La Prostitución, ¿Un trabajo homologable?

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La prostitución, ¿Un trabajo homologable?
Resulta extraño, inquietante y ciertamente sorprendente, que los magistrados
afirmen que se ha considerado como una relación de trabajo la vinculación que
se establece entre las mujeres que prestan servicios sexuales en un prostíbulo y
las personas que las emplean
MERCÈ SAURA SÚCAR | Magistrada y miembro de Jueces para la Democracia | 10/06/2009 | Actualizada a las 03:00h | Ciudadanos
El Tribunal Supremo (Sala Penal) acaba de publicar una sentencia el 14 de abril
pasado, que desde el prisma del derecho laboral contradice lo que establecen el
Estatuto de los Trabajadores, las Directivas Europeas sobre protección de los
derechos de los trabajadores y los Convenios Internacionales que nuestro país ha
suscrito sobre esta materia.
PALABRAS CLAVE
Tribunal Supremo, Pontevedra, Constitución Española, Tribunal Superior, Brasil,
Código Penal
Resulta extraño, inquietante y ciertamente sorprendente, que los magistrados
afirmen en primer lugar y sin mayores argumentaciones que la jurisdicción laboral
"en numerosas ocasiones" ha considerado como una relación de trabajo la relación
que se establece entre las mujeres que prestan servicios sexuales en un prostíbulo
y las personas que las emplean, "sus empleadores" en los términos utilizados por el
Tribunal , y que dicha "relación de trabajo" puede ser englobada en el Estatuto de
los Trabajadores , que es la norma que regula los derechos básicos de los
trabajadores por cuenta ajena , indisponibles y que constituyen derecho necesario
en el mundo laboral.
Hay que decir en primer lugar que los pronunciamientos escasos de la Sala Social
del Tribunal Supremo y de los Tribunales Superiores de Justicia de las
Comunidades Autónomas, diferencian entre la actividad del alterne y la de
prostitución. En cuanto al alterne, se ha reconocido la relación laboral entre la mujer
que presta un servicio consistente en incitar al consumo de bebidas a los clientes
del local a cambio de un precio en función del valor de las copas, durante un
horario laboral y bajo la dependencia y organización del dueño del local, siempre
analizando caso por caso si se dan las condiciones de prestación de los servicios
que caracterizan la relación laboral por cuenta ajena, que son la voluntariedad, la
ajenidad , la percepción de retribución y la prestación de los servicios dentro del
ámbito de organización y bajo las directrices del dueño del negocio o empresario.
Solo cuando se dan estas circunstancias, todas ellas, se ha caracterizado como
relación laboral la de las chicas en locales de alterne.
A día de hoy no conozco que la Sala Social del Tribunal Supremo haya
considerado en ningún caso que la prostitución por cuenta ajena sea una relación
laboral de acuerdo con nuestra legislación, otra cosa es que haya habido y hayan
intentos desde algunos sectores de modificar la legislación para que así sea, hasta
ahora sin éxito ninguno.
La prostitución es una actividad económica, no hay la menor duda y muy rentable
para algunos, puesto que el sexo y todas las industrias y actividades que giran en
torno a él lo son, lo han sido y lo serán, pero de eso a decir que la prostitución
ejercida por cuenta de un tercero, constituye desde el punto de vista jurídico, una
relación laboral que se encuadra en el Estatuto de los Trabajadores hay un abismo,
y ESTO NO LO HAN DICHO NUNCA LOS TRIBUNALES LABORALES.
Partiendo de esta premisa errónea, la sentencia afirma que las condiciones
concretas en que las prostitutas ejercían su actividad eran homologables a las de
cualquier otra relación laboral. Veamos: Las prostitutas, mujeres inmigrantes
ilegales, traídas ex profeso por los empresarios, estaban obligadas a vivir y comer
en el burdel de su propiedad y se les descontaban los gastos de lo obtenido por su
trabajo diario.
No podían salir del burdel sin permiso.
Tenían que ejercer la prostitución obligatoriamente en los locales de los
empleadores, al menos hasta que hubieran devuelto la deuda del viaje desde
Brasil, sin percibir ningún dinero ni contraprestación por su "trabajo" hasta ese
momento.
Eran obligadas a trabajar desde las 19 horas a las 4 o 5 de la mañana siguiente. No
queda claro si descansaban un dia a la semana. Los dueños del local o
"empleadores" les imponían multas por hablar alto, llegar tarde al trabajo etc.. que
se les descontaban de lo obtenido por su trabajo diario.
Hasta aquí lo que sabemos…
Pues bien, trabajar 10 horas diarias 6 o 7 días a la semana, sin cobrar, retenidos en
un local sin poder salir, y con un sistema de sanciones pecuniarias prohibido por la
ley, NO son condiciones de trabajo equiparables o homologables a las que tienen
por ley o convenio colectivo un albañil, una cajera-reponedora de supermercado o
una limpiadora, por poner un ejemplo.
La malo es que la Sala Penal del Tribunal Supremo por lo visto lo cree así, porque
ha absuelto a los dueños de los burdeles del delito contra los derechos de los
trabajadores por el que habían sido condenados por la Audiencia Provincial de
Pontevedra, Sección 5ª, cuya sentencia casa y anula.
A todo lo dicho hay que añadir que el solo hecho que el empresario pueda vender o
disponer del uso del cuerpo de las trabajadoras como objeto de negocio o de
intercambio sexual con los clientes, excede totalmente los límites de la normativa
laboral. En este sentido se ha pronunciado el Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña (Sala Social) en su recientísima sentencia de 15 de mayo de este año,
sobre un caso de prostitución y alterne, afirmando que no puede entrar dentro de
las facultades del empresario la de disponer del uso del cuerpo de la propia
persona trabajadora, puesto que el objeto del contrato laboral no es la persona
humana sino los servicios prestados de forma voluntaria y retribuida, con las
condiciones legalmente exigibles, por lo que constituye "una interpretación
aberrante y fraudulenta la que intenta asimilar la venta de la fuerza de trabajo con
la venta del uso del cuerpo de las trabajadoras" , lo que seria una relación análoga
a la relación de esclavitud prohibida en nuestro ordenamiento jurídico desde finales
del siglo IX.
Los servicios sexuales forman parte de la libertad individual, del derecho al honor y
a la integridad física y psíquica, derechos fundamentales regulados por la
Constitución Española, el ya citado Estatuto de los Trabajadores y la Ley Orgánica
3/2007 de 22-03 de Igualdad efectiva de mujeres y hombres , todo ello enmarcado
por el contenido del Convenio para la represión de la trata de personas y
prostitución ajena, aplicado efectivamente en nuestro país desde la modificación
del Código Penal, que penaliza la explotación de la prostitución ajena en el articulo
188-1.
En consecuencia un contrato que tenga por objeto la venta o la disposición sobre el
uso del cuerpo por el empresario será nulo, por ilegalidad de la causa, en
aplicación de lo que dispone nuestro Código Civil sobre los contratos.
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