DESARROLLO PSICOLÓGICO EN EL ESTABLECIMIENTO DE LA

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RESPONSABILIDAD PENAL DEL ADOLESCENTE
DESARROLLO PSICOLÓGICO EN EL ESTABLECIMIENTO DE LA
RESPONSABILIDAD PENAL DEL ADOLESCENTE
Actualmente en Colombia entrara en vigencia el nuevo código penal acusatorio en el cual se
implanto el
sistema de responsabilidad penal para adolescentes, señalado en el código de la
Infancia y la Adolescencia o Ley 1098 en la que se establece la privación de libertad para delitos
graves en adolescentes de 14 a 17 años afirmando que a esta edad la madurez psicológica y los
procesos cognoscitivos complejos ya están completamente desarrollados y por ello ya tienen la
capacidad de discernir las conductas adecuadas o inadecuadas por lo que son considerados
punibles ante la ley, según esta determinación el púber se encuentra en la capacidad de tomar sus
propias decisiones y afrontarlas con lo cual no estoy totalmente de acuerdo en dicha presunción
pues hasta hace poco los estudios presentados por los psicólogos sobre el tema indicaban que el
adolescente prescindía de esa abstracción de contenidos y aun las investigaciones puntúan una falta
de madurez psicológica por parte de adolescentes por lo menos en edades comprendidas entre 14
y 16 años . Es por esta razón que este trabajo se encamina hacia las condiciones a las que esta
sometido un adolescente para incurrir en una conducta delictiva lo cual es poco claro dentro de la
normatividad. En este orden de ideas nos podemos preguntar si un adolescente tiene la suficiente
determinación
y poder de decisión para dar un juicio propio
con suficiente madurez y
determinación cuando generalmente el joven a esta edad esta influido por la demanda del grupo,
las condiciones del medio, por la sociedad de consumo y hasta por la imponencia de sus propios
pares lo cual vemos a diario en los MAS MEDIA, entonces¿ será que el adolescente es el
verdadero culpable de las conductas o será que es el “conejillo de indias” de su propia sociedad y
el instrumento bancario de sus propios padres?. Por esta razón considero imprescindible el
desarrollo de este ensayo porque que así como el comportamiento influye en el establecimiento de
la ley, la ley puede modificar nuestras conductas y por lo tanto se debe tener en cuenta el
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desarrollo biopsicosocial de una persona y en este caso del adolescente para tipificar una conducta
criminal.
El problema de la mayoría de edad penal con respecto a los menores ha sido objeto de muchas
discusiones, empezando por
las reglas mínimas
impuestas en las Naciones Unidas para la
administración de justicia de menores, quienes señalan
que se deben tener en cuenta
las
circunstancias que acompañan a la madurez emocional, mental e intelectual, para establecer una
conducta delictiva pues éstos aspectos son muy difíciles de determinar para toda la población
adolescente entonces no se puede fijar la edad mínima en que pueda imputársele a un menor la
culpabilidad de un delito sino que mas bien implicaría la necesidad de analizar en cada caso, las
condiciones de madurez, psico-emocional y cognoscitiva que permitan afirmar, no solo que el
adolescente conoce la ilicitud de su acto, sino que posee la suficiente madurez para determinarse
libremente, sin la presión del ambiente familiar, social y cultural que lo rodea, es lo que penalistas
llaman capacidad psíquica de culpabilidad.
Contextualizando dichas premisas a la realidad Colombiana se observa a diario que la mayoría
de las conductas de los adolescentes son consecuencia de muchos factores socio-familiares
caracterizado por una crisis socioeconómica donde las desigualdades sociales se acentúan, crece el
desempleo y aumenta la pobreza. Al interior de la familias, los lazos familiares se debilitan
ocasionando, como consecuencia, efectos negativos sobre la socialización de los adolescentes y el
surgimiento de ciertos fenómenos como el de los niños de la calle, la drogadicción, conductas
antisociales, incluido el, tráfico y prostitución todo lo cual ha acrecentado la situación de riesgo de
éstos en el aumento de la delincuencia, pero no quiero decir que entonces el delito pueda ser
justificado por estas mismas circunstancias pero si deben ser tenidas en cuenta en la ley puesto
que se habla de unas condiciones mínimas que se le deben ofrecer al menor para su pleno
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desarrollo personal, afectivo y cognitivo sin perturbar el proceso de avance de madurez y
desarrollo integral del la persona.
En este orden de ideas esta medida de rebajar la edad de la imputabilidad contrasta con la doctrina
de la protección integral de los niños y adolescentes que busca, convertir a las legislaciones para la
infancia en “instrumentos eficaces de defensa y promoción de los Derechos Humanos puesto que
se somete exponer al adolescente a un proceso que no entiende y que a pesar de tener las mismas
garantías procesales de los adultos, no tienen la garantía de una vida mejor ni dentro de la
institución carcelaria, ni fuera de ella puesto que no se investigan las causas que llevaron al
adolescente a cometer la falta y peor aun no se castiga a los verdaderos culpables de la conducta
imputable pues se percibe que en la mayor parte de los delitos los culpables directos o como suele
llamársele jurídicamente los autores intelectuales son los mismos padres los cuales obligan al
adolescente ya sea por cohesión, amenaza, chantaje, castigo o aun así por identificación del
propio adolescente pues recordemos que a esta edad los modelos a seguir prevalecen en el menor
y pueden llevarlo a cometer el delito. Lo cual significa que el adolescente no esta actuando por su
propia voluntad y suficiente comprensión de los hechos pues actúa por presión o por evasión.
Entonces no se puede juzgar a un menor como delincuente si ellos son las victimas directas en la
mayoría de los casos de sus propios pares y aun de terceros.
En este sentido Zafaroni, E. (1999) sostiene que “la capacidad psíquica de culpabilidad el
requerimiento o exigencia de comprensión de la antijuidicidad, pero no se agota en ella, puesto que
también es necesario que el autor tenga la capacidad psíquica necesaria para adecuar su conducta a
esta comprensión, añadiendo que la incapacidad de adecuar la comprensión a la antijuidicidad se
verifica en supuestos en que el agente sufre un estrechamiento, en el ámbito de la
autodeterminación es decir de tomar sus propias decisiones lo
que hace imposible el
requerimiento razonable de un comportamiento conforme a derecho” .de acuerdo a esta afirmación
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la incapacidad para adecuar la conducta a la comprensión puede obedecer a la insuficiencia de
facultades o alteración de ellas de acuerdo a esto entonces el adolescente es una persona que está
en evolución no ha llegado a su pleno desarrollo psíquico lo que significa que la esfera de su
autodeterminación está limitada, especialmente los adolescentes comprendidos entre doce y
catorce años. Este criterio ha prevalecido siempre para mantener fuera del sistema penal a los
adolescentes recomendado que el menor de 18 años quede excluido de la legislación penal común.
Esta premisa está fundada en el principio de que, por lo general, antes de esa edad no se tiene el
modo de pensar ni a la conducta del adulto y que por el contrario, las medidas de asistencia,
protección y reeducación en esta etapa de la vida pueden ser muy beneficiosas para el menor ante
esto Cuello Calón(2000) sostiene “que a los menores le falta la madurez mental y moral no
pudiendo comprender la significación moral y social de sus actos y por consiguiente no poseen
capacidad para responder penalmente”.
La doctrina penal moderna exige, como se dijo anteriormente, la comprensión del hecho punitivo y
la capacidad de ajustar su conducta a esa comprensión. Comprender el hecho requiere que lo que el
autor del mismo capte no sólo el sentido de las cosas sino también el valor negativo de su acto y
por consiguiente, la posibilidad de motivarse en la norma “lo que está en juego es la capacidad de
la persona para captar las consecuencias de su acción en el ámbito normativo” (Donna, E. 1995).
Pero además, para ser capaz de culpabilidad el sujeto debe ser capaz de dirigir sus actos, de modo
que esa capacidad será relevante a los efectos de la inimputabilidad, cuando el autor no haya
podido adecuar su voluntad y comprensión, y adecuarse a la misma en este aspecto es decisivo
determinar si el autor ha podido contrarrestar sus impulsos a través de sus inhibiciones. De acuerdo
con esta posición doctrinaria la imputabilidad consiste en “un conjunto de condiciones biopsicológicas emergentes de la concreta personalidad del agente en el momento del hecho, es la
aptitud o capacidad personal para comprender lo injusto o antijurídico del hecho y para dirigir las
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acciones conforme a esa comprensión” (Frías, J. 1993). De lo anterior surge la interrogante si los
adolescentes tienen la suficiente madurez para tener la capacidad de comprensión y la capacidad
para dirigir sus actos a fin de considerarlos culpables de los ilícitos que cometan, así como para
asimilar el juicio al que pueda ser sometido. Para contribuir al esclarecimiento de esta interrogante
es necesario acudir a nuestra área profesional de la psicología para darle un esclarecimiento a la
conducta delictiva adolescente.
De lo expuesto surge, como consecuencia, que en materia de culpabilidad juvenil se deben
delimitar dos campos conceptuales, a fin de aclarar, a fondo, la naturaleza jurídica de la
culpabilidad. El primer campo conceptual corresponde al ámbito de lo subjetivo o psicológico y el
segundo, al ámbito de lo normativo en sí., el referente subjetivo o psicológico debe considerarse
como el factor humano-social que determinará la “capacidad de culpabilidad”, esto concuerda con
lo que dice DEL Barrio, C. (2000) , que hace referencia al requisito de un dato psicológico en el
hecho punible que se podía manifestar como dolo o culpa. Este dato psicológico se identifica
precisamente con la culpabilidad.
Al ámbito normativo en sí le corresponde la valoración que se hace sobre el comportamiento que
ha dado lugar a un juicio de valor sin reprobación; en este ámbito, según Shaffer, D. (2000) “el
concepto de culpabilidad ha de concebirse como un concepto más complejo del que forman parte
la imputabilidad, el dolo, la culpa y las circunstancias en que el sujeto actúa. Y a objeto de
determinar de qué manera incide la Psicología Evolutiva en el campo de la culpabilidad juvenil,
debe señalarse que esta especialidad psicológica, ya puesta de manifiesto por juega un papel muy
importante en la determinación de la “medida de la culpabilidad” del adolescente, por ser ella la
rama de la Psicología que estudia, científicamente, el desarrollo psicológico tanto del niño como
del adolescente y en qué medida estos sujetos comprenden la realidad social donde transcurre su
vida.
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En este orden de ideas, Piaget J. (1982) afirma que: “Entre los once y los doce años
aproximadamente, tiene lugar una transformación fundamental en el pensamiento del niño que
marca su final con respecto a las operaciones construidas durante la segunda infancia: el paso del
pensamiento concreto al pensamiento ‘formal’ o, como se dice con un término bárbaro pero claro,
hipotético deductivo”
La transformación referida por Piaget y retomada por Santroch, J.. (2004)
, permite
comprender el momento en que el adolescente inicia su experiencia en el campo de las
“operaciones lógicas”, “reflexiona sobre la realidad” y se representa “acciones posibles” , pero
estas “acciones posibles” se encuentran determinadas fuertemente por el Yo, marcadas por un
“egocentrismo intelectual” que hace su aparición en el adolescente y que es tan fuertemente
determinante en su conducta que le permite desarrollar comportamientos totalmente transgresivos
de la realidad y que pueden comprometer punitivamente la comprensión de sus acciones frente al
universo social. En otras palabras, el adolescente, actúa desde su Yo y no desde su comprensión
del entorno, desde la comprensión del mundo real, lo cual puede comprometer su comportamiento
con la Ley Penal. Lo importante del reconocimiento que hace la Psicología Evolutiva de las
transformaciones psicológicas que experimenta el adolescente es que las mismas son progresivas y
son sometidas, incesantemente a los cambios que la evolución biopsicológica va generando en su
persona. A este respecto Moreno, A. (1997)
señala que la adolescencia representa en sus
comienzos “…la edad metafísica por excelencia: El Yo es lo suficientemente fuerte como para
reconstruir el universo”; pero que luego ese “egocentrismo metafísico” del adolescente encuentra
poco a poco su corrección en una reconciliación entre el pensamiento formal y la realidad: el
equilibrio se alcanza cuando la reflexión comprende que la función que le corresponde no es la de
contradecir sino la de anticiparse e interpretar la experiencia” .
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Con este instrumento científico, la jurisdicción penal de adolescentes, a través de los estudios que
les proporcionen los servicios auxiliares puede obtener un conocimiento objetivo del grado de
comprensión y de la madurez psicológica del adolescente comprometido con la ley penal,
conocimiento este que le permitirá a su vez, medir el grado de culpabilidad del adolescente, al
reprocharle sus acciones delictivas y establecer la responsabilidad penal correspondiente.
Hay una nueva visión del problema que ha llevado a propuestas de disminución de la edad
para responder penalmente, en consideración, entre otras, “a la vida impuesta por la tecnología
creciente que modifican mediante un proceso de interacción lo social y lo cultural, así como éste
acelera el desarrollo de aquel, han cambiado la situación antropológica-cultural relativa a los
sectores de la juventud, dentro de la estructura social" no obstante ésta posición, autores como
Cepal (2000) considera que “el hombre cuya madurez no es meramente biológica, sino también
psico-espiritual, alcanza la plena madurez psico-corporal sólo desde el momento en que se verifica
el tránsito de la edad juvenil a la edad adulta, que tiene lugar generalmente entre los 20 y 25” las
investigaciones de Weschles, Nyssen y Delys(1999) llegan a conclusiones análogas claro está, se
debe tener en cuenta que la división de los períodos de la vida del hombre, plantea siempre grandes
dificultades por las múltiples diferencias individuales, además de la influencia del ambiente social
y cultural.
Aspectos como el control de sí mismo, ideas acerca de la justicia del bien y el mal estudiadas por
la psicología, evidencian notables diferencias entre los individuos, así como la dificultad que existe
para un adolescente comprender la ilicitud de un hecho y dirigir sus acciones conforme a ella.
Otro aspecto del dominio de sí mismo lo constituye la conducta moral, cuya congruencia ha sido
estudiada. En este sentido Marchioni, M. (1997) hace hincapié en la relativa especificidad de las
reacciones y en su subordinación a los detalles de la situación estimuladora demostrando la
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especificidad relativa de la conducta moral. La mayor parte de la investigación dedicada al
dominio de sí mismo y a la conducta moral se ha centrado en tres áreas: juicio moral, normas
morales del bien y del mal, resistencia a la tentación en ausencia de restricciones externas y
sentimiento de culpabilidad después de cometer una trasgresión. En todas ellas, las conductas
muestran una interdependencia mínima. “En cada subtipo de moral la especificidad tiende a ser
elevada, y así lo que una persona hace en una tarea moral no está necesariamente relacionado
con lo que hará en otra. Los datos sobre el dominio de sí mismo y la conducta moral no apoyan
la existencia de una agencia moral intrapsíquica y unitaria semejante al super ego, ni la
existencia de un rasgo unitario de conciencia y honradez”. En base a esta afirmación, los
aspectos del dominio de sí mismo más que depender de una conciencia homogénea depende de
discriminaciones adquiridas o partir de diversas circunstancias entre éstas y el aprendizaje.
Las personas difieren también, en sus actitudes e ideas acerca de la justicia, el bien y el mal y la
naturaleza de la conciencia, Santroch, J. (2004) tomando las observaciones de Piaget sobre la
moral infantil y los resultados de pruebas aplicadas a niños y adolescentes, estudió las actitudes
acerca de la justicia y el bien y el mal, afirma que las personas que conocen la justicia obran con
más equidad. Su aseveración parece razonable en el terreno abstracto, pero las relaciones precisas
entre el pensamiento y el acto moral requieren estudios empíricos mucho más detenidos y casi
nunca son estrechas las asociaciones que se han encontrado. estas consideraciones demuestran que
las complejas relaciones entre los diversos aspectos del dominio de si mismo en la persona, y las
interrelaciones específicas de la conducta humana con las condiciones psicológicas en que se
realiza impiden, hacer generalizaciones globales sobre el carácter y las causas generales de los
actos morales e inmorales Miquel S. (2000) defiende el absolutismo moral relativo, en el cual “las
normas morales son reglas que hacen posible la vida social, no principios universales que se
apliquen a las personas en cualquier sociedad”.
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La sumisión a las normas de regulación de la sociedad implica un alto grado de aprendizaje.
Mediante discriminación, los adolescentes tienen que aprender a distinguir entre las circunstancias
en que pueden manifestar ciertas conductas por ser éstas socialmente aceptadas de las que no lo
son, desde este punto de vista Moreno, A. (1997) dice que “el ejercicio del autocontrol implica
abstenerse de formas lesivas de ataque, incluso ante una instigación persistente y atenuar los tipos
de agresión más nociva” o que dependerá del grupo de referencia al que se pertenezca, así, ante la
presencia de trabas a gratificaciones sociales y materiales se supone que la persona frustrada debe
mantener su aspiración de lograr esas gratificaciones esforzándose por obtenerlos por medios
legítimos. Sin embargo, otras personas intentan superar las trabas por medios ilegítimos, que
apenas requieren esfuerzo, conducta que pudiera ser reforzada si su grupo de referencia aprueba y
recompensa la conducta, igualmente puede ser imitada por otros. ”Los adolescentes que observan
como se recompensa a un modelo por ejecutar un acto prohibido son más propenso a la
trasgresión.
Del mismo modo, la observación de modelos agresivos puede servir a los observadores de nuevas
formas de trasgresión. Bandura y Ross (1993) demostraron que “los niños que observaban a un
modelo al que se premiaba su agresividad exhibían respuestas imitativas de agresión que
anteriormente no habían aparecido en su repertorio de conducta”. Es indudable que un medio
social así no puede contribuir al desarrollo de un sistema fuerte de autocontrol.
Estas
consideraciones evidencian que la adolescencia es una etapa de cambios psicológicos importantes
para que pueda analizarse a la luz del derecho penal, la posibilidad de autodeterminación y
responsabilidad penal de los adolescentes.
El crecimiento físico rápido y la nueva madurez genital alertan a la gente joven de su inminente
edad adulta, y comienzan a preguntarse acerca de sus papeles en la sociedad adulta. Erikson
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,E.(1993) ve “el principal riesgo de esta etapa es la confusión de identidad la cual explica la
naturaleza volátil y caótica de muchos de sus comportamiento, también considera al pandillismo y
la intolerancia de diferencias como defensas contra la confusión de identidad” por esta razón los
esfuerzos de muchos adolescentes se centran en la búsqueda de compromisos a los cuales pueden
ser fieles y esto determina su habilidad para resolver la crisis de esta etapa. Así la virtud que surge
de esta crisis es la fidelidad, lealtad o sentido de pertenencia de los amigos y compañeros o a un
grupo de valores.
En paralelo con su desarrollo mental el adolescente tiñe su vida afectiva de una fuerte emotividad
que va de la exaltación a la depresión y que suele producir frecuentemente frustraciones, angustias,
desajustes, conflictos complejos, situaciones estas que han llevado a algunos autores a afirmar que
la adolescencia constituye una edad crítica, y señalan el hecho de que las modificaciones
psicológicas de la pubertad predispone fácilmente a un comportamiento antisocial de allí la
importancia de la orientación y guía de los padres o representantes en esta etapa.
Estas consideraciones hacen insuperable la identificación del adolescente con la imputabilidad
elemento indispensable del delito. Al faltar la imputabilidad no puede hablarse de responsabilidad
o culpabilidad del autor, en consecuencia, el sistema de reacción ante estos actos no puede ser la de
los adultos. No obstante, ha optado por bajar la imputabilidad del menor a doce años, ante tal
circunstancia es importante hacer una revisión sucinta del proceso penal del adolescente.
Schone W (2000) señala que: “el reproche por un comportamiento antijurídico se da cuando el
autor al realizarlo es capaz de conocer el injusto del hecho y comportarse de acuerdo a este
conocimiento. El adulto se considera plenamente “desarrollado”.El Derecho Penal Juvenil, por su
parte, no puede valerse de este presupuesto, digamos que de la estadística del grado de madurez
del sujeto; por esta razón la reprochabilidad no se concibe por la vía negativa, sino por vía positiva
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en el caso de un menor, el Juez tiene que establecer positivamente que el desarrollo moral e
intelectual haya producido la madurez necesaria para la capacidad de motivación delictiva.” lo cual
sirve de referencia inobjetable para considerar la particularidad en la que el Juez debe determinar
la responsabilidad penal del adolescente a partir de la capacidad de entender y de obrar conforme a
su comprensión, si existe un proceso de maduración que permita reprocharle el daño moral que
cause imponiéndole la sanción que constituye una medida con finalidad educativa.” De acuerdo a
lo expresado por Schone en
la norma
los adolescentes responderán por los delitos que
cometieron en la medida de su culpabilidad señalando, que tal culpabilidad se entenderá como el
reproche que merece cada comportamiento delictivo, de acuerdo con el desarrollo psicológico que
hayan adquirido los adolescentes y que se manifestará por la capacidad que ellos tengan de
comprender sus propias acciones criminosas.
En la adolescencia se da un proceso intenso de socialización, especialmente relativo a todo lo que
tiene que ver con el descubrimiento y comprensión de la sociedad adulta y de sus reglas de
funcionamiento. La adolescencia es un proceso de transición pues dejan de ser niños y caminan
hacia la vida adulta. Así, los diversos adolescentes son el producto directo de cada medio social,
que producen maneras de ser adolescente. Por eso, donde se concentran múltiples dificultades para
vivir, aparecen con facilidad adolescencias llenas de dificultades sociales.
De acuerdo a lo mencionado los adolescentes expresan sus dificultades y conflictos en términos
sociales, en términos de conductas y comportamientos problemáticos en el área social: las
tensiones se expresan en conductas de vandalismo, las inquietudes en actuaciones arriesgadas, la
afirmación en transgresión de las normas, la demostración de la diferencia en estilos de vida poco
integrados. No representan infracción la tensión, las inquietudes, la demostración de la diferencia,
sino que estos son características evolutivas marcadas en la adolescencia. Pero sí representan
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infracción o pueden llegar a serlo la traducción en delitos, actuaciones arriesgadas, trasgresión de
las normas o los estilos de vida poco integrada.
Parece paradójico que en la adolescencia, época en la que se produce un gran avance en el
razonamiento moral, se manifiesta estas conductas antimorales. Pero se han de tener en cuenta
otras limitaciones cognitivas que aparecen como la hipocresía aparente es decir tendencia a pensar
que no tienen que aceptar las mismas normas que consideran apropiadas para los demás, así como
las discrepancias entre el razonamiento moral y su traducción en conductas acordes. Al desarrollar
nuestras propias fuerzas, capacidades y predisposiciones individuales, éstas son afectadas por
influencias ambientales. Estas influencias nos hacen actuar de una determinada manera, lo que
aportará nuevas experiencias. Así las características internas, se mezclan constantemente con
factores externos, y nos encontramos a nosotros mismos en una espiral sin fin de acción y
reacción.
Teniendo en cuenta las hipótesis del proceso evolutivo, a la hora de hablar de características de la
personalidad en la adolescencia, debemos tener en cuenta las características generales de carácter
evolutivo. Marchioni, M. (1997)
en su teoría de la contención da gran importancia a las
características o cualidades personales del individuo que pueden aislarse y protegerle de los
impulsos internos y de las influencias criminológicas del entorno. Estos mecanismos de controles
son internos y externos. Los externos proceden del control ejercido por los diversos grupos
sociales, pero especialmente de los grupos significativos e incluyen sentimientos de pertenencia a
comunidad, código morales, roles sociales coherentes y refuerzo de los valores y objetivos
convencionales. Los internos se refieren a un buen autoconcepto, tolerancia a la frustración, metas
claras y realistas, y en general todos aquellos aspectos que se hagan de la personalidad de una
estructura sólida.
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Entretanto Goleman (1995) no describe una investigación llevada a cabo en la Universidad de
Washington, en el que se analizaron las formas en que los padres manejan las interacciones con
sus hijos, descubriendo que las parejas emocionalmente más maduras eran también las más
competentes para ayudarles a hacer frente a sus altibajos emocionales de los adolescentes.
Fundamentándose en el trabajo de Clemente, M. (1997) este autor plantea como tesis principal que
la conducta delictiva sirve de escape a una situación emocional temporalmente insoportable que
surge cuando las necesidades del menor no son satisfechas. Una de ellas es la necesidad básica la
auto-realización pues el adolescente busca sentirse competente y valorado por otros miembros del
grupo y la de recibir afecto, cuidado y protección por algún adulto. La insatisfacción de cualquiera
de ellas produce desasosiego e intentos desesperados de resolver la frustración. Cuando estos
fallan, el sujeto siente ansiedad, y se dispara su sistema de reacción de emergencia en forma de
conductas delictivas.
Los adolescentes son personas en busca de identidad, ensayando y probando diferentes
identidades con sus lenguajes, expresiones, gustos musicales, estéticas y comportamientos. Una de
las formas de construcción de la identidad en la adolescencia es oponiéndose y negando al adulto,
provocándole. Gran parte de esa identidad se construye a partir del grupo de pertenencia, de las
prácticas grupales. Destruir puede ser un elemento de afirmación dentro del grupo y de
identificación del grupo. En algunos casos, incluso, la violencia es el núcleo justificador de su
agrupación. Además, en un proceso de definición de la identidad por negación de la otra, aparecen
los amigos y los enemigos, y la necesidad de enfrentarse y de eliminar a los diferentes grupos. En
algunos casos y especialmente en nuestro país las conductas violentas aparecen como reacción
colectiva ante un panorama sin salida. Por ejemplo jóvenes de las periferias de que arrasan un
entorno de la sociedad acomodada, dominados por la sensación de que todo les da igual, de que su
vida tiene escaso futuro. Es como una reacción de impotencia que les permite recordar que existen,
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comprobando además que la sociedad adulta acomodada solo reacciona si aparece el panorama
urbano de la violencia.
Una parte importante de las infracciones
son prácticas y conflictos de diversión en horas
intempestivas, altercados y enfrentamientos entre personas y grupos que se producen en los
tiempos y lugares de ocio nocturno de los fines de semana. Son como una manera de diversión:
buscar el enfrentamiento con el contrario, destruir el entorno físico que les rodea. Aunque nosotros
encontramos absurdo que destrocen las señales de tráfico a las cuatro de la mañana; ellos y ellas lo
encuentran divertido a esa hora, una forma de hacer algo cuando los bares cierran, y si además
consiguen que alguien les persiga es más divertido. Las conductas violentas aquí son un
componente más de la aventura de la diversión.
El contexto social y el establecimiento de grupos adquieren gran importancia durante la
adolescencia. Según Brown (1990, citado por Caldwell y Darling, 1999), los adolescentes parecen
tener el instinto de ir en manada. En la adolescencia temprana incrementa el involucramiento, la
atracción e identificación con los pares. Se encuentra el consejo en amigos quienes los entienden y
con los que simpatizan pues están en la misma posición que ellos. Se sienten más seguros por
medio del ensayo de nuevos valores y poniendo a prueba sus ideas con sus pares.
El término presión de pares es definido por Adelson, J., Green, B. (1985, citados por Ungar, 2000)
como “hacer o dejar de hacer algo, sin importar si uno personalmente quiere hacerlo o no”. Este
término ha sido usado para explicar las conductas delictivas, entre otras. La susceptibilidad a la
presión de los pares ha sido definida como la tendencia del adolescente a sucumbir a la presión es
decir, seguir una actividad dirigida por los pares o imitar el comportamiento de los mismos.
No se trata simplemente de condenar o salvar a los adolescentes, sino de sentar las bases para la
convivencia de todos los seres humanos. De reconocer de una vez y para siempre, que a pesar de
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las diferencias y la maravillosa heterogeneidad de los seres humanos, nuestro tardío
reconocimiento de los derechos como base de la igualdad de todos, es la base para avanzar en la
conquista de la dignidad, la justicia y la igualdad de oportunidades
La psicología aporta conocimiento y evidencias para sostener la convicción de que la comprensión
de la norma y el logro de la autonomía son procesos y conquistas construidas en el curso del
desarrollo, conquistas del sujeto a través de su continua interacción consigo mismo y con el mundo
social.
De acuerdo a esto se infiere que se puede incidir en las determinaciones del adolescente quien
esta en la búsqueda de su independencia y quien cree que si actúa en contra de la normatividad
puede alcanzar su propia
autonomía pues recordemos que
en la teoría de Piajet retomada
Santroch, . W. (2004) “ los adolescentes están en búsqueda de reconocimiento social”y en este
orden de ideas dentro de sus representaciones mentales ese reconocimiento y esa independencia
se consiguen a través de la rebeldía entonces se ven encaminados a cometer el delito pues son mas
influenciables y por lo tanto se expresan agresivamente a su entorno social y los pares además
aprovechan esa busque da de autonomía para subordinarlos y ponerlos como los autores del delito
y como estos hasta hace poco no eran castigados por la ley entonces aprovechan para explotarlos y
que sean ellos los autores materiales de la conducta delictiva. Es por esta razón que la ley busca
castigarlos con la idea clara de que estos no la repitan las conductas. Pero a lo que voy es si esto es
lo adecuado lo mas viable para solucionar el problema. Teniendo la psicología esto seria un trabajo
multidisciplinario y mas desde el punto de vista socioeducativo desde la familia no solo del
adolescente sino también de del núcleo familiar y social en el cual se desenvuelve pues son los
factores precipitantes de la conducta. Me refiero a que si existe una familia funcional no existiría o
por lo menos los entes antijurídicos se disminuirían. Tal como plantea Schone, W. (2000), "
cuando encaramos al adolescente como sujeto de derechos exigibles contemplados en la ley,
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tenemos que admitir que los derechos implican también deberes, o sea, que existe una relación de
reciprocidad entre unos y otros. Dentro de esta perspectiva, la des-responsabilidad del adolescente
corresponde, en realidad, a su objetivación, a la negación de hecho, de su condición de sujeto de
derechos".
Como bien lo plantea Carretero, M. (1990).
en su articulo sobre garantismo y proceso penal: "
este derecho constituye un sistema artificial de garantías constitucionalmente preordenado a la
tutela de los derechos fundamentales... el sentido de la garantía propio de un derecho que no
proclama sólo sus formas de producción de normas a través de reglas procedí mentales sobre la
formación de las leyes y demás disposiciones, sino, además los contenidos substanciales de
ellas..... No se trata de garantizar únicamente reglas del juego, sino sobre todo el respeto real y
profundo de los valores en juego, con los que ahora ya no cabe jugar"
"Las garantías deben operar tanto en la puesta en marcha del proceso como dentro de éste y miran
a la protección de quien podría llegar a ser y de quien ya es sujeto pasivo/objeto de actos de poder
por ese inevitable componente de la violencia. Es decir, protección del ciudadano frente a la
eventual imputación y del imputado frente al proceso mismo y frente al poder del juez, como
forma de asegurar que nadie será sometido a aquel sino en presencia de determinadas condiciones,
un trato humano y digno durante el curso del mismo, y la justicia en la imposición de la pena.
Carretero, M. (1990). Cuando se trata de juzgar y comprobar si un determinado acto humano ha
tenido realmente lugar en la realidad empírica, no cabe duda que el saber, la obtención de
conocimiento, la acumulación y valoración de las pruebas debe ocupar un lugar central en la
economía del proceso. Pero el sistema de justicia, no puede indefinidamente jugar al cambio de las
reglas de juego: creerle a todos para decidir al final de cuentas por la incredulidad y la confusión, y
terminar condenando de todas formas. Es precisamente por esta razón, que no podemos aceptar la
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discrecionalidad como criterio de decisión y por ello mismo que reclamos para los adolescentes un
sistema de justicia con plenas y mejores garantías: Que reconozca al sujeto procesado como
persona aún en formación, que reconozca su dignidad como persona, y en consecuencia reaccione
con penas y medidas atenuadas en relación con los adultos, que se niegue a recluir a los
adolescentes en las cárceles ordinarias. Pero que no los prive de sus derechos so pretexto de
"protegerlos".
Se ha hecho mención solo a la imputabilidad o inimputabilidad del menor si se hace alusión al
seguimiento que se realiza antes y después del delito se observa el incumplimiento de la ley
referente a ello pues se ofrecen garantías que se incumplen en la mayoría de los casos. Lo que
implicaría la necesidad que plantea Clemente, M. (1997) quien señala “el sistema de justicia de
menores debe hacer hincapié en el bienestar del adolescente lo que garantizará que cualquier
respuesta a los menores delincuentes será en todo momento proporcionada a las circunstancias del
delincuente y del delito. El bienestar del adolescente, y el interés superior del mismo estará en una
solución distinta al internamiento, por lo tanto, debe quedar bien establecido si el delito cometido
puede realmente reprochársele porque conociendo y comprendiendo su ilicitud pudo adecuar su
conducta a esa comprensión, es decir, tuvo la capacidad para no cometer el delito y sin embargo lo
realizó. Se habla entonces en la constitución nacional y aun en el mismo código del menor de los
derechos humanos y de la dignidad humana pero hasta que punto se hace respetar dicho derechos
lo cual aporta a la injusticia social y influye en el comportamiento delictivo de muchos menores
no se trata de juzgar la ley sino por el contrario de retomar la normatividad teniendo en cuenta las
condiciones psicoafectivas de las personas para que estas se conviertan en infractoras de la ley.
Ya es hora de cambiar el paradigma: superar las leyes que inducen a las personas y a las
autoridades a considerar a los niños y adolescentes como incapaces. Para acceder a leyes que
reconozcan a los adolescentes con capacidad, como sujetos sociales, éticos y jurídicos en sí
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mismos y no meras extensiones de los padres, o del Estado cuando faltan los padres. Un nuevo
paradigma donde los padres, tutores y autoridades no hacen lo que quieren en sus relaciones con
los niños y adolescentes, sino que pasan someterse a reglas claras y consensuadas, porque todos
ellos hacen parte del mundo de la ciudadanía. (Miquel S. 2000)
En conclusión,
la sociedad debe proponer mecanismo
que hagan de los niños, niñas y
adolescentes, personas incluidas en el sistema de convivencia social, no porque son ciudadanos del
futuro, sino por ser ciudadanos aquí y ahora. Se busca plantear una nueva doctrina para combatir
la exclusión social como camino más seguro para construir una sociedad justa. Por lo tanto se
quiere una nueva ética, en la que se reconozca a las personas como sujetos, y mantener las
condiciones que ayudan a vivir mejor: con equidad, respeto y equilibrio entre los derechos y las
obligaciones. Por último proclamar
una preocupación personal puesto que tenemos el
conocimiento psicológico y normativo básico para comprender la conducta humana, hoy hemos
dejado de creer a ciegas en los determinismos a ultranza y reconocemos que las dimensiones
psicológica y jurídica de la responsabilidad no son antagónicas ni divergentes sino convergentes y
complementarias. No obstante, por algunas razones a veces oscuras, todavía nos falta para el caso
del afrontamiento de la problemática de la delincuencia juvenil, la consolidación de una
perspectiva conceptual y práctica coherente con este conocimiento.
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ESTADO DEL ARTE
Szabo, Denis - Gagne, Denis - Parizeau, Alice. El adolescente y la sociedad.
Barcelona: Herder, 1979.300 p. (Biblioteca de Psicología; 64)
Este libro es fruto de la colaboración entre una jurista especializada en el tratamiento de
jóvenes delincuentes y dos sociólogos interesados en las causas y características de la
inadaptación juvenil contemporánea. Se trata más de una convergencia de intereses que
de un proyecto único realizado en conjunto. Los autores de la presente obra tratan el
fenómeno de la delincuencia en un plan singular: el de la actividad de la sociedad
respecto de los adolescentes, la diferencia entre la infancia desdichada y la Infancia
delincuente.
La delincuencia juvenil es para os sociólogos y los criminólogos un campo de estudio
de los más apasionantes, ya que se trata de encontrar soluciones a una enfermedad
social que es, al propio tiempo, una de las principales fuentes de la criminalidad adulta.
Las principales cuestiones a las que tratan de responder con respuestas adecuadas los
autores de este libro son : la responsabilidad de la sociedad con respecto a los millares
de jóvenes que, faltos de un medio familiar sano, han conocido la desesperación, el
odio y la angustia, nuestra responsabilidad colectiva, la no superación del drama de la
infancia por parte de los adolescentes
Sherif, Muzafer - Sherif, Carolyn W. Problemas de la juventud : estudios técnicos
de la transición a la edad adulta en un mundo en cambio. México : Trillas,
1970.384 p. (Biblioteca Técnica de Psicología 1 dirigida por Rogelio Díaz
Guerrero).
El presente libro empieza y termina recalcando principios generales comunes a la buena
y mala conducta de los jóvenes, ya sea que la juventud obre bien o mal, que establezca
aspiraciones o altos ideales, que se conforme a los valores de los adultos, o que se
revele contra ellos, debe ser comprendida de acuerdo a los principios psicológicos
comunes
que
operan
en
los
diversos
ambientes
sociales.
Incluye una variedad de temas como : actividades y metas del adolescente, semejanzas
y diferencias en los valores o normas actuales de la juventud en las diversas socioculturas y clases y estudio de los contrastes de las oportunidades para la juventud en
distintas clases sociales, el problema de las actitudes de la juventud relacionadas con la
familia, las variaciones de los problemas de la juventud de acuerdo con sus
antecedentes socio-económicos y culturales de desarrollo y conducta, el mundo de la
juventud negra en los EEUU, la juventud en general de la clase baja en cualquier
situación.
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Schiff de Scheimberg, Rosa. Adolescencia como período de cambios. p. 87-90. En
Etcheverry, Delia. Gran Enciclopedia de Ciencias de la Educación. Buenos Aires:
Bibliográfica Argentina, 1969. v. 1.
En este artículo se mencionan los cambios físicos característicos de todo el proceso de
maduración y la repercusión que ellos provocan en el joven; pero se agregan otros
cambios que se producen no a nivel biológico, sino psíquico.
La esfera psíquica acompaña al cuerpo en su modificación íntimamente unida a él, ya
que es imposible disociar ambos aspectos de un individuo.
El cambio es intenso y angustiante. El adolescente presenta características psicológicas
externas que son la expresión visible de sus variaciones, su inestabilidad emocional, su
conducta general, su inseguridad, rebeldía y sumisión.
Carretero, Mario - Palacios, Jesús - Marchesi, Alvaro. Psicología evolutiva.
Madrid: Alianza, 1995.3 v. (Alianza Psicología)
El objeto de estudio de la psicología evolutiva está constituido por los procesos de
cambio psicológico que ocurren en las personas a lo largo de su vida. Esta especialidad
se propone describir esos procesos de cambio y explicar por qué ocurren; la psicología
evolutiva debe dar cuenta del hecho de que las personas difieren unas de otras en su
proceso de cambio evolutivo. Finalmente, describir y explicar los procesos de cambio
individual y las diferencias interindividuales.
La psicología evolutiva suministra las bases para intervenir sobre el desarrollo,
enriquecerlo y optimizarlo. En los últimos años se ha ido haciendo evidente que los
procesos de cambio duran toda la vida; los psicólogos evolutivos no son ya sólo los que
se ocupan de " las cosas de los niños ", sino que orientan su atención de forma creciente
a todo el espectro de la vida humana.
Este libro está dirigido a psicólogos, pedagogos, profesores y estudiantes universitarios.
La mayoría de los capítulos han sido escritos por autores españoles.
No se abordan las posibilidades y campos de aplicación práctica de la psicología
evolutiva; no significan que no existan, por el contrario, una de las mayores
manifestaciones de la vitalidad de la psicología evolutiva sea el hecho de que no deja de
aportar constantemente datos básicos sobre el desarrollo que luego son utilizados para
la intervención en campos tan diversos como clínica infantil, reforma de la enseñanza,
trabajos con adolescentes y ancianos, etc
.
Contenido : v. 1. Teorías y métodos. V. 2. Desarrollo cognitivo y social del niño. v.
Adolescencia, madurez y senectud.
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Crespo, Osvaldo Víctor. Psicopedagogía de la afectividad adolescente :
investigación en grupos escolares. Buenos Aires: Kapelusz, 1963. 114 p. (Biblioteca
de Cultura Pedagógica; 78).
Esta obra se propone poner en evidencia las diversas corrientes afectivas que se
establecen entre los educandos adolescentes durante el curso escolar. Para ello, el autor
hace uso de dos métodos operacionales: uno previo, que tiene por objeto descubrir las
corrientes afectivas dentro del aula, determinando en ella grupos y subgrupos, y un
método posterior que procura obtener resultados prácticos del descubrimiento de esa
dinámica grupal. "Creemos que con ambas técnicas - dice Floreal Ferrara en el prologo
- se ha puesto en marcha una interpretación emocional muy profundamente analizada
de la enseñanza. Y estamos seguros de que con este trabajo se inicia la tarea integral de
darle a la educación un amplio sentido analítico y sociológico".
Dennis, Lorraine Bradt - Hessol, Joan. Psicología evolutiva. México: Nueva
Editorial Interamericana, 1985.371 p.
Este libro muestra un panorama del desarrollo humano con un enfoque especial sobre
las influencias psicosociales y la madurez, señalando las implicaciones de la teoría del
desarrollo para los profesionales del servicio de la salud.
El marco de referencia se proporciona a través de "Ocho etapas del hombre" de Erik
Erikson, que describe la labor de desarrollo para cada etapa de la vida que hace posible
que la siguiente etapa proceda en forma apropiada. El énfasis está en el desarrollo
normal como medida contra la cual pueda determinarse la deficiencia, pero, aún de
mayor importancia, como la meta de un enfoque holístico hacia el funcionamiento
humano. También se hace referencia a los resultados que pueden esperarse si algo sale
mal.
El texto tiene por objeto introducir a los estudiantes en los distintos temas relacionados
con la salud en los cuales estos papeles se desempeñan en el diario devenir de la vida
profesional. No se piensa en la salud como algo estático, en cada etapa de la vida
existen medios diversos para definir la salud. Los aspectos de la salud se analizan en
cada etapa del desarrollo humano, con un enfoque muy particular sobre el desarrollo
normal y la prevención.
Dolto, Francoise. La causa de los adolescentes. Buenos Aires: Seix-Barral,
1993.283 p.
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Examina el período de la vida humana que va de los 10 a los 16 años : época de la
"muerte de la infancia", del arduo recorrido que lleva a los umbrales de la existencia
adulta, y en la que la autora ve un verdadero purgatorio y un duro tiempo de prueba
para cada individuo. Enfrentada a los síntomas principales de la adolescencia en nuestra
sociedad en crisis (alto índice de suicidios, droga, fracaso escolar, sexualidad), Dolto,
basándose en los datos de una rigurosa encuesta internacional, entabla un combate para
dar voz a quienes no la tienen todavía e introducir en la educación el amor y el respeto
por los demás y por uno mismo.
Este libro inaugura una era de nuevas relaciones con la juventud y encierra un proyecto
global de sociedad nueva.
Erikson, Erik H. Identidad, juventud y crisis. Buenos Aires: Paidós, 1968.260 p.
(Biblioteca de Psicología Social y Sociología: Serie mayor; 42)
En el uso popular y científico, los términos "identidad" y "crisis de identidad" suelen
designar en ocasiones algo tan vasto y aparentemente tan evidente por sí que casi
parecería superfluo exigir una definición, mientras que otras veces definen algo tan
difícil de medir que el significado general se pierde y los conceptos podrían
denominarse
de
cualquier
otra
manera.
La conceptualización de la identidad ha conducido a una serie de investigaciones
válidas que, si bien no esclarecen qué es la identidad, han demostrado la utilidad de esta
noción para la psicologia social. El concepto y el proceso de identidad se han
convertido en tarea de investigación para los sociólogos, historiadores sociales,
psicólogos y educadores. Su interés se debe a que la juventud contemporánea, los
grupos marginados, el hombre están viviendo problemas de identidad.
El libro trata de los siguientes temas: génesis de la identidad, infancia, la reciprocidad,
el reconocimiento, la edad temprana, el desarrollo, la edad escolar, la adolescencia.
.
Geselí, Arnold - llg, Frances L. - Ames, Louise Bates. El adolescente de 10 a 16
años. Buenos Aires: Paidós, 1956.540 p. (Biblioteca de Psicología Evolutiva; 3).
Serie de cuadros vivos y concretos del desarrollo biopsicosocial de los 10 a los 16 años.
En cada caso se describe el "perfil de madurez" y los rasgos particulares de cada uno de
los niveles evolutivos en los que se refiere al sistema de actividad, intereses,
emociones, conciencia del yo, autovaloración, relaciones interpersonales y sexuales,
vida
y
trabajo
escolares,
sentido
ético,
hábitos,
juegos,
etc.
Este es el último volumen que completa la trilogía sobre la evolución del niño hasta
llegar a joven. Se mantiene el concepto general de desarrollo, como establecimiento
progresivo de pautas evolutivas y el procedimiento objetivo de investigación para
determinar los rasgos típicos y su clasificación seriada año por año.
Es
una
obra
para
psicólogos,
pediatras,
padres
y
educadores.
Contenido: Primera Parte: Reseña de nuestro estudio. Segunda Parte: Perfiles y rasgos
de madurez. Tercera Parte: Tendencias de madurez y gradientes de crecimiento.
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Grinder, Robert E. Adolescencia. México: Limusa, 1976.579 p.
Este libro está dirigido a los profesores, alumnos de psicología, consejeros y a todos los
que busquen una visión completa del desarrollo personal que tiene lugar en la segunda
década de la vida. Cada generación de adolescentes ha de decidir qué aspectos de la
sociedad y qué estándares de los adultos reafirmará o tratará de desechar. Fija la
atención en la dinámica de ser un adolescente de hoy, y no en su transformación en un
adulto de mañana.
El material de estudio se trata temáticamente aunque se concede especial atención a las
correlaciones existentes entre los factores trascendentales de la evolución de los
adolescentes.
Contenido: Estudios sobre el desarrollo del adolescente. El desarrollo físico durante la
adolescencia. Amenazas para la salud de los adolescentes. Desarrollo cognoscitivo y
adolescencia. El ser iguales y la cultura joven. Amistades y relaciones heterosexuales.
La identificación con la familia y los antecedentes familiares de la formación de
identidad. Los adolescentes y la escuela secundaria. Planeación y toma de decisión
respecto a la carrera u ocupación.
Hurlock, Elizabeth B. Psicología de la adolescencia. 4a. ed. rev. y ampl. Buenos
Aires: Paidós, 1980.572 p. (Paidós Psicología Evolutiva. Serie; 2).
La autora abarca el desarrollo total - físico, intelectual, emocional y social - de este
período de la vida. Describe y examina los factores biopsicosociales que modelan la
personalidad y la conducta del adolescente, así como sus conflictos y formas de
resolverlos.
Se incluyen meritorios estudios sobre el desarrollo cognitivo durante la adolescencia,
particularmente desde el punto de vista de su vinculación con el desarrollo moral y el
de las relaciones familiares.
En esta edición revisada se ha agregado un capítulo sobre los inconformistas
adolescentes, así como diversos cuadros y resúmenes, con el propósito de facilitar la
consulta de estudiantes y profesores.
Lidz, Theodore - Shapiro, Roger L. El adolescente y su familia. Buenos Aires :
Paidós 1972.93 p. (Biblioteca del Educador Contemporáneo 1 dirigida por Gilda
L. de Romero Brest, Jaime Bernstein; 151. Serie menor).
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Sus autores exponen es ente libro algunos de los temas de mayor actualidad: el
enfrentamiento de los adolescentes, los conflictos entre el adolescente y los miembros
de la familia, dependencia y autonomía del adolescente en el grupo familiar, la
necesidad de límites coherentes, Interacción familiar de los adolescentes perturbados,
los hijos adoptivos. Todos ellos tratados desde un enfoque actualizado por las nuevas
comprobaciones y encuadres.
Mead, Margaret. Adolescencia y cultura en Samoa. 2a. ed. Argentina: Paidós,
1961. 194 p. (Biblioteca de Psicologia Social y Psicología).
Este libro está constituido por una serie de estudios realizados desde 1925 hasta 1933,
acerca de algunos pueblos primitivos de los Mares del Sur, y además expresa un punto
de vista único aunque progresivo y es el resultado de un común método de enfoque. Se
considera en él la estructura de esta sociedad primitiva, sus miembros de una edad
determinada con el propósito de ver la cultura a través de su mentalidad.
En Samoa, la autora, se especializa en la joven adolescente y en el estudio del grupo de
edad preadolescente como escalón inicial para la comprensión del desarrollo del
carácter en función de la cultura.
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