Número de registro: 20358 Novena Época Instancia: Primera Sala

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CONTRADICCIÓN DE TESIS 130/2006-PS.
Número de registro: 20358
Novena Época
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXVI, Septiembre de 2007
Página: 248
CONTRADICCIÓN DE TESIS 130/2006-PS. ENTRE LAS SUSTENTADAS POR EL
SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIAS CIVIL Y DE TRABAJO DEL
DÉCIMO SÉPTIMO CIRCUITO Y SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL OCTAVO
CIRCUITO.
CONSIDERANDO:
PRIMERO. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es competente
para conocer del presente asunto, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 107,
fracción XIII, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 197-A de la Ley
de Amparo, y 21, fracción VIII, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación; en
relación con los puntos primero, segundo y cuarto, del Acuerdo General Plenario 5/2001,
publicado en el Diario Oficial de la Federación el veintinueve de junio de dos mil uno, por
tratarse de una contradicción suscitada entre los criterios de Tribunales Colegiados de
Circuito, en asuntos de materia civil, de la competencia exclusiva de esta Sala.
SEGUNDO. La presente denuncia de contradicción de tesis proviene de parte legítima, toda
vez que fue formulada por el presidente del Segundo Tribunal Colegiado en Materias Civil y
de Trabajo del Décimo Séptimo Circuito, que se encuentran facultados para ello, de
conformidad con el artículo 197-A de la Ley de Amparo.
TERCERO. Las consideraciones de las ejecutorias pronunciadas por los Tribunales
Colegiados de Circuito, que dieron origen a la denuncia de contradicción, son las siguientes:
A) El Segundo Tribunal Colegiado en Materias Civil y de Trabajo del Décimo Séptimo
Circuito, al resolver con fecha siete de julio de dos mil seis, el juicio de amparo directo
número 327/2006, determinó, en lo que interesa, lo siguiente:
"Los conceptos de violación identificados bajo los incisos B), C) y D), resultan fundados, los
cuales se estudiarán de forma conjunta, dada la íntima relación que guardan entre sí y por así
permitirlo el artículo 79 de la Ley de Amparo. Para justificar la anterior afirmación, en
principio cabe mencionar que los licenciados ... en su carácter de endosatarios en procuración
de la persona moral Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez, S.A. de C.V., y en
ejercicio de la acción cambiaria directa, demandaron a ... entre otras prestaciones, el pago de
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la cantidad de cuarenta y cuatro mil ochenta y seis pesos con diez centavos, moneda nacional,
por concepto de suerte principal. Como documentos base de la acción la persona moral
Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez, Sociedad Anónima, exhibió dos títulos
de crédito de los denominados pagaré. El primero de ellos por la cantidad de veinticuatro mil
novecientos cuarenta y seis pesos con noventa centavos, moneda nacional, suscrito por ... el
nueve de febrero de dos mil cuatro, en la plaza de Ciudad Juárez, a favor de ‘Centro Médico
de Especialidades de Cd. Juárez’, con vencimiento al diez de mayo de dos mil cuatro. El
segundo de los documentos ampara la suma de diecinueve mil ciento treinta y nueve pesos
con veinte centavos, moneda nacional, suscrito por ... el dieciocho de marzo de dos mil
cuatro, en la plaza de Ciudad Juárez, a favor de ‘Centro Médico de Esp. de Cd. Juárez’, con
vencimiento al dieciocho de junio de dos mil cuatro (fojas 6 y 7 del expediente mercantil). En
ambos documentos aparece un endoso en procuración, suscrito por el doctor ... en su calidad
de director general y representante legal de ‘Centro Médico de Esp. de Cd. Juárez, S.A. de
C.V.,’ a favor de los licenciados ... . Como se puede apreciar, aparentemente el beneficiario
de los documentos difiere con la persona moral que otorga el endoso en procuración, ya que
en los documentos aparece ‘Centro Médico de Especialidades de Cd. Juárez’ y ‘Centro
Médico de Esp. de Cd. Juárez’, mientras que en el endoso en procuración se indica la persona
moral ‘Centro Médico de Especialidades de Cd. Juárez, S.A. de C.V.’. Sin embargo, esa
variación no puede traer como consecuencia, como lo estimaron tanto el Juez natural como el
Magistrado de la Cuarta Sala Civil del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, la falta de
legitimación activa de la moral actora ‘Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez,
S.A. de C.V.’. Para justificar la anterior afirmación, debemos analizar una de las
peculiaridades de los títulos de crédito como lo es la literalidad, prevista en el artículo 5o. de
la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, el cual textualmente indica: ‘Artículo
5o. Son títulos de crédito, los documentos necesarios para ejercitar el derecho literal que en
ellos se consigna.’. Luego, del reproducido numeral se puede extraer como conclusión, que el
que suscribe un título de crédito, así como su beneficiario, han de atenerse al texto literal del
título valor, en tales condiciones que el derecho derivado del documento conforma sus
modalidades y alcance, con carácter decisivo, a un elemento objetivo, como es el texto del
documento. Así, bajo esa premisa, esto es, el texto del documento marca los alcances y el
contenido obligacional en los pagarés como una especie de títulos de crédito, es que debe
analizar si la parte actora en el juicio natural cuenta con legitimación activa, lo cual se debe
relacionar con el marco legal de las sociedades mercantiles, pero siempre bajo el principio de
que el texto del documento o título de crédito, es el principal elemento objetivo para
determinar la legitimación de las partes en el juicio. Por otra parte, también conviene analizar
lo que establecen los artículos 1o., 87, 88 y 215 de la Ley General de Sociedades Mercantiles,
los cuales son del tenor literal siguiente: ‘Artículo 1o. Esta ley reconoce las siguientes
especies de sociedades mercantiles: I. Sociedad en nombre colectivo; II. Sociedad en
comandita simple; III. Sociedad de responsabilidad limitada; IV. Sociedad anónima; V.
Sociedad en comandita por acciones, y VI. Sociedad cooperativa. Cualquiera de las
sociedades a que se refieren las fracciones I a V de este artículo, podrá constituirse como
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sociedad de capital variable, observándose entonces las disposiciones del capítulo VIII de
esta ley.’. ‘Artículo 87. Sociedad anónima es la que existe bajo una denominación y se
compone exclusivamente de socios cuya obligación se limita al pago de sus acciones.’.
‘Artículo 88. La denominación se formará libremente, pero será distinta de la de cualquiera
otra sociedad y al emplearse irá siempre seguida de las palabras «Sociedad Anónima» o de su
abreviatura «S.A.».’. ‘Artículo 215. A la razón social o denominación propia del tipo de
sociedad, se añadirán siempre las palabras «de capital variable».’. Luego, el primero de los
dispositivos contempla todos los tipos de sociedades mercantiles, entre ellas, la sociedad
anónima. Los restantes llevan a la conclusión de que la identificación de la sociedad anónima
como un tipo de sociedad mercantil, va primero precedida por la denominación, la cual al
emplearse irá seguida de la leyenda ‘Sociedad Anónima’ o bien de las siglas ‘S.A. de C.V.’,
lo cual se traduce en que las siglas o leyendas a que se hace referencia establecen el régimen
legal de la sociedad. Lo anterior resulta trascendente, si se toma en cuenta que en los actos
llevados por las sociedades anónimas debe quedar perfectamente precisada su denominación,
ello para que no exista duda de que una sociedad mercantil es diferente a todas las demás. Lo
expuesto, traducido a los títulos de crédito, cobra especial relevancia, si se toma en cuenta
que el contenido y alcances obligacionales deriva del texto del documento como elemento
objetivo, de tal forma que la denominación de las personas morales debe estar
escrupulosamente apegada a la ley para que surta efectos plenos y eficaces en tratándose de
títulos de crédito. Luego, si en la especie, en los títulos de crédito que se exhibieron en el
juicio como documentos base de la acción, aparece como beneficiario ‘Centro Médico de
Especialidades de Cd. Juárez’ y ‘Centro Médico de Esp. de Cd. Juárez’, en principio de tales
leyendas no se desprende que se trate de una de las sociedades mercantiles a que se refiere el
artículo 1o. de la Ley General de Sociedades Mercantiles; sin embargo, el hecho de que en el
endoso en procuración se indique que el que lo otorga es ‘Centro Médico de Especialidades
de Cd. Juárez, S.A. de C.V.’, ello no quiere decir, que se trate de una diversa persona moral,
sino que simplemente en el endoso en procuración se especificó el régimen legal de la
sociedad mercantil, lo que no implica, se reitera, se trate de una diversa sociedad. De igual
forma, la circunstancia de que en el pagaré suscrito el dieciocho de marzo de dos mil cuatro,
aparezca como beneficiario ‘Centro Médico de Esp. de Cd. Juárez’, esto es, que aparezca la
abreviatura ‘Esp.’, no deriva en que se trate de una sociedad mercantil diferente a la que
otorga el endoso en procuración, así como tampoco a la que aparece en el diverso título de
crédito, puesto que resulta obvio, al margen de si se hizo o no de forma correcta la
abreviatura, que lo que se pretendió decir fue de ‘Especialidades’, ello si se relaciona con el
resto de la denominación de la sociedad mercantil, la cual tiene otros vocablos como
‘Médico’ y ‘Centro’, por lo que no es difícil de deducir que la mencionada abreviatura se
refiera al término indicado. En ese sentido, no resulta afortunado el argumento del
Magistrado de la Cuarta Sala Civil del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, relativo a
que de acuerdo a los artículos 88 y 215 de la Ley General de Sociedades Mercantiles, la
denominación de la sociedad mercantil siempre tendrá que ir seguida de las palabras
‘Sociedad Anónima’ y ‘Capital Variable’ o de su abreviatura ‘S.A. de C.V.’, pues
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precisamente, esa es la forma de distinguirlas de un simple nombre comercial, toda vez que
una cosa es la denominación de la sociedad, la cual según los referidos numerales siempre
tendrá que ser diferente al resto de las sociedades, y otra el régimen de la sociedad, el cual se
identifica con las leyendas o siglas señaladas. Tampoco es acertado lo expuesto por la
autoridad responsable en el sentido de que no existe continuidad en los endosos, tal como lo
exigen los artículos 38 y 39 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, en virtud
de que, como ya se evidenció, la persona moral beneficiaria de los títulos de crédito y la
persona que otorgó el endoso en procuración, en realidad son una misma persona. Apoya
todo lo expuesto, la tesis emitida por el Tercer Tribunal Colegiado del Quinto Circuito,
visible en la página 1075, del Tomo XVIII, octubre de 2003, Novena Época del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, que señala: ‘PERSONA MORAL. EL HECHO DE
QUE EN EL DOCUMENTO BASE DE LA ACCIÓN NO SE HAYAN ASENTADO LAS
SIGLAS S.A. NO LA CONVIERTE EN UNA PERSONA DIVERSA. El hecho de que en el
documento base de la acción no se hubiesen asentado las siglas S.A., de una persona moral,
no produce el efecto de que se esté ante personas morales distintas, pues esto no altera ni
modifica la relación contractual entre las partes, porque tales siglas sólo se refieren al tipo de
sociedad a la que pertenece y sirven para establecer las leyes que la rigen, pero no la
convierten en persona moral diversa, sin que con ello se transgreda lo dispuesto por el
artículo 88 de la Ley General de Sociedades Mercantiles, puesto que, conforme a su
contenido, se establece que al emplearse la denominación de una sociedad se deben asentar
las palabras sociedad anónima o S.A., lo que implica que la denominación son las palabras
que distinguen a la sociedad y las siglas se refieren al tipo de ésta, por lo que ambas (la
denominación y las siglas) son aspectos distintos, máxime que dicho numeral no prevé
sanción alguna por el hecho de que no se utilicen dichas siglas.’. Así como la tesis sustentada
por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito, consultable en la
página 1004, del Tomo X, noviembre de 1999, Novena Época del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, la cual es del tenor literal siguiente: ‘PERSONAS MORALES. NO
FORMAN PARTE DE SU NOMBRE O DENOMINACIÓN, LAS SIGLAS DE LA
ASOCIACIÓN CIVIL O SOCIEDAD MERCANTIL A QUE PERTENEZCAN. El nombre o
denominación de una persona moral, trátese de una sociedad civil o mercantil, o de una
asociación civil, se encuentra integrado por la palabra o palabras que sirvan para distinguirla
de manera específica, y no propiamente por aquéllas en las cuales se precise el tipo de
sociedad o asociación al que correspondan, pues no obstante que estas últimas son necesarias
para establecer las leyes por las cuales habrán de regirse tales entes jurídicos, no forman parte
de su nombre o denominación. En consecuencia, si en un caso concreto, del título de crédito
fundatorio de la acción se advierte, verbigracia, que la beneficiaria es «Caja Popular Unión
Familiar de Crédito», y quien lo endosó fue «Caja Popular Unión Familiar A.C.», resulta
evidente que el nombre o denominación del ente jurídico de mérito es «Caja Popular Unión
Familiar» y que, las siglas «A.C.», agregadas al realizar el endoso, sólo significan que en éste
se precisó el tipo de asociación o persona moral de que se trata, mas no que se trate de
persona distinta.’. Por último, la circunstancia de que el Magistrado responsable cite para
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fundamentar su resolución la tesis emitida por el Segundo Tribunal Colegiado del Octavo
Circuito, visible en la página 253, del Tomo V, abril de 1997, Novena Época del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, del rubro: ‘LEGITIMACIÓN, CARECE DE ELLA LA
PERSONA MORAL QUE EJERCITA LA ACCIÓN CAMBIARIA DIRECTA RESPECTO
DEL DOCUMENTO BASE DE LA MISMA, EN EL CUAL APARECE COMO
BENEFICIARIO UN NOMBRE COMERCIAL.’, no obliga a este tribunal en términos del
artículo 192 de la Ley de Amparo, a asumir tal postura, pues dicho criterio fue sostenido por
un órgano jurisdiccional de similar jerarquía a este cuerpo colegiado, además de que se trata
de un criterio aislado."
En similares términos resolvió con fecha siete de noviembre de dos mil cinco, el juicio de
amparo directo número 573/2005.
B) Por su parte, el Segundo Tribunal Colegiado del Octavo Circuito, al resolver el dieciocho
de junio de mil novecientos noventa y dos, el juicio de amparo directo número 150/92,
consideró lo siguiente:
"Asiste razón al quejoso al aducir que en la sentencia reclamada se hizo una indebida
interpretación del artículo 88 de la Ley General de Sociedades Mercantiles, estimando la
responsable que la circunstancia de que se hubiere omitido agregar a la denominación de una
sociedad, las palabras ‘sociedad anónima’ o las siglas de su abreviatura, como ocurrió en el
caso, ya que como beneficiario del título de crédito base de la acción ejercitada, se puso
solamente el nombre de Banco Nacional de México, no significa que se carezca de
personalidad o de capacidad legal, consideración que este Tribunal Federal estima incorrecta,
ya que precisamente el citado precepto legal determina que al emplearse la denominación de
una sociedad anónima, siempre irá seguida de las palabras ‘sociedad anónima’, es decir, tal
precepto es categórico por cuanto determina que al emplearse la denominación de toda
sociedad anónima siempre deben usarse las mencionadas palabras que la identifican
precisamente, como una sociedad de esa naturaleza. Lo anterior así debe ser, pues de acuerdo
con el derecho positivo sólo las personas físicas y las personas morales tienen capacidad para
ser titulares de derechos o sujetos de obligaciones, lo cual se desprende de lo establecido por
los artículos 25 a 28 del Código Civil para el Distrito Federal, estableciéndose que son
personas morales las entidades que ahí se mencionan, entre las que se encuentran las
sociedades mercantiles, por lo que un nombre comercial, una simple denominación o un
fundo o negociación mercantil que no correspondan al concepto jurídico de las personas
físicas o de personas morales no pueden ser titulares de derechos ni sujetos de obligaciones
autónomamente considerados, por carecer de personalidad jurídica. Como en el caso, el
endoso del pagaré que obra en autos y la acción se ejercita por una persona moral, en los
términos de lo dispuesto por la fracción III del artículo 25 del mencionado Código Civil, con
calidad de sociedad anónima, es decir, se trata de una sociedad mercantil regulada por la Ley
General de Sociedades Mercantiles, es dable considerar que la mencionada sociedad anónima
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Banco Nacional de México, carecía de personalidad para realizar el endoso del referido título
de crédito, careciendo también de legitimación para ejercitar la acción cambiaria a que se
refiere el juicio ejecutivo mercantil de que se trata, por no aparecer como titular del derecho
que consigna el aludido pagaré, pues de acuerdo a lo señalado, el simple nombre de Banco
Nacional de México, quien aparece como beneficiario de dicho título de crédito, sin añadirle
las palabras ‘sociedad anónima’, significa que no se trata de la persona moral denominada
‘Banco Nacional de México, S.A.’, a nombre de la cual se ejercita la acción cambiaria
directa. Es decir, el simple nombre del beneficiario del pagaré, sin el añadido que ordena la
ley para establecer de qué sociedad se trata, jurídicamente conduce a determinar que el banco
demandante no es la misma entidad que quien aparece como beneficiario, toda vez que
precisamente, el Código Civil para el Distrito Federal, en su artículo 25, claramente establece
cuáles son las personas morales, y entre ellas se determinan como tales a las sociedades
mercantiles, según se dispone en la fracción III de dicho precepto legal y de acuerdo con el
artículo 1o. de la Ley General de Sociedades Mercantiles, se reconoce como de esa
naturaleza a las siguientes: sociedad en nombre colectivo; sociedad en comandita simple;
sociedad de responsabilidad limitada; sociedad anónima, sociedad en comandita por
acciones; y sociedad cooperativa, las cuales deben tener una denominación que al emplearse
deben usar las palabras que se indican en los artículos 27, 52, 59, 88, 210 y 213 de la
mencionada Ley General de Sociedades Mercantiles, todo ello con la finalidad de saber de
qué sociedad mercantil se trata, es decir, la sociedad debe estar plenamente identificada, por
lo que si en el caso no se indica que quien aparece como beneficiario del pagaré base de la
acción, sea una sociedad mercantil de las mencionadas, es evidente que debió justificarse que
la persona moral demandante, Banco Nacional de México, Sociedad Anónima, es la misma
entidad que quien aparece como beneficiario, lo cual no se justificó según se desprende de
autos. Lo anterior es así, máxime que si, como se consideró en el fallo reclamado, para la
fecha en que se giró el referido pagaré, la persona moral demandante, no era una sociedad
anónima sino que estaba constituida como sociedad nacional de crédito en los términos de la
Ley Reglamentaria del Servicio Público de Banca y Crédito, publicada en el Diario Oficial de
la Federación de catorce de enero de mil novecientos ochenta y cinco, en virtud de lo cual,
con mayor razón, era necesario que se justificara que la persona moral que ejercita la acción,
es la misma entidad que quien aparece como beneficiario del título de crédito de referencia.
Es de invocar en apoyo a lo considerado, el criterio sustentado por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación en la ejecutoria publicada en la página 21, del Volumen 7, del
Semanario Judicial de la Federación, Séptima Época, que textualmente dice: ‘LETRAS DE
CAMBIO. CUANDO EL GIRADO ES UN SIMPLE NOMBRE COMERCIAL O
EMPRESA MERCANTIL Y NO UNA PERSONA JURÍDICA, QUIEN ACEPTA POR ÉL
UN TÍTULO DE CRÉDITO SE OBLIGA PERSONALMENTE A SU PAGO.’ (se
transcribe). Por otra parte, de la lectura del fallo reclamado se desprende que en dicha
sentencia no funda lo considerado en el sentido de que el demandado, aquí quejoso, no podía
prevalerse de las omisiones que hubiese en el documento base de la acción, al no objetar en el
momento de ser firmado la literalidad del mismo, pero independientemente de tal falta de
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fundamentación, cabe advertir que el artículo 15 de la Ley General de Títulos y Operaciones
de Crédito, establece que las menciones y requisitos que el título de crédito o el acto en él
consignado necesita para su eficacia, podrán ser satisfechos por quien en su oportunidad
debió llenarlos, hasta antes de la presentación del título para su aceptación o para su pago,
por lo que en el caso al beneficiario del pagaré mencionado, correspondía llenar las
omisiones. En esas condiciones, como no se estimó así en el fallo reclamado, tal resolución
es violatoria de las garantías individuales del quejoso, en virtud de que el demandante ‘Banco
Nacional de México, S.A.’, carece de personalidad para realizar el endoso del pagaré que
obra en autos y carece de legitimación para ejercitar las acciones que del mismo derivan."
El anterior criterio, originó la siguiente tesis aislada:
"Novena Época
"Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: V, abril de 1997
"Tesis: VIII.2o.32 C
"Página: 253
"LEGITIMACIÓN, CARECE DE ELLA LA PERSONA MORAL QUE EJERCITA LA
ACCIÓN CAMBIARIA DIRECTA RESPECTO DEL DOCUMENTO BASE DE LA
MISMA, EN EL CUAL APARECE COMO BENEFICIARIO UN NOMBRE COMERCIAL.
Si los demandados suscribieron títulos de crédito de los denominados pagarés, base de la
acción ejercitada, por los que se obligaron a pagar a la orden de una razón social o nombre
comercial la cantidad que en los mismos se precisa, resulta inconcuso que la sociedad
anónima constituida en términos de lo dispuesto por la Ley General de Sociedades
Mercantiles, actora en el juicio de origen, quien por conducto de su apoderado legal ejercita
la acción cambiaria directa, carece de legitimación ad causam para obtener el pago de lo
debido, toda vez que ella no es la beneficiaria, sino la denominación publicitaria o nombre
comercial que aparece en el citado documento."
El referido Tribunal Colegiado se pronunció en similares términos, al resolver los juicios de
amparo directo números 441/95 y 799/96.
CUARTO. Como una cuestión previa, cabe precisar que la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, al interpretar los artículos 107, fracción XIII, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos y 197-A de la Ley de Amparo, ha considerado que dichos
preceptos regulan lo relativo a la contradicción de tesis sobre una misma situación jurídica
como forma o sistema de integración de jurisprudencia y, que por tesis, debe entenderse la
posición que, manifestada mediante una serie de proposiciones que se expresan con el
carácter de propias, adopta el tribunal en la solución de un negocio jurídico.
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Asimismo, este Alto Tribunal ha considerado que, para que exista materia a dilucidar
respecto a un criterio que prevalezca debe existir cuando menos formalmente, una oposición
de criterios jurídicos en los que se controvierta la misma cuestión; es decir, para que se surta
su procedencia, la contradicción denunciada debe referirse a las consideraciones,
razonamientos o interpretaciones jurídicas, vertidas dentro de la parte considerativa de las
sentencias respectivas, que son las fuentes primordiales de las tesis que sustentan los órganos
jurisdiccionales.
En otros términos, se da la contradicción anterior, cuando concurran los siguientes supuestos:
a) Que al resolver los negocios se examinen cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se
adopten criterios discrepantes.
b) Que la diferencia de criterios se presente en las consideraciones, razonamientos o
interpretaciones jurídicas de las sentencias respectivas.
c) Que los distintos criterios provengan del examen de los mismos elementos.
Al respecto, es aplicable la siguiente jurisprudencia:
"Novena Época
"Instancia: Pleno
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XIII, abril de 2001
"Tesis: P./J. 26/2001
"Página: 76
"CONTRADICCIÓN DE TESIS DE TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO.
REQUISITOS PARA SU EXISTENCIA. De conformidad con lo que establecen los artículos
107, fracción XIII, primer párrafo, de la Constitución Federal y 197-A de la Ley de Amparo,
cuando los Tribunales Colegiados de Circuito sustenten tesis contradictorias en los juicios de
amparo de su competencia, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o la Sala
que corresponda deben decidir cuál tesis ha de prevalecer. Ahora bien, se entiende que
existen tesis contradictorias cuando concurren los siguientes supuestos: a) que al resolver los
negocios jurídicos se examinen cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se adopten
posiciones o criterios jurídicos discrepantes; b) que la diferencia de criterios se presente en
las consideraciones, razonamientos o interpretaciones jurídicas de las sentencias respectivas;
y, c) que los distintos criterios provengan del examen de los mismos elementos."
En el caso, sí existe contradicción de tesis, al encontrarse actualizados los supuestos aludidos,
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en atención a lo siguiente:
I. El Segundo Tribunal Colegiado en Materias Civil y de Trabajo del Décimo Séptimo
Circuito en principio, sostiene que de lo dispuesto en los artículos 1o., 87, 88 y 215 de la Ley
General de Sociedades Mercantiles, se desprende que el primero de ellos contempla todos los
tipos de sociedades mercantiles, entre ellas, la sociedad anónima y los restantes prevén que la
identificación de la sociedad anónima como un tipo de sociedad mercantil, va primero
precedida por la denominación, la cual al emplearse irá seguida de la leyenda sociedad
anónima o bien de las siglas ‘S.A. de C.V.’, lo cual se traduce en que las siglas o leyendas a
que se hace referencia establecen el régimen legal de la sociedad; lo cual resulta trascendente,
si se toma en cuenta que en los actos llevados por las sociedades anónimas debe quedar
perfectamente precisada su denominación, ello para que no exista duda de que una sociedad
mercantil es diferente a todas las demás; y ello, traducido a los títulos de crédito, cobra
especial relevancia, si se toma en cuenta que el contenido y alcances obligacionales deriva
del texto del documento como elemento objetivo, de tal forma que la denominación de las
personas morales debe estar escrupulosamente apegada a la ley para que surta efectos plenos
y eficaces en tratándose de títulos de crédito.
Asimismo, que el hecho de que en el endoso en procuración se indique que el que lo otorga
es una determinada persona moral, que en principio no coincida totalmente con la
beneficiaria del título, es decir, con el nombre comercial o con la denominación de una
empresa, ello no quiere decir, que se trate de una diversa persona moral, sino que
simplemente en el endoso en procuración se especificó el régimen legal de la sociedad
mercantil, lo que no implica, que se trate de una diversa sociedad, pues precisamente, esa es
la forma de distinguirlas de un simple nombre comercial, toda vez que una cosa es la
denominación de la sociedad, la cual según los referidos numerales siempre tendrá que ser
diferente al resto de las sociedades, y otra el régimen de la sociedad, el cual se identifica con
las leyendas o siglas señaladas.
II. Por su parte, el Segundo Tribunal Colegiado del Octavo Circuito, estableció que de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 88 de la Ley General de Sociedades Mercantiles,
al emplearse la denominación de una sociedad anónima, siempre irá seguida de las palabras
"sociedad anónima", es decir, tal precepto es categórico por cuanto determina que al
emplearse la denominación de toda sociedad anónima siempre deben usarse las mencionadas
palabras que la identifican precisamente, como una sociedad de esa naturaleza, pues de
acuerdo con el derecho positivo sólo las personas físicas y las personas morales tienen
capacidad para ser titulares de derechos o sujetos de obligaciones, lo cual se desprende de lo
establecido en los artículos 25 a 28 del Código Civil para el Distrito Federal, estableciéndose
que son personas morales las entidades que ahí se mencionan, entre las que se encuentran las
sociedades mercantiles, por lo que un nombre comercial, una simple denominación o un
fundo o negociación mercantil que no correspondan al concepto jurídico de las personas
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físicas o de personas morales no pueden ser titulares de derechos ni sujetos de obligaciones
autónomamente considerados, por carecer de personalidad jurídica.
El referido órgano colegiado agregó que el endoso del pagaré y la acción que se ejercita por
una persona moral, en los términos de lo dispuesto en la fracción III del artículo 25 del
mencionado Código Civil, con calidad de sociedad anónima, es decir, por una sociedad
mercantil regulada por la Ley General de Sociedades Mercantiles, se debe considerar que la
sociedad anónima actora, carecía de personalidad para realizar el endoso del referido título de
crédito, careciendo también de legitimación para ejercitar la acción cambiaria a que se refiere
el juicio ejecutivo mercantil, por no aparecer como titular del derecho que consigna el
aludido pagaré, pues de acuerdo a lo señalado, el simple nombre comercial, de quien aparece
como beneficiario de dicho título de crédito, sin añadirle las palabras "sociedad anónima",
significa que no se trata de la persona moral actora, a nombre de la cual se ejercita la acción
cambiaria directa, es decir, el simple nombre del beneficiario del pagaré, sin el añadido que
ordena la ley para establecer de qué sociedad se trata, jurídicamente conduce a determinar
que el demandante no es la misma entidad que quien aparece como beneficiario, toda vez que
precisamente, el Código Civil para el Distrito Federal, en su artículo 25, claramente establece
cuáles son las personas morales.
Como se puede apreciar tanto de las ejecutorias transcritas, como de la anterior síntesis, en el
caso se examina una cuestión esencialmente igual y se adoptan posiciones contrarias, por
parte de los mencionados Tribunales Colegiados, en virtud de que al interpretar disposiciones
de la Ley General de Sociedades Mercantiles, si bien coinciden en que la identificación de la
sociedad anónima como un tipo de sociedad mercantil, va primero precedida por la
denominación, la cual al emplearse irá seguida de la leyenda "Sociedad Anónima" o bien de
las siglas "S.A."; sin embargo, discrepan esencialmente en cuanto a que si un nombre
comercial, una simple denominación o un fundo o negociación mercantil, que aparezca como
beneficiario en un título de crédito, específicamente un pagaré, que no correspondan al
concepto jurídico de las personas físicas o de personas morales no pueden ser titulares de
derechos ni sujetos de obligaciones autónomamente considerados, por carecer de
personalidad jurídica, por lo que en ese sentido la sociedad anónima actora, carecía de
personalidad para realizar el endoso del título de crédito, careciendo también de legitimación
para ejercitar la acción cambiaria a que se refiere el juicio ejecutivo mercantil, por no
aparecer como titular del derecho que consigna el pagaré, pues el simple nombre comercial,
de quien aparece como beneficiario de dicho título de crédito, sin añadirle las palabras
"sociedad anónima", significa que no se trata de la persona moral actora, a nombre de la cual
se ejercita la acción cambiaria directa.
En efecto, examinaron si un nombre comercial, una denominación social o una negociación
mercantil, que aparezca como beneficiario en un título de crédito (pagaré), pueden ser
titulares de derechos y sujetos de obligaciones autónomamente considerados; y si una
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persona moral titular de aquéllos puede endosar el título de crédito y ejercer la acción
cambiaria directa o no.
Asimismo, la diferencia de criterios se presenta en el texto de las consideraciones de las
respectivas ejecutorias, como se advierte de su contenido; y se analizan esencialmente los
mismos elementos, partiendo del supuesto de si con el simple nombre comercial, de quien
aparece como beneficiario de un título de crédito, sin añadirle las palabras "sociedad
anónima", se puede llegar a concluir si se trata o no de la persona moral actora, a nombre de
la cual se ejercita la acción cambiaria directa, es decir, si el nombre del beneficiario del
pagaré, sin el añadido que ordena la ley para establecer de qué sociedad se trata, puede
conducir a determinar si el demandante es o no la misma entidad que quien aparece como
beneficiario en el pagaré.
De esta manera, en relación con la existencia de la contradicción de tesis, se aprecia que a
pesar de que los tribunales analizaron, en esencia, iguales cuestiones jurídicas y examinaron
esos elementos coincidentes, adoptaron posturas divergentes, pues arribaron a conclusiones
opuestas.
No constituye un impedimento para resolver la presente contradicción de tesis, la
circunstancia de que los criterios en contraposición no establezcan jurisprudencia, porque los
artículos 107, fracción XIII, párrafos primero y tercero, de la Constitución Federal y 197-A
de la Ley de Amparo, que establecen el procedimiento para resolverla, no imponen dicho
requisito.
Al respecto, resulta aplicable la jurisprudencia sustentada por el Tribunal Pleno de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuyos datos de localización, rubro y texto, son los
siguientes:
"Novena Época
"Instancia: Pleno
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XIII, abril de 2001
"Tesis: P./J. 27/2001
"Página: 77
"CONTRADICCIÓN DE TESIS. PARA QUE PROCEDA LA DENUNCIA BASTA QUE
EN LAS SENTENCIAS SE SUSTENTEN CRITERIOS DISCREPANTES. Los artículos
107, fracción XIII, de la Constitución Federal, 197 y 197-A de la Ley de Amparo establecen
el procedimiento para dirimir las contradicciones de tesis que sustenten los Tribunales
Colegiados de Circuito o las Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El vocablo
‘tesis’ que se emplea en dichos dispositivos debe entenderse en un sentido amplio, o sea,
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como la expresión de un criterio que se sustenta en relación con un tema determinado por los
órganos jurisdiccionales en su quehacer legal de resolver los asuntos que se someten a su
consideración, sin que sea necesario que esté expuesta de manera formal, mediante una
redacción especial, en la que se distinga un rubro, un texto, los datos de identificación del
asunto en donde se sostuvo y, menos aún, que constituya jurisprudencia obligatoria en los
términos previstos por los artículos 192 y 193 de la Ley de Amparo, porque ni la Ley
Fundamental ni la ordinaria establecen esos requisitos. Por tanto, para denunciar una
contradicción de tesis, basta con que se hayan sustentado criterios discrepantes sobre la
misma cuestión por Salas de la Suprema Corte o Tribunales Colegiados de Circuito, en
resoluciones dictadas en asuntos de su competencia."
En esas condiciones, al existir la oposición de criterios denunciada, el tema central de la
presente contradicción de tesis consiste en determinar si tiene legitimación en la causa una
persona moral que ejercita la acción cambiaria directa respecto del documento base de la
acción, cuando en dicho título de crédito no aparece como beneficiario la denominación
completa de una persona moral, como son las siglas o identificación legal de su calidad
jurídica derivada de su régimen social.
QUINTO. Debe prevalecer con carácter de jurisprudencia, el criterio de esta Primera Sala de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que enseguida se establece.
El punto materia de la contradicción consiste en determinar si tiene legitimación en la causa
una persona moral que ejercita la acción cambiaria directa respecto del documento base de la
acción, cuando en dicho título de crédito no aparece como beneficiario la denominación
completa de una persona moral, como son las siglas o identificación legal de su calidad
jurídica derivada de su régimen social.
Es decir, el punto de contradicción se origina en un título de crédito denominado pagaré, que
exige como uno de sus requisitos el identificar al beneficiario del mismo; sin embargo, en la
práctica sucede que en ocasiones en ese tipo de documentos se consigna como beneficiarios
de los mismos a una simple denominación de una persona moral, la cual por sí sola no cuenta
con derechos y obligaciones, toda vez que de acuerdo con el derecho positivo mexicano,
tienen capacidad para contraer obligaciones y adquirir derechos todas las personas no
exceptuadas por la ley.
Es decir, las entidades denominadas "personas morales" o "personas jurídicas", se distinguen
de las personas físicas, que son los seres humanos a quienes se les designa sencillamente
"personas".
Esto es, son las personas físicas y las morales las que tienen capacidad para ser titulares de
derechos o sujetos de obligaciones, porque solamente ellas pueden ejercitar o exigir el
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cumplimiento de los primeros y satisfacer o ser responsables de las segundas, por ser a
quienes la ley les confiere como uno de sus atributos el de la personalidad jurídica.
En el caso, las personas morales tienen capacidad de goce y de ejercicio en la medida en que
es necesario para la realización de la finalidad que persiguen esas agrupaciones al
organizarse, toda vez que dicha organización de la persona moral es un elemento
indispensable de su propia personalidad, pues desde el punto de vista interno, la organización
se manifiesta por medio de una coordinada y jerarquizada distribución de competencias y de
funciones; y frente a terceros, los órganos declaran la voluntad vinculatoria de la persona
moral que representan conforme a la ley y los estatutos.
La capacidad de goce de la persona moral, se ejerce en lo interno por medio de los poderes
que competen a cada órgano y frente a terceros por medio de la representación, que suele
denominarse orgánica, porque la voluntad que se imputa a la entidad colectiva se forma y se
declara en el seno del órgano, toda vez que es una voluntad autónoma, independiente y
superior a las voluntades de los individuos que forman la persona moral.
En cuanto a las personas morales de derecho privado, las normas aplicables a ellas son de tres
órdenes, la ley civil o mercantil conforme a la cual han sido constituidas, el acto constitutivo
o fundacional y sus estatutos. La ley aplicable (civil o mercantil) está determinada por la
forma en que sus fundadores adopten en el acto constitutivo, según que éste revista alguna de
las especies de sociedades mercantiles previstas en la Ley General de Sociedades
Mercantiles.
El acto constitutivo o fundacional, es el acto orgánico o de existencia de la persona moral y
debe contener los elementos o atributos esenciales de la persona moral que se constituye
(nombre o razón social, patrimonio, domicilio, socios o asociados que la forman, finalidad
que persigue, reglas para su liquidación y disolución, etcétera) y los estatutos de una persona
moral contienen las normas o reglas de funcionamiento, órganos de decisión y de
administración y requisitos para la formación de la voluntad de la persona moral.
Por otra parte, también conviene analizar lo que establecen los artículos 1o., 87, 88 y 215 de
la Ley General de Sociedades Mercantiles, los cuales son del tenor literal siguiente:
"Artículo 1o. Esta ley reconoce las siguientes especies de sociedades mercantiles:
"I. Sociedad en nombre colectivo;
"II. Sociedad en comandita simple;
"III. Sociedad de responsabilidad limitada;
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"IV. Sociedad anónima;
"V. Sociedad en comandita por acciones, y
"VI. Sociedad cooperativa.
"Cualquiera de las sociedades a que se refieren las fracciones I a V de este artículo, podrá
constituirse como sociedad de capital variable, observándose entonces las disposiciones del
capítulo VIII de esta ley."
"Artículo 87. Sociedad anónima es la que existe bajo una denominación y se compone
exclusivamente de socios cuya obligación se limita al pago de sus acciones."
"Artículo 88. La denominación se formará libremente, pero será distinta de la de cualquiera
otra sociedad y al emplearse irá siempre seguida de las palabras ‘Sociedad Anónima’ o de su
abreviatura ‘S.A.’."
"Artículo 215. A la razón social o denominación propia del tipo de sociedad, se añadirán
siempre las palabras ‘de capital variable’."
Luego, el primero de los dispositivos contempla todos los tipos de sociedades mercantiles,
entre ellas, la sociedad anónima.
Los restantes llevan a la conclusión de que la identificación de la sociedad anónima como un
tipo de sociedad mercantil, va primero precedida por la denominación, la cual al emplearse
irá seguida de la leyenda "Sociedad Anónima" o bien de las siglas "S.A. de C.V.", lo cual se
traduce en que las siglas o leyendas a que se hace referencia establecen el régimen legal de la
sociedad.
Lo anterior resulta trascendente, si se toma en cuenta que en los actos llevados por las
sociedades anónimas debe quedar perfectamente precisada su denominación, ello para que no
exista duda de que una sociedad mercantil es diferente a todas las demás.
Lo expuesto, traducido a los títulos de crédito, cobra especial relevancia, si se toma en cuenta
que el contenido y alcances obligacionales derivan del texto del documento como elemento
objetivo, de tal forma que la denominación de las personas morales debe estar
escrupulosamente apegada a la ley para que surta efectos plenos y eficaces en tratándose de
títulos de crédito.
No obstante lo anterior, tratándose de los beneficiarios de los títulos de crédito no es un
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requisito indispensable o de validez cuando se suscriben a favor de una persona moral que a
la denominación de ésta se le adicione la leyenda "Sociedad Anónima" o bien de las siglas
"S.A. de C.V.", puesto que como ya se precisó, tales siglas o leyendas a que se hace
referencia sólo establecen el régimen legal de la sociedad.
Consecuentemente, una denominación entendida como el concepto que distingue y diferencia
a un negocio o empresa de otro u otras, no tiene la naturaleza de persona física o de persona
moral y, en ese sentido, no puede ser titular de derechos ni sujeto de obligaciones
autónomamente considerado, precisamente, por carecer de personalidad jurídica.
Bajo esas circunstancias, la denominación debe entenderse que es sólo la de un nombre que
no es sujeto capaz de obligarse o ser titular de un derecho y, por tanto, el obligado directo a
cumplir o el facultado a exigir o deducir la prerrogativa, será, en todo caso, la persona física o
moral que resulte ser la propietaria de aquella denominación, pues debe entenderse que el
nombre no atribuye ni constituye personalidad jurídica diferente de quien lo usa, es decir, de
la persona física o moral que sí cuenta con ese atributo.
Esto es, el nombre o denominación de una persona moral, trátese de una sociedad civil o
mercantil e incluso de una asociación civil, se encuentra integrado por la palabra o palabras
que sirvan para distinguirla de manera específica y no propiamente por aquellas en las cuales
se precise el tipo de sociedad o asociación al que correspondan, pues no obstante que estas
últimas son necesarias para establecer las leyes por las cuales habrán de regirse tales entes
jurídicos, no forman parte de su nombre o denominación.
Al respecto, son ilustrativas las siguientes tesis:
"Quinta Época
"Instancia: Tercera Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Tomo: CXXIII
"Página: 686
"NOMBRE COMERCIAL.-El nombre comercial no atribuye ni constituye personalidad
jurídica diferente de quien lo usa.
"Amparo civil directo 1485/53. Cía. Resinera del Norte, S. de R.L. 3 de febrero de 1955.
Unanimidad de cuatro votos. Relator: Mariano Ramírez Vázquez."
"Séptima Época
"Instancia: Cuarta Sala
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"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Tomo: 121-126, Quinta Parte
"Página: 53
"NOMBRE COMERCIAL, OBLIGADO DIRECTO A CUMPLIR CON LA CONDENA
IMPUESTA A UN.-De acuerdo con la legislación civil, tienen capacidad para contraer
obligaciones y adquirir derechos todas las personas no exceptuadas por la ley. El anuncio de
la calidad mercantil, o sea, el nombre del establecimiento o despacho, evidentemente no
equivale al de una persona física o moral; la mencionada denominación debe entenderse que
es sólo la de un nombre comercial que no es sujeto de derecho, capaz de obligarse y, por
tanto, el obligado directo a cumplir con la condena que una Junta imponga a tal nombre
comercial, es el propietario de éste.
"Amparo directo 4662/78. Manuel Zuzunaga Junto y otros. 13 de junio de 1979. Unanimidad
de cuatro votos. Ponente: David Franco Rodríguez. Secretario: Salvador Tejeda Cerda."
Para estar en condiciones de dilucidar el tema de la presente contradicción de tesis, es
necesario analizar los elementos del título de crédito (pagaré), a partir de donde se originó la
disparidad de criterios, a saber:
a) Incorporación: podemos definir a este elemento como la calificación de derecho que la ley
le da a un documento (elemento físico), otorgándole un rango jurídico superior a lo que sería
un simple pedazo de papel, convirtiéndolo por ficción jurídica en un derecho patrimonial de
cobro.
b) Literalidad: es el elemento que establece los límites de exigencia a los que puede aspirar el
titular o beneficiario del documento, es decir, el límite más importante del derecho
incorporado en el título es la cantidad que podrá ser exigida en virtud del mismo.
c) Autonomía: este elemento conlleva a que resulte irrelevante para la existencia de la
obligación consignada en el título de crédito la causa de expedición del mismo, es decir el
objeto y causa de su origen.
d) Circulación: es el elemento más importante del título de crédito, dado su carácter
ambulatorio, desde el punto de vista de su consecuencia comercial, al ser transmisible el
derecho incorporado en el título. Es decir, los títulos por regla general no tienen límites de
circulación.
e) Legitimación: en principio la persona que puede ejercitar el derecho de cobro cambiario es
el propietario del título; sin embargo, tal derecho puede ser transmitido por el tenedor del
título a otro legítimamente, por simple tradición, endoso o por cesión. Es decir, en el caso de
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los títulos al portador, la legitimación la tiene el que tenga en su poder el título de crédito. En
los títulos nominativos son tres las posibilidades de legitimación: cuando el beneficiario
original del título es quien ejerce el derecho de cobro (no hubo transmisión); cuando se
transmitió por vía de endoso y cuando se transmitió por medio legal distinto. En el cobro
hecho por el primer y último tenedor, la legitimación se agota con la simple prueba frente al
deudor cambiario de la identidad del acreedor. Cuando el título de crédito ya ha sido
transmitido mediante el endoso, el tenedor del título al momento de la exigibilidad de la
deuda cambiaria, sólo podrá legitimarse reuniendo dos requisitos: la identificación personal
ante el deudor cambiario y mediante la comprobación de una serie no interrumpida de
endosos.
Precisado lo anterior y atendiendo a que la denominación debe entenderse que es sólo la de
un nombre que no es sujeto capaz de obligarse o ser titular de un derecho y, por tanto, el
obligado directo a cumplir o el facultado a exigir o deducir la prerrogativa, será, en todo caso,
la persona física o moral que resulte ser la propietaria de aquella denominación, pues debe
entenderse que el nombre no atribuye ni constituye personalidad jurídica diferente de quien lo
emplea.
Bajo ese contexto, si la legitimación activa en la causa es un elemento esencial de la acción
que presupone o implica la necesidad de que la demanda sea presentada por quien tenga la
titularidad del derecho que se cuestiona, debe establecerse que existe legitimación en la causa
cuando la acción es entablada por aquella persona que la ley considera como particularmente
idónea para estimular en el caso concreto la función jurisdiccional, en la medida en que
constituye una condición para el ejercicio de la acción que implica la necesidad de que la
demanda sea presentada por quien tenga la titularidad del derecho que se cuestiona.
En congruencia con lo anterior, si una persona moral deduce la acción cambiaria directa con
base en un título de crédito en el cual aparece como beneficiario una simple denominación
que no constituye una persona física o moral, para considerar que la accionante tiene
legitimación activa en la causa, es necesario que dentro del procedimiento jurisdiccional
respectivo demuestre ser la propietaria de la denominación a favor de quien se suscribió el
documento fundatorio de la acción, pues sólo de esa manera quedaría probado que es a
aquella persona moral a quien le corresponde exigir los derechos derivados del título.
Por tanto, el hecho de que el título de crédito se encuentre expedido aparentemente a favor de
una denominación carente de personalidad jurídica, por sí solo, no implica que la persona
moral accionante carezca de legitimación activa en la causa, sino que en todo caso, ello
dependerá de si demuestra o no en el juicio ser la propietaria de dicha denominación, pero
desde luego, con independencia de las excepciones personales que el demandado pudiese
oponer en relación con la suscripción del título.
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Consecuentemente, esta Primera Sala concluye que debe prevalecer, con el carácter de
jurisprudencia obligatoria, en términos del último párrafo del artículo 192 de la Ley de
Amparo, la tesis que a continuación se precisa, debiendo ordenarse su publicación en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, para los efectos señalados en el precepto
legal mencionado:
LEGITIMACIÓN EN LA CAUSA. CUENTA CON ELLA LA PERSONA MORAL QUE
EJERCITA LA ACCIÓN CAMBIARIA DIRECTA, CUANDO EN EL DOCUMENTO
BASE DE LA ACCIÓN APARECE COMO BENEFICIARIO UNA SIMPLE
DENOMINACIÓN, SI SE DEMUESTRA SER LA PROPIETARIA.-Si se toma en cuenta
que la legitimación activa en la causa es un elemento esencial de la acción que presupone que
la demanda se presente por quien tenga la titularidad del derecho cuestionado, debe
establecerse que existe legitimación en la causa cuando la acción es entablada por aquella
persona que la ley considera idónea para estimular en el caso concreto la función
jurisdiccional. Ahora bien, la denominación de una empresa no constituye una personalidad
jurídica diferente de quien la emplea, es decir, de la persona física o moral que cuenta con ese
atributo; por tanto, el obligado directo a cumplir o el facultado a exigir o deducir una
prerrogativa es, en todo caso, la persona física o moral que resulte ser la propietaria de la
denominación. En ese sentido, se concluye que si una persona moral deduce la acción
cambiaria directa con base en un título de crédito en el cual aparece como beneficiaria una
simple denominación que no constituye una persona física o moral, para considerar que la
accionante tiene legitimación activa en la causa, es necesario que dentro del procedimiento
jurisdiccional respectivo demuestre ser la propietaria de dicha denominación, pues sólo de
esa manera quedaría probado que a ella le corresponde exigir los derechos derivados del
título, ello con independencia de las excepciones personales que el demandado pudiese
oponer en relación con la suscripción del título.
Por lo expuesto y fundado, se resuelve:
PRIMERO.-Sí existe la contradicción de tesis a que este expediente se refiere, en los
términos del considerando cuarto de esta resolución.
SEGUNDO.-Debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el criterio sustentado por esta
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de conformidad con la tesis
redactada en el último considerando del presente fallo.
TERCERO.-Dése publicidad a la tesis de jurisprudencia que se sustenta en la presente
resolución, en términos del artículo 195 de la Ley de Amparo.
Notifíquese; con testimonio de la presente resolución a los Tribunales Colegiados
contendientes y, en su oportunidad, archívese el presente toca como asunto concluido.
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Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad
de cuatro votos de los señores Ministros: Sergio A. Valls Hernández, Juan N. Silva Meza
(ponente), Olga Sánchez Cordero de García Villegas y presidente José Ramón Cossío Díaz.
Ausente el Ministro José de Jesús Gudiño Pelayo.
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