Los Yébenes: Un recorrido histórico a través de su patrimonio artístico INDICE PRESENTACIÓN................................................................................................PÁG. 03. 1. PREHISTORIA Y CULTURAS PRERROMANAS.......................................PÁG. 04. 1.1. Los poblados del Bronce y su arte.......................... ..................................PÁG. 04. 1.2. Los Carpetanos..........................................................................................PÁG. 05. 1.3. Noliba, esa ciudad desconocida.................................................................PÁG. 05. 2. LA DOMINACIÓN ROMANA.......................................................................PÁG. 06. 2.1. El Bajo Imperio Romano...........................................................................PÁG. 07. 3. LOS SIGLOS MEDIEVALES.........................................................................PÁG. 08. 3.1. La expansión visigoda............................................................................ ..PÁG. 08. 3.2. La invasión musulmana.............................................................................PÁG. 09. 3.3. La orden de los Hospitalarios....................................................................PÁG. 10. 3.4. El Castillo Calatravo..................................................................................PÁG. 11. 3.5. El castillo a estudio....................................................................................PÁG. 12. 4.YÉBENES.........................................................................................................PÁG. 14. 4.1. Fundación de Los Yébenes........................................................................PÁG. 14. 4.2. Carta Puebla de San Juan...........................................................................PÁG. 15. 4.3. Carta Puebla de Yébenes de Toledo..........................................................PÁG. 16. 4.4. Religiosidad...............................................................................................PÁG. 19. PRESENTACIÓN 1. PREHISTORIA Y CULTURAS PRERROMANAS Edad del bronce. Al abrigo de unas rocas, en una noche oscura y desapacible en algún momento entre 1350 y 1305 a. C., unas manos humanas se mueven hábilmente para dejar constancia del arte que poseen. Pero no sólo dejaron parte de su cultura, sino también parte del mensaje que intentaban transmitir a todos los que después de ellos vieran o “leyeran” esas pinturas. Ahora nos toca a nosotros dar nuestra propia interpretación, dejando claro que en realidad hay demasiados interrogantes acerca de esos tiempos. La falta de datos gráficos y documentales acerca de la época que nos ocupa, produce que éste no sea un estudio conciso y riguroso, sino una mera aproximación a los hechos que ocurrieron cuando nuestros primeros pobladores se asentaban en el territorio. ¿Qué panorama se encontraron al llegar? En realidad no lo sabemos con certeza, sólo podemos arrojar varias hipótesis extraídas de las huellas artístico-arqueológicas que dejaron a su paso. 1.1. Los poblados del Bronce y su arte Nos encontramos en el Bronce I, una etapa de transición entre el Neolítico y la Edad de los Metales. Cronológicamente puede aceptarse la primera mitad del segundo milenio para el comienzo de esta etapa de la prehistoria, que marcará el inicio de la civilización urbana. La edad de hielo ya ha pasado, y las temperaturas se han suavizado, lo cual ha producido cambios medioambientales que dan lugar a modificaciones en la flora (pinos, avellanos, robles) y en la fauna (bóvidos, gamos, jabalíes). Todo este nuevo ambiente provoca el desplazamiento del hombre desde las zonas altas hacia áreas más cercanas a los llanos, donde crea asentamientos eventuales y prácticamente al aire libre. Uno de esos asentamientos primitivos es “Montón de Trigo”, denominado así por la forma que ostenta. Se sitúa en un cerro dominando el valle y los pasos naturales, de forma que se convierte en un enclave estratégico. Un factor importante es que hubiera en las laderas alguna corriente fluvial. Posee un sistema defensivo consistente en una muralla perimetral de cuarcita y diversos torreones integrados en la misma. No hay vestigios de viviendas, pero todo apunta a que no existía un patrón determinado para su ubicación, sino que se distribuía irregularmente en torno a la muralla. Además en la zona sur aprovechando la topografía del terreno se ha realizado un pequeño foso que serviría (presumiblemente) para acrecentar la seguridad. Sus habitantes practicaban, posiblemente, una economía agrícola extensiva y ganadera, e incluso podemos arrojar la hipótesis de que realizaran una explotación directa del metal, en concreto del hierro. Esta serie de actividades, junto a un incipiente comercio, propiciaría una jerarquización social en estas sociedades tribales, en las cuales ya existían grupos de poder. A pesar de estas hipótesis, hay que dejar claro que “Montón de Trigo” es un asentamiento poco estudiado, apenas excavado, pero pese a esto, se ha puesto en relación con el Cerro de la Encantada en Ciudad Real, ya que posee unas características similares. El otro poblado que se localiza en esta zona es el de “Chorreras II”, también situado en la sierra, pero en un punto más occidental. De los restos que de éste nos han llegado, se intuye un torreón realizado a base de cuarcitas. Lo que más destaca sin embargo es que está muy cerca de unos abrigos de roca en los que se localizan varios conjuntos de pintura esquemática. (aquí van las pinturas, ok?) 1.2. Los Carpetanos La llegada de los pueblos celtíberos marca un punto de inflexión en la región, de hecho, este es el territorio en el que se encuentran pueblos como los: pelendones, arevacos, vetones, vacceos, carpetanos, lusitanos, oretanos y autrigones. En concreto serán los carpetanos el pueblo más destacado de este lugar, no en vano hay algunas hipótesis que apuntan a la existencia de una ciudad carpetana, Noliba, en el actual Los Yébenes. El término carpetano alude a un grupo de poblaciones con un sustrato social y económico común aunque sin relación política y con un alto grado de independencia entre ellas. Los Carpetanos eran un pueblo que habitaba la Meseta sur, desde la sierra de Guadarrama hasta el Tajo, ocupando las actuales provincias de Toledo, Madrid, Guadalajara, el norte de Ciudad Real y Albacete. Las ciudades carpetanas entre las que destaca Toledo, y los numerosos poblados y aldeas que se establecieron en los márgenes del Tajo buscaban lugares fortificados y estratégicos donde desarrollaban una rica agricultura. Su economía era pastoril. Muchas de sus ciudades se hallaban asentadas en riscos y escarpaduras con cuevas naturales o artificiales que servían a la gente de mansiones. Sus viviendas, a juzgar por lo encontrado en la provincia tendrían planta rectangular construidas con zócalo de piedra y alzado de adobe. Las paredes se enlucían con barro ocre y los suelos eran de tierra batida. 1.3. Noliba, esa ciudad desconocida Según algunos historiadores como Don Luis Moreno Nieto, Noliba era una ciudad de la Hispania Ulterior, en la región carpetana citada por Tito Livio en el Libro XXXV. Se consigna que el procónsul Marco Fulvio Mobilior en el año 193 a. C. después de remontar el curso del Guadiana se apoderó de esta ciudad adentrándose en la sierra para dirigirse a Toledo. Otros historiadores, por el contrario, hablan de otras localizaciones para esta mítica ciudad, como por ejemplo Valdepeñas o la Nava de Ricomalillo, en la comarca de la Jara (Toledo). En los años setenta en nuestra localidad se hallaron restos prehistóricos que pudieron ser vestigios de Noliba, o en todo caso, los cimientos donde estuvo asentado el antiguo Yébenes. En el posible lugar de emplazamiento han aparecido diversos elementos, como platos, monedas, un puñal, restos de un molino romano, dientes de marfil e infinidad de trozos de vasijas hechas de un barro muy bien elaborado. También se afirma la presencia de una lápida bastante deteriorada con la inscripción DEC II. Como dato anecdótico (y triste de ser cierto), se dice que los pastores de la zona en más de una ocasión han hecho “calicha” con ánforas o botijas que habían sido levantadas al arar la tierra. Por otra parte, en fincas próximas, se han localizado monedas de cobre y tumbas romanas, que contribuirían a reforzar esta tesis. Otro factor para creer en la existencia de Noliba es el hecho de que una de las calzadas romanas principales (de la que hablaremos posteriormente) atravesaba el lugar. No obstante, no hay pruebas definitivas que establezcan una analogía entre estos restos y esta ciudad de Noliba, y nuestra afirmación parte más bien de especulaciones, que de estudios rigurosos. 2. LA DOMINACIÓN ROMANA A lo largo de los setecientos años comprendidos entre el siglo II a. C. y el siglo V, la dominación romana dejó en la región innumerables restos que prueban el dominio absoluto de las técnicas constructivas, tanto en las soluciones arquitectónicas como en las obras de ingeniería (acueductos, puentes, presas, calzadas). La penetración militar de Roma en los territorios de Castilla-La Mancha y el control de los principales núcleos de población prerromanos se producen a comienzos del siglo II a.C. El acontecimiento importante es la batalla de Toletum (193 a.C.), en la cual, el pretor romano Fulvio Nobilior sitia la ciudad, venciendo a una coalición de carpetanos, vetones, bacheos y celtíberos. Unos años después, los pretores Sempronio Graco y Postunio Albino saquean y someten hasta 130 poblaciones oretanas y carpetanas, incluyendo con seguridad el poblado situado en el actual Los Yébenes. Sin embargo, la mayoría de expertos coincide en señalar que en esta localidad no existía núcleo de población alguno, sino que era simplemente, paso obligado entre las dos ciudades más importantes de la época en nuestra región, Toletum y Consaburum (Consuegra). Prueba de ello, quedan restos de una calzada romana entre Orgaz y Los Yébenes actuales, y otra que desde Arisgotas iba a Los Yébenes, conectando con la Vía de la Plata, la cual cruzaba el puerto de El Milagro y llegaba a la zona llamada El Emperador, por el caserío de la Cruz de Piedra, también en el término de Los Yébenes. Hay que señalar que la primera de ellas, era una de las vías principales dentro de la red de comunicaciones hispana, y era conocida como Calzada IV. Concretamente, en su recorrido, conectaba la provincia Bética con la Carpetania, y posteriormente se convirtió en el Camino Real de Sevilla. Estas calzadas se comenzaron a construir desde el principio de la conquista para llevar a cabo un control militar y estratégico, pero acabaron convirtiéndose también en vías de comunicación cultural y lingüística, lo cual favoreció el proceso de romanización. El trazado de las calzadas era complejo. Solían tener de cuatro a cinco metros de anchura, lo cual permitía que dos legiones, marchando de seis en fondo, pudieran cruzarse. Primeramente se cavaba un lecho poco profundo, a continuación se colocaban a mano las pesadas piedras de los cimientos, y luego se extendía una capa de piedras pequeñas, tejas rotas, ladrillos y creta (arcilla pesada), mezclado con mortero. La superficie tenía forma convexa por razón del drenaje, y consistía en losas de piedra sujetas con cemento y limitadas por bordillo a ambos lados. A lo largo de la calzada se erigían piedras miliarias que indicaban la distancia a la ciudad más próxima. A intervalos regulares había casas de postas, con relevo de caballos y posada para pasar la noche. Otras obras que se construyeron en relación con las calzadas fueron puentes y acueductos, muchos de los cuales permanecen actualmente en la región. De hecho en nuestra localidad, se conservan restos de la construcción de un acueducto romano de 24 Kms. de longitud que cruzaba los actuales municipios de Los Yébenes, Urda y Consuegra. El acueducto, que data del año 100 d. C. partía desde el paraje conocido como Fuente Aceda (en el término municipal de Los Yébenes) y hoy en día quedan restos en el paraje conocido como Puentes Secas. Señalar como curiosidad que se mantuvo útil hasta el siglo XVII y que hoy en día se conoce como Acueducto de “Las Guadalerzas” por su proximidad al castillo. 2.1. El Bajo Imperio Romano Durante este periodo tiene lugar un proceso de ruralización que se materializa en la proliferación de villas (palacetes de campo) donde se efectuaba un gran dominio agrario. Un emplazamiento habitual para este tipo de viviendas, era el territorio comprendido entre la actual Consuegra y los márgenes del río Algodor, tal y como demuestran los restos encontrados (cerámicas, tejas, vasos...). Catón, político y escritor romano (234-149 a.C.), define de esta manera el mejor emplazamiento para esas villas: “Cuando vayas a comprar una finca, visita varias veces el lugar elegido y mira bien a tu alrededor. Asegúrate de que tienes un buen clima, no propenso a tormentas. El terreno ha de ser bueno, con fortaleza natural. Si fuese posible, debería hallarse al pie de una colina, orientada a mediodía, en un lugar sano y donde resulte fácil encontrar peones, debe tener agua abundante, hallarse cerca de una población floreciente o de un río navegable, o de una calzada buena y frecuentada”. Se ha puesto en relación con estas viviendas, el hallazgo de una necrópolis romana, conocida con el nombre de “Loma del Carpintero”, junto al río Algodor. Se trata de una tumba grande asentada sobre una estructura circular, que albergaba los restos de un adulto y de un niño. Además, en el interior se encontraron restos de vasijas y otros recipientes cerámicos, que pudieron contener alimentos, aceite u otra clase de líquidos utilizados para el ritual funerario. 3. LOS SIGLOS MEDIEVALES Tras la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d. C.), numerosos pueblos germanos comenzaron a apoderarse del continente europeo, y por supuesto la Península Ibérica no iba a ser una excepción. Los alanos fueron uno de los primeros pueblos en penetrar hasta el interior del país y acabar con los últimos vestigios romanos que quedaban en la zona. No obstante se sirvieron de sus vías para llegar a las capitales importantes e intentar tomarlas. De esta manera, la calzada romana que comunicaba Toledo con Córdoba (pasando por la zona de Yébenes) se convirtió en una vía fundamental par la toma de Toledo. Sin embargo, y a pesar de que los alanos arrebataron pronto el territorio a los romanos, no ha quedado constancia material de tal asentamiento en nuestro pueblo. Es así que en el año 411, los alanos ya controlan toda la zona de Toledo y sus alrededores, pero no contaban con una fuerza mucho mayor que ellos y que entraría en la Península unos años después: el pueblo visigodo. Los visigodos estaban unidos al imperio romano, y es por eso que entraron en la Península para derrotar a los alanos en el 418 d. D., sin embargo, los visigodos civiles, que buscaban un asentamiento que derivara en población definitiva, no se establecieron en la península hasta el 494-497. El año 507, es crucial. Se produce la batalla de Vouillé (Francia). A partir de esa fecha el pueblo visigodo se traslada masivamente de la Galia a Hispania, y al hacerlo llevan consigo su estructura de Estado. El asentamiento visigodo no fue homogéneo. La mayor densidad de asentamientos se da en la Cartaginense, en concreto en la Meseta Norte, en un triángulo delimitado aproximadamente por las ciudades de Palencia, Sigüenza y Toledo. Atanagildo, en el 560 estableció su capital en esta última. No es de extrañar, pues la ciudad estaba en la zona de mayor asentamiento de los visigodos, tenía buenas comunicaciones con el Sur y el Este, y además, por la configuración de la ciudad, se encontraba mejor defendida que Sevilla. Para un rey como él, Toledo era la capital idónea. 3.1. La expansión visigoda La forma que tuvieron de expandirse desde allí hasta los territorios circundantes fue con la religión, y de ello se encargaron los monjes. La existencia de monjes en la Península Ibérica antes del siglo VI es conocida a través de algunos cánones de los concilios de Toledo (400), pero no estaban muy bien considerados hasta comienzos de dicho siglo. A partir de este momento las órdenes monásticas entraron en su máximo apogeo y expansión, proliferando los monasterios en la región. Buena muestra de ello es el monasterio visigodo de Los Hitos (denominado como “el convento”), construido junto a Los Yébenes (S. VII) en el paraje conocido actualmente como Matabueyes, y que se encuentra en la ruta que une Arisgotas y Orgaz. Este tipo de instituciones religiosas fueron puntos de ataque directo durante las invasiones musulmanas, de ahí que los restos que nos han llegado estén en un estado bastante ruinoso. Sin embargo lo que si ha perdurado hasta nuestros días, es la regla a la que estaba adscrito dicho monasterio: La regla de San Isidoro. La regla en sí, exigía la comunidad de bienes dentro del monasterio, y obliga al monje a dar todos sus bienes a los necesitados o al monasterio al que desea ingresar, antes de ser admitido como tal. Una vez dentro, debía ocuparse básicamente de tareas relacionadas con la agricultura, ya fuera ocupándose del huerto, moler cereales, hacer pan, cuidar a los huéspedes y enfermos, así como cuidar de las aves de corral y demás animales. La actividad artesanal por su parte, quedaría reducida a la fabricación de ropa y calzado y a la elaboración del pan y del vino. Pero no sólo eso, sino que se convirtieron en los depositarios y difusores de la cultura de la época. 3.2. La invasión musulmana El poder visigodo comenzaría a apagarse tras la muerte del rey Witiza (710) y la usurpación de la corona por el rey Rodrigo. Esto será utilizado por los musulmanes para comenzar la invasión peninsular, que tuvo a nuestro pueblo como punto muy importante, pero no adelantemos acontecimientos. Tras el desembarco árabe por parte de Táriq en el 711, el objetivo principal a conquistar fue la ciudad de Toledo (capital del reino), para ello se establecieron dos puntos de interés: el primero, el Puerto del Milagro, punto de los Montes de Toledo ideal para llevar a cabo las acometidas contra Toledo; y dos, Yébel, o el actual Los Yébenes. Debemos aclarar una vez más que este lugar no era nada más que un lugar de paso para viajeros o en este caso ejércitos, y esto es confirmado por el viajero árabe Ibn Hawqal en sus crónicas sobre “Los caminos e itinerarios de Córdoba y al-Ándalus”: “ Una etapa hay de Calatrava a Malagón, ciudad situada junto a un río, defendida por un muro de tierra, inferior en superficie a Calatrava; el río lleva el nombre de la ciudad y suministra agua potable” “Una etapa de allí a Yébel, pueblo muy poblado, provisto de una posada y de una fuente que da agua potable”. “Una etapa de Yébel a Toledo, gran ciudad famosa y célebre, más importante que Pechina, rodeada de una sólida muralla, regada por el Tajo, sobre el cual se encuentra un gran puente de piedra con una longitud de cincuenta brazos;” A pesar de esto, no creemos que la traducción sea exacta, pues consideramos que tan sólo era un punto estratégico de corte defensivo en el que construyeron en el año 1078, la fortaleza musulmana de Guadalerzas para defender el paso del Congosto, desfiladero que comunica los valles del Algodor y del Bracea con la comarca de Malagón, en el reino almorávide. Este recinto debió estar formado por una muralla perimetral, una torre en cada esquina y un patio de armas en el centro. Hoy en día apenas quedan restos de la misma, formando un pequeño montículo artificial llamado “Cerro de la Horca”, aunque no sabemos a qué se deberá tan siniestro nombre. Se descubrió en el siglo XIX al realizarse unas obras con motivo de la construcción de una carretera, y el historiador Amador de los Ríos, especialista en patrimonio arqueológico y artístico, da cuenta de este hallazgo. Como curiosidad, durante las labores de remoción de la tierra se encontró también un bloque de mármol negro con inscripciones coránicas que decían: “¡En el nombre de Alah, el clemente. El misericordioso! ¡Oh vosotros, hombres! ¡Creed en las promesas de Alah, son ciertas! ¡No os dejéis pues, seducir por los placeres del mundo!” La reacción cristiana acabó con ella en el 1085, cuando el rey cristiano Alfonso VI conquista Toledo y su territorio circundante, aunque sólo temporalmente. Lo importante es que entregó el castillo de las Guadalerzas a la Orden de San Juan, pero ellos no debieron construir el nuevo castillo, sino que serían los calatravos en el siglo XII. 3.3. La orden de los Hospitalarios La Orden de los Hospitalarios, o también conocida como la Orden de San Juan, destacó desde el inicio de las cruzadas en la fundación de este tipo de instituciones, los hospitales. En la fortaleza de Guadalerzas su carácter hospitalario marcó una orientación nueva y diferente; el objetivo primordial de esta institución fue el de ayudar, proteger, dar refugio, asegurar el cobijo y cuidar del necesitado, pero no sólo eso, pues no hay que olvidar la época en la que se construye. Guadalerzas era frontera de musulmanes, así que es fundamental preparar el cuerpo y el espíritu para lo que pueda acontecer en cualquier momento. Sus ocupantes estaban sujetos a la disciplina militar y espiritual, y la idea era que todos ellos formasen una comunidad regida por las reglas del lugar. El fundamento espiritual era un objetivo básico del hospital medieval. El elemento indispensable fue “la Sala”, (foto) que era en esencia el hospital cumpliendo todas sus funciones bajo un mismo techo. Los aislados hacían vida exclusivamente en la estancia habilitada para ellos, aunque estaban separados en función de sus necesidades y afecciones. La omnipresencia del consuelo divino se manifestaba en el altar, orientado hacia los lechos de los enfermos, potenciándose la comunicación directa entre las esferas terrenal y espiritual. 3.4. El Castillo Calatravo La posesión, sin embargo, duró poco, pues en el 1098 una reacción almorávide reconquistará la zona de los Montes de Toledo, y a partir de ese momento ese punto se convertirá en frontera de ambos reinos y por lo tanto en zona de cuestión constante. En 1131 el caudillo musulmán Farax Abdalí logra tomar Mora. En vista de lo cual y ante la superioridad que iban ejerciendo los árabes, la corona incita a pequeños grupos de mozárabes a establecerse en los montes de Toledo, cediéndoles territorios en El Milagro. Estos grupos fundan varias aldeas como Añover y torre de Abaham, pero Yébel sigue siendo musulmán. Es entonces cuando la Orden de Calatrava construye el nuevo castillo y derriba el musulmán, en la época de los 70, fundando allí el “hospital de Guadalferça”. Incluso el Papa Gregorio VIII en 1187 reconoce el castillo de Guadalerzas entre las pertenencias de la Orden de Calatrava. Es unos años después (1195) cuando los musulmanes almohades derrotan a Alfonso VIII en la batalla de Alarcos y toman todas las fortalezas y castillos de Benavente, Malagón y Guadalerzas. El territorio vuelve a manos árabes, pero entonces unos años después, se produce la gran ofensiva cristiana, Alfonso VIII reúne un gran ejército que se dirige al sur a enfrentarse a los árabes. Dice la leyenda que muchos de los que le seguían dieron la vuelta en el punto de Torneros, angustiados ante la imposible victoria, de ahí el nombre actual de Tornerías que tiene ese lugar. Sin embargo, y pese a esos malos augurios, Alfonso VIII derrota a los musulmanes en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), incluso hay fuentes gráficas que describen la toma del castillo por parte de los vasallos de Alfonso VIII. “Alfonso Téllez y Rodrigo Rodríguez cercaron la torre de Guadalerzas, la batieron con máquinas y la tomaron por la fuerza”. Tras la batalla de las Navas de Tolosa, la línea defensiva que estaba en el Tajo pasa a Sierra Morena, y por tanto este camino deja de ser escenario de batallas. El castillo de Guadalerzas se convertirá en hospital que aloja tropas que van al sur y a todo tipo de viajeros y mercaderes que van de córdoba a Toledo y viceversa. Eso sí, debemos recalcar que sigue en manos de la Orden de Calatrava. Los privilegios y derechos del hospital de Guadalerzas aumentan y reafirman su posición en el s. XIII. (¿Como pasó a manos de la corona siendo posesión de la orden?) A finales del siglo XVI, en 1572, Felipe II vende el castillo de Guadalerzas al Cardenal Silíceo, para que instale allí el Colegio de Doncellas Nobles de Toledo, convirtiendo parte de las instalaciones en estancias. 3.5. El castillo a estudio Se encuentra entre las localidades de Los Yébenes y Fuente el Fresno, frente a una antigua posada. Su situación es similar a la de cualquier castillo de la época, sobre un montículo lo suficientemente elevado como para dominar el territorio circundante y poseer de esa manera una clara ventaja estratégica y defensiva. Para acceder a él hay que cruzar el puente sobre el río Bracea y continuar por un camino empedrado. De esta manera llegamos ante la imponente fortaleza, que se compone de un cuerpo principal y unas dependencias auxiliares. La torre del homenaje La zona central es una torre del homenaje de planta rectangular, con una altura aproximada de veinte metros y dividida interiormente en tres pisos. Rodeando esta construcción hay cuatro lienzos de muralla con torres circulares en sus ángulos. El aparejo en general es la mampostería, aunque aparecen otros materiales, como sillares de piedra caliza, en algunas partes determinadas. Las vigas de madera también se han empleado para la construcción del armazón del tejado. En el muro oeste de la torre nos encontramos dos troneras, actualmente tapiadas y con una función imprecisa porque se encuentran frente a las habitaciones y por tanto no tendrían un carácter defensivo, salvo que el enemigo tomara la escalera, en cuyo caso se podría disparar desde allí. Nos sorprende la gran cantidad de ventanas que hay en la torre de homenaje, sobretodo para ser una estructura de carácter defensivo. Por lo tanto, es de suponer que debieron abrirse mucho más tarde, cuando el castillo no respondía a una función militar y las instalaciones hospitalarias precisaban de buena ventilación. Otro elemento que destaca en la torre del homenaje es la espadaña o campanario, situada en las almenas del lado sur y que probablemente fue realizada en el siglo XVIII . Las transformaciones y usos a lo largo de los siglos han imposibilitado la conservación de los principales elementos y su distribución primitiva. La estructura interior de la torre del homenaje no tiene nada que ver con el modelo que se concibió en el siglo XII., puesto que gran parte del armazón estaría construido en madera. La división actual de las estancias corresponde a las reformas del siglo XV, cuando se ejecuta una bóveda en la planta baja y el primer piso, mientras que en el segundo se disponen unas arquerías de ladrillo. El tercer piso estaría compartimentado en tres estancias cubiertas por sendas bóvedas. La capilla De esa misma época data la construcción de una capilla, situada entre la torre del homenaje y los restos de muralla. La estructura de esta capilla es simple: Cabecera y planta rectangular con vestíbulo. El interior está cubierto con bóveda de cañón reforzada por un arco fajón, dispuesto para contrarrestar los empujes. Este arco se sustenta sobre pilastras adosadas decoradas con molduras. La cabecera es recta tanto al exterior como al interior, y está cubierta por una cúpula. El paso de uno a otro espacio se realiza mediante pechinas que además descansan sobre cuatro arcos termales. La unión de ambos cuerpos simboliza la ascensión del mundo terrestre (forma cuadrada) hasta el mundo celestial (forma circular). (Profundizar un poco más en el simbolismo) La cúpula nos indica que dentro de éste ámbito se encuentra el lugar más sagrado del recinto. Al exterior presenta un tejado a cuatro vertientes que en su día también tuvo que tener un lucernario. Las pechinas en el interior están decoradas con una roseta en el centro, mientras que los tramos de la bóveda que cubre la nave están decorados con una estrella de cuatro puntas y una roseta en el centro y a los lados hay lunetos sin vanos y una decoración de rombos policromos. El acceso a la capilla se realiza a través de una puerta adintelada y de la que hoy en día apenas quedan restos. La muralla La muralla se sitúa a escasos metros de la torre del homenaje, destacando un pequeño torreón de ejecución posterior. Se realizó en su totalidad en varias etapas constituyendo toda ella una planta cuadrangular con cuatro torres circulares y concéntricas. El material predominante es la mampostería, y eso proporciona una visión de unidad al conjunto pese a las numerosas etapas constructivas . La sillería se reserva para zonas más concretas, como la puerta de entrada, para señalarla como lugar emblemático. En el muro sur destaca la presencia de un escudo del Cardenal Silíceo sobre una de las puertas de entrada y que probablemente sustituyo a algún emblema de la orden de Calatrava. (Más imaginación en las descripciones, las convertirían en menos técnicas). El puente La otra construcción importante de la zona es el puente que conduce al castillo y que data del siglo XII, al igual que la edificación primitiva. Tiene seis ojos que se constituyen mediante arcos de medio punto realizados en mampostería. 4.YÉBENES El 20 de mayo de 1214 la Orden de Calatrava consigue una nueva bula del Papa Inocencio III. Confirmando por cuarta vez sus posesiones, y entre ellas el castillo de Guadalerzas. Además la zona conocida como Montes de Toledo, pierden ya para siempre su carácter fronterizo y se integran definitivamente en Castilla. El 6 de Noviembre de ese mismo año, el Arzobispo de Toledo Jiménez de Rada, recibe de Enrique I de Castilla (hijo de Alfonso VIII) el castillo del Milagro y su término que comprendía desde el puerto de Añover al de Orgaz con las poblaciones de Yébenes, Navas de Bermudo, Garganta, Balbuela, Fuente de Rabinat, Corral rubio, Puertos del Avellanar y Marchés hasta el río Estena y hoces del Guadiana y las sierras de domingo Alhaquin, el campo de Arroba y alcoba, el robledo de Miguel Díaz, el sotillo de Gutiérrez Suárez y las Navas de Sancho Jimeno hasta Amenojar. Este gran territorio se puso bajo el dominio del castillo del Milagro, creándose así el núcleo originario de las tierras que posteriormente se conocieron como Montes de Toledo. Por otro lado, el documento en el que se contenía esta entrega, es el más antiguo en español que cita el nombre de Yébenes. Además de todo este territorio, el arzobispo obtiene una escritura real en función de la cual todos los que quisieran repoblar los pueblos de la zona serán sometidos al juicio del Castillo del Milagro. La escritura también les concede el privilegio de seguir cazando y conservar sus fueros y costumbres. Es por tanto una sociedad rural que se autogobierna con sus “fueros y costumbres” al tiempo que se autoprotegen creando por sí mismos una milicia civil o hermandad frente al bandolerismo. Es decir, ya se puede decir con toda seguridad que había un núcleo poblacional en Yébenes, predispuesto para ser ocupado por los repobladores. 4.1. Fundación de Los Yébenes Tras la muerte de Enrique I en 1217, la corona recae en Fernando III, su primo y siguió apoyando al arzobispo en su empeño de repoblar los Montes de Toledo, concediendo a los pobladores de los términos del milagro el fuero de cualquier villa o ciudad que eligieran. Es en 1219 cuando entrega el castillo de Consuegra y el territorio dependiente de él, incluyendo parte del término de Yébenes a los caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén. Esta cesión de tierras tenía un propósito tanto militar como repoblador: estratégicamente, era necesario defender las zonas que se iban reconquistando a los musulmanes y para consolidarlas y hacerlas productivas económicamente, era necesario repoblarlas. Los caballeros de San Juan incitan a la instalación de repobladores en el área de Yébenes que les ha sido asignada. De esta forma nace la población de Yébenes de San Juan, contigua al Yébenes preexistente. Ambas poblaciones, aunque sólo separadas por el Camino Real de Toledo a Córdoba y Sevilla, lo estarán durante los siguientes 600 años. En 1222 Fernando III dona a Don Rodrigo, Arzobispo de Toledo, una enrome extensión al sur de la actual provincia, incluyendo la parte del territorio de Yébenes no concedida a la orden de San Juan, la cual pasará a ser llamada en adelante Yébenes de Toledo, como premio a los servicios hechos por el Arzobispo, su Iglesia y vasallos en la guerra con los musulmanes. 4.2. Carta Puebla de San Juan 1238 parece la fecha probable de la concesión de Carta Puebla por parte de la Orden de San Juan al pueblo de Los Yébenes de San Juan. Todos sus habitantes, dependían de los priores de la Orden, y esta dependencia se traducía en la práctica en los tributos que tenían que pagar. Desde Consuegra se nombraba a los alcaldes, justicias y escribanos de ayuntamiento. Los yebenosos les pagaban impuestos por diversos conceptos: la alcabala (por las ventas que se realizasen), el derecho de villazgo (por la ocupación de las casas), el pecho de San Miguel (en reconocimiento del dominio que la Orden ejercía) y los diezmos y primicias que gravaban la producción de trigo, cebada, centeno, avena, aceituna o uva, en definitiva la producción de la tierra que era la mayor riqueza del Priorato. El prior ordena la fundación del pueblo de Tembleque, instalando en él a doscientos cincuenta pobladores y otorgando a la nueva población el fuero de Consuegra. Para ello, se adjudican al nuevo pueblo terrenos de Los Yébenes de San Juan, lo que da pie a una serie de enfrentamientos legales por cuestión de los límites entre ambas poblaciones. La otra mitad pasa a manos de Fernando III cuando adquiere de nuevo del arzobispado y del cabildo de la ciudad casi todos los pueblos de los Montes de Toledo. En concreto adquiere Los Yébenes de Toledo a cambia de la villa de Añover y de la ciudad de Baza, esta última todavía en manos musulmanas. De este modo la población se convierte de nuevo en un realengo o propiedad de la corona. Sin embargo, dura pocos años en manos del rey. El 30 de enero de 1246 Fernando III vende Los Yébenes (en el documento de venta Los Yébenes de Toledo es consignando como “aldea”, no como pueblo, lo que da cuenta de su escasa importancia en esa época) juntamente con Marjaliza, Peña Aguilera, Alcocer, Santa María de la Nava y otras poblaciones de la zona: " Vendo al Concejo de Toledo, a los caballeros y al pueblo y a cristianos y moros y a judíos, a los que sois y han de ser en adelante, todos aquellos términos que el Arzobispo Rodrigo tenía y había en sus cartas... y con todas las aldeas, Pulgar... Peña Aguilera con su dehesa y el Corral que fue de Martín García y Deshermanas y Cedeñuela, Malamoneda, Herrera, Peñaflor, Yébenes, San Andrés, Santa María de la Nava, Marjaliza, Navarredonda, Milagro, Torre de Foja Abraham, Muro, Azijara, Peña y Alcocer, y las dos partes del término y del montazgo y la tercera parte que finque al Maestre de Calatrava y con todas sus poblaciones y con todos sus villares y con todos los castillos, yermos o poblados que en estos términos yacen y con todas las derechuras, así como las cartas del Arzobispo que dicen que di a vos, con montazgos y con portazgos y con herbazgos y con fuentes y con ríos y con montes, con dehesas y con aguas y con pastos, con entradas y salidas, cumplidamente y plenariamente. Y todo esto vos vendo y vos apodero con ello por cuarenta y cinco mil moraventinos alfonsíes, que me disteis y otorgo que soy pagado de ello..." El precio de la venta es de 45.000 maravedíes alfonsíes. Así se origina el Señorío Municipal de los “propios y Montes de la ciudad de Toledo”, conformado por un total de 16 poblaciones. Con la compra de estos territorios a la corona, Toledo pasa asumir el control de la Hermandad de los Montes de Toledo –la milicia militar de los aldeanos de la zona-, integrándose en ella colmeneros y ballesteros, en su mayor parte mozárabes toledanos que tenían propiedades o colmenas en los montes. Esta situación imprime a la institución un carácter casi gremial. 4.3. Carta Puebla de Yébenes de Toledo El 24 de Septiembre de 1258, el concejo de la ciudad de Toledo concede a Los Yébenes de Toledo su carta puebla o fuero jurídico. Se trata del documento que sirve para regular los términos y las bases sobre las que habría de regirse la población. El fuero dado a Los Yébenes, como el otorgado a los otros pueblos de los Propios y Montes de la ciudad de Toledo, establece una especie de feudo concejil, bajo una jurisdicción especial para este dilatado territorio. La presión fiscal ejercida por Toledo sobre los pueblos de la jurisdicción se convirtió en los siglos siguientes en la fuente principal de riqueza de la ciudad. Tributos como el dozavo (pago anual de la décima parte de lo producido), el portazgo (impuesto de paso por determinados caminos), el acogido de ganados (impuesto pro trashumancia) o el entresaco de montes (tasa por corte de leña y carboneo) mantenidos hasta el siglo XIX, mantuvieron en la pobreza a las gentes de los montes de Toledo. La versión que ofrecemos procura espetar (¿?) (significa decir a alguien de palabra o por escrito algo causándole sorpresa o sobresalto) el texto primitivo, actualizando sólo ciertas palabras, que por su grafía pudieran resultar extrañas: Fuero concedido a los pobladores de Yébenes por el concejo de Toledo, aclarando y ampliando al otorgado por el privilegio de 24 de septiembre de 1258. <<Este es traslado de una carta de previllejo escripta en pergamino e sellada con sellos de cera con cuerdas de seda colgadas, de la qual dicha carta es su tenor della este que se sigue: >> Sepan cuantos esta carta viesen como nos los Alcaldes e el Agualcil e los Caballeros e hombres buenos de Toledo, estando ayuntados en la Iglesia Catedral de Santa Maria de Toledo por combite de los nuestros fieles, según que lo avemos de uso e de costumbre, otorgamos que por que vos el concejo e los hombres buenos de Yevenes, nuestros hijos, nuestros vasallos, nos pedistes merced diciendo en como aviades privilegio vos fue dado sellado con los nuestros sellos de los Alcaldes e el Alguacil, como siempre fue a es costumbre de Toledo, el cual paresce que fue fecho en veinte e cuatro dias del mes de setiembre, era de mil e doscientos e noventa e seis años, e eran Alcaldes Mayores de Toledo a esa sazon don Garci Yanes e don Gonzalo Yanes, el Alguacil, Ferrant Gudiel, el cual privilegio nos fue mostrado el traslado firmado cuanto por el parescia que era muy antiguo e las razones de él non eran tan declaradas como cumplen e otro-si por que entendimos que cumple añadir en él, alguna cosa por que cumple asi a nuestro servicio e a pro del dicho concejo, del dicho nuestro lugar, mandamoslo fazer e declarar en la manera que aquí se dirá: >>1.º Primeramente por vos fazer bien en merced asi a los que agora y sodes poblados en el dicho lugar de Yevenes como a los que y poblasen de aquí a delante otorguemos que vos el concejo de dicho lugar que escojades dos Alcaldes e un Alguacil cada año de los mejores hombres dende que lo sean por nos, e si por ventura vos non avinieseis en el fazer, que lo fagais saber a los nuestros fieles por que ellos con acuerdos de hombres buenos del dicho nuestro lugar fagan Alcaldes e Alguacil a los quales entendieren que serán por ello. >>2.º Otrosi todo hombre morador en Yevenes que oviese contia quasenta maravedis o mas, que peche cada año a nos tres maravedis; e el que oviese contia de veinte maravedis que peche quince dineros e si fuese pastor o collaco o quintero de algun vecino donde siendo su paniaguado que non peche este pecho. E que los alcaldes que fueren de cada año en el dicho lugar sean tenidos de lo coger e lo den a los nuestros fieles e aquien les enviaremos mandar. >>3.º Otrosi, el vecino del dicho lugar que toviese caballo de silla que vala fasta contia de doscientos maravedies e dende arriba, que sea escusado de pecho. >>4.º Otrosi, cualquier que viniese a poblar el dicho lugar de nuevo, que sea escusado de pecho de lo que anos pertenece por diez años e que a la saxon que y viniese a poblar, que los Alcaldes que y fuesen a esa sazon que reciban destos atales que asi vinesen a poblar de nuevo fiadores cuantiosos e abonados que planten en termino del dicho nuestro lugar dos arrancadas de viña del dia que viniese fasta dos años, e si lo non fiziesen así, que pechen en pena para nos doscientos maravedis e todavía que sea tenido de plantar la dicha viña. >>5.º E otrosi, que fagan e cumplan e sean tenidos de fazer e cumplir todo lo que los otros vecinos del dicho lugar son tenidos según su poder; e si los alcaldes no reciviesen los dichos fiadores, como dicho es, que quellos sean tenidos de pagar e cumplir por ellos todo lo que dicho es. >>6.º E cualquier que cayese en calumnia e fiziese otro malfecho alguno, si el alguacil del dicho lugar lo quisiera prender e se le defendiese queriéndolo prender, que todos los vecinos del dicho lugar que el llamare para esto sean tenidos de ir con el a lo ayudar a cumplir su oficio, e quantos asi fuesen llamados e non quisieren ir con el que peche cada uno de ellos por cada negada seis maravedis, probándolo que lo llamo e que oyo la voz del apellido e non quiso ir alla, e si que lo non podiese provar cada uno de ellos sea quito por su jura. Otrosi, mandamos que los Alcaldes del dicho lugar que libren los pleitos que antellos acaecieren fasta en cuantia de cincuenta maravedis a non mas a si contra el que juzgase pidiese vista que lo vean con hombres buenos del lugar, que sean tenidos los Alcaldes de que lo ver e las partes que finquen por ello, a la parte que por ello non estuviese que peche seis maravedis e finque por ello, e que estos dichos seis maravedis que ser partan por tercios en esta manera: Que hallamos nos el un tercio e los Alcaldes del lugar el otro tercio e el querellose el otro tercio; e le cincuenta maravedis arriba, si alguno quisiese apellar que pueda apellar ante los nuestros fieles e los Alcaldes sean tenidos de le otorgar la apelación, e se los otros fieles hallasen que non juzgaron bien, libren ellos el pleito como hallasen por fuero e por derecho e el vencido pague las costas. >>7.º E ningun vecino del dicho lugar non sea osado de emplazar a otro vecino del dicho lugar ante los dichos fieles si non fuese por apelación e alzada, como dicho es e el que lo fiziese peche todo cuanto daño e menoscabo le viniese por la dicha razon. >>8.º Otrosi, mandamos que cualquier vecino del dicho lugar que non fuese contioso en contra de la demanda que le demandasen quien sean de calumnia e o de otra cosa cualquier, que non seatenido de dar fiadores; a el que non fuese contioso de la demanda que fiziesen, dando fiador contioso non sea preso por la dicha razon. >>9.º Otrosi, todo vecino o morador del dicho lugar pueda fazer de lo suyo lo que quisiere, tambien en vender como en comprar e en empeñar e cambiar a hombre llano labrador tal como el que faga o cumpla lo que dicho es según el mesmo, e que non venda nin enajene cosa de lo que oviese a caballero nin a dueña nin a doncella nin a escudero nin a ningun vecino de Toledo nin a clerigo nin a hombre de orden nin de religión nin a judio nin a moro, salvo a hombre llano labrador tal como el, que more en el dicho lugar, que faga e cumpla lo que dicho es, e si lo vendiese a cualquier de los que dichos son, si non a hombre llano labrador como dicho es, quello comparare que lo pierda e sea nuestro para facer de ello lo que fuere nuestra merced, e el que se lo vendiese que peche a nos en pena a tantos maravedis como fuere la valia dello. >>10.º Otrosi, mandamos que todos los ordenamientos quel concejo e oficiales del dicho lugar ordenasen que sea a pro del concejo, que valan esean firmes todavía non siendo contra los nuestros derechos nin contra parte dellos, e si lo fiziesen contra los nuestros derechos e rentas que non valan. >>11.º Otrosi, qualquier que cayeren en calonnia o en omecillo por matar a otro, que se parta en dicho omecillo e calonna en esta manera: que sea para nos el tercio, e el tercio para los alcaldes e el Alguacil del dicho lugar el otro tercio para el que querelloso. E mandamos que todas las calunnias que acaecieren que sean libradas según fuero de Toledo e otorgemosnos fuero en todos los pleitos e demandas e calunnias e para todas las otras cosas que entre vos acaecieren que sean libradas por el fuero de Toledo. >>12.º Otrosi, todo hombre que matase a otro que sea dado por enemigo de los presentes fasta en cuarto grado, a aquellos nuestros fieles fagan sobre ello justicia aquello que fallasen por fuesto e por derecho, o que salga e la tierra por cinco años e que non entre en termino del dicho lugar por el dicho tiempo, e si probado fuese que entro en el termino, que peche por cada vejada setenta y don maravedis, que todo hombre que lo acojiese en su casa que peche por cada vez otros setenta e dos maravedis, probándoselo con dos testigos, e si non que lo pudiese probar que se salve por su jura; a estos dichos maravedis delas calunnias que acaeciesen en dicho caso que sea el tercio paranos, e otro tercio del Concejo de dicho lugar e el otro tercio del querelloso. >>13.º E mandamos que todas estas cosas sobre dichas e cada una delas que en esta nuestra carta se contienen, que sean firmes e valederas para siempre jamás, o si el privilegio sobre dicho que fuese dado al dicho concejo primeramente dela dicha población pareciese en cualquier manera e tiempo, o traslado del asuado e firmado o en otra manera qualquier, que nonvela nin faga fe en ningun tiempo, que nos lo damos por roto e por ninguno e non queremos que vala sinon esta nuestra carta que agora vos damos en la dicha razon. E por que esto sea firme e cierto mandemos vos dar esta carta nuestra sellada por los nuestros sellos de los Alcaldes e el alguacil de cera colgados, como siempre fue e ese uso le construmbre de Toledo; la carta leida dadsela. Dadaen Toledo primero dia de mayo era de mil e quatro cientos e nueve años. >>Fecho sacado fue este traslado de la dicha carta original en Yevenes diez e seis dias del mes de enero, año del Nacimiento de Nuestro Salvador Ihesus Christo de mil a quatrocientos e diez e seis años. Testigos que fueron presente e lo vieron e oyeron leer e concertar con la dicha carta original, onde fue sacado, Juan Garcia Escribano, e Juan Martín, vezinos de Yevenes e otros. E yo Pero Gomes, Escribano publico en el dicho lugar de Yevenes, en la parte de la muy noble ciudad de Toledo fui presente a todo lo que sobre dicho es en uno con los dichos testigos e vi leer la dicha carta original onde este traslado fue sacado e lo concerte con ella ante los dichos testigos, e es cierto; el cual dicho traslado va escrito enun pliego de un pedazo de papel e cosido con una nacia de papel en las juntaduras, e en las espaldas firmado de mi nombre e so testigo e ago aquí este mio signo a tal en testimonio de verdad. 4.4. Religiosidad En 1350, aproximadamente se construye en Los Yébenes la ermita de la Soledad, junto con el aledaño Hospital de Caridad de San Carlos, hoy desaparecido. Pero lo realmente importante es la fundación de la cofradía de San Sebastián y San Fabián, protectores contra la epidemia de peste que afecta al pueblo desde 1437. El culto a San Sebastián ha estado siempre unido al de San Fabián. Los martirólogos más antiguos ponían ya juntos sus nombres y juntos permanecen aún en las Letanías de los santos. San Sebastián fue por excelencia el santo más invocado para que protegiera a los pueblos de epidemias, especialmente de la peste. El culto a San Sebastián como protector contra la peste data de muy antiguo. En el año 680, la ciudad de Roma estaba infectada de esta epidemia y los ciudadanos construyeron un altar con la imagen del santo en la basílica de San Pedro. La gente fue a invocarle y, según se dice, la peste cesó de inmediato. Este hecho se divulgó rápidamente por todo el mundo y desde entonces fue invocado en todas partes. También recibieron la ayuda del santo ciudades tan importantes como Milán (1575) y Lisboa (1599). En España son innumerables las ermitas y capillas dedicadas en su honor y muchos templos parroquiales tienen una imagen o un altar de San Sebastián. Fue habitual en el siglos del XV al XVII, que muchas poblaciones afectadas por la peste en España se ampararan a San Sebastián y realizaran un Voto (promesa) si el santo los liberaba de dicha epidemia. Es por este motivo que el día de San Sebastián (20 enero) se celebran en muchas localidades oficios religiosos para agradecer al santo su intercesión ante Dios. No obstante las amenazas de persecución, el Papa San Fabián (236-250) organizó el cuadro religioso de la Roma cristiana, dividiendo la ciudad en siete distritos, administrados cada uno por un diácono. Fue una de las primeras víctimas de la persecución de Decio, quien lo consideraba como enemigo personal y rival suyo. El fin de siglo en Los Yébenes se recuerda tristemente por los sucesos acaecidos en 1490 frente a las puertas de la iglesia (supuestamente Santa María) cuando los yebenosos Martín y Pedro Gómez matan a cuchilladas al cura párroco de Santa María en Yébenes de Toledo.