Seminario de Endocrinología felina con la Dra Sarah Caney

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Seminario de Endocrinología felina con la Dra Sarah Caney (UK)
Madrid y Barcelona, 07 y 08 de marzo 2007
Organiza AVEPA, Affinity Petcare y GEMFE
Miércoles 7 de febrero 2007
Facultad de Veterinaria de Madrid
Jueves 8 de febrero 2007
Colegio de Médicos de Barcelona
Agenda
Primera parte (miembros del grupo de medicina felina)
- 15.30 - 15.45: Bienvenida y presentación.
- 15.45 - 17.15: Sesión clínica interactiva (1)
- 17.15 - 17.45: Descanso
- 17.45 - 19.15: Sesión clínica interactiva (2)
- 19.15 - 19.30: Conclusiones
Segunda parte (previa reserva [email protected])
-
21.00 Endocrinopatías emergentes en el gato
Endocrinopatías emergentes
Sarah M. A. Caney
El diagnóstico del hipertiroidismo o de la diabetes mellitus felinas es casi una
práctica diaria para los veterinarios, pero es obvio que los gatos padecen otras
endocrinopatías. A continuación, trataremos una selección de endocrinopatías felinas
poco comunes. Es difícil determinar si son verdaderamente “emergentes”, sin embargo,
lo que sí está claro es que algunas de estas patologías son más comunes de lo que se
creía.
Acromegalia
Al igual que en el hombre, la acromegalia en los gatos suele estar originada por
la hipersecreción de la hormona del crecimiento por un tumor en la hipófisis. La gran
mayoría de gatos que desarrollan una acromegalia también desarrollan diabetes mellitus
debido al gran antagonismo a la insulina inducido por la hipersecreción de la hormona
del crecimiento. Un rasgo característico de la diabetes es lo difícil que es controlarla e
incluso grandes dosis de insulina exógena pueden llegar a ser insuficientes. La
acromegalia y el hiperadrenocorticismo deben tenerse en consideración en cualquier
gato que presente una diabetes mellitus insulino-resistente (p.ej. que necesite más de 22,5 U/kg de insulina). Sin embargo, estas enfermedades no producen invariablemente
diabetes mellitus, y en ocasiones otros signos pueden dominar el cuadro clínico.
En un estudio reciente, se realizaron tomografías computerizadas (TAC) o
resonancias magnéticas en 16 gatos con diabetes mellitus resistente a la insulina y a 12
gatos con diabetes bien controlada. Se identificó una masa en la hipófisis en los 16
gatos con diabetes insulino-resistente mientras que en los gatos con diabetes controlada,
la hipófisis presentaba un aspecto normal. Se sospechó acromegalia en 12 de los
diabéticos insulino-resistentes e hiperadrenocorticismo en los 4 restantes (Elliot et al
2000).
Signos clínicos
El continuo exceso de secreción de hormona del crecimiento provoca un
sobrecrecimiento de tejido conectivo, huesos y vísceras. La cardiomegalia, renomegalia
y hepatomegalia son signos habituales (~ 90%) y estos cambios se hacen más evidentes
a medida que la enfermedad persiste/progresa. En los gatos afectados se describe con
frecuencia un aumento de peso y parecen de mayor tamaño. Los cambios en huesos y
tejidos blandos que se producen alrededor de las articulaciones pueden provocar
artropatías degenerativas y cojeras secundarias en, aproximadamente, un 30% de los
casos. La cardiomegalia y renomegalia suelen originar disfunciones graves en estos
órganos. La cardiomiopatía hipertrófica secundaria puede provocar insuficiencia
cardíaca congestiva, y la renomegalia puede producir proteinuria y el desarrollo de una
insuficiencia renal progresiva – ambas suelen ser signos tardíos de la evolución clínica.
La hiperfosfatemia puede observarse en ausencia de azotemia, debido a un aumento de
la tasa de renovación ósea. Se observa prognatismo inferior en algunos gatos. En
ocasiones, existe aumento de la barbilla, zarpas y cráneo, pero estos signos pueden ser
sutiles. Algunos gatos acromegálicos son también hipertensos.
El exceso de secreción de GH produce resistencia periférica a la insulina –existe una
regulación a la baja del número de receptores de la insulina, disminución de la afinidad
de unión a los receptores y también defectos post-receptores que contribuyen en
conjunto a la resistencia a la insulina. Debido a estas profundas alteraciones, la mayoría
de gatos acromegálicos presentan una diabetes mellitus insulino-resistente, aunque la
presencia de cetoacidosis es poco frecuente. Las concentraciones endógenas de insulina
pueden ser muy elevadas, y signos típicos tales como la PU/PD y la polifagia pueden
predominar en el cuadro clínico.
No se ha descrito una predisposición racial a la acromegalia, pero algunos estudios
sugieren que es más común en gatos machos y es una enfermedad típica de edad mediaavanzada (8-14 años). El aumento de peso corporal magro (no por aumento de grasa) en
un gato con diabetes mal controlada (p.ej. si necesita >20 unidades/gato) es un buen
indicador de acromegalia.
Valores laboratoriales y diagnóstico
Se pueden observar cambios inespecíficos en los análisis sanguíneos rutinarios,
incluyendo por ejemplo, la presencia de azotemia, además de hiperglucemia y cambios
secundarios asociados a diabetes mellitus persistente (enzimas hepáticos elevados, etc).
Debemos incluir la acromegalia en el diagnóstico diferencial de cualquier gato que
presente diabetes mellitus resistente. El diagnóstico definitivo depende de si existen
niveles muy elevados de HG (hormona de crecimiento). En la actualidad, sin embargo,
sólo existe un test validado para la determinación de la hormona de crecimento felina
disponible en la Univerdad de Utrecht en Holanda. Los investigadores del Royal
Veterinary College (Londres) están desarrollando uno en Reino Unido.
Con la escasa disponibilidad de tests para HG, las somatomedinas (segregadas en
respuesta a la HG) se han utilizado para realizar el diagnóstico de acromegalia. El
factor de crecimiento 1 que se asemeja a la insulina (IGF-1) es la somatomedina más
utilizada y existe un test disponible para su valoración (funciona bien entre especies).
Pero, ¿qué sucede con los niveles de IGF-1 en gatos diabéticos normales? En las
personas diabéticas, y al menos también se observó en un estudio en gatos, las
concentraciones de IGF-1 normalmente decrecen, pero existe al menos un estudio de
gatos diabéticos que sugiere que las concentraciones de IGF-1 pueden aumentar en
gatos diabéticos no complicados. Este hecho dificultaría el diagnóstico de acromegalia
en los gatos, pero parece ser que los niveles de IGF-1 son, normalmente, muchísimo
más elevados en acromegálicos, permitiendo la diferenciación clínica en la mayoría de
casos.
Sin embargo, un estudio reciente ha demostrado la presencia de acromegalia en algunos
gatos con concentraciones normales de IGF-1. Niveles muy elevados serían compatibles
con el diagnóstico de acromegalia, pero niveles normales o ligeramente elevados no
descartarían el diagnóstico. En dichos casos, se debe repetir el test al cabo de un tiempo.
Los TACs o resonancias magnéticas de la hipófisis son útiles para confirmar la
presencia de una masa en dicha glándula.
Tratamiento
Algunos acromegálicos pueden ser tratados con dosis elevadas de insulina
(preferiblemente dos veces al día con insulina lenta) para controlar la diabetes mellitus,
aunque en algunos casos, se requieren dosis muy elevadas (por encima de 100
unidades). Pero sin un tratamiento adecuado de la acromegalia, es difícil controlar
adecuadamente la diabetes, y la acromegalia puede tener efectos adicionales que
provoquen patologías más graves.
La irradiación con cobalto de los tumores de hipófisis es, probablemente, el tratamiento
de elección en la acromegalia, pero poco accesible. Recientemente se ha utilizado un
receptor antagonista de la HG (pegvisomant) para tratar la acromegalia en personas,
pero de momento, no se ha descrito su uso en gatos.
La bromocriptina ha sido utilizada para el tratamiento de la acromegalia en gatos, y en
algún caso se han reducido los requerimientos de insulina, pero los efectos secundarios
(concretamente los vómitos) suelen asociarse a su uso. No se ha descrito la eficacia de
un análogo de la somatostatina (octreotide) para el tratamiento de la acromegalia felina.
Otros tratamientos que pueden ser útiles son la hipofisectomía (a pesar de que no es una
práctica probada o habitual) y la irradiación externa de la pituitaria, habiéndose
demostrado beneficiosa en gatos esta última terapia.
Aldosteronismo Primario – Síndrome de Conn
El aldosteronismo primario (hiperaldosteronismo) fue descrito por primera vez en gatos
en 1983. Desde entonces, se han publicado algunos artículos sobre la enfermedad
especialmente en los últimos años por lo que se sospecha que esta patología pueda ser
más frecuente de lo que se cree. Muchos artículos describen casos con tumores
secretores de aldosterona (adenoma y raramente carcinoma) de la glándula adrenal.
Recientemente se han descrito casos de hiperaldosteronismo primario no tumoral
(Javadi et al, Domestic Animal Endocrinology 2005).
En la mayoría de casos, se trata de gatos de más de 10 años de edad, a pesar que se ha
descrito en un gato de 5 años (MacKay et al, Journal of Feline Medicine and Surgery,
1999, 1: 117-122). La aparición de los signos es generalmente insidiosa pero un
desarrollo repentino de signos más notables puede ser la primera presentación de la
enfermedad. Las dos características más habituales son la debilidad muscular
generalizada debido a la hipokalemia y la hipertensión sistémica (con signos oculares
secundarios, etc). El síntoma más grave es la debilidad muscular asociada con
polimiopatía, y uno de los rasgos más impresionantes es la severa ventroflexión del
cuello con la barbilla colocada sobre el esternón y dificultad aparente para levantar la
cabeza. La debilidad de la musculatura de las extremidades puede preceder la
ventroflexión del cuello o puede ser el único signo de debilidad muscular. La evidente
polimiopatía puede aparecer como un problema esporádico o variable, y en ocasiones
puede malinterpretarse como una cojera o ataxia si la debilidad afecta básicamente a las
extremidades. Los gatos afectados presentan, en general, una mala condición corporal y
muestran una pérdida de peso progresiva. Se acicalan menos, lo cual confiere un
aspecto pobre al pelaje. También se han descrito poliuria y polidipsia.
Algunos gatos con aldosteronismo primario muestran signos relacionados con la
hipertensión secundaria. Aparecen súbitamente lesiones en la vista o hemorragias
oculares asociadas a cambios oftalmológicos del desprendimiento de retina y otros
indicadores de hipertensión. La presencia de hipertensión puede ser confirmada
midiendo la presión sanguínea utilizando un equipo adecuado. En ocasiones, es posible
palpar una masa abdominal anterior, craneal a los riñones, y aunque en algunos casos
pueda ser lo suficientemente grande y distintiva, en otros puede ser difícil o imposible
de palpar. El diagnóstico por imagen, y especialmente la ecografía facilitarán la
identificación de una glándula adrenal aumentada.
El diagnóstico diferencial de un aldosteronismo primario incluye insuficiencia renal
crónica, hipertiroidismo, miastenia gravis y otras causas de hipokalemia y/o
hipertensión sistémica. La insuficiencia renal crónica puede producir una grave
hipokalemia y polimiopatía si la ingesta dietética no se corresponde con el aumento de
la pérdida urinaria. Tanto la insuficiencia renal crónica y el aldosteronismo primario
comparten varios signos como la poliuria/polidipsia, hipertensión y pérdida de peso.
Una hipokalemia contínua e importante puede provocar daños en la función renal. El
hipertiroidismo también provoca pérdida de peso y poliuria/polidipsia. También puede
asociarse con polimiopatía, aunque esta es una complicación poco frecuente.
El hallazgo laboratorial inicial más importante es una concentración de potasio
significativamente baja, junto con una elevada concentración de CK. La concentración
de CK es variable, y aunque a menudo está muy elevada (> 10,000 U/I), en otros casos
está sólo ligeramente elevada o incluso dentro de parámetros normales (cuando no hay
polimiopatía). Las concentraciones de potasio suelen ser < 3,0mmol/1, pero de nuevo,
las concentraciones pueden variar y una hipokalemia leve puede observarse en otras
enfermedades (como en anorexia/inapetencia, fluidoterapia, uso de furosemida).
Los niveles plasmáticos de aldosterona confirmarán el hiperaldosteronismo, debiendo
diferenciar si es realmente aldosteronismo primario o hiperaldosteronismo secundario
(p.ej. la estimulación del sitema renina-angiotensina – secundario a insuficiencia
cardíaca congestiva). El diagnóstico debería hacerse evidenciando las elevadas
concentraciones de aldosterona en presencia de bajos niveles plasmáticos de renina.
Debemos manipular y transportar con cuidado las muestras de sangre para las
determinaciones tanto de aldosterona como de renina y avisar al laboratorio. Existe
cierta polémica en cuanto a la precisión de los “tests de humana” para medir la
aldosterona felina. Los efectos matriciales debido a las proteínas ligadoras plasmáticas y
la presencia de metabolitos de la aldosterona pueden interferir con la medición de la
aldosterona. Sin embargo, en casos de aldosteronismo primario, se observan grandes
aumentos en la concentración de aldosterona sin hallar problemas prácticos. Existe poca
información respecto los niveles de referencia de aldosterona. Probablemente, las
concentraciones deberían no superiores a 400-500 pmol/l. Por contra, en casos de
aldosteronismo primario, los niveles suelen ser de >1000 pmol/l y pueden superar los
10000 pmol/l.
El aumento de la pérdida urinaria de potasio se da conjuntamente con los elevados
niveles de secreción de aldosterona. Podemos medir la excreción fraccionada de
potasio, normalmente inferior a un 15-20%, y en presencia de hipokalemia debería ser
mucho menor. Una masa adrenal puede ser identificable radiográficamente pero es más
fácil mediante ecografía. Se debe medir la presión arterial a todos los gatos con
hiperaldosteronismo, tanto si muestran signos clínicos o no, dado que la hipertensión es
muy frecuente en el aldosteronismo primario y puede ser uno el principal motivo de la
consulta en algunos casos.
El tratamiento de elección es la adrenalectomía quirúrgica para extirpar la glándula
adrenal alterada (la enfermedad suele ser unilateral). Aunque normalmente son
adenomas, los tumores son a menudo localmente invasivos y pueden invadir los vasos
sanguíneos locales, incluyendo la vena cava. Si esto se confirma previamente por
ecografía, la cirugía no debe ser planteada. Si se opta por la adrenalectomía, puede ser
potencialmente curativa a pesar que las características anatomo-patológicas del tumor
influirán en el pronóstico a largo plazo. El pronóstico a largo plazo para los adenomas
es mucho mejor que para los adenocarcinomas. No obstante, incluso en correctas
extirpaciones de adenomas, se han detectado recidivas de la enfermedad en la glándula
contralateral al cabo de más de un año de la adrenalectomía.
Si el tratamiento quirúrgico se considera inviable o el propietario no lo acepta, el
tratamiento médico puede controlar los signos clínicos durante períodos de duración
variable, en algunos casos, durante varios meses. Los síntomas iniciales deben
controlarse simplemente con una suplementación dietética de potasio. Es aconsejable
administrar cualquiera de los productos formulados con gluconato potásico (p.ej. TumilK en UK, Kaminox en España) a la dosis de 2-4 mmol, dos veces al día. Si esta
suplementación no es capaz por sí sola de controlar los síntomas, debemos administrar
espironolactona (“Aldactone”- un antagonista específico de la aldosterona) para
mejorarlos. Se utiliza a dosis de 1-2 mg/kg dos veces al día. Los signos clínicos pueden
controlarse durante varios meses o más, pero generalmente los gatos van respondiendo
cada vez menos al tratamiento a medida que pasa el tiempo.
Diabetes insípida (DI)
La Diabetes insípida (DI) está causada tanto por una secreción/síntesis inadecuada de
vasopresina (hormona antidiurética, ADH) de la hipófisis (DI central), o por la
incapacidad de los túmulos renales de responder a la vasopresina secretada (DI
nefrogénica). Ambas causas pueden ser parciales o totales.
La DI es una enfermedad rara en gatos, con pocos casos descritos. La DI central puede
ser primaria (idiopática o congénita) o secundaria (normalmente por un traumatismo
craneoencefálico o neoplasia hipofisaria). Ambas han sido descritas en gatos. La DI
nefrogénica primaria no se ha descrito en gatos, pero la DI nefrogénica secundaria es
relativamente frecuente provocada por una serie de alteraciones renales y metabólicas
(p.ej. insuficiencia renal, hipercalcemia, hipokalemia, enfermedad hepática,
hipertiroidismo) y también por fármacos.
DI Central
La DI central primaria se presenta en gatitos (alrededor de los 2-6 meses de edad). No
existe predisposición de edad o sexo. El principal síntoma es una severa y contínua
PU/PD, con más de 100 ml/kg/24 horas. La gravedad de la PU/PD dependerá de si la
lesión es parcial o total. Los gatos gravemente enfermos, puede sufrir inapetencia
secundaria – como resultado de la distensión gástrica con los fluidos o debido a que los
esfuerzos se centran en beber y por tanto, descuidan la alimentación. En estos pacientes,
puede haber una cierta pérdida de peso, y debido a la poliuria, también deshidratación.
La aparición de esta enfermedad en gatos de edad avanzada suele indicar causas
secundarias tales como trauma craneoencefálico (la DI observada en estos casos puede
resolverse espontáneamente) o por neoplásica de la hipófisis.
La realización de una buena anamnesis, así como el examen clínico y analíticas servirán
para descartar otras causas de PU/PD (diabetes mellitus, hipertiroidismo,
hiperadrenocorticismo, insuficiencia renal crónica, hipoadrenocorticismo, piometra,
enfermedades hepáticas, etc). La polidipsia psicogénica no ha sido realmente descrita en
gatos, y por tanto, no se incluye en el diferencial. En la DI, la analítica sanguínea suele
ser normal, o simplemente refleja la deshidratación (azotemia prerrenal, hipernatremia,
hematocrito elevado). El urianálisis muestra una hipostenuria persistente o isostenuria,
en función de la gravedad de la DI (densidad urinaria 1.004-1.012).
El diagnóstico de la DI suele realizarse mediante el test de privación de agua, aunque no
debe llevarse a cabo en caso de azotemia previa, debiendo descartar antes otras causas
de PU/PD. Es preferible el test modificado de privación de agua dado que valora si la
vasopresina es liberada en respuesta a la deshidratación.
Inicialmente, el gato se coloca en una jaula sin agua ni comida. Se toman muestras de
sangre y orina, y si es posible, se vacía la vejiga de la orina. Se pesa el gato (con
precisión!) cada 1-2 horas y se controla. El test finaliza cuando el peso corporal
disminuye en un 5% (p.ej. grave deshidratación) o si se produce un deterioro físico o
neurológico debido a la deshidratación, o si las diferentes muestras de orina muestran
una densidad superior al 1.030 .
Si se alcanza un 5% de pérdida de peso, se toma una nueva muestra de orina. Una
densidad urinaria > 1.030 (u osmolalidad > 1000mOsm/l) se considera como una
respuesta renal adecuada, pero si no, en ausencia de otras causas, es sugestivo de DI.
Inmediatamente después del test de privación de agua, se realiza el test de respuesta a la
vasopresina, inyectando DDAVP (desmopresina o 1- desamino-8D arginina vasopresina
vía inhalatoria) para determinar si la DI es central o nefrogénica. La vasopresina acuosa
puede administrarse vía IM (0,5 U/Kg) y la valoración de la concentración urinaria al
cabo de 1-2 horas post-inyección. Si se observa un aumento en la densidad urinaria tras
la administración de vasopresina, es indicativo de una DI central, pero si no es capaz de
concentrar, hay que pensar en una DI nefrogénica. Tras el test, se reintroduce
gradualmente el agua (en pequeñas cantidades). Debido a la presencia de casos en los
que el déficit es parcial y/o a la presencia de hipotonicidad de la médula renal, los
resultados de este test no siempre son fáciles de interpretar.
Algunos clínicos prefieren un test de privación de agua gradual durante la primera fase
del test, restringiendo el agua de 150 ml/kg hasta 70 ml/kg durante los 2-3 días previos a
la privación total de agua. Teóricamente se hace así porque si existe una PU/PD grave,
puede provocar una hipotonicidad de la médula renal y la privación gradual de agua
puede revertir este hecho, permitiendo respuestas adecuadas a la privación total de agua.
El problema es que si existe una importante poliuria obligatoria, debería haber una
deshidratación considerable antes de realizar el test de privación de agua.
Como alternativa, y caso que los resultados del test sean ambiguos o dudosos, se puede
realizar un ensayo terapéutico administrando vasopresina. Se deben descartar
previamente otras patologías (limitando el diagnóstico a DI o polidipsia psicogénica),
administrándose la DDAVP durante 3-5 días, y midiendo la ingesta de agua y la
densidad específica urinaria.
La terapia para la DI puede realizarse mediante reposición de la hormona o la
utilización de diuréticos tipo tiazida, siendo esta última la única opción para los casos
nefrogénicos. La hidroclorotiazida o clorotiazida pueden reducir la PD en un 30-50% en
los casos de DI, al disminuir la reabsorción de agua y sodio a nivel tubular proximal, y
por tanto, reduciendo el volumen de orina que alcanza el túbulo distal. Las dosis de las
tiazidas han de ser ajustadas según cada individuo y controlando que no se produzca
una hipokalemia. Las dosis iniciales son de 1-2 mg/kg de hidroclorotiazida o de 10-20
mg/kg de clorotiazida, ambas administradas dos veces al día.
La DDAVP se puede administrar inyectada, vía gotas conjuntivales u oralmente en
forma de comprimidos, siendo cualquiera de estas formas de administración igualmente
adecuadas para el tratamiento de la DI central parcial o total. La DDAVP suele
administrarse a dosis de 2-5 ug/gato s.c. una o dos veces al día. El aerosol nasal (100
ug/ml) puede ser aplicado como gotas conjuntivales – 1 a 4 gotas, una o dos veces al
día, pero la reacción conjuntival que puede aparecer limitaría esta vía de administración.
La clorpropamida es capaz de potenciar el efecto de la vasopresina en los túbulos
renales – sólo es útil para el tratamiento de la DI central parcial, pero se ha mostrado
efectiva en al menos un gato (40 mg/día). Hay que tener cuidado pues es una
sulfonilurea y podría causar una hipoglucemia así como hepatotoxicidad.
Hipoadrenocorticismo primario
El Hipoadrenocorticismo primario, o enfermedad de Addison, es el resultado de una
producción adrenal insuficiente de mineralocorticoides y glucocorticoides debido a una
destrucción del córtex adrenal. Es una enfermedad rara en gatos, con menos de 20 casos
descritos en la bibliografía. Aunque suele ser una enfermedad idiopática, se ha descrito
un caso tras un trauma abdominal.
Sintomatología
Al igual que su homólogo canino, los signos clínicos no específicos y fluctuantes
predominan en el hipoadrenocorticismo felino. La debilidad y la letargia son muy
comunes. En un estudio con diez casos de hipoadrenocorticismo felino, todos
presentaban letargía y nueve mostraron debilidad (Peterson and others 1989). En
ocasiones, una gran debilidad puede hacernos pensar en ataxia. En diez casos estudiados
por Peterson y otros autores, se abarcaban edades de entre 1.5 y 14 años, con una
mediana de 4 y una media de 5.8. Otros síntomas hallados habitualmente son la
anorexia, pérdida de peso, deshidratación e hipotermia. Los síntomas que se presentan
con una menor frecuencia son los vómitos y la poliuria/polidipsia. No existe una
predisposición sexual aparente, y la mayoría de casos se dieron en gatos domésticos.
El examen físico de los gatos afectados suele mostrar deshidratación, debilidad e
hipotermia. Con menor frecuencia se observa un tiempo de relleno capilar débil,
colapso, bradicardia, y extremidades frías. Radiográficamente se aprecia hipoperfusión
pulmonar y/o microcardia debido a la hipovolemia asociada con el
hipoadrenocorticismo, pero no se observan en todos los casos.
Cambios laboratoriales y diagnóstico
En el hipoadrenocorticismo se observa un gran número de anormalidades laboratoriales,
pero ninguna diagnóstica de la enfermedad. La hiponatremia y la hiperkalemia son las
más típicas, siendo una ratio Na/K inferior a 27:1 considerada muy sospechosa de
hipoadrenocorticismo en gatos. Sin embargo, el grado de hiperkalemia suele ser leve,
mientras que la hiponatremia suele ser leve o moderada. La azotemia, hiperfosfatemia e
hipocloremia son hallazgos típicos. La hipercalcemia es detectada ocasionalmente, pero
no es tan habitual como en los perros (en los que aproximadamente un 30% de los que
padecen hipoadrenocorticismo, presentan hipercalcemia). La linfocitosis puede
aparecer, y existe una escasa capacidad de concentración renal en respuesta a la
azotemia y deshidratación. La hiponatremia imposibilita la capacidad de concentración
renal al disminuir el gradiente osmótico medular, y posiblemente impide la liberación
de vasopresina.
Para confirmar el diagnóstico de hipoadrenocorticismo es necesario realizar un test de
estimulación de ACTH, y además, los niveles endógenos de ACTH pueden estar
marcadamente elevados (10-15 veces por encima de valores normales) en casos de
hipoadrenocorticismo primario.
Unos niveles bajos de cortisol basal con escasa o nula respuesta a la administración de
ACTH exógena son diagnósticos. El tiempo del pico de cortisol en respuesta a la
administración de 0.125 mg de ACTH varía según los diferentes estudios en gatos
sanos, disponiendo de diversos protocolos para la realización de estudios de
estimulación con ACTH. En uno de los estudios, el pico de cortisol se observó a los 6090 minutos post-administración de ACTH (Peterson y Kemppainen 1992), pero en otro
estudio, el 60% de los gatos no alcanzaron el pico hasta 180 minutos tras la
administración de ACTH (Sparkes y otros 1990). Por tanto, un protocolo adecuado
podría ser la determinación de niveles de cortisol antes y a los 60 y 180 minutos tras la
administración intravenosa de ACTH, para maximizar la detección de cualquier pico de
cortisol que pueda producirse. Se observa una falta de respuesta a la ACTH (con niveles
bajos de cortisol basal) tanto en los hipoadrenocorticismos primarios o secundarios, y es
importante revisar qué tratamientos farmacológicos ha podido recibir el animal para
descartar este último.
Las concetraciones de aldosterona pueden determinarse también antes y después de la
inyección de ACTH, y normalmente son bajas y permanecerán bajas en
hipoadrenocorticismos. Los déficits puros únicamente de glucocorticoides en el gato
(hipoadrenocorticismo atípico) no ha sido descrito en gatos, aunque en el
hipoadrenocorticismo secundario, los niveles de aldoserona suelen estar normales.
Tratamiento
La respuesta al tratamiento en el gato es más lenta que en el perro, y la mejoría se
observa al cabo de unos días (3-5 días) (Peterson y otros 1994).
El tratamiento inicial del hipoadrenocorticismo felino requiere de una fluidoterapia
intravenosa agresiva, que sustituya el volumen sanguíneo circulante y corrija los
desequilibrios electrolíticos (p.ej. 0.9% NaCl a un ritmo de 2-3 veces mantenimiento)
además de suplementación con glucocorticoides. Se suele utilizar el succinato sódico de
prednisolona a 4-20 mg/kg IV y es preferible a la dexametasona (0,5-1.0 mg/kg IV)
dado que actúa más rápida.
La base de la terapia de mantenimiento es la sustitución diaria de esteroides,
habitualmente con acetato de fludrocortisona (mineralocorticoide a 0,1 mg, una vez al
día) y dosis fisiológicas de prednisolona (glucocorticoide a 0,2 mg/kg al día).
Hiperadrenocorticismo
Se han descrito más de 50 casos de gatos con hiperadrenocorticismo espontáneo (HAC).
La gran mayoría de gatos (aproximadamente un 85%), al igual que en los perros,
padecen hiperadrenocorticismo hipofisario y el resto presentan tumores adrenales. La
mayoría de casos hipofisarios parecen provenir de microadenomas, mientras que los
tumores adrenales pueden ser tanto benignos como malignos y suelen ser unilaterales.
No parece haber predilección sexual o racial, y la edad media de presentación es 10
años (5-15 años).
Sintomatología clínica
Los signos clínicos más frecuentes en gatos con HAC son PU/PD, polifagia, pérdida de
peso y letargia. La PU/PD se ha descrito en aproximadamente un 90% de los casos, con
polifagia en alrededor de un 70% , y con pérdida de peso en un 30%. La PU/PD suele
ser el resultado de una diabetes mellitus concurrente, pero algunos gatos con HAC y sin
diabetes presentan PU/PD.
En el examen físico, los cambios más habituales son la distensión abdominal (75%),
alopecia y afinamiento de la piel (50-60%), atrofia muscular (40%), pelo de aspecto
pobre, hepatomegalia y piel frágil (30%). Algunos gatos con HAC presentan orejas
plegadas. Los signos radiológicos de hepatomegalia son más frecuentes que los
descritos durante el examen clínico.
Cambios laboratoriales y diagnóstico
Los análisis de rutina no suelen aportar información destacable en los gatos con HAC,
pero la linfopenia es la alteración más detectada (60%). El típico leucograma de estrés
no suele observarse. La hiperglucemia es un hallazgo habitual, con un 80% de los gatos
con HAC presentando diabetes mellitus concurrente, algunos siendo claramente
insulina-resistentes (aunque no todos). Los enzimas hepáticos están elevados en un 50%
de los casos, aunque (pero no siempre) en asociación con diabetes concurrente. Los
gatos no poseen la isoenzima de la fosfatasa alcalina inducida por esteroides.
La radiografía y ecografía muestran adrenomegalía bilateral o unilateral (tumor
adrenal), pero lo adrenomegalia bilateral no se observa en todos los casos de HAC
hipofisario. La calcificación de las glándulas adrenales no es un hallazgo significativo
dado que muchos gatos de edad avanzada pueden presentarla. La tomografía o
resonancia magnética pueden ayudar a la identificación de tumores hipofisarios y/o
adrenomegalia.
La sensibilidad y especificidad de los tests para diagnosticar el HAC felino no han sido
suficientemente investigadas y por ello es difícil establecer unas recomendaciones o
pautas para su interpretación. Estudios retrospectivos indican que el test de estimulación
de ACTH (ver sección anterior) puede tener una sensibilidad del 50-80% en gatos con
cortisol basal elevado y/o una concentración exagerada de cortisol post-ACTH. Al igual
que en los perros, la enfermedad no adrenal pueda dar falsos positivos en el test de
estimulación con ACTH. En gatos, se realiza un test de supresión con dexametasona,
con una dosis de 0,1 mg/kg de dexametasona (DXM) vía bolo IV, pues parece que se
dan más falsos positivos si se utiliza la dosis “estándar” de 0,01 mg/kg en gatos.
Se ha sugerido que aproximadamente un 80% de los gatos con HAC no consiguen
suprimir sus valores de cortisol a las 8 horas a dosis 0,1 mg/kg DXM. Sin embargo, los
casos leves de HAC pueden ser capaces de suprimir en respuesta a esta dosis de DXM y
el test carecería de sensibilidad.
En casos de sospecha o confirmación de HAC, se puede utilizar un test de supresión a
dosis elevada con DXM (1.0 mg/kg). Si es incapaz de mostrar una supresión del 50% a
esta dosis, debemos pensar en un tumor adrenal.
El diagnóstico de un HAC en gatos es más fiable cuando existen evidencias clínicas y
clinicopatológicas, y existe además una respuesta exagerada a la ACTH sin supresión
utilizando 0,1 mg/kg de DXM. La medición de la ACTH exógena es un método más
fiable para diferenciar el HAC adrenal del pituitaria-dependiente, hallándose en la mitad
superior del nivel de referencia, o elevada en casos de enfermedad dependiente de
pituitaria y baja o no detectable en casos de tumores adrenales.
Como en los perros, la medición del ratio cortisol:creatinina en orina puede ser una
prueba útil para descartar HAC (es poco probable que unos resultados normales
indiquen HAC), pero las respuestas a la enfermedad no adrenal hacen de esta medición
una prueba poco adecuada para confirmar un diagnóstico.
Tratamiento
El tratamiento para el HAC en gatos es poco gratificante y muy poco predecible.
Estudios en gatos normales indican que el mitotane y el ketoconazol no son capaces de
suprimir la síntesis de cortisol en el gato. El uso del mitotane en gatos con HAC ha sido
decepcionante en general, a pesar que algunos gatos mostraron una supresión de los
valores de cortisol a la ACTH y mejoraron los signos clínicos con dosis elevadas (4050 mg/kg dividido diariamente). Incluso cuando parece que los gatos responden, puede
pasar un cierto tiempo, y ser sólo una respuesta parcial. Igualmente, las respuestas al
tratamiento con ketoconazol (5-10 mg/kg dos veces/día) han sido parciales y los efectos
secundarios son frecuentes.
El metirapone inhibe la síntesis de cortisol y se utiliza para tratar gatos. Como con los
fármacos anteriores, la respuesta ha sido en general escasa y en el mejor de los casos,
parcial a dosis de 65 mg/kg 2-3 veces al día, describiéndose toxicidad. El trilostano (un
inhibidor de la 3 beta-hidroxiesteroide dehidrogenasa que reduce la síntesis de cortisol,
aldosterona y andrógenos adrenales) está siendo utilizado para tratar HAC en perros, y
se ha utilizado con éxito en un pequeño número de casos felinos (Neiger et al 2004;
Skelly et al 2004).
La irradiación con cobalto de las masas hipofisartias se utiliza, pero su escasa
disponibilidad limita su uso como tratamiento.
La adrenalectomía unilateral o bilateral han sido utilizadas como formas de tratamiento
en muchos casos de HAC felino, aunque no deben considerarse a la ligera dado que
existe una elevada tasa de mortalidad perioperativa. Aunque si se realiza con mucha
precaución, puede ser una opción eficaz para tratar los casos de HAC pituitario y
adrenal.
Además del período perioperativo, los gatos sometidos a adrenalectomías bilaterales
necesitan tratamiento a largo plazo para el hipoadrenocorticismo. Un buen manejo de la
HAC tiene como resultado la resolución de la diabetes concurrente en hasta un 50% de
los casos.
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