Apuntes de bioética para enfermería, 2002. Reproducción asistida

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Capítulo 17
Técnicas de reproducción asistida
Aunque las técnicas de lo que se ha dado
en llamar “reproducción asistida” son actualmente admitidas como una parte del arsenal
terapéutico del médico, continúan existiendo
en ellas elementos que son objeto de discusión y, en algunos casos, de oposición radical
por una parte considerable de los profesionales de la sanidad. En esta colaboración intentaremos mostrar, aunque sea de modo general, una visión de la práctica real de dichas
técnicas de reproducción asistida, una muestra del desarrollo paralelo de las ideas éticas,
y una evaluación desde el punto de vista de
la ética médica, para terminar con una evaluación conclusiva. El desarrollo debe llevar
este orden para poder juzgar las técnicas tal
como se realizan, y no juzgar éticamente casos hipotéticos que no se dan realmente en la
práctica.
bre el ser humano fue la inseminación artificial. Su idea de fondo resulta muy intuitiva:
si en la relación conyugal, lo que biológicamente sucede es la introducción del semen en
el tracto genital femenino, esta introducción
se puede realizar por métodos distintos a la
relación conyugal, concretamente, mediante
la inyección del semen en el interior de la cavidad uterina (ver figura 17.1).
17.1. Resumen de las técnicas
Para mostrar el modo de realizar las técnicas de reproducción asistida, quizá lo más
adecuado sea seguir el hilo de los acontecimientos históricos que llevaron a su práctica.
Esto nos permitirá entender los porqués de
una actuación técnica que a veces puede parecer poco sensata.
Figura 17.1: Esquema de la inseminación artificial
17.1.1. Inseminación artificial
Una de las primeras técnicas de reproducción asistida que fue llevada a la práctica so-
191
Su empleo está muy difundido en veteri-
192
CAPÍTULO 17. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
naria, pues evita tener que mantener un semental en ganaderías pequeñas, en las que
su coste sería prohibitivo, bastando comprar
semen a ganaderías que sí lo posean por un
precio mucho más económico, que los pequeños ganaderos sí pueden afrontar.
En el caso del ser humano, su empleo se ha
difundido para la solución médica a esterilidades masculinas. En algunos casos, dicha
esterilidad se debe a la ausencia total de espermatozoides (azoospermia); en dichos casos, se suele recurrir a semen de donante, con
la que se realiza la inseminación artificial de
la mujer, y se establece la ficción legal de que
el niño nacido es del esposo de la mujer inseminada.
En otros casos de esterilidad masculina, en
que existen espermatozoides en el varón, estos pueden ser muy escasos (oligospermia)
o estar alterados (teratospermia); o pueden
alterarse en el semen debido a la presencia
anómala de anticuerpos antiespermatozoide.
Para estos casos, se recolecta el semen del
marido, y se trata de modo adecuado (concentrando los pocos espermatozoides de varias muestras, o lavandolos para eliminar anticuerpos), para posteriormente inseminar a
la mujer con ellos en el momento adecuado
del ciclo menstrual.
Actualmente, la existencia de bancos de semen donado permiten la adquisición de semen de hombres con las características físicas que se desee1, para la inseminación de la
mujer que desee tener un hijo, independientemente de si está o no casada. Este es, indudablemente, un paso coherente dentro de la
lógica de las técnicas de reproducción asistida: si hay derecho a que una pareja tenga un
niño mediante un procedimiento técnico (en
este caso, la inseminación artificial), ¿por qué
se ha de negar este derecho a la mujer sola?
Esta técnica, sin embargo, es prácticamente incapaz de proporcionar un niño a pare-
jas que desean tener un hijo biológicamente
suyo, y el marido tiene un número muy escaso o nulo de espermatozoides; en estos casos, habrá que recurrir a la fecundación in vitro complementada con la ICSI, que explicaremos más adelante.
17.1.2. Fecundación in vitro
Los trabajos que llevaron a la aplicación
humana de la fecundación in vitro fueron
desarrollados inicialmente por Steptoe y Edwards, ginecólogo y biólogo ingleses, que
aplicaron al hombre técnicas ya conocidas en
el ámbito de la veterinaria. Sus trabajos, iniciados a finales de los años 60, culminaron en
1978 con el nacimiento de Louise Brown como resultado de un embarazo obtenido implantando un embrión, resultado de fecundar in vitro un óvulo de un ciclo normal de
su madre.
La idea de partida era inicialmente bastante clara: en los casos de esterilidad de origen
tubárico (obstrucción o estenosis severa de la
trompa de Falopio) se podía esquivar el obstáculo, tomando el óvulo de un extremo de la
obstrucción, fecundándolo in vitro, para después implantarlo en su lugar de destino, el
útero, detrás de la obstrucción causante de la
esterilidad.
La técnica, después de muchos intentos fallidos, dio resultado. Antes hubo que descubrir el procedimiento necesario para capacitar los espermatozoides in vitro, pues este
procedimiento esquivaba, no sólo la trompa
obstruida, sino también el proceso natural de
capacitación que ocurre en el cuello uterino,
donde los espermatozoides recalan antes de
ascender por el cuerpo uterino, en su camino
para la fecundación.
La lentitud en obtener los primeros resultados tiene su origen, entre otros factores, en
que la obtención de un óvulo de un ciclo natural de la mujer es una operación que puede
1
Conocer las características físicas del donante de
fallar
fácilmente: dicha célula debe ser obtesemen no garantiza en absoluto que el hijo nacido por
la fecundación con ese semen vaya a tener unas carac- nida cuando en el ovario hay un folículo materísticas iguales o muy parecidas.
duro, que ya tenga el óvulo desprendido de
17.1. RESUMEN DE LAS TÉCNICAS
193
El paso siguiente era delicado. Por una
su pared, y que todavía no se haya roto a la
cavidad abdominal para ser captado por la parte, no se podían fecundar e implantar totrompa (véase figura 17.2). Esto da un marco dos los óvulos, pues si anidaban demasiados
embriones, un embarazo múltiple hacía peligrar el resultado que se buscaba, el hijo. Por
otra, si dichos óvulos se intentaban conservar con las técnicas de criopreservación existentes en los años 80, era segura la muerte
de cuatro quintas partes de ellos en el proceso de congelación-descongelación, con lo
que la obtención de un excedente de óvulos
habría sido prácticamente inútil. El problema se solventó al descubrir que los embriones resistían mejor el proceso de congelacióndescongelación que los óvulos (aunque el
procedimiento dista mucho de ser inocuo
para ellos, pues morían una tercera parte o
más en el proceso). Esto determinó el proceFigura 17.2: Esquema de la extracción de dimiento estándar: obtener muchos óvulos,
óvulos.
fecundarlos todos, transferir a la mujer un
número limitado (3 aproximadamente, para
de tiempo de unas cuatro horas al mes para mejorar las posibilidades de éxito sin arriesla obtención: antes la célula está adherida a garse demasiado a un embarazo múltiple), y
la pared del folículo y al puncionar y aspirar congelar el resto para futuras transferencias,
sólo se obtendría líquido; después, es impo- si la inicial fallaba. Como resultado de esta
sible rastrear y encontrar el óvulo por la ca- normalización del procedimiento, aparecen
vidad abdominal.
los excedentes de embriones congelados, que
Esto llevó rápidamente a una modificación llenan los depósitos de todas las clínicas de
de la técnica inicial: en vez de intentar obte- fecundación in vitro. Aunque posteriormenner un óvulo de un ciclo normal, se inten- te se han desarrollado técnicas mejores para
tó la administración de distintas combina- la congelación-descongelación de óvulos, es
ciones farmacéuticas y hormonales a la mu- bastante raro que se empleen en las técnicas
jer, de modo que se produjera la madura- de reproducción asistida.
ción de varios óvulos simultáneamente. Así,
Una vez normalizada la técnica de este mosi se fallaba en la extracción de alguno de do en los primeros años 80, comenzó una
ellos, se seguía disponiendo de otros con los carrera desenfrenada de los diversos equipos
que efectuar el procedimiento técnico (véa- y clínicas que realizaban fecundación in vitro
se figura 17.3). Normalmente, la administra- para mejorar los resultados. Y es que, con esa
ción de clomifeno y gonadotropinas, en dis- técnica, sólo se conseguía que salieran con un
tintas pautas y combinaciones, permitió ob- hijo en brazos aproximadamente el 15 % de
tener con comodidad una docena de óvulos las mujeres que acudían. Las variaciones en
de la mujer que se sometía al procedimien- el medio de cultivo del óvulo o del medio
to, aunque en algunas mujeres la adminis- donde realizar la fecundación, del tratamientración de estos productos produce un sín- to de capacitación de los espermatozoides,
drome iatrogénico de hiperestimulación, de- del tiempo que se tiene el embrión in vitro
be suspenderse la medicación, y no se pue- antes de transferirlo a la mujer, del procediden obtener óvulos propios en gran número. miento técnico de transferencia, y otros mu-
194
CAPÍTULO 17. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
Figura 17.3: Esquema de la fecundación in vitro y transferencia de embrión.
chos factores, fueron ensayados por el procedimiento de ensayo y error en una carrera encaminada a atraer la clientela de parejas estériles a la propia clínica. La multiplicación de clínicas dedicadas a la fecundación
in vitro, especialmente en lugares con libertad de mercado, como Estados Unidos, fue
asombrosa. A pesar de los intentos por mejorar dichos resultados, los progresos fueron
muy pobres: las cifras de éxito medio fueron
creciendo lentamente, alcanzando el 20 % ya
en los años 90.
Como es de suponer, estos resultados se
obtuvieron, en muchas ocasiones, con variaciones en los datos iniciales; si la técnica fue
concebida al comienzo como tratamiento de
la esterilidad tubárica, al estar normalizada,
progresivamente fue ampliando su espectro
de aplicaciones: esterilidad de origen masculino con semen de donante, esterilidad de
origen ovárico con óvulos donados, esterilidad de origen desconocido, etc. Por otra parte, se establecieron criterios de selección de
las parejas que acudían a la técnica, que influyeron notablemente en unos mejores resultados, al menos en comparación con el número
de parejas que se sometían al procedimiento, no si se toma como término de referencia
quienes acudían a la consulta con problemas
de esterilidad o infertilidad. Además, se introdujeron otras prácticas, como la maternidad de alquiler, aunque sólo en ciertos países
que no le pusieron trabas legales.
Desde el primer momento, la realización
de las técnicas de reproducción asistida llevó
aparejada la selección de los embriones que
17.1. RESUMEN DE LAS TÉCNICAS
195
se iban a implantar. Así, ya en los primeros procede del modo siguiente: una vez realizaaños 80, los embriones recién formados (véa- da la fecundación in vitro, se deja desarrose figura 17.4) eran examinados al microsco- llarse al embrión hasta el estado de mórula
(véase figura 17.5), en que extraemos una de
Figura 17.5: Embrión en estado de mórula,
Figura 17.4: Embrión recién formado, mos- antes de la compactación de sus células.
trando los dos pronúcleos sin fusionar.
sus células (véase figura 17.6), mientras que
pio, y se examinaba si sus células se reproducían normalmente. Los embriones que mostraban una vitalidad menor eran directamente desechados; no es que existieran datos fidedignos acerca del significado de esa menor vitalidad del embrión en esas primeras
fases del desarrollo, pero la simple sospecha
de que algo pudiera ir mal era razón suficiente para su destrucción. El razonamiento para
realizar esta selección es sencillo: la pareja ha
acudido al médico para tener un hijo; si puedo darle uno sano, ¿por qué darle uno enfermo?
La lógica implacable de la eficacia técnica
ha hecho que este razonamiento se aplique Figura 17.6: Extracción de un blastómero a
con todo rigor hoy que ya existen técnicas de un embrión de pocas células para su análisis.
diagnóstico genético realizables en los momentos iniciales del desarrollo: el desarrollo el resto del embrión se congela. Con esa célude la PCR (reacción de cadena de polimera- la se realiza la técnica PCR y, sobre la muestra
sa), análisis que permite estudiar pequeñísi- amplificada de ADN, se realiza un estudio
mas cantidades de ADN mediante su multi- genético para despistar una enfermedad heplicación previa hasta conseguir cantidades reditaria. Si se demuestra que el embrión no
significativas, ha posibilitado el estudio ge- la padece, se descongela y se transfiere a su
nético de los embriones obtenidos in vitro. Se madre; si la padece, es destruido. De este mo-
196
CAPÍTULO 17. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
do, los padres tienen garantía de un hijo sano
(pues, según el argumento antes visto, ya que
han acudido en busca de un hijo, mejor que
se lleven uno sano). Este procedimiento, con
las necesarias variantes, se emplea también
para despistar síndrome de Down si se trata de madres añosas o con antecedentes que
hagan sospechar dicha enfermedad en sus hijos; la técnica selecciona los sanos; dicho de
otro modo, destruye los enfermos. De este
modo, hemos podido leer recientemente en
la prensa el “gran avance” que supuso la selección embrionaria del hijo de una pareja en
que el padre padecía hemofilia: se seleccionó
un hijo que no transmitiera la enfermedad a
su descendencia, de modo que los nietos de
esa pareja no padecerán hemofilia; o sea, se
destruyeron otros hijos de esa pareja que sí la
iban a padecer o transmitir.
Como es lógico suponer, la aplicación de
estas técnicas suplementarias disminuye las
posibilidades de éxito de la fecundación in
vitro: los embriones son lo suficientemente
frágiles para morir con gran frecuencia sin
realizar sobre ellos ninguna manipulación; si
a esto se suma una manipulación agresiva,
como es la extracción de un blastómero, las
posibilidades de supervivencia disminuyen
drásticamente.
A pesar de los escasos resultados que ofrece esta técnica, incluso cuando no se emplean técnicas de análisis embrionario para
una posterior selección, quienes se dedican a
ella insisten en que se trata de un procedimiento al menos tan eficaz como la naturaleza, si no más. Para realizar esta afirmación,
toman los peores datos de éxito de la fecundación natural (25 a 65 % según los diversos
estudios2), y los comparan con las mejores se-
ries de fecundación in vitro (la realizada en
mujeres jóvenes sin patologías especialmente
complicadas, en las que se llega a alcanzar el
45 % de parejas que terminan llevándose un
hijo consigo). La conclusión, aunque parta de
datos sesgados, es aplastante: la fecundación
in vitro ha superado a la naturaleza.
Sin embargo, si se examina con más detalle la cuestión, llegaremos con facilidad a la
conclusión opuesta: la naturaleza obtiene un
25 a 65 % de resultados positivos por fecundación, mientras que la técnica ofrece (con
suerte) un 45 % de resultados positivos por
pareja. Si estos resultados se reducen a la eficacia con respecto a la fecundación, los números resultantes son muy distintos. Tomando como pauta la empleada en la clínica del
Dr. Edwards (cinco transferencias de tres embriones a cada mujer que se somete al procedimiento), y sus resultados (45 % de éxitos en mujeres jóvenes sin otra patología, que
aumentaremos a 50 para más facilidad de cálculo), tenemos los datos expuestos en la tabla
17.1, suponiendo que el embarazo se produzca en la tercera transferencia de las 5, un término medio.
Por tanto, para obtener un niño, se han precisado 24 embriones, de los que han quedado
en el camino 23. Reducido a porcentaje, significa un éxito de poco más del 4 %, cifra en
absoluto comparable al éxito natural de la fecundación que, en los peores supuestos, tal
como hemos mencionado, se cifra en el 25 %.
Esta baja tasa de resultados ha hecho plantearse a muchas clínicas o equipos de fecundación in vitro la adopción de procedimientos complementarios para conseguir un
aumento sustancial de los éxitos. En esta línea, es frecuente que, simultáneamente a la
realización de fecundación in vitro con trans2
ferencia
del embrión así formado, se practiLas grandes variaciones existentes entre estos di-
versos estudios se derivan de la complejidad de saber
cuándo ha habido fecundación pero no ha habido nidación del embrión, produciéndose una menstruación
que lleva un embrión muerto consigo. Uno de los procedimientos consiste en examinar al microscopio los
restos de la menstruación en busca de restos de tejido
corial, pero esta búsqueda, dada la degradación de di-
chos tejidos, es muy probable que resulte negativa aunque sí hubiera embrión. Para apuntar otras cifras orientativas entre las que moverse, se juega con estudios de
marcadores muy iniciales de la existencia del embrión.
De todos modos, esta es una cuestión que merecería un
estudio más pormenorizado.
17.2. TÉCNICAS ALTERNATIVAS
Parejas
1 pareja sin hijo
1 pareja con hijo
197
5 transferencias x 3 embriones
2 transferencias x 3 embriones
+ 1 transferencia x 3 embriones
Total
Total embriones
15 embriones perdidos
6 embriones perdidos
2 embriones perdidos
23 embriones perdidos
Cuadro 17.1: Cálculo de embriones perdidos en la fecundación in vitro
que transferencia de gametos a las trompas
de Falopio (GIFT, gamete intra fallopian transfer, y técnicas variantes), para aumentar la
tasa de éxitos: si el embrión transferido no
prende, siempre queda la posibilidad de que
los gametos se unan y el nuevo embrión así
formado pueda dar lugar al deseado embarazo. Esta aplicación es posible porque, como
ya hemos mencionado, las indicaciones de la
fecundación in vitro, una vez que la técnica
se encuentra relativamente normalizada, se
han ido ampliando progresivamente a casos
distintos a los que se ponían inicialmente como indicación, incluyendo muchos de esterilidad meramente presunta, en que las trompas de Falopio se encuentran en buenas condiciones.
17.2. Técnicas alternativas
Ya en los años 80, a la vista de la baja tasa de éxitos, se intentaron otros enfoques con
posible mejor resultado. Concretamente, si el
problema consiste en que la transferencia de
embriones formados in vitro no llega a prender, podemos aumentar dichas posibilidades
aumentando el número de embriones que se
transfieren. Una consecuencia indeseada de
este modo de proceder, que llega a transferir
diez o más embriones, reside en la aparición
de un embarazo múltiple, difícil de llevar a
término si es más que gemelar. Quienes iniciaron la técnica también previeron la solución: la reducción embrionaria.
17.2.1. Reducción embrionaria
Este procedimiento, que se pone en marcha tras una transferencia de gran número de
embriones, de los que prenden más de los
convenientes, consiste en puncionar el cordón umbilical de algunos de ellos bajo control ecográfico (técnica bien conocida desde
cuando había que practicar exsanguinotransfusión en los casos de incompatibilidad Rh),
y realizar la exsanguinación sin transfusión.
El embrión o feto muere desangrado y sus
restos son reabsorbidos, quedando un embarazo con un número razonable de hijos, es
decir, o bien que puede ser llevado a término
sin especiales problemas, o bien que se adecua a los deseos de la pareja (están perfectamente documentados casos de reducción de
embarazos gemelares porque la pareja quería
sólo un hijo).
17.2.2. ICSI
Dentro de las técnicas emprendidas para
aumentar la eficacia de las técnicas de reproducción asistida, se encuentran algunas que
fueron iniciadas para satisfacer los deseos de
paternidad de la pareja, pero sin intervención de donantes. Aquí cabría contar casos de
oligospermia, teratospermia o incluso azoospermia. Para las dos primeras patologías, se
ha puesto en marcha la inyección intracitoplasmática de gametos (ICSI, intra citoplasmic
sperm injection): se trata de seleccionar, de entre los pocos espermatozoides sanos del varón, uno de ellos e introducirlo forzadamente
en el óvulo (véanse figuras 17.7, 17.8, y 17.9).
La fecundación es forzada mecánicamen-
198
CAPÍTULO 17. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
Figura 17.7: ICSI: la micropipeta con el espermatozoide se acerca por la derecha.
Figura 17.9: ICSI: la micropipeta introduce el
espermatozoide en el citoplasma del óvulo.
17.2.3. GIFT
Este procedimiento fue iniciado para mejorar, con una técnica complementaria, los resultados de la GIFT. También se ha aplicado
en centros católicos para arbitrar un procedimiento que no esté condenado por la doctrina católica. (véase figura 17.10)
Figura 17.8: ICSI: la micropipeta penetra la
zona pelúcida.
te, como una especie de empeño del equipo
médico en que esa fecundación tenga lugar,
sin que existan datos serios de la causa por
la que no tiene lugar, ni se haya seleccionado un espermatozoide por algo más que una
morfología aparentemente normal. En el caso
de la azoospermia, se ha conseguido obtener
espermatogonias del varón, y se ha conseguido que maduren in vitro, para posteriormente realizar la fecundación del óvulo, sea de
modo pasivo, sea mediante inyección forzada.
Figura 17.10: Esquema de la GIFT (gamete intra Fallopian transfer)
La idea consiste en trasladar óvulos y espermatozoides a la trompa de Falopio, lugar
natural de la fecundación, donde ésta tendrá
más posibilidades de suceder, por ser su ambiente natural. Como puede comprenderse,
17.3. DESARROLLO DE LA REFLEXIÓN ÉTICA
su práctica es compatible con la introducción
en la cavidad uterina de un embrión confeccionado mediante fecundación in vitro. Quienes la practican intentando ser respetuosos
con la sexualidad humana se limitan a la introducción de óvulos, obtenidos de la mujer
mediante hiperestimulación hormonal, y de
espermatozoides de su marido3 , sin que se
mezclen antes o durante la introducción, mediante el procedimiento de cargar la jeringa
de modo sucesivo con uno y otros, pero separados con una burbuja de aire.
Podríamos extendernos más ampliamente
sobre las diversas técnicas y variantes que se
han postulado o se llevan a cabo por distintas
clínicas o equipos pero, con lo que queda expuesto, tenemos material suficiente para una
reflexión ética sobre estas técnicas.
17.3. Desarrollo de la reflexión
ética
Desde el primer momento, la aparición de
estas técnicas fue tema de discusiones éticas.
Es frecuente encontrar en esos primeros años
80 artículos con la reflexión de que, con estas
nuevas técnicas, estamos jugando a ser Dios,
señores de la vida y de la muerte. Aunque esta reflexión no deja de ser relativamente poco
articulada, pienso que refleja bien el estado
psicológico de quienes emprendieron el desarrollo de la reproducción asistida. Se veían,
repentinamente, con un poder inusitado entre las manos, incomparablemente superior
al que habían disfrutado hasta entonces 4. Tenían entre sus manos el comienzo de la vida
humana. Todas las argumentaciones posteriores que pretenden quitar la calificación de
nuevo ser humano a ese óvulo recién fecun3
Obtenidos mediante un procedimiento compatible
con el respeto debido a la dignidad de la unión conyugal.
4
A este respecto, baste recordar que, a mediados de
los años 70, los embriólogos podían contar con los dedos de una mano el número de preparaciones histológicas de embriones humanos jóvenes, de pocas células.
199
dado no hacen justicia a lo que han pensado
quienes lo han manipulado en su laboratorio.
Su intuición no estaba en absoluto equivocada.
La proliferación de clínicas y equipos dedicados a la realización de la recién nacida
fecundación in vitro trascendió rápidamente
al ámbito público. De noticia en primera plana, se convertía en una cuestión técnica nueva, que se practicaba cada día con más frecuencia, y en la que, a todas luces, no toda
actividad técnicamente posible era éticamente refrendable: era necesaria la reflexión ética.
Por mencionar los dos hitos más conocidos
al respecto, haremos mención del documento que emanó el comité inglés que dirigió
Mary Warnock (1984) y, en violento contraste
con sus conclusiones, la Declaración Donum
Vitæ de la Congregación para la Doctrina de
la Fe (1987). Todas las reflexiones, normativas
y leyes que se han hecho posteriormente pueden ser reducidas a los principios de fondo
de una u otra, por lo que no es necesario que
nos entretengamos en mencionar estas otras
en detalle.
Para la elaboración del Warnock Report, el
comité encargado de su elaboración citó ante su presencia a personas especialmente señaladas de todas las tendencias religiosas o
ideológicas, para que expusieran su parecer
al respecto. En el propio informe se detalla
cómo el resultado fue descorazonador: había opiniones para todos los gustos, desde la
negativa radical a todo tipo de intervención
técnica sobre la sexualidad humana (más o
menos razonada o argumentada sobre fundamentos antropológicos o religiosos), hasta
quienes veían en dichas técnicas un paso más
de avance en la liberación del hombre de las
normas de la naturaleza, dentro de una visión del mundo típicamente ilustrada.
Ante semejante dispersión de opiniones,
el comité optó por una solución salomónica:
dado que no parecía posible el acuerdo entre
posiciones tan encontradas, y dado que el comité fue reunido para que su informe sirviera de orientación para la elaboración de una
200
CAPÍTULO 17. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
ley, optó por una solución de tipo no teórico,
sino práctico. Establecer arbitrariamente un
momento en el desarrollo embrionario a partir del cual el embrión sería merecedor de un
respeto absoluto5 . Antes de dicho momento, el embrión sería acreedor de respeto, pero no tan completo. Dicho momento fue establecido en el día 14 tras la fecundación. Como cualquiera que haya estudiado embriología sabe sobradamente, el día 14 del desarrollo embrionario no sucede nada digno de
especial mención que permita trazar una línea neta delimitando un antes y un después,
y el propio informe reconoce que el establecimiento de dicha fecha no responde a dato
embriológico alguno.
Si se quiere considerar un argumento, el
comité mencionaba que, a partir del día 14,
en que aparece la línea primitiva (origen del
futuro sistema nervioso), ya queda anulada
la posibilidad de la división embrionaria para dar gemelos. Esto establecería un periodo
previo al día 14, en que tendríamos un ser
humano en potencia, pero no individuo humano todavía, pues podría dividirse en dos.
Tras el día 14, en que no puede dividirse, ya
sí tendríamos un individuo humano.
Este argumento es inconsistente, tanto desde el punto de vista embriológico como desde el punto de vista filosófico. Desde el punto de vista embriológico, porque la línea primitiva aparece en el embrión hacia el día 9
de desarrollo; dicha estructura no se transformará en el futuro sistema nervioso, y no se
sabe su relación exacta con el desarrollo del
surco neural, que aparece más tarde, y que
sí será el futuro sistema nervioso. Desde el
punto de vista filosófico, porque nada impide que lo que se va a dividir para dar dos
seres humanos sea ya de hecho un ser huma-
no: como vimos anterioremente, que todavía
no sea algo no permite afirmar ni negar nada
acerca de lo que efectivamente es.
El propio comité no debió considerar su
propia argumentación de mucho peso, pues
menciona explícitamente que el problema es
conseguir el acuerdo práctico para orientar
una normativa legal, no resolver qué es o deja de ser ese ser que llamamos embrión antes o después del día 14. Dicho de modo poco académico: la realidad no nos interesa, nos
interesa elaborar una ley para ponernos una
normativa que satisfaga a cuanta más gente
mejor. Pero no estamos dispuestos a dejarnos controlar por la realidad, queremos poder hacer nuestra voluntad a capricho.
La afirmación del día 14 como fecha límite
quedó establecida a partir de este informe como un dato indiscutido en la mayoría de los
desarrollos legales posteriores. Tanto la ley
española como las de otros países establecen
explícitamente dicho día 14 como el límite a
partir del cual el embrión merece ser respetado. Antes de dicho día, eso sería un material humano, pero no un individuo humano,
por lo que merecería un cierto respeto, pero
no un respeto absoluto. Si en la manipulación
necesaria para obtener un hijo para la pareja
estéril se pierden algunas de esas entidades,
es un precio adecuado que se puede pagar
para satisfacer los deseos de paternidad de la
pareja.
El informe Warnock insiste en que el embrión de menos de 14 días6 debe también ser
respetado. Sin embargo, examinando las legislaciones de los distintos países, es evidente que su valor ha quedado reducido casi a
cero. Antes de esa fecha se puede hacer casi cualquier cosa con los embriones, que sólo
tras el día 14 hay que tratar con ciertos miramientos.
5
La legislación que más se ha opuesto a esta
Este establecimiento arbitrario está expresamente
mencionado en el informe: si no se puede llegar a un curiosa imposición dogmática del día 14 es la
acuerdo teórico, establecemos un acuerdo práctico de
lo que se puede hacer, a nivel meramente político, de
“consenso”, siempre que consideremos consenso establecer una postura que contraría abiertamente el sentir
de muchos de los participantes en dicho “consenso”.
6
O preembrión, como se le ha llamado a veces, aunque con un éxito bastante reducido, si nos guiamos por
la revisión de la frecuencia de aparición de esta palabra
en el MedLine.
17.3. DESARROLLO DE LA REFLEXIÓN ÉTICA
alemana. Afectada por todos los sucesos previos y contemporáneos a la segunda guerra
mundial, la opinión pública alemana es mucho más sensible que la de otros países en las
cuestiones relativas al respeto a los más débiles, y el embrión humano se encuentra entre
ellos. Consecuentemente, la ley alemana prohíbe fabricar más embriones de los que vayan a ser transferidos a la mujer, y permite
la congelación solamente en el caso de que
la mujer, en el momento de la transferencia,
se encuentre enferma o indispuesta; en dicho
caso, se permite congelar los embriones por
un plazo máximo de un año y, antes de finalizar dicho plazo, los embriones congelados
deben ser transferidos a su madre. El legislador alemán no fue más estricto en sus limitaciones por meras razones prácticas: no se
pueden poner puertas al campo, y la técnica
de fecundación in vitro se haya tan difundida que sería peor intentar combatirla hasta la
supresión total.
La Declaración Donum Vitæ, de la Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe, tiene un esquema radicalmente distinto. Entra
a las cuestiones teóricas, a las que da una respuesta cumplida y, a partir de ella, establece
los principios éticos que deben ser tenidos en
cuenta. Comienza estableciendo cómo el progreso técnico es algo bueno, siempre que se
ponga al servicio del hombre y de sus valores
fundamentales. Esto vige también en el caso
de las intervenciones técnicas sobre la sexualidad humana.
¿Qué valores son los implicados en la aplicación de las técnicas de reproducción asistida? Fundamentalmente dos: la vida humana biológica, que es parte integrante del ser
humano, y es imprescindible para el posible
desarrollo de cualquier otra virtualidad humana; y el modo peculiar de la transmisión
de la vida humana, que implica de un modo muy especial a los padres, a la vez que
crea el ambiente adecuado (la familia) para
el desarrollo tanto físico como psicológico y
humano del hijo. Para que dicha técnica fuera admisible, debería respetar siempre ambos
201
valores.
Aunque el documento menciona más, recogeremos solamente dos de las aplicaciones
prácticas que se derivan de estos principios.
En primer lugar, dado que estas técnicas ponen en peligro de muerte a la mayor parte
de los embriones humanos que producen, no
se respetaría la vida de cada embrión individual (ser humano embrionario7 ), y por este
hecho serían condenables.
¿Y si las técnicas de reproducción asistida
se realizaran de modo que se garantizara el
respeto por la vida humana? Entonces, afirma la Instrucción, queda en pie la alteración
de aspectos esenciales a la transmisión de la
vida humana, que no es algo meramente biológico, sino humano, que debe respetar ciertos valores inherentes al ejercicio de la sexualidad humana. Estos valores ya fueron tratados en documentos como la Encíclica Humanæ Vitæ, pero la Instrucción detalla algunos aspectos: el ejercicio de la sexualidad humana sólo tiene sentido pleno cuando sucede
dentro del matrimonio y con apertura a la vida. En las técnicas de reproducción asistida,
por el contrario, se comienza obteniendo los
espermatozoides necesarios por medio de la
masturbación del varón, acto que está desconectado de la unión conyugal. Además, no
se realiza acto conyugal alguno, separando
la unión matrimonial de la generación de los
hijos, en una actuación que viene a ser la inversa de la contracepción hormonal 8 ; por esta razón, aunque no hubiera atentado alguno
a la vida humana en la realización de estas
técnicas, serían moralmente condenables.
7
El documento, como vimos, no entra a definir que
el embrión de una célula, producto de la fecundación
del óvulo por el espermatozoide, sea un hombre o una
persona humana, pero hace una pregunta retórica al
respecto: si se reconoce que esa entidad biológica es
humana, “¿cómo un individuo humano podría no ser
persona humana?”. Que es una manera indirecta de
afirmar que, a todas luces, lo es.
8
La contracepción es ejercicio de la sexualidad sin
apertura a la generación de nuevas vidas, mientras que
las técnicas de reproducción asistida son posibilidades
de nuevas vidas sin ejercicio de la sexualidad.
202
CAPÍTULO 17. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
El informe Warnock, resumido sumariamente más arriba, carece casi completamente
de esta referencia a la naturaleza de la sexualidad. Parece considerarla, como se hace hoy
habitualmente, una cuestión meramente privada, placentera, controlable a voluntad mediante la contracepción con fines negativos y
con la reproducción asistida con fines positivos. Desde ese punto de vista, hacer un niño
es igual a que venga un niño como fruto del
amor de los padres.
La Instrucción vaticana, por el contrario,
acude a un trasfondo de ideas morales que
sirve de base para poder entender su modo
de razonar. Por desgracia, la difusión incontrolada de la contracepción hormonal en la
sociedad contemporánea ha potenciado una
rudeza moral en cuestiones de ética sexual
que dificulta notablemente la comprensión
de sus argumentos. Como consecuencia, las
recomendaciones de ideas para las normativas sobre reproducción asistida que hace a
los gobernantes no han sido acogidas en las
legislaciones de los diversos países, que se
han sumado mayoritariamente a la idea del
día 14 como límite ético de manipulación del
embrión, según lo exponía el informe Warnock.
De todos modos, aunque no se trate de una
postura general, algunas clínicas y equipos
médicos han intentado realizar técnicas de
reproducción asistida que no violen los valores que la Instrucción Donum Vitæ considera
que deben ser siempre respetados. Como vimos anteriormente, la técnica que se practica habitualmente comporta una gran mortalidad embrionaria. La alternativa que se sugirió, y se practica en algunos lugares, es la
GIFT (gamete intra fallopian transfer, anteriormente descrita, aunque tiene muchas variantes), pero no como técnica complementaria
de la fecundación in vitro, sino aislada, y tomando los espermatozoides de una relación
conyugal normal en que se emplea un preservativo perforado para retener los que se van
a transferir a la trompa. De todos modos, este
procedimiento (con sus variantes) no ha sido
aceptado por bastantes autores; éstos suponen que, más que ayudar a la naturaleza a alcanzar su fin, realmente esta técnica está sustituyendo al acto conyugal y sería, por tanto,
éticamente reprobable.
En el momento actual, el problema ético
capital de las técnicas de reproducción asistida reside en el problema de los embriones
sobrantes. Tal como mencionamos anteriormente, el procedimiento normal de llevarla a
cabo deja muchos embriones congelados sin
transferir a sus madres (excepto donde dicho
procedimiento está prohibido, como hemos
mencionado respecto a Alemania). En algunos países, la ley establece que dichos embriones deben ser destruidos al cabo de un
plazo; así, lo establece la ley inglesa, y allí los
embriones son destruidos pasados 5 años de
conservación. En España, la ley establece un
periodo de conservación de 10 años, pero no
se pronuncia sobre lo que se ha de hacer tras
dicho tiempo. Tanto en legislaciones similares a la inglesa, como en las parecidas a la
española, el razonamiento pragmático se ha
abierto paso: si esos embriones se van a destruir, o se van a estropear por estar muchos
años conservados, ¿por qué no emplearlos en
la prometedora investigación de las células
madre embrionarias, que parece la esperanza para tantas enfermedades degenerativas?
Evidentemente, este problema sólo se
plantea como cuestión de discusión porque
existe una convicción subjetiva generalizada
de que estamos manejando al ser humano en
sus primeros momentos de vida. Si esta convicción no existiera, discutir sobre el asunto sería superfluo. Nuevamente se muestra
que toda la argumentación destinada a privar de humanidad al embrión en sus primeros momentos tiene que luchar contra evidencias muy claras en sentido opuesto.
17.4. Cuestiones ético-médicas
Como la obra que incluye esta colaboración se encuentra dirigida a profesionales de
17.4. CUESTIONES ÉTICO-MÉDICAS
la sanidad, parece conveniente ver las técnicas de reproducción asistida desde el punto
de vista de los principios éticos que deben regir el ejercicio profesional del médico.
Una de las primeras cuestiones que surge ante el examen imparcial de las técnicas,
tal como se desarrollan de hecho, es su fundamento científico. La idea inicial parece razonable (esquivar el obstáculo de una trompa de Falopio obstruida). Pero su aplicación
posterior a otros tipos de esterilidad tiene
más que ver con intentos empíricos de ensayo y error, pero sin ningún protocolo experimental claro para comprobar la eficacia
del experimento. De hecho, las publicaciones
de los años 80 son más bien una muestra de
la carrera de las distintas clínicas y equipos
por mejorar resultados para atraer clientela;
en ninguno de ellos se menciona la comparación con un grupo control, o con un grupo a
quien se estuvieran aplicando técnicas alternativas para recuperar la fertilidad. Es más,
probablemente dicho estudio con un grupo
control no se hubiera podido realizar, pues es
más que probable la negativa de la pareja a
caer aleatoriamente en el grupo de pacientes
que sólo recibirían apariencia de tratamiento:
al fin y al cabo, si la pareja está en una clínica
especializada es porque ésta dispone de una
nueva técnica para tener un hijo, y quiere que
se la apliquen. Esto va en contra un principio
médico básico: toda técnica médica debe tener un fundamento científico; además, atenta
contra los principios de ética de la investigación, que obligan a comprobar los procedimientos antes de proponerlos como técnicas
médicas aceptadas. Todo el comienzo de la
fecundación in vitro ha sido un extenso experimento realizado sin protocolo ni control
alguno.
Los médicos tienen también, entre sus obligaciones, la de emplear solamente procedimientos técnicos que sean eficaces para conseguir la curación o el alivio de sus pacientes. Ya vimos, sin embargo, la baja eficacia de
los procedimientos de fecundación in vitro;
esta baja eficacia se ve confirmada por el he-
203
cho de que las parejas que están en la lista de
espera de las clínicas de reproducción asistida tienen hijos (pues ya vimos que muchas
de las esterilidades que acuden hoy a la fecundación in vitro son solamente presuntas).
Ofrecer la reproducción asistida a las parejas
estériles es una práctica médica que raya en
el charlatanismo, pues promete algo que difícilmente puede proporcionar.
Otra cuestión ética imprescindible en la
relación médico-enfermo es la información
adecuada sobre la técnica que se va a emplear
y sus principales implicaciones. No es infrecuente, sin embargo, que se omitan informaciones muy relevantes a quienes acuden a las
clínicas de fecundación in vitro. Así, muchas
parejas no son informadas de la cuestión de
los embriones sobrantes, de la selección embrionaria (con destrucción de los embriones
enfermos) que se va a realizar, de las serias
molestias que implica la realización del procedimiento técnico en la mujer, etc. Así, ha
resultado una sorpresa para muchas parejas
el conocer que tienen hijos en un depósito
de la clínica donde hace años intentaron la
fecundación in vitro. Y no es difícil encontrar en las librerías obras escritas por mujeres que acudieron inicialmente a la fecundación in vitro llenas de optimismo y terminaron completamente desengañadas al verse
consideradas como máquinas reproductoras
y terminar desquiciadas tras mil manipulaciones técnicas sin conseguir el objeto de sus
anhelos.
Esta mala práctica médica parece ligada
en muchas ocasiones al interés económico:
las clínicas de fecundación in vitro tienen un
gran mercado potencial y pueden constituir
un pingüe negocio. Sin embargo, el interés
excesivo por el aspecto crematístico de la técnica es fácil que lleve al descuido de aspectos que, desde ese punto de vista, resultan
secundarios. Así, el control e inventariado
exacto de los embriones congelados pasa a
segundo plano una vez que la pareja tiene
el hijo, y hemos conocido en la prensa anécdotas lamentables de confusión de embrio-
204
CAPÍTULO 17. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
nes. Ese interés crematístico, o quizá el afán
de aparecer como el mejor técnicamente, ha
llevado a realizar la fecundación in vitro en
casos extremos, como pueden ser los de las
abuelas que gestan su nieto porque su hija no
puede llevar adelante el embarazo. Obcecados en el procedimiento técnico, los médicos
parecen perder de vista que están realizando
aberraciones.
Simultáneamente con el gran desarrollo de
las técnicas de fecundación in vitro, hemos
asistido a un frenazo ostensible de la investigación en cuestiones de infertilidad o esterilidad, que sólo parece estar revirtiendo desde los años 90. La razón es sencilla de entender: si se encauzaba a las parejas estériles que iban al médico hacia las técnicas de
reproducción asistida, lo que se les proporcionada es un niño producido con ayuda de
dichas técnicas, pero no se trataba en absoluto su esterilidad o infertilidad. Dicho de otro
modo: las técnicas de reproducción asistida
son un procedimiento falsamente terapéutico, que no cura nada. Son, más bien, un procedimiento de fabricar un hijo para la pareja
que lo desea. La cuestión de la esterilidad es
marginal al procedimiento técnico: la pareja
que sale de estas clínicas o servicios con un
niño en brazos sale tan estéril o infértil como
entró9 . En suma, no es propiamente una técnica médica, sino una técnica de apariencia
médica, llevada a cabo por médicos, gracias
a sus conocimientos técnicos; pero no responde a lo que todo paciente debe esperar del
médico: tratamiento para su enfermedad.
Visto desde el punto de vista de la ética
médica, la muerte de numerosos embriones a
lo largo del desarrollo de la técnica de fecundación in vitro adquiere características peculiares. En efecto, es distinto que dicha muerte
se derive de la acción de una persona cualquiera, a que esté realizada por alguien que
9
Por si quedan dudas al respecto, uno de los lugares en la red dedicado a las técnicas de reproducción
asistida, que aparece de los primeros en las búsquedas
por los buscadores más usuales, tiene como dirección
la siguiente: http://www.baby-makers.com
tiene, por misión profesional, velar por la salud y la vida de los demás miembros de la
sociedad. En el primer caso no es siquiera
disculpable, pero en el segundo constituye
una penosa corrupción de una elevada misión profesional10 . Por poner un paralelismo,
no es lo mismo que un ladrón robe o que un
policía robe: en el segundo caso se incluye
una corrupción de su misión profesional, que
hace más grave el mal realizado. Por decirlo con otras palabras: el respeto y la ayuda
del más débil debe estar siempre presente en
el trabajo profesional del médico (o de cualquier profesional sanitario); y no existe probablemente ser humano más débil y desvalido que el embrión joven, que merece siempre
nuestra más exquisita atención y respeto.
Esta falta de respeto se inscribe dentro de
la corriente dominante en la sociedad occidental actual, que antepone los intereses particulares al bien de los demás con demasiada
facilidad. Así, del mismo modo que no se duda en llevar a cabo técnicas abortivas precoces (píldora del día siguiente, DIU) para evitar un embarazo no deseado, tampoco se duda en que mueran otros embriones para conseguir un embarazo deseado. Los médicos, al
prestar nuestros conocimientos y habilidades
técnicas a esta dinámica social, traicionamos
nuestra profesión.
En esta misma línea habría que situar la calificación ética a la selección embrionaria, que
se practica sistemáticamente en los centros
donde se realiza la reproducción asistida: se
considera que existen vidas de menor valor,
que no merecen la pena ser vividas (a pesar
de que, como vimos, sólo tengamos en muchos casos lejanas sospechas de que tendrán
problemas), y se las destruye. El ethos médico pide justamente la acción opuesta: precisa10
Esta reflexión se refiere solamente a la realidad objetiva, y no entra a juzgar la intimidad de quienes se
ven involucrados en las técnicas de reproducción asistida: su grado de conocimiento exacto de lo que están
haciendo o de sus implicaciones, o de voluntariedad,
es muy variable y, consecuentemente, varía la calificación moral de sus acciones personales.
17.5. IDEAS CONCLUSIVAS
mente porque son los más débiles y desvalidos, el médico debe prestarles especial atención y cuidar especialmente de ellos, del mismo modo que hace con sus pacientes adultos,
tal como lo recoge la última edición publicada del Código de Ética y Deontología Médica español. Este tipo de eugenesia es radicalmente opuesto a la ética médica.
Por mencionar una última cuestión entre
otras muchas posibles, el médico debe procurar que los tratamientos que aplica sean
razonablemente seguros y, si producen molestias, que éstas sean tolerables o, al menos,
proporcionadas con el objetivo que persigue
el tratamiento. En las técnicas de reproducción asistida, que han sido difundidas como
un procedimiento de proporcionar hijos, no
sólo se alcanza difícilmente el objetivo (como
ya vimos), sino que se logra normalmente a
costa de innumerables molestias para la pareja, y muy especialmente para la mujer. Probablemente, si existiera otra técnica médica o
medicamento disponible con su misma tasa
de eficacia y efectos secundarios, no habría
sido admitida en la terapéutica ordinaria de
los pacientes por ser sencillamente desaconsejable.
17.5. Ideas conclusivas
Resumiendo brevemente algunas ideas de
las que acabamos de ver, podemos decir que
las técnicas de reproducción asistida, tal como se practican realmente, son un procedimiento técnico que se ha introducido en la
práctica médica sin una experimentación y
estudio previos serios, de eficacia dudosa,
mortal para muchos embriones, que produce
muy serias molestias a la mujer, y que altera
radicalmente el contexto normal en el que se
ha de vivir la sexualidad humana.
Este juicio negativo sin paliativos no significa, en absoluto, despreocupación por el
problema humano de la esterilidad matrimonial. De hecho, como hemos señalado anteriormente, una correcta atención médica pasa
205
por la preocupación por solucionar los problemas de salud de quienes acuden en busca
de ayuda; pero la falsa ayuda de la fecundación in vitro no debe cegar al médico que intenta lo mejor para sus pacientes.
El comentario detallado del trato médico a
las parejas con problemas de esterilidad sería
por sí solo suficiente para elaborar otro trabajo. Como única idea que quisiera reseñar
a este respecto, indicaré que la negativa ética a practicar la fecundación in vitro no debe
ser nunca frialdad ni rechazo de la pareja que
ve pasar los años sin que llegue una razonablemente deseada descendencia. Debe, más
bien, ser atención solícita, estudio puesto al
día de las terapéuticas reales para su padecimiento, y estímulo poderoso para llevar a
cabo una seria investigación de las causas de
la infertilidad y su tratamiento.
Bibliografía
1.
Report of the Committee of Inquiry into Human Fertilisation and Embryology,
HMSO, July 1984 (Warnock Report).
2.
Ratzinger J, et al. El don de la vida.
Instrucción y comentarios. Palabra: Madrid, 1992; 174.
3.
Herranz G. Comentarios al Código de
Ética y Deontología Médica. Pamplona:
Eunsa, 1992; 260.
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