Precios y tarifas del servicio de gas Las políticas del gobierno y aportes para una propuesta alternativa Desde el comienzo del nuevo gobierno, en diciembre de 2015, Argentina se encuentra atravesada por un panorama económico complejo, cuyas principales variables son la recesión económica, la pérdida de poder adquisitivo del salario real debida a la devaluación realizada por el gobierno entrante, una permanencia de los efectos inflacionarios que erosionan los ingresos de las grandes mayorías y las promesas de inversiones que no se concretan. En este marco se debían comenzar a resolver los graves problemas en el sector energético, signados por un lado por la brecha entre la creciente demanda interna y la declinante producción local, cubierta a partir de importaciones en ascenso; por otro lado los incrementos de subsidios que vienen favoreciendo a los sectores de mayores ingresos de la sociedad, con un alto costo fiscal, reproduciendo cuadros tarifarios retrasados e insostenibles. El escenario recibido era complejo, pero las modificaciones planteadas por el gobierno actual no han hecho más que agravar la situación. A fines de marzo el Ministerio de Energía y Minería dispuso a partir de las Resoluciones 28/2016 y 31/2016 del Ministerio de Energía, el aumento de los precios de boca de pozo del gas natural, y el anuncio del inicio del proceso de Revisión Tarifaria Integral de los servicios de distribución y transporte de gas en todo el país. El promedio de incremento de la factura de gas natural en el segmento residencial fue del 500/ 600% promedio, verificándose aumentos muy significativos en la Región Patagónica, en la cual la suba promedio alcanzó el 539%. El aumento promedio para usuarios no residenciales (comercios e industrias) fue de 697 % considerando todo el país y 245% para la Región Patagónica [1]. Estos incrementos trajeron descontento, movilizaciones y manifestaciones a lo largo del país. El gobierno dio marcha atrás con su propuesta inicial y dictó una nueva resolución, Res. N° 3843/2016 del ENARGAS, que fijó un tope máximo del 400% para usuarios residenciales; sin embargo la nueva propuesta no logró resolver la situación, ya que los precios finales de las tarifas en muchos casos seguían siendo excesivas y desmedidas. El tema devino en la intervención de la Corte Suprema de Justicia, luego de la presentación de variados Recursos de Amparo y de que, la Sala 2 del Foro Contencioso Administrativo pidió modificar las resoluciones 28 y 31 del Ministerio de Energía. De esta manera, exigió dar por nulos los aumentos y retrotraer los precios de la tarifa de gas. Así como convocar a audiencias públicas a las que considera obligatorias para poder modificar los cuadros tarifarios y que el gobierno había pasado por alto. Ante este panorama debemos abordar con rigurosidad, precisión y desde una perspectiva crítica qué es lo que pasó durante los años de gobierno Kirchnerista, centrar la mirada en la falta de controles sobre los subsidios recibidos por las empresas y la continuidad de esta política de “mirar para otro lado” que el gobierno macrista sostiene al no auditar a las empresas que han recibido por tantos años subsidios millonarios. Las modificaciones en los cuadros tarifarios, llevadas adelante por el ministro Aranguren en representación del poder ejecutivo responden a los grandes intereses empresariales mucho más que a las necesidades de las mayorías. Las decisiones que tomó el gobierno de Mauricio Macri a través de la Secretaría de Energía y los estragos sociales y económicos que ocasionaron son inconmensurables. Este trabajo se propone analizar estos elementos para luego, de cara a la Audiencia Pública a realizarse el próximo 16 de septiembre, proponer algunos lineamientos generales, en el camino de construir una propuesta cuyo interés se centre en una mejor calidad de vida para la población, la realización de las obras que garanticen acceso a servicios de calidad, tan postergadas y rodeadas del fantasma de la corrupción estatal y empresarial, cuyos costos sean posibles de ser pagados. Entre la herencia recibida y la profundización del desastre: estado de situación en torno a las tarifas del gas en la Argentina actual. 1.1 Contexto histórico Las consecuencias del colapso energético del País se deben situar en la historia reciente. En el sistema instaurado durante la década del noventa privatizado, fragmentado y desregulado, con un marco legal absolutamente afín a los intereses de las empresas petroleras. Sobre esta base, el Kirchnerismo no realizó modificaciones estructurales ni alteró las ganancias siderales de los productores de petróleo y gas y de las empresas distribuidoras. La política llevada adelante por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner sostuvo el funcionamiento del modelo energético heredado del neoliberalismo pero con una política de subsidios que no trasladaba directamente a los consumidores el gasto energético. Según la Asociación Argentina de Presupuesto (Asap) y el Instituto Argentino de Energía (IAE) el Estado argentino destinó más de $ 475.000 millones de pesos en subsidios energéticos desde 2004 a 2015. Esta transferencia de dinero estatal a las empresas petroleras a cargo de la extracción del gas y a las distribuidoras y transportistas, sumado a la Ley de emergencia económica que rige desde enero de 2002, lograron evitar aumentos desmesurados en las tarifas. Esta política del kirchnerismo tuvo dos defectos sustanciales: 1) la falta de controles sobre su destino, permitió a las empresas concesionarias convertir en ganancias directas los subsidios recibidos desde el Estado, mediante diversos mecanismos encubiertos. Esto llevó a la desinversión, que produjo crecientes problemas en el suministro del servicio y fue una de las consecuencias más perversas, que se fue agudizando con el correr de los años. 2) el segundo grave defecto de la política del kirchnerismo, es que las bajas tarifas fueron aplicadas de manera generalizada, sin considerar los diferentes niveles de ingresos de la población. Tanto las grandes empresas como las Pymes, los usuarios residenciales de alto poder adquisitivo como los sectores de menores ingresos, pagaban tarifas igualmente reducidas, con la salvedad que entre los sectores más vulnerables de la sociedad utilizan el gas en garrafa, con lo cual las dificultades de ese servicio caro e ineficiente nunca alcanzaron a resolverse de un modo sustentable. En definitiva el enorme costo fiscal no llegó de manera plena y justa a los sectores que más los necesitaban, sino que una porción sustancial de ellos quedó en las arcas de las empresas y otra parte se repartió de manera inequitativa entre los usuarios. Los subsidios engordaban vía déficit fiscal las ganancias empresarias preservando los efectos sobre los consumidores. Pero los subsidios los recibían las empresas y no los transformaban en inversión frente a la pasividad cómplice de los organismos reguladores [2]. El retraso de los precios, la desinversión y la falta de controles sobre los abultados subsidios que el Estado otorgaba permanentemente a las empresas, desarticuló aún más el sistema, endeudó al Estado e hizo colapsar el sistema energético del país. Es importante señalar que a pesar de la sanción en el año 2012 de la ley 26.741, de soberanía hidrocarburífera, que recuperó el control de YPF cuando la situación de autoabastecimiento era ya crítica a partir del vaciamiento llevado adelante por REPSOL, no se profundizaron los mecanismos de control y auditorías a las petroleras para garantizar los objetivos de la ley. Sólo hubo un traspaso de las responsabilidades del seguimiento de las inversiones hidrocarburíferas desde el Ministerio de Planificación hacia el Ministerio de Economía. Finalmente el gobierno actual disolvió la comisión creada a tal fin, anulando sus facultades y dejando responsabilidades menores en la órbita del Ministerio de Energía. 1.2 Síntesis del marco normativo y puntos centrales del fallo de la Corte El marco regulatorio del gas en nuestro país se rige por dos leyes marco: todo lo referido a extracción de gas hasta el inicio del sistema de transporte, está incluido en la ley 17.319, de hidrocarburos; y lo referido a la distribución y transporte se rige por la ley 24.076, régimen del servicio público de gas. Al quedar éste a cargo de empresas privadas, se creó el ENERGAS, ente regulador a cargo del control del servicio y la defensa de los consumidores. La norma contempla entre otros puntos, la realización de audiencias públicas previas a cada aumento de tarifa. Vale aclarar que en materia de gas, se habla de tarifa para referirse al monto a abonar para cubrir el servicio de transporte y distribución, y se habla de precio –o PIST, específicamente- para referir al valor del gas en boca de pozo, antes de ingresar al sistema de transporte. En cuanto al precio de la extracción de gas, (Ley 17.319) con los cambios producidos en la década del 90 y la privatización de YPF, tanto el precio del barril de petróleo como del gas a boca de pozo, denominado “Precio de gas en el Punto de Ingreso al Sistema de Transporte (PIST) quedaron a merced del mercado, y no en manos del Estado. Sin embargo, con la sanción de la Ley de Emergencia Económica en 2002 y sus sucesivas prórrogas -la última con vigencia hasta diciembre de 2017- el Congreso otorgó al estado nacional la facultad de intervenir tanto en el PIST, a partir de acuerdos establecidos con las empresas petroleras, como en las tarifas de transporte y distribución. Las resoluciones del gobierno actual que intentaron “normalizar” los cuadros tarifarios existentes, tuvieron como objetivo: - Reducir el gasto del estado en subsidios sin generar ninguna auditoría sobre el destino que tuvieron en la etapa kirchnerista; - Instalar precios en boca de pozo “atractivos y rentables” capaces de promover inversiones en producción, a partir de garantizar incrementos sustanciales de los ingresos a las empresas petroleras involucradas en los negocios del gas; - Disminuir la distancia entre producción nacional y demanda interna, más por la vía restricción del consumo encareciendo el valor del servicio, que por incremento de la producción. En definitiva, las ganancias de las empresas concesionarias de la producción, transporte y distribución del gas, garantizadas durante el kirchnerismo mediante el traslado directo de ingresos desde el Estado, serán cubiertas por el gobierno actual mediante las altas tarifas que pagarán indiscriminadamente los usuarios. Para ello el gobierno decidió tomar una serie de medidas decretando aumentos en precios y tarifas, sin tener en cuenta el marco regulatorio legal y los requisitos de audiencia pública e información previa, argumentando que el valor del gas en boca de pozo no está alcanzado por la regulación estatal, y que los aumentos en las tarifas eran sólo una “actualización” de la última revisión tarifaria del 2004, año en que se realizaron las correspondientes audiencia públicas exigidas por la ley. El Centro de Estudios para la promoción de la Igualdad y la Solidaridad (CEPIS) promovió una acción de amparo colectivo contra el Ministerio de Energía y Minería de la Nación (MINEM) para que garantizara el derecho a la participación de los usuarios y por lo tanto pedía que se suspendieran las resoluciones ministeriales que permitían los aumentos en las tarifas [3]. Luego se sumaron a la demanda diferentes asociaciones de consumidores y representantes políticos así como las cámaras de comercio e industria. Ahí se inició el camino judicial, acompañado por numerosas y masivas movilizaciones sociales. La Sala II de la Cámara Federal de La Plata dispuso unificar todas las acciones colectivas que se habían realizado y declaró la nulidad de las resoluciones ministeriales por considerar que no se habían respetado los pasos correspondientes al no realizarse las audiencias públicas, con lo cual dejó en suspenso la aplicación de los aumentos para todos los usuarios en todo el país. Esto retrotrajo la situación y dejó vigente el cuadro tarifario anterior a marzo de 2016. Luego de meses de incertidumbre llegó el 18 de agosto, día en que la Corte Suprema de la Nación se expidió, señalando: Que según indica el Art. 42 de la Constitución Nacional, la participación ciudadana es un derecho inalienable y un requisito fundamental para el aumento de las tarifas de servicios públicos. Que por lo tanto, el argumento del Poder Ejecutivo que tomaba como válida una audiencia realizada en el año 2005 no era suficiente. Que al no haberse respetado este paso, era necesario suspender la vigencia del cuadro tarifario sancionado por el poder ejecutivo en el corriente año (…) Declarar admisible el recurso extraordinario y confirmar parcialmente la sentencia apelada en cuanto a la nulidad de las resoluciones 28/2016 y 31/2016 del Ministerio de Energía y Minería de la Nación, decisión que se circunscribe al colectivo de usuarios residenciales del servicio de gas natural, manteniéndose respecto de ellos, y en la medida en que resulte más beneficiosa, la vigencia de la tarifa social correspondiente al cuadro tarifario aquí examinado [4]. Como afirma el informe del Centro de Información Judicial, si bien “la audiencia siempre se debe hacer para el transporte y distribución de gas, porque son fijados monopólicamente (ley 24.076 y cc)” [5], en el caso del precio del gas en el Punto de Ingreso al Sistema de Transporte, al estar regulado por el mercado, teóricamente no correspondería convocar a audiencia pública. Sin embargo, este precio se encuentra actualmente intervenido por el Estado a partir de la Ley de Emergencia Económica, en la cual el precio del gas pasó de un contexto de libre negociación de las partes a uno de intervención estatal, mientras que su importación, la ampliación de las redes de transporte y distribución y las tarifas que remuneraban dichos servicios fueron financiados, fundamentalmente, con recursos provenientes de cargos tarifarios, programas especiales de crédito, aportes específicos de determinados sujetos del sector y subsidios del Estado Nacional. Específicamente a partir del Decreto 181/2004, el Poder Ejecutivo intervino en su fijación, dejando de lado al mercado. En consecuencia, es razonable que, hasta el momento en que efectivamente el precio del gas en el PIST se determine sobre la base de la libre interacción de la oferta y la demanda, su análisis se efectúe conjuntamente con la revisión de tarifas para la cual es necesaria, como ya se dijo, la celebración de una audiencia pública [6]. Por otra parte, el fallo de la Corte afirmó la continuidad de la tarifa social, restringiendo la retracción de los precios al cuadro tarifario anterior sólo a los consumidores residenciales, dejando fuera a comercios, empresas, clubes de barrio y demás sectores. Definió además que si bien es necesario un incremento de las tarifas, el mismo debe ser razonable. 2.1 Las medidas tomadas por el gobierno: falta de información, argumentos insensatos y vínculos con las empresas. Ante la resolución de la Corte Suprema, el gobierno decide convocar a una Audiencia Pública para el 16 de setiembre, en la cual se debatirá sobre: a) El traslado a tarifas de los precios de gas en el Punto de Ingreso al Sistema de Transporte y b) las tarifas transitorias de transporte y distribución, vigentes hasta la aprobación de los cuadros tarifarios resultantes de la Revisión Tarifaria Integral. La convocatoria es confusa en su primer punto, ya que no pone en consideración el precio en boca de pozo, o precio de gas en Punto de Ingreso al Sistema de Transporte, tal como lo dispone la Justicia, sino la forma en que será trasladado a las tarifas, además de los respectivos cuadros tarifarios resultantes. Coherente con esta convocatoria limitada, la propuesta difundida por el gobierno en primera instancia se redujo al cuadro tarifario. Sin embargo las denuncias presentadas días previos a la Audiencia por parte de las asociaciones de consumidores, pidiendo su suspensión por falta de información y defectos en la convocatoria, obligaron al gobierno a incorporar información –tardía y limitada- sobre costos, poniendo en consideración los valores totales de todos los eslabones de la cadena del gas. 2.2 La propuesta del gobierno sobre el precio del gas en boca de pozo y el traslado a tarifas. En los fundamentos de su propuesta, el gobierno pone el acento en “la herencia recibida” es decir, en el sistema vigente al 10 de diciembre de 2015: - Considerado injusto y desigual, porque subsidia más a los que más consumen, y no protege a los que más lo necesitan. Pone como ejemplo de ello que el 40% de la población se abastece de gas en garrafa, más caro e ineficiente. - Ineficiente, porque no generó incentivos para el ahorro. Los argentinos consumimos 60% más por habitante que los hogares de los países vecinos. - El abastecimiento de gas es menor a la demanda, provocando cortes a las industrias y a la generación de energía eléctrica, y por otro lado obligando a la importación de gas, que en el 2015 llegó al 29% del total consumido en el país. - Los subsidios cubren un promedio del 81% del valor del consumo residencial y regional. - El retraso del precio del gas en boca de pozo y de las tarifas que pagan los usuarios, desalienta las inversiones de las empresas, lo que constituye la causa de fondo de la baja en la producción local y obliga a las importaciones. - El 65% de las tarifas pagadas por los usuarios están constituidas por el precio gas en Precio de Ingreso al Sistema de Transporte, que el gobierno actual pondera en dólares, teniendo en cuenta su cotización internacional. Hay que tener en cuenta que el gas, a diferencia del petróleo, no es un insumo que tenga un precio único internacional, ya que en sus costos influyen no sólo los gastos para su extracción, sino principalmente los vinculados a su transporte, y/o los procesos indispensables que debe atravesar hasta llegar al consumidor final. Por ejemplo: el costo del gas en boca de pozo en yacimientos en territorio argentino está alrededor de 2 dólares el BTU (unidad de medida utilizada para el gas); el importado de Bolivia vía gasoducto está por encima de los 3 dólares; mientras que el que llega en barco y debe ser regasificado para ingresar al sistema de transporte supera los 6,50 dólares. Para la ponderación del precio general el gobierno toma como referencia este último valor. El cuadro tarifario propuesto por el gobierno para debatir en la próxima audiencia pública pone el acento en la reducción de los subsidios y el incremento de los valores del precio del gas en boca de pozo. Propone seguir un proceso gradual hasta diciembre de 2019 en que los subsidios llegarán a cero, y el gas en boca de pozo se pagará a u$s 6,78 el BTU, cifra cercana al valor actual de importación de gas licuado. La propuesta incluye un valor específico de la tarifa social para los sectores más vulnerables, y una diferenciación entre los sectores de mayor y menor consumo para graduar la reducción de subsidios, llegando a cero subsidio para toda la población, independientemente del consumo y los ingresos, el 1° de octubre de 2019. El cuadro siguiente muestra el conjunto de la propuesta oficial a debatir en la Audiencia Pública del 16 de septiembre, publicada en la página de ENARGAS: Valores al Categorías Categorías de Categorías de menor consumo consumo medio mayor consumo u$sBtu u$sBtu u$sBtu 30 set 2016 0,52 1.37 2,55 1 oct 2016 2,17 (+403%)* 3.82 (+178%)* 5,29 (+107)* 1 oct 2017 3,17 (+46%) 4.63 (+21,20%) 5,75 (+8.69%) 1 oct 2018 4,63 (+46%) 5.60 (+21%) 6.25 (+8.69%) 1 oct 2019 6,77 (+46%) 6.78 (+21%) 6.79 (+8.64%) 2016/2019 +1200% + 395% + 166% *Porcentaje de aumento del valor del precio del gas en boca de pozo Precio promedio u$sBtu 1,29 3.42 (+165%)* 4.20 (+22,80%) 5.27 (+20.30%) 6.78 (+28,65%) +425.58 % % Subsidio 81% 50% 38% 22% 0% Se puede observar que las categorías de menor consumo (que representan un poco más de 4 millones y medio de usuarios) recibirán los mayores impactos en sus boletas de gas: para iniciar la escalada, 1° de octubre próximo, sólo por el aumento del precio en boca de pozo, recibirán un incremento del 400% en sus boletas. Para las categorías de consumo medio el aumento será del 178%, mientras que las de mayor consumo (un poco más de 1 millón de usuarios), la suba promediará el 107%. Es claro que la propuesta del gobierno busca llegar al año 2019 con un esquema de cero subsidios al consumo de gas, sin tener en cuenta las consecuencias que esto tendrá sobre el presupuesto de las familias, sobre todo las de ingresos medios y bajos. Además de los cuestionamientos que existen respecto a los criterios de clasificación de las distintas categorías de usuarios, basadas en la cantidad máxima de m3 de gas consumido en el último año, con una discriminación muy baja, por ejemplo, respecto a su ubicación geográfica; cierto es que muchos sectores de bajos ingresos presentan a la vez altos niveles de consumo de energía y de gas. Se determina un período de tres años para finalizar con el traslado de ingresos del fisco hacia los usuarios vía subsidios, con el argumento de que los subsidios produjeron retrasos tarifarios que derivaron en desinversión y desabastecimiento. No hay ningún elemento concreto aportado que pruebe la vinculación directa entre estos hechos, más allá de que cada uno de ellos sea cierto. Lo que falta es la información precisa del destino de los subsidios, y la puesta en público del balance de las empresas concesionarias, para conocer fehacientemente si la desinversión provino de las bajas retribuciones recibidas en estos años que no pudieron ser cubiertas por los subsidios recibidos, o si estos se constituyeron en ganancias extraordinarias que se encubrieron como gastos falsos. Es importante tener en cuenta que el valor del gas en boca de pozo constituye –según el informe oficial- el 65% del valor de las tarifas que pagan los usuarios, por lo que su cotización en dólares sin ninguna mediación, implica que cada variación del tipo de cambio incidirá en la boleta del gas, traduciéndose en una verdadera dolarización de las tarifas. Por otro lado es claro que el gobierno busca superar la posibilidad actual del Estado de intervenir en la fijación del valor del precio en boca de pozo, para pasar a un sistema donde ese valor se rija por las leyes del mercado. En el cuadro de situación que describe el gobierno, insiste mucho en señalar como ejemplo de las injusticias del sistema anterior, que el 40% de la población debe abastecerse de garrafas o tubos de gas, siendo este un servicio caro e ineficiente. Sin embargo se mantiene en la negativa a declararlo servicio público, lo que permitiría al estado intervenir directamente regulando su precio, y controlando que se garantice una distribución adecuada. 3. Construir una propuesta alternativa El debate en la Audiencia Pública debería ser el punto de inicio para la construcción de una propuesta alternativa a la presentada por el gobierno, sobre la base de ideas y conceptos diametralmente opuestos a los que expresa el oficialismo: 1°) El estado debe continuar con la facultad de intervenir en el valor del precio y la tarifa del gas en todas las etapas: producción, transporte y distribución del servicio. La ley 26.741, del año 2012 declara de “interés público nacional el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos, así como su explotación, transporte y comercialización”, obligando al Poder Ejecutivo a “publicar periódicamente precios de referencia, de cada uno de los componentes de los costos y los precios de referencia de venta de hidrocarburos y combustibles”. Este marco legal no sólo no es tenido en cuenta por la propuesta oficial (tampoco por el gobierno kirchnerista que lo sancionó), sino que el gobierno actual derogó partes sustanciales del decreto reglamentario correspondiente. La intervención del Estado en la fijación del precio en boca de pozo es fundamental a fin de evitar la dolarización de las tarifas, objetivo que persigue la propuesta oficial, al pretender tomar ese valor a partir del año 2019 como “un precio definido por el mercado.” 2°) Los subsidios son un atributo y una obligación del Estado, a la hora de impulsar el desarrollo de políticas que promuevan la equidad y la igualdad de oportunidades. Hay una extendida experiencia internacional en curso –a la que se refiere expresamente la resolución de la Corte- en la que mediante una variada batería de subsidios, los estados sostienen los servicios indispensables, para cumplir con las disposiciones internacionales que los obligan a garantizar una vivienda digna para todos los ciudadanos. 3°) Es imposible avanzar, independientemente de la orientación político-económica que se elija, sin la realización de una auditoría detallada y precisa del destino de los recursos del estado que en estos años fueron trasladados a las empresas concesionarias en forma de subsidios y sin que se hayan implementado mecanismos transparentes de control periódico que den cuenta del cumplimiento de los compromisos de inversión asumidos a cambio de los cuantiosos recursos del fisco trasladados hacia este sector. Este punto resulta de vital importancia, ya que las mismas empresas que transitaron todo el período que nos condujo a la crisis actual, siguen al frente de las concesiones a lo largo del país. 4°) La distribución inequitativa de los subsidios que favorecieron indiscriminadamente a sectores de mayor consumo se reproduce con la propuesta oficial, que además persigue el objetivo que en el año 2019 todos los argentinos paguemos la misma tarifa, sin contemplar la profunda brecha existente entre los niveles de ingresos de los diferentes sectores de la población. Si en definitiva se tomara la decisión de reducir la magnitud de los subsidios, esto debería hacerse bajo la lógica de diferenciar por niveles de ingresos de los hogares y sus necesidades de consumo, dejando de lado la obsoleta e injusta distinción por niveles de consumo. Hay variadas maneras para avanzar con estos dos criterios. Para la diferenciación por ingresos hay profusa información, reflejada en los informes periódicos cada vez más precisos de los propios institutos oficiales, que cruzan información por zona de los aglomerados con los ingresos de jefes y jefas de hogar. Para la diferenciación por necesidad de consumo, deberían incorporarse mayores divisiones dentro de las categorías regionales existentes, dado que las actuales, contienen en su interior una variedad de condiciones climáticas que producen necesidades muy diferentes entre sí. Es emblemático el caso de los usuarios de la ciudad de Mar del Plata, en la cual el clima invernal eleva el consumo de gas de los hogares, y sin embargo para mantenerse en la categoría más baja, deben equiparar su consumo con usuarios de La Plata, por ejemplo, con condiciones climáticas estacionales notablemente diferentes. Situación que al no ser considerada adecuadamente, produce situaciones de manifiesta injusticia, sobre todo para los sectores de menores recursos. 5°) Respecto a la Tarifa Social, deben establecerse mecanismos automáticos para acceder a la misma, evitando los engorrosos trámites que hoy se requieren. Subsisten, a pesar de todas los reclamos y sugerencias que se le hicieron llegar al gobierno, requisitos insostenibles como el que no se puede tener un auto de menos de quince años de antigüedad, que deben ser eliminados. Por otro lado el requisito de dos salarios o jubilaciones mínimas, es un piso que debe ser tomado para calcular el gasto máximo del conjunto de los servicios indispensables de una familia, que no debería superar el 5% de los dos salarios mínimos. Con esta propuesta el total del gasto por los servicios de energía eléctrica, gas y agua potable, en ningún caso excederían los 500/600 pesos a los valores actuales. 6°) La provisión del abastecimiento por garrafas debe ser considerado un servicio público, y el Estado debe fijar su valor final, que debe contemplar diferenciales para los sectores con acceso a las tarifas sociales. Hasta ahora los diferentes mecanismos implementados para facilitar su llegada a los sectores más vulnerables no garantizaron un acceso sustentable. 7°) Una consideración final sobre la estrategia del gobierno que busca atraer inversiones en la producción de hidrocarburos, particularmente de gas, promoviendo precios altos, en este caso instalando la idea de que hoy se paga más caro por la importación de gas que llega en barco y debe ser regasificado. Primero, no es justificable que ese sea el precio (cerca de los u$s 7 el Btu) que deban pagar todos los usuarios ya que el abastecimiento interno cuenta con un 70% de producción nacional, cuyo costo en boca de pozo, es menos de la mitad de ese valor. Del 30% que se importa, una porción sustancial es abastecida por las importaciones de Bolivia (u$s 3,50 por Btu) y Chile (5u$s el Btu). Segundo, la política de atraer inversiones con precios exageradamente altos, que manifiestamente no son sustentables en el tiempo, lejos de incentivar grandes inversiones con retornos de mediano y largo plazo (como las que se requieren en hidrocarburos) promueven políticas de saqueo para el corto plazo, financiadas con endeudamiento que indefectiblemente terminará pagando el Estado. El kirchnerismo mantuvo las ganancias de las empresas concesionarias mediante traslados de ingresos desde el fisco, sosteniendo los subsidios. El macrismo, pretende seguir engordando las ganancias de esas mismas empresas, cobrándonos directamente a los usuarios en las boletas mensuales que comenzaremos a recibir desde el 1° de octubre, si finalmente se impone la propuesta que llevan a la próxima audiencia pública. Equipo ISEPCi 15/09/2016 Notas [1] Centro CIFRA, informe temático, Aumentos en las tarifas de los servicios públicos, abril de 2016. Disponible enhttp://www.centrocifra.org.ar/docs/I%20T%20.pdf [2] Lozano, Claudio, informa sobre gas natural y aumento de tarifas, 21 de julio de 2016. Disponible en http://corrienteup.org.ar/2016/07/informe-sobre-gas-natural-y-aumento-de-tarifas/ [3] Resolución Ministerial Nº 28 del Ministerio de Energía y Minería de la Nación. [4] Fragmento del Fallo de la Corte Suprema de la Nación, FLP 8399/20l6/CSl Centro de Estudios para la Promoción de la Igualdad y la Solidaridad y otros el Ministerio de Energia y Mineria si amparo colectivo. 18 de agosto de 2016 [5] Centro de Información Judicial, Agencia de noticias del poder judicial. Tarifa de gas: por unanimidad, la Corte anuló el aumento respecto de los usuarios residenciales. 18 de agosto de 2016. Disponible enhttp://www.cij.gov.ar/nota-22759-Tarifa-de-gas--por-unanimidad--la-Corte-anul--elaumento-respecto-de-los-usuarios-residenciales.html [6] Op Cit.