aumento del costo de la vida origine un desequilibrio entre el capital y el trabajo. La solicitud se ajustará a lo dispuesto en los artículos 398 y 419, fracción I, y se tramitará de conformidad con las disposiciones para conflictos colectivos de naturaleza económica. Esta es una disposición un tanto ineficaz. Los sindicatos, que tienen la oportunidad de exigir revisiones salariales anuales, cuando se ha planteado un problema de crisis (que ya es endémico en México), prefieren emplazar a huelga por situaciones de desequilibrio, interpretando a su manera la frac. I del art. 450 LFT que establece, repitiendo el mandato constitucional, que la huelga tiene por objeto conseguir ese equilibrio. Esa repetición invalida el concepto porque de ese modo los motivos de huelga se desarrollan en el mismo art. 450, en las siguientes fracciones: firmar o revisar un CCT, exigir su cumplimiento, obtener la firma o revisión del contrato-ley o exigir su cumplimiento; exigir el cumplimiento de las obligaciones legales en materia de participación en las utilidades; la huelga por solidaridad o exigir la revisión de los salarios contractuales. En realidad, ese tipo de emplazamientos, de mayor frecuencia, no tiene mayor fundamento y por regla general, se utiliza como instrumento político y obliga a soluciones políticas como puede ser una recomendación de aumento extraordinario a los salarios mínimos y a los contractuales. Los empresarios sólo tienen el camino del conflicto colectivo de naturaleza económica (arts. 900 a 919 LFT) pero hay un doble obstáculo en la ley: el ejercicio del derecho de huelga suspende la tramitación del conflicto colectivo de naturaleza 16 económica. Los artículos 448 y 902, de idéntico (casi) texto lo indican. Eso tendría cierta lógica si se tratara de emplazamientos a huelga para la firma o revisión de un CCT ya que se estaría tratando de la fijación de condiciones de trabajo, pero no tiene ningún sentido cuando, como ocurre en la realidad, el emplazamiento se funda en la supuesta violación de las condiciones de trabajo. La sentencia colectiva (laudo) dictada en un conflicto de esa naturaleza, en el supuesto de que se llegue a ella, permite modificar el CCT e, inclusive, disminuir el personal. Es oportuno reproducir su texto: La Junta, a fin de conseguir el equilibrio y la justicia social en las relaciones entre los trabajadores y patrones, en su resolución podrá aumentar o disminuir el personal, la jornada, la semana de trabajo, los salarios y, en general, modificar las condiciones de trabajo de la empresa o establecimiento, sin que en ningún caso pueda reducir los derechos mínimos consignados en las leyes. Subtema VI. Interpretación y aplicación. Aunque ni la Constitución ni la LFT lo establecen, el CCT debe entenderse como una norma pactada que permite mejorar, en beneficio de los trabajadores, las disposiciones constitucionales y legales. De la misma manera, un CCT no puede disponer en contra de los mínimos constitucionales y legales. La figura del CCT reproduce, en sentido inverso, la pirámide normativa de KELSEN. En el vértice, como punto de partida, están los derechos consagrados en el art. 123 constitucional. Un espacio mayor lo ocupan las disposiciones de la LFT o, en el caso de los trabajadores al servicio del Estado, las de la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado. En el caso del Apartado “A”, que se refiere a los trabajadores en general, no servidores públicos, el CCT y el contratoley se convierten en el tercer piso normativo. Puede darse el caso, inclusive, de que un CCT mejore lo pactado en el contrato-ley. Puede haber además un cuarto 17 (o quinto) piso, que mejore el CCT o el contrato-ley en los pactos individuales. Tratándose de los trabajadores al servicio del Estado existe la figura confusa y difusa de las condiciones generales de trabajo, supuestamente dictadas por el titular de cada dependencia pública, con intervención del sindicato. Diseñadas en la ley como un RIT, en la realidad funcionan como un CCT aunque las prestaciones económicas no podrán superar lo que al efecto autorice la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Es importante señalar que las disposiciones reglamentarias de la LFT que dicta el presidente de la República no pueden disponer mejores derechos de los que marca la ley reglamentada. De la misma manera, los reglamentos acordados por las partes para formar parte de un CCT o de un contrato-ley, simplemente establecen la manera en que se aplicarán sus disposiciones, pero no tienen la capacidad de cambiar el sentido de las mismas. No existe una regla específica respecto a la interpretación de los CCT. Por lo mismo debe aplicarse la regla general de interpretación prevista en el art. 18 LFT a cuyo tenor “En la interpretación de las normas de trabajo se tomarán en consideración sus finalidades señaladas en los artículos 2º y 3º. En caso de duda prevalecerá la interpretación más favorable al trabajador”. El art. 2º establece que las normas de trabajo “tienden a conseguir el equilibrio y la justicia social en las relaciones entre trabajadores y patrones” lo que no debe interpretarse como un criterio sólo favorable a los trabajadores ya que la idea del equilibrio hace referencia a la relación entre ambos. Sobre el particular no hay duda de que, en ocasiones, ese equilibrio supone mantener la vida hábil de la empresa aún en perjuicio de condiciones de trabajo y de empleo (art. 919). El art. 3º define al trabajo como un derecho y un deber social. Declara que no es artículo de comercio, que exige respeto para las libertades y dignidad de quien lo presta y que debe efectuarse en condiciones que aseguren la vida, la 18 salud y un nivel económico decoroso para el trabajador y su familia. Establece, además, el principio de igualdad y declara de interés social la promoción y vigilancia de la capacitación y el adiestramiento de los trabajadores. TENDENCIAS ACTUALES EN LA NEGOCIACIÓN Subtema VII. a) Variantes en los niveles de negociación.: escalonamiento-articulaciónconcertación social. b) Tendencia a la descentralización. c) integración y transnacionalización. d) Intermediación y outsourcing. a)Variantes en los niveles de negociación: escalonamiento- articulaciónconcertación social. El Derecho del trabajo mexicano no considera de manera expresa la posibilidad de que se produzcan versiones diferentes en cuanto a su alcance de una misma negociación colectiva. Quiere decir, que no se prevé que el mismo instrumento colectivo deba adaptarse a las particulares circunstancias de una empresa o clases de empresas y de sus trabajadores. Si entendemos por escalonamiento la posibilidad ascendente de modificar las condiciones y por articulación, la posibilidad descendente, no encontraremos disposición expresa en la ley que lo autorice. En realidad, puede haber diferentes convenios colectivos celebrados entre la misma empresa y la misma organización sindical que por aplicarse a diferentes establecimientos, v.gr., en zonas económicas distintas, puedan tener prestaciones diferentes. Hay convenios colectivos, v.gr., el del Instituto Mexicano del Seguro Social que aceptan salarios diferentes para la misma categoría de trabajadores cuando se prestan servicios en lo que se ha llamado zonas de vida cara. Ese beneficio adicional se pierde si el trabajador sale de esa zona y regresa a otra que no esté calificada de esa manera. 19 Donde existen posibilidades de cierto escalonamiento, nunca articulación, es en los contratos-ley ya que válidos y obligatorios para todas las empresas de una misma rama industrial, pueden ser mejoradas sus prestaciones por un CCT celebrado entre el sindicato titular y el patrón correspondiente, pero respetando en todo caso los mínimos que resultan de lo previsto en el contrato-ley. El tema de la concertación social puede dar margen a múltiples discusiones. Con evidente influencia española, particularmente del Acuerdo Económico y Social (AES) de 9 de octubre de 1984, se firmó un primer Acuerdo denominado “Pacto de solidaridad económica” el 15 de diciembre de 1987 al que han seguido múltiples más, todos alrededor de la idea de una contención de la inflación, con control más o menos riguroso de los precios y rebaja infinita de los salarios. El problema de estos pseudo pactos de concertación social es que ni fueron pactos ni tampoco de concertación social. En todos los casos provinieron de decisiones unilaterales del Gobierno firmadas en ejercicio de una notable disciplina por las entidades empresariales (a las que les convenían porque les controlaban los salarios) y por las organizaciones sindicales (a las que no les convenían) pero que siendo unas y otras absolutamente corporativas, el sagrado deber de hacer lo que el Estado impone, no podía dejar de cumplirse. Esos pactos jamás se han discutido entre los sectores. Son producto del diseño estatal, fundado en los últimos doce años de las imposiciones neoliberales del Fondo Monetario Internacional, aceptadas sin resistencia y aun se podría decir que con entusiasmo por quienes detentan el poder político. La razón por la que esos pactos no lo son y mucho menos de concertación social es muy sencilla: los sectores firmantes no cumplen los requisitos de democracia interna, representantividad ni poder de convocatoria. Nadie cree en esos organismos empresariales (la Ley de Cámaras que establecía la afiliación y 20 la contribución económica obligatorias fue declarada inconstitucional) ni mucho menos en los sindicales, vinculados de siempre a una obediencia ciega al Estado. Se podrá preguntar el porqué de su concepción tripartita, en la forma y unilateral en todo lo demás. La respuesta está en toda una historia de control estatal que tiene derechos y obligaciones no escritos, a veces ausencias de auditorías para las empresas leales; contratos de suministro sabiamente repartidos; apoyo institucional en los conflictos obrero patronales si los sindicatos no son corporativos (hay algunos) y respecto de las llamadas con espíritu chocarrero “organizaciones obreras”, ojos que no ven y oídos que no oyen nada que tenga que ver con sus desmanes económicos y una supuesta fuerza reconocida en las estadísticas que se funda en la existencia de las constitucionales pero repugnantes cláusulas de exclusión. Además, los premios políticos a los dirigentes (notable eufemismo ya que son simples gerentes de sociedades no clasificadas en las leyes civiles y mercantiles) como pueden ser diputaciones, alguna senaduría y a los de más alto nivel que, además, deben pertenecer a la Confederación de Trabajadores de México (CTM), discretas gobernaturas. En México no hay ni ha habido concertación social. Cuando mucho formas sugerentes pero que no resisten el menor análisis para que se compruebe su factura vertical y su función de control de los salarios. Como pretexto, el control de la inflación. Lo cierto es que ya nadie cree en esos pactos, de enorme uso en el final del gobierno de Miguel de la Madrid, durante todo el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y utilizados, pero ya en escala descendente, por el gobierno de Ernesto Zedillo. b) Tendencia a la descentralización. Si por descentralización entendemos (que, a lo mejor, entendemos mal) la pluralización de convenios colectivos en el marco de la misma empresa, en una 21 clara tendencia a dividir responsabilidades y disminuir costos, la respuesta será positiva. Esta tendencia que evidentemente se presenta en todo el mundo es el intento más reciente de excluir de los beneficios de un convenio colectivo importante a determinados trabajadores a los que se adscribe a una sociedad diferente dentro del mismo grupo, intentando independizar jurídicamente partes identificables de lo que en la realidad es una unidad económica de producción o distribución de bienes o servicios (art. 16 LFT). En el Derecho laboral mexicano la LFT prevé la situación de los intermediarios y de las empresas que prestan servicios de manera preferente o exclusiva a otra, con las consiguientes responsabilidades solidarias que incluyen la nivelación salarial de las empresas prestadoras de servicios con los salarios de los trabajadores de igual categoría de las empresas receptoras de los servicios. Pero son normas de aplicación escasa, en parte por la impreparación de los asesores de los trabajadores, que pueden no ser licenciados en derecho (o aún siéndolo) y las reservas evidentes hacia esas situaciones extrañas por parte de los tribunales de trabajo. La realidad es que el mecanismo funciona y provoca, en consecuencia, descentralizaciones contractuales colectivas, obviamente en perjuicio de los trabajadores que pasan a formar parte de la sociedad de servicio. Con toda seguridad la maniobra se perfeccionará con un CCT de protección, quiere decir, celebrado directamente entre el empresario y un sindicato no representativo y depositado ante la junta de conciliación y arbitraje correspondiente, por supuesto, sin conocimiento de los trabajadores. Todo esto que parece fantasía, es una amarga realidad. 22 c) Integración y transnacionalización. Es difícil suponer que un CCT pueda tener efectos más allá de la aplicación territorial (empresa o establecimiento o, en el caso de los contratos-ley, rama de la industria). Suponer que un CCT pueda extenderse más allá de su propio ámbito, no es concebible y, al menos, la LFT no lo considera en especial. En ese sentido los CCT son propios de una integración empresarial, lo que puede suponer grupos de sociedades que a pesar de mantener personalidades jurídicas diferentes, por realizar un fin común, por regla general acompañado de una administración conjunta, no son otra cosa que una misma empresa laboral. El mismo CCT puede ser aplicado a cada una de las sociedades. Es cierto que, por regla general, cuando los grupos de empresa se constituyen, difícilmente dejan de aprovechar la oportunidad de hacer presente una cierta autonomía, quizá con el objeto de evitar que un CCT exigente sea aplicado a todo el grupo. En ese sentido la integración no es frecuente. Por lo contrario, la realidad mexicana pone de manifiesto que aparecen CCT no muy ortodoxos, con condiciones laborales evidentemente inferiores a las de la sociedad principal, porque una de las finalidades notables de los grupos de empresas es eludir responsabilidades laborales y fiscales. La posibilidad de que un CCT celebrado en México se haga extensivo a una sociedad extranjera perteneciente al mismo grupo no se presenta. No hay transnacionalismo en esta materia porque si hay algo evidente es que nadie piensa en llevar al extranjero condiciones que, probablemente, no se adaptan a la legislación de otros países. 23 No hay que olvidar que el CCT es un instrumento que procura mejorar las disposiciones de la ley, creando un espacio normativo diferente, obviamente con la pretensión de que sea, sobre las normas aplicables, más favorable a los trabajadores. Pero cuando las leyes son diferentes, como ocurre en el TLCAN, es difícil suponer un CCT de vigencia extraterritorial. Es el caso, v.gr., de México respecto de Canadá y EEUU. Sus leyes difícilmente marcan beneficios en condiciones de trabajo. Por lo contrario, su objetivo es controlar los movimientos sindicales y el ejercicio del derecho de huelga, como resulta evidente en la Ley Taft-Hartley. En ambos países las ventajas individuales se alcanzan en convenios colectivos. De esa manera, la base es diferente. Es factible que entre dos países copien las reglas de un CCT pero eso no supondrá en modo alguno una vigencia extraterritorial sino, simplemente, una coincidencia. Integración significa entonces la adopción de un convenio colectivo por un grupo de sociedades. Transnacionalización representaría la extensión del CCT a otro ámbito espacial de vigencia. Esto no se da en México, particularmente con respecto al extranjero. México, D.F., 2009. Colaboración para el libro PACTOS NORMATIVOS DE CONDICIONES DE TRABAJO CONTRATOS COLECTIVOS DE TRABAJO Publicado en México Editorial Porrúa, UIA, UNAM, IIJ-UNAM 2009 24