EL DERECHO PROCESAL AMBIENTAL Y LA TUTELA EFECTIVA Mariolga Quintero Tirado “las formas son el precio de la libertad”(Chiovenda.) Resumen: Se trata de examinar, por su imperiosa necesidad, las pautas que beneficien la creación en nuestro país de una estructura procesal, a la luz de los principios de la tutela judicial efectiva y del debido proceso, que desechando el esquema tradicional e inspirada en las propuestas del Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica, haga posible, adecuada y eficaz la defensa jurídica de los derechos difusos, colectivos e individuales homogéneos. 1. Introducción En estos últimos años, se pudiera decir que, en las disciplinas del derecho laboral y de protección de niños y adolescentes, en nuestro país se ha alcanzado una renovación procesal entronada en los principiosde la oralidad, concentración e inmediación, a tono con la norma constitucional (artículo 257). El proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de la justicia. Las leyes procesales establecerán la simplificación, uniformidad y eficacia de los trámites y adoptarán un procedimiento breve, oral y público. No se sacrificará la justicia por la omisión de formalidades no esenciales. Pero, aunque sea un valor entendido para nosotros que urge desarrollar las tutelas de urgencias necesarias para el trámite del procesal ambiental y sus peculiaridades, hemos padecido de cierta inercia sin atribuirle mayor importancia a los fines sociales y políticos de esta empresa humanitaria, dado que el reciente desarrollo normativo del proceso de protección de los derechos e intereses colectivos y difusos en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia vigente, publicada en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela 39.522, no contempla el tópico global de la rama de los procesos colectivos. No ha sido un mal generalizado, porque otros países en Latinoamérica, como Brasil, han hecho su modelo nacional para la defensa de los derechos e intereses transindividuales. Y todavía más interesante, en Iberoamericanas de Derecho Procesal, el 28 de octubre de 2004, las Jornadas el Instituto organizador adoptó el Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica, que tampoco ha tenido resonancia en nuestra geografía. Ahora bien, en la edificación de los pilares para este proceso específico, no puede el modelador apartarse de los principios de tutela judicial eficaz y debido proceso, so pena de engendrar grandesestorbos a los preceptos constitucionales, careciendo de validez cualquier empeño que los violente. Basta recordar para esta audiencia que la tutela judicial efectiva es un principio que consiste en tener libre acceso a los tribunales para solicitar de éstos la tutela de un derecho subjetivo o de un interés legítimo y obtener, en un proceso sin dilaciones indebidas, una resolución de fondo fundada en derecho y que el debido proceso se refiere a las normas que regulan el devenir constitucional del proceso, es decir, aquel proceso que reúne las garantías ineludibles para que la tutela jurisdiccional sea realmente efectiva. En esta órbita cabe hablar de la prohibición de indefensión, el derecho a los medios de prueba pertinentes para la defensa, a la asistencia jurídica, a la legalidad procesal, al juez natural, imparcial, competente e idóneo, a la cosa juzgada, a no declarar contra sí mismo, a no confesarse culpable, a la presunción de inocencia y a la cosa juzgada. En suma, de esta forma, se incorpora como derecho esencial el de la defensa contradictoria de las partes y su igualdad en el proceso. A este respecto, parece significativo invocar la doctrina de la jurista Mabel De los Santos (2004, pág. 186), cuando refiere que: existen tres aspectos que constituyen condiciones del debido proceso adjetivo, los tres de jerarquía constitucional: a) Que medie imparcialidad e independencia de los jueces, condición que se vincula con el principio procesal de igualdad de las partes en el litigio (art. 16, C.N.); b) Que todo litigante tenga oportunidad adecuada de defensa y prueba (art. 18, C.N.), vinculado al principio de contradicción, y c) Que la intervención jurisdiccional asegure la tutela judicial efectiva en tiempo útil, condición abarcativa del principio de economía procesal (arts. 8° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y 75, inc. 22 de la C.N.). Sobre las dos primeras condiciones del debido proceso media coincidencia general entre los autores que distinguen los principios procesales o “principios esenciales” de los “sistemas” o principios de técnica constructiva, entendiendo que los primeros son las reglas básicas sin las cuales no existe debido proceso. En cuanto a la “garantía de la tutela efectiva”, la misma es de incorporación constitucional más reciente y responde a las últimas tendencias del Derecho Procesal Constitucional (cf. art. 6° del Tratado Europeo de Derechos Humanos, art. 8° del Pacto de San José de Costa Rica y art. 15 de la Constitución de la Prov. de Buenos Aires y ver conclusiones de la Comisión sobre “Procesos Urgentes” [punto 1] del XX Congreso Nacional de Derecho Procesal celebrado en octubre de 1999 en San Martin de los Andes). La referida garantía no sólo se encuentra estrechamente vinculada al principio de economía procesal y a los principios de celeridad , concentración, eventualidad y saneamiento derivados, sino que abarca dos aspectos que usualmente no son vinculados con la economía procesal: la función preventiva de la jurisdicción en el ámbito de los llamados “procesos urgentes” y por el otro la interpretación de la norma procesal que favorezca la operatividad efectiva del derecho sustancial (como enuncia el art. 14 del Código General del Proceso Uruguayo). Teniendo en cuenta que el plano procesal ambiental se delinea a través de la tendencia “publicista”, ya que está al servicio de una competencia demarcada por el interés social, estando comprometido el rol del juez en este fin transcendental, tenemos, entonces, que estos principios son los símbolos que deben apadrinar un derecho procesal en justicia socio-ambiental contemporáneo, que debe desarrollarse en nuestros horizonteslegislativos y jurisprudenciales y que entrará en la categoría de los procesos sobre tutela de urgencia. Antes de continuar con el temario vamos a detenernos en un breve análisis del marco procesal venezolano que desarrolla la demanda de protección de derechos e intereses difusos y colectivos. Siguiendo el texto constitucional (artículo 26) en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia se da protección a los derechos e intereses colectivos y difusos, sin definirlos, y estableciendo que, cuando los hechos revistan proyección nacional, su conocimiento corresponde a la Sala Constitucional y en caso contrario, a los tribunales civiles de primera instancia de la localidad donde se hayan generado las circunstancias fácticas. En cuanto a la legitimación, es amplia porque se faculta a todas las personas para intentar esta demanda y los requisitos de ésta, no difieren sensiblemente de lo exigido en el proceso ordinario (340 del Código de procedimiento civil); sin embargo, se contempla un despacho saneador y se pautan causales de inadmisibilidadcomo son: que se deduzcan pretensiones que sean incompatibles o se excluyan mutuamente; cuando exista manifiesta falta de legitimidad o representación; cuando haya cosa juzgada o litispendencia; cuando la pretensión pueda ser satisfecha por otras vías o cuando su conocimiento esté atribuido al contencioso de los servicios públicos o electoral; y, cuando contenga conceptos ofensivos e irrespetuosos. En caso de admisión, es importante señalar, que si la competencia corresponde a la Sala Constitucional, ésta designará un ponente, con competencia para conocer de todo el juicio y hasta de sus incidencias. A su vez, al admitirse la demanda, además del emplazamiento del sujeto pasivo de la pretensión, se debe notificar a la Defensoría del Pueblo y al Ministerio Público y a cualquier otra autoridad que se estime pertinente, emplazándose a los interesados por medio de un cartel a expensas del actor. Después de vencida la oportunidad para contestar la demanda, se da lugar a la fase instructoria, fijándose, después de la admisión de las pruebas, una audiencia pública, en la cual, el Tribunal fija los términos de la controversia, resuelve cualquier incidencia relativa al control de la prueba y ordena, si es posible, la evacuación de pruebas en esa misma audiencia. Además, se prevé que en dicha audiencia las partes intervengan para exponer y una vez oídas éstas, el Tribunal podrá ordenar la evacuación de pruebas, cuando las juzgue “necesarias para el esclarecimiento de los hechos que aparezcan dudosos u oscuros”. El juez, concluido el debate, puede decidir el fondo del asunto, en forma inmediata, exponiendo los términos del dispositivo del fallo, o dictar la decisión dentro de los diez (10) días de despacho siguientes. Cuando la decisión se dicte en primera instancia, se oirá apelación en ambos efectos ante el tribunal superior en lo civil pudiendo las partes presentar escritos y decidiéndose la causa dentro de los veinte (20) días de despacho siguientes; sin embargo, el tribunal podrá convocar a una audiencia pública cuando lo amerite lo complejo del caso. Respecto del muy relevante instituto de las medidas cautelares, se contempla que las partes pueden solicitar y el juez acordar oficiosamente medidas en cualquier estado y grado de la causa, con amplias facultades para el juez a fin de garantizar la efectividad de la tutela y es posible la apertura de un incidente de oposición. Por último la normativa de la ley adjetiva civil es supletoria en este proceso. De modo que esta simplicidad justifica el análisis profundo de la propuesta contenida el Proyecto de Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica. 2. Del debate Buscando nuevos instrumentos para inyectar eficacia a los fenómenos procesales, ha sido trazado un panorama donde, entre otros, cobran nueva relevancia el acceso jurisdiccional, la desigualdad económica de las partes, el contenido y extensión de los poderes directivos del juez y las medidas anticipatorias y autosatisfactivas, se amplía el instituto de la legitimación, se transforma el principio de la carga de la prueba y el de la congruencia se torna más laxo, se hace operante la colaboración de las partes y se combate el excesivo ritual. Y en esa fogosidad científica que generó la “publicización” del proceso civil y la constitucionalización de las garantías procesales ha surgido un nuevo debate, que concentra posturas antagónicas, en lo que se refiere muy especialmente, a la función directiva del juez. Los primeros hablan del descubrimiento de la verdad y de justicia; los segundos,se promocionan como enrolados en el garantismo procesal y enseñan que el papel del juez es hacer efectivo el derecho positivo, con la aplicación de la ley, desdeñando la figura del juez fascista o totalitario que, en su criterio, postulan quienes favorecen el otorgamiento de iniciativas judiciales de dirección material en el proceso civil. En estas arenas que se califican de ideológicas, se mueven los patrones procesales de nuestra época. Y hay que tenerlos en cuenta, al momento de proponer reformas. 3. Delos lineamientos Siguiendo las líneas trazadas en la doctrina y en el código modelo,importa destacar algunos puntos prioritarios, como presupuestos sobre los cuales construir un texto procesal para la defensa de los intereses difusos y colectivos, que además de efectivo garantice que se tramiten con preferencia, obedeciendo al carácter de la urgencia. 3.a. De la legitimación Lo primero, a la luz del paradigma de una tutela judicial efectiva, se proclama un mayor acceso jurisdiccional. Fundados, así, los doctrinantes en un ensanchamiento de la legitimación, que tiene manto constitucional, tenemos que hace tiempo se pregona que este instituto: no se agota en el concepto de interés legítimo sino que se amplía y transforma abarcado toda situación jurídica tutelable. El único protagonista no es ya el individuo sino también, los grupos, clases o categorías. Y como surgen nuevos derechos también emergen nuevas legitimaciones, en confluencia con otros ajustes conforme a los cuales el proceso ya no es necesariamente individual sino también colectivo. (Lázzari, 2003, pág. 66) Por ello, en primer lugar, se impone definir los intereses que se pretenden proteger a través de los procesos colectivos, que aunque en Venezuela son bien conocidos, nos interesa destacar el concepto de “acción colectiva” del referido Código. En este sentido, ese concepto es contentivo de las pretensiones que se deduzcan para pedir tutela jurisdiccional de: a) los intereses o derechos difusos, así entendidos los supraindividuales, de naturaleza indivisible, de que sea titular un grupo, categoría o clase de personas ligadas por circunstancias de hecho o vinculadas entre sí o con la parte contraria por una relación jurídica base; y, b) los intereses o derechos individuales homogéneos, así entendido el conjunto de derechos subjetivos individuales, provenientes de origen común, de que sean titulares los miembros de un grupo, categoría o clase. Como se observa, a las categorías de difusos le fueron subsumidos los colectivos, por la terminología brasileña). Al respecto, nos explica la procesalista Mabel De los Santos (2006, pág. 4)que: Los derechos de grupo pueden ser clasificados -teniendo en cuenta la relación existente entre los miembros del grupo- en tres tipos: a) los denominados derechos difusos, b) los derechos colectivos y c) los derechos individuales homogéneos. Los derechos difusos son aquellos intereses que afectan a una comunidad de sujetos amplia e indeterminada, no existiendo de ordinario vínculo o nexo jurídico entre ellos. Los ejemplos más claros se encuentran en los campos de la protección del medio ambiente y del consumidor. Los derechos colectivos, transindividuales o indivisibles tienen la particularidad de que los integrantes del grupo se encuentran vinculados por una relación jurídica previa que hace que la pertenencia al grupo sea más definida que en el caso de los derechos difusos. Vale decir que abarca a un grupo determinado de personas, vgr. clientes de un banco que cobra cargos indebidos a los usuarios de tarjetas de crédito o asociados a una empresa de medicina prepaga que se rehúsa a dar tratamiento en el caso de ciertas enfermedades. Finalmente, los derechos individuales homogéneos son los mismos derechos individuales que tradicionalmente han sido conocidos en el sistema del derechocivil como “derechos subjetivos”. Toda vez que los mismos tienen un origen o causa común, la normativaprocesal acuerda un nuevo instrumento para su tratamiento unitario, pudiendo reclamarse su protección en una sola acción: la acción colectiva por daños individuales (“class action for damages”). Desde otro punto de vista -poniendo la mira en la naturaleza divisible o indivisible del derecho invocadotambién puede hablarse de derechos esencialmente colectivos y de derechos accidentalmente colectivos. Los primeros son indivisibles, la regla federal 23 de EEUU los denomina “true group rights”. Los segundos son los tradicionales derechos subjetivos individuales que son protegidos de manera colectiva, reclamando una indemnización común y a los que la regla federal 23 denomina “spurious group rights”. Las precisiones terminológicas antes realizadas obedecen a la circunstancia de que la legitimación y, especialmente, la extensión subjetiva de la cosa juzgada difieren según el tipo de derechos de que setrate. De otra parte, hay que preguntarse, dentro de esa corriente que aboga por ampliar la legitimación ad causam¿Quién o quiénes están legitimados para obrar en tutela de esos intereses? Hablando, entonces, de quién puede ostentar la cualidad de parte demandante, tenemos que este instituto recibe un fuerte respaldo en el Código bajo estudio. Así su artículo tercero establece que están legitimados concurrentemente a la acción colectiva:a) toda persona física, para la defensa de intereses o derechos difusos de que sea titular un grupo, categoría o clase de personas ligadas por circunstancias de hecho; b) cualquier miembro del grupo, categoría o clase para la defensa de intereses o derechos difusos de que sea titular un grupo, categoría o clase de personas ligadas entre sí o con la parte contraria por una relación jurídica base y para la defensa de intereses o derechos individuales homogéneos; c)el Ministerio Público, el Defensor del Pueblo y la Defensoría Pública; d) las personas jurídicas de derecho público interno; e) las entidades y órganos de la Administración Pública, directa o indirecta, aun aquellos sin personalidad jurídica, específicamente destinados a la defensa de los intereses y derechos protegidos por este Código; f) las entidades sindicales, para la defensa de los intereses y derechos de la categoría; g) las asociaciones legalmente constituidas desde por lo menos un año y que incluyan entre sus fines institucionales la defensa de los intereses y derechos protegidos en este Código, sin que sea necesaria la autorización de la asamblea;y, h) los partidos políticos, para la defensa de derechos e intereses ligados a sus finalidades institucionales. Además añade, que el requisito de la pre-constitución puede ser dispensado por el juez, cuando haya manifiesto interés social evidenciado por la dimensión o característica del daño, o por la relevancia del bien jurídico a ser protegido; que será admitido el litisconsorcio facultativo entre los legitimados; y que en caso de interés social relevante, el Ministerio Público, si no promoviera la acción o no interviniera en el proceso como parte, actuará obligatoriamente como fiscal de la ley. Resulta interesante, que también predica queen el evento de que falte el requisito de la representatividad adecuada, de desistimiento infundado o de abandono de la acción por la persona física, entidad sindical o asociación legitimada, el juez notificará al Ministerio Público y, en la medida de lo posible, a otros legitimados adecuados para el caso a fin de que asuman, voluntariamente, la titularidad de la acción. Y luego, culmina señalando que el Ministerio Público y los órganos públicos legitimados podrán requerir de los interesados el compromiso administrativo de ajuste de su conducta a las exigencias legales, mediante conminaciones, que tendrán eficacia de título ejecutivo extrajudicial. Como vemos, hay algunos casos de legitimidad extraordinaria, pero, además, está establecido que cuando la titularidad del interés difuso le corresponda a un conjunto indeterminado de personas, cualquiera de ellas puede solicitar tutela, actuando en nombre del grupo afectado. De ello, se concluye que esa persona estará representando a todo el grupo indeterminado afectado por el mismo interés. Sobre el tema, Juan Monroy (citado por LEDESMA NARVÁEZ, Marianella, 2008)dice que el patrocinio de los intereses difusos constituye una forma de “representación procesal atípica”, lo que está claro ya que no se requiere de mandato o poder para que el grupo indeterminado quede por quien accede a la justicia representado y esto porque no se necesita de un poder especial para que aquél sujeto represente a las demás personas indeterminadas, pero involucradas en el interés difuso, sino que debido a que este interés le pertenece a todo el grupo, cualquiera está legitimado para ejercer su derecho de acción representando a las otras personas igualmente afectadas. 3.b. Proveimientos jurisdiccionales En criterio de los proyectivas, donde el texto legal comentado muestra mayor preocupación por el desiderátum de máxima de efectividad de la tutela, es el Capítulo II dedicado a los proveimientos que se pueden lograr en los procesos colectivos, con el objeto de dar satisfacción jurisdiccional a los derechos transindividuales conculcados o amenazados. Como es natural, dado que es cónsona con el tema ambiental, la tutela anticipada que se refiere a la existencia de un daño actual, que puede llegar a ser irreversible y lo que es peor, irreparable, se contempla para el juez la facultad que, a requerimiento de parte, puede, dando razón fundada de su convicción, “anticipar, total o parcialmente, los efectos de la tutela pretendida en el pedido inicial, siempre que, con base en prueba consistente, se convenza de la verosimilitud de la alegación”(artículo 5 del Código Modelo de Procesos Colectivos del Instituto Iberoamericano de DerechoProcesal), cuando esté probado que exista fundado temor que la sentencia definitiva sea ineficaz o se demuestre el abuso del derecho de defensa o el manifiesto propósito dilatorio del demandado. En estos casos de tutela anticipatoria, el juez puede imponerle al demandado unas multas diarias, cuya periodicidad y valor podrá modificar, si se torna insuficiente y excesiva. Está claro que la conversión de la obligación en daños y perjuicios sólo es posible si por ella optare el actor o si no se pude lograr la tutela específica o la obtención del resultado práctico correspondiente. Está previstala existencia de un Fondo de los Derechos Difusos e Individuales Homogéneos, de donde se extraerán las indemnizaciones que el juez acuerde en las sentencias, cuando condene a la reparación de los daños provocados al bien indivisiblemente considerado. La administración del mismo corresponde a un Consejo Gestor Gubernamental, que integra miembros del Ministerio Público, jueces y representantes de la comunidad, estando sus recursos destinados, entre otras, a la reconstitución de los bienes lesionados o, si esto no fuere posible, a la realización de actividades tendentes a minimizar la lesión o a evitar que ella se repita. Ese Fondo tiene personalidad jurídica y se le notifica de toda pretensión que se intente y de las sentencias más relevantes en esos procesos y puede intervenir en los procesos colectivos en cualquier fase y grado de la jurisdicción para demostrar la inadecuación del representante o para auxiliarlo en la tutela de los derechos del grupo, categoría o clase. De nuevo tiene injerencia el juzgador en el destino de las indemnizaciones, dictando providencias al Consejo Rector acerca de la realización de actividades para lograr los objetivos antes especificados y el tiempo. 3.c. Del modelo procesal Como lo estipula la corriente publicística, los proyectistas, en el Capítulo III,hacen recepción del modelo de proceso por audiencia, siendo importante señalar que cuando estamos en presencia de este patrón no podemos dejar a un lado la mixtura que llevan inmersos, ya que la fase de postulación es escrita, en definitiva en nuestro país. Pero, lo más destacado es que rigen fundamentalmente los principios de la publicidad, la concentración y la inmediación. Y se dispone también que el pedido y la causa de pedir sean interpretados extensivamente. El juez competente es el del lugar donde hubiere ocurrido o pudiera ocurrir el daño, cuando sea de ámbito local, pero para los daños de ámbito nacional es el juez de la capital. El juez está dotado de amplísimos poderes de dirección formal y material desde el inicio del proceso, ya que oídas las partes, puede permitir que se reforme la demanda inicial para alterar o ampliar su objeto o la causa petendi; y es más, en cualquier estado y grado del proceso puede dar cabida a la mutación del objeto del proceso, siempre que sea realizada de buena fe, no haya perjuicio injustificado para la parte contraria y el contradictorio sea preservado. La audiencia preliminar, que se abre al cerrar la fase de postulación, toma la relevancia de un centro solar, donde el juez asume el rol de protagonista principal. Después que las partes exponen la causa fáctica y fundamentos jurídicos de su pretensión y excepción, el juez los instará a conciliarse y goza de la prerrogativa de sugerirles a los litigantes otros mecanismos para la solución de la disputa, como la mediación, el arbitraje y la evaluación neutral de tercero. En este último supuesto, se fija un plazo para que ese tercero oriente a las partes de cómo llegar a un medio compositivo, que no es vinculante para ellas y es reservada al juez. Claro que si hay conciliación, el juez la homologará por sentencia que funge de título ejecutivo judicial. Si no se llega a un acuerdo, toma la iniciativa el juez de nuevo pudiendo decidir si el proceso puede seguir en forma colectiva, si se separan los pedidos en procesos colectivos distintos, si ello desemboca en economía procesal y o facilite la conducción del proceso; resuelve los temas procesales que se hayan presentado; fija los términos del debate y determina las pruebas que se promoverán, con una advertencia que debe esclarecer a las partes sobre la distribución de la carga de la prueba. En este punto hay grandes novedades, al establecerse, luego de consagrase el principio de la libertad de los medios de prueba, incluida la prueba estadística o por muestreo, siempre que sean obtenidos por medios lícitos, que para este esclarecimiento el juez debe seguir las pautas que se le indican así: la carga de la prueba incumbe a la parte que posea conocimientos científicos, técnicos o informaciones específicas sobre los hechos, o mayor facilidad para su demostración. Sin embargo, si por razones de orden económico o técnico, dicha carga no pudiere ser cumplida, el juez impartirá las órdenes necesarias para suplir la deficiencia y obtener los elementos probatorios indispensables para proferir un fallo de mérito, pudiendo requerir pericias a entidades públicas cuyo objeto estuviere ligado a la materia en debate, condenándose al demandado perdidoso al reembolso de los emolumentos devengados. Si a pesar de lo anterior, no es posible aportar la prueba respectiva, el juez podrá ordenar su práctica con cargo al Fondo de los Derechos Difusos e Individuales Homogéneos. Y ello no significa que el juez esté desprovisto de la facultad de allegar pruebas oficiosamente,constituyendo ambos temas los más criticados por la corriente que se denomina “garantista”. Comopuede observarse, se transforman las reglas de la carga de la prueba, afiliándose el proyecto de proceso a la teoría de las cargas dinámicas, a cuyo desarrollo ha abonado la amplia bibliografía de Jorge Peyrano y que ha tenido gran recepción en la jurisprudencia argentina en los años 90 y que desplaza, en determinadas hipótesis y sus circunstancias hacia una u otra de las partes, a fin de servir mejor a la justicia del caso concreto, que es la meta real del proceso. Me permito decir que en mi opinión, nuestros jueces no se han sentido atraídos a la aplicación de esta temática, ya que ninguna disposición legal los habilita para aprehender esa conducta, que suponemos recibiría un rechazo absoluto del foro, habituados como estamos los abogados a visualizar parcialidad cuando el juez dispone la producción de medios probatorios oficiosamente y atacar de indefensión cualquier comportamiento judicial que signifique suplirle la carga probatoria a una de las partes. En cuanto al régimen recursivo, de las sentencias definitivas, como regla, se oye el recurso de apelación en un solo efecto, haciéndose la salvedad que eso será así, siempre y cuando la fundamentación fuere relevante y pudiere resultar para la parte una lesión grave y de difícil reparación. Pero, en el evento que se haya oído la apelación en el solo efecto devolutivo, la ejecución tendrá carácter provisorio, corriendo por cuanta del ejecutante la responsabilidad de indemnizarle los perjuicios al demandado, si se modifica la sentencia impugnada. Para la ejecución se requiere la instancia de parte, pero si ésta asume una conducta negligente, deberá hacerlo el Ministerio Público, cuando se trate de interés social relevante, quedando facultados, asimismo, para dicha iniciativa, en todos los casos, los demás legitimados. Hay costas y pago de honorarios de abogados y periciales para el demandado vencido, pero los actores, además que no tienen que adelantar ninguna de esas sumas, no serán condenados a cubrir aquellos rubros, salvo comprobada mala fe. Se consagra la responsabilidad por los daños y perjuicios a los litigantes de mala fe y los responsables de los actos, además que se les condena solidariamente al pago de honorarios profesionales de abogados, costas y gastos procesales. Se dedican, a continuación, algunas disposiciones del Capítulo IV, a los procesos colectivos para la defensa de intereses o derechos individuales homogéneos, refiriéndose que los legitimados podrán proponer, en nombre propio y en el interés de las víctimas o de sus sucesores, entre otras, la pretensión civil colectiva de responsabilidad por los daños individualmente sufridos, de acuerdo con lo dispuesto en los artículos siguientes. No es necesario identificar a los interesados, ya que ocurre cuando se liquide o ejecute lo juzgado. Es muy apropiada la disposición que prevé la publicación de edictos a fin que los interesados puedan intervenir en el proceso como asistentes o coadyuvantes. En las sentencias de condena, si se da lugar a la demanda, la condena podrá ser genérica y, si es factible, el juez determinará en la propia sentencia colectiva el monto de la indemnización individual debida a cada miembro del grupo. Por su especificidad, parece apropiado precisar cómo se fija el valor de la indemnización: a) en atención al daño globalmente, con arreglo a todas las pruebas que lo demuestren, y,b) si es difícil o imposible demostrarlo con pruebas, por la extensión o complejidad del daño, por peritaje arbitral. En el Capítulo V se reglamenta la cosa juzgada de los procesos colectivos, señalándose que la sentencia hará cosa juzgada erga omnes, excepto cuando la pretensión fuere rechazada por insuficiencia de pruebas, caso en el cual cualquier legitimado podrá intentar otra acción, con idéntico fundamento, si se valiere de nueva prueba. Y tratándose de intereses o derechos individuales homogéneos, en caso de rechazo de la pretensión, cada persona interesada podrá deducir la acción de indemnización a título individual. Por último, en el Capítulo VI, aparecen las normas que se ocupan de las acciones contra un grupo, categoría o clase, que se pueden instaren los casos que el bien jurídico tuteladoseasupraindividual y esté revestido de interés social. 4. De nuestra actualidad Se trata, entonces, de que repensemos cómo hacer el carril procesal, ordenar a los colaboradores y extrañarlos de los viejos hábitos que durante largos estropeos han acumulado y lograr un buen producto, para que el consumidor de la justicia ambiental no se sienta insatisfecho. Ello nos conmina a fundirnos ávidos, sin descabellados sueños, en los perfiles del tiempo, del proceso y de la justicia, como una prioridad para la dignidad de la vida jurídica. Es tema a examinar entre nosotros, por tanto, la tutela colectiva, y es mirar hacia el pasado, y con un poco de humildad revisar la adecuación del proceso oral para la solución de los conflictos ambientales, siendo, por tanto, provechoso el examen crítico del cuadro actual, a ver si es posible modificarlo ventajosamente. Como sabemos el principio de la oralidad en Venezuela tuvo sus primeros pasos en el Código Procesal Civil, en su artículo 859, claro, de manera limitada en los supuestos en él consagrados y por la cuantía de dicho proceso, pero, en este aspecto, debe dejarse sentado que en nuestro país, aunque fue impulsada, no ha sido posible una reforma del Código Procesal Civil, con el objeto fundamental de que los procesos civiles sean por audiencias y accesibles a todos los particulares, principalmente al más desprotegido. Luego se fue materializando paulatinamente en el campo del derecho penal, a través de la Ley de reforma parcial del Código orgánico procesal penal, la Ley de reforma parcial del Decreto Nº 1.456 con Fuerza de Ley de tierras y desarrollo agrario, Ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, la Ley orgánica procesal del trabajo y la Ley orgánica del Tribunal Supremo de Justicia. En Venezuela, al menos en lo que respecta al reparto de funciones entre el juez y los litigantes y el gran incremento de funciones que han sufrido los órganos jurisdiccionales, se denota, en consecuencia, que se está participando de un nuevo limitando el principio dispositivo al punto de las alegaciones. Empero, no se ha ensanchado en la práctica el acceso a la justicia y hay estorbos graves, además del alto índice de litigiosidad, para tener fluidos procesos por audiencia, simplificados, breves, orales y públicos. Ciertamente, todavía hay que perfilar más nítidamente las funciones de la audiencia preliminar, y ejercerlas más briosamente, en cuanto a la función concretora, que es la que trata de delimitar el thema decidendi y por supuesto, también el thema probandi, que es el plexo solar de un proceso, porque facilita la tarea de todos los operadores de justicia y muy especialmente, la posibilidad de llegar a una conciliación, a precisar las pruebas necesarias y a clarificar la resolución del conflicto. (Aner Uriarte Cordón,2006, pág. 78-80) De otra parte, carecemos de autoridades judiciarias especializadas para tratar con la temática ambiental, ya que para que el aparato judicial pueda cumplir con su función pública, realizando sus fines, es menester que se tenga una buena política de recursos humanos. Sin embargo, confrontamos la gran tragedia de estudios universitarios de derecho con escasa de preparación, intelectual y práctica para entender y manejarse en las esferas del avance de las actividades y de las técnicas del mundo moderno. Por consiguiente, expuesto lo anterior, es claro que hay que asumir un inexorable compromiso científico y ético, exteriorizando la crítica de los viejos paradigmas dogmáticos e ideológicos y definiéndonos por vías legales idóneas que, en esta materia, será probable y necesariamente un modelo de proceso por audiencia, con de juez “activista”, pero bueno, que tiene el deber de asegurar la integridad del contradictorio, haciendo vigentes los principios de tutela judicial eficaz y debido proceso y operadores jurídicos que estén a la altura de su responsabilidad profesional, esto es, que también estén capacitados, lo que se extiende muy particularmente a aquellas personas que gozan de legitimación singular para intervenir en los procesos ambientales, a los abogados y peritos que se propongan como auxiliares de justicia. 5. Conclusiones -Los procesos colectivos tienen fundamento constitucional. -Hay que regular el proceso ambiental a tono con los principios constitucionales de ese linaje. -Se debe preparar al personal judicial especializado, tanto en las materias de su conocimiento, como en la ciencia procesal. -Los organismos públicos, como el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo, deben tener igualmente personal idóneo para intervenir provechosamente en esos procesos. -Debe regularse la tutela cautelar, anticipada y hasta autosatisfactoria como mecanismos de efectividad procesal. -El juez gozará de amplios poderes de dirección formal y material, sin permitirle arbitrariedades que irrespeten las garantías procesales de los justiciables. -La libertad probatoria será la regla, pero debe generarse una constructiva teoría sobre la carga de la prueba. 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