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Año 1
№. €
Montevideo, Febrero 10 de 1897
1*1
DI RECTCR'BE RENTE: PEONO VI. BERMÚ0E2
ACEVE0O—0INE0TOR «ARTÍSTICO: ORÉSTES ACQUARONf
COLABORADORES LITERARIOS: DANIEL MARTÍNEZ VIRIL—VÍCTOR PÉREZ PETIT—GARIOS MARTÍNEZ VtBIL—JOSÉ
8UZMAM PAPINI T ¿AS—«JUAN FRANCISCO PIQUET—JAVIER
—
•^1
r-f
V
^
SUSCRIPCIÓN MENSUAL $
NUESTROS
V
NODO
OE VUJIA—MARUMO C BERRO—LUIS MAE SO—ARTÍSTICOS: M I *
6UEL JAUME T BOSCH—JOSÉ PA8ÉS V OBTlZ—AURELIO GIMÉNEZ
ADMINISTRACIÓN: PIEDRjMJ í »
E.
0.60
NÚM
SUELTO 0.1 B
COLABORADORES
LA CARCAJADA
82
4
cuadros y muchas escenas.
Saine/e (bailable, pero sin música) (/)
un acto, tres ó cuatro cuaar
todas (al final se sabrá)
. .
v / \
/^c
/Í /-^/RD
7
CUADRO
I
Nota: Don Juan i.\—Exmo
esa dignidad) ha pasado una víspera tan agiiaaa, wmu
- rwmitorio del supremo ma¿&*«¿«r, los deudos de las víctimas de aquella m a s a c r e - ^ ^ DormUo o del sup remoma
gistrado. Éste con gorro de dormir, paséase por él furibundo. Vanos díanos tirados en el suelo,
etc., etc. (Habla.)
ESCENA
I
los despropósitos del
angurria
Mamolas!
que
yo
Que yo me sometan mamolas
dimita? ¡ni nor
por un queso! ¡Imbéciles!.... Q
Q
agarren
las pillerías más grandes del mundo? No, mü veces
no!... Que yo deje afeitados y sin visita, á mi muy
amado Pedro, á quien para consolarlo de lo que le
endilgan de la disparada de Mercedes, le he dado
la gefatura de Canelones; á mí muy querido hermano
político Francisquito, que si no fuera por mí, la
futura Cámara lo acorralaba como á tina fiera; á
mi entrañable amigo Perea, que tendría que salir
como rata por tirante, una vez yo caído; á mí
talentoso vastago Tulito, que recién empieza á gatear en el camino de la política, que para él tiene
reservados tantos atractivos y estruendosos triunfos;
que yo pierda ésta bendita ganga, ésta ganga que me
produce tan seductoras alegrías, tanto y tanto ancho campo para espandirme y estirar mis manos
que me quede sin firmar el «hágase» de la construcción del puerto?; en fin, que deje con tres cuartas de narices á todos mis innumerables amigos de Mercedes?... No, no, mil veces no! No dimito, porqué en la primera
magistratura de la patria, represento al fiel guardián de la salvación pública! (ésto con
idemán trágico, dándose fuertes golpes en el pecho) Qué dirían de mí, los pueblos?... Qué
f•
me asuste de cuatro
Q
gritones... y yo no soy un imbécil, pues creo haber demostrado lo contrario, porque en dos
años y medio de gobernación, tengo ya, dos estancias, un palacio en Colón, cinco
casas, seis carruajes, un buque para mis excursiones marítimas, y una fortuna, bien
guardad
de que me
del
Si esas no son pruebas de viveza, reniego de mi apellido vasco francés y de la patria
chana, que me vio nacer!... y en cuanto á timorato, señaladas pruebas he dado de
casa
muy quietito, mi exaltación al poder; cuando haciendo caso omiso de las obs
de los militares, dirigí la campaña contra las vandálicas fuerzas de Saraiva y ahora
permanezco
mientras que todo el mundo
quiere ponerme en el compromiso de hacer caso de sus exigencias, ó de imitar lo que
efectúa el perro corrido: meterme la cola entre las piernas y largarme con mis petates á o t r a
liarte.... Mi antiguo maestro de latín, algo decía en la *lengua de
' "los griegos, para
significar que todo era inútil... qué era?... Ah!, riccordo (asombrándose) ya sé italiano,
como no! si tengo a Pigurina á mi lado! Yo, podría decir al pueblo, lo qi
me manifestaba cuando yo estudiaba ese maldito idioma: Laciate oñi est>era\
om esperanza, repito; que yo Don
supremo mandón... no mandatario'de la t¡erra"d"e"'An^ s 7 M Tom^rT
íal"zoncera!
e s c u c h a no cometeré tal zoncera! (Alo lo dice acercando* a una ventana i
q ue debe
1
c o m e l c , c
(1) Porque hoy los saínetes tienen música, según
Subente.
£
a
n
c
c
m
LA CARCAJADA
existir en su cuarto, y extendiendo un brazo, en son de
amenaza á algunos que se supone estarán escuchándolo.) Que
diga la prensa que pisoteo la Constitución, sí, que diga, es bien cierto... (Don Juan distingue el diario «La Consti»
tución* en el suelo y lo pisotea furiosamente hasta dejarlo
Constitución
razón
para
protestar contra lo que pienso digo y hago, si que lo
digan (recoge el diario «La Razón* y se pone á lanzar car»
cajadas;) pero que digan que no hago feliz á la Nación,
que digan eso de mí! consideróla como una grandísima
calumnia, porque todo el mundo sabe, lo que me
cuesta mensualmente La Nación; y que manifiesten
que hago otras cosas más, que me guardo de repetir
por ser muy feas, je, je, je... ¡Díganlo todo, díganlol
que me río á mandíbula batiente!; que estoy hecho de
acero, que hago oídos de mercader al cúmulo de
acusaciones, y que yo, como el capitán
haré siempre lo que me plazca, lo que me grade,
permito
porque para eso soy el jefe absoluto y
y
repitiendo
las
palabras
que
aue otro mande: Dora
dijo Victorio Manuel, creo que después de la batalla
de decir á tutti
Waterloo
cuanti, con mi voz más campanuda, como cuando pro
permito de tan
feliz memoria: el estado soy yo! (Se golpea el pecho y á tanto ha subido el diapasón, que no
observa que se ha abierto una puerta por la que entra un ayudante con un papel en la mano.
Trop
ESCENA II
Don Juan y Ayudante 1.*
JUAN—(fu
da Ud.
Perdón pido á S. E., pero es el c a s o . . .
DON JUAN—jQué caso ni qué cosa!.. No permito que nadie me venga á interrum
pir en mis arduos trabajos
(en que hago la
administración
abruman
AYUDANTE
Es q u é . . .
Aquí no hay ni qué ni cá, ni nada que se le parezca. Preséntese arrestado...
Cumpliré la orden de S. E., mas a n t e s . . .
AYUDANTE
una linda coDON JUAN—Aquí no hay ni
rrección gramatical. He dejado asombrado con mi ocurrencia á éste oficialejo) Conque, ayudante, preséntese inmediatamente arrestado al 4 de Cazadores, para que otra
vez sepa respetar el sagrado lugar donde
(Que querrá decir pernota
durante
AYUDANTE
Está bien (dá media vuelta) (¡qué lástima de mecha para este polvorín!)
pero éste pliego trae una denuncia...
DON JUAN—Un supremo magistrado no se ocupa de esas cosas. A Brian con
eso.
AYUDANTE—Una denuncia revolucionaria... (dá un paso para irse).
DON JUAN—El qué?... Alto, ayudante, alto!...Presente armas (ya estoy algo enterado de milicia) quiero decir, presente el pliego... (el ayudante se lo dá, se cuadra, saluda
y se vá. Don Juan lee:) «Hoy, á las tres tiene lugar el meeting de protesta en la plaza Independencia. El pueblo en masa se prepara á ir con Blanco y Gomensoro, al
frente. Proclamación triunvirato: Gomensoro, Blanco y Tajes á la presidencia. Qué se
hace? Ordenes. Sánchez.»
ESCENA III
AYUDANTE
0
Don Juan solo, pasea dando largos pasos
DON JUAN—Qué se ha de hacer?.. Barrerlos, barrerlos!... Qué órdenes? Palo y tente
tieso, duro con los malvados! Para qué está el ejército?... Quiénes son ellos que se
titulan regeneradores? (se dirige hacia la puerta y grita) ayudante! ayudante! (se presenta
uno).
ESCENA IV
Don Juan y Ayudante 2.°
AYUDANTE
0
2. —A la orden!.
LA CARCAJADA
84
EN
e
VIGENCIA
-too-ber * los gM^xdlas
Ved, como la 1 ey observa
ésta policial ca terva
DON JUAN—Preséntese á Etcheverry, y dígale que prepare
el batallón para salir
4 la calle á disolver la manifestación, que se realiza hoy á las tres. Luego se vá á
la artillería é imparte igual orden: después á la gefatura, no, á la gefatura hablaré por teléfono; ala, pronto, pronto, ya debería estar de vuelta!, {el ayudante se
léft
vä. Don Juan se dirige
ESCENA V
Trin... Tirrrin, tintín. Gefatura... {pausa.)
Hola... Sánchez?... bueno... Sí, soy yo... Recibí la
comunicación... Si. Qué ordeno?... ¡Bala!.... Balaaaa!...
Prepare el escuadrón... Sí, de hacha, punta y filo....
Qué importa.. Si hay muertos, ellos han sido hechos
en nombre del orden público!... Hasta cansar el brazo!;.. Bueno... Adiós! {Don Juan abandona el teléfono y
vuelve á sus paseos)... Mis bravos
o&L. Que se
han
bah!, los muchachos que sostienen el
régimen de las leyes, que ya anteriormente han dado
pruebas de su lealtad, macheteando, tal era la orden
superior, á todos aquellos que se animaban á alterar
el orden público, con sus extemporáneas manifestaciones
callejeras... Ni pensemos en ello, que es malo pensar.
Juan, J
estas ocupado? si no
Innn ~~ ™™ A. A
• • i
hacer nada, veni, que la sopa se enfría. {Don
fnan, con gorro de dormir, sin lavarse, (/) atiende la voz y se retira.)
lo suponemos, porque se hubiera quitado el gorro, en el caso
sus abluciones
LA
CARCAJADA
C U A D R O
85
II
la plaza Independe)
DTI
En
TANTAS
Q U E
DIFÍCIL
numerarlas)
se dice, pues hormiguea en ella un mar de gente,
con todas sus turbulencias. Diez ó doce oradores se sitúan parados en los bancos y principian á
Esta extasiada. escucha la nal abra do los Dantones. RobesDierres v Marats.
V U L G A R M E N T E
r
f:
i ORADOR—(con ¡a voz de un timbre un tanto aguardentosa.) Sí señores, hemos llegado
al límite, al límite... al límite de la infamia gubernativa...
Los QUE LO ESCUCHAN—Bravol—Bravo!...
i . ORADOR—El pueblo se muere de hambre... la pobreza reina en todas las escalas
sociales, y en tanto el gobierno ríe... ríe... con risa satánica y se le importa un bledo de los
derechos ciudadanos, haciendo un escarnio de todas las leyes...
| Los QUE 1 . 0 ESCUCHAN—Bravo.... bravo...
I . ORADOR—(con ademan furibundo y dirijiendo el brazo en dirección á la morada de S.
M. don Juan I ) Debemos pedir la renuncia d e l gobernante... en masa dirijámonos á su casa.... y hagamos comprender la sed, que de felicidad siente el pueblo...
U N PAYO—Como de vino, siente el orador.... •
U N CHUSCO—La policía! (movimiento de sorpresa en la multitud é indicios de disparada
r
R
o
r
i . ORADOR—¡Que venga la policía!, que venga, y se encontrará frente á nuestros
pechos, como frente á una muralla de hierro; que nos acuchille, que no por eso cejaremos
en nuestros propositóla
>£
• */¿ '¿¡í
MUCHOS—Abajo la pllicía!... Viva el pueblo soberano! (En este entonces dos celadores se acercan al banco,
hacen bajar al orador de su tribuna y á empujones lo
arrastran por medio de las filas de los concurrentes al son
de los gritos de: suéltenlo! suéltenlo... que es un escarnio!, un atentado inaudito!—Los celadores se llevan
al tribuno popular, que sin protestas se deja poner esposas
v di ah{.M no pasan d masías iras del publo)
2 . ORADOR-fComprendan conciudadanos que
esto no puede seguir así, ya se raya en el oprobio;
sacudamos con fiereza el yugo, y así como el león
recobra sus hijuelos de manos del cazador, recobremos nuestros derechos, hollados por el mandón
que gobierna los destinos de la patria....
E L PUEBLO—Bravo!... bien!.... bravo! (Estrepitosos
aplausos!)
2°. O R A D O R — L a copa rebosa y no dejemos q u e ^ ^ .
se derrame, porque lo que se derramará será n u e s t r a ^ 3 ^ ,
propia sangre, nuestra preciosa sangre, la sangre que
aver corría en las venas de un Artigas y en las de un
Lavalleja, que es la misma...
E L PUEBLO—No!, no!, no!; no dejemos derramar
nuestra sangre!
2. O R A D O R Está en la conciencia de todos, que nos gobierna un hombre que solo
tiene por divisa: el comer.... el oro amasado con el sudor del pueblo; por ideal: llenarse la
panza y hacerse rico á todo evento; por norma: gobernar para sí y para los de su familia y
amigos de Mercedes; y se ríe de las desgracias populares; ahoga toda aspiración noble que
tienda á levantarnos; permite las racciask despecho délas más sagradas leyes; estrangula
el sufragio libre....
ELPUEBLO—¡Abajo el mandón!... Viva el pueblo nacional! ¡Viva el sufragio libre!
2 . ORADOR—Qué dirán mañana nuestros hijos, si cuando al creer, que derribamos á
ese vil gobernante á punta de botas, lean en la historia que hemos bajado la cabeza,
humildes, serviles, bajo el peso de la propia vergüenza?
E L PUEBLO—Muera Idiarte Borda!
2 . O R A D O R — D e vergüenza y oprobio, serán ios laureles que en un mañana coronarán
nuestras frentes; risa y desprecio, será lo que hemos de merecer por nuestra vergonzosa
actitud;... conciudadanos!: despertémonos del letargo en que nos hallamos sumidos y hundamos en la fonda de donde no debió salir, al advenedizo que nos gobierna.»..
PUEBLO—Sí, sí, bravo!
2 . ORADOR—Que í.acemot pues?... Somos ó no un pueblo soberano...
O
•! ?
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0
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O
LA CARCAJADA
86
MUCHAS VOCES
Si somos un pueblo soberano... y aunque el ejército no nos ayude,
quistemos lo perdido... (Sfcfcw batir marcha Doblando la
boca-callé de Andes, dá frente á la plaza Independencia, la
cabeza del batallón de Artillería de plaza. Tumulto espantoso, la gente dispara pot todos lados. Vuelan sombreros, se
terribles
interjecciones,
entre
las
que
se
distinguen
las
oyen
de: Muera el ejército!... Muera Idiarte Borda! Abajo
los pretorianos que defienden tal gobierno! Viva el
"
Oriental!. El batallón hace alto, salen
valeroso 'pueblo
za.
dando
oficiales,
entran
á
la
ph
de las filas í '
pueblo!
gritos de: ¡Al
\, vuelve
(fica actitud de la fi
D soberepetido por el
ificiale
batallón. El pueblo alborozado, contesta con un: Viva el
noble ejército nacional!—La tropa confraterniza con los
ciudadanos. Abrazos, etc. etc. Van llegando otras fuerzas y
todas toman la misma actitud que las de la Artillería de
plaza.
PUEBLO—A casa de Idiarte Borda! Abajo Idiarte
Borda! ¡Viva el pueblo y el ejército nacional!
EJÉRCITO—Abajo Idiarto Borda! Viva el pueblo
nacional! (rompen marcha las bandas de los batallones y en
columna se dirijen á la mansión presidencial de Idiarte
Borda. El pueblo detrás vá grit&ndo vivas y mueras y la mayoría cantando la Marsellesa).
«Allons enfants de la patrie
Le jour de gloire est arrive....
Contrcnous la tyrannie....
fi
CUADRO
III
La misma decoración del primer cuadro. Idiarte Borda sin gorro de dormir, está tranquilamente sentado y habla haciéndose las siguientes reflexiones:
}
• k.{
• '
ESCENA i*.
| Hf
' %'
Acaba de pasar la Artillería de Plaza... Veremos ahora si donde manda capitán, un
marinero puede permitirse algún dezliz. Que bonito estaría que me pusieran el pié encima.
Como si yo permitiera, tal pisoteo á las leyes, porque permitiéndose pisarme, se pisotean las leyes, el país; y la constitución se permite enseña' te que soy el to o, que soy la ley, que
soy en fin, el representante de la tierra de mi
.do; por lo tanto no permito que nadie
ronque donde yo pueda roncar! Y el
permite creer en su estupidez continua,
que el ejercito se ha de permitir ayudarlo, en
que ellos dicen reconstructoraL Sardanapalos, no, Heliogabalos, menos, cretinos, sí, c
-sy más que cretinos! El ejército comiendo en el mismo plato en que come el pueblo!., je, je! Mi fiel Etcheverry acompañando las
locuras del populacho!, ¡que irrisión!. Mi querido Tezanos compartiendo'con el populus, popula... ¡Que estupidez!... El héroe entre los héroes, el ínclito camneón. mi hermano *n fin
hermano
donando la bandera en Mercedes, en una palabra, mi brazo derecho el general Barrióla,
porque general lo nombro apenas mande la primera hornada á la futura Cámara,—acaso'
vá á dignarse hacer tal honor, á quienes lo detestan y le llaman Quijote?.... Ni que permitirio, es decir, pensarlo! Acaso el insigne violinista Ciríaco
I
\4\
Sosa, que á causa de ciertas cosas que tiene que ejecutar
en campaña no se permite llevar á la práctica la acusación que merece la prensa por las zonceras que se permitió dirigirle, acaso repito, tan fiel ejecutor... de mis
órdenes puede empeñar alguna partida sin mi permiso,
en consorcio con el pueblo? ¡Jamás!, jamás!; yo no permito, quieto decir, yo no puedo creer en tal disparate.
Ellos me pertenecen, vílos me quieren y no pueden permitirse esas barbaridades que yo no permito se lleven á
+f»rtr> P n eso di mis órdenes, para eso pamití aue mi
i Juste soci ) IlO (*€Mfiflf9 no subalternó,
al brillanti
fi
r a
1 n C
LA CARCAJADA
07
ehapeau, como se permitieron llamar al general Diaz, para probar que era puro en política
como puro es el metal de ciertos chapeaus,—%& permitiese impartir las órdenes necesarias*
para sofocar el tan mentado meeting. ¡Valiente!, darle alas al pueblo para que se permita
permutar ciertas primicias que me ofrecen otros tantos percibos (riéndose) Je, je, je, como
juego yo cuando quiero,
Muchas veces me permito estas sorpresas d
talento!. Esto" creo se llama perifrasear. Ahí está, otra palabra quej
permito que me permiti darle al no permitido en mi cónclave Dr. Pin
hoy! ¡Si el pueblo viese el efecto que me prod
Q
sus manifestaciones, no se permitiría hacerlas más, por no permitirme el permiso del goce!
(De la calle elévase un atronador ruido de tambores y que conjuntamente con los gritos del
pueblo, llega á oídos de don Juan) Ahí está, ahí está mi valiente ejército, barriendo como una
sirvienta barre el suelo de una habitación, á los que se permitieron obrar contra mis actos
iVivaaa el pueblo nacionaaal!)
de gobernante (escucha: jVivaaa
nacionaaal! je, je, je, que viva si, que viva... en pax
(escucha:
conmigo, porque sino ha de vivir muy poco!. Valienti
Muera Idiarte Borda. Vivaaa el ejército nacional!) ¡Q
es eso? (oye ruido por las escaleras de su casa) Qué pasa?... que hay Dios mío?
vuelta el ejercito? (entran varías personas en la habitación, entre ellas Tomás Gomensoro, Juan
cuchillos) ¡Dios
armado
Carlos Blanco, J<
pa
ESCENA
II
.6 Los dichos
GOMENSORO (adelantándose á Idiarte
Borda) En nombre del pueblo y del ejército Nacional....
D O N JUAN (Jesús, Dios mío!)
GOMENSORO—En nombre de las
aspiraciones de la patria, en representación de los ideales populares, os pido
vuestta renuncia...'.
D. JUAN—Mi renuncia? (Buen Dios,
ampárame. San Juan, santo patrono de
mi nombre, una vela te ofrezco si te
acuerdas de mí y me salvas de este terrible conflicto!),
¡i
BLANCO—Su renuncia!
BATLLE—Su renuncia!
PUEBLO—Su renunciaaaü Viva nuestro señor presidente, don Tomás Gomensoro!. Viva Blanco!. Viva Tajes!.
DON JUAN—(Hagamos de tripas
corazón.) ¿Qué desean? (estoy por lanzar
un no permito)
TODOS—Su renuncia!.
DON JUAN—Me someto.... es decir, estoy dispuesto á entrar en arreglos. (N0 estar
Barrióla aquí!)
TODOS—Nada, ha tenido tiempo de hacer conciliaciones... su renuncia!
D O N JUAN—(Me lanzo, que en los supremos momentos, se prueban los grandes hom-
bres.) Si estuviera Barrióla.... (con voz que trata de hacer enérgica pero que le resulta temblona)
TODOS—Qué?
D O N JUAN—Nopermi.... (mira á todos lados sin concluirla palabra)
PUEBLO—(Avanzando en actitud hostil) Muera Idiarte Borda!... Muera! (Idiarte Borda
dispara, el pueblo sigue tras él, lucha y cae desmayado)
NOTA
Aquí, para justificar el dicho de suplente, el que lea este proyeto de saínete, pu ed
figurarse que una banda de música rompe a tocar un aire de victoria (una milonga) y
al son de ella, escuchar el canto del Himno nacional Uruguayo.
X -
CUADRO IV
*éV
Salón de f u m a r en la c a s a habitación del a c t u a l Presiente Don Juan Ivíiarte Borda. E&tc M h a
dri silten en q u a dormjtsba. La a l f o m b r a ¿a encuentra arrugada en varias partea; dos ó tres
erada*. ])on Juan st despierta y s e ¿evanta despavorido*
1
ctwJo
SSÜA5
CORRIDA DE TOROS
ANO
C A R C A J A D A
le puso las banderillas
sobre sus mansas costillas
Pisistrato 'a) Treinta dedos.
Tip. Ui.
"L*taé-AJortciot"calU TMAU y 7 M ,
9
\
raspa el suelo* tiembla, bufa,
y lanza miradas fieras.
que si el diestro se descuida
le dará un golpe tremendo.
LA CARCAJADA
90
ESCENA ÚNICA
Donde están?... Bandidos!
(Mi
P
más
dos asombrado.) En mi salón de fumar... nada hay
que recuerde el asalto del populacho... Estaré
soñando?... (Se pega en la frente) ¡Qué imbécil
soy!, si todo esto no es más que una pesadilla. Almorcé fuerte, fumé un habano que me causó sopor, y he aquí que me he dormido y he soñado...
Qué cosas he soñado!.... creí que se realizaba la
manifestación, que el ejército estaba de lado
de' pueblo y que todos me obligaban á renunciar! ¡Qué fierazo julepe me he pegado!... Mas
en fin.... los sueños suelen realizarse y... puede
que resultase todo cierto si yopermitiera la reunión;
con que asi, resolución instantánea al recibirse
el pedido del permiso: O rden al gefe pol ítico
de que prepare todas las fuerzas de su mando
en previsión de cualquier atentado, y un seco
NO PERMITO, al pié de la comunicación para
hacer el meeting y ahora.... ahora voy á ver si .me despejo, comiendo algunas fruslerías
cuadros V, VI, VII, V I I I , se harán después del 15 de febrero con el
título de " Ya se fué ".
NOTA F i N A L r - L o s
DEFINICIONES ILUSTRADAS
EVOLUCIÓN
POLÍTICA
E S T A D O (dei
Uruguay)
¿4:
Estas evoluciones tan frecuentes
st bien las miras mi lector, verás
•jue son en los políticos presentes
un catnb.o de careta... y d a más'
n a
Por su forma y por su estado
se ve como está este Estado
9
LA CARCAJADA
l
Meen
si
querido
qu
un
GUTIDREEZ
En la época risueña en que era niño
y contigo mis juegos departía,
pude decir, que fraternal cariño
en una, muestras alma convertía.
El tiempo transcurrió, y en su carrera
el destino fatal, nos separó
pero después, sin presentir siquiera
otra vez en un camino, nos juntó.
Hay te encuentra de nuevo mi cariño
y aunque éste cambio pasional te asombre,
la simpatía que inspiraste á un niño
Se ha convertido en la pasión de un hombre!
Febrero 8 de iSgy^Wt^f?
DEI
á l b u m
<
'"'<•
m
DE MUESTRA REDACCIÓN
(AL DIPUTADO
TRASANDINO)
Las seducciones del confort y las solicitudes del sensualismo en todas sus faces dan
ás estímulo á los hombres del día que el deseo de
- adquirir honroso nombre con la práctica de la virtud.
Hoy no se anhela una banca en el Parlamento por
la
sublime
ambición
de
conquistar
glorias
en/Ja
lucha
<j
de las ideas, sino por la mezquina aspiración del plato
,
„
de lentejas que reporten los mandones á trueque del
%/!/ áSssgr?^^• ' ;V V.*;. sacrificio de las condénelas!
Í^^SZ^^^^^
Hoyóla relajadón de las costumbres, la perver^ J ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ r ^ } sión del sentido moral, impulsa á la mayoría de los
' 'Tf
ciudadanos, por la pendiente del desprestigio, á la
í\
conquista de un puesto en «el festín de la decaden**
Í°
^ propiedad el ex-director de
^№¿W¿(¡i/f/r
\
El Nacional Dr. Don Eduardo Acevedo Díaz,
i,
„
«. .
Hoy no se recurre á la popularidad adquirida
' / *b )
con justos títulos, para obtener la distinción de ser
electo representante del pueblo, porque ese camino,
que es el más recto para llegar al Parlamento, á fuerza
ele no ser transitado desde hace muchos años, ha de*
sapareeido entre las chircas y los abrojales de la corrupción política.
Hay que recurrir á la bajeza de implorar al Gobernante el lucrativo honor de representar al pueblo, al precio de Ja abdicación indecorosa de todos los sentimientos más nobles
que la patria inspiía!—El servilismo incondicional es estimulado por el premio seductor de
la reelección y de este modo se fomenta lo más eficazmente la desaparición de toda escrur/
c
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a
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f n
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2
9
LA CARCAJADA
pulosidad que detenga á ^ c i u d a d a n o s con la idea nauseabunda de la fetidez del cien'o en que se hallan sumergidos la
mayor parte de nuestros políticos oficiales!
Pero el colmo de la miseria humana se exhibe en toda su
desnudez en aquella historieta de un joven diputado que hubo
de recurrir á un ministro extranjero para que interpusiera este
su influencia con nuestro Presidente á fin de que no lo excluyera en el amasijo de la nueva Cámara! Ese joven diputado
descolló por su talento y en precoces expansiones políticas,
conquistó un honroso concepto entre sus conciudadanos y
llegó á mirarse en él una esperanza para la patria; y hoy ofreciendo á todos una desconsoladora decepción le rodea el desprecio general y sobre todo el de sus correligionarios políticos,
los blancos-nacionales, que un día se enorgullecieron de contarlo
en sus filas, pero hoy se avegüenzan de que un tipo de tal jaez
blasone de comulgar en un credo que con su nombre desprestigia y deshonra!
£5
Dos risas dominan en la redacción de « LA CARCAJADA »: una vibrante y franca, la de
Bermudez
d é b i l y satírica, la de
Zas-.
Si queréis conocerlos, cuando no ríen, guiaos por ésto:
Si veis á un joven con tigura de poeta, mirando frente á la redacción á una niña que
besa con entusiasmo á un faldero, decid: ese es el de la risa franca; y si encontráis en Cibils,
á un morocho de lentes, con la visual clavada en una interesante maestra, infaltable á la cazuela, decid: ese es el de la risa satírica.... (i)
(1) — Adviértase que después de esto, hay motivo para un duelo, que no se produce, porque quién sabe
gltenemos conque almorzar luego del feroz combate, en lo de Champartier — La Dirección*
ib
Podría perfeccionarse mucho nuestro mundo político si naciera entre nosotros un Carrier, que se entregara á entretenimientos fluviales, embarcando á los pillos en buques
sud-marinos como los que aquél usaba en Nantes, durante la época del Terror.
Si uno fuese supersticioso, conjeturaría la resurección de algún Borgia, con la rápida,
casi repentina muerte del alférez Uscher, de F. Fernandez Fisterra y del otro,...muerto también repentinamente... por el puñal en Canelones, que como principales y casi únicos testigos
podrían con el tiempo, haber arrojado mucha luz y descorrido las tinieblas que envuelven
al alevoso asesinato de Tomás Butler.
la fortuna
", S'
w u imupu* y una aciuuü melancólica, á las 7
H\ de un espntista: filosofar respecto dei alma de un cañón
El de un cazado- de avestruces- sacarle plumas á las alas de un ejército.
Marías
STA- BERTA
DE-MARÍA
(De Fot. Chutte y Brockfl)
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Su angélica mirada
Tiene algo misterioso que fascina,
Como luz de alborada
Que realza su belleza peregrina.
P. C.
LA CARCAJADA
94
¿ Constancio Vigil
Soñador impaciente, amo la gloria,
Amante embelezado, amo tus gracias;
Pero no sé, ni definir podía
:
Si á la gloria amo más que á ti mi amaüa.
Me hace soñar la gloria con laureles;
Tu con la dicha que ambiciona el •
Coróname la frente con tus besos
ceñiré con palmas.
Q
cambio
Con aureola de fuego pura y santa;
Y yo con los laureles que me inspire
Tu palabra de aliento en la batalla.
Buenos Aires, 1896.
EáE
(ESPINAS Y
ABROJOS)
I
Un buen crítico, es un guerrero que en las contiendas literarias, se presenta á la justa
llevando como coraza la imparcialidad, como arma de defensa el saber, como bandera la
libertad y como canto de victoria el don divino del talento.'
II
Lástima grande causa ver un autor dramático que después de oir silvar su obra, siente
los palmoteos de manos con que el público, saluda una de esas grotescas creaciones del
talento humano que en arte dramático se denominan saínetes. ¡Oh! estética!....
III
Cuando llega á mis oídos la noticia de que uno de esos literatos sin dones, se ha enfadado porque un crítico le ha corregido duramente un artículo, etc., recuerdo á aquellos
chiquillos vanidosos, que cuando el maestro les enmendaba una plana, pataleaban v se
un
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intelectual
base el bombo, tocado á dos manos por algún gacetillero,'con quien lo liga grande amistad.
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falsa de un orador de á cuarto, pienso en esos organillos
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extasiarse ante la elocuencia
que taladran el oído,
LA CARCAJADA
95
con sus desafinadas notas, y que sin embargo, tienen á su alrededor, multitud de espectadores que abren inmensamente las bocas, signo particular del hombre que se emboba, ante
una maravilla.
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Montevideo, Febrero 4 de 1897.
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PALENQUEANDO
BRUTOS
(La dirección dé LA CARCAJADA publica los fragmentos que van á ser leídos, con
el solo objeto de que sus lectores busquen al autor de esos macanazos, y le rompan
las costillas.)
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CAPITULO II
1 tal
Pedro
«Después de haver caminado no pocas cuadras adetrás de ella, halargó un POCO EL PASO Á fin
de avecinarse más á la susodicha para empezar sus retrahilas con algunas indirectas, que hera el modo
que tenía Pedro p a r a e m p e z a r s u s dragonéos. Ü
Arrimóse á ella y le dijo:
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•' jgág ,
^.f
Buenas noches, señorita!
• x
Buenas noches!—contestó ella, algo conmovida a^loir la voz del desconocido mancebo.
Gusta Vd. de mi acompaña?—prosiguió él.
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No!.... ¿Acaso no tiene usted, caballero, á quien acompañar, que sea más digna de su ACORE»
paña que yo?
¿ •
No!!
Pues si no la tiene, búsquela Vd.l
A motivo de eso me le he hotrecido á Vd. señorita, que creo seha la más digna de mi acompaña.
—No, caballero, lo que me es combeniente decirle, que tome otro camino y me deje Jpeguir e!
MÍO SOLA y tranquila!...
Esto lo pronunció la joben con alguna ira y energía tal, que Pedro al oir estas palabras, no dejó
de quedar bastante avergonzado, ha pesar de su desfachatez.
Este, entonces, no sabio ha qué hatinar viendo que ella era tan enérgica y tan seria para con él;
pero sin embargo atrevióse haún á decirle.
¿Seré tan desgraciado? ¿Será pocible que Vd. no quiera consentir UNA acompaña tan fiel?
¿Vd. se empeña tanto en eso, cabayero?
¡Cómo no me he de empeñar señorita!,... M desde este momento yo no puedo ya vivir sino
oigo sus dulces palabras, sin que me mire en esos resplandecientes ojos y por fin, moriría si no
la abrazara y la besase!!!
Al decir esto, no fué más que un ¡záz trasl—La abrazó fuertemente, y la besó en sus ardientes
mejillas demostrándole así un amor ardiente y apasionado.
Ella que no era enérgica en tal cantidad como se lo demostraba; al sentirse abrazada y oir dos
besos (1) que se estamparon sobre su rostro, no dejó de hacer lo mismo que Pedro y devolverle sus dos
besos y decirle:
No vé Vd. que lo he querido besar? no!.... ¡cá! No he hecho más que devolverle los que Vd.
ME ha dado.
—¿Quieres entonces otros dos y me los devuelves?
¡No!....—respondió ella, con rapidez: el hacer lo mismo de lo que hemos hecho, sería UNA
necedad. Déme Vd. tres y me quedaré con ellos.
....Pedro!.... Pedro!!.,..—de pronto se oyó.
Oyes?—dijo Pedro: me están llamando.
¿Y CON eso que me quieres decir?
Que te apartes de mil
¿Por qué?
No te apercibes de lo que pasa?
Pero qué pasa? Explícate demontrel
Que me están llamando!
¿Pero quién TE llama? y ¿porqué quieres que me aparte de tí?
LA CARCAJADA
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Pedro quedó awtóto
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imposible resolver de qué manera podría librarse
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caso en que se encontraba, que le era
amorosa.
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*S¡t£nemos que la mtelígencia da!
turoso Pedro; pues no eran nadie mas que las a i
nuestros lectores dejará de exclamar
Suponemos por nuestra parte, que ni uno solo ae иищи
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S A R C A S T I C
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Guión quisiere, podía establecer un exacto parangón entre la personalidad política de J u * * z Col
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individualidad de Don Juan 1°. (todavía presidente del Uruguay pues, al p n mero como al segundo, le rodearon los mismos sucesos en su exaltación al Olimpo; al uno como al
otro! le acompañaron durante su gobernación, el lidíenlo y el desprecio de la Opinion Publica; y a
los dos, la fuerza de las circunstancias y el voto unánime del pueblo, les impusieron este dilema. Someter* ó Omitir* con la única diferencia de que el primero, al producirse la revolución de Julio, espero
que ella fuese sofocada para dimitir el mando y el segundo, sofocado con sangre y razzias de hombres,
el grito de protesta popular, en la derrota de Saraiva, se ha aferrado mas al poder, porque al haber
paladeado el gusto al sabroso bocado del gobierno, considera un sacrificio superior a sus fuerzas el
abandonarlo.
Idiarte Borda no contento con la popularidad que dieron á su estulta persona las tan mentadas
caricaturas de el EL NEGRO TIMOTEO,—los retratos que á millares se repartieron cuando su asalto...»
(constitucional?) al poder; los que andan %>or ahí en las cajas de fósforos; considera que aún, al
al cabo de tres años de gobernaciónjiio es suficientemente conocido por el pueblo, y hoy e n el ocaso
de su presidencia ha resuelto que su vera efigie sea estampada,—como lo hacen los monarcas europeos en las mondas—enalciertos billetei.de la emisión menor del IJaneo de la República, queriendo
dejar con eso, un grato recuerdo á la posteridad, de su feliz y patriótica gobernación, para que á .la
vez, sirva de ejemplo á sus descendientes y se acuerden de que en un día un hombre, salido de las
oscuridades de una cocina y envuelto entre los tufos de la comida de una fonda, supo escalar las
alturas que llevan á la presidencia de un pueblo, con la limpia pulcritud de un garçon de renombrado
hotel.
'
Idiarte Borda, ordenando la prisión de los militares que asistieron á la reunión de Cibils d i o la
nota mis discordante que pudiera producir el ârgaidM-i la política de actualidad, porque quito 'al concierto de la Comisión organizadora del partido Colorado, tres músicos de fuerza y de "ran habilidad
para tocar el violón.
Ahora más que nunca el pueblo del Uruguay, ha probado que cede al soplo de los vientos que
lo ajitan o mejor dicho, como la mona, al son que le tocan baila, porque en un ayer ponía el irrito en
el cielo cuando el entonces coronel Carambula, en la Colonia enjaulaba á los ciudadanos que pretendían inculcar
lecciones de deber cívico a las masas populares; cuando Ricardo Estevan con su café frió,
abofeteaba
al pueblo en las elecciones de Minas y hoy, que dichos militares purgan esos delitos-quizas por mandato
de el desuno-ese mismo pueblo repito,-grita contra la arbitraria orden que los atiene en nrisión
e •
y asi ira manifestándose entre nosotros el progreso moral de nuestra sociedad de tal modo
Sue
que no
nos causara admiración si después de la presidencia futura al baiar Irisarri entre
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T A R J E T E R O DE
LA CARCAJADA
PORQUÉ
Como el Sr. Juan Francisco Piquet encuéntrase
po su autobiografía, aun ésta no s e ha recibido,y Zílcwbtoal
tores publicarla en uno de los próximos n ú m e r o s
ella
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Padido con tiem
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dolo en este por falta de espacio.—Za
contestará en próximo n \ , no hacién
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