2006-00050-01 - Rama Judicial del Huila

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ESTAFA / Valoración de la conducta del sujeto pasivo.
Recientemente, aquella Corporación estimó que no pueden establecerse reglas tan rígidas cuando se
juzgan hechos basados en las relaciones sociales, sino que se deben tener en cuenta las circunstancias
concretas de cada caso para determinar si la actitud reticente de una de las partes que oculta una
información tiene o no idoneidad para inducir en error, para lo cual es preciso tener en consideración el
nivel intelectual del sujeto pasivo de la conducta, su pericia en asuntos de la naturaleza de la cual se
trata, sus experiencias, el medio social en donde se desenvuelve 1 y las herramientas jurídicas brindadas
por el Estado para su protección.
A partir de la sentencia de 20 de mayo de 20032, la Corte Suprema ha establecido que para que la conducta del
sujeto pasivo excluya o modifique la atribución del tipo a quien coopera o contribuye de manera significativa en su
realización, es necesario que aquél conozca (o tenga la capacidad de conocer) el peligro que afronta con su
acción y tenga bajo su control el poder de asumir el riesgo que se concreta en el resultado, siempre y cuando al
actor no le sea exigible la obligación jurídica de evitarlo, es decir, que no se encuentre en posición de garante
respecto de la persona que de manera consciente y voluntaria se ha puesto en peligro.
Explica que la valoración de las primeras dos situaciones deberá efectuarla el juez ex ante o, lo que es lo mismo,
teniendo que retrotraerse al momento de la realización de la acción y examinando si conforme a las condiciones
de un observador inteligente situado en la posición de la víctima (a las que habrá de sumárseles las calidades y
conocimientos especiales de ella), el comportamiento sería o no adecuado para excluir a favor del agente la
atribución del resultado típico.
(…)
En cuanto a la posición de garante, aquella Corporación en la sentencia de 4 de febrero de 20093, que resulta
irrelevante analizar “si el procesado era garante respecto de la persona que incurrió en error al suscribir un contrato
con una persona jurídica inexistente”, pues esta última jamás tuvo el poder de asumir bajo su control el riesgo que se
realizó en el resultado, ni tampoco tuvo el conocimiento del mismo:
“En otras palabras, no es posible entrar a analizar el comportamiento negligente o no de la persona que incurrió en el
error cuando se tiene que, debido a la conducta artificiosa desplegada por el procesado, el primero jamás pudo actuar
libre y responsablemente en un sentido jurídico, sin haber tenido la oportunidad de conocer la situación generadora
del riesgo (como sí habría podido conocerla ante el simple silencio o ante una mentira no tan elaborada de la
contraparte)”4.
En ese orden de ideas, sólo cuando se reúnen los tres requisitos de las acciones a propio riesgo (conocimiento del
peligro, poder de control sobre su asunción y ausencia de posición de garante) podrá estudiarse si el sujeto pasivo en
los delitos de estafa activó los mecanismos de protección que le eran exigibles, o en qué medida contribuyó con su
comportamiento no diligente o precavido a la obtención del resultado previsto en la norma.
FALSEDAD MATERIAL EN DOCUMENTO PÚBLICO/ No se requiere para su consumación la
aceptación del documento.
“El delito del art. 222 queda consumado cuando una persona engaña o intenta engañar a otro u otros con
un documento público falso, No es requisito que obtenga aceptación del documento ni tampoco el
resultado perseguido. Si alguien presenta una copia falsificada del registro notarial de matrimonio, y es
descubierto antes del correspondiente trámite judicial o administrativo o en una gestión de carácter
privado, queda consumado el delito comentado.
De la norma del art. 222 se deducen las siguientes situaciones:
a.
b.
El delito de falsedad por uso de documento público falso lo puede realizar cualquier persona
penalmente capaz que haya participado o no en la falsificación.
Si quien usa el documento público falso es la misma persona que lo falsificó, se da una
circunstancia de agravación punitiva, según el inciso segundo del art. 222. En este caso no
existe concurso de hechos punibles entre falsificación material o ideológica y uso del
correspondiente documento.
1
Cfr. ANTONIO JOSÉ MARTÍNEZ LÓPEZ, obra citada, pág. 288.
2
Radicación 16636.
Radicación 26197.
3
4
Sentencia de 4 de febrero de 2009, radicación 26197.
SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
FALSEDAD EN DOCUMENTO PRIVADO
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c.
Concurrir en la falsificación es hacerlo en cualquiera de las situaciones de autoría y participación.
Es decir, haber sido, en relación a la falsificación, autor directo, determinador, instigador o
partícipe. Quien paga a otro para que falsifique un documento público de identificación
(pasaporte) y luego lo usa, es punible como falsificador y como usuario del documento (un solo
hecho punible)” 5
FALSEDAD MATERIAL EN DOCUMENTO PÚBLICO/ Prescripción de la acción penal.
En ese sentido, el término de prescripción de la acción penal derivada del referido delito contra la fe
pública aún no operó en la fase instructiva, pues el uso de la cédula de ciudadanía por parte de la
sentenciada se hizo en el año 2000 y, el delito imputado (artículo 222, inciso 2º del decreto ley 100 de
1980), contemplaba una pena máxima de doce (12) años, tiempo que no rebasó la fecha de ejecutoria de
la resolución acusatoria, por lo que la decisión que corresponde adoptar no es otra que la de negar la
solicitud presentada por el defensor en éste punto.
(…)
Conforme a lo historiado, los aludidos hechos falsarios ocurrieron en fechas posteriores al 26 de marzo de
1998; de allí que, para la ejecutoria de la resolución que calificó el mérito de la investigación (27 de marzo
del 2007), el transcurso del tiempo era inferior al máximo de pena prevista para el delito de uso de
documento público falso, que se estructuraría en nueve (9) años para el primer inciso, y en doce (12) para
el segundo párrafo del artículo 287 del Código Penal, por lo que inexorablemente debe concluirse que la
acción penal está vigente y que no operó el fenómeno jurídico de la prescripción, como pretende predicar
la defensa letrada, toda vez que la imputación es como determinadora y, en ese sentido, incurre en la
pena prevista para la infracción (artículo 30 del Código Penal).
FALSEDAD MATERIAL EN DOCUMENTO PÚBLICO / Para que el determinador responda no se
requiere previa identificación del sujeto determinado o falsificador material.
“..jurídicamente nada obsta para que el determinador deba responder por la conducta aun cuando no
logre conocerse siquiera o juzgarse a la persona del determinado, o ésta sea absuelta, pues lo realmente
definitivo es que se encuentren reunidos los elementos que posibilitan predicar dicha condición en aquél.
Al fin y al cabo, es pacífica la posición de la doctrina y de la jurisprudencia, en el sentido de que nada
obsta para que el sujeto no cualificado pueda estar incurso a título de determinador o cómplice de punible
que lo supone, lo que evidentemente no es admisible en relación con el autor sea éste intelectual o
material, esto es, con el directo ejecutor de la conducta delictiva.”
TRIBUNAL SUPERIOR DE DISTRITO JUDICIAL
SALA CUARTA DE DECISIÓN PENAL
Magistrado Ponente
HERNANDO QUINTERO DELGADO
Neiva, marzo veinticinco (25) del año dos mil once (2011)
Delitos de falsedad y fraude, Primera edición, Martínez López Antonio José, Ed. Librería del
Profesional, Bogotá, 1990, pág. 78
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Sala Cuarta de Decisión Penal
SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
FALSEDAD EN DOCUMENTO PRIVADO
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Aprobación Acta No.
1. MOTIVO DEL FALLO
Decidir sobre el recurso de apelación interpuesto y sustentado por
el
Defensor
de
SEIDAD
SÁNCHEZ
GARRIDO,
contra
la
providencia del 20 de mayo de 2010, del Juzgado Adjunto al Quinto
Penal del Circuito de Neiva(H), mediante el cual la condenó como
autora responsable de los ilícitos de Fraude Procesal, en concurso
heterogéneo con Estafa Agravada, Falsedad Materia de Particular
con Documento Público y Falsedad Material en Documento Público,
a la pena principal de sesenta (60) meses de prisión y multa de
trescientos (300) salarios mínimos mensuales legales vigentes; a la
accesoria de inhabilitación en el ejercicio de derechos y funciones
públicas por igual término a la privativa de la libertad; sin acceso a
la suspensión condicional de la ejecución de la pena, pero sustituida
la prisión intramural por la domiciliaria. La absolvió por el delito de
Falsedad Ideológica en documento Público y se abstuvo de
condenarla al pago de perjuicios materiales.
2.
2.1.
HECHOS Y ACTUACIÓN PROCESAL
HECHOS
Los relata el a quo de la siguiente forma: “Los hechos se originaron
con la denuncia penal formulada por el Dr. RODRIGO FARFÁN
TEJADA en su condición de servidor público de la Dirección Nacionl
Auditoría Disciplinaria del Instituto del Seguros Sociales seccional
Huila, quien pone en conocimiento que la señor SEIDAD SÁNCHEZ
GARRIDO, laboró para esa entidad como auxiliar de servicios
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Sala Cuarta de Decisión Penal
SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
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asistenciales desde el 4 de agosto de 1975 al 10 de marzo de 2000,
que la referida registró en todos sus actos como fecha de
nacimiento 9 de mayo de 1955, que el 26 de enero de 2000
presentó renuncia al cargo a partir del 10 de marzo del mismo año
para acceder al beneficio de pensión de jubilación por haber
cumplido 50 años y para lo cual adulteró la fecha de su nacimiento”.
2.2.
ACTUACIÓN PROCESAL
2.2.1.El ente instructor abrió instrucción contra SEIDAD SÁNCHEZ
GARRIDO, el 8 de septiembre de 2004, a quien indagó el 29 de
septiembre de ese año y se abstuvo de imponerle medida de
aseguramiento al definirle la situación jurídica, pues la pena mínima
de los delitos imputados que atentaban contra la Recta y Eficaz
Impartición de Justicia (Fraude Procesal) y contra la Fe Pública
(Falsedades en Documentos Privados y Públicos), no superaban los
cuatro (4) años de prisión.
2.2.2.Posteriormente, el 22 de enero de 2007, calificó el mérito de la
investigación y convocó a juicio a la encartada por delitos Contra el
Orden Económico, Título XIV, Capítulo Tercero, artículo 356, De la
Estafa, agravada por los numerales 1 y 2 del artículo 372; contra la
Fe pública, Título VI, Capítulo Tercero, artículo 220, Falsedad
Material de Particular en Documento Público, por la adulteración
material de la cédula antigua, agravada conforme al artículo 222,
inciso 2º, por su interés exclusivo en el uso de la cédula para
efectos de la pensión y como determinadora en la obtención del
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SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
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Registro seriado No, 27937208, introducido a la base de datos de la
Registraduría, descrita en el Título IX, Capítulo Tercero, artículo 287
de la ley 599 de 2000, agravada conforme el artículo 290,
sirviéndose de ese soporte para solicitar el duplicado de la cédula,
hecho ocurrido en diciembre 5 de 2001, conducta descrita en el
Título IX, Capítulo Tercero, artículo 286 de la ley 599 de 2000;
Fraude Procesal, descrito en el Título XVI, Capítulo Octavo, artículo
453 de la ley 599 de 2000, cometido en el trámite del proceso
disciplinario adelantado al interior del Seguro Social, en el que se
valió del registro civil falso, distinguido con el serial No. 26178473,
con la fecha de nacimiento adulterada , para obtener resolución
favorable de archivo de las diligencias; Falsedad Material en
Documento Público, descrito en el Título IX, Capítulo Tercero,
artículo 287 de la ley 599 de 2000, por la mutación del registro No.
26178473, expedido por la Notaría Segunda del Círculo de Neiva,
agravado por su uso conforme al artículo 290 ibídem.
2.2.3.Sometido a reparto, le correspondió al Juzgado Adjunto al
Quinto Penal del Circuito proferir el fallo correspondiente, que en
proveído de 20 de mayo de 2010, derivó en la condena reseñada en
contra de SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO, por los punibles de
Fraude Procesal, en concurso heterogéneo con Estafa Agravada,
Falsedad Materia de Particular con Documento Público y Falsedad
Material en Documento Público.
3.
3.1
DE LA SENTENCIA.
Del Fraude Procesal
Explica que en el proceso disciplinario adelantado por el Seguro
Social en contra de la ahora sentenciada, la interesada allegó
5
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documentos falsos con el fin de demostrar que cumplía con los
requisitos exigidos para acceder a la pensión de jubilación, cuando
aún no había adquirido el derecho, delito que se que se consuma
sin que sea necesario obtener el resultado perseguido, ya que el
propósito era el de alcanzar una decisión favorable de absolución.
3.2
De la Estafa
Advierte que éste comportamiento se consumó cuando la acusada
utilizó la partida de bautismo y la cédula de ciudadanía falsa, a fin
de acreditar más edad de la que tenía y así se le reconociera y
pagara la pensión de jubilación, obteniendo un provecho ilícito de
carácter patrimonial en perjuicio del Seguro Social, cuando recibió
las mesadas de vejez, cinco años antes de lo que normalmente le
correspondía.
3.3
De la Falsedad Documental
Precisa que la encartada, con una partida de bautismo de la
Parroquia de Rivera que registraba como fecha de nacimiento el 9
de marzo de 1950, ante el Juez de Familia inició un proceso de
jurisdicción voluntaria para cancelar el registro civil número
26178473 y que quedara vigente el 28145488, so pretexto de
corregir la fecha del natalicio, documento sustituido que utilizó en el
trámite de la pensión de jubilación, ante el Instituto de los Seguros
Sociales.
Aclara que si bien no se pudo establecer que la rúbrica y las grafías
procedían materialmente de la acusada, sólo a ella le asistía interés
en el contenido de la partida de bautismo, cuya utilización le
beneficiaba, como así ocurrió, todo indica que se hizo con su
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anuencia, sin que exista otra explicación lógica que aclare el dislate
presentado, en relación con hecho del orden cronológico del
protocolo eclesial llevado, que dio lugar a una inscripción con el
ordinal 272 A, además de la reducción del interlineado y el tamaño
de la fuente escritural.
También argumenta que SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO portaba la
cédula de ciudadanía número 36.159.737, que contenía el año de
1950 como fecha de nacimiento, que incontinenti evidenciaba
adulteración del último número, pues en lugar del 0 correspondía un
5, documento que usó para la obtención de la nueva cédula.
Además, agrega que con la inspección judicial se constató que en
los archivos de la Registraduría consta que el natalicio es del año
1955, lo que demuestra la falsedad material realizada, de la que se
valió para modificar el registro civil de nacimiento. En este punto
concluye que “existe plena prueba de la falsedad material
igualmente para lo obtención de los registros civiles 27937208 y
26178473.
Es así que se profiere fallo condenatorio, como autora responsable
de los ilícitos de Fraude Procesal, en concurso heterogéneo con
Estafa Agravada, Falsedad Materia de Particular con Documento
Público y Falsedad Material en Documento Público, a las penas
arriba señaladas, decisión que es objeto de la alzada.
4.
ARGUMENTOS DEL APELANTE
Exige la revocatoria de la decisión de instancia, para que se emita
sentencia absolutoria en favor de su agenciada, por cuanto
considera que la fiscalía no acreditó los cargos formulados,
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SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
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específicamente los relacionados con: a) la modificación y
obtención ilegal de los registros civiles de nacimiento; b) la
consecución ilícita de las cédulas de ciudadanías; c) el haber
solicitado la pensión de jubilación con fundamento en dichos
documentos, para acreditar más edad, cuando aún no se cumplía
los requisitos exigidos por la ley; d) la agravante contenida en el
artículo 290 de la ley 599 de 2000 (la calidad de copartícipe de las
falsedades documentales), con determinación e identificación de los
presuntos autores; y, adicionalmente, e) plantea ausencia de
congruencia entre el pliego de cargos y el fallo, respecto del fraude
procesal.
Acepta que su agenciada, ante la crítica parental referida sobre la
menor edad que informaba su registro de nacimiento, guasa con la
que significaban que ella intencionalmente se quitaba algunos años,
acudió a la Parroquia de Rivera a solicitar el “certificado de la
partida de bautismo”, expedida el 8 de octubre de 1999, con la que
corroboró y fortaleció la idea de que 1955 no era el año de su
nacimiento. En forma inconcusa alega que éste documento no es
falso, pues el “certificado” lo expidió y firmó la autoridad eclesial
correspondiente; pero, a su vez, asegura que tampoco el acusador
que su agenciada mostrara tesitura falsaria en aquel escrito, que
allegó al proceso de jurisdicción voluntaria (el recurrente enfatiza
que aportó el certificado bautismal y no el protocolo del registro
consignado en el libro parroquial). De ésta manera, explica que la
modificación del registro civil es consecuencia de una orden judicial
que se apoyó en un documento auténtico y que, por esa razón,
tampoco puede pregonarse fullería en la obtención de éste último.
Resalta que la razón principal para que la sentenciada diligenciara
la renovación de la cédula obedeció al deterioro de la tarjeta
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SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
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original, documento del cual nunca pudo el acusador determinar o
descartar con certeza su autenticidad. A más de aquello su
agenciada registraba en el archivo de la historial laboral, como
fecha de su natalicio, el 9 de marzo de 1955. Pero, también
indicaban otro año (9 de marzo de 1950), en la fotocopia de la
cédula de ciudadanía que allí reposaba, por lo que aduce que de
haber existido alguna adulteración en la cartulina de identidad, ésta
se habría efectuado antes de las actuaciones de corrección.
Agrega, en igual sentido, sobre la cédula de ciudadanía expedida el
21 de marzo de 1977, fundamento del cargo de Falsedad Material
en Documento Público, reclamando que el ente acusador soslayó
decantar las circunstancias de tiempo, modo y lugar de la presunta
adulteración, que tampoco existe claridad sobre la época en que fue
introducido al tráfico jurídico, entendiendo que podría ser cuando se
expidió (1977). Y, si ello es así, concluye que al ser éste un delito
de ejecución instantánea, habría operado la prescripción de la
acción penal.
Explica que, enmendado el yerro existente, luego de agotar el
correspondiente proceso de jurisdicción voluntaria, su pupila
gestionó el reconocimiento y pago de la pensión aludida, sin que la
empleadora hiciera objeción alguna a la documentación presentada,
ni se opusiera al proceso laboral de reliquidación de sus mesadas, a
pesar de que el Instituto del Seguro Social manejaba, controlaba y
disponía de su hoja de vida o del historial de sus servidores; por
supuesto, fácilmente podía decretar pruebas, corroborar los
antecedentes anotados y verificar la información aportada, aspectos
que hacían imposible inducir en error a la administración. Por tanto,
considera que en ésta causa se pretende trasladar a su agenciada
una carga de diligencia y cuidado que debió asumir su ex patrona,
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SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
FALSEDAD EN DOCUMENTO PRIVADO
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para mutarla en responsabilidad penal a cargo de la sentenciada,
desvirtuando con ella la presunta estafa que se le enrostra.
Destaca que, a pesar de que la Registraduría expresó que no
existía certeza sobre la genuinidad de las cédulas de ciudadanía
que exhibía la incriminada, la fiscalía y el juzgado omitieron
desplegar actividad probatoria alguna a través para aclarar ese
punto, al punto que la sentencia solo consigna una simple
comparación de las cédulas con la tarjeta que reposa en los
archivos de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Agrega que los hechos falsarios fueron analizados bajo dos
regímenes legales incompatibles (decreto-ley 100 de 1980 y ley 599
de 2000), por lo que infiere que se vulnera el principio de legalidad y
el non bis in ídem. Además, se argumenta sobre la agravante
contenida en el artículo 290 de la última normatividad, sin que se
especifique al autor de las mismas, para diferenciarlo del partícipe.
Por último, alega que existe falta de congruencia, toda vez que la
fiscalía fundamentó que el fraude procesal se consumó en el
proceso disciplinario adelantado por el seguro social; pero, la
sentencia de primera instancia hace referencia a que se estructuró
cuando se presentaron documentos que califica de falsos en el
trámite y reconocimiento de la pensión. Además de lo anotado,
como colofón de lo expresado sobre la originalidad y la mismidad de
aquellos, que al ser auténticos los aportados, jamás se incurrió en el
delito de Fraude Procesal.
5.
10
CONSIDERACIONES
Sala Cuarta de Decisión Penal
SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
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Los temas propuestos por el recurrente abarcan los siguientes
cuestionamientos:¿Hay
indeterminación
de
la
época
en
se
concretaron las falsedades en los documentos públicos aludidos?
¿Operó la prescripción de la acción penal? ¿Qué incidencia tiene
que una copia de la cédula de la sentenciada reportara el 9 de
marzo de 1950, como el día de su nacimiento, la que reposaba
junto con otros legajos en el historial laboral, que indicaban otra
fecha? ¿Se le está juzgando dos veces por los mismos hechos
respecto a la falsedad? ¿Cuál la legislación aplicable? ¿Puede
estructurarse la circunstancia de agravación punitiva contenida en el
artículo 290 de la ley 599 de 2000, sin que se haya individualizado e
identificado al servidor público autor del delito de falsedad material
en documento público? ¿Incide en el juicio de tipicidad que las
autoridades administrativas y judiciales, ante quienes se exhibieron
los
documentos
cuestionados,
no
hubiesen
detectado
oportunamente las inconsistencias presentadas? ¿Asumió la
sentenciada un comportamiento doloso falsario y cuál su grado de
participación?
De acuerdo con la crónica traída en la resolución de acusación, la
señora SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO, para acceder a la pensión
de jubilación por vejez, al haber cumplido 50 años de edad,
presentó al Seguro Social el registro civil nacimiento No. 28145488,
expedido el 30 de noviembre de 1999 por la Notaría Segunda del
Circulo de Neiva, que indicaba que había nacido el 9 de marzo de
1950; como también, da cuenta que acompañó una “fotocopia de su
cédula de ciudadanía que contiene la misma fecha”.
El calificatorio agrega que en la injurada preguntó a la encartada por
la leyenda del año escrito en la cédula antigua, expedida en 1977,
“que indica(ba) con notoria imperfección que nació en 1950, al
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SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
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parecer
adulterada”,
cuestión
que
absolvió
la
interrogada
trasponiendo en el trámite de obtención a su madre y, como la
fecha no correspondía a la que creía que debía ser, pues hasta
entonces suponía que el natalicio aconteció en 1955, inquirió a su
progenitora el porqué de la inconsistencia. Advierte que éste
documento lo utilizó hasta las últimas elecciones realizadas en ese
entonces (anterior a su declaración del 29 de septiembre de 2004),
toda vez que lo renovó por las dificultades que le generaba la
imperfección que presentaba en su cartulina, pero que finalmente
“corresponde a la solicitud de un duplicado y no su rectificación”,
concretamente el día 05 de diciembre de 2.001, cuya preparación
del documento se hizo en esta ciudad, desconociendo los
registradores especiales la razón por la cual en el documento físico
apareció anotado otro año de nacimiento (1.950, en la cédula de
ciudadanía), pues rectificación debió hacerse con base en la misma
tarjeta alfabética con la que se elaboró la primera.
Del mismo modo, el pliego de cargos consigna que la tarjeta
alfabética que reposa en la Registraduría del Estado Civil con el
número 36.159.737, a nombre de la sentenciada, “indica que su
fecha de nacimiento es el 09 de marzo de 1955. Lo anterior, no
obstante que el original y duplicado de la cédula como documentos
físicos que la sindicada exhibía en sus actuaciones, indicaban como
fecha de nacimiento el año de 1.950, tratándose de formatos al
parecer genuinos, siendo entonces dudosa la veracidad de sus
contenidos”. Más adelante agrega que la base de datos de la
Registraduría daba cuenta de la existencia de un registro civil de
nacimiento, expedida por la Notaría Tercera, con el serial
27937208, con fecha 22 de abril de 1999 (siete 07 meses antes de
obtener su modificación por vía judicial), que indicaba como
onomástico el 09 de marzo de 1950, registro que al cotejarse con
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SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO
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los protocolos de la aludida Notaría, desmintió su existencia, pues
no había sido expedida por esa oficina.
A su vez, entre las razones que ofrece para dejar por demostrado y
firme la participación de la sentenciada en los hechos, de manera
indiciaria hace referencia al interés y beneficio que le reportaba la
adulteración material del documento original de la cédula de
ciudadanía, como la obtención del duplicado espurio, al igual que la
elaboración del registro civil de nacimiento falso, por lo que
concluye que participó como determinadora, al no estar a su
alcance la tecnología para la hechura de los mismos, previendo por
ello que necesariamente contó con la colaboración de algún
funcionario de la Registraduría.
Aunado a lo anterior, se aprecia, conforme a la ilación de la referida
pieza procesal que, indudablemente, contrario a lo expuesto por la
defensa, no puede pregonarse indeterminación respecto de la
época en se concretaron las falsedades de las cédulas enrostradas,
o en el uso de las mismas (falsedad agravada), toda vez que el
pliego de cargos alude tanto de su obtención inicial (21 de marzo de
1977), si se tiene en cuenta que literalmente la imputación jurídica
es por “Falsedad Material de Particular en Documento Público, por
la adulteración material de la cédula antigua, agravada conforme al
artículo 222, inciso 2º”; como también alude a la época en que
agenció su duplicado (5 de diciembre de 2001), sólo que al tenor
literal del pliego la llama como “determinadora en la obtención del
Registro seriado No, 27937208, introducido a la base de datos de la
Registraduría, descrita en el Título IX, Capítulo Tercero, artículo 287
de la ley 599 de 2000, agravada conforme el artículo 290 (Falsedad
Material en Documento Público, Agravado)”; es decir, hay claridad
que son eventos punitivos diferenciados, así vulneren el mismo bien
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FALSEDAD EN DOCUMENTO PRIVADO
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jurídico, empero el primero encaminado al uso de un documento
con formato original e información falsa (primera cédula); en el
segundo, al uso de un documento público falso (registro civil No,
27937208); y, el tercero, al duplicado de la cédula con la misma
información engañosa con soporte en ese registro civil falso y su
correspondiente uso(registro civil No, 27937208). Además, como
cuarto hecho, formula cargos por Falsedad Material en Documento
Público, descrito en el Título IX, Capítulo Tercero, artículo 287 de la
ley 599 de 2000, por la mutación del registro No. 26178473,
expedido por la Notaría Segunda del Círculo de Neiva, agravado
por su uso conforme al artículo 290 ibídem, que aportó en el trámite
de la investigación disciplinaria que le adelantó el seguro social (El
auto de apertura de la investigación disciplinaria es del 4 de abril de
2003).
El delito de Falsedad Material en Documento Público estaba
previsto como hecho punible en el Libro II, Título VI, Capítulo III, de
la falsedad en documentos, del Decreto Ley 100 de 1980, en los
artículos 218 y 220, el primero relacionado con el servidor público
como sujeto agente y, el segundo, al particular. Además, el inciso 2º
del artículo 222, preveía el “Uso de Documento Público Falso”,
modalidad delictiva tendiente a proteger el bien jurídico de la fe
pública y señalaba que:
“El que sin haber concurrido a la falsificación hiciere uso de
documento público falso que pueda servir de prueba, incurrirá en
prisión de uno (1) a ocho (8) años.
Si quien usa el documento a que se refiere el inciso anterior, fuere
el mismo que lo falsificó, la pena se aumentará hasta en la mitad.”
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El Código Penal vigente, Ley 599 de 2000, previó en su artículo 287
lo siguiente:
“El que falsifique documento público que pueda servir de prueba,
incurrirá en prisión de tres (3) a seis (6) años.
Si la conducta fuere realizada por un servidor público en ejercicio de
sus funciones, la pena será de cuatro (4) a ocho (8) años e
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas de
cinco (5) a diez (10) años.”
En torno a la circunstancia de agravación referida, el Código Penal
vigente señala en el artículo 290 que:
“La pena se aumentará hasta en la mitad para el copartícipe en la
realización de cualesquiera de las conductas descritas en los
artículos anteriores que usare el documento, salvo en el evento del
artículo 289 de este Código.”
De ésta manera, resulta incuestionable que el nuevo estatuto no
hace modificación alguna al comportamiento del tipo penal de
Falsedad Material de Servidor Público en Documento Público, por
técnica legislativa unificó en una misma disposición la conducta
falsaria del particular y del servidor público, sancionando con mayor
drasticidad al intraneus, también modifica límites punitivos, al
aumentar el mínimo y reducir el máximo en ambos casos.
Afirma la Corte Suprema de justicia que
“esta unificación no implica un cambio sustancial en la previsión
relativa a la circunstancia de agravación establecida por el inciso 2º
15
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del artículo 222 del Código Penal de 1980, en la medida que la
actual normatividad penal comprende el agravante del uso para el
‘partícipe’, artículo 290, en cuyo caso, la pena se aumentará hasta
en la mitad. Por lo cual, el actual Código Penal involucra tanto al
autor, en sus diversas modalidades, como al partícipe.”
6
(Subrayado fuera de texto).
El legislador al señalar quienes intervienen como autores y quienes
como partícipes de manera individual o en concurso, artículos 28,
29 y 30 del actual Código Penal7, se propuso preservar con las
diferencias establecidas el postulado de la unidad de imputación
para evitar que quienes concurren en el hecho respondan por
delitos diferentes, se distinga entre formas de intervención
principales y accesorias y exista correspondencia entre el grado de
compromiso y las distintas consecuencias punitivas atendiendo el
grado y clase de su intervención.
En la sentencia que arriba se referencia, la Corte Suprema de
Justicia precisa que,
“de acuerdo con el artículo 30 del Código Penal de 2000,
‘partícipes’ son el determinador, el cómplice y el interviniente. Sin
embargo, el artículo 290 ibídem alude a ‘copartícipes’, es decir, a la
institución genérica de la co-participación criminal, que no excluye al
autor, a quien, por consiguiente, se le podrá imputar la circunstancia
de agravación referida al uso del documento público que ha
falsificado8.” (Subrayado fuera de texto).
CSJ, Sala de Casación Penal, Sentencia del 16 de febrero de 2005, radicado 15.212, MP.
Helman Galán Castellanos y Alfredo Gómez Quintero.
6
7
Sentencia del 25-04-02, Cas. 12191, ponente Carlos Eduardo Mejía Escobar
CSJ, Sala de Casación Penal, Sentencia del 16 de febrero de 2005, radicado 15.212, MP.
Helman Galán Castellanos y Alfredo Gómez Quintero.
8
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En ese sentido, la prescripción por la Falsedad Material del
Particular en Documento Público (artículo 222, del decreto 100 de
1980, adulteración de la cédula antigua), prosperaría si el cargo se
limitara a su confección (expedida el 21 de marzo de 1977); no
obstante, como la imputación hace referencia al inciso 2º, hipótesis
que conlleva a que la conducta se entienda consumada en la
época en que la sentenciada se sirvió de su contenido, al hacer
uso de ella, dado que ese es el verbo rector, que según el
acusador se realizó cuando la exhibió para el trámite de la
pensión, reconocida mediante resolución del 4 de abril de 2000,
acto administrativo que emitió el Gerente Nacional de Recursos
Humanos del Seguro, con lo que se descarta que el hecho falsario
aludido, individualmente considerado, fuera analizado bajo dos
regímenes legales y que éstos fuesen incompatibles (decreto-ley
100 de 1980 y ley 599 de 2000); tampoco se observa de qué
manera se hubiese vulnerando con ello el principio de legalidad y el
non bis in ídem.
Ahora bien, sobre la tipicidad y en lo que tiene que ver con el sujeto
agente, además de las jurisprudencias referenciadas, sobre ese
punto la doctrina puntualizaba que en
“..el sistema nacional, la concurrencia en el hecho punible es en
calidad de autor, coautor, determinador o cómplice, y el uso no
queda desplazado hacia la falsificación, convirtiéndose ésta en un
hecho único, sino que se incrimina conforme al tipo especial del art.
222. En este se describe una conducta posterior.” 9.
9
Derecho Penal, Tomo IV, Segunda edición, Pérez Luis Carlos, Ed. Temis, Bogotá, 1990, pág. 82
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Otro autor agregaba:
“El delito del art. 222 queda consumado cuando una persona
engaña o intenta engañar a otro u otros con un documento público
falso, No es requisito que obtenga aceptación del documento ni
tampoco el resultado perseguido. Si alguien presenta una copia
falsificada del registro notarial de matrimonio, y es descubierto
antes del correspondiente trámite judicial o administrativo o en una
gestión de carácter privado, queda consumado el delito comentado.
De la norma del art. 222 se deducen las siguientes situaciones:
d. El delito de falsedad por uso de documento público falso lo
puede realizar cualquier persona penalmente capaz que haya
participado o no en la falsificación.
e. Si quien usa el documento público falso es la misma persona
que lo falsificó, se da una circunstancia de agravación
punitiva, según el inciso segundo del art. 222. En este caso no
existe concurso de hechos punibles entre falsificación material
o ideológica y uso del correspondiente documento.
f. Concurrir en la falsificación es hacerlo en cualquiera de las
situaciones de autoría y participación. Es decir, haber sido, en
relación a la falsificación, autor directo, determinador,
instigador o partícipe. Quien paga a otro para que falsifique un
documento público de identificación (pasaporte) y luego lo
usa, es punible como falsificador y como usuario del
documento (un solo hecho punible)” 10
De ésta manera, se observa que la crítica del letrado no abarca el
Delitos de falsedad y fraude, Primera edición, Martínez López Antonio José, Ed. Librería del
Profesional, Bogotá, 1990, pág. 78
10
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empleo o utilización de la vieja cédula de ciudadanía, lo que implica
conformidad con el razonamiento del a quo en ese punto, en virtud
del principio de legalidad y acierto de aquella decisión. Si ello es
así, ninguna repercusión tiene el que un duplicado de la cédula
antigua reposara en la carpeta de la sentenciada, la que señalaba el
9 de marzo de 1950 como día de su nacimiento y que junto a ella
obraban otros legajos con fecha distinta (1955), pues la sindicación
que se le hizo fue por el uso o empleo de la misma en el trámite de
la pensión, no porque el documento permaneciera en la historia
laboral de la encartada. Es importante traer a colación que sobre el
punto ha explicado la Corte Suprema de Justicia que:
“..ha sido pacífica la jurisprudencia de esta Sala al señalar en
asunto similar al que ocupa su atención que presentar una cédula
de ciudadanía o un pasaporte falsos para identificarse, constituye
uso de tales
documentos,
pues para ello se encuentran
destinados11; por tanto, mutatis mutandis, la exhibición (…) no
constituye comportamiento intrascendente,..”
Ahora bien, teniendo en cuenta que el 22 de enero de 2007 se
calificó el mérito de la investigación, resolución que cobró ejecutoria
el 27 de marzo de ese mismo año por los recursos interpuestos,
habría de establecerse si en verdad, ante el paso inexorable del
tiempo y sin que el Estado ejerciera la acción correspondiente en
los términos de ley, aquella facultad expiró en cada uno de los
delitos referidos en el pliego de cargos, tomando en consideración
la fecha de cada hecho.
11
Cfr. providencias del 15 de noviembre de 2001. M.P. Dr. Jorge Córdoba Poveda y del 23 de mayo de
2001. M.P. Dr. Fernando Arboleda Ripoll.
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En ese sentido, el término de prescripción de la acción penal
derivada del referido delito contra la fe pública aún no operó en la
fase instructiva, pues el uso de la cédula de ciudadanía por parte de
la sentenciada se hizo en el año 2000 y, el delito imputado (artículo
222, inciso 2º del decreto ley 100 de 1980), contemplaba una pena
máxima de doce (12) años, tiempo que no rebasó la fecha de
ejecutoria de la resolución acusatoria, por lo que la decisión que
corresponde adoptar no es otra que la de negar la solicitud
presentada por el defensor en éste punto.
En cuanto a las demás sindicaciones falsarias, que en el pliego de
cargos se alude como las descritas en el Título IX, Capítulo Tercero,
artículos 287 y 290 de la ley 599 de 2000, las primeras referidas al
empleo del registro civil falso, distinguido con el seriado 27937208,
expedida por la Notaría Tercera del Circulo de Neiva, cuya
inexistencia se constató con esa misma oficina y que se introdujo a
la base de datos de la Registraduría, inscrito el 22 de abril de 1999,
que a su vez sirvió de soporte para agenciar y usar el duplicado de
la cédula (no se gestionó la rectificación de la cartulina, para
aparecer como nacida el 9 de marzo de 1950), documento de
identificación expedido el 5 de diciembre de 2001, lo que igualmente
se corroboró con la inspección judicial realizada por la Fiscalía 7ª
Seccional de Neiva, el 13 de octubre de 2004. La siguiente
conducta tiene que ver con el empleo del registro sentado el 16 de
febrero de 1998, con el No. 26178473, expedido por la Notaría
Segunda del Círculo de Neiva, que mutó el contenido original del
registro civil y que fue aportado al proceso disciplinario, cuyo auto
de apertura data del 4 de abril de 2003.
Conforme a lo historiado, los aludidos hechos falsarios ocurrieron
en fechas posteriores al 26 de marzo de 1998; de allí que, para la
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ejecutoria de la resolución que calificó el mérito de la investigación
(27 de marzo del 2007), el transcurso del tiempo era inferior al
máximo de pena prevista para el delito de uso de documento
público falso, que se estructuraría en nueve (9) años para el primer
inciso, y en doce (12) para el segundo párrafo del artículo 287 del
Código Penal, por lo que inexorablemente debe concluirse que la
acción penal está vigente y que no operó el fenómeno jurídico de la
prescripción, como pretende predicar la defensa letrada, toda vez
que la imputación es como determinadora y, en ese sentido, incurre
en la pena prevista para la infracción (artículo 30 del Código Penal).
En éste último aparte, rechaza que se pueda enrostrar la agravante
contenida en el artículo 290 ibídem, sin que previamente se
especifique al autor de las mismas. Es decir, que da cuenta de una
imposibilidad para achacar a su agenciada su participación como
determinadora de las falsedades materiales de los documentos
públicos, sin que previamente estuviese identificado el sujeto
determinado (falsificador material), mas no aduce algún yerro o
desacierto de lógica jurídica en la decisión final del a quo, tema
sobre el cual la Corte Suprema de Justicia expresó
“..jurídicamente nada obsta para que el determinador deba
responder por la conducta aun cuando no logre conocerse siquiera
o juzgarse a la persona del determinado, o ésta sea absuelta, pues
lo realmente definitivo es que se encuentren reunidos los elementos
que posibilitan predicar dicha condición en aquél. Al fin y al cabo, es
pacífica la posición de la doctrina y de la jurisprudencia, en el
sentido de que nada obsta para que el sujeto no cualificado pueda
estar incurso a título de determinador o cómplice de punible que lo
supone, lo que evidentemente no es admisible en relación con el
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autor sea éste intelectual o material, esto es, con el directo ejecutor
de la conducta delictiva.” 12
Sobre la participación de la sentenciada, resulta acertado inferir que
ella era la primera interesada en que se confeccionaran los
documentos espurios para su uso, exhibiéndolos y suministrándolos
en las actuaciones administrativas y judiciales arriba documentadas,
a fin de hacer uso de ellos al gestionar y obtener el pago anticipado
de la pensión de jubilación, recorrido criminal que inicia con la
obtención de la cédula de ciudadanía y la partida eclesial falsas,
aparentando una mayor edad a la que realmente tenía, beneficio
que le daba sentido a la existencia de la multiplicidad de hechos
falsarios anotados (partida de bautismo en Neiva y Rivera; registro
civiles en las Notarías Segunda y Tercera, el último de ellos
ingresado a la base de datos de la registraduría para obtener el
duplicado de la cédula; documentos en la historia laboral que dan
cuenta que la fecha de nacimiento era 1955 y no 1950; cédula de
ciudadanía antigua con el último número modificado y duplicado de
aquellas).
A su vez, como los formatos de las cédulas al parecer eran
genuinos, coyuntura sobre la cual insiste la defensa, de ese hecho
dedujo el acusador (ilación que retoma el fallador), que como
tecnología para la hechura de los mismos no estaban al alcance de
la
encartada,
indudablemente
de
ello
se
desprendía
que
necesariamente tuvo colaboración de algún funcionario de la
Registraduría, reflexiones sobre las cuales el recurrente guardó
silencio.
CSJ, Sala de Casación Penal, Sentencia del 28 de noviembre de 2002, radicado 17.022, MP.
Carlos Augusto Gálvez Argote. Este tema es reiterado en sentencia del 28 de febrero de 2007,
radicado 25.477, M.P. Javier Zapata Ortiz.
12
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Reprocha la defensa que el funcionario de instancia soslayara
analizar que en el historial laboral obraba la información pertinente,
que se utilizó en las actuaciones administrativas y judiciales
reseñadas, y que por esa misma razón niega que tuviesen
idoneidad para engañar a los servidores públicos, pues a ellos les
asistía el deber de revisar y constatar los legajos aportados, que de
haberlo hecho, no habrían incurrido en el error probatorio
cuestionado. Ciertamente, hoy por hoy, no es motivo de
controversia que el medio engañoso deba tener idoneidad para
inducir en error a la víctima, pero, aún es polémica determinar las
condiciones a partir de las cuales se pueda afirmar que la argucia o
el engaño reúnen los presupuestos objetivos normativos para
pregonar la configuración del delito de estafa. Sobre el particular se
conocen dos posiciones. La primera le asigna una gran
preponderancia al significado de artificio, conforme al cual la estafa
es un delito de inteligencia, que requiere el despliegue de actos
hábilmente preparados y bien concebidos para revestir capacidad
de inducir en error a la víctima13, perspectiva en la que si la persona
pasible del engaño obra de modo ingenuo, torpe o negligente no
habrá lugar a afirmar la existencia de estafa, porque una actuación
prudente le hubiera bastado para salirse del error, que al parecer es
la que aduce la defensa letrada.
La postura en mención fue acogida por la Sala de Casación Penal
de la Corte Suprema de Justicia en la sentencia del 12 de junio de
2003, en cuanto allí expresó:
13
Cfr. ANTONIO JOSÉ MARTÍNEZ LÓPEZ en Estudios de Derecho Penal Especial, varios
autores, Editora Jurídica de Colombia, primera edición 1992, pág. 288.
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“Pero ciertamente, como lo señala la Delegada en su estudio,
haciendo eco de la teoría de la imputación objetiva, ‘se considera
que no todo engaño que pudiera concebirse causal respecto del
resultado perjudicial permite la imputación del resultado a la
conducta del
autor,
pues,
de
acuerdo con el argumento
victimológico, la víctima debe acudir a los mecanismos de autotutela
exigibles, porque será entonces punible el comportamiento capaz
de sobrepasar la barrera de contención que supone la actitud
diligente del perjudicado’ ”14.
La segunda posición aconseja examinar con una mayor flexibilidad
el medio engañoso cuando se trata del sujeto engañado. La Sala de
Casación Penal de la Corte se inspiró en esta segunda postura
para adoptar la determinación plasmada en la sentencia del 27 de
octubre de 2004. En esa decisión la Corporación, tal como se hizo
en el fallo del 12 de junio de 2003, partió también de los
fundamentos de la teoría de la imputación objetiva. Sin embargo,
sobre la base de tener ésta como presupuesto tanto el riesgo
permitido como el principio de confianza, “que determinan el estado
de interacción normal de las relaciones sociales y de los riesgos
que en ellas se generan”, concluyó:
“… De manera que, sólo cuando la víctima asume conjuntamente
con otro una actividad generadora de riesgos, puede eventualmente
imputársele el resultado a la víctima, siempre que esta tenga
conocimiento del riesgo que asume. En consecuencia, si es el autor
quien recorre la conducta descrita en el tipo penal, el resultado debe
serle imputado a aquel y no a la víctima, pues ésta obra dentro del
principio de confianza que le enseña que en el tráfico de las
14
Radicación 17196.
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relaciones sociales el vendedor realizará el comportamiento en el
ámbito de competencia que le impone la organización”15.
Recientemente, aquella Corporación estimó que no pueden
establecerse reglas tan rígidas cuando se juzgan hechos basados
en las relaciones sociales, sino que se deben tener en cuenta las
circunstancias concretas de cada caso para determinar si la actitud
reticente de una de las partes que oculta una información tiene o no
idoneidad para inducir en error, para lo cual es preciso tener en
consideración el nivel intelectual del sujeto pasivo de la conducta,
su pericia en asuntos de la naturaleza de la cual se trata, sus
experiencias, el medio social en donde se desenvuelve16 y las
herramientas jurídicas brindadas por el Estado para su protección.
A partir de la sentencia de 20 de mayo de 200317, la Corte Suprema ha
establecido que para que la conducta del sujeto pasivo excluya o
modifique la atribución del tipo a quien coopera o contribuye de manera
significativa en su realización, es necesario que aquél conozca (o tenga
la capacidad de conocer) el peligro que afronta con su acción y tenga
bajo su control el poder de asumir el riesgo que se concreta en el
resultado, siempre y cuando al actor no le sea exigible la obligación
jurídica de evitarlo, es decir, que no se encuentre en posición de
garante respecto de la persona que de manera consciente y voluntaria
se ha puesto en peligro.
Explica que la valoración de las primeras dos situaciones deberá
efectuarla el juez ex ante o, lo que es lo mismo, teniendo que
retrotraerse al momento de la realización de la acción y examinando si
15
16
17
Radicación 20926.
Cfr. ANTONIO JOSÉ MARTÍNEZ LÓPEZ, obra citada, pág. 288.
Radicación 16636.
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conforme a las condiciones de un observador inteligente situado en la
posición de la víctima (a las que habrá de sumárseles las calidades y
conocimientos especiales de ella), el comportamiento sería o no
adecuado para excluir a favor del agente la atribución del resultado
típico.
En cuanto a la posición de garante, aquella Corporación en la sentencia
de 4 de febrero de 200918, que resulta irrelevante analizar “si el
procesado era garante respecto de la persona que incurrió en error al
suscribir un contrato con una persona jurídica inexistente”, pues esta
última jamás tuvo el poder de asumir bajo su control el riesgo que se
realizó en el resultado, ni tampoco tuvo el conocimiento del mismo:
“En otras palabras, no es posible entrar a analizar el comportamiento
negligente o no de la persona que incurrió en el error cuando se tiene
que, debido a la conducta artificiosa desplegada por el procesado, el
primero jamás pudo actuar libre y responsablemente en un sentido
jurídico, sin haber tenido la oportunidad de conocer la situación
generadora del riesgo (como sí habría podido conocerla ante el simple
silencio o ante una mentira no tan elaborada de la contraparte)”19.
En ese orden de ideas, sólo cuando se reúnen los tres requisitos de las
acciones a propio riesgo (conocimiento del peligro, poder de control
sobre su asunción y ausencia de posición de garante) podrá estudiarse si
el sujeto pasivo en los delitos de estafa activó los mecanismos de
protección que le eran exigibles, o en qué medida contribuyó con su
comportamiento no diligente o precavido a la obtención del resultado
previsto en la norma.
18
Radicación 26197.
19
Sentencia de 4 de febrero de 2009, radicación 26197.
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En el presente asunto, se tiene que la sentenciada realizó múltiples
actividades para el éxito de su gestión delictiva, como la de alterar
la cédula de ciudadanía que contenía en año de 1950 como fecha
de nacimiento, además de allegar a la registraduría un registro civil
falso; mutar la verdadera edad con la expedición de un nuevo
registro civil de nacimiento a través de un proceso de jurisdicción
voluntaria que incoó el 4 de noviembre de 1999, donde igualmente
utilizó una partida eclesiástica de bautismo falsa (que logró el 8 de
octubre de ese mismo año), proceso que finalizó el 26 de
noviembre de 1999, con una sentencia que ordenó corregir el
aludido yerro en el registro civil de nacimiento, para que figurara
1950 como natalicio, abriendo así un nuevo registro en la Notaría
Segunda de Neiva, para luego gestionar el reconocimiento de su
pensión de vejez, lo que conlleva a que ahora se descarte que el
Seguro Social incurriera en una autopuesta en peligro por
incumplimiento de sus funciones, como alega la defensa, todo ella
como consecuencia del entreverado de maniobras engañosas que
precedieron a la gestión de pensión, adelantadas por la encartada.
Lo mismo puede predicarse del fraude procesal, delito del cual se
ha dicho que es de mera conducta y que se perfecciona cuando se
logra inducir en error al servidor público por medios engañosos o
artificiosos, como sería el uso de documentos falsos. Así mismo, se
ha resaltado que el medio utilizado debe tener la potencialidad
suficiente para engañar, aunque resulta suficiente que el agente
inductor hubiese diseñado mecanismo engañoso con ese fin; es
decir, que haya hecho el documento falso con miras a obtener el
acto estatal formalmente válido, pero esencialmente espurio, como
ocurrió en el presente evento.
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De esta manera, en ese orden de ideas, los cargos por los cuales
se condenó a la acusada quedarían indemnes, lo que conllevaría a
confirmar la decisión de instancia.
Conforme a lo anterior, El TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO
JUDICIAL DE NEIVA, en Sala de Decisión, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la Ley,
RESUELVE
CONFIRMAR la sentencia recurrida, de fecha y origen, por las
razones plasmadas en precedencia y en cuanto atañe al objeto de
disenso.
Contra la presente decisión procede el recurso de CASACIÓN
Cópiese, notifíquese y devuélvase.
HERNANDO QUINTERO DELGADO
ÁLVARO ARCE TOVAR
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JAVIER IVÁN CHÁVARRO ROJAS
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LUISA FERNANDA TOVAR HERNÁNDEZ
Secretaria
Copiado al tomo_______ folio__________ de Sentencias de
segunda instancia
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