Derecho Procesal Ambiental. La Tutela Efectiva, Prof. Mariolga

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EL DERECHO PROCESAL AMBIENTAL Y LA TUTELA EFECTIVA
Mariolga Quintero Tirado
“las formas son el precio de la libertad”(Chiovenda.)
Resumen: Se trata de examinar, por su imperiosa necesidad, las pautas
que beneficien la creación en nuestro país de una estructura procesal, a la luz de los
principios de la tutela judicial efectiva y del debido proceso, que desechando el
esquema tradicional e inspirada en las propuestas del Código Modelo de Procesos
Colectivos para Iberoamérica, haga posible, adecuada y eficaz la defensa jurídica de
los derechos difusos, colectivos e individuales homogéneos.
1. Introducción
En estos últimos años, se pudiera decir que, en las disciplinas del derecho
laboral y de protección de niños y adolescentes, en nuestro país se ha alcanzado una
renovación procesal entronada en los principiosde la oralidad, concentración e
inmediación, a tono con la norma constitucional (artículo 257).
El proceso constituye un instrumento fundamental para la
realización
de
la
justicia.
Las
leyes
procesales
establecerán la simplificación, uniformidad y eficacia de
los trámites y adoptarán un procedimiento breve, oral y
público. No se sacrificará la justicia por la omisión de
formalidades no esenciales.
Pero, aunque sea un valor entendido para nosotros que urge desarrollar las
tutelas de urgencias necesarias para el trámite del procesal ambiental y sus
peculiaridades, hemos padecido de cierta inercia sin atribuirle mayor importancia a
los fines sociales y políticos de esta empresa humanitaria, dado que el reciente
desarrollo normativo del proceso de protección de los derechos e intereses colectivos
y difusos en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia vigente, publicada en
la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela 39.522, no contempla el
tópico global de la rama de los procesos colectivos.
No ha sido un mal generalizado, porque otros países en Latinoamérica,
como Brasil, han hecho su modelo nacional para la defensa de los derechos e
intereses
transindividuales.
Y
todavía
más
interesante,
en
Iberoamericanas de Derecho Procesal, el 28 de octubre de 2004,
las
Jornadas
el Instituto
organizador adoptó el Código Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica, que
tampoco ha tenido resonancia en nuestra geografía.
Ahora bien, en la edificación de los pilares para este proceso específico,
no puede el modelador apartarse de los principios de tutela judicial eficaz y debido
proceso, so pena de engendrar grandesestorbos a los preceptos constitucionales,
careciendo de validez cualquier empeño que los violente.
Basta recordar para esta audiencia que la tutela judicial efectiva es un
principio que consiste en tener libre acceso a los tribunales para solicitar de éstos la
tutela de un derecho subjetivo o de un interés legítimo y obtener, en un proceso sin
dilaciones indebidas, una resolución de fondo fundada en derecho y que el debido
proceso se refiere a las normas que regulan el devenir constitucional del proceso, es
decir, aquel proceso que reúne las garantías ineludibles para que la tutela
jurisdiccional sea realmente efectiva.
En esta órbita cabe hablar de la prohibición de indefensión, el derecho a
los medios de prueba pertinentes para la defensa, a la asistencia jurídica, a la
legalidad procesal, al juez natural, imparcial, competente e idóneo, a la cosa juzgada,
a no declarar contra sí mismo, a no confesarse culpable, a la presunción de inocencia
y a la cosa juzgada.
En suma, de esta forma, se incorpora como derecho esencial el de la
defensa contradictoria de las partes y su igualdad en el proceso.
A este respecto, parece significativo invocar la doctrina de la jurista
Mabel De los Santos (2004, pág. 186), cuando refiere que:
existen tres aspectos que constituyen condiciones del
debido
proceso
adjetivo,
los
tres
de
jerarquía
constitucional:
a)
Que medie imparcialidad e independencia de los
jueces, condición que se vincula con el principio procesal
de igualdad de las partes en el litigio (art. 16, C.N.);
b)
Que todo litigante tenga oportunidad adecuada de
defensa y prueba (art. 18, C.N.), vinculado al principio de
contradicción, y
c)
Que la intervención jurisdiccional asegure la
tutela judicial
efectiva
en
tiempo
útil,
condición
abarcativa del principio de economía procesal (arts. 8° de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y 75,
inc. 22 de la C.N.).
Sobre las dos primeras condiciones del debido
proceso media coincidencia general entre los autores que
distinguen los principios procesales o “principios
esenciales” de los “sistemas” o principios de técnica
constructiva, entendiendo que los primeros son las reglas
básicas sin las cuales no existe debido proceso.
En cuanto a la “garantía de la tutela efectiva”, la
misma es de incorporación constitucional más reciente y
responde a las últimas tendencias del Derecho Procesal
Constitucional (cf. art. 6° del Tratado Europeo de
Derechos Humanos, art. 8° del Pacto de San José de
Costa Rica y art. 15 de la Constitución de la Prov. de
Buenos Aires y ver conclusiones de la Comisión sobre
“Procesos Urgentes” [punto 1] del XX Congreso
Nacional de Derecho Procesal celebrado en octubre de
1999 en San Martin de los Andes). La referida garantía
no sólo se encuentra estrechamente vinculada al principio
de economía procesal y a los principios de celeridad ,
concentración, eventualidad y saneamiento derivados,
sino que abarca dos aspectos que usualmente no son
vinculados con la economía procesal:
la función
preventiva de la jurisdicción en el ámbito de los llamados
“procesos urgentes” y por el otro la interpretación de la
norma procesal que favorezca la operatividad efectiva del
derecho sustancial (como enuncia el art. 14 del Código
General del Proceso Uruguayo).
Teniendo en cuenta que el plano procesal ambiental se delinea a través de
la tendencia “publicista”, ya que está al servicio de una competencia demarcada por
el interés social, estando comprometido el rol del juez en este fin transcendental,
tenemos, entonces, que estos principios son los símbolos que deben apadrinar un
derecho procesal en justicia socio-ambiental contemporáneo, que debe desarrollarse
en nuestros horizonteslegislativos y jurisprudenciales y que entrará en la categoría de
los procesos sobre tutela de urgencia. Antes de continuar con el temario vamos a
detenernos en un breve análisis del marco procesal venezolano que desarrolla la
demanda de protección de derechos e intereses difusos y colectivos.
Siguiendo el texto constitucional (artículo 26) en la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia se da protección a los derechos e intereses colectivos y
difusos, sin definirlos, y estableciendo que, cuando los hechos revistan proyección
nacional, su conocimiento corresponde a la Sala Constitucional y en caso contrario, a
los tribunales civiles de primera instancia de la localidad donde se hayan generado las
circunstancias fácticas.
En cuanto a la legitimación, es amplia porque se faculta a todas las
personas para intentar esta demanda y los requisitos de ésta, no difieren
sensiblemente de lo exigido en el proceso ordinario (340 del Código de
procedimiento civil); sin embargo, se contempla un despacho saneador y se pautan
causales de inadmisibilidadcomo son: que se deduzcan pretensiones que sean
incompatibles o se excluyan mutuamente; cuando exista manifiesta falta de
legitimidad o representación; cuando haya cosa juzgada o litispendencia; cuando la
pretensión pueda ser satisfecha por otras vías o cuando su conocimiento esté atribuido
al contencioso de los servicios públicos o electoral; y, cuando contenga conceptos
ofensivos e irrespetuosos.
En caso de admisión, es importante señalar, que si la competencia
corresponde a la Sala Constitucional, ésta designará un ponente, con competencia
para conocer de todo el juicio y hasta de sus incidencias. A su vez, al admitirse la
demanda, además del emplazamiento del sujeto pasivo de la pretensión, se debe
notificar a la Defensoría del Pueblo y al Ministerio Público y a cualquier otra
autoridad que se estime pertinente, emplazándose a los interesados por medio de un
cartel a expensas del actor.
Después de vencida la oportunidad para contestar la demanda, se da lugar
a la fase instructoria, fijándose, después de la admisión de las pruebas, una audiencia
pública, en la cual, el Tribunal fija los términos de la controversia, resuelve cualquier
incidencia relativa al control de la prueba y ordena, si es posible, la evacuación de
pruebas en esa misma audiencia. Además, se prevé que en dicha audiencia las partes
intervengan para exponer y una vez oídas éstas, el Tribunal podrá ordenar la
evacuación de pruebas, cuando las juzgue “necesarias para el esclarecimiento de los
hechos que aparezcan dudosos u oscuros”.
El juez, concluido el debate, puede decidir el fondo del asunto, en forma
inmediata, exponiendo los términos del dispositivo del fallo, o dictar la decisión
dentro de los diez (10) días de despacho siguientes. Cuando la decisión se dicte en
primera instancia, se oirá apelación en ambos efectos ante el tribunal superior en lo
civil pudiendo las partes presentar escritos y decidiéndose la causa dentro de los
veinte (20) días de despacho siguientes; sin embargo, el tribunal podrá convocar a
una audiencia pública cuando lo amerite lo complejo del caso.
Respecto del muy relevante instituto de las medidas cautelares, se
contempla que las partes pueden solicitar y el juez acordar oficiosamente medidas en
cualquier estado y grado de la causa, con amplias facultades para el juez a fin de
garantizar la efectividad de la tutela y es posible la apertura de un incidente de
oposición.
Por último la normativa de la ley adjetiva civil es supletoria en este
proceso.
De modo que esta simplicidad justifica el análisis profundo de la
propuesta contenida el Proyecto de Código Modelo de Procesos Colectivos para
Iberoamérica.
2. Del debate
Buscando nuevos instrumentos para inyectar eficacia a los fenómenos
procesales, ha sido trazado un panorama donde, entre otros, cobran nueva relevancia
el acceso jurisdiccional, la desigualdad económica de las partes, el contenido y
extensión de los poderes directivos del juez y las medidas anticipatorias y
autosatisfactivas, se amplía el instituto de la legitimación, se transforma el principio
de la carga de la prueba y el de la congruencia se torna más laxo, se hace operante la
colaboración de las partes y se combate el excesivo ritual.
Y en esa fogosidad científica que generó la “publicización” del proceso
civil y la constitucionalización de las garantías procesales ha surgido un nuevo
debate, que concentra posturas antagónicas, en lo que se refiere muy especialmente, a
la función directiva del juez. Los primeros hablan del descubrimiento de la verdad y
de justicia; los segundos,se promocionan como enrolados en el garantismo procesal y
enseñan que el papel del juez es hacer efectivo el derecho positivo, con la aplicación
de la ley, desdeñando la figura del juez fascista o totalitario que, en su criterio,
postulan quienes favorecen el otorgamiento de iniciativas judiciales de dirección
material en el proceso civil.
En estas arenas que se califican de ideológicas, se mueven los patrones
procesales de nuestra época. Y hay que tenerlos en cuenta, al momento de proponer
reformas.
3. Delos lineamientos
Siguiendo las líneas trazadas en la doctrina y en el
código
modelo,importa destacar algunos puntos prioritarios, como presupuestos sobre los
cuales construir un texto procesal para la defensa de los intereses difusos y colectivos,
que además de efectivo garantice que se tramiten con preferencia, obedeciendo al
carácter de la urgencia.
3.a. De la legitimación
Lo primero, a la luz del paradigma de una tutela judicial efectiva, se
proclama un mayor acceso jurisdiccional.
Fundados, así, los doctrinantes en un ensanchamiento de la legitimación,
que tiene manto constitucional, tenemos que hace tiempo se pregona que este
instituto:
no se agota en el concepto de interés legítimo sino que se
amplía y transforma abarcado toda situación jurídica
tutelable. El único protagonista no es ya el individuo sino
también, los grupos, clases o categorías. Y como surgen
nuevos derechos también emergen nuevas legitimaciones,
en confluencia con otros ajustes conforme a los cuales el
proceso ya no es necesariamente individual sino también
colectivo. (Lázzari, 2003, pág. 66)
Por ello, en primer lugar, se impone definir los intereses que se pretenden
proteger a través de los procesos colectivos, que aunque en Venezuela son bien
conocidos, nos interesa destacar el concepto de “acción colectiva” del referido
Código.
En este sentido, ese concepto es contentivo de las pretensiones que se
deduzcan para pedir tutela jurisdiccional de: a) los intereses o derechos difusos, así
entendidos los supraindividuales, de naturaleza indivisible, de que sea titular un
grupo, categoría o clase de personas ligadas por circunstancias de hecho o vinculadas
entre sí o con la parte contraria por una relación jurídica base; y, b) los intereses o
derechos individuales homogéneos, así entendido el conjunto de derechos subjetivos
individuales, provenientes de origen común, de que sean titulares los miembros de un
grupo, categoría o clase.
Como se observa, a las categorías de difusos le fueron subsumidos los
colectivos, por la terminología brasileña).
Al respecto, nos explica la procesalista Mabel De los Santos (2006, pág.
4)que:
Los derechos de grupo pueden ser clasificados -teniendo
en cuenta la relación existente entre los miembros del
grupo- en tres tipos: a) los denominados derechos difusos,
b) los derechos colectivos y c) los derechos individuales
homogéneos. Los derechos difusos son aquellos intereses
que afectan a una comunidad de sujetos amplia e
indeterminada, no existiendo de ordinario vínculo o nexo
jurídico entre ellos. Los ejemplos más claros se
encuentran en los campos de la protección del medio
ambiente y del consumidor. Los derechos colectivos,
transindividuales o indivisibles tienen la particularidad de
que los integrantes del grupo se encuentran vinculados
por una relación jurídica previa que hace que la
pertenencia al grupo sea más definida que en el caso de
los derechos difusos. Vale decir que abarca a un grupo
determinado de personas, vgr. clientes de un banco que
cobra cargos indebidos a los usuarios de tarjetas de
crédito o asociados a una empresa de medicina prepaga
que se rehúsa a dar tratamiento en el caso de ciertas
enfermedades. Finalmente, los derechos individuales
homogéneos son los mismos derechos individuales que
tradicionalmente han sido conocidos en el sistema del
derechocivil como “derechos subjetivos”. Toda vez que
los mismos tienen un origen o causa común, la
normativaprocesal acuerda un nuevo instrumento para su
tratamiento unitario, pudiendo reclamarse su protección
en una sola acción: la acción colectiva por daños
individuales (“class action for damages”).
Desde otro punto de vista -poniendo la mira en la
naturaleza divisible o indivisible del derecho invocadotambién puede hablarse de derechos esencialmente
colectivos y de derechos accidentalmente colectivos. Los
primeros son indivisibles, la regla federal 23 de EEUU los
denomina “true group rights”.
Los segundos son los tradicionales derechos subjetivos
individuales que son protegidos de manera colectiva,
reclamando una indemnización común y a los que la regla
federal 23 denomina “spurious group rights”.
Las precisiones terminológicas antes realizadas obedecen
a la circunstancia de que la legitimación y, especialmente,
la extensión subjetiva de la cosa juzgada difieren según el
tipo de derechos de que setrate.
De otra parte, hay que preguntarse, dentro de esa corriente que aboga por
ampliar la legitimación ad causam¿Quién o quiénes están legitimados para obrar en
tutela de esos intereses?
Hablando, entonces, de quién puede ostentar la cualidad de parte
demandante, tenemos que este instituto recibe un fuerte respaldo en el Código bajo
estudio. Así su artículo tercero establece que están legitimados concurrentemente a la
acción colectiva:a) toda persona física, para la defensa de intereses o derechos difusos
de que sea titular un grupo, categoría o clase de personas ligadas por circunstancias
de hecho; b) cualquier miembro del grupo, categoría o clase para la defensa de
intereses o derechos difusos de que sea titular un grupo, categoría o clase de personas
ligadas entre sí o con la parte contraria por una relación jurídica base y para la
defensa de intereses o derechos individuales homogéneos; c)el Ministerio Público, el
Defensor del Pueblo y la Defensoría Pública; d) las personas jurídicas de derecho
público interno; e) las entidades y órganos de la Administración Pública, directa o
indirecta, aun aquellos sin personalidad jurídica, específicamente destinados a la
defensa de los intereses y derechos protegidos por este Código; f) las entidades
sindicales, para la defensa de los intereses y derechos de la categoría; g) las
asociaciones legalmente constituidas desde por lo menos un año y que incluyan entre
sus fines institucionales la defensa de los intereses y derechos protegidos en este
Código, sin que sea necesaria la autorización de la asamblea;y, h) los partidos
políticos, para la defensa de derechos e intereses ligados a sus finalidades
institucionales.
Además añade, que el requisito de la pre-constitución puede ser
dispensado por el juez, cuando haya manifiesto interés social evidenciado por la
dimensión o característica del daño, o por la relevancia del bien jurídico a ser
protegido; que será admitido el litisconsorcio facultativo entre los legitimados; y que
en caso de interés social relevante, el Ministerio Público, si no promoviera la acción o
no interviniera en el proceso como parte, actuará obligatoriamente como fiscal de la
ley.
Resulta interesante, que también predica queen el evento de que falte el
requisito de la representatividad adecuada, de desistimiento infundado o de abandono
de la acción por la persona física, entidad sindical o asociación legitimada, el juez
notificará al Ministerio Público y, en la medida de lo posible, a otros legitimados
adecuados para el caso a fin de que asuman, voluntariamente, la titularidad de la
acción.
Y luego, culmina señalando que el Ministerio Público y los órganos
públicos legitimados podrán requerir de los interesados el compromiso administrativo
de ajuste de su conducta a las exigencias legales, mediante conminaciones, que
tendrán eficacia de título ejecutivo extrajudicial.
Como vemos, hay algunos casos de legitimidad extraordinaria, pero,
además, está establecido que cuando la titularidad del interés difuso le corresponda a
un conjunto indeterminado de personas, cualquiera de ellas puede solicitar tutela,
actuando en nombre del grupo afectado. De ello, se concluye que esa persona estará
representando a todo el grupo indeterminado afectado por el mismo interés.
Sobre el tema, Juan Monroy (citado por LEDESMA NARVÁEZ,
Marianella, 2008)dice que el patrocinio de los intereses difusos constituye una forma
de “representación procesal atípica”, lo que está claro ya que no se requiere de
mandato o poder para que el grupo indeterminado quede por quien accede a la justicia
representado y esto porque no se necesita de un poder especial para que aquél sujeto
represente a las demás personas indeterminadas, pero involucradas en el interés
difuso, sino que debido a que este interés le pertenece a todo el grupo, cualquiera está
legitimado para ejercer su derecho de acción representando a las otras personas
igualmente afectadas.
3.b. Proveimientos jurisdiccionales
En criterio de los proyectivas, donde el texto legal comentado muestra
mayor preocupación por el desiderátum de máxima de efectividad de la tutela, es el
Capítulo II dedicado a los proveimientos que se pueden lograr en los procesos
colectivos, con el objeto de dar satisfacción jurisdiccional a los derechos
transindividuales conculcados o amenazados.
Como es natural, dado que es cónsona con el tema ambiental, la tutela
anticipada que se refiere a la existencia de un daño actual, que puede llegar a ser
irreversible y lo que es peor, irreparable, se contempla para el juez la facultad que, a
requerimiento de parte, puede, dando razón fundada de su convicción, “anticipar,
total o parcialmente, los efectos de la tutela pretendida en el pedido inicial, siempre
que, con base en prueba consistente, se convenza de la verosimilitud de la
alegación”(artículo 5 del Código Modelo de Procesos Colectivos del Instituto
Iberoamericano de DerechoProcesal), cuando esté probado que exista fundado temor
que la sentencia definitiva sea ineficaz o se demuestre el abuso del derecho de
defensa o el manifiesto propósito dilatorio del demandado.
En estos casos de tutela anticipatoria, el juez puede imponerle al
demandado unas multas diarias, cuya periodicidad y valor podrá modificar, si se torna
insuficiente y excesiva.
Está claro que la conversión de la obligación en daños y perjuicios sólo es
posible si por ella optare el actor o si no se pude lograr la tutela específica o la
obtención del resultado práctico correspondiente.
Está previstala existencia de un Fondo de los Derechos Difusos e
Individuales Homogéneos, de donde se extraerán las indemnizaciones que el juez
acuerde en las sentencias, cuando condene a la reparación de los daños provocados al
bien indivisiblemente considerado. La administración del mismo corresponde a un
Consejo Gestor Gubernamental, que integra miembros del Ministerio Público, jueces
y representantes de la comunidad, estando sus recursos destinados, entre otras, a la
reconstitución de los bienes lesionados o, si esto no fuere posible, a la realización de
actividades tendentes a minimizar la lesión o a evitar que ella se repita.
Ese Fondo tiene personalidad jurídica y se le notifica de toda pretensión
que se intente y de las sentencias más relevantes en esos procesos y puede intervenir
en los procesos colectivos en cualquier fase y grado de la jurisdicción para demostrar
la inadecuación del representante o para auxiliarlo en la tutela de los derechos del
grupo, categoría o clase.
De nuevo tiene injerencia el juzgador en el destino de las
indemnizaciones, dictando providencias al Consejo Rector acerca de la realización de
actividades para lograr los objetivos antes especificados y el tiempo.
3.c. Del modelo procesal
Como lo estipula la corriente publicística, los proyectistas, en el Capítulo
III,hacen recepción del modelo de proceso por audiencia, siendo importante señalar
que cuando estamos en presencia de este patrón no podemos dejar a un lado la
mixtura que llevan inmersos, ya que la fase de postulación es escrita, en definitiva
en nuestro país. Pero, lo más destacado es que rigen fundamentalmente los principios
de la publicidad, la concentración y la inmediación. Y se dispone también que el
pedido y la causa de pedir sean interpretados extensivamente.
El juez competente es el del lugar donde hubiere ocurrido o pudiera
ocurrir el daño, cuando sea de ámbito local, pero para los daños de ámbito nacional es
el juez de la capital. El juez está dotado de amplísimos poderes de dirección formal y
material desde el inicio del proceso, ya que oídas las partes, puede permitir que se
reforme la demanda inicial para alterar o ampliar su objeto o la causa petendi; y es
más, en cualquier estado y grado del proceso puede dar cabida a la mutación del
objeto del proceso, siempre que sea realizada de buena fe, no haya perjuicio
injustificado para la parte contraria y el contradictorio sea preservado.
La audiencia preliminar, que se abre al cerrar la fase de postulación, toma
la relevancia de un centro solar, donde el juez asume el rol de protagonista principal.
Después que las partes exponen la causa fáctica y fundamentos jurídicos
de su pretensión y excepción, el juez los instará a conciliarse y goza de la
prerrogativa de sugerirles a los litigantes otros mecanismos para la solución de la
disputa, como la mediación, el arbitraje y la evaluación neutral de tercero. En este
último supuesto, se fija un plazo para que ese tercero oriente a las partes de cómo
llegar a un medio compositivo, que no es vinculante para ellas y es reservada al juez.
Claro que si hay conciliación, el juez la homologará por sentencia que
funge de título ejecutivo judicial. Si no se llega a un acuerdo, toma la iniciativa el
juez de nuevo pudiendo decidir si el proceso puede seguir en forma colectiva, si se
separan los pedidos en procesos colectivos distintos, si ello desemboca en economía
procesal y o facilite la conducción del proceso; resuelve los temas procesales que se
hayan presentado; fija los términos del debate y determina las pruebas que se
promoverán, con una advertencia que debe esclarecer a las partes sobre la
distribución de la carga de la prueba.
En este punto hay grandes novedades, al establecerse, luego de
consagrase el principio de la libertad de los medios de prueba, incluida la prueba
estadística o por muestreo, siempre que sean obtenidos por medios lícitos, que para
este esclarecimiento el juez debe seguir las pautas que se le indican así: la carga de la
prueba incumbe a la parte que posea conocimientos científicos, técnicos o
informaciones específicas sobre los hechos, o mayor facilidad para su demostración.
Sin embargo, si por razones de orden económico o técnico, dicha carga no pudiere ser
cumplida, el juez impartirá las órdenes necesarias para suplir la deficiencia y obtener
los elementos probatorios indispensables para proferir un fallo de mérito, pudiendo
requerir pericias a entidades públicas cuyo objeto estuviere ligado a la materia en
debate, condenándose al demandado perdidoso al reembolso de los emolumentos
devengados. Si a pesar de lo anterior, no es posible aportar la prueba respectiva, el
juez podrá ordenar su práctica con cargo al Fondo de los Derechos Difusos e
Individuales Homogéneos. Y ello no significa que el juez esté desprovisto de la
facultad de allegar pruebas oficiosamente,constituyendo ambos temas los más
criticados por la corriente que se denomina “garantista”.
Comopuede observarse, se transforman las reglas de la carga de la
prueba, afiliándose el proyecto de proceso a la teoría de las cargas dinámicas, a cuyo
desarrollo ha abonado la amplia bibliografía de Jorge Peyrano y que ha tenido gran
recepción en la jurisprudencia argentina en los años 90 y que desplaza, en
determinadas hipótesis y sus circunstancias hacia una u otra de las partes, a fin de
servir mejor a la justicia del caso concreto, que es la meta real del proceso.
Me permito decir que en mi opinión, nuestros jueces no se han sentido
atraídos a la aplicación de esta temática, ya que ninguna disposición legal los habilita
para aprehender esa conducta, que suponemos recibiría un rechazo absoluto del foro,
habituados como estamos los abogados a visualizar parcialidad cuando el juez
dispone la producción de medios probatorios oficiosamente y atacar de indefensión
cualquier comportamiento judicial que signifique suplirle la carga probatoria a una de
las partes.
En cuanto al régimen recursivo, de las sentencias definitivas, como regla,
se oye el recurso de apelación en un solo efecto, haciéndose la salvedad que eso será
así, siempre y cuando la fundamentación fuere relevante y pudiere resultar para la
parte una lesión grave y de difícil reparación. Pero, en el evento que se haya oído la
apelación en el solo efecto devolutivo, la ejecución tendrá carácter provisorio,
corriendo por cuanta del ejecutante la responsabilidad de indemnizarle los perjuicios
al demandado, si se modifica la sentencia impugnada.
Para la ejecución se requiere la instancia de parte, pero si ésta asume una
conducta negligente, deberá hacerlo el Ministerio Público, cuando se trate de interés
social relevante, quedando facultados, asimismo, para dicha iniciativa, en todos los
casos, los demás legitimados.
Hay costas y pago de honorarios de abogados y periciales para el
demandado vencido, pero los actores, además que no tienen que adelantar ninguna de
esas sumas, no serán condenados a cubrir aquellos rubros, salvo comprobada mala fe.
Se consagra la responsabilidad por los daños y perjuicios a los litigantes
de mala fe y los responsables de los actos, además que se les condena solidariamente
al pago de honorarios profesionales de abogados, costas y gastos procesales.
Se dedican, a continuación, algunas disposiciones del Capítulo IV, a los
procesos colectivos para la defensa de intereses o derechos individuales homogéneos,
refiriéndose que los legitimados podrán proponer, en nombre propio y en el interés de
las víctimas o de sus sucesores, entre otras, la pretensión civil colectiva de
responsabilidad por los daños individualmente sufridos, de acuerdo con lo dispuesto
en los artículos siguientes. No es necesario identificar a los interesados, ya que ocurre
cuando se liquide o ejecute lo juzgado.
Es muy apropiada la disposición que prevé la publicación de edictos a fin
que los interesados puedan intervenir en el proceso como asistentes o coadyuvantes.
En las sentencias de condena, si se da lugar a la demanda, la condena
podrá ser genérica y, si es factible, el juez determinará en la propia sentencia
colectiva el monto de la indemnización individual debida a cada miembro del grupo.
Por su especificidad, parece apropiado precisar cómo se fija el valor de la
indemnización: a) en atención al daño globalmente, con arreglo a todas las pruebas
que lo demuestren, y,b) si es difícil o imposible demostrarlo con pruebas, por la
extensión o complejidad del daño, por peritaje arbitral.
En el Capítulo V se reglamenta la cosa juzgada de los procesos
colectivos, señalándose que la sentencia hará cosa juzgada erga omnes, excepto
cuando la pretensión fuere rechazada por insuficiencia de pruebas, caso en el cual
cualquier legitimado podrá intentar otra acción, con idéntico fundamento, si se valiere
de nueva prueba. Y tratándose de intereses o derechos individuales homogéneos, en
caso de rechazo de la pretensión, cada persona interesada podrá deducir la acción de
indemnización a título individual.
Por último, en el Capítulo VI, aparecen las normas que se ocupan de las
acciones contra un grupo, categoría o clase, que se pueden instaren los casos que el
bien jurídico tuteladoseasupraindividual y esté revestido de interés social.
4. De nuestra actualidad
Se trata, entonces, de que repensemos cómo hacer el carril procesal,
ordenar a los colaboradores y extrañarlos de los viejos hábitos que durante largos
estropeos han acumulado y lograr un buen producto, para que el consumidor de la
justicia ambiental no se sienta insatisfecho. Ello nos conmina a fundirnos ávidos, sin
descabellados sueños, en los perfiles del tiempo, del proceso y de la justicia, como
una prioridad para la dignidad de la vida jurídica.
Es tema a examinar entre nosotros, por tanto, la tutela colectiva, y es
mirar hacia el pasado, y con un poco de humildad revisar la adecuación del proceso
oral para la solución de los conflictos ambientales, siendo, por tanto, provechoso el
examen crítico del cuadro actual, a ver si es posible modificarlo ventajosamente.
Como sabemos el principio de la oralidad en Venezuela tuvo sus primeros
pasos en el Código Procesal Civil, en su artículo 859, claro, de manera limitada en los
supuestos en él consagrados y por la cuantía de dicho proceso, pero, en este aspecto,
debe dejarse sentado que en nuestro país, aunque fue impulsada, no ha sido posible
una reforma del Código Procesal Civil, con el objeto fundamental de que los procesos
civiles sean por audiencias y accesibles a todos los particulares, principalmente al
más desprotegido.
Luego se fue materializando paulatinamente en el campo del derecho
penal, a través de la Ley de reforma parcial del Código orgánico procesal penal, la
Ley de reforma parcial del Decreto Nº 1.456 con Fuerza de Ley de tierras y desarrollo
agrario, Ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, la
Ley orgánica procesal del trabajo y la Ley orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.
En Venezuela, al menos en lo que respecta al reparto de funciones entre el
juez y los litigantes y el gran incremento de funciones que han sufrido los órganos
jurisdiccionales, se denota, en consecuencia, que se está participando de un nuevo
limitando el principio dispositivo al punto de las alegaciones. Empero, no se ha
ensanchado en la práctica el acceso a la justicia y hay estorbos graves, además del
alto índice de litigiosidad, para tener fluidos procesos por audiencia, simplificados,
breves, orales y públicos.
Ciertamente, todavía hay que perfilar más nítidamente las funciones de la
audiencia preliminar, y ejercerlas más briosamente, en cuanto a la función concretora,
que es la que trata de delimitar el thema decidendi y por supuesto, también el thema
probandi, que es el plexo solar de un proceso, porque facilita la tarea de todos los
operadores de justicia y muy especialmente, la posibilidad de llegar a una
conciliación, a precisar las pruebas necesarias y a clarificar la resolución del
conflicto. (Aner Uriarte Cordón,2006, pág. 78-80)
De otra parte, carecemos de autoridades judiciarias especializadas para
tratar con la temática ambiental, ya que para que el aparato judicial pueda cumplir
con su función pública, realizando sus fines, es menester que se tenga una buena
política de recursos humanos. Sin embargo, confrontamos la gran tragedia de estudios
universitarios de derecho con escasa de preparación, intelectual y práctica para
entender y manejarse en las esferas del avance de las actividades y de las técnicas del
mundo moderno.
Por consiguiente, expuesto lo anterior, es claro que hay que asumir un
inexorable compromiso científico y ético, exteriorizando la crítica de los viejos
paradigmas dogmáticos e ideológicos y definiéndonos por vías legales idóneas que,
en esta materia, será probable y necesariamente un modelo de proceso por audiencia,
con de juez “activista”, pero bueno, que tiene el deber de asegurar la integridad del
contradictorio, haciendo vigentes los principios de tutela judicial eficaz y debido
proceso y operadores jurídicos que estén a la altura de su responsabilidad profesional,
esto es, que también estén capacitados, lo que se extiende muy particularmente a
aquellas personas que gozan de legitimación singular para intervenir en los procesos
ambientales, a los abogados y peritos que se propongan como auxiliares de justicia.
5. Conclusiones
-Los procesos colectivos tienen fundamento constitucional.
-Hay que regular el proceso ambiental a tono con los principios constitucionales de
ese linaje.
-Se debe preparar al personal judicial especializado, tanto en las materias de su
conocimiento, como en la ciencia procesal.
-Los organismos públicos, como el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo,
deben tener igualmente personal idóneo para intervenir provechosamente en esos
procesos.
-Debe regularse la tutela cautelar, anticipada y hasta autosatisfactoria como
mecanismos de efectividad procesal.
-El juez gozará de amplios poderes de dirección formal y material, sin permitirle
arbitrariedades que irrespeten las garantías procesales de los justiciables.
-La libertad probatoria será la regla, pero debe generarse una constructiva teoría sobre
la carga de la prueba.
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Cada vez que hago tropiezo del ambiente
Me canta como un idilio
A mi cabeza
Y me acuerdo del frailejón
Las paraulatas
Y de las palabras
Palabras de ustedes
Que en este sitio intelectual
Lo hacen sonoro
Catarata
Y multitud
Niños todos
Huéspedes de libertad
Dejando abiertos
Como un sol radiante
Sus luces en el pavimento
De esta Universidad.
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