Foro Internacional de Mujeres Líderes de América del Sur y Países

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Dirección de Promoción y Protección de los Derechos de la Mujer
Foro Internacional de Mujeres Líderes de América del Sur y Países Árabes - ASPA
Lima, 07 - 09 de abril de 2014
Foro Internacional de Mujeres Líderes de América del Sur y Países Árabes - ASPA
Lima, 07 - 09 de abril de 2014
FORO INTERNACIONAL DE MUJERES LÍDERES DE AMÉRICA DEL SUR Y PAÍSES ÁRABES - ASPA
1
Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE
LAS MUJERES EN AMÉRICA DEL SUR:
“EN BUSCA DE LA PARIDAD”
Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables
Carmen Omonte Durand
Viceministra de la Mujer
Ana María Mendieta Trefogli
Directora General de Igualdad de Género y no Discriminación
Grecia Elena Rojas Ortiz
Directora de Promoción y Protección de los Derechos de la Mujer
Liliana Huayhua Palomino
Consultora para la elaboración del informe
Beatriz Llanos Cabanillas
Editora
Marlene Molero Suárez
Diseño Gráfico y Diagramación
Janeth Santillán Núnez
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2014-14849
Impresión
O&M Proudctos Generales s.r.l.
Jr. Lanceros de Unión 242 Lima
Teléfóno: 4242122
Tiraje: 1000 Ejemplares
Primera edición: Setiembre 2014
Lima, Perú
El presente texto fue preparado para el Foro Internacional de Mujeres Líderes de los Países de América del Sur y Países Árabes (ASPA)
llevado a cabo en la ciudad de Lima del 07 al 09 de abril de 2014.
2
ÍNDICE
Pag.
Presentación
5
I. Mujeres y política en los países de América del Sur: ¿qué dicen las cifras?
1.1 Mujeres como electoras
7
7
1.2Mujeres en el Poder Ejecutivo: lejos de la “masa crítica”
Recuadro: Mujeres en la administración pública
1.3 M
ujeres en el Poder Legislativo: el eje de los avances
Recuadro: ¿Cómo vamos en los espacios de poder local?
II.
Medidas adoptadas para promover la participación política de las mujeres
en los cargos de elección popular
2.1 De las cuotas a la paridad
Recuadro: La paridad como objetivo en los Consensos Regionales sobre la Mujer de
América Latina y el Caribe
7
9
10
11
12
12
13
2.2 Impacto de las cuotas/paridad y otras condiciones para su eficacia: resultados
parlamentarios
14
Recuadro: Bancadas de mujeres. Una apuesta por la unidad
16
2.3 Otras acciones afirmativas: financiamiento público orientado por
r azones de género. 16
Recuadro: El rol de los partidos en la promoción del ejercicio igualitario de los
d erechos políticos de las mujeres
17
III.
Mapeo de espacios supranacionales con estrategias para la promoción
de la participación política de las mujeres
18
En conclusión: avances y nuevos desafíos
20
IV.
FORO INTERNACIONAL DE MUJERES LÍDERES DE AMÉRICA DEL SUR Y PAÍSES ÁRABES - ASPA
3
Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
4
PRESENTACIÓN
PRESENTACIÓN
E n diciembre de 2014 se cumplen treinta y
cinco años desde que en 1979 la Asamblea
General de las Naciones Unidas aprobó la
Convención para la eliminación de toda forma
de discriminación contra la mujer (CEDAW,
por sus siglas en inglés). Esta Convención
que entró en vigor en setiembre de 1981,
marcó un hito al definir un cuerpo específico
e integral de derechos para las mujeres y al
señalar obligaciones puntuales a los Estados
para erradicar cualquier discriminación
contra ellas ya que violan “los principios de
la igualdad de derechos y el respeto a la
dignidad humana” 1.
Para ello definió como “discriminación contra
la mujer” a “cualquier distinción, exclusión o
restricción basada en el sexo que tenga por
objeto o por resultado menoscabar o anular
el reconocimiento, goce o ejercicio por la
mujer, independientemente de su estado
civil, sobre la base de la igualdad del hombre
y la mujer, de los derechos humanos y las
liber tades fundamentales” en diversas esferas
(ar t. 1). En lo político, la Convención retomó
las dimensiones que configuran los derechos
políticos que ya habían sido reconocidos
a las mujeres por otros instrumentos
internacionales de carácter universal y
regional, pero sólo desde un punto de vista
formal 2.
Dichas dimensiones son: “votar en
elecciones y referéndums públicos y ser
elegibles para todos los organismos cuyos
miembros sean electos; par ticipar en la
formulación de las políticas gubernamentales
y su ejecución y ocupar cargos públicos y
ejercer todas las funciones públicas en todos
los planos gubernamentales y; par ticipar
en organizaciones y asociaciones no
gubernamentales que se ocupen de la vida
pública y política del país” (ar t. 7).
Sin embargo, más allá de la igualdad
formal, la CEDAW hizo énfasis en el logro
de la igualdad de condiciones con los
hombres en el ejercicio de estos derechos,
para lo cual definió como una de las
estrategias a implementar por los Estados
“medidas especiales de carácter temporal
encaminadas a acelerar la igualdad de facto
entre el hombre y la mujer” (ar t. 4 inciso 1),
más conocidas como acciones afirmativas.
A lo largo de estos años, todos los
países sudamericanos han suscrito o se
han adherido posteriormente, a este
instrumento. En los hechos, en varios de
ellos, se han producido impor tantes avances
para el logro de la igualdad de género en
el ejercicio de los derechos políticos de las
mujeres, entendida ésta, como la igualdad de
1.- CEDAW, preámbulo.
2.- Como la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
la Convención Interamericana sobre la concesión de Derechos Políticos a la Mujer, entre otros.
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Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
derechos, responsabilidades y opor tunidades
entre hombres y mujeres; la posibilidad
para ellas de par ticipar y de disfrutar en
igualdad de condiciones de cualquier tipo
de desarrollo, incluido el político, así como
una igual valoración de su experiencia y
conocimiento en relación con los hombres
(López, 2007).
Los más visibles son, sin duda, la llegada de
mujeres a la Presidencia de varios países y
el incremento de candidatas y electas a los
cargos parlamentarios como producto de la
regulación de acciones afirmativas (o cuotas,
como se les conoce en la región) en busca
de una “masa crítica” de mujeres que pueda
generar cambios. También, el hecho de que
la agenda de los derechos políticos de las
mujeres en esta región, se está desplazando
hacia la búsqueda de la paridad. Un proceso
estratégico contra el monopolio masculino
del poder que busca un repar to equitativo
del mismo, entre hombres y mujeres, pero
también una propuesta de transformación
de todos los ámbitos de la vida en sociedad
incluido el económico, social, cultural a lo que
debemos añadir también el ámbito privado
(Cobo, 2002 y Candela, 1999).
Ello no implica que los avances hayan
sido uniformes en todos los países o en
todos los niveles de decisión pública a los
que las mujeres tienen derecho a acceder
y permanecer ejerciendo sus cargos en
igualdad de condiciones. Al igual que en otras
6
regiones del mundo, todavía existen una
serie de obstáculos a erradicar y desafíos
pendientes que requieren de políticas públicas
específicas que compensen las desigualdades
de par tida para las mujeres pero también del
compromiso de aquellos actores que actúan
como “intermediadores” de los sistemas
democráticos representativos, como por
ejemplo los par tidos políticos.
En ese sentido este documento pretende ser
un insumo para las discusiones e intercambio
de experiencias que, en el marco de la
Cumbre de los Países de América del Sur
y los Países Árabes (ASPA), llevarán a cabo
las líderes de ambas regiones con el objeto
de consensuar acciones conjuntas para
promover la par ticipación de las mujeres
en los espacios públicos. Para ello, contiene
una mirada cuantitativa de la situación de
la región en el ejercicio de los derechos
políticos como electoras, como “elegibles”
y electas en cargos de elección popular y
del acceso a algunas funciones públicas así
como una breve revisión de las principales
estrategias implementadas para incrementar
su par ticipación. También se identifican
algunos espacios supranacionales donde se
están ejecutando acciones para mejorar el
acceso y calidad del ejercicio de los derechos
políticos de la mitad de la población.
1. Mujeres y política en los países de América del Sur: ¿qué dicen las cifras?
1.1 Mujeres como electoras
En 1929 Ecuador fue el primer país sudamericano que
reconoció legalmente (aunque de manera opcional), el voto
de las mujeres que hasta entonces se encontraban privadas del
ejercicio, en una de las principales dimensiones de la ciudadanía
política3. Tres años después, lo harían dos países más: Brasil y
Uruguay. Pasaron poco más de tres décadas para que, con
Paraguay (1961), se cerrará el ciclo de otorgamiento del voto
a las mujeres en esta región.
Cuadro 1:
Reconocimiento del sufragio y presencia de mujeres
en padrón electoral
País Año de aprobación Mujeres en el padrón
legal del voto
electoral
(último dato disponible)
Argentina
1947
51% (2008)
Bolivia
1952
51% (2009)
Brasil
1932
52% (2012)
Chile*
1949
52.4% (2008)
Colombia
1954
51.9% (2013)
Ecuador
1929
50.1% (2013)
Guyana
1953
N.D.
Paraguay
1961
48.7% (2012)
Perú 1955
50.2% (2011)
Surinam
1948
N.D.
Uruguay
1932
52.4% (2008)
Venezuela
1947
50% (2008)
A casi cinco décadas del fin de dicho proceso, se han producido
importantes avances en el acceso real de las mujeres al ejercicio
del voto a tal punto que, según los últimos datos disponibles
por país, en nueve de ellos, las mujeres representaban el 50%
o más de las personas registradas en los padrones electorales,
lo cual las habilita para votar.
Además, según datos de ONU Mujeres a 2010, la participación
electoral (es decir el voto “efectivo” de las mujeres) ha llegado
a ser en algunos países, incluso mayor que la de los hombres.
Tal es el caso de Argentina, donde las mujeres fueron el 51.8%
de las personas que votaron en la última elección cuyos datos
estaban disponibles a ese año, en Ecuador donde fueron el
51% y en el Perú fue el 50.3% (Schneider, S/f).
Estos datos sugieren que en los últimos años las mujeres
sudamericanas han avanzado en la mayoría de países hacia la
configuración de una masa electoral con igual o mayor peso
que la de los hombres. En consecuencia, la pregunta que surge
a continuación es hasta qué punto el acceso y reparto del
poder en los espacios públicos refleja esta nueva configuración.
1.2 Mujeres en el poder ejecutivo:
lejos de la “masa crítica”
N.D. = No disponible. *Aunque en 1934 se legalizó el voto
para las mujeres en elecciones municipales es recién en 1949
que se extiende a elecciones presidenciales y parlamentarias.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Llanos y Sample,
2008 actualizados con información disponible en portales
web de autoridades electorales.
Al inicio de la década de los noventa, por primera vez una
mujer accedió, por la vía de las urnas, a la Presidencia de
un país latinoamericano. Así, en 1990 Violeta Barrios de
Chamorro juró como Presidenta de Nicaragua, gobernando
dicho país hasta 1997. En el caso específico de América del
Sur, ese mismo año Janet Jagan, tomó posesión del cargo de
Presidenta en Guyana, siendo también la primera mujer en
ejercerlo en su país. Desde entonces, tres mujeres más han
llegado a este alto cargo. En 2006 Michelle Bachelet fue electa
en segunda vuelta como Presidenta de Chile, en 2007 lo fue
Cristina Fernández en Argentina y en 2010 lo logró Dilma
Roussef en Brasil (también en segunda vuelta)4 .
3.- Previamente en 1927, en Uruguay, por primera vez una mujer latinoamericana pudo votar en unas elecciones. Aunque es también un hito histórico fue de alcance
restringido dado que se produjo en un plebiscito local en la localidad de Cerro Chato y sólo para dichos comicios.
4.- En el caso de los países de América Latina a las Presidentas mencionadas debe añadirse a Mireya Moscoso electa como Presidenta de Panamá en 1999 y Laura Chinchilla
elegida Presidenta de Costa Rica en el año 2010.
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Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
Además, la década del 2000 ha traído como otra novedad la
experiencia inédita de la re-elección de Presidentas. En 2011
Cristina Fernández fue elegida para un segundo mandato
consecutivo y en el 2013 sucedió lo mismo con Michelle
Bachellet en Chile. A ello se añade la actual Presidenta brasileña,
también reelecta en el 2014. ¿Esta mayor participación
femenina en la cúspide del poder político significa que se ha
roto el tradicional monopolio masculino en este ámbito?. Las
cifras que se presentan a continuación parecen mostrar que
pese a los avances, todavía persisten algunos problemas en el
acceso a puestos públicos y que no siempre se ha alcanzado
la “masa crítica”.
El concepto de “masa crítica” hace referencia a una participación
política situada en torno al 30%. Se considera que alcanzado
este peso, una “minoría” puede pasar a ser una “gran minoría”,
lo que puede traer consigo “un cambio cualitativo en las
relaciones de poder que permite por primera vez a la minoría
utilizar los recursos de la organización o de la institución para
mejorar su propia situación y la del grupo al que pertenece”
(Dahlerup, s/f). Así, habiendo alcanzado una “masa crítica” se
espera que las mujeres que lleguen a ocupar cargos públicos
impulsen lo que se conoce como “acciones críticas” orientadas
al cambio (Dahlerup, 2010).
En el caso de la composición de los gabinetes ministeriales,
un análisis realizado para este informe revela que las mujeres
constituyen en promedio en todos los países sudamericanos un
25.3%. Algunas investigaciones señalan que en la década de los
noventa, las mujeres ministras en los países latinoamericanos
apenas representaban un 9% (Buvinic y Roza, 2004), con lo
cual puede deducirse un avance significativo en este aspecto;
sin embargo, el promedio sudamericano también muestra que
las mujeres no sólo están aun distantes de lograr una “masa
crítica”, sino también de constituir un porcentaje más acorde
con su peso electoral.
En todo caso, al individualizar las cifras por país se observa
que co-existen dos tendencias: un primer grupo de nueve
países (Surinam, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Ecuador,
Venezuela, Chile y Guyana) en donde las mujeres no llegan al
30% de los gabinetes, y un segundo grupo de tres países donde
se supera este porcentaje encabezado por Perú, seguido por
Bolivia y Colombia.
Cuadro 2:
Mujeres en gabinetes ministeriales a 2013
País
Mujeres
N
%
Hombres
N
%
Total
Argentina 2 12.514 87.5 16
Bolivia
7 35.013 65.0 20
Brasil
10 25.629 74.4 39
Chile
6 27.316 72.7 22
Colombia 5 31.311 68.8 16
Ecuador
6 22.221 77.8 27
Guyana
5 29.412 70.6 17
Paraguay 3 27.38 72.711
Perú
7
36.8
12
63.2
19
Surinam
2 11.815 88.2 17
Uruguay
2 15.411 84.6 13
Venezuela 8 25.024 75.0 32
Total 63
25.3
186
74.7
249
Fuente: Elaboración propia en base a consultas en portales web de gobierno y ministerios.
8
Desde un punto de vista cualitativo, es importante observar
qué tipo de carteras vienen desempeñando las mujeres
para intentar determinar si se ha superado su designación
en roles asociados más con lo “reproductivo” entendiendo
por estos temas aquellos relacionados con la política social,
lo familiar o las cuestiones sanitarias, educativas, de vivienda,
medio ambiente y cultural (Skard y Haavio-Manila, 1985). O
si, por el contrario, se ha superado esta asignación temática
más tradicional y se desempeñan en los asuntos considerados
“duros” como la economía, la defensa y el orden interno
o la política exterior. El Gráfico 1 muestra que en el caso
sudamericano el 45.9% de las carteras desempeñadas por
mujeres están asociadas a lo “reproductivo” y la presencia
de mujeres es todavía minoritaria en temas como “justicia”,
“defensa e interior”, “relaciones exteriores” e “infraestructura”
(con 4.8% cada uno) o “trabajo” y “economía y finanzas” (con
3.2% cada uno).
Gráfico 1: Tipo de cartera desempeñada por mujeres en gabinetes ministeriales a 2013
Fuente: Elaboración en base a datos obtenidos de portales web de gobierno y/o ministerios tomando como
referencia categorías utilizadas por Luna et al, 2008.
Mujeres en la administración pública:
En la mayoría de países la incorporación de mujeres en las carteras ministeriales y/o puestos de la administración pública
depende, en esencia, de la voluntad política y el compromiso con la igualdad de género que tenga aquel o aquella líder
que ocupe la Presidencia. En Sudamérica, Colombia ha incluido en su normatividad una disposición que, desde 2000,
obliga a que un 30% de los cargos decisorios de la administración pública, deben ser desempeñados por mujeres. Al
2010 las mujeres ejercían el 40% de los cargos públicos en la rama ejecutiva, el 25% en la legislativa y el 26% en la judicial
(Observatorio de Asuntos de Género, 2011).
Recientemente, Ecuador ha incluido una mención específica al tema en su Constitución de 2008 que precisa que el
Estado debe promover la representación paritaria también en los cargos de designación de la función pública, aunque sólo
se establecieron normas obligatorias para la integración del Consejo de Participación Ciudadana, el Consejo Nacional
Electoral y el Tribunal Contencioso Electoral (Goyés, 2013).
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Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
1.3 Mujeres en el poder legislativo: el “eje” de los avances
Un cálculo realizado en base a datos de la Unión
Interparlamentaria, muestra que a inicios de 1997 el promedio
de mujeres en Cámaras Bajas de los países sudamericanos era
de un 10.6% y de un 6.6% en Cámara Alta. En 2013 el promedio
prácticamente, se ha duplicado, llegando en el primer caso a
19.4% y casi cuadriplicado en el segundo, al haber alcanzado
un 23.3%.
Estas cifras corroboran los avances que se han logrado en
el ámbito parlamentario los cuales tienen como uno de sus
factores explicativos la adopción de acciones afirmativas o
paritarias que bajo determinadas condiciones han permitido
incrementar la oferta electoral de mujeres y acelerar su
acceso a estos espacios, tal como se verá en el siguiente punto.
Sin embargo, dichos avances no son uniformes y sólo algunos
países han logrado alcanzar y/o superar los niveles de “masa
crítica” de mujeres en estos espacios.
Como se observa en el Cuadro 3 para Cámara Baja/Única estos
países son, en orden descendente: Ecuador (38.7%), Argentina
(36.6%) y Guyana (31.3%). En un segundo nivel se encuentran
Bolivia y Perú, que registran entre un 20% y 30%, mientras
que el resto de países se ubica por debajo del 20%, lo que
incluye a Brasil, Surinam, Uruguay y Colombia que presentan
porcentajes en torno al 10% con una exigua variación respecto
de los datos que presentaban hace casi veinte años.
En el caso de la Cámara Alta, Bolivia con 47.2% se encuentra
muy cerca de la paridad estricta (50%) y Argentina presenta
un importante porcentaje de 38.9%. Sin embargo, el resto
de países (Paraguay, Chile, Brasil, Colombia y Uruguay) se
ubican en un 20% o menos de mujeres en este nivel.
Dicho esto, no debe dejarse de lado que si bien en varios
Cuadro 3: Presencia de mujeres en parlamentos nacionales a 2013
N. A. = No aplica.
Fuente: Elaboración propia en base a datos al 01 de diciembre de 2013 extraídos de Unión Interparlamentaria.
(http://www.ipu.org/wmn-e/classif.htm)
10
países ya se están solucionando los déficits de acceso que
tenían las mujeres a los cargos parlamentarios, también debe
hacerse énfasis en las condiciones de ejercicio de los mismos
y si al interior de estas instancias las mujeres tienen las
mismas oportunidades que los hombres de desempeñarse
en cargos que implican mayores responsabilidades, como las
Juntas Directivas de los Parlamentos o las Presidencias de las
Comisiones.
Respecto del primer caso, un cálculo en base a datos provenientes
de la Base de Partidos Políticos y Género -GEPPAL- impulsada
por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) e IDEA
Internacional (para ocho de los países sudamericanos analizados
en este informe) muestra que las mujeres en Cámara Baja/Única
representan el 17% de las instancias directivas y en Cámara Alta el
25.8%. Asimismo, en el período analizado, sólo hombres ejercieron
la Presidencia de ambas cámaras5 .
¿Cómo vamos en los espacios de poder local?
Un reciente informe publicado por el Área de Género
para América Latina del PNUD, señala que si bien hay
un avance de las mujeres en la política sub-nacional,
éste es lento y aún no se logra una par ticipación en
igualdad de condiciones entre hombres y mujeres
(PNUD, 2013).
En el caso de las alcaldías, las cifras presentadas por
dicho estudio, muestran que a 1998, de diez países
sudamericanos analizados, ninguno llegaba al 10% de
alcaldesas, Tres presentaban un porcentaje entre el 5%
y 10% (Chile, Venezuela y Argentina) y siete se ubicaban
por debajo del 5% (Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador,
Perú Paraguay e Uruguay).
Para 2012, dos países (Bolivia y Uruguay) superaban
el 20% de alcaldesas, otros dos el 10% (Brasil y Chile)
y cinco continuaban (Argentina, Colombia, Ecuador,
Paraguay, Perú) por debajo del 10%.
Los datos parecen ser más alentadores respecto de la
presencia de las mujeres en los Concejos Municipales.
En 1999 cinco países (Venezuela, Uruguay, Chile, Brasil y
Colombia) tenían 10% o más de concejalas y tres menos
de 10% (Perú, Bolivia y Ecuador). A 2012, Bolivia destaca
nítidamente con un 43% de concejalas, cuatro países se
ubican sobre el 20% (Ecuador, Perú, Chile y Paraguay) y
tres (Colombia, Uruguay y Brasil) se sitúan por debajo
del 20%.
En el caso Surinam, país no incluido en el estudio de
PNUD, el último dato registrado por el Observatorio de
Género de la CEPAL6, señala que a 2012 las alcaldesas
constituían un 26.7% y las concejalas un 35.7%, lo que
sitúa a este país entre los de mayor avance. Datos
disponibles para Guyana señalan que a 2008 solo el 5%
de las concejalías en todo el país eran desempeñadas por
mujeres (Baksh y Vassel, 2013).
N. D. = No disponible.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de PNUD, 2013
5.- Datos provenientes de una segunda actualización de GEPPAL, aún inédita, correspondientes a países con elecciones realizadas entre junio de 2009 y julio de 2012. En
dicha investigación no se cuenta con información para Guyana, Ecuador, Paraguay y Surinam.
6.- Datos disponibles en http://www.cepal.org/oig/adecisiones/
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11
Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
II. Medidas adoptadas para promover la participación política de las
mujeres en cargos de elección popular
2.1 De las cuotas a la paridad
En la actualidad en América Latina y el Caribe dieciséis países
han aprobado legalmente acciones afirmativas (cuotas) o
medidas paritarias para promover la inclusión de mujeres en
listas electorales a cargos de elección popular. De ellos, nueve
son países sudamericanos. Sólo Chile, Surinam, Venezuela y
Guatemala en el contexto latinoamericano, no han regulado
legalmente este tipo de mecanismos.
Según Soto (2009), los mecanismos afirmativos significan el
reconocimiento de que no todas las personas gozan de una
igualdad real en las condiciones de partida para la competencia
política, por lo que, sin ellas no estaría garantizada la igualdad
de oportunidades. Por ello, estos se orientan a corregir esas
dificultades de inicio, otorgando ciertas ventajas para compensar
las desventajas derivadas de costumbres, hábitos, concepciones
y roles asignados históricamente a las mujeres. Son medidas
temporales que se mantienen entre tanto se consiga el objetivo
de lograr la igualdad política entre hombres y mujeres.
La paridad por el contrario es una medida definitiva que, como
ya se ha mencionado, reformula la concepción del poder político
redefiniéndolo como un espacio que debe ser compartido
igualitariamente entre hombres y mujeres y por ello incide en
el resultado desde su propia concepción y no sólo en la oferta
electoral como ocurre con las cuotas. Cuantitativamente, se suele
diferenciar entre una paridad “flexible” y una paridad “estricta”. La
primera, prevé una presencia de mínimo 40% y máximo 60% de
hombres y/o mujeres en los cargos electos o en las listas para cargos
de elección popular y, la segunda, una composición en la que ambos
sexos están representados en un 50%.
Argentina fue el primer país en la región (y en el mundo) que en
1991 aprobó una ley de cuotas estableciendo la obligatoriedad de
incluir un mínimo de 30% de mujeres en las candidaturas que se
presenten y en proporciones con posibilidad de resultar electas.
En la década de los noventa, Brasil, Paraguay, Perú y Bolivia también
introdujeron cuotas. A partir del 2000 lo hicieron Ecuador, Guyana,
Uruguay y, recientemente, Colombia (en 2011). De estos países,
Ecuador y Bolivia con la aprobación de sus nuevas Constituciones
(ambas en 2008) y la posterior legislación que las desarrolla,
dieron un salto hacia la paridad “estricta”.
Como se observa en el siguiente cuadro los porcentajes de
cuota o paridad regulados en la región oscilan entre un 20%
y 50% y se aplican a las listas electorales que presentan las
organizaciones políticas. La excepción es Paraguay, donde las
cuotas se aplican a las listas que se presentan en las elecciones
internas de los partidos. Otro caso particular es el uruguayo,
pues la cuota aprobada en 2009 será aplicada por única vez
para cargos parlamentarios en 2014 y departamentales en
2015. Por último, todos estos países aplican las cuotas o la
paridad a la elección de cargos parlamentarios, pero también
en otros niveles de gobierno como los intermedios (regionales/
federales) y/o los locales7.
Cuadro 4: Países de América del Sur con leyes de cuota o paridad y tipo de regulación
Fuente: Elaboración en base a análisis de legislaciones nacionales.
N.A.= No aplica.* Aplicable sólo a las listas donde
se elijan 5 ó más curules o a las que sometan a
consulta **Aplicable por única vez para cargos
parlamentarios en las elecciones nacionales de
2014 y para las departamentales de 2015. ***En
distritos electorales con no más de 3 escaños
como mínimo debe ubicarse una mujer en el
segundo lugar. Cuando una organización se
presenta por primera vez, no renovara ningún
cargo o renovara uno o dos, en uno de los
dos primeros lugares deberá postularse como
mínimo a una mujer. Cuando se renueven más de
dos cargos debe figurar una mujer como mínimo
en alguno de los tres primeros lugares.
7.- En el caso de Argentina (en base a la autonomía de la que gozan los gobiernos federales), algunos han fijado sus propios porcentajes de cuota que oscilan entre un 25 y 50%.
12
Pero las regulaciones no están exentas de importantes
diferencias. El Cuadro 4 muestra las características incluidas
en cada normativa, es decir, el “diseño” adoptado que influye
en un mayor o menor cumplimiento de su objetivo final: el
incremento de mujeres en las instancias de decisión política.
Una condición importante es que las legislaciones regulen
sanciones claras y contundentes para evitar posibles
incumplimientos por parte de las organizaciones políticas.
De todas las sanciones posibles, la no inscripción de la lista
es sin duda la que mejores resultados ha presentado en la
experiencia comparada. Esta ha sido explícitamente regulada
por seis países8. Bolivia y Guyana dan además un plazo a las
organizaciones políticas para que subsanen los incumplimientos.
Por su parte, Argentina otorga la facultad a las autoridades
electorales para, pasado el plazo establecido, modificar la
lista de modo que, en el caso de las mujeres, se adecúe a las
disposiciones de cuota.
La ubicación de las mujeres en las listas es otro aspecto
importante dado que en algunos contextos nacionales los
partidos políticos, aunque han cumplido con los porcentajes
de la cuota, han optado por ubicar a las mujeres en puestos
poco competitivos que afectan sus posibilidades de ser
electas. Esto es particularmente relevante (como se verá en el
siguiente punto) en aquellos países que cuentan con sistemas
electorales de representación proporcional y nominaciones
en listas “cerradas y bloqueadas”, donde el orden establecido
por el partido determina (en función de los votos obtenidos)
quiénes accederán a los cargos. Por tanto, ir al final de las listas
equivale muchas veces a no ser electo o electa.
Para evitar la discrecionalidad de los partidos varias legislaciones
han implementado lo que se conoce como “mandatos de
posición” que obligan a colocar a las candidatas en lugares
predeterminados. Cinco países sudamericanos han regulado
dichos mandatos. Bolivia y Ecuador además de regular la
paridad, han optado directamente por la alternancia lo que
equivale a ubicar sucesivamente en las listas a hombres y
mujeres o viceversa. A esta opción se le conoce también como
listas “cremallera”. Argentina también ha perfeccionado su
cuota legislando sucesivamente una serie de disposiciones para
determinar en diferentes supuestos la ubicación de las mujeres
aplicando la cuota al número de cargos que los partidos
renuevan en cada elección, en base a una reglamentación
realizada en el año 2000 (Marx et al, 2008).
Finalmente, Paraguay ha legislado la obligación de ubicar al
menos una mujer en cada quinto de la lista y Uruguay en cada
tercio.
La paridad como objetivo en los consensos regionales sobre la Mujer de América Latina y el
Caribe:
En 1992 se marcó un hito en lo que se refiere a la paridad en el mundo cuando un grupo de ministras y
exministras europeas reunidas en la “Cumbre Europea sobre las Mujeres y la Toma de Decisiones” suscribió la
“Declaración de Atenas” en la que abogaron por la adopción de una “democracia paritaria” al considerar que
“(…) la igualdad exige la paridad en la representación y administración de las naciones. Las mujeres representan
la mitad de las inteligencias y de las cualificaciones de la humanidad y su infra- representación en los puestos de
decisión constituye una pérdida para la sociedad en su conjunto (…)”.
América Latina tomó la posta en 2007, cuando en el marco de la X Conferencia Regional de la Mujer de América
Latina y el Caribe, se incluyó en el “Consenso de Quito” (suscrito por las ministras y/o los más altos
representantes de sus Mecanismos de la Mujer) el reconocimiento que la paridad es un propulsor de la
democracia y una meta para erradicar la exclusión estructural de las mujeres ya que su finalidad es alcanzar
la igualdad en el ejercicio del poder, en la toma de decisiones, en la par ticipación y en la representación;
pero también en las relaciones familiares (Punto 17). Para ello acordaron adoptar todas las medidas de
8.- En Colombia, pese a que la Ley Estatutaria 1475 que reguló la cuota no estableció expresamente la sanción de no inscripción de la lista, dicha sanción fue aplicada por la Registraduría Nacional en
las elecciones municipales de 2011 por vía interpretativa y será aplicada en las elecciones parlamentarias de 2014 (Al respecto ver http://www.registraduria.gov.co/La-mujer-y-su-participacion-enla.html). En el caso peruano cabe precisar que la Ley Orgánica de Elecciones (Ley 26859) que regula la cuota sólo hace mención a una verificación del cumplimiento de requisitos legales para la
publicación de las listas luego de lo cual se abre un período de “tachas” donde cualquier ciudadano/a puede denunciar el incumplimiento de condiciones pre-establecidas para poder candidatear. Si,
como consecuencia, alguna candidata es retirada y no remplazada (y, a la vez, se incumple la cuota) esta situación no invalida al resto de la lista que sigue compitiendo.
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Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
acción positiva y cualquier mecanismo necesario para garantizar la plena par ticipación de las mujeres
en cargos públicos y de representación política con el fin de alcanzar la paridad en todos los ámbitos de
la institucionalidad estatal 9 .
En 2010, la XI Conferencia Regional, r atificó el objetivo de la par idad en el “Consenso de
Br asilia” en el que , además de abogar por la adopción de políticas afir mativas, pidió gar antizar
una composición par itar ia de las listas elector ales; la par idad de resultado en los car gos y
el acceso igualitar io de las mujeres a los espacios de decisión de los par tidos políticos y al
financiamiento de campañas y la propaganda elector al.
Finalmente, el último “Consenso de Santo Domingo”, suscrito en 2013 en el marco de la XII
Conferencia Regional, además de reiterar estos compromisos con la paridad, ha señalado la
impor tancia de for talecer los mecanismos de obser vación de los procesos electorales desde una
per spectiva de género, la necesidad de promulgar e implementar legislación contra el acoso político
y propiciar que los medios de comunicación se comprometan con la par idad entre hombres y
mujeres en la esfer a pública ( P u n t o E ) .
2.2 Impacto de las cuotas/paridad y otras condiciones para su eficacia: resultados parlamentarios
Tras un impor tante recorrido en la aplicación de las cuotas
en el que se ha ido, paulatinamente, perfeccionando su
diseño para garantizar su cumplimiento, puede decirse
que uno de los principales impactos que han tenido
estas medidas fue el incremento de la ofer ta electoral de
mujeres. Algunos ejemplos recientes muestr an la
diferencia que existe en las candidatur as en países
que no han adoptado la cuota o la par idad y los
que sí lo han hecho.
En ese sentido, el caso de Chile es un buen ejemplo.
Mientras en las elecciones de 2013 se ha re-elegido
a una mujer en la Presidencia, el porcentaje de
candidatas a la Cámara Baja fue de 19.6% y en
Cámara Alta de 17.9% 10 . Esto representa un ligero
incremento respecto de los porcentajes registrados
en la elección de 2009 cuando el porcentaje de
candidatas a diputadas fue de 17% y al Senado de
15% (Ser vicio Electoral de Chile, 2009).
En comparación, Guyana (con una cuota del 30%)
tuvo en las elecciones de 2011 un 31% de candidatas
al Parlamento (OAS, 2011) y Perú (también con
9.10.11.12.-
14
cuota del 30%) tuvo 40% de candidatas en las listas
presentadas 11. A su vez, Ecuador, país que ha regulado
la paridad y la alternancia, tuvo un 50% de mujeres
candidatas en las elecciones de 2009 (Goyes, 2013)
y Bolivia que también ha adoptado ambos criterios
tuvo un 44.8% de candidatas al Senado y un 29.8% a la
Cámara de Diputados (Choque, 2013) 12 .
Dicho esto, otro aspecto muy impor tante a analizar es el
impacto que han tenido estas medidas en el incremento
de mujeres en los cargos de elección popular y si
una mayor ofer ta elector al, se ha tr aducido en
más mujeres electas. Un análisis realizado en los países
sudamericanos revela que la aprobación de la cuota o
la paridad, sí supone una diferencia en el número de
electas. Mientras el promedio de parlamentarias en
Cámara Baja/Única en países con cuota o paridad es
de 21.8%, en los países que no cuentan con ella es de
14.2%. Es decir, hay una diferencia de casi ocho puntos
porcentuales. Y en el caso de Cámara Alta en los países
con cuota/paridad, el promedio es de 35.3%, mientras
que en los que no la tienen, es de 16%. Una diferencia
de casi veinte puntos porcentuales.
Al respecto ver Consenso de Quito. Acvuerdo ii.
Información extraída de http://www.eleccionesenchile.com/nvoticia-numero-candidatos-hombre-y-mujeres-elecciones-2013-59.html
Datos de la Asociación CivilTransparencia para elecciones 2011.
En el caso de la Cámara Baja de Bolivia el porcentaje de candidatas disminuye porque esta se elige en un sistema “mixto” que combina circunscripciones plurinominales
con uninominales y especiales. La Ley Electoral Transitoria vigente para las elecciones 2009, establecía la aplicación de la paridad y alternancia de hombres y mujeres
entre titulares sólo en los distritos plurinominales mientras que los uninominales esta podía aplicarse entre titulares y suplentes. En el primer caso el porcentaje
de candidatas fue de 47.5% y en el segundo de 20.2%. Con la aprobación de la nueva Ley del Régimen Electoral en 2010 la paridad se aplica también en distritos
uninominales en relación a los cargos titulares (Al respecto ver Choque, 2013).
Gráfico 2: Mujeres electas como parlamentarias en países con cuota/paridad versus electas
en países sin cuota/paridad
Fuente: Elaboración propia
Sin embargo, estas diferencias no sólo se explican por el propio
diseño de las cuotas o medidas paritarias, sino también por otros
factores institucionales que brinda el contexto en la cual estas
medidas se aplican. La literatura especializada sobre el tema ha
venido incidiendo en la influencia de los sistemas electorales en
los niveles de elección de mujeres, aunque estos no sean por
sí mismos, una condición necesaria ni suficiente que garantice
que las mujeres accedan a la representación, en específico, han
enfatizado el hecho que más mujeres son electas en sistemas de
representación proporcional (Norris, s/f)).
El hecho que los sistemas proporcionales utilicen por lo general
distritos plurinominales donde hay más de un escaño en juego,
constituye un incentivo para que los partidos presenten listas
más balanceadas, por ejemplo en términos de sexo, como un
intento de atraer a un electorado diverso. Por el contrario,
cuando hay un único escaño en disputa (sistemas mayoritarios),
las mujeres para ser nominadas, deben enfrentarse con
competidores masculinos lo que implica una mayor dificultad
(Norris, s/f y Matland, 2006). Otro argumento a favor de los
sistemas de representación proporcional es que la nominación
en listas facilita la aplicación de medidas de acción afirmativa
que pueden ser también usadas en distritos uninominales,
aunque con una mayor complejidad en su aplicación (Norris, s/f).
En el marco de las reglas electorales existen otros
factores que deben ser tomados en cuenta, como son el
tamaño (magnitud) de los distritos electorales, el tipo de
nominación o la magnitud partidaria que es el número de
escaños que gana cada partido (Matland, 2006; Del Campo
y Luengo, 2008; Archenti y Tula, 2008). Respecto de lo
primero, se suele afirmar que los distritos de mayor tamaño
favorecen una mayor elección de mujeres en la medida que
hay más escaños en juego. Lo mismo se puede decir del
tercer factor: si el partido tiene un mayor éxito electoral,
hay más posibilidades que el número de mujeres electas se
incrementen ya que la organización gana más escaños.
Sin embargo, es un tema de debate el tipo de nominación,
cuando nos encontramos en el contexto de una postulación
en listas. Al respecto pueden diferenciarse tres tipos:
las listas “cerradas y bloqueadas”, en la cual los partidos
definen el orden de los candidatos y candidatas sin que el
electorado pueda alterar dicho orden con su voto; las listas
“cerradas y desbloqueadas” donde el electorado no puede
alterar la composición de la lista pero si el orden asignado
a los candidatos a través de uno o más votos orientados al
candidato/a de su preferencia (“voto preferencial”) y por
último las “abiertas”, en las que el electorado puede optar
entre candidaturas incluso de diferentes listas, “cruzando” el voto.
Al respecto, una posición que ha tendido a prevalecer
en los estudios sobre el tema, es que la combinación de
cuotas adecuadamente diseñadas con listas “cerradas
y bloqueadas”, tienen resultados más favorables a la
elección de mujeres. Según Jones (2004), éstas “garantizan
un piso mínimo de representación de mujeres en todos
los partidos/distritos”, mientras que en las listas “cerradas
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Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
y desbloqueadas” y “abiertas”, los resultados pueden ser
dispares ya que las candidatas al ser habitualmente nuevas en
la competencia suelen tener menos recursos que sus colegas
masculinos, lo que constituye una importante desventaja.
Además, los candidatos tienen un incentivo para dificultar
el acceso a las listas del partido de candidatas consideradas
competitivas o también para disminuir de cualquier forma sus
posibilidades de victoria (Op. Cit., 2004).
Para la realidad latinoamericana, una investigación del BID e
IDEA Internacional sobre partidos políticos y género, va en la
línea de la mayor favorabilidad de la lista “cerrada y bloqueada”,
al ser combinada con una cuota ya que los en los países
que encajaban en este supuesto (Argentina y Costa Rica) el
porcentaje de mujeres electas para los partidos analizados
fue de 37.4% frente a 23.4% en países con “lista cerrada y
desbloqueada” (Perú y República Dominicana) y 15.2% para
países con lista “abierta” (Brasil, Ecuador y Honduras). Con
el matiz de que en Argentina y Costa Rica, la cuota regulada
cuenta con mandatos de posición muy claros que obliga a los
partidos a colocar a las mujeres en puestos “elegibles” (Roza
et al, 2010).
En conclusión, se puede afirmar que un sistema electoral
que fomenta la representación política de las mujeres sería
uno de representación proporcional con cámaras numerosas,
circunscripciones plurinominales de gran tamaño, con listas
cerradas y bloqueadas y con una exigencia legal de paridad o
cuotas (Del Campo y Luengo, 2008). A ello habría que añadir
que la cuota (o paridad) debe regular mandatos de posición
para las mujeres (Jones, 2008; Roza et al, 2010) y contar con
sanciones claras y efectivas.
Bancadas de mujeres. Una apuesta por la unidad:
La creación en 1998 de la Unión de Mujeres Parlamentarias de Bolivia – UMPABOL marcó el inicio de la conformación de
alianzas y la constitución de espacios inter-partidarios de diálogo y de concertación por parte de las legisladoras como una
estrategia para colocar en el centro de la agenda parlamentaria los temas de igualdad de género así como para fortalecer
su propia capacidad de incidencia.
Aunque no necesariamente, forman parte de la estructura orgánica de los Congresos (como sí sucede con las Comisiones
ordinarias que dictaminan las leyes) varias han logrado una importante permanencia e institucionalización. Si bien su trabajo
no ha estado exento de obstáculos, entre sus logros figuran la visibilización de las cuestiones de género, la ampliación de
la agenda política y la aprobación de leyes relacionados con los derechos humanos de las mujeres, la instalación de nuevas
prácticas políticas en un ambiente culturalmente masculino y una mayor articulación con las organizaciones sociales (Marx
y Borner, 2011 y Gustá, 2011).
Además del caso boliviano, experiencias de este tipo se han producido en Argentina (Banca de la Mujer en el Senado),
Brasil (Bancada Femenina), Colombia (Comisión Accidental para el trabajo por la Equidad de Género de los Derechos
Sociales, Políticos, Laborales y la Salud Mental, Sexual y Reproductiva de la Mujer en el Senado), Perú (Mesa de Mujeres
Parlamentarias Peruanas) y Uruguay (Bancada Bicameral Femenina). También en Ecuador (Grupo Parlamentario por los
Derechos de las Mujeres), único caso en el que parlamentarios y parlamentarias integran una instancia de este tipo.
2.3 Otras acciones afirmativas (más allá de las cuotas): financiamiento público orientado por
razones de género
Si bien las estrategias para promover un ejercicio igualitario de
los derechos políticos de las mujeres se han centrando en las
últimas décadas en la adopción de las cuotas o la paridad, que
inciden básicamente en las oportunidades para la nominación y
elección de las mujeres en los cargos de elección popular, también
es cierto que el desarrollo de una carrera política en igualdad
de condiciones con los hombres requiere de otras medidas
complementarias que ayuden a fortalecer las capacidades de las
mujeres para desempeñarse en la vida pública.
16
Ello no significa que las mujeres no estén preparadas para la
política o que carezcan de competencias políticas, sino que hay
obstáculos de entrada que se traducen en falta de experiencia en
el juego político (Roza et al, 2010). Por ello, es importante que
existan espacios donde puedan ser empoderadas, por ejemplo,
para contar con habilidades para asumir liderazgos y conseguir
espacios como candidatas o en las directivas de los partidos, para
aprender a ejercer la política desde una perspectiva de género y
agregar dentro de la agenda política temas relacionados con
los derechos de las mujeres o para involucrar a los hombres en
la toma de decisiones con igualdad (Cárdenas, 2011).
En ese sentido, en Sudamérica, Brasil y Colombia han regulado la
orientación de porcentajes del financiamiento público hacia la
promoción y capacitación de mujeres. En el primer caso, a través de un
porcentaje mínimo del 5%, con una sanción ante su incumplimiento.
En el caso colombiano, a través de un fondo común al que se debe
asignar no menos de un 15% de los recursos públicos recibidos
que se comparte entre los centros de pensamiento partidarios y la
formación de varios segmentos, entre ellos las mujeres.
Colombia, además distribuye un porcentaje del presupuesto asignado
para el funcionamiento partidario en función al desempeño de la
organización en la elección de mujeres, y Brasil ha regulado la
obligación de destinar un porcentaje mínimo de tiempo, destinado a
difundir la participación de mujeres dentro de la propaganda gratuita
que los partidos tienen en televisión y radio (financiamiento público
indirecto).
Cuadro 5: Medidas adoptadas para orientar el financiamiento público por razones de género en países de
América del Sur
Fuente: Elaboración propia en base a análisis de legislaciones nacionales
A nivel latinoamericano, otros países que han legislado la
obligación de asignar un porcentaje de los fondos públicos
destinados a la promoción de la participación de las mujeres
y su empoderamiento son: Panamá (del 50% destinado
a educación cívico política un 10% debe ser orientado al
desarrollo de actividades exclusivas para la capacitación de
mujeres), México (2%) y Costa Rica (que no ha establecido un
porcentaje específico). En estos casos, México, fue el país que
mejor ha regulado el cumplimiento y fiscalización del uso de
estos recursos a través de una reglamentación específica para
evitar su desviación a otros fines.
El rol de los partidos en la promoción del ejercicio igualitario de los derechos políticos de las mujeres:
Los partidos políticos juegan un papel crucial en los sistemas democráticos. Son los intermediarios entre el sistema
político y la ciudadanía y, en ese sentido, agregan los intereses sociales; actúan como reclutadores y seleccionadores
de los futuros cargos políticos y proponen las leyes y políticas públicas que deben aplicarse. Por tanto, un débil
compromiso con la igualdad de género al interior de sus organizaciones y las esferas públicas en las que actúan en
sus reglas de selección o en la elaboración de sus propuestas programáticas, afectará directamente las oportunidades
de las mujeres en la vida política.
En el caso latinoamericano, un estudio realizado en 2009 por el BID e IDEA Internacional sobre una
muestra de 94 par tidos políticos de 18 países, revela que: las mujeres representan el 51% de las
militancias (en los países donde hubo información disponible) pero solo son el 19% de sus máximas
instancias de decisión; aunque el 92% cuenta con instancias de la mujer, éstas tienen poca par ticipación
e influencia en las decisiones par tidarias; sólo un 11% de las jefaturas de bancada en las Cámaras Bajas/
Únicas son desempeñadas por mujeres y un 7% en las Cámaras Altas y, por último, sólo un 14% de las
listas al Parlamento presentadas por los par tidos analizados, fueron encabezadas por mujeres (Roza et al, 2010).
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Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
III. Mapeo de espacios supranacionales con estrategias para la
promoción de la participación política de las mujeres
En varias de las instancias supranacionales impulsadas por
los países sudamericanos para promover la integración
regional, también ha estado presente la preocupación
por promover la igualdad de género en el ejercicio de
los derechos de las mujeres. Para ello, se han constituido
algunos espacios específicos que vienen implementando
diversas iniciativas, algunas de las cuales están relacionadas
directamente, con sus derechos políticos.
Estos espacios, además de propiciar el intercambio de
experiencias entre países y de trabajar por la incorporación
de un enfoque de género en las actuaciones de sus
organizaciones, coadyuvan también a la construcción y
consolidación de una agenda común sub-regional para
promover más avances hacia la igualdad efectiva entre
hombres y mujeres por par te de sus miembros.
A continuación un detalle de las principales iniciativas
regionales, las cuales se refieren principalmente, al
Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Comunidad
Andina (CAN) y la Alianza Bolivariana para los Pueblos
Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos
(ALBA-TCP).
- Mercado Común del Sur (MERCOSUR)
Integrantes
Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Bolivia (en proceso de adhesión). Tiene como
estados asociados a Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Guyana y Surinam (los dos últimos en proceso
de ratificación).
Objetivos de la organización
Libre circulación de bienes y servicios, eliminación de restricciones arancelarias, establecimiento de
un arancel común, coordinación de políticas macro-económicas entre los Estados y armonización de
legislaciones para fortalecer procesos de integración.
Promoción de los derechos
políticos de las mujeres
Reunión de Ministras y Altas Autoridades de la Mujer (RMAAM) creada en Montevideo en 2011.
Remplaza a la Reunión Especializada de la Mujer creada en 1998. Se reúne semestralmente en el
ejercicio de la presidencia pro-tempore del Mercosur.
Objetivos / funciones
Asesorar y proponer al Consejo del Mercado Común (CMC) medidas, políticas y acciones en materia
de género y tiene facultad para emitir Declaraciones y Proyectos de Recomendación y Decisión que
previa revisión del Foro de Consulta y Decisión Política se elevan al CMC para su aprobación. Ha
plasmado decisiones y recomendaciones en el tema de participación política.
Fuente: Elaboración propia en base a información disponible en
http://www.mercosur.int/t_generic.jsp?contentid=3862&site=1&channel=secretaria y
http://www.mercosurmujeres.org/es/quienes-i1
Fuente: Elaboración propia en base a información disponible en http://www.alianzabolivariana.org/, http://
www.alba-tcp.org/ y http://www.alba-tcp.org/contenido/i-reunion-comite-de-mujeres
18
- Comunidad Andina (CAN)
Fuente: Elaboración propia en base a información disponible en http://www.comunidadandina.org/
- Alianza Bolivariana para los Pueblos Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP)
Integrantes
Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua, Mancomunidad de Dominica, San Vicente y las
Granadinas y Antigua y Barbuda.
Objetivos de la organización
Plataforma de integración de los países de América Latina y el Caribe, que pone énfasis en la
solidaridad, la complementariedad, la justicia, la cooperación y alianza política, económica y social
en defensa de la identidad e independencia de sus integrantes.
Sus objetivos son, unir las capacidades y fortalezas de los países que la integran para producir
transformaciones estructurales y un nuevo sistema de relaciones para lograr un desarrollo integral
como naciones soberanas y justas.
Promoción de los derechos
políticos de las mujeres
Comité de la Mujer y la Igualdad de Oportunidades (dependiente del Consejo Social).
Objetivos / funciones
Ser un espacio visible y protagónico de las mujeres para asegurar la transversalidad de género de
todas las iniciativas e instrumentos de integración que emanen del ALBA–TCP.
En su primera reunión en 2010, Ministras, Viceministras y representantes de los mecanismos de la
mujer, ratificaron el compromiso por la igualdad de género de los gobiernos integrantes y en materia
de derechos políticos acordaron promover la igualdad paritaria en la diversidad, crear la agenda
legislativa del ALBA desde la visión de las mujeres, incorporar la discusión del tema de la
institucionalidad de género en los organismos públicos y reivindicar la memoria histórica de las
mujeres y el legado de nuestras antecesoras a través de diversos instrumentos de divulgación.
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Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
IV. En conclusión: avances y nuevos desafíos
Al día de hoy, América Latina en general, y algunos países
sud-americanos, en particular, pueden mostrar importantes
avances y estrategias que han ayudado al logro de un ejercicio
más igualitario de los derechos políticos, aunque aún no se
haya alcanzado un real equilibro en el reparto del poder desde
una perspectiva paritaria. Las votantes, son mayoría en un
buen número de países y con la llegada de varias mujeres a la
Presidencia así como a otros cargos públicos, se ha empezado
a romper las barreras simbólicas y algunos prejuicios respecto
de las mujeres, sin que ello implique que se hayan desterrado
todos los obstáculos. No obstante, hay todavía tendencias
contradictorias respecto de la presencia de mujeres en cargos
públicos entre países e incluso entre los diferentes niveles de
gobierno que coexisten en cada uno de ellos, siendo el nivel
local el que mayores déficits presenta.
Las acciones afirmativas y el salto hacia la paridad, sin duda
cabe, han marcado un hito y han constituido en la mayoría de
casos un importante acelerador del acceso de las mujeres a
las candidaturas. Asimismo, cuando han existido condiciones
institucionales propicias, han supuesto una mayor presencia
de mujeres por ejemplo en el Parlamento. Por supuesto, la
adopción de este tipo de acciones no ha estado exenta de
resistencias y detrás de cada proceso están los esfuerzos del
movimiento amplio de mujeres y de mujeres políticas con
conciencia de género para seguir avanzando.
Dicho esto, en la región se está tomando conciencia que
siendo muy importantes los esfuerzos realizados y los logros
alcanzados la agenda de los derechos políticos de las mujeres
abarca un espectro más amplio. Así por ejemplo, en el terreno
de la competencia electoral, en la medida que se ha resuelto el
tema de la inclusión de las mujeres en la oferta, los esfuerzos
deben centrarse en las condiciones en las que hombres y
mujeres compiten por los cargos.
20
El financiamiento de las campañas electorales o un acceso
equitativo y sin estereotipos a los medios masivos de
comunicación para difundir adecuadamente sus propuestas y
llegar al electorado, son temas en las que en algunos contextos
nacionales se ha mostrado que las mujeres cuentan con
menos recursos y oportunidades. Ello merma sus posibilidades
de ganar elecciones, pero también de construir liderazgos
sólidos de mediano y largo plazo. Además, las carreras políticas
deberían ser el resultado de un proceso de más largo plazo,
en el que los partidos políticos juegan un papel clave: como
seleccionadores de élites de los que se espera actúen sin
discriminar a sus mujeres militantes, y como espacios en los que
se promuevan liderazgos democráticos concebidos desde una
perspectiva de igualdad en la que hombres y mujeres puedan
tener similares oportunidades de participar, de decidir y de
elaborar propuestas que beneficien su desarrollo con equidad.
Por último, logrado el acceso a los cargos públicos y a la
representación política, otros retos que quedan pendientes,
son el poder de ejercer sus cargos en condiciones idóneas,
libres de cualquier injerencia, presión, o violencia de carácter
físico, sicológico o de cualquier otra índole en la toma de sus
decisiones y en el logro de una representación “sustantiva” en
la que los intereses de las mujeres puedan ser adecuadamente
reflejados y se actúe en beneficio de las mejoras del ejercicio
de sus derechos en todos los aspectos.
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Participación política de las mujeres en América del Sur: «en busca de la paridad»
PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE
LAS MUJERES EN AMÉRICA DEL SUR:
“EN BUSCA DE LA PARIDAD”
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