EL AMOR EN LOS POETAS LATINOS CATULO , TIBULO y

Anuncio
EL
AMOR EN LOS POETAS LATINOS
CATULO , TIBULO y PROPERCIO
(Con~Jusión)
PROPERCIO
Hemos caminado por las calles de Roma oyendo las confidencias de amor de Catulo y de Tibu10; ahora vamos a pasear más largamente la
ciudad de los Césares en compañía de Sexto Aurelio Propercio, quien para contarnos sus amores y para hacernos conocer los lugares en que
gozó con su amada, nos llevará a los teatros y
al foro, al templo de Apolo Palatino, al de Diana y al de la Venus Génitrix, a las termas y a
los tepidarios de las casas privadas, a los triclinios en que se sientan senadores, o patricios,
o grandes damas, o cónsules, a los barrios de
los potentados y de los caballeros, a la Suburra,
a la Vía Apia y al A ventino, a las riberas del
Tíber y al campo libre en que se glorían los
sentidos y en que se respira la brisa embalsamada de las colinas de Alba.
Admiraremos por doquiera los mármoles de
Paros y de Numidia, las túnicas de Cos, las se-
das, la púrpura de Tiro; nos extasiaremos con
los perfumes de Cilicia o de Arabia o de Siria,
libaremos los más añejos vinos de Falerno o de
Lesbos, y en noches de suprema ventura daremos un adiós a las penas y melancolías con las
danzas, festines y juegos en que pasaremos sabrosamente las horas escuchando los acordes de
las cítaras y de las harpas y los versos de amor
de este poeta exquisito y cortesano, tan pulido
en el decir, tan armonioso en sus estrofas y tan
elegante, que su arte deleita sobremanera, así
por los bellos símiles de que se vale para expresar sus conceptos como por las felices reminiscencias mitológicas de que a cada paso hace
gala con sin igual fortuna. Si es el amor un tema que se presta para las más altas notas de
la lira de un poeta, ¿ qué bellezas no será capaz
de cantar el que pasó la vida en las más encumbradas regiones del arte?
445
©Biblioteca Nacional de Colombia
Senderos
Caminemos, pues, con Sexto Aurelio Propercio, el poeta de la Umbría, cuya cuna se disputaron nueve ciudades, por las rúas de la vieja
Roma, que él nos irá contando sus secretos, sus
esperanza , sus alegrías, sus ilusiones, sus sueños, sus amores, sus celos, sus cuitas y tristezas, sus lágrimas, sus noches de orgía, toda
aquella vida galante y enamorada que lucía con
el mismo empaque marcial y arrogante con que
llevaba la toga.
Empieza a decirnos que frisaba apenas en los
veinte años cuando, velado el pudor de la pretexta bajo la amplia toga viril y dada la libertad de conocer los caminos del amor, una astuta muchacha llamada Licina despertó por primera vez sus aún torpes pasiones en los nocturnos juegos en que era tan sabia y mañeruela, sin
que ningún don la hubiese captado. Tres años,
o un poco menos, habían pasado desde el día
de aquella ventura, y solamente recordaba haberla hablado unas diez veces, pues todo 10 había sepultado el amor de Cintia, como que ning una mujer después de ésta le echó al cuello
las dulces cadenas de los brazos.
Ut mlhl praetextae pudor est vela tus amictu,
Et data llbertas noscere amoris iter,
Illa rudes animas per noctes consela primas
Imbuit, heu! nulI1s capta Lycinna datis.
Tertius, haud multo minus est, quum ducitur annus :
Vix memini nobis yerba coisse decem .
Cuneta tuus sepelivit amor, nec femina post te
UIIa dedit collo dulcla vlncla meo.
(Lib. UI, Elegia XV.- Ad. Cynthiam , de Lyclnna.l
¿ Quién era esa mujer que así supo enamorar
a Propercio para que le diese tales pruebas de
único y verdadero amor? Muy bella debía de
ser, porque venciendo la resistencia de aquel
mancebo que era libre y había meditado vivir a
sus solas en un lecho que no compartiría con nadie, le acomete el amor en medio de su estudiada tranquilidad. No comprende por qué mora en la tierra esa belleza humana, y para encarecerla y ponerla en el punto que le corresponde nos declara que tiene los cabellos blondos, las manos finas y delgadas, que su cuerpo
es alto, que cuando camina o se pasea gallardeándose más se parece a la hermana de Júpiter o a Palas ante los altares de Duliquio al
llevar en el pecho la cabeza de Gorgona erizada de serpientes, que a una criatura mortal.
Ceded la palma a Cintia, vosotra las diosas a
quienes os vio el pastor antiguo deponiendo las
túnicas sobre las cumbres del Ida. Y ojalá que
la senectud no cambie la faz de semejante belleza, siquiera viva los siglos de la sibila
Cumea!
Liber eram, et vacuo meditabar vivere lecto :
At me composita pace fefellit amor.
Cur haec in terris facies humana moraturJ
Fulva coma est, longaeque manus, et maxima toto
COl'pore; et incedit vel Jove digna sorOl"
Aut quum Dullchias Pallas spatiatur ad aras,
Gorgonis anguiferae pectus operta comis;
Cedite jam, Divae, quas pastor videret oUm
Idels tunicam ponere verticibus.
Hane utlnam faclem nolit mutare senectus,
Etsi Cumaeae saecula vatis aget!
(Lim. n, Eleg. U .-De Cynthla.l
Orgulloso pensaba que ninguna mujer podría
cautivarle, pero hé aquí que cae en las redef>
del amor de Cintia, la cual le enamora, no y:1
solamente por su faz más blanca que los lirios,
ni por el bermellón de Iberia mezclado a las
nieves de Tracia, o por las hojas de la rosa que
nadan en purísima leche, ni por los cabellos es··
parcidos sobre su cuello alabastrino, ni por
aquellos ojos brillantes, estrellas que alumbran
el camino del poeta, ni por las sedas de Arabia
que lucen las mujeres elegantes, pues no 0.'3
tan frívolo para prendarse de esas minucial'.,
",ino por atractivos mejores que le embelesan,
como cuando baila hermosamente en los festines de Baco con más gracia y maravilla que la
misma Ariadna al conducir los coros de las bacantes, o cuando ensaya suavísimos acordes con
el plectro de Eolia que rivalizan con los más bellos versos de la lira de Aganipe, o cuando escribe mejor que la antigua Corina o canta en
versos superiores a los de la famosa Erinna.
Qui nullam tibi dicebas jam posse nocere,
Haesisti; cecldlt spiritus ille tuus.
••
•
•••
o.
,
•
•
•••••••••••••
•
•
•
•••
oo
•
•
Oo
••
,
••••••
•
•
Nec me tam facies, quamvis sit candida, cepit;
LilIa non domina sunt magis alba mea;
ut Maeotica nix minio si certet Hibero,
Utque rosae puro lacte natant folia;
Nec de more comae per laevla colla flu'e ntes,
Non oculi, geminae, sidera nostra, facer,;
Nec si qua Arabio lucet bombyce pueJla,
Non sum de n1hUo blandus amator
446
©Biblioteca Nacional de Colombia
•
•
•
Senderos
Quantum quod posito formosae saltat Iaccho,
Egit ut evantes dux Ariadna choros;
Et quantum, Aeolio quuro tentat carmina plectro,
Par Aganipp'eae ludere docta Iyrae;
Et sua quum antiquae eommittit seripta Corinnae,
Carminaque Erinnes non putat aequa suis.
(Lib. II, Eleg. IH.-De Cynthia.)
Si realmente era Cintia una mujer de eximias dotes intelectuales, bien nacida, como la
Lesbia de Catulo, más señalada por sus cualidades espirituales, puesto que, según los biógrafos (1), era amante de las sagradas Musas,
¿ qué mucho que le diga el poeta que ha nacido
para ser la gloria y el orgullo de las hijas de Roma y que pregunte qué tiene de maravilloso que
la juventud romana la admire yarda de amor
por ella? Más hermoso hubiera sido, oh Troya,
canta en verso bellísimo, que hubieras perecido por Cintia!
Gloria Romanls una es tu nata puellis.
Hae ego nune mirer si flagret nostra juventus?
Pulehrius hae fuerat, Troj a, perire tibi.
(lb. De Cynthia.)
Ahora que ama a Cintia comprende Propercio por qué fue una mujer la causa de una gunrra tan sangrienta entre Asia y Europa; ahora
dice que obraron bien París y Menelao, uno en
pedir y otro en resistir. Ciertamente, agrega,
hubieras sido digna, Cintia, de que Aquiles hubiera perecido por ti, y ante los ojos de Príamo
hubieras aparecido como probado motivo de
guerra. y tal es la admiración que tiene a Cintia el poeta, que quiere que los pintores la tomen por modelo y dechado para sus obras rie
arte.
Olim mirabar, QUod tanti ad Pergama belli
Europae atque Asia'e causa puella fuit;
Nune, Pari, tu sapiens, et tu, Menelae, fuisti;
Tu, qula poscebas, tu, Quia len tus eras.
Digna Quidem facies, pro qua vel obiret Aehilles;
Vel Pl'iamo belli causa pl'obanda fuit.
Si QUis vult fama tabulas anteire vetustas,
Hie dominam eX'emplo ponat in ante meam.
(lb. De Cynthia.)
Insuperable mujer la que une al amor de su
esposo el de las cosas que atañen al espíritu;
porque no está el toque de la felicidad en los
(1) "Hane (Cynthiam) omnibus natUl'ae artisque dotibus ornatam- nobis describit, a Musarum praecipue saeris non abhorrentem." (Joh. Ant. Vulpii Vita Propertli
emendata breviol'. Sexti AUl'elli Propertii Elegiarulll libri
quatuor. Parisiis. MCDCCcxxxIi.)
vanos placeres de la materia que pasan como
la, flor del campo o como el viento fugaz, sino
en aquellos en que el corazón se une a la inteligencia para amar y para admirar. Entonces
valemos cuando sabemos deleitarnos, ora leyendo los pOemas de Homero, del Dante, de Virgoilio, de Lucrecio, de Ariosto, del Tasso, de Camoens o de Ercilla, los versos de Horacio, de
OYidio, de Catulo, de Tibulo o de Propercio, o
los de Tennyson y Byron, de Víctor Hugo, de
Leconte de LisIe o de Musset, los dramas de
Shakespeare, de Lope o Calderón, las novela~
de Cervantes, de Goethe, de Balzac, de Dickens
o ele Dostoyewski, los cuentos saladísimos y alegres de Boccaccio o del Aretino, la prosa de Cicerón, de Tito Livio, de Granada, ele Santa Teresa, de Rivadeneira, de Valdés, de Pineda o de
Sigüenza, las filosofías de Platón, de Séneca,
de Boecio, de Bacón o de Montaigne o de Gracián, las sátiras de Juvenal o de Quevedo y todos los más libros que solemos leer con ardor
apasionado, ora admirando en el arte las incontables obras de la pintura o la escultura o la
música; entonces somos poetas cuando callamos emocionados ante el mar, cuando al amanecer acompañamos a todas las criaturas en
entonar un himno de alegría y de adoración al
soberano autor y conservador del mundo, o
cuando se apacientan nuestros ojos con la vista
del campo o de las flores o las aves; entonces
somos grandes, alzándonos del sucio polvo en
que vivimos, cuando miramos los arcanos de In
eternidad y en lo alto del cielo las estrellas como ojos de Dios que nos hab1an en mudo lenguaje para indicarnos los caminos luminosos
que coducen a una vida dichosa e inacabable.
Feliz el hombre a cuyo lado se sienta la mujer ideal que le acompaña en las veladas familiares leyendo los libros de los mejores escritores! Por eso gozaba Propercio infinitamente
cuando escuchaba sus versos en labios de s~
amada Cintia. Así nos lo ha manifestado en la
siguiente estrofa: cuando ella recita mis versos, dice que odia a los ricos. Ninguna mujer
cultiva tan santamente la poesía. Mucho valen
en amor la constancia y la fidelidad; quien puede dar mucho, mucho también V'Jede amar.
N aro
mea qUUlll reeltat, dieit se odisse beatos :
Curmina tam sanete nulla puelta colit.
447
©Biblioteca Nacional de Colombia
Senderos
Multum in amore fides, multum constantia prodest:
Qui dare multa potest, multa et amare potest.
(H, Eleg.
XXVI.~Ad
Cynthiam.)
Poco le importaba que Cintia hubiese nacido de noble linaje, pues lo que había ambicionado era leer sus versos dulcemente reclinado en
el seno de su amada para que los aprobase y se
quedase estupefacto al oírlos: eso fue lo que llegó a conseguir. Solamente entonces pudo creer
que había eclipsado la gloria de Lino.
.... .... ut nostro stupefiat Cynthia versu.
Tune ego sim Inachlo notior arte Lino.
Non ego 5um formae tantum mirator honestae,
Nec si qua illustres femina jactat ayos:
Me juvet in gremio, doctae legisse pue11ae,
Auribus et puris scripta probas se mea.
(TI, Eleg. XIH.-Ad Cynthiam.)
Se comprende fácilmente que una mujer que
como Cintia, a más de bella era inteligente, le
inspirase los más hermosos versos de amor.
¿ Cómo no había de cantar si tenía a su ladv
la fuente misma de la inspiración que se desbordaba en ancha vena? Preguntáis, le dice a
Mecenas, por qué tántas veces escribo sobre
amores en libros que respiran el perfume de
una tierna sensualidad; pues conviene que sepáis que no son mis musas ni Apolo, ni Caliope,
que es mi amada la que me da el ingenio para
cantar. Ora camine, llena de esplendores, envuelta en las túnicas de Cos, escribo todo un
volumen sobre las vestes de Cos; ora vea sobre su frente esparcidos los errantes cabellos,
me gozo pintándola soberbiamente hermosa en
su alabada cabellera; si con sus dedos ebúrneos
toca las cuerdas de la lira, celebro la facilidad.
que en el arte tienen sus manos; si el sueño
cierra mis ojos, mil nuevas causas hallo para la
poesía; si desnuda lucha conmigo por la clámide que le quito, entonces compongo una larga
llíada; en suma, ya hable o haga algo, surge
de la nada una gran historia.
Quaeritis unde mihi toties scribantur amores,
Undc meus veniat mollis in ora libero
Non haec Calliope, non haec mihi cantat Apollo:
Ingenium nobis ipsa puella fa cit.
Sive togis illam fulgentem incedere COis,
Hoc totum e Coa veste volumen erit;
Seu vidi ad frontem sparsos errare capillos,
Gaudet laudatis !re superba comis;
Sive lyrae carmen digitis percu5sit eburnis,
Miramur faciles ut premat arte manus;
Seu quum poscentes somnum declinat oce11os,
Invenio causas mille poeta novas;
Seu nuda erepto mecum luctatur amictu,
Tune yero longas condimus Iliadas;
Seu quidquid feclt, sive est quodcumque locuta,
Maxima de nihilo nascitur historia.
(H, Eleg. l.-Ad. Maecenatem.)
En::m:orado de todo 10 bello, encuentra Propelcio motivos de vigorosa inspiración en toda s partes, pues como artista sabe trocar el
tosco trozo de mármol en la estatua de acicalados y pulidos contornos. Ya una actriz en el
teatro muestre los blancos brazos en un gesto
blando y voluptuoso, o cante de variadas maneras; ya descubra una mujer al sentarse su
pecho de nieve cándida o deje vagar los cabellos sobre su purísima frente, retenidos por una
perla de la India en mitad de la cabeza, sus
ojos buscan siempre la promesa de un amor, y
si por caso un rostro severo le niega toda esperanza, siente que de su frente corre un sudor
frío.
I
Sive aliquis molli deducit candida gestu
Brachia, seu varios incinit ore modos,
Interea nos tri quaerunt sibi vulnus oc'elli,
Candida non tecto pectore si qua sedet,
Si ve vagi crines puris in frontibus errant,
Indica quos medio vertice gemma tenet:
Quae si forte aliquicl vultu mihi dura negarat,
Frigida de tota fronte cadebat aqua.
(H, Eleg. XXII.-Ad. Demophoontem.)
Bien como aquel famoso burlador de Sevilla
que decía:
El amor me guía
a mi inclinacIón, de quien
no hay hombre que se resista,"
sostiene Propercio que a cada cuál dio natura··
leza una debilidad y que a él le dio la fortuna
la de amar siempre.
Unicuique dedit vitium natura creato:
Mi fortuna allquid semper amare dedito
(H, Eleg. XXII.-Ib.)
Sabrosa ventura la de Propercio, a quien
otorgó la fortuna la gracia de tener un corazón
hecho para el amor y para amar constantemente, porque, como dice Antonio Pérez, el Secretario traidor de Felipe Ir, "sin amor no hay vi::ir" (1) . Nada es que vivamos los hombres
sometidos a esta amable esclavitud si por ella
dominamos el mundo y miramos todos los días
con alegría el lucero de la mañana. Leyendo un
día los diálogos de los dioses de Luciano de Samosata hallé este pasaje de soberana grande(1)
ANTONIO PEREZ.-Cartas. R, 13.
448
©Biblioteca Nacional de Colombia
Senderos
za: el amor ciertamente es algo violento e irresistible que manda no solamente a los hombre'3,
sino en veces a nosotros mismos (1)
Si el amor es una esclavitud, como piensa el
poeta, y nadie será libre que quiera amar-nullus liber erit, si quis amare volet- todo lo da
por ese sentimiento que se le ha entrado en el
corazón de una manera irresistible, así sean los
tesoros de la tierra reunidos, como lo expresa
en la hermosísima elegía que dirige a Tulio.
Aunque sentado tú a la lengua del agua en las
riberas del Tíber saborees los vinos de Lesboil
por obra de Mentor; ya mires correr las ligeras velas sobre las olas o subir el río las tardas
embarcaciones; ya contemples esas selvas que
levantan sus cimas como las de los picach o~;
más altos del Cáucaso, tales como no pueden
contender con mi amor, el cual no sabe ceder a
las más grandes riquezas, pues ora llegue la noche codiciada, o se pase todo un dh con un fácil
amor, me parece que vienen a mi casa las aguas
del Paciolo y las perlas que se esconden en el
mar Rojo; entonces mis gozos S011 más grandes
que los de los reyes.
Tu lieet abjeetus Tibelina mollitel' un da,
Lesbia Mentol'eo vina bibas opere;
Et modo tam celeres mireris currel"e lintres,
Et modo tam tardas funibus ire rates;
Et llemus Ollilne satas intendat vertice silvas,
Urg'etur quantis Caucasus al'boribus:
Non tamen Ista meo valeant contendere amori;
Nesclt Amor magnls eedere dlvitlis.
Nam sive optatam mecum trahit illa quietem,
Seu facil! totum ducit amore diem;
Tum mihi Pactolí veniunt sub teeta liquores,
Et legitur rubl'is ¡¡'Cmma sub aequoribus;
Tum mihi cessuros spondent mea gaudia reges.
(1, Eleg. XIV.-Ad. Tullum.)
Si por el amor de Cintia cree poseer todo
cuanto tiene de bello el mundo y las riquezas
de los potentados y de los reyes, no es extraño
que a ella atribuya las cualidades excelentes
con que le dotó naturaleza, aquellos versos que
ostentan elegancia cortesana y patricia, su propia gloria. Por ella solamente mereció su nombre la gloria que le ha hecho conocer hasta los
helados términos de Boristene. Tú eres la única
mujer que me agrada, le canta; que sea yo solo
(1) Lueiani Samosatensls, Deorum dialogi. Jupiter et
Juno. Edición bipontina, griega y latina, de la Biblioteca
Nacional.
el que a ti te agrade y ese amor será para mí
como los dioses penates y la posteridad.
Hine etenim tantum meruit mea gloria nomen,
Gloria ad hibernos lata Borystenidas.
Tu milii sola places: placeam tibi, Cynthia, solus.
Hic erit et patrio sanguine pluris amor.
(U, Eleg. VU.-Ad Cynthiam,}
Así como Cintia le ha llevado a la gloria por
los cantos de amor que le ha inspirado, así él
también la ha hecho ascender a la inmortalidad alabándola en sus versos por medio de la
fama, de la propia manera que el voluptuoso
Catulo hizo a su Lesbia más notada que la misma Helena.
Cynthia quin etiam versu laudata Properti,
H05 In ter si me ponere Fama volet.
Haec quoque lascivi cantarunt scrlpta Catulli,
Lesbia queis ipsa notior est Helena.
(U , Eleg. XXXIV.-Ad Lynceum poetam,)
Cintia mel:ece hasta ahora la dilección de
Propercio: le conversa delicadamente, le acaricia, le arrulla, le deja recostar la cabeza sobre su pecho cuando lee canciones de amor, le
duerme en su regazo y besándole y abrazándole
se le rinde con ternura. Razón tiene PropercÍo
en recuestada, en publicar que ni el atrida Agamenón cuando cayeron las fuerzas del gran imperio de Laomedonte, ni el errante Ulises, después de haber peregrinado por varios lugarcc;,
cuando tocó las riberas de su quedda Itaca, ni
Electra cuando vio sano y salvo a Orestes, cuyos huesos había creído bañar con sus lágrimas, ni la hija de Minos al ver incólume a Teseo, a quien había guiado en el laberinto el hi1.o
que ella misma había preparado, experimentaron tal gozo como el que experimentó él la noche pasada en los brazos de Cintia.
Non ita Dardanio gavisus Atrida triumpho,
Quum caderent magnae Laomedontls opes;
Nec sic errore exacto laetatus Ulysses,
Quum tetigit carae litora Dulichiae;
Nec sic Electra, salvum quum adspexlt Orestem,
CUjus falsa tenens fleverat ossa soror;
Nec sic incolumem Minois Thesea vldit,
Daedaleum lino quum duce rexit iter;
Quanta 'ego praeterlta eollegi gaudia nocte.
(U, Eleg. XIV.-Cynthiam vicit.)
Cierta noche en que se hallaban los dos ama)ltes en sabroso coloquio, oyó Propercio que golpeaban sus rivales a la puerta y que con ronceros motes de "reina mía!" llamaban a la señora de sus pensamientos, la cual, sin atender
449
©Biblioteca Nacional de Colombia
~enderos
a los galanes, seguía con la cabeza reclinada sobre el pecho de su galán. Esta victoria ha sido
para mí mejor, exclama hermosamente el poeta, que si hubiera vencido a los Partos. Hé aquí
mis despojos, hé aquÍ mi s r eyes vencidos, hé
aquí mis carros de triunfo. Oh Citerea, yo erigiré una columna que ostente tus favores y
grabaré unos versos al lado de mi nombre, que
dirán así: "Estos despojos pone Propercio ante tu t emplo, oh diosa, por haber sido recibido
como amante en toda una noche." Ahora, luz
mía, llegue salva mi nave a tu puerto, o se irá
a pique en medio a los escollos. Pero si acaso
alguna culpa me hace cambiar, que antes caiga
muerto ante tu puerta.
Pulsabant aUi frustra, dominamque vocabant :
Mecum habuit positum lenta puella caput.
Haec mili! devictis potior victoria Parthis,
Haec spolia, haec reges, haec mihi currus erunt.
Magna ego dona tua figam, Cytherea, columna,
Taleque sub nostro nomine carmen erit:
Has pono ante tuam tibio Diva, Propertius aedem
Exuvias, tota nocte receptus amanso
Nunc ad te, mea lux, veniat mea litore navis
Servata, an mediis sidat onusta vadis.
Quod si forte aliqua mutabel'e culpa,
Vestibulum jaceam mortuus ante ~uum!
(Ib.-Ib.)
Los versos en que el autor recuerda aquella
noche feliz en que triunfa airosamente de sus
rivales y se entrega a amorosos trasportes, están tallados en puro mármol pentélico y si no
fuese porque la pluma se resiste a copiar algunas liviandades -que ha de ser casto el escritor-habría de reproducirlos lntegramente aquí
para regocijo de los enamorados. i Oh felicidad!, exclama; j oh noche esplendorosa! i oh lecho bienaventurado dispuesto para mis delicias! i Cuántas palabras, cuántas consejas referidas al amor de la lumbre! Si Cintia quisiere otorgarme de nuevo noches semejantes, largo será un año de vida; y si me concediere muchas, me haré inmortal, pues en una noche
como la pasada cualquiera puede convertirse en
un dios.
o me felioem! o nox mihi candida! et o tu,
Lectule, deliciis facte beate meis!
Quam multa apposita narl'amus yerba lucerna,
Quod mihi si secum tales concedere noctes
Dla velit, vitae longus et annus erit :
Si dabit haec multas, 11am immortalis in illls;
Nocte una quivis vel Deus esse potest.
(II, Eleg. XV.-Voluptates suas enal'rat,)
Desde los lugares más apartados emprende
camino a casa de Cintia. Una noche, ya al filo
de las doce, recibe perfumado billete de Cintia
en que le pide que sin demora vaya a verla a
su quinta de Tívoli, donde levantan dos torres
hermanas sus blancas almenas y donde el Anio
forma ancho lago. ¿ Qué hará ? Podrá confiarse
a las tinieblas de la noche con riesgo de que le
asalten audaces ladrones? Se pone a cavilar que
si por temor a éstos desobedece los mandatos
de Cintia, las lágrimas que ella ha de verter
serán para él peores que un nocturno enemigo;
pero pensando que una sola falta que cometa
le ha de mantener lejos de su amada por más
de un año, porque no tiene ella la costumbre
de perdonarle, triunfa de los recelos y marcha
a Tívoli en medio de la noche silenciosa, alta la
luna en el cielo y cuajado de estrellas que
mues tran los peligros, con su amor que brilla
nüs que la luna y las estrellas como una antorcha que le guía y que no le deja tener miedo a perros ni a ladrones. ¿ Para qué más, si la
misma Venu le acompaña? Si la muerte fuese
consecuencia de su aventurada osadía en confiarse a las tinieblas de la noche en un camino
que andaba el bandido Scirón, tal muerte sería
comprada con el precio de su amor.
¿ No se ve en estas palabras un amor noble y
desinteresado? Se consuela Propercio con morir muerte de amor, con que su amada le llevar á ricos perfumes, adornará con hermosas guirnaldas su seplllcro y se sentará ante su tumba
a acompañarle.
Quod si certa meas sequerentul' funera casus,
Talis mors pretio vel sit emenda mihi.
Adferet haec unguenta milii, sertisque sepulcrum
Ornabit, custas ad mea busta sedens.
(III, El'eg. XVI.-Inter amorem et metum Propertius dubitat,)
Si acude a las citas de Cintia no quiere separarse de ella y piensa acompañarla dondequiera que vaya. La seguiré y un mismo viento agitará las velas de los dos confiados peregrinos;
una misma playa nos recibirá, un mismo árbol
nos cobijará con su sombra y de una fuente beberemos; una misma tabla podrá recibirnos,
ora sea a la proa o a la popa. Todo lo llevaré
450
©Biblioteca Nacional de Colombia
Senderos
en paciencia, ya el Euro cruel amague hacerme
zozobrar, ya el Austro frío sople sobre las velas hacia puntos inciertos, ya me Jleven los
vientos que vejaron al desgraciado Ulises y
rompieron en los escollos de la Eubea los mil
navíos de los griegos, o alteraron las dos riberas cuando vieron los Argonautas que una paloma enviada les conducía por mares ignotos,
con tal que nunca se oculte ante mis ojos Cintia y siquiera el mismo Júpiter incendie mi
nave. Desnudos seremos arrojados en una misma playa, o si las olas me ahogan, al menos que
a ti te cubra la tierra.
Hane sequar, et fidos una aget aura duos.
Unum litus erlt sopitis, unaque tecto
Al'bor, et ex una saepe bibemus aqua;
Et tabula una duos poterit eomponere amantes;
Prora eubile mlhi, seu milii puppis erit.
Omnia perpetiar: sa'evus licet urgeat Eurus,
Velaque in ineertum frigidus Auster agat;
Quieumque et venti miserum vexastis U1yssem,
Et Danaum Euboico litore mille rates;
Et qui movistis duo litora, quum rudis Argus
Dux erat ignoto missa columba mar!.
Illa meis tan tum non unquam desit ocellis:
Incendat navem Juppite1' ipse lieet.
Certe isdem nudi parite1' jactabimur o1'is:
Me llcet unda fera,t, te modo terra tegat.
(Il, Eleg. XXVI.-Ad, Cynthiam.)
i, Cómo
ha de permitir que Cintia no esté
presente si está admirado de su extraordinaria belleza y quiere siempre contemplarla? Con
razón asegura con una sensibilidad propia de
cualquier poeta moderno: quien te ve, peca;
quien no te ve, no te deseará; tienen tus ojos la
culpa.
Qui videt, is peceat: qui te non viderit ergo
Non cupiet; faeti crimina lumen habet.
(Il, El'eg. XXXII.-Ad. Cynthiam.)
Como el amor son sólo mimos y zalemas, cortesías y finezas; como en él se ofrecen los
amantes los tesoros del mundo y los paraísos y
deleites de una perpetua ventura, le promete
Prollercio a Cintia, y aun lo jura por los hnesos y cenizas de sus padres que han de castigarle si no dice verdad, que estará con ella hasta el último instante de su vida y que una misma fe ha de hallarlos unidos en la hora finaL
Ossa tibi juro per matris, et ossa parentis,
Si fallo, cinis heu sit milii uterque gravis!
Me tibi ad extremas mansUl'um, vita, tenebras.
Ambos una fides auferet, una dies.
(II, Eleg. XX.-Ad. Cynthiam.)
Orgulloso con ese amor, bien por la belleza
de Cintia, bien por sus gracias y talentos, dice
que muerto o vivo será siempre de ella, tanto
más cuanto corresponde plenamente su amor.
Hujus ero vivus, mortuus hujus ero.
(Eleg. XV.-Loe. eit.)
Cintia le quiere tiernamente y le dice que
por él es Roma un lugar deleitoso, que sin él
no puede ser agradable el trono de los reyes,
que quiere descansar a su lado aun en pobre
y angosto lecho y acompañarle dondequiera les
lleve la suerte, que por complacerle rechazaría el antiguo reino que correspondió en loto
a Hipodamia y las riquezas que otro tiempo
se amontonaban en Elea en las carreras de ca·
ballos.
Illi carus ego et per me carissima Roma
Dieitur; et sine me duleia regna negat.
Illa vel angusto mecum requlescere leeto,
Et quocumque modo malult esse mea,
Quam sibi dotatae regnum vetus Hippodamiae,
Et quas Elis opes ante pararat equis.
(1, Eleg. VIII.-Ad. Cynthiam.)
Los que han acusado a Propercio de haber
cantado más bien al placer meramente sensual
que a su amada, olvidan los innumerables pasos
de sus poesías en que muestra un corazón sensible que amó ardientemente a Cintia. ¿ No manifestó que si muchos sucumbieron con gusto
en un largo viaje de amor, él quería contarse
también en ese número; que no había nacido
para la gloria ni para la carrera de las armas,
sino para la única milicia del amor a que le habían sometido los hados; que la suprema gloria era morir por amor y no gozar más que de
uno solo? ¿ No deseaba también que muriese
quien fuese capaz de amar sin arrebato y frenesí?
Multi longinquo periere in amore llbentel',
In quorum numero me quoque terra tegat.
Non ego sum laudi, non natus idoneus armis :
Hane me militlam fata subire volunt.
Laus in amore mori; laus altera, si datur uno
Posse [rui: fruar o solus amore meo!
(H, El'eg. I.-Ad. Maecenatem.)
Ah! pereat, si quis lentus amare potest!
(l,
Eleg. VI.-Ad. Tul1um.)
y ¿ qué prueba más elocuente de verdadero
amor puede darse que aquellos versos eternos
que dicen: "Tú sola, Cintia, eres para mí el
451
©Biblioteca Nacional de Colombia
Senderos
hogar y los parientes, tú en todo tiempo el motivo ele mi alegría"?
Tu mihi sola domus, tu, Cynthia, sola parentes,
Omnia tu nostrae tempora letitiae.
(l, Eleg. Xl.-Ad. Cynthiam.)
Tanto ama el poeta a la única mujer que ha
robado su corazón, que anuncia que algún día
f\erán conducidos desde la casa de Cintia sus
fúnebres despojos.
Una meos quoniam praedata est femina sensus,
Ex hac ducentur funera nostra domo.
(H , el'e g. l.- Ad. Maecenatem.)
Días serenos y tranquilos han pasado; ma~
hé aquí que ahora anda Propercio nervioso y
malhumorado, como si aquella pasión que llaman celos se le hubiese entr.ado en el cuerpo
para no dejarle un instante de reposo y contento. "Oh celos turbadores de la sosegada paz
amorosa!, dice Cervantes, celos, cuchillo de las
más firmes esperanzas!, no sé yo qué pudo saber de linaj es el que a vosotros os hizo hijos
del amor, siendo tan al revés, que por el mismo
caso dejara el amor de serlo, si tales hijos engenorara!" (1). Sean los celos hijos del amor,
como muchos piensan, o la negación de él, seg ún opina el pastor Damón de "La Galatea",
es lo cierto que cruelmente abrasado Propercio
con su ardoroso fuego, ahora le turba un retrato, ahora un nombre, ya un niño en la cuna,
ya los besos que dan a Cintia la madre o la hermana, cuándo la amiga que la acompaña y comparte con ella el lecho.
Me
Me
Me
Me
juvenum
tener in
Jaedit, si
soror, et
pictae
cunis
multa
quum
facies, me nomina laedunt,
et sine voce puer;
tibi dedit oscula mater;
quae dormlt amica simulo
(H, El'eg. VI.- Ad . Cynthlam,)
Era posible que no tuviera celos si Cinti a,
como la Lesbia de Catulo y la Delia de Tibulo,
t~mía una legión de aduladores que la admiraban y servían y pretendían gozar sus encantos ? Hé aquí que corren por todo Roma voces
de que tan hermosa mujer paga crecido tributo a la fragilidad que es generalmente COllsentánea a su sexo, según sentencia de Shakespeare (2), Y que hace tanto caso de Propercio como de su honra. Es que ha llegado desde
(1) CERVANTES.-La GaJatea. R, 1.
(2) SHASKESPEARE.-"Frailty, thy Dame is woman."
Hamlet.
las tierras de la Iliria un apuesto mancebo, un
rico pretor que pasa las horas con ella en saraos y festines y la colma de dádivas que no
le dejan mirar con buenos ojos la pobreza de
su viejo amador. ¿ Puede ser posible que cualquiera, ~1l1 recién llegado, compre el amor con
regalos? i Oh, Júpiter! i Por una indigna mercanCÍa pierde el honor una mujer!
Ergo muneribus quivls mercatur amorem?
Juppiter! Indigna merce puella perito
(H, Eleg. XVI.-Ad. Cynthiam.'
i Cuántos días han pasado sin hallar consue-
lo ni en el teatro, ni en los campos marcios, ni
siquiera en el suave trato de las musas! Razón
tiene en avergon zarse de esa locura apasionaua, a no ser, como dicen, todo torpe amor sordo
a los más cuerdos consejos. Quisiera que esos
vestidos espléndidos, esas verdes esmeraldas,
esos topacios de dorados fu egos que regaló el
pretor a Cintia fu esen desvanecidos por los
vientos tempestuosos, o convertidos en polvo
o que se volviesen agua.
Tct jam abiere dies, quum me nec cura theatri,
Nec tetigit Campi, nec mea Musa Juvat.
Ah! pudeat cert'e, pudeat; l1isi forte, quod aiunt,
Tur pis amor surdis auribus esse soleto
sed quascumque tibi vestes, quoscumque smaragdos,
Quosve dedit flavo lumine chrysollthos,
Haec videam rapidas in vanllm ferre procellas,
Quae tibi terra, veUm, qua'e tibi fiat aqua.
(lb. Loc. cit.)
Si todo cambia y se mudan también los amores, como dice nuestro poeta, ¿ por qué asombrarnos de que Cintia le fuera infiel, si al fin
y a la postre sale verdadero lo que siente Pitaco, el cual, como fuese preguntado cuál era
la cosa más variable, respondió: "el curso de
las aguas y el corazón de la mujer"? (1).
En vano recuerda los ejemplos de las mujeres insignes que fueron dechados de constancia
y fidelidad conyugal. Penélope, aquella mujer
digna de los presentes de tantos enamorados
como la pretendían, pudo vivir veinte años pura difiriendo sabiamente un nuevo e imposible
himeneo mientras destruía por la noche la tela
que había tejido en el día, y aunque nunca esperara ver a su querido Ulises se tornó vieja
esperándolo. Asimismo Briseida, abrazando el
(1)
FENELON.-Vidas de los filósofos antlguOB.
402
©Biblioteca Nacional de Colombia
.
...
•
~l 'I!.
, .. .
,.r-.
;.
,}
...~j
.... . ':'" .
..~.
©Biblioteca Nacional de Colombia
Senderos
exánime cuerpo de Aquiles, se golpeó enloquecida su blanco rostro con las manos, y cautiva
lavó llorando las heridas sangrientas de su dueño, colocado ante las flavas ondas del Símois;
manchó con lodo sus cabellos y sostuvo en sus
débiles manos el cuerpo de aquel ínclito paladín. . . Alfesibea vengó en sus hermanos la
muerte de su esposo y el amor rompió los
vínculos de la sangre y de lo más querido. Ni
fue menos solícita Hipsipila, pues cuando arr ebataron los vientos al hijo de Esón se encenó
atormentada a Horarle en su tálamo vacío; no
conoció Hipsipila otros amores después de aCll1éllos y pereció lejos de su huésped Hemonio.
Evadne, la mujer argiva que fue fam osa por su
pudor, se dio muerte por amor de su esposo
lanzándose a la misma hoguera que a éste k
consumió. Tales ejemplos no pudieron cambiar
tus costumbres, Cintia; tú también hubieras
podido ser alabada en la hist oria. .. Entonces
se ufanaba Gl'ecia de hijos semejantes; entonces florecían el pudor y la homa aun en el seno
de las armas.
Penelope poterat bis denos salva per annos
Vivere, tam multis femina digna proclS,
Conjugium falsa poterai differre Minerva,
Nocturno solvens texta. diurna dolo;
Visura et quamvis nunquam speraret Ulys5em,
Illum exspectando facta remansit anus.
Nee non exanimem amplectens Briseis Achillem
Candida vesana verberat ora manu;
Et dominum lavit moerens eaptiva eruentum,
Adpositum flavis in Simoenta vadis;
Foedavitqu'e comas, et tanti eorpus Achi1l1s
Maximaque in parva sustulit ossa manu ;
(H , Eleg. IX.-Ad. Cynthiam.)
Alphcslbea suos ulta est pro conjuge fratres,
Sanguinis et ear1 vincula rupit amor.
Nec &Ic Aesoniden rap1entibus anxia ventls
HYPsipyle vacuo eonstltit in thalamo :
Hypsipyle nullos post illos sensit amores,
Ut semel Haemonio tabuit hospitio.
Conjugis Evadne miseros illata per ignes
Oeeldit, Argivae fama pudicitiae.
Quarum nulla tuos potuit convertere mores,
Tu quoque uti fieres nobilis historia.
(H, Eleg. XV.-Ad. Cynthiam.)
Tune igitur veris gaudebat Graecia natis ;
Tune etiam felix inter et arma pudor.
(Ir, Eleg. IX.-Ad. Cynthiam.)
4Cómo exigir buenas costumbres en la sociedad corrompida de Roma si las mismas hijas de los patricios y los senadores, al igual de
la célebre -clodür; andaban ouscando placeres
por los lupanar es ? ¿ Cómo averiguar, en medio
de la cáfila de traficantes en los bajos deleites
de la concupiscencia , por qué se enriqueció Cint ia, quién le dio esas r iquezas ? La misma conducta depravada había llevado impunemente la
Lesbia o la Clodia de Catulo. Demasiado feliz
sería Roma en nuestro tiempo, dice Propercio,
si no hubiese más que una mujer culpable !
An quisquam in tanto stuprorum examine quaerit,
Cur h a'ee tam dives? quis dedit? unde dedit?
Hace cadem ante illam impune et Lesbia fecit.
o nimium nostro felicem tempore Romam,
Si contra mores una puella facit !
(l!, Eleg. XXXIL-Ad . Cynthiam,)
Ya ha.bía ido la disoluta Cintia en una elegante carroza tir ada por corceles a Lanuvio,
más por honrar a Venus que a Juno, y un día
vendió sus gracias en aquella célebre taberna
de la Vía ApÜ1. por donde pasaban los más garrid os miembl'Üs de la aristocracia romana. Entonces fue vista manejando las riendas de sus
caballos y dirigiendo osada su carruaje por meretricios lugares.
Spectaclum ipsa sedens primo temone pep'e ndit,
Ausa pel' impuros frena movel'e locos.
(IV, Eleg. VIH.-Pl'opel'tius furtivis
Cap tus a Cynthia.)
in amoribus
Una noche en que quiso el poeta pagarle a
Cintia con la misma moneda de infidelidad, se
dirigió a algunas partes de la ciudad donde
tenía amigas complacientes, para que le acompañasen a pasar alegr emente las horas y se
holgasen con él haciéndole olvidar sus penas y
desconsuelos. Se fue al Aventino, y cerca del
templo de Diana halló a Filis, poco seductora
en su sobriedad, mas parlera, jovial y dadivo sa en medio de los humos del vino; por el bosque de Tarpeya o del Capitolio topó luégo a la
amable Teya, insaciable en los juegos de Baco,
a las cuales invitó a pasar una noche de verbena y regocij o para consolar tristezas y espaciarse con la gentil Citerea renovando amores.
En secreto paraje, em.belJecido con menuda alfombra de césped, había un lecho primoroso;
Ligdamo escanciaba los vinos en copas de cristal que se acostumbraban en estío y el vino
era el griego exquisito de Metimno. Un egipcio
del Nilo tocaba la flauta, Filis los atabales, en
454
©Biblioteca Nacional de Colombia
Senderos
tanto que caían esparcidas por doquiera las rosas y que un enano agitaba sus pequeñas manos al son alegre de los caramillos. Continuaba
la fiesta con ruidosa algazara y se hallaban ya
asomados los tertulianos, cuando hé aquí empiezan a fallecer las lámparas, a presagiar maIr, suerte los dados a Propercio, a caerse las
l11csas y las amigas a cantar y a descubrirse el
pecho. Súbitamente se oyen rechinar sobre sus
quicios las puertas y luégo se ve aparecer a
Cintia, por extremo celosa, los cabellos desgreñados y enfurecida, la cual, con la rabia que la
anima, da terribles arañazos a Filis, en tanto
que Teya logra salir aterrada a llamar en alta
voz a los vecinos. Se despiertan los Quirites, se
encienden las luces, se llena la calle de gente:>
curiosas y las muchachas que acompañaban a
Propercio, con los cabellos desordenados y sueltas las túlücas, se entran al amparo de la noche
en la primera taberna que encuentran.
Si como dio Cintia pruebas de amor hubiese
sido siempre fiel, habría merecido el de Propercío; pero derramada en lances de impuras
costumbres enardeció la ira de su amante, el
cual pensó que olvidaría sus tristezas abandonando los penates familiares y marchando a la
doctísima Atenas, donde daría amplio vuelo a
su espíritu, ya estudiando a Platón o la lengua
griega, ya en los jardines del sabio Epicuro, ya
leyendo las oraciones armipotentes de Demóstenes o las saladas comedias de Menandro. Decidido a dejar su vieja ciudad, se despide de ella
en versos que perduran: ahora, compañeros,
impeled hacia el ponto la nave, bogad y suspended en la extremidad de los mástiles velas blancas, que ya el aura favorable abre camino a
los marineros en el líquido elemento. Adiós, romanas torres, amigos queridos, y tú, Cintia,
cualesquiera que sean tus perfidias y rigores,
adiós! Vaya ser llevado como huésped pasaj ero sobre las ondas del Adl'iático para dirigir
a los dioses marinos mis plegarias.
Nunc agite, o soc11, propell1te in aequora navem,
Remorumque pares ducite 501'00 vices,
Jungiteque extremo fellcia lintea malo:
Jam liquidum nautis aura secundat itero
Romana.e turres, et vos valeatis amlci,
Quallscumque mihi tuque puella vale.
Ergo ego nunc rudis Hadriacl vehar a'equoris hospes,
Cagar et undisonos nunc prece adire Deos.
(III, Eleg. XXI.-Fugere Cynthiam parat.)
Si viajó o no a las regiones de la Hélade para
arrojar lejos la pesada carga de sus penas, es
cosa que no qniero ahora averiguar; sólo diré
que ape!ando a la dIosa Razón declaró que su
navío, coronada la popa de flores y pasadas las
Sirtes, había tocado felizmente un puerto seguro; que fatigado había cobrado aliento y SUd
heridas habían sanado por completo. Oh Razón,
dice, si eres una diosa, a tus altares me entrego, pues mis votos no han sido e~cuehados por
Júpiter.
Ecce coronatae por'tum tetigere carinae,
Trajectae Syrtes, ancora ja,(:ta mihi esto
Nunc demum vasto fessi l''esipiscimus aestu,
Vulneraque ad sanum nunc coiel'e mea.
Mens bona, si qua Deo. es, tua me in sacraria dono:
Exciderant surdo tot mea vota Jovi.
(III, Eleg. XXIV.-Ad. CynLhiam.)
Pero éstos son desahogos de poeta, que más
corr sponden al arte y a la fantasía que a un
corazón que sufrió amargamente por Cintia,
ante la cual hubiera querido llorar. Feliz, afirma, aquel que pudo llorar en presencia de su
amada! i El amol' no triunfa sino con las lágrimas !
Fel1x, qui potuit pra,senti fIere puellae:
Non nihil adspersis gaudet Amor lacrymis.
(Lib. I, Eleg. XII.-Ad. Amicum.)
Cuánto hubiera dado si con Musset hubiera
podido exclamar:
Le seul bien qul me ' reste au monde
Est d'avoir quelquefois pleuré (1).
Un día pensó el poeta que la gloria de su
amor coronaría más tarde sus cabellos blancos (1, VIII, Ad. Cynthiam); pero le fue tan
adversa la fortuna que murió Cintia y fue sepultada en el camino que lleva a Tívoli, cerca
de un río que murmura dulcemente, a cuyo
lado una columna que se yergue sobre la tumba
ostenta esta inscripción funeraria: "Aquí yace
Cintia en esta áurea tierra de Tívoli. Una gloria muy grande ha ennoblecido tus márgenes,
oh Anio!"
Hic Tiburtina ja.cet aurea Cynthia terra.
Accessit ripae laus, Aniene, tuae.
(IV, Eleg. VIII, Umbra Cynthiae.)
Ya no volvería a cantar en apasionadas es(1)
ALFRED DE MUSSET.-<Les chefs-d'oeuVI'e ly-
riques.
455
©Biblioteca Nacional de Colombia
Sepderos
trofas aquellas noches de amor que pasó con
su amada, cuando a la clara luz de las estrellas
se llenaba su mente de ardientes pensamientos
y su corazón de una fragancia más exquisita
que el vino escanciado en las copas de Samo!:!;
ni esperaría con la lira o la copa en la mano
que se reflejasen los rayos del sol mañanero
a través del vino de los collados de Falerno, como en aquella noche en que, coronada la cabeza
de flores primaverales, cantó las laudes de
Apolo Palatino.
y así fue como, muerta Cintia, se ocultó para siempre en el horizonte de la vida de Propercio la estrella rutilante de Júpiter.
Todos tres, al expresar lo que pensaban de
su amada, rindieron parias al general contagIo
de la sensualidad en algunás estrofas que por
su salacidad traen a las mentes las páginas licenciosas de la comedia "Lisístrata" de Ari'ltófanes; pero tal era el gusto de la época en una
sociedad como la de Roma, cuya decadencia y
ruina había anunciado Propercio, pues derramada en la molicie, en el lujo y en los placeres
de la bestia humana, había olvidado las antiguas costumbres. Hablaré, decía, y ojalá sea yo
mal profe ta de las desgradas que han de afligir a mi patria: Roma se acaba y muere bajo
el peso de su mismo esplendor.
Pl'oloqual', atque utinam patl'iae sim vanus al'Us¡J'ex :
Frangitur ipsa suis Roma superba bonis.
(II!. XIII, De feminarum aval'itia.J
¿ Cuál de los tres insignes poetas de quienes
he hablado: Catulo, Tibulo o Propercio, merece
el tributo de nuestra admiración y cariño por
sus versos de amor? La respuesta ha de ser
equivalente a la cualidad o rasgo característico del respectivo poeta: si queremos gustar de
un amor sencillo y delicado que exprese la ternura de los sentimientos y aquella condición
blanda del corazón que se ostenta en relegadas
caricias, al par que en una encendida adoración, Catulo, el Musset de los tiempos modernos, nos colmará la medida; si preferimos vagar por los campos nemorosos, conversar con
las Galateas de las florestas, entonar en la flauta de Anacreonte dulces cantares con emoción
apaciguada y tranquila, andar de flor en flor,
como las mariposas, para libar su perfume y
extasiarnos con un laúd pulsado por experto
trovador que relata sus amores en dolientes endechas y plañideras elegías, entonces será Tibulo quien nos encante y seduzca; mas si nos
llama la atención entrar a los saraos y festines
para parlar a lo cortesano con las damas, gozar
del halago de las rosas de Chipre, pasear por
las rúas de la vieja Roma al filo de la media noche, entre pintos y valdemoros, reclinarnos
cansados de placeres sobre el pecho de la amada y aun vernos metidos de hoz y de coz en lances de amor como los que describen el Decame·
rón de Boccaccio o los Ragionamenti de Pietro
Aretino, a fe que será Propercio el fin a que
tiendan nuestras miradas.
No debemos, pues, hacer aspavientos si encontramos en sus es trofas versos que tal vez
pueden hacer ruborizar a los mismos iniciados
en k .3 secretos del amor, cuánto más a las doncellas pudorosas, que, bien mirados, aquellos
hombl'es nacieron bajo la constelación de Venus en un siglo que apenas empezaba a esclarecer con su luz radiante la nueva doctrina de
Jesucristo, antorcha y guía de la verdadera sabiduría.
Así y iodo, en medio de la alegría del paganismo, cantaron aquellos hombres con extraordinaria ternura el amor y con palabras armoniosas y gentiles nos hicieron conocer que
tenían un corazón fragante, como el nardo y
el cinamomo, hermosa flor de su espíritu.
Eso fue lo que pretendí mostrar en este ensayo escrito sin alardes de crítica científica y
en el cual solamente quise matar las horas en
amena plática con mis buenos amigos de Roma, sin seguir la cronología imposible de sus
versos que no pudieron dar de una manera
cierta ni los verdaderamente sabios en vieja latinidad. Si por desdicha mía no tuve la suerte
de escribir con felicidad, ello será debido a mi
insuficiencia y aun al mismo tema del amor que
no sufre leyes, ni guarda apariencias, por decir lo que piensa lisa y llanamente, como cumple a quienes bajo su gloriosa bandera estamos
militando.
456
©Biblioteca Nacional de Colombia
JULIAN MOTI'A SALAS
Descargar