Ciclo C, Pascua 01, Juan 20,1-9

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Experiencia Grupo Bíblico “Por el camino de Emaús” Parroquia La Inmaculada. La
Floresta. Medellín, Colombia .Lectio Divina, Palabra para la Liturgia Dominical.
Año 2013
“Por el camino nos explicas las Escrituras y partes para nosotros el pan”
(Cfr Lc. 24,13-32)
DOMINGO DE PASCUA 31 DE MARZO DE 2013
Invocación del Espíritu Santo por medio de un canto, una oración que ayuden a entrar
en un ambiente de recogimiento y reflexión.
Empezar hacer la Lectio Divina por el Evangelio ayuda a comprender mejor el
pensamiento que nos ofrece la Palabra de Dios en los textos bíblicos de cada domínica.
No es el único, pero orienta hacer la lectura orante de la palabra desde el mismo
Jesucristo, Verbo Divino. (Cfr. Preludio Evangelio de San Juan). Es necesario tener
bien presente los cuatro pasos, si se comprende el sentido y significado de cada
texto, se puede encontrar el mensaje que quiere dar el Señor hoy con esta Palabra.
Las preguntas ayudan a descubrir las experiencias humanas y su relación con la
experiencia de fe.
1. Lectio: Lectura, ¿Qué dice la Palabra de Dios?
Lectio o lectura: Escuchamos a Dios: Dios habla en la Sagrada Escritura. Nos fijamos
en el mensaje que el texto bíblico contiene. Teniendo presente que este mensaje es
palabra “viva y eficaz, más cortante que una espada de dos filos” que discierne “los
pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4,12) por eso, es el momento de
la lectura atenta del texto bíblico. Pueden ayudarme preguntas como: ¿Qué dice este
pasaje bíblico? ¿Quién habla? ¿Qué temas o argumentos trata? ¿Cuáles son los
personajes allí implicados? ¿Cuál es el contexto: persecución, sufrimiento, alegría,
esperanza, desprendimiento, felicidad…? ¿Cuáles son los sentimientos y actitudes de
los actores?
Leer de una vez, e ir descubriendo el tema central de la Palabra :
Primera lectura: Hechos 10,34a.37-43
Salmo: 118(117),1-2.15c. 16a-17.22-23
Segunda lectura: Colosenses 3,1-4
Evangelio: San Juan 20,1-9
Contexto bíblico: Los relatos de la resurrección de Jesús y de las apariciones, que
nos traen los evangelios, es necesario leerlos e interpretarlos como experiencia de fe;
pues son relatos de fe, reflexionados y vividos por las comunidades cristianas, más allá
de momentos puramente históricos. Ellos se hacen historia de salvación para cada
cristiano. El evangelio de hoy relata el inicio de la fe cristiana; en concreto, cómo unos
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Coordina Gilma Inés Jaramillo de Escudero
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“Por el camino nos explicas las Escrituras y partes para nosotros el pan”
(Cfr Lc. 24,13-32)
aterrados discípulos de Jesús se convirtieron en creyentes cristianos el día de Pascua.
La versión que Juan presenta de lo ocurrido al amanecer del día de la Resurrección se
distancia un tanto de los relatos sinópticos (Cfr Mateo 28,1-8; Marcos 16,1-8; Lucas
24,1-11): no sólo le guían otros intereses (Juan 20,31), tiene también diversos
personajes, como son o a María Magdalena, Pedro y al discípulo amado por Jesús,
donde cada uno es protagonista según su experiencia de fe que perciben de Jesús.
El texto:
 Tres escenas:
Primera escena: Juan 20,1 ¿Qué podemos decir de la composición de lugar?
¿Cuáles son los personajes? ¿Cuáles son los verbos de la acciones del
personaje? ¿Qué sentido tiene la oscuridad en relación con la madrugada?
Segunda escena: Juan 20,2 ¿Cuáles son los personajes? ¿Cuáles son los
verbos y que acciones que generan? ¿De qué mensaje es potadora María
Magdalena? ¿A quiénes va dirigido el mensaje?
Tercera escena: Juan 20, 3-8 ¿Cuál es la respuesta de quienes reciben el
mensaje? ¿De quién son las acciones según el v 5? ¿Qué hace y ve Pedro? ¿Qué
hace y ve el “otro discípulo”? ¿Cuáles son los verbos que necesariamente tienen
que ver con el proceso de fe? (Cfr. V.8).
Conclusión: Juan 20,9 ¿Cuál es el sentido y significado de comprender? ¿Qué
diferencia hay entre entender y comprender? ¿Cómo me ayuda la comprensión
del hecho de la Resurrección de Jesús para la vida de fe? ¿Qué se sobre la
Resurrección? ¿Qué relación encuentro entre la Pascua y Resurrección de
Jesús?
 Según la primera lectura de Hechos 10,34.37-43. ¿Cómo experimenta
Pedro la Resurrección de Jesús en su vida? ¿Cuáles son las partes significativos
del Kerigma (anuncio) que predica aquí Pedro?
 Relación con la segunda lectura de Colosenses 3,1-4. ¿Cuáles son las
actitudes propias de quien experimenta la resurrección con Cristo?
 ¿A qué me invita el Salmo 117?
Juan 20, 1-10. Los relatos evangélicos sobre la experiencia pascual están
encaminados a visualizar la vida de conversión y de fe entre búsquedas y encuentros.
En este texto se destaca: la tumba vacía, los actos de María Magdalena y las
reacciones de los dos discípulos, Pedro y el “otro discípulo” Estos sucesos tienen lugar
en el primer día de la semana, de madrugada, cuando se deja la oscuridad atrás.
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“Por el camino nos explicas las Escrituras y partes para nosotros el pan”
(Cfr Lc. 24,13-32)
Detalles que anuncian un cambio radical cuando se busca al Señor (Kýrios), el Dios de
la gloria (Jn 20,13). María Magdalena, como muchos…está animada por una fe viva y
encarna así, a los discípulos cuando reconocen en el crucificado al Hijo de Dios y viven
para Él.
María Magdalena, aunque no comprende todavía el acontecimiento, es potadora de una
nueva noticia a dos discípulos que tienen cierto prestigio dentro de la comunidad, los
cuales se impresionan con la noticia y se ponen en movimiento. El discípulo que “corre”
más de prisa, el que tiene experiencia del amor de Jesús, que ha sido testigo del fruto
de la cruz (Cfr. Juan 19, 35. Cfr. Vs. 25-27.), ve los signos de la resurrección (vio las
vendas en el suelo), espera para poder entrar después de Pedro 1 Las actitudes de los
dos discípulos son diferentes; Pedro ve y se detiene en el detalle del sudario, el
cadáver del Maestro no fue robado, se ha liberado por sí mismo de los lienzos, el “otro
discípulo”, el amado entra: ve y cree.
Detrás de este telón de fondo es posible hablar de una comunidad desorientada,
desamparada por la muerte de Jesús. Buscan un Señor en la cruz, nueve veces se
repite la palabra “sepulcro”. Expresión a resaltar de María Magdalena “no sabemos”
anuncio comunitario.
El discípulo amado: vio y creyó, dos signos de fe.
Vale la pena resaltar el versículo 9: “pues hasta entonces no habían comprendido que
según la Escritura Jesús debía resucitar entre los muertos” sutilmente dicho por
Jesús:”dentro de poco dejaréis de verme, pero un poco más tarde me veréis aparecer”
(Cfr. Juan 16,16)
Tres discípulos –María Magdalena, Pedro y el discípulo amado- buscan al Señor, a
Jesús muerto en la cruz por amor, pero resucitado entre los muertos. ¿Qué ve cada
uno de ellos?
La tumba vacía, ausencia del “Señor”, “no sabemos dónde lo han puesto”, el sudario
está en un lugar aparte y los lienzos se encuentran en el lugar, “vio y creyó” ¿Y tú?
Contexto litúrgico: La fe en el Resucitado no es privilegio del que corre más sino del
que más ama, no son las capacidades humanas las que mejor sitúan ante el misterio
le cede el paso a Pedro; este es a quien Jesús llamó “Kefas” (es decir Cefas: Roca; Jn 1,42),
personaje con actitudes características dentro del grupo de los discípulos: confiesa su fe,
dialoga con Jesús en la Cena y a quien se le conceda una misión especial. (cfr. Jn 6,68-69; Jn
13, 6-10.36-38; Jn 21,15-17).
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sino el saberse implicado en él. En el origen de la fe está el amor, no el del creyente
sino el del Creído, de Jesús Resucitado. Creer es difícil sólo para quien no se siente
amado. Hoy, como ayer, el creyente necesita saberse amado para poder seguir
creyendo.
Creyó primero quien se creía amado. La fe cristiana no es un esfuerzo por ver lo que
nadie ve, por afirmar lo que nadie comprende; la fe en Cristo nace del agradecimiento
de quien se siente querido, amado por Él. Por eso, el discípulo que mejor cree es
siempre quien más amado se cree. El primer creyente en el Resucitado fue su amante
mejor; pues el amor entraña una peculiar y profunda forma de reconocimiento, sólo
quien ama entre los discípulos es capaz de ver sin pruebas o, mejor, de creer en la vida
de su Señor no sólo cuando ve sus mortajas. Para creer, tanto hoy como aquel día, no
hará falta ver, sólo creerse querido: el amor es fe que logra ver, donde todos los
demás palpan vacío; el amor es fe que afirma la existencia del amante, aunque no logre
verlo y tocarlo, sólo porque lo siente y se siente agradecido; quien se siente amado
presiente la presencia de su amante, la adivina, porque, aunque no lo vea, no puede
negar sus sentimientos.
Hay una forma de creer, pues, la más segura, la mejor probada, que se basa no en
cuanto puede verse sino en lo que se está experimentando; de que Cristo vive porque
no puede, ni quiere, dudar del amor que le tiene; es la fe que no necesita pruebas de la
existencia del amante, porque vive probando su amor. Es la fe del primer creyente,
que viendo una tumba vacía no pensó en desapariciones de cadáveres sino en la vida
nueva de la persona querida.
Necesitamos de esta fe, que nace del saberse amado, para convencer al mundo que no
es un sepulcro vacío de Dios. Necesitamos de creyentes que se sepan amados por quien
todavía no ven, pero que ya lo sienten. El evangelista anota – y es revelador - que ni la
misma Escritura les ayudó en esos momentos a creer en la resurrección, aunque en ella
estuviera ya predicha. Y es que no son los ojos de la razón los que descubren si somos
amados, sino los ojos del corazón. Quien se sabe querido, amado, sabe que vive quien le
quiere. Todo lo demás, como tumbas, sudarios, escrituras santas y testimonio
apostólico, tiene sentido si se añade a la experiencia del amor: digan lo que nos digan
los ojos y la mente, el mundo y nuestras experiencias, si nuestro corazón se siente
amado, no podrá negarle vida y existencia a su amor. Y si en ello consiste la fe, en
creerse amados, ¿por qué se nos está haciendo tan difícil creerle a Dios que nos ama
sobre toda medida, creer en Cristo que nos amó hasta la muerte? Pues, Jesucristo es
el Señor de la resurrección, de la vida también hoy.
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2. Meditatio: Meditación. ¿Qué me dice esta Palabra?
Meditatio o la meditación: Dios habla para la vida: su mensaje nos interpela, nos
ilumina nuestra vida y nos muestra el camino a seguir. La Palabra que encuentra en el
texto bíblico penetra en el corazón. ¿Qué me dice el texto bíblico? Aquí el orante
profundiza. Interioriza el sentido de las palabras, las escenas, los personajes, la
expresión más impactante, busca la expresión más diciente, la que toca la vida de fe.
Relacionando así la vida de fe con las experiencias de las situaciones, realidades y
personajes del texto bíblico.
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¿Cuáles son las actitudes de cambio, fruto de la experiencia pascual?
¿Qué actitudes necesito tener para hacerme testigo de la Resurrección
ante mis hermanos?
¿Cómo me ayuda la celebración de la Semana Mayor para el crecimiento
de la vida de fe?
¿Qué signos he experimentado para dar testimonio de que la Pascua de
este 2013, es una Nueva Pascua?
¿Cómo me ayuda la actitud del Papa Francisco I:"Soy un gran pecador.
Confiando en la misericordia y en la paciencia de Dios, en el sufrimiento,
acepto, para vivir esta nueva Pascua?
3. Oratio: Oración. ¿Qué me hace decir esta Palabra?
Oratio o el momento para la oración: incluye el momento en el cual se ora con el
texto. Con la oración se responde a Dios, es un diálogo con Dios a su invitación a
cambiar de actitud, de afianzar las actitudes evangélicas. Para orar lo mejor es
responder a la pregunta ¿Qué me hace decir este texto. Se expresan los
sentimientos, las decisiones, la confrontación hecha por la palabra de Dios que se
encuentra en el texto bíblico para mi mente y mi corazón. La vida se ofrece a Dios:
desde la vida iluminada por la Palabra, dialogamos con Dios y como persona o
comunidad orante, celebramos nuestra fe, alabando, bendiciendo, glorificando, dando
gracias, pidiendo… ¿Cómo responde mi corazón al Señor?
Ponte en posición orante (por ejemplo: de rodillas, o con las manos abiertas hacia
arriba sobre las rodillas…) lo imprescindible es sentir la presencia de Jesucristo.
Señor aquí estoy ante tu presencia. ¡Grande es tu amor y misericordia! Gracias
por tu maravillosa obra de salvación dada en tu Hijo Jesucristo. Hoy tengo mi
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(Cfr Lc. 24,13-32)
corazón lleno de esperanza. Tú lo llenas todo en mi vida y haces mi Pascua más
intensa. Por ello hoy es Pascua en mi interior. ¡Señor mío y Dios mío! ¡Mi Dios y
Salvador! ¡Glorificado seas Señor Jesús! ¡Alabado seas Jesús! ¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya! Padrenuestro.
4. Contemplación: ¿Cómo me ayuda esta Palabra a
encontrarme con Jesús? ¿Qué actitudes y vivencias cristianas?
Contemplatio o sea la contemplación: La Palabra se contempla para vivirla, es el
momento del enamoramiento de la Palabra. Me permite llevar los ecos, las resonancias
y las decisiones de la oración. Me ayudan preguntas como ¿Qué decisión me sugiere el
texto? ¿Qué cambio necesito asumir? ¿Qué acciones sugiere? Es necesario formular
las vivencias y actitudes que despiertan este encuentro con el Señor y que me
impulsan a revisar mi vida de fe, mi encuentro con Jesucristo. Por ejemplo, ¿Cuáles
actitudes voy a vivir durante la semana? Es dejarse permear por el pensamiento de
Dios. Son las actitudes cristinas que suscitan este encuentro.
Me impacta y causa profunda admiración:
Jesús radiante y lleno de vida, que te invita a entrar en su ámbito de vida y
resurrección. La resurrección de Jesús me habilita para levantarme y acudir a la casa
del Padre y sentir su “Hesed”, sus entrañas de misericordia (Cfr. Salmo 117), sentirme
perdonada(o), amada(o) y poder hacerlo al estilo de Jesús con mis semejantes. Estar
resucitados es vivir la experiencia de la cruz gloriosa iluminada por la acción de Jesús
en nuestra vida por los caminos de la fe. La resurrección de Jesús nos contagia de
gestos generosos de amor gozoso y apasionado, que impulsan a tener los signos de la
Nueva Pascua vivida: ¡la paz y la alegría!
A mi misma (o) cuando puedo decir: El mundo cristiano celebra tu resurrección
Señor y yo en particular festejo que te haya encontrado en mi vida, vivo siempre con
esta alegría que hace que me considere bendecida(o), porque contigo lo puedo todo, lo
soporto todo. Por eso hoy también abro el sepulcro que cerraba mi vida a la luz de tu
ser y te veo irradiando tu gracia hacia mí.
Repetiré: ¡Jesucristo me resucitó! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! La Lectura
orante de la Sagrada Escritura es mi apoyo. ¿Y tú?
5. Escríbelo… te ayuda bastante.
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“Saludemos con júbilo este nuevo día”
“En este Domingo de Pascua gritamos con todas nuestras fuerzas y desde lo más
profundo de nuestro corazón: “¡Cristo ha resucitado de entre los muertos dándonos a
todos la vida!”.
Este es el Domingo que le da sentido a todos los domingos en el que, con la ayuda del
Espíritu Santo, queremos hacer una proclamación de júbilo y de victoria que sea capaz
asumir nuestros dolores y los transforme en esperanza, que nos convenza de una vez
por todas que la muerte no es la última palabra en nuestra existencia.
A la luz de esta certeza hoy brota lo mejor de nosotros mismos e irradia con todo su
esplendor nuestra fe como discípulos de Jesús. Efectivamente, somos cristianos
porque creemos que Jesús ha resucitado de la muerte, está vivo, está en medio de
nosotros, está presente en nuestro caminar histórico, es manantial de vida nueva y
primicia de nuestra participación en la naturaleza divina, de nuestro fundirnos como
una pequeña gota de agua en el inmenso mar del corazón de Dios.
Y nos levantamos con una nueva mirada sobre el mundo porque la resurrección de
Jesús tiene un significado y una fuerza que vale para toda la humanidad, para el
cosmos entero y, de manera particular, para los dolorosos acontecimientos que afligen
a la humanidad.
La Buena Nueva de la Resurrección de Jesús es palabra poderosa que impulsa nuestra
vida. Por eso en este Tiempo de Pascua que estamos comenzando tenemos que abrirle
un surco en nuestro corazón a la Palabra, para que la fuerza de vida que ella contiene
sea savia que corra por todas la dimensiones de nuestra existencia y se transforme en
frutos de vida nueva.
Es así como la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado cala hondo: se entreteje con
nuestras dudas, con nuestro ensimismamiento en la tristeza, delatando nuestra pobre
visión de la vida y mostrándonos el gran horizonte de Dios desde donde podemos
comprender el sentido y el valor de todas las cosas. Cristo resucitado se hunde en
nuestro corazón y desata una gran batalla interior entre la vida y la muerte, entre la
esperanza y la desesperación, entre la resignación y la consolación.
San Gregorio Nacianceno, predicando en un día como hoy decía: “Ha aparecido otra
generación, otra vida, otra manera de vivir, un cambio en nuestra misma naturaleza”.
¡Esa es hoy nuestra seguridad!”
P. Fidel Oñoro C., cjm
Centro Bíblico del CELAM
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