`¿Por qué plataformas petrolíferas no?`. Manifiesto de Latitud 28º

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Manifiesto de Latitud 28º Conciencia cívica
Arrecife, 20 de febrero de 2012
¿POR QUÉ PLATAFORMAS PETROLÍFERAS NO?
Argumentos que justifican la oposición a la instalación de plataformas
petrolíferas en nuestras costas.
En los comienzos del siglo XXI, Lanzarote y Fuerteventura deben hacer frente a
una cuestión que está generando una creciente polémica desde que, a finales del
año 2001, la multinacional REPSOL recibiera los permisos para llevar a cabo
prospecciones petrolíferas en las costas de las dos islas más orientales del
archipiélago canario. Desde entonces hemos conocido la posibilidad de que, en un
futuro no muy lejano, se instalasen a escasas millas de nuestras islas plataformas
petrolíferas.
Ofrecemos las claves del proyecto de REPSOL y las razones de aquellos que nos
manifestamos con rotundidad en contra del mismo.
Cronología de los hechos:
El gobierno del estado español autorizó en diciembre de 2001 a investigar la
existencia de petróleo en aguas cercanas a las costas de Lanzarote y
Fuerteventura. Esta autorización fue publicada en el B.O.E del 23 de enero de
2002. Según la opinión del Cabildo de Lanzarote y las organizaciones sociales el
decreto incumplía trámites y leyes inexcusables para una autorización de
prospecciones petrolíferas. El Cabildo presentó un recurso contenciosoadministrativo contra el Real Decreto ante el Tribunal Supremo, siendo aceptado
en noviembre de 2002, y pronunciándose finalmente el Tribunal Supremo en
febrero de 2004 suspendiendo el Real Decreto y la actividad que REPSOL estaba
llevando a cabo.
El recurso contencioso-administrativo evidenciaba la ilegalidad del RD 1462/2001
de 21 de diciembre por infracciones en su proceso de elaboración de las
siguientes leyes:
- La Ley 34/1998 de 7 de octubre del Sector de Hidrocarburos y del Reglamento
de la Ley sobre Investigación y Explotación de Hidrocarburos de 1976.
- La Ley de Pesca Marítima del Estado, 3/2001 de 26 de marzo.
- La Ley de Costas 22/1988 y su Reglamento.
- La Ley 30/1992 de 26 de noviembre de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común.
- El Convenio Internacional sobre Evaluación del Impacto Ambiental en un
contexto transfronterizo, hecho en Espoo (Finlandia) el 25 de febrero de 1991.
- La Convención de las Naciones Unidas de 10 de diciembre de 1982 relativa al
Derecho del Mar.
- La cuestión sobre la delimitación de las aguas es clave en este asunto. La
Convención de Montego Bay del año 82 sobre el Derecho del Mar establece dos
categorías jurídicas: los archipiélagos estado y los archipiélagos de estado; los
primeros serían aquellos que constituyen por sí mismos un estado y los segundos
serían aquellos archipiélagos que dependen políticamente de otro estado, como
es el caso de Canarias, que pertenece políticamente al estado español. Las aguas
territoriales de un archipiélago de estado (por ej. Canarias), son las aguas
comprendidas en doce millas medidas desde la costa de cada isla. En cambio, las
aguas territoriales de un archipiélago estado son las aguas comprendidas dentro
de las doce millas medidas a partir de la línea de base archipielágica (línea recta
que une los puntos más salientes de las islas del archipiélago). Otro concepto a
tener en cuenta es la Zona Económica Exclusiva, que se extiende a doscientas
millas de la línea de base archipielágica y que implica el derecho soberano de
explotación de recursos del mar, lecho y subsuelo marino. Pero este concepto
jurídico sólo es aplicable a los archipiélagos estado. Si Canarias fuese uno de
ellos, podría delimitar legalmente la línea media de su Zona Económica Exclusiva
con Marruecos. El problema jurídico internacional y también diplomático radica en
que España ha obviado esta legislación a la que está obligada y ha concedido
unos permisos de prospección como si Canarias fuera un archipiélago estado y sin
que haya ningún tipo de acuerdo bilateral para delimitar las aguas con el reino de
Marruecos.
- La Directiva 92/43/CEE del Consejo de 21 de mayo de 1992 y del RD 1997/1995
de 7 de diciembre relativos a la conservación de los hábitats naturales y de la
fauna y la flora silvestres.
En resumen, la autorización concedida a REPSOL evidenciaba signos de
ilegalidad, fundamentalmente, por la carencia de la Evaluación de Impacto
Ambiental de las prospecciones y por la cuestión de la soberanía de las aguas de
las nueve zonas de prospección.
A pesar de que se había recurrido la legalidad del Real Decreto que autorizaba las
prospecciones petrolíferas a REPSOL, lo cierto es que las actuaciones que en el
mismo se recogen siguieron su curso hasta el año 2004. Las actuaciones fueron
estudios geofísicos mediante descargas de aire comprimido contra el fondo
marino, (método con consecuencias negativas sobre los organismos marinos, ya
que la presión acústica que se ejerce sobre los mamíferos, tortugas y peces es
similar a la que provocaban la muerte de cetáceos por maniobras militares en
Fuerteventura), con el objetivo de obtener una radiografía del subsuelo marino.
Esta fase concluyó en el verano de 2003.
Los planes de Repsol
El Real Decreto que autorizaba las prospecciones señalaba nueve áreas o zonas
de prospección, con una superficie de explotación de 616.000 hectáreas,
equivalentes a 900 campos de fútbol. Estas nueve áreas se sitúan en las costa
Este de Lanzarote y Fuerteventura, a escasos diez kilómetros de Caleta Fuste.
Para entender un poco mejor la magnitud de lo que estamos tratando bastará con
indicar algunas cifras. REPSOL ya ha calculado una producción diaria de 144.000
barriles de crudo; compárese esta cantidad con los 6.356 barriles por día que
extrae la multinacional en las costas de Tarragona, zona de mayor extracción de
todo el estado español. Es más, en noviembre del año 2002, el presidente de la
compañía petrolera, en una visita al archipiélago, para presentar un libro sobre la
naturaleza en las Islas Canarias, calculó un volumen de negocio de 57.000
millones de euros (según datos calculados por la Unión Europea, el vertido de
petróleo en el Golfo de Méjico, en las costas norteamericanas, ha costado de
momento más de 30.000 millones de euros).
Consecuencias ambientales y económicas
Una industria minera, como la que REPSOL pretende instalar en las costas de
Lanzarote y Fuerteventura, es un tipo de industria muy sucia y que provoca graves
ataques al medio ambiente de la zona donde está instalada. En un informe del
Cabildo de Lanzarote del año 2004 se describen las distintas fases del proceso de
obtención del petróleo y sus consecuencias:
- En la fase de extracción del petróleo, los hidrocarburos llegan a la boca del pozo
mezclados con agua de mar que es necesario separar antes de transportar a tierra
el petróleo o el gas obtenidos. El agua separada es depurada rudimentariamente
antes de verterla al mar, conteniendo gran cantidad de petróleo. En esta fase se
produce una continua combustión de derivados del petróleo, generando
contaminación atmosférica, terminando muchos agentes en el mar o en tierra
mediante precipitación.
- Con respecto al transporte, se afirma: la producción de petróleo es un trabajo
intrínsecamente sucio, produciéndose vertidos y escapes de forma constante. En
esta fase de transporte se producen importantes fugas que el Gobierno de
Noruega cifró en 35.000 toneladas anuales en 1987.
- En relación con el mantenimiento de las instalaciones es necesario, para evitar la
corrosión, el uso masivo de agentes químicos altamente contaminantes que
acaban en el mar y sobre los que apenas existen controles.
Como evidencian los expertos, no es necesario ningún tipo de accidente para que
se produzcan consecuencias negativas para el medio ambiente marino de la zona;
en el mismo proceso de extracción se realizan vertidos de forma inevitable. No es
descabellado pensar que esos hidrocarburos que se vierten y esos agentes
químicos que se utilizan, sean ingeridos por la fauna marina e incorporados a la
cadena trófica, cuyo último eslabón somos los seres humanos. Tampoco podemos
olvidar los incalculables efectos que pueden ocasionar en el proceso de obtención
de agua para el abastecimiento, que como sabemos, en Lanzarote y
Fuerteventura se realiza por desalación.
REPSOL admite que en la zona donde realizó las prospecciones existen más de
nueve especies de mamíferos marinos, de los veintiséis que se han documentado
en Canarias. También ha señalado que el área de las autorizaciones es el paso de
las tortugas marinas hacia el Caribe en su recorrido anual. Se ha documentado la
existencia de un interesante banco de merluza y sin lugar a dudas la técnica de la
captura de los túnidos en Canarias, con cebo vivo, se vería afectada por la
instalación de las plataformas al competir en el mismo espacio.
Lanzarote y Fuerteventura en particular y Canarias en general tienen una
dependencia económica prácticamente exclusiva del turismo, dándose además la
coincidencia de que precisamente los núcleos turísticos de Lanzarote y
Fuerteventura están situados en la costa Este de las mismas, justo enfrente de las
zonas de prospección. No parece que sean, desde luego, unas plataformas
petrolíferas el mejor reclamo turístico.
La Federación Internacional de Tour operadores manifestó en el año 2002 su
preocupación y malestar al Ministerio de Economía español ante el temor de que
se instale una industria petrolera en Canarias (con lo que ello conlleva:
plataformas, incremento del tráfico de petroleros, limpieza de tanques en alta mar,
vertidos, etc.), con el consiguiente deterioro que produciría en el medioambiente
que, afirman, puede ser considerado como único y que es el principal reclamo
para los visitantes.
Los efectos sobre el turismo y la pesca serían mortales. Miles de puestos de
trabajo así como multitud de empresas verían peligrar su existencia. Si sólo con la
instalación de las plataformas de extracción de petróleo, la imagen turística de las
islas se vería seriamente dañada, en el caso de un vertido de cierta relevancia, las
consecuencias serían funestas.
El contexto político y el engaño de las aguas
El Partido Popular justifica la concesión de los permisos de prospección para
delimitar la mediana con Marruecos, puestos de trabajo y riquezas para todos.
Estos argumentos son la gran exuda que esgrimen los que apoyan la instalación
de las plataformas de REPSOL. El argumento: para que el petróleo lo exploten los
marroquíes, lo hacemos nosotros y, de paso, definimos la mediana. Nos podrían
hasta engañar con tal simpleza.
Lo que se debe intentar es que ni Marruecos ni España realicen trabajos de
extracción de crudo; si de beneficios económicos se trata, en el período de veinte
años de duración del proyecto de REPSOL, los de la industria turística y pesquera
serán mucho mayores que los de la industria petrolífera que, además, pondrá en
riesgo a las otras dos. Es evidente que con Marruecos es necesario dialogar y
utilizar las vías diplomáticas para evitar que instalen en sus costas plataformas
petrolíferas que amenazarían de igual modo nuestras islas.
Si la postura del PP es clara y hasta lógica si tenemos en cuenta los intereses
económicos a los que sirve, no importándole la opinión de las más de doscientas
cincuenta mil personas que vivimos en las islas afectadas, la repugnancia se
acrecienta al analizar la postura de Coalición Canaria.
Las intenciones de Coalición Canaria fuera de Lanzarote y Fuerteventura a pesar
de su interesada ambigüedad, son como aves de rapiña. Esperarán a saber si
existe (como si no lo supiesen ya) petróleo para actuar, no paralizando la
extracción del mismo, sino litigando con el gobierno estatal sobre la competencia
en los contratos de adjudicación a REPSOL, con la finalidad de abalanzarse sobre
el negro porcentaje de royalties que la empresa tendría que tributar.
¿A quién le interesa la existencia y explotación de petróleo en nuestras
costas?
Es un hecho que a los ciudadanos de las islas no, porque económicamente no
vamos a beneficiarnos en ningún caso (los propios técnicos de la compañía
petrolera han afirmado que la cantidad de mano de obra necesaria es mínima y
altamente cualificada). A los empresarios tampoco, pues al principal y casi único
sector económico del archipiélago, que es el turismo, en ningún caso le beneficia
semejante explotación minera cercana a las costas, teniendo en cuenta los
residuos tóxicos que provoca la propia explotación y del incalculable riesgo de un
accidente.
¿Algún técnico de REPSOL nos puede garantizar que podremos dormir
tranquilos con plataformas petrolíferas instaladas a lo largo de nuestras
costas?
Tras la constatación de los perjuicios que esta actividad altamente contaminante y
arriesgada puede tener, se hace quizás necesario apostar por la explotación de
otras fuentes de energía naturales y no contaminantes (que no estén basadas en
recursos fósiles, contaminantes y agotables como el petróleo) como pueden ser la
solar, la eólica, la mareomotriz y la geotérmica.
Además, sería preciso una reeducación energética con el fin de cambiar los
hábitos de despilfarro, que es una de las razones (el elevado consumo
energético), que sustenta la postura de aquellos que siguen apostando por este
tipo de producción energética convencional.
Probablemente ésta sea una oportunidad histórica para posicionarse verdadera y
consecuentemente con el desarrollo sostenible que tanto se ha propugnado desde
todos los ámbitos donde se discute sobre el futuro de Canarias pero que en el
mundo real, no en el de las palabras, no se ve por ninguna parte.
Por último, hay que reconocer que la situación es complicada, pero es el momento
de no mirar hacia otro lado y afrontar el reto para no permitir que se instalen las
plataformas petrolíferas en nuestras costas de Lanzarote y Fuerteventura.
Reto que tendremos que asumir entre todos: instituciones públicas
representativas, sectores empresariales vinculados al turismo, la pesca y las
energías renovables. La universidad, sus profesores y estudiantes tienen que
poner el talento al servicio de la sociedad. Los ciudadanos y ciudadanas, y sus
organizaciones y colectivos, tenemos que ser capaces de dar ejemplo de
responsabilidad con el presente y con las generaciones futuras.
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