I. ARISTÓTELES. VIDA Y OBRAS. 384/383

Anuncio
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
1
Nota previa: al final de cada sección irán los textos a los que se hace referencia y que serán aquellos
seleccionados (en su totalidad o en un fragmento) a la hora del examen.
I. ARISTÓTELES. VIDA Y OBRAS.
384/383- 322 a.C.
Filósofo griego, el de mayor importancia junto con Platón, en toda la historia de la filosofía;
nacido en la ciudad jonia de Estagira (la actual Stavro), en la península Calcídica, de donde le viene el
apelativo de «Estagirita», fue hijo de Nicómaco, médico de Amintas, rey de Macedonia. El hecho de ser
macedonio y pertenecer a una familia vinculada a la casa real, explica que fuera nombrado por Filipo II
preceptor de Alejando Magno y que, con ocasión de los movimientos secesionistas de Atenas, tuviera
que huir por dos veces de esta ciudad. Vivió su infancia en Pela y, muertos sus padres, pasó a Atarneo,
con su tutor, Próxeno, quien le envió a Atenas para que completara allí su educación.
En el año 367/366 a.C. ingresa Aristóteles, a los 17 años, en la Academia de Platón, desechando
la escuela del sofista Isócrates. El ingreso de Aristóteles en la Academia platónica coincide con la época
-y este hecho debe considerarse totalmente trascendental para su filosofía- en que Platón, que tenía ya
entonces 60 años, se hallaba en Sicilia, en su segundo y de nuevo desafortunado viaje a Siracusa, del
que no regresa hasta el 364; es, pues, el momento en que en el pensamiento platónico comienza el
período de crítica a la teoría de las ideas (representado, sobre todo, por los diálogos Teeteto, Sofista,
Político, Parménides y Filebo). Aristóteles permanece en la Academia 20 años, hasta la muerte de
Platón.
Las obras que se conocen de Aristóteles pertenecientes a estos años hacen suponer un período
de fidelidad inicial a las ideas platónicas con cierta actitud de revisión de la teoría de las ideas, que debía
ser la de la Academia.
Conocido como «la mente», por su capacidad, y también como «el lector» por su afición a la
lectura, que practicaba directamente sin la ayuda del esclavo lector como era costumbre, y muy
posiblemente el miembro más destacado de la Academia, no pasa a dirigirla a la muerte de Platón.
Debido a la frustración por este nombramiento, para huir del peligro -Filipo de Macedonia había iniciado
ya la conquista de Grecia y todo macedonio era mal visto en Atenas-, deja Atenas y la Academia.
Aristóteles regresa a Atenas el 335, a los 50 años de edad y a los 13 de haber salido de ella, e
inicia la tercera fase de su vida fundando su propia escuela, el Liceo, que no destinará, como la
Academia, a la investigación de la matemática y la dialéctica, sino a unas investigaciones de carácter
más amplio relacionadas con la ciencia de la naturaleza.
El conjunto de las obras auténticas de Aristóteles suele dividirse en grupos que recuerdan su
clasificación de las ciencias.
El Organon, que aunque no es ciencia es un instrumento para todas ellas -la lógica, nombre que
Aristóteles no usó-, comprende las Categorías (estudio de los términos fundamentales), la Interpretación
(estudio del enunciado o proposición), los Analíticos primeros y segundos (estudio del silogismo formal y
de la demostración científica, respectivamente), los Tópicos (estudio del silogismo probable para salir al
paso de cualquier problema) y las Refutaciones sofísticas (tratado de los sofismas).
El segundo grupo lo constituyen los libros sobre la naturaleza: Física (sobre movimiento y
cambio en general), Sobre el cielo (cosmología y astronomía), Sobre la generación y la corrupción (sobre
las cuatro cualidades fundamentales de la materia) y Meteorológico (estudio de los fenómenos del cielo).
Se incluye en este grupo la psicología y la biología: Sobre el alma (historia o investigación sobre el alma,
principio vital), Parva naturalia (pequeños tratados sobre psicología y biología), Historia de los animales
(investigaciones zoológicas, considerada una de sus obras maestras), Las partes de los animales, El
movimiento de los animales y La generación de los animales.
Tras los libros físicos, los metafísicos, esto es, los 14 libros de la Metafísica (sobre las causas,
significaciones y modos del ser).
La filosofía práctica se compone de libros que tratan de ética y política: Ética a Nicómaco (la más
importante, dedicada a su hijo Nicómaco), Ética mayor (breve y quizá espuria) y la Ética a Eudemo.
(platónica, y posiblemente espuria). Los 10 libros de la Ética nicomaquea remiten a la Política, obra en
que, desde una perspectiva más empírica que ideal, Aristóteles estudia el régimen político, o el gobierno
de la ciudad, ámbito donde se desarrolla la ética.
El grupo de las ciencias poyéticas o productivas comprende libros de retórica y poesía: la
Retórica, (cómo convencer con el discurso), y la Poética (cómo hacer una obra de arte), donde el arte es
mímesis, imitación de la naturaleza.
Añádanse a estas obras las escritas en su juventud, en la Academia platónica, ya mencionadas:
Grilos y Eudemos, y Protréptico o exhortación a la filosofía. Aristóteles compiló, además, hasta 158
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
2
constituciones de ciudades-estado griegas; de las que se conserva la Constitución de Atenas
(fragmentos).
II. El MODELO ARISTOTÉLICO
La filosofía de Aristóteles se presenta, casi desde el primer momento, como una crítica
sistemática a la teoría de las ideas platónicas (ver texto 1) y un intento de sustituir la visión idealista
platónica por una especulación de signo realista basada en el sentido común y la experiencia. Su división
y estructuración del saber, que influirá durante siglos, es ya sintomática: el saber es múltiple y no se
funda en principios únicos; no existe una sola ciencia dialéctica (como en Platón), sino que cada campo
del saber tiene sus propios principios (ver texto 2).
Características del modelo aristotélico (ver libro de texto)
La clasificación de las ciencias.
Estas notas deben ser complementadas con las diversas definiciones de cada ciencia que se hacen en el
libro.
Todo conocimiento (episteme) es, según Aristóteles, «práctico (episteme praktiké ) , productivo
(episteme poietiké) o teórico (episteme theoretiké)» (Metafísica, 1025b). El saber productivo es la técnica
de saber hacer cosas, como el arte, la agricultura, la retórica y la poética. El práctico es el saber que
mejora la conducta humana: la ética y la política. El teórico no tiene otro objeto que la búsqueda de la
verdad, en uno mismo y en las cosas. Esta triple división permite una muy razonable clasificación de las
distintas ciencias: lógica, física, psicología, biología, política, ética, etc., y ante todo la filosofía primera, la
posteriormente llamada metafísica, creada por Aristóteles y que pretende ser un tipo especial de saber,
cuyas vicisitudes llenarán de forma intensa la historia cultural de occidente(ver gráfico).
Teología ------------------------ Metafísica
Teorética
Matemática
Aritmética
Geometría
Astronomía
Música
...
de la Naturaleza
Física
Biología
Zoología
Botánica
Psicología
Ciencia
Lógica
Práctica
Ética
Política
Arte
Productiva
Retórica
Poética
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
3
Al saber -del que dice Aristóteles que «todos los hombres por naturaleza desean saber»
(Metafísica, 980a)-, en su forma de conocimiento teórico, lo llama ciencia (ver cita). Tres son las ciencias
teóricas: la matemática, la ciencia de la naturaleza y la filosofía primera. A esta última atribuye como
objeto propio el estudio de las sustancias separadas e inmutables; a la física incumbe el estudio de los
objetos separados, pero sujetos a movimiento y cambio, y a la matemática los objetos sólo separables
de la materia por abstracción, pero no sujetos a movimiento y cambio. Y este triple objeto de estudio
indica que lo que se llama realidad lo es en diversos sentidos. A la filosofía primera la considera ciencia
divina, teología, y la define como «ciencia del ser en cuanto ser», porque se interesa sólo por un único
aspecto de las cosas: en cuanto son o existen. De la matemática se ocupa poco Aristóteles (lo hacía la
Academia de Platón), pero de ella toma la estructura axiomática como modelo de conocimiento, y se
interesa más bien por lo vivo y dotado de movimiento.
El punto de partida es, por un lado, la observación de que es innegable el cambio y la alteración
en las cosas -el problema de los presocráticos- y, por el otro, la convicción de que sólo hay conocimiento
verdadero de lo inmutable (ver texto 3 ). ¿Cómo puede haber, pues, un verdadero conocimiento de la
naturaleza?
Algunas definiciones Aristotélicas
SUBSTANCIA
O SUSTANCIA. EL SER INDEPENDIENTE DEL CUAL SE PREDICAN LOS ATRIBUTOS.
Del latín substantia, traducción del griego ousía. Etimológicamente, "lo que está debajo", pero tiene
un significado complejo pues designa:
•
el sujeto en el que descansan las propiedades: el ser Sócrates, por ejemplo, del cual
predicamos ciertos rasgos como el ser ateniense, ser maestro de Platón...
•
lo que permanece en el cambio accidental: el ser el mismo individuo, Sócrates, aunque
modifique su aspecto a lo largo del tiempo;
•
el ser independiente, lo que tiene su ser no en otro sino en sí: debemos distinguir el nivel de los
atributos (ser blanco, pequeño e inteligente, por ejemplo, que son seres puesto que tienen
realidad, pero que no pueden darse por sí mismos sino que siempre descansan en otra cosa de
la cual decimos que son sus propiedades) y el nivel de la substancia (el que tiene una existencia
propia e independiente, como el ser Sócrates o ser una piedra, o un tigre...).
SUBSTANCIAS PRIMERAS
LAS SUSTANCIAS PRIMERAS SON LOS SUJETOS INDIVIDUALES, SUJETOS COMPUESTOS DE MATERIA Y FORMA.
Sócrates, Platón, esta mesa, aquella silla, mi perro, la planta que decora el salón, Dios..., son
sustancias porque son entidades individuales, entidades dotadas de existencia independiente; y son
sustancias primeras porque en ellas descansan las otras determinaciones genéricas que les pueden
sobrevenir (como ser hombres, sillas, perros, plantas...).
SUBSTANCIAS SEGUNDAS
O LOS GÉNEROS Y LAS ESPECIES.
Cuando preguntamos "¿qué es esto?"queremos saber la naturaleza de algo, queremos que se nos
aclare qué tipo desustancia es. Podemos decir que eso por lo que preguntamos es el libro concreto que
me acabo de comprar ―y respondemos en tal caso indicando una sustancia primera― pero también
podemos responder indicando que es un libro, y con ello nos referimos a la sustancia segunda. La
noción de "sustancia segunda" se utiliza para designar las naturalezas de las cosas entendidas como
especies y géneros. En el caso de Sócrates, Sócrates mismo es una substancia primera y su ser hombre
es una substancia segunda.
ACCIDENTES
Lo que le corresponde a algo contingentemente por no estar comprendido en su esencia,
aquello que le pertenece a un ser de tal modo que lo puede perder sin llegar a aniquilarse.
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
4
ACTO
EL SER ACTUAL, LA REALIDAD DEL SER.
Aristóteles establece dos formas de ser atendiendo al tiempo: si nos fijamos en las características,
propiedades o determinaciones que una cosa u objeto tiene en el presente, estamos pensando en el ser
en acto; ésta es la más importante forma de ser, y, a veces, la define como la realidad del ser. Por el
contrario, si nos fijamos en el futuro, en aquello que aún no es pero a lo que apunta un ser en virtud de lo
que ya es, estamos pensando en el ser en potencia. El ser en potencia no es una pura nada, un futuro
meramente imaginado, es una forma de ser inscrita en el sujeto o cosa del cual decimos que está en
potencia precisamente en función de lo que es en acto; así, una semilla en acto es semilla y en potencia
árbol, un niño en acto es niño y en potencia hombre; y la semilla en potencia es árbol y no hombre
porque en acto es semilla y no niño. Aristóteles defenderá la primacía del acto respecto de la potencia
pues:
•
algo es potencia(por ejemplo ser hombre respecto del niño) porque es acto en relación a algún
conjunto de propiedades (por ejemplo las que le definen como niño);
•
la potencia es potencia respecto de un futuro acto.
POTENCIA
PODER PARA EJERCER UNA TRANSFORMACIÓN EN UN OBJETO O DISPOSICIÓN PARA PODER LLEGAR A
SER ALGO.
Se divide en activa y pasiva:
•
la potencia activa es la capacidad o poder o facultad para ejercer una transformación
sobre algo, o de producir algo; en nuestra forma de hablar se encuentra presente este modo de
entender la potencia, como cuando decimos que tenemos un coche muy potente, o que tenemos
una amiga con una imaginación muy poderosa. Aristóteles también utiliza esta noción en
psicología, por ejemplo definiendo las facultades como las potencias activas del alma;
•
la potencia pasiva es la capacidad o aptitud para llegar a ser otra cosa, para adquirir
una determinación o forma; de nuevo, en nuestro lenguaje se encuentran ejemplos de esta
forma de entender el concepto, como cuando decimos que el hijo de nuestro vecino tiene futuro
como futbolista y en potencia es un buen jugador. En este segundo sentido la potencia se
contrapone al acto y así, dice Aristóteles, la semilla en potencia es árbol y en acto semilla, el
niño en potencia es hombre y en acto niño.
CAUSA
FACTOR O PRINCIPIO DEL QUE DEPENDE UNA COSA.
La noción aristotélica de causa es más amplia que la actual; nosotros entendemos por causa sólo lo
que Aristóteles llamaba causa eficiente y causa final. Para este filósofo causa es todo principio del ser,
aquello de lo que de algún modo depende la existencia de un ente; o de otro modo: todo factor al que
nos tenemos que referir para explicar un proceso cualquiera.
Para entender cualquier ente debemos fijarnos en cuatro aspectos fundamentales (cuatro causas):
•
la causa material o aquello de lo que esta hecho algo;
•
la causa formal o aquello que un objeto es;
•
la causa eficiente o aquello que ha producido ese algo;
• y la causa final o aquello para lo que existe ese algo, a lo cual tiende o puede llegar a ser.
Aristóteles pone el ejemplo de una escultura: si se trata de una escultura del dios Zeus hecha de
bronce por un escultor con la finalidad de embellecer la ciudad, la causa material es el bronce, la causa
formal el ser el dios Zeus, la causa eficiente el escultor, y la causa final el motivo de su existencia:
embellecer la ciudad. Podemos dividirlas causas en:
•
intrínsecas como la causa material y la formal, pues estos principios descansan en el propio
ente;
• y extrínsecas como la causa eficiente y la final, pues se trata de principios exteriores al ente.
Sin embargo, en los seres naturales aquello a lo que apuntan o hacia lo que tienden de forma natural
es causa final pero en este caso intrínseca (hay que recordar el principio básico de la física aristotélica
según el cual todos los seres naturales se caracterizan por poseer una finalidad intrínseca). También se
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
5
habla de la idea, imagen o boceto que el escultor tiene en mente cuando realiza la escultura como causa
formal; en este caso dicha causa formal es extrínseca.
TEORÍA HILEMÓRFICA
TEORÍA ARISTOTÉLICA SEGÚN LA CUAL TODOS LOS SERES SENSIBLES O PERCEPTIBLES (TANTO LOS
NATURALES COMO LOS ARTIFICIALES) SE COMPONEN DE MATERIA (HYLÉ) Y FORMA (MORPHÉ).
MATERIA
LA REALIDAD DE LA QUE ESTÁ HECHA UNA COSA.
Del término griego hylé. Este término significaba originariamente madera, material de construcción, el
elemento con el que construimos algo.
La materia es aquello con lo que está hecho algo. Junto con la forma, es un elemento constitutivo
delas sustancias individuales y desde el punto de vista dinámico es aquello susceptible de alguna
determinación o forma, por tanto una realidad potencial. Cabe hablar también de un cierto carácter
relativo de lo que se considera materia: si nos fijamos en una estatua del dios Zeus la forma es Zeus y la
materia el bronce; pero si nos fijamos en el bronce mismo el ser bronce es forma y la materia la materia
prima. En el caso de los seres vivos la forma es el alma y la materia el cuerpo.
FORMA
Conjunto de rasgos característicos de un objeto.
Este término corresponde a las palabras griegas morphé y êidos. Nuestro lenguaje cubre bastante
bien la riqueza de significados que tenía esta palabra en el mundo griego y la filosofía aristotélica: en un
primer nivel se identifica con la figura de un objeto físico; en otro sentido designa la estructura de algo
frente a los elementos o materia que componen ese algo, como cuando hablamos de la estructura o
forma que le ha dado un poeta a sus versos o un escritor alo que nos presenta en un libro; más en
general, ya en un sentido típicamente aristotélico, podemos hablar de la forma como los rasgos de un
objeto y distinguir las formas accidentales de la forma substancial: la forma substancial de una cosa es lo
mismo que su esencia y las formas accidentales las determinaciones o propiedades de las que el sujeto
puede prescindir sin sufrir una modificación completa.
La posición de Aristóteles en relación con el tema del carácter independiente o dependiente de las
formas es distinta a la de su maestro Platón; para este último filósofo la Forma o Idea de las cosas está
separada de ellas y se sitúa en el Mundo de las Ideas; por el contrario para Aristóteles las formas están
inscritas en los individuos por lo que a éstos les corresponde la composición metafísica de materia y
forma. En el caso de los seres vivos la forma substancial es el alma.
MOVIMIENTO
CUALQUIER TIPO DE CAMBIO O MODIFICACIÓN QUE PUEDA SUFRIR UNA SUSTANCIA.
Para nosotros el movimiento es fundamentalmente el desplazamiento de una cosa en el espacio, sin
embargo para los griegos movimiento es toda modificación de un objeto o cosa, modificación que,
naturalmente, también puede ser la de su posición en el espacio; por ello el término actual más próximo
a la comprensión griega del movimiento es el término cambio. Aristóteles define el movimiento como el
paso de la potencia al acto, y, de un modo más técnico "el acto de lo que está en potencia, en tanto que
está en potencia". Con esta definición, Aristóteles quiere indicar al menos las siguientes importantes
cuestiones:
•
el movimiento es un acto: es una realidad que le puede sobrevenir a una cosa. Con esto
queremos indicar que dicha cosa puede no tener el movimiento en acto, como cuando está en
reposo: si no muevo la tiza y la tengo en mi mano, la tiza está en reposo en acto (está quieta) y
tiene el movimiento en potencia (puesto que la puedo desplazar en cualquier momento);
•
esa peculiar realidad o acto en que consiste el movimiento la tiene un objeto en la medida en
que aún no ha actualizado totalmente aquello que puede llegar a ser, puesto que en cuanto lo ha
actualizado ya no esta en movimiento sino quieta: el acto del movimiento de la tiza hacia la mesa
en la que la quiero dejar lo tiene la tiza en la medida en que aún no está en la mesa ―en la
medida en que tiene aún la potencia de estar en la mesa, en la medida en que está en potencia
respecto de su poder estar en la mesa―; cuando la tiza ya está en la mesa, hay que decir que
ya está en acto y no en potencia, por lo que el movimiento deja de darse, ha finalizado (ha
finalizado, naturalmente, respecto de esa característica o determinación porque respecto de otra
aún puede estar cambiando).
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
6
Aristóteles distingue diversos tipos de cambio o movimiento:
•
cambio sustancial: cuando desaparece una sustancia y da lugar a otra(como cuando
quemamos un papel y lo convertimos en cenizas);
•
cambio accidental: cuando una sustancia se modifica en alguno de sus atributos o
características pero permanece siendo la misma; a su vez se divide en:
o según la cualidad: como cuando pasamos de jóvenes a adultos, o cuando una hoja
cambia de color en otoño;
o según la cantidad: la tiza que se desgasta con el uso, el niño que crece;
o y el lugar: como cuando nos trasladamos en Metro de un lugar a otro.
Según la ontología aristotélica todas las cosas que podemos percibir, todas las cosas sensibles
(tanto las naturales como las artificiales) están compuestas con la estructura acto y potencia y, dado que
el movimiento es el paso de la potencia al acto, todas las cosas sensibles tienen el movimiento como uno
de sus rasgos más característicos y definitorios. Por ello se puede entender que si existiese un ser que
fuese acto puro, que no tuviese ninguna potencialidad, a dicho ser no le podría corresponder el
movimiento y así ocurre, según Aristóteles, con Dios que es acto puro y por tanto inmutable.
ALMA
Principio de vida en los seres vivos.
Este palabra castellana es la traducción del término latino anima(aire, aliento, respiración), término
sinónimo de spiritus(en griego pneuma). Sin embargo Platón y Aristóteles utilizaron con más frecuencia
el vocablo "psyché" (de donde vienen nuestras palabras "psicología" y "psíquico").
En el mundo griego encontramos dos formas de entender la noción de alma:
•
aquello que nos permite alcanzar el conocimiento y la ciencia, nos acerca a los dioses y nos
diferencia del resto de seres (incluidos animales):alma como principio de racionalidad;
•
aquello que se encuentra en los seres vivos gracias alo cual dichos seres son capaces de
realizar actividades vitales y se diferencian de los seres puramente inertes: alma como
principio de vida.
Todos los filósofos griegos aceptaron estas dos dimensiones en el alma humana, pero unos
subrayaron un aspecto y otros otro; por ejemplo, Platón destaca la primera dimensión, defendiendo su
carácter divino e inmortal; sin embargo Aristóteles va a subrayarla segunda (pero sin olvidar totalmente
la primera, como se verá en relación con el alma intelectiva) y propone las siguientes definiciones del
alma:
•
como principio de vida;
•
como la forma de los cuerpos organizados;
• como el acto de aquellos seres que tienen vida en potencia.
Al entender de este modo la noción de alma Aristóteles estará obligado a admitir la existencia del
alma no sólo en los hombres sino también en los animales y las plantas. Puesto que el alma es principio
de vida y existen distintos niveles de vitalidad, habrá también distintas almas, o partes del alma o
funciones del alma. Por ello, Aristóteles distingue la vegetativa, la sensitiva y la intelectiva. Hay que tener
cuidado en este punto: en los animales encontramos el alma vegetativa y el alma sensitiva y en los
hombres el alma vegetativa, la sensitiva y la intelectiva, pero en realidad no se trata de que en los
animales haya dos almas y en los hombres tres, sino más bien de un alma con dos funciones (la
vegetativa y la sensitiva) en el caso de los animales y con tres funciones en el caso de los hombres (la
vegetativa, la sensitiva y la intelectiva). De este modo se puede salvar la conciencia de la identidad y
unidad que encontramos en nuestra vida psíquica, pues no creemos que sea un sujeto el que desea
comer y otro el que piensa el modo de realizar ese deseo sino que se trata del mismo sujeto que vive
distintas actividades.
ALMA INTELECTIVA
Parte más elevada del alma humana.
Esta parte del alma humana no se encuentra ni en los vegetales ni en los animales y gracias a ella el
hombre posee las actividades vitales propias dela voluntad o apetito superior y del intelecto o
entendimiento.
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
7
ALMA SENSITIVA
Presente en los animales y los hombres, el alma sensitiva permite el conocimiento inferior o
sensible (la percepción), el apetito inferior (los deseos y apetitos que tienen que ver con el
cuerpo como el deseo sexual o las ganas de comer) y el movimiento local.
ALMA VEGETATIVA
Presente en las plantas, los animales y los hombres, permite las actividades vitales más
básicas como la reproducción, el crecimiento y la nutrición.
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
8
Sobre la Crítica de la Teoría de las Ideas
Aristóteles: historia y crítica de la teoría de las ideas
La doctrina de las ideas fue en sus fundadores la consecuencia de los argumentos de Heráclito
sobre la verdad, argumentos que los persuadieron, y según los cuales todas las cosas sensibles se
hallan en un perpetuo devenir, de suerte que si hay ciencia y conocimiento de algo, deben existir ciertas
naturalezas permanentes fuera de las [naturalezas] sensibles, ya que no hay ciencia de lo que va
cambiando.
Sócrates se limitó al estudio de las virtudes morales y fue el primero que buscó una definición
general de ellas. Entre los físicos, Demócrito se había limitado a una pequeña parte de la física, no
definiendo casi nada más que lo caliente y lo frío; y anteriormente los Pitagóricos sólo habían definido un
pequeño número de seres, cuyas nociones reducían a números: así eran las definiciones de la ocasión,
de lo justo o del matrimonio. Pero con razón Sócrates buscaba la esencia, ya que trataba de hacer
silogismos, y el principio del silogismo es la esencia. La dialéctica aún no era capaz de considerar los
contrarios con independencia de la esencia y de determinar si la ciencia de los contrarios es una. Así
pues con toda razón puede atribuirse a Sócrates el descubrimiento de las dos cosas siguientes: los
discursos inductivos y la definición general cosas ambas que conciernen al punto de partida de la
ciencia. Pero Sócrates no concedía una existencia separada ni a los universales ni a las definiciones.
Ellos [los Platónicos] las separaron y dieron a estas realidades el nombre de ideas. Y un
razonamiento idéntico los condujo a admitir como ideas todo lo que es conocido universalmente. Como si
alguien, queriendo contar algo y hallando que el número de objetos es excesivamente pequeño, creyese
que sólo lo puede conseguir aumentando este número. Porque las ideas son en mayor número, según
dicen, que los individuos sensibles, cuyas causas buscan y de los que parten para llegar a las ideas. En
efecto, a cada cosa corresponde una realidad homónima y que existe aparte, tanto de las substancias
como de las demás cosas que tienen en sí la unidad de una multiplicidad, ya sea sensible, ya sea eterna.
Además, de todos los argumentos por medio de los que pretenden demostrar la existencia de las
ideas, ninguno es evidente. De, los unos no nace un silogismo necesario; de los otros nace una idea de
cosas que no la tienen, según su misma opinión. Ya que, según los argumentos sacados de la existencia
de las ciencias, habrá ideas de todas las cosas de las que hay ciencia. Según el argumento de la unidad
de una multiplicidad, también habrá ideas de las negaciones. Por último, según el argumento de que
incluso lo que ha perecido constituye un objeto de pensamiento, habrá también idea de los objetos
destruidos, porque su representación permanece en e! pensamiento. Incluso razonamientos más exactos
conducen a unos a admitir ideas de los relativos no considerados como género en sí; o a otros al
argumento del tercer hombre. [...]
Además, según la suposición por la que afirman la existencia de las ideas, habrá ideas no sólo
de las substancias, sino de muchas otras cosas, porque hay un pensamiento, no solo de las substancias,
sino también de las no-substancias, y no hay solamente ciencia de la substancia; y mil consecuencias de
este tipo. Y sin embargo, resultado necesario de esta teoría de las ideas y de las opiniones [aceptadas]
respecto de ellas, si las ideas son participables, sólo habrá ideas de las substancias. Ya que no hay
participación por accidente, sino que es necesario que esta participación se produzca respecto de cada
idea en tanto que esta idea no es afirmada por un sujeto. Por participación accidental entiendo que si un
ser participa de lo doble en sí, participa también de lo eterno, pero por accidente, ya que por accidente lo
doble en sí es eterno. Por consiguiente, sólo habrá ideas de la substancia. Y lo que la substancia
significa en el mundo sensible, lo significa igualmente en el mundo inteligible; de otro modo, ¿qué
querríamos decir al declarar que la unidad de una multiplicidad es algo separado de esta multiplicidad? Y
si hay identidad de forma entre las ideas y los seres que de ellas participan, habrá algo común entre las
ideas y estos seres. [...] Pero si no hay identidad de forma, sólo habrá homonimia, y entonces es como si
se llamase «hombre» a la vez a Calias y a un trozo de madera sin considerar nada común entre ellos.
[...]
La cuestión más importante que debemos plantear será preguntar cuál puede ser la contribución
de las ideas a los seres sensibles, eternos o temporales. Porque no son causas de ningún movimiento ni
de ningún cambio. No constituyen tampoco ninguna ayuda para la ciencia de los otros seres: no son su
esencia, si no estarían en ellos; ni son para explicar su existencia, porque no son inmanentes a los seres
participados. [...] Por otra parte los otros seres no pueden provenir de las ideas, en ningún sentido de los
que ordinariamente se emplean. Y si decimos que las ideas son paradigmas, y que las otras cosas
derivan de ellas, pronunciamos palabras vacías y hacemos metáforas poéticas. ¿Quién trabaja con los
ojos fijos en las ideas? También puede ocurrir que exista y se produzca algún ser semejante a otro sin
estar modelado sobre este otro: así, existiendo o no Sócrates, podría nacer un hombre semejante a
Sócrates y sucedería evidentemente lo mismo si se supusiera un Sócrates eterno. Además, habría
muchos paradigmas del mismo ser y por tanto muchas ideas de este ser; por ejemplo, para el hombre,
sería el animal, el bípedo, a la vez que el hombre en si. Y las ideas no serán solamente paradigmas de
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
9
los seres sensibles, sino también de las mismas ideas; por ejemplo, el género será el paradigma de las
especies contenidas en el género; y entonces paradigma e imagen serán lo mismo. Además, parece
imposible que la substancia esté separada de aquello de lo que es substancia; por tanto ¿cómo pueden
estar separadas de las cosas las ideas, que son las substancias de las cosas?
En el Fedón se dice que las ideas son las causas del ser y del devenir. Sin embargo, aun
admitiendo la existencia de las ideas, los seres participados no son producidos, a menos que haya un
motor. Por el contrario, son producidas muchas otras cosas, de las que dicen que no hay ideas. Así pues
es posible que también las otras cosas, de las que dicen que hay ideas, existan y se produzcan por
causas análogas a las de las cosas de que hablamos, y no a causa de las ideas. Y por el mismo modo
de refutación y por argumentos más lógicos y más rigurosos aún, respecto de las ideas pueden
acumularse muchas otras dificultades parecidas a las que acabamos de encontrar.
Metafísica, Xlll, 4 y 5
Aristóteles: los grados del saber. La filosofía como la ciencia de los primeros principios y las
causas
Todos los hombres por naturaleza desean saber. Prueba de ello es su gusto por las
sensaciones, pues aparte de su utilidad, gustan por sí mismas, y más que todas las demás, las
sensaciones visuales. Pues no sólo para hacer algo, sino incluso cuando no tenemos intención de hacer
nada, preferimos la vista, por así decirlo, a todos los demás sentidos. Y la causa es que la vista es, de
todos los sentidos, el que nos hace adquirir más conocimientos y nos descubre más matices.
Por naturaleza los animales están dotados de sensaciones, pero en unos la sensación no
engendra memoria, mientras que en otros sí. Por ello éstos son más inteligentes y más capaces de
aprender que los que son incapaces de recordar. La inteligencia, sin la facultad de aprender, es atributo
de los animales incapaces de oír los sonidos, como la abeja y los demás géneros de animales que
puedan hallarse en el mismo caso. Al contrario, la facultad de aprender pertenece a los que, además de
la memoria, tienen el sentido del oído.
Los animales distintos del hombre viven, pues, reducidos a las imágenes y a los recuerdos;
participan poco de la experiencia, mientras que el género humano participa del arte y del razonamiento.
La memoria da origen a la experiencia en los hombres. En efecto, muchos recuerdos de una misma cosa
acaban por constituir una experiencia. Y la experiencia parece ser casi de la misma naturaleza que la
ciencia y el arte; pero la ciencia y el arte llegan en los hombres a través de la experiencia, porque «la
experiencia creó el arte, y la inexperiencia el azar» como dice Polo. El arte nace cuando de una multitud
de nociones empíricas se separa un solo juicio universal aplicable a todos los casos semejantes. En
efecto, formar el juicio de que tal medicina ha curado a Callias, enfermo de esta enfermedad, y después
a Sócrates, y después a muchos otros tomados individualmente, es propio de la experiencia. Pero juzgar
que tal medicina ha curado a todos los individuos afectos de tal enfermedad, determinados según una
misma especie, como los flemáticos, los biliosos o los que tienen fiebre, corresponde al arte.
Ahora bien, en la vida práctica, la experiencia no parece diferenciarse en nada del arte. Incluso
vemos que los hombres de experiencia superan a los que tienen el concepto (logos) sin la experiencia.
La causa de esto es que la experiencia es el conocimiento de las cosas singulares, y el arte de las cosas
universales; y toda práctica y toda génesis se hacen sobre lo individual. En efecto, el médico no cura al
hombre, a no ser implícitamente, sino a Callias, a Sócrates, o a algún otro así llamado, a quien ocurre
que es hombre. Por ello si se posee el concepto sin la experiencia, y conociendo lo universal, se ignora
lo individual, se cometerán con frecuencia errores de tratamiento, porque es al individuo al que hay que
curar.
Creemos no obstante que el saber y el comprender pertenecen más al arte que a la experiencia
y consideramos a los hombres que poseen el arte superiores a los hombres de experiencia: la sabiduría
en todos los hombres acompaña con preferencia al saber: porque los unos conocen la causa y los otros
no. Los hombres de experiencia conocen que una cosa es, pero ignoran el porqué; mientras que los
hombres que poseen el arte conocen el porqué y la causa. Por ello también opinamos que en toda
empresa los maestros merecen mayor consideración que los obreros: son más sabios y tienen mayor
conocimiento porque conocen las causas de lo que se hace, mientras que los obreros se parecen a las
cosas inanimadas: hacen, pero sin saber lo que hacen, igual que quema el fuego. Aunque los seres
inanimados realizan cada una de sus funciones por naturaleza y los obreros por hábito. Así los maestros
son más sabios no por su habilidad práctica, sino porque poseen el concepto y conocen las causas. En
general, la señal del saber es poder enseñar, y por ello creemos que el arte es más ciencia que la
experiencia, ya que los hombres de arte pueden enseñar y los expertos no.
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
10
Además no creemos que ninguna de las sensaciones sea sabiduría. Sin duda son por excelencia
conocimiento de las cosas singulares, pero no nos dicen el porqué de nada; por ejemplo, por qué el
fuego es caliente; sino solamente que es caliente. Por ello con razón el que encontró primero un arte
cualquiera superior a las sensaciones comunes, provocó la admiración de los hombres. Y no sólo por la
utilidad de su invento, sino por su sabiduría y por su superioridad sobre las demás. Después las artes se
multiplicaron y unas tuvieron por objeto las necesidades y las otras el adorno. Y siempre los inventores
de estas últimas han sido considerados como más sabios que los otros, porque sus ciencias no tenían
como fin la utilidad. Así, todas las diferentes artes estaban ya constituidas, cuando se descubrieron por
último las ciencias que no se refieren a los placeres ni a las necesidades, y nacieron en los países en
donde era posible el ocio. Y así Egipto fue la cuna de las matemáticas, porque se permitía a la clase
sacerdotal que no trabajase.
Hemos indicado en la Ética qué diferencia existe entre el arte, la ciencia y las demás disciplinas
de este género. Ahora decimos que todos convienen en que la llamada sabiduría tiene por objeto las
primeras causas y los principios. Por ello, como hemos dicho antes, el hombre de experiencia parece
más sabio que aquel que solamente tiene una sensación, el hombre de arte más sabio que el hombre de
experiencia, el arquitecto más que el obrero manual, y las ciencias teóricas más que las producidas. Es
claro, pues, que la sabiduría es la ciencia de ciertas causas y de ciertos principios.
Puesto que esta ciencia es objeto de nuestra investigación, debemos examinar de qué causas y
de qué principios es ciencia la sabiduría Y si consideramos los juicios que hacemos sobre el sabio, sin
duda nos resultará mucho más clara la respuesta a esta pregunta.
En primer lugar entendemos por sabio al que sabe todas las cosas, en cuanto es posible, sin
tener la ciencia de ninguna de ellas en particular. Después es sabio el que llega a conocer las cosas
difíciles y penosas de conocer para el hombre, pues el conocimiento sensible es común a todos; por
tanto es fácil y nada tiene de sabio. Además es el más sabio en toda clase de saber aquel que conoce
las causas con la mayor exactitud y que es más capaz de enseñarlas. Y entre las ciencias, es más
sabiduría aquella que se escoge por sí misma y con el solo fin de saber, que la que se elige por sus
resultados. Por último, es más sabiduría una ciencia elevada que una ciencia subordinada: pues el sabio
no debe recibir leyes sino darlas no debe obedecer a otro, sino que debe obedecerle el que es menos
sabio.
Estas son pues las diversas ideas que tenemos sobre la sabiduría y los sabios. Ahora bien, el
conocimiento de todas las cosas pertenece necesariamente al que posee más la ciencia de lo universal,
porque conoce en cierto modo todos los casos particulares que hay en lo universal. Es muy difícil para
los hombres llegar a estos conocimientos más universales, porque son los más alejados de las
sensaciones. Además, las ciencias más exactas son las que más se refieren a los principios, pues las
que parten de principios más simples son más exactas que las que parten de principios más complejos,
como la aritmética es más exacta que la geometría. Por último, una ciencia es tanto más propia para la
enseñanza cuanto más contempla las causas, puesto que enseñan los que dicen las causas de cada
cosa.
Conocer y saber, para conocer y saber, es la propiedad de la ciencia suprema de conocer, ya
que el que quiere conocer por conocer elegirá la ciencia más perfecta, es decir, la ciencia más
cognoscible. Pero lo más cognoscible son los principios y las causas: por ellos y a partir de ellos son
conocidas las demás cosas, y no ellos por las demás cosas subordinadas. La ciencia suprema, la que es
superior a toda ciencia subordinada, es la que conoce el fin en vista del cual debe hacerse cada cosa.
Este fin es el bien de cada ser, y de un modo general, es el bien soberano en el conjunto de la
naturaleza.
De todas estas consideraciones resulta que el nombre buscado se aplica a la misma ciencia.
Debe ser la ciencia teórica de los primeros principios y de las primeras causas, pues el bien, es decir el
fin, es una de estas causas. La historia de los primeros filósofos enseña que no se trata de una ciencia
productiva, de un hacer. Pues fue el asombro el que empujó a los hombres a filosofar, tanto en el
principio como ahora. Al principio los asombraron las dificultades más aparentes. Después, avanzando
poco a poco, trataron de resolver los problemas más importantes, como los movimientos de la luna, del
sol y de las estrellas, y por último la génesis del universo. Ver una dificultad y asombrarse es reconocer
la propia ignorancia, y por ello amar los mitos es en cierto modo amar la sabiduría, porque el mito está
compuesto de cosas asombrosas. Así pues, si los hombres filosofaron para huir de la ignorancia, es
claro que perseguían la ciencia para saber y no con un fin utilitario. Lo atestigua lo que ocurrió. Casi
todas las necesidades de la vida estaban ya satisfechas, en lo que se refería a su bienestar y recreo,
cuando se empezó a buscar una tal disciplina. Es manifiesto, por tanto, que no la buscamos por ningún
interés extraño. Pero, así como llamamos libre al hombre que existe para sí mismo y no para otro, así
también esta ciencia es la única libre, pues ella sola es su propio fin.
Y por esto podría pensarse justamente que su posesión es más que humana. Pues de tantas
maneras es esclava la naturaleza del hombre que, según Simónides, «sólo Dios puede gozar de este
privilegio»; y no conviene que el hombre busque una ciencia que no es a su medida. Si, como dicen los
Tema 3. Aristóteles o la búsqueda del saber científico.
11
poetas, la divinidad es por naturaleza envidiosa, parece que esta envidia debería producirse
principalmente en este caso, y todos los hombres que sobresalen en ella tendrían una suerte
desgraciada. Pero no es admisible que la divinidad sea envidiosa; al contrario, según el proverbio, «los
poetas mienten mucho» y no hay que pensar tampoco que otra ciencia sea más digna que aquélla, pues
la más divina es también la más digna, y ésta es la única que es la más divina a doble título: una ciencia
divina es aquella cuya posesión convendría principalmente a Dios, y aquella que tratase de las cosas
divinas. Y ésta es la única que presenta este doble carácter. Porque, por una parte, parece que Dios es
una cierta causa y un cierto principio de todas las cosas, y por otra parte, sólo Dios, o al menos Dios
principalmente, puede poseer una ciencia así. Todas las demás son más necesarias que ella, pero
ninguna es superior.
En cuanto al estado de espíritu en que debe ponernos su adquisición, es el contrario del que
teníamos al principio de nuestras investigaciones. Como dijimos, todos los hombres comienzan por
asombrarse de que las cosas son como son: como ocurre con las marionetas que se mueven por sí
mismas a los ojos de quienes todavía no han examinado la causa; o los solsticios o la
inconmensurabilidad del diámetro: a primera vista parece asombroso a todos que una cantidad no pueda
medirse ni con la unidad más pequeña. Pero es preciso terminar por el asombro contrario y, según el
proverbio, por lo mejor, como ocurre con estos ejemplos cuando se conoce la causa. Porque nada
asombraría más a un geómetra que el diámetro fuese conmensurable.
Así hemos establecido la naturaleza de la ciencia que buscamos y también el fin que deben
alcanzar nuestra búsqueda y nuestra investigación.
Metafísica, I, 1 y 2.
Aristóteles: ciencia es conocimiento de lo universal
Qué es la ciencia resulta claro de estas consideraciones [...]: todos pensamos que aquello de
que tenemos ciencia no puede ser de otra manera: de lo que puede ser de otra manera, cuando tiene
lugar fuera del alcance de nuestra observación, no sabemos si es o no. Por consiguiente, lo que es
objeto de ciencia es necesario. Luego es eterno, ya que todo lo que es absolutamente necesario es
eterno, y lo eterno, ingénito e imperecedero.
Ética a Nicómaco, VI, 3, 1139b
Descargar