67 AKOBE Intervenciones en Conservación-Restauración El mundo de los abanicos y su complejidad Restauración de tres abanicos pertenecientes a la colección del Museo Romántico de Madrid. ARANTXA PLATERO MÓNICA MORENO ALET S.L. RESTAURACIÓN DE TEJIDOS ANTIGUOS Foto 1 El abanico Su Evolución Los abanicos se componen generalmente de la montura o varillaje y del país. La montura puede ser de madera, bambú, nácar, marfil, ámbar, etc...y está formada por varillas planas unidas por uno de sus extremos mediante un pasador, llamado clavillo, el cual constituye su eje de giro. Las dos varillas exteriores de la montura, más sólidas, se denominan guardas o guías, y son las únicas visibles cuando el abanico está plegado. Su fabricación era extraordinariamente especializada, se utilizaban distintos talleres en los que se trataban los variados materiales que componían la pieza final. El origen del abanico es tan antiguo como la historia de nuestra civilización. Las piezas más antiguas conocidas son el ripis de los griegos y el flabellun de los romanos. Estos se componían de hojas de loto o de plumas de pavo real. Durante la Edad Media, continuaron usándose las plumas para el ornato del abanico aunque también se hacía de pergamino. Ya desde finales del siglo XVI, con la aparición del abanico plegable, se tiene constancia del establecimiento de industrias abaniqueras, protegidas por corporaciones, provistas de sus correspondientes estatutos. Los países podían fabricarse en diferentes lugares de Asia o Europa, los encajes en Flandes, los papeles en China y Francia, las pieles de España, el varillaje de Inglaterra y por último su montaje final en cualquier otro país. Según fuentes de la época, sabemos que la categoría y el valor que se daba a estas piezas reclamaban la existencia de especialistas en su restauración. “La época de oro” del abanico fue el siglo XVIII, debido a la riqueza material y ornamental de los mismos. En el siglo XIX este objeto de lujo y ostentación fue poco a poco, con la fabricación en serie de estos objetos, perdiendo calidad artística y exclusividad, convirtiéndose AKOBE 68 Intervenciones en Conservación-Restauración Abanico de baraja antes y después de la restauración en objetos populares de reclamo comercial y de propaganda política. Hasta el siglo XIX, no resulta difícil la identificación de una línea de evolución estilística de los abanicos. A partir de este siglo, el intento de clasificación se convierte en una tarea casi imposible, debido a la vulgarización de los modelos, a la reiterada alternancia de gustos y a la intensificación de las relaciones culturales y comerciales con distintos países. El museo romántico y el abanico en el siglo XIX Con motivo de la remodelación, acondicionamiento y restauración tanto arquitectónica como de fondos del Museo Romántico de Madrid se ha restaurado parte de la interesante colección de abanicos del siglo XIX que alberga modelos muy dispares: en los que el país esta realizado en papel, vitela, gasa, seda, plumas, blonda o tul y en los que el varillaje puede ser de hueso, marfil, nácar, madera o carey. Las formas y tamaños afectan tanto al país: abanicos de “brisé” o baraja, chinoiseries, pericones, o paipai, como a los que afectan a padrones y varillaje, encontrando de pointillé o piqué. Respecto a su decoración, los hay pintados, bordados, impresos, y con aplicaciones. Algunos están decorados en ambas partes del país (lo cual complica su intervención); otros, solo están decorados en el anverso. Con todo, no resulta imposible identificar cuatro grandes estilos. El primero, heredado del siglo anterior, es el conocidamente denominado estilo imperio. Se trata de una adaptación del neoclásico dieciochesco, enriquecido e inspirado por la propaganda y difusión de las culturas griegas y romanas recién sacadas a la luz, especialmente las pompeyanas por un lado y el descubrimiento del arte egipcio por otro. La sobriedad y equilibrio de estos abanicos, se observa en su pequeño tamaño, en un varillaje recto y estrecho; en países de gasa, seda y lentejuelas, de un vuelo pequeño que se ve compensado con avanzado desarrollo hacia el clavillo (lo que provoca una fuente más pequeña), y en la sustitución de las grandes y complejas escenas dieciochescas por motivos más austeros, alegorías, fábulas sobre fondos planos. Dentro de este primer grupo se pueden destacar los abanicos denominados cristinos, nombre debido a Cristina de Borbón, segunda esposa de Fernando VII, de reducido tamaño y decoración un poco más recargada que los imperio. El segundo estilo de abanicos es el romántico, donde aparece una nueva percepción de lo lejano, con una fidelidad histórica y sin idealización. Para ello, se recupera el gusto por el estilo gótico, el abuso de la ojiva, y el gablete en las filigranas decorativas. Escenas más amplias y abigarradas y ordenadas con un gusto marcadamente escenográfico van a precisar abanicos ligeramente más grandes y de mayor vuelo con una mayor presencia de orlas doradas de contenido vegetal y floral. A mediados del siglo XIX entramos en el periodo de mecanización del abanico. Se abaratan los costes y se divulgan los modelos, logrando gran uniformidad. La mayoría de los varillajes son de hueso y están calados a máquina con sencillas decoraciones. Esta economía decorativa se ve a veces compensada con la aparición de tipos diferentes de abanicos como la cocarda, los pai-pai o los abanicos de baraja. Además, están los de manifestación más popular con países de papel impreso y varillajes de madera o hueso que toman su referencia decorativa de algún evento histórico concreto, son los llamados abanicos conmemorativos. Algunas veces, como propaganda de los agitados cambios que vive el país, y otras, simplemente, como testimonio histórico. Pasamos al segundo tercio del siglo XIX, en cuya fecha se va complicando el abanico en su decoración, tanto en el varillaje como en la hoja, y aumenta paulatinamente el tamaño, llegando al tercer estilo de abanico, llamado Isabelino, cuyo nombre lo recibe de la reina Isabel II. Es un abanico original en cuanto al amplio desarrollo de la fuente o varillaje y al sistema empleado en la decoración del país, que suele ser de papel litografiado y coloreado a mano, con los extremos muy adornados con roleos, rocallas, volutas doradas y gofradas, en un horror vacui característico. El cuarto estilo aparece a finales del 69 AKOBE Intervenciones en Conservación-Restauración Abanico de muñeca, antes, en proceso y después de la restauración. siglo con un afán por lo exótico, destacando los abanicos orientales, tan frecuentes en las colecciones y fiel reflejo de las importaciones masivas que llegaban de China y Japón. Hay que destacar los abanicos de Cantón o de las Mil caras. La virtuosidad artesanal y calidad estética en los abanicos crearán serias dificultades de identificación y datación con sus originales. A finales de siglo, aumenta el tamaño del abanico, hasta llegar a los llamados Pericones, de gigantescas proporciones, y muy abundantes entre 1880 y 1890. Dentro de esta gran gama de abanicos, también podemos encontrar algunos de principios del siglo XX, bien representados con ejemplares modernistas y alfonsinos. Restauración de tres abanicos Expuesto lo anterior, se deduce fácilmente lo dificultoso del trabajo de restauración. A primera vista, estos abanicos presentan un estado frágil de conservación y, con un examen más detallado, se observa que la mayoría de ellos han sido reparados una o más veces con mejor o peor fortuna: desde reparaciones antiguas, hechas con los mismos materiales y técnicas, hasta arreglos caseros con cinta autoadhesiva de cel-lo, o pequeños cosidos. La suciedad generalizada (manchas, polvo) testimonia que la mayoría de ellos han sido usados, antes de pasar a formar parte de los fondos del museo. En general, la mayoría presenta fragilidad en sus países, con rotos de pequeño y gran tamaño. En los de papel predominan desgarros, lagunas y perforaciones; en los de tejido, lagunas y descosidos. Algunos abanicos han perdido parte de sus aplicaciones decorativas, lentejuelas, bordes dorados; aquellos que están pintados, tienen la pintura disgregada con zonas parciales de pérdidas y escamaciones. Otros abanicos presentan fuertes signos de deterioro estructural, habiendo perdido varillas que han deformado el país, o presentando guardas rotas, falta de clavillo o virola. Las reparaciones de cel-lo o adhesivo casero han provocado, sobre todo en los abanicos de papel, un cierto grado de acidez que se muestra en manchas, debilidad del papel y foxing, además de arrugas y deformaciones. La restauración del abanico de brisé o baraja comenzó con el desmontado del clavillo y la virola. El varillaje se encontraba muy sucio con manchas dactilares y de adhesivo. Estructuralmente había cuatro varillas rotas cuyos fragmentos se conservaban. La limpieza del nácar se realizó con un gel especial que apenas necesita aclarado, de esta forma se eliminaron manchas superficiales y marcas dactilares. Los restos y manchas de adhesivo y de cel-lo se quitaron con un hisopo impregnado en acetona y etanol. La consolidación de las varillas rotas se realizó aplicando una pequeña tira de tisú de fibra de vidrio y cianocrilato. La plata de la anilla, virola y clavillo se limpiaron y pulieron. El siguiente abanico restaurado es el llamado de muñeca. Su estado de conservación es muy malo. Está afectado, tanto en la consistencia estructural del país como del varillaje, apreciándose infinidad de roturas y pérdidas considerables del mismo. El país estaba roto, rajado y carcomido, presentaba numerosas lagunas, algunas de considerable importancia, (falta una gran parte del pais). Además de las roturas, el país tiene manchas de adhesivos y suciedad abundante en ambas caras. AKOBE 70 Intervenciones en Conservación-Restauración Detalles del estado de conservación Estructura de alambre del pai-pai. También el varillaje está dañado considerablemente. Tres varillas están partidas pero se conservan todos los fragmentos. Las guardas también están afectadas. A una de ellas, le falta la mitad superior y no se conserva. La otra está partida por la mitad pero entera. Las laminillas metálicas que conforman la decoración están totalmente sulfatadas. Como primera medida, para la restauración del abanico de muñeca, se procedió a despegar todos los pliegues para comprobar el alcance de la pérdida. Este proceso se realizó con un generador de micro vapor Reitel. A medida que los pliegues se iban abriendo, ayudados por pinzas y bisturís, el país se fue extendiendo entre remai para que al secarse con la presión de cristales y pesos se consiguiera el planchado. El vapor favoreció también el reblandecimiento de la suciedad y los Detalle de limpieza de la flocadura adhesivos, lo que permitió su eliminación con ayuda de espátulas y bisturís. Una vez desplegado todo el país, se comprobó que faltaban tres pliegues completos, al igual que la espiguilla de una varilla y la mitad superior de la guarda derecha. Mientras se procedía a la limpieza y reintegración del país se reprodujo la guarda por medio de un molde sacado de la guarda conservada. El molde se realizó con silicona y la reproducción con resina epoxi, coloreada con pigmentos. La espiguilla faltante se realizó con madera de balsa y se pego al país con pasta de almidón. La reproducción de la guarda se unió al fragmento original con cyanocrilato. La reintegración del anverso del país se realizó con tisú y papel japonés. El reverso de cabritilla se consolidó con membrana Gold Skin y adhesivo Henkel. Para la consolidación de la policromía, que se encontraba muy pulverulenta y se desprendía ligeramente, se empleó cola de esturión aplicada a pincel. La protección final del varillaje se realizó con aceite de almendras, aplicada con paño de gamuza. El tercer abanico restaurado es un pai-pai cuyo estado de conservación era muy malo debido a la delicadeza de los materiales: seda y tul. Otra de las razones es el peso que tiene que soportar del motivo central y el efecto oxidante de los adhesivos usados para las uniones de los dos óvalos. Por todo ello, se han provocado numerosos rotos y desgarros en los bordes de unión. Además, el ovalo de seda central presenta cinco manchas muy localizadas, de forma cuadrangular con los bordes rectilíneos, producidas por el adhesivo de fragmentos de cel-lo u otro papel. AKOBE El tafetán del segundo ovalo presentaba innumerables agujeros y casi la mitad del borde perimetral, que estaba pegado al aro de metal, se encontraba desgarrado. La suciedad era generalizada, apreciándose con mayor intensidad en la flocadura blanca de seda. La orla de florecillas pintada en el tafetán negro está muy perdida. Los pigmentos presentaban faltas de aglutinante provocando la exfoliación y desprendimiento de los mismos. Debido al estado de oxidación que presentaban los aros de metal y las consecuencias que estaban provocando en los tejidos, el tratamiento debía comenzar desmontando todas las partes del pai-pai; primero la flocadura, luego los galones con pedrería del anverso y el agremán del reverso. Cada una de las piezas del pai-pai fueron separadas entre si despegándolas, para poderlas trabajar desde su estructura más simple. Una vez que los dos óvalos de metal estuvieron sueltos, se procedió a despegar los tejidos, por un lado la seda y por otro el tul negro del ovalo mayor. Una vez desmontados todos los elementos se continuó con la limpieza. Los galones, la flocadura y el agremán se sumergieron en sendas cubetas con agua templada desmineralizada y jabón neutro Teepol al 5%. El lavado se realizó con esponjas suaves por tamponación sobre el tejido hasta crear espuma. La limpieza del tejido de tul negro se realizó con un disolvente orgánico. Se extendió sobre secantes y se aplicó tricloroetileno con una brocha suave absorbiendo la suciedad mediante tamponación con otro secante. En el caso del óvalo central la limpieza acuosa no fue posible debido a la aplicación de la figura superpuesta del pájaro. Por ello se tuvo que limitar a una limpieza química, por el mismo sistema que el empleado anteriormente. Las manchas concretas de material orgánico se eliminaron con tricloroetileno, white spirit y secantes y las manchas y restos de adhesivo con hisopos impregnados en acetona. Ya que el tratamiento con disolventes orgánicos da como resultado una 71 Intervenciones en Conservación-Restauración Abanico pai-pai antes y después de la restauración sequedad del tejido, y por tanto una perdida de elasticidad, el tratamiento anterior fue seguido de una hidratación del tejido, introduciéndolo en una cámara de humectación. El tejido antiguo, por su fragilidad o por presentar rotos que afectan a su aspecto estético, requiere ser montado sobre un soporte textil adecuado, siguiendo un método reversible en todo momento. Este soporte es teñido con tintes adecuados según su naturaleza, y en una tonalidad que armonice con el color. Para el caso del ovalo de seda, se eligió un tejido de seda, matizado con crepelina, igualmente de seda. En el caso del tul negro, se eligió una crepelina blanca, ya que resultó la que mas transparencia aportaba. Se fijaron los galones por sus bordes con hilo de algodón. Las uniones del original con el nuevo soporte fueron realizadas mediante cosido a punto de bolonia con hilos de seda. En las zonas que por diversas circunstancias se encontraban las fibras debilitadas o perdidas, se consolidó según las necesidades; por una parte, el forrado total de la pieza con un nuevo soporte utilizando un tejido de seda matizada con crepelina y fijado por líneas de fijación a bastilla y en otras zonas con puntos de adhesivo de película archibond. Debido a la fragilidad y precario estado de conservación del tul negro, se decidió la colocación de un nuevo soporte suplementario por toda la superficie general del original de crepelina blanca, para lograr una mayor consistencia del tejido original. La fijación de la tela antigua al nuevo soporte, se realizó empleando un método bien experimentado y de comprobada y rápida reversibilidad; consiste en unir ambos tejidos mediante brocha con poliamida textil diluida al 4 % en etanol. La oxidación de los óvalos de metal fueron los que provocaron la rotura en los bordes de los tejidos. Para eliminar el oxido se lijaron los óvalos, se sumergieron en taninos y se protegieron con paraloid B-72. La limpieza del resto del agarradero dorado se realizó con una mezcla de concentrado aniónico disuelto en white spirit. Finalmente, la mezcla fue neutralizada con etanol al 50% en agua. El relleno de grietas y de volúmenes faltantes se realizó con pasta de madera Axon de dos componentes. Seguidamente se estucó y doró. Una vez consolidado los tejidos, y los aros del armazón, se procedió al montaje de todos los elementos mediante un adhesivo polivinílico. Se unieron los tejidos a los aros, después la flocadura, luego los galones del anverso, y, por último, el agremán del reverso