zancadas - El Anartista

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ZANCADAS
Por: Diego Soria
La Velocidad: Vamos a jugar a la Rayuela.
PABLO
Ahora Pablo es un bólido que baja las escaleras interminables
de su lugar de trabajo, empuja la pesada puerta de la entrada
y el frío de la mañana le pega en la cara. Mira la avenida
Alberdi, aún desierta a esa hora. Sin pensarlo, la cruza
corriendo. Los porteros ven pasar su parsimonia de agua. Pablo
corre a su casa, entre dientes, se dice: “no puede ser, no
puede ser”. De la llamada ya no recuerda nada, se esfumó en un
mensaje auto destructible, solo alcanzó a retener: “la nena”,
“desmayo”, “ambulancia”.
Las zancadas hacen eco en las casas bajas de algún lugar de
Caballito.
NEURONAS
Son un grupo menor en comparación con el resto. Ellas y nada
más, qué va hacer, no se reproducen. Vienen millones pero,
cuando mueren, no hay repuesto ni sustituto Por eso, quizás,
se abrazan entre ellas en un mar de mielina, en el sustrato
gris de la materia cerebral. Allí se extienden axones y
dendritas, se trenzan a la medida de qué somos y qué dejamos
de ser. Deseos perniciosos, tristezas, amores perros, caricias
falsas modifican la inmensa red
y le dan una sensación de salto
al vacío. Una neurona lanza su
mensaje al espacio sináptico,
como quien lanza una botella al
mar. Al otro lado, otra neurona
recibe el mensaje en un impulso
eléctrico y vuelve a comenzar el
viaje en nano segundos. Por ese jueguito de “salto, me
zambullo y recomienzo” es que podés entender estas manchitas
negras sucesivas, sin adivinar cada una de ellas. Más rápido
que un bombero, así, los impulsos eléctricos pueden alcanzar
los 450 km/h. No hay Deep Blue[i] ni Ferrari capaz de superar
las sinapsis en cadena de un Kaspárov ingenioso, de un cerebro
feliz de o uno enamorado.
LA RAYUELA
Julio Cortázar pensó que ya había escrito todos los cuentos
posibles, que su cuota estaba completa aunque no perfecta,
según él mismo dijo. Entonces, siguió su propio consejo de
romper y comenzar de nuevo.
Nacida de ese hastío, volvió
aquella idea de una novela que rompiera, incluso, con el
concepto de “novela”.
París, 8 de mayo de 1957
Carta a Jean Bernabé:
Escribo muy poco y sobre todo poemas. Creo, sin embargo, que
me voy a embarcar poco a poco en un libro largo cuya
naturaleza me es aún desconocida (es curioso eso de tener una
sensación de forma y volumen antes que de contenido
propiamente dicho; pero es así y me ocurre siempre)
¿Cómo se escribe lo que no se ha escrito antes? ¿Cómo se patea
el tablero?
Quizás, los convulsionados años ´60 influenciaron la redacción
de la “antinovela”
criticada como él esperaba pero, a la
vez, bienvenida y adoptada por los más jóvenes.
París, 30 de mayo de 1960
Carta a Jean Bernabé:
Escribo mucho, pero revuelto. No sé qué va a salir de una
larga aventura a la que creo aludí en alguna otra carta. No es
una novela, pero sí un relato muy largo que en definitiva
terminara siendo la crónica de una locura (…) soy a la vez
lector y autor de lo que va saliendo (…)
París, 19 de agosto de 1960
Carta a Jean Bernabé:
Un día le pediré que lea lo que estoy haciendo ahora y que es
imposible de explicar por carta, aparte de que yo mismo no lo
entiendo. (…) hay cuatrocientas páginas que abarcan pedazos
del fin, del principio y del medio del libro (…). Una
narración echa de múltiples ángulos con un lenguaje a veces
brutal, que a mí mismo me hace rechazar la relectura (…)
Cortázar parece escribir llamado por un mandato invisible, un
advenir hecho de un cúmulo precipitado. Un meteorito
inevitable lo arrastra. Le da y le da a las teclas sobre su
máquina de escribir, por toda Europa. En un viaje en barco o
en una oficina de la Unesco, entre conferencias sobre la
energía nuclear o sobre las pandemias en África. Traduce al
español frenéticamente y escribe lo que la Maga y Horacio le
dictan.
París, 19 de mayo de 1962
Carta a Francisco Porrúa:
En los 28 días de maravilloso mar azul, rematé Rayuela y
preparé un tomo de cuentos basados en Final del Juego (…) No
te imaginas el miedo que tengo de que se pierda el paquete de
Rayuela. Tengo una copia, pero sería trágico tener que volver
a sacar otra copia (…)
HACER PATITO
El Río Negro está igualito al de su recuerdo. ¡Ni tan, tan!,
piensa Abel. A pocos metros, alzó la carpa como le habían
enseñado antes, hace mucho tiempo, cuando pasaba el verano en
una colonia de vacaciones. La carpa es verde militar, algo
gastada por los años. El cierre
cuelga
en añoranza de tiempos
mejores.
El
cubre-techo
anaranjado le da un poco de
dignidad. Ya pasaron un par
desde horas de su llegada. Abel
calienta un poco de café para
aliviar las horas de viaje en
camión hasta Gral. Conesa. Buenos aires queda lejos, pero lo
tuvo en cuenta: horas de viaje en micro, horas de hacer dedo
para terminar un camión de frutos hasta aquel puente sobre el
Río Negro. El atardecer se impone. Abel disfruta su café
sentado sobre la playa de piedras blancas y redondeadas. Le
recuerdan los bollos de pan preparados en su casa, cuando esa
palabra indicaba un lugar cálido y no el departamento del 3º A
de la calle Perón, lleno de discusiones repentinas. Quién sabe
qué llevó a dejar todo. Ella se fue al trabajo y Abel no lo
pensó más. Tomó algunas prendas, bajó al sótano y recogió la
vieja carpa. En una boletería de la terminal de Retiro,
titubeó, pero al final dijo: Río Negro. Allí, alguna vez,
había sido feliz.
El río pasa sin canto, su masa uniforme y profunda arrastra
algunas pequeñas ramas y nada más. Abel se acerca a la orilla
del silencio, toma una piedra redondeada y la lanza al ras del
agua. Chasquea una, dos, tres veces sobre la superficie hasta
que, al final el río se come la piedra en un sonoro “Glup”.
A ZANCADAS, CON JULIO
París ,6 de junio de1962, desde la Unesco.
Carta a Fredi Guthmann
(…) He pensado mucho en vos en este último tiempo, porque mi
próximo libro, que se llamará Rayuela y se publicará –if we
are lucky- a fines de año, va a ser el libro donde me vas a
encontrar a fondo, donde vos y yo hemos dialogado muchas veces
sin que lo supieras.
Las zancadas de Pablo lo impulsan entre baldosas, lo llevan
al encuentro de lo irrefrenable. Sin embargo, sigue a ciegas,
no sería su vida sin una constante jugada.
UNA NEURONA SALTA AL VACÍO CON RAYUELA
París, 25 de julio de 1962
Carta a Francisco Porrúa:
(…) Bueno, por supuesto, todo lo que me decís en tu carta
sobre Rayuela me ha dejado muy conmovido que no intentaré
siquiera darte una idea. (…) Esas palabras que empleás, “un
enorme embudo”, “el agujero negro de un enorme embudo”, eso es
exactamente Rayuela, es lo que yo he vivido todos estos años y
he querido tratar de decir
Las neuronas andan por ahí, se buscan en el espacio
vertiginoso donde los mensajes se lanzan al vacío con la
esperanza de llegar, de ser traducidas, de ser entendidas.
HACER PATITO CON CORTÁZAR
París, 26 de Julio de 1963
Carta a Francisco Porrúa
Mi querido Paco:
Espero que hayas recibido mi
telegrama digno de Julio César por su concisión: pero la
verdad es que por cable, cualquier frase de más de dos
palabras suena horriblemente cursi. Imaginate que te hubiera
puesto LLEGÓ RAYUELA STOP MUY CONMOVIDO STOP. O bien ACUSO
RECIBO LADRILLO STOP ¿YO ESCRIBÍ ESTO? STOP ABRUMADO POR PESO
DEL ARTEFACTO STOP. De modo que opté por la vía del pudor,
pero no quise que pasara más tiempo sin que supieras que, por
fin (¡Cuántos años ya!), el circulo se había cerrado y esta
vieja mano que escribió esas viejas paginas palpaba casi
incrédulamente un volumen de fondo negro (…)
Abel está al fin liberado, o quizás anda dentro de una idea
de paz que le sienta bien. Aquí, junto al Río Negro. Lanza su
piedra al aire, juega a la Rayuela sobre el agua.
Y usted, querido lector, se preguntará qué relación hay entre
las zancadas de Pablo, Las neuronas, la huida de Abel, la
Rayuela de Cortázar. Y yo le diré que no sé. Como la creación
de Julio Cortázar,
de una manera meteórica se impuso la
sangre que se coagula después del sangrado, la luz repentina
de una ocurrencia inesperada que, en el mismo instante de
nacer
da paso a la oscuridad. La hoja en blanco, la piedra
en la mano y la esperanza de alcanzar el cielo.
[i] Deep Blue fue una supercomputadora desarrollada por el
fabricante estadounidense IBM, para jugar al ajedrez. Fue la
primera que venció a un campeón del mundo vigente, Gary
Kaspárov, con un ritmo de juego lento. Esto ocurrió el 10 de
febrero de 1996, durante una memorable partida. Sin embargo,
Kaspárov ganó 3 y empató 2 de las siguientes partidas,
derrotando a Deep Blue por 4-2. El encuentro concluyó el 17 de
febrero de 1996.
Bibliografía : “Cartas” 1955-1964 (Tomo 2) Julio Cortázar,
Alfaguara, 2012.
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