LOS DERECHOS HUMANOS EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA

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LOS DERECHOS HUMANOS EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL
ESTADO PLURINACIONAL DE BOLIVIA
Ponencia de Rolando Villena Villegas, Defensor del Pueblo
Quito, 26 de Junio de 2013
La corriente positivista concibe a la Constitución Política como un pacto
supremo de paz que regula las relaciones entre la sociedad y el Estado,
a través de principios, mecanismos e instrumentos normativos, jurídicos
y políticos con el fin de alcanzar, sostener y reproducir la armonía y el
equilibrio entre los miembros de una comunidad organizada,
estableciendo límites y control al ejercicio del poder y al mismo tiempo
formulando derechos y deberes comunes, en un marco histórico e
ideológico determinado. A partir de esa definición, entendemos que el
contenido, principios y orientación de la Constitución deben interpretarse
desde la comprensión de los valores morales comunes a una sociedad,
las ideologías dominantes y el equilibrio de las fuerzas políticas, en un
determinado contexto histórico.
En el caso boliviano, y luego de una crisis estatal profunda,
caracterizada por una pérdida sistemática y progresiva de legitimidad de
los actores hegemónicos, era ya evidente que la orientación
constitucional de entonces no respondía a las nuevas realidades
históricas y por el contrario aportaba a la profundización de las tensiones
que generaban los nuevos actores políticos en emergencia.
En la década de 1990 se produjo en Bolivia la primera gran movilización
social que demandaba reconstituir este pacto cohesionador, a través de
la marcha de los pueblos indígenas de las llamadas tierras bajas,
curiosamente minoritarios en número, invisibilizados, dispersos y
fuertemente afectados por la cultura colonial y republicana. La
denominada “marcha por la vida y la dignidad” tuvo un fuerte impacto en
la percepción pública, especialmente de las clases medias urbanas, e
impulsó las últimas reacciones de los grupos de poder que a través de
una serie de reformas constitucionales intentaron sostener el modelo de
país, impuesto desde los años 50.
Estas medidas reformistas
endógenas, solo reajustaron mecanismos de participación y vigilancia,
manteniendo intactos los esquemas de poder y asegurando su
reproducción.
Es curiosamente en este proceso que se crea
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formalmente la Defensoría del Pueblo, que sigue el modelo clásico del
Ombudsman nórdico.
Paralelamente a esta movilización, se multiplicaban en Bolivia nuevos
escenarios reivindicatorios de grupos organizados pero todavía
dispersos entre sí que demandaban, además del reconocimiento de
derechos, un conjunto de verdaderos cambios en la relación Estado –
sociedad que el sistema político y el ordenamiento jurídico ya no
alcanzaban a responder.
Es a partir del 2007, con la convocatoria a una Asamblea Constituyente
que el proceso alcanza una etapa superior y aunque el evento no pudo
realizarse según fue planificado y el texto final surgió como
consecuencia de pactos y acuerdos entre las fuerzas políticas en
disputa, logró abrir los suficientes espacios a los movimientos sociales
para que se introdujeran un gran conjunto de derechos, lo que al final le
dio una de sus características más importantes: su orientación garantista
más allá de cualquier ejemplo anterior y por encima de la mayoría de los
textos constitucionales de la región. Más de 250 artículos se refieren a
derechos reconocidos, se incluye el concepto de derechos colectivos y
se los definen como inviolables, universales, interdependientes e
indivisibles y progresivos.
Jerarquía normativa
La Constitución de 2004, consagraba una primacía implícita sobre los
tratados internacionales al señalar que: “La Constitución Política del
Estado es la ley suprema del ordenamiento jurídico nacional. Los
tribunales, jueces y autoridades la aplicarán con preferencia a las leyes,
y éstas con preferencia a cualesquiera otras resoluciones. Así, se
entendía además que los tratados estaban por debajo de la Constitución
al ser aprobados mediante leyes”.
Por su parte, la Constitución del año 2009, incorpora un artículo que, en
una primera parte señala que “La Constitución es la norma suprema del
ordenamiento jurídico boliviano y goza de primacía frente a cualquier
otra disposición normativa”. A partir de este principio se infiere que, a
nivel general seguimos con la lógica de la anterior Carta Magna.
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Sin embargo, la citada disposición a continuación indica “El bloque de
constitucionalidad está integrado por los Tratados y Convenios
internacionales en materia de Derechos Humanos y las normas de
Derecho Comunitario, ratificados por el país”, lo que introduce una
excepción a la regla, mediante la cual no todas las disposiciones serán
infraconstitucionales; sino que existirán otras que tiene rango
constitucional.
Posteriormente, determina el mencionado precepto que “La aplicación
de las normas jurídicas se regirá por la siguiente jerarquía, de acuerdo a
las competencias de las entidades territoriales:
1. Constitución Política del Estado
2. Los tratados internacionales
3. Las leyes nacionales, los estatutos autonómicos, las cartas
orgánicas y
1. el resto de legislación departamental, municipal e indígena
4. Los decretos, reglamentos y demás resoluciones emanadas de los
2. órganos ejecutivos correspondientes.
A partir de esto, entenderíamos que el rango de los tratados en general
es supralegal, aunque sean aprobados mediante leyes del Estado.
Finalmente, el artículo 13 de la Constitución boliviana determina que
“Los tratados y convenios internacionales ratificados por la Asamblea
Legislativa Plurinacional, que reconocen los derechos humanos y que
prohíben su limitación en los Estados de Excepción, prevalecen en el
orden interno. “Los derechos y deberes consagrados en esta
Constitución se interpretarán de conformidad con los Tratados
internacionales de derechos humanos ratificados por Bolivia”.
Nuevamente con esta definición, inferimos un rango supra
constitucional.
Por lo tanto, en una interpretación amplia, podemos aseverar que los
tratados de derecho internacional de los derechos humanos y los de
derecho comunitario, forman parte de nuestra Constitución boliviana y
tiene aplicación preferente a cualquiera de sus disposiciones.
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Los derechos humanos en el texto constitucional
La nueva Constitución desarrolla de manera suficiente derechos
humanos tanto individuales así como colectivos, sin embargo es
evidente que se jerarquiza los derechos colectivos, estableciendo
mayores garantías para su implementación.
Entre los derechos fundamentales expresamente reconocidos tenemos
los civiles, políticos, los de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, los sociales, económicos (donde se encuentra el derecho
al medio ambiente saludable, protegido y equilibrado), a la salud y
seguridad social, al trabajo y al empleo, a la propiedad. También se
hace mención expresa a los derechos de la niñez, adolescencia y
juventud, las personas adultas mayores, de las personas con
discapacidad, de las privadas de libertad, de las usuarias y usuarios, de
las consumidoras y consumidores y otros sujetos colectivos.
La educación está concebida como intercultural y están desarrollados
los derechos culturales. Se tiene una sección dedicada a ciencia,
tecnología e investigación y un capítulo sobre comunicación social,
ámbitos que no formaban parte del anterior texto constitucional.
La Constitución establece claramente la relación jurídica entre la
población y el Estado; la primera está definida como sujeto activo titular
del derecho, mientras que el segundo es el sujeto pasivo que debe
cumplir un deber u obligación; en algunas ocasiones la formulación del
deber jurídico es genérica, en tanto que en otras disposiciones se
encuentra más desarrollada.
Sin embargo, los derechos no quedan como simple declaración: para
que se cumplan indefectiblemente, la Constitución otorga recursos
constitucionales. Entre las garantías tenemos las jurisdiccionales, las
acciones de defensa, entre las que se encuentran la acción de libertad,
la acción de amparo constitucional, la acción de inconstitucionalidad así
como las acciones de protección de privacidad, acción de cumplimiento
y la acción popular.
Se establece los estados de excepción y se define la ciudadanía. Como
se puede ver, la parte declarativa de la Constitución forma parte del
constitucionalismo más evolucionado, de las grandes tradiciones
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liberales, incluyendo el avance del liberalismo comunitario, de las
tradiciones sociales, incluyendo todas las conquistas de las clases,
sectores y estratos sociales.
Con relación al Órgano Judicial, se proyecta un sistema de pluralismo
jurídico al reconocer al sistema jurídico indígena con el límite del respeto
a la Constitución, las leyes y los derechos humanos. Los motivos que
orientan esta definición se refieren a la diversidad cultural que
caracteriza a la población boliviana y a la concreción de la
plurinacionalidad en la estructura jurisdiccional.
En la nueva Constitución, se asigna a la justicia comunitaria el valor de
sistema jurídico bajo el razonamiento de que cuenta con normas y
procedimientos propios (derecho consuetudinario), además de dotarse
de autoridades a las que se reconoce competencia (legitimidad) para
administrar justicia.
Derechos de los pueblos indígenas y pluralismo
Uno de los aspectos nodales del nuevo modelo constitucional boliviano
es la pluralidad, es decir la aceptación e implementación de un sistema
por el que se acepta la diversidad política, religiosa, económica, cultural,
o cualquier otra y que se expresa y positiviza en el pluralismo político, o
sea la participación de toda la diversidad de organizaciones de
representación popular; el pluralismo económico, es decir la diversidad
de formas de propiedad y formas de organización económica del
Estado; el pluralismo jurídico, que señala que el Estado no es el único
centro productor de normas jurídicas sino también lo son las naciones
indígena originaria campesina; el pluralismo cultural que admite y valora
los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos,
que caracterizan a una sociedad y el pluralismo lingüístico que reconoce
como idiomas oficiales a 36 lengua.
La pluralidad tiene que ver precisamente con el eje articulador y central
del texto constitucional que es a su vez la base y sustancia de la nueva
Constitución es que redefine la naturaleza del Estado transformando la
antigua República que rigió desde la independencia en 1825 en un
Estado Plurinacional Comunitario, que reconoce la existencia de varias
naciones articuladas sobre su identidad cultural.
Este carácter
plurinacional implica el reconocimiento de naciones y pueblos indígenas
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en condición de sujetos colectivos, consiguientemente, supone el
reconocimiento de derechos colectivos reafirmando su condición de
colectividades, lo que les otorga derechos colectivos territoriales,
culturales y de libre determinación.
Los pueblos (naciones) indígenas en la constitución se plantean más
allá de su definición como sujetos políticos y adquieren una dimensión
cultural de los saberes y de cosmovisiones integrales que incluyen o
subyacen modelos alternativos de desarrollo. Desde esa perspectiva, el
espíritu de la Constitución incorpora en un solo principio los
componentes antropológicos, históricos y políticos de los grupos
indígenas y su relación consustancial con el medio ambiente, alrededor
de los derechos, que son la argamasa teórica que le da sentido a esta
nueva visión integral y trasciende incluso a los propios lineamientos que
protegían a los indígenas en el Convenio 169 de la OIT que hasta ahora
sigue siendo el máximo referente de estas poblaciones en el mundo.
En la nueva Constitución Política del Estado, se considera “nación y
pueblo indígena originario campesino toda la colectividad humana que
comparta identidad cultural, idioma, tradición histórica, instituciones,
territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es anterior a la invasión
colonial española” y les reconoce derechos que en el antiguo modelo
republicano eran impensables:
1. A existir libremente.
2. A su identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades,
prácticas y costumbres,
1. y a su propia cosmovisión.
2. A que la identidad cultural de cada uno de sus miembros, si así lo
desea, se inscriba junto a la ciudadanía boliviana en su cédula
de identidad, pasaporte u otros documentos de identificación con
validez legal.
3. A la libre determinación y territorialidad.
4. A que sus instituciones sean parte de la estructura general del
Estado.
5. A la titulación colectiva de tierras y territorios.
6. A la protección de sus lugares sagrados.
7. A crear y administrar sistemas, medios y redes de comunicación
propios.
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8. A que sus saberes y conocimientos tradicionales, su medicina
tradicional, sus idiomas, sus rituales y sus símbolos y
vestimentas sean valorados, respetados y promocionados.
9. A vivir en un medio ambiente sano, con manejo y aprovechamiento
adecuado de los ecosistemas.
10. A la propiedad intelectual colectiva de sus saberes, ciencias y
conocimientos, así como a su valoración, uso, promoción y
desarrollo.
11. A una educación intracultural, intercultural y plurilingüe en todo
el sistema educativo.
12. Al sistema de salud universal y gratuito que respete su
cosmovisión y prácticas tradicionales.
13. Al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos
acorde a su cosmovisión.
14. A ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en
particular a través de sus instituciones, cada vez que se prevean
medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles.
En este marco, se respetará y garantizará el derecho a la
consulta previa obligatoria, realizada por el Estado, de buena fe
y concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales
no renovables en el territorio que habitan.
15. A la participación en los beneficios de la explotación de los
recursos naturales en sus territorios.
16. A la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y
aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables
existentes en su territorio.
17. A la participación en los órganos e instituciones del Estado
La nueva Constitución boliviana señala el derecho de los pueblos y
naciones al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos, y
a que sus instituciones sean parte de la estructura general del Estado.
La presencia indígena entonces, se encuentra de manera transversal en
todo el texto constitucional, desde los principios ético morales que
agregan un valor especial a todo lenguaje de derechos, hasta su
presencia en la estructura estatal. El lenguaje plural de los derechos de
los pueblos indígenas visibiliza una especie de número abierto de
derechos, es decir de derechos en devenir, de por venir, derivados de
sus matrices civilizatorias, de sus culturas y de sus formas específicas
(en cada caso) de organización social, política, jurídica y económica,
derechos de su relación con la tierra, la territorialidad y los recursos.
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El derecho al
constitucionales
agua
como
ejemplo
de
nuevos
derechos
En la cosmovisión de las naciones y pueblos indígenas, el agua está
ligada a la visión sagrada de la “madre tierra” y por ello se la considera
como un ser vivo merecedor de cuidado y respeto, omnipotente, creador
y transformador, presupuesto de base de la reciprocidad y la
complementariedad entre la naturaleza y la sociedad humana además
de ser una expresión de flexibilidad y adaptabilidad.
La comunidad internacional ha reconocido la importancia de la
problemática del agua como un asunto de interés mundial y en ese
entendido ha incorporado esta temática en la estructura normativa del
derecho internacional de los derechos humanos. Por su parte, diversos
países incorporaron en sus constituciones el derecho al agua, las
responsabilidades del Estado para garantizar el acceso para todos de
este recurso y la regulación del saneamiento.
Bolivia ha reconocido que el agua no es tan sólo un servicio o un bien de
dominio público; sino que constituye un Derecho Humano. De esta
manera se lo incorpora en su Constitución Política, como parte de los
derechos fundamentales, dejando que el marco normativo legal se
desarrolle dicho precepto bajo el principio que “este derecho está
reconocido y garantizado por el Estado y en la medida en que es un
elemento básico para ejercer el derecho a la salud y para proporcionar
un nivel adecuado de vida para todos los individuos de un Estado Social
y Democrático de Derecho, garantizando así su subsistencia en
condiciones dignas, exige de una protección inmediata de parte de los
gobiernos y de los particulares, quienes deben organizar esfuerzos que
confluyan en la satisfacción de esta necesidad básica para todos y cada
uno de los habitantes de nuestro país”.
En términos generales claramente la Constitución Política actual ha
ampliado notablemente la cantidad de derechos humanos aunque es
evidente que no existe una línea conductora en relación a la visión
ideológica y filosófica que la determine, lo que en muchos casos está
generando problemas al momento de interpretarlos o de concretarlos en
leyes o decretos. Probablemente los aspectos más destacados tienen
que ver con la inclusión de los de los derechos indígenas y el principio
colectivo de los derechos, sin embargo, el reconocimiento claro de los
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derechos fundamentales así como la adscripción a los principios del
derechos internacional de los derechos humanos, la convierten en uno
de los instrumentos de normativa suprema más avanzados de la región
y por mucho, el más importante en esta materia que se haya dictado en
la historia de nuestro país.
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