Discurso titulación Rafaela Zambra Álvarez, egresada de Trabajo Social1 La primera pregunta que se me pide responder en estas palabras despierta en mí una cierta conflictividad ¿Quiénes éramos y con qué expectativas llegamos? A raíz de esto pienso: ¿Cómo ser fiel a los recuerdos y experiencias de cada uno de mis compañeros y compañeras? ¿Será confiable apelar sólo a mi memoria? ¿Cómo llegar a esos lugares comunes donde la representatividad se podría hacer efectiva? Qué curioso, pero eso de llegar a lugares comunes creo que fue algo que, en cierta medida, me enseñó el Trabajo Social…pero no nos desviemos. ¿Qué hacen los trabajadores sociales? ¿En qué trabajaban? Esas preguntas típicas que hacía el resto, en algún momento, formó parte de lo que somos como disciplina. Lo curioso es que estoy casi segura que ni siquiera nosotros sabíamos el motivo de nuestro ingreso a la carrera y qué era lo que se nos enseñaría… ¿qué respondíamos cuando se nos preguntaba? Esta crisis de identidad, al final se constituyó en nuestro sello. Además, creo que este “no saber”, incidió en las expectativas que en un comienzo formamos respecto a la carrera…si al final nadie sabía mucho de qué se trataba ¿de qué nos podíamos desilusionar? En algo sí estoy segura, y es que para el resto nos habíamos convertido en una carrera “linda” “¿Qué estudias?” “Trabajo social”, “¡ah! Qué lindo”… como si las disciplinas se configurasen como lindas o feas. Ya al final, uno termina creyéndose de espíritu “bueno” solamente por estudiar Trabajo Social. A partir de esto, siento que comenzó a desarrollarse un trabajo mancomunado, y casi inconsciente, entre y en nosotros, enfocado a promover una relación disciplinar con el resto de las carreras de las Ciencias Sociales, bajo el principio de la igualdad y legitimidad. ¿Cuáles fueron los principales aprendizajes a lo largo de nuestra carrera universitaria? Por lo menos para mí, el comenzar a pensar el mundo desde categorías fue algo absolutamente nuevo y atractivo. Se nos exigió dejar de lado el lenguaje común para aprender un idioma y un razonamiento, en ese entonces, desconocido. Fenómeno social, tipología, problemática…De repente lo que para uno era común, consensuado y compartido, desaparece. El indigente ya no es indigente sino que persona en situación de calle, no hay inmigrantes ilegales sino que en situación irregular. Comienzas a descubrir que el lenguaje no sólo es un instrumento sino que ineludiblemente tiene la capacidad de construir realidades; o que para pensar un fenómeno social existen cuatro fundamentos; o que hay corrientes epistemológicas que nos permiten acercarnos a la realidad de manera 1 Discurso pronunciado –a nombre de todos los egresados- en la Ceremonia de graduación las facultades de Ciencias Sociales y Derecho, el miércoles 10 de diciembre de 2014, en Patio Central de la Universidad Alberto Hurtado. distinta; o que hay una alianza indisoluble entre teoría y práctica. Y la guinda de la torta: que la realidad social es siempre compleja y contingente (y junto a todo esto, se le suma su carácter dialéctico) Hasta el día de hoy me resulta difícil comprender y poner en práctica cada uno de estos aprendizajes. Pero cuando recuerdo mis primeros años de universidad, al parecer ese nuevo idioma uno lo manejaba como la palma de la mano. Entonces, en la típica pregunta de trabajo que uno dejaba siempre para el final ¿Cuál es la relevancia para el Trabajo Social? Uno, muy confiado, respondía: “Este informe es fundamental para el Trabajo Social ya que da cuenta de la complejidad del fenómeno, dado a que la realidad social es compleja, contingente, problemática, y por qué no también, dialéctica”. Si lograbas armar frases que incorporasen esta tensión entre complejidad- fenómeno social bajo el principio de la coherencia, algo bueno podía suceder… bueno, a veces. Pero no quiero caricaturizar, porque al final, todas estas categorías y la constante noción de que lo que se presenta ante mí, se expresa y manifiesta en millones de dimensiones que ni siquiera la mitad puedo lograr aprehender, es algo que voy a estar agradecida por el resto de mi vida. No sólo hay infinitas maneras de comprender una situación sino que hay infinitas maneras de abordarla. Entonces, ahora recién comprendo por qué no pude y no puedo responder a la pregunta sobre ¿qué hace un trabajador o trabajadora social? Y es porque efectivamente no se puede encasillar…Nuestra crisis de identidad, al final, es nuestra propia identidad. Este nuevo lenguaje, el idioma de la transformación, no sólo se comienza a utilizar para los trabajos o las pruebas, sino que logra incorporarse en nuestra vida cotidiana. Al final, independientemente de si seguimos vinculados o no al Trabajo Social o a las Ciencias Sociales en general, siempre, pero siempre, sabremos que un indigente no es un indigente sino que una persona en situación de calle. Y si me piden un sello, para mí, ahí está. Con el paso de los años, nuevos desafíos y aprendizajes se nos presentaban. Uno de los más significativos, por supuesto, fueron las experiencias con las prácticas profesionales. Gracias a ellas, siento que tenemos una cierta ventaja al momento de enfrentarnos a este mundo cada vez más complicado. Con esto no es posible dejar de lado los agradecimientos a todo el cuerpo docente y administrativo de nuestra Universidad, que nos orientó, apoyó y consoló en cada una de estas etapas. Para terminar, me parece que hay algo que debo relevar. Y tiene que ver con ese despertar, ese darse cuenta que nada de lo que se muestra es aparente, que todo lo que se nos manifiesta arrastra una dimensión que se nos oculta. Esa revelación, esos espacios de lucidez que me entregó en gran medida el Trabajo Social, y en general las Ciencias Sociales, es algo que me parece que debemos disfrutar. Pero también es un arma de doble filo. Salir del sentido común se convierte en un viaje difícil: “la lucidez es un don, y es un castigo” “la lucidez es dolor, y el único placer que uno puede conocer, el único que se parecerá remotamente a la alegría, será el placer de ser consciente de la propia lucidez” (Lugares comunes, 2002) ¿Cuál me parece que es el gran desafío para el Trabajo Social en el mundo laboral y en la vida cotidiana? No abandonar nuestro compromiso político respecto a situar este nuevo idioma aprendido, al servicio de la transformación social. Y nuestra tarea como cientistas sociales: hacer distancia crítica respecto al sentido y lenguaje común, experimentar la ansiedad de la conciencia y “despertar en los demás el hermoso dolor de la lucidez” (Lugares Comunes, 2002) Mucho éxito para todos y todas Rafaela Zambra Álvarez