acompañar y enriquecer la catequesis de los hijos

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PROBLEMÁTICA VIVA
Num. 12
ACOMPAÑAR Y ENRIQUECER LA CATEQUESIS DE LOS HIJOS:
UN RETO PARA LOS PADRES
La mayoría de las parroquias organizan sesiones de catequesis dirigidas a los niños. Muchos padres y
madres llevan a sus hijos, unos por querer transmitirles i educarles en la fe, otros porque recuerdan que
un día también ellos participaron en sesiones de catequesis, o porque los abuelos creyentes, lo recuerdan
a sus hijos, poco practicantes, o porque lo piden los niños debido a que algunos compañeros de clase
van a catequesis para prepararse para hacer la primera comunión.
Hay padres que llevan sus hijos a un colegio religioso y creen que ya no es necesario que sus hijos
participen de la catequesis parroquial. ¡El colegio ya se cuida de formarlos religiosamente!
La formación de los niños
En primer lugar hay que aclarar que los padres son los primeros responsables de la formación de la fe
de sus hijos. Son los primeros pero no los únicos, ya que también a la comunidad cristiana le pertenece
transmitir, dar a conocer la palabra de Jesús tal y como él dijo: “Id, pues, y haced mis discípulos a todos
los pueblos; bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a
cumplir todo lo que os he mandado” (Mt 28,19-20).
Cabe distinguir entre la formación religiosa y la catequética. La primera presenta el hecho cristiano
de manera sistemática y en relación con las otras ciencias. La catequesis parte de la fe y pide fe a
quienes la reciben. Presenta el mensaje de Jesucristo de manera progresiva y ayuda a llevarlo a la
práctica. La catequesis conlleva celebrar la fe, inicia en la celebración de los sacramentos y en la vida
cristiana. Clase de religión y catequesis son dos cosas distintas y a la vez complementarias.
La catequesis de los hijos no se puede hacer de cualquier manera, la comprensión del mensaje
cristiano requiere un tiempo de progresiva asimilación, de acuerdo con la edad y la capacidad del niño.
Sin lugar a dudas también ayudará a su comprensión el ambiente en el que vive, el ejemplo y la
colaboración de los padres, la recta comprensión de los hechos de la vida y de lo que celebra, desde la
mirada de la fe en Dios.
Lo que importa es que los niños lleguen a hacer suyo el mensaje del Evangelio, que sepan qué
celebran y lo lleven a la práctica en su vida. No se puede pensar en la catequesis como un tiempo corto y
únicamente destinado a prepararse para la recepción de unos sacramentos, sino que ha de ser un tiempo
de acompañar a los niños para que sean y aprendan a ser cristianos, que es mucho más que querer
celebrar una fiesta a partir de la recepción de un sacramento. La catequesis no se puede hacer con prisas.
Hay que darle toda la importancia que requiere.
Implicarnos peculiarmente en la preparación
Los padres no pueden inventarse el sentido de los sacramentos ni tampoco asumir el protagonismo
principal. Pero no están exentos de reivindicar la extraordinaria importancia que representa esta etapa y
la actividad de la catequesis. Lo mejor que pueden hacer es crear un entorno de preparación, de
coherencia y de testimonio que ayude al niño a una celebración sacramental auténtica, y a tener
conciencia del camino cristiano, siempre en relación con su edad y capacidades de los niños. Esto es lo
que quiere comunicar el tiempo de participación en la catequesis. ¿Cómo favorecer, desde la
responsabilidad de padres, una auténtica comprensión del verdadero sentido de la catequesis?
Un tiempo sereno para tomar y compartir decisiones
Los padres deben intentar crear un espacio de reflexión en el entorno familiar para compartir el
significado de la catequesis y de la participación de su hijo, por vez primera, de un sacramento,
analizando las «razones de fondo» de sus actitudes y de la fe. Preguntarse quien es Jesús para ellos
mismos, qué están dispuestos a hacer en su seguimiento, como se han implicado en el proceso de
iniciación en la fe de sus hijos…, en definitiva, qué hacer para revivir la fe. El inicio del curso de
catequesis es un tiempo muy adecuado para esta tarea.
Un tiempo para conocer a otros niños, familias y, especialmente, al /la catequista y a la
comunidad cristiana
La catequesis ofrece una magnífica ocasión para conocer a otros niños y familias más allá de los
lazos escolares o de diversión. Las actitudes de obertura, de acogida, de respeto y de compartir de los
propios padres hacen descubrir a los hijos, de manera práctica y pedagógica, el sentido de la comunidad
cristiana. La figura del catequista merece especial consideración. No es solamente “un/una
voluntario/a”. A través de su misión-palabra, mediante su gratuidad, con su testimonio…, visualiza el
rostro evangelizador, fraterno y comunitario de la Iglesia. Hay que dar a conocer la figura del catequista,
valorarla y amarla.
Un tiempo para acompañar, rezar y celebrar
La tarea importante de la transmisión de la fe, pasa por un acompañamiento cotidiano de los hijos en
el proceso de crecimiento de la fe. Por tanto, se ha de propiciar el diálogo sobre Jesús, la interpelación
des de los hechos de la vida, la lectura compartida del Evangelio, la referencia a los tiempos litúrgicos…
lanzarse a la oración y a la celebración comunitaria si todavía no se ha hecho. Y, de vez en cuando,
conocer es estado de su madurez interior y si se consolida su amistad con Jesús. Los hijos aman y velan
por sus amigos. Los hijos también deberán amar y velar por Jesús.
Un tiempo para el testimonio y el compromiso
Todo lo que los niños reciben en la catequesis (aunque en ocasiones pueda parecer un poco teórico)
han de tener la oportunidad de llevarlo a la práctica en el hogar. Los padres han de ser los primeros en
amar, compartir, perdonar, velar por los enfermos, servir, rezar, ayudar… y, más allá del espacio
habitual, la palabra comunión ha de remitir a la solidaridad y al compromiso. Acentuar las acciones
solidarias es una forma coherente de comprender una dimensión profunda de la comunión.
Un tiempo para dialogar, repasar, compartir, ampliar…, los contenidos de la fe
La fe tiene unos contenidos que explican lo que se vive y se experimenta. La amplitud del tiempo de
la catequesis permitirá (seguramente por primera vez de forma sistemática) dialogar, repasar, compartir
todas esas cuestiones introducidas en la catequesis y que los hijos de buen grado, disfrutarán al sentirlas
nuevamente. Conviene conocer los materiales catequéticos para sintonizar con el estilo, los conceptos y
los ejemplos que proponen. El tiempo de catequesis puede ser para los mismos padres, un buen
momento para actualizar y formar su fe cristiana. En más de una ocasión, y a partir de una circunstancia
particular, tendrán la oportunidad de profundizar o ampliar nuevos contenidos. El descubrimiento, por
parte de los hijos, que los padres también educan en la fe y que también conocen sus contenidos,
potenciará el proceso e s camino.
Preguntas para la reflexión:
1.- ¿Qué queremos que suponga el tiempo de la catequesis para nuestros hijos? ¿Y para nosotros
como padres?
2.- ¿Vemos viable como padres el hecho de introducir acciones y actitudes que favorezcan una etapa
de catequesis más acertada? En nuestro caso y circunstancia, ¿qué podríamos hacer?
3.- ¿Podríamos sugerir ideas para la parroquia? ¿Y a matrimonios conocidos? ¿Cuáles?
Textos:
Lc,18,17 “Os aseguro que quien no acoge el Reino de Dios como un niño, no entrará en el Reino de los
cielos”.
Mc.10, 14 “Dejad que los niños se acerquen a mi, No se lo impidáis, porqué el Reino de los Cielos es de
los que son como ellos”.
1 P.2.2. “Como niños recién nacidos, buscad con ansia la leche espiritual pura, para que por medio de
ella crezcáis y tengáis salvación”.
Barcelona, Octubre de 2006
Delegación Diocesana de Pastoral Familiar. – Diputación 231 – 08007 Barcelona. E-mail: [email protected]
Depósito Legal: B-46.502-2005
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