CORTE DE APELACIONES CONCEPCIÓN Concepción, diecinueve de noviembre de dos mil siete. Visto y teniendo presente: 1) Que el apelante, obrando en representación de los demandados, ha cuestionado en su recurso los alcances de la cosa juzgada emanada de la sentencia condenatoria dictada en los autos RIT 1440-2005 por el Juzgado de Garantía de Concepción, señalando que no le afectan los efectos de tal resolución (al demandado Roberto Arriagada Cabezas) por no haber sido parte en el juicio en que recayó y, por tanto, no tuvo en él oportunidad de defenderse, por lo que no puede privársele en este nuevo juicio, en que se le demanda de indemnización de daños y perjuicios como tercero civilmente responsable, de ejercitar su derecho de defensa reconocido no sólo constitucionalmente, sino también por la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica suscrito por Chile, razón por la que estima que se encuentran tácitamente derogadas las normas que coartan ese derecho, como son los artículos 178 y 180 del Código de Procedimiento Civil, por no conciliarse con las normas que resguardan el debido proceso. Consideró que el demandado Alexis Urrutia Bello, conductor del vehículo protagonista del accidente, tiene también derecho a prob ar en este juicio que no es responsable del accidente, quien, además, puede ser sobreseído definitivamente, con todas las consecuencias que ello implica. 2) Que, antes que todo, debe decirse que en los mencionados autos criminales por sentencia de 22 de julio de 2005 dictada por el Juzgado de Garantía de Concepción se condenó al demandado Alexis Alejandro Urrutia Bello al pago de una multa de once unidades tributarias mensuales, suspensión y/o retiro de su autorización, permiso o licencia de conducir vehículos motorizados por el lapso de seis meses, como autor del cuasidelito de lesiones graves a Néstor Patricio Jeria Cid con ocasión del accidente de tránsito ocurrido en la intersección de calles Maipú con Salas de esta ciudad. Dicha sentencia adquirió el carácter de ejecutoriada según consta a fs.5 de las copias autorizadas de la misma acompañadas por el actor Jeria Cid. 3) Que en dicho fallo se detallan los hechos conformadores del ilícito penal, sus causas consistentes en infracción a la Ley de Tránsito y la participación culpable en calidad de autor del demandado Urrutia Bello, quien hizo uso de su derecho a guardar silencio. 4) Que al no existir en el Código Procesal Penal normas propias que determinen el alcance que debe darse a la cosa juzgada que emana de aquel fallo, corresponde aplicar las normas que el Código de Procedimiento Civil establece sobre la materia por mandato de lo dispuesto en el artículo 52 del cuerpo legal primeramente citado. 5) Que de acuerdo a esa normativa corresponde referirse a los artículos 178 y 180 del Código de Procedimiento Civil. El primero de ellos prescribe que ?En los juicios civiles podrán hacerse valer las sentencias dictadas en un procedimiento criminal siempre que condenen al procesado?, y el segundo dispone que ?Siempre que la sentencia criminal produzca cosa juzgada en el juicio civil, no será lícito en éste tomar en consideración pruebas o alegaciones incompatibles con lo resuelto en dicha sentencia o con los hechos que le sirvan de necesario fundamento?. Por lo tanto, habiendo sido una persona condenada penalmente, en el juicio civil correspondiente no se discutirá más sobre la efectividad de los hechos constitutivos de delito ni menos sobre su culpabilidad, pues tales materias están ya resueltas por sentencia ejecutoriada q ue produce cosa juzgada, y la controversia en el juicio civil se reducirá a la especie y monto de los perjuicios reclamados por el o los ofendidos con el delito, y las pruebas que también rindan dirán relación con estos últimos particulares y no con aquéllos (Mario Casarino ?Manual de Derecho Procesal?, T. III, edición 2005, pág.141). En el mismo sentido se ha pronunciado también la j urisprudencia judicial, según puede verse en sentencia de la Excma. Corte Suprema de 18 de julio de 1963, publicada en RDJ T. 60, segunda parte, sección primera, pág.198, y referencias en nota al pié de página de dicho fallo. 6) Que, por consiguiente, el efecto de cosa juzgada de una sentencia condenatoria penal produce efectos absolutos respecto de toda persona en los aspectos mencionados, incluyendo a un tercero civil responsable, aún cuando éste no haya sido parte en el juicio criminal, porque el artículo 180 del Código de Procedimiento Civil no establece esa exigencia. Su calidad de propietario del vehículo partícipe del accidente no ha sido discutida por el demandado Arriagada Cabezas y, en todo caso, resulta comprobada con el instrumento público corriente a fs.10, consistente en su inscripción en el Registro Nacional de Vehículos Motorizados, de modo que su responsabilidad solidaria con el conductor penalmente sancionado Alexis Alejandro Urrutia Bello no ofrece dudas. 7) Que, consecuentemente, las conclusiones que pueden extraerse de la lectura de las citadas disposiciones de los artículo 178 y 180 del Código de Procedimiento Civil conducen necesariamente a sostener que no puede ponerse en duda ni la existencia del hecho punible ni la culpabilidad del conductor del bus Urrutia Bello; en tal virtud, no es posible legalmente predicar que el actor civil de ahora, para perseguir la responsabilidad solidaria del propietario del bus, deba probar nuevamente la concurrencia de aquellos extremos, puesto que claramente dichas normas persiguen evitar el pronunciamiento de decisiones contradictorias por parte de los órganos jurisdiccionales, que es una de las aspiraciones de todo ordenamiento jurídico. Entonces, en este pleito no puede volver a examinarse ni la existencia del ilícito ni la culpabilidad del conductor del bus. Sobre esos tópicos hay cosa juzgada, pero esto no se extiende a las demás cuestiones relativas a la respon sabilidad civil del tercero, como sería la discusión sobre su calidad de propietario del vehículo causante del accidente o la existencia y monto de los daños y perjuicios. 8) Que la alegación relativa a la supuesta derogación tácita del artículo 178 del Código de Procedimiento Civil por la Constitución Política de la República, puntualmente en cuanto ésta garantiza el derecho de defensa jurídica, el derecho a un debido proceso y la igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos (artículo 19 N°3), no puede acogerse, justamente porque dicha norma fue objeto, en cuanto a la voz reo que empleaba primitivamente y la legislación en general, de modificaciones por las leyes 19.047 de 14 de febrero de 1991, 19.114 de 4 de enero de 1992 y 19.158 de 31 de agosto de 1992, esto es, durante la vigencia del texto constitucional del año 1980, de manera que la tesis del demandado no puede sostenerse legal ni jurídicamente, porque el propio legislador ha reafirmado su vigencia. Por su parte, la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, publicada en el Diario Oficial el 5 de enero de 1991, que es ley de la República, no puede prevalecer sobre las leyes posteriores que el propio Estado se ha dado. En todo caso, aunque eventualmente pudiese estimarse que los artículos 178 y 180 del Código de Procedimiento Civil colisionan con preceptos constitucionales, el órgano jurisdiccional competente para resolver la cuestión es el Tribunal Constitucional, conforme a lo dispuesto en el artículo 93 de la Carta Fundamental. 9) Que el hecho que eventualmente el condenado Urrutia Bello pudiese ser sobreseído definitivamente en conformidad al artículo 240 del Código Procesal Penal carece de relevancia en lo que atañe a la subsistencia de la acción civil, porque la propia norma prescribe que la suspensión condicional del procedimiento (antecedente necesario para sobreseer definitivamente si ella no es revocada), no extingue las acciones civiles de la víctima o terceros. En todo caso de ac uerdo con el artículo 179 del Código de Procedimiento Civil las resoluciones que absuelven de la acusación u ordenen el sobreseimiento definitivo, sólo producirán cosa juzgada cuando se funden en alguna de las circunstancias allí expresadas, ninguna de las cuales resulta aplicable a los demandados. En efecto, el posible sobreseimiento definitivo por extinción de la acción penal sólo producirá cosa juzgada cuando se funde en la no existencia del delito o cuasidelito que ha sido materia del proceso, no existir relación alguna entre el hecho perseguido y la persona acusada o no existir en autos indicio alguno en contra del acusado, y aún en este caso no puede ella alegarse sino respecto de las personas que hayan intervenido en el proceso criminal, de manera que no encontrándose los demandados en ninguna de esas situaciones, debe volverse a la regla general en orden a que el sobreseimiento definitivo no produce el efecto de cosa juzgada. 10) Que la prueba aportada por la parte demandante para acreditar la existencia de los perjuicios materiales y su monto es suficiente para esos fines, concordando estos sentenciadores con la regulación efectuada al efecto por la juez a quo, y en cuanto al daño moral, encontrándose su regulación librada a la prudencia y sentido de equidad del juzgador, practicada sobre la base de los antecedentes agregados a fs.22 y 23, relativa a la naturaleza, gravedad y tiempo de curación de las lesiones del ofendido, y testimonial producida con ese objeto, esta Corte comparte la valoración de ese perjuicio efectuada por la juez de primer grado, de modo que confirmará el fallo en todos esos extremos. Por su parte, la demandada y apelante ninguna prueba rindió para desvirtuar esas conclusiones, de suerte que sus alegaciones tendientes a obtener el rechazo de la demanda o a que se rebajen los montos de las indemnizaciones no serán atendidas, debiendo agregarse que el hecho de no haber probado el actor que reparó el vehículo en los talleres que emitieron los presupuestos, no es condición que lleve al rechazo de la indemnización, puesto que ésta fundamentalmente está determinada por la existencia del daño y su cuantía y no por su reparación, que no viene sino a ser la consecuencia de ese daño. Ahora, en cuanto a que los presupuestos carecen de valor probatorio por emanar de terceros, se trata de una verdad a medias, por cuanto el de fs.14 fue reconocido por quién lo emitió según consta a fs.68, y en todo caso ambos presupuestos concuerdan en valores similares y con los demás antecedentes probatorios de la causa, de manera que no procede restarles valor probatorio, como pretende el apelante. Por estos fundamentos y disposiciones legales citadas, se confirma la sentencia de cuatro de marzo de dos mil seis, escrita a fs.96 y siguientes, sin costas por haber tenido el apelante motivos plausibles para alzarse. Regístrese y devuélvase con su custodia. Redacción del Ministro don Eliseo Araya Araya. Rol N°1.063-2006. 1