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MICROCRÉDITOS PARA EL DESARROLLO
Jornadas Internacionales:
“Microcréditos para el desarrollo. Asia y África”
Discurso Inaugural a cargo de Muhammad Yunus.
Fundador del Grameen Bank y galardonado con el premio
Nobel de la Paz
ASIA Y ÁFRICA
Estamos en un momento clave para el desarrollo de los microcréditos.
Es algo en lo que todos los que tenemos algún tipo de relación con
la Microcredit Summit Campaign estamos de acuerdo. Es por eso,
precisamente, que estuve encantado al saber que Casa Asia y Casa
África habían optado por tratar la cuestión de los microcréditos en
España. Para mí, y para muchos de los que trabajamos en microfinanzas,
Su Majestad la Reina Sofía ha sido una inspiración a lo largo de los años.
No sólo aquí, en todos los rincones del mundo, allí donde ha habido una
reunión o un encuentro sobre microcréditos nos ha acompañado. Sé que
sigue la evolución de cumbres como la de Bali 2008 con atención y por
ello estoy convencido de que su presencia nos seguirá inspirando en la
edición de la Global Microcredit Summit del año 2011, que esperemos
pueda celebrarse en España. El mundo entero se encontrará de nuevo
para celebrar dicho evento y fijar los objetivos para los siguientes cinco
años. Será una gran ocasión para hacer que el mundo se reúna con el
objetivo de conseguir nuestro sueño más deseado: sacar a los más pobres
de la pobreza. Es precisamente eso lo que define a los microcréditos.
No son bancos, no son dinero, son el esfuerzo de sacar a la gente de
la pobreza. Después del camino recorrido, a veces, debemos pararnos
a mirar atrás para preguntarnos: ¿realmente la gente está saliendo
de la pobreza? La experiencia nos dice que sí. También nos enseña el
papel instrumental que juegan las mujeres: ellas pueden transformar sus
familias y sus pueblos. Todo esto es posible.
Hablaba de la importancia del momento para las microfinanzas. Una
importancia que nace, en parte, del actual periodo de crisis en el cual
destaca también la crisis de los alimentos. Los precios han aumentado un
100%, es decir, se han doblado. La gente que está en la parte más baja
de la cadena de ingresos se gasta casi todo su dinero en comida, porque
ese es el primer elemento de necesidad. Con el mismo dinero con el que
una familia podía comprar antes una cantidad X de comida, ahora sólo
consigue la mitad. La otra mitad les falta y esto está creando una gran
presión en las familias pobres. Hay que actuar para ajustar esta disparidad.
Debemos preguntarnos cómo podemos hacer que los pobres hagan
frente a esa crecida en los precios de los alimentos. Y lo especialmente
preocupante es que no estamos ante un fenómeno temporal. No es algo
que solo haya pasado en 2008 por culpa de sequías o de inundaciones.
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Es algo permanente. Es un elemento que tenemos que empezar a pensar
que se ha incorporado a nuestras vidas, puesto que el sistema que hemos
desarrollado nos ha llevado a ello. Así que, hasta que no demos la vuelta
a todo el sistema, el problema de la escalada del precio de los alimentos
seguirá estando con nosotros. De ahí que debamos hablar, con urgencia,
de sistemas financieros para los más pobres.
Nos encontramos en la mitad del periodo marcado para conseguir
llegar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio; la fecha límite es el 2015.
En la consecución de estos objetivos, no hay duda, que la situación
del precio de los alimentos y la crisis en la oferta alimenticia tienen,
o más bien pueden tener, un gran impacto. Debemos, por lo tanto,
organizarnos rápidamente para que podamos superar este impacto y
seguir llegando al objetivo de reducir a la mitad la pobreza en el año
2015. De nuevo voy a poner el ejemplo de Bangladesh en donde se está
progresando decididamente en la reducción a la mitad del número de
personas pobres. Cada año, algunos años más que otros, se repiten las
estadísticas y confirman que se está tomando el camino correcto para
llegar al objetivo en el año 2015. Sin embargo, la reciente crisis nos ha
cogido por sorpresa y nos está obligando a una reorganización para
volver a seguir la línea correcta. La evolución del año 2009 se presenta
clave para ver qué sentido tomará la crisis. De aquí lo importante del
encuentro de la FAO en Roma, para el cual se han elaborado varias
propuestas. Lo fundamental es que entendamos que todos los países
deben prestar atención ya que, aunque algunos países estén sufriendo
más que otros, estamos ante un fenómeno global, al cual hay que hacer
frente con rapidez. Hay que dejar claro que los microcréditos pueden
ser un componente decisivo en cualquier estrategia.
En Bangladesh he podido ver lo difícil que resulta llevar comida a casa,
incluso para aquella gente con unos ingresos fijos, para los que tienen
un sueldo. Los sueldos no están subiendo tanto como quisiéramos y,
sin duda, no para igualar la subida de precio de los alimentos. Así que,
gradualmente, la cesta de la compra se va haciendo más y más pequeña.
Y hablamos de Bangladesh, prototipo del sector microfinanciero, en donde
los microcréditos han probado ser muy útiles en situaciones similares. El
80% de las familias tienen acceso a los microcréditos y cada semana se
consigue llegar a más y más familias. Espero, de hecho, que podamos
llegar al 100% de las familias bangladeshíes. El acceso al crédito tiene
múltiples beneficios. Para empezar, las familias no se ven totalmente
incapacitadas ante las eventualidades, puesto que desde instituciones
como el Grameen Bank podemos proporcionar el líquido que puedan
necesitar. Una vez que se entra en el mundo de los microcréditos suelen
suceder dos cosas. Las familias pasan a tener dinero en metálico y tienen
que aprender a manejarlo, incluyendo aprender a superar los problemas
que pueda conllevar su posesión. Sin el poder adquisitivo en sus manos,
tenían, indudablemente, muchos otros problemas. Ahora pueden empezar
a crear negocios y ayudarse a salir de la pobreza. Al mismo tiempo obtienen
un cojín en forma de ahorros, porque los microcréditos son también un
proyecto de ahorros. Se intenta que las familias tengan ahorros para poder
volver sobre ellos en caso de necesidad. Este punto nos devuelve a la
importancia del sector: antes de que sea demasiado tarde debemos llevar
los servicios financieros a los más pobres para que tengan la habilidad de
maniobrar en una situación de crisis como la actual. Lo vemos cada vez
que hay inundaciones o un ciclón en Bangladesh. El pasado año, de hecho,
nos invitaron a China, poco después del gran terremoto en Sichuan. Las
autoridades estuvieron en contacto con nosotros para ver cómo se podrían
implantar, de forma rápida, programas de microcréditos en la zona. Aquí
tenemos la prueba de que, en tiempos de crisis, las microfinanzas son útiles.
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Al implantar proyectos microfinancieros no sólo se generan ingresos
para los más pobres, también se contribuye al empoderamiento de
las mujeres, a la mejoría de la salud de los más pequeños… Desde
el Grameen Bank nos hemos concentrado últimamente, también, en
cuestiones relacionadas con la salud, como son la eficiencia de las
vitaminas para los niños o en los sistemas de saneamiento. En este último
punto, por ejemplo, he decir que en Bangladesh se ha conseguido
que en todos los hogares haya sistemas de saneamiento básicos que
evitan que las familias se conviertan, involuntariamente, en causantes
de la expansión de enfermedades entre su comunidad. El proyecto
de instalación de letrinas saneadas en todos los hogares parte de una
iniciativa microfinanciera. El número de actuaciones que llevamos a
término, así como la variedad de la tipología es grande: el control del
número de hijos por familia, la cantidad de tipos de enfermedades,
la calidad del agua potable… Aquí, de nuevo, con el caso del agua
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potable en Bangladesh, hemos aprendido una lección de cómo hay
que iniciar proyectos exitosos. El acceso al agua potable había formado
parte de los paquetes de ayuda desde hace años. De hecho, desde el
Grameen Bank apoyamos la colocación de pozos que permitieran la
extracción de agua realmente potable en las comunidades… aunque a
la larga el proyecto acabó siendo perjudicial. Los pozos que promovimos
con tanto empeño se convirtieron en fuente de más miseria. Las cubas
que ayudamos a instalar estaban produciendo agua con grandes
cantidades de arsénico. Hasta el punto de que el agua extraída no era
potable en muchos casos. Después de pensar que habíamos acabado
con el problema de la insalubridad del agua, tuvimos que volver a las
comunidades para cambiar el sistema e instalar nuevos pozos que, esta
vez sí, proporcionan agua realmente potable.
en proceso de crear hospitales, centros de formación y de investigación
para formar a nuestros propios doctores que van a querer quedarse en las
zonas en las que despleguemos nuestros proyectos de cobertura. El sistema
deberá ser de tal manera que incentivaremos a los doctores a quedarse y
les plantearemos opciones de futuro para que puedan ver que no deberán
pasarse toda la vida en el mismo lugar en el que han comenzado su trabajo.
Lo haremos porque creemos que la sanidad es algo esencial.
Otro producto que introdujimos hace algún tiempo como parte de nuestro
paquete de microcréditos fueron los seguros médicos. Y, modestamente,
hay que reconocer que tuvimos mucho éxito, aunque como en el caso
del agua potable, el tiempo y la práctica nos enseñaron las limitaciones.
Al principio sólo fue necesario que tomáramos un euro y medio por año
y por familia como prima para poder dar cobertura médica a todo un
hogar. Creamos una red de doctores, de enfermeras y de paramédicos.
Abrimos 38 centros en Bangladesh que proporcionaban cobertura a la
gente que había contratado los paquetes. La gente estaba contenta
y también nosotros. Incluso llegamos a la viabilidad económica porque
se estaban cubriendo los costes con los ingresos. Con un euro y medio
que pagaban las familias podíamos pagar los servicios prestados.
El problema que surgió no partía de cuestiones financieras sino de
recursos humanos. Nos resultó imposible mantener a los doctores en los
pueblos. Tras un tiempo trabajando en zonas rurales todos reconocían
que querían asentarse en la capital, porque ahí es donde estaba el
éxito y el dinero. Este fue el problema al cual tuvimos que hacer frente.
De ahí que, en una nueva fase del proyecto, nos gustaría llegar a crear
un programa paralelo.
Buena parte del debate en los ministerios, en los periódicos y en los centros
de creación de política pública se ha centrado en los últimos meses en
cómo se puede incrementar la productividad agrícola. Esa parece ser
la cuestión principal a solucionar para acabar con la crisis del precio
de los alimentos. Con el aumento de los costes estamos viendo que se
evapora la felicidad de aquellas personas que habían empezado a salir
de la pobreza. Cuando, por primera vez, una familia empieza a salir de
ella lo único a lo que aspira es a poder llegar a disfrutar de la vida. Uno
de los primeros placeres que las familias quieren darse es comer algo
mejor: los hogares empiezan a consumir más cantidad de comida de la
que consumían antes. Por lo tanto, en la ecuación oferta y demanda, si
hay más familias que salen de la pobreza y aumentan su consumo total,
pero el volumen de la oferta se mantiene constante, nos encontramos
ante un desequilibrio. Aquí pues tenemos una de las muchas causas del
incremento de los precios. Pero no lo tomemos como algo negativo, y
busquemos la parte positiva. ¿Por qué no disfrutar de la vida, aunque
sólo sea con una ligera mejoría en la alimentación? Para ello, insisto,
se ha centrado el debate en la necesidad de mejorar la productividad
de la agricultura. No obstante, tratando de ir un poco más allá, quisiera
subrayar que los servicios bancarios relacionados con la producción
agrícola, lo que llamaríamos banca agrícola, no se ha desarrollado en
profusión. Creo que ha llegado el momento de llevar la experiencia de
los microcréditos al sector de la banca agrícola para poder avanzar.
Hemos demostrado que los microcréditos llevan los servicios financieros a
los pobres y, partiendo de esta idea, queremos crear un sistema que lleve
a los pobres los servicios médicos de un modo asequible. Estamos, pues,
La aplicación de lo que hemos aprendido en los microcréditos no
sólo está limitada al sector agrícola. Con el honorable ministro Miguel
Ángel Moratinos hemos hablado de la crisis de las “hipoteca basura”
en Estados Unidos y el problema que ha conllevado para el sistema
bancario mundial. El más sofisticado sistema bancario del mundo es el
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que ha creado la crisis actual. Se trata de una crisis en la que se está
en proceso de cancelar deudas por valor de varios billones de dólares,
simplemente, porque los bancos no hicieron bien su trabajo a pesar de
todos sus excelentes abogados y de sus avales.
Ambos ejemplos, la banca tradicional y la banca agrícola, nos deben
llevar a reflexionar sobre la necesidad imperante de gestar unos
servicios bancarios renovados, que tengan una frescura que ahora ya
no demuestran. Los microcréditos, sin avales, ni garantes, ni abogados,
pueden hacer que se paguen los préstamos casi en un 100% de los casos.
¿Qué es lo que hace tan grande a la banca tradicional que a pesar de
que sí que cuenta con avales y buenos abogados, tiene que dar por
perdidos billones de dólares? Este es el momento en el que debemos
revisar todo el sector y decidir cómo hay que organizar la banca a
partir de ahora. Todos estos asuntos aparecieron de golpe y eso nos va
a obligar a debatir la cuestión de forma mucho más profunda. Yo estoy
muy satisfecho de que aquí en España los bancos se hayan tomado las
microfinanzas como algo por lo que apostar, como en el caso de La
Caixa. Y no puedo más que agradecer a Su Majestad la Reina Sofía por
su labor en la promoción de los microcréditos. No me cabe la menor
duda de que es gracias a su trabajo que los bancos han tratado de
abrirse camino en el sector aquí en España.
Quisiera concluir con una petición. Como muy oportunamente me
recordó el embajador Ortiz, ex-Director General de Casa África, en la
cumbre del G8 en Heiligendamm (Alemania) en 2007, los países miembros
se comprometieron a crear un fondo destinado a los microcréditos
en África. Se anunció a bombo y platillo en los periódicos, se habló
mucho de ello, pero a día de hoy no he visto que se haya hecho ni una
sola acción para implementarlo. Así que no puedo más que pedir, una
vez más, a aquellos que tienen posibilidad de hacerlo, que traten de
reactivar la iniciativa. África necesita este fondo urgentemente, y aún
más en las actuales condiciones. Dedicamos mucho tiempo a elaborar
la propuesta y a presentarla ante los líderes del G8 en Heiligendamm. Se
acordó llevar hacia delante la iniciativa pero no ha habido respuesta.
Espero, sinceramente, que se actúe pronto.
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Jennifer Riria, Muhammad Yunus, Jesús
Sanz y Roshaneh Zafar
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