juventud rebelde JUEVES 01 DE SEPTIEMBRE DE 2016 INTERNACIONAL 03 Brasil: La historia va a ser implacable con los golpistas La presidenta Dilma Rousseff, destituida por 61 votos del Senado, ratifica que continuará en la lucha por construir un mejor futuro. No pudieron inhabilitarla políticamente, como también pretendía la derecha. Michel Temer, el golpista, corrió a prestar juramento. Crece el rechazo continental al golpe BRASILIA, agosto 31.— La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, destituida por un golpe parlamentario este miércoles cuando el Senado votó 61 a 20 para deponerla de sus funciones, ratificó que continuará en la lucha. «En estos momentos no voy a decirle adiós a ustedes, tengo seguridad en que puedo decir hasta pronto, dentro de muy poco sé que voy a asumir otras tareas. A partir de ahora yo lucharé incansablemente para poder continuar construyendo, para poder tener un futuro», expresó en conferencia de prensa en la que se presentó vestida de rojo, el color del Partido de los Trabajadores. También señaló que como mandataria no huyó de sus responsabilidades y trabajó por combatir la miseria. «Vencí muchas de esas luchas y en estos momentos respiro ahora para decirles: no quisiera estar en el lugar de los que se creen vencedores. La historia va a ser implacable con ellos, como ocurrió en décadas pasadas», aseveró en transmisión de Telesur, mediante la cual envió un mensaje a quienes le dieron fuerza y cariño. «No estamos alegres, pero ¿qué razón tendríamos para estar tristes?», inquirió Rousseff. «Un abrazo a los brasileños y a esos hombres y mujeres que comparten la democracia y creen en la justicia en todas sus formas», añadió Dilma, quien estaba arropada por decenas de simpatizantes, exmiembros de su gobierno y legisladores del Partido de los Trabajadores, dijo EFE. A la Presidenta se le acusaba de emitir créditos sin la autorización del Congreso y de retrasar el pago a bancos públicos del país para financiar programas sociales, acciones que no constituyen un crimen de responsabilidad, figura establecida en la Constitución como móvil para la destitución de un mandatario y que fue la causa que se le imputó. Pero nada pudo probarse. Los argumentos de acusación contra la Presidenta obviaron el informe de auditoría presentado por técnicos del Senado, que indicaban que las denuncias contra Rousseff no tenían bases y que no constituían un crimen de responsabilidad, comentó AVN, y no presentaron ninguna evidencia de delitos de corrupción ni crímenes de responsabilidad. No obstante, no avanzó el propósito de alejarla durante ocho años de la vida política mediante la inhabilitación, pues un recurso presentado por el Partido de los Trabajadores logró dividir en dos la votación, y esa no obtuvo los dos tercios de los sufragios necesarios. Vestida con chaqueta roja, el color del PT, Dilma envió un mensaje de lucha a quienes le dieron fuerza y cariño. Foto: EFE UN TEMER APRESURADO Diez minutos duró la ceremonia en que Michel Temer asumió en el Congreso, copartícipe del golpe, como «presidente» de Brasil hasta 2018, cuando finaliza el mandato para el que Dilma Rousseff fue electa por 54 millones de votos burlados con la maniobra que la depuso. «Prometo mantener, defender y cumplir la Constitución, observar las leyes, promover el bien del pueblo brasileño», dijo Temer al jurar como mandatario a las 16.48 horas de Brasilia (21.48 GMT) en sesión especial del Congreso que está integrado por 81 senadores y 513 diputados, reportó ANSA. También con premura trataba de borrarse la figura de Rousseff, aunque ello es inherente a su legado. Apenas dos horas después de ser destituida mediante la maniobra golpista, los retratos oficiales de Dilma con la banda presidencial comenzaban a ser retirados de los despachos del Palacio de Planalto, la sede del ejecutivo, reportó EFE. Mientras, Renán Calheiros, presidente del Senado y uno de los políticos pesquisados por corrupción, y el titular del Supremo Tribunal Federal, Ricardo Lewandowski, tomaban el juramento al mandatario interino desde el 12 de mayo pues era el vicepresidente de Dilma, pero no hubo imposición de la banda presidencial. Tampoco hubo paseo en carro descapotable por la Explanada de los Ministerios, ni discurso desde el balcón del Planalto, que suponen el saludo al pueblo. Temer, del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), actuó desde que asumió interinamente como si fuera un presidente legítimo, y comenzó a subvertir el programa de gobierno votado por los brasileños que le dieron un segundo mandato a Dilma en 2014. Tan evidente ha sido el proceso golpista que EFE reportó este miércoles que, inmediatamente después de tomar posesión, Temer reunió a sus ministros y exigió que desmonten la tesis del «golpe». «A quienes les digan golpistas, respondan golpistas son ustedes, que están en contra de la Constitución», declaró, sin argumentos. En esa primera reunión, a su gabinete ministerial —donde también hay sindicados por corrupción—, les dijo: «Hoy inauguramos una nueva era de dos años y cuatro meses. Tenemos que salir de aquí con un aplauso del pueblo brasileño», le citó AFP. Apuntó también EFE que la ceremonia de toma de posesión fue más breve que el tiempo que le llevó a Temer atravesar los pasillos del Senado, abarrotados de sus partidarios, y los describía así: «en su gran mayoría políticos hombres, blancos, entrados en canas y uniformados en trajes oscuros, a los que saludó casi uno por uno». Ni siquiera se atrevió a entrar por la rampa del Congreso, que es la principal y solemne entrada de la sede legislativa, y se introdujo discretamente por un lateral que llaman la «sombrerería», acceso donde sus señorías dejaban los sombreros hace décadas. La imagen fue similar a la investidura del Gobierno interino designado por Temer el pasado mayo, en el que no nombró a ninguna mujer, ni a ningún negro entre 28 ministros, motivo por el que fue muy criticado por sus opositores, recordó EFE. PRESENTARÁN RECURSOS ANTE CORTE SUPREMA El abogado de la presidenta destituida, José Eduardo Cardozo, anunció que presentará al menos dos recursos ante el Tribunal Supremo contra la decisión del Senado de destituirla y de sustituirla por Michel Temer, su vicepresidente, porque no hubo justa causa para la decisión. «Presentaremos en principio al menos dos recursos. Uno este mismo miércoles y otro en algunos días», anunció Cardozo en declaraciones que concedió a periodistas poco después de la decisión del Senado, dijo EFE. Adelantó que alegará que el derecho de defensa de la mandataria fue cercenado en diversas etapas del proceso que comenzó en diciembre pasado, cuando la Cámara de Diputados aceptó los trámites para iniciar el juicio. La Cámara era presidida entonces por el acérrimo enemigo de Dilma, Eduardo Cunha, del PMDB, quien fue suspendido de sus funciones poco después por corrupción. No pocos analistas señalan que lo implementado contra Dilma demuestra las limitaciones de la democracia brasileña que, sin embargo, pretendieron enaltecer en sus discursos algunos de los senadores que usaron de la palabra durante este largo e insólito juicio político. Algunos reportes recordaron que el 60 por ciento de quienes votaron está acusado o bajo proceso por acusaciones ligadas a temas en torno a corrupción. También se sabe que detrás de esta jugada sucia ha estado la oligarquía, temerosa de perder sus privilegios. CONDENA REGIONAL Mientras, como era de esperar, el ejecutivo argentino presidido por Mauricio Macri se apresuraba en reconocer «el proceso institucional en Brasil», otros Gobiernos latinoamericanos condenaban el golpe de Estado y llamaban a consultas. El Gobierno de Venezuela, que expresó en un comunicado su condena categórica al golpe, su solidaridad con Dilma, y aseveró que mediante la maniobra que dio al traste con su mandato «peligrosamente se ha sustituido ilegítimamente la voluntad popular de 54 millones de brasileños, violentando la Constitución y alterando la democracia en este hermano país», aseveró el texto, que llamó lo ocurrido como «traición histórica» contra su pueblo. «Este golpe de Estado parlamentario forma parte de la embestida oligárquica e imperial contra los procesos populares, progresistas, nacionalistas y de izquierda, cuyo único fin es restaurar los modelos neoliberales de exclusión social y expoliación de nuestras riquezas naturales que trajeron consigo pobreza y atraso para nuestros pueblos, y acabar así con los modelos de genuina democracia y de integración unitaria de la región», denunció. De similar manera procedió el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien calificó la destitución de Rousseff como «una apología del abuso y la traición». «Jamás cohonestaremos estas prácticas, que nos recuerdan las horas más oscuras de nuestra América», dijo Correa en su cuenta de la red social Twitter y calificó la decisión del Senado del Brasil como «una apología al abuso y la traición», al tiempo que manifestó «toda nuestra solidaridad con la compañera Dilma, con Lula, y con todo el pueblo brasileño». Desde La Paz también se conoció la condena a lo acontecido en Brasil del presidente boliviano Evo Morales, quien convocó a su embajador en Brasilia, reportó EFE, y condenó «el golpe parlamentario contra la democracia brasileña. Acompañamos a Dilma, (el expresidente Luiz Inácio) Lula (da Silva) y su pueblo en esta hora difícil», escribió en su cuenta en Twitter. Por su parte, Nicaragua repudió igualmente «el golpe de Estado parlamentario» y señaló que con la culminación de ese proceso «se está declarando de muchas maneras la apertura de una etapa difícil para el pueblo brasileño, donde se habla del regreso de las políticas neoliberales». Uno de los primeros en pronunciarse fue el Gobierno Revolucionario de Cuba, que rechazó enérgicamente el golpe de Estado parlamentario-judicial contra Rousseff, y lo calificó como «un acto de desacato a la voluntad soberana del pueblo que la eligió». Por su parte, la bancada progresista del Parlasur expresó su total rechazo, y aseveró en un comunicado que «No hay más democracia en Brasil». «América del Sur otra vez laboratorio de la derecha más extrema (…) Nueva forma de violentar la soberanía popular», alertó en su cuenta en Twitter la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner. Como el de Argentina, el Gobierno de EE. UU. avaló el golpe, al considerar que la destitución de Dilma se produjo dentro del «marco constitucional» del país, por lo que dijo «respetar» la decisión del Senado y prometió que trabajará con el nuevo mandatario, señaló EFE.