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Fiscalidad
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El poder tributario
de las Haciendas Locales
Estrategia Financiera
Nº 278 • Diciembre 2010
[ www.estrategiafinanciera.es ]
Tras la última reforma operada en la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades
Autónomas, los límites respecto a la capacidad normativa en materia fiscal de las Haciendas
Públicas se ha redefinido. Analizamos sus implicaciones y las relaciones entre los tres niveles
de nuestro sistema tributario: estatal, autonómico y local
Juan Carpizo Bergareche
Subdirector General de Tributos Locales
A
ctualmente, en España, existen tres espacios fiscales desde el punto de vista
del sujeto activo en la relación jurídica
tributaria con los contribuyentes: el Estado, las Comunidades Autónomas y las Haciendas Locales. A
lo largo del presente artículo analizaremos las relaciones competenciales entre el legislador estatal
y autonómico en materia de Haciendas Locales. Por
tanto, delimitaremos las reglas de juego entre los tres
niveles para poder establecer y exigir tributos aunque, como veremos, el legislador Estatal, en materia
tributaria, goza de ciertas prerrogativas.
Este análisis se sustenta en tres apartados: las
relaciones entre el legislador estatal y las Haciendas
Locales, siempre desde el ámbito tributario, en relación con esta materia; analizaremos a continuación
el ámbito material de las denominadas ordenanzas
fiscales; y, por último, las relaciones entre el legislador autonómico y las Haciendas Locales también
desde el punto de vista tributario.
EL LEGISLADOR ESTATAL Y LAS HACIENDAS
LOCALES
La Constitución Española, en su artículo 133, señala que “la potestad originaria para establecer tributos corresponde exclusivamente al Estado, mediante
ley.” En su apartado segundo, añade: “Las Comunidades Autónomas y las Corporaciones Locales podrán
establecer y exigir tributos, de acuerdo con la Constitución y las leyes.” Por tanto, la potestad originaria
para establecer y exigir tributos es única y reside en
el Estado, la cual deberá ejercer a través de una ley.
De este precepto debemos partir para poder afirmar
que el poder tributario originario reside en el Estado,
mientras que el poder tributario del que disponen las
Comunidades Autónomas y las Corporaciones Locales tiene carácter de derivado. Para poder completar
este sistema tributario, no podemos olvidar el artículo 142 de la Constitución Española, donde se establece que “las Haciendas Locales deberán disponer
de los medios suficientes para el desempeño de las
funciones que la ley atribuye a las Corporaciones respectivas y se nutrirán fundamentalmente de tributos propios y de participación en los del Estado y de
las Comunidades Autónomas.” Por tanto, además de
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permitir a las Corporaciones Locales, el disponer de
sus tributos propios previa regulación por parte del
legislador estatal, también se admite la posibilidad de
participar por parte de éstas en tributos estatales e,
incluso, autonómicos.
Un primer aspecto a resaltar consiste en que
el nivel de las Haciendas Autonómicas y Locales en
relación al Estado en principio es similar respecto
al mismo, aunque, como sabemos, las Comunidades Autónomas tienen un sistema tributario propio
basado en una Ley Orgánica, la conocida como Ley
Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, Ley Orgánica 8/1980, de 22 de septiembre, recientemente modificada por la Ley Orgánica
3/2009, de 18 de diciembre.
Otro aspecto a resaltar consiste en que las entidades locales pueden tanto establecer tributos según la normativa estatal, como exigirlos. El exigirlos
debemos interpretarlo como la facultad para poder
aplicar sus tributos, esto es, ejercer las funciones
propias de la aplicación de los mismos, la gestión,
la inspección y la recaudación. No obstante, resulta
fundamental a estos efectos las diferentes fórmulas
de colaboración existentes para aplicar los tributos
Ficha Técnica
Carpizo Bergareche, Juan.
El poder tributario de las Haciendas Locales
Fuente: Estrategia Financiera, nº 278. Diciembre 2010.
Resumen: Nuestro sistema tributario actualmente se sustenta en tres niveles, estatal, autonómico y local. Resulta fundamental el tratar de delimitar
la capacidad normativa de cada uno de ellos en materia fiscal para que el
sistema funcione en su conjunto y evitar así problemas de sobreimposición.
Este artículo se centra en las Haciendas Locales y su capacidad normativa en
relación a sus tributos, que, aunque revistiendo carácter derivado, sí que en
determinados supuestos disponen de mecanismos para regular sus tributos
dentro de los márgenes legales y de acuerdo con el principio de autonomía
financiera. Además, tras la última reforma operada en la Ley Orgánica de
Financiación de las Comunidades Autónomas, los límites respecto a la capacidad normativa en materia fiscal de estás han quedado redefinidos respecto
a los tributos locales, no pudiendo gravar los nuevos tributos autonómicos
hechos imponibles ya gravados por nuestro sistema tributario local.
Descriptores: Fiscalidad, administración local, hecho imponible, materia
imponible.
Autor:
Título:
Estrategia Financiera
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El poder tributario de las Haciendas Locales
Si un ayuntamiento pretende
ejercer su autonomía fiscal en los
impuestos de carácter obligatorio,
deberá elaborar la correspondiente
ordenanza
locales entre las Corporaciones y el Estado y las Comunidades Autónomas.
Continuando con este poder tributario derivado
de las Haciendas Locales, es en el texto refundido de
la Ley Reguladora de las Haciendas Locales, aprobado
por Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo (en
adelante, TRLRHL), donde el legislador estatal ejerce el
poder tributario originario y se regulan, mediante ley
estatal, los diferentes tributos que pueden establecer
y exigir las Haciendas Locales. Las características del
poder tributario local que emanan de este texto legal
son las siguientes:
1) Respecto los impuestos que pueden establecer
y exigir los ayuntamientos, debemos diferenciar
entre aquellos que deben exigir de forma obligatoria -Impuesto sobre Bienes Inmuebles, Impuesto sobre Actividades Económicas e Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica- de aquellos
que tienen carácter potestativo en cuanto a su
establecimiento -el Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras, el Impuesto sobre el
Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana y el Impuesto municipal sobre Gastos
Suntuarios, en su modalidad de aprovechamiento de cotos de caza y pesca-. Esta característica
resulta fundamental, ya que, en el caso de los
impuestos obligatorios, no será necesario una
ordenanza por parte de los ayuntamientos para
poder exigirlos, mientras que en el caso de los
impuestos de carácter potestativo, será necesario que el ayuntamiento que pretenda exigirlos
establezca una ordenanza donde se regulen los
elementos configuradores de estos impuestos de
acuerdo con lo señalado en el TRLRHL. No obstante, como indicaremos más tarde, si un ayuntamiento pretende ejercer su autonomía fiscal en
los impuestos de carácter obligatorio, dentro de
los márgenes que le permite la ley estatal, deberá
elaborar la correspondiente ordenanza en todo
caso.
2) Respecto al resto de tributos, tasas y contribuciones especiales, en todo caso revisten la forma de
potestativos. Esto es, si un ayuntamiento pretende
exigir una tasa o una contribución especial, deberá
regularlos mediante ordenanza fiscal. Sin ánimo
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de ser exhaustivos, no podemos olvidarnos de que
las tasas pueden revestir dos formas: tasas por
prestación de servicios o realización de actividades
administrativas de competencia local que se refieran, afecten o beneficien de modo particular a los
sujetos pasivos, y las tasas por utilización privativa
o el aprovechamiento especial del dominio público
local. Pues bien, en ambas modalidades, los ayuntamientos pueden optar por elaborar una o varias
ordenanzas donde se recojan todas y cada una de
las tasas que se pretendan exigir por su parte.
3) Respecto a la apertura de este espacio fiscal antes
resumido, debemos señalar que en el ámbito de
los impuestos, éste queda cerrado, ya que, para
poder exigir otro impuesto fuera de la lista de los
seis antes señalados, ya sean obligatorios o potestativos, será necesaria una ley estatal para poder
regularlos. Respecto a las tasas, aunque el espacio
fiscal reside en la definición del hecho imponible
contenido en el artículo 20 del TRLRHL, debemos
señalar que a continuación, este artículo 20 establece dos listas abiertas, según los dos tipos de hechos imponibles, donde se señalan diversos casos
en los que los ayuntamientos podrán establecer
tasas. A modo de ejemplo, en el caso de utilización privativa o aprovechamiento especial del dominio público local, la ocupación del subsuelo de
terrenos de uso público municipal, la entrada de
vehículos a través de las aceras para aparcamiento de uso exclusivo, la instalación de quioscos en
la vía pública, el estacionamiento de vehículos de
tracción mecánica, o los tendidos, tuberías y galerías para las conducciones de energía eléctrica,
agua, gas o cualquier otro fluido, entre otros. En
el caso de prestación de servicios o realización de
actividades de competencia local, el otorgamiento
de las licencias urbanísticas exigidas por la legislación del suelo y ordenación urbana, el otorgamiento de licencias para la apertura de establecimientos, servicios de inspección sanitaria, casas
de baño y piscinas, cementerios locales, recogida
de residuos sólidos urbanos, entre otros. Esta tesis
ha sido defendida por el Tribunal Supremo en su
Sentencia de 5 de febrero de 2010, donde se señala
que para que se realice el hecho imponible en las
tasas por prestación de servicios o realización de
actividades de carácter local, basta con que se den
las circunstancias de tal realización contenidas en
el artículo 20.1 del TRLRHL, sin que sea necesario
el encontrarnos ante algunos de los supuestos de
la lista abierta del artículo 20.4 del mismo texto
legal, debiendo predicarse la misma circunstancia
respecto a la otra categoría de tasas locales, esto
es, las tasas por utilización privativa o aprovechamiento especial del dominio público local.
4) Los ayuntamientos disponen de autonomía para aplicar su sistema tributario. Esta autonomía
reside en la posibilidad de fijar tipos impositivos
diversos dentro de los límites marcados por el TRNº 278 • Diciembre 2010
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ElpodertributariodelasHaciendasLocales
LRHL o establecer beneficios fiscales de carácter
potestativo. Esto es, ya nos encontremos ante un
impuesto obligatorio o potestativo, los ayuntamientos disponen de cierta capacidad para modular los elementos configuradores de los mismos. A
modo de ejemplo, nos encontramos con los tipos
de gravamen aplicables en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, donde los ayuntamientos pueden
optar por unos tipos dentro de unas horquillas,
estableciendo a su vez el TRLRHL unos tipos supletorios en el caso en que el ayuntamiento no haya
elaborado la correspondiente ordenanza fiscal, al
ser éste un impuesto de carácter obligatorio. En el
ámbito de los beneficios fiscales, los ayuntamientos disponen de la facultad para poder aplicarlos,
o no, en multitud de ocasiones, ya sean exenciones o bonificaciones en la cuota de los impuestos. No obstante, no todos los beneficios fiscales
regulados en el TRLRHL tienen tal carácter, sino
que también existen otros beneficios fiscales obligatorios a aplicar por parte de los ayuntamientos.
También nos podemos encontrar con beneficios
fiscales que pueden variar según unos márgenes,
por ejemplo, bonificaciones en la cuota de los impuestos que pueden llegar a alcanzar un porcentaje determinado pero que el ayuntamiento tiene
la facultad de regular tal bonificación en la cuota
con un porcentaje con derecho a bonificación menor que el porcentaje máximo regulado en la ley. A
modo de ejemplo, en el ámbito del Impuesto sobre
Vehículos de Tracción Mecánica tenemos las bonificaciones medioambientales potestativas, propias
de un impuesto de esta naturaleza, dentro de las
cuales nos encontramos con un bonificación de
hasta el 75% en función de la clase de carburante que consuma el vehículo y la incidencia
de su combustión en el medio ambiente y
otra bonificación también de hasta el 75%
en función en este caso de las características de los motores de los vehículos y su
incidencia en el medio ambiente.
Todo este esquema de relaciones entre
el poder tributario estatal y el poder tributario municipal fue respaldado
por la Sentencia
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del Tribunal Constitucional 19/1987, de 17 de febrero,
donde se señala que en los tributos de carácter local
las normas de ordenación de los mismos pueden atender a diferentes situaciones y finalidades a conseguir
circunstancia que permite que sus regímenes jurídicos
plasmados en las ordenanzas fiscales puedan ser parcialmente distintos. Este Tribunal admite la posibilidad
de diversificar tipos impositivos dentro de los márgenes contenidos en las leyes estatales. Señala, asimismo, que el artículo 31.3 de la Constitución Española
es compatible con este sistema, ya que la reserva de
ley tributaria afecta en exclusiva a la creación ex novo
y la determinación de los principales elementos configuradores de los tributos. Por tanto, admite la posibilidad de que las entidades locales tengan sus tributos
propios por ley estatal, pero ésta debe reconocer a las
mismas una intervención en su establecimiento o en
su exigencia, todo ello de acuerdo con el artículo 140
de la Constitución Española y el denominado principio
de autonomía local.
EL ÁMBITO MATERIAL DE LAS ORDENANZAS
FISCALES
Anteriormente hemos visto cómo las entidades locales disponen de autonomía en el ámbito tributario,
ya sea para establecer ex novo una determinada tasa,
siempre de acuerdo a lo preceptuado en el TRLRHL,
o ya sea para regular determinado beneficio fiscal,
también dentro del marco del TRLRHL. Pues bien, esta
autonomía la ejerce mediante las denominadas ordenanzas fiscales.
Para situarlas dentro de las fuentes de nuestro derecho tributario, debemos señalar en primer lugar que la Ley 58/2003, General Tributaria, según lo preceptuado en su artículo primero,
se aplica a todas las administraciones tributarias
y, en concreto, a las Haciendas Locales.
A continuación, dentro de las fuentes de
nuestro ordenamiento tributario, nos encontramos con el artículo 7 de la Ley 58/2003,
donde en su apartado primero coloca a las ordenanzas fiscales entre las fuentes del derecho
tributario en su apartado e),
señalando que los
tributos se regirán: “e) por las
disposiciones reglamentarias
dictadas en
desarrollo
de las normas anteriores
y, específicamente
en el ámbito tributario local,
por las correspondientes ordenanzas
fiscales.” Asimismo, el artículo 8 del
citado texto legal regula el principio tributario de la reserva de
ley indicando que se regularán
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El poder tributario de las Haciendas Locales
en todo caso por ley una serie de elementos delimitadores de las obligaciones tributarias, entre otros, el
hecho imponible, la base imponible, la base liquidable, los tipos de gravamen o los beneficios fiscales.
Tal y como señalamos anteriormente, estos artículos
son aplicables a los tributos locales según nuestro
derecho tributario.
Por tanto, nos encontramos ante leyes estatales,
ya sea la Ley General Tributaria o el propio TRLRHL,
que habilitan a regular mediante ordenanzas fiscales
determinados elementos configuradores del sistema
tributario local dentro de unos márgenes también legales, por ejemplo, los tipos impositivos en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles o los coeficientes potestativos a aplicar por los ayuntamientos sobre la cuota
mínima regulada en el artículo 95 del TRLRHL dentro
del Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica.
En este caso, estamos ante elementos sustantivos de
los tributos, configuradores o determinantes de los
mismos y, en este caso, las leyes estatales permiten
evitar reglamentos estatales y que, directamente, se
regulen esos elementos mediante ordenanzas fiscales municipales.
Cuestión diferente es el ámbito de la aplicación
de los tributos locales, esto es, la normativa que debe
regular los diversos procedimientos tanto de gestión
como de recaudación o inspección en el ámbito local. La Ley 58/2003 ha sido desarrollada por diversos
reglamentos de carácter estatal, debiendo mencionarse a estos efectos el conocido como Reglamento
de Aplicación de los Tributos, aprobado por el Real
Decreto 1065/2007, de 27 de julio. En el mismo, se
señala en su artículo primero que será de aplicación
en los términos previstos en el artículo 1 de la Ley
58/2003, que, como hemos visto, se aplica a todas
las administraciones tributarias, incluyendo a las Haciendas Locales.
Para entender el ámbito de estas ordenanzas fiscales en relación al derecho tributario procedimental,
resulta esclarecedor el artículo 12 del TRLRHL, donde
se establece que la gestión, liquidación, inspección
y recaudación de los tributos locales se realizará de
acuerdo con lo prevenido en la Ley General Tributaria y en las demás leyes del Estado reguladoras de la
materia, así como en las disposiciones dictadas para
su desarrollo. En su segundo apartado señala que “a
través de sus ordenanzas fiscales las entidades locales podrán adaptar la normativa a que se refiere el
apartado anterior al régimen de organización y funcionamiento interno propio de cada una de ellas, sin
que tal adaptación pueda contravenir el contenido
material de dicha normativa”.
Por tanto, resulta evidente que respecto al derecho tributario procedimental aplicable a las entidades locales, en primer lugar tenemos la Ley General
Tributaria, en segundo lugar nos encontramos con lo
dispuesto en los reglamentos dictados por el Estado
en desarrollo de dicha ley y, en tercer lugar, sin que
pueda contravenir lo dispuesto en las normas anteriores, nos encontramos con las ordenanzas fiscales
de carácter local.
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EL LEGISLADOR AUTONÓMICO Y LAS
HACIENDAS LOCALES
Para exponer las relaciones entre los espacios fiscales de las Comunidades Autónomas y de las Haciendas
Locales, debemos partir de dos situaciones: la existente
antes de la última reforma de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, Ley Orgánica
8/1980, de 22 de septiembre (en adelante, LOFCA), mediante la Ley Orgánica 3/2009, de 18 de diciembre y la
situación que ha quedado configurada una vez realizada tal reforma.
Antes de esta Ley Orgánica 3/2009, el artículo 6.3 de
la LOFCA señalaba lo siguiente:
“3. Las Comunidades Autónomas podrán establecer
y gestionar tributos sobre las materias que la legislación
de Régimen Local reserve a las Corporaciones Locales, en
los supuestos en que dicha legislación lo prevea y en los
términos que la misma contemple. En todo caso, deberán establecerse las medidas de compensación o coordinación adecuadas en favor de aquellas Corporaciones,
de modo que los ingresos de tales Corporaciones Locales
no se vean mermados ni reducidos tampoco en sus posibilidades de crecimiento futuro”.
Por tanto, el límite para las Comunidades Autónomas estaba en la denominada materia imponible, ya
que si pretendían gravar la misma materia imponible
sólo lo podían hacer en los términos del TRLRHL. A estos efectos, la disposición adicional primera del TRLRHL
regula la potestad tributaria de las Comunidades Autónomas sobre materias imponibles gravadas por los
tributos locales, en concreto dos de ellos: el Impuesto
sobre Vehículos de Tracción Mecánica y el Impuesto
Municipal sobre Gastos Suntuarios, en su modalidad de
aprovechamiento de cotos de caza y pesca. En relación
al primero de ellos, las Comunidades Autónomas que
gravasen esta materia imponible deberían compensar
los ingresos que venían percibiendo los municipios por
este impuesto, mientras que éstos deberían suprimir tal
impuesto. En relación al segundo de ellos, podrían convivir ambos en la misma Comunidad Autónoma, si bien
el impuesto municipal sería deducible de la cuota del
impuesto autonómico.
Dados los límites existentes, las diversas Comunidades Autónomas buscaron su espacio fiscal propio tratando de evitar las materias imponibles que gravaban
los ayuntamientos. Para tratar de explicar esta problemática, nos referiremos a dos Sentencias del Tribunal
Constitucional.
La primera de ellas, la Sentencia 289/2000, de 30 de
noviembre, declara inconstitucional el impuesto Balear
sobre Instalaciones que incide en el medio ambiente. En
esta Sentencia el citado tribunal señala, en primer lugar,
que la materia imponible es un concepto más amplio
que el conocido como hecho imponible y es a nivel de
la materia imponible donde la reserva está establecida
a favor de las entidades locales, en el sentido de que
las Comunidades Autónomas no pueden gravar materia
imponible ya gravada por las Haciendas Locales, salvo
las excepciones contenidas en la disposición adicional
primera del TRLRHL. El hecho imponible, según el artíEstrategia Financiera
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ElpodertributariodelasHaciendasLocales
culo 20 de la Ley 58/2003, viene definido como el presupuesto fijado por la ley para configurar cada tributo
y cuya realización origina el nacimiento de la obligación
tributaria principal, mientras que la materia imponible
se define como aquella fuente de riqueza, renta o cualquier otro elemento de la actividad económica que el
legislador decide someter a imposición. Por tanto, una
misma materia imponible podría conllevar la realización de varios hechos imponibles, lo que derivaría en el
establecimiento de diferentes tributos sobre la misma
materia imponible. Concluye la Sentencia que con la
anterior redacción de la LOFCA existía una prohibición
de duplicidad impositiva a la materia imponible con independencia de la configuración del hecho imponible y
que, por tanto, el conocido como impuesto balear sobre
instalaciones que inciden en el medio ambiente debe
ser declarado como inconstitucional, ya que grava la
misma materia imponible que el Impuesto sobre Bienes
Inmuebles, impuesto de carácter local.
En sentido contrario, la Sentencia del Tribunal Constitucional 168/2004, de 6 de octubre, desestima recurso
de inconstitucionalidad en relación al conocido como
gravamen catalán sobre elementos patrimoniales afectos a actividades de las que se puede derivar la activación de planes de protección civil. En la misma se afirma
que no existe doble imposición de este tributo con los
tributos de carácter local en los términos del artículo 6.3
de la LOFCA. Asimismo, señala que la materia imponible
de este tributo no coincide con la materia imponible en
el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, la titularidad de
los mismos, ni con la materia imponible en el Impuesto
sobre Actividades Económicas, el mero ejercicio de las
mismas. La materia imponible en el tributo autonómico
son las instalaciones y actividades en las que concurre
una indudable peligrosidad para las personas y bienes
y a las que ha de hacerse frente mediante activación
de los planes de protección civil, no gravándose los elementos patrimoniales, sino el riesgo potencial de determinadas actividades e instalaciones. También se señala
que el gravamen catalán está vinculado a la realización
de una política pública sectorial, la prevención de grandes riesgos, quedando destinado el producto íntegro de
tal gravamen a un fondo de seguridad para financiar
actividades de prevención, previsión, planificación, información y formación en este campo. Por tanto, este
tributo autonómico no tiene fines fiscales ni recaudatorios, sino que su finalidad se fundamenta en la prevención de riesgos, no teniendo carácter contributivo y
sí retributivo al depender del riesgo y la peligrosidad de
determinadas actividades e instalaciones.
En este sentido juega un papel trascendental el
apartado 3 del artículo 6 de la Ley Orgánica 8/1980, de
22 de septiembre, de Financiación de las Comunidades
Autónomas, recientemente modificado por el apartado
tres del artículo único de la Ley Orgánica 3/2009, de 18
de diciembre, de modificación de la LOFCA, y cuya redacción actual es la siguiente:
“Los tributos que establezcan las Comunidades
Autónomas no podrán recaer sobre hechos imponibles gravados por los tributos locales. Las Comunidades Autónomas podrán establecer y gestionar tributos
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sobre las materias que la legislación de Régimen Local
reserve a las Corporaciones locales. En todo caso, deberán establecerse las medidas de compensación o coordinación adecuadas a favor de aquellas Corporaciones, de modo que los ingresos de tales Corporaciones
Locales no se vean mermados ni reducidos tampoco
en sus posibilidades de crecimiento futuro”.
El objetivo de la mencionada modificación lo establece la propia Ley Orgánica 3/2009 en su exposición
de motivos al establecer que:
“La presente Ley pretende clarificar también los
límites para la creación de tributos propios por las
Comunidades Autónomas. Para ello y con el fin de reducir la conflictividad, se modifica el artículo sexto de
la LOFCA para que las reglas de incompatibilidad se
refieran al «hecho imponible» y no a la «materia imponible», con lo que habría un espacio fiscal autonómico
más claro en relación con los tributos locales, con una
delimitación similar a la que existe en relación con los
tributos estatales”.
Por tanto, tras esta reforma los tributos que establezcan las Comunidades Autónomas no pueden
recaer sobre hechos imponibles ya gravados por los
tributos locales, pero sí podrán establecer y gestionar
tributos sobre materias imponibles objeto de gravamen por estos tributos locales. Por tanto, la disposición final primera del TRLRHL queda absorbida por esta regla, ya que a partir de ahora no sólo podrán gravar
las Comunidades Autónomas las materias imponibles
relativas al Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica o al Impuesto Municipal sobre Gastos Suntuarios, en su modalidad de aprovechamiento de cotos de
caza y pesca, sino que podrán gravar el resto materias
imponibles objeto de gravamen en la actualidad por
los tributos locales. No obstante, en el caso en que una
comunidad autónoma entre a gravar estas materias
imponibles ya gravadas por los municipios, se debe
compensar a éstos para que sus ingresos tributarios
no se vean disminuidos.
Por tanto, la delimitación actual entre los tres espacios fiscales parte de las competencias normativas
tributarias de las Comunidades Autónomas, ya que éstas no podrán establecer tributos que recaigan sobre
hechos imponibles ya gravados, ya sea por el Estado
o por los tributos locales. No obstante, siguiendo el
principio de potestad tributaria originaria, el Estado
podrán establecer tributos sobre hechos imponibles
ya gravados por las Comunidades Autónomas, pero
compensando la disminución de ingresos, y las Comunidades Autónomas podrán establecer tributos
que recaigan sobre no hechos imponibles, sino sobre
materias imponibles gravadas por los tributos locales,
estableciendo, asimismo, las medidas de compensación de ingresos a favor de las entidades locales en el
supuesto de pérdida de los mismos.
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