Hidatidosis: Una zoonosis de múltiples presentaciones clínicas

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Hidatidosis: Una zoonosis de múltiples
presentaciones clínicas
Carmen Marias Banillll'
La
enfermedad ocasionada al hombre
por estados larvales de tenias del género
Echinococcus se conoce como HIDATf-
DOSiS o QUISTE HIDAr!OICOy su historia se remonta a muchos anos de
antigüe d ad tal y como se observa en la
sección siete de los Aforismos de
H ipócrates, en donde se la describe
como "hígado lleno de agua que explota al epiplón y el paciente muere", o
como se la menciona en el Talmlld, libro sagrado de Jos judíos, "ampollas llenas de agun". En Arabia, el físico
AI-Rhazes se refirió al quiste hidatídico
900 aflos antes de Cristo y Galeno en el
siglo II, lo reconoció COmo una enferme-
dad de naturaleza tumoral, concepto que
persi5tió hasta el año 1687, cuando Tyson
acl ... ró su origen parasitario (1). Aunque
en los siglos XVIII y XIX se siguieron
reportando dvances en cuanto al ciclo de
vida de estas tenias en sus hospederos
definiti,,-os e intermediarios, sólo en el
siglo XX se pudo comprender la forma
de diseminación de la enfermedad, así
como los mecanismos de acciÓn
patógena, respuesta inmunológica, diagnóstico y tratamiento.
De las tres formas de hida.tidosis obser"-adas en humanos, Jos colombianos s6lo
padecemos la variedad poliquística, la
cual afecta a pacientes provenientes de
ZOnas rurales y en quienes se presenta
I
¡
..
como un a entidad invas iva d~ tipo
neo p/¡isico de un.! o más ví~"era s. U S
publiClclones hechas por Anton io
O' AJe!sandro y RL Rausch entre lO!; años
1978 y 1981 en lis revistas Acta M~d¡ca
del VlIlle y American Journal oi Tropical
Medicine I\nd Hygiene, permiten haCEr
U¡1.3. muy buena aproximación a 111.
epid emi olog!a de la hidatidosi s en
Colombia. pues se describen las especies de aninlales que a partir de sus heces y especu lati va mente de sus vít;c e •.a$,
han sid o y pueden SCT fuente de E'l'Ifer·
m~'<Iad
hum ana .
Los agentes
Las lenin del génem EchinocO(:cus se
caracteriza n p Or invadir en su estad l'
adult o. el intestino delgado de cánidos y
(~Iidos y e n s u t$lado larval a animales
hervlboros o roedo R'5 selvoUicos, que se
infec tan al ingerir los huevos expubad05
p or aquellos. El ser humano, qUIi naturalmen te no hace parte de este d d o,
puede hacerlo de forma accidental y ~ r­
vil de hospedero intermediario, al desarrollar en d iferentes partes de su cuerpo,
los estado larvales llamados hidátides.
Has ta la fe cha se han descrito cuatru
espedltS d e Echinocoa::us, cu ~'os estados
larva les p ueden infecta r al homb~, cada
una con d ife rente distribució n geográfica : E. gran ulos us, E. mu ltilm::ula ris,
E. o lo garthrus y E. vogeli. De las cuatro,
la que menos inle«iemes hum anas prese nta el! E. oligarthrus y contr.l.rlamente
11 lo que &e creía, no es excl usiva del trópico americano, ya que en enero del año
2000 St! reportó un caso en Plt~mpura,
India (2), E Vogeli, hasta 1:11 momento,
só Jo se ha inform.!do en Ce ntro y
SuramEricil y el primer es tu dio en hu·
manos fue publicado en 1972, en dos
pacientes colombianos (3-5).
ECHINOCOCCUS GRANULOSUS
(Batsch, 1766): Bs el ag.mte e tiológiCO d e
la hidatiúU:\;$ uniloculiu y o! slA amp lia.
me nte distribuido en las reg iones agr!o
colas y g¡maderas donde se cría ganado
va cun<J y bovino del lejan o y medio
O riente, Australia, Nu eva Zelanda,
Tasmal\Ía, Norte y Sur del A{¡ ic ~ , Euro·
p a o rien t a l y Medile rr á nea y e n
Suram~riclI Argentina, 8rasil, Uru guay,
Chi le y Perú (6--7).
Es uIl a tenia qu e apenlls mid t! de 3 a 6
mm de largo, cuyo e5«)lex p iriforme y
con una corona de ganchos se fi ja a la
mucosa del intestino d"lgado del perro
y de otros ciÍnidos salvajes como los
lobos, y que sólo p0&ee tres proglótid es:
una inmadura, una madura y un a grlivi·
da. Por su tamaño, las infecdones rien·
d ('n ~!!er múlti ples y no solitarias (como
e n las te nias mayo res), y sue len vivir en
su hospedero defin itivo de 6 a 30 rneses.
l os huevos, que mo rfol6gica men te son
'1
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,
I.
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iguales a lo~ del género Taenia, pueden
durar ".-iables hasta un afio en condiciones favorables de temp€ratura y humedad y son ingeridos por hospederos
intermediarios, tales como bovinos y vacunos y en menor grado caprinos y
porcinos. En ellos, los embriones hexacantos eclosionan en el duodeno, atraviesan la mucosa y se di~eminan por vía
hemática a las vísceras, especialmente
hacia el hígado. Antes de una semana,
la larva desarrolla una cavidad qu(stica
que sigue credendo, paTa a la tercera semana haber forrn~do un quiste joven de
250 micr,,~ de diárnclru, ("un una re,,~ciún
tisular reconocible y que lo separa del
resto del tejido, e;w;cepto cuando se encuentra en el hueso. Cuando los
hidátides son ingeridos en las vísceras
del hospedero intermediario pOr los
perros y lobos, estos producen una infección intestinal múltiple, ya que en las
vesículas se encuentran varios escólices,
dando cada uno, lugar a una tenia
adulta.
MORFOLOGíA DEL HIDÁTIDE: IniciillmentO!, es una masa multinucleada de
30-35 micras de diámetro, que puede ser
fagodtiJda y destruida por macrbJiJgos.
Cuando resiste la fagocitosis, empieza su
crecimiento gradual, que puede alcanzar
0.5 cms en seis meses y seguir creciendo
hasta 1 mm por mes. En un ano, el quiste
suele tener entre 5 y 10 CffiS de diámetro
y su calcificación y destrucción puede
ocurrir algunas década5 después de la
infección. Aunque no es usual, hay casos
descritos hast,,- de 20 cms de diámetro, lo
cu,,-I permite entender por qué se confunde con ma&aS tumorales.
Los cortes de un guiste hidatídico
unilocular permiten diferenciar dos partes: Las capas corr"'$pondientes a la
reacción del hospedero y las gue corresponden al pan'isito propiamente dicho.
Las capas del hospedero (de ¡¡fuera hacia adentro) comprenden una membrana externa o adventicia de tejido fibroso,
U.¡\a beguIlJa CUf[ li):,{obJ¡,slos, gH/( ¡¡1filtrado eosinofílico y vesículas de sangre que le sirven de alimento a la larva
o capa periquística j' una de células
endotelíales, gigantes y eosinófilos (6).
La parte parasitaria comprende la cutícula o membrana laminada compuesta
de varias láminas conc~ntrica3 y de un
polisacárido, similar a la quintina, con
aSpecto hialino, anudeada j' permeable
y la capa germinati,a, llamada también
membrana prolígera, que permite la
gemación asexual de "quiste hijos". Su
aspecto es granuloso y está formada por
c¡\lula5 tegurnentLlJias, musculares, en
llama, cuerpos calcáreos y glucógeno.
El quiste está lleno de un líquido amarillento y transparente muy antigénico
para el hombre y compuesto en 90% de
agua y 10% de proteína.s del parásito.
"
En él flo ta la "arenilla hidatídica", COTI¡ormada pDT escólices que se h¡m sol tado de la membrana prolígera, vesículas
prolígeras, g~nchos y quistes hijos .
Cu~ndo los quis tes hijos no han formado la cutícula, se llam~n vesículas
prolígems y su¡;!en estar prendidas por
un pedículo a la capa germinativa . Por
malformaciones, los quistes hijos pueden no tener escólices y se llaman
acefaloquist€s.
Cuando u n quiste se rompe, sea espontáneamente o por m~nipulaci6n quirúrgki!, ~i";],, "~Lul"J< int a cto pu~J~ ,ldC
lugar a un nuevo quiste y si e~ invadido
por bacterias, se forman dlmtro de él
ilbscesos piógenos.
ECHINOCOCCUS MULTILOCULARIS
(Leuckar t, 1863): Es el agente etiológico
de la hidatidosis m ultilocular o alveolar
e invade a carnívoros salvaj€s de regiones templadas, frias y árticas como zorros, perros salvajes, lobos y felinos. Los
hosp€deros intermediarios son roedores
de varias esp€cies, den tro de 105 que se
encuentran ra tones y ardillas. Esta
parasitosi5 es endémica en Norteamérica, Alasb, Europa Central, Rusia,
China y Turquía, Japón, Uruguay,
Argentina (8).
La tenia adulta es uno s milímetros más
grande que E. granulosus y sus huevos
son indistinguibles al microscopio de
.1
luz. Los hidMides, llamRdos multiloculares, no forman membrana laminada o
hi~lina y los escólices, que son ~bundan­
tes en los rO€dores, están ~usentes en el
s er humano. La vesicuhción no es
endógena, por lo cual el cr~cimiento
larvario se re~liza a tra~·és de vesículas
exógenas que se infiltran en el tejido, de
manera que el quiste no se encuentra
bien diferenci~do del resto del tejido y
la cantidad de líquido es pequeña o
nula. La c~pa ~dventicia es irregular y
avascular.
•
que ,,\<i~ frecuentelllente invade en el hombre son el hígado (80%), los
pulmones (10%), el cerebro (5%) y otros
órganos como suparrenales, riftón,
páncreas (5%) de manera primaria. Sin
emb~rgo, se suelen observar a par tir de
una infección primaria del hígado, lesiones "metastásicas" a diferentes órganos.
L()~ ~itio~
ECHINOCOCCUS OLIGARTHRUS
(Diesing, 1863): Es la má s p€quei'ia del
género, pues apenas mide 2.9 mm y sus
ganchos ros telares son muy cor tos. Sus
hospederos definitivos son diferentes
Especies de felinos saJv~j€s y los intermediarios, especies de roedores como
ratil5 y pacas o guatin.
Los hidátides, que contrariamente a las
anteriores t ienden a ser más extrahepáticos, se h~ll~n con más frecuencia en
tejido in termuscular, cavidad pleural y
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R ~Vl". 1~.",TI9'C]o~
y D.'ARROILO SOCIA'. No . 24 • UMNG· 2001
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E,p«""" q.i''¡'Jko q.., m... lra"" qllJoI. bid, ,¡'¡ial .bI,no, "'"
3n( 72S5) M.,zo <10 ;.001
peritoneal y el aspecto es el de una
hidatidosis poliquistica. La membrana
laminada es delgada y ja prolígera es
gru<:,sa, por numerosos cuerpos calcáreos. Aún as!, produce menos escálices
que E- granulosus.
El primer caso humano fue reportado en
Panamá, con una localización submandibujar; y el segundo, con igual localización, se registró en la India_ Debido a
la similitud con las larvas de E. vogeli,
se recomienda remitirse al estudio de los
",óhl~l"
q'''''' Ioijo. e. ,. ;'>I<,lor. T_.oo <lo KrTp J D.M.] 'NI
ganchos, lo cual requiere un parasit61ogo con experiencia (5).
ECHINOCOCUS VOGELI (Raush y
Bernstein, 1972): Esta tenia, agente
etiológico d", la hidatidosis poliquistlca
y reportada únicamente en Centro y
Suramérica hasta la fecha, se descnbió
en el Ecuador como parásito de perros
silvestres, sin que se tuviese conocimiento del poder patógeno de sus larvas en humanos. Posteriormente, este se
demostró al obtener gusanos adultos en
el intestino de perros, a los que se
mezcló con el alimento, quistes provenientes del hígado de dos pacientes colombi~nos que padecfan una lesión de
aspecto tumoral que simulaba un carcinoma hepático (4-5)
El adulto mide 5.6 mm y el escolex
posee dos coronas de ganchos para la
adhesión, además de las cuatro ventosas, Los huevos son iguales a los del género Taenia y son expulsados en las
heces del hospedero definitivo que son
cánidos domésticos y salvajes. Los has·
pederos intermediarios son roedores
como la nutria, la paca o guagua y cuyas carnes son muy apreciadas entre
poblaciones de áreas rurales. En esta
especie, el hidátide es de proliferación
endógena y dentro de la vesícula primaria se forman bolsas o pliegues, La
capa germinativa es delgada y la capa
hialina gruesa . Llama la atención la ausencia de cuerpos calcáreos y la abundancia de escólices, así como el aspecto
transparente del quiste, que permite
obserl'ar su contenido.
Mientras en los roedores la larva está
limitada, en el ~er humano se disemina, debido a la vesiculación ex6gena
ya la cantidad de escólices dentro del
quiste, los cuales c~usan reinfección
cuando este se rompe, ya sea de forma espontánea o por manipulación
médica.
EPIDEMIOLOGíA: Las infecciones por
miembros del género Echinococcus, que
en condiciones normales involucra a
hospederos salvajes y rurales, h~ sido alterada por el hombre al involucrar permanentemente a los perros en labores de
pastoreo y ~I ~limentar los perros con las
vísceras de los animales que se sacrifican, El ciclo ganado-perra-ganado o
ganado-perra-hombre es de mucha importancia en la endemícidad de hidatidosis unilocular (7), asi como el ciclo
perro salvaje-hambre-guagua, lo es para
la hidatidosis poliquística (5),
Como todos los tipos de hidatidosis se
adquieren por la ingestión de alimentos
o aguas contaminadas con los huevos
que expulsan los carnívoros, es recomendable tener especial cuidado con los excrementos de estos animales, más aún,
si se tiene en cuenta que son huevos que
resisten la desecación parcial por varios
meses, e incluso a agentes desinfectantes como el alcohol.
Los estudios de Alessandro et al. demostraron que en Colombia, la guagua, cuya
carne es muy consumida a nivel rural, es
el principal hospedero intermediario y el
perro salvaje, conocido como zorro guache, el hospedero definitivo natural. El
guatin, por su parte, que también es llI\
animal comestible para los campesinos e
indígenas de tribus colombianas, es mas
especílico para EchinococClls oligathrus (5).
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RESPUESTA INMUNE: La inmunidad
protectora observ ... cta en las reinfecciones, luego de haber sufrido unf\
infección primaria, ha sido reportada en
la hidatidosis unilocular, pert¡ en las tres
formas de la enfermedild, hay una alt,,estimulaciórt tan 1-0 ceJular como humoral, que se evidencia por 10$ títulos de
anticuerpos circulantes y por h
positividad a la inoculación intradérmka de antigenos parasitarios, conocida cOmO prueba de Ca~oni, que
permanlO'Ce positiva por muchos anos,
pero que da reacciones cruzadas con
otr¡¡s helmintiasis tisu]af{!S (8). Las células dd sistema inmune lllignUl activaroente cuando un estado larval de
Echino<:coc1l5 se deposita en alguna víscera y la intensidad de la reacción varia
con la localización: en el hígado, por
ejemplo, ~s mucho más gruesa la cápsula fibrosa, que la observada en los
quistes pulmonares y cerebrilles (9).
Estudios hechos con el antígeno B del
fluido de la larva de Echinococcus
granulosus permiten demostrar diferentes< clases de anticuerpos específicos, tipo
IgGl, IgG2, IgG3 e IgG1, los cuajes se reladonan con las difelentes etapas de la
enfermedad (lO), de acuerdo con la clasiflcaci6n de Ghatbi e( ~l, hecha en 1985
y en la que se descri~n 5 estadios: el 1.
n y III para la fase de conformación y
maduración de 105 qvistes y la IV y V
para el estacionamiento y su posterior
calcificación (11). El hecho de que los
anticuerpos fgG4 se observen en las fa~es 1 a la UI en que la enfermedad está
activa, permite ~uponer que prima para
~stos estadios, una respuest~ celular
TH2, ya que son las citoquinas d .. esta
Tcspuesh, las qUE' estimulan la inl111moglobulina IgG4. Por el contrario,
cuando elürganismo ha detenido el parásito, predominan anticuerpos que se
estimulan por ]", respue~til THl, tales
como IgGI, IgG2 e IgG3.
Asimismo, en pacientes con hidatidosis
alveolar, la IgG4 se ncgativiza después
de un afio de tratamiento y la re<lp~rkión
de titulos se relaciona con rectudescen·
cía de la infección, más aw.n cuando ésta
se acompaña de altos niveles de IgE total, la cual se usa como predictora de complica<:ione~ o de infecciones fatales (12).
FORMAS CL1NICAS: La hidatidosis
unilocuhn es una entidad que en muchos casos se adquiere en la niñez y sólo
se diagno~tica en la tetcer~ o cuarta década de vida o de forma casual, investigando una patología concomitante, o
realizando una autopsia por rnU<'fte de
otro origlOn (9), Aunque la letalidad de
las formas multilocular y poliquística es
mucho m~yor y su mort.alidad es elE'vada, el diagnóstico tampoco se hace de
forma temprana, dado el car:kter lento
con que se desarrolla el quiste, Pero en
éstaS, la localización mas frecuente tam-
,
1
"
bién u hepática, .11 igual qul' en la
uni locular.
Las ruptura:!
d~
105
'l lli1;t~ ~,
que toe asn-
cian con complicaciones o disemin~·
cion(!s a otros órganos, pueden Ser de
rtC5 clases: RUPTURA CONTENIDA, hecuente en el hl¡;ado y en la que se rl'mpe
la memhuna endoquística, se conserva
La pedqufstka. 'f no siemp re hay mu~r te
de la larva. Suele se r asin tomátka, sin
pre(hsposidÓn a infecciones bacteriJnas
y se diagnostica casua lmen te. RUPTURA
COMUNICANiE, más frecuenlee n pu l.
mó" que en hlg¡¡do y en la que s e
tompen membranas p('riqu ísti~ IU,
permitiendo que un poco del contenido
quísUco llegue a "las bili~res y ,,-1 Arbo!
b runqulal facilitando una obstrucci6n
biliar que generil.lmente es pasajera, po rque la composi ción de la bilis no ~ ade cu ada para la 5upervivencill de 105
parohitos. Even tua lmen te, a lg u nos
escó\ices log ran pasar este filt ro, ocasiona ndo infecciones !lecundarias y el liquido h idatldíc o que sale, produce
reatelones anafi lác licas. Este tipo de ruptura también suele darse cuando SIl hacen intervenciones quirúrgicas de los
quistes y puede darse 50breinfección
bacteriana. Finalmente, la RUPTURA
DIRECTA, la cual trae consecuencias scveras, ya que se rompen ambas ffil'mbra nas, la pe riq uistic::a y la endoq uística ,
facilitando que el líquido hida tíd ico salga l'rIasivam ellh.' a la Ciwidad p1e uril l y
perUolleal, ocasionando choque flna filáctico y diseminación de cscó!ice$. Este
tipo de ruptU T~ exp lica las recru descenda~ después de una drugla terapéuti ca de hidatidosis, así como la muerte
de las lan-as, ya que es mu)' fre cuente
la sobreinfección bacteriana (1 3).
Es importante tener en cuenta que en
árt' a~ endémicas, la ruptu ra de qu ist.:-s
hida tíd icos, especialmen te he pá ticos o
~ splé n icos, deben ser incluido~ en e l
diag nós tico difeTendal de a bdo men
agudo tr.lumático y que la ra ta de mo rt.llidad e/\ estos pacientes e~ :\111\, comparada con las formas no complicadas (14).
HIDATIDOSIS HEPÁTICA: Aptoximl'l.dameI1te 50% a 70 % de Jos euos de
hidatidosis liene localizad6n h epática,
e/\ I~ que se forma una gruesa capsula
fi brosa cuando es uni loc ulat. Se present<'l Co n m ás frecu encia e n el lóbu lo d ~
l echo v aUI1 que tiende a ser silen te,
puede causar do lo!, ma lesta r, hepalo-megi'l lia y tumefacción abdomina l.
CuaI1do el quiste i5.e l ompe, puede. presentarse choque anafi!~cti co co mo respuesta a los antígenos d e l líquido
hidllt!dico o abSCe sos hepáticos. Esta
ruptura puede acompañarse de c6 licos
biUres, ictericia y eosino filia periférica.
También se observa que una te rcera
pa rt .:- de los q u i!>l.:-s hepti tl cos se
calc ifica y esta ca lci fica ció n p u ede
ocurtir en cualquiera de las etapas de
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..
formación del quiste (13). En es tos casos, las calcificaciones tienen la apariencia de una "pelota de golf" y significan
muerte de la larva, por lo cual no se requiere tratam iento (15).
Cuando se trata de la forma poliquística
o multilocular. las características clínicas sugieren un proceso maligno
infiltrati,,'o, que por estudios histológicos y da tos epidemiológicos se puede descartar.
HIDATlDOSIS PULMONAR: Corres¡JUuu" ""Ir" 8 \r 4J% d~ 105 (~SO~ y ~u"J",
ser asintomática en muchos otros. Cuando se rompe, las manifes tacionf!S clínicas incluyen disn e a, expectorac ión
hemoptóica y abrupta, dolor torác ico y
reacciones de hipersensibilidad. En d
espu to se observ¡¡n esc61ices y ganchos
y restos de membranas. Es más frecuente la presentación en pulmón derecho y
60% de los casos son en lóbulo inferior;
en 20% es bilateml y en 30% los quistes
son múlt~ptes. Por fil.2.0neS no clan.mente
e stableci da s, en el pulmón no se
presenta calcificación de los quistes, contrariamente a localizaciones mediastinales y pericárdicas en las que sí se
observa este proceso (13).
En el caso de la forma multilocular, el
compromiso pulmonar puede ser por
dos vias: ex tensión directa del hígado, o metástasis par~sitarias que se
locali7.~n
en la periferi~ de los lóbulos
pulmonares (9).
HIDATIDOSIS CEREBRAL: Es una for-
ma muy escasa que apen~s representa
2% de las hidatidosis y ls sintomatología
incluye una variada gama de disfunciones neurológicas, de acuerdo con la
loc~lización, pudiendo simular una cisticercosis cerebral, aunque no hay tendencia como en ella, a formar múltiples
quistes (16). La localización que más se
ha observado es en lóbulo parietal y por
la escasa reacción ti~ular, la capa
}',,!ic¡ubliL~ ,,~ !Huy ,,~~a~a. Aunqu e en
esta presentación no son usuales las
manifestaciones anafilácticas, en la literatura exis te un caso de an~fihxis
sistémica, como consecuencia de la ruptura de uno de tres qui~tes cerebrales,
sin ningún tipo de manifestación
neurológica (17).
HIDATIDOSIS ORBITAL: Aunque no es
frecuente, sí es muy sintomática y suele
causar €"!loftalmos. Si no 9€ trata a tiempo
puede JJevar a p,§rdid~ de l~ visión (13).
HIDATIDOSIS MUSCULAR' Esta pre-
sentación es muy infrecuente y se cree
que la principal razón es la dificultad de
la huya para crecer en medios con al tos
niveles de ácido láctico (9).
HIDATIDOSIS ÓSEA: Corresponde des-
de 0.5 a 2% de los casos, pero el pronó8tko
•
..
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es peor que en la hepática y pUlm0I111r,
debido 3. que en el hueso la veslcutaci6n
es Exógena y no se delimita del reshl el
tejido, ool'\fi ri~ndole carilcterf~tka! de diseminación. 35% de los casos s<! han observado en co lumna vertebral, co n
comprensión o no de la méduj~ espinal.
Por su ca~ ~c ter latente, el diagnóstico es
m uy diHdl y el tratamiento,generalmente
q ui rúrgico, no siemp re resu lta satisfactorio, debido a la d ificuLtad de remo ver
tod o €'l teJido parasita rio, a I/eces muy in' iltrildo€n regiones ,'itaJes (l,9}. Tambi~
se han observado pre~enta ci(lJ)es óseas
en hu~w~ ¡... rgos y en p" lv¡~, la cual !!le
desar rolla más adelante.
HIDATTDOSTS CARDÍACA: 1..0 hld atidosis de l co u.zÓn es muy esc ~ sa y r ep res en !!! entre 0.2% y 3% de todos los
"SOS d e h ida t idosis humana . La
may o rla de Jo s casos in\'ol uc ra el
ve n t rl cuJo izquierdo, seguida de l
\' ent ri culo derecho y en meno r g rado
eJ sep tu lll inWH·en tricul ar. El curso de
la enfer!lledlld depende de la localización y d~l t/lmafio del quiste y de si es
ún ico o múltiple, lo cual permite ell ten de r que se presenten desde casos
i1sintom UJcos, p,",sando por signos de
is qu emj~
,
,
subepicárdica, taquicardias
ven tric ulares y altera ciones de liI. condu cción. (18-19) . Por las caracte rís ticas
antigénicas de la larva, se han reportado (lS05 de choq ue a na fil ~ct i co por
ru ptu ra s d e los quistes, el cua l puede
ir o no, ac om pafia do de embolismo
s istémico.
Si la localización es pericárdlce.. !Imll.la
Il.na hidalidosis pulmonar, a causa de la
dis nea, la expectoraci 6n 'j el dolor
torkko que ocasiona.
HIDATIDOSIS ESPLÉNICA ', Se hit
obse rvado en 4% y po r lo general no (:'1
p rim aria. Lil s manifesuc!ones so n
rnt'Sped ficas y e l m ás frecue tl tc hallazgo es espJenQlJlegalia }' liebre.
HIDATIOOSIS PERITONEAL, GI! I~rAI­
m ente Se da como conse cuen cia d e
rupturas de quistes hep¡\ ti co~, esplénicos o mesentéricos. Es freCl.<ent e que
~l' presente como un cu~drrl de distensió n. ab domirtal y obstrucc!6n .
HlDATIDOSIS RENAL; La loca lizadón
más (recuente es en los ápices del riñón y
cuando se hace sintomatica, Sol:: p resen ta
co mo una ma sa palpa b le y do loro,a,
l!.oompafiada de hem a turia y ti!)'lm!. También pueden presentarse quistes en la
pelvis ren",l, urét!:'r )' testlcu J (l~ y las
complicaciones principales obedecen a las
rupturas de ellos, ca509 en los que se observa contenido del quis te ('n. la orin2 y
obligando a veces a re~l¡zar Wl~ nefreclomia rara garltnl:i.:zar la. cur~ción total (20).
HIDATIDOSIS PANCREÁTIC A . Estil
pre~n l ... ción no es hec utmte y puede
'"
suceder de forma primaria o como consecuencia de una diSeminación pOr rupt umo Las manifestaciones clínic~s
dependen del sitio de localización en
el páncreas y simulan desde un quis te
pancreático hasta una masa tumoral benigna o maligna.
Cuando se localizan en la cabe;>.a del
páncreas, se presenta como una ictedcia
obstructiva por compromiso de vías
biliares y pancreáticas y cuando se loca¡¡:la en el cuerpo o en la cola, la sin lamatología es escasa. dependiendo de si
prod\.\L" () 1\0 compr,,~iÚIl Je ó"g"nu~
adyacentes y simlllando una masa
tumoral (7).
HIDATIDOSIS ARTERIAL: Sucede
cuando el embrión hexacanto pasa el filtro hepático y p ulmonar, se disemina
por circulación arterial a otros órganos,
entre ellos el corazón y las arterias, o(asjon~ndo en algun05 casos y como complicación, embolismos ~rteriales de alta
mortalidad (21). las localizaciones
arteriales generalmente son secundarias
a la ruptura de un quiste intracardíaco,
pero hit}' reportes de c~sos primarios de
hidatidosis aórt ica, en donde los
escólices erosionan la pared arterial,
para formar en ella masas calcificadas
que simulan aneurisma5 (11). En esta
presentación suelen observarse rup t uras
de tipo direclo que facilitan invasión de
otros órg~nos (13).
HIDATIDOSIS MÁXILOFACIAL:Existen casos de hidatidosis primaria en
glándula sali\'ar subma)(ilar, en submucosa bucal, en espacio parafaríngeo, en
lengua y en glándulas paró tidas, pero
el diagnós tico sólo se hizo por estudios
histopatológicos de especímenes quirúrgicos y las lesiones tienden a ser de muy
lento crecimiento y buen~ tolerancia.
Como en estos pocos casos el tratamiento debe ser quirúrgico para remover la
masa, se recomiend~ especial cuid~do
para evitar las complic~ciones de la
ruptura (22).
•
MÚLTIPLES INVASIONES: Por rupturas directas y comunicantes, generalmente pos teriores a tratamientos
quirúrgicos, la hidatidosis puede
reactivarse en varios órganos al tiempo, caso en el que se requiere de diferentes intervenciones quirúrgicas, así
como de tratamientos con antihelminticos (23),
OTRAS LOCALIZACIONES: Existen
reportes aislados de hidatidosis en otros
órganos y estas pueden ser primilrias, o
como consecuenci~ de diseminación de
un foco hepático en la mayoría de casos.
En la literatura, están descri tos no más
de tres casos de hidatidosis tiroidea primaria y la sinlomatología coincide ron
la de un nódulo frío, que sólo después
de ser extraído y examinado his tol6-
i•
," '
•
•
gicarnente, permite determinu su natu(alexa parasitaria (24) .
De igual forma está descrita la
hidatidosis pélvica primaria y secundarii! y, en ambos casos, la sintomatología
es muy variada: cuadros de ciática, pie
gotoso, alteraciones vesicale8, uropatía
obstructiva y fali:l renal, que clínicamente no sugieren procesos parasitarios
l' que solo después de intervenciones
quirúrgicas logran diagnosticarse, presentándose el riesgo de diseminación interna, o reacciones anafilácticas por
ruptur .. J", Jo~ qlli~l"'s (25).
Las esporádicas localizaciones yuxtavesicales y retrovesicales no necesariilmente involucran el riilón; y en la
Univenid a d de Alcalá de Henares en
España existe un reporte de' diez de estos casos, en un lnpso de 15 años, para
la vilried~d unilocular (26).
La localización retroperitoneal es mas
rara aún y el diagnóst ico diferencial incluye una ,,"-ri~da gama de tumores sólidos o necróticos.
MANIFESTACIONES DÉRMICAS:
Aunque en ninguno de los tres tipos
de hidat idosis humana es frecLJcntc el
compromiso cutáneo, es posible quc
se presenten m~nifestaciones específicas e incspecíficas de ell~. En el primer caso, éstas obedecen a quistes
hepáticos y pulmonares que fistuHzan
la piel 'j Cn el segundo ca80, a rea~cio­
neS alérgicas que se traducen en prurito y urticaria crónica y que no son
otra cosa que la sensibilización a los
antígenos del p~rásito, Illego de rupturas quís ticas (27).
DIAGNÓSTICO: Por ser tan variadas
las presentaciones de la enfermedad
hidatídica, difícilmente se llega a su
d iagnóstico dínico, debiéndose recurrir
a mé todos imagenológicos, serológicos,
o a LJna combinación de ellos, que junto
con la hi5\u';,L epid",miológica, condllccn a la id€ntificación del agente parasitario. Ca~ anotar que en algunos C¡¡SOS,
sólo después de la extracción quirúrgica de una masa tumoral de et iología
desconocida, es cLJando se logra el correspondiente diagnóstico,
Las pruebas serológícas utilizadas para
demostrar una hidat idosis, no son ciento por cien to satisfactorias y dependen
en gran parte de la calidad de los
antígenos utiliz~dos, dentro de los cuales se encuentran los antígenos 5 (Ag 5)
Y B (Ag B), obtenidos del fluido hidatídico 1.lnilocular y que no son del todo
específicos, ya que pueden dar reacciones cruzadas con otrRS enfermedades
tisulares por cé,todos (28). Sin embargo, es de conocida '~ plicación l~ detección de an ticuerpos contra ambos. El Ag
B, es llna Iipoproteína oligomérica de
(
'"'
120 kilodaltons, conformada por v~rias
~ubunidades llamadas AgB-8/1 y AgB8/2 Y el antígeno 5 por su parte, es una
compleja
lipoproteín~
de alto peso
molecular, compuesta por dos subunldades de 57 y 67 kilodaltons. Para
mejorar la sensibilidad y especificidad
a estas sustancias, se viene trabajando en
la construcción de péptidos sintéticos
que corresponden a los epítopes dI;! estas proteínas y recientemente se demostró una región altamente ¡mtigénica en
la subunidad AgE 8/1, que promete ser
de una mayor utilidad en el diagnóstico
el" e~(" ellíen\led"d (27).
Los métodos serológicos que más se
encuentran en el mercado son la hemaglutinación indirecta, la doble difusión, la inmunofluoresccncia indirecta
y el EUSA. También tiene utilidad la
prueba de hipersensibilid~d retardada o test de Casoni, pero por la ¡nespecificidad de los anHgenos se
recomienda mezcl~r, por lo menos,
dos de ellos y combinarlos con métodos imagenológi~os, tales como
ultrasonogralía, tomog~fía computarizada y resonancia magnética, con
lo cual se detectan mas de 50% de los
casos positi\'os (6,9). T~mbién se consider~ de gran utilidad la detección
del 3rco cinco de Caprón en las pruebas de inmunoprecipitación, el cual es
específico para el género Echinococcus (8).
En las regiones en que son endémicas
tanto 13 hidatidosis unilocul3f como
multilocular, b serología no permite determinar de qué entidad se trata; sin
embugo, ya se han identific~do dos protein~s de 16 y 18 kilodaltons de E.
multilocularis, que serían buenas
candid3tas para diferenciar las dos entidades, pero que no distinguen la forma
poliquística de f..iltinüarnériGI (29).
Se debe recordar que en ca~os hepatáticos, la sensibilidad es de 90%, pero
que en localizaciones pulmonares, ésta
bdjd ¡'ds td "- ",el\Ú~ d" 50%. E,td "-pM,,¡lte protección del quiste pulmonar, contra la respuesta tisular se refleja en la
ausencia de hipereosinofilia periférica,
la cual sí ocune en otras helmintiasis
tisulares (30).
f..~
imagenología negativa se debe a que
a veces los quistes son muy pequeflos
p~ra ser visualizados, o ~ que las localizaciones extr<labdominales y extratorácic"5 no son fáciles de visu<llizar y
finalmente a que el quiste está calcificado (6). Es impor tante acl~rar que no
siempre que h~y calcificación, los quistes se mueren y que el escoger uno u otro
método im~genológico depende de la
IOCJli7.aciÓn. En los casos de t¡ueso5 largos por ejemplo, I~ tomograña computari:tada es muy útil, pero si se tr~ta de
la columna \'ertebr~1 es mejor recurrir a
la resonancia magnética, porque es ta
'"
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·
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\
¡
q\liste ~
permi te d emostra r una posible comprenlJ6n de estru cturas ner vi0.5as (11)<
lógico, cuan do los
1Ios (29),
Una forma de hac n el diag nóstico es la
asp iración pen u t~nea del liquido, pero
de no se r hecho por algu ien experimentado se corre el riesgo de d isemina r la
inlecci6 n u o ca6ionar rea ccion~s an ~ ­
fiJ éctJcas. La técnica de Saidi}" N azar ian
en que p re"iamente se con gela la pared,
ofrece buenos resultados, de acuerdo con
lo desuito p or Beave r (3 1).
Exis te una buena variedad de opciones
q uiTu rgi<:as, pCTO todas ell u confluyen
e n dos opciones: rec;?siÓn 10t",1 o mé todo conse rvativo. Un a y otra presentan
\'ent~j llS r d e s v€nldjas y es indispeIlSdb le en ambos casos p reve¡'llr la disem i-
TItATAM(ENTO. La decisión de recu rr ir al tra ta mien to farmaco L6gko r /o
quirúrgico obedece a va rios factores,
drmlro de ellos I:t locallzadón d e la lesión, p ues no todas resultan operables,
tal y como sucede en la presen tación
ósea . y au nq ue in icialmente la recomend ac ión es quiTÚ rgiC<l, en \71f iO!> países se
usa el d ren aje percu t! neo del quiste (6,
.)1.33), que al igual q ue 1/1 punción con
fines di agnós tiCQs, p resenta riesgo d e di seminación.
En casos inop<' rables se ha logr ad o me-
joda clín;ca, aun que no total l"1.l ra ciÓn,
u ti lizando albe nd azo l, p ues es ta droga se absorbe mejo r que e l mebc ndazol ,
recomendad o anrerior m;?" t .., Sin embargo, la FDA d~ I Cl~ E s t~dos Un id os
a ún no aprueba este tratamiento por la
teratogenia dem os trada en anim ales
(33). Algunos a u tore~ sugieren q ue se
p ut!dt! recurrir ~ I tra ta mien to farmaco·
son peque-
nación de escólices a tejido circundante
En la~ áre as endém icas ~ e ob s~r­
~' II una t('n d en cia al uso de mét odos
co nservativos y en Il'Is d e baja en de_
micidad a ¡as cirug ías rad icales, /a s cuales p re",,(.la n m~n0.5 r..... u rre'\.:ia~ & l;,
enfermedad (14).
(31 -32).
La absorción del contenido quístico }'
s u lmx u lac ión con escollcid as se u s~
más en casos hep áticos que en otras locali'l(l,ciones (15), pero las Inyecciones de
formali na que se recome nd aban antel;
enl raro nen desuso, debid o a que se ocasio naba una colan giti! csde rosante secundll ria, asr como r!;!a ccJones tóxica s
ge¡'letal i z ad~s . Ah MiI se p re fiere la
clorohexamid a, solución sillina hip<'r_
tó nicol, etanol a 80% Ocetrl mida a 0.5%.
Sin embargo, ya h ll )' re po rte$ di' colangLl is t!:.cle rosan le po r el uso de solució n
s illilllO (33) .
rn cu~n to JI manejo que se le d~rá ~ la
quística, existen np ciones como
omen top lasti3, cisteclornl a, 10bectomÍiI,
marsup ializaci6n , cistoenlerostomía y
cavid~ d
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