info document - Comisión Intereclesial de Justicia y Paz

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SUSTENTACIÓN,
DERECHO A LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LOS DIÁLOGOS CON LAS FARC
La participación de la ciudadanía en el actual proceso de conversaciones de paz de
La Habana, conforme al Derecho Internacional y al derecho interno colombiano:
Obligación legal del Gobierno nacional de promover y facilitar dicha participación en
el proceso de Paz.
El Derecho a la Paz en el Derecho Internacional:
Si bien hoy día el Derecho Humano a la Paz no se encuentra codificado
mediante un Tratado internacional especifico, desde la organización de las
Naciones Unidas y en especial desde su Consejo de Derechos Humanos, se
trabaja para alcanzar una codificación de este derecho a la mayor brevedad.
Ello no significa que no exista una obligación en el derecho internacional de
respetar y construir la Paz. Son muchas las menciones al derecho humano a
la Paz que existen en distintos Tratados y Declaraciones de la Comunidad
Internacional, menciones que obligan a respetar este Derecho, a poner
desde los poderes públicos los medios eficaces para alcanzarlo, así como a
avanzar en la codificación especifica del mismo.
Los contenidos del Derecho Internacional a la Paz se encuentran
identificados en al actualidad en la Carta de las Naciones Unidas (1946), en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en los dos
Pactos Internacionales de Derechos Humanos de 1966 (Civiles y Políticos;
Económicos, Sociales y Culturales), en la Declaración de NNUU del Mileno
de 2000, en el Documento Final de la Cumbre Mundial sobre la Paz de
2005, en la Declaración sobre la Preparación de las sociedades para vivir en
Paz, en la Declaración sobre el derecho de los Pueblos a la Paz, en la Carta
de la Organización de Estados Americanos, en el Convenio Europeo para la
protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de
1959, en la Carta Asiática de Derechos Humanos, en la Carta Africana de
Derechos del Hombre y de los Pueblos, en la Carta Árabe de Derechos
Humanos y en la Carta de la Organización de la Conferencia Islámica, entre
otros textos y tratados internacionales.
La Carta de las Naciones Unidas reconoce en su Preámbulo que para
“preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos
veces durante nuestra vida han inflingido a la humanidad sufrimientos
indecibles”, es necesario “practicar la tolerancia (…) y unir nuestras fuerzas
para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”. Además, el
Art 55 c) de la Carta de las NNUU destacó que para lograr la estabilidad y
bienestar necesarios para las relaciones pacificas, la Organización
promoverá, inter alia, “el respeto universal a los derechos humanos y a las
libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza,
sexo, idioma, o religión y la efectividad de tales derechos y libertades “
(codificación del Derecho Humano a la Paz -Consejo de Derechos Humanos
de NNUU, 15 febrero de 2010- Doc. A/HRC/13/NGO/89, de 25 de Febrero
de 2010.)
La Declaración Universal de los Derechos Humanos también reconoció en su
Preámbulo que “la libertad, la justicia, y la paz en el mundo tienen por base
el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e
inalienable de todos los miembros de la familia humana”
El Documento Final de la Cumbre Mundial de 2005 sobre la Paz (parágrafos
157-160 del documento A/RES/60/1, aprobada en las Naciones Unidas el 15
de septiembre de 2005) decidió que el Consejo de Derechos Humanos de
NNUU se encargara de promover el respeto universal y protección de todos
los derechos humanos y de las libertades fundamentales de todas las
personas, y destaco su compromiso en “trabajar hacia un consenso de
seguridad basado en el reconocimiento de que muchas de las amenazas
están interrelacionadas y que el desarrollo, la paz, la seguridad y los
derechos humanos se refuerzan mutuamente”
Además, la Resolución 60/163 de la Asamblea General de Naciones Unidas
titulada “La Promoción de la paz como requisito fundamental para el pleno
disfrute de todos los derechos humanos por todas las personas”
(A/RES/60/163, aprobada el 16 diciembre 2005), subrayó que la
consecución de la paz es un requisito esencial para la promoción y
protección de los derechos humanos.
La Asamblea General de NNUU, al establecer el Consejo de Derechos
Humanos, reconoció que la paz, el desarrollo y los derechos humanos son
tres pilares básicos del sistema de las Naciones Unidas y los cimientos de la
seguridad colectiva y bienestar mundial (A/RES/60/251)
En 2008 y 2009 el Consejo de Derechos Humanos de NNUU aprobó sendas
resoluciones sobre la promoción del derecho de los pueblos a la paz,
inspirándose en anteriores resoluciones de Naciones Unidas y en especial en
la de la Asamblea General 39/11 de 1984 titulada “Declaración sobre el
Derecho de los Pueblos a la Paz”, así como la Declaración del Milenio
(2000). Ambas resoluciones reiteran la posición clásica de Naciones Unidas
según la cual todos los pueblos del planeta tienen el sagrado derecho a la
Paz, cuya promoción y protección es una obligación fundamental de
cada Estado.
Es decir, en el derecho Internacional no solo no puede ser
criminalizada la búsqueda de la paz o la intervención de las
personas -individuales o personas jurídicas- en los procesos que
busquen alcanzar la paz o la solución de conflictos, sino que incluso
distintos expertos internacionales señalan que el derecho a la paz
es “justiciable”, exigible ante los tribunales, como ha manifestado el
brasileño
Juez
Cançado
Trindade
(Documento
Naciones
Unidas
A/HRC/14/438, 19-20). Según el juez Trindade la jurisprudencia
desarrollada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y por la
Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidas en numerosas
ocasiones ha reconocido este derecho activo de los pueblos a la paz. De
hecho el articulo 38.1.c) del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia
(tribunal internacional de las Naciones Unidas) reconoce que el
compromiso individual y colectivo a favor de la paz es un Principio
General del derecho Internacional.
Configuración legal y características del derecho a la paz conforme
al derecho interno colombiano:
El artículo 22 de la Constitución Política de Colombia establece que la paz es
un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento.
I.- La Corte Constitucional de Colombia ha analizado el contenido del
derecho a la paz en relación al Derecho Internacional y a la propia
Constitución Colombiana, y ha llegado a las siguientes conclusiones:
“En conclusión de todo lo anterior, cabe afirmar que la Paz constituye (i)
uno de los propósitos fundamentales del Derecho Internacional; (ii) un fin
fundamental de Estado colombiano; (iii) un derecho colectivo en cabeza de
la Humanidad, dentro de la tercera generación de derechos; (iv) un derecho
subjetivo de cada uno de los seres humanos individualmente considerados;
y (v), un deber jurídico de cada uno[1] de los ciudadanos
colombianos, a quienes les corresponde propender a su logro y
mantenimiento”[2].
En cuanto al concepto de paz del que parte la Corte Constitucional, este
parece ser muy incluyente, pues se manifiesta en la sentencia como la paz
puede considerarse como ausencia de conflictos o enfrentamientos violentos
(núcleo mínimo), como efectiva armonía social proveniente del pleno
cumplimiento de los mandatos de optimización contenidos en las normas de
derechos humanos (desarrollo máximo) o como la atenuación de los rigores
de la guerra y la “humanización” de las situaciones de conflicto (Derecho
internacional humanitario como manifestación del derecho a la Paz en
tiempos de guerra).
Según la Corte Constitucional, entender la paz como ausencia de conflictos,
implica, en relación al Derecho Internacional, entenderla como un derecho
colectivo esencial de la humanidad y que hace parte de la tercera
generación de derechos humanos fundamentales. La Corte manifiesta así
mismo que en los artículos 22[3] y 88[4] de la Constitución Colombiana se
confirma la naturaleza de derecho colectivo de la Paz como concepto y
derecho constitucional.
Así, la paz como armonía social se correspondería con el carácter del
derecho a la paz como derecho subjetivo. Recordemos como la Corte
Constitucional se ha referido a este aspecto subjetivo de la paz, señalando
que “(e)l mínimo a la paz constituye así un derecho fundamental ya
que de su garantía depende la efectividad de los demás derechos civiles y
políticos de la persona[5].
De esta forma, la paz como herramienta de atenuación de los rigores de la
guerra se correspondería con el mandato contenido en el Derecho
Internacional Humanitario, cuyas normas esenciales, las recogidas en las
Cuatro (IV) Convenciones de Ginebra de 1949 y en los dos (II) Protocolos
Adicionales, forman parte del derecho interno colombiano. (El Protocolo II,
sobre protección a las victimas en conflictos armados no internacionales, es
parte del derecho interno colombiano al menos desde 1994, fecha en la que
fue ratificado por el legislativo de Colombia)
En la misma sentencia la Corte Constitucional argumenta:
“4.1.5. La Paz también se perfila cada vez más, tanto en el Derecho
Internacional como en la jurisprudencia constitucional, como un derecho
subjetivo fundamental de cada uno de los seres humanos individualmente
considerados, a los cuales a su vez les corresponde el correlativo
deber jurídico de buscar la paz social. En efecto, en lo que tiene que ver
con el Derecho Internacional, aunque en la Carta de las Naciones Unidas la
paz todavía no está consagrada explícitamente como derecho o deber
subjetivo, la UNESCO en noviembre de 1997 (Declaración de Oslo sobre el
Derecho Humano a la Paz, aprobada por la Conferencia General de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la
Cultura, en 29ª Celebrada en París del 21 de octubre al 12 de noviembre de
1997) aprobó el siguiente articulado:
“Artículo 1: La Paz como derecho humano.
“Todo ser humano tiene derecho a la paz que es inherente a su dignidad
como persona humana.
“La guerra y todo conflicto armado, la violencia en todas sus formas, sea
cual sea su origen, así como la inseguridad de las personas, son
intrínsicamente incompatibles con el derecho humano a la paz
“El derecho humano a la paz debe ser garantizado, respetado y puesto en
práctica sin ninguna discriminación, tanto en el ámbito interno como
internacional por todos los estados y todos los miembros de la comunidad
internacional.
“Artículo 2: La Paz como un deber
“Todos los seres humanos, todos los estados y los otros miembros de la
comunidad internacional y todos los pueblos, tienen el deber de
contribuir al mantenimiento y a la construcción de la paz, así como a
la prevención de los conflictos armados y de violencia bajo todas sus
formas. Es de su incumbencia favorecer el desarme y oponerse por todos
los medios legítimos a los actos de agresión y a las violaciones sistemáticas,
masivas y flagrantes de los derechos humanos que constituyen una
amenaza para la paz. Las desigualdades, la exclusión y la pobreza son
susceptibles de comportar la violación de la paz internacional y de la paz
interna, y es deber de los estados promover y estimular la justicia social,
tanto en su territorio como en el ámbito internacional, particularmente por
una política adecuada al desarrollo humano sostenible.”
“Una característica peculiar del derecho a la paz es el de la
multiplicidad que asume su forma de ejercicio. Es un derecho de
autonomía en cuanto está vedado a la injerencia del poder público y de los
particulares, que reclama a su vez un deber jurídico correlativo de
abstención; un derecho de participación, en el sentido de que está
facultado su titular para intervenir en los asuntos públicos como miembro
activo de la comunidad política; un poder de exigencia frente al Estado y los
particulares para reclamar el cumplimiento de obligaciones de hacer. Como
derecho que pertenece a toda persona, implica para cada miembro
de la comunidad, entre otros derechos, el de vivir en una sociedad que
excluya la violencia como medio de solución de conflictos, el de impedir o
denunciar la ejecución de hechos violatorios de los derechos humanos y el
de estar protegido contra todo acto de arbitrariedad, violencia o terrorismo.
La convivencia pacífica es un fin básico del Estado y ha de ser el móvil
último de las fuerzas del orden constitucional. La paz es, además,
presupuesto del proceso democrático, libre y abierto, y condición
necesaria para el goce efectivo de los derechos fundamentales.”
En la sentencia de la Corte Constitucional T-102 de 1993[6] se habla de la
multiplicidad que asume el ejercicio del derecho a la paz:
“Una característica peculiar del derecho a la paz es el de la multiplicidad que
asume su forma de ejercicio. Es un derecho de autonomía en cuanto está
vedado a la injerencia del poder público y de los particulares, que reclama a
su vez un deber jurídico correlativo de abstención; un derecho de
participación, en el sentido de que está facultado su titular para
intervenir en los asuntos públicos como miembro activo de la
comunidad política; un poder de exigencia frente al Estado y los
particulares para reclamar el cumplimiento de obligaciones de hacer. Como
derecho que pertenece a toda persona, implica para cada miembro de la
comunidad, entre otros derechos, el de vivir en una sociedad que excluya la
violencia como medio de solución de conflictos, el de impedir o denunciar la
ejecución de hechos violatorios de los derechos humanos y el de estar
protegido contra todo acto de arbitrariedad, violencia o terrorismo. La
convivencia pacífica es un fin básico del Estado y ha de ser el móvil último
de las fuerzas del orden constitucional. La paz es, además, presupuesto del
proceso democrático, libre y abierto, y condición necesaria para el goce
efectivo de los derechos fundamentales.”
II.- La anterior doctrina jurisprudencial constitucional no es una excepción
o rara avis desarrollada al margen del derecho interno positivo –codificadocolombiano. Son numerosas las leyes en vigor en Colombia que reconocen
el Derecho a la paz y obligan a los poderes públicos colombianos y a las
personas físicas individuales, así como a los distintos colectivos o personas
jurídicas, a tener una actitud activa de búsqueda y construcción de la
paz, por lo que lejos de criminalizar cualquier participación directa o
indirecta en procesos de paz, la ley colombiana contempla y
estimula desde larga data esta actitud de participación de la
ciudadanía en cualquier proceso de construcción de paz. Los
antecedentes legislativos más claros del derecho de la ciudadanía a
participar en los procesos de paz se encuentran en la ley 418 de 1997 y las
leyes posteriores que la modifican.
Destacan en el anterior sentido las siguientes leyes y normas colombianas:
1º.- Decreto nº 2107, por el cual se asignan unas funciones al Alto
Comisionado para la Paz y se crea la Comisión de Acción para la Paz
(Septiembre, 6 de 1994)
“Artículo 1º: El Alto Comisionado para la Paz de la Presidencia de la
Republica, cumplirá con las siguientes funciones: 8…) d) Facilitar la
participación de representantes de diversos sectores de la ciudadanía en las
gestiones que a su juicio puedan contribuir al desarrollo y a la consolidación
de los procesos de paz, de acuerdo con las instrucciones del Presidente de
la Republica”, norma que establece claramente una obligación de actividad
por parte del Alto Comisionado a fin de facilitar la participación de la
ciudadanía en los procesos de Paz
Esta obligación de actividad por parte de los poderes públicos para
estimular y facilitar la participación de la ciudadanía en los procesos de paz,
se refuerza a la vista del contenido del artículo 4 del mismo Decreto:
“Articulo 4º. A la Comisión de Acción para la Paz corresponde desarrollar las
siguientes funciones:
1. Promover la participación ciudadana en la identificación, análisis y
determinación de alternativas para la eliminación de factores de violencia “
2º.- Ley 241, por la cual se prorroga la vigencia, se modifica y adiciona la
ley 104 de 1993. Diciembre 26 de 1995.
Artículo 4º.- El artículo 14 de la ley 104 de 1993, quedará así:
Los representantes autorizados expresamente por el Gobierno Nacional, con
el fin de promover la reconciliación entre los colombianos, la convivencia
pacifica
y
lograr
la
paz,
podrán:
(…)
c) Adelantar diálogos y firmar acuerdos con los voceros o miembrosrepresentantes de los grupos guerrilleros, con el fin de promover la
humanización del conflicto interno, el respeto de los derechos humanos o la
disminución de la intensidad de las hostilidades
(…)
Parágrafo 1º: Con el fin de facilitar su desplazamiento por el territorio
nacional, el Gobierno nacional podrá suspender la ejecución de las ordenes
de captura que se hayan dictado o se dicten contra los miembrosrepresentantes de los grupos guerrilleros que adelanten conversaciones de
paz con el Gobierno nacional, por el tiempo que este determine”
Parágrafo 2º: Para todos los efectos, se entiende por vocero, la persona
de la ciudadanía que sin pertenecer al grupo guerrillero, participa a
nombre de este en las conversaciones y diálogos de que trata este
capitulo. No será admitida como Vocero la persona contra quien obre
orden de captura vigente.”
Atendiendo a la anterior norma, podemos concluir que no solamente la ley
colombiana permite la participación de la ciudadanía, sus miembros y
representantes en las conversaciones y negociaciones de paz que se
adelanten para poner fin al conflicto armado interno, sino que incluso se
contempla en la ley un estatus jurídico de “vocero” -participante o incluso
portavoz de las conversaciones- para terceras personas no vinculadas a las
organizaciones alzadas en armas, a las que se otorga un estatuto jurídico
de protección, por lo que nunca podrían ser criminalizadas por interlocutor
con los representantes de las organizaciones guerrilleras inmersas en
conversaciones de paz.
Articulo 6º: El articulo 16 de la Ley 104 de 1993, quedara así:
(…)
“El Presidente de la Republica podrá autorizar la participación de
representantes de diversos sectores de la ciudadanía en las conversaciones
y diálogos a que hace referencia este Capitulo, cuando a su juicio puedan
colaborar en el desarrollo del proceso de paz”
3º.- Decreto nº 0104 de 1996, por el cual se suspende la ejecución de
órdenes de captura (Enero de 1996):
Mediante este Decreto y Conforme a lo establecido en el Parágrafo 1º del
articulo 14 de la ley 104 de 1993, modificado por el articulo 4º de la ley 241
de 1995, se suspendieron en todo el territorio nacional las ordenes de
captura dictadas contra Jesús Oswaldo Julcue Ángel, miembrorepresentante del grupo Jaime Bateman Cayon.
4º.- Decreto nº 1247 de 1997, por el cual se crea una comisión
gubernamental (Mayo 9 de 1997): Con fundamento nuevamente en la Ley
241, por la cual se prorroga la vigencia, se modifica y adiciona la ley 104 de
1993., se establece:
“Considerando que la Paz es un deber y un derecho de obligado
cumplimiento, de acuerdo con lo previsto en el articulo 22 de la Constitución
Nacional. (…)
Artículo 5º: Suspensión. Suspéndase la ejecución de las ordenes de captura
que puedan tener o recaer en contra de las siguientes personas reconocidas
como miembros representantes del grupo Movimiento Independiente
revolucionario, Comandos Armados Revolucionarios MIR-COAR: Luis
Fernando Quijano Moreno, Álvaro de Jesús Ramírez Rivera, Santiago
Quijano Moreno y Carlos María Arenas López
5º.- Ley 418 de 1997, para la búsqueda de la Convivencia y la eficacia de la
justicia (Diciembre 26 de 1997)
“TÍTULO I.
INSTRUMENTOS PARA LA BÚSQUEDA DE LA CONVIVENCIA
CAPÍTULO I.
DISPOSICIONES PARA FACILITAR EL DIÁLOGO Y LA SUSCRIPCIÓN DE
ACUERDOS CON GRUPOS ARMADOS ORGANIZADOS AL MÁRGEN DE LA LEY
PARA SU DESMOVILIZACIÓN, RECONCILIACIÓN ENTRE LOS COLOMBIANOS
Y LA CONVIVENCIA PACÍFICA.
Artículo 8. (Prorrogado en su vigencia por el artículo 3 de la ley 1421 de
2010[7])
PARÁGRAFO 1º. Una vez iniciado un proceso de diálogo, negociación o firma
de acuerdos, y con el fin de facilitar el desarrollo de los mismos, las
autoridades judiciales correspondientes suspenderán las órdenes de captura
que se hayan dictado o se dicten en contra de los miembros representantes
de las organizaciones armadas al margen de la ley a las cuales el Gobierno
Nacional les reconozca carácter político, (…)
Para tal efecto, el Gobierno Nacional notificará a las autoridades señaladas
el inicio, terminación o suspensión de diálogos, negociaciones o firma de
acuerdos y certificará la participación de las personas que actúan como
voceros o miembros representantes de dichas organizaciones armadas
Las partes acordarán mecanismos de verificación conjunto de los acuerdos,
diálogos o acercamientos, y de considerarlo conveniente podrán acudir
a instituciones o personas de la vida nacional o internacional para
llevar a cabo dicha verificación.
Igualmente, se suspenderán las órdenes de captura que se dicten en contra
de los voceros con posterioridad al inicio de los diálogos, negociaciones o
suscripción de acuerdos, por el término que duren estos.
(…)
Se debe garantizar la seguridad y la integridad de todos los que
participen en los procesos de paz, diálogos, negociaciones y acuerdos
de que trata esta ley.
PARÁGRAFO 2º. Se entiende por miembro-representante, la persona que el
grupo armado organizado al margen de la ley designe como representante
suyo para participar en los diálogos, negociación o suscripción de acuerdos
con el Gobierno Nacional o sus delegados.
Se entiende por vocero la persona de la ciudadanía que sin pertenecer
al grupo armado organizado al margen de la ley, pero con el
consentimiento expreso de este (de la organización armada insurgente),
participa en su nombre en los procesos de paz, diálogos, negociaciones y
acuerdos. No será admitida como vocero, la persona contra quien obre,
previo al inicio de estos, resolución de acusación.
6º.-Ley 434 por la cual se crea el Consejo Nacional de paz, se otorgan
funciones y se dictan otras disposiciones: Febrero 3 de 1998
Articulo 1º: De la política de Paz. La política de paz es una política de
Estado, permanente y participativa. En su estructuración deben colaborar
de forma coordinada y armónica todos los órganos del Estado y las formas
de organización, acción y expresión de la ciudadanía, de tal manera
que trascienda los periodos gubernamentales y que exprese la complejidad
nacional
(…)
Artículo 2º. De los principios rectores. La política de paz del Estado (…) se
orientara por los siguientes principios rectores:
(…)
d) Participación: Alcanzar y mantener la paz exige la participación
democrática de los ciudadanos, el compromiso solidario de la sociedad y
la concertación de las políticas y estrategias para su consecución.
e) Negociación. La consecución de la paz implica la utilización prioritaria del
recurso del dialogo y la negociación como procedimientos expeditos para la
desmilitarización de los conflictos sociales y políticos, nacionales y
territoriales.
f) Gradualidad. Una paz sólida solo se construye en un proceso continuo y
gradual de soluciones integrales, solidarias, responsables, participativas y
negociadas
Artículo 6º. Funciones. El Consejo Nacional de Paz tendrá las siguientes
funciones:
1. f) Motivar a la ciudadanía para presentar iniciativas en materia de paz,
transmitir al Gobierno nacional las propuesta de paz formuladas por
la ciudadanía (…)
7º.- Ley 782 de 2002, Por medio de la cual se prorroga la vigencia de la Ley
418 de 1997, prorrogada y modificada por la Ley 548 de 1999 y se
modifican algunas de sus disposiciones.
ARTÍCULO 5º. El artículo 12 de la Ley 418 de 1997, prorrogado por la Ley
548 de 1999, quedará así:
Artículo 12. Las personas que participen en los acercamientos, diálogos o
negociaciones, así como en la celebración de los acuerdos a que se refiere
el presente capítulo con autorización del Gobierno Nacional (Nota:
autorización del Gobierno nacional sobre la “celebración de acuerdos”, no
sobre que personas participan en los diálogos) no incurrirán en
responsabilidad penal por razón de su intervención en los mismos.
Este artículo fue prorrogado en su vigencia hasta el año 2014 por la ley
1421 de 2010 en su artículo 1.[8]
El gobierno nacional mediante el decreto 1980 de 2012[9] reafirma la
posibilidad de suspender órdenes de captura en virtud de los acercamientos
de paz y reitera en su parte considerativa que se garantizará la seguridad e
integridad de todas la personas que participen en los procesos de paz. En
consecuencia el Fiscal general de la Nación el día 23 de octubre de 2012 [10]
suspende cerca de 190 órdenes de captura que pesaban en contra de
miembros de grupos guerrilleros
ARTÍCULO 5º. El artículo 12 de la Ley 418 de 1997, prorrogado por la Ley
548 de 1999, quedará así:
Artículo 12. Las personas que participen en los acercamientos,
diálogos o negociaciones, así como en la celebración de los
acuerdos a que se refiere el presente capítulo con autorización del
Gobierno Nacional, no incurrirán en responsabilidad penal por razón
de su intervención en los mismos.”
CONCLUSIONES:
1. En concordancia con el presidente Santos, en recientes declaraciones
públicas el ministro de justicia, Fernando Carrillo, señaló que "la
Constituyente no será herramienta del proceso de paz… Para eso
hubo en 1991 una que diseñó la Constitución mas progresista de
América Latina".
2. Si una nueva Constituyente “no será herramienta del proceso de paz”
¿es posible esperar que la actual Constitución sí lo sea, al menos
parcialmente? ¿Qué brinde al menos los mecanismos de participación
social plena para la construcción de la paz?
3. Formalmente es así, partiendo de que es un derecho imperativo, de
rango superior, tal y como el artículo 22 de esa Constitución lo
estipula: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio
cumplimiento”.
4. Sin embargo, aún con esa consagración normativa, aparte de la
rancia política seguida por sucesivos gobiernos, desde hace años la
propia Corte Constitucional de Colombia limitó ese derecho por ella
misma reconocido, indicando que “no es, en sentido estricto, un
derecho fundamental” (Sentencia No. C-055/95). Por ello ha
descartado que proceda la Acción de Tutela ante su violación
(Sentencia No. T-08/92, entre otras), pero ello no anula o impide el
reconocimiento de la paz como un derecho de todos los colombianos
y colombianas, que nunca por tanto podrán ser criminalizados por
contribuir a ella.
5. ¿Debe entonces concluirse que ese derecho tiene definitivas
cortapisas y está sometido al control arbitrario del gobierno de turno?
No. Aunque la Corte Constitucional, como parte de una juridicidad y
de instituciones en el marco de un Estado solo “formalmente”
democrático, como es el Estado colombiano, haya afirmado ese
carácter restringido, existen elementos suficientes de orden jurídico
interno -ya explicitados en éste dictamen-, aparte del mandato
establecido en la ley internacional, que anteponen, promueven,
promocionan y defienden la perspectiva del derecho humano a la paz,
que toma la forma de necesidad social en su construcción por parte
de colectivos sociales y políticos, sin que quepa deducir ilegalidad
alguna de ese propósito altruista al asumir una responsabilidad
colectiva.
6. Quizá fue esa la pretensión, pues sería imposible hallar otra, de que
se dedicara un artículo en la Constitución, como es el 95, a esa
7.
8.
9.
10.
fundamental tarea ciudadana: “La calidad de colombiano enaltece a
todos los miembros de la comunidad nacional. Todos están en el
deber de engrandecerla y dignificarla. El ejercicio de los derechos y
libertades
reconocidos
en
esta
Constitución
implica
responsabilidades… Son deberes de la persona y del ciudadano:… 2.
Obrar conforme al principio de solidaridad social, respondiendo con
acciones humanitarias antes situaciones que pongan en peligro la
vida o la salud de las personas… 4. Defender y difundir los derechos
humanos como fundamento de la convivencia pacífica. 5. Participar
en la vida política, cívica y comunitaria del país. 6. Propender al logro
y mantenimiento de la paz…”.
Sería una terrible paradoja que las organizaciones rebeldes, que por
principio y definición ética, política e histórica, no acatan la juridicidad
del régimen colombiano, caracterizado por ser excluyente y represor,
terminaran recordando al Estado, al gobierno y en general al orden
que combaten por injusto, cuáles son los mandatos constitucionales a
los que se deben las autoridades que dicen procurar el fundamental
objetivo de la paz.
Si bien es cierto de manera constante pero contradictoria, el Estado
colombiano ha buscado penalizar el contacto así sea esporádico que
partes de la población o personas individualmente consideradas
tengan con la insurgencia, además de múltiples experiencias y
hechos consumados que desbordaron y superaron ese exabrupto,
existen diferentes y precisos fundamentos de derecho que no sólo
permiten o facultan hacia esa legítima, razonable y coherente
posibilidad de mantener esa relación de diálogo, sino que al tenor de
ser la paz un derecho de obligatorio cumplimiento, cuando éste es
negado por una política absurda que fomenta la guerra y la discordia,
se abre paso necesariamente la búsqueda de condiciones para el
entendimiento, no existiendo más peso en la inadmisible prohibición
de lo que está tutelado como deber y obligación, prohibición falsa que
además
el
propio
Estado
ha
quebrantado
al
entablar
subrepticiamente o abiertamente contactos con la insurgencia a
múltiples efectos, humanitarios y políticos.
De ahí que el Estado colombiano no podía penalizar -como lo intenta
y lo hizo con anterioridad y perniciosamente- castigando a las
personas por mantener diálogos con la insurgencia, cuando en el
orden del derecho del propio Estado están incorporados cánones
internacionales o universales, como el de la normativa humanitaria y
el propio derecho a la paz en plena armonía con los derechos
humanos y de los pueblos, entre otros dispositivos o conjuntos
preceptivos, que hacen parte de ese bloque de constitucionalidad de
jerarquía superior. Por ello, no puede penalizarse ahora el diálogo, en
un proceso en el que deben abrirse las puertas a la participación
íntegra de los sectores sociales más diversos.
Si esto no se permite, si se persigue no la paz sino a quienes la
buscan construir, queda en evidencia que no sólo la ley sino la propia
Constitución actual fallan, como creemos se evidencia, para el noble
y sagrado objetivo de alcanzar la paz, al ser entonces convertidas esa
Constitución y esa ley en férulas de represión de la aspiración hoy día
no sólo más crucial sino básica. Sería una confesión de parte de la
incapacidad del orden jurídico que sustenta el y al Estado
colombiano. Es decir, un reconocimiento de que debe abrirse paso un
proceso constituyente que cimiente y asegure la paz para el futuro de
Colombia.
Febrero 2013
___________________________
[1] Corte Constitucional Colombiana. Sentencia C- 370 del 18 de mayo de 2006,
párrafo 4.1.3, pág., 220. Ver en:
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2006/C-370-06.htm
[2] Ibid, párrafo 4.1.8. pág., 219.
[3] Constitución Política de Colombia, artículo 22: “La paz es un derecho y un
deber de obligatorio cumplimiento”.
[4] Regula las acciones populares para proteger los derechos e intereses
colectivos, a su vez el decreto 2591 de 1991 señalo la improcedencia de la acción
de tutela para la protección de derechos colectivos como la paz y los demás
contemplados en el artículo 88 de la constitución política.
[5] Op. cit. Párrafo 4.1.6, pág., 222.
[6] Sentencia T-102 de 1993. Pag 13, ver en:
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1993/T-102-93.htm
[7]
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley/2010/ley_1421_2010.ht
ml
[8] Ley 1421 de 2010 artículo 1: “prorróguese por el término de cuatro (4) años, la
vigencia de los artículos: 1°, 2°, 3°, 4°, 5°, 6°, 13, 20, 22, 23, 24, 25, 26, 27,
28,30,31,34,35,37,42,43,44,45,47,49,54,55,58,59, 61,62, 63, 64, 66,68,69,
72,74,75, 76, 77, 78, 79,80,83,91, 92, 93, 94, 95, 98, 102, 103, 106, 107, 108,
109, 110,112,113,114,115,117,118,121, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 129 Y 130
de la Ley 418 del 26 de diciembre de 1997, y modificada por las Leyes 548 de 1999
y 782 de 2002. prorróguese de igual forma, los artículos: 2°, 3°, 4°, 5°, 6°, 7°, 9°,
10, 11,12,15,16,17,26,27,28,29,30,31,33,34,35,36,39, 40, 41, 42, 43 y 46 de la
Ley 782 de 2002 y los artículos 2°, 3°, 4°, 5° Y6° de la Ley 1106 de 2006”.Ver en:
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley/2010/ley_1421_2010.ht
ml
[9] Ver en:http://www.imprenta.gov.co/diariop/diario2.nivel_3, pág. 52.
[10] Ver en: http://www.fiscalia.gov.co/colombia/noticias/suspendidas-ordenesde-captura-contra-29-negociadores-de-las-farc/
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Delegación de paz de las FARC-EP
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