Año 1 №. € Montevideo, Febrero 10 de 1897 1*1 DI RECTCR'BE RENTE: PEONO VI. BERMÚ0E2 ACEVE0O—0INE0TOR «ARTÍSTICO: ORÉSTES ACQUARONf COLABORADORES LITERARIOS: DANIEL MARTÍNEZ VIRIL—VÍCTOR PÉREZ PETIT—GARIOS MARTÍNEZ VtBIL—JOSÉ 8UZMAM PAPINI T ¿AS—«JUAN FRANCISCO PIQUET—JAVIER — •^1 r-f V ^ SUSCRIPCIÓN MENSUAL $ NUESTROS V NODO OE VUJIA—MARUMO C BERRO—LUIS MAE SO—ARTÍSTICOS: M I * 6UEL JAUME T BOSCH—JOSÉ PA8ÉS V OBTlZ—AURELIO GIMÉNEZ ADMINISTRACIÓN: PIEDRjMJ í » E. 0.60 NÚM SUELTO 0.1 B COLABORADORES LA CARCAJADA 82 4 cuadros y muchas escenas. Saine/e (bailable, pero sin música) (/) un acto, tres ó cuatro cuaar todas (al final se sabrá) . . v / \ /^c /Í /-^/RD 7 CUADRO I Nota: Don Juan i.\—Exmo esa dignidad) ha pasado una víspera tan agiiaaa, wmu - rwmitorio del supremo ma¿&*«¿«r, los deudos de las víctimas de aquella m a s a c r e - ^ ^ DormUo o del sup remoma gistrado. Éste con gorro de dormir, paséase por él furibundo. Vanos díanos tirados en el suelo, etc., etc. (Habla.) ESCENA I los despropósitos del angurria Mamolas! que yo Que yo me sometan mamolas dimita? ¡ni nor por un queso! ¡Imbéciles!.... Q Q agarren las pillerías más grandes del mundo? No, mü veces no!... Que yo deje afeitados y sin visita, á mi muy amado Pedro, á quien para consolarlo de lo que le endilgan de la disparada de Mercedes, le he dado la gefatura de Canelones; á mí muy querido hermano político Francisquito, que si no fuera por mí, la futura Cámara lo acorralaba como á tina fiera; á mi entrañable amigo Perea, que tendría que salir como rata por tirante, una vez yo caído; á mí talentoso vastago Tulito, que recién empieza á gatear en el camino de la política, que para él tiene reservados tantos atractivos y estruendosos triunfos; que yo pierda ésta bendita ganga, ésta ganga que me produce tan seductoras alegrías, tanto y tanto ancho campo para espandirme y estirar mis manos que me quede sin firmar el «hágase» de la construcción del puerto?; en fin, que deje con tres cuartas de narices á todos mis innumerables amigos de Mercedes?... No, no, mil veces no! No dimito, porqué en la primera magistratura de la patria, represento al fiel guardián de la salvación pública! (ésto con idemán trágico, dándose fuertes golpes en el pecho) Qué dirían de mí, los pueblos?... Qué f• me asuste de cuatro Q gritones... y yo no soy un imbécil, pues creo haber demostrado lo contrario, porque en dos años y medio de gobernación, tengo ya, dos estancias, un palacio en Colón, cinco casas, seis carruajes, un buque para mis excursiones marítimas, y una fortuna, bien guardad de que me del Si esas no son pruebas de viveza, reniego de mi apellido vasco francés y de la patria chana, que me vio nacer!... y en cuanto á timorato, señaladas pruebas he dado de casa muy quietito, mi exaltación al poder; cuando haciendo caso omiso de las obs de los militares, dirigí la campaña contra las vandálicas fuerzas de Saraiva y ahora permanezco mientras que todo el mundo quiere ponerme en el compromiso de hacer caso de sus exigencias, ó de imitar lo que efectúa el perro corrido: meterme la cola entre las piernas y largarme con mis petates á o t r a liarte.... Mi antiguo maestro de latín, algo decía en la *lengua de ' "los griegos, para significar que todo era inútil... qué era?... Ah!, riccordo (asombrándose) ya sé italiano, como no! si tengo a Pigurina á mi lado! Yo, podría decir al pueblo, lo qi me manifestaba cuando yo estudiaba ese maldito idioma: Laciate oñi est>era\ om esperanza, repito; que yo Don supremo mandón... no mandatario'de la t¡erra"d"e"'An^ s 7 M Tom^rT íal"zoncera! e s c u c h a no cometeré tal zoncera! (Alo lo dice acercando* a una ventana i q ue debe 1 c o m e l c , c (1) Porque hoy los saínetes tienen música, según Subente. £ a n c c m LA CARCAJADA existir en su cuarto, y extendiendo un brazo, en son de amenaza á algunos que se supone estarán escuchándolo.) Que diga la prensa que pisoteo la Constitución, sí, que diga, es bien cierto... (Don Juan distingue el diario «La Consti» tución* en el suelo y lo pisotea furiosamente hasta dejarlo Constitución razón para protestar contra lo que pienso digo y hago, si que lo digan (recoge el diario «La Razón* y se pone á lanzar car» cajadas;) pero que digan que no hago feliz á la Nación, que digan eso de mí! consideróla como una grandísima calumnia, porque todo el mundo sabe, lo que me cuesta mensualmente La Nación; y que manifiesten que hago otras cosas más, que me guardo de repetir por ser muy feas, je, je, je... ¡Díganlo todo, díganlol que me río á mandíbula batiente!; que estoy hecho de acero, que hago oídos de mercader al cúmulo de acusaciones, y que yo, como el capitán haré siempre lo que me plazca, lo que me grade, permito porque para eso soy el jefe absoluto y y repitiendo las palabras que aue otro mande: Dora dijo Victorio Manuel, creo que después de la batalla de decir á tutti Waterloo cuanti, con mi voz más campanuda, como cuando pro permito de tan feliz memoria: el estado soy yo! (Se golpea el pecho y á tanto ha subido el diapasón, que no observa que se ha abierto una puerta por la que entra un ayudante con un papel en la mano. Trop ESCENA II Don Juan y Ayudante 1.* JUAN—(fu da Ud. Perdón pido á S. E., pero es el c a s o . . . DON JUAN—jQué caso ni qué cosa!.. No permito que nadie me venga á interrum pir en mis arduos trabajos (en que hago la administración abruman AYUDANTE Es q u é . . . Aquí no hay ni qué ni cá, ni nada que se le parezca. Preséntese arrestado... Cumpliré la orden de S. E., mas a n t e s . . . AYUDANTE una linda coDON JUAN—Aquí no hay ni rrección gramatical. He dejado asombrado con mi ocurrencia á éste oficialejo) Conque, ayudante, preséntese inmediatamente arrestado al 4 de Cazadores, para que otra vez sepa respetar el sagrado lugar donde (Que querrá decir pernota durante AYUDANTE Está bien (dá media vuelta) (¡qué lástima de mecha para este polvorín!) pero éste pliego trae una denuncia... DON JUAN—Un supremo magistrado no se ocupa de esas cosas. A Brian con eso. AYUDANTE—Una denuncia revolucionaria... (dá un paso para irse). DON JUAN—El qué?... Alto, ayudante, alto!...Presente armas (ya estoy algo enterado de milicia) quiero decir, presente el pliego... (el ayudante se lo dá, se cuadra, saluda y se vá. Don Juan lee:) «Hoy, á las tres tiene lugar el meeting de protesta en la plaza Independencia. El pueblo en masa se prepara á ir con Blanco y Gomensoro, al frente. Proclamación triunvirato: Gomensoro, Blanco y Tajes á la presidencia. Qué se hace? Ordenes. Sánchez.» ESCENA III AYUDANTE 0 Don Juan solo, pasea dando largos pasos DON JUAN—Qué se ha de hacer?.. Barrerlos, barrerlos!... Qué órdenes? Palo y tente tieso, duro con los malvados! Para qué está el ejército?... Quiénes son ellos que se titulan regeneradores? (se dirige hacia la puerta y grita) ayudante! ayudante! (se presenta uno). ESCENA IV Don Juan y Ayudante 2.° AYUDANTE 0 2. —A la orden!. LA CARCAJADA 84 EN e VIGENCIA -too-ber * los gM^xdlas Ved, como la 1 ey observa ésta policial ca terva DON JUAN—Preséntese á Etcheverry, y dígale que prepare el batallón para salir 4 la calle á disolver la manifestación, que se realiza hoy á las tres. Luego se vá á la artillería é imparte igual orden: después á la gefatura, no, á la gefatura hablaré por teléfono; ala, pronto, pronto, ya debería estar de vuelta!, {el ayudante se léft vä. Don Juan se dirige ESCENA V Trin... Tirrrin, tintín. Gefatura... {pausa.) Hola... Sánchez?... bueno... Sí, soy yo... Recibí la comunicación... Si. Qué ordeno?... ¡Bala!.... Balaaaa!... Prepare el escuadrón... Sí, de hacha, punta y filo.... Qué importa.. Si hay muertos, ellos han sido hechos en nombre del orden público!... Hasta cansar el brazo!;.. Bueno... Adiós! {Don Juan abandona el teléfono y vuelve á sus paseos)... Mis bravos o&L. Que se han bah!, los muchachos que sostienen el régimen de las leyes, que ya anteriormente han dado pruebas de su lealtad, macheteando, tal era la orden superior, á todos aquellos que se animaban á alterar el orden público, con sus extemporáneas manifestaciones callejeras... Ni pensemos en ello, que es malo pensar. Juan, J estas ocupado? si no Innn ~~ ™™ A. A • • i hacer nada, veni, que la sopa se enfría. {Don fnan, con gorro de dormir, sin lavarse, (/) atiende la voz y se retira.) lo suponemos, porque se hubiera quitado el gorro, en el caso sus abluciones LA CARCAJADA C U A D R O 85 II la plaza Independe) DTI En TANTAS Q U E DIFÍCIL numerarlas) se dice, pues hormiguea en ella un mar de gente, con todas sus turbulencias. Diez ó doce oradores se sitúan parados en los bancos y principian á Esta extasiada. escucha la nal abra do los Dantones. RobesDierres v Marats. V U L G A R M E N T E r f: i ORADOR—(con ¡a voz de un timbre un tanto aguardentosa.) Sí señores, hemos llegado al límite, al límite... al límite de la infamia gubernativa... Los QUE LO ESCUCHAN—Bravol—Bravo!... i . ORADOR—El pueblo se muere de hambre... la pobreza reina en todas las escalas sociales, y en tanto el gobierno ríe... ríe... con risa satánica y se le importa un bledo de los derechos ciudadanos, haciendo un escarnio de todas las leyes... | Los QUE 1 . 0 ESCUCHAN—Bravo.... bravo... I . ORADOR—(con ademan furibundo y dirijiendo el brazo en dirección á la morada de S. M. don Juan I ) Debemos pedir la renuncia d e l gobernante... en masa dirijámonos á su casa.... y hagamos comprender la sed, que de felicidad siente el pueblo... U N PAYO—Como de vino, siente el orador.... • U N CHUSCO—La policía! (movimiento de sorpresa en la multitud é indicios de disparada r R o r i . ORADOR—¡Que venga la policía!, que venga, y se encontrará frente á nuestros pechos, como frente á una muralla de hierro; que nos acuchille, que no por eso cejaremos en nuestros propositóla >£ • */¿ '¿¡í MUCHOS—Abajo la pllicía!... Viva el pueblo soberano! (En este entonces dos celadores se acercan al banco, hacen bajar al orador de su tribuna y á empujones lo arrastran por medio de las filas de los concurrentes al son de los gritos de: suéltenlo! suéltenlo... que es un escarnio!, un atentado inaudito!—Los celadores se llevan al tribuno popular, que sin protestas se deja poner esposas v di ah{.M no pasan d masías iras del publo) 2 . ORADOR-fComprendan conciudadanos que esto no puede seguir así, ya se raya en el oprobio; sacudamos con fiereza el yugo, y así como el león recobra sus hijuelos de manos del cazador, recobremos nuestros derechos, hollados por el mandón que gobierna los destinos de la patria.... E L PUEBLO—Bravo!... bien!.... bravo! (Estrepitosos aplausos!) 2°. O R A D O R — L a copa rebosa y no dejemos q u e ^ ^ . se derrame, porque lo que se derramará será n u e s t r a ^ 3 ^ , propia sangre, nuestra preciosa sangre, la sangre que aver corría en las venas de un Artigas y en las de un Lavalleja, que es la misma... E L PUEBLO—No!, no!, no!; no dejemos derramar nuestra sangre! 2. O R A D O R Está en la conciencia de todos, que nos gobierna un hombre que solo tiene por divisa: el comer.... el oro amasado con el sudor del pueblo; por ideal: llenarse la panza y hacerse rico á todo evento; por norma: gobernar para sí y para los de su familia y amigos de Mercedes; y se ríe de las desgracias populares; ahoga toda aspiración noble que tienda á levantarnos; permite las racciask despecho délas más sagradas leyes; estrangula el sufragio libre.... ELPUEBLO—¡Abajo el mandón!... Viva el pueblo nacional! ¡Viva el sufragio libre! 2 . ORADOR—Qué dirán mañana nuestros hijos, si cuando al creer, que derribamos á ese vil gobernante á punta de botas, lean en la historia que hemos bajado la cabeza, humildes, serviles, bajo el peso de la propia vergüenza? E L PUEBLO—Muera Idiarte Borda! 2 . O R A D O R — D e vergüenza y oprobio, serán ios laureles que en un mañana coronarán nuestras frentes; risa y desprecio, será lo que hemos de merecer por nuestra vergonzosa actitud;... conciudadanos!: despertémonos del letargo en que nos hallamos sumidos y hundamos en la fonda de donde no debió salir, al advenedizo que nos gobierna.».. PUEBLO—Sí, sí, bravo! 2 . ORADOR—Que í.acemot pues?... Somos ó no un pueblo soberano... O •! ? 0 0 0 O LA CARCAJADA 86 MUCHAS VOCES Si somos un pueblo soberano... y aunque el ejército no nos ayude, quistemos lo perdido... (Sfcfcw batir marcha Doblando la boca-callé de Andes, dá frente á la plaza Independencia, la cabeza del batallón de Artillería de plaza. Tumulto espantoso, la gente dispara pot todos lados. Vuelan sombreros, se terribles interjecciones, entre las que se distinguen las oyen de: Muera el ejército!... Muera Idiarte Borda! Abajo los pretorianos que defienden tal gobierno! Viva el " Oriental!. El batallón hace alto, salen valeroso 'pueblo za. dando oficiales, entran á la ph de las filas í ' pueblo! gritos de: ¡Al \, vuelve (fica actitud de la fi D soberepetido por el ificiale batallón. El pueblo alborozado, contesta con un: Viva el noble ejército nacional!—La tropa confraterniza con los ciudadanos. Abrazos, etc. etc. Van llegando otras fuerzas y todas toman la misma actitud que las de la Artillería de plaza. PUEBLO—A casa de Idiarte Borda! Abajo Idiarte Borda! ¡Viva el pueblo y el ejército nacional! EJÉRCITO—Abajo Idiarto Borda! Viva el pueblo nacional! (rompen marcha las bandas de los batallones y en columna se dirijen á la mansión presidencial de Idiarte Borda. El pueblo detrás vá grit&ndo vivas y mueras y la mayoría cantando la Marsellesa). «Allons enfants de la patrie Le jour de gloire est arrive.... Contrcnous la tyrannie.... fi CUADRO III La misma decoración del primer cuadro. Idiarte Borda sin gorro de dormir, está tranquilamente sentado y habla haciéndose las siguientes reflexiones: } • k.{ • ' ESCENA i*. | Hf ' %' Acaba de pasar la Artillería de Plaza... Veremos ahora si donde manda capitán, un marinero puede permitirse algún dezliz. Que bonito estaría que me pusieran el pié encima. Como si yo permitiera, tal pisoteo á las leyes, porque permitiéndose pisarme, se pisotean las leyes, el país; y la constitución se permite enseña' te que soy el to o, que soy la ley, que soy en fin, el representante de la tierra de mi .do; por lo tanto no permito que nadie ronque donde yo pueda roncar! Y el permite creer en su estupidez continua, que el ejercito se ha de permitir ayudarlo, en que ellos dicen reconstructoraL Sardanapalos, no, Heliogabalos, menos, cretinos, sí, c -sy más que cretinos! El ejército comiendo en el mismo plato en que come el pueblo!., je, je! Mi fiel Etcheverry acompañando las locuras del populacho!, ¡que irrisión!. Mi querido Tezanos compartiendo'con el populus, popula... ¡Que estupidez!... El héroe entre los héroes, el ínclito camneón. mi hermano *n fin hermano donando la bandera en Mercedes, en una palabra, mi brazo derecho el general Barrióla, porque general lo nombro apenas mande la primera hornada á la futura Cámara,—acaso' vá á dignarse hacer tal honor, á quienes lo detestan y le llaman Quijote?.... Ni que permitirio, es decir, pensarlo! Acaso el insigne violinista Ciríaco I \4\ Sosa, que á causa de ciertas cosas que tiene que ejecutar en campaña no se permite llevar á la práctica la acusación que merece la prensa por las zonceras que se permitió dirigirle, acaso repito, tan fiel ejecutor... de mis órdenes puede empeñar alguna partida sin mi permiso, en consorcio con el pueblo? ¡Jamás!, jamás!; yo no permito, quieto decir, yo no puedo creer en tal disparate. Ellos me pertenecen, vílos me quieren y no pueden permitirse esas barbaridades que yo no permito se lleven á +f»rtr> P n eso di mis órdenes, para eso pamití aue mi i Juste soci ) IlO (*€Mfiflf9 no subalternó, al brillanti fi r a 1 n C LA CARCAJADA 07 ehapeau, como se permitieron llamar al general Diaz, para probar que era puro en política como puro es el metal de ciertos chapeaus,—%& permitiese impartir las órdenes necesarias* para sofocar el tan mentado meeting. ¡Valiente!, darle alas al pueblo para que se permita permutar ciertas primicias que me ofrecen otros tantos percibos (riéndose) Je, je, je, como juego yo cuando quiero, Muchas veces me permito estas sorpresas d talento!. Esto" creo se llama perifrasear. Ahí está, otra palabra quej permito que me permiti darle al no permitido en mi cónclave Dr. Pin hoy! ¡Si el pueblo viese el efecto que me prod Q sus manifestaciones, no se permitiría hacerlas más, por no permitirme el permiso del goce! (De la calle elévase un atronador ruido de tambores y que conjuntamente con los gritos del pueblo, llega á oídos de don Juan) Ahí está, ahí está mi valiente ejército, barriendo como una sirvienta barre el suelo de una habitación, á los que se permitieron obrar contra mis actos iVivaaa el pueblo nacionaaal!) de gobernante (escucha: jVivaaa nacionaaal! je, je, je, que viva si, que viva... en pax (escucha: conmigo, porque sino ha de vivir muy poco!. Valienti Muera Idiarte Borda. Vivaaa el ejército nacional!) ¡Q es eso? (oye ruido por las escaleras de su casa) Qué pasa?... que hay Dios mío? vuelta el ejercito? (entran varías personas en la habitación, entre ellas Tomás Gomensoro, Juan cuchillos) ¡Dios armado Carlos Blanco, J< pa ESCENA II .6 Los dichos GOMENSORO (adelantándose á Idiarte Borda) En nombre del pueblo y del ejército Nacional.... D O N JUAN (Jesús, Dios mío!) GOMENSORO—En nombre de las aspiraciones de la patria, en representación de los ideales populares, os pido vuestta renuncia...'. D. JUAN—Mi renuncia? (Buen Dios, ampárame. San Juan, santo patrono de mi nombre, una vela te ofrezco si te acuerdas de mí y me salvas de este terrible conflicto!), ¡i BLANCO—Su renuncia! BATLLE—Su renuncia! PUEBLO—Su renunciaaaü Viva nuestro señor presidente, don Tomás Gomensoro!. Viva Blanco!. Viva Tajes!. DON JUAN—(Hagamos de tripas corazón.) ¿Qué desean? (estoy por lanzar un no permito) TODOS—Su renuncia!. DON JUAN—Me someto.... es decir, estoy dispuesto á entrar en arreglos. (N0 estar Barrióla aquí!) TODOS—Nada, ha tenido tiempo de hacer conciliaciones... su renuncia! D O N JUAN—(Me lanzo, que en los supremos momentos, se prueban los grandes hom- bres.) Si estuviera Barrióla.... (con voz que trata de hacer enérgica pero que le resulta temblona) TODOS—Qué? D O N JUAN—Nopermi.... (mira á todos lados sin concluirla palabra) PUEBLO—(Avanzando en actitud hostil) Muera Idiarte Borda!... Muera! (Idiarte Borda dispara, el pueblo sigue tras él, lucha y cae desmayado) NOTA Aquí, para justificar el dicho de suplente, el que lea este proyeto de saínete, pu ed figurarse que una banda de música rompe a tocar un aire de victoria (una milonga) y al son de ella, escuchar el canto del Himno nacional Uruguayo. X - CUADRO IV *éV Salón de f u m a r en la c a s a habitación del a c t u a l Presiente Don Juan Ivíiarte Borda. E&tc M h a dri silten en q u a dormjtsba. La a l f o m b r a ¿a encuentra arrugada en varias partea; dos ó tres erada*. ])on Juan st despierta y s e ¿evanta despavorido* 1 ctwJo SSÜA5 CORRIDA DE TOROS ANO C A R C A J A D A le puso las banderillas sobre sus mansas costillas Pisistrato 'a) Treinta dedos. Tip. Ui. "L*taé-AJortciot"calU TMAU y 7 M , 9 \ raspa el suelo* tiembla, bufa, y lanza miradas fieras. que si el diestro se descuida le dará un golpe tremendo. LA CARCAJADA 90 ESCENA ÚNICA Donde están?... Bandidos! (Mi P más dos asombrado.) En mi salón de fumar... nada hay que recuerde el asalto del populacho... Estaré soñando?... (Se pega en la frente) ¡Qué imbécil soy!, si todo esto no es más que una pesadilla. Almorcé fuerte, fumé un habano que me causó sopor, y he aquí que me he dormido y he soñado... Qué cosas he soñado!.... creí que se realizaba la manifestación, que el ejército estaba de lado de' pueblo y que todos me obligaban á renunciar! ¡Qué fierazo julepe me he pegado!... Mas en fin.... los sueños suelen realizarse y... puede que resultase todo cierto si yopermitiera la reunión; con que asi, resolución instantánea al recibirse el pedido del permiso: O rden al gefe pol ítico de que prepare todas las fuerzas de su mando en previsión de cualquier atentado, y un seco NO PERMITO, al pié de la comunicación para hacer el meeting y ahora.... ahora voy á ver si .me despejo, comiendo algunas fruslerías cuadros V, VI, VII, V I I I , se harán después del 15 de febrero con el título de " Ya se fué ". NOTA F i N A L r - L o s DEFINICIONES ILUSTRADAS EVOLUCIÓN POLÍTICA E S T A D O (dei Uruguay) ¿4: Estas evoluciones tan frecuentes st bien las miras mi lector, verás •jue son en los políticos presentes un catnb.o de careta... y d a más' n a Por su forma y por su estado se ve como está este Estado 9 LA CARCAJADA l Meen si querido qu un GUTIDREEZ En la época risueña en que era niño y contigo mis juegos departía, pude decir, que fraternal cariño en una, muestras alma convertía. El tiempo transcurrió, y en su carrera el destino fatal, nos separó pero después, sin presentir siquiera otra vez en un camino, nos juntó. Hay te encuentra de nuevo mi cariño y aunque éste cambio pasional te asombre, la simpatía que inspiraste á un niño Se ha convertido en la pasión de un hombre! Febrero 8 de iSgy^Wt^f? DEI á l b u m < '"'<• m DE MUESTRA REDACCIÓN (AL DIPUTADO TRASANDINO) Las seducciones del confort y las solicitudes del sensualismo en todas sus faces dan ás estímulo á los hombres del día que el deseo de - adquirir honroso nombre con la práctica de la virtud. Hoy no se anhela una banca en el Parlamento por la sublime ambición de conquistar glorias en/Ja lucha <j de las ideas, sino por la mezquina aspiración del plato , „ de lentejas que reporten los mandones á trueque del %/!/ áSssgr?^^• ' ;V V.*;. sacrificio de las condénelas! Í^^SZ^^^^^ Hoyóla relajadón de las costumbres, la perver^ J ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ r ^ } sión del sentido moral, impulsa á la mayoría de los ' 'Tf ciudadanos, por la pendiente del desprestigio, á la í\ conquista de un puesto en «el festín de la decaden** Í° ^ propiedad el ex-director de ^№¿W¿(¡i/f/r \ El Nacional Dr. Don Eduardo Acevedo Díaz, i, „ «. . Hoy no se recurre á la popularidad adquirida ' / *b ) con justos títulos, para obtener la distinción de ser electo representante del pueblo, porque ese camino, que es el más recto para llegar al Parlamento, á fuerza ele no ser transitado desde hace muchos años, ha de* sapareeido entre las chircas y los abrojales de la corrupción política. Hay que recurrir á la bajeza de implorar al Gobernante el lucrativo honor de representar al pueblo, al precio de Ja abdicación indecorosa de todos los sentimientos más nobles que la patria inspiía!—El servilismo incondicional es estimulado por el premio seductor de la reelección y de este modo se fomenta lo más eficazmente la desaparición de toda escrur/ c (/ t a c o m o f n c o n t 0 < a 2 9 LA CARCAJADA pulosidad que detenga á ^ c i u d a d a n o s con la idea nauseabunda de la fetidez del cien'o en que se hallan sumergidos la mayor parte de nuestros políticos oficiales! Pero el colmo de la miseria humana se exhibe en toda su desnudez en aquella historieta de un joven diputado que hubo de recurrir á un ministro extranjero para que interpusiera este su influencia con nuestro Presidente á fin de que no lo excluyera en el amasijo de la nueva Cámara! Ese joven diputado descolló por su talento y en precoces expansiones políticas, conquistó un honroso concepto entre sus conciudadanos y llegó á mirarse en él una esperanza para la patria; y hoy ofreciendo á todos una desconsoladora decepción le rodea el desprecio general y sobre todo el de sus correligionarios políticos, los blancos-nacionales, que un día se enorgullecieron de contarlo en sus filas, pero hoy se avegüenzan de que un tipo de tal jaez blasone de comulgar en un credo que con su nombre desprestigia y deshonra! £5 Dos risas dominan en la redacción de « LA CARCAJADA »: una vibrante y franca, la de Bermudez d é b i l y satírica, la de Zas-. Si queréis conocerlos, cuando no ríen, guiaos por ésto: Si veis á un joven con tigura de poeta, mirando frente á la redacción á una niña que besa con entusiasmo á un faldero, decid: ese es el de la risa franca; y si encontráis en Cibils, á un morocho de lentes, con la visual clavada en una interesante maestra, infaltable á la cazuela, decid: ese es el de la risa satírica.... (i) (1) — Adviértase que después de esto, hay motivo para un duelo, que no se produce, porque quién sabe gltenemos conque almorzar luego del feroz combate, en lo de Champartier — La Dirección* ib Podría perfeccionarse mucho nuestro mundo político si naciera entre nosotros un Carrier, que se entregara á entretenimientos fluviales, embarcando á los pillos en buques sud-marinos como los que aquél usaba en Nantes, durante la época del Terror. Si uno fuese supersticioso, conjeturaría la resurección de algún Borgia, con la rápida, casi repentina muerte del alférez Uscher, de F. Fernandez Fisterra y del otro,...muerto también repentinamente... por el puñal en Canelones, que como principales y casi únicos testigos podrían con el tiempo, haber arrojado mucha luz y descorrido las tinieblas que envuelven al alevoso asesinato de Tomás Butler. la fortuna ", S' w u imupu* y una aciuuü melancólica, á las 7 H\ de un espntista: filosofar respecto dei alma de un cañón El de un cazado- de avestruces- sacarle plumas á las alas de un ejército. Marías STA- BERTA DE-MARÍA (De Fot. Chutte y Brockfl) \% Su angélica mirada Tiene algo misterioso que fascina, Como luz de alborada Que realza su belleza peregrina. P. C. LA CARCAJADA 94 ¿ Constancio Vigil Soñador impaciente, amo la gloria, Amante embelezado, amo tus gracias; Pero no sé, ni definir podía : Si á la gloria amo más que á ti mi amaüa. Me hace soñar la gloria con laureles; Tu con la dicha que ambiciona el • Coróname la frente con tus besos ceñiré con palmas. Q cambio Con aureola de fuego pura y santa; Y yo con los laureles que me inspire Tu palabra de aliento en la batalla. Buenos Aires, 1896. EáE (ESPINAS Y ABROJOS) I Un buen crítico, es un guerrero que en las contiendas literarias, se presenta á la justa llevando como coraza la imparcialidad, como arma de defensa el saber, como bandera la libertad y como canto de victoria el don divino del talento.' II Lástima grande causa ver un autor dramático que después de oir silvar su obra, siente los palmoteos de manos con que el público, saluda una de esas grotescas creaciones del talento humano que en arte dramático se denominan saínetes. ¡Oh! estética!.... III Cuando llega á mis oídos la noticia de que uno de esos literatos sin dones, se ha enfadado porque un crítico le ha corregido duramente un artículo, etc., recuerdo á aquellos chiquillos vanidosos, que cuando el maestro les enmendaba una plana, pataleaban v se un TV intelectual base el bombo, tocado á dos manos por algún gacetillero,'con quien lo liga grande amistad. V P S^^aTL ^ ? ' P falsa de un orador de á cuarto, pienso en esos organillos P b H c a S e a g l 0 m e r a l a a r a extasiarse ante la elocuencia que taladran el oído, LA CARCAJADA 95 con sus desafinadas notas, y que sin embargo, tienen á su alrededor, multitud de espectadores que abren inmensamente las bocas, signo particular del hombre que se emboba, ante una maravilla. jgjg Montevideo, Febrero 4 de 1897. ? PALENQUEANDO BRUTOS (La dirección dé LA CARCAJADA publica los fragmentos que van á ser leídos, con el solo objeto de que sus lectores busquen al autor de esos macanazos, y le rompan las costillas.) O fc< -'¿TÉi&M i #i sM CAPITULO II 1 tal Pedro «Después de haver caminado no pocas cuadras adetrás de ella, halargó un POCO EL PASO Á fin de avecinarse más á la susodicha para empezar sus retrahilas con algunas indirectas, que hera el modo que tenía Pedro p a r a e m p e z a r s u s dragonéos. Ü Arrimóse á ella y le dijo: $é •' jgág , ^.f Buenas noches, señorita! • x Buenas noches!—contestó ella, algo conmovida a^loir la voz del desconocido mancebo. Gusta Vd. de mi acompaña?—prosiguió él. ' ;* No!.... ¿Acaso no tiene usted, caballero, á quien acompañar, que sea más digna de su ACORE» paña que yo? ¿ • No!! Pues si no la tiene, búsquela Vd.l A motivo de eso me le he hotrecido á Vd. señorita, que creo seha la más digna de mi acompaña. —No, caballero, lo que me es combeniente decirle, que tome otro camino y me deje Jpeguir e! MÍO SOLA y tranquila!... Esto lo pronunció la joben con alguna ira y energía tal, que Pedro al oir estas palabras, no dejó de quedar bastante avergonzado, ha pesar de su desfachatez. Este, entonces, no sabio ha qué hatinar viendo que ella era tan enérgica y tan seria para con él; pero sin embargo atrevióse haún á decirle. ¿Seré tan desgraciado? ¿Será pocible que Vd. no quiera consentir UNA acompaña tan fiel? ¿Vd. se empeña tanto en eso, cabayero? ¡Cómo no me he de empeñar señorita!,... M desde este momento yo no puedo ya vivir sino oigo sus dulces palabras, sin que me mire en esos resplandecientes ojos y por fin, moriría si no la abrazara y la besase!!! Al decir esto, no fué más que un ¡záz trasl—La abrazó fuertemente, y la besó en sus ardientes mejillas demostrándole así un amor ardiente y apasionado. Ella que no era enérgica en tal cantidad como se lo demostraba; al sentirse abrazada y oir dos besos (1) que se estamparon sobre su rostro, no dejó de hacer lo mismo que Pedro y devolverle sus dos besos y decirle: No vé Vd. que lo he querido besar? no!.... ¡cá! No he hecho más que devolverle los que Vd. ME ha dado. —¿Quieres entonces otros dos y me los devuelves? ¡No!....—respondió ella, con rapidez: el hacer lo mismo de lo que hemos hecho, sería UNA necedad. Déme Vd. tres y me quedaré con ellos. ....Pedro!.... Pedro!!.,..—de pronto se oyó. Oyes?—dijo Pedro: me están llamando. ¿Y CON eso que me quieres decir? Que te apartes de mil ¿Por qué? No te apercibes de lo que pasa? Pero qué pasa? Explícate demontrel Que me están llamando! ¿Pero quién TE llama? y ¿porqué quieres que me aparte de tí? LA CARCAJADA y tin «gd». J*?5b£ Pedro quedó awtóto «ЬГЧ" imposible resolver de qué manera podría librarse j.. в caso en que se encontraba, que le era amorosa. 4 j . тт^ШШ* .Г Fil omenay «;»nHn el . n P^J^ § e n m q u e l l a m á b t a a v e n *S¡t£nemos que la mtelígencia da! turoso Pedro; pues no eran nadie mas que las a i nuestros lectores dejará de exclamar Suponemos por nuestra parte, que ni uno solo ae иищи j nun ( 1 ) iíi..-.ili S A R C A S T I C A S Guión quisiere, podía establecer un exacto parangón entre la personalidad política de J u * * z Col man ^ i S £ individualidad de Don Juan 1°. (todavía presidente del Uruguay pues, al p n mero como al segundo, le rodearon los mismos sucesos en su exaltación al Olimpo; al uno como al otro! le acompañaron durante su gobernación, el lidíenlo y el desprecio de la Opinion Publica; y a los dos, la fuerza de las circunstancias y el voto unánime del pueblo, les impusieron este dilema. Someter* ó Omitir* con la única diferencia de que el primero, al producirse la revolución de Julio, espero que ella fuese sofocada para dimitir el mando y el segundo, sofocado con sangre y razzias de hombres, el grito de protesta popular, en la derrota de Saraiva, se ha aferrado mas al poder, porque al haber paladeado el gusto al sabroso bocado del gobierno, considera un sacrificio superior a sus fuerzas el abandonarlo. Idiarte Borda no contento con la popularidad que dieron á su estulta persona las tan mentadas caricaturas de el EL NEGRO TIMOTEO,—los retratos que á millares se repartieron cuando su asalto...» (constitucional?) al poder; los que andan %>or ahí en las cajas de fósforos; considera que aún, al al cabo de tres años de gobernaciónjiio es suficientemente conocido por el pueblo, y hoy e n el ocaso de su presidencia ha resuelto que su vera efigie sea estampada,—como lo hacen los monarcas europeos en las mondas—enalciertos billetei.de la emisión menor del IJaneo de la República, queriendo dejar con eso, un grato recuerdo á la posteridad, de su feliz y patriótica gobernación, para que á .la vez, sirva de ejemplo á sus descendientes y se acuerden de que en un día un hombre, salido de las oscuridades de una cocina y envuelto entre los tufos de la comida de una fonda, supo escalar las alturas que llevan á la presidencia de un pueblo, con la limpia pulcritud de un garçon de renombrado hotel. ' Idiarte Borda, ordenando la prisión de los militares que asistieron á la reunión de Cibils d i o la nota mis discordante que pudiera producir el ârgaidM-i la política de actualidad, porque quito 'al concierto de la Comisión organizadora del partido Colorado, tres músicos de fuerza y de "ran habilidad para tocar el violón. Ahora más que nunca el pueblo del Uruguay, ha probado que cede al soplo de los vientos que lo ajitan o mejor dicho, como la mona, al son que le tocan baila, porque en un ayer ponía el irrito en el cielo cuando el entonces coronel Carambula, en la Colonia enjaulaba á los ciudadanos que pretendían inculcar lecciones de deber cívico a las masas populares; cuando Ricardo Estevan con su café frió, abofeteaba al pueblo en las elecciones de Minas y hoy, que dichos militares purgan esos delitos-quizas por mandato de el desuno-ese mismo pueblo repito,-grita contra la arbitraria orden que los atiene en nrisión e • y asi ira manifestándose entre nosotros el progreso moral de nuestra sociedad de tal modo Sue que no nos causara admiración si después de la presidencia futura al baiar Irisarri entre wí vemos á n u e s t r o nuí»hlrt ftndi «ri^ i m; i s mno~ . , j . .i • . . , protestas J rtCfl Q m e m 1 K , a r n e m r D e A T A R J E T E R O DE LA CARCAJADA PORQUÉ Como el Sr. Juan Francisco Piquet encuéntrase po su autobiografía, aun ésta no s e ha recibido,y Zílcwbtoal tores publicarla en uno de los próximos n ú m e r o s ella 4 h a b i e n d o s e l e g a r a ' P r o m e t e m Padido con tiem < > s á nuestros lee —que dolo en este por falta de espacio.—Za contestará en próximo n \ , no hacién