MINERÍA, ENERGÍA Y AGUA: TRIÁNGULO CRÍTICO PARA EL

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MINERÍA, ENERGÍA Y AGUA: TRIÁNGULO CRÍTICO PARA EL FUTURO DE CHILE. (V2)
Sergio Bitar, Marzo 2015
El futuro económico de Chile dependerá de tres variables estratégicas: minería, energía y
agua. Y las condiciones serán muy distintas a las que prevalecieron del pasado. Nuestro país
tiene que anticiparse para abordar los nuevos desafíos a tiempo.
Cuatro estudios recientes nos ayudan a dibujar lo que viene en Minería: primero, "Una Minería
Sustentable en la Zona Central de Chile. Escenarios 2035", Ministerio de Minería, CORFO,
SONAMI, Koiros Future, 2014 ; segundo , dos estudios de la Comisión Chilena del Cobre
(COCHILCO) sobre energía, Jorge Cantellops, " Costo de Energía en la Minería de Chile",
2015, y Sergio Hernandez " Necesidades Futuras de Energía para el sector Minero", 2014; y,
cuarto, el estudio "Minería: Una plataforma de Futuro para Chile" preparado por la Comisión
Minería y Desarrollo de Chile, Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, 2014.
Diseñar distintos escenarios es un método propio de los estudios prospectivos para explorar
oportunidades y riesgos. Dos de ellos son relevantes, el primero es el de máximo potencial de
crecimiento y el segundo es un escenario post cobre, es decir, declinación por los sustitutos,
altos costos derivados de disminución de la ley de los minerales, la energía, agua, falta de
sustentabilidad ambiental (emisión de CO2) y socias (una comunidad activa que protege el medio
ambiente), competencia de terceros, cambios en la demanda mundial ( China), factores todos
que podrían acarrear una fuerte reducción de las exportaciones.
El gráfico describe un escenario (A) de alto potencial con despliegue de todas las capacidades
humanas, tecnológicas y financieras y un escenario de bajo potencial (B) menor escala y
complejidad de la acción ( Ver Minería: Una Plataforma…, op. Cit., págs. 22-3).
Si proyectamos el futuro sobre la base de los escenarios optimistas, la producción de cobre
podría subir de 6 a 8 millones de toneladas de metal fino (TMF) en las dos próximas décadas.
¿Qué desafíos no resueltos comporta esta meta?
Minería y Energía
Veamos primero el efecto sobre la energía. Los antecedentes de COCHILCO muestran que el
costo de energía por tonelada métrica de cobre creció de 9 a 37 US ct / libra entre 2001 y 2013.
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Esto habría ocurrido por la menor ley, la dureza de los minerales para su extracción, las
distancias de transporte,
el aumento del costo del
mega watt
hora (MWH). Además,
comparando con Perú, el costo chileno es de 140 $US /MWH contra 75 de nuestro vecino.
¿Cuál sería el consumo futuro de energía? Entre 2015 y 2025 crecería de 21 a 41 TWH, es
decir, casi se duplicaría. Un serio problema surge al constatar que buena parte de este alto
crecimiento debería satisfacer una demanda originada entre las regiones de Copiapó, Coquimbo,
Valparaíso, Metropolitana y Del Libertador, donde se concentra el 50% de la reservas de cobre
de Chile. Para abastecer esta demanda de energía se requeriría la instalación de 1500 MW en
el SING Y 1200 MW en el SIC. (J. Cantellops, op cit)
Sin duda, generar esa cantidad de energía en la zona central es más difícil que hacerlo en el
norte, por la mayor saturación y urbanización del territorio, las exigencias medio ambientales y
la propia organización de las comunidades, cada vez más reticentes, especialmente si se trata
de generadoras con combustibles fósiles.
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La conexión de los sistemas de transmisión y distribución del Norte grande y de la zona central,
que se espera estén instalados entre 2017 y
2019, permitiría una mejor planificación del
abastecimiento eléctrico al centro, proveniente del norte. ¿Cuánto provendrá del Norte y con
qué fuentes de energía? ¿Basta con la energía solar y gas o es necesario considerar otras
fuentes energéticas, que logren reducir costos y aminorar la emisión de gases invernadero? No
tenemos respuesta ni se han analizado alternativas.
Agua para la minería
Dados los requerimientos de grandes cantidades de agua fresca para enfriamiento de las
centrales, urge considerar de donde se conseguiría esa agua, teniendo en cuenta su escasez
creciente. La definición de la matriz energética futura debe contemplar las fuentes posibles de
agua, tanto en el norte como en el centro. Pienso que es indispensable constituir equipos que
estudien a fondo las distintas opciones, anticiparse, evitar un cuadro más crítico y poner a Chile
en un pie competitivo.
El agua es una de los recursos más cruciales para el futuro de los sectores dinámicos del país:
minería y agricultura. Las alteraciones
del cambio climático, que parece
ser estructural,
advierten un déficit de agua y un desplazamiento pluviométrico que debemos tener en cuenta
desde ahora. La minería de cobre consume, según los estudios preparados por COCHILCO,
alrededor de 12.5 m³ por segundo de agua fresca. De ellos 1.3 m³ /seg es agua de mar, que se
descompone en 0.6 m³/seg.
de agua desalinizada, y 0.7
de agua salada que se emplea
directamente en la faena productiva. (Sergio Hernandez "Recursos Hídricos para la Minería del
Cobre", COCHILCO, 2015).
¿Y qué se proyecta para 2020-25 ?. En el caso del escenario de mayor producción, COCHILCO
estima un consumo de 27 m³/seg. de agua fresca en 2021. Se trata de una expansión enorme,
que muy difícilmente podrá abastecerse de fuentes de agua fresca superficiales o de acuíferos,
ya agotados o sobrexplotados.
En consecuencia, la necesidad de agua desalada será muy alta, pues no habrá condiciones para
entregar nuevos derechos de agua dulce a la minería, menos aún en la zona central de Chile.
Aquí surge otro gran desafío: en 2025 Chile debería contar con una provisión de agua de mar
mucho mayor que la actual. Si se pretendiera contener la expansión del consumo de agua fresca
se requerirían a lo menos entre 10 y 15 m³/seg adicionales de agua salada o desalinizada (según
las tecnologías que se apliquen en la explotación minera), para bombear hasta las faenas.
Alcanzar esta meta requiere de un gran plan de inversión y una planificación de cuyo diseño e
implementación tiene que hacerse cargo el Estado. Ello no está ocurriendo. El sector privado
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puede asumir la construcción, habrá que licitar, se podrán usar las leyes de Concesiones, pero
se requiere un plan territorial para evitar que se produzca una dispersión de iniciativas que se
desplieguen de manera desordenada por el borde costero chileno. Será necesario fijar
estándares, regular y asegurar el uso para la agricultura y el agua potable rural, coordinar con
las empresas sanitarias para garantizar primero el abastecimiento del consumo humano.
Chile debe crear una instancia pública que lleve a cabo la planificación, regulación y fiscalización
de esta urgente tarea, en asociación con el sector privado. Debe crearse una autoridad pública
para planificar, estudiar, otorgar permisos, fiscalizar, que puede ser la propia dirección General
de Aguas reorganizada y fortalecida, una Subsecretaría de Asuntos Hídricos o/y concebir una
empresa nacional de desalinización de agua.
Así como se requiere de importantes cantidades de agua para el enfriamiento de las plantas
generadoras de electricidad, también se requerirá, recíprocamente, bastante energía para
desalinizar agua de mar. Esta relación agua- energía es un reto que se levanta en muchos países
que carecen de suficientes recursos hídricos. Es necesario entonces que en Chile se verifique
una mejor coordinación entre las entidades responsables de la energía, agua, agricultura,
sanitarias y medio ambiente dentro del aparato público y con el sector privado.
Minería , gases invernadero y contaminación de partículas..
Las faenas mineras y la producción misma de energía eléctrica y agua necesarias para
abastecerlas tienen un impacto sustancial sobre la emisión de CO2. La evolución de las cifrases
alarmante. Según COCHILCO, entre 2001 y 2013, mientras la producción de cobre subió de 4.7
a 5,8 millones de toneladas de metal fino (TMF), la emisión de gases invernadero se elevó de 3
a 5 millones de toneladas de CO2 equivalente. O sea, subió de 0.61 en 2001 a 0.89 Ton CO2 /
TMF en 2013. Esta situación debe contenerse y revertirse,
de lo contrario la emisión se
transformará en un nuevo arancel, en tanto los países avanzados y el mundo entero, a través de
acuerdos internacionales, impongan restricciones, rebajen el precio o incrementen impuestos a
productos que contengan una huella de carbono que exceda los límites aceptables. A todo ello
se sumaría la reacción de una ciudadanía chilena muy consciente y sensible a los riesgos de
contaminación ambiental. Si levantamos la mirada al horizonte de una década no cabe duda
que la presión social para lograr un desarrollo productivo sustentable irá en ascenso. Esto
implicará establecer y cumplir con estándares más elevados, avanzar hacia tecnologías verdes,
regulación estricta de relaves, control y protección de los glaciares, entre otros.
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Además del efecto de los gases invernadero, el traslado para el embarque de concentrados será
otra fuente de contaminación. Para sostener el crecimiento de las exportaciones se precisará de
una mayor capacidad portuaria, de transporte terrestre, sea de camiones o ferrocarriles, de
contenedores sellados y otras tecnologías para el transporte de los minerales que requerirán
de grandes inversiones. El cambio proyectado por COCHILCO de la composición de mineral
exportable es sorprendente. Los concentrados se elevarían de 4 a 7 millones, mientras la
producción de cátodos mermaría de 2 a 1 millones de TMF/año.
Esta composición exigiría
de condiciones mucho más rigurosas del movimiento de los
materiales. No olvidemos la reacción justificada de la ciudadanía ante los problemas de
contaminación en Arica o en Antofagasta, actitud que se extenderá a otras ciudades. La
adecuación a los nuevos estándares de sustentabilidad ambiental y social demandará obras en
nuevas zonas portuarias,
vías de transporte y uso de tecnologías estancas para evitar
contaminación de partículas. Se requiere anticipar y planificar en breve plazo que exigencias
imponer y que inversiones efectuar, y hacerlo en estrecha colaboración público privada.
Escenarios de futuro y estrategia para avanzar
Si contemplamos un escenario de máxima producción de cobre, las necesidades consiguientes
de agua y energía, los nuevos estándares de sustentabilidad ambiental y social y de
competitividad internacional nos percatamos de la necesidad de contar con un programa
armónico y ambicioso.
El informe "Minería: Una plataforma de Futuro para Chile”, mencionado antes,
señala
sustanciales metas para encarar estos retos. La presidenta Bachelet, al momento de recibir este
informe en marzo de 2015, resaltó varios objetivos:
 para 2035, inversiones equivalentes a 100,000 millones de dólares,
 8 millones de toneladas de producción de cobre,
 desarrollar 250 empresas de clase mundial para exportar, bienes y servicios complejos
vinculados a la minería
 formar y atraer nuevos talentos, duplicando en 2020 el número de investigadores
actuales ( 350 a 700),
 instalar cadenas de valor en energía, agua ,transporte, logística, acrecentar la
coordinación entre empresas y universidades, y
 crear un consejo público privado para el seguimiento e innovación permanentes.
El desafío es contundente y apasionante. El plan de Codelco es la mayor inversión acometida
en la historia de Chile, no sólo por el monto de las inversiones, también por su gran complejidad
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ingenieril, constructiva y productiva. Construir simultáneamente las dos minas subterráneas más
grandes del mundo es un desafío que pondrá a prueba la capacidad nacional.
Paralelamente, debemos simular un escenario de declinación del cobre, y la consecuente
reconversión y diversificación
rápida
de la estructura productiva chilena.
Enfrentaremos
innovaciones de efectos imprevisibles, una de ellas es el grafeno, área en la cual numerosos
centros de investigación mundiales han volcado recursos y energías para conseguir un producto
de altísima resistencia,
conductividad y flexibilidad, capaz de sustituir varias aplicaciones
actuales del cobre. En esta materia Chile debe concentrar un número importante de
investigadores para hacer un seguimiento estricto y ver las posibilidades de usos nuevos de
cobre con estas innovaciones tecnológicas. También debemos precavernos de una reducción
de los consumos mundiales o de una mayor competitividad de otros países. Este escenario,
aunque luzca improbable hoy, puede ocurrir y exige estar preparado, utilizando desde ya la
palanca del cobre para impulsar actividades de tecnología más avanzada que diversifiquen
nuestra base de sustento productivo. ¿No vivimos una realidad similar hace un siglo con el salitre
y no fuimos capaces de reaccionar a tiempo?
Poseemos un aparato estatal precario e insuficiente para concordar rumbo, diseñar e
implementar las políticas públicas, carecemos de una institucionalidad capaz de armonizar,
coordinar y entregar lineamientos estratégicos a los gobiernos para sostener políticas coherentes
de largo alcance. Pero Chile tiene hoy nuevas y mejores capacidades humanas para acometer
esta tarea. Hacerlo es posible. Para ello debemos tener más conciencia y actuar con más
resolución.
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