CONTABILIDAD EMPRESARIAL AL SERVIDIO DE LA UNIDAD FAMILIAR Y DE LA TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL: LA CASA YBARRA (1877-1900) Fco. Javier Fernández-Roca Jesús D. López-Manjón Fernando Gutiérrez Hidalgo Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla CONTABILIDAD EMPRESARIAL AL SERVICIO DE LA UNIDAD FAMILIAR Y DE LA TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL: LA CASA YBARRA (1877-1900) Resumen Hasta ahora han sido escasos los trabajos que han estudiado la contabilidad utilizada en patrimonios familiares desde una perspectiva histórica. El presente trabajo estudia el papel de la contabilidad en la “Casa Ybarra” en el periodo 1877-1900. Con este estudio se pone de manifiesto cómo la contabilidad se convirtió en un medio útil para la supervivencia de una familia empresaria y del conjunto de sus empresas. Se verá cómo la confianza en los datos contables fue esencial para aclarar la situación patrimonial de los propietarios y de sus empresas y para facilitar la supervivencia de las empresas familiares. Palabras Clave: Contabilidad Empresarial; Arbitraje; Transmisiones Intergeneracionales; Empresa Familiar; La Casa Ybarra 1 1.- Introducción La importancia de la empresa familiar en la mayoría de los países explica por qué es relevante profundizar en cómo se trasmiten dichas empresas y cuales son sus ratios de supervivencia (Antheaume et al, 2013). Es por ello que Stamm y Lubinski, (2011) han puesto de manifiesto la falta de estudios que revelen los factores que influyen en la longevidad de las empresas. Uno de estos factores puede ser la información contable. Por otra parte, Desde la perspectiva de la Historia de la Contabilidad la problemática asociada a la trasmisión intergeneracional de las empresas familiares ha sido poco estudiada. Para cubrir esta carencia, se han hecho varios llamamientos a incrementar los trabajos dedicados a investigar sobre el papel de la contabilidad en las empresas familiares y el pasado de la contabilidad en los patrimonios familiares (Salvato y Moores, 2010; ver también Carnegie y Walker, 2007a, 2007b). El número monográfico de Family Business Review y sobre todo el trabajo de Salvato y Moores (2010) han puesto de manifiesto que la contabilidad y el análisis de la empresa familiar son disciplinas que no siempre han tenido un campo de investigación común. Por un lado, los contables han considerado a la empresa familiar como uno más de los contextos empíricos en el cual las generalizaciones contables se han contrastado; por su parte, para los estudiosos de las empresas familiares la contabilidad ha sido un campo de relevancia limitada tratado más como una herramienta auxiliar sin la suficiente relevancia para hacer aportaciones Uno de los posibles puntos de convergencia entre los campos de la contabilidad y de la empresa, detectados por Salvato y Moores tiene que ver con la posibilidad de que las opciones contables sean diferentes dependiendo de si el estudio se centra en el fundador y la primera generación o si la investigación se centra en las siguientes. En este sentido, la literatura sobre empresa familiar, en concreto desde la historia empresarial, ha puesto de manifiesto que la transmisión intergeneracional se convierte en un momento crítico para la supervivencia de las empresas familiares (Rose, 1981) por ser propicio para la aparición de conflictos entre los herederos, especialmente entre la segunda y tercera generación, momento al que muchas de estas empresas no sobreviven1. En la literatura histórico-contable, el trabajo de Tinker (1985) indica que la práctica de contabilidad es un medio para resolver los conflictos sociales, un dispositivo para evaluar los términos de intercambio entre los grupos sociales, y un mecanismo institucional para 1 Hecho conocido como Síndrome Buddenbrook. 2 arbitrar, evaluar y adjudicar. Siguiendo a este autor, algunos trabajos han investigado la capacidad de la contabilidad para aportar una perspectiva nueva en situaciones de conflicto2. Finalmente, es destacable que la literatura sobre la contabilidad doméstica sugiere una mayor preeminencia de la práctica contable en los momentos críticos en la vida familiar, tales como matrimonios, nacimientos, fallecimientos o crisis en la economía familiar (Walker y Llewellyn, 2000; Ezzamel, 2002; Carnegie y Walker, 2007a, 2007b). Todo ello nos lleva a indagar en el rol de las herramientas contables a la hora de resolver potenciales conflictos en un momento clave para la supervivencia y continuidad de las empresas familiares como es el de las transmisiones intergeneracionales. La investigación se centra en el papel de la contabilidad para resolver o evitar conflictos familiares en el cambio generacional de la familia empresaria. Concretamente se analiza cómo la aplicación de herramientas contables facilita la trasmisión intergeneracional exitosamente, al permitir la supervivencia de las empresas familiares y la unión de la familia empresaria. La contabilidad esclareció y delimitó los patrimonios personales de los integrantes de la segunda generación y los activos de las empresas partiendo de un patrimonio único en que unos y otros estaban entremezclados. Aclarar la situación patrimonial de manera satisfactoria para los miembros de la familia –sin discusiones por las herencias- y las empresas –evitando su debilitamientopuede ser pilar fundamental para éxitos posteriores de la familia empresaria. El caso traído a colación es el de la familia Ybarra, en la actualidad en su quinta generación, es un ejemplo de éxito en la gestión de las trasmisiones intergeneracionales. Este trabajo analiza uno de los momentos más delicados que vivió la familia: la trasmisión entre la primera y segunda generación. Concretamente se estudia el papel de la contabilidad en la Casa Ybarra en el periodo 1877-1900. La Casa Ybarra funcionó como una organización familia-empresa que se sostuvo sobre tres principios: (i) todas las sociedades de Ybarra se conformaron como empresas familiares, más allá del tipo jurídico sobre el que se fundaran; (ii) las empresas y la Casa funcionaron bajo una impronta dinástica; (iii) el diseño y organización de las trasmisiones intergeneracionales permitieron la supervivencia de las empresas. 2 Véase como ejemplo español, el caso del Colegio-Universidad de Osuna estudiado por LópezManjón y Gutiérrez (2006) 3 La investigación muestra cómo las herramientas contables facilitaron el reparto de la herencia entre los hermanos y clarificaron sus situaciones patrimoniales personales y de sus empresas. Además, la familia Ybarra ejemplifica la adecuada trasmisión intergeneracional poniendo las bases económicas para que sus empresas implementaran nuevas estrategias productivas y comerciales (Fernández-Roca, 2014). De esta forma, el papel de la contabilidad fue significativo en el momento del traspaso entre la primera y segunda generación, así como en el momento previo a la transmisión entre la segunda y tercera generación, del que muchas empresas familiares no son capaces de sobreponerse Además, se analiza desde una perspectiva contable la situación de las distintas empresas que forman la “Casa Ybarra” antes y después de la transmisión. 2.- La Casa Ybarra y su trasmisión intergeneracional La familia Ybarra ya era una importante familia de negocios en su Bilbao natal cuando, en 1840, unos de sus integrantes José María Ybarra Gutiérrez de Cabiedes (Bilbao, 1816; Sevilla 1878), quinto hijo del fundador de la familia, José Antonio Ybarra, se instaló de manera definitiva en Sevilla. En la ciudad se casó (1843) con Dolores González Álvarez y del matrimonio nacieron cinco hijos, todos varones, José María, (1844-1898), Eduardo (1846-1911), Tomás (1847-1916), Luis (1849-1916) y Ramón (1851-1925). Figura 1: Árbol Genealógico José Antonio Ybarra (Bilbao) Dolores González Álvarez José Mª Ybarra Gutiérrez de Cabiedes (1816-1878) Osborne Menchacatorre José Mª. Ybarra González (1844-1898) Pablo Romero Eduardo Ybarra González (1846-1911) Lasso de la Vega +1884 Tomás Ybarra González (1847-1916) José Mª. Ybarra Menchacatorre. Tomás Ybarra Lasso de la Vega Gómez Rull Luis Ybarra González (1849-1916) Llorente González Ramón Ybarra González (1849-1916) José Mª. Ybarra Gómez Fuente: Elaboración propia. Ybarra 1985, 1987. José María Ybarra Gutiérrez desde muy pronto comenzó la práctica de no diferenciar entre su patrimonio personal, el patrimonio de su esposa y el activo de sus empresas, excepción 4 de la naviera (Compañía vasco-andaluza) en la que compartía el capital con otros socios. Así se fue conformando un entramado entre la familia, las distintas sociedades y el patrimonio familiar con el resultado de la confusión contable y patrimonial entre los bienes y los activos. Este armazón de intereses empresariales y patrimoniales, más el devenir de la familia, es lo que se dio en llamar “Casa Ybarra”.3 En las empresas familiares uno de los objetivos principales, por encima de la maximización de beneficios, es que la empresa perdure al fundador y se transmita de generación en generación y sea capaz de superar el denominado “síndrome de los Buddenbroks”. Este objetivo, entre otras consecuencias, lleva aparejado que se busquen los mecanismos que lo garanticen.4 En este caso, José Mª Ybarra tenía en su contra la legislación herencial castellana que obligaba al reparto de los bienes entre los herederos, a diferencia del sistema catalán que permite concentrar la herencia en el primogénito. Para evitar la dispersión del patrimonio, José María Ybarra constituyó un pro indiviso que mantuviera unida la herencia de sus hijos, aunque la “jefatura de la casa” siguiera vinculada a la línea de primogenitura.5 Así, incluso las herencias que fueron recibiendo los hijos -siendo menores de edad-, especialmente la materna, pero también las que recibieron procedentes de sus abuelos y tíos-abuelos maternos, fueron integradas por José María Ybarra en el pro indiviso. Con la figura del pro indiviso quedaban resultas las dificultades jurídicas para garantizar la supervivencia de la Casa. Sin embargo, con el pro indiviso no se cubrían todos los frentes puesto que si aparecieran disensiones entre los hermanos podrían dar el traste con la supervivencia. La principal enseñanza que dejó el padre al morir, y algo en lo que insistía con frecuencia, fue “la unión entre los cinco hermanos” que no se debería romper bajo ninguna circunstancia y que, a continuación, comprobaremos de qué manera determinó el devenir de la “Casa Ybarra”. 3 Casos similares son los de las Casas formadas por empresarios vascos de la importancia de Ramón de la Sota (Torres, Ramón de la Sota, 356) o Eduardo Aznar (Valdaliso, La familia Aznar, 42). Sobre el concepto de Casa Ybarra, puede consultarse Sierra (2000: 5). “Que llevar el nombre de la Casa Ybarra es mucho (…) representante de una casa de crédito rica y emprendedora conocida en toda España, y donde el trabajo continuo de sus dueños les hace acreedores de la estimación pública”. Periódico El ideal, citado por Sierra (1992: 20) 4 Estos mecanismo suelen llevar a que el fundador no abandone la dirección de la empresa hasta su fallecimiento, a que la estrategia financiera sea extremadamente cautelosa para que no se asuman riesgos financieros que pudieran llevar a la liquidación de la empresa, que, vinculado a lo anterior, se asuma una toma de decisiones conservadoras en las estrategias de negocio y que exista una, alta renuencia al cambio 5 La comunidad de bienes se define en el artículo 392.1 del Código Civil del siguiente modo: "Hay comunidad cuando la propiedad de una cosa o un derecho pertenece pro indiviso a varias personas". Ello explica que para referirse a una comunidad se hable genéricamente de "pro indiviso". 5 Para facilitar la gestión y la trasmisión en el tiempo de las empresas y de los bienes de la familia, Jose Mª Ybarra dotó a su “Casa” de un estricto “código de comportamiento” -no escrito- cuyos valores incluían la disciplina en el trabajo, una buena preparación teórica y técnica de los sucesores, un eficaz reparto de las responsabilidades inter e intrageneracional y un sistema claro de sucesión. En este código de comportamiento fueron imbuidas las sucesivas generaciones Ybarra. De modo que, en la “Casa Ybarra”, se instaló una cultura del trabajo sustentada en la autoexigencia, la dedicación y la iniciativa. Así José María Ybarra pedía informes y noticias diarias a sus hijos sobre la marcha de los negocios y les recomendaba un control exhaustivo de sus contabilidades particulares. A estos efectos son ilustrativas las indicaciones dadas por el patriarca a sus hijos en una carta fechada el 15 de septiembre de 1876 (Sierra, 1992: 32). “... hacer comprobaciones mensuales por los menos, y sumar el diario. Es preciso pues recomendar mucho cuidado, y vigilar vosotros mismos la contabilidad y repasar todos los domingos o todas las noches los asientos de caja, correspondencia y letras del día.” La preparación de la segunda generación fue atendida con especial dedicación por el fundador. Preparó a sus cinco hijos en estudios teóricos (ingeniería, contabilidad o comercio) y prácticos que incluían viajes al extranjero con estancias de trabajo y aprendizaje en casas comerciales francesas e inglesas, para familiarizarse con las técnicas comerciales y contables y para aprender los idiomas. La preparación de los herederos Ybarra no se diferenció de las prácticas comunes en España que se centraban en la formación universitaria, el viaje al extranjero y la práctica del negocio con el patriarca de la familia.6 Además, José María Ybarra organizó un reparto de responsabilidades entre los hijos, “de tal forma que, dentro de la unidad de acción y de intereses, cada uno se dedicara preferentemente a una sola de las ramas de actividad. Y así hubo un Ybarra minero, otros dos financieros, otro agricultor y otro más político que el resto de sus hermanos”. Sumado a esto, desde el principio quedó claro que la sucesión a la cabeza del entramado familiar se guiaría por la primogenitura, de esta manera, la dirección de los asuntos familiares pasó en 1878 de José María Ybarra Gutiérrez a su hijo mayor José María, y a su temprana muerte con 54 años, en 1889, a Eduardo Ybarra González, el segundo de sus hijos, quien, a su muerte en 1911, fue reemplazado por su hermano Tomás. 6 Sierra, (1992, p. 33); Díaz Morlán (2002). 6 En esta senda, la temida transición intergeneracional se acometió bajo dos premisas: la gradualidad y la fortaleza económica. La gradualidad se consiguió con la incorporación a las actividades mercantiles de los hijos según cuando tuvieron edad y preparación suficiente, sin que dicha incorporación significase que el fundador perdiera el control de los negocios. Desde la incorporación de los dos primeros hijos (José Mª y Eduardo), el fundador organizó la trasmisión societaria de las empresas constituyendo una nueva sociedad -regular colectiva- “José María Ybarra e Hijos” (1870) en la que colocó los cimientos del mecanismo sobre el que se construiría el éxito a largo plazo de la “Casa Ybarra”: se traspasaban todos los activos, empresariales y familiares, de una sociedad a otra. Con el plan de sucesión activado y con más hijos incorporados a las sociedades mercantiles tuvo lugar el fallecimiento, en 1878, de José María Ybarra. La muerte del fundador apenas perturbó la marcha de la “Casa” ni de las empresas, que ya habían sido deslindas en dos ramas: la actividad naviera, por un lado, y, por otro, los negocios agrícolas, mineros y financieros unidos a la propia gestión del patrimonio familiar. Así, societariamente la “Casa Ybarra” contaba con la empresa naviera “Compañía de Navegación Vasco-Andaluza” y en la Sociedad Regular Colectiva “José María Ybarra e Hijos”. La transición de una generación a la siguiente fue tan tranquila que las empresas ni cambiaron de nombre, ni de forma jurídica, ni de libros de cuentas. La sociedad mercantil siguió funcionando como Sociedad Regular Colectiva “José María Ybarra e Hijos” aunque provenía de la renovación de la anterior de igual nombre y a la que se le concedió una vigencia de 20 años. Sin embargo, en la historia de “la Casa” no todo fue tranquilidad. Un hecho ajeno a la dinámica societaria y empresarial provocaría que los hermanos Ybarra reorganizaran “la Casa” y sus empresas. En 1884 falleció la segunda esposa de Tomás Ybarra González, Concepción Lasso de la Vega y Zayas, dejando un hijo varón como heredero (Tomás Ybarra Lasso de la Vega). A corto plazo, la organización de patrimonio y activos empresariales se mantuvo inalterada. Los problemas aparecieron en 1898, fecha de caducidad de la sociedad Sociedad Regular Colectiva “José María Ybarra e Hijos”. En ese año, los cinco hermanos Ybarra decidieron poner fin al pro indiviso –había que calcular la herencia de Tomás Ybarra Lasso de la Vegay acometer una nueva reorganización societaria. El hecho de que la ruptura vino impuesta se puede extraer de la escritura de disolución de la sociedad: “pero en la necesidad que tiene el don Tomás de Ybarra de fijar el capital que por todos los conceptos le correspondía en el día 5 de octubre de 1879 en que 7 contrajo matrimonio (…) y la importancia de ese mismo capital al fallecimiento de la susodicha ocurrido el 9 de 9 de 1884 para determinar si hubo o no gananciales en la sociedad conyugal y fijar lo que en concepto de herencia corresponda la único hijo…” 7 3.- El funcionamiento contable de la Casa Ybarra Desde un punto de vista contable, José María Ybarra Gutiérrez dirigió su patrimonio de una manera habitual en su época cual era no diferenciar entre patrimonio familiar y activos de la empresa. Desde la incorporación de los dos primeros hijos, el fundador organizó la trasmisión societaria de las empresas constituyendo una nueva sociedad -regular colectiva“José María Ybarra e Hijos” (1870) en la que colocó los cimientos del mecanismo sobre el que se construiría el éxito a largo plazo de la “Casa Ybarra”: se traspasaban todos los activos, empresariales y familiares de una sociedad a otra. La Cláusula 4ª de la escritura fundacional de esta sociedad indicaba que el valor de su capital se establecería conforme a un Balance elaborado a 30-6-1869, es de entender que de la anterior sociedad, de manera que los créditos aparecieran correctamente valorados y el capital fuera el justo. La Cláusula 6ª de La misma escritura obligaba al cálculo anual del resultado (utilidades) obtenido por la sociedad. La muerte de José María Ybarra, en 1878, apenas perturbó la marcha de la “Casa” ni de las empresas, que estaban deslindas en dos ramas: la actividad naviera, por un lado, y, por otro, los negocios agrícolas, mineros y financieros unidos a la propia gestión del patrimonio familiar. Los hermanos incorporaron sus herencias al pro indiviso familiar. Todos estos bienes iban siendo situados en el activo de la empresa y, mientras, en el pasivo se creó una cuenta llamada “Menores de Ybarra”. Así los hermanos que componían la segunda generación “solo se propusieron mejorar su administración y facilitar su división juntamente con aquellos bienes cuando estimaran oportuno realizarla, siendo esta la causa porque al ingresarlos remodificaron sus valores de adjudicación armonizándolos con los de sus similares que ya figuraban en los mismos libros y como dichos bienes les fueron adjudicados 7 Escritura de disolución de la sociedad José María Ybarra e hijos de 28 de junio de 1898 (documento nº 201). Archivo Ybarra. 8 en proindivisión y por partes iguales” (Escritura de Partición de las Herencias, 28 de junio de 1898, Archivo Ybarra). La escritura fundacional de esta nueva sociedad (1878) establecía en su cláusula 4ª que el capital social era de 500.000 pesetas depositadas en efectivo y a partes iguales por los 5 socios, de forma que también fueran iguales en la distribución de beneficios o pérdidas. En cuanto a otras posibles aportaciones al fondo común, la cláusula quinta indicaba que se abrirían dos cuentas personales para cada socio, una para el cargo/abono de los resultados y otra en la que se le carguen las cantidades que vayan disponiendo para sus necesidades. El límite de disponibilidad se fijó en 25.000 pesetas anuales (cláusula 6ª). La cláusula 7ª establecía que al final de cada año, se saldarían las cuentas particulares contra la cuenta de “beneficios”. El tipo de interés por el que la sociedad retribuía las aportaciones de los propietarios se fijaba en el 3% anual. Sin embargo, la escritura de 23 de enero de 1896, primera de reparto de la herencia parece indicar que estas disposiciones fundacionales no se llevaron fielmente a la práctica. Los hermanos manifestaron que en la cuenta de gastos se cargaron tanto las sumas de las que dispuso cada uno de ellos y a la vez se abonaron las que tuvieron a bien entregar por conceptos ajenos a los negocios sociales. Por ello, en la práctica, lo que sucedía era que a final de cada ejercicio, lo que se saldaba, por la cuenta de utilidades, era el saldo de la mal llamada de gastos. En consecuencia, el saldo definitivo, así obtenido, no representaba los beneficios líquidos de cada socio, como en un principio se pretendió que sucediera, sino que reflejaba las alteraciones y única diferencia que existía entre los haberes que por todos los conceptos correspondía a cada hermano puesto que las cuentas que los arrojaban, fueron abiertas, figurando como primera partida el saldo de la cuenta particular de cada uno, al 30 de junio de 1878 y a su resultado concurren así las cantidades de que ha dispuesto o ingresado como los beneficios o quebrantos obtenidos, no sólo en las operaciones puramente mercantiles, sino sobre toda la masa común de bienes que figuraba en los inventarios, balances de “la Casa” y venía afectando con sus resultas a la cuenta de ganancias y pérdidas. 9 4.- El papel de la contabilidad en la separación del patrimonio empresarial y familiar 4.1.- Situación Patrimonial hasta 1901 El hecho de tener todo el patrimonio familiar invertido en los activos de la empresa le confería a ésta fortaleza financiera aunque también tenía puntos débiles. Uno de ellos se puso de manifiesto en 1884 cuando al fallecer Concepción Lasso de la Vega su hijo debía recibir su herencia materna. Ésta quedó integrada en “José María Ybarra e Hijos” y en 1898, cuando vencía el periodo de vigencia de esta sociedad, hubo que disolverla y calcular los bienes gananciales de Concepción y, posteriormente, la parte que le correspondía heredar a su hijo Tomás Ybarra Lasso de la Vega (ver anexo). Este hecho se reflejó en la escritura de disolución de la sociedad: “que para la perfecta armonía y completa uniformidad de pareceres que siempre ha existido entre los expresados cinco señores hermanos (…) para la dirección de todos los asuntos de su casa, inversión de capitales, distribución de utilidades y todo en fin cuanto se relaciona con las múltiples operaciones y negocios de aquella excusarían aclaraciones que no necesitan entre sí porque si alguna duda pudiera ocurrírseles pronto desaparecería sin más que consultar los libros y antecedentes respectivos”8 Por tanto para la determinación de la herencia había que calcular las partes resultantes de la disolución de la sociedad de gananciales de Tomás Ybarra y Concepción Lasso de la Vega y, de este modo, determinar la parte privativa que le correspondía a Tomás Ybarra Lasso de la Vega (ver figura 1). Para conocer el incremento producido en la sociedad de gananciales había que calcular el patrimonio de Tomás Ybarra González antes de su matrimonio (1879) y el patrimonio generado por la sociedad de gananciales al fallecimiento de su esposa (1884). Para ello era necesario disolver el pro indiviso, acometer la partición de las diversas herencias en él acumuladas y, acabada dicha partición, se sabría el patrimonio de Tomás Ybarra González en el momento de su matrimonio. Lo complejo del proceso llevó a los herederos a registrar ante Notario en 1902 una escritura de explicación del mismo y de reconstrucción contable de las vicisitudes del patrimonio empresa-familia. El objetivo era demostrar la naturaleza y cuantía de los bienes heredados e incluidos en el pro indiviso. En primer lugar se acometió la valoración del pro indiviso que incluía las herencias paternas y las recibidas de otros familiares, que presentaron menos 8 Escritura de disolución de la sociedad José María Ybarra e hijos de 28 de junio de 1898 (documento nº 201). Archivo Ybarra. 10 dificultades. El cálculo de la herencia paterna se topó con el conflicto de no haberse liquidado la sociedad de gananciales de José Mª Ybarra Gutiérrez al fallecer su esposa. El resultado fue que la herencia materna estaba incluida junto a la paterna en la comunidad de bienes y como era imposible determinar las herencias por separado la fecha de la valoración tuvo que ser la del fallecimiento de José Mª Ybarra Gutiérrez, 1878. Sin embargo, los hermanos se encontraron con una nueva dificultad, la de conocer a cuánto ascendía el capital y los bienes pertenecientes a su padre dada la imbricación entre patrimonio y empresas. Para efectuar esta valoración dispusieron de tres fuentes que no coincidían exactamente en contenido, descripción y valoración de los bienes. Los documentos que manejaron fueron (i) una escritura-inventario formalizada el 31 de diciembre de 1878, matizada por nuevas escrituras que recogían las alteraciones de los bienes que componían el patrimonio paterno; (ii) una relación presentada al liquidador de derechos reales el veintidós de marzo de 1890; y (iii) los libros sociales de la compañía mercantil J.M. Ybarra e Hijos. En esta tesitura se decidió que la valoración más fiable era la aportada por la contabilidad empresarial y, por tanto, la tarea a acometer era fijar el saldo que por capital y beneficios correspondía al difunto José Mª. Ybarra Gutiérrez en la sociedad J.M. Ybarra e Hijos. Ante las complicaciones surgidas en su cálculo se asumió que todo el capital de la sociedad era del finado (cláusula 5ª) y se dieron por finiquitadas y liquidadas las sociedades anteriores a la creada con fecha 4 de junio de 1878 (cláusula 8ª). Tras dichas decisiones se pudo cuantificar el valor de la herencia a la muerte del padre, 1878. Dada la fecha del óbito, el mes de junio, no había un inventario societario y los hermanos tomaron como referencia el balance de la sociedad J.M. Ybarra e Hijos a final del año anterior, 31 de diciembre de 1877; y como no hubo ningún hecho extraordinario y se conocía el resultado del ejercicio de 1878 se entendió que ambos valores serían los antecedentes para los cálculos del saldo de José Mª Ybarra Gutiérrez que se cuantificó en 2.597.793,35 pesetas. Una segunda fase de la valoración de la herencia consistió en añadirle a la suma anterior el valor de los bienes particulares no incluidos en las cuentas societarias, quedando el caudal dejado por J. Mª. Ybarra Gutiérrez en 2.665.043,20 pesetas. Además, tras adicionar las otras herencias en las que los cinco hermanos tenían derechos iguales, el valor del pro indiviso ascendió a 3.614.034,44 pesetas. El tercer paso del procedimiento fue la disolución de la sociedad José Mª Ybarra e Hijos (1878-1898). En la tabla 1 se presenta el balance de liquidación de la misma del que 11 previamente los hermanos Ybarra González segregaron metálico, valores y bienes (fincas urbanas, fincas rústicas, minas y denuncias mineras) de la empresa por un importe equivalente al valor de las herencias, identificándose así los activos concretos que se asignaban al mismo. Con esta decisión se comenzó a separar el patrimonio de la familia de los activos empresariales, puesto que lo que ya estaba segregado había desaparecido de la contabilidad empresarial. Tabla 1: Balance de Situación de la Sociedad José Mª. Ybarra e Hijos (1899) (Pesetas) ACTIVO 5.349.782 Propiedades Agrícolas 9.300 Minas 45.226 Edificios 21.200 Otros activos fijos 6.195 Existencias 1.729.436 Realizable 2.606.446 Disponible 931.979 PATRIMONIO NETO Y PASIVO Capital 5.349.782 500.000 Cuentas de la Familia 2.451.904 Patrimonio Neto 2.951.904 Acreedores 1.575.381 Cuentas Corrientes 822.497 Fuente: Escritura de aclaración o explicación del reparto de los bienes que quedaron en pro indiviso al terminarse la liquidación de la sociedad JM Ybarra e Hijos, AY., Elaboración propia. 12 4.2.- Reorganización Societaria a partir de 1899 Partiendo del balance de 1899 (Tabla 1) se procedió a la liquidación de la sociedad repartiéndose el Patrimonio Neto (Capital y Cuentas de la Familia) a cada uno de los cinco hijos. En este proceso se tuvo en cuenta el cálculo del saldo de José Mª. Ybarra González a la fecha de su fallecimiento que era anterior a la fecha de liquidación y, por tanto, su participación en beneficios sería diferente (ver Tabla 2). Tabla 2. Reparto del Patrimonio Neto de la Sociedad J.M. Ybarra e Hijos (Pesetas) José Mª 705.082 Eduardo 382.425 Tomás 557.131 Luis 625.463 Ramón 681.803 Patrimonio Neto 2.951.904 Fuente: Escritura de liquidación de la sociedad JM Ybarra e Hijos, AY., Elaboración propia. Una vez liquidada la sociedad JM Ybarra e Hijos se procedió a una nueva organización societaria. Por un lado se constituyó una nueva sociedad regular colectiva: Hijos de J.M. Ybarra cuyo capital de 500.000 pesetas, dividido a partes iguales entre los cinco hermanos, procedía del reparto del patrimonio neto de la sociedad previa. Por otro lado, en junio de 1899, se constituyó la sociedad anónima La Hispalense a la que se le asignaron los activos relacionados con los negocios mineros los cuales se separaron de los bienes adscritos al pro indiviso. En la escritura de 1902, aclarativa del procedimiento de liquidación del pro indiviso, los constituyentes explicaron que se decidió segregar el negocio minero debido a la dificultad que el mismo ofrecía para su aprecio y división, por lo que se pensó que era más adecuada para esta rama de actividad la creación de una sociedad anónima por acciones. Los bienes aportados para la constitución de la sociedad minera se reflejan en su Balance de Constitución (ver Tabla 3). 13 Tabla 3: Balance de Constitución de la S.A. La Hispalense (1900) (En pesetas) ACTIVO 400.000,00 Dehesa “La Garnacha” 145.000,00 Minas en San Telmo 24.000,00 Denuncias Mineras 156.519,00 Acciones y Participaciones en Minas 14.622,68 Participaciones Varias 11.985,63 Ferrocarril en Estudio Coria San Nicolás del Puerto 46.616,42 Efectivo Metálico 256,27 PATRIMONIO NETO Y PASIVO 400.000,00 Capital 400.000,00 Fuente: Escritura de aclaración o explicación del reparto de los bienes que quedaron en pro indiviso al terminarse la liquidación de la sociedad JM Ybarra e Hijos, AY. Elaboración propia (Por error en los libros faltan 1.000 pesetas en el activo). A partir de 1899 se abrió una contabilidad separada “Ybarra Hermanos” en la que se incluyen los bienes equivalentes a la cantidad de capital segregada de los negocios empresariales. En ese nuevo activo hay cambios respecto a la relación de bienes anterior. Y ello se debe a que incluía bienes que habían salido de los inventarios (habían sido vendidos o realizados), había habido cambios de valoración (textualmente calificados como “no caprichosos”) y aparecían nuevos bienes (adquiridos pro indiviso pero no procedentes de herencias). Por tanto, existían diferencias que era preciso explicar. Algunas son: − Las participaciones de “Ybarra y Cia” (antes “Vasco Andaluza”). Ahora quedan sólo dos ya que solamente se separaron del activo de la sociedad las imprescindibles para que las que quedaran en el activo de la sociedad fueran fácilmente divisibles entre los cinco hermanos. 14 − Bajada de valor en “Minas en San Telmo” y “Huerta de Espantaperrillos”. Se habían incluido en las cuentas algunos “ingresos por arrendamientos” y “ventas” que habían convertido las cuentas en acreedoras. Al disolverse las sociedades “JM Ybarra e Hijos” se pasaron a la cuenta de Ganancias y Pérdidas esas “anomalías”. Esto es, se había estado aplicando a estas fincas un criterio especulativo de cuenta única. − Se había segregado la finca “La Poleosa” por error. A esas alturas del proceso, quedaba por dividir la propiedad olivarera debido a las circunstancias excepcionales de precio de la aceituna gordal. Como los precios no se normalizaban se procedió a la división procurando que a los cinco hermanos les “tocara” parte del negocio olivarero. Para facilitar este reparto previamente se decidió: − Fijar como fecha de partida el 31 de diciembre de 1900 que fue cuando se había hecho el inventario anual de “Ybarra Hermanos”. − Ceder a los señores “Hijos de JM Ybarra” unos bienes considerados de dudosa realización. − Dar en arrendamiento, a partir del uno de enero de 1901, a la sociedad “Hijos de JM Ybarra” los bienes que se iban a dividir a excepción de las acciones y participaciones mineras. − Dejar en el pro indiviso algunos créditos de cobro dudoso. Llegado este punto era necesario realizar nuevos cambios en el Inventario-Balance debido a errores cometidos y a la necesidad e sustituir los bienes cedidos en arriendo por el importe líquido percibido. Para no demorar el proceso de división se optó por segregar los activos arrendados y registrar un importe efectivo aproximado calculado siempre a la baja “y como efectivo disponible se fijó una suma provisional que evidentemente era menor que la que estaba llamada a resultar en definitiva” (Escritura de 1902). El resultado de este nuevo inventario (escriturado a 15 de junio de 1901) ascendía a 2.939.162,42 pesetas. Se formaron cinco lotes de 580.000 pesetas, se sortearon y escrituraron a fecha de 15 de junio de 1901. Una vez formalizados los apuntes y fijado de manera segura el efectivo disponible, éste ascendía a 584.517 pesetas y 45 céntimos. Esto es, un incremento de 183.817 pesetas y 45 céntimos respecto a la escritura de 15 de junio de 1901 y elevándose el importe de los bienes a 3.122.978,87. Se hizo nueva escritura para que constara el dicho incremento 15 (3.122.978,87 - 2.939.162,42 = 183.816.45). Se separaron 63.817,45 para los gastos de la división y las 120.000 restantes se dividieron por quintas partes. Finalmente esta escritura explicativa presenta un estado “que por columnas muestra la evolución de todo el fondo desde 1863 hasta el 31-12-1900”. La primera de las columnas tiene un carácter narrativo descriptivo. La segunda registra las cantidades invertidas en compras y transformaciones. La tercera se dedicaba al registro del efectivo procedente de herencias y de la realización total o parcial de algunos de estos bienes. Para formar dicho estado se tuvo en cuenta la siguiente información: − Inventario General de bienes del pro indiviso. − Bienes segregados de la sociedad “JM Ybarra e Hijos” a 31 de diciembre de 1899. − Escritura de constitución de la Sociedad La Hispalense. − Libros sociales y cuantos antecedentes han sido oportunos. El Estado llegó a la demostración de que lo invertido procedía de lo obtenido de bienes del pro indiviso, sumando el efectivo recibido: 3.013.859,05 pesetas mientras que lo invertido ascendía a 1.219.121,88 pesetas. Y se terminó afirmado que además siempre había a fecha de cada inversión suficiente disponible aún prescindiendo de ciertas cantidades como las 129.850 pesetas repartidas por la Sociedad Minera “Esperanza y Forzosa” que no se habían ingresado hasta 1901; y las 313.317,80 pesetas del producto líquido de las ventas de la minas percibidas por la Sociedad “La Hispalense” que decidió no repartirlas. 5.- Conclusiones Este trabajo trata de responder al llamamiento a profundizar en la contabilidad de las empresas familiares (Salvato y Moores, 2010) y desde una perspectiva histórica (Carnegie y Walker, 2007a, 2007b). En el caso aquí presentado la familia persigue sobre todo su unidad y el fortalecimiento de los distintos negocios. En primer lugar, el mantenimiento del pro indiviso sólo era posible si había confianza entre los hermanos Ybarra González. Ellos mantuvieron el patrimonio familiar unido en esa figura familiar hasta veinte años después de la muerte de su padre y sólo se plantearon disolverlo cuando vencía la sociedad mercantil y los hermanos se vieron obligados por la necesidad de calcular la herencia de uno de los miembros de la tercera generación. Por tanto los principios familiares estuvieron al servicio del interés común. Esta contabilidad sólo fue posible por la confianza de los hermanos principio inculcado por el fundador, José María Ybarra Gutiérrez. 16 Llegado un momento de crisis en la estructura familia-empresa, el inventario y las técnicas contables empleadas en la ruptura del pro indiviso y el inicio de la nueva estructura societaria sirvieron para evitar problemas y facilitar el consenso entre los miembros de la familia. La confianza en la contabilidad como herramienta útil para la gestión de sus patrimonios formó parte del código de comportamiento que inculcó el fundador a sus herederos. Durante el proceso de reparto del pro indiviso (apartado 4) se puede apreciar que los herederos aceptaron esa línea de confianza en la contabilidad en hechos como las referencias concretas al papel de la contabilidad como medio de aclarar posibles las posibles dudas, en la opción por los datos contables entre diversas fuentes y en los consejos dados por ellos mismos a las generaciones venideras. Además, es destacable que se mantuvo una contabilidad específicamente llamada “Ybarra Hermanos” para agrupar los bienes del pro indiviso pero que seguían usándose en la actividad empresarial mediante la figura del arriendo. Por tanto, en este momento delicado para la continuidad de la empresa familiar, las escrituras, las técnicas contables y la fe del notario dieron seguridad a la contabilidad que funcionó como un medio de verificación externo consiguiendo ser un elemento que evitó conflictos en la línea sugerida por ejemplo por Tinker (1985). Además, desde un punto de vista de técnica contable en el proceso de ruptura del pro indiviso se usaron herramientas como cálculo del valor de la inversión del fundador (capital más utilidades), cambios de valoración, reagrupación de partidas, aplicación de la prudencia a la hora de estimar el líquido percibido por el arriendo de bienes o eliminación del sistema especulativo de cuenta única para distintas partidas. Estas herramientas propias de la contabilidad mercantil, sin embargo, no fueron en muchos casos necesarias en las empresas de la “Casa Ybarra”. Aunque las escrituras fundacionales sí lo prescribían, la reconstrucción de la contabilidad reflejada en la escritura de 1902 indica que, las empresas no imputaron a periodos concretos gastos e ingresos para calcular los resultados de cada ejercicio. Probablemente este hecho puede justificarse por el carácter de duración determinada de la sociedad y por la facilidad que tenían los socios de disponer de fondos sin tener que realizar una distribución de beneficios. Es, por tanto destacable que se recurriera a ellas para una la buena transmisión generacional de las empresas y al mantenimiento de la fortaleza y la unidad familiares. También el caso citado del Colegio-Universidad de Osuna la técnica contable usada en el momento en que surgió el conflicto de intereses fue diseñada expresamente, ya que no se 17 usaron los datos contables previamente disponibles ni previstos en la normativa de la Institución. BIBLIOGRAFÍA. Antheaume, N., Robic; P.y Barbelivien, D. (2013): French family business and longevity: Have they been conducting sustainable development policies before it became a fashion?, Business History, 55 (6): 942-962. Carnegie, G.D. y Walker, S.P. 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Sevilla: Ybarra y compañía, 1987. 19 ANEXO Resumen de acontecimientos familiares, sociales y contables 1878 1879 1884 Acontecimientos de la Familia Fallece José Mª Ybarra Gutiérrez Tomás Ybarra González contrae matrimonio Fallece esposa de Tomás Ybarra González Cambios en las Sociedades AÑO / 1877 1898 1899 1902 Después de la muerte del padre los hermanos incorporaron sus herencias al pro indiviso familiar Disolución de la sociedad “José María Ybarra e Hijos” Constitución de la Sociedad Anónima La Hispalense (minera). Se separaron de los bienes adscritos del pro indiviso Escritura que recompone la situación patrimonial de la familia y empresas desde 1878 hasta 1900 Se calcula el resultado del ejercicio 1878. Cálculo de los bienes gananciales de la esposa de Tomás Ybarra y la parte que le correspondía heredar a su hijo. Balance de situación de la sociedad José Mª. Ybarra e Hijos (1899). CONCEPTOS Hechos Económico Contables Se parte del Balance de la Sociedad J.M. Ybarra e Hijos a 31-121877 Se ajusta por los bienes particulares no incluidos en las cuentas societarias. 20 (ver tablas 1 a 4)