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Acta Otorrinolaringol Esp. 2010;61(1):41–47
www.elsevier.es/otorrino
ARTÍCULO ORIGINAL
Epidemiologı́a de las epistaxis ingresadas en un hospital
de tercer nivel
Irene Monjas-Cánovasa,, Ignacio Hernández-Garcı́ab, José Mauri-Barberáa,
Begoña Sanz-Romerob y Juan R. Gras-Alberta
a
Servicio de Otorrinolaringologı́a, Hospital General Universitario, Alicante, España
Servicio de Epidemiologı́a y Medicina Preventiva, Hospital General, Alicante, España
b
Recibido el 22 de mayo de 2009; aceptado el 2 de septiembre de 2009
Disponible en Internet el 10 de diciembre de 2009
PALABRAS CLAVE
Epistaxis;
Epidemiologı́a;
Hipertensión;
Antiinflamatorios no
esteroideos;
Anticoagulación
Resumen
Introducción y objetivos: La epistaxis es un cuadro que se conoce desde la antigüedad. Sin
embargo, los datos epidemiológicos de los que disponemos son escasos. Los objetivos de
este trabajo son conocer las principales caracterı́sticas epidemiológicas de las epistaxis
ingresadas y determinar qué factores se asocian con la aparición de resangrado.
Métodos: Se realizó un estudio retrospectivo sobre los ingresos por epistaxis en el servicio
de ORL de nuestro centro hospitalario en el periodo comprendido entre enero de 2003 y
diciembre de 2008. Se analizó la distribución por sexo, edad, localización y época
estacional. Entre las causas etiológicas se determinaron los factores sistémicos y los
factores locales. Se examinaron las variables que se asociaron al resangrado.
Resultado: Se valoraron 178 ingresos por epistaxis. El 68% fueron hombres (121/178),
frente al 32% de mujeres (57/178). La mediana de edad (p25–p75) fue de 65 (53–75) años.
Predominaron las epistaxis en los meses de enero y abril. Las causas sistémicas más
prevalentes fueron la HTA (56%), el tratamiento antiagregante (23%) y el tratamiento
anticoagulante (18,5%). Los factores locales fueron menos frecuentes (11% frente a 68%).
Se presentó resangrado en el 14% de los casos (25/178) y solo la localización posterior
demostró tener influencia sobre esta variable (po0,05).
Conclusiones: El patrón tı́pico del paciente que ingresa por epistaxis en nuestro centro es
un paciente varón, de edad media o avanzada, con alguna enfermedad de base y que
presenta una epistaxis de localización posterior.
& 2009 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados.
Autor para correspondencia.
Correo electrónico: [email protected] (I. Monjas-Cánovas).
0001-6519/$ - see front matter & 2009 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados.
doi:10.1016/j.otorri.2009.09.003
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42
I. Monjas-Cánovas et al
KEYWORDS
Epistaxis;
Epidemiology;
Hypertension;
NSAIDs;
Anti-coagulation
Epidemiology of epistaxes admitted to a tertiary hospital
Abstract
Introduction and objectives: Epistaxis has been known since antiquity. However, we have
limited epidemiological data at our disposal. The aim of this study is to know the main
epidemiological characteristics of the cases of epistaxis admitted and to determine the
factors associated with the recurrence of bleeding.
Methods: A retrospective study was conducted including admissions for epistaxis in the
ENT department of our hospital during the period between January, 2003, and December,
2008. We analyzed the distribution by gender, age, location and time of year. The
aetiological causes identified included systemic and local factors. We analyzed the
variables related to bleeding recurrence.
Results: We evaluated 178 cases of epistaxis: 68% of patients were male (121/178),
compared to 32% of women (57/178). The median age (p25–p75) was 65 (53–75) years. The
epistaxes were most noticeable during the months of January and April. Among the
systemic causes, hypertension (56%), anti-platelet treatment (23%) and anti-coagulant
therapies (18.5%) predominated. Local factors were much less numerous than general ones
(11% v. 68%). Recurrent bleeding was present in 14% of cases (25/178) and only the
posterior location was shown to influence this variable (Po.05).
Conclusions: The typical pattern of the patients admitted to our department for epistaxis
is a middle-aged or elderly male with underlying co-morbidity and posterior epistaxis.
& 2009 Elsevier España, S.L. All rights reserved.
Introducción
La epistaxis es un cuadro otorrinolaringológico conocido
desde la antigüedad. El término epistaxis limitado a las
hemorragias nasales fue introducido por el inglés Cullen en
1785 y el francés Pinel en 1818 generalizándose después en
el lenguaje médico1.
Se trata de un cuadro frecuente que cuenta con
referencias históricas desde hace siglos (s. V a. C.), pero
sus caracterı́sticas epidemiológicas no comienzan a estudiarse hasta finales del siglo XX con los trabajos de Juselius y
Small2,3.
Los datos sobre incidencia y prevalencia en la población
general son difı́ciles de calcular. Habitualmente, las epistaxis se comportan como cuadros benignos y autolimitados que
ceden espontáneamente o tras aplicación de medidas
conservadoras que lleva a cabo el propio paciente sin
necesidad de recurrir a la asistencia médica. Pese a ello, se
estima que aproximadamente el 60% de la población adulta
experimentará algún episodio de epistaxis a lo largo de su
vida y únicamente un mı́nimo porcentaje, entre el 6-10%,
demandará asistencia hospitalaria4.
Su etiologı́a se presume multifactorial y clásicamente se
ha dividido en 2 categorı́as: local y sistémica. Se calcula que
en el 10% de los casos no puede encontrarse ninguna causa,
denominándose entonces, epistaxis esencial o idiopática5.
Afecta de forma mayoritaria al sexo masculino y presenta
una incidencia ascendente con la edad. Aproximadamente el
60% de los pacientes que requieren atención ORL presentan
edades por encima de los 50 años2,6,7.
Se discute el aumento de los episodios durante los ciclos
de luna llena o en relación con los cambios meteorológicos,
predominando en los climas secos o ante bajas temperaturas. Sin embargo, los datos publicados al respecto no son
concluyentes8. Algunos autores han documentado un aumento de la incidencia en los pacientes con grupo sanguı́neo
0 en relación con una disminución de la expresión del factor
IX de Willebrand9.
Se trata de un cuadro de gran relevancia en el ámbito
ORL, cuya atención condiciona una parte muy importante de
nuestra labor asistencial. Supone una de las urgencias más
frecuentes de nuestra especialidad10–13 y representa la
patologı́a que más ingresos de forma urgente condiciona en
un servicio ORL10.
Los objetivos de nuestro estudio son conocer las principales caracterı́sticas epidemiológicas de los pacientes
ingresados por epistaxis y determinar los factores que se
asocian con la aparición de resangrado durante su estancia
hospitalaria.
Material y métodos
Se realizó un estudio descriptivo, cuya muestra se obtuvo
mediante el muestreo consecutivo de todos los ingresos por
epistaxis en el Servicio de Otorrinolaringologı́a de nuestro
centro, en el periodo comprendido entre el 1 de enero de
2003 y el 31 de diciembre de 2008. Es un hospital de tercer
nivel que posee 851 camas (32 de ellas de ORL) y abarca a la
población perteneciente al Departamento de Salud número
19 de Alicante, formada por 255.439 habitantes.
Nuestro protocolo de actuación contempla el ingreso en
los pacientes que requieren la colocación de un taponamiento anteroposterior y aquellos pacientes que presentan
una situación hemodinámica comprometida independientemente del taponamiento recibido.
Para determinar los factores que se asociaron al resangrado, se llevó a cabo un estudio de cohorte retrospectivo
única con comparaciones internas.
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Epidemiologı́a de la epistaxis
43
50
40
N°. de casos
En el análisis estadı́stico se utilizaron medidas de
tendencia central y de dispersión para las variables
cuantitativas (edad y duración del ingreso) y frecuencias
absolutas y relativas para las variables cualitativas (sexo,
localización de la epistaxis, antiagregación, anticoagulación, hipertensión y resangrado). El análisis univariante
consideró como variable dependiente la aparición de
resangrado y como variables independientes a las restantes
utilizando la prueba de la chi cuadrado, el test exacto de
Fisher y la U de Mann-Whitney. Como probabilidad de error
alfa se tomó el valor 0,05. Para todo ello se utilizó el
programa SPSS14.
30
20
10
80
-99
90
-89
-79
70
60
-69
-59
50
-49
40
30
-29
20
10
-19
0-9
Tabla 1 Porcentaje de epistaxis en diferentes centros
hospitalarios en España.
Grupos de edad (en años)
Figura 2 Distribución de los ingresos por epistaxis según grupo
de edad.
30
25
Frecuencia (%)
En el Servicio de Urgencias de nuestro centro hospitalario se
registraron durante el periodo de estudio un total de
1.001.988 urgencias. De estas, 18.296 (1,83%) fueron
urgencias ORL, representando las epistaxis el 13% (2.342/
18.296) (tabla 1). El 8% (178/2.342) de las epistaxis requirió
ingreso hospitalario, constituyendo esta la muestra de
nuestro estudio.
El 68% (121/178) fueron hombres y el 32% (57/178)
mujeres, con una razón hombre/mujer de 2,12/1, si bien
dicha razón varió según el grupo de edad (fig. 1). La mediana
de edad (p25–p75) fue de 65 (53–75) años, con un rango
comprendido entre 2–94 años. El 79% (141/178) de los casos
tenı́a una edad superior a 50 años (fig. 2).
Según la localización anatómica, las epistaxis se distribuyeron en posteriores el 43% (78/178), anteriores el 18%
-39
0
Resultados
20
15
10
5
(1995)
(2005)
(1990)
(2004)
(1997)
(2009)
(2000)
(2008)
10-19
20-29
30-39 40-49 50-59 70-79 60-69
Grupos de edad (en años)
80-89
N°. de casos
vie
m
b
cie re
m
br
e
e
O
ct
ub
br
re
to
pt
ie
m
os
lio
Ag
Ju
o
Ju
ni
o
ay
M
ril
Ab
zo
ar
M
o
er
er
br
Fe
Figura 3 Distribución de los ingresos por epistaxis según mes
de admisión en el hospital.
Hombres
Mujeres
0-9
En
Mes de ingreso
CHUS: Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela; HGUA: Hospital General Universitario de Alicante.
35
30
25
20
15
10
5
0
Di
16%
13%
15%
12,1%
9,5%
9,6%
13,3%
13%
No
Zaragoza
Badajoz
Sevilla
Madrid
Toledo
Barcelona
Santiago
Alicante
Se
Miguel Servet
Infanta Cristina
Virgen del Rocı́o
La Paz
Virgen de la Salud
Vall d0 Hebron
CHUS
HGUA
Porcentaje del total
urgencias ORL
o
0
Centro Hospitalario
90-99
Figura 1 Distribución de los ingresos por epistaxis según sexo y
grupo de edad.
(30/178) y no localizadas el 39% (58/178). Observamos un
predominio de epistaxis hospitalizadas en los meses de abril
y enero con una disminución en los periodos estivales
(fig. 3).
Los factores locales asociados fueron mucho menos
frecuentes que los sistémicos, suponiendo el 11% frente al
68% del total. En relación a estos últimos, la HTA fue el más
prevalente y estuvo presente en el 56% (99/178) de los
casos, estando el 42% de los pacientes (42/99) por encima de
los 60 años. La antiagregación representó el 23%(41/178) y
la anticoagulación el 19% (33/178). En el 21% (37/178) no se
pudo asociar ningún factor favorecedor de la epistaxis
(tablas 2 y 3).
La estancia mediana hospitalaria (p25–p75) fue de 4 (3–6)
dı́as.
Se presentó resangrado en el 14% (25/178) de los casos. El
76% (19/25) fueron hombres y el 24% (6/25) mujeres,
estando por encima de los 65 años el 52% (13/25) de los
casos. El 64% (16/25) recibı́a tratamiento antihipertensivo,
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44
Tabla 2
I. Monjas-Cánovas et al
Factores sistémicos asociados n=178.
Causa
Porcentaje del total
Asociaciones
HTA
Antiagregación
Anticoagulación
Enfermedad Rendu Osler
99
41
33
10
HTA
HTA+AAS
HTA+ACO
HTA+hepatopatı́a
Hepatopatı́a
Alcohólica
Vı́rica
IRC
Enfermedad hematológica
16 (8,9%)
10
6
10 (5,6%)
13 (7,3%)
(55,6%)
(23%)
(18,5%)
(5,6%)
AAS/ACO+enfermedad hematológica
HTA+AAS/ACO+IRC
HTA+ACO+AAS
Otras asociaciones
TOTAL
Porcentaje del total
25
19
15
7
(14%)
(10,7%)
(8,4%)
(3,9%)
7 (3,9%)
6
4
38
121
(3,4%)
(2,2%)
(21,3%)
(68%)
AAS: ácido acetilsalicı́lico; ACO: anticoagulación oral; HTA: hipertensión arterial; IRC: insuficiencia renal crónica.
Tabla 3
Factores locales asociados n=178.
Causa
Porcentaje del total
Causa Tumoral
Carcinoma de Cavum
Papiloma invertido
Hemangioma capilar
Tumor de Masson
4 (2,2%)
1
1
1
1
Catarro
5 (2,8%)
Traumatismo
Posquirúrgico
Septorrinoplastia
Dacriocistorrinostomı́a
Cirugı́a endoscópica nasal
Cocaı́na
Fractura nasal
TOTAL
11 (6,1%)
6
1
2
3
2
3
20 (11%)
el 12% (3/25) estaba anticoagulado y el 32% (8/25)
antiagregado.
Solo la localización posterior demostró tener influencia en
el resangrado con un riesgo relativo de 4,55 y un IC del 95%
de 1,76–11,55. No se pudo demostrar esta asociación para el
resto de variables estudiadas: HTA, antiagregación, anticoagulación, edad y sexo (tabla 4).
Discusión
Las epistaxis son una de las urgencias más comunes de
nuestra especialidad representando entre el 9,5% y 16% del
total de las urgencias otorrinolaringológicas10–16. Entre el 4%
y 12,5% de los pacientes que buscan asistencia hospitalaria
requieren ingreso para su manejo y control10,11,14,17. Los
datos recogidos en nuestro trabajo coincidieron con los
publicados (tabla 1).
El predominio masculino de las epistaxis ha sido bien
documentado por la mayorı́a de los autores. Se trata de un
dato constante en la literatura, que en nuestra serie, quedó
reflejado a lo largo de todos los grupos de edad hasta la
octava década, periodo a partir del cual predominó el sexo
femenino (fig. 1). La incidencia de la epistaxis según la
distribución por sexo y edad ya fue descrita por Tomkinson
et al18 en el año 1997. Tomkinson describió un predominio
masculino entre los 20 y los 49 años. Sin embargo, esta
diferencia según el sexo no estuvo presente en su estudio
por encima de los 50 años. A partir de esta edad, la
incidencia en los hombres se asemejó a la de las mujeres,
dato que el autor relaciona con el posible efecto protector
de los estrógenos en las mujeres premenopáusicas.
Se trata de una patologı́a que puede afectar a todos los
grupos de edad, pero existe un aumento de la incidencia en
la población por encima de los 50 años. En 1974, Juselius
informaba en su trabajo que hasta el 71,4% de sus pacientes
superaba esta edad2. Este dato fue confirmado posteriormente por otros autores. Walker et al19 en su amplia serie de
21.770 epistaxis ingresadas describieron una mediana de
edad de 70 años en la que aproximadamente el 75% de los
pacientes estuvo por encima de la cuarta década. La
clasificación por décadas de nuestra serie mostró una
distribución ascendente y la gran mayorı́a de los casos
presentaba una edad superior a los 50 años, siendo los
ingresos por debajo de la cuarta década prácticamente
inexistentes.
Otro dato epidemiológico descrito en la literatura ha sido
la incidencia ambiental y estacional de las hemorragias
nasales. Nosotros registramos una distribución no uniforme
con una mayor incidencia durante los meses de abril y de
enero, apoyando ası́ la variabilidad estacional descrita
clásicamente2,3. Danielides et al20 demostraron una asociación significativa entre los cambios meteorológicos y
la incidencia de la epistaxis, siendo las temperaturas
máxima y mı́nima diarias y la presión de vapor de agua
ambiental los factores más influyentes. También se ha
destacado una mayor influencia ambiental durante los
periodos más frı́os y secos del año. Sin embargo, no existe
plena concordancia al respecto y otros autores como Bray et
al21, no han podido demostrar esta relación.
En nuestra serie las epistaxis de origen no localizado
representaron un elevado porcentaje. Este hecho podrı́a
deberse a la gran dificultad, en ocasiones, de localizar el
punto anatómico concreto cuando se trata de sangrados
copiosos. Vaamonde et al14 evidenciaron una frecuencia de
epistaxis sin localización similar a la nuestra (42,9%).
Coincidiendo con otros estudios, las epistaxis posteriores
predominaron sobre las anteriores17,22. El elevado porcentaje
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Epidemiologı́a de la epistaxis
45
Tabla 4 Resultados del análisis univariante. Sexo, localización de la epistaxis, tratamiento antiagregante y anticoagulante,
hipertensión arterial, edad y resangrado durante la estancia hospitalaria.
Frecuencia
RR (IC 95%)
p
Sexo
Hombre
Mujer
15,7% (19/121)
10,5% (6/57)
1,49 (0,63–3,53)
1
0,354
Localización
Posterior
Anterior/no localizada
23,9% (17/71)
5,3% (5/95)
4,55 (1,76–11,75)
1
o0,05
Antiagregantes
Sı́
No
19,5% (8/41)
12,4% (17/137)
1,57 (0,73–3,38)
1
0,251
Anticoagulantes
Sı́
No
9,1% (3/33)
15,2% (22/145)
0,59 (0,19–1,88)
1
0,578
Hipertensión arterial
Sı́
No
16,2% (16/99)
11,4% (9/79)
1,42 (0,66–3,04)
1
0,363
Edad
465
r65
14,1% (13/92)
14% (12/86)
1,01 (0,49–2,09)
1
0,973
de epistaxis de localización posterior resulta evidente
tratándose de una población ingresada, que en su gran
mayorı́a, está por encima de la sexta década y que además,
asocia gran comorbilidad. En el trabajo de Pino V. et al en el
que se evaluaba la etiopatogenia y el tratamiento de las
epistaxis que ingresaron entre los años 1990 y el 2000, el
porcentaje de epistaxis posteriores superaba discretamente
el 70% del total22.
En nuestra casuı́stica, hasta en un 21% de los ingresos no
se pudo asociar ningún factor favorecedor del sangrado. Se
trata de un porcentaje mayor a lo documentado en la
literatura5 que podrı́a justificarse por las posibles pérdidas
de información en la recogida retrospectiva de los datos. Los
factores locales asociados estuvieron presentes en el 11% de
los casos, predominando los traumatismos, seguidos de las
infecciones de la vı́a aérea superior y las causas tumorales.
En la tabla 3 se detallan especı́ficamente estos datos. La
gran mayorı́a de los pacientes asoció patologı́a sistémica,
fundamentalmente en forma de hipertensión, antiagregación y anticoagulación. Aún ası́, el diseño descriptivo del
estudio nos impide poder afirmar que estas fueran las causas
directas del sangrado.
Los datos ofrecidos por la )Guı́a española de hipertensión
arterial 2005*23 informan de una prevalencia de HTA del 68%
en la población española por encima de los 60 años. Nosotros
documentamos una prevalencia menor que, lejos de poder
asociarse como una causa directa del sangrado, podrı́a
considerarse un simple reflejo de lo que ocurre en la
población general.
Existen multitud de publicaciones que han intentado
explicar el valor de la HTA en la epistaxis. Contrariamente a
lo considerado de forma clásica, no existe, a dı́a de hoy,
evidencia suficiente para afirmar que la HTA se comporte
como un factor de riesgo. La mayorı́a de los estudios no
permiten evaluar esta asociación por tratarse de series de
casos sin grupo control4. Por otro lado, la imposibilidad de
conocer las cifras tensionales previas al sangrado y la
incapacidad de saber si estas son causa o consecuencia en un
paciente con una hemorragia nasal, dificulta en gran medida
su estudio. Knopfholz et al24 analizaron una serie de 121
pacientes con epistaxis e historia previa de HTA. Investigaron el valor de las cifras tensionales durante los episodios de
sangrado y la incidencia de la epistaxis según la severidad de
la HTA, clasificando su muestra en 3 grupos. No encontraron
diferencias entre las cifras tensionales basales medidas en
los controles rutinarios y las cifras registradas durante el
sangrado activo. Las epistaxis tampoco fueron más frecuentes en los pacientes con grados más avanzados de HTA. Neto
et al25 no consiguieron confirmar una asociación definitiva
entre estos 2 parámetros. Afirman que el auténtico factor
favorecedor del sangrado es la HTA mantenida más allá de 5
años, ya que produce una serie de cambios degenerativos
arterioscleróticos sobre la pared de los vasos debilitándolos
y favoreciendo ası́ su rotura. Son escasas las publicaciones
que han continuado esta corriente de investigación.
Una elevada proporción de nuestros pacientes presentó
alteraciones de la hemostasia por antiagregación o anticoagulación farmacológicas, lo que podrı́a indicar que los
medicamentos que alteran la hemostasia influyeron en
los pacientes hospitalizados por epistaxis. En términos
generales, en España, se estima que hasta el 1% de la
población general está anticoagulado26,27. El porcentaje es
mucho mayor para pacientes antiagregados. En concreto,
entre los años 2000 y 2005 se estimó un porcentaje del
24% para pacientes antiagregados AAS en la Comunidad
Valenciana28.
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La relación entre la anticoagulación farmacológica y la
epistaxis ha sido escasamente documentada en la literatura.
En el ámbito nacional, la anticoagulación oral se realiza
mediante el acenocumarol, antagonista de la vitamina K. Su
rango de hipocoagulabilidad terapéutica se mide mediante
el INR y su ı́ndice de normalidad oscila entre los valores 2,5 y
3,5 según la patologı́a que se esté tratando. La creencia
clásica por la que se considera que un mal control de la
anticoagulación conlleva un mayor riesgo de epistaxis fue
rebatida por Garcı́a Callejo et al29 en un estudio desarrollado entre los años 1990 y 1995. En su amplia serie de 1.410
pacientes anticoagulados, las hemorragias nasales fueron
más prevalentes en los pacientes con buenos controles de la
anticoagulación y solo el 20% de los pacientes con sangrado
nasal presentó valores alterados del INR. La mayorı́a de los
autores coinciden en afirmar que en estos pacientes la
estancia media hospitalaria es superior a la de los pacientes
que no requieren anticoagulación, dato que, sin embargo,
nosotros no hemos podido confirmar30.
Mejor documentada está la asociación entre el consumo
de antiinflamatorios no esteriodeos (AINeS) y la epistaxis. Se
presume que juegan un papel favorecedor del sangrado
nasal, hecho que podrı́a haber influido en el 23% de los casos
de nuestra serie. Ya en el año 1990, Watson et al31 pudieron
confirmar esta asociación evidenciando que el 32% de los
pacientes que ingresó por epistaxis en su estudio estaba
antiagregado frente al 6% que precisó hospitalización por
otras causas. Dentro del amplio grupo de los AINeS, la
aspirina representa uno de los más potentes antiagregantes
plaquetarios. Interfiere en el metabolismo del ácido
araquidónico produciendo una inhibición irreversible de la
sı́ntesis de la ciclooxigenasa. Promueve ası́ una disfunción
plaquetaria permanente durante 5–7 dı́as, que es la vida
media de la plaqueta. Este es uno de los principales aspectos
que la diferencian del resto de los AINeS, ya que estos
últimos tienen un efecto de menor duración y potencia
puesto que la inhibición que generan de la ciclooxigenasa es
de grado variable y reversible. Tay et al32 en su trabajo de
casos y controles confirmaron una asociación significativa
entre el tratamiento con aspirina y la epistaxis en una
población ingresada. Los pacientes a los que se les habı́a
prescrito este fármaco tuvieron un riesgo relativo de ingreso
hospitalario de 2,17, IC del 95% (1,35–3,47) respecto al
grupo control. No observaron ninguna asociación entre los
AINeS distintos a la aspirina y la epistaxis.
Son varios los factores que pueden contribuir al fracaso
del taponamiento. Otras publicaciones han revelado la
relación del resangrado con la edad y la localización de la
epistaxis14. En nuestro estudio la única variable que se
comportó como factor de riesgo fue la localización con un
riesgo relativo algo mayor de 4. El amplio IC obtenido para
esta variable (1,76–11,75) podrı́a justificarse por el limitado
tamaño muestral de nuestro estudio. Este factor también
podrı́a haber contribuido en el hecho de no haber
encontrado asociación con otras variables.
El presente trabajo posee una serie de limitaciones,
fundamentalmente por el diseño retrospectivo y descriptivo
del estudio. A pesar de este factor y pese a que nuestros
resultados no son representativos de la población general,
estimamos que suponen una aportación importante al
conocimiento de la epidemiologı́a de la epistaxis desde la
perspectiva de los pacientes ingresados.
I. Monjas-Cánovas et al
Las futuras lı́neas de investigación se basan en llevar a
cabo un estudio de cohortes prospectivo, de fuente de datos
primaria que nos permita evaluar los factores de riesgo de la
totalidad de las epistaxis atendidas en urgencias, pudiendo
analizar las posibles diferencias epidemiológicas entre los
pacientes que requieren ingreso y los que precisan únicamente atención ambulatoria.
Conclusiones
El patrón tı́pico del paciente que ingresa por epistaxis, es un
paciente preferiblemente varón, de edad media o avanzada
con una epistaxis de localización posterior y que presenta
alguna comorbilidad o tratamiento asociados. En nuestro
trabajo, la única variable que se comportó como un factor
de riesgo para el resangrado fue la localización posterior de
la epistaxis. No pudimos asociar el resangrado con la HTA, la
edad, el sexo o el consumo de antiagregantes o anticoagulantes.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
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