38-97 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las diez horas del día ocho de junio de dos mil. El presente proceso de amparo constitucional ha sido promovido por el abogado Fernando Antonio Carranza Aguirre, en su calidad de apoderado general judicial de la Universidad de El Salvador; contra actos del Consejo Superior de Salud Pública, que estima violatorios de derechos constitucionales de su representada. Han intervenido en el proceso, además de la demandante, el Consejo Superior de Salud Pública, y el doctor René Mauricio Castillo Panameño, como Fiscal de la Corte. Leídos los autos; y, considerando: I.- La actora en su demanda expuso esencialmente que el día dieciocho de noviembre de mil novecientos noventa y seis, el rector de Universidad de El Salvador recibió un escrito fechado en San Salvador, el catorce del mismo mes y año antes apuntado, firmado por el doctor Mauricio Mossi Calvo, Presidente del Consejo Superior de Salud Pública, en el que se le comunicaba que la Maestría en Salud Pública (Modalidad por Encuentros), anunciada por la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador, debía abstenerse de funcionar, en virtud de no haber sido autorizada por el Consejo Superior de Salud Pública, tal como lo establece el Art.14 literal ch) del Código de Salud. Sin embargo, afirma la demandante que conforme al Art.61 de la Constitución la Universidad de El Salvador goza de autonomía en los aspectos docente, administrativo y económico; no existiendo, consecuentemente, obligación de obtener autorización del Consejo Superior de Salud Pública ni de otro organismo para impartir dicha maestría; pues, los planes de estudio son aprobados por el mismo Consejo Superior Universitario. Por todo lo anterior, considera que se le está violando su autonomía docente y el derecho a no ser privada ni obstaculizada en el ejercicio de ésta sin haber sido previamente oída y vencida en juicio con arreglo a las leyes, arts.61 y 11 Cn. Se admitió la demanda, se declaró sin lugar la suspensión del acto reclamado y se pidió informe a la autoridad demandada, quien aceptó los hechos que se le atribuyen en la demanda. Conforme al Art.23 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, se mandó oír al Fiscal de la Corte para la siguiente audiencia, quien no la contestó. Se confirmó la denegatoria de la suspensión del acto reclamado y se pidió, de acuerdo al Art.26 de la ley de la materia, nuevo informe con las justificaciones pertinentes a la autoridad demandada; quien al evacuarlo expresó que el seis de noviembre de mil novecientos noventa y seis, en su novena sesión ordinaria, acordó hacer saber a la Universidad de El Salvador que debía abstenerse de impartir la Maestría en Salud Pública (Modalidad por Encuentro) hasta no estar autorizada para ello por dicha entidad y aprobados los planes de estudio. Y es que -afirman- el Art.14 literales c) y ch) del Código de Salud les faculta para autorizar la apertura y funcionamiento de los Centros de Formación Profesional relacionados con la salud del pueblo y señalar las mejoras a introducir en los planes de estudio, métodos de enseñanza y demás medios encaminados a los estudios de las profesiones y disciplinas relacionadas con la salud pública. Por otra parte, señalan que tal decisión fue tomada en razón que la Constitución de la República, en su Art.68 determina que será dicho Consejo quien velará por la salud del pueblo; asimismo, el Art.65 de la misma, establece que la salud de los habitantes constituye un bien público, por lo que el Estado es el encargado tanto de definir la política nacional de salud, como de controlar y supervisar su aplicación. Así -sostienen- el Consejo Superior de Salud Pública, para poder garantizar ese bien público verifica si las instituciones que imparten enseñanzas relativas a la salud llenan los requisitos exigidos por la ley, las normas de ética y de seguridad, necesarias para la consecución del mismo. Finalmente, aseveran que, si bien es cierto que la Universidad de El Salvador es una institución oficial autónoma, sus funciones deben desarrollarse en concordancia con las demás instituciones del Estado, respetando las jerarquías y atribuciones que a cada uno le competen; y en el caso de la salud pública, por ser un bien público primario, priva la potestad del Consejo para regular y controlar los planes de estudio, sobre la autonomía universitaria; pues dicha autonomía no puede calificarse propiamente como un derecho constitucional. Por ello -concluyen- el Consejo Superior de Salud Pública exige a todas las instituciones, sean públicas o privadas, que imparten estudios relacionados con la salud, cumplan con lo establecido por el Código de Salud, porque de lo contrario la enseñanza y los grados académicos ofrecerían sin sujeción a control y supervisión alguna, con lo cual se estaría violentando lo dispuesto por el Art.65 Cn., y afectando la salud de la población. De conformidad al Art.27 de la Ley de Procedimientos Constitucionales se corrió traslado al Fiscal de la Corte y a la parte actora. El primero, al evacuarlo, manifestó que la norma constitucional concede a la Universidad de El Salvador autonomía en el aspecto docente y administrativo; siendo su Ley Orgánica, la que desarrolla tal principio constitucional al regular y determinar expresamente los aspectos docentes sobre los cuales radica la autonomía de dicha universidad, cuyos perfiles clasifica específicamente y en forma taxativa. Agrega que la actuación de la autoridad demandada también tiene fundamento constitucional, como rectora y directriz de la conservación de la salud del pueblo y de los servicios médicos que se ofrecen. La parte actora expuso que es falsa la afirmación que la autoridad demandada hace en sus informes, que el Código de Salud le otorga la facultad para autorizar la Maestría en Salud Pública a impartirse en la Universidad de El Salvador y de aprobar los planes de estudios relacionados con la salud, pues -afirma- conforme a la Ley de Educación Superior basta que los planes de estudio sean aprobados por el Consejo Superior Universitario, sin intervención del Ministerio de Educación ni de ningún otro organismo estatal; lo anterior, en armonía con la autonomía docente que le garantiza la Constitución. De conformidad al Art.29 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, se abrió el proceso a pruebas, etapa procesal en la que ninguna de las partes aportó prueba. Con base en el Art.30 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, se confirió traslado al Fiscal de la Corte, a la demandante y a la autoridad demandada. El Fiscal de la Corte se limitó a ratificar los conceptos expresados previamente. La parte actora ratificó los argumentos expuestos en la demanda y añadió que conforme al Reglamento General de la Ley de Educación Superior las entidades estatales de educación superior elaboran y aprueban sus propios planes y programas de estudio, sin necesidad de someterlos también a la aprobación de otros organismos diferentes, en armonía con la autonomía docente que garantiza el Art.61 Cn. a la Universidad de El Salvador. La autoridad demandada manifestó que la Universidad de El Salvador confunde la autonomía con la independencia. Y es que -sostienen- su calidad de autónoma no la exime de la obligación de cumplir con las regulaciones que establezcan las demás leyes de la República; pues tal autonomía se refiere esencialmente al ámbito interno de su funcionamiento. Es más -aclaran- si se siguiera la misma línea de pensamiento de la Universidad de El Salvador, tampoco las instituciones privadas de educación superior, por gozar de autonomía de acuerdo al Art.22 de la Ley de Educación Superior, estarían obligadas a solicitar la autorización del Consejo Superior de Salud Pública para la apertura y funcionamiento de las carreras y profesiones relacionadas con la salud pública; lo que resultaría violatorio del precepto constitucional que atribuye a dicha entidad la obligación de velar por la salud del pueblo. Razón por la cual consideran apegada a derecho la resolución impugnada en el presente proceso; y concluyen solicitando se desestime el amparo interpuesto en su contra. Concluidos todos los actos de desarrollo, el proceso quedó en estado de dictar sentencia. II.- De manera previa al análisis de la pretensión, objeto de este proceso de amparo, esta Sala conviene exponer brevemente algunas nociones concernientes a la Universidad de El Salvador, a fin de determinar si como persona de derecho público puede ser parte activa en el proceso de amparo. Tanto la Universidad de El Salvador como las demás del Estado gozan, por imperativo constitucional, de autonomía en los aspectos docente, administrativo y económico. (Art.61 Cn.). Los principios generales para su organización y funcionamiento son desarrollados en su Ley Orgánica. Según el Art.2 de la ley en comento, la Universidad de El Salvador es una "corporación de derecho público que presta el servicio de la educación superior". De suerte que, dicha universidad, forma parte de la administración pública del país, específicamente del sistema educativo, al realizar y cumplir fines concretos, propios del Estado. Sin embargo, no siempre la Universidad de El Salvador ejerce funciones públicas, como en el presente caso, en que la autonomía docente no supone ejercicio de potestad pública, pues tal cualidad se refiere esencialmente al ámbito interno de su funcionamiento y no a la afectación de la esfera jurídica de los particulares. En virtud de lo cual, es válido plenamente, admitir su intervención como parte actora en el proceso de amparo. De modo que, en términos generales, gozan de capacidad para ser parte activa en un proceso de amparo, las personas de derecho privado, sean físicas o jurídicas y excepcionalmente las personas de derecho público, pero cuando no ejercen funciones públicas; a contrario sensu, cuando las entidades estatales actúan en ejercicio de potestad derivada de la soberanía, investidos de calidad pública, no pueden ser parte activa en el proceso de amparo. De lo expuesto en los párrafos precedentes puede colegirse que la intervención de las personas de derecho público como sujeto activo del proceso de amparo no puede hacerse de forma abstracta y general, sino que debe recurrirse al caso concreto; ya que cada caso es diferente, y por tanto, es necesario tener siempre presente la forma de actuación de la entidad estatal que pretende intervenir como sujeto activo del proceso. Por otra parte, conviene aclarar que si bien es cierto que la autonomía universitaria no puede calificarse propiamente de derecho constitucional, ni es aquélla una calidad inherente o esencial de una entidad universitaria; pero, en el caso específico de la Universidad de El Salvador, por decisión constituyente se le ha atribuido la calidad de autónoma. Lo anterior no supone el reconocimiento de derechos fundamentales a la Universidad; sino que, por así disponerlo el artículo 61 de la Constitución, es imperativo reconocer que la autonomía constituye parte integrante de su esfera jurídica. En consecuencia, es admisible que en este caso, esa persona de derecho público solicite amparo por transgresión a su autonomía. III.- Hecha la anterior precisión, corresponde ahora examinar la pretensión planteada por la universidad demandante. Al respecto, la parte actora reclama contra el acuerdo tomado por el Consejo Superior de Salud Pública en sesión ordinaria del seis de noviembre de mil novecientos noventa y seis; pues -estima- vulnera su autonomía docente reconocida en el artículo 61 de la Constitución, ya que con ello se pretende que dicha entidad universitaria se abstenga de impartir la Maestría en Salud Pública (Modalidad por Encuentros) por no contar con la autorización previa del Consejo. Al respecto, el Consejo Superior de Salud Pública, alega que de acuerdo a lo estipulado en el artículo 14 letra ch) del Código de Salud, la Maestría en Salud Pública que pretende impartir la Universidad de El Salvador, necesita autorización de manera previa y expresa por parte de ese Consejo. En virtud de lo cual, en sesión ordinaria celebrada el seis de noviembre de mil novecientos noventa y seis, dicha entidad acordó prevenir a la citada universidad que no podía impartir tal maestría sin la autorización respectiva. Y es que, para la autoridad demandada, la autonomía no exime a la Universidad de cumplir con las demás regulaciones establecidas en el ordenamiento jurídico, puesto que dicha Universidad no es un ente "independiente, libre y soberano". A fin de dictar una decisión ajustada a la normativa constitucional, este Tribunal estima conveniente exponer el proceso lógico de la presente decisión, para dejar evidencia tanto de los fundamentos fácticos como de los presupuestos jurídicos de la misma. Así, en aplicación al principio iura novit curia, se establece el iter lógico del análisis a llevarse a cabo, el cual se ajusta a la siguiente secuencia: (1) en primer lugar, se abordará el tema de la organización del Consejo Superior de Salud Pública y la atribución conferida a éste para autorizar la apertura y funcionamiento de los centros de formación profesional relacionados con la salud del pueblo; y, (2) en segundo lugar, la regulación normativa de la educación superior; y, (3) finalmente, la autonomía docente reconocida en la Constitución a la Universidad de El Salvador, sus alcances y limitaciones. 1. A partir de la Constitución de 1950, el Consejo Superior de Salud Pública aparece como el ente encargado de velar por la salud del pueblo (Art.209), precepto que se ha mantenido invariablemente en el Art.68 de la actual Constitución. Tal disposición constitucional prescribe que el Consejo Superior de Salud Pública está integrado por un Presidente, un Secretario -nombrados por el Órgano Ejecutivo- y tres representantes de cada uno de los gremios médico, odontológico, químico-farmacéutico y médico veterinario. Asimismo que, el ejercicio de las profesiones relacionadas de un modo inmediato con la salud del pueblo, será vigilado por organismos legales formados por académicos pertenecientes a cada profesión. Es así que, con el objeto de desarrollar los principios constitucionales relacionados con la salud pública y asistencia social, el Órgano Legislativo, mediante decreto legislativo número 955, del 28 de abril de 1988, emitió el Código de Salud. Dicho cuerpo normativo contiene las normas que determinan la organización, funcionamiento y facultades del Consejo Superior de Salud Pública, del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social y demás organismos del Estado, relacionados con la prestación del servicio de salud, así como también regula los servicios de salud privados y las relaciones de éstos entre sí en el ejercicio de las profesiones relativas a la salud. El mismo Código preceptúa que compete al Consejo Superior de Salud Pública, autorizar previo informe favorable de la Junta de Vigilancia respectiva la apertura y funcionamiento de los centros de formación profesional relacionados con la salud del pueblo. (Art.14 letra ch) Por otra parte, es atribución del mismo, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 14 letra c) del referido cuerpo legal, contribuir al progreso de los estudios de las profesiones y disciplinas relacionadas con la salud Pública, por los medios que estime más prácticos y eficaces, prestando su colaboración a la Universidad de El Salvador y demás Universidades e Instituciones dedicadas a la enseñanza de las profesiones; así como señalar las mejoras a introducir en los planes de estudio, métodos de enseñanza y demás medios encaminados a esa finalidad. De todo lo anterior se desprende que, las atribuciones del Consejo Superior de Salud Pública respecto a a la enseñanza relacionada con la salud, se concretan a: (a) autorizar la apertura y funcionamiento de los centros de formación profesionales relacionados con la salud; y, (b) contribuir al progreso de los estudios de las profesiones y disciplinas relacionados con la salud. Ahora bien, dentro de este contexto, puede señalarse que, por ser la salud un bien público, le ha sido encomendado al Consejo Superior de Salud Pública velar por su conservación y restablecimiento. En razón de lo anterior, en lo que respecta a la enseñanza relacionada con la salud, se pretende promover una participación activa por parte del mencionado Consejo y las entidades educativas, a efecto que éstas colaboren y coordinen sus actividades con aquél. 2. La educación y la cultura, están reconocidas en la Constitución -Art.53- como un derecho inherente a la persona humana, siendo obligación y finalidad primordial del Estado su conservación, fomento y difusión. En ese sentido, corresponde al Estado organizar el sistema educativo de la nación, así como crear las instituciones y servicios que sean necesarios para tal efecto. Asimismo, el Art.61 Cn. establece que la educación superior se regirá por una ley especial, que la Universidad de El Salvador y las demás del Estado gozan de autonomía en los aspectos docente, administrativo y económico; las cuales se regirán por estatutos enmarcados dentro de dicha ley, que sentará los principios generales para su organización y funcionamiento. Es así como surge la Ley de Educación Superior emitida por decreto legislativo N°522 del treinta de noviembre de mil novecientos noventa y cinco y publicado en el Diario Oficial N°236 Tomo 329 del veinte de diciembre del mismo año; cuyo objeto -según su Art.1- es "regular de manera especial la educación superior, así como la creación y funcionamiento de las funciones estatales y privadas que la impartan". Del mismo modo, retoma el precepto constitucional previamente citado, estableciendo en su Art.22 que la Universidad de El Salvador y las demás del Estado gozan de autonomía en lo docente, económico y administrativo. Estando facultadas, al igual que las universidades privadas, a la proposición de sus planes y programas de estudios, sus estatutos y reglamentos, lo mismo que la selección de su personal, elegir a sus autoridades administrativas, administrar su patrimonio y disponer de sus recursos para la satisfacción de sus fines. Además la ley en comento distingue entre institución estatal y privada dedicadas a la educación superior, definiendo a las primeras como corporaciones de derecho público, con personalidad jurídica y patrimonio propio, creadas por decreto legislativo o decreto ejecutivo, según el caso (Art.23); y, las instituciones privadas como corporaciones de utilidad pública, de carácter permanente y sin fines de lucro, constituidas por medio de escritura pública, debiendo ser autorizadas por el Ministerio de Educación (Arts.26 y 27). Por otra parte, la Universidad de El Salvador, como institución estatal de educación superior se rige por su Ley Orgánica, la cual tiene por objeto establecer los principios generales en que debe basarse la organización y funcionamiento de la misma (Art.1). Definiéndola -en su Art.2- como una corporación de derecho público que presta el servicio de la educación superior, con autonomía en lo docente, administrativo y económico. IV.- Ahora bien, para el caso que nos ocupa, es necesario establecer el contenido, alcance y limitaciones de la autonomía universitaria; pues ésta ha sido reconocida por imperativo constitucional como parte integrante de la esfera jurídica de la Universidad de El Salvador, siendo aquélla susceptible de protección por el proceso constitucional de amparo. 1. En cuanto a su contenido, tal concepto -en general- alude etimológicamente a la cualidad de un sujeto de dotarse a sí mismo de las normas por las que se gobierna. Consiste en la facultad de autonormación, pero que no se agota en una mera capacidad de dictar normas concretas y fragmentarias, sino que se caracteriza por ser capaz de servir de soporte a un verdadero ordenamiento, aunque particular pero como parte integrante del Estado. La autonomía comprende no sólo la autonormación sino también capacidad de acción, lo cual implica: (a) capacidad de adoptar las estrategias más apropiadas para el desarrollo de sus propios fines, es decir, para definir su propia política; y, (b) aptitud para cumplir esa política bajo su propia responsabilidad. 2. Así, la Universidad de El Salvador, dentro de los alcances que le confiere su autonomía, se dota de sus propias normas -Estatutos- dentro del marco legal que le rige (Ley Orgánica y Ley de Educación Superior). A fin de que, su capacidad jurídica envuelva esencialmente la de administrarse a sí misma, conforme a ese ordenamiento jurídico. Y es que, en realidad, lo que se pretende es que dicha Universidad se organice de manera que pueda ofrecer posibilidades de especialización de alto nivel académico, en tanto que la educación superior se considera el estrato más alto del sistema educativo del país. En virtud de lo anterior, cabe afirmar que, el reconocimiento constitucional de la autonomía universitaria tiene por objeto proveer a las universidades estatales los medios necesarios para cumplir con la finalidad primordial del Estado de conservar, fomentar y difundir la educación -como derecho de toda persona- y en este caso específico, la educación superior. Entonces, la autonomía universitaria constituye esencialmente la facultad de la Universidad de El Salvador para autonormarse y autogestionar sus propios asuntos, asumiendo las atribuciones y obligaciones necesarias para cumplir adecuadamente el servicio que presta (la educación superior). 3. Con relación a las limitaciones, es preciso destacar que si bien la autonomía universitaria concede a las universidades estatales la facultad de autonormarse y autogestionar sus propios intereses; esto no significa que no exista ningún límete a la misma. Pues, tal como se señaló en párrafos anteriores, tales facultades están sujetas al ordenamiento jurídico que les rige (Constitución, Ley Orgánica y Ley de Educación Superior). Por tal razón, la autonomía universitaria, según Art.3 de la Ley Orgánica de la Universidad de El Salvador, consiste fundamentalmente en poder estructurar sus unidades académicas, formular sus planes y programas de estudio, nombrar al personal encargado de la enseñanza, sin aprobación de ningún otro ente o entidad estatal; nombrar, remover y sancionar a los funcionario y al personal; disponer y administrar libremente su patrimonio; darse sus propias normas, dentro del marco que fija la ley y en consonancia con el ordenamiento jurídico de la República. En consecuencia, de lo expuesto en los párrafos precedentes se colige que la autonomía docente se manifiesta concretamente en la facultad que tiene la Universidad de El Salvador para poder estructurar sus unidades académicas, formular sus propios planes y programas de estudio, en las áreas de conocimiento que les sean apropiadas; respondiendo a la exigencia de compatibilidad entre los intereses particulares de la institución con los intereses generales del servicio prestado. V.- Corresponde ahora trasladar las consideraciones anteriores al caso concreto que se examina. La parte actora reclama contra el acuerdo tomado por el Consejo Superior de Salud Pública, el seis de noviembre de mil novecientos noventa y seis, a través del cual se le comunica se abstenga de impartir la Maestría en Salud Pública (Modalidad por Encuentros) por no contar con la previa autorización de tal entidad; actuación que considera violatoria de su autonomía docente, reconocida en el artículo 61 de la Constitución. Por su parte, el Consejo Superior de Salud Pública insiste en que es necesario contar con su autorización para impartir la Maestría en Salud Pública, por cuanto le corresponde velar por la salud del pueblo. Asimismo, afirma que, siendo la salud de los habitantes de la República un bien público, tal como lo dispone el artículo 65 de la Constitución, es su deber verificar si las instituciones que imparten enseñanzas relativas a la salud llenan los requisitos exigidos por la ley, las normas de ética y de seguridad, necesarias para la consecución del mismo. De ahí que -sostienen- el Código de Salud en su artículo 14 letra ch), le atribuya la facultad de autorizar, previo informe favorable de la Junta de Vigilancia respectiva, la apertura y funcionamiento de los centros de formación profesional relacionados con la salud del pueblo. Ahora bien, en el caso que nos ocupa, no se trata de la apertura o funcionamiento de un centro de formación profesional relacionado con la salud, sino de una nueva carrera universitaria de estudios de postgrado, como lo es la Maestría en Salud Pública, ha impartirse por la Universidad de El Salvador. Por lo que, el Consejo Superior de Salud Pública sólo puede sugerirle a dicha Universidad, las mejoras que estime convenientes introducir en los programas de estudio, métodos de enseñanza ya elaborados y aprobados por la misma; en atención, claro está, a la atribución establecida en el artículo 14 letra c) del Código de Salud, que consiste en contribuir al progreso de los estudios de las profesiones y disciplinas relacionadas con la salud pública, prestando su colaboración a la Universidad de El Salvador. Cabe hacer notar que el término utilizado en la citada disposición legal es "colaboración". Si bien no interesa elaborar un análisis etimológico del mismo, no está de más señalar que dicho vocablo alude a una mera ayuda que se presta para lograr un determinado fin. En ese sentido, la atribución específica del Consejo Superior de Salud Pública consiste en contribuir con la Universidad de El Salvador a promover el desarrollo de las carreras relacionadas con la salud pública, indicando las posibles mejoras que puedan introducirse en los planes de estudio, métodos de enseñanza y demás medios orientados a alcanzar tal objetivo. De manera que, si el Consejo Superior de Salud Pública tiene la atribución de contribuir al progreso de los estudios de las profesiones y disciplinas relacionadas con la salud pública; ello no significa que inhiba a la Universidad de El Salvador, de impulsar nuevas carreras vinculadas con la salud. Dicho en otras palabras, no es atribución del mencionado Consejo autorizar previamente los planes de estudios relacionados con la salud pública que ofrezca impartir la Universidad de El Salvador, precisamente porque la autonomía docente, confenida constitucionalmente a ésta, consiste en la plena facultad que tienen las universidades estatales de elaborar y aprobar sus propios planes y programas de estudio, sin someterlos a previa autorización del Ministerio de Educación ni de ninguna otra entidad estatal. Lo anterior, no obsta para que el Consejo Superior de Salud Pública proponga a la Universidad las posibles mejoras a introducir en los planes y programas de estudios o métodos de enseñanza que estime convenientes, a fin que ambas entidades estatales, respetando las jerarquías y atribuciones que a cada una le competen, coordinen sus actividades, en cuanto a la enseñanza se refiere, en beneficio del progreso de las profesiones y disciplinas relacionadas con la salud pública. Y es que, resulta ilógico, que la aprobación de los planes y programas de estudio de la Universidad de El Salvador sean realizados por organismos ajenos o extraños a la misma; cuando precisamente la autonomía docente se manifiesta concretamente en la facultad que tiene ésta de estructurar sus unidades académicas, formular sus propios planes y programas de estudios. No obstante, la autonomía universitaria -como lo sostiene la autoridad demandada"no significa libertad absoluta para actuar sin respetar las atribuciones de los otros entes del Estado y actuar como Estado dentro del Estado sin respetar el marco constitucional y legal". En tanto que tal cualidad, propia de las universidades estatales, tiene sus propias limitaciones, que son precisamente las establecidas en el ordenamiento jurídico que le rige (Constitución, Ley de Educación Superior, Ley Orgánica de la Universidad de El Salvador, sus estatutos y reglamentos internos). Pues la autonomía universitaria no implica espacios o esferas de actuación sin control por parte del resto de la Administración Pública. De modo que, la atribución del Consejo de autorizar la apertura y funcionamiento de los centros de formación profesional relacionados con la salud no incluye la de autorizar los planes y programas de estudios de educación superior que ofrezca impartir la Universidad de El Salvador. Ya que , el artículo 14 letra c) del Código de Salud es claro cuando dispone que dicho Consejo ha de prestar su colaboración a esa universidad, señalando las mejoras a introducir en los planes de estudio, métodos de enseñanza y demás medios encaminados al progreso de los estudios de las profesiones y disciplinas relacionadas con las salud pública. Lo cual no implica que el mencionado Consejo deba autorizar la apertura y/o cierre de las carreras profesionales afines con la salud que ofrezca impartir la Universidad. En conclusión, en el caso subjúdice, la actuación de la autoridad demandada, constituye una vulneración a la autonomía docente conferida por la Constitución a la Universidad de El Salvador; en consecuencia, debe concederse el amparo solicitado y así ha de consignarse en el fallo. VI.- De conformidad al Art.35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, el efecto restitutorio de la sentencia que concede el amparo consiste en ordenar a las autoridades demandadas que las cosas vuelvan al estado en que se encontraban antes del acto reclamado; a efecto de dar cumplimiento con la doble finalidad del amparo: la tutela de la Constitución y el restablecimiento del derecho violado. De manera que cuando la conducta de una autoridad estatal se sale del marco constitucional establecido, el primer deber a cargo de la misma será necesariamente el de invalidar el acto reclamado y ceñir su actuación a la Constitución, por lo que el efecto más general y que constituye la esencia de la sentencia de amparo, es el de obligar al contraventor ajustar su conducta a la norma que ha transgredido por su acción u omisión contraria a derecho. Lógicamente para lograr este objetivo la Sala está facultada para ordenar a la autoridad responsable ejecutar todos aquellos actos que sean necesarios para adecuar su conducta a derecho, de acuerdo con la naturaleza del acto reclamado y el precepto constitucional que se estime violado. Pero debido a que no se hizo efectivo el acuerdo tomado por el Consejo Superior de Salud Pública, en el sentido que la Universidad de El Salvador debía abstenerse de impartir la Maestría en Salud Pública (Módulo por Encuentros) por no estar autorizada para ello; cabe afirmar que, en el presente caso, no existe ejecución irremediable del acto reclamado y, en consecuencia, el efecto restitutorio deberá concretarse en dejar sin efecto el punto III literal i) del Acuerdo tomado en la IX sesión ordinaria del indicado Consejo, celebrada el seis de noviembre de mil novecientos noventa y seis. VII.- Ahora bien, habiéndose establecido la existencia de una violación constitucional en la actuación de la autoridad demandada, corresponde examinar lo relativo a su responsabilidad. Al respecto, debe mencionarse -como bien lo ha recogido la construcción jurisprudencial de este Tribunal- que la responsabilidad de los funcionarios del Estado, originada en los daños que causare el ejercicio de las atribuciones de los primeros, es una de las grandes conquistas de la democracia, y de inexorable existencia en el Estado Constitucional de Derecho, pues significa la sujeción del poder público al imperio del Derecho. Dicho principio aparece consagrado en el artículo 245 de la Constitución, que dispone: "Los funcionarios públicos responderán personalmente y el Estado subsidiariamente, por los daños materiales o morales que causaren a consecuencia de la violación a los derechos consagrados en esta Constitución."; sin embargo, la responsabilidad directa que cabe al funcionario que ha emitido o ejecutado el acto violatorio de las disposiciones constitucionales, no puede estimarse una responsabilidad objetiva, esto es, no puede atenderse única y exclusivamente al daño producido, prescindiendo en absoluto de la conducta del funcionario; ya que, si bien es cierto que la aceptación de un cargo público implica, por el solo hecho de aceptarlo, la obligación de desempeñarlo ajustado a las normas constitucionales -artículo 235 de la Constitución-, la presunción de capacidad y suficiencia que existe respecto de los funcionarios, no debe extremarse hasta el punto de no admitir errores excusables, por cuanto puede suceder que el funcionario no está, sea porque la ley secundaria no desarrolla la norma constitucional, o porque la ley es contraria a la Constitución, en situación de apreciar por sí la posibilidad de la violación constitucional. Lo anterior no significa una remisión de manera plena a la culpa subjetiva, es decir, la actuación del funcionario con la intención de causar daño o error inexcusable; ya que, tratándose de una responsabilidad extracontractual que deriva exclusivamente de la ley, en principio se aduce la inexcusabilidad del error o ignorancia del funcionario. No obstante, como se ha referido en los párrafos anteriores, dicha responsabilidad debe apreciarse a partir de ciertos aspectos fácticos, como son: la extralimitación o cumplimiento irregular de las atribuciones, negligencia inexcusable, ausencia de potestad legal, malicia, previsibilidad del daño, anormalidad del perjuicio, o cualquier otro. Ello significa que el concepto de responsabilidad personal del funcionario no puede formarse sobre la base unilateral de la relación causa-efecto, pues ello conduciría a decisiones absurdas e injustas, como sería el caso de obligar a responder por daños y perjuicios al funcionario que procede con sujeción a una ley y en cumplimiento a sus disposiciones. Por consiguiente, el examen de la responsabilidad directa del funcionario debe realizarse teniendo en cuenta los aspectos de hecho ya relacionados, pero deberá procederse con más rigor cuando se trate de situaciones comunes o resueltas con anterioridad, pues siendo este Tribunal el que de modo definitivo desarrolla, amplía y llena el contenido de las disposiciones constitucionales, ninguna autoridad puede darle a éstas una interpretación diferente a la que da esta Sala, pues hacerlo violaría la Constitución. Con fundamento en las anteriores consideraciones, la calidad subsidiaria de la responsabilidad estatal surge no sólo ante la ausencia o insuficiencia de bienes del funcionario, sino también cuando a éste no es dable imputársele culpa alguna. La responsabilidad del Estado, contraria a la del funcionario, deviene en objetiva, pues aquél no posee una voluntad única, consciente y libre, por lo que no puede actuar dolosa o culpablemente. En el presente caso, ha existido un acto violatorio de un precepto constitucional al pretender inhibir a la demandante del amparo, ejercer atribuciones derivadas de su autonomía docente; sin embargo, tal acto fue realizado en cumplimiento de disposiciones legales, y la autoridad responsable no actuó por error, sino en cumplimiento de una posible interpretación de la ley, es decir, ajustó su conducta a la ley secundaria, pero no a la normativa constitucional. Al no poder imputársele culpa alguna a la autoridad demandada, la responsabilidad se desplaza al Estado. POR TANTO: A nombre de la República, con base en las razones expuestas y disposiciones legales contenidas en los artículos 32, 33, 34 y 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala FALLA: (a) declárase que ha lugar al amparo solicitado por el abogado Fernando Antonio Carranza Aguirre, apoderado de la Universidad de El Salvador; contra providencias del Consejo Superior de Salud Pública; (b) déjase sin efecto el Acuerdo tomado por el citado Consejo, mediante el cual requería a dicha universidad se abstuviera de impartir la Maestría en Salud Pública (Módulo por Encuentros); (c) condénase en costas a la autoridad demandada; y, (d) notifíquese ---J. E. TENORIO---R. HERNANDEZ VALIENTE--- O. BAÑOS P.---E. ARGUMEDO--PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---A. E. CADER CAMILOT---RUBRICADAS. .