Consentimiento - Consejo General de Colegios de Ópticos

Anuncio
Editorial
Consentimiento
informado ¡Sí o sí!
óptico-optometrista conoce
siempre lo que ha recomendado como sistema de limpieza y
mantenimiento de las lentes de
contacto a sus pacientes. Lo que
también ignora siempre es el grado de seguimiento y cumplimiento por parte
del paciente.
E
l
En el artículo que se publicará en la sección de Noticias de Investigación de Gaceta de Optometría y Óptica Oftálmica el próximo mes de noviembre, titulado
“Lentes de contacto e infiltrados”, los autores sugieren que cuando se cita a revisión al usuario se le pida
que acuda con el estuche y los envases que utiliza. De
esta manera, el óptico-optometrista puede comprobar de alguna manera el seguimiento de sus instrucciones por el estado de limpieza del contenedor, las
fechas de caducidad y la apariencia de las soluciones.
Pero esto no evita el problema que se suscita cuando
ocurre una infección o alteración tisular, con daños
de cuantía tal que puedan producir una reclamación
legal de responsabilidad al óptico-optometrista por la
falta fehaciente de instrucción en el uso, limpieza y
conservación de sus lentes de contacto, independientemente del tipo o modalidad.
Todo lo anterior se minimiza con el Consentimiento
Informado (CI), que puede ser válido con su inclusión escrita en el historial del paciente, donde se consigne que ha sido instruido verbalmente, incluyendo
todo el proceso recomendado, o bien adiestrando
e informando al paciente de forma verbal y escrita
acerca de los contenidos del CI. Este informe se denomina “documento CI” y en él constan todos los
procesos, así como la afirmación de que el usuario
los ha entendido mediante la consiguiente firma.
Sabemos que hay compañeros que no comparten
este criterio de utilizar el CI; a
ellos se les puede sugerir que
utilicen, al menos, el otro sistema, el de figurar por es-
crito en el historial, pero en todos los casos conviene
apostar por una u otra modalidad.
La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y
obligaciones en materia de información y documentación clínica, recoge lo siguiente:
“Artículo 5. Titular del derecho a la información asistencial.
1. El titular del derecho a la información es el paciente. También serán informadas las personas vinculadas a él, por razones
familiares o de hecho, en la medida que el paciente lo permita de
manera expresa o tácita.
2. El paciente será informado, incluso en caso de incapacidad, de
modo adecuado a sus posibilidades de comprensión, cumpliendo
con el deber de informar también a su representante legal.
Artículo 8. Consentimiento informado.
2. El consentimiento será verbal por regla general. Sin embargo,
se prestará por escrito en los casos siguientes: intervención quirúrgica, procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasores y,
en general, aplicación de procedimientos que suponen riesgos o
inconvenientes de notoria y previsible repercusión negativa sobre
la salud del paciente.”
En definitiva, tanto el CI firmado por el paciente
como sus formas verbal y escrita, con inclusión en
su historial, deben ser práctica habitual en nuestras
consultas, haciendo hincapié en evitar que el usuario, por falta de información o negligencia, sufra un
problema que repercuta al profesional, reduciéndose
este riesgo con solamente diez o doce consejos, que
debemos asegurarnos que el paciente ha recibido.
Con todo, la existencia del CI no exime al profesional
de la posible responsabilidad en que pudiera incidir
por mala praxis.
En el artículo antes citado, la investigación concluye que “los malos hábitos de mantenimiento
pueden tener más influencia que las propias
lentes y soluciones”.
En resumen, para una buena praxis profesional es imprescindible tener incorporado en los procedimientos
clínicos el consentimiento informado en cualquiera
de sus modalidades, en beneficio del paciente y del
profesional sanitario óptico-optometrista.
› Juan Carlos Martínez Moral
Presidente Consejo General
Octubre 2012 ›
Descargar