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Capítulo Criminológico Vol. 31, Nº 3, Julio -Septiembre 2003, 27-70
ISSN: 0798-9598
LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN Y LAS
INVESTIGACIONES PENALES EN VENEZUELA*
Ricardo Colmenares Olívar**
*
Trabajo presentado en el Curso Especializado sobre “Libertad de Expresión y Sistema
Interamericano de Derechos Humanos”, coauspiciado por el Instituto Interamericano de Derechos
Humanos (IIDH), Tribunal Supremo de Justicia y Centro de Derechos Humanos de la Universidad
Católica Andrés Bello. Caracas: Diciembre 2000 a octubre de 2001.
** Juez Titular de la Corte de Apelaciones del Estado Zulia. Profesor Titular e Investigador PPI Nivel
I de La Universidad del Zulia (L.U.Z.). Doctor en Derecho (L.U.Z., 1998); Magíster en Ciencias
Penales y Criminológicas (L.U.Z. 1992), Especialista en Derechos Humanos (Instituto
Interamericano de Derechos Humanos (Costa Rica, 1993); Especialista en Paz y Resolución de
Conflictos por la Universidad de Uppsala (Suecia, 2000).
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
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RESUMEN
El Derecho de Información, como parte esencial de la Libertad
de Expresión reconocido en el artículo 58 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela, se encuentra íntimamente vinculado con otros derechos y garantías que son inherentes
al ser humano, también establecidos en el Texto Constitucional,
en razón a la restricción de los derechos de terceros. En ocasiones, este derecho se encuentra limitado por disposiciones del
Código Orgánico Procesal Penal relativas a la obligación de reserva de actas de los funcionarios policiales. Por tal motivo, la
finalidad de este trabajo es dar a conocer la doctrina y jurisprudencia internacionales sobre libertad de información y su función dentro de las investigaciones penales, que puedan ser compatibles con el contenido 13 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.
Palabras clave: Libertad de expresión, derecho de información, investigaciones penales, resposabilidad ulterior, reserva de actas.
LIBERTY OF INFORMATION AND PENAL INVESTIGATION
IN VENEZUELA
ABSTRACT
The right to information, as an esencial part of freedom of
speech in Article 58 of the Bolivarian Republic of Venezuela
Constitution is intimately related with other rights and guarantees that are inherent to human beings, and are also established
in the constitutional text in relation to the restriction of third
party rights. On occasions, these rights are limited by dispositions in the organic penal process code related to the obligation
to reserve or restrict acts of police functionaries. For this reason,
the purpose of this paper is to make public the international doctrine and jurisprudence on liberty of information and its function
Recibido: 28-05-2003 • Aceptado: 28-07-2003
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in penal investigations which could be compatible with the contents of Article 13 in the American Convention on Human Rights.
Key words: Liberty of expression, the right to information, penal
investigation, ulterior responsibility, reservation of
documents (acts).
INTRODUCCIÓN
El artículo 57 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (C.R.B.V.) 1, consagró el derecho a la libertad de expresión o libre expresión
del pensamiento, distinguiéndolo del derecho a la información (artículo 58).
Este derecho ha sido reconocido en los principales tratados internacionales de
derechos humanos 2, y está íntimamente relacionado con otros derechos y garantías que son inherentes al ser humano consagrados en el texto constitucional,
en razón a la restricción de los derechos de terceros, como lo son: el derecho
del detenido al respeto de su dignidad humana, el derecho a la presunción de
inocencia, y el derecho a la protección del honor y la intimidad, entre otros. Estos derechos fundamentales fueron también recogidos a favor del imputado en
el Código Orgánico Procesal Penal (COPP) 3, en sus artículos 1, 8, 9 y 10, estableciendo para éste el derecho a no ser sometido a tratos crueles, inhumanos o
degradantes de su dignidad humana4 .
1
2
3
Publicada en Gaceta Oficial No. 36.860, de fecha 30 de Diciembre de 1999. Sin embargo, la publicación final de la Constitución Nacional corresponde a Marzo de 2000, en
Gaceta Oficial No. 5.453.
Véase: Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948); el artículo 4 de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre (1948); artículo
19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas; el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; artículo 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos y en el artículo 9 de la Carta Africana de Derechos
Humanos (Diego Rodríguez Pinzón, Claudia Martín y Tomás Ojea Quintana.“La Dimensión Internacional de los Derechos Humanos”. Washington D.C. Banco Interamericano
de Desarrollo /American University, 1999: p. 287).
Fue sancionado por el Congreso el 30 de diciembre de 1997 y publicado en Gaceta Oficial No. 5.208 Extraordinario, del 23 de enero de 1998. Entró en vigencia el 1º de julio
de 1999. Su última reforma fue el 14 de noviembre de 2001, según Gaceta Oficial No.
5.558.
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Por otra parte, en aras a resguardar estos derechos durante el proceso criminal, los funcionarios adscritos a los órganos de policía de investigaciones penales están subordinados al Ministerio Público 5, cuya obligación primordial es
la de practicar las actuaciones tendientes a determinar los hechos punibles y a
la identificación de sus autores y partícipes 6. Entre las prohibiciones expresas
que se le imponen al ejercicio de sus funciones está la de no dar información a
terceros -incluyendo los medios de comunicación-, acerca de las diligencias
que practiquen ni de sus resultados, conforme lo ordena el artículo 115 del referido código adjetivo, so pena de incurrir en falta grave, que les puede acarrear
sanciones disciplinarias, incluso su destitución. De igual modo, el artículo 304
del COPP establece la obligación de la reserva de actas.
A pesar de estas exigencias, podríamos aseverar como hecho cierto que
diariamente los medios de comunicación social, ya sean impresos o televisivos,
transmiten informaciones sobre hechos delictivos que acontecen dentro del territorio venezolano, en los cuales los funcionarios policiales suministran los datos personales y demás características físicas de los presuntos implicados, exhibiéndolos ante las cámaras y creando muchas veces falsos supuestos sobre lo
acontecido, con la subsiguiente información sobre su participación directa o indirecta en tales hechos.
Pareciera entonces que esta actitud de los funcionarios de investigación
-en connivencia con algunos operadores de medios-, pudiera menoscabar los
derechos al honor, reputación, intimidad, presunción de inocencia de las personas involucradas en un hecho delictivo, pues hasta que no exista un proceso
oral y público en el cual se determine la responsabilidad de un sujeto y se le imponga una sanción, no podría darse ninguna declaración sobre la identidad de
los presuntos implicados a los medios de comunicación. Tal como lo señaló el
Informe de 1999 de PROVEA, “… la tensión entre el derecho a la información, la libertad de expresión y los derechos a la honra y reputación, no cuentan con mecanismos judiciales expeditos que garanticen la justicia oportuna y
la resolución de las diferencias entre los diversos sujetos sociales” 7.
4
5
6
7
Artículo 125, ordinal 10 del COPP.
Artículo 111 del COPP.
Artículo 110 del COPP.
Véase: Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (PROVEA).
“Situación de los Derechos Humanos en Venezuela” . INFORME ANUAL Octubre
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Es por ello que este trabajo tiene como finalidad primordial analizar e interpretar las disposiciones del código penal adjetivo relativas a la obligación de
reserva de actas de los funcionarios policiales, a la luz de la doctrina y jurisprudencia internacionales en materia sobre libertad de información, para que puedan ser compatibles con el contenido del artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el cual consagra el derecho que tiene toda la sociedad a recibir información, y así mismo realizar propuestas a nivel legislativo
que puedan garantizar el derecho de informar dentro del nuevo proceso acusatorio venezolano.
1. NORMAS SUPRAESTATALES PROTECTIVAS DEL DERECHO
A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
La Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (O.N.U.),
contiene en su artículo 19 una previsión expresa del derecho fundamental in
commento, al asegurar a todo individuo “…la libertad de opinión y de expresión...”, incluyendo el correspondiente a no ser molestado a causa de sus opiniones y el de acceder, recibir y difundir información por lo que el instrumento
denomina “cualquier medio de expresión”.
Aún cuando ciertamente el citado dispositivo nada establece de manera
expresa en materia de responsabilidad por el ejercicio del derecho que consagra, a nuestro juicio, un análisis concordado de las normas contenidas en los artículos 10 y 11, ordinal 1ro. de la misma declaración8 , tiene implicada no sólo
la constatación del principio de integración de los derechos fundamentales en
tanto que dirigidos a una misma calidad de sujetos, sino la objetiva limitación
que su ejercicio comporta con vistas a su armonización, sin duda con sentido
restrictivo, el cual se desprende claramente de la disposición contenida en el
numeral segundo de su artículo 29, fundada en “…las limitaciones establecidas
8
1999/Septiembre 2000. Caracas, Edisil Impresos, 2000: p. 85-94.
Dichos derechos son, respectivamente, los siguientes: el derecho a ser oído por tribunal
justo e imparcial en “…el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal”,
y la presunción de inocencia hasta la prueba de su culpabilidad, “conforme a la Ley y en
juicio público en el que se hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa”.
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por la Ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática”.
Así, esta armonización de sentido restrictivo fundada en el reconocimiento y el respeto del derecho de terceros, aparece como la constante moduladora,
como la ratio, a la cual responde la incorporación positiva del principio de responsabilidad, expresamente dispuesto en la norma constitucional analizada ut
supra. De allí que la interacción de derechos aparentemente contrapuestos en
sus efectos, verbigracia, libertad de expresión del pensamiento y difusión de información versus derecho a la intimidad e integridad moral; o entre aquel y la
presunción de inocencia, coexisten sin mutuo perjuicio sólo cuando de entrada
se asume digerido el referido paradigma armonizador y, por el contrario, genera
causa legítima de responsabilidad cuando, concurrentes determinadas circunstancias, el mismo es desconocido.
Por su parte, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, aprobada en la IX Conferencia Internacional Americana del año 1948
y bajo el título de “Derecho a la Libertad de investigación, opinión, expresión y
difusión”, consagra el derecho fundamental bajo estudio en su artículo IV de
acuerdo con los siguientes términos: “Toda persona tiene el derecho a la libertad de investigación, de opinión y de expresión y de difusión del pensamiento
por cualquier medio”. A renglón seguido, el artículo V del mismo instrumento
establece: “Toda persona tiene derecho a la protección de la Ley contra los
ataques abusivos a su honra, a su reputación y a su vida privada y familiar”.
Ahora bien, importa no pasar inadvertida en este punto la calificación de “abusivos” que esta norma adminicula a la acción de ataque a la honra, ello por representar un elemento que se adiciona a las condiciones que concurren, como
se expondrá posterior y oportunamente, en la base misma de su planteamiento.
De igual forma, esta misma Declaración Americana en su artículo XXVI
dispone, junto con la presunción de inocencia hasta la prueba de su culpabilidad mediante proceso regular, el derecho de toda persona acusada de delito a
ser oída en forma imparcial y pública y de no ser juzgada por tribunales “ad
hoc”. Es de hacer notar que el estadio de circunstancias al que se refiere el supuesto de hecho de la norma comentada, es el de mera acusación, luego se halla
excluido el establecimiento probado de culpabilidad. En un sentido, suple hasta
esta última la presunción de inocencia, pero ¿qué sucede con el derecho a la
honra, a la intimidad y a la vida privada, cuando por virtud del ejercicio de la li-
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bertad de expresión, tales atributos del patrimonio moral de la persona sufren
perjuicio por causa del ejercicio de la libertad de expresión y difusión de información, sin haber sido probadamente establecida la culpabilidad?
De momento baste constatar una vez más, y a reserva de volver sobre dicha cuestión, la existencia del aludido principio de armonización con sentido
restrictivo de derechos aparentemente contrapuestos, que al igual que en el anterior instrumento internacional, es decir, la Declaración Universal, se encuentra en éste fundado en la limitación derivada del “…derecho de los demás, por
la seguridad de todos y por las justas exigencias del bienestar general y del desenvolvimiento democrático”. Valgan aquí, por tanto, las consideraciones sobre
la interacción de derechos fundamentales aparentemente contrapuestos en sus
efectos, entonces efectuadas.
En cuanto respecta al Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos , huelga indicar que en dicho instrumento existe previsión expresa en torno al derecho a la libertad de expresión, de pensamiento, así como del derecho
a buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, con protección
extendida a medios cualesquiera utilizados para su ejercicio, todos con rango de
derecho fundamental.
9
1.1. La convención americana sobre derechos humanos
El artículo 13 de la Convención Americana consagra el derecho a la Libertad de Pensamiento y de Expresión en los siguientes términos: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho
comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de
toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en
forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”.
9
Artículo 19: 1. Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones. 2. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea
oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento
de su elección. 3. El ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo entraña
deberes y responsabilidades especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones, que deberán, sin embargo, estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para: a) asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás; b) La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o moral públicas”.
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Además se consagra que el ejercicio de tal derecho no puede estar sujeto a previa censura sino a “responsabilidades ulteriores”, las que deben estar expresamente fijadas por la ley, a los fines de asegurar el respeto a los derechos o a la
reputación de los demás, por una parte, y la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas, por la otra.
Por lo tanto, existe una notable diferencia frente a otros instrumentos internacionales que anteceden, y es el establecimiento expreso -tanto en el Pacto
como en la Convención- de la responsabilidad personal en el ejercicio de tal derecho, que con la finalidad de asegurar su eficacia y no limitarlo indebidamente,
se excluye la posibilidad de censura previa, directa o indirecta a su ejercicio,
pero al tiempo lo vincula con un régimen de responsabilidad ulterior de acuerdo
con los términos de la ley (nacional), con el objeto de asegurar el respeto a los
derechos y a la reputación de los demás (límite que hemos denominado principio
de armonización). Adicionalmente, en el caso del Pacto de San José, tal derecho
se halla adminiculado con el dispuesto en su artículo 14 referido al derecho de
Rectificación o Respuesta, reconocido a “toda persona agraviada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general ...” (resaltado nuestro).
Es menester detenernos en este punto. Advertimos al momento de referir la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, sobre un elemento que esta legislación internacional incorporaba en materia de defensa de la
honra, la reputación, la vida privada y familiar, cual era el derecho del afectado a
obtener de la ley la protección de su patrimonio moral frente a lo que el citado
instrumento denominaba “ataques abusivos”, producto del ejercicio de la libertad
de expresión. Ahora bien, en el desarrollo de esta idéntica protección que también dispone la comentada Convención Americana, se amplía el panorama de defensa de la víctima del abuso hasta lo que este instrumento denomina “injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia así como ataques ilegales a su honra y reputación”
(numeral 2, artículo 11), otorgándole a la víctima expresa protección de la Ley en
tales casos (numeral 3, artículo 4).
La advertencia acerca de la importancia de tales supuestos que exceden la
mera declaración del principio de responsabilidad aneja a la libertad de expresión
y difusión de información, radica en que la calificación de “ataque abusivo”, “injerencia arbitraria” o “ataque ilegal” contra la pública integridad moral de la víc-
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tima del abuso de dicho derecho fundamental, como supuestos calificados generadores de responsabilidad en contra del agraviante, prefigura el quid mismo
del presente esfuerzo, orientado a avecinarse a la objetiva relación entre derechos
fundamentales que en su actuación pudiesen llegar a contraponerse, ya no de una
forma aparente sino real en sus efectos.
1.1.1. La restricción por el respeto a los derechos o a la reputación
de los demás
El respeto a los derechos a la vida privada o intimidad, la de su familia, la
del domicilio y su correspondencia, o a la integridad moral (honra y reputación)
de los demás, entendidos como derechos humanos 10, es la primera circunstancia
que, en principio, autoriza a restringir la libertad de expresión y de información, a menos que los mismos constituyan delito o que de alguna manera tengan trascendencia pública. Ahora bien, siguiendo la doctrina patria autorizada,
del ejercicio de la libertad de información sobre los anteriores supuestos, surgen a su vez otras hipótesis, a saber:
a) Si quien ejerce el derecho a buscar información de interés público la
solicita a un tercero, había que distinguir si se trata de un particular o de una
autoridad pública (funcionario policial, juez, fiscal, etc.). En el primero de los
casos, el particular no está en la obligación de suministrar la información, si
éste no desea ser molestado en su fuero íntimo. Por el contrario, el funcionario
público tiene el deber de informar dentro de los límites de sus funciones11 .
b) El segundo supuesto se refiere a la distinción entre figuras públicas, es
decir, aquellas que desempeñan una función relevante en el mundo de la política, la administración pública, las artes, el deporte, etc., y aquellas personas que
ocupan una posición menos relevante dentro de la sociedad. La doctrina sostiene que los primeros no pueden reclamar el mismo derecho a la vida privada que
los segundos, pues la forma como la conducen incide o puede incidir directamente sobre la pulcritud de su gestión pública. En estos casos, “... el derecho a
la vida privada sólo podrá prevalecer frente a la libertad de expresión en aque10 Véanse: Artículo 11, n. 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; artículo 17, n. 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos..
11 Héctor Faúndez Ledesma. “Los límites de la Libertad de Expresión”. En la XXV Jornadas “J. M. Domínguez Escovar” sobre Los Derechos Humanos y la Agenda del Tercer
Milenio. Barquisimeto, 06 al 09 de enero de 2000: p. 427-428.
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llos casos en que no esté involucrada una figura pública, o en aquellas situaciones en que -incluso tratándose de una figura pública- la información en
cuestión sea irrelevante desde el punto de vista del interés colectivo” 12.
Por otra parte, la reputación de las personas y la protección de su honor
constituyen también otros supuestos de interés para el tema abordado, en cuanto se vinculan con las críticas a quienes ejercen algún cargo público, y que pudieran constituir afirmaciones “difamatorias”. En el caso “New York Times Vs.
Sullivan”, la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos resaltó el poder
de censura que tiene el pueblo sobre el gobierno y señaló que “la crítica de la
conducta oficial no pierde su protección constitucional simplemente porque sea
una crítica efectiva y, en consecuencia, disminuya la reputación de sus oficiales” 13.
Otra emblemática jurisprudencia internacional que trata del equilibrio entre la libertad de expresión, el respeto de la vida privada y de la reputación y la
“opinión pública” lo constituye el caso “Lingens Vs. Austria”14, en el cual el
periodista Lingens lanzó fuertes críticas en contra del ex Canciller y Presidente
del Partido Socialista Austriaco Bruno Kreisky, a través de dos artículos publicados en la revista vienesa Profil, y que fueron consideradas inicialmente como
hechos “difamatorios” que atentaban contra la reputación de Kreisky. También
se trató de un caso de emisión de juicios de valor en el cual la Corte Europea de
Derechos Humanos decidió, sobre la base de los derechos a la libertad de expresión, de opinión y de información consagrados en el artículo 10 de la Convención Europea, que la prensa “... le incumbe publicar informaciones e ideas
sobre las cuestiones que se discuten en el terreno político y en otros sectores de
interés público”, pues la comunidad tiene derecho a recibirlas. Más adelante, la
Corte sostuvo lo siguiente:
“...el Tribunal recuerda que la libertad de expresión, consagrada por el apartado 1 del artículo 10, es uno de los principales fundamentos de una sociedad democrática y una de las
12 Héctor Faúndez Ledesma. “Los límites de la Libertad de Expresión”. Ob. Cit., 2000: p.
430.
13 Caso “New York Times vs. Sullivan”, Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos,
1964.
14 Corte Europea de Derechos Humanos. Caso Peter M. Lingens Vs. Austria, No.
12/1984/84/131, del 08-07-1986.
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condiciones más importantes para su progreso y el desarrollo
individual... no se aplica solamente a las “informaciones” o
“ideas” que se reciben favorablemente o se consideran inocuas o indiferentes, sino también a las que ofenden, hieren o
molestan. Así lo exige el pluralismo, la tolerancia y la mentalidad amplia, sin los cuales no hay “sociedad democrática”.
De lo expuesto, conviene subrayar que desde la perspectiva de la norma
supraestatal, que por su vinculación a través de los mecanismos de incorporación interactúa incluso hasta en posición de preeminencia con la norma constitucional15, pareciera ajustado a su recta inteligencia la directa conexión entre la
subsunción de la conducta dañosa de la integridad moral pública del agraviado,
causada por un agente al que le es legítimamente reconocida la plenitud del derecho a expresarse y difundir información, en supuestos cuya calificación preestablece la propia norma, vale decir, “abusividad” e “ilegalidad” del ataque,
arbitrariedad de la injerencia contra la honra del agraviado, por una parte y, por
la otra, la personal responsabilidad del agraviante por virtud de lo abusivo e ilegal de su ataque.
La ecuación, por tanto, entre libertad de expresión y responsabilidad personal por su ejercicio, equilibrada in abstracto por lo que hemos denominado
principio de armonización, tiende a restablecerse -una vez rota por acción de
las predichas conductas típicas y calificadas, naturalmente valoradas en juicio
regular y con las garantías de Ley-, con el establecimiento de responsabilidad
en contra del agraviante. Obviamente, el análisis ahora debe enfocarse hacia el
establecimiento de los parámetros -de acuerdo con criterios jurisprudenciales
internacionales-, que pudieran convertir a una conducta potencialmente dañosa
de la integridad moral pública del agraviado en un supuesto subsumible en las
predichas calificaciones y, por tanto, generadores de responsabilidad personal,
dentro de los límites que al efecto indica el numeral 2do, del artículo 14 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos16.
15 Véase: Artículo 23 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
16 Artículo 14, ordinal 2º CADH: “Toda persona afectada por informaciones inexactas o
agraviantes emitidas en su perjuicio a través de los medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general, tiene derecho a efectuar por el mismo
órgano de difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que establezca la Ley
… numeral ordinal: En ningún caso la rectificación o la respuesta eximirán de otras responsabilidades legales en que se hubiese incurrido”.
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2. LIBERTAD DE EXPRESIÓN DEL PENSAMIENTO EN
VENEZUELA: ALCANCE Y LÍMITES
La nueva Constitución de Venezuela estableció en su artículo 2 un modelo de Estado democrático y social de Derecho y Justicia, garantista de los valores superiores de su ordenamiento jurídico, la libertad, la igualdad y la preeminencia de los derechos humanos, entre otros. Por su parte, el artículo 3 del mismo texto constitucional reafirma el principio de que el Estado tiene como fin
esencial la defensa y desarrollo de la libertad y dignidad humana. De igual
modo reconoció en su artículo 23 la jerarquía constitucional de los instrumentos internacionales de derechos humanos y su preeminencia sobre el orden interno 17. El respeto a la libertad y a la dignidad humana viene a constituir el fundamento ético de las normas internacionales de derechos humanos 18 que, como
corpus iuris, se erigen como un derecho complementario al derecho interno de
los Estados que han ratificado tales convenios y que los obliga a respetarlos.
En este contexto ideológico, El acápite del artículo 57 de la Constitución
de Venezuela de 1999 consagró la libertad de expresión en los siguientes términos:
“Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas y opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para
ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que
pueda establecerse censura. Quien haga uso de este derecho
asume plena responsabilidad por todo lo expresado. No se
permite el anonimato, ni la propaganda de guerra, ni los men-
17 Artículo 23: “Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos suscritos
y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a
las establecidas por esta Constitución y la ley de la República, y son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del poder Público”.
18 José F. Martínez Rincones. “Proceso Penal y la persona humana”. En Anuario No. 1 de
la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad de los Andes. Mérida
1990-1991: p. 170.
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sajes discriminatorios ni los que promueven la intolerancia
religiosa”.
Expuesto así, la libertad de expresión es el derecho que tiene toda persona
de expresar libremente sus ideas y opiniones, a través de cualquier medio de
comunicación o difusión, sin censura previa y supeditado solamente al régimen
de responsabilidad ulterior, con el fin de asegurar el respeto a los derechos o a
la reputación de terceros. Asimismo, la libertad de expresión está integrada por
otros derechos, como son: a) la libertad de pensamiento; b) la libertad de información; c) la libertad de difundir información e ideas y, d) la libertad de recibir
información 19.
Al igual que el artículo 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y el párrafo 5 del artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la nueva Constitución venezolana estableció limitaciones absolutas a este derecho, como lo son: la propaganda a favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso, prohibiendo además el anonimato, los
mensajes discriminatorios y la intolerancia religiosa. Sin embargo, no estableció
restricciones al ejercicio de la libertad de expresión, como si lo hacen el artículo
19 del Pacto Internacional y el artículo 13 de la Convención Americana. Dichas
restricciones, las cuales deberán estar expresamente fijadas por la ley, sólo serán
necesarias para: a) asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás y b), la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la
moral públicas. Por su parte, el párrafo 2 del artículo 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos amplía las condiciones o restricciones al ejercicio de
la libertad de expresión, siempre que sean “... medidas necesarias, en una sociedad democrática”, disponiendo como tales las siguientes: la seguridad nacional,
la integridad territorial o la seguridad pública, la defensa de orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, la protección de la fama o
de los derechos de otro, para impedir la divulgación de informaciones confidenciales, o para garantizar la autoridad y la imparcialidad del poder judicial. De manera pues, que siendo las dos primeras normas de rango constitucional que prevalecen en el ordenamiento interno, conforme al mandato constitucional consagrado en el artículo 23, las mismas deben utilizarse como herramientas de interpretación al momento de analizar casos concretos. Lo que si debe estar claro es que,
19 Héctor Faúndez Ledezma. “Los Límites de la Libertad de Expresión”. Ob. Cit., 2000: p.
394.
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aún cuando las restricciones a la libertad de información son meramente facultativas, la Corte Interamericana ha sostenido que las mismas deben estar expresamente fijadas por la ley, “... y solamente para lograr los fines que la propia
Convención señala” 20.
Igualmente, haciendo una exégesis aproximada de la transcrita disposición, permite ab initio diseccionar elementos atinentes a la esencia de este instituto constitucional, a saber:
a) El reconocimiento y positiva declaración por parte de la legislación
constitucional de la consecuencia más próxima a la sustancial condición racional de ser humano (expresar aquello pensado precisamente por ser racional),
causa de su inescindible dignidad, por cuya constatación resulta directamente
explicable la proscripción expresa de censura previa al ejercicio de este derecho.
b) La adminiculación, con igual rango, del principio de responsabilidad
personal (como personal es su ejercicio) frente a terceros, sujetos pasivos no
sólo de la actuación individual del derecho sino del contenido que por su ejercicio se expresa; principio que se encuentra ratificado en la prohibición del anonimato. De acuerdo al criterio sostenido recientemente por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, la responsabilidad plena a que se contrae
esta norma “…puede ser civil, penal, disciplinaria o de cualquier otra índole” 21.
c) Con atención a valores implícitamente custodiados, jerarquizados por
la norma como superiores al individual e inherentes al orden público, seguridad
del estado y a la convivencia y paz sociales, la expresa exclusión del ámbito de
ejercicio de este derecho fundamental, perfeccionado por definición ante terceros actuales o potenciales, así como de la protección que su establecimiento garantiza, de tópicos (discriminación, incitación a la violencia, intolerancia religiosa) cuyo tratamiento, ética del pensamiento aparte, ha de no trascender la esfera subjetiva personal.
20 Corte Interamericana de Derechos Humanos. “La colegiación obligatoria de periodistas
(Artículos 13 y 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos)”. Opinión
Consultiva OC-5/85, del 13 de noviembre de 1985. Párrafo 37.
21 Véase: Sentencia del 27 de abril del 2001, Caso Francisco Segundo Cabrera Bastardo
contra Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, con ponencia del Magistrado Jesús E. Cabrera.
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d) Con vistas a salvaguardar la integridad de este derecho atendiendo a su
insita proyección social, la norma extiende su protección hasta cualquier medio
de comunicación y difusión utilizado para su ejercicio, respecto de los cuales
una recta inteligencia de la misma posibilita entender como dispuesta una verdadera carga-deber bajo la figura de prohibición constitucional expresa de censura.
Así dispuesta, la plataforma constitucional que sirve de asiento al derecho
fundamental de libertad de expresión del pensamiento puede, a su vez, ser vista
desde y hacia la perspectiva de la normativa internacional en la materia, vinculante en sus efectos por virtud de los distintos medios de incorporación, así como
forzosamente estructurada con otros derechos atinentes, unos, a la regulación
constitucional del hecho comunicacional (consecuencia directa de la expresión
del pensamiento) desde la perspectiva de la libertad de recibir información, tales
como el derecho a información oportuna, veraz e imparcial; el derecho a réplica
y rectificación, y el derecho de todo niño o adolescente a recibir “información
adecuada para su desarrollo integral”, previstos todos en el artículo 58 de la
C.R.B.V., y otros, al desarrollo del principio de responsabilidad personal frente a
terceros, en el ejercicio del derecho fundamental comentado, estatuido -como
quedó expuesto- en la propia norma que garantiza la libertad de expresión de
pensamiento, tales como el derecho a la protección de la honra (más que del honor) y a la intimidad (Art. 60) y el derecho a la presunción de inocencia (ordinal
2 del artículo 49) que, a su vez, conecta con el derecho de toda persona a su integridad moral personal (Art. 46). Así pues resulta propio analizar ambas direcciones.
2.1. El derecho a la libertad de información
La ciudadanía en general tiene el derecho constitucional a estar bien informada y esto es imprescindible a la sana opinión pública. Y es que el derecho
a la libertad de información que tienen los ciudadanos se identifica con la búsqueda de la verdad misma de los acontecimientos. Por ello, la libertad a la información, como parte de la libertad de expresión, fue reconocida de manera
expresa en el artículo 58 del texto de la vigente Constitución y viene a ser el de-
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
43
recho que tiene toda persona de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas
de toda índole, sin ningún tipo de censura o restricción previa; además, su alcance va más allá de la esfera intrapersonal del sujeto informado, pues es un
derecho colectivo que permite conocer, tal como lo afirmó la Corte Interamericana de Derechos Humanos, “…la expresión del pensamiento ajeno” 22.
En su dimensión social, el derecho a la información constituye un medio
para el intercambio de ideas dentro de una sociedad democrática con el fin de
alcanzar la verdad de los hechos que se informan23. De manera que este derecho se vincula con el derecho que tiene toda persona de acceder a documentos
de “cualquier naturaleza”, incluidas por ende, las averiguaciones penales, “...
que contengan información cuyo conocimiento sea de interés para comunidades o grupos de personas”, tal como lo consagra el artículo 28 del texto constitucional.
En este último sentido, la jurisprudencia extranjera ha sentado criterios
claros y precisos en los cuales la libertad de expresión y de información no pueden ser sometidos a restricciones de ninguna naturaleza, menos aún a responsabilidades ulteriores cuando se trate de juicios de valor, opiniones o críticas de
“interés público”. Así tenemos el caso de “M. Castells Vs. España”, senador español quien había sido condenado por los tribunales españoles por emitir fuertes críticas contra el gobierno español sobre asuntos de interés público en un
semanario local, y que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró que
no era admisible sanción alguna, pues se trataba de un representante elegido
que fue intérprete de las opiniones e inquietudes de sus electores. Por lo tanto,
el Tribunal consideró que se había violentado el derecho a la libertad de expresión consagrado en el artículo 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos24.
Así pues, excluiremos por innecesaria su reiteración, pero en cambio sí
nos detendremos, entre otros, en el contenido del derecho a información “opor22 Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Colegiación obligatoria de Periodistas
(Artículos 13 y 19 de la CADH). Opinión Consultiva OC-5/85, del 13 de noviembre de
1985. Párrafo 30.
23 Véase: Héctor Faúndez Ledezma. “Los Límites de la Libertad de Expresión”. Ob. Cit.,
2000: p. 394.
24 Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Caso Miguel Castells Vs. España, sentencia
del 23-04-1992.
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tuna, veraz e imparcial”, al que se contrae parte del dispositivo contenido en el
artículo 58 de la vigente Carta Fundamental.
2.1.1. Análisis del significado del término “Información oportuna,
veraz e imparcial, sin censura”
Desde la perspectiva del contradictorio, la adjetivación del derecho a información como oportuna, veraz e imparcial25, dejó paso sin duda a una inmensa zona gris marcada por preguntas como: ¿oportuna para quién?, ¿veraz e
imparcial a favor de quién?, cuestiones estas que explican, a nuestro juicio,
buena parte de la polémica, no exenta de acritud, que se generó por no poco
tiempo sobre este particular. Y es que, en efecto, el baremo para medir su objetiva implementación dista, en afirmación que nutre la empírica, de ser un fiel
reflejo de lo que pudiera ser la expresa teleología de la norma. Sin embargo,
compelidos como estamos a la rigurosidad formal, a nuestro juicio puede ser
sostenible de entrada, que la adjetivación del derecho a la información según
los términos que anteceden pudieran encontrar al menos justificación en la previsión del constituyente de coadyuvar en el mantenimiento de un nivel ético
cierto en el ejercicio de este derecho fundamental, toda vez que la responsabilidad ulterior procede una vez afectada la integridad moral pública del agraviado
a consecuencia de la difusión de informaciones inexactas o agraviantes en su
contra (Art. 58 C.R.B.V.), supuestos a los que a su vez se contrae -nada casualmente- la norma contenida en el artículo 14 de la ya citada Convención Americana sobre Derechos Humanos. Tal razón parece desprenderse de la Exposición
de Motivos del Texto Fundamental, la cual en el Capítulo III, referente a los
Derechos Civiles se dispone textualmente lo siguiente:
“… Así mismo, se reconoce el derecho a una información veraz, oportuna, imparcial y sin censura. Esta regulación responde a la necesidad de elevar a rango constitucional, los pa-
25 El contenido de esta norma constitucional fue fuertemente criticada en el Informe del
Año 1999 de la Relatoría para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (O.E.A.), expresando
que el concepto de información veraz “representó el mayor retroceso para la libertad de
expresión e información en el hemisferio” Véase: Santiago Cantón. “Informe de la Relatoría para la Libertad de Expresión”. CIDH-OEA, 1999. Tomado de http:
//www.oas.org/cidh/relatoria/spanish/informeanual/infanre199/indice.htm).
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
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rámetros éticos indispensables para el ejercicio del derecho a
la información, con el objeto de que los medios de comunicación como parte de su actividad y de la responsabilidad que
ella genera, establezcan mecanismos de autoevaluación informativa a los que tenga acceso toda persona natural o jurídica,
pública o privada, que se considere perjudicada por informaciones emitidas por los medios de comunicación y que tengan
relación con ella, a fin de que se revise la veracidad y la oportunidad de la información. El derecho a la información veraz,
oportuna imparcial y sin censura, acogiendo una tendencia
presente en el derecho comparado, versa sobre hechos que
constituyan información y que sean transmitidas por los medios de comunicación, no sobre opiniones o juicios de valor
que los medios de comunicación o periodistas ofrezcan sobre
tales hechos”.
En la sentencia No. 1013 de fecha 12 de junio de 2001, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia expresó que el derecho a la libertad de
información estaba dirigido “... en beneficio de los ciudadanos, constituido por
el derecho de ser informados de manera oportuna, veraz e imparcial y sin censura, por los medios de comunicación”, es decir, que nace para los ciudadanos
en virtud de una información proveniente de un medio comunicacional 26. Si
bien la decisión comentada ratificó que la libertad de expresión es irrestricta y
que su emisión no puede ser censurada previamente, sin embargo afirmó que la
posibilidad de acudir a los medios de comunicación para expresarse no era un
derecho irrestricto, pues existían limitaciones de tiempo, oportunidad y espacio
que los dueños de tales medios imponían. Igualmente, teniendo en cuenta la naturaleza, objeto y carácter de la investigación criminal previa a la instauración
del juicio, así como el carácter de orden público del cual se hallan revestidas
normas como la atinente a la reserva, viene a mano hacer extracto de otro criterio sentado por el mismo Tribunal Supremo de Justicia al definir el alcance del
ya citado artículo 58 de la C.R.B.V.:
“El artículo 58 al instaurar la información veraz e imparcial,
como forma de comunicación libre y plural (derecho a la libertad de expresión) (sic) también prevé que esta comporte los
deberes y responsabilidades que indique la Ley, y así como las
26 Tomado de: http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Junio/1013-120601-002760%20.htm
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informaciones inexactas o agraviantes dan derecho a réplica y
rectificación a favor de la víctima también dan derecho al
agraviado a ejercer las acciones civiles y penales, si el medio
los afecta ilícitamente. De allí que la información masiva que
comunica noticia por prensa, radio vías audiovisuales, internet u otras formas de comunicación, puede originar responsabilidad de quienes expresen la opinión agraviante, atentatoria
a la dignidad de las personas o al artículo 60 constitucional,
por ejemplo; o los reporteros que califican y titulan la noticia
en perjuicio de las persona, lesionando sin base alguna en el
meollo de la noticia expuesta, el honor, reputación, vida privada, intimidad o la imagen de las personas; e igualmente puede
generarse responsabilidad en los editores que dirigen los medios y que permiten la inserción de noticias falsas o de calificativos contra las personas, que no se corresponden con el
contenido veraz de la noticia o que atienden a un tratamiento
arbitrario de la misma en detrimento del honor de los ciudadanos, tal como sucede cuando personas no han sido acusadas penalmente … en estos casos el accionante puede acudir a
los órganos jurisdiccionales a solicitar se condene civil o penalmente a quienes hayan lesionado su honor y reputación, teniendo en cuenta el juzgador de la causa, la racionalidad que
debe ponderar entre la aplicación de los derechos del reclamante y la libertad de expresión” 27.
Por otra parte, consideramos que la oportunidad en la información está íntimamente relacionada con la importancia que tienen los hechos (narrados, filmados, etc.) para la ciudadanía y la rapidez con la que se transmite, pues esto es
lo que refuerza el hecho de que la noticia sea cierta, veraz y objetiva. No tiene
el mismo impacto, por ejemplo, la noticia radial o televisiva que sindica de
“homicida”, “corrupto” o “violador” a un ciudadano que fue visto por un grupo
de personas a pocos minutos de cometido el hecho, que la misma noticia dos
meses después de haberse realizado; tiene más credibilidad la primera noticia
que la segunda. Y es que asociamos el secreto con la impunidad. De allí el interés público que tiene la libertad de información en una sociedad, pues con ella
se combate la corrupción, la ineficiencia e incompetencia de miles de funciona-
27 Sentencia de la Sala Constitucional del TSJ, del 27 de abril del 2001, citada ut supra.
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
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rios públicos, al poner de manifiesto los intereses ocultos que pudieran existir
en sus actuaciones.
Ahora bien, el mismo interés público o de la colectividad es el que puede
impedir en algunas ocasiones que la información se mantenga secreta para un
grupo de personas -incluyendo por supuesto a los periodistas-, en aras de resguardar, por ejemplo, secretos militares o de inteligencia del Estado, aspectos
estratégicos de política económica, la actividad policial, la política interior y
exterior de un país que, en última instancia, pudieran beneficiar a todos los ciudadanos. No obstante la existencia de “informaciones confidenciales” a ciertos
niveles,
“... las excepciones o restricciones a la libertad de información deben estar cuidadosamente circunscritas a aquellas
áreas más sensibles de la actividad del Estado -tales como
ciertos aspectos de la actividad militar o diplomática-, no pudiendo interpretarse de manera extensiva; en consecuencia, ...
toda información oficial debe ser fácilmente accesible para
cualquier persona, quien puede difundirla y comentar libremente sobre la misma”28.
Así, a nuestro juicio, es sostenible de igual forma que la previsión constitucional in commento, digiere y desarrolla en el establecimiento de tales conceptos
sobre la información (oportuna, veraz e imparcial) la ratio misma de lo que hemos aventurado denominar “principio de armonización” en el análisis que efectuáramos a propósito de la normativa internacional; vale decir, un mecanismo por
virtud del cual el ejercicio de la libertad de expresión y difusión de información,
expresamente excluido de censura previa, se “armoniza” en su ejercicio con otros
derechos de igual rango -como el de la integridad moral pública y la presunción
de inocencia, entre otros -en base a parámetros constitucionalmente vinculantes,
fuera de los cuales nace para el agraviante el deber de asumir la responsabilidad
personal a la que también por mandato constitucional se halla sujeto (Art. 57
C.R.B.V.) junto con el derecho del agraviado a restablecer su integridad moral
pública a través de la réplica o la rectificación. Con lo que más que un paralelismo con la norma internacional en la materia, la constitucional asume para sí y reproduce valores vinculantes a los que la República se encontraba de todas formas
28 Héctor Faúndez Ledezma. “Los Límites de la Libertad de Expresión”. Ob. Cit., 2000: p.
401.
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sujeta desde antes de su entrada en vigencia, por acción de tratados en materia
de derechos humanos suscritos y ratificados, cuya validez a todo evento reitera
el propio texto constitucional, vigente con posterioridad a la data de los instrumentos internacionales aquí referidos 29.
Por estas razones, estimamos prudente en este punto incluir en el discurso, la
segunda vertiente que anunciáramos con antelación, referida a los derechos fundamentales constitucionalmente dispuestos de acuerdo con el Texto Fundamental vigente, vinculados con el de la libertad de expresión e información, previo al desarrollo de nuestro punto de vista sobre esta problemática.
3. ALGUNOS DERECHOS FUNDAMENTALES VINCULADOS
CON LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y EL DERECHO DE
INFORMACIÓN
En la primera parte del presente análisis se intentó una aproximación del
derecho bajo estudio con los términos del artículo 57 de la C.R.B.V., efectuando en su oportunidad una breve disección de su contenido y enunciando de
modo sucinto los derechos que entendemos conforman su estructuración; hemos indicado además que tal estructuración, esto es, derechos que con ella
guardan vinculación, halla fundamento en una concepción armonizada del derecho a la libertad de expresión, para utilizar un término lato y comprensivo, que
desde hace décadas ya habían dispuesto normas supraestatales, incorporadas a
la legislación interna desde antes de la entrada en vigencia del actual texto
constitucional30.
La anterior constatación permite precisar lo que podría avecinarnos a notas características de la concepción constitucional venezolana en materia de libertad de expresión y difusión de información; tal que, entender su ejercicio y
su relación con otros derechos, incluso fundamentales, expone elementos sin
cuya atención y constante rescate por vía doctrinaria y jurisprudencial, es posible prever la consolidación de un escenario progresivamente hostil contra la
29 Véase el artículo 23 C.R.B.V.
30 Por ejemplo, el artículo 50 de la Constitución de la República de Venezuela, del 23 de
enero de 1961, el cual establecía lo siguiente: “La enunciación de los derechos y garantías contenida en esta Constitución no debe entenderse como negación de otros que,
siendo inherentes a la persona humana, no figure expresamente en ella”.
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eficacia e integridad de aquellos, incluidos los derechos fundamentales, así
como contra una tutela constitucional efectiva.
Tales elementos, reiteran así la existencia implícita de un principio de armonización de carácter restrictivo en función de derechos de terceros implicados, tanto en la declaración expresa de responsabilidad personal por su ejercicio
(artículo 57 C.R.B.V.) como por el establecimiento de conceptos esenciales al
derecho a difundir información oportuna, veraz e imparcial (artículo 58
C.R.B.V.), amén de la ya expuesta procedencia del llamado derecho a réplica o
rectificación en el supuesto de informaciones inexactas o agraviantes en contra
del afectado.
Una afirmación sobre este punto de intersección entre la norma constitucional y la de origen supraestatal en la materia, particularmente la correspondiente al “Pacto de San José” por constituir la de mayor alcance regulador, nos
permite vislumbrar un objetivo, vinculante y común marco de referencia (aún
cuando técnicamente se traten todas de normas internas), en base a cuyos paradigmas podría entenderse ajustado no sólo el alcance del derecho a la libertad
de expresión y difusión de información constitucional venezolana “in abstracto”, sino también los necesarios para determinar como subsumible en los conceptos legales previamente indicados, una conducta potencialmente dañosa generadora de responsabilidad personal.
En este orden de ideas, de acuerdo con la doctrina desarrollada por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, este marco de referencia media
entre la constatación expresa de lo que hemos preferido denominar “principio
de armonización”, al reconocerse “…que pueden existir limitaciones cuando
los distintos derechos protegidos en la misma (Convención) se hallan en conflicto” 31, reconociéndose en consecuencia que “…el derecho a la libertad de
expresión está sujeto a restricciones con el fin de asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás”32, por una parte y por la otra, el mecanismo de protección de tales derechos que es, cual hemos reiterado, “precisamente, la responsabilidad ulterior … civil o penal, la cual puede hacerse valer
de conformidad con la Ley con base en principios de finalidad, justificación y
razonabilidad” tal que:
31 Informe de la Corte Interamericana de Derechos Humanos/ Caso “Francisco Martorell”,
párrafo 62.
32 34Ibídem: p. 38.
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“el abuso a la libertad de expresión no puede ser objeto de
medidas de control preventivo sin fundamento de responsabilidad para quien los halla cometido. Aún en este caso, para que
la responsabilidad pueda establecerse válidamente, según la
Convención, es preciso que se reúnan varios requisitos, a saber: a) Las causales de responsabilidad previamente establecidas b) La definición expresa y taxativa de esas causales por
la ley c) La legitimidad de los fines perseguidos al establecerla y d) Que esas causales de responsabilidad sea necesarias
para asegurar los mencionados fines”33.
Así, a los fines del presente esfuerzo y de acuerdo con lo expuesto, importa resaltar el que el aludido marco de referencia establece parámetros con
base en los cuales no sólo es posible reivindicar como valor normativo un equilibrio, ciertamente abstracto pero no menos vinculante, dispuesto previamente
por la Ley entre el ejercicio de la libertad de expresión y difusión de información excluida de censura previa, y la responsabilidad legalmente regida que deriva de y por su ejercicio. Esto en cuanto respecta a la libertad de expresar libremente opiniones y a recabar y difundir información por cualquier medio.
Sin embargo, siendo la función administrativa y los funcionarios a los que
compete su ejercicio fuente constante y obligada de información, consideramos
necesario incluir limitaciones adicionales a las ya indicadas, con vistas a un
avecinamiento más preciso y comprensivo del derecho fundamental comentado
y su marco jurídico obligatorio; que si bien es indispensable deslindar y distinguir desde el comienzo del concepto de censura, que por definición dice relación con el ejercicio de la libertad de expresión y difusión de información, concurren ciertamente dispuestas en función de los asuntos sobre las cuales es ejercido tal derecho.
En efecto, de acuerdo con un análisis concordado de los artículos 49, 57,
58 y 143 34, todos de la Constitución Nacional, la introducción del concepto de
“límites aceptables dentro de una sociedad democrática” en cuanto respecta al
33 35Corte Interamericana de DDHH. Opinión Consultiva 5/85.
34 Artículo 49: Debido Proceso; Artículo 57: Derecho a la libre expresión del pensamiento;
Artículo 58: Derecho a información oportuna, veraz e imparcial y Derecho de réplica y
rectificación; Artículo 143: Derecho de los ciudadanos a información oportuna y veraz
de asuntos cuya atención compete a la Administración.
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derecho de los ciudadanos a ser informados veraz y oportunamente por la Administración Pública (entendida en su sentido más lato y comprensivo) de los
asuntos ventilados en razón de su competencia y sobre los cuales aquellos exhiban interés directo, ratifica la ya comentada entronización de este derecho en
un contexto modulado no sólo por virtud de derechos de terceros sino en razón
de intereses jurídicamente tutelados, vinculados sin duda al orden público y social, expresión colectiva, en última instancia, de la legitimidad del poder constituido 35.
Estando pues establecidos de forma expresa tales límites en asuntos relacionados con seguridad interior y exterior del estado, investigación criminal, e
intimidad y vida privada, de acuerdo con los términos de una ley, a la fecha inexistente, que regularía la materia de clasificación de documentos de contenido
confidencial o secreto 36, importa en todo caso resaltar que la administración (y
con ella sus funcionarios), si bien está exenta de censura previa 37, al llamado
derecho a información de los ciudadanos con fuente en la propia administración, se halla adosada una nueva limitante de naturaleza objetiva y vinculante,
que coloca en hombros de sus funcionarios un claro deber, de violación judiciable, con la que el Constituyente garantiza la propia integridad del poder válidamente constituido y la integridad de la llamada presunción de inocencia, que
como derecho fundamental y verdadera garantía penal se encuentra dispuesta
en favor del procesado.
Sumada la anterior al elenco de limitaciones que hasta el momento se hallan progresivamente expuestas en torno a la libertad de expresión, consideramos en efecto procedente la hipótesis central del presente trabajo, tanto más
35 Con expreso interés en el rescate y mantenimiento de la legitimidad del Poder constituido y en particular de los paradigmas dentro de los que pretende encausar la función administrativa, el Constituyente de 1999 hizo parte al comentado artículo 143 ejusdem, del
título correspondiente al Poder Público (Título IV), cuyo interés fundamental a la letra de
la correspondiente Exposición de Motivos, es el de “… rescatar la legitimidad del Estado y de sus instituciones, recuperando la moral pública y la eficiencia y eficacia de la
función administrativa del Estado, características complementarias e indispensables
para superar la crisis de credibilidad y de gobernabilidad que se ha instaurado en el
país en los últimos tiempos”.
36 Entendemos, no obstante la confusa redacción de la norma comentada, que tales previsiones resultan sobre todo aplicables a asuntos relativos a seguridad del Estado.
37 Aparte único del Artículo 57 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
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cuanto es de fundamento inveterado por sucesivas constituciones (1961-1999)
el concepto de “reserva” en materia de averiguación criminal a que contrae en
desarrollo de la citada norma constitucional, el artículo 304 del Código Orgánico Procesal Penal, el cual ratifica justamente esta objetiva limitante del derecho
a información, en base a la que es sin duda posible subsumir la conducta permeable de un funcionario respecto de hechos sometidos a reserva, en supuesto
nugatorio de garantías también constitucionales, e incluso fundamentales, dispuestas en favor del procesado; v.gr., presunción de inocencia, derecho a la integridad moral, incluida la del procesado, etc., hasta el establecimiento de su
culpabilidad mediante sentencia dictada en proceso regular.
De allí que nuestra aseveración conforme a la cual el hecho cierto de que
diariamente cualquier medio de comunicación social, ya sea impreso o televisivo, transmite informaciones sobre hechos delictivos que acontecen dentro del
territorio venezolano tras los cuales funcionarios policiales suministran los datos personales y demás características físicas de los presuntos implicados, exhibiéndolos delante de las cámaras y creando muchas veces falsos supuestos de lo
acontecido, exhibe de momento, de acuerdo con todo lo previamente discurrido, tres aspectos de interés:
a) Desde la exclusiva perspectiva de la libertad de expresión e información, una objetiva trasgresión al principio de armonización que hemos sucesivamente constatado como parte de la concepción constitucional del instituto, al
entrar en objetiva colisión con derechos también constitucionales, e incluso
fundamentales, dispuestos en favor del o de los presuntos implicados, respecto
del cual la sola noticia con indicación de su identidad difundida a través de medios de comunicación, positivamente afecta su derecho a la integridad moral
pública, sin que exista más razón para ello que el sólo acaecimiento de un hecho punible, cuya autoría no ha sido ni aún investigada.
b) Desde la perspectiva de la limitación constitucional establecida en el
referido artículo 143 dispuesta de forma expresa en razón de la materia (averiguación criminal e intimidad a la vida privada), el suministro de tal información por parte de un funcionario policial o tribunalicio, de datos contenidos en
archivos, cuya confidencialidad se hallaría regulada por una ley, a la fecha inexistente, destinada a la clasificación de documentos de contenido confidencial o
secreto38, hace sin duda muy relativa la eficacia de tal limitación, justificada
por las que impone, al decir de la propia norma, “una sociedad democrática”, a
cuyos principios fundamentales choca tal relatividad.
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
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c) Desde la perspectiva de las previsiones contenidas en el artículo 304
del Código Orgánico Procesal Penal, la publicidad de la identidad y datos del
género de los presuntos implicados en el hecho punible, conculca de forma directa el deber de reserva que tienen los funcionarios que participen en la investigación y sin exclusión de cualquier otra persona que tuviere conocimiento de
las actuaciones, se encuentran sujetos en relación con los hechos materia del
proceso.
Así, sin la prevención de las anteriores consecuencias, objetivamente establecidas por aplicación de normativa vigente, es evidente que el entendimiento en el ejercicio de la libertad de expresión pasa de ubicarlo del plano de uso
legítimo y propiciado por el orden constitucional, al del abuso por el que progresivamente se genera la paradoja de un ambiente hostil a su desarrollo y sin
duda extraño a los paradigmas normativos.
Por otra parte, la calificación de “oportuna”, que junto a veraz e imparcial, hace parte esencial del derecho a difundir información el propio texto
constitucional, deja de relieve el que la publicidad de hechos presumiblemente
punibles, con indicación de la identidad de los presuntos implicados sin que
medie investigación alguna adelantada por el órgano regular, contraría ciertamente tal restricción, en tanto que la oportunidad de tal publicidad, desde el
acaecimiento de los presuntos hechos punibles, pasa cuando menos por incluir
el lapso dispuesto para la reserva 39, a que se contrae el citado artículo 304 del
código penal adjetivo.
38 En opinión de la Constitucionalista Hildegard Rondón de Sansó, la inexistencia de una
ley que regule la clasificación de documentos de contenido confidencial o secreto, implica “… que no existiría límite al acceso de los ciudadanos a los registros y archivos administrativos ” (“Ad imis Fundamentis”. Análisis de la Constitución Venezolana de 1999.
Parte Orgánica y Sistemas. Caracas, Editorial Ex Libris, 2000: pág. 93) En nuestra opinión, las consecuencias de tal postura, formalmente inobjetable, haría en la práctica nugatoria la protección que también por vía constitucional se halla dispuesta a favor del derecho a la intimidad e integridad moral pública y en materia de averiguación criminal, en
aspectos de objetiva gravedad como el sentido mismo de la reserva a la que se contrae el
artículo 313 del Código Orgánico Procesal Penal, en cuya base se halla el derecho fundamental al debido proceso o las que dicen relación con la vida privada e integridad moral
pública del ciudadano.
39 El lapso es de diez días continuos, prorrogables por otro tanto.
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3.1. Derecho al honor, reputación y a la privacidad
El artículo 60 de la C.R.B.V. resguarda los derechos al honor, reputación
y a la privacidad en los siguientes términos: “Toda persona tiene derecho a la
protección de su honor, vida privada, intimidad, propia imagen, confidencialidad y reputación. La ley limitará el uso de la informática para garantizar el
honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y ciudadanas y el
pleno ejercicio de sus derechos”. El contenido de esta norma constitucional
coincide con la protección consagrada a favor de la honra y la reputación de las
personas en el artículo 11, n. 1 de la Convención Americana, agregando que
“nadie puede ser objeto... de ataques ilegales a su honra y reputación”.
La Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia 240 del 29
de febrero de 2000, sostuvo lo siguiente: “El derecho al honor es uno de esos
derechos humanos llamados por la doctrina “derechos naturales”. El derecho
al honor, incluso, podría considerarse como el principal por estar tan consubstanciado (sic) con el alma humana y por responder a un sentimiento tan hondo.
Hay quienes prefieren la muerte a la deshonra” 40. Más adelante, la misma sentencia estableció que si bien es cierto la libertad de prensa constituye un elemento fundamental en los regímenes democráticos, porque es “el arma de la libertad”, los propietarios de medios y los comunicadores sociales no pueden
abusar de este derecho en detrimento del honor y la reputación de las personas:
“De no haber esta indefectible consideración y de cobijarse
ello con un manto de impunidad, habría que concluir que la
prensa es un suprapoder integrado por propietarios de medios
de comunicación y profesionales del periodismo, amparados
todos ellos en un “sui-géneris” derecho de rango constitucional a la libertad de expresión que no tienen los demás ciudadanos, lo cual constituiría una tan flagrante cuan escandalosa
impunidad puesto que la Constitución abomina y prohíbe las
discriminaciones y los resultantes privilegios. La democracia
es igualdad jurídica y todos los ciudadanos son sujetos de derechos y obligaciones: tienen derecho a la libertad de expresión por igual y todos tienen el deber de hacer buen uso de
esa libertad de expresión. También existe y debe respetarse la
40 Freddy José Díaz Chacón. Doctrina Penal del Tribunal Supremo De Justicia. Caracas.
Editorial LIVROSCA, 2000: p. 233.
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libertad de no ser sometido a expresiones injuriosas y difamatorias”.
Si bien la sentencia de nuestro Máximo Tribunal pretende por encima de
todo el respeto de los derechos y libertades de la persona, bajo los compromisos
establecidos en la Convención Americana, sin embargo parte de la premisa negativa de que los usuarios de los medios de comunicación siempre lo hacen con
el fin de dañar la moral de terceros; igualmente olvida que muchas veces el ataque a la honra o a la reputación de las personas puede resultar lícito y probablemente legítimo en ocasiones, como es el caso de discutir la honestidad de una
persona que maneja los fondos públicos de la comunidad y que puede afectar
los intereses colectivos de sus miembros.
Dejando momentáneamente de lado el deslinde entre la concepción local
sobre la interpretación de derechos fundamentales de carácter universal asumida por el Máximo Tribunal de la República41 y la expuesta por la jurisprudencia
foránea, es lo cierto que ésta, surgida a propósito de conflictos versados sobre
libertad de expresión, concibe a este derecho fundamental con particularidades
respecto de las que importa resaltar, entre otras, las siguientes: de acuerdo con
criterio sostenido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH), firme defensora de la libertad de expresión y difusión de información,
este derecho ha de ser privilegiado frente a otros, incluso derechos fundamentales tales como el derecho a la honra, en razón de la importancia atribuida al
mismo como derecho colectivo esencial al sistema democrático. En ratificación
de tal criterio, el mismo organismo aprobó durante su 108º período ordinario
sesiones principio expreso conforme al cual “Las leyes de privacidad no deben
inhibir ni restringir la investigación y difusión de información de interés público. La protección a la reputación debe estar garantizada sólo a través de sanciones civiles en los casos en que la persona ofendida sea un funcionario público o persona pública o particular que se haya involucrado voluntariamente en
asuntos de interés público…” 42.
41 Ver sentencia No. 33 emanada de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, con ponencia del Magistrado José Manuel
Delgado Ocando, de fecha 25 de enero de 2001.
42 Declaración de Principios Sobre Libertad de Expresión. Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Organización de Estados Americanos.
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Por ello, el criterio incluso profundizado a propósito de asuntos ventilados a su instancia es categórico en el sentido de indicar que en el caso de que el
derecho a la libertad de expresión entre en colisión con otros derechos fundamentales, tales como el derecho al honra y a la integridad moral pública, es
aquel al que corresponde privilegiar, por considerarlo superior en importancia.
En tal sentido, Ayala Corao observa:
“… en el supuesto de tener que ponderar la jerarquía entre
ambos derechos (libertad de expresión y honor), es la libertad
de expresión la que debe privilegiarse, tal como lo ha expresado la jurisprudencia internacional y la constitucional comparada …Esa prevalencia relativa del derecho a la libertad de
expresión en caso de conflicto se ha justificado, por la importancia del mismo, no solamente como derecho individual, sino
como derecho colectivo a estar informado, a acceder a la información y a que se difundan los conocimientos, hechos e informaciones de toda índole, facilitando la participación de la
sociedad democrática en el debate público y en la formación
de la opinión pública”43.
En el mismo orden de ideas se pronuncia el Tribunal Constitucional Español, al afirmar:
“La libertad de información es… un medio de formación de
opinión pública en asuntos de interés general, cuyo valor de
libertad preferente sobre otros derechos fundamentales y entre
ellos el derecho al honor, viene determinado por su condición
de garantía de la opinión pública, que es una institución constitucional del Estado democrático que los poderes públicos
tienen especial obligación de proteger” 44.
Obsérvese como el elemento común contenido en tales textos es el del
privilegio del derecho a la libertad de expresión sobre el derecho a la honra,
con base en informaciones tenidas de interés público o interés general. Tal privilegio, sin embargo, no excusa en modo alguno de la responsabilidad ulterior a
43 Carlos Ayala Corao. El Derecho Humano a la Libertad de expresión: Límites Aceptados
y responsabilidades Ulteriores. En Ius et Praxis, No. 1. LIBERTAD DE OPINIÓN E
INFORMACIÓN Y DERECHO A LA PRIVACIDAD Y A LA HONRA. Universidad
de Talca, Chile, 2000.
44 Ibídem: pág. 45.
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
57
la que se halla sujeto el difusor de la información, concurrentes que sean las
circunstancias ya descritas en el cuerpo de este mismo trabajo. En segundo lugar, el fundamento de tal privilegio es el de vincularlo con valores tenidos
como fundamentales para una sociedad democrática.
3.2. Respeto a la persona detenida
El artículo 46, en su numeral 2º de la nueva Constitución consagra el derecho de toda persona privada de libertad a ser tratada con el respeto debido a la
dignidad inherente al ser humano 45; es decir, por el hecho de estar detenida la
persona no pierde su condición y menos sus derechos. Por su parte, el artículo 10
del COPP reafirma el respeto a la dignidad humana, ordenando que en todos los
procesos penales las personas deban ser tratadas con “el debido respeto a la dignidad inherente al ser humano, con protección de los derechos que de ella derivan”. De esta suprema consideración se derivan otros derechos, como lo son: el
respeto a su integridad física, psíquica y moral; la prohibición de torturas o penas
y tratos crueles, inhumanos o degradantes y, en fin, a gozar de las garantías judiciales de ser impuesto sin demora de los motivos de su detención, ser oído por un
juez competente, independiente e imparcial, y demás protecciones del debido
proceso.
3.3. Derecho a la presunción de inocencia
Como parte del debido proceso, el artículo 49, n. 2 de la Constitución de
1999 consagró la presunción de inocencia en los siguientes términos: “Toda
persona se presume inocente mientras no se pruebe lo contrario”. En armonía
con este principio, el artículo 8 del Código Orgánico Procesal Penal consagra
semejante derecho en los siguientes términos: “Cualquiera a quien se le impute
la comisión de un hecho punible tiene derecho a que se le presuma inocente y a
que se le trate como tal, mientras no se establezca su culpabilidad mediante
sentencia firme”.
45 De idéntico contenido es el numeral 2º del artículo 5 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.
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4. LAS INVESTIGACIONES PENALES DENTRO DEL PROCESO
PENAL VENEZOLANO Y LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN
El nuevo Código Orgánico Procesal Penal (COPP) de Venezuela que entró en vigencia el 1 de julio de 1999, constituye un modelo acusatorio de avanzada que reconoce expresamente todos los principios y garantías procesales establecidos en los diferentes tratados internacionales de derechos humanos. La
implementación de este nuevo sistema jurídico procesal basado en la oralidad,
la presunción de inocencia, la transparencia, la brevedad, la publicidad, la
igualdad procesal, la participación ciudadana y otros principios, garantizará -en
forma efectiva y no simbólica- los derechos humanos de los procesados y las
víctimas, dotando de mayor eficacia a la acción jurisdiccional del Estado.
Se podría considerar que toda la materia penal adjetiva y sus instituciones
procesales es de orden público, por cuanto el conjunto de condiciones instituidas se crean para que el Estado proteja el interés colectivo, generando para éste
una “obligación legal indelegable e irrenunciable de investigarlos” 46, y resolver los conflictos penales planteados 47, los cuales no pueden ser alterados por la
voluntad de los particulares 48. De hecho, la acción penal derivada de la comisión de un delito corresponde al Estado y debe ser ejercida de oficio a través del
Ministerio Público, salvo los delitos de acción privada, conforme a lo establecido en los artículos 11 y 25 del referido código adjetivo. Esta acepción de “orden público” fue considerada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dentro del marco de la Convención, al entenderlo como las condiciones
que aseguran el funcionamiento armónico y normal de las instituciones, sobre
la base de un sistema coherente de valores y principios 49. En consecuencia,
puede afirmarse que el proceso penal venezolano y sus instituciones procesales
forman parte de la interpretación extensiva del término “orden público”.
Sin embargo, por el hecho de ser el proceso penal venezolano materia de
orden público, no implica que el mismo se mantenga aún como una fórmula se-
46 CIDH. Informe No. 34/96, caso 11.228, Meneses Reyes vs. Chile (1997).
47 Corte IDH. Informe No. 12/96, caso 11.245, Jorge A. Giménez vs. Argentina (1996).
48 Manuel Osorio. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Buenos Aires,
Editorial Heliasta S.R.L., 1974: p. 518.
49 Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Colegiación obligatoria de Periodistas.
Ob. Cit. 1985: Párrafo 64.
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
59
creta reservada al Estado y a las partes intervinientes de un conflicto. De allí la
importancia de la publicidad de las investigaciones penales y de los juicios propiamente dichos, por cuanto permite la intervención de la ciudadanía para darles pulcritud y transparencia. A esto se refiere Fernández cuando explica:
“”... hay que destacar que la publicidad significa la erradicación del secreto sumarial, sobre todo en esa primera etapa en
la que el juicio es inquisitivo y que conlleva gran actividad de
tipo secreto para las partes, tanto para el denunciante, como
para el imputado. Quiere decir esto que el poder de la información está actualmente en manos del juez y del funcionariado (sic) que interactúa en el proceso... Este secreto sumarial
ha sido la madre de todos los vicios en materia procesal penal...”50
Ahora bien, ¿Alcanza tal prevalencia en razón de la sustancial conexidad
entre libertad de expresión con valores inherentes a una sociedad democrática,
a derechos también fundamentales como el del debido proceso 51 y el conjunto
de garantías que abarca dentro del proceso penal? De entrada compartimos el
criterio conforme al cual sin bien es cierto que “El derecho a la libertad de expresión ha pasado por diversas etapas, pero sin duda nos encontramos viviendo a finales de este siglo XX una marcada tendencia a visualizar este derecho
como requisito para la participación ciudadana y por ende en la búsqueda de
una vivencia verdaderamente democrática…” 52, lo que sin duda expone la trascendencia de tal derecho; no menos cierto es que el derecho al debido proceso,
vale decir, al “conjunto de garantías que protegen al ciudadano sometido a
cualquier proceso, que le aseguran a lo largo del mismo una recta y cumplida
administración de justicia … la libertad y la seguridad jurídica” 53, es parte
esencial de la razón de ser del estado de derecho como valor emblemático de
cualquier sociedad democrática. Así lo sostuvo la Corte Interamericana de De50 Fernando M. Fernández. Manual de Derecho Procesal Penal. Caracas, Mc. Graw-Hill
Interamericana de Venezuela, S.A., 1999: p. 51-52.
51 Artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
52 Alfredo Chirinos S. “Libertad de Expresión y Ley Penal”. En Serie Estudios de Derechos
Humanos, Tomo X. Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH). San José,
Costa Rica. 2000: pág. 153.
53 Fernando Velásquez. Citado por FORERO B. , José M.; citado por Carlos Ayala Corao.
Ob. Cit.: pág. 49.
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rechos Humanos cuando señaló que “…en una sociedad democrática, los derechos y libertades inherentes a la persona, sus garantías y el Estado de Derecho
constituyen una tríada, cada uno de cuyos componentes se define, completa y
adquiere sentido en función de los otros”54.
De tal suerte que, a nuestro juicio, es tan absurdo plantearse la existencia de
uno sin el del otro, como grave admitir el desarrollo de uno en detrimento y perjuicio del otro. Esto es lo que sostiene Cançando Trindade cuando explica que la
indivisibilidad y la interrelación o interdependencia son características de todos
los derechos humanos, es decir, todos deben ser respetados sin desigualdad alguna55. Pocas cosas dejarían más al descubierto una ruptura de la proyección colectiva del principio de interconexión de los derechos humanos, como uno de ambos
escenarios. Hablar por tanto de “prevalencia” entre ambos derechos fundamentales implica per se la exclusión del equilibrio entitativo que dibuja la naturaleza
democrática de una sociedad.
De allí que sea no sólo posible sino indispensable el que la libertad de expresión sea delimitada en su ámbito de acción en cuanto al debido proceso se
refiere, como en efecto hace el propio constituyente venezolano de acuerdo con
las previsiones que sobre averiguación criminal, entre otras, contiene el referido
artículo 143 del Texto Fundamental, que con algún detalle quedó expuesto supra. Tal delimitación se halla en la base misma del deber de reserva a que se
contrae el citado artículo 304 del COPP, garantizando al “imputado” durante
todo el proceso e incluso desde antes de su instauración con la finalización de
la investigación preliminar como fase instructora o investigativa propiamente
dicha, el cabal resguardo de sus derechos constitucionales y fundamentales.
Y es que la referencia del constituyente a tal fase de investigación criminal, que a su vez contiene el lapso a que, con deber de reserva, se contrae el citado artículo 304 del COPP, implica a nuestro juicio el fundamento por el cual
es de prosapia constitucional la extensión de las garantías correspondientes al
debido proceso, por definición activadas cuando este se inicia, vale decir,
cuando se instaura formal querella contra el “acusado” (juicio público), a toda
la fase de investigación preliminar en la que contra el sujeto, todavía “imputa54 Corte IDH. Opinión Consultiva OC-8/87, del 30/1/1987.
55 Antonio Cançando Trindade. Medio Ambiente y Desarrollo: Formulacion E Implementacion del Derecho al Desarrollo como un Derecho Humano. Folleto No. 8. Costa Rica.
IIDH, 1993: p. 12.
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
61
do”, no existe un acto dictado por el órgano jurisdiccional regular (acusación
fiscal o imposición de cargos) por el cual se encuentren determinados por los
órganos regulares elementos suficientes para la instauración del proceso. Nada
obsta para abarcar en tal extensión la plena vigencia de todos y cada uno de los
restantes derechos fundamentales.
En el contexto americano, compartimos el criterio conforme al cual no se
ajusta a la teleología de la norma una interpretación restrictiva de la norma y
sus garantías contenidas en el artículo 8.1 de la CADH56 fundada en la referencia al término “acusación” a que se contrae dicho dispositivo, por la que “…podría hacerse pensar que aquellos derechos y sus garantías (las contenidas en el
artículo 8.1 de la CADH, aclaramos) sólo rigen en esta última etapa (cuando
el juicio ha sido propiamente instaurado) y no en la anterior destinada a prepararla”57 es obviar el que es “en la etapa investigativa, al momento de recopilar la prueba … donde especialmente se presentan mayores violaciones a los
derechos fundamentales… y donde ninguna duda puede caber sobre la vigencia
de la normativa supraestatal”58.
Así las cosas, a la fase de instrucción preparatoria resulta indispensable
no sólo revestirla de las garantías propias del debido proceso sino concebirla
como una de “importancia crucial en el contexto del conjunto del procedimiento”, pues en el nuestro se halla destinado a fundamentar nada menos que indicios de relevancia legal con vistas a establecer en juicio la relación de conexidad entre un hecho presuntamente punible y una autoría aún indeterminada.
4.1. Límites legales de la actuación de los órganos policiales
Para consolidar la labor investigación de los fiscales, fue creada la policía
de investigaciones penales, cuyos funcionarios están subordinados al Ministerio
56 “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente o imparcial, establecido con
anterioridad por la Ley en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella , o para la determinación se sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal, o de cualquier otro carácter”.
57 José I. Cafferata Nores. Proceso Penal y Derechos Humanos. Ob. cit.: p. 133.
58 Rodríguez Recia. Citado por CAFFERATA NORES, José I. Ob. Cit.: p. 134.
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Cap. Crim. Vol. 31, Nº 3 (Julio -Septiembre 2003) 27-70
Público 59, y cuya función principal es la realización de diligencias procesales
tendientes a la determinación de los hechos punibles, así como a la identificación de los autores y partícipes de tales hechos. Estos órganos policiales tienen
prohibición expresa de aprehender o detener a persona alguna, salvo que exista
una orden judicial previa o se sorprenda a las personas cometiendo un delito
flagrante que merezca pena privativa de libertad60, y éstas diligencias deberán
plasmarlas en sendas actas las cuales presentarán e informarán única y exclusivamente al Fiscal del Ministerio Público que conocerá del caso, para que luego
pueda fundamentar la respectiva acusación, todo según lo pautado en los artículos 109 y 110 del COPP.
Dentro de las obligaciones que se les imponen a las autoridades policiales
al momento de la detención de un imputado, está la de no presentarlos a ningún
medio de comunicación social sin el expreso consentimiento de ellos y además
con la presencia del defensor, tal como lo ordena el ordinal 4º del artículo 117
del COPP. Según Pérez Sarmiento, la trasgresión de esta y otras reglas de actuación policial constituye una violación de los instrumentos internacionales de
derechos humanos suscritos por Venezuela que da lugar “…a las acciones consagradas en este Código, sino a responsabilidades penales y civiles de los funcionarios actuantes y de responsabilidad patrimonial del Estado venezolano a
la luz de nuestra legislación interna y de los referidos pactos internacionales”.
4.1.1. Prohibición de información a terceros
Por otra parte, el artículo 115 del COPP prohíbe a todos los funcionarios
policiales “… dar informaciones a terceros acerca de las diligencias que practiquen, de sus resultados y de las órdenes que deben cumplir…”, sancionando
esta infracción conforme a la ley. En opinión de Pérez Sarmiento, la prensa y
demás medios de comunicación son considerados “terceros” y ajenos al proce59 Véanse: Artículos 110, 113 y 114 del COPP, en concordancia con los artículos 3 y 9 de
la Ley de Policía de Investigaciones Penales (LPIP). Gaceta Oficial de la República de
Venezuela No. 5.262 Extraordinaria, de fecha 11 de septiembre de 1998. Se trata de una
subordinación funcional, no administrativa (Eric Lorenzo Pérez Sarmiento. “Comentarios al Código Orgánico Procesal Penal”. 2da. Edición. Caracas, VADELL Hermanos
Editores.1998: p. 151.
60 Artículo 6 de la LPIP.
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
63
so, pues “… frente y por encima del derecho a la libre información que debe
imperar en toda sociedad democrática, está el derecho a la salvaguarda de la
vida privada de los ciudadanos, que como mandato constitucional la ley procesal penal viene obligada a proteger mientras no exista una acusación formal y
sustentada contra aquéllos” 61.
Tal vez la prohibición está dirigida a los funcionarios de tercer orden, es decir, a quienes están en labores de investigación técnica, recavando pesquisas, realizando levantamiento de cadáver, pero desde el primer momento en que ocurre un
hecho punible, la ciudadanía tiene el derecho en interés en conocer lo sucedido.
Con lo cual, siempre debe existir un funcionario de mayor jerarquía que informe a
la comunidad, a través de los medios de comunicación, sobre las circunstancias de
tiempo, modo y lugar en la que ocurrió el suceso, y de ser posible, la información
sobre la identidad del sujeto o sujetos que participaron en el hecho, precisamente
por el interés público que reviste a los delitos.
4.1.2. La reserva de actas
El artículo 304 del COPP consagra la figura de la reserva de las investigaciones preliminares o fase preparatoria para los terceros, en los siguientes términos:
“Todos los actos de la investigación serán reservados para los
terceros. Las actuaciones sólo podrán ser examinadas por el
imputado, por sus defensores y por la víctima se haya o no
querellado, o por sus apoderados con poder especial. No obstante ello, los funcionarios que participan en la investigación
y las personas que por cualquier motivo tengan conocimiento
de las actuaciones cumplidas durante su curso, están obligados a guardar reserva….”
Esta disposición se aplica no sólo a los funcionarios policiales sino también a los fiscales, Defensores Públicos, abogados en ejercicio y jueces, así
como a los funcionarios auxiliares de justicia que se desempeñan como tales en
las instancias formales de control social.
De la lectura completa de esta disposición, pareciera que la única razón
de peso para que exista esta restricción es que la publicidad “entorpezca la in61 Eric L. Pérez Sarmiento. “Comentarios al Código Orgánico…”. Ob. Cit.: p. 152.
Ricardo Colmenares Olívar
64
Cap. Crim. Vol. 31, Nº 3 (Julio -Septiembre 2003) 27-70
vestigación”. Además de esta circunstancia, Pérez Sarmiento sostiene que el
fundamento de esta reserva lo constituye la presunción de inocencia del inculpado, pues
“La fase preparatoria, a la que pertenece la detención como
acto procesal, está reservada a terceros, entre ellos la prensa,
para proteger la identidad de los investigados hasta tanto no
haya cargos firmes en su contra y también para evitar la contaminación de la investigación. Por esta razón, si un detenido
no quiere que se revele su identidad al gran público o que se
sepa que se le investiga, está en el perfecto derecho constitucional de proteger su privacidad y negarse a comparecer ante
los medios de comunicación social”.
Una recta inteligencia de la reserva de actas y para terceros contenida en
el Artículo 304 del COPP puede y debe a nuestro juicio interpretar a cabalidad
la gravedad de este estadio procesal en el que se hallan expuestos derechos fundamentales, acaso con mayor vulnerabilidad por cuanto se trata de aún de circunstancias signadas básicamente por la incertidumbre; razón por la cual se justifica y halla fundamento el que “esta disposición debe ser interpretada en consonancia con otras, que disponen que el imputado no puede ser presentado a la
prensa sin su consentimiento y que los funcionarios policiales no puedan dar
declaraciones a la prensa sobre el contenido de las averiguaciones que se adelantan, sobre todo a fin de evitar que los casos sean policialmente resueltos”62.
Como es natural, cuando se trata de reserva para terceros la directa inclusión de los medios de comunicación y su implícita limitación al ejercicio del
derecho a difundir información (que entre otras cosas ha de ser “oportuna”), resulta no sólo obvia, sino éticamente justificada, legalmente vinculante, jurídicamente sustentable y desde la perspectiva de los derechos humanos, ineluctable.
Tal es la afirmación conclusiva cuyo contexto ya atisbáramos, confrontando la
hipótesis base del presente esfuerzo a la luz de las correspondientes disposiciones constitucionales y legales63.
Determinar la objetiva ilicitud por violación del deber de reserva que acarrea la inobservancia de las previsiones contenidas en el citado artículo 304 del
62 Erick L. Pérez Sarmiento. “Comentarios al Código Orgánico Procesal Penal”. 2da. Edición. Caracas, Vadell Hermanos Editores, 1998: pág. 279.
63 Ver páginas 21 y siguientes del presente trabajo.
La libertad de información y las investigaciones penales en Venezuela
65
COPP, revela a nuestro juicio una importancia práctica cual es la de la responsabilidad de los medios de comunicación a tenor de la disposiciones contenidas
en el artículo 58 de la C.R.B.V, dado el carácter veraz, oportuno e imparcial
con que es definida la información.
CONCLUSIONES
Se puede afirmar que existe una correlación entre el contenido del derecho a la libertad de expresión y de información consagrados en los artículos 57
y 58 de la Constitución Venezolana y el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, pues prohíben de manera irrestricta la censura
previa a tales derechos, sólo limitada a las responsabilidades ulteriores. En tal
sentido, cuando existan informaciones o noticias que menoscaben el honor, la
reputación, la intimidad o vida privada de los ciudadanos, la víctima de tales
imputaciones puede acudir a los órganos jurisdiccionales a solicitar se condene
civil o penalmente a quienes hayan lesionado su honor y reputación, teniendo
en cuenta el juzgador de la causa, la racionalidad que debe ponderar entre la
aplicación de los derechos del reclamante y la libertad de expresión. Igualmente
se puede generar responsabilidad en los editores que dirigen los medios y que
permiten la inserción de noticias falsas o de calificativos contra las personas,
que no se corresponden con el contenido veraz de la noticia o que atienden a un
tratamiento arbitrario de la misma en detrimento del honor de los ciudadanos,
tal como sucede cuando se califica de “corruptos” o “asesinos” a ciertas personas antes de ser acusados penalmente.
La publicidad, como elemento esencial dentro del nuevo sistema acusatorio
venezolano, es la que permite la transparencia de un proceso penal, tanto para el
imputado como para la comunidad. Por ello, toda información oficial debe ser fácilmente accesible para cualquier persona, quien puede difundirla y comentar libremente sobre la misma, incluso la relacionada con los casos criminales que
manejan los cuerpos policiales y demás organismos judiciales. Por esta razón,
consideramos que tanto la prohibición de información a terceros establecida en el
artículo 115 del COPP como la reserva de actas establecida en el artículo 304 del
COPP, constituyen -hasta el momento- una restricción sin fundamento del derecho de divulgación e información, por cuanto su contenido no expresan los fines
que la propia Convención señala y porque aún no están debidamente reglamentadas por la ley.
Ricardo Colmenares Olívar
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También consideramos que toda persona que se vea afectada por informaciones agraviantes a su honor y reputación por medios de difusión dirigidos al
público en general, tiene el derecho a efectuar por ese mismo medio la rectificación o réplica en las condiciones que establezca la ley, conforme lo establece
el artículo 58 de la Constitución Nacional, en armonía con el artículo 14 de la
Convención Americana, a sabiendas que las responsabilidades legales perduran
a su favor y que podría exigir indemnización a la persona responsable de la empresa periodística, cinematográfica, de radio o televisión. Si además, esa persona ha sido detenida de manera preventiva por orden judicial, y resulta ser inocente o absuelta de los hechos que se le imputaron, tiene derecho a la indemnización y la reparación de los daños y perjuicios causados, incluyendo el daño
moral 64, conforme lo pauta el artículo 30 de la Constitución Nacional, en concordancia con lo establecido en los artículos 275 y 277 del COPP, en razón de
haberse violentados derechos fundamentales.
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Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas: 2406-1969.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas: 24-06-1969.
Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre: 1948.
Ricardo Colmenares Olívar
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Cap. Crim. Vol. 31, Nº 3 (Julio -Septiembre 2003) 27-70
Convención Americana sobre Derechos Humanos: 22-11-1969.
Código Orgánico Procesal Penal (14-11-2001).
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Cap. Crim. Vol. 31, Nº 3 (Julio -Septiembre 2003) 27-70
Convención Americana sobre Derechos Humanos: 22-11-1969.
Código Orgánico Procesal Penal (14-11-2001).
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68
Cap. Crim. Vol. 31, Nº 3 (Julio -Septiembre 2003) 27-70
Convención Americana sobre Derechos Humanos: 22-11-1969.
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