Nuevas formas teatrales en relación con una serie de tradiciones culturales, estéticas y étnicas Por Penina M'lama Profesora Adjunta Departamento de Arte, Música y Teatro Universidad de Dar es Salaam El presente tema de la ASSITEJ es «¿Puede el Teatro Contemporáneo para la Infancia y la Juventud promover el desarrollo de la identidad individual a través de la búsqueda de u n a mejor concienciación y entendimiento de lo étnico y cultural?». Si creemos en la promoción de la identidad individual, es inevitable que permanezcamos abiertos a la posibilidad de emplear toda una variedad de formas teatrales para satisfacer con ello las diferencias de identidad cultural propias de nuestros públicos, nacional o internacionalmente. Los últimos años del siglo XX están presenciando un cada vez mayor reconocimiento de que el desarrollo o existencia pacífica del m u n d o quedarán, entre otras cosas, determinados por el reconocimiento de que el m u n d o consta de muchas culturas, de las cuales todas son importantes para sus pueblos y para el desarrollo del m u n d o . Lejos están ya los días en que la cultura euro— 44 — pea tenía que servir de baremo para considerar la legitimidad de las culturas e identidades de otros pueblos. Dado este cambio de actitud, se están viendo cambios en la forma de algunas de las manifestaciones culturales de las gentes. Por ejemplo, la indumentaria y los accesorios africanos, considerados durante décadas como primitivos, se están ahora empleando en círculos europeos de m u c h o abolengo. Y de la misma forma, los pueblos africanos están ahora repletos de investigadores europeos que estudian arte africano (danza, música, recitación, etcétera), que, sólo hace treinta años, sus abuelos habían condenado por salvaje e incivilizado. Lo mismo está ocurriendo con Asia y América Latina. Se está viendo también un mayor intercambio de. experiencias culturales entre continentes. Los festivales se están haciendo cada vez más internacionales con la inclusión de representaciones procedentes de todas partes del mundo. En resumen, los que pertenecen a este m u n d o se están dando cada vez más cuenta de su m u t u a presencia. Esta realización no es tanto, como ya lo fue en el pasado, esa actitud del regidor colonial hacia sus subditos, sino un reconocimiento de la existencia de otros pueblos, con sus propios méritos, sus propias identidades culturales, sin tener en cuenta el poder económico de cada cual. Una de las inevitables consecuencias de este cambio de actitud es la integración de toda una variedad de formas teatrales dentro de la escena teatral internacional. Por otra parte, se puede decir que éstas son unas formas teatrales nuevas que representan a las distintas culturas del m u n d o . Por ejemplo, en un festival internacional de teatro, puede uno ver una forma de teatro que uno no ha visto nunca con anterioridad, porque procede de la cultura de Nueva Zelanda, Lesotho, Bangladesh o Perú, y a la que uno no ha tenido nunca acceso. Pero, sin embargo, no es correcto decir que se trata de nuevas formas. Se trata de unas formas teatrales insertas en sus sociedades desde hace siglos. El hecho de que las veamos por primera vez no las convierte en nuevas. El hecho de que durante tanto tiempo nos hayamos negado a reconocerlas como lo suficientemente «civilizadas» para ser consideradas como teatro, no las convierte en nuevas, sólo porque ahora pensemos que están bien. De la misma forma, algunos artistas teatrales, especialmente en Europa y en América, tienen tendencia a extraer formas tea— 45 — trales de otras culturas para introducirlas en sus propias sociedades. Y sus públicos, al no haber visto nunca estas formas teatrales dentro de sus culturas originales, las aceptan como si de formas nuevas se tratara. Y, efectivamente, los artistas se jactan de haber descubierto nuevas formas teatrales. Estas llamadas nuevas formas son normalmente las danzas, la narración, las técnicas de teatro al aire libre, las técnicas de máscaras y marionetas, cuyos historiales en Asia, África o el Caribe son muy largos. El concepto de nuevas formas teatrales hay que manejarlo, por consiguiente, con m u c h a precaución. Las nuevas formas teatrales tendrían que referirse a los productos de unos esfuerzos que implican la creación de algo nuevo a partir de una combinación de viejas formas. Por ejemplo, una combinación de u n a forma teatral europea o asiática con algunos elementos pertenecientes a una forma africana o latinoamericana, podría producir una forma nueva. En situaciones en que los públicos son u n a mezcla de las mencionadas culturas, podría, efectivamente, resultar muy útil el crear formas nuevas de este tipo para satisfacer las diferencias culturales y estéticas de nuestras audiencias. La naturaleza multicultural de los públicos infantiles suecos, por ejemplo, puede que esté preparada para absorber formas teatrales nuevas de esta naturaleza. Nuevas formas teatrales también resultan necesarias en muchos países cuyas poblaciones de dividen en múltiples grupos étnicos, todos ellos con sus propias culturas. Para dirigirse a una audiencia de índole nacional, hay que crear una forma nacionalmente aceptada, lo que suele implicar una adaptación y una combinación de distintas formas teatrales étnicas. Y, efectivamente, en algunos de estos países, han surgido u n a s nuevas formas teatrales que rebasan las fronteras de lo étnico. El principal problema, sin embargo, con el que se enfrentan las personas que trabajan en situaciones multiculturales, es cómo crear formas teatrales nuevas que logren reunir a los distintos grupos étnicos, sin con ello destruir las identidades étnicas individuales. En muchos países africanos, por ejemplo, la identidad nacional en confrontación con la identidad étnica es un tema candente, ya que no sólo es un asunto de tipo cultural, sino también de tipo político y económico. Para el profesional del teatro, el problema reside en cómo encontrar nuevas formas teatrales que no socaven la unidad nacional, matando al mismo tiempo la identidad individual cultural y étnica de las audiencias. — 46 — Como tal, la creación de nuevas formas teatrales especialmente dedicadas a públicos infantiles y juveniles no puede depender de los antojos y caprichos del artista. Requiere una minuciosa consideración de las exigencias planteadas al artista por parte del contexto socioeconómico de su público, ya que la identidad cultural del individuo no existe aislada de las condiciones socioeconómicas de la sociedad a la cual el individuo pertenece. — 47 —