la guirnalda - Hemeroteca Digital

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L A GUIRNALDA
PERIÓDICO QUINCENAL
DEDICADO A L B E L L O S E X O .
AÑO XI.
Madrid 5 de Noviembre de 1877.
MUJERES CÉLEBRES DE TODOS LOS TIEMPOS Y PAÍSES.
Nació en el año de 1-iOO, fueron sus padres Bonifacio, margrave deToscana, y Beatriz de Lothringen. La hija de éstos, Matilde, célebre por BU adhesión al Papado en las luchas contra el Imperio, es conocida en los anales históricos con el calificativo de
la Gt-an Condesa, del cual se hizo dif2;na, no solo por
el mucho poderío que ella tuvo, sino por BUS brillantísimas cualidades intelectuales, así como por su
alta ilustración y cultura. Matilde fué dueña de Toscana, Mantua, Parma, Reggio, Piacenza, Ferrara,
Módena, de parte de Umbria, de Spoleto, del territorio de Viterbo hasta Orvieto y de parte del marquesado de Ancona.
En su brillantísima y espléndida corte, fué Matilde soberana justiciera, benigna- y en alto gi-ado
bondadosa.
Su madre Beatriz, mujer de singular mérito y de
mucha piedad, vio con placer la influencia marcada
del Papa Gregorio VII sobre la joven princesa.
Dicho Papa—el Salvador de la Iglesia—antes de
ceñir la tiara, era ya notable por su autorizada palabra y por su anticipación en la política de la Santa
Sedo. Gregorio fué quien impuso el celibato á los
sacerdotes. Dueño del verdadero espíritu de la doctrina católica, empleó Gregorio en la ejecución de
sus proyectos políticos una alteza de miras y una
fuerza de voluntad incomparables, sin excluir man-
NÚM. 21.
sedumbre evangélica respecto á sus adversarios. La
severidad de los principios de dicho Papa le atrajo
muchos enemigos, los que calumniosamente hasta
llegaron Ci recriminar BUS relaciones con Matilde.
Amenazado por el anti-papa Cadalons, Gregorio
halló en Matilde poderosísimo auxiliar, poniéndose
ésta al frente de sus tropas y combatiendo con tal
bizarría que obligó al adversario del Papa á retroceder. Contaba Matilde solo 15 años cuando acometió
semejante hazaña.
Después la política de la Gran Condesa prosiguió,
consistiendo en poner á disposición de Boma sus tesoros y hasta su sangre. Merced á esta adhesión excepcional, Gregorio pudo resistir y aun triunfar muchas veces del Emperador.
Matilde, por complacer á Roma, celebró matrimonio con Godofredo el contrahecho, hijo del duque
de Lothringen, quien había prestado socorros al Papa
Alejandro, amenazado por Roberto Guiscard. En recompensa de tales servicios se realizó dicho casamiento, esencialmente político, bajo condición expresa hecha por Matilde de conservar la inmaculada
pureza del celibato. Tan extraña condición dio origen
alas míís injuriosas murmuraciones. Godofredo, marido de Matilde, vivió siempre separado de ella hasta la muerte de aquel, en el año de 1075.
La calumnia acusó á Matilde do haber hecho asesinar á Godofredo; mas ningún historiador grave ha
dado crédito á semejante acusación.
Años después de haber quedado viuda Matilde, á
solicitud del Papa Urbano I I se desposó en segundas
LA GUIRNALDA.
1G2
nupcias con Güelvo, hijo del duque de Baviera, -á fin
de asegurar la alianza de este último á los iutei'eses
del Papado. Esto segundo matrimonio íué concluido
bajo las mismas condiciones que el primero. Poco
después Matilde cedió sus inmensos caudales y territorios íí la Santa Sede, por cuya cesión el bávaro solicitó que se anulase su matrimonio.
No dejaron de proseguir luchas encarnizadas entre Gregorio VII y el Emperador Enrique IV, en las
cuales Matilde protegió siempre al Pontífice. Sin cejar ante dificultad alguna se la encontraba en todas
partes peleando con imperfctírrito denuedo (i favor del
triunfo de la causa católica. Si pudo el Papa sostener en Roma un sitio de cuatro años contra el antipapa Guiberto, hechura del Emperador, fue' porque
durante todo eso tiempo Matilde facilitó á Gregorio
cuantos caudales ella poseia. Apremiando la necesidad, corre Matilde en persona al frente de todas
las fuerzas; pero no obstante, triunfa Guiberto.
Muerto Gregorio VII, Matilde no dejó de seguir
apoyando á sus sucesores.
El Emperador Enrique V tuvo la audacia de hacer priaionero al Santo Padre, quien debió su libertad á la intervención de Matilde. Dicho Emperador
no quiso abandonar Italia sin postrarse de hinojos á
los pies de Matilde, teniendo ésta la satisfacción de
ver prosternado ante su presencia al enemigo de
Roma. Matilde falleció en 1115 en su castillo de Bondeno, y fud enterrada en el eonvento que ella habia
construido en Polirone. AAos después el Papa Urbano VIII trasladó los restos mortales de Matilde á
la Basílica de San Pedi'o.
REVISTA DE MODAS.
Aun cuando el explendente sol y la agradable
temperatura de esta íütima quincena, han liecho que
se paralice algún tanto la actividad que reinaba en
los tallereá de las modistas y en las tiendas de modas, no por eso, amigas mias, debemos descuidarnos
y dejar de preparar nuestros trages de invierno ni
dejar tampoco de reseñar las novedades más en boga,
porque es indudable que los rigores de la estación no
han de tardar en hacerse sentir y serán mayores
cuanto míís tarde se presenten.
En mis Revistas anteriores he tenido ocasión de
hablaros de las telas, adornos y hechuras que están
en la actualidad más en moda, y hoy voy á deciros
algunas palabras que servirán de ampliación á cuanto os llevo ya, manifestado.
El aspecto general del trage es el mismo que el
del uno pasado.
Las faldas de los vestidos tienen poco vuelo, bastante cola y se adornan con caprichosa variedad,
siendo sin embargo de notar, que no se hacen ya
tan ajustadas como antes, es decir, que se nota cierta tendencia á hacer más cómodos los vestidos. La
hechura Princesa, con innumerables modificaciones,
que sin alterarla la hacen más elegante, es la más
generalmente adoptada.
Los volantes plegados puede decirse que son el
obligado complemento de los vestidos; pero aparto
de este adorno, que por demasiado visto fatiga ya,
por más que se inventen cada dia nuevas combinaciones y nuevos modos de colocarlos, hay otra multitud de ellos que luchan ventajosamente, y algunos
de los cuales conocéis ya, por habéroslos indicado en
otras ocasiones. Tales son las pasamanerías, los galones bordados con azabache color clah' de hme y con
cuentas de color de pechuga de pichón, es decir, un
color amarillo-dorado. Además de estos adornos,
debo hoy hablaros de otro enteramente nuevo, y que
en mi concepto ha de llegar á gozar de gran aceptación en el próximo invierno. Este adorno es un fnaraboui de .seda con Heco kimiñado. Recibe este nombre porque la seda con que está hecho es plana y
muy brillante. Entre los diversos fiecos de este género más ó mdnos lindos, mas ó menos caprichosos,
citaré el llamado cascada, compuesto de dos ó tres
hileras de flecos laminados y sobrepuestos de 15,
20 y 25 centímetros de ancho respectivamente. Estos llecos se fabrican de todos colores y afectando
diversas formas. Por ejemplo, hay unos que en vez
de tener la cabeza figurando enrejado, forman de
trecho en trecho una e.specie de medallón, de modo
que más bien que fleco parece una porción de borlas
colocadas á iguales distancias unas de otras. Estos
flecos parecen llamados esto año á reemplazar en
gran parte á las pieles, y se usan mucho para adornar los abrigos, colocados ya como anchos cuellos ó
solapas, ya como tiras adornando los delanteros.
Dichos abrigos se cierran por medio de dos grandes
presillas de forma triangular que cruzan la una sobre la otra.
Ya que de novedades hablamos, 'debo recomendaros también el tejido pluma, ó la ^)íii?na tejida,
pues con ambos nombres se lo designa. Este nuevo
tejido, que tiene un ancho de GO centímetros, y cuya
trama es de algodón, se hace como su nombre indica, con pluma blanca, negra ó do cualquiera color.
Emplí^ase este tejido cortado en tiras para adornar
sombreros, vestidos y abrigos: y en toda su anchura
para hacer con él liudísimas y confortables salidas
de teatro ó de baile.
Ahora, amigas mías, voy á hablaros do algunos
accesorios de nuestro trage, que no por ser tales carecen de importancia, Mo refiero á loa cuellos y puños interiores. Llévanse éstos de foulard, do encaje,
de batista y do percal, y en vez de corbata se cierra '
el cuello ó por medio de un ramito de flores artificiales ó naturales, ó-por medio de una hoja de terciopelo
de color oscuro, salpicada de polvos de oro ó de plata. Suponed, por ejemplo, un cuello Directot-io, de
ibulard azul,-rodeado de plegados de la misma tela
que llevan en el borde un encajito, cerrado por medio de un ramo de hojas de terciopelo, color de nútria salpicadas de oro, y tendréis un lindo complemento de un trage.
También es muy elegante un cuello redondo por
detrás, cuadrado por delante, y todo él hecho de bullones de muselina alternados con entredoses de Valencienne entremezclados con terciopelo negro. Los
puños hechos de la misma manera suben casi hasta
el codo. Tanto éstos como el cuello terminan por lazos de terciopelo.
LA GUIRNALDA.
Estas son, amigas mías, las novedades que en
estos momentos nos ofrece la moda; y pava tenninar
esta Revista voy á describir un elegante y sencillo
trage de calle. Es este de tela nevada y fa'dle color
azul marino. La falda defaiUe está toda ella plegada por detrás y terminada por tres volantes plegados; por delante lleva tan solo dos. Polonesa de tela
nevada cuya espalda figura coraza y cuyos costadiUos están unidos á la falda por medio de unas solapas áefaille riheteadas con terciopelo; los bordes de
estas solapas e.stáif unidas pcn- medio de tiras de terciopelo á la parte plegada de la falda. Además otras
solapitaa ribeteadas también con terciopelo adornan,
los costadillos del cuerpo, al que están unidas de la
misma menera que acabo de indicar. Una tira de terciopelo negro forma cinturon Edad mc-lki sobre la
polonesa. Plegados defallle en el bajo de la polonesa y botones de terciopelo en el medio. Un cuadrado
de/(iiíierodeado de terciopelo adorna lamparte superior del cuerpo formando una especie de cuello. Mangas de faille terminadas por un volante plegado y un
bracelete de terciopelo.
Completa este tx'age un sombrero de fieltro gris
con el ala inclinada hacia abn.}o por delante, y levantada por el lado, en cuyo punto está adornada con
un ancho lazo de cinta anuí. Alrededor de la copa
lleva una tira de terciopelo negro y una pluma azul,
que vá á terminar en la parte del ala que está levantada.
ELISA S.*
EL LIBRO DE UNA MADRE
l'OR
KExne. FAXJTJTNTC
L ' "
Traducción por G. C.
LUISA.
XI.
EL PRIMER BAILE.
Está decidido, Luisa, que vayamos al baile. He
respondido que acepto la invitación. Tiempo es ya
de que hagas tu entrada en el mundo y á mí me
vuelvas á él.
Porque, hija mia, este baile vá á ser en efecto un
doble debut, en que mirarán á tu madre tanto como
á tí. Deseo hacerte honor, querida mia, y procuraré
aparecer bella en mi porte, como tú lo serás por tus
diez y siete años y los pequeños accesorios que á
ellos vamos á añadir.
Cosa bien insustancial es en el fondo, si bien se
mira, esa visita que hacemos entre once de la noche
y tres ó cuatro de la mañana, á una señora á quien
tratamos con intimidad y á la cual podemos visitar
siempre que nos parezca á horas más cómodas, para
encontrarnos allí reunidas con un centenar de personas á quienes apenas conocemos, y ahogarnos deca.lor, yo en un diván, tú de pié y volvernos después á
casa, yo muy cansada y tú con el trage en girones.
Indudablemente que es cosa muy insustancial
todo esto que no sirve más que de motivo para coger
un resfriado, fatigarse y gastar. Y sin embargo, hija
1Ü;Í
mia, es una prueba necesaria y conveniente en su misma frivolidad. Es tu admisión en esa vía láctea en
que el mundo busca sus estrellas; es, digámoslo de
una vez, tu noviciado de joven casadera. Y te vuelvo siempre á esta idea porque ella es el fin que me
propongo, porque es el pensamiento fijo de todas las
madres, porque siempre temo olvidarla y porque no
te he instruido y adornado sino para darte á otro.
Quiero que cuando nos vean entrar en el salen
digan: —¡Qué poco ha envejecido la madre consagrándose á la educación de la hija!—Y á tí deseo que
te contemplen sin decir nada en ese silencio respetuoso que imponen la estimación, la gracia, la j u ventud, la bella pureza.
¡Yaya! ¡ya verás qué guapas estaremos las dos!
Yo no necesito cavilar sobre mi trage. Hace diez
años que le hago, le deshago y le reformo en mi imaginación, sometiéndole á las variaciones de la moda.
Será bastante sencillo y bastante serio para que
te sirva de fondo y de penumbra, pero lo suficientemente elegante para que tu padre se envanezca do su
mujer al par que de su hija.
¿Que tal te parece, Luisa, de un vestido color de
malva adornado con mis encajes blancos? Me pondré
diamantes en los cabellos, sin ñores, porque esas fiores las llevarás tú, sin plumas, garzotas ni lazos,
porque seria demasiado aparato para una victoria
que deseo ganar tranquilamente, y que no me parece difícil. Quiero, sin embargo, llevar en la cabeza
algo que brille y sea coino las puntas de la llama
que arderá en mi corazón. Con tu permiso me deseotaré un poco, que buena falta me hará para no ahogarme de satisfacción y dejar así á mi corazón que
palpite libremente.
Estoy persuadida de que adivinarán todo mi orgullo y todas las santas y honradas esperanzas que
me agitan, y me las han de envidiar al verme entrar
así, con la cabeza alta y deslumbi'ante arrastrando
mis encajes cuya alegre blancura estará templada
por ese fondo de melancolía, semejante al crepúsculo
vespertino de un día de verano cuando un vapor
plateado rodea las violadas nubes coloreadas por el
sol de Agosto.
En cuanto á tí, pi'imavera mia, hé aquí como he
dispuesto tu aparición.
Un vestido de ínyo. blanca cubierto con una túnica de gasa de seda blanca; blancura sobre blancura, virtud sobre virtud, pero blancura elegante y
virtud espiritual. Entre la tela del vestido y los ÍJZÍ^
llones de la túnica de gasa, haré colocar en tres bandas yerbas silvestres mezcladas con margaritas de
los campos. Será como tu primera mies la que llevarás en el vestido, la mies de tus sueños inocentes y
de tus alegrías infantiles. El cuerpo descotado con
moderación, pero lo bastante para que no haya, entre
la coquetería de la madre y la modestia de la hija,
una desproporción grande. En él y en los cabellos
flotantes por la espalda llevarás las mismas yerbas y
margaritas campestres. Te daré mi collar de perlas
blancas, mi collar de*jóven soltera, que será como el
beso de bienvenida de mis pasados diez y ocho años á
tus diez y siete presentes, y te pondrás en las orejas
otras dos perlas montadas en tornillo. Nada digo "de
los zapatos blancos ni los guantes blancos; pues nada
hay que decir de ellos, y para mariposear sobre todo
este canastillo de florecitas, harás revolotear un abanico de seda blanca.
164
LA GUmNALDA.
¿Estás contenta, Lnisn.? ¿tienes alguna observación que hacerme? ¿te habias tú imaginado de obro
modo tu primera ioilctte?
¿Y vamos 6. ver cómo vas á presentarte con toda
esa frescura y toda esa blancura? Lo mismo que con
el vestido que te pones para estudiar, sin vanidad
por encontrarte más adornada, sin temor á estar menos linda que las que se presenten con vestidos bordados de oro y plata; sencilla como siempre, natural,
mirando de frente á los que te hablen, dando la mano
Á los que te la pidan, bailando satisfecha y -u-alsando
y polkando con compás
si tu pareja no se opone
á ello.
Creo (¿debei'é decir, espero?) quo te invitarán con
frecuencia, pero si te dejan dcscaní^ar más tiempo del
que tú te hayas figurado, si es mayor el número de
señoritas y están en minoría los caballeros, no vayas
Á concebir despecho. Descansa y no te digas que estás Jiaciendo tapicería. Serás á lo más una flor prendida á la tapicería por un cuarto de hora.
Porque un baile no es un concurso de gimnasia,
ni se vá á é\ para conquistar un premio de fatiga.
Acepta las invitaciones sin solicitud y sin vanidad;
no te muestres niuy reconocida con aquel qué te invite varias veces, pues probablemente sei'á algún joven tímido que creerá ser indiscreto invitando á
otras señoritas de porte menos sencillo y ni le agobies
con tu propia bondad, ni des pábulo á s u orgullo.
Si por echárselas de original hablase mal de la
casa en que le reciben y de las gentes con quienes se
codea, hazle comprender por tu modestia que no te
dejas engañar por di, pero sin tratar de hacerlo ver
que es un tonto. Si llevase el respeto hacia su pareja
hasta el mutismo más absoluto, aprdcialo lo mismo
que si te diese conversación y no lo obligues 6. deaaci'editarse á sus propios ojos con esos lugares comunes del calor, de la orquesta ó de lo agradable do
la noche.
En general, Luisa, hazte la cuenta que todos esos
guapos chicos, cou su corbata de diplomáticos, que
se la echan de bravos á veinte paso.^, que te invitan
balbuciando y cuj'a impertinencia no pasa del guarda-ropas, no son después de todo sino jóvenes de talento y de buenas familias, más cortados y más señoriüts que tú misma. El bigote nada hace, y si se
quitasen los guantes, sus manos húmedas nos descubrirían an timidcn mezclada con algo de tontería.
Educados separadamente de las jóvenes Jionradas, cuando carecen de hermanas, están tan poco
ncostumbi'ados á encoutrarse al lado de la que un día
podrá sei' una esposa digna, y por nuestra parte somos, á lo que parece tan imponentes en trage de sociedad, que los más atrevidos se encuentran cortados
y los htiroes de los bailes públicos no se atreven á
bailar en un salón.
Sé misericordiosa, mi querida Luisa, que quizá
alguno de esos torpes sea el destinado á casarse contigo, pero sin embargo no trates de adivinar cual
será. Los buenos maridos,^ lo mismo que las gentes
de talento, no son tan fáciles de conocer como los
buenos walsadores en un baile; pex'O sobre este punto yo te ayudará un poco.
Pórtate con las mujeres de todas edades y cou
las jóvenes de toda especie de tragos, como con tus
parejas, de un modo muy sencillo: sé buena.
La caridad y todas las virtudes hay ocasión de
practicarlas en un baile. Si, por ejemplo, ves que á
una pareja menos elegante y distinguida, la es más
difícil que a l a s otras eucontrar su vis-á-vis, lleva á
tu caballero, si te es posible, hacia esos modestos
convidados. EecuerJa la lección que te he dado á
proposito de eaas horribles niñas del jardiu de las
TuUerías, que no querían jugar más que con amigas
tan ricas y tan bien vestidas como ellas. No seas jamás la cómplice ó el pretesto de una de esas pequeñas y cobardes crueldades.
Haz vis-á-vis á todo el mundo y hasta te permito ser un poco coqueta al llevar á cabo una buena acción. Hazte, por decirlo así, vis-á-vis á tí misma, y
cuando con tu lindo trage bailes ante una muchacha
fea ó mal vestida, piensa que la realzarás si en vez
de sentirte contrariada por ello la demuestras tu satisfacción por tenerla en frente. Sonríela como sonreirías á tu espejo; trata de buscar en BUS ojos iluminados por los tuyos, la centella de la felicidad de
tus miradas^ haz radiar sobre ella tu corazón y tu
gracia y la encontrarán todos bella si tú la embelleces con tu sonrisa, y la amarán si la comunicas el
encanto que emana de su bondad.
Y cuando tornes de tu primer baile, quebrantada
de cansjincio, con el trage hecho girones, el ruido de
la orquesta en la cabeza y hormiguillo en los pies,
verás cómo te acude el sueño acariciante y bueno.
Tendrás la conciencia tan tranquila, como después
de un deber cumplido, al salir de esa frivola soirée,
en la cual hayas dado al mundo la medida de tu alma,
y á mi, Luisa, las primicias de las recompensas que
espero, en esas fiestas que se preparan para ocultarme la necesidad de un futuro adiós.
ELEMENTOS DE FÍSICA.
DESCOMPOSICIÓN DE LA LUZ.
I.
ESPECTBO SOLAE.
Efecto de un prisma.—Si se hace refractar un
haz luminoso á travos de un prisma de sección triangular, como el quo se ve á la izquierda de la tíg. 77,
t'jg. 77.
este haz se dispersa en varios divergentes y de diversos colores. El experimento se efectúa dentro de un
cuarto escuro, dejando un agujerito por donde entra
el haz de rayos solares.
El haz dispersado se proyecta en una pantalla,
que puede ser el círculo que se ve en la figura. En ella,
se nota una franja con siete colores, que luego citaremos; esta frauj.i es el espectro solar.
Si en vez do ser una pantalla es una lente biconvexa, *ísta concentra los colores y los reúne en una
LA GUIRNALDA.
pantalla cuadrada que estíí en im foco, íl la derecha
del dibujo, en la cual ÜG percibe otra vez la luz blanca originaria. Otro tanto se hubiera obtenido poniendo otro prisma junto al primitivo, para que ^lu sección del total fuera un pariilelógi'auío.
Dtíbese á Newton este iinporfcantí.simo descubrimiento. Mirando los cuerpos al través de un prisma
se les ve con una aureola de colores, debida á la descomposición de la luz.
Colores del e-spcclro.—Estos son los siguientes,
en el orden en que se notan desde arriba abajo en el
dibujo dado: violado, añil, azul, verde, amarillo,
anaiunjado y rojo- Forman tintas intermedias entre
dichos colores.
Si cada uno de los siete citados se le hace pasar
por un prisma no se descompone, lo que prueba que
son sencillos. La luz blanca es, pues, la compuesta
por ellos: el llamado color negro es la falta de luz.
Algunos físicos solo admiten tres coloi*es sencillos; el
rojo, amarillo y azul, y suponen que el no descomponerse los otros colores naturales proviene de que
los rayos de sus componentes estíín íntimamente mezclados y se refractan juntos, puesto que el poder luminoso de estos colores parte desde el centro del espectro á los extremos: así el amarillo y verde son los
que mejor alumbran: el calorífero crece desde abajo;
el rojo es el que calienta miís. El espeeti'o se prolonga por arriba y por abajo, aunque en partes no visibles para nuestro ojo: debajo del rojo hay todavía
mayor calor que en éste. El poder químico, esto es,
la acción de descomposición ó composición que se
efectúa gracias á la luz, está en sentido inverso: el
máximum se halla en el color violado. Así varias
sales de plata se ennegrecen y descomponen por la
luz, y de aquí el guardar ciertos cuerpos en frascos
de tierra cocida ó de cristal de color violado. La luz
decolora los objetos; ¿quién no lo sabe? Las partes
blancas de loa vejetales, cuando estíín enterradas, se
hacen verdes por la acción de la luz; ésta favorece extraordinariamente la vejetacion, é influye en la respiración de las plantas.
165
nuestra vista los diversos cuerpos. Estos, vistos por
reflexión, como .sucede en la mayoría de los casos,
reflejan mejor unos rayos que otros del espectro. Así
las hojas de los árboles nos parecen vei'dés, porque
absorben casi todos los colores y reflejan con preferencia el verde.
Esto se comprueba haciendo caer sobre ellas en
la oscuridad un rayo veide y parecen más verdes,
pero si es un rayo amarillo parecen amarillas. El
negro proviene de cuerpos que absorben la luz por
igual y no la reüiíjan. Las tintas resultan de la reflexión de unos colores con exclusión de otros. El
blanco es la reflexión por igual de todos los elementos.
Al-ver los cuerpos por refracción, sucede una
cosa análoga, según su diafanidad con los diversos
colores. A veces lo presenta distinto un cuerpo visto
por reflexión ó refracción: el oro toma un tinte verdoso en el último caso.
El color azulado de la atmósfera procede de la
refracción de la luz en ella.
Arco iris.—Este meteoro se debe á la refracción
de la luz solar en las gotas líquidas que acompañan
á las nubes. No ae ven en él perfectamente cinros
los siete colores, pero se nota bien que son análogos á los del espectro.
Para que se realice es preciso que el sol se halle
muy bajo, pues de lo contrario no llegan al ojo del
espectador los rayos reñ'actados: éste debe hallarse
volviendo la espalda al astro, con el mismo objeto.
La forma de arco dimana de que todos los rayos que
refractados llegan al observador, están en un cono,
cuyo vértice es el ojo de éste.
Análisis espectral.—El espectro solar amplificado presenta algunas rayas oscuras, ya separando los
colores, ya paralelas á éstos. Estas rayas varían notablemente cuando la luz procede de un foco artificial, y se ha visto que si éste'es la combustión de
un gas, cada uno de éstos dá rayas diversas.
í)e aquí el problema inverso, cual es conocer la
naturaleza del foco luminoso por las rayas de su esAcromatismo.—La
luz natural, ó sea blanca, pectro; en esto consiste el análisis espectral, novísiestá, según lo anterior, formada por siete colores. Al. mo y maravilloso medio de investigación científica.
refractarse cada uno de los rayos de cada color, tie- Con él se han descubierto recientemente nuevos
ne índice de refracción distinto, y se separan en el cuerpos simples.
prisma con arreglo ¡i éste. El que lo tiene menor es
El estudio paciente y concienzudo de los diversos
el rojo, como lo indica la figura anterior, y por eso espectros, ha servido para probar que la materia que
queda el más bajo, dada la posición del prisma: el que forma el sol y las estrellas, es análoga á la de varios
lo tiene mayor es el violado, y por eso se separa más. cuerpos terrestres, puesto que los espectros de dichos
Esta es la explico,ciou del fenóme^io. Por él resul- astros son iguales á los de algunos cuerpos compuesta que ^ veces hay en las lentes algo de dibpersion, tos vulgares. Por este poderoso medio se ha examila cual hace que al mirar un objeto al través de ellas, nado la materia de las estrellas y se ha reconocido la
unidad de ésta en el universo. El hombre puede desse le vea rodeado de colores.
Para evitar esto y hacer lentes acromáticas, esto de nuestro planeta analizar la materia de algunas
es, que no descompongan la luz en colores, se dispo- estrellas, cuya distancia es tal que la luz, á pesar
nen éstas de suerte que estén formadas por dos trozos de su velocidad do 300.000 kilómetros por segundo,
de vidrios diversos, superpuestos y que ajustan per- tarda Tniles de años en llegar hasta nosotros. ¡Pre-*
fectamente. Uno de ellos es el vidrio casi ordinario, cioso y divino don es la humana inteligencia!
que los ingleses llaman coivn-glose, el otro, que tiene
más plomo,
selltímtijlini-glass.
II.
Vimos en la tabla de los índices de refracción
que el último le tiene mayor que el primero. Se
POLARIZACIÓN.
combinan los dos pedazos en forma y dimensiones
tales que la dispersión del uno sea anulada con el
Vibracioned.—Hemos dicho anteriormente qne la
otro, con lo cual la lente es acromática.
luz era debida á vibraciones del éter, y ahora añadiTeoi'ia de los colores'.—Newton ha dado la si- remos que cada color tiene una amplitud distinta en
guiente para explicar los colores que presentan á dichas vibraciones. Se supone, con arreglo á loa
166
LA GUIRNALDA.
cálculos más probables, cjue la luz roja díí 458 billones de vibraciones por segundo y la violada 727.
Do aquí su diverso índice de refracción.
Esta rapidez en las vibraciones, de la cual no es
fácil formarse idea, aun teniendo mucha costumbre
de comparar datos numéricos, dá oríj;en á los fenó-'
menos que han servido para sacar triunfante la teoría
de las ondulaciones. Citaremos el conjunto más notable de dichos fenómenos, cuales son las interferencias, antes de entrar en el estudio de la polarización.
Interferencias.—A
la acción de un i'ayo sobre
otro se llama interferencia: en esta acción no siempre
66 suman los efectos luminosos, sino que á veces se
restan.
Si se hacen en una ventana cerrada dos pequeñísimos agujeritos, que disten entre sí uno 6 dos milímetros, y se deja entrar por ellos los rayos solares,
recibiéndolos en-una pantaUa, se nota en primer lugar que en ve?: de ser un hacecito cilindrico lo que
pasa por cada agujero, es cónico, y se abre cada vez
roas, y en segundo, que en la parte ó segmento
donde se superponen los dos haces, hay sitios mucho
menos iluminados que donde hay un solo haz. Este
fenómeno es conocido desde hace dos siglos.
Se llega así al absurdo aparente de que la unión
de dos haces luminosos alumbra mucho menos que
uno solo. Otra porción de observaciones y experimentos conducen al mismo resultado.
La explicación es la siguiente: las vibraciones del
éter hacen que en ciertos sitios se encuentren en sentido opuesto dos de aquellas, y por consiguiente se
anulen, como fuerzas iguales y contrarias que son;
allí habrá oscuridad. Por el contrario, donde obren
dos en el mismo sentido habrá gran iluminación. De
aquí el notarse en muchos casos franjas estrechísimas, oscuras unas y brillantes otras, alternativamente.
Polarización.—A'veces
adquiere un rayo luminoso la propiedad de no reflejarfle ni refractarse: se
dice que está^íoirtí'isofZo, nombre que se ha dado por
ciertas analogías con la acción de los imanes en sus
polos. El descubrimiento de este hecho se hizo á principios de este siglo.
Supongamos una bujía R, fig. 78, y un rayo R
Q que incide sobre el espejo A B G D; saldrá reñejado según Q P, y si encuentra luego otro espejo abe
d, irá á parar al ojo -E" de un observador. Habrá polarización, esto es, el observador no verá el rayo reflejado, mejor dicho, cesará la segunda rellexion
P E, cuando se
cumplan las dos
condiciones siguientes: Primera, que el plano
de incidencia R
Q P del primer
caso sea perpendicular alQPE
del segundo, coFig. 78.
mo indica la figura; segunda, que los ángulos de incidencia tengan
un cierto valor, según la naturaleza del espejo; de
suerte que si ambos son de igual mnteria, el ángulo
RQ P será igual oXQ P E y ambos con un valor especial.
Este áno"ulo de incidencia varía con la naturaleza del espejo y se le llama depolarizacion. Para el
agua es, en números redondos, de 37"; para el cristal
35, para el ámbar oSy para el diamante 23.
Hay también polarización por refracción.
La explicación de este efecto se encuentra en que
las vibraciones Initiinosas no se efectúan sino en ciertas direcciones fijas, por efecto de reflexiones ó refracciones anteriores. Fuera de estas direcciones hay
oscuridad.
Polarización circular.—Cuando se hace pasar la
luz por ciertos cristales ó sustancias, se desvia á la
derecha ó á la izquierda del observador: á este fenómeno se le llama polarizaciou circular. Las sustancias que desvian la luz en el primer sentido se dicen
dextrógiras, las que lo efectúan en el segundo levógiras.
Entre las primeras están las disoluciones de azúcar de caña, dextrina y el alcohol alcanforado; entre
las segundas la azúcar de uva, la goma arábiga y el
aguari'ás.
Fundándose en esta propiedad, hay un aparato
llamado sacaH-meiro^ que consiste en un tubo, dentro del que se pone la disolución de azúcar, al par
de otros cristales fijos que hay en el tubo: por la desviación de la luz, en el sentido y en la magnitud,
se viene en conocimiento de la clase de azúcar y do
su cantidad.
Al tratar de los instrumentos ópticos indicaremos la grandísima importancia que tiene hoy la polarización para distinguir en la industria unos sustancias de otras. Para ello diremos que hay polarización diversa en los distintos rayos del espectro, y
que esto depende á veces de la naturaleza del cuerpo
que refleja ó refracta la luz. Esto es lo que se llama
la polarización cromática, 6 sea coloreada.
(Se continuará.J
G. VICUÑA.
EL LIENZO ENSANGRENTADO.
ÍCoatinuacion.}
La nube que por la mañana aparecia por un extremo del
horizonte, habíase ido remoutando y ensanchando hasta cubrir el firmamento cou sus pardos crespones, y la oscuridad
iba siendo cada vez mayor. De pronto brilla uu relámpago,
rueda el tniono con tremendo estampido por las oscuras bóvedas del cielo, y otro y otros ciento le siguen y anchas gotas 86 desprenden, convirtiéndose pronto en torrentes de lluvia, viniéndose ^ unir á los liorrores de la lucha, .-^ las imprecaciones, el destrozo y el incendio, la ronca voz de la
tempestad como el acento irritado del Hacedor Supremo por
las maldades do los hombres.
Los godos diezmados, acosados por todas partes, .abrasados por las llamas, cegados por los relámpagos y atemorizados por las señales de la cólera celeste, unos se rindieron y
otros buscaron inútilmente su salvación en la fnga.
—Estamos perdidos, exclamaron algUQOS de los que al rey
Amalarico rodeaban. Vamos A caer prisioneros.
—Eso nunca, exclamó áste con iracundo acento; abrámonos paso á toda costa y á ISTarboua.
Torció las riendas & sus caballos que se lanzaron en desesperada carrera, y siguiéronle en revuelto torbellino uu corto número de los que estaban á su lado. Amalaricn, llevando eu la mano la larga y ancha espada da dos filos que los
godos llamaban upathvs, y eu la que se reflejaban las llamas
del incendiado campamento y los relámpagos de la tempes-
LA GUIRNALDA.
167
tad, hacia correr por el llano su carro, que A veces rebotalJa cidas se veían cestos eu que yacían confundidos y revueltos,
al aplastar bryo las llantas de sus ruedas el cuerpo de algau pero limpios aún, como deiuostraudo que liacia poco que esmoribando, mientras los caballos arrancaban con las herra- taban en aquel sitio, copas de oro, brazaletes y coll.ires adordas pezuñas chispas azuladas de los pedernales íjue encon- nados con corales y nácares, patínns y platos cincelados,
traban bajo do ellos. SemejAbase el regio carro segnido de incensarios y coronas de plata y oro con esmeraldas y zafilos guerreros ginetcs cruzando rápidos y tenebrosos por en- ros, mantos de púrpura y armiño, trages cou bordados y
tro las tempestades del cielo y de la tierra, el del dios de la
chapas de metal, y sacos de piel que parecían contener di-,
destrucción seguido de todas las plagas y miaerias que son ñero.
sn cortejo y consecuencia precisa.
El encapuchado paseó sus miradas por todas aquellas riAquella desatentada fuga en la oscuridad, vióse de pron- quezas allí amontonadas, y el tjue h.ibia abierto la puerta le
to interrumpida. El carro tropezó contra una piedra, cayó dijo en voz baja:
—Es el botín.
de lado, y enredado el tiro vióse por fortuna imposibilitado de avanzar, arrastrando A los que le ocupaban. No obsEl primero movió la cabeza y dijo:
tante, el golpe habia sido fuerte y el cuerpo de la reina Ció—Llévame donde está ella.
tilde yacia exánime en el suelo. Kl rey, más afortunado, se
—Por aquí, repuso el que parecía guardián de a.iuellas
levantó sin lesión alguna.
riquezas, cogiendo una lámpara y guiando al través del subterráneo. Abrió otra puerta, subieron nnos veinte escalones,
^¡Pronto, un caballo!—exclamó.
atravesaron un largo pasadizo embovedado, y al final de
—¿Y la reina?—preguntó uno.
—Quedaos con ella la mitad, levantadla y seguid con pre-, ól dijo el que guiaba:
—Esperad.
caución hacia Narboua. Los demils que me sigan.
Subióse sobre un poyo, miró por entre las rendijas de dos
Lanzóse el prbiier grupo liacia la ciudad, y poco después
piedras, y dijo bajándose:
desapareció por una de sus puertas.
—Sola está; entrad.
El segundo, antes de llegar A ella, vióse rodeado por un
—Esperad aíiui en silencio, dyo el do la capucha A los
destacamento írauco y llevado prisionero.
que le acompañaban.
El guia abrió un portillo, y el primero entró en una
lU.
liabitacíon débilmente alumbrada por una lámpara de hierNarbona fué tomada por los francos. Las derrotadas ro que pendía de la bóveda. Estaba el suelo cubierto de
huestes de Amalarico, faltas ya de fuerza moral, no supieron pieles qne amortignaban el ruido de los pasos. Las paresosteuer el asedio que k la ciudad pusieron aquellos, y tras des, hasta la mitad de su altura, cubríanlas paños rojos con
un corto amago de resistencia abandonaron sus muros bus- cenefas de diversos colores, y el mobiliario le formaban alcando su salvación en la escuadra, la cual, uua vez recogi- gunos taburetes y un lecho de madera oscura, cubierto de
dos los restos del ejército godo, se hizo & la vela para las pla- blancas pieles, en que reposaba pálida y demacrada la princesa Clotilde. Frontero de ella pendía eu la pared una cruz
yas iberas.
1)03 dias después de la toma de la ciudad y cuando aún de ébano.
faltaba una hora para amanecer, un grupo poco numeroso
El que cou tanto misterio acababa de entrar estuvo conavanzaba A través de un monto dirigiéndose hacia Karboua. templándola algunos instantes, puso luego una rodilla en
Caminaban con sigilo, parábanse de cuando en cuando para tierra y la tomó una mano. A este contacto la princesa abrió
escuchar y orientarse, y al cabo llegaron á un claro del mon- los ojos y los fijó en el encubierto.
te donde algunos pedxuscoá se veiau esparcidos.
—},Quién soisí iqué hacéis aquí! dijo.
El de la capucha se la bajó, y soltó de los hombros la
—Aquí es, dyo una voz; eucended una tea.
oscura capa que le envolvía. Era Amalarico.
Hiciéronlo así, y el gi-upo se dij-igió hacia una piedra
—iTú aquí? ¿cómo has entrado? ¿de dónde vienesí ¿qué
aplanada é irregular. Ayudados de cuerdas y palos la corrieron á un lado y quedó descubierto un hueco con algunos biiBcasí
—Vengo en busca tuya.
escalones que por él descendiau.
—i,Por mí? ipor mí! imposible, ya es tarde, dijo con voz
—Adelante, dijo el mismo que antes habia hablado y
dóbU.
que il la luz de la tea solamente podia verse la parda capa
—¡,Por qué?
coa capucha qae le oubria.
—Porque Dios me espera, murmuró con voz casi imiíajó el de la tea, y siguiéronle los demás en número de
perceptible. iPero cómo estás aíjui?
siete ú ocho.
—El navio que me llevaba á las playas de España le he
Más de dos horas caminaron aquellos hombres por el cahecho detener á corta distancia de esta costa; seguido de
mino subterráneo. Este unas veces so estrechaba hasta no
permitir míis que el paso de un hombre de frente, otras se rmos pocos y por vered'as ocultas, he llegado hasta la entrase ensancliaba formando irregulares cavernas, ya descendía da de un subterráneo que pone en comunicación esta fortahúmedo y fangoso, ya daba vuelta en tomo de un peñasco leza con el bosque inmediato, y de acuerdo con Elgíto lie lley torcía su curso como el de un arroyo. Los misteriosos gado iiasta tí.
—tElgífco te abrió el camino?
personnjes seguían en silencio al de la tea y al de la capucha que marchaban delante, hasta (¡ue por fin llegaron á
—Sí; por ese mismo camino te llevaré conmigo al navio
una gruta desde la que arrancaba una escalera toscamen- que nos espera, y nos conducirá al país eu que nací. Tvi perte formada con troncos de árboles que terminaba en lo donarás al que tu amor pagó con dureza y con arranques de
alto en una estrecha y fuerte puerta. El que llevaba la tea
ira, no con desden, Clotilde mía, que siempre te amó; tú
la apagó, dio cuatro golpes eu la puerta, y abriéndose, el consolarás al triste; tú darás valor al vencido rey godo para
grupo entró. Parecía aquello mazmorra de castillo. El techo ^ soportar su humillación presente.
muy bajo, so aosteuia sobre anchos y toscos machones de
—Imposible, dijo ella; yo no me moveré ya de este lepiedra, capaces de soportar uua catedral. Algún arco roma- cho. Jfis angustias al veros tomar las armas á mi esposo y á
no denunciaba quiénes habían sido los artífices que aquellas mi hermano uno contra otro por causa mia; los horrores de
moles construyeron, y entre ánforas rotas y armas enmohe- la batalla; el golpe sufrido al caer el carro que A los dos nos
LA GUIRNALDA.
les
conducía al través del campo de batalla; el verme luego prisionera sin saber do ciniéu, y el temor de si habrías perecido
han agotado mis fuerzas. En vauo Cliilperico, así que supo
que yo estaba en poder de sus tropas, me ha prodigado todo
género de consuelos y cuidados. Todo es ya inútil, ilira, la
fiebre me abrasa.
—Es verdad, dijo Amalarico con desaliento, apoyándola
mano en la frente de Clotilde. Pero no importa, añadió
resuelto; yo te llevaré en mis brazos como la madre al niño
enfermo, yo templaré el seco ardor de la calentura con
mis caricias, yo curaré tus lieridas con mis besos. Ven, Imyamos por el secreto camino por donde he venido, y pronto
el sol de España te IiarA revivir y mi amor te liarA olvidar
lo pasado.
Hace cuarenta años, Inglaterra fabricaba diariamente
para su consumo y exportación veinte millones de alfileres;
hoy fabrican hastn cincuenta millones. Birmingham, que ea
el gran centro de esta fabricación, ]>roduce ella sola treinta
y siete millones, y Londres, Strand y Dubliu los trece millones restantes.
La cantidad de metal anualmente empleado, cuya mayor parte es alambre de latón, pasa de 1.209 toneladas, cuyo
valor C3 más de tres millones de pesetas. Si además de la
materia primera so agrega el coste de fabricación, embalaje, etc., la suma llegará á cinco niilloues de pesetas, que es
la que representa el niovimiento anual de fabricación de alfileres en Inglaterra.
íSe cntitinuará.J
G. CERRAOERÍA.
SAFO.
SONETO.
Sobre alta roca, desceñido el manto.
Los ojos fijos en el claro cielo,
La lira oculta por oscuro velo
Doliente exliala su postrero canto.
Absortas de su voz por el encanto
Gimen las musas en amargo duelo,
Y vierte Safo con febril anhelo
Triste raudal do inspiración y llanto.
Llora de amor; y el fuego que la inflama
El piélago no apaga, que se extiende
Sobre sus miembros, é iracundo brama;
Su noble aceuto las edades hiende,
¡Que es poco el mar para extiuguir la llama
Que genio nombrali, y que Dios enciende!
JOSEFA UCARTR BARIÍIENTOS.
El mono religioso.—El vicecónsul de-Francia en León
(Nicaragua), ha enviado en la última semana á París dos
nuevas especies de monos: un ereada de largos brazos y cola
prehensil y otro de gran tamaño llamado mono religioso^
porque se pone do rodillas para comer y une las manos
como si estuviera rezando.
CUADRADO DE PALABRAS.
1.'' Ciudad de Italia.
2.'' Adjetivo que indica una cualidad poco apreciada en
culinaria.
3." Diosa de la antigüedad.
4." Mineral.
(La solución en el número próximo.)
Solución al cuadrado del número anterior:
m
1
r
a
m
a
r
1
p
0
g
1
n
0
r
0
m
a
n
0
S
a m a r
g 1 n 0
a n 0 s
r e n a
e r a 1
u a d e
a 1 e s
. MISCELÁNEA.
CHARADA.
Pensamientos acerca de la mujer.—Las mtgeres son
la gloria de los ojos, el purgatorio para el alma y el infierno para la bolsa.
Las coquetas sin talento son como el burro de la fábula:
cuando hacen gracias tiran coces.
Las niñas de 17 años, son jazmines; laa de 20, claveles
veraniegos y encendidos; las de 30, rosas; las de 40, flores
deshojadas y marclütaa.
Las coquetas con ingenio y belleza son como la lotería:
mientras más se pierde jugando, inayor empeño hay en
ganar.
Del amor.—La mujer siente mayor pasión amorosa que
el hombre, por(|ue el sexo femenino hace siempre muchos
mayores sacrificios qne el masculino.
El amor ¡luro y desinteresado es el más noble sentimiento de las almas virtuosas, porque consiste en la ausencia de
todo egoísmo.
La miyer ama ó aborrece; el hombre admira ó desprecia.
El amor se desvirtúa con la publicidad, el misterio lo
hace m.is duradero.
Mueven más lágrimas de mujer el corazón del hombre,
que todas las palabras de loa filósofos.
Cantando el aria de iodo,
. Ópera desconocida.
Prima el segunda tan mal
Que me dieron una silba.
(La KohiciOn en el número próximo.}
Solución á la anterior: esquinalian enviado estas dos soluciones las señoras y señoritas
D.'^ Julia Gracia Tabernero.—D.'' Anastasia Macias y doña
Luisa Gutiérrez.
A todo snscritor ó s u s c r i t o r a que envíe la solución
al cuadrado de p a l a b r a s ú c h a r a d a de este número, se
le d a r á , franco de porte, por 4 r s . un álbum de l e t r a s
p a r a b o r d a r , por 6 un tomo de EPISODIOS NACIONALES, que valen &. 8 r s . y por 3 r s . un tomo de la B I BLIOTECA DE BUENAS NOVELAS.
Entiéndase que estas o b r a s se remitirán solo u n a
vez, sin responder de que lleguen á su destino. L a persona que las q u i e r a recibir certiOcadas, a c o m p a ñ a r á
además 2 r s . que es lo que c u e s t a el envió con esa g a r a n t í a de la administración en correos,
Iinp. de J. M. Peres, Corredera Baja de San Pablo, ntiin.41.
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