CAPÍTULO 9 DOLOR OCULAR Y PERIOCULAR Dres. L. Santé Serna, A. Gironés Muriel, P. Zaragoza Casares Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Hospital Clínico y Universitario de San Carlos. Madrid. Kent Ophthalmic Hospital. Maidstone Kent. Reino Unido. La importancia del ojo y su función visual hace que cualquier dolor que aparezca en este órgano sensorial provoque una situación de alarma, asociado con ansiedad por miedo a la ceguera. Esto implica la necesidad de una rápida atención médica para llegar al desahogo y tranquilidad del paciente, previniendo una posible pérdida de la visión provocada por ciertas enfermedades, en las cuales el riesgo de ésta está directamente relacionado con la duración del ataque, y para diagnosticar gran cantidad de situaciones donde el dolor facial y/o ocular no están potencialmente relacionado con una afección de este órgano sensorial. El dolor en la región ocular o periocular puede provenir de una enfermedad del globo ocular, dolor primario, o ser un dolor referido. Éste puede tener su origen en diferentes estructuras y causas: senos paranasales, cavidad bucal..., ser de origen vascular (migrañas, arteritis de la arteria temporal, …), de origen nervioso (neuralgia del trigémino, neuralgia postherpética, cefaleas, …), origen tumoral, infeccioso o inflamatorio, etc. Para valorar bien el origen de éste, es importante tener presente la inervación del globo ocular y sus estructuras adyacentes (ver capítulos 3 y 5). SÍNTOMAS Y SIGNOS DEL DOLOR OCULAR Y PERIOCULAR La descripción de las características del dolor (localización, intensidad, irradiación, temporalidad, …) por parte del paciente, suele ser muy gráfica y descriptiva, puesto que ocupa su atención desde su aparición. A veces estos datos son confusos o erróneos, así como la aparición de otros signos o síntomas asociados al dolor como náuseas, vómitos, fotofobia, lagrimeo, algunas veces febrícula, …, que hace necesario por parte del médico un correcto examen del paciente. DOLOR SUPERFICIAL Se caracteriza por un dolor punzante, penetrante y de aparición brusca. La fotofobia, lagrimeo, hiperemia conjuntival y blefaroespasmo son signos que acompañan, frecuentemente, al dolor. Suele ser producido por un estímulo externo (cuerpo extraño), el cual, si persiste, puede llegar a producir edema palpebral, quemosis conjuntival y rinorrea. El dolor es producido por la interrupción de la superficie epitelial de la córnea o por una acción mecánica traumática que agrede al epitelio. Se estimulan las terminaciones nerviosas que llegan a la córnea (rama oftálmica del trigémino), las cuales inducen lagrimeo y blefaroespasmo (arco reflejo protector). La exploración cuidadosa del globo ocular pone de manifiesto su causa; la mayoría de las veces se trata de un cuerpo extraño, aunque también puede ser debida a enfermedades de la propia córnea como queratitis ulcerativas, queratitis bullosa, queratitis actínica, … Se impone que esta exploración sea meticulosa. Se valorará la superficie ocular anterior con L de H y colorantes vitales, recordando que algunas veces hay que buscar el cuerpo extraño en la cara interna del párpado superior, donde está enclavado. 90 DOLOR PROFUNDO Es un dolor ocular punzante, profundo e intenso que se origina en el tracto uveal anterior. El dolor, que se origina por la dilatación o contracción del iris, entre otras causas, puede ser el síntoma resultante de un aumento agudo de la presión intraocular (glaucoma agudo) o de la inflamación en el tracto uveal anterior 9. Dolor ocular y periocular náuseas, vómitos, febrícula, postración, que pueden ocultar el asiento de la lesión y el consiguiente daño ocular; todo ello causado por la estimulación vagal. Insistimos, que el dolor profundo ocular refleja una patología que requiere una pronta atención para prevenir la pérdida de visión. DOLOR POR EXCESO DE ILUMINACIÓN EN LA RETINA En los traumatismos palpebrales es importante tratar el dolor profundo previa a la reparación quirúrgica. (iritis, iridociclitis y ciclitis) en algunos casos con afectación de los músculos intraoculares. La fotofobia suele ser un signo acompañante, especialmente en la uveítis. Existen signos o síntomas sistémicos como cefalea intensa, La respuesta ocular a la luz puede dividirse en deslumbramiento o fotofobia, siendo ésta claramente patológica. Ocurre cuando el reflejo fotomotor desencadena una contracción irídea (miosis) que no es suficiente para disminuir el efecto de la luz sobre la retina. El deslumbramiento es el malestar ocular producido por una luz fuerte y violenta al ser el reflejo de miosis, insuficiente o inadecuado. La fotofobia es el «miedo a la luz», después de una iluminación excesiva de la retina, aunque hay fotofobias idiopáticas crónicas. Ambos síntomas, el deslumbramiento y la fotofobia, se acompañan de dolor que disminuye al retirar el foco luminoso. Puede observarse en procesos inflamatorios, alteración del reflejo pupilar, enfermedades retinianas y en procesos de origen central, así como en exploraciones y tratamientos oftalmológicos en los que sea necesario el empleo de colirios dilatadores/ciclopléjicos. DOLOR ASOCIADO AL MOVIMIENTO OCULAR Las heridas del globo son subsidiarias de un tratamiento intenso con analgésicos. Hay variadas patologías oculares donde el dolor se asocia a la motilidad ocular. — Neuritis óptica, en la que un 80% de los pacientes refieren que se intensifica el dolor con los movimientos del globo. Es muy típica en el comienzo de las tóxicas, concretamente en las producidas por la nicotina/alcohol. 9. Dolor ocular y periocular 91 — En la afectación de los pares craneales III, IV y VI, bien por enfermedades locales como: aneurismas de la arteria comunicante posterior, enfermedades inflamatorias o tumorales, o por patologías sistémicas como la diabetes, donde se relaciona el dolor ocular con el movimiento de los globos. — En las escleritis anteriores y posteriores (metabólicas, autoinmunes, etc.). DOLOR POR EL EMPLEO DEL SENTIDO DE LA VISTA El uso continuado de la vista («ojo tenso») y particularmente en el caso de que existan defectos de refracción, pueden provocar además de lagrimeo, escozor, etc., síndromes dolorosos, especialmente dolor de cabeza vespertino, fatiga e incluso pérdida de visión momentánea. Tareas visuales que requieran movimientos oculares y acomodación realizada por los músculos intraoculares y extraoculares, pueden provocar también el síndrome doloroso ocular. DOLOR REFERIDO Existe un conjunto amplio de patologías (vasculares, neurológicas, inflamatorias, …) que pueden provocar un dolor referido en región ocular y/o periocular; dolor de características y localización poco definidas en la mayoría de los casos. Cefaleas: el dolor de cabeza es una queja muy común y la asociación con dolor en la región ocular o periocular no es infrecuente. Muchas causas de dolor de cabeza dan, además, síntomas oculares (arteritis de células gigantes con neuropatía óptica isquémica, migraña con escotomas, hipertensión intracraneal con o sin papiledema, …). La migraña es una patología asociada frecuentemente a síntomas visuales. Así la cefalea en algunos casos va precedida de auras que suelen ser visuales entre las El dolor producido en una dacriocistitis aguda supurada se extiende por la hemicara del mismo lado. que citamos desde diplopías hasta pérdida de visión central, desde escotomas centelleantes hasta cuadrantopsias y hemianopsias momentáneas que, afortunadamente, son transitorias. Neuralgia postherpética: producida por las lesiones residuales de una primoinfección de Dacrioadenitis drenada quirúrgicamente, preparando al paciente con un tratamiento farmacológico para el control del dolor. 92 etiología vírica y que provoca dolor intenso en la zona, así como alteraciones de la sensibilidad como disestesias y alodinias. La neuralgia postherpética afecta más a menudo a la rama oftálmica del nervio trigémino, provocando dolor unilateral que habitualmente se describe como «quemante», con sensación de «acorchamiento». Neuralgia del trigémino: neuralgia que puede afectar a las tres ramas del V par, que produce dolores paroxísticos, de crisis breves y dolor intenso. Su etiología suele ser idiopática. TRATAMIENTO DEL DOLOR OCULAR Y PERIOCULAR ANESTÉSICOS TÓPICOS La instilación de 1 ó 2 gotas de una solución de anestésico tópico (Tetracaína 0,5-1%) anestesia, inmediatamente, la superficie del globo ocular, provocando un gran alivio. Se debe usar para permitir un correcto examen del globo ocular; nunca debe prescribirse su empleo de forma constante por parte del paciente, puesto que tales agentes son tóxicos para el epitelio corneal cuando es usado con frecuencia. Recordemos que cualquier dosis de anestésico, derivado de la cocaína, y aplicado en gotas sobre la superficie ocular, anestesia con mayor rapidez y profundidad si se establece una periodicidad, que puede ser de 15 segundos entre gota y gota, que si se aplican varias gotas de una sola vez («No es la cantidad sino las veces» Prof. Pérez Llorca). OCLUSIÓN OCULAR Las pérdidas del epitelio corneal se reparan mediante el crecimiento y posterior deslizamiento de las células epiteliales desde la periferia de esta pérdida y por la división celular de las células adyacentes; esta reparación se efectúa en pocas horas. Para esto es imprescindible evitar el parpadeo que demora, por acción 9. Dolor ocular y periocular directa, la cicatrización del epitelio corneal. El propósito principal del «parche ocular» es inmovilizar los párpados, evitando el parpadeo. Además es aconsejable el descanso visual, puesto que el globo cubierto sigue los movimientos del ojo que no ha sido ocluido. El parpadeo puede aumentar la temperatura local de la córnea y de la mucosa siendo aquélla un factor de riesgo que favorece el crecimiento bacteriano; por ello en algunos casos se aconsejan pomadas oftálmicas con antibiótico, sin cortisona. Este es el motivo por el que esté contraindicada la oclusión en casos de úlceras corneales bacterianas y en las conjuntivitis. Recordemos que la oclusión de un globo ocular y sus anejos puede ser simplemente oclusiva o compresiva; en estos casos emplearemos siempre la última para obtener que el paciente mantenga los párpados sin función, cerrados sobre el globo, evitando así sus parpadeos. COLIRIOS CICLOPLÉJICOS O MIDRIÁTICOS Patologías inflamatorias y traumáticas del segmento anterior, frecuentemente, provocan contracciones espásticas del músculo del cuerpo ciliar y del constrictor del iris, produciendo dolor agudo. La pupila se torna miótica y una gran superficie de la cara posterior del iris entra en contacto con la anterior del cristalino donde, merced a la presencia de vertidos inflamatorios exudados de los vasos del iris, dan lugar a la aparición de sinequias posteriores. La instilación de colirios ciclopléjicos con acción parasimpaticolítica producen midriasis y una parálisis de la acomodación, abortando el espasmo y el dolor. Su indicación en pacientes hipermétropes con cámara anterior estrecha será cuidadosamente valorada. La elección del ciclopléjico debe ser hecha según la duración que queramos obtener; así — La atropina (DL-hiosciamina) al 0,5% (formulada mejor como sulfato, por su acción más enérgica y prolongada) se prescribirá en niños mientras que aquélla 9. Dolor ocular y periocular al 1% se empleará en adultos; su acción cicloplégica y midiátrica media se puede calificar como de larga duración, (entre 8-15 días). Una aplicación en éstos de una gota cada 8 horas y en aquellos cada 12, durante 3 días es una dosis razonable. Todos los fármacos antimuscarínicos tienen una acción hipolacrímica importante, debiéndose estimar su aplicación en pacientes con ojo seco. — La homatropina (fármaco semisintético que se logra esterificando el ácido mandélico con tropina). Se formula como bromhidrato de homatropina al 0,5%, 1%, 2%, y tiene una acción parecida a la de la atropina pero menos intensa y duradera (3-6 días). — El ciclopentolato (absolutamente sintético. Se trata de una amina terciaria y es el éster dimetilaminoetílico del ácido hidroxifenilciclopentanoacético empleándose como clorhidrato que es su sal hidrosoluble). Su concentración es al 1%. Con este fármaco aunamos una cicloplegia temporal de un par de horas con una dilatación irídea que puede llegar a las 24; es de acción más fugaz que las dos anteriores y tiene menos efectos secundarios salvo las conocidas reacciones psicóticas producidas por dosis repetidas que ceden a las pocas horas sin ningún tratamiento. — Si se presentaran reacciones alergizantes de contacto con la atropina y la homatropina, se empleará la escopolamina (L-hioscina) al 0,25% de acción intermedia entre las anteriores. A esta concentración la dosis máxima a emplear será una gota cada 12 horas en niños y cada 8 en adultos, pues su acción es más tóxica que la de la atropina. La pupila puede dilatarse fugazmente para exploraciones diagnósticas con el uso de simpaticomiméticos como la tropicamida, pero tales agentes no están indicados para el uso crónico, puesto que no actúan sobre el reflejo de la acomodación y se puede incrementar la respuesta inflamatoria. 93 ANALGÉSICOS El uso de oclusiones oculares y ciclopléjicos combinados, reducen mucho el uso de analgésicos. La utilización de éstos por vía sistémica vendrá determinada por la intensidad del dolor, llegando en algunos casos a la utilización de derivados opiáceos, que como el paracetamol, codeína, metamizol y meperidina son los más utilizados y van citados de menor a mayor eficacia pero de mayor a menor empleo. — Paracetamol (Gelocatil*, Termalgin*, Dolostop*, Melabón Infantil*): La dosis es de 650 mgrs en períodos de 4 ó 6 horas no pasando de 4 grs en adultos. En niños una dosis adecuada será de 325 mgrs cada 6 horas. Si fuera necesaria elevar esta dosis no debemos superar 1,5 grs cada 24 horas. Contraindicaciones: demostrada su hepatotoxicidad. — Codeína (Perduretas de Codeína*): Sulfato de codeína. Dosis máxima diaria en el adulto 120 mgrs repartidos en períodos de 6 horas. En niños la mitad de la dosis. Contraindicaciones: EPOC y en los ataques agudos de asma. En casos de depresión respiratoria se tratará con nalorfina. — Metamizol (Nolotil*): Metamizol magnésico. En el adulto se emplearán preferentemente la vía intramuscular, intravenosa y oral aconsejándose su empleo en supositorios para niños. — Meperidina (Dolantina)*. Dosis oral: 50 a 100 mgrs cada 4 horas. Intramuscular: 25 a 50 mgrs cada 4 horas. Iv lenta: 25 a 50 mgrs cada 4 horas. Contraindicaciones: Las de la morfina. ANESTESIA RETROBULBAR Y AGENTES NEUROLÍTICOS El ojo ciego y doloroso generalmente es tratado de forma quirúrgica mediante la eviscera- 94 Glaucoma de ángulo cerrado postraumático con luxación del cristalino en cámara anterior e importante hipema. ción. En el globo que percibe y proyecta luz o existe alguna posibilidad de recuperación, aunque ésta sea remota, esta práctica está contraindicada; la indicación de realizar una evisceración se hará colegiadamente. El dolor de los ojos ciegos, rojos e hipertensos puede tratarse, también y en primer lugar, mediante inyección retrobulbar de alcohol, de benzocaína o de clorpromazina; esta práctica puede provocar intenso dolor que puede aliviarse mediante infiltración previa con Lidocaína al 2%, 1-2 ml. El nervio óptico resiste a los efectos del alcohol y de los agentes neurolíticos debido al grosor de su vaina. Véase técnica de realización en el apartado: Apéndice. CIRUGÍA Ésta puede jugar un papel importante en el tratamiento del dolor oftálmico. — Tarsorrafia para el dolor corneal que no responde a otras terapias; puede hacerse necesario para proteger y facilitar el reepitelizado del epitelio corneal. La tarsorrafia puede ser fisiológica o anatómica no estando indicado en estos casos las técnicas que emplean el aumento del peso del párpado superior. 9. Dolor ocular y periocular — Trasplante corneal o queratoplastia en procesos corneales irreversibles. Consiste en remplazar la porción de córnea prevista por un injerto procedente de la córnea de un donante, con todas las garantías del estado sanitario de éste. — Iridectomía o iridotomía: En ciertos tipos de glaucoma. Termocoagulación del ganglio de Gasser en afecciones del trigémino como neuralgias rebeldes a tratamiento convencionales o en su defecto la radiocirugía. — Evisceración: En el dolor crónico que acompaña al ojo ciego y rojo. También se puede realizar una inyección retrobulbar de anestésico/alcohol. — Radioterapia: En pacientes con dolor crónico causado por tumores o pseudotumores de la órbita que no han respondido a la terapia convencional, o que no son susceptibles, por diferentes causas, de la exéresis quirúrgicas, la radioterapia puede ser muy útil para aliviar el dolor. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL DOLOR OCULAR Y PERIOCULAR Glaucoma de ángulo cerrado: Patología aguda provocada, entre otras causas, por la imposibilidad de la salida del humor acuoso por el ángulo de una cámara anterior estrecha, potencidad por una midriasis. El cuadro clínico se inicia bruscamente con dolores oculares intensísimos («dolor de clavo»), cefaleas retrobulbares que dejan al enfermo postrado. Se acompaña de náuseas y vómitos. Los trastornos visuales existen con visión borrosa y percepción de halos coloreados. El globo está rojo, la córnea gris y edematosa con pupila dilatada irregularmente, y la PIO muy elevada. El diagnóstico es clínico y confirmado por la toma de la presión intraocular (tonometría) y visualización del ángulo (gonioscopia, cuando el estado de la córnea nos lo permita). El trata- 9. Dolor ocular y periocular miento constituye una urgencia médica. Se disminuirá radicalmente la presión intraocular desplazando líquido del interior del globo y de la órbita al plasma; para ello se emplea un agente osmótico diurético por vía intravenosa como el Manitol* (D-manitol, azúcar de maná que es la forma reducida de la manosa). Una vez que aquélla se encuentre alrededor de los 30 mm de Hg se empezará con las aplicaciones de un colirio de pilocarpina para provocar una miosis, la cual no se logra si el Manitol* no ha reducido la presión intraocular alrededor de los milímetros más arriba deseados pues en caso contrario, el esfínter, inoperante por la presión ocular, no puede contraerse y por ende el ángulo no se abre. La sobrecarga líquida producida en el circuito que corresponde al corazón derecho, se combatirá con Seguril* (furosemida), que provocará una abundante diuresis. Una vez desaparecido el edema corneal, lograda la miosis y normalizada razonablemente la PIO, se debe indicar el tratamiento quirúrgico adecuado que consiste en realizar en el globo afecto y en su adelfo, sendas iridotomías con láser Yag para prevenir recurrencias. Hoy día es raro tener que llegar a la iridectomía quirúrgica, en el quirófano. Glaucoma de ángulo abierto: Surge, entre otras causas, como complicación de la obstrucción crónica para la reabsorción de humor acuoso por la red trabecular. En general, es asintomático y sólo rara vez produce dolor ocular o edema de la córnea. El diagnóstico se realiza mediante tonometría, visualización del ángulo, relación excavación-papila y realización del campo visual, dándonos este último las indicaciones más claras sobre la terapeútica a seguir y el diagnóstico de esta grave enfermedad. El tratamiento es médico-quirúrgico en la mayoría de los casos, empleándose tópicamente betabloqueantes, diuréticos tópicos, etc. Los tratamientos quirúrgicos son las intervenciones fistulizantes (drenaje del humor acuoso al espacio submucoso) y, finalmente, los que persiguen la atrofia del cuerpo ciliar. 95 Glaucoma neovascular: Suele aparecer normalmente en el ojo diabético, en combinación con la retinopatía; también tras la oclusión de los vasos retinianos. Una membrana fibrovascular se desarrolla en el ángulo de la cámara anterior y en la superficie del iris, llegando a cerrar el drenaje de la misma manera que en el glaucoma de ángulo cerrado. Dolor acompañado de vómitos y deshidratación, que son serios problemas en pacientes diabéticos. El tratamiento es médico para descender la PIO y el dolor. Cuidado con la utilización de acetazolamida y productos osmóticos no viables o por lo menos de difícil control en enfermos diabéticos. Quizás, se imponga el tratamiento quirúrgico sobre el médico empleándose la crioterapia externa en el área correspondiente al cuerpo ciliar o la implantación de una válvula de Ahmed. Hemorragia en cámara anterior: Suele ocurrir tras un traumatismo directo en el globo; la mayoría curan espontáneamente, aunque otras pueden comportarse como glaucoma de ángulo cerrado, al llenarse toda la cámara anterior con sangre. El tratamiento es igual a éste, controlando la PIO y el dolor. A veces, requiere tratamiento quirúrgico descompresivo, por paracentesis de la cámara anterior. Uveítis: Los procesos inflamatorios del iris (iritis) y del cuerpo ciliar (ciclitis) se denominan uveítis anterior y puede desencadenar dolor. Las posteriores son indoloras. Desde el punto de vista clínico se caracteriza por descenso de la visión más o menos marcada, fotofobia y dolor. A la exploración el ojo está enrojecido, pero la inyección queda limitada alrededor de la córnea (hiperemia periquerática) y la pupila está en miosis. La palpación del globo es dolorosa. El tratamiento será sintomático y etiológico. Tratamiento sintomático: Con dos finalidades, luchar contra las alteraciones pupilares y contra la inflamación. Midriáticos y antinflamatorios inmunosupresores tópicos o en inyección periocular. 96 9. Dolor ocular y periocular Técnica del bloqueo del gánglio esfenopalatino. Enfermedades corneales: La córnea es la principal superficie de refracción del ojo y es vulnerable a los riesgos ambientales (traumatismos, radiaciones, …) infecciónes (bacterias, hongos, ...) e inflamatorios. Cualquier interrupción de la continuidad del epitelio corneal produce dolor, lagrimeo y fotofobia. Queratitis actínicas o por ultravioletas: La exposición a rayos de luz cuya longitud de onda se encuentran entre 400 y 185 nm (ultravioleta), hace que sean absorbidos por el epitelio corneal desencadenando la muerte de éste. Los orígenes de estas radiaciones son los arcos de soldadura, reflejo del sol en la nieve o el mar y las lámparas UVA. El inicio de los síntomas aparecen entre las primeras 6-8 horas de exposición, presentando sensación de cuerpo extraño, fotofobia con blefaroespasmo y dolor intenso. La exploración corneal tras la instilación de gotas anestésicas revela un edema corneal difuso. El tratamiento consiste en oclusión compresiva, ciclopléjicos y la administración de analgésicos por vía sistémica. La mejoría y posterior curación que comienza a partir de las 48 horas, se potencia con el empleo de colirios de uvelina «larga manun». Ulceras corneales recidivantes: Episodios recurrente de dolor, lagrimeo o sensación de cuerpo extraño en un ojo, puede sugerir esta patología. La exploración nos enseña erosiones recurrentes, con un origen en una lesión primaria en el tiempo que por un tratamiento insuficiente y/o la deficiente regeneración del epitelio produce este cuadro. Queratopatía bullosa: La cara posterior corneal favorece la desecación de la misma contra la hidratación excesiva por parte de la presión intraocular, gracias a la energía que le prestan las bombas de sodio. Cuando esta capa se altera por diversas causas, ya sea por fallo intrínseco o aumento de la presión intraocular, el líquido se acumula en la córnea, especialmente dentro y debajo de la capa basal del epitelio corneal, provocando ampollas. La ruptura de estas provocan un episodio de intenso dolor y lagrimeo. El tratamiento urgente consiste en oclusión, ciclopléjicos y agentes lubrificantes, siendo la curación lenta. El tratamiento definitivo consiste en disminuir la presión intraocular, aunque ésta sea normal, y reemplazar la córnea mediante queratoplastia. Se ha usado deshidratación crónica de la córnea mediante soluciones hipertónicas salinas con pobres resultados. El vendaje o el uso de lentes de contacto hidrófilas puede dar algún alivio en pacientes no quirúrgicos. Algias: La cefalea en racimos produce signos que agrupados fueron denominados de diferentes 9. Dolor ocular y periocular 97 Basalioma terebrante periorbitario. Importantes algias tratadas con analgésicos e inyecciones de alcohol, antes de la cirugía Algias en reconstrucción orbitaria que ha interesado la fosa temporal. formas y así tenemos el síndrome de Sluder o neuralgia del esfenopalatino que afecta dolorosamente al área periocular, también conocida como neuralgia de Rollet, la cefalea histamínica de Horton,... Estas algias vasculares de la cara tienen su principal exponente en la cefalea en racimos o neuralgia migrañosa que puede ser aguda o crónica. Su etiopatogenia no está clara ya que no se conocen los mecanismos de la cefalea en racimos. Cursa con un dolor importante, penetrante que en algunos casos se puede confundir con el que acompaña al «dolor en clavo» del glaucoma del ángulo cerrado. El paciente tiene áureas que le provocan un gran desasosiego y temor previniendo la llegada del ataque. Parece que el único factor conocido que las desencadena son las bebidas alcohólicas y también está claro que coadyuvan las alteraciones emocionales en pacientes hipotensos arteriales. La sintomatología ocular con la que cursan es la epífora del globo del lado afecto, inyectándose la mucosa bulbar. Es muy típica la presencia, la mayoría de las veces, de un síndrome de Hor- ner con una importante blefaroptosis en el lado afecto. Ante la presencia de esta epífora existe una rinorrea importante. Un tratamiento eficaz consiste en colocar, como se ve en la figura, un hisopo empapado en unas gotas del colirio anestésico doble en la pared posterior de la nasofaringe, lo cual se hace por vía nasal. Con este proceder se anestesia el ganglio esfenopalatino procurando al paciente un alivio casi inmediato y eficaz. Síndromes de Oftalmoplejía dolorosa: Afectación del III par: Las patologías que se asocian a alteraciones del tercer par con dolor HIV positivo. Importante absceso palpebral que ha de ser drenado por las molestias que produce; los analgésicos fueron inoperantes en este caso. 98 son el aneurisma de la arteria comunicante posterior y la diabetes. El primero produce intenso y agudo dolor referido en el ojo. La pupila generalmente está dilatada; así, la presencia de dolor importante, midriasis, alteración oculomotora del globo requiere un diagnóstico diferencial con una rotura aneurismática de la comunicante posterior. La afectación de este III par y menos frecuentemente del VI y IV ocurre en diabéticos, asociándose dolor y afectación oculomotora; debiéndo considerarse el diagnóstico diferencial con una aneurisma intracraneal. Afectación de múltiples pares craneales: El recorrido anatómico de los pares craneals III, IV y VI y la rama oftálmica del V, convergen en el ápex orbitario. Éste está limitado por la hendidura esfenoidal y el seno cavernoso. Tumores, inflamación y lesiones vasculares en esta región anatómica puede provocar dolor, alteraciones oculomotoras y ceguera. Síndrome del ápex orbitario: Las enfermedades inflamatorias localizadas en el vértice de la órbita producen el llamado síndrome del ápex orbitario, en el cual se puede afectar la rama frontal o nasociliar del trigémino o ambas, provocando dolor referido hacia la cara o el ojo. La distensión o la inflamación de la vaina del nervio óptico puede dar también dolor y pérdida de visión. La inflamación puede inhibir los potenciales de acción de los nervios III y VI y Dolor incoercible en una panoftalmía. 9. Dolor ocular y periocular ocasionalmente el IV provocando oftalmoplejía. Así pues, se produce este síndrome cuando confluyan la pérdida sensorial unilateral, dolor y oftalmoplejía. Síndrome de Tolosa-Hunt: Se trata de una granulomatosis idiopática con afectación del seno cavernoso o la hendidura esfenoidal que provoca alteración de los pares III, IV, V y VI. Se presenta oftalmoplejía que dura días o semanas con cuadros recidivantes, asociado a dolor localizado detrás del ojo que coincide o se presenta días antes de la afectación de los pares. Responde a corticoides sistémicos. Síndrome paraselar: Las lesiones que afectan al seno cavernosos, desplazándose en dirección a la silla turca, que se acompañan de dolor, oftalmoplegia y pérdida sensorial trigeminal, incluyen en su etiología adenomas hipofisarios, aneurismas intracavitarios y carcinomas nasofaríngeos. La trombosis del seno cavernoso puede dar una clínica similar. Enfermedades Orbitarias dolorosas: Pseudotumor orbitario: Aparece dolor, edema palpebral, blefaroptosis y diplopía, simulando un tumor intraorbitario. Las lesiones responden a corticoides sistémicos, aunque a veces es necesaria la radioterapia. Tumor orbitario: Tanto los tumores primarios como los secundarios, suelen ser indoloros. La principal excepción son los tumores de la glándula lacrimal, adenocarcinomas císticos. El dolor es causado por la invasión perineural del tumor. Hemorragia aguda orbitaria: La principal causa suele ser por traumatismos; cuando estas son espontáneas puede ser producido por hipertensión, arterioesclerosis, anomalías venosas, discrasias sanguíneas, anemias, o durante el parto. Clínicamente se asocian con dolor repentino, blefaroptosis, vómitos y naúseas. Celulitis orbitaria: Suele ser secundaria a sinusitis contiguas. Proptosis, dolor, hiperemia y oftalmoplegia son diagnosticados junto a la infección del seno. El tratamiento es, fundamentalmente, antibioterápicos en niños y, en 9. Dolor ocular y periocular adultos, drenaje quirúrgico del absceso, previa antibioterapia. Enfermedades de los párpados: Son causa de dolor los tumores de estirpe epiterial así como la inflamación de la glándula de Meibomio (chalazión) o de los folículos pilosos o glándulas sebáceas. Determinadas blefaritis al producir erosión corneal por frote pueden dar la sensación de cuerpo extraño. 99 BIBLIOGRAFÍA — Kanski JJ. Oftalmología Clínica. Doyma, Barcelona 1985. — Pastor JC. Protocolos de urgencias en Oftalmología. Ed. Universidad de Valladolid 1995. — Bonica JJ. The Management of Pain. Lea & Febiger, Philadelphia 1990. — Mahan PE. Facial Pain. Lea & Fabiger N. York 1991.