Pregunta 86. ¿Cuál era el plan de estudios establecidos por la Corona española para educar a los estudiantes de su Colonia? (Jhoan Steve González Burbano, Grado 9, Cali, Valle del Cauca). EL PROCESO REVOLUCIONARIO DE LAS IDEAS. EDUCACIÓN, PENSAMIENTO E INDEPENDENCIA EN LA NUEVA GRANADA* Adriana Hernández Bocanegra Jasbeidy Carolina Ramírez Quevedo** RESUMEN El interés por indagar y reflexionar acerca de la relación existente entre la educación, el pensamiento y los hechos que desembocaron en el proceso independentista de 1810, surge como una oportunidad para reconocer el papel transformador de la educación en la sociedad. Situaciones como el extrañamiento de la Compañía de Jesús del virreinato, las circunstancias políticas de la Corona española a principios del siglo XIX y la apertura hacia ideas provenientes del pensamiento ilustrado en el ámbito educativo, dieron lugar a significativas transformaciones tangibles en la crisis de la educación colonial. Es así que se introdujeron nuevos postulados desde los planes de estudio, afectando las instituciones escolares y a los sujetos de la educación. Por medio de esta investigación se buscan hacer nuevas lecturas de la historia de la educación ad portas de las conmemoraciones del bicentenario de las gestas de independencia. Se analizará la importancia de la educación en las transformaciones sociales y sus elementos dentro de la Colonia, que coadyuvaron al proceso independentista de 1810. * Proyecto de Investigación: La educación en la Colonia: Incidencia de los planes de estudio en las transformaciones sociales y políticas del virreinato de la Nueva Granada en 1810. ** Tutora: Maritza Pinzón Ramírez. INTRODUCCIÓN La educación colonial de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, comparte la dinámica de la sociedad de la que hacía parte. Crisis y tensiones impulsaban cambios en la estructura colonial. Dichos cambios hacían parte de una serie de nuevas ideas acerca de la soberanía y la igualdad en el acceso a cargos burocráticos, que en consecuencia generarían nuevas relaciones entre la metrópoli y la Colonia. La proclamación de independencia de la Nueva Granada como Colonia la hicieron hombres en su mayoría1, educados en los colegios donde regía un nuevo pensamiento y una nueva forma de enseñar. Los grandes ideales que modelaron los gestores de la Independencia, son fruto de la educación que recibieron y del potencial de cambio que tiene el pensamiento aprendido en las escuelas para dar lugar a las transformaciones más importantes en la sociedad. Esta situación genera ciertos interrogantes durante esta investigación se ha propuesto analizar, entre ellos están: ¿Cómo la enseñanza de los colegios del siglo XVIII en el virreinato de la Nueva Granada promovió la revolución independentista de 1810?, ¿Qué se enseñaba y cómo se enseñaba en las escuelas de la Colonia?, ¿Qué aspectos de los planes de estudio de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX permitieron el cambio de pensamiento de las élites criollas que iniciaron la independencia hace doscientos años? En el transcurso de esta investigación se asumió la gesta independentista de 1810 como un proceso revolucionario, que tiene como fundamento un nuevo pensamiento, un cambio de concepto en las ideas de una clase social que posibilita el trasegar hacia un camino de ruptura con el antiguo orden. Para ello, se acudió a la historia de las ideas de Javier Ocampo López y al trabajo del historiar el saber pedagógico de Renán Silva y Alberto Martínez Boom2. De igual manera, 1 No se debe olvidar que, aunque hubo mujeres que participaron en el proceso independentista, esta participación era marginal. En parte esto obedecía al rezago de la educación para las mujeres durante este período de tiempo (1767-1810). Un panorama de la situación de las mujeres con relación a la educación la analiza Pedro Ibáñez en las Crónicas de Bogotá. “Es una verdad que el Gobierno colonial hizo muy poco por la educación de la juventud masculina […] En cuanto a la educación de la mujer, había sido completamente descuidado. Así, pues, la más bella mitad de la especie humana andaba privada de los goces intelectuales que nacen de la instrucción: las jóvenes de la clase elevada de Santafé tenían que contentarse con manejar la aguja; por excepción aprendían algo de música, de dibujo o de baile, y los padres, temerosos de que sus hijas mantuviesen amoríos por correspondencia, no les permitían que aprendiesen a escribir. No pudiendo cultivar las cualidades del entendimiento y del corazón, que son las únicas ‘que proporcionan al himeneo una serenidad constante, se relajaban considerablemente los dulces vínculos que debían ligar a los esposos; y la educación física y moral de los hijos, como también las obligaciones domésticas, eran frecuentemente desatendidas para dar rienda a las pasiones criminales’. Viciada la educación de la mujer, olvidaba el Gobierno colonial que las primeras impresiones del niño y las primeras ideas del adolescente las recibe de la madre, y estando sumida ésta en la ignorancia, fácil es suponer lo defectuoso de la educación de los hijos” (Ibáñez,1913-1923, p. ). 2 las fuentes primarias, los fondos documentales y las crónicas, fueron los insumos que construyeron esta investigación. Se hace un acercamiento así a elementos fundamentales de la historia que conmemoramos, el bicentenario de la Independencia del 20 de julio de 1810. 2 Martínez Boom, Alberto. Silva Renán (1984). Dos estudios sobre la educación en la colonia. Bogotá, CIUP: Universidad Pedagógica Nacional. 3 TENSIONES Y CONTRADICCIONES EN LA SOCIEDAD COLONIAL (1767-1810) Las relaciones entre la metrópoli y la Colonia durante la segunda mitad del siglo XVIII, se pueden analizar desde diferentes matices que originaron motivaciones y cambios estructurales posteriormente. Esta situación se analizará a continuación, teniendo como antecedentes dos hechos históricos que comparten un lugar común: el concepto de autoridad. Éstos son: la expulsión de los jesuitas de las colonias donde ejercía soberanía el Rey español en el año de 1767, producto de la prevalencia del pensamiento ilustrado en España y la invasión napoleónica a España en 1808. Siguiendo a Siebzehner (1994), hay una reinterpretación del concepto de autoridad en el siglo XVIII y comienzos del XIX. Ésta configura, desde diferentes lugares y momentos, nuevos lineamientos en la estructura educativa de las colonias americanas. En el primer caso, el extrañamiento de la compañía de Jesús por ordenanzas del Rey Carlos III, se define como un tácito ejemplo de la influencia de los ideales provenientes de los procesos sucedidos en Europa. Éstos modifican el pensamiento y las relaciones de lo material y lo espiritual. En el caso de la Ilustración en España, se hizo énfasis en separar los asuntos de orden temporal y de la organización de la vida social, de las cuestiones metafísicas y espirituales. De esta manera, la autoridad de la monarquía era mucho más notable que la autoridad eclesiástica, de las diferentes ordenes y del papado en general. Un giro de pensamiento en el que el Rey tenía potestad e injerencia en la organización y mandato ejercido en los espacios e instituciones sobre los que tenía soberanía. La interferencia de la autoridad eclesiástica sobre la educación, de igual forma, se vio afectada, pues se registraba una sustitución de obligaciones y planteamientos enmarcados en los procesos secularizadores de la Ilustración. No obstante, cabe aclarar que no fue éste el único campo de acción en que incidieron las reformas de corte ilustrado. A diferencia de lo sucedido en otras partes del continente europeo, como Francia con la revolución de 1789, las ideas ilustradas en España no fueron objeto de la abdicación del poder monárquico ni el establecimiento de un nuevo orden. Para el este caso, se marcaron pautas consuetudinarias que lograron reformas sin una radical destrucción de las estructuras tradicionales. Si bien es cierto que el papel activo del Rey por encima de la iglesia suponía una readaptación de las relaciones de autoridad en la sociedad (tanto en la metrópoli como en la Colonia), este ejercicio de la autoridad también se fortalecía respecto a los poderes locales coloniales, pues el ejercicio del control soberano de la monarquía se dirigía a los asuntos jurídicos y administrativos3. 3 “[…] La sistematización del control y la definición del marco normativo de acción que realzaba la potestad política no se restringían a la esfera eclesiástica, sino que fueron extendidas a las esferas jurídicas y administrativas por cuyo intermedio se esperaba cercenar el poder de los sectores autónomos que podrían poner resistencia a la autoridad real” (Siebzehner, 1994, p. 132). 4 Otro hecho que supone un nuevo cambio en la forma de concebir la autoridad, y que es definitivo en la consolidación del proceso revolucionario que desembocó en el año de 1810, fue la invasión napoleónica a España en 1808. Con ella se deja por fuera del poder al Rey Carlos IV y se asume como nuevo Rey de España José Bonaparte ‘Pepe botellas’. Este acontecimiento sacudió el orden social de las colonias en tanto que éstas se negaban a obedecer las órdenes de un monarca francés. Se pidió de antemano el regreso al poder a manos de los españoles, en cabeza de Fernando VII, hijo del abdicado Rey Carlos IV. Estos deseos de cambio prontamente se traducirían en cambios aún más radicales, como la independencia total de España. Esta correlación de acontecimientos estaba organizada en las juntas de gobierno que, a imagen de las establecidas en territorio español (en aras de salvaguardar el poder de Fernando VII), se presentan en territorio americano. A la postre, el establecimiento de éstas significaría la apertura hacia la independencia revolucionaria, para el caso de la Nueva Granada en 1810, así lo señala Ocampo cuando menciona que: El proceso emancipador pasó del juntismo autonomista a la declaración absoluta de la independencia, cuando el movimiento se radicalizó. Fue apoyado por el grupo radical revolucionario que se encontraba en su mayoría entre los hacendados criollos y mestizos, comerciantes y empresarios de toda especie que estaban en franca oposición contra el sistema político y económico. Las declaraciones de independencia Absoluta se presentan así como una ruptura total con el imperio español (Ocampo, 1983, p. 39). De esta a manera, se hace notable que el proceso independentista de la Nueva Granada no fue un hecho local inconexo de la realidad y los sucesos de la época. De hecho, se enmarca en la profunda crisis, tanto del imperio en el terreno de lo político, como de las ideas que propendían por restablecer y reorganizar el orden colonial. Estas motivaciones no tuvieron nacieron espontáneamente, hacían parte de una serie de planteamientos y tesis que la élite intelectual de tiempos remotos ya había pensado. El filosofo español Francisco Suárez en una de sus tesis postulaba que el Rey no tenía atributos divinos y que la soberanía no debía residir en éste, sino en el pueblo. Con ello aclamaba un nuevo poder soberano fuera de las potestades monárquicas. Pensadores americanos como el peruano Juan Pablo Vizcardo también proponían la escisión de las colonias americanas de la metrópoli del otro lado del atlántico. No menos significativas son las experiencias emancipadoras que tienen lugar en el continente. Entre ellas no se puede dejar de mencionar la independencia de las colonias norteamericanas de la Gran Bretaña en el año de 1776, así como la experiencia de la naciente República independiente de Haití en 1803. En esta última la población afrodescendiente esclavizada se independizó, dejó su condición de colonia francesa para convertirse en República. 5 EDUCACIÓN E INDEPENDENCIA EN EL VIRREINATO DE LA NUEVA GRANADA Nadie ignora que los sabios son en las Repúblicas lo que el alma en el hombre… Francisco Antonio Zea La revolución de las ideas y del pensamiento, es razón de ser de la crisis de la educación. Los planes de estudio son evidencia de la tendencia reformista en la educación y, aunque en sí mismos no constituirían una plataforma de pensamiento de ruptura radical con los antiguos ordenes, si reflejaban en su contenido esta carencia de la educación. El importante paso del modelo de educación confesional al modelo secular en los métodos y contenidos de la enseñanza en las escuelas de la Nueva Granada, hace su tránsito por las ideas ilustradas, como ya se había mencionado en apartados anteriores. Este complejo proceso no se comprende si no se tienen en cuenta, de igual manera, los sucesos socio-políticos de los cuales resulta la independencia. Bien lo señala Renán Silva cuando afirma que: Los nuevos países de América Latina no son los herederos directos de la colonia, sino el producto combinado de un proceso de independencia que comienza como expresión del patriotismo herido —por la invasión napoleónica de 1808— y desemboca en una revolución que da acceso a la modernidad política, inaugurando para estas sociedades nuevas formas de tensión y contradicción entre las formas políticas originales e innovadoras y las inercias de lo social (Silva, 2004, p. 13). Buena parte de estas crisis y tensiones de la sociedad colonial neogranadina a principios del siglo XIX, las comparte la educación. La heterodoxia de las ideas que el pensamiento ilustrado había permitido en las escuelas, fueron determinantes para que la crisis de la educación se tradujera en un factor de impulso del cambio cultural y político. Si bien es cierto lo anterior, vale la pena hacer énfasis en que la configuración de un pensamiento emancipador por parte de una clase social, no significó en el campo de lo educativo —en principio— una tajante ruptura o crítica radical al poder monárquico. A pesar del descontento con la educación y la situación de los estudiantes, se seguía enalteciendo la labor de la Corona. Evidencia de ello son las manifestaciones que hacen intelectuales como Francisco José de Caldas, en calidad de padre general de menores del cabildo de Popayán. En su escrito, dirigido al señor gobernador y comandante general, buscaba promover el estudio de las 6 artes y oficios bajo la dirección de maestros artesanos idóneos, para salvar de la ociosidad y la perdición a los jóvenes nobles y plebeyos de la ciudad4. En este texto, Caldas hace un diagnóstico de la situación de la juventud del cabildo de Popayán, acudiendo al Estado para que atienda prontamente esta situación. Esto debido a que por el ocio al que estaban destinados los jóvenes, se dejaba de aprovechar su utilidad para bien de la república. Exclamaba Caldas: “¡Tan grandes son los daños que ocasiona la mala educación!”, quien sin hacer un reclamo tácito a la Corona —por el contrario, exaltando las labores proferidas por los borbones— proponía provisionalmente educar a la juventud que por la pereza no permitía el progreso de la república. Así mismo, este pensamiento trasgredía a la mujer en cuanto a su relación con la educación. Para Caldas el hecho de la falta de educación en las mujeres era lo que agravaba el problema que diagnosticaba. En cierto sentido, por medio de este documento, Caldas expresaba que el origen de este problema no residía en las fallas del Estado sino en las mujeres madres: Las madres son la verdadera causa de la ociosidad y de la perdición de los hijos, pues si estas se mostraran severas y castigaran con rigor la falta del hijo al oficio, estos se aplicarían y no se abandonarían a la pereza […] La casa de la madre se puede juzgar como un asilo de iniquidad del hijo, y a las madres, como protectoras de su perdición y maquinadoras de su ruina. Ellas saben muy bien pintar bajo el colorido de virtud de sus fines depravados y peligrosos (1793). Otra exhortación al cambio en la educación la hace Francisco Antonio Zea, en su Discurso previo a la Juventud5. Por medio de este documento publicado en el año de 1791, Zea reprocha el hecho que en las aulas de clase se propaguen conocimientos estériles y limitados que de ninguna manera se acercan a los preceptos de la razón ilustrada. Afirma Zea: ¡Gran Dios! En estos lugares destinados a la habitación de la sabiduría, es precisamente en donde la ignorancia está erigida en divinidad… pero no nos dejemos arrastrar del entusiasmo, apartemos de nuestra vista el cuadro lastimoso del rancio fanatismo y apresurémonos a fijar los ojos sobre la triste imagen de la patria que ya no ofrece sino solo una sombra confusa de lo que pudo ser, un árido esqueleto sin color, sin movimiento y casi sin respiración […] Es preciso, mis queridos jóvenes, volver alguna vez sobre nosotros mismos, apartarnos de la tumultuosa gritería para escuchar las quejas de la razón ultrajada, fijar la atención sobre una patria, en que somos forasteros, 4 Este documento se halla en su totalidad en Hernández (1969-1986, p. 333). Este texto se encuentra publicado como: “Avisos del Hebephilo a los jóvenes de los dos colegios sobre la inutilidad de los estudios presentes, necesidad de reformarlos, elección y buen gusto en los que deben abrazar”. Ver: Hernández De Alba (1969-1986, tomo V, p. 203). 5 7 examinar sus bellas proporcione, dar una mirada a los pueblos industriosos, hacer un paralelo juicioso e imparcial entre ellos y nosotros, su país y el nuestro, para formar de este modo una exacta idea de la barbarie y miseria en que vivimos, cuando parece que debíamos ser los depositarios de las ciencias y los felices hombres del universo (1969-1986, tomo V, p. 203)6. Estas importantes reflexiones de Zea, convocan a los jóvenes a ser los promotores del cambio en la educación y de todo aquello de lo cual es depositaria. Zea ve en los jóvenes el potencial de cambio por medio del cual se puede transformar la caduca educación que se presenciaba en Santafé a fines del siglo XVIII. Así mismo, este llamado implica la búsqueda de la felicidad por medio de la preocupación por el bien común. El bien de la república entonces, es el bien para todos. Para Zea —compartiendo lo estimado por el Fiscal Moreno y Escandón y el Arzobispo— Virrey Caballero y Góngora—, la falta de una universidad pública en la Nueva Granada era un desacierto: “[…]Pero ya me olvidaba que hablo solamente con los jóvenes y sin advertirlo iba dirigiendo mi palabra a todos los habitadores de este Reino, que ya es tiempo piensen siquiera sobre sus hijos mal educados y peor instruidos por falta de una universidad a cuya erección es preciso concurrir o renunciar el título de ciudadanos” (p. 210). Pensamiento y escuela Entre la población criolla del virreinato de la Nueva Granada, se hacían evidentes las cercanías con el pensamiento ilustrado. Ejemplo de ello son las acciones de, quien fue estudiante del colegio San Bartolomé, Antonio Nariño quien tradujo al castellano y distribuyó Los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Para Montaner, “La clase dirigente latinoamericana, la burguesía criolla, que es la que convoca a la insurrección, se nutre de ideas progresistas europeas, como le sucede a la clase dirigente española: vincula a la ilustración” (2003, p. 163). Estos ideales en buena parte se construyeron en la institución escolar, allí llegaron las ideas innovadoras que propugnaban por un nuevo orden social, en el que la calidad de ciudadanos cada vez se hacía más eminente. Es ahí donde la Ilustración deja su huella en las instituciones escolares y en el pensamiento de las personas que a ellas tenían acceso. La razón se abre paso entre el letargo del pensamiento confesional y el statu quo que padecían las colonias latinoamericanas. Con la llegada de las ideas ilustradas a España y el nuevo gobierno borbónico se pasa de la educación como asunto monopolizado solamente por la orden de los jesuitas, a ser asunto prioritario para la Corona española. 6 El resaltado es nuestro. 8 Sin embargo, a pesar de las reformas que se trataron de implementar a través de los planes de estudio para las escuelas del virreinato, la situación de la educación fue crítica. Los planes de estudio estipulados como métodos provisionales para controlar y vigilar la enseñanza, métodos y contenidos en las escuelas, no se ejecutaron a cabalidad La mayoría de ellos sólo existen como menciones temporales que no se llevaron a la práctica. A esto se suma el hecho que en esencia la educación no era concebida para todos. Esta exclusión por motivos sociales y económicos hacía que buena parte de la población no hacía parte del sistema educativo colonial de aquel tiempo. A propósito, Ocampo López menciona que esto tuvo importantes repercusiones a mediano plazo ya que: Las críticas a la educación y la proyección de la cultura occidental en América, se convirtieron en argumentos de prueba para justificar la emancipación. Los criollos criticaron la ignorancia de los pueblos y el considerable atraso de las masas americanas analfabeta; el descuido y deficiencia general de la educación, la carencia de conocimientos prácticos y experimentales en la educación.; la ineptitud de los maestros de primeras letras y las prohibiciones de la metrópoli para la libre penetración y expresión de las ideas (1983, p. 145). Ya para principios del siglo XIX, en plena efervescencia del movimiento independentista, se tomaba este descuido frente a la educación como una política del Estado español para mantener en la completa ignorancia a los habitantes de la Colonia. Sin ser planeado, las acciones y planteamientos de la Colonia, así como su posición respecto a la necesidad de reformar la educación colonial, fueron fenómenos conducentes para el desencadenamiento de la gesta independentista. El despotismo ilustrado pasa sin quererlo a procurar “La formación interna de una conciencia emancipadora, que surge a través de un trasfondo filosófico, político, administrativo, social, económico y cultural que se percibe en los tres siglos de dependencia cultural” (p. 157). 9 PLANES DE ESTUDIO. ENTRE EL IDEAL Y LA REALIDAD La voluntad soberana del virreinato de la Nueva Granada era atribución y ejercicio únicamente del monarca español (quien entonces era Carlos III). Por su mandato el 27 de febrero de 1767, se expide el decreto de la orden de extrañamiento de la Compañía de Jesús de las potestades del Rey. Después de los acontecimientos sucedidos en 1767, año en que los jesuitas7 fueron expulsados del virreinato de la Nueva Granada, la historia de la educación colonial reviste significativas transformaciones en su organización y en la concepción de los saberes a enseñarse en las instituciones educativas. Quien se debía encargar de dar cumplimento a tal orden era el fiscal delegado y protector de la Real Audiencia de Santa Fe, cargo ocupado por Francisco Antonio Moreno y Escandón. El organismo rector de la educación colonial en tiempos posteriores a la expulsión de los jesuitas, sería la junta de temporalidades. Esto tendrá importantes repercusiones en los discursos, las prácticas y los saberes de las escuelas. El proceso de transformación de los planes de estudio en la segunda mitad del siglo XVIII, se relaciona directamente con las transformaciones socio-políticas que acaecían para entonces en el virreinato, tal como se hace evidente en los anteriores párrafos. Es entonces dentro de este contexto donde surge el “[…] método provisional e interino de los estudios que han de observar los colegios de Santa Fe, por ahora y hasta tanto que se erige la universidad pública, o su majestad dispone otra cosa”4. Este documento fue propuesto y elaborado por el designado fiscal de la Real Audiencia, Francisco Antonio Moreno y Escandón el 12 de septiembre de 1774. Será éste pues el primer plan de estudios específico para regentar las modalidades de enseñanza y los contenidos de los colegios de Santa Fe. Septiembre 12 de 1774: Método provisional e interino de los estudios que han de observar los colegios de Santafé por ahora y hasta tanto que se erige universidad pública o su majestad dispone otra cosa 7 Los Jesuitas, orden perteneciente a la compañía de Jesús, para la época tenían el monopolio del ejercicio de la educación. Señala Jesús M. Ibáñez en las Crónicas de Bogotá (1913-1923, cap. XXIII) que eran los encargados de la educación de la juventud, del Seminario conciliar, de la dirección espiritual de las conciencias, de la expedición de títulos universitarios, entre otros. Es por ello que su destierro de tierras americanas se un acontecimiento trascendental en los cambios y las reformas que se hicieron a la educación colonial. 4 Moreno y Escandón Francisco Antonio (1774). Plan de estudios publicado en Hernández de Alba, Guillermo (1969) Bogotá: Patronato Colombiano de Artes y Ciencias – Ed. Kelly. 10 Poco importa haber ilustrado el entendimiento con los estudios anteriores aprendiendo a dirigir la razón y a conocer las obras de la naturaleza, si por último se ignora en qué consiste la suma felicidad del hombre. (Moreno y Escandón, 1774) Plan de estudios Moreno y Escandón Ante la expulsión de los jesuitas se creyó que no era conveniente dejar la educación a manos de los dominicos dada su incapacidad para administrarla. Es por ello que se hizo necesaria la creación de un plan de estudios generales y de una universidad pública, la cual no se construyó por falta de fondos. Su autor, el fiscal Francisco Antonio Moreno y Escandón, fue el delegado para organizar aquellos aspectos que en descuido estaban, ante la ausencia de los manejos de la orden jesuita, en asuntos como la educación. Sobre el fiscal, Guillermo Hernández de Alba cita que: […] Pocos personajes neogranadinos han correspondido a su tiempo como Don Francisco Moreno y Escandón. Sin pertenecer ideológicamente al grupo de los filósofos revolucionarios del siglo de la ilustración, antes bien profesando doctrinas de indiscutible ortodoxia, su clara mente, formada bajo la dirección de los mismos maestros a quienes él como funcionario de la Corona ha de intervenir en las obligaciones de su expatriación, concibe ideales progresistas de tanta envergadura, que hay historiadores que colocan su nombre a la cabeza de los precursores de la libertad (1969-1986, tomo IV, p. XIV). En este documento el fiscal se preocupará por asuntos de organización educativa, disposiciones en cuanto a fondos y recursos que mantendrán las escuelas de Santafé. También se tendrán en cuenta los preceptos pedagógicos que en adelante se implementarían en aras de remediar, en cierta forma, los infortunios de la educación por no hacer parte de la instrucción pública. Como señala Renán Silva, “el plan del fiscal será el texto que se encontrará en el centro de las disputas educativas y pedagógicas de finales del siglo XVIII y de principios del XIX” (1981, p. 51). Los principales aportes del plan de estudios de 1774, tienen fundamento en ideas que no se enmarcan solamente en un pensamiento confesional, tal como ocurría cuando la educación sólo estaba a manos de los jesuitas. 11 El fiscal Moreno y Escandón plantea en este método provisional, que la inexistencia de cátedras públicas necesariamente lleva a pensar en la creación de una universidad pública que esté bajo el control del gobierno monárquico. Tal como afirma Silva, hay una nueva relación entre conocer y enseñar. Ésta se hace tangible en la preeminencia que se le da a ciertos conocimientos, sobre todo a aquellos referidos a las ciencias exactas. Esta situación era contraria y criticada del anterior modelo, ya que se hace énfasis en la ausencia de conocimientos útiles. El papel de la educación adquiere más relevancia y se considera en adelante como un objeto de extrema utilidad e importancia. En concordancia con ello, la relación de la educación con la vida social y política también tiene matices, que llevan a consolidar un nuevo tipo de pensamiento. El proyecto contempla que los fines de la enseñanza en las escuelas, debe ser la formación de ciudadanos. Al respecto, afirma Silva, esto implicó “Avanzar de una educación puramente teocrática que había dominado durante más de dos siglos y medio hacia una que busca articularse con las necesidades de la sociedad civil y sus instituciones” (p. 63). En consecuencia, el Plan de estudios Moreno y Escandón se puede concebir como un diagnostico y ordenanza de los estudios para la educación de Santafé a partir de 1774. Para el fiscal, este plan es el feliz principio de la Ilustración en el reino, pues su propósito es la introducción del pensamiento ilustrado que tuvo su apogeo en Europa durante el siglo XVIII. El mismo que llega al virreinato en los albores del siglo XIX. Pedagógicamente se concibe como un acertado método de enseñar, para lo que se tiene como punto de referencia la experiencia de las ciudades de Lima y Ciudad de México, “donde el buen gusto de la filosofía moderna, no ha llegado al paladar de los jóvenes y aún se les aparenta como fantasía vana, e inútil vanidad” (Moreno y Escandón, 1774). La importancia se encuentra en la necesidad de crear la educación pública, además de que el método debe ser aplicado en el colegio del Rosario y San Bartolomé: […] bien que se necesita vigilancia continua para que no se infesten los colegios con los perniciosos espíritus de partido y de peripato o escolasticismo, que se intenta desterrar, como pestilente origen del atraso y desordenes literarios, porque siempre que hubiese aligación a escuela o a determinado autor, ha de haber parcialidades y empeños en sostener cada uno su partido, preocupándose los entendimientos no en descubrir la verdad para conocerla y abrazarla, sino de aun sostener contra la razón su capricho (Hernández, 19691986, tomo IV, p. 206). Con el nuevo enfoque que tenía la educación, se destinaba mucho más tiempo a la filosofía útil. Igualmente, tenían más importancia las ciencias que mayor provecho tendría para el virreinato, según la consideración del fiscal. Ello no significó la desaparición de los 12 estudios religiosos que, por el contrario, se fortalecían. Sin embargo, tenían más privilegios la aritmética, la lógica y otras ciencias físicas y naturales. De esta manera se destinó como portadores y transmisores de la enseñanza: Un maestro de latinidad, uno de artes o filosofía, cuyo curso dura tres años. Dos de teología especulativa, uno de teología moral y en, el seminario, otro de escritura sagrada. Para el área de jurisprudencia se impartirían dos cátedras: una de decretales y una de instituta. Además, se instalaría la cátedra pública de latinidad, apreciando que para ello no se cuenta con la cantidad necesaria de maestros que demanda la población escolar. Para la formación inicial de los menores, se dispuso la escuela de niños o escuela de primeras letras. Al ser el lugar propicio para aprender a leer y a escribir, a esta escuela se asignaría un maestro. Respecto él, el plan señalaba que se necesita: Que el gobierno por medio del director que se nombrase, velara sobre que éste (el maestro) llene debidamente sus obligaciones, porque esta ocupación que suele mirarse con indiferencia es una de las más importantes para la felicidad de las repúblicas, ya porque se interesa en la perfección de esta enseñanza, ya porque en ella se imprimen a los niños aquellas primeras especies que sirven de fundamento a su educación cristiana y política, por cuya causa tanto los magistrados como los prelados eclesiásticos por sí y en sus concilios, han prescrito sabias oportunas reglas para el establecimiento de escuelas y que su magisterio recaiga en sujetos de probidad virtud y prendas capaces de desempeñar el encargo (tomo IV, p. 198). Se reconoce el problema de la falta de maestros idóneos que enseñen la doctrina cristiana y la educación política. Por ello, menciona que puede haber maestros privados, pero que se certifiquen como capacitados (como requisito mínimo que sepan leer y escribir). De igual manera, al ser creada la universidad pública —señala Escandón— se fomentará el estudio “que es el adorno que hermosea y solida a los demás, pues como expresa la propuesta del fiscal de Salamanca, fortifica la razón, perfecciona el juicio, forma el buen gusto y adorna los ingenios” (Moreno y Escandón, 1774). Las disposiciones del plan en el campo de la filosofía, fija un ambicioso propósito de acabar con la metafísica y la lógica inútil, que era propia del modelo antecesor. A esta filosofía se le conoce como filosofía útil y provechosa, teniendo en cuenta las necesidades que planteaba el contexto del virreinato de la Nueva Granada. Por eso el plan provisional reitera que: Deben ser sustituidos por los sólidos conocimientos de la naturaleza, apoyados en las observaciones y experiencias; en ninguna parte del mundo parece ser más necesaria que en estos fertilísimos países, cuyo suelo y cielo, convidan a reconocer las maravillas de Altísimo 13 depositadas a tanta distancia de las sabias academias para ejercitar en algún tiempo la curiosidad de los americanos (tomo IV, p. 200). Para el fiscal, la educación se debe concebir como un proceso en el que debe existir continuidad. La fragmentación de las cátedras y la no alternancia de los estudios llevaba a que los estudiantes, una vez terminaran unos cursos, no pudieran continuar con los que seguían. Este inconveniente de una sola cátedra trienal en los colegios, no era plausible, por lo que se determinó que todos los años se debe comenzar y acabar en cada colegio, un curso de filosofía, sucediendo lo mismo en las facultades de teología y jurisprudencia. Otro de los problemas que planteaba el antiguo ordenamiento de la educación colonial, era el ya mencionado inconveniente de la falta de maestros. Así como la necesidad de hacer más personalizada la educación. Como precepto pedagógico del método provisional, en la educación inicial los niños requieren mayor cuidado y atención. En palabras del fiscal Moreno y Escandón: “Los niños no acostumbrados hasta entonces, a más de su razón, necesitan tener continuamente su maestro al lado que dirigiéndoles y llevándolos como de la mano, venzan las dificultades que suelen ser mayores en los dos primeros años, especialmente en los estudios útiles, que va a establecerse” (1774). La referencia a las ciencias útiles comienza por la filosofía, en la que se contemplan ciencias como la lógica, desde una perspectiva perceptiva aprendida a través del método de la memorización. Aprovecha en este punto el fiscal también para arremeter contra la educación que antecedió el plan, porque según sus postulados, la lógica: Como hasta ahora se ha tenido por útil máxima la de corromper los entendimientos de los niños, obligándolos a silogizar desde las primeras lecciones y antes de éstas, fecundados con las licencias necesarias, ni dirigida su mente con las reglas de las argumentaciones, se debe cortar este abuso que es el origen de muchos males que después causa cada uno en su carrera (1774). Para ello era importante profundizar en ciencias como la aritmética, álgebra, geometría y trigonometría, todo esto en el primer año de filosofía. Según este plan de estudios, que permitía realizar estos estudios correctamente, lo importante era formar un correcto juicio y razonamiento en los niños. De esta manera, se forja su aprendizaje en la razón sin temor a que la inutilidad y prejuicios de otros modelos interrumpieran la formación de los niños. Durante el segundo año de filosofía, los estudios en la física eran los más beneficiosos para explorar todo el potencial que poseía el virreinato. Exploraciones, conocimientos adquiridos a partir de la experiencia y la observación, son formas de estudio en las que se aprovecha bien el tiempo, ya que traen beneficio a las actividades de la Colonia. Estos beneficios para la educación los atribuye de la siguiente manera el fiscal a través del plan de estudios: 14 Conocimientos en geografía, historia natural observaciones meteorológicas, el ramo de la agricultura y el conocimiento de sus preciosos minerales… Este será el origen de donde saldrá el influjo universal para el fomento de la agricultura, de las artes y del comercio de todo el Reino, cuya ignorancia lo tiene reducido al mayor abatimiento (tomo IV, p. 204). Los estudios de filosofía, eran requisito para la continuación en estudios superiores de las facultades mayores. Así que, una vez culminados los estudios en esta disciplina, los estudiantes podían prepararse en estudios teológicos y de jurisprudencia. En el caso de la teología, ésta también sufría significativas transformaciones, especialmente en cuanto a contenidos y enfoque. El proceso de enseñanza y aprendizaje no fue estructuralmente modificado, pues se tenía como presupuesto que la mejor manera de aprender era a través de la memorización, en este caso, de los textos sagrados. En el primer año de teología se tenía que aprender de memoria el salterio (Salmos), así como el Antiguo Testamento. Para el segundo año, utilizando el mismo método, se aprendían de memoria los evangelios de San Marcos y San Mateo. En este aspecto es importante destacar que, a pesar de ser memorístico el aprendizaje, también se buscaba relacionar lo que se aprendía con conocimientos de otras ciencias. Es decir, se debe conocer sobre aspectos geográficos e históricos de los señalamientos de los textos sagrados “sin cuyos conocimientos andaría a ciegas el escriturario” (Moreno y Escandón, 1774). En los siguientes años de los estudios teológicos, que en total sumaban cinco, se concluía con la memorización del Nuevo Testamento, más el estudio de los concilios. Una vez se culminaban dichos estudios, los aprendices estaban en la capacidad de concentrarse en el estudio del gobierno interior del Estado y el estudio de la política Otro aspecto de importante relevancia en el plan Moreno y Escandón es que, al tener en cuenta que no todo el conjunto de la población tenía acceso al medio escolar, ni recibir formación en las instituciones educativas, proponía que aquellos que podían estudiar debían ser ejemplo para el resto del pueblo, con el fin de que ellos imitaran sus instrucciones, pensamientos y disertaciones: “Son indecibles los daños que se han originado de haber estado desterrando de nuestras escuelas el estudio de la ética. Ya se reconoce generalmente su necesidad, especialmente para los teólogos y los juristas, y es demostrable su utilidad en todos los hombres literatos, cuyo modo de pensar y todas sus acciones influyen mucho sobre el resto del pueblo. Todos deben saber las obligaciones del hombre para con Dios, para los demás hombres y para sí mismo. Estas obligaciones las aprenden unos por sólida instrucción y las ejecutan otros por imitación.” (1774). 15 Finalmente, este método provisional no se implementó a cabalidad en las instituciones para las cuales fue diseñado. Igualmente, su propuesta de erección de la universidad pública en el virreinato de la Nueva Granada tampoco se hizo realidad porque el presupuesto no lo permitió. El plan de estudios que sucedió el que escribió el fiscal Moreno y Escandón, fue el que dispuso el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora. Julio 31 de 1787: Plan de Universidad y estudios generales, propuesto a su Majestad para la ciudad de Santa Fe El estudio de las ciencias útiles no ha causado mal tan grave como el método que se observa en la educación de la juventud… Sería pues necesario disipar aquellas ideas gravosas con que se crían los niños, y reengendrar, por decirlo así, una educación juiciosa sobre los sólidos fundamentos de la religión y de la vida civil. Hernández de Alba (1969-1989, tomo V, p. 143). El telón de fondo de estos planes de estudio, es la llegada al trono del pensamiento ilustrado en la metrópoli. Es así que el pensamiento que los virreyes denotan en sus preocupaciones sobre la instrucción pública es de corte liberal y, como lo señala Hernández de Alba, de un sano eclecticismo. Así como también una búsqueda del conocimiento después de la fractura en el sistema educativo, que se generó con la expulsión de los jesuitas. De esta manera el arzobispo-virrey Caballero y Góngora, estima necesario la promulgación de un nuevo plan de estudios que brinde orientaciones en el método y enseñanza. Para el virrey la educación es materia de alta importancia y cree que ésta no debe seguir en el abandono en el que se encuentra. La enseñanza pública desde la perspectiva planteada por el virrey, tenía serios inconvenientes que eran necesarios tener en cuenta en este plan. Esto, en buena medida, por la falta de fondos destinada para esta causa. Según el arzobispo virrey: La educación y estudios de la juventud masculina están encargados a dos colegios en Santafé; pero tan desarreglados en el método de estudiar y aún en sus rentas y gobierno interior, que nombre visitadores para que examinasen su estado, con lo que se reformaron algún tanto los abusos introducidos (Caballero y Góngora, 1789). 16 Algunas de las modificaciones más importantes que hace el virrey a los planes de estudios, es en relación con el método. Se halla relevancia en hacer que los estudiantes confronten ideas a partir de la crítica y el discernimiento. Continuando con los postulados del plan Moreno y Escandón, se sigue haciendo énfasis en asignaturas como la historia, la química, las humanidades, la botánica, el derecho civil, entre otros. Ambos planes mencionados se constituyen en una radiografía de dos momentos de la educación colonial, entre 1767 y 1810, en la Nueva Granda. En un primer momento, suponen una profunda crisis, legado de una instrucción confesional, administrada y dirigida por la compañía de Jesús. Por otra parte, es la evidencia probable de la influencia del pensamiento ilustrado en el virreinato. Es en éstos dos aspectos donde radica su importancia. Ninguno de estos planes propugnaba por la emancipación de la Colonia frente al poder de la metrópoli peninsular, pero su impronta sí asegura un avance en el proceso de la revolución de las ideas. Se logra así abrir espacios, caminos y pensamientos hacia las transformaciones sociales, políticas y culturales en la Nueva Granada. Más allá de Santa Fe. La educación colonial en la ciudad de Popayán Para contextualizar uno de los claustros de mayor importancia en la educación del virreinato de la Nueva Granada, el Real Colegio Seminario San Francisco de Asís, de la ciudad de Popayán, es necesario exaltar que esta ciudad ha estado catalogada como una ciudad propicia para el conocimiento. Sus meritos estuvieron por encima de las escuelas de otros territorios del virreinato de la Nueva Granada, debido a que ha sido lugar de origen de próceres de la patria poseedores de virtudes. Como lo expresa Rufino Cuervo: “No son muchas las ciudades de nuestra América española las que pueden enorgullecerse de ser cuna de tanto patriota ilustre y de tener en su seno una sociedad tan culta y letrada como Popayán” (Otero, 1962, p. 54). Siendo Popayán una ciudad adecuada para pensar en un cambio desde la academia, proveedora de ilustres hombres, se convierte en el escenario perfecto para desarrollar varias ideas de la revolución que desencadenarían en la independencia. En cuanto estuvo establecida la residencia de los jesuitas en Popayán, el ilustre señor Francisco de la Serna realizó la fundación del Colegio Seminario. Éste se dejó bajo la dirección de aquellos santos religiosos, para lo cual dictaminó una serie de constituciones. Dentro de ellas se plasmaron los principios por los cuales debería estar regido el establecimiento académico. Ahora bien, dentro de la historia del Real colegio se encuentra la edad de oro, denominada así por el presbítero Pedro Vargas Sáez en su texto Historia del Seminario de Popayán Esto gracias no sólo a la cantidad considerable de hombres ilustres formados en esta época, sino también por el espíritu que regeneró sus enseñanzas y las puso al nivel de diversos 17 establecimientos de formación de la Nueva Granada. Bajo la dirección del doctor Grijalva (1791), el Real Colegio se encaminó “bajo la utilidad y ventaja de la física experimental y la necesidad de una dialéctica racional que dirigiera los actos del entendimiento” (Grijalba citado en Vargas, 1945). Como se mencionaba anteriormente, es también llamada la edad de oro del Colegio, gracias a la cantidad de estudiantes destacados que se formaron en este mismo tiempo. Entre ellos Francisco José de Caldas, Camilo y Jerónimo Torres, Francisco Antonio Rodríguez de Zea, Joaquín Caicedo y Cuero, Alférez Real, Manuel Caicedo, José María Cabal, Miguel Cabal, Andrés Ordoñez y Cifuentes, José María Valdés, Francisco Antonio Rodríguez, José María Grueso y maestros del colegio como Domingo Burbano, Félix Restrepo, Manuel Mariano Urrutia y además de los ilustres maestros que desempeñaron su función en esta misma época. Uno de los elementos demostrativos para hablar de la importancia del Real Colegio Seminario San Francisco de Asís para la transformación en la academia de la Nueva Granada, es que poco antes de el plan de estudio Moreno y Escandón, escribía Andrés José Pérez de Arroyo el método que convendría seguir con respecto a la enseñanza de la filosofía. En éste donde se exponía la utilización de la forma del peripatetismo (en el primer año se explicarían las súmulas, lógica y metafísica, y en el segundo y tercer año se dictarían la física y la animástica, separándose enteramente de todo lo que pudiera confundir la física con las imprecisiones, dando su merecido lugar a la comprobación y experiencia) (Vargas, 1945, p. 549). Dentro de los personajes ilustres representantes del seminario de Popayán, se haya Francisco José de Caldas, quien bajo la dirección de José Félix Restrepo, el 4 de junio de 1786 defiende sus cuarenta y siete tesis filosóficas. De éstas veintinueve se refieren a asuntos de física, la nueva filosofía y los nombres de Descartes, Gasendo, Leibnitz y Newton. Es que como lo expresa Vargas Sáez en su texto El Real colegio Seminario San Francisco de Asís era un verdadero foco de luz para toda la gobernación, si lo dijo Humboldt se explica fácilmente, puesto que el sabio prusiano al encontrar mucho más de lo que podía esperar en estas inmensas soledades de América Española: a Mutis en Bogotá y a Caldas en Popayán.” Sin embargo, la vida y los escritos del sabio Caldas se encuentran en la etapa primaria de su proceso de estudio. La biblioteca nacional de historia publicó la colección de cartas y escritos de él, obra meritoria de Eduardo Posada (p. 556). Es necesario resaltar la importancia de Francisco José de Caldas. Gracias, no sólo a sus aportes a la astronomía, física, etc., sino también por los aportes que hizo a la educación de los neogranadinos. Con su plan de una escuela patriótica pretendía que todos los niños y jóvenes aprendieran los mismos elementos de las virtudes cristianas y civiles, que harían de ellos hombres útiles a la patria y a sus semejantes honrando la religión que profesaban (Otero, 1962, p. 114). Este plan debía ser divulgado por todo el virreinato para evolucionar en el aspecto educativo. 18 I. PRENSA Y EDUCACIÓN Es evidente la participación que tuvo el Papel Periódico de la ciudad de Santafé de Bogotá y la prensa en general, en la influencia del pensamiento de los neogranadinos. Gracias no sólo al contenido que se exponía en sus páginas, el cual buscaba perdurar en el tiempo, sino también por la acogida que tuvo en varios territorios del virreinato. Su distribución no se limitó únicamente al epicentro santafereño sino que llegó a lugares como Popayán, Cúcuta, Honda, Panamá, Mariquita, Medellín, Venezuela, Tunja, Cartagena y Mompox (Silva, 1988, p. 29). Esto permitió que las ideas que se venían gestando desde la capital tuvieran acogida en otros lugares y que existiera mayor información de las provincias dando al conocimiento un mayor desarrollo. Desde el principio, uno de los objetivos del fundador del papel periódico, Manuel del Socorro Rodríguez, fue el de contribuir a incentivar una corriente de lectura (p. 39) en un medio social que en el plano cultural combinaba dos condiciones difíciles de armonizar. Por una parte, estaba un medio social ansioso de las novedades que se generaban en diversos territorios. Pero a su vez, era un ambiente en donde abundaba la pobreza cultural y la restricción de la búsqueda de la verdad. Cabe resaltar que el periódico estaba dirigido a una pequeña élite conformada por aquellas personas que se consideraban letradas, cosa que se hace poco criticable si se tiene en cuenta el contexto en el que desenvolvía la su emisión. Sin embargo, esa formulación del público como minoría ilustrada (p. 35), es también la otra cara de una teoría interesante sobre el papel del intelectual y sobre las relaciones funcionales de los diversos grupos que componían la sociedad. De otra parte, hay que destacar uno de los medios de difusión del periódico y que influyó en la acogida que tuvo este medio de comunicación dentro de la sociedad. Se trata de las tertulias, que fue uno de los pioneros en permitir la discusión acerca de lo expuesto en el papel. No obstante, aunque no existía entre el papel periódico y el movimiento de las “tertulias” una relación de necesidad, el papel sí buscó apoyarse en esa clase de iniciativas que de alguna forma se consideraron como legales., Esto para dar a conocer las novedades que se gestaban desde otros territorios del mundo y que se difundían a través de otros periódicos, que tenían la intención de enaltecer la grandeza intelectual, cultural y social de su país (p. 154). Si bien el papel periódico tuvo influencia sobre algunos aspectos de la vida de los neogranadinos, es necesario destacar la transformación que permitió una de sus publicaciones de elementos de la sociedad. Esto principalmente ya que la intención del editor era evaluar formas de vida, que permitiría llevar a cabo un debate profundo respecto a esas formas. Existía entonces una crisis en la sociedad del siglo XVIII, particularmente desde 1780, que se trataba de una estructura social en sus diferentes dimensiones; evaluar conceptos de nobleza, virtud, saber, darían los primeros pasos para evidenciar aquella crisis. De esta manera, surgen nuevos planteamientos acerca de lo que era más importante 19 en la consolidación de una sociedad: los linajes, apellidos, reconocimiento o individuos amantes del trabajo, capaces de ayudar al prójimo. Con estas afirmaciones propagadas desde el periódico, los neogranadinos ven llegar una forma diferente de pensarse como sociedad. En este punto se pretende exaltar la relación que tuvo el papel periódico con el proceso independentista, a partir de las críticas que se le hacen a la educación. Debido que en el Virreinato de Nueva Granada a partir de 1767, cuando la expulsión de la Compañía de Jesús, se permitió dar fuerzas al proyecto de una universidad pública, institución de la que siempre se. Esta crítica fue extendiéndose gracias a la difusión que tenía con el periódico, pero no sólo estuvo dirigida hacia esa idea, sino que estuvo marcada por un carácter negativo hacia las órdenes eclesiásticas ejercidas sobre la educación. Hacia el tipo de enseñanza escolástica que dominaba y al abandono o negación de los conocimientos experimentales y de observación. La lucha contra las órdenes religiosas se encuentra precisada en los enfrentamientos de 1773 y 1774, en torno al nuevo plan de enseñanza (p. 158). Es así como en el papel periódico, el tema educativo tuvo un significativo lugar gracias a la gran cantidad de peticiones que se hacían, desde sus lectores, para tratar este tema. Prueba de ello es el informativo semanal de la vida de los colegios santafereños, que fueron a su vez, las universidades del virreinato. Sin embargo, los actos académicos terminaron convirtiéndose en actos controlados desde el campo oficial, en razón de su contenido político. Debido a que fueron años de extrema politización del saber, incluidas las ciencias exactas como la física y las matemáticas. 20 CONSIDERACIONES FINALES. ESCUELA Y EDUCACIÓN. DOSCIENTOS AÑOS DESPUÉS La gesta revolucionaria que tuvo como máxima expresión los hechos del 20 de Julio de 1810 y la primera declaración de independencia, aunque no fueron definitivas, fueron fundamentales en la consolidación de Colombia como república. La educación fue el espacio en el que nacieron los ideales de independencia, allí radica su importancia para la sociedad. En el tiempo transcurrido, ésta ha tenido diversos cambios que la han transformado radicalmente. En la actualidad, la educación se concibe como un derecho al que deben acceder todos los ciudadanos, de cualquier grupo étnico y sin importar su condición social. El potencial transformador de las instituciones educativas sigue vigente y lo construyen los sujetos que hacen parte de ella: maestros, niños, jóvenes estudiantes y la comunidad. Donde esta última, en su relación con el saber, propicia nuevos pensamientos que dan lugar a nuevas inquietudes y reflexiones sobre la situación actual en los múltiples aspectos de la vida cotidiana. Así se generan oportunidades de ser parte activa en las transformaciones de la realidad. 21 BIBLIOGRAFÍA Fuentes primarias: Archivo Central del Cauca. Catálogo general. Fondo CIVIL. Instrucción Pública y Temporalidades (it). 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