LUPINO E HIJOS SA _Restitucion de acciones

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Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala E
Luppino, Roque c. Luppino Saverio y otros s/ ordinario • 14/03/2013
2ª Instancia. — Buenos Aires, 14 de marzo de 2013.
¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada de fs. 2208/2219?
El Juez Angel O. Sala dice:
En la sentencia de fs.2208/2219 se hizo lugar a la excepción de prescripción
planteada por los accionados y, en consecuencia, se rechazó la demanda entablada
por Roque Luppino contra Saverio Luppino, Delmira Ferradas de Luppino y Lidia
Amalia Alves Rolo, y se impusieron las costas del pleito al actor, en su condición de
vencido.
Para así decidir, el magistrado comenzó por señalar que el objetivo del pleito
consistía en obtener la restitución de ciertas tenencias accionarias que el pretensor
sostuvo que le pertenecían y que los demandados poseían de manera ilegítima. Estos
basaron su defensa en que: (i) la acción intentada se encontraba prescripta en los
términos del art. 4030 del Cód. Civil, y, (ii) la pretensión del actor no debía tener
favorable acogida pues a raíz de su divorcio y de los acuerdos logrados entre las
partes, las tenencias accionarias reclamadas no le pertenecían.
Analizó así el planteo de prescripción.
Resaltó que los co-demandados postularon que: (i) desde el 12.11.1987,
correspondían a Saverio Luppino el 66,6% de las acciones de la sociedad "José
Luppino e hijos", y, (ii) desde el 30.04.1992, la composición accionaria de "Luppino
Hnos." indicaba como accionista de dicha firma al hijo del actor o a Roque Luppino,
únicamente con el 22% del paquete accionario.
Y agregó que también indicaron que el accionante tenía conocimiento de ambas
circunstancias desde 1998 y desde abril de 1992, respectivamente.
Examinó, asimismo, los argumentos esbozados por el Sr. Roque Luppino al
responder el traslado de la defensa, donde había explicado que el art. 4030 no era la
norma aplicable al sub judice, y que -en todo caso- regía para las acciones en las que
se perseguía la nulidad de actos jurídicos en los que mediaba un vicio de la voluntad,
falsa causa o simulación, y no en otros como en la especie en el que no se procuraba
nulidad ni mediaba un vicio de la voluntad, sino que "no había existido voluntad
alguna", encuadrándose en el art. 499 del Cód. Civil, o en que acaeció un "robo".
Destacó el sentenciante que aunque aparecía cierto que la demanda no estuvo
expresamente dirigida a obtener la nulidad de los actos jurídicos mediante los cuales
se apartó de la tenencia accionaria al reclamante; no lo era menos que éste arguyó la
materialización de maniobras ilegítimas acontecidas respecto de su tenencia, lo que
importaba postular "implícita pero inequívocamente" haber sido víctima de hechos
perpetrados por los demandados y de los que finalmente devino la privación de las
acciones.
Hizo hincapié, especialmente, en el contenido de la causa penal donde adujo que
claramente se había imputado a los demandados un "dolo" en su obrar, que
encuadraba en la norma invocada para oponer la prescripción.
Precisó, así, que aun cuando el pretensor no hubiera articulado la demanda para
anular actos jurídicos, ello no resultaba óbice para que el magistrado pudiera
desentrañar su objeto e interpretar la intrínseca voluntad de las partes.
A lo anterior adicionó que, de las manifestaciones de la demanda, debía colegirse
que su objeto era obtener la "restitución" de cierta cantidad de acciones; y que, con
tal propósito, debían previamente anularse ciertos actos mediante los que se había
logrado que las mismas se encontraran en poder de los demandados.
Concluyó que aunque en el escrito inaugural no se hubieren utilizado términos como
"dolo", "simulación", "falsa causa" o "error", el estudio de la causa revelaba la
presencia de aquellas notas características que la norma mencionaba y que lo
llevaban a estimar aplicable el art. 4030; y el plazo prescriptivo de dos años que el
mismo reglaba.
Luego de detallar las implicancias del principio iura novit curia, se adentró en el
examen del momento a partir del cual debía computarse el término prescriptivo,
puntualizando que su prueba se hallaba en cabeza de quien había invocado la
defensa.
Distinguió entonces los casos de las dos sociedades involucradas.
En lo referente a "Luppino Hnos." y luego de precisar las posiciones asumidas por
los contendientes, explicó que: (i) de la pericia contable realizada en el marco de la
causa penal se desprendía que la sociedad se conformaba al 30.04.1992 y hasta el
06.08.1998 con 4 accionistas, entre los cuales Héctor Daniel Luppino (hijo de
Roque) detentaba el 22% del paquete accionario, no figurando el actor como
accionista por porcentaje alguno durante esa época; y, (ii) del informe elaborado por
el experto contable en ese sumario surgía que el vástago del actor efectivamente
concurrió tanto a las asambleas ordinarias de la sociedad (30/04/1992, 29/04/1993,
28/04/1994, 28/04/1995, 30/04/1996, 29/04/1997 y 06/08/1998), como a la
extraordinaria del 06/08/1998.
Subrayó que el demandante alegó ser titular del 50% del capital social, porcentaje
entre el cual debía computarse el 22% que detentaba su hijo y que, sin embargo, aun
en esa creencia durante los años 1992 a 1998 no concurrió a ninguna de las reuniones
de socios celebradas ni efectuó reclamos como accionista.
Y remarcó que tal falta de injerencia o participación en la sociedad y de reclamos al
respecto lo inclinaba a pensar que Roque Luppino tenía pleno conocimiento y acceso
a toda la información necesaria. Y a lo anterior agregó que: (i) el mismo actor en su
escrito de inicio y en la causa penal reconoció que la mala relación con su hermano
comenzó en el año 1993, al serle rechazada una solicitud de rendición de cuentas, lo
que implicaba que ya desde esa época podían haberse arbitrado los medios para
ejercer las prerrogativas como accionista, (ii) Héctor Daniel Luppino fue designado
como director y vicepresidente en 1988 y 1989, lo que revelaba que no pudo de
ninguna manera desconocer la composición accionaria de la sociedad y, por ende,
tampoco su padre, con quien mantenía una actuación lineal en todos los conflictos
que rodeaban el expediente.
Meritó además: (i) que en el sumario penal el accionante aseveró que el manejo de la
empresa transcurrió normalmente hasta el año 1985, cuando se produjo un problema
en cuanto a la distribución de acciones y Saverio entregó diversos bienes a la familia
de Vicente a cambio de las acciones, momento a partir del cual solo había tenido
acceso a los libros de la sociedad para firmarlos (lo que dijo que había hecho a
pedido de la secretaria de su hermano sin mirarlos), extremo por el cual desconocía
cómo se registró la distribución de las acciones referidas; cuestión que confirmaba
que el actor tenía un conocimiento efectivo del modo en que funcionaban las cosas y
de cuál era el proceder de su hermano Saverio; (ii) no parecía razonable la postura
mantenida por el reclamante en tanto frente al cúmulo de litigios habidos entre todas
las partes mencionadas en la sentencia, no se advertía cómo pudieron pasarle
desapercibidas las diferencias en la composición accionaria de la sociedad que
contaba con un patrimonio compuesto por innumerables inmuebles, sin lugar a
dudas, de importante valor patrimonial; (iii) de la copia de la sentencia emitida por la
Cámara Nacional de Casación Penal en la causa por estafa, en la que se declaró
prescripta la acción y por tanto extinguida, en junio de 2008, al valorar que
habiéndose configurado el hecho delictivo en abril de 1992, hasta la declaración
indagatoria efectuada recién en el año 2000, transcurrió el plazo para el inicio de la
pretensión.
Apreció, entonces, que el presunto afectado tenía conocimiento mucho antes de la
fecha que declaraba acerca de la composición accionaria de la sociedad objeto de
análisis: desde el año 1992 o en la mejor de las hipótesis, desde 1993, en que
comenzó la mala relación con su hermano.
Luego, se pronunció respecto de la cuestión, en lo atinente a la sociedad "José
Luppino e hijos SCA".
Destacó que el pretensor denunció liminarmente que "recientemente" y "obligado a
efectuar averiguaciones por los eventos acontecidos en la otra sociedad", se anotició
de la composición accionaria de esta firma.
Indicó que todo lo expuesto en el caso de la restante sociedad era aplicable para lo
acontecido con ésta.
Y en particular valoró que el accionante fue incierto en lo que hacía a la toma de
conocimiento de la composición del paquete accionario de la sociedad, siendo que de
su versión de los hechos no podía extraerse una fecha cierta al respecto, sino tan sólo
establecerse un período en el cual ello pudo haber acontecido: entre el año 1998 fecha de inicio de la causa por estafa respecto de la sociedad tratada en primer
término- y la fecha de interposición de la demanda de esta litis.
Expresó que los demandados al oponer la excepción de prescripción adujeron que las
supuestas maniobras imputadas para la apropiación indebida de las acciones, datarían
del 12/11/1987, al suscribirse el convenio entre Saverio Luppino y los herederos de
Vicente Luppino, y en el que éstos habrían cedido su tenencia en la sociedad "José
Luppino e hijos" a favor del primero, recibiendo a cambio bienes respecto de los
cuales aquél carecía de facultad suficiente para disponer.
De lo expuesto conceptuó que, desde la suscripción del acuerdo en 1987 hasta la
promoción de la causa, transcurrieron 18 años, en los que el actor supuestamente no
tuvo conocimiento de la composición del paquete accionario de la sociedad que
integraba.
Juzgó que ello no parecía sostenible ni razonable a la luz de las particularidades que
fluían de las actuaciones originadas como consecuencia del proceso de divorcio del
accionante y tratándose de la propiedad de acciones con un valor tan considerable.
Destacó que para desestimar la acción, el interesado debió haber tomado
conocimiento del acuerdo firmado en 1987, recién dentro de los dos años anteriores
al inicio de esta demanda, lo que no parecía aceptable.
Y, en apoyatura de lo expuesto, señaló que el actor fue vicepresidente de la sociedad
al menos en el año 2000 -según constancias de la causa "José Luppino e hijos SCA c.
Brussa Jorge s/desalojo", en la que fuera agregado un contrato de locación suscripto
por Roque Luppino el 28/02/2000.
II. Apeló el actor (fs. 2233) y fundó su recurso con la expresión de agravios glosada
a fs. 2241/2254 respondido a fs. 2656/2660.
Criticó el accionante los fundamentos que el magistrado utilizó para declarar
procedente la prescripción. En síntesis, refirió que: (i) no existió ningún acto jurídico
mediante el cual se transfirieran las acciones de su parte a favor de Saverio Luppino
y los restantes co-demandados, (ii) como consecuencia de lo anterior, es decir, de la
inexistencia de tal acto jurídico, no se impetró una acción de nulidad.
Además, hizo hincapié en que la apropiación de las acciones constituyó un hecho o
acto ilícito que carece de la causa que exige el art. 499 del Cód. Civil, ya que no
hubo ningún acto jurídico del actor a cuya perpetración fuera llevado por sus
contrarias.
Esgrimió que, por tal razón, no pudo reclamar la nulidad de sucesos supuestos.
Aclaró, además, que el juez no mencionó cuáles fueron los eventos que dieran lugar
a una posible tenencia ilegítima de acciones; repitiendo que "... no existe acto
jurídico que transfiera las acciones..." de su parte a favor de los demandados.
Precisó que de distintas pruebas colectadas surgía el reconocimiento de sus
contrapartes de que Roque Luppino era titular del 50% del capital accionario de
ambas firmas, aunque a raíz de su divorcio y para solucionar cuestiones atinentes al
mismo, dicha tenencia varió. Empero y no obstante esto último, negó el crédito que
Saverio afirmó tener a su respecto y también que mediara compensación de metros
cuadrados y acciones que afirmaron los demandados que se había producido.
Puntualizó, además, que otro error del fallo era que en él no se ponderó que los 3
sucesos de los que se diera cuenta en la demanda (retiro o receso de Domingo
Luppino, fallecimiento de Vicente Luppino y divorcio y liquidación de la sociedad
de Roque Luppinio), y los actos jurídicos celebrados por las distintas personas
intervinientes a consecuencia de tales trances, eran para el accionante absolutamente
válidos y no se vieron afectados por vicios de la voluntad, ni él pretendió ejercer a su
respecto acción de invalidez alguna. Sí resaltó haber cuestionado que "...sin acto
ninguno (acto inexistente) realizado por el actor Roque Luppino, y sin causa
(obligación sin causa, art. 499 cód. civil), la tenencia accionaria del 28% que le falta
en la sociedad Luppino Hnos. S.A., además del 22% que tiene, hasta alcanzar el 50%
que le corresponde, haya pasado a ser detentada por los demandados Saverio
Luppino, Delmira Ferradas de Luppino, y Lidia Amalia Alves Rolo..." (fs. 2248
vta.).
Aludió especialmente al contenido de lo apuntado por el Juez de Instrucción en lo
Criminal en la causa penal N° 77998/1998 caratulada "Luppino Saverio, Marder
Susana Silvia, Ferradas de Luppino Delmira, Alves Rolo lidia Amala s/estafa", en la
que se llegó a la conclusión de que el descargo de los imputados era falso y que la
pretendida cesión efectuada por Roque Luppino de las acciones de Luppino Hnos.
nunca existió pues no estaba documentada.
Reiteró que no era aplicable al caso el plazo previsto en el art. 4030 del Cód. Civil,
porque no había acto jurídico susceptible de ser declarado nulo por vicios de la
voluntad o falsa causa. Y adujo que "...a lo sumo, puede entenderse que la acción
tiene por objeto la declaración de inexistencia del acto, y por esta razón es
imprescriptible...". Y concluyó, finalmente, que "...al no existir causa ni obligación,
no existió transmisión o cesión de acciones, y ellas deben ser restituidas a su
legítimo dueño, el aquí actor...".
III.1. Aclaraciones preliminares
A fin de analizar la procedencia del recurso incoado por el Sr. Roque Luppino,
aparece pertinente recordar inicialmente ciertos conceptos.
El primero de ellos es el relativo al objeto de la pretensión procesal, que cuadra
definir como "...el efecto jurídico que mediante ella se persigue..." (PALACIO, Lino
E., "Derecho Procesal, t. I, p. 388); y, que se halla incluido entre los requisitos que
debe contener el escrito de demanda, según el art. 330 inc. 6° del Cód. Procesal, que
se exige que la misma contenga "...la petición en términos claros y positivos...".
El segundo, tiene que ver con los principios de congruencia y dispositivo.
El de congruencia, radica en "...la conformidad que debe existir entre la sentencia y
la pretensión o pretensiones que constituyen el objeto del proceso, más la oposición
u oposiciones en cuanto delimitan ese objeto..." (PALACIO, Lino Enrique ob. cit., t.
V, p. 428); y que se encuentra plasmado por la ley procesal entre los recaudos que
deben contener las sentencias definitivas, en el inc. 6° del art. 163, que lo enuncia
como "...la decisión expresa, positiva y precisa, de conformidad con las pretensiones
deducidas en el juicio...".
El dispositivo es aquél en virtud del cual se pregona que son las partes
exclusivamente quienes determinan el thema decidendum y el órgano judicial solo
debe limitar su pronunciamiento a lo requerido por ellas –en cumplimiento del arts.
34 inc. 4° y 163 inc. 6° del Cód. Procesal- respetando en su sentencia el principio de
congruencia (que tiene fundamento en el art. 18 de la Constitución Nacional) y
decidiendo de conformidad con las pretensiones deducidas en juicio so pena de
menoscabar el derecho de defensa de la demandada al exceder la sentencia definitiva
del objeto de la pretensión (PALACIO, Lino Enrique, "Derecho Procesal Civil", t.
IV, Editorial Abeledo Perrot, p. 291).
Y finalmente, el tercero, se refiere al llamado principio "iura novit curia" del que
apuntaré que si bien conforme lo refiriera en el párrafo anterior, el juez se halla
inhabilitado para tener en cuenta hechos no afirmados por las partes, o para verificar
la efectiva existencia de los que aquéllas han afirmado en forma concordante, "...no
ocurre lo mismo con la determinación de las normas jurídicas aplicables al caso,
pues en lo que a tal extremo concierne aquél debe atenerse exclusivamente a su
conocimiento del orden jurídico vigente, con prescindencia de las afirmaciones o
argumentaciones de orden legal formuladas por las partes (iura novit curia)..."
(PALACIO, ob. cit., t. I, p. 260). Así ha dicho la Corte Suprema de Justicia de la
Nación que "...la facultad de calificar autónomamente la realidad fáctica
subsumiéndola en las normas jurídicas que las rigen, es propia de los jueces y deriva
de los principios esenciales que organizan la función judicial..." (CSJN, 04/08/1987,
"Recurso de hecho deducido por la actora en la causa Medylewski, Jacobo Rubén c.
Szarfman, Isaac", Fallos 310:1537).
Del juego armónico de las premisas antes vertidas, extraigo la siguiente pauta: son
efectivamente las partes quienes en sus escritos introductorios definen la materia que
será objeto de debate y solución, y, los jueces, deben atenerse a las pretensiones por
ellos invocadas y pronunciarse a su respecto, efectuando el encuadre legal del caso, y
pudiendo incluso prescindir de aquél que los litigantes le han dado, siempre que tal
calificación no importe una sustitución o derogación de la voluntad que los
contendientes manifestaron al definir sus posiciones en el pleito.
III.2. El objeto del reclamo incoado en el sub judice
Visto lo anterior, he de referirme a cuál fue el objeto que el Sr. Roque Luppino
pretendió al emprender la acción; y, para ello, me permitiré transcribir textualmente
algunos pasajes de su presentación inicial.
Allí, la representación letrada del actor dijo: "...vengo a promover demanda a fin de
que se le restituyan a éste sendas tenencias accionarias, hasta alcanzar la mitad de sus
capitales sociales, en las sociedades comerciales regulares que giran bajo las razones
sociales: a) José Luppino e Hijos Sociedad en Comandita por Acciones, y b)
Luppino Hnos. Sociedad Anónima, de las que fuere ilegítimamente privado por
quienes aquí se demanda..." (fs. 499).
También se aclaró que la acción se ejercía "...contra quienes aparecen detentando,
también ilegítimamente, esas tenencias accionarias que le corresponden a mi
mandante..." (fs. 499).
Adicionó que "...a los efectos de determinar la cosa demandada con la exactitud que
la ley formal exige...", la misma consistía "...en que se condene a los acciones
(rectius: accionados) a entregar en restitución a mi representado..." (fs. 499 vta.)
determinada cantidad de acciones; y que "...en caso de no ser posible la restitución
en especie, por cualquier razón -fáctica o jurídica- a que ello responda...", se
pronunciara condena consistente "...en la entrega de su valor y de los daños y
perjuicios a que hubiere lugar..." (fs. 499 vta.).
Agregó que el 16,66% de "José Luppino e Hijos" y el 28% de "Luppino Hnos." son
las "tenencias accionarias" de las que se "vio privado por hechos y actos que le son
ajenos, la cosa demandada en este proceso" (el destacado está en el original, v. fs.
512). Y puntualizó que la tenencia ejercida por los demandados "...resulta ilegítima y
sin respaldo probatorio ninguno, además de violentar a los propios estatutos sociales.
Consecuencia de ello, es que debe condenarse a la contraparte a restituir a mi
representado la tenencia accionaria de la que fuere ilegítimamente privado..." (fs.
514).
Especificó que "...con la presente demanda..." se intenta "...que se le restituyan las
tenencias accionarias de las que se viera ilegítimamente privado, en la medida total
que la privación o desviación del capital social por los demandados obsta a que
detente...Esto significa que se reclama aquí la restitución de: a) La sexta parte
(16,66%) del capital social de "José Luppino e Hijos Sociedad en Comandita por
Acciones", y b) El 28/100 (28%) del capital social de "Luppino Hnos. Sociedad
Anónima..." (fs. 515).
Más adelante en el mismo escrito se destacó que "...de estas últimas consideraciones,
entonces, se establece el interés de mi representado en la presente acción, a fin de
recuperar las tenencias accionarias de las que fuere ilegítimamente privado, las que
aparecen en cabeza de los demandados...", y se agregó que "...por ello, deberá
condenárselos a restituir a mi representado las acciones y/o sus títulos
representativos y/o su registración en el libro de accionistas de las sociedades en
cuestión: a) La sexta parte (16,66%) del capital social de José Luppino e Hijos
Sociedad en Comandita por Acciones ", y, b) El 28/100 (28%) del capital social de
Luppino Hnos. Sociedad Anónima "..." (fs. 517 vta.).
Finalmente definió que "...fundamentalmente el derecho que asiste a mi representado
resulta de su derecho de propiedad de las acciones o tenencia accionaria de la que
fuere ilegítimamente privado, sin causa o razón para ello, y sin respaldo instrumental
ninguno..." (fs. 520).
Similar postura mantuvo el accionante en sus presentaciones ulteriores.
Véase que, precisamente al contestar el traslado de la excepción de prescripción,
recordó que: (i) en la demanda había resaltado que "...jamás..." se desprendió
"...voluntaria e intencionalmente de su tenencia accionaria a favor de la parte aquí
demandada...", (ii) la tenencia de los contrarios resultaba "...ilegítima y sin respaldo
probatorio ninguno...", (iii) "...no existió vicio que invalidare la voluntad..." pues
"...lo que no existió fue voluntad, ni expresión de ésta. Tampoco hubo falsa causa;
simplemente no hay causa...", (iv) "...lo que se reprocha a los demandados...es que de
mala fe se apropiaron de tenencias accionarias..." de su propiedad, aclarándose que
se trataba de un "...supuesto asimilable al robo...", y, (v) el art. 4016 bis del Cód.
Civil, regla que "...tampoco existe prescripción liberatoria para repeler la acción de
restitución de las cosas robadas o perdidas contra los autores de los delitos y/o
quienes las poseen de mala fe..." (v. para todo ello, fs. 639/639 vta.).
Y, al alegar, resaltó que: (i) del reconocimiento de los propios demandados en sus
contestaciones surgía que luego de la separación de las sociedades de los hijos y
herederos del socio Vicente Luppino, las participaciones de las sociedades
correspondían en un 50% a cada uno de los socios: Saverio y Roque; (ii) era real que
se encontraba "pendiente" entre dichos hermanos un "ajuste de las cuentas"; y, (iii)
no obstante lo anterior, "...las mismas no se saldaron con ninguna transmisión de
acciones..." siendo que "...la tenencia de los demandados que, en conjunto, superan
el 50% de cada sociedad no les pertenece, son de propiedad de Roque Luppino, y a
éste deben serle reintegradas..." (v. fs. 2105).
Todo lo antedicho me obliga a disentir con el encuadre efectuado por el magistrado
de la instancia anterior, pues entiendo que es forzoso derivar de allí, que el objeto de
la pretensión consistió en la "restitución" de las acciones de propiedad del
demandante, que le habían sido ilegítimamente apropiadas por los demandados.
Considero que, a la luz de los párrafos transcriptos, no puede entonces juzgarse que
el reclamo del Sr. Roque Luppino haya sido otro. Ello por imperio de los ya
referidos principios dispositivos y de congruencia: no se impetró, en el sub lite, que
se decrete la nulidad de ningún acto jurídico, sólo se exigió la devolución de las
tenencias accionarias del pretensor.
Subrayo que la determinación del objeto de la demanda que efectué supra, es
exactamente igual a la que realizaron los accionados Saverio Luppino y Delmira
Ferradas de Luppino, al contestar el traslado de la acción incoada. De tal modo, ellos
tuvieron oportunidad de ejercer su derecho de defensa, respecto de tal reivindicación.
Es cierto que como fundamento de la excepción de prescripción, adujeron que se
trataba de un reclamo de nulidad al que resultaba aplicable el plazo de dos años
previsto por el art. 4030 del Cód. Civil.
Sin embargo, en distintos pasajes de sus escritos de responde, reconocieron que el
objetivo perseguido mediante el pleito fue el restitutorio, que infra describiera.
Dijeron, en tal sentido: (i) "...pretende el actor que se le restituyan las tenencias
accionarias que afirma -falsamente- le corresponden hasta alcanzar la mitad de los
capitales sociales de las sociedades denominadas "José Luppino e hijos Sociedad en
Comandita por Acciones" y "Luppino Hnos. S.A., de las que dice haber sido
ilegítimamente privado. Concretamente reclama el 16,66% de las acciones de la
sociedad nombrada en primer término y el 28% de la segunda..." (fs. 569 vta.); (ii)
"...del relato que formula, y al margen de la falsedad y tergiversación de muchos de
los hechos acaecidos, surge que el actor imputa a los suscriptos y a la otra
codemandada, Lidia Amalia Alves Rolo, habernos apoderado de acciones societarias
de las referidas personas jurídicas y cuya propiedad falsamente se atribuye..." (fs.
569 vta.). Y, ver en similar sentido, fs. 606 vta. de la contestación de Lidia Alves
Rolo e incluso, el capítulo destinado a las negativas, en el que esta encartada
desconoce "....que la tenencia de acciones que detenta la suscripta sea ilegítima y sin
respaldo probatorio...", y, que "...se deba condenar a la suscripta a restituir ni
acciones ni cosa alguna al actor..." (fs. 611 vta., negativas "43" y "44").
También contestes en que la pretensión era tal, al momento de alegar, los tres
demandados admitieron que lo que Roque Luppino pidió "...la restitución de las
tenencias accionarias hasta alcanzar la mitad del capital social de las sociedades José
Luppino e Hijos SCA y Luppino Hnos. S.A..." (fs. 2113), y recordaron que "....en su
escrito de inicio...la actora reclama se le restituyan el 16,66% del capital social de la
empresa José Luppino e Hijos S.C.A. y el 28% del capital social de la empresa
Luppino Hnos S.A..." (fs. 2116, y, en sentido similar, ver afirmaciones vertidas a fs.
2121).
Como corolario, el objeto del reclamo incoado era el de obtener la restitución de las
acciones de las dos sociedades.
Y, ahora sí, una vez establecido lo anterior, incumbe al Tribunal -sin modificar los
elementos del objeto de la demanda o de la oposición- "...definir el régimen
pertinente para la solución del litigio..." (CSJN, 01/10/1991, "Medefin S.A.
Compañía Financiera c. DGI s/repetición", Fallos 310:1794), "...calificando la
realidad fáctica y subsumiéndola en las normas que la rigen con prescindencia de los
fundamentos jurídicos que invoquen las partes..." (CSJN, 05/06/2007, "Venturini,
Omar c/ANSES s/prestaciones varias").
Desde tal perspectiva aprecio que la demanda intentada por el Sr. Roque Luppino fue
una acción de reivindicación en los términos del art. 2758 del Cód. Civil, que la
define como aquella que "...nace del dominio que cada uno tiene de las cosas
particulares..." y por la cual "...el propietario que ha perdido la posesión las reclama
y las reivindica contra aquel que se encuentra en posesión de ella...".
Esta acción está fundamentalmente dirigida a recuperar la posesión perdida y puede
ser ejercida tanto por el propietario como por los titulares de otros derechos reales
que confieren la posesión de la cosa (arg. arts. 2772 y 2950 y 3890 del Cód. Civil), e
inclusive por quienes no resulten titulares de tal especie de derechos, como
cesionarios, acreedores del propietario, entre otros; y contra el poseedor o el simple
detentador de la misma (BORDA, "Tratado de Derecho Civil -Derechos Reales-", t.
II, pp. 472, 474/5, 479).
Su objeto es la recuperación de la posesión de cosas muebles o inmuebles; debiendo
siempre referirse a "...cosas particulares..." (arts. 2758 y 2759 del ya citado cuerpo
legal). Aunque en forma innecesaria al decir de la doctrina -en tanto se encuentran
incluidos en la categoría de cosas muebles ya contemplada en el art. 2759- la ley
regula que la acción en examen puede tender a la restitución de "...los títulos de
créditos que no fuesen al portador...", entre los cuales se han considerado incluidas
las "...acciones nominativas y a la orden..." (BUERES-HIGHTON, "Código Civil", t.
5-B, Editorial Hammurabi, p. 469); y dispone que, en cambio, no son reivindicables
"...las cosas muebles cuya identidad no puede ser reconocida, como el dinero, títulos
al portador, o cosa fungibles..." (art. 2762), aunque se destaca que procede hacer
excepción a esta última regla cuando la cosa puede distinguirse entre "...otras
similares de la especie...", o cuando "...se pudiere probar su identidad..." (BUERESHIGHTON, ob. cit., p. 476).
Por todo ello entiendo que fue esa y no otra la proposición del actor, que claramente
se vislumbra en el hecho de que Roque Luppino se presentó en este pleito invocando
ser el legítimo propietario de los títulos accionarios y solicitando que los mismos le
fueran "reintegrados"/"restituidos" (estando a los términos que él mismo utilizó a fs.
499, 499 vta., 514, 515, 517 vta. de su escrito inaugural). Y así lo afirmó, más allá de
que a la postre se juzgue o no admisible la demanda, pues es claro que a la hora de
decidir definitivamente la cuestión también deberían eventualmente analizarse
aspectos como -por ejemplo- si Roque Luppino logró acreditar la titularidad respecto
de las acciones, si efectivamente sufrió el despojo de manos de los demandados, o, si
las cosas reclamadas pueden ser objeto de la acción de reivindicación, entre otros
que se estimen menester.
Por último, aclaro un aspecto adicional: que la solución aquí propuesta no afecta
siquiera implícitamente el derecho de defensa de los excepcionantes.
Preliminarmente y como ya lo esbozara ut supra, porque, en su contestación de
demanda, los propios accionados advirtieron o dejaron entrever que lo que se
reclamaba era la restitución de las acciones, de modo que no pueden válidamente
invocar la imposibilidad de ejercer su derecho de defensa al respecto.
Y, además, porque en este voto no se desconocen los actos invocados por ellos en
apoyo de su defensa y en los que se han basado como sustentatorios de una legal
posesión respecto de la participación accionaria en pugna. De hecho, de conceptuarse
en su oportunidad -y dicho esto hipotéticamente- que los actos existieron con los
alcances propuestos por los encartados, obviamente la adquisición de las acciones de
su parte no revestiría los caracteres que constituyen el sustento de la acción (posesión
de mala fe y sin causa) y la misma no podría prosperar. Tampoco se juzga, aquí,
ningún otro tema referido a la admisibilidad de la causa incoada, que deberán
meritarse al tratar el fondo de la cuestión.
Dejo entonces hecha tal digresión (repito que sin que importe en modo alguno
adelantar criterio), al solo efecto de delimitar esta ponencia y de que quede
constancia de que con la misma no se afecta en modo alguno la garantía
constitucional aludida al comienzo de este apartado.
III.3) La prescripción de la acción de reivindicación
Dilucidado que nos encontramos frente a una acción de reivindicación, como ella
emana del dominio y éste tiene carácter perpetuo y subsiste independientemente del
ejercicio que se pueda hacer de él (art. 2510 del Cód. Civil), la misma es
imprescriptible (MARIANI DE VIDAL, Marina, "Curso de Derechos Reales", t. 1,
Zavalía, p. 331; y, en similar sentido: Jorge J. Llambías, "Tratado de Derecho Civil.
Obligaciones", Lexis Nexis, 2006, 7009/002938).
Sin embargo, "...la reivindicación puede ser detenida como consecuencia de la
prescripción adquisitiva opuesta por el poseedor de la cosa revindicada..."; "...en
otras palabras: el dominio no se pierde por prescripción, pero en cambio se adquiere
por usucapión; y por cierto, una vez que la usucapión se ha operado, cesa el dominio
del anterior propietario..." (BORDA, Guillermo A., ob. cit., t. II, pp. 512/513). Así es
que el art. 2510 dispone que el dominio es perpetuo, a menos "...que deje de poseer
la cosa por otro, durante el tiempo requerido para que éste pueda adquirir la
propiedad por la prescripción..."
De esto se desprende que "...aún cuando un propietario mantenga a su cosa en estado
de abandono por muchos años, siempre podrá ejercer la reivindicación, que dura
tanto como el mismo dominio..." y, "...Sólo si el poseedor hubiera adquirido la cosa
por prescripción adquisitiva o usucapión, resultaría frustrada la reivindicación, pero
ello no sería por haber prescripto esta acción que es en sí perpetua, sino por haber
desaparecido el dominio al que correspondía dicha acción, excluido por el dominio
resultante de la usucapión a favor del poseedor actual..." (LLAMBÍAS, ob. cit.).
Entonces, la acción reivindicatoria no prescribe, sino que cesa su transcurso cuando
el bien fue adquirido por usucapión.
Es cierto que nuestro ordenamiento jurídico regla -en la nota al art. 3948 del Cód.
Civil- que "...no tenemos prescripción de cosas muebles..." pues en ellas la posesión
vale "...por título..." (en clara referencia al art. 2412 del mismo cuerpo legal); el art.
477 de la legislación comercial dispone que el que durante 3 años posee con buena fe
una cosa mueble robada o perdida, adquiere el dominio por prescripción, criterio
reiterado luego de la reforma de la ley 17.711 en el art. 4016 bis del Cód. Civil.
Sin embargo, ciertas hipótesis no encuadran ni en el art. 2412 ni en el 4016 bis: una
de ellas es, precisamente, la posesión de mala fe.
Ello por cuanto ninguna norma permite adquirir el derecho por prescripción al
poseedor de mala fe. Así se explica que "...cuando una persona toma posesión de un
inmueble, lo cultiva, lo hace producir, realiza actos socialmente útiles...", por lo cual
"...es lógico..." que "...luego de largos años, la ley le confiera el derecho de
propiedad aunque el cultivador tuviera perfecta conciencia de que el inmueble no era
suyo...". Empero, "...cosa distinta ocurre con los muebles...", pues el poseedor de
mala fe "...generalmente es un delincuente que se ha apoderado de la cosa mediante
hurto o robo; y si se trata de una cosa perdida, ha omitido la obligación legal de
denunciar el hallazgo..." (BORDA, ob. cit., p. 332).
¿Cuándo puede estimarse que hay mala fe en la posesión de una cosa mueble?
Hay posesión de una cosa cuando alguna persona, por sí o por otro, la tiene bajo su
poder, con intención de someterla al ejercicio de un derecho de propiedad (art. 2351
del Cód. Civil). Esta posesión, según su origen o causa, puede ser legítima o
ilegítima. La primera, cuando sea el ejercicio de un derecho real, constituido en
conformidad con las disposiciones del código. Y, la segunda, cuando se tiene sin
título, o fuere adquirida por un modo insuficiente para adquirir derechos reales, o
cuando se adquiere del que no tenía derecho a poseer la cosa, o no lo tenía para
transmitirla (art. 2355 del mismo Código).
En particular, se dice que es ilegítima cuando se tiene "sin título"; o siendo que la
palabra "título", "...tiene el significado de acto jurídico, de causa que da nacimiento
al derecho..."; es decir, que "...no se refiere al instrumento probatorio sino al acto
jurídico, a la causa de la adquisición (contrato idóneo para transmitir un derecho real,
usucapión, ley, etcétera). Si falta dicha causa, la posesión así adquirida es ilegítima,
como ocurre en el supuesto del poseedor que se apodera de la cosa en virtud de un
despojo, es decir, ilegítimamente. En este caso, además, la posesión es de mala fe..."
(BELLUSCIO-ZANNONI, "Código Civil", t. 10, Astrea, p. 220).
Y, de su parte, aunque el Código no define la posesión de mala fe, debe entenderse
que la misma existe cuando el poseedor conoce la nulidad o ineficacia del acto que
sirve de antecedente a la transmisión de la cosa (BELLUSCIO-ZANNONI, ob. cit.,
p. 243; y arg. art. 2356)
De la reseña hecha se desprende la idea dirimente que inspira este voto: (i) lo que
alegó el Sr. Roque Luppino al demandar es precisamente que los demandados
poseen las participaciones accionarias que él dice le pertenecen, de mala fe y sin
causa, o, sin título; (ii) en virtud de lo anterior, el accionante impetró esta acción con
el fin de que sus tenencias en la sociedad le fueran restituidas; (iii) como lo que
interpuso fue una acción reivindicatoria -y más allá de que la misma prospere o norespecto de cosas muebles (tenencias accionarias de sociedades) que postula que son
actualmente poseídas por los demandados en forma ilegítima y de mala fe (v. en este
sentido y respecto de todo ello, especialmente, sus manifestaciones a fs. 499, 499
vta., 500, 509, 512, 513 vta., 514, 515 y 520 de su demanda); es inexorable estimar
que la misma no puede prescribir.
III.4) Conclusiones
Como corolario de todo lo manifestado en esta ponencia, juzgo que la acción
impetrada por Roque Luppino tuvo por objeto la reivindicación de sus tenencias
accionarias en "Luppino Hnos." y en "José Luppino e hijos", que hoy se hayan en
cabeza de los demandados sin que medie causa justificada para que ello sea así; y
que, tal como fue entablada, no es prescriptible.
Propiciaré, en consecuencia, hacer lugar a los agravios del actor respecto de lo
resuelto en contrario por el magistrado a quo.
En vistas de lo anterior, no corresponde que este Tribunal se pronuncie sobre los
aspectos no juzgados en el fallo de la anterior instancia; razón por la que propondré
al Acuerdo que el expediente se reintegre al Juzgado de Primera Instancia a efectos
de que su titular dicte sentencia respecto de la procedencia de la acción que involucra
el fondo del asunto.
El procedimiento propuesto asegurará el juzgamiento de la materia litigiosa en doble
instancia. Ello por cuanto si bien tal garantía no detenta rango constitucional, en el
particular caso en análisis en el que se debaten cuestiones complejas atinentes a la
propiedad de participaciones accionarias en sociedades de familia habidas entre
hermanos y motivadas en disputas que ya llevan largos años y que han presentado
distintas aristas que han ido ventilándose en diversos pleitos habidos en este y otros
fueros, el mecanismo apuntado resguardará más perfectamente el derecho de defensa
de las partes al posibilitar la revisión, por el tribunal de Alzada, frente a la mayor
restricción que supone el recurso de apelación extraordinaria (en sentido similar ver:
CNCom., sala B, "Pegamentos Argentinos S.R.L. c. Provincia Seguros S.A.
s/ordinario", del 21/07/2007, y, esta Sala -en su actual composición- 11/10/2012,
"Bayton S.A. c. Federación Patronal Seguros S.A. s/ordinario", y sus citas).
IV. El art. 279 del Cód. Procesal impone a este tribunal, si revoca o modifica la
sentencia de primera instancia, adecuar la condena en costas.
En atención al modo en el que estimo debe ser dirimida la controversia,
corresponderá también dejar sin efecto la resolución de la instancia anterior, en
cuanto impuso la totalidad de las costas del proceso al accionante en su condición de
vencido. Dicha materia será nuevamente definida al momento en el que se dicte
pronunciamiento final.
Juzgo, en cambio, que los gastos causídicos correspondientes a la excepción de
prescripción que resulta rechazada, sí deben ser impuestas a los demandados que
intentaron valerse de ella, en su condición de vencidos (art. 68 párrafo 1ero. del Cód.
Procesal).
V.Por todo ello, propongo al acuerdo: (i) revocar, con el alcance expresado en los
considerandos que anteceden, la sentencia dictada a fs. 2208/2212; (ii) imponer las
costas generadas por la interposición de la excepción de prescripción a los
demandados, en su condición de vencidos (arts. 279 y 68 párrafo 1ero. del Cód.
Procesal); (iii) disponer que la causa sea devuelta al magistrado que dictó la
sentencia que resulta modificada, a fin de que decida los demás aspectos materia de
controversia.
El Señor Juez de Cámara, doctor Miguel F. Bargalló dice:
Comparto los fundamentos vertidos por el Señor Juez preopinante por lo que adhiero
a la solución por él propiciada. Voto, en consecuencia, en igual sentido.
Y Vistos:
Por los fundamentos del acuerdo precedente, se resuelve: (i) revocar, con el alcance
expresado en los considerandos que anteceden, la sentencia dictada a fs. 2208/2212;
(ii) imponer las costas generadas por la interposición de la excepción de prescripción
a los demandados, en su condición de vencidos (arts. 279 y 68 párrafo 1ero. del Cód.
Procesal); (iii) disponer que la causa sea devuelta al magistrado que dictó la
sentencia que resulta modificada, a fin de que decida los demás aspectos materia de
controversia. Notifíquese a las partes por cédula a confeccionarse por secretaría. —
Ángel O. Sala. — Miguel F. Bargalló.
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