BOLETÍN 5987-04 4 de septiembre de 2009 ISSN 0787-0415 I. DESCRIPCIÓN REFERENCIA : Regula el secreto profesional en las obras audiovisuales INICIATIVA : Mensaje presidencial MINISTERIOS : De Educación, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y de la Secretaría General de la Presidencia ORIGEN : Cámara de Diputados, actualmente se encuentra en el Senado para segundo trámite constitucional INGRESO : 29 de julio de 2008; ingresó al Senado con fecha 14 de octubre de 2008 CALIFICACIÓN : Sin urgencia ARTICULADO : Artículo único, que modifica la ley Nº 19.981 sobre Fomento Audiovisual OBJETO DE LA INICIATIVA 1.- Establecer el secreto profesional para los autores de obras audiovisuales (cine, videos, entre otros), de manera tal que ni aun mediante orden administrativa o judicial se vean obligados a revelar la fuente utilizada en la creación de su obra. 2.- Establecer que, no obstante lo anterior, responderán por los delitos que cometan en la difusión de su obra audiovisual 3.- Exigir, para invocar el secreto profesional, desempeñarse profesionalmente y estar inscrito en un registro público que llevará el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, cuyo contenido específico se determinará en un reglamento. -1- 15 de noviembre de 2015 ISSN 0787-0415 CONTENIDO ESPECÍFICO1 Artículo único.- Incorpórase, en la ley N° 19.981, sobre Fomento Audiovisual, el siguiente Capítulo IV: CAPITULO IV Reserva de la Fuente Artículo 14.- Los productores y los directores o realizadores de obras audiovisuales, nacionales o extranjeros, que ejerzan su actividad profesionalmente en el país y que se encuentren inscritos en el registro público que creará y administrará el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, tendrán derecho a mantener reserva sobre las fuentes utilizadas en la creación de su obra audiovisual, la que se extenderá a los materiales que obren en su poder y que permitan identificarla y no podrán ser obligados a revelarla ni por orden judicial ni administrativa. Lo dispuesto en el inciso anterior se aplicará también a las personas que por su oficio o actividad hayan debido estar necesariamente presentes en el momento de haberse recibido la información. Quien haga uso de este derecho será personalmente responsable de los delitos que pudiere cometer al difundir la obra respectiva. Un reglamento determinará la información que deberá contener el registro público a que se refiere el inciso primero. FUNDAMENTO, SEGÚN LA INICIATIVA 1.- El secreto profesional en general. El reconocimiento jurídico del secreto profesional ha sido una de las reivindicaciones más antiguas, de muchas profesiones de relevancia en el desarrollo de los países y de sus pueblos. Abogados, periodistas, comunicadores sociales, artistas, sacerdotes, son sólo ejemplos de profesiones en las cuales el respeto del secreto profesional no sólo es relevante, sino esencial para el cumplimiento de las funciones y deberes que les son propios. En tal sentido, la dictación de la ley N° 19.733, Sobre Libertades de Opinión e Información y Ejercicio del Periodismo, publicada en el diario oficial del 4 de junio de 2004, constituyó un avance en la materia pues reguló el secreto profesional de los periodistas. Sin embargo, creemos que podemos y debemos dar un paso más. Nuestra 1 Se reproduce el texto contenido en el informe de fecha 8 de enero de 2009, de la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología del Senado. 2 -2- 4 de septiembre de 2009 ISSN 0787-0415 Constitución Política, la normativa nacional, las Convenciones y Pactos Internacionales ratificados por el país y vigentes, y nuestras propias convicciones éticas, así lo exigen. Por ello, que he decidido proponer el presente proyecto de ley destinado a regular la reserva de las obras audiovisuales en nuestro país. 2.- La creación artística. La libertad de creación artística está reconocida en el artículo 19 N°25 de la Constitución y además, constituye una forma particular de ejercer la libertad de expresión. El artículo 19 N° 25 de nuestra Carta Fundamental dispone que la Constitución asegura a todas las personas, la libertad de crear y difundir las artes, así como el derecho de autor sobre sus creaciones intelectuales y artísticas de cualquier especie. Las obras audiovisuales constituyen un tipo o manifestación de obra artística que, por lo mismo, queda comprendida en esta libertad reconocida por el precepto constitucional recién citado. Esta garantía, incorporada en la reforma constitucional del año 2001, está conformada por distintos elementos. En primer término, se trata de un derecho que tiene un aspecto activo y otro pasivo. El primero se traduce en difundir las expresiones artísticas y culturales, y el otro, en el derecho o libertad de recibir las expresiones citadas. En segundo lugar, los titulares del derecho a la creación y difusión artística, son todas las personas, sean éstas naturales o jurídicas. La Constitución no efectúa ningún tipo de distinción, por lo cual no existen razones para hacer una interpretación restrictiva acerca de la titularidad del derecho. En seguida, la Carta Fundamental señala, expresamente, que estamos frente a una libertad, por lo cual, esta garantía no puede estar sujeta a censura previa. Además, conforme al Pacto de San José, el derecho no puede ser objeto de censura previa, salvo cuando se trata de expresiones artísticas que puedan catalogarse de espectáculos públicos, con "el exclusivo objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral de la infancia y la adolescencia". En cuarto lugar, el artículo 19 N° 25 describe el contenido de la libertad para lo cual utiliza las expresiones crear y difundir. Por una parte, el verbo “crear” es la esencia o núcleo de la libertad, pues no puede existir difusión artística sin que antes exista una creación. Si bien hay creación artística que no se difunde, no puede haber una difusión de una creación que no haya nacido. Los medios empleados para la creación artística son indeterminados. También lo son, la forma de emplearlos. El creador elige una cierta forma de emplear los medios para transmitir un mensaje. Y esa forma de emplear los medios, es lo que constituye la creación artística propiamente tal. 3 -3- 15 de noviembre de 2015 ISSN 0787-0415 Además, las expresiones artísticas pueden y necesitan ser interpretadas, para lo cual resulta esencial, que la obra de arte sea vista en su totalidad. No pueden tomarse partes aisladas de un trabajo y analizarlo en forma separada de su contexto. Por otra parte, la norma constitucional usa también, el verbo “difundir”. Sucede que las formas para difundir una creación son muy variadas. Dependen de la conveniencia artística, los medios disponibles y los avances tecnológicos. Hay casos en que una obra artística es independiente de los medios para difundirla. La obra existe por sí misma. Por ejemplo una pintura existe sea o no sea vista por terceros. Sin embargo, hay otros casos en que el medio empleado, es la obra artística, como por ejemplo, las obras audiovisuales. La libertad de difusión artística implica elegir el medio para hacerlo y el derecho de la personas a recepcionar la obra respectiva. Esta libertad entonces, lleva implícito el derecho de la recepción. Entonces, este derecho también posee un aspecto social. Lo anterior se refuerza porque, conforme al Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la expresión artística, como componente esencial de la cultura, es también objeto de un derecho de todas las personas que pueden gozar de ella (La Libertad de creación artística. Un nuevo derecho constitucional, Informe de Investigación, N° 19; Tomás Vial Solar, Centro de Investigaciones Jurídicas, Facultad de Derecho, Universidad Diego Portales, junio 2004). De acuerdo al citado Pacto, el Estado está obligado a asegurar a todas las personas el derecho a participar en la vida cultural contenido en el artículo 15.1. Y, conforme al N°2 del mismo artículo, entre las medidas que el Estado debe adoptar para asegurar el pleno ejercicio de este derecho, se encuentran las necesarias para la conservación, desarrollo y difusión de las ciencias y al cultura. De esta forma, no sólo existe la libertad de difusión artística, que implica la libertad de recibir, sino también, el derecho a la cultura, que implica, entre otros, el deber del Estado de difundir las expresiones artísticas y culturales. 3.- Los deberes del Estado. Como todo derecho, el derecho a la creación y difusión de las obras artísticas, y por lo mismo, de las obras audiovisuales, conlleva también deberes correlativos, dentro de los cuales están los deberes del Estado. De acuerdo al artículo 1° de la Carta Fundamental, el Estado está al servicio de la persona humana, lo cual se expresa en un deber general y fundamental de contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional, su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que la Constitución establece. 4 -4- 4 de septiembre de 2009 ISSN 0787-0415 La posibilidad de creación artística y la de acceder al arte, son elementos relevantes para el desarrollo espiritual de las personas. La creación artística forma parte del desarrollo humano integral, por lo cual, existe un deber general del Estado de promover tanto la creación del arte como su difusión. Por otra parte, el inciso 5° del artículo 1° de la Constitución, establece el deber del Estado de asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de oportunidades, en la vida nacional. Aplicado al campo de la creación artística, este deber implica la promoción del derecho y la remoción de los obstáculos que impidan su ejercicio. Es decir, el Estado debe asegurar que todas las personas tengan igualdad de oportunidades en el desarrollo de la actividad artística e igualdad de oportunidades en acceder a la difusión de las actividades artísticas y culturales. Enseguida, el artículo 5° de nuestro Código Político, señala que es deber de los órganos del Estado respetar y promover los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana, garantizados por la Constitución y por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes. Por lo tanto, el Estado no sólo debe impedir que la libertad artística sea afectada, sino que además, debe promover el ejercicio de dicha libertad. El Estado debe procurar remover todos los obstáculos que impidan que esta garantía constitucional pueda ser ejercida. De esta forma, el Estado debe velar para que la libertad de crear y difundir el arte no sea privada de aquello que le es consustancial, de aquello que impediría que el derecho sea reconocible como tal. Es por eso que el Estado debe remover todos aquellos impedimentos que afecten la esencia del derecho de crear y difundir obras audiovisuales. Por eso, la ley N° 19.981, Sobre Fomento Audiovisual, concreta y reconoce los deberes que tiene el Estado en estas materias. De esta manera, su artículo 1° dispone que el Estado apoya, promueve y fomenta la creación y producción audiovisual, así como la difusión y la conservación de las obras audiovisuales como patrimonio de la Nación, para la preservación de la identidad nacional y el desarrollo de la cultura y la educación. Por su parte, el artículo 2° establece que la mencionada ley tiene por objetivo, el desarrollo, fomento, difusión, protección y preservación de las obras audiovisuales nacionales y de la industria audiovisual, así como la investigación y el desarrollo de nuevos lenguajes audiovisuales. Como puede apreciarse, los deberes del Estado en materia de creación y difusión artística, tienen una expresión constitucional y legal. El legislador concretó los preceptos constitucionales estableciendo expresamente que en estas materias, el Estado apoya, promueve y fomenta la creación y producción audiovisual, así como la difusión y la conservación de las obras audiovisuales. Es en este contexto, que se expone el presente proyecto de ley. La regulación del derecho a mantener reserva de la fuente en materia de 5 -5- 15 de noviembre de 2015 ISSN 0787-0415 obras audiovisuales, constituye una concreción del deber del Estado de apoyar, promover y fomentar la creación y producción audiovisual, así como la difusión y la conservación de las éstas. Si las personas son obligadas a revelar las fuentes de sus obras audiovisuales, se entorpecerá el ejercicio de la libertad artística, reconocida constitucionalmente. Si el Estado no remueve los obstáculos que están impidiendo o que podrían impedir el ejercicio de este derecho, no está cumpliendo con sus deberes constitucionales y legales. II. COMENTARIOS DE LIBERTAD Y DESARROLLO IMPLICANCIAS CONSTITUCIONALES 1.- Materia de ley. El secreto profesional, que da derecho a mantener bajo reserva antecedentes entregados a un abogado, médico o confesor, por un cliente, paciente o penitente, respectivamente, se ha mirado siempre como una norma de excepción, de carácter procesal, toda vez que los respectivos profesionales quedan exentos de la obligación de declarar en juicio sobre las materias comprendidas en dicho secreto profesional. El artículo 7º de la ley Nº 19.733 (ley de la prensa) por su parte, establece lo propio respecto de los periodistas (y también respecto de los directores o editores de medios de comunicación social). Del contexto de esta ley, se infiere que el periodista que se ampara en el secreto profesional para guardar reserva sobre la fuente de su información, está inserto en un medio de comunicación social, cuyo director o editor, goza de la misma prerrogativa, como así mismo quienes intervengan en la generación de la información (los camarógrafos, por ejemplo). Además, en todas estas situaciones, se trata de personas que objetivamente son calificadas como profesionales y, salva una antigua excepción (la del sacerdote), solo corresponden a casos incluidos en la ley orgánica constitucional de educación, que exige el respectivo título profesional universitario. El proyecto de ley agrega un nuevo caso de secreto profesional, para los productores y directores o realizadores de obras audiovisuales, nacionales o extranjeros, los que no estarán obligados a revelar las fuentes de su creación audiovisual ni de los materiales que obren en su poder, ni aun por orden judicial. 6 -6- 4 de septiembre de 2009 ISSN 0787-0415 Ley de rango común u ordinario. El proyecto, entonces, complementa la normativa procesal contenida en el artículo 360 del Código de Procedimiento Civil, y desde este punto de vista, el proyecto encuentra su base constitucional en el artículo 19, Nº 3, inciso quinto, relativo al deber del legislador de establecer siempre las garantías de un proceso y una investigación judicial racionales y justas, lo cual deja bajo competencia legal las normas de procedimiento, como es el caso de las que propone el proyecto de ley en estudio. 2.- Otra normas constitucionales. Más allá de la base constitucional que sustenta al proyecto de ley, cabe referirse a otras normas constitucionales que tienen directa relación con la materia en estudio. Contrariamente a lo que sostiene el mensaje presidencial, el artículo 19, Nº 25, de la Constitución, sobre libertad de creación y difusión de las artes (además de referirse a la protección de la propiedad intelectual e industrial) no permite fundamentar el secreto profesional de las creaciones artísticas. La argumentación del mensaje se transcribió, en lo pertinente, en los fundamentos del proyecto, y se refiere tanto a la citada garantía constitucional como de la aplicación del Pacto de San José. Ahora cabe agregar que según el Ejecutivo “la regulación del derecho a mantener reserva de la fuente en materia de obras audiovisuales, constituye una concreción del deber del Estado de apoyar, promover y fomentar la creación y producción audiovisual, así como la difusión y la conservación de éstas. Si las personas son obligadas a revelar las fuentes de sus obras audiovisuales, se entorpecerá el ejercicio de la libertad artística, reconocida constitucionalmente. Si el Estado no remueve los obstáculos que están impidiendo o que podrían impedir el ejercicio de este derecho, no está cumpliendo con sus deberes constitucionales y legales”. Cabe, entonces, señalar, que la citada disposición constitucional (19, Nº 25) no faculta al legislador más que para establecer un plazo para la propiedad intelectual e industrial, y para regular ciertos aspectos de contenido del derecho de autor (además de la propiedad, la paternidad de la obra, edición e integridad de la misma). En lo demás, se remite a la protección de la propiedad civil, que es también aplicable a la propiedad intelectual e industrial (limitaciones, modos de adquirir, usar, gozar y disponer, y expropiación con pago de indemnización). Luego, toda la argumentación del mensaje destinada a sustentar el secreto profesional en el derecho de crear y, especialmente, difundir una creación artística o intelectual, consiste en sostener que el Estado tiene la obligación —traída a la fuerza desde el artículo 1º de la Constitución y complementada con la ley Nº 19.981 sobre fomento audiovisual— de apoyar, promover y fomentar la creación audiovisual. Como ya se señaló, el secreto profesional no tiene otro fundamento constitucional que el que le corresponde como una norma procesal de excepción, en cuanto a la obligación de declarar o no en un juicio. 7 -7- 15 de noviembre de 2015 ISSN 0787-0415 También se han hecho valer los números 10 y 11 del artículo 19 de la Constitución, sobre derecho a la educación y libertad de enseñanza, que tienen por objeto proveer al mejor desarrollo de estas actividades, sin que en parte alguna se faculte a la ley para regular una materia procesal relativa al secreto profesional. COMENTARIOS DE MÉRITO 3.- Apreciación de conjunto. Dicho en forma resumida, el proyecto de ley hace extensivo el secreto profesional del periodista (artículo 7º de la ley Nº 19.733) a quienes, sin tener la calidad de tal, son productores, directores o realizadores de obras audiovisuales. Conforme a la ley Nº 19.733 sobre ejercicio del periodismo, son periodistas (artículo 5º) quienes estén en posesión del respectivo título universitario, otorgado o validado en Chile, y aquéllos a quienes la ley reconoce como tales. Entre éstos se cuentan los alumnos de las escuelas de periodismo, mientras realicen las prácticas profesionales exigidas por dichos planteles, y los egresados de las mismas, hasta veinticuatro meses después de la fecha de su egreso, los que tendrán los derechos y estarán afectos a las responsabilidades que esta ley contempla para los periodistas (artículo 6º). Por su parte, la ley Nº 19.981 sobre fomento audiovisual, entiende por productor audiovisual la persona natural o jurídica o la empresa que asume la responsabilidad de los recursos jurídicos, financieros, técnicos, materiales y humanos, que permiten la realización de la obra audiovisual, y que es titular de los derechos de propiedad intelectual de esa producción particular (artículo 3º, letra f). Respecto de los directores o realizadores audiovisuales se establece que corresponde esta denominación al autor de la realización y responsable creativo de la obra audiovisual (artículo 3º, letra g). El concepto de obra audio visual se encuentra en el artículo 3º, letra a): Toda creación expresada mediante una serie de imágenes asociadas, con o sin sonorización, incorporadas, fijadas o grabadas en cualquier soporte, que esté destinada a ser mostrada a través de aparatos de proyección o cualquier otro medio de comunicación o de difusión de la imagen y del sonido, se comercialice o no. Ahora bien, si se compara la formulación legal del secreto profesional del periodista, con la que ahora se propone para los productores y directores o realizadores de obras audiovisuales, se puede observar que vienen a ser en general, coincidentes. En efecto, señala el artículo 7º de la ley Nº 19.733 que los directores, editores de medios de comunicación social, las personas a quienes se refieren los artículos 5° y 6° (recién citados) y los corresponsales extranjeros que ejerzan 8 -8- 4 de septiembre de 2009 ISSN 0787-0415 su actividad en el país, tendrán derecho a mantener reserva sobre su fuente informativa, la que se extenderá a los elementos que obren en su poder y que permitan identificarla y no podrán ser obligados a revelarla ni aun judicialmente. Lo dispuesto en el inciso anterior —continúa diciendo el mismo artículo— se aplicará también a las personas que, por su oficio o actividad informativa hayan debido estar necesariamente presentes en el momento de haberse recibido la información (sin ser necesariamente periodistas). Finalmente, termina señalando que el que haga uso del derecho consagrado en el inciso primero será personalmente responsable de los delitos que pudiere cometer por la información difundida. Ahora bien, lo que se viene proponiendo, según la Comisión de Cultura del Senado tiene la siguiente redacción: “Los productores y los directores o realizadores de obras audiovisuales, nacionales o extranjeros, que ejerzan su actividad profesionalmente en el país y que se encuentren inscritos en el registro público que creará y administrará el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, tendrán derecho a mantener reserva sobre las fuentes utilizadas en la creación de su obra audiovisual, la que se extenderá a los materiales que obren en su poder y que permitan identificarla y no podrán ser obligados a revelarla ni por orden judicial ni administrativa. Lo dispuesto en el inciso anterior se aplicará también a las personas que por su oficio o actividad hayan debido estar necesariamente presentes en el momento de haberse recibido la información. Quien haga uso de este derecho será personalmente responsable de los delitos que pudiere cometer al difundir la obra respectiva. Un reglamento determinará la información que deberá contener el registro público a que se refiere el inciso primero”. Aparte de la remisión al reglamento que se contempla en el proyecto, el resto del articulado es conceptualmente el mismo que para los periodistas. Siendo así, entonces, el punto que se debe debatir, es si corresponde otorgar a los “no-periodistas” el beneficio del secreto profesional, para lo cual, en lugar de título profesional, deberán haberse inscrito en un registro público que llevará el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. 4.- Ámbito del secreto profesional. El secreto profesional puede estar, en la práctica, sujeto a varias consideraciones dependiendo de los distintos casos en que se puede invocar esta norma procesal. En el caso de los abogados, por ejemplo, le está prohibido divulgar lo que su cliente le hubiere confiado para la defensa de sus intereses, porque de lo contrario, un acusado no podría confiar en su defensor, 9 -9- 15 de noviembre de 2015 ISSN 0787-0415 o un abogado no podría intentar una transacción con la contra parte, de modo tal que si el avenimiento fracasa, pudiera dar a conocer las posiciones de las partes. En ese escenario, nadie tendría interés en buscar una transacción judicial. También es cierto que el Código de Ética del Colegio libera de secreto profesional al abogado al que se le hubiere revelado la comisión futura de un delito, caso en el cual, el abogado debería dar aviso a la justicia e intentar evitar la consumación del ilícito. También los médicos están obligados a denunciar ciertas enfermedades infecciosas, por obligación legal consagrada en el Código Sanitario, no obstante, que procesalmente no estén obligados a revelar en juicio características de salud o terapéuticas de sus pacientes. En el caso del periodismo y, ahora que el proyecto lo propone, en el de los autores de obras audiovisuales, caben también casos concretos o particulares que en la práctica pueden diferir unos de otros en sus contenidos y características. La grabación de un acto de pedofilia, de un ataque extremista o incendiario, o un delito de estafa, por qué sería diferente registrada en un video por un periodista (que ya cuenta con secreto profesional) o por una persona que no lo sea, pero que, conforme al proyecto, se hubiera inscrito en el registro del Consejo y por esa razón contaría con la exención de la obligación de declarar en juicio sobre sus fuentes. Para todos los ejemplos recién propuestos puede haber mercado —lícito o ilícito— sea por la vía de reportajes, de documentales, de noticiarios o de venta de pornografía. También puede suceder que algunas entregas de drogas sean grabadas por los narcotraficantes para acreditar ante sus proveedores que efectivamente la “mercancía” llegó a su destino. Un reportaje al problema de la droga podría incluir grabaciones de este tipo. En este escenario, de suyo complejo, carece de relevancia que quien realiza la toma de video, la dirige o financia, sea un periodista titulado o una persona que, sin ser periodista, esté inscrito en el registro que llevaría el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Lo que realmente importa es el contenido del video que, a priori, resulta difícil definir o clasificar en normas legales o reglamentarias. Distinciones necesarias. Conceptualmente, sin embargo, cabe distinguir entre un reportaje o documental y otras formas de obra audiovisual. En el caso del reportaje, se trata de dar a conocer una situación, hecho o conjunto de hechos que configuran un problema o una práctica social que podría resultar positivo dar a conocer en forma masiva por las implicancias que puede tener en el campo de las políticas públicas. Es el caso de los reportajes, precisamente, sobre drogas, sobre prostitución o sobre casos de terrorismo u otros delitos y, eventualmente, sobre su tratamiento por los órganos del Estado. En estos casos corresponde que quien sea autor del video-reportaje no sea obligado a revelar las fuentes utilizadas en el reportaje, porque entonces se inhibe esta labor investigativa que tiene un valor para la sociedad y para las mismas autoridades. En estos casos, el de los reportajes (o en los documentales, que son 10 - 10 - 4 de septiembre de 2009 ISSN 0787-0415 asimilables), no se advierte por qué solo los periodistas titulados deberían tener acceso a guardar secreto sobre la fuente; esta exención procesal también debería poder aplicarse a quien no fuera periodista, pero siempre que se tratara de una forma de reportaje o documental. Tampoco se advierte por qué habría que inscribir, a los no periodistas, en un registro especial para estos efectos. Al proceder de esta forma, se estaría estableciendo un requisito adicional para una actividad que, como todo requisito, viene a constituir una restricción, costo o gravamen. En efecto, constituirá una carga para quien pretenda realizar una obra audiovisual comenzar por los trámites de inscripción. Según el proyecto, esa inscripción solo tiene por objeto invocar la reversa de la fuente; pero nada asegura que después llegue a ser un requisito habilitante para realizar esa actividad. Siempre que se crea un registro, existe la posibilidad de que, con el tiempo, se constituye una barrera al ingreso, dado que suele suceder que se van agregando requisitos para inscribirse o nuevas regulaciones. Lo consecuente con un régimen de libertades es que el derecho a reserva de la información se aplique a todos los que se encuentran en la situación antes descrita (naturaleza del reportaje o documental) y no necesariamente a quienes cuenten con una inscripción ante la autoridad del Estado. En los demás casos no debe existir secreto profesional; así por ejemplo, si una persona se dedica a producir pornografía infantil, sea o no para su venta o distribución, pagada o gratuita, ese productor o director del videograma no puede alegar secreto profesional respecto de las personas utilizadas en ello, si es citado ante la justicia para investigar el respectivo ilícito u otro delito relacionado con estas prácticas. Otro ejemplo. Si una persona recibe fondos para promover, mediante imágenes de video, acciones violentas de grupos radicalizados, de forma tal que esos videos no constituyen un reportaje sino un acto de apología de la violencia o de lucha política mediante el empleo de las armas, tampoco podría quedar protegido por el secreto profesional, sea o no periodista, y en caso de ser citado ante los tribunales o ante el ministerio público, no podría excusarse de revelar su fuente o de asumir, en su caso, la responsabilidad penal que legalmente se le imputare. Como se desprende de las situaciones expuestas, y que ya se advirtió que eran complejas, resulta difícil convenir de antemano en la consagración del secreto profesional para productores audiovisuales, sin tener a la vista la naturaleza del contenido de la obra audiovisual. Ello sería materia de discusión judicial, caso a caso, y no podría ser otro instrumento que el sistema judicial (fiscalía, jueces y tribunales superiores) quien debería reconocer, en su caso, el derecho a guardar reserva de la fuente, por tratarse de un reportaje (que incluso podría ser objeto de informe pericial para precisar su naturaleza), o exigir todos los antecedentes relativos a una investigación criminal legalmente tramitada. De lo anterior se desprende también que una obra de arte, como un video que representare una aventura, real o novelada, o cualquier otra narración con un argumento o con una finalidad de entretenimiento o distracción, carece, en principio, de mérito para otorgar a su autor el beneficio del secreto profesional, 11 - 11 - 15 de noviembre de 2015 ISSN 0787-0415 sin perjuicio de la distinción que se hará más adelante. Finalmente, cabe consignar que, según se informó a la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia por parte de los asesores de la Biblioteca del Congreso Nacional, no se encontró legislación similar en otros países sobre secreto profesional, respecto de la fuente de una información, más allá del que suele reconocerse generalmente a los periodistas. Agregaron que en España existe debate sobre esta materia en relación con los creadores audiovisuales, pero sin normas jurídicas vigentes a este respecto 2. 5.- Precisión sobre la separación de situaciones. Como fluye de lo expuesto y de los ejemplos aducidos en el párrafo anterior, la línea divisoria entre el derecho de reserva de fuente, y la obligación de comparecer en juicio y revelar la fuente, es muy tenue y de no fácil manejo. Con todo, puede precisarse que no asiste tal derecho de reserva de fuente cuando el autor del video ha participado en la comisión de un hecho delictivo. Dada la amplitud del concepto de autor y de cómplice en el Código Penal, quien asiste —previamente concertado— a una sesión de pornografía infantil, por ejemplo, y graba las escenas, no podría excepcionarse de colaborar con la acción de la justicia invocando la reserva de fuente. Por el contrario, asistir como observador a la comisión de un delito, transforma a ese observador en responsable, por la vía de autoría o complicidad, y de nada serviría la calidad de periodista o de inscrito en un registro especial, para alegar impunidad, o por lo menos, para negarse a revelar la identidad de otros participantes en esos hechos. Por el contrario, un reportaje propiamente tal, sobre pornografía infantil —continuando el mismo ejemplo— en que el autor del video no participe en los hechos, le debe permitir ampararse en la reserva de fuente para no revelar la identidad de las personas que le hubieren entregado información, pues de otra forma, no habrá reportaje. Otro caso similar 6.- Conclusión. 2 En relación con este punto, cabe también hacerse cargo del caso en que la información que se puede mantener bajo reserva, no se utiliza precisamente en un video u obra audiovisual, sino en otra forma de difusión masiva, por ejemplo, un libro que narre, real o novelescamente, un caso de pornografía infantil o de tráfico de drogas. En esta óptica puede serle necesario al autor del libro o novela, obtener información sobre la forma como operan las bandas dedicadas a la pornografía o al narcotráfico, como una forma de dar mayor realismo a la narración, lo que también debería quedar protegido por la reserva de fuente, siempre y cuando al autor del libro o novela no hubiere participado directamente en la comisión de los hechos, porque entonces habrá responsabilidad penal, que se puede hacer efectiva por la vía judicial. El proyecto de ley intenta, sobre una base constitucional discutible, extender el secreto profesional que la ley vigente establece a favor de los periodistas, a Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, de 28 de julio de 2009. 12 - 12 - 4 de septiembre de 2009 ISSN 0787-0415 todos los productores y directores o realizadores de obras audiovisuales, siempre que se encontraren inscritos en un registro que llevará el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Si bien ya existe para la actividad periodística, lo que supone el reporteo de noticias y la investigación periodística, podría establecerse también para quienes hicieran videos de tipo documental o reportaje, pero sin necesidad de que debieran inscribirse en un registro. En síntesis, lo que hace procedente el secreto profesional para guardar reserva de la fuente, no es la calidad o no de periodista, sino el contenido informativo de la obra audiovisual (o eventualmente, de una obra que no sea audiovisual, pero que contenga información obtenida de fuentes que conozcan de actividades delictuales). En los demás casos, cuando se trata simplemente de la grabación de ilícitos o de la apología de la violencia hecha a través de estos medios de comunicación audiovisual, no corresponde establecer secreto profesional, y por el contrario, sus autores deberían poder ser citados ante la justicia y aportar todos los antecedentes, en caso de una investigación criminal, conforme a las normas generales de procedimiento. Finalmente, el derecho a mantener reserva de la fuente informativa no tiene por qué ser exclusividad de periodistas titulados o de autores de videogramas inscritos en un registro especial. Este derecho debería otorgarse dada vez que lo amerite la naturaleza de una obra que difunda hechos jurídicamente reprochables, siempre que el autor no esté involucrado en ellos en calidad de autor o cómplice. 13 - 13 -