Acceso a la Abogacía 2013-2014

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© Ediciones Francis Lefebvre
MEMENTO PRÁCTICO
FRANCI S LE FE BVR E
Acceso a la
Abogacía
2013-2014
Actualizado a 23 julio 2013
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© Ediciones Francis Lefebvre
MEMENTO PRÁCTICO ACCESO A LA ABOGACÍA
Obra colectiva, realizada por iniciativa y
bajo la coordinación de Ediciones Francis Lefebvre
DIRECCIÓN: Mª José López Álvarez
COORDINACIÓN: Federico de Montalvo Jaaskelainen
PARTE 1. ORGANIZACIÓN COLEGIAL Y PROFESIONAL DE LA ABOGACÍA
Coordinación: María José López Álvarez (Profesora Agregada Derecho del Trabajo y SS. Univ. Pontificia Comillas)
PARTE 2. DEONTOLOGÍA, DERECHOS Y DEBERES Y RÉGIMEN DE RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
Coordinación: Miguel Grande Yáñez (Profesor Agregado Filosofía del Derecho. Univ. Pontificia Comillas)
PARTE 3. INSTRUMENTOS PRÁCTICOS PARA EL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA
Coordinación: Cristina Carretero González (Prof. Agregada Derecho Procesal. Univ. Pontificia Comillas)
PARTE 4 . ESTRATEGIA PROCESAL Y LITIGACIÓN
Coordinación: Sara Díez Riaza (Prof. Agregada Derecho Procesal. Univ. Pontificia Comillas); Marta Gisbert Pomata (Prof.
Agregada Derecho Procesal Univ. Pontificia Comillas)
AUTORES POR ORDEN ALFABÉTICO
JOAQUÍN ALMOGUERA CARRERES: Prof. Ordinario Filosofía del Derecho. Univ. Pontificia Comillas
ANTONIO JESÚS ALONSO TIMÓN: Prof. Adjunto Derecho Administrativo. Univ. Pontificia Comillas
Mª ISABEL ÁLVAREZ VÉLEZ: Prof. Ordinaria Derecho Constitucional. Univ. Pontificia Comillas
EDUARDO ASENSI PALLARÉS: Abogado. Socio Director Asjusa Letramed.
ESTEBAN ASTARLOA HUARTE-MENDICOA: Abogado. Socio Uría Menéndez
MARÍA ANGELES BENGOECHEA GIL: Prof. Asociada Filosofía del Derecho. Univ. Pontificia Comillas.
LUIS BUENO OCHA: Abogado. Prof. Colaborador Asistente Filosofía del Derecho. Univ. Pontificia Comillas
MARÍA BURZACO SAMPER: Prof. Adjunta Derecho Administrativo. Univ. Pontificia Comillas
LUIS DE CARLOS BERTRÁN: Abogado. Socio Director. Uría Menéndez
CRISTINA CARRETERO GONZÁLEZ: Prof. Agregada Derecho Procesal. Univ. Pontificia Comillas
DOLORES CARRILLO MÁRQUEZ: Prof. Agregada Derecho del Trabajo y SS. Univ. Pontificia Comillas
ÍÑIGO CID-LUNA CLARES: Abogado. Asjusa Letramed.
MANUEL DELGADO QUIRÓS: Director General Administración y Finanzas. Garrigues
MANUEL DÍAZ BAÑOS: Abogado. Cuatrecasas
SARA DÍEZ RIAZA: Prof. Agregada Derecho Procesal. Univ. Pontificia Comillas
PABLO DOÑATE GAZAPO DE BADIOLA: Abogado. Ashurst
ALICIA DUÑAITURRIA LAGUARDA: Prof. Asociada Historia del Derecho. Univ. Pontificia Comillas
ELIA ESTEBAN Y GARCÍA-ABOAL: Abogada. Letrada asesora de empresa
MARINA FERRER CALVO: Asesora Lingüística. Directora Unión Correctores
ÓSCAR FRANCO PUJOL: Abogado. Ashurst
MARTA GISBERT POMATA: Prof. Agregada Derecho Procesal Univ. Pontificia Comillas
Mª JESÚS GONZÁLEZ-ESPEJO GARCÍA: Abogada. Socia Directora. EmprendeLaw.
MARTA GRANDE SANZ: Letrada Canal Isabel II
ELENA GUTIÉRREZ GARCÍA DE CORTÁZAR: Letrada Jefe de la Corte de Arbitraje de Madrid
DANIEL JIMÉNEZ GARCÍA: Abogado. Socio Director Área Dispute Resolution. Ashurst.
MARÍA JOSÉ LÓPEZ ALVAREZ: Profesora Agregada Derecho del Trabajo y SS. Univ. Pontificia Comillas
LUCÍA LORENTE LÓPEZ: Abogada. Directora Corporativa Hogan Lovells.
ESTHER LUMBRERAS SANCHO: Abogada. Uría Menéndez
ALFONSO MELÓN MUÑOZ: Abogado del Estado
FEDERICO DE MONTALVO JAASKELAINEN: Prof. Adjunto Derecho Constitucional. Univ. Pontificia Comillas
ELISABETH DE NADAL CLANCHET: Abogada. Socia Cuatrecasas.
ÍÑIGO NAVARRO MENDIZÁBAL: Prof. Ordinario Derecho Civil. Univ. Pontificia Comillas
IGOR PINEDO GARCÍA:Abogado. Asjusa Letramed
LOURDES RAMOS BANUS: Abogada. Directora RR.HH Garrigues
RAFAEL DEL ROSAL GARCÍA: Abogado. Letrado Jefe del Departamento de Deontología del Colegio de Abogados de Madrid
JAVIER TORTUERO ORTIZ: Abogado. Socio. Uría Menéndez
DIONISIO URÍA RONSMANS: Abogado. Director de Comunicación y Relaciones Institucionales. Uría Menéndez
FRANCISCO VALIENTE MARTÍNEZ: Formador en Técnicas de Debate, Oratoria y Comunicación. Univ. Pontificia Comillas
© EDICIONES FRANCIS LEFEBVRE, S. A.
Monasterios de Suso y Yuso, 34. 28049 Madrid. Teléfono: 91 210 80 00. Fax: 91 210 80 01
www.efl.es
Precio: 71,76 € (IVA incluido)
ISBN: 978-84-15446-92-7
Depósito legal: M-21367-2013
Impreso en España
por Printing'94
Puerto Rico, 3. 28016 Madrid
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra
solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase
a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
PLAN GENERAL
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5
Plan general
PLANGENERAL
Nº
marginal
PARTE I.— ORGANIZACIÓN COLEGIAL Y PROFESIONAL DE LA ABOGACÍA
Capítulo 1.
Fuentes de la regulación del ejercicio de la Abogacía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
100
Capítulo 2.
El Colegio de Abogados y otras instituciones de relevancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
220
Capítulo 3.
Formas individuales y societarias del ejercicio de la abogacía: en especial, el régimen jurídico de las sociedades profesionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
300
Capítulo 4.
Aspectos organizativos y laborales del ejercicio de la abogacía . . . . . . . . . . . . . . . . .
480
Capítulo 5.
Marketing jurídico, régimen de publicidad y comunicación institucional . . . . . . . .
740
Capítulo 6.
Aspectos económicos del ejercicio de la abogacía: minutación, tributación y régimen de seguro social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
890
PARTE II.— DEONTOLOGÍA, DERECHOS Y DEBERES Y RÉGIMEN DE RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
Capítulo 1.
Ética de la abogacía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1000
Capítulo 2.
Responsabilidad social de la abogacía: responsabilidad social corporativa y pro
bono . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1200
Capítulo 3.
Derechos y deberes del abogado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1400
Capítulo 4.
Responsabilidad profesional del abogado y su seguro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1700
PARTE III.— INSTRUMENTOS PRÁCTICOS PARA EL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA
Capítulo 1.
Metodología y argumentación jurídica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2200
Capítulo 2.
Técnicas de comunicación, oratoria, redacción y negociación . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2350
Capítulo 3.
Nuevas tecnologías aplicadas al ejercicio de la abogacía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3000
PARTE IV. ESTRATEGIA PROCESAL Y LITIGACIÓN
Capítulo 1.
Cuestiones generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3500
Capítulo 2.
Litigación civil y mercantil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4000
Capítulo 3.
Litigación penal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
6000
Capítulo 4.
Litigación contencioso-administrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
6800
Capítulo 5.
Litigación laboral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
7500
6
PLAN GENERAL
© Ediciones Francis Lefebvre
Nº
marginal
Capítulo 6.
Litigación en jurisdicciones especiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9100
Anexos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9500
Tabla Alfabética
Índice Analítico
© Ediciones Francis Lefebvre
ABREVIATURAS
Abreviaturas
ABREVIATURAS
AN
AP
ASAC
BOE
can.
CC
CCAA
CCol
CCom
CDC
CEst
CGPJ
Circ
CNMV
CNUDMI
Const
CP
D
DGRN
DGTr
DGSJE
Dict
DOUE
EDJ
ET
ETT
FOGASA
Inf
Instr
IPC
IPREM
JAC
JCA
JCCA
JM
JPI
JS
L
LArb
LBRL
LCon
LCSP
LEC
LEC/1881
LECr
LEF
LGP
LGSS
LGT
Audiencia Nacional
Audiencia Provincial
Acuerdo sobre solución de conflictos
Boletín Oficial del Estado
canon/ cánones
Código Civil
Comunidades autónomas
Convenio colectivo
Código de Comercio
Código de Derecho canónico
Consejo de Estado
Consejo General del Poder Judicial
Circular
Comisión Nacional del Mercado de Valores
Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional
Constitución Española
LO 10/1995, Código Penal
Decreto
Dirección General de los Registros y del Notariado
Dirección General de Trabajo
Dirección General del Servicio Jurídico del Estado
Dictamen
Diario Oficial de la Unión Europea
El Derecho Jurisprudencia
Estatuto de los trabajadores
Empresa de Trabajo Temporal
Fondo de Garantía Salarial
Informe
Instrucción
Índice de precios al consumo
Indicador público de renta de efectos múltiples
Junta arbitral de consumo
Juzgado de lo contencioso administrativo
Junta Consultiva de Contratación Administrativa
Juzgado mercantil
Juez de Primera Instancia
Juzgado social
Ley
L 60/2003 de Arbitraje
L 7/1985 de Bases del Régimen Local
L 22/2003 Concursal
RDLeg 3/2011, Texto refundido de la Ley de Contratos del Sector Público
L 1/2000 de Enjuiciamiento Civil
RD 3-2-1881 de Enjuiciamiento Civil
RD 14-9-1882 de Enjuiciamiento Criminal
L 16-12-1954 de Expropiación Forzosa
L 47/2003 General Presupuestaria
RDLeg 1/1994, Texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social
L 58/2003 General Tributaria
7
8
ABREVIATURAS
LH
LHL
LJCA
LOFAGE
LOPJ
LOLS
LOTC
LOTT
LPI
LRJPAC
LRJS
LSC
OM
Rgto
Rgto PTG
Rgto PTJ
RD
RDL
RDLeg
Resol
RGSS
Rgto
RN
SLP
SMI
TCJ
TCo
TEAC
TEDH
TFPUE
TG
TJ
TJUE
TRADE
TS
TSJ
Tratado FUE
Tratado UE
Unif
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L 8-2-1946 Hipotecaria
RDLeg 2/2004, Texto refundido de la Ley de Haciendas Locales
L 29/1998, de la Jurisdicción Contencioso Administrativa
L 6/1997 de Organización y Funcionamiento de la Administración General del
Estado
LO 6/1985 del Poder Judicial
LO 11/1985 de libertad sindical
LO 2/1979 del Tribunal Constitucional
L 16/1987 de Ordenación de los Transportes Terrestres
RDLeg 1/1996, Texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual
L 30/1992, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento Administrativo Común
L 36/2011, reguladora de la Jurisdicción Social
Texto refundido de la Ley de sociedades de capital (RDLeg 1/2010)
Orden Ministerial
PTFPUE Reglamento de Procedimiento del Tribunal de la Función Pública de
la Unión Europea
Reglamento de Procedimiento del Tribunal General (Unión Europea)
Reglamento de Procedimiento del Tribunal de Justicia (Unión Europea)
Real decreto
Real decreto ley
Real decreto legislativo
Resolución
Régimen General de la Seguridad Social
Reglamento
Reglamento Notarial (D 2-6-1944)
Sociedad de Responsabilidad Limitada Profesional
Salario mínimo interprofesional
Tribunal de Conflictos de Jurisdicción
Tribunal Constitucional
Tribunal Económico Administrativo Central
Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Tribunal de la Función Pública de la Unión Europea
Tribunal General (Unión Europea)
Tribunal de Justicia (Unión Europea)
Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Trabajador autónomo económicamente dependiente
Tribunal Supremo
Tribunal Superior de Justicia
Tratado de funcionamiento de la Unión Europea
Tratado de la Unión Europea
doctrina Unificación de doctrina
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ORGANIZACIÓN COLEGIAL Y PROFESIONAL DE LA ABOGACÍA
PARTE I
Organización
colegial y
profesional de la
abogacía
ORGANIZACIÓNCOLEGIALYPROFESIONALDELA BOGACÍA
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FUENTES DE LA REGULACIÓN DEL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA
11
CAPÍTULO 1
Fuentes de la regulación del
ejercicio de la Abogacía
FUENTESDELAREGULACIÓNDELEJRCI ODELA BOGACAÍ
100
SUMARIO
A.
B.
C.
D.
E.
F.
G.
H.
I.
J.
K.
L.
M.
Constitución Española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ley Orgánica del Poder Judicial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Código Penal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Leyes administrativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ley de Colegios Profesionales estatal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ley de Colegios Profesionales de la Comunidad de Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anteproyecto de Ley de reforma de la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita . . . . . . . . . . . . . .
Ley sobre acceso a las profesiones de Abogado y Procurador y su Reglamento . . . . . . . . .
Estatuto General de la Abogacía Española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Reglamento de Régimen Interior del Consejo General de la Abogacía española . . . . . . . . .
Normativa sobre Deontología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Referencia al ejercicio de la abogacía en la UE. Principal normativa europea aplicable a los
abogados europeos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Borrador del Anteproyecto del Código Procesal Penal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
104
110
116
130
132
136
140
150
154
166
168
170
172
La dispersión de las normas que regulan el ejercicio de la Abogacía en España alienta el
impulso de intentar aliviar una búsqueda laboriosa para proporcionar el material documental
básico, y facilitar, así, el conocimiento de la normativa de uso en el ejercicio profesional y permitir una visión global en todo su campo, que prevenga de posibles discordancias e incluso
concordancias, que sea necesario conocer para su aplicación. Como el exceso de información
no resultaría práctico, se ha hecho una selección de las disposiciones que, por diferentes
motivos, suscitan más interés.
El ejercicio de la Abogacía se nutre de la labor de los propios abogados, quienes, en su actividad profesional, crean derecho. El abogado tiene constantemente, como fuente formal, la
Ley, la costumbre y los principios generales del Derecho, así como la Jurisprudencia de forma
complementaria.
102
A. Constitución Española
La potestad legislativa del Estado se ejerce conforme a lo previsto en la Constitución Española
de 27 de diciembre de 1978, como norma superior de nuestro ordenamiento jurídico, si bien ha
de tenerse presente la Declaración Universal de Derechos Humanos y principales tratados y
acuerdos internacionales sobre los derechos fundamentales y las libertades que la referida
Declaración reconoce, ratificados por España, al establecer el propio Tribunal Constitucional
que todo el ordenamiento jurídico ha de ser interpretado conforme a la Constitución y, en la
medida más favorable, a los Derechos Fundamentales sobre los que el abogado ha de ser
baluarte además de velar por la seguridad jurídica y la estabilidad legislativa, en aras de
garantizar un auténtico estado de derecho como factor determinante para el crecimiento,
desarrollo económico y competitividad de un país. Los profesionales y, en concreto, la Abogacía, como actores del ejercicio de esta profesión, colaboran con el legislador, que es quien
decide, en la medida que ponen sus consideraciones a su disposición.
Además de sentirse libre, el abogado, como los jueces y magistrados, tiene que ejercer con
independencia su derecho y, a la vez siempre que acepte, asumir el deber de defensa técnica
de los intereses del cliente, que exige la ausencia de la presión interna de su propio interés, ni
siquiera el económico, o externa, respecto de su cliente, del juez o de la influencia de terceros.
En numerosas ocasiones, la opinión pública no comprende que el ejercicio de la defensa nada
tiene que ver con la inexistente solidarización del abogado con la conducta presuntamente
reprobable. Tanto en la actividad judicial como en la extrajudicial, este derecho-deber deriva
del propio derecho de defensa del ciudadano (Const art.24). Este artículo es garante del derecho de todas las personas a obtener tutela judicial efectiva de los jueces y tribunales, sin que,
en ningún caso, pueda producirse indefensión, al derecho de defensa y a la asistencia letrada,
104
12
FUENTES DE LA REGULACIÓN DEL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA
© Ediciones Francis Lefebvre
a ser informados de la acusación en su contra, a un proceso público sin dilaciones indebidas y
con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no
declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia. La Ley
podrá regular los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional, no se estará
obligado a declarar sobre los hechos presuntamente delictivos.
106
108
En relación a los riesgos para esa independencia, sería interesante señalar la especial referencia que, desde la perspectiva del derecho-deber de secreto profesional del abogado, Luis
Rodríguez Ramos realizó con ocasión de disertar sobre el derecho de defensa en el X Congreso Nacional de la Abogacía, donde parece impulsó la necesidad de detallar más su regulación
en el actual proyecto de Código Procesal Penal, que más adelante se tratará. En dicho Congreso, hizo referencia a la necesidad de que el abogado fuera independiente, tanto a la hora
de aceptar o no los asuntos y su permanencia como defensa técnica en los mismos (salvo que
se trata de defensas de oficio), como de garantizar su libertad de defensa obviando conflictos
de intereses, incompatibilidades y cumplimiento de la confidencialidad y del secreto profesionales.
En este punto hay que denunciar la insuficiente regulación jurídica de la profesión de abogado
en general y, particularmente, del incumplimiento por parte del Estatuto General de la Abogacía Española de las exigencias constitucionales relativas a la vigencia del principio de legalidad en el derecho sancionador —disciplinario—, primero porque se trata de un Real Decreto, no
de una Ley, y en consecuencia no se cumple la «reserva de ley» en la descripción de las
infracciones y de las sanciones, y en segundo término porque tampoco respeta la «taxatividad» a la hora de describir esas infracciones, que en muchos casos son ambiguas o demasiado genéricas, requisitos ambos exigidos por la Const art.25.
La solución de ambas deficiencias exigiría que una Ley Orgánica reguladora del derecho fundamental de defensa o, al menos, una ley mixta que regulara la profesión de abogado (no un
mero Real Decreto), como ocurre con los jueces, fiscales y secretarios judiciales, que describiera con precisión las infracciones y sanciones disciplinarias de los abogados.
También es urgente, junto a la regulación y protección del derecho deber de confidencialidad y
de secreto profesional de abogado, que una futura Ley de enjuiciamiento penal, apoyada por
normas penales sustantivas como en el Reino Unido y en Alemania, regule con precisión y eficacia el respeto del los secretos externo e interno de la instrucción penal, actualmente regulados en la LECr art.301 y 302, pero continuamente conculcados impunemente en los medios
de comunicación, con la consiguiente complicación para el abogado al ejercer su defensa técnica y, sobre todo con las lesiones del derecho al honor, a la intimidad, a su propia imagen y a
la presunción de inocencia del ciudadano imputado.
La Const art.36 remite a regular, mediante ley, las peculiaridades propias del régimen jurídico
de los Colegios Profesionales y el ejercicio de las profesiones tituladas, especificando que su
estructura interna y su funcionamiento deberán ser democráticos. Habría que destacar la
posición del Tribunal Constitucional acerca de la naturaleza jurídica de los Colegios Profesionales, la Sentencia TCo 89/1989 resuelve una cuestión de inconstitucionalidad, y se refiere a
que «la Constitución... si bien constitucionaliza la existencia de los Colegios Profesionales, no
predetermina su naturaleza jurídica ni se pronuncia al respecto» asimismo, señala la doctrina
del Tribunal Constitucional reiterada sobre la calificación jurídica de los Colegios Profesionales, destacando la reseñada en TCo 20/1988 , que es la primera resolución del Tribunal Constitucional que se pronuncia determinantemente acerca de la naturaleza jurídica de los Colegios, a los que calificó como entes públicos de carácter corporativo. Esta sentencia, aunque
fuese para resolver una cuestión competencial, examina la organización y competencias de
las corporaciones de derecho público representativas de intereses profesionales que existan o
se constituyan en el territorio de cada Comunidad Autónoma. Ciertamente, la estructura autonómica del Estado ha provocado la convivencia, no siempre pacífica, de distintos ordenamientos jurídicos. La sentencia especifica que el sentido de la Const art.36 es «singularizar a los
Colegios profesionales como entes distintos de las asociaciones,... remitiéndose la norma
constitucional a la ley para que ésta regule las peculiaridades propias del régimen jurídico de
las organizaciones colegiales, con el mandato de que su estructura interna y funcionamiento
habrán de ser en todo caso democráticos». Además, clarifica que «los Colegios profesionales
son corporaciones sectoriales que se constituyen para defender primordialmente los intereses privados de sus miembros, pero que también atienden a finalidades de interés público, en
función de las cuales se configuran legalmente como personas jurídico-públicas o Corporaciones de Derecho Público cuyo origen, organización y funciones no dependen sólo de la
voluntad de los asociados, sino también, y en primer término, de las determinaciones obligatorias del propio legislador, el cual, por lo general, les atribuye asimismo el ejercicio de fun1 -5-89
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© Ediciones Francis Lefebvre
FUENTES DE LA REGULACIÓN DEL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA
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ciones propias de las Administraciones territoriales o permite a éstas últimas recabar la colaboración de aquéllas mediante delegaciones expresas de competencias administrativas,...».
Quedan superados los recelos, que incluso alcanzaron a considerar a los colegios profesionales como una especie de «sindicato amarillo», en la génesis del texto constitucional llegaron a
figurar incardinados dentro de la redacción de un mismo artículo y el texto de la Ley de Colegios Profesionales se reformó, en el sentido de suprimir la referencia al cauce de participación en la vida política de los colegios profesionales y delimitarlos frente a los sindicatos.
Se prohíben los tribunales de honor en el ámbito de la administración civil y de las organizaciones profesionales. Realmente, este artículo sólo adquiere sentido por su referencia histórica al régimen preconstitucional (Const art.26). Los tribunales de honor no juzgaban actos concretos sino personas, en relación al conjunto de sus iguales, el origen de la Deontología, como
la entendemos hoy, nos referimos a juzgar hechos, no personas.
B. Ley Orgánica del Poder Judicial
En la actualidad, el Ministerio de Justicia ha encargado a una Comisión constituida al efecto el
borrador de Anteproyecto de Ley Orgánica del Poder Judicial.
La Const art.122 dispone que la LOPJ determinará la constitución, funcionamiento y gobierno
de los Juzgados y Tribunales, el estatuto jurídico de los Jueces y Magistrados de carrera y del
personal al servicio de la Administración de Justicia, así como el estatuto, el régimen de
incompatibilidades y funciones de los miembros del Consejo General del Poder Judicial.
La LOPJ determina el régimen jurídico de los abogados en su relación con los tribunales en su
condición de cooperadores de la justicia (LOPJ art.542 a 546) y se dispone la obligatoriedad de
colegiación de los abogados para actuar ante los Juzgados y Tribunales, salvo actuación al
servicio de las Administraciones o entidades públicas por razón de dependencia funcionarial
o laboral.
Se define como abogado, en concordancia con el Estatuto General de la Abogacía Española,
«al licenciado en Derecho que ejerza profesionalmente la dirección y defensa de las partes en
toda clase de procesos, o el asesoramiento y consejo jurídico.» Incide en los principios de
libertad, independencia y buena fe, el amparo en su libertad de expresión y defensa así como
al deber de secreto profesional.
Se consigna, además, en orden a salvaguardar el constitucional derecho de defensa, que se
designará abogado de oficio a quien lo solicite o se niegue a nombrarlo. La defensa de oficio
tendrá carácter gratuito para quien acredite insuficiencia de recursos para litigar en los términos que establezca la ley. Los poderes públicos están obligados a garantizar la defensa y la
asistencia de abogado en los términos establecidos en la Constitución y en las leyes.
Los abogados están sujetos, en el ejercicio de su profesión, a responsabilidad civil, penal y disciplinaria. Las correcciones disciplinarias, por su actuación ante los Juzgados y Tribunales, se
rigen por lo establecido en la Ley Orgánica del Poder Judicial y en las leyes procesales, sin
perjuicio del ejercicio de la potestad disciplinaria que compete a los Colegios y Consejos de
Colegios correspondientes, conforme a sus Estatutos, que deberán respetar, en todo caso, las
garantías de la defensa de todo el procedimiento sancionador.
Dentro de estos parámetros de salvaguarda de las obligaciones éticas, es necesario realizar
una referencia al orden en la audiencia pública celebrada en los Juzgados y Tribunales recogido en la LOPJ y las consecuencias de multa, amonestación en el acto por quien preside, y
expulsión de la sala o de las dependencias de la Oficina Judicial, todo ello sin perjuicio de la
responsabilidad penal en que pueda incurrirse, entre otros, por la falta de respeto y consideración debida a los jueces, tribunales, Ministerio Fiscal, abogados, procuradores, secretarios
judiciales, médicos forenses o resto del personal al servicio de la Administración de Justicia
(LOPJ art.190 a 195).
Por otro lado, las sanciones que pueden imponerse a los abogados dimanantes de su intervención, cuando incumplan las obligaciones impuestas por ley, podrán ser corregidas en régimen de numerus clausus, siempre que el hecho no constituya delito (LOPJ art.552 a 557). Son
las siguientes:
1. Falta al respeto debido, en su actuación forense, a los jueces y tribunales, fiscales, abogados, secretarios judiciales o cualquier persona que intervenga o se relacione con el proceso
2. Falta de obediencia reiterada al que presida el acto, al ser llamados al orden en las alegaciones orales (antiguas faltas contra el orden público)
3. Falta de comparecencia ante el tribunal sin causa justificada, habiendo sido citado en forma
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4. Por renuncia injustificada a la defensa o representación en un proceso, dentro de los siete
días anteriores a la celebración del juicio o vista señaladas
La corrección se impone, en los propios autos o en procedimiento aparte, por la autoridad
ante la que se siguen las actuaciones y puede ser: apercibimiento o multa, ésta última siempre con audiencia del interesado. El secretario hará constar el hecho que motive la actuación
correctora, las alegaciones del implicado y el acuerdo que se adopte por el juez o por la sala.
Contra el acuerdo de imposición de la corrección podrá interponerse, en el plazo de cinco
días, recurso de audiencia en justicia ante el secretario judicial, el juez o la sala, que lo resolverán en el siguiente día. Contra este acuerdo o contra el de imposición de la sanción, en el
caso de no haberse utilizado el recurso de audiencia en justicia, cabe recurso de alzada, en el
plazo de cinco días, ante la Sala de Gobierno, que lo resolverá previo informe del secretario
judicial, del juez o de la sala que impuso la corrección, en la primera reunión que se celebre.
C. Código Penal
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El texto punitivo establece los tipos delictivos que sancionan las conductas de los Abogados
en el Título XX, Delitos contra la Administración de Justicia, Capítulo VII, De la obstrucción a la
Justicia y la deslealtad profesional. En lo relativo a la revelación de secretos, la conducta típica
se describe en el CP art.199 (ver nº 1700 s.).
Determina la sanción para las incomparecencias voluntarias a juicio, sin causa justificada, en
los procesos en los que existe adoptada una medida de prisión provisional como medida cautelar, provocando la suspensión del juicio oral (CP art.463.2). La Jurisprudencia de nuestro
Tribunal Supremo establece la doctrina de aplicación sobre esta conducta relativa a obstrucción de la Justicia (TS 4-2-02, Rec 120/02):
«a) que el sujeto activo del delito haya sido citado en legal forma para asistir a un proceso criminal en fase de juicio oral, agravándose la penalidad en caso de que el responsable del delito
fuese abogado (...)
b) que deje de comparecer sin justa causa
c) que la causa criminal a enjuiciar tenga reo en prisión provisional
d) que se provoque con su incomparecencia la suspensión del juicio oral, elemento que debe
considerarse como una condición objetiva de punibilidad.»
Para que resulte prosperable el reproche penal ha de concurrir una citación en legal forma y
con los apercibimientos previstos en la vigente LECr, siendo especialmente relevantes y complementarias en este sentido las previsiones de la LEC sobre coincidencia de señalamientos y
prelación de los mismos (LEC art.188.6).
El CP establece el reproche penal para quienes (el abogado puede ser sujeto activo y pasivo de
la conducta) intenten influir directa o indirectamente en los intervinientes en un pleito, para
que puedan llegar a modificar su actuación procesal, siempre que la conducta se realice
mediante violencia o intimidación (CP art.464).
Dispone que será punible la conducta del abogado o procurador que destruya, inutilice u
oculte documentos o actuaciones que haya recibido como traslado en dicha calidad, por ejemplo, en un traslado de originales para formular escrito de conclusiones provisionales en el
proceso penal (CP art.465.1).
El CP art.466.1 también considera al abogado y al procurador como sujetos activos de la
acción que consiste en revelar las actuaciones procesales declaradas como secretas por la
autoridad judicial, tipicidad de difícil eficacia práctica en atención a lo previsto en la actual Ley
de Ritos (LEC art.302 párr.2º).
Dentro de la regulación de la deslealtad profesional, de la que el abogado sería sujeto activo,
la defensa de intereses contrapuestos también merece reproche penal, contenido en el CP,
que tipifica estas conductas cuando se realizan sin consentimiento de la persona que ha sido
asesorada o defendida por abogado (o representada por procurador; CP art.467.1). El perjuicio
manifiesto a los intereses encomendados, por acción u omisión, se encuentra sancionado en
el CP art.467.2, si bien en estos supuestos habrá de estarse al principio de intervención mínima y fragmentariedad que rige la aplicación del ordenamiento penal. La obligación de defensa técnica radica, no en el resultado, sino en la realización de todo lo que es exigible, por
ejemplo, puede incardinarse la no interposición de recursos prosperables o la pérdida de
derechos por prescripción de la acción.
La causación de perjuicios por imprudencia grave. La Sentencia TS 22-5-02, Rec 897/62, considera que se da en el Abogado que a pesar de estar apercibido no entregó en plazo al Tribunal
la documentación, lo que motivó un perjuicio irreparable para su cliente. Añade que el perjuicio puede ser tanto patrimonial como moral.
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Resulta especialmente destacable que todos los tipos reseñados, imponen penas que llevan
aparejadas como pena accesoria la inhabilitación para el ejercicio de la profesión, a excepción del regulado por el CP art.464.
Existen otras conductas que claramente afectan al ejercicio de la profesión de abogado, tipificadas en otros capítulos del Código Penal que, por su interés, se señalan a continuación:
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Falso testimonio (CP art.461) No sólo sanciona la mendacidad procesal de los testigos, sino
que tipifica el delito de presentación de testigos falsos, peritos o intérpretes mendaces. La
acción de presentar, si bien el legislador ha suprimido «en juicio», debe entenderse referida
siempre a esa actividad procesal. La Jurisprudencia determina que nos encontramos ante un
tipo de simple actividad y de peligro que no admite formas imperfectas de ejecución. La condición de abogado es una agravación prevista en el citado artículo, por razón del sujeto activo
que se concreta en los profesionales que ejercen la postulación procesal, es necesario el
conocimiento («a sabiendas») de la falsedad del testimonio para considerar la vulneración del
deber especial al profesional, no cabiendo presunción que haya de conocer, en todo caso, la
mendacidad, ya que no puede descartarse que el cliente pueda utilizar, como instrumento, a
su abogado.
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Revelación de secreto profesional (CP art.199) Establece la obligación de reserva de
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divulgación de lo conocido por el desempeño profesional del abogado, que no es exclusiva de
este precepto (por ejemplo, según lo expuesto previamente en lo relativo al CP art.466 frente a
la divulgación de actuaciones procesales). La especial protección se encamina al bien jurídico
de la intimidad y la privacidad como manifestaciones del libre desarrollo de la personalidad y
la dignidad de las personas, ejecutada por quien utiliza una posición de ventaja en atención a
su profesión, incumpliendo su obligación de sigilo.
Intrusismo profesional (CP art.403) En lo relativo al ejercicio de la abogacía, puede entenderse que el delito se consuma por quien ejerce la profesión sin estar en posesión del correspondiente título académico expedido o reconocido en España. La tipicidad presenta un subtipo
agravado si el culpable, además, se atribuye públicamente, en su caso, la cualidad de abogado.
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D. Leyes administrativas: Ley 29/1998, de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa y Ley 30/1992 de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común
Es necesario tener en cuenta estas leyes administrativas y concordantes, en tanto los colegios
profesionales están considerados como Entidades de Derecho Público con personalidad jurídica propia vinculados a la Administración Pública, por lo que tienen, asimismo, la consideración de Administración Pública. Han de sujetar a éstas su actividad cuando ejerzan potestades
administrativas, sometiéndose en el resto de su actividad a lo que dispongan sus normas de
creación.
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E. Ley de Colegios Profesionales (estatal)
El principio de representación orgánica consagrado por el ordenamiento constitucional español se hace efectivo mediante la participación del pueblo en las tareas legislativas y en las
demás funciones de interés general, que se lleva a cabo, entre otros, a través de Entidades
con representación orgánica que a este fin reconozcan las leyes. En cuanto satisfacen exigencias sociales de interés general, estas instituciones deben ser amparadas para que puedan
participar eficazmente en el perfeccionamiento de los fines de la comunidad nacional.
Entre las entidades aludidas se encuentran los Colegios Profesionales que, antes de dictar la
L 2/1974, de Colegios Profesionales (que ha sufrido sucesivas modificaciones), se encontraban regulados por una serie de disposiciones dispersas y de distinto rango, por lo que fue
aconsejable dictar una disposición que, con carácter general y atendiendo a la variedad de las
actividades profesionales, recogiese los principios jurídicos básicos en esta materia y garantizase la autonomía de los Colegios, su personalidad jurídica y plena capacidad para el cumplimiento de los fines profesionales, así como las funciones de la Administración en orden a la
regulación de las profesiones dentro del necesario respeto del ordenamiento jurídico general.
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En su consecuencia, esta Ley, tras definir a los Colegios Profesionales y destacar su carácter
de cauce orgánico para la participación de los españoles en las funciones públicas de carácter representativo y demás tareas de interés general, regula la organización y funcionamiento
de los Colegios, del modo más amplio posible, en consonancia con el carácter profesional de
los fines colegiales.
Los Colegios Profesionales están reconocidos en la Constitución Española art.36. Este precepto constitucional tiene por objeto, singularizar a los Colegios Profesionales como entes
distintos de las asociaciones, remitiéndose la norma constitucional a la ley para que ésta
regule las peculiaridades propias del régimen jurídico de las organizaciones colegiales, con el
mandato de que su estructura interna y funcionamiento habrán de ser en todo caso democráticos (TCo 20/1988 , anteriormente referida). Según se determina en la Ley de Colegios Profesionales, sin perjuicio de las leyes que regulen la profesión de que se trate, se rigen por sus
propios Estatutos y por los Reglamentos de régimen interior. Igualmente, dispone que los
Consejos Generales elaborarán para todos los colegios de una misma profesión unos Estatutos Generales, que serán sometidos a la aprobación del Gobierno, a través del Ministerio competente.
18-28
F. Ley 19/1997, de 11 de julio, de Colegios Profesionales de
la Comunidad de Madrid
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Los Colegios Profesionales están reconocidos en la Const art.36 pero no impone un único
modelo de colegio profesional, sino que deja en libertad al legislador para configurarlos de la
manera más conveniente para la satisfacción de los fines privados y públicos que persiguen.
Esta Ley define a los Colegios Profesionales como corporaciones sectoriales que atienden a
la defensa y promoción de los legítimos intereses particulares de sus miembros además de
haber venido desarrollando, históricamente, funciones de interés público que esta Ley pretende reforzar con el fin de que los Colegios Profesionales constituyan un instrumento eficaz
para la satisfacción de los fines de interés general relacionados con el ejercicio de las profesiones colegiadas entre los que destacan, la formación así como la mejora de la calidad de las
prestaciones profesionales de los mismos. Esta dimensión pública de los entes colegiales llevó al legislador a configurar los Colegios Profesionales como personas jurídico-públicas o
corporaciones de Derecho Público.
La sentencia TCo 76/1983 , declaró que «corresponde a la legislación estatal fijar los principios
y reglas básicas a que han de ajustar su organización y competencias las Corporaciones de
Derecho Público representativas de intereses profesionales».
El régimen jurídico de los Colegios Profesionales madrileños está integrado por la legislación básica del Estado, contenida en la Ley de Servicios Profesionales y por la normativa que,
en el desarrollo de la misma, dicte la Comunidad de Madrid y que se abre con la presente Ley
que se dicta al amparo de la competencia recogida en el Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid.
5-83
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En los aspectos organizativos y competenciales existe una equiparación entre los Colegios
Profesionales y las Administraciones Públicas de carácter territorial, que determina la aplicabilidad a los entes colegiales de la Const art.149.1.18.
El carácter preconstitucional de la Ley de Colegios Profesionales de 1974 dificultó, a pesar de
las modificaciones posteriores, la precisión de las normas que tienen el carácter de legislación básica, lo que introduce un elemento de inseguridad a la hora de regular las particularidades del régimen colegial de la Comunidad de Madrid.
La Ley pretende reforzar las funciones públicas desarrolladas por los Colegios Profesionales,
tanto atribuyéndoseles directamente determinados fines y funciones, como habilitando los
instrumentos necesarios para, en el ejercicio de competencias de la Comunidad de Madrid se
facilitase la colaboración con los distintos Colegios de la Comunidad (encomiendas de gestión,
convenios de colaboración, etc.)
Esta Ley trata de mantener un equilibrio entre la determinación legal del régimen de los Colegios Profesionales y el respeto de su autonomía de funcionamiento, de tal manera que
muchas de sus previsiones deben ser desarrolladas a través de los estatutos colegiales. Se
refiere a que los estatutos de los colegios serán aprobados por los mismos, de forma autónoma, debiendo ser inscrito en el Registro de Colegios Profesionales y publicados en el «Boletín
Oficial de la Comunidad de Madrid».
El ámbito de aplicación de la Ley utiliza un criterio de conexión territorial al establecer que la
Ley se aplicará a los colegios que desarrollen su actividad exclusivamente en el ámbito de la
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Comunidad de Madrid así como a ciertas actividades que puedan desarrollar otros colegios en
el ámbito territorial de Madrid.
Se crea la Comisión de Recursos como órgano colegiado encargado de la resolución de los
recursos que puedan interponerse contra los actos de los colegios profesionales.
G. Anteproyecto de Ley de reforma de la Ley 1/1996, de 10
de enero, de Asistencia Jurídica Gratuita, aprobado por el
Consejo de Ministros de 11 de enero de 2013
(Regulada en el ámbito de la Comunidad de Madrid, por Decreto Madrid 86/2003, de 19 de junio)
La Constitución Española art.119 establece una cláusula general relativa a que la Justicia
será gratuita respecto de quienes acrediten insuficiencia de recursos para litigar, en relación
con el derecho a la jurisdicción reconocido en el art.24.1. La Sentencia TCo 16/1994 , clarifica
la cierta indeterminación de la cláusula utilizada concretando que «la justicia gratuita debe
reconocerse a quienes no puedan hacer frente a los gastos originados por el proceso (incluidos los honorarios de los Abogados..., cuando su intervención sea preceptiva o necesaria...)
sin dejar de atender a sus necesidades vitales y a las de su familia, al objeto de que nadie quede privado del acceso a la justicia por falta de recursos económicos.»
Con el fin de asegurar los pagos de los servicios profesionales, el Ministerio de Justicia podrá
impulsar la firma de convenios con las Comunidades Autónomas que hayan asumido competencias en materia de Administraciones de Justicia. El Tribunal Constitucional, ya ha manifestado la viabilidad de un sistema mixto de financiación de la Administración de Justicia con
cargo a los impuestos y a las tasas (TCo 20/2012 ).
La obtención de la justicia gratuita conlleva la exención de la tasa y en todos los demás casos
en los que la ley ha considerado necesario garantizar el acceso a la justicia gratuita, con independencia de la situación económica del beneficiario.
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16-212
El reconocimiento de la asistencia jurídica gratuita parte del trabajo previo de los Colegios
Profesionales, que inician la tramitación ordinaria de las solicitudes, analizan las pretensiones y acuerdan designaciones o denegaciones provisionales. La resolución final sigue correspondiendo a la Comisiones de Asistencia Jurídica Gratuita, como órganos administrativos
competentes, sin perjuicio del control judicial sobre la aplicación efectiva del derecho, a través de los recursos que procedan.
En la Comisión de seguimiento de Justicia Gratuita prevista en el Anteproyecto de Ley de Asistencia Jurídica Gratuita, el Consejo General de la Abogacía Española participará junto con el
Ministerio de Hacienda y el de Administraciones Públicas, en aras de vigilar el sistema de Justicia Gratuita y su financiación vinculada a las tasas judiciales.
En el contexto socioeconómico actual de superación de la crisis, se hizo aconsejable la puesta
al día de las tasas, con un propósito de solidaridad con el beneficio de justicia gratuita, que es
demandado por un número creciente de ciudadanos ante el deterioro de las circunstancias... El
fundamento último de la Ley de Tasas... atiende a la necesidad de garantizar el sostenimiento del
sistema de justicia gratuita para aquellos ciudadanos que carecen de recursos para litigar-y, por
desgracia, en este momento, y hasta que superemos la crisis, son cada vez más–, toda vez que los
recursos que se obtengan por esta vía serán destinados a la financiación de dicho sistema. Desde
2009, ... las Comunidades Autónomas han acudido al Ministerio de Justicia con unos presupuestos
en materia de justicia gratuita absolutamente desbordados, que amenaza su propia viabilidad y el
malestar de los Colegios de Abogados, que ven cómo se producen importantes retrasos en el pago
de este servicio. (Extracto de las Palabras del Ministro de Justicia, Sr. D. Alberto Ruiz Gallardón, en la presentación de la Ley de Tasas en el Congreso de los Diputados. el 22 de octubre
de 2012).
Puede destacarse un primer grupo de modificaciones que responde a la necesidad de resolver
las diversas dudas interpretativas que han terminado por poner en peligro la uniformidad en
la aplicación del modelo y, por consiguiente, la igualdad en el acceso al derecho a la asistencia
jurídica gratuita, dentro de este grupo de modificaciones, destacaría, por ser muy luchada por
los Colegios Profesionales, la relativa a los honorarios que corresponden al letrado en caso
de renuncia a la designación.
Un segundo bloque de cambios son los que afectan a los supuestos que permiten el reconocimiento del derecho, estableciendo una casuística más amplia, incrementa los niveles máximos de renta exigidos: referencia al indicador público de renta de efectos múltiples (IPREM),
en lugar del salario mínimo interprofesional y también se aumenta la cobertura del sistema
para unidades familiares integradas por cuatro o más miembros, peculiares circunstancias
familiares y de salud o discapacidad del solicitante.
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Siguiendo las directrices marcadas por la reciente Dir 2012/29/UE del Parlamento Europeo y
del Consejo, de 25-10-2012, por la que se establecen normas mínimas sobre los derechos, el
apoyo y la protección de las víctimas de delitos se amplía, el ámbito subjetivo de reconocimiento del derecho a determinados colectivos que se consideran especialmente vulnerables,
con independencia de la insuficiencia de recursos para litigar, a las víctimas de violencia de
género, de terrorismo y de trata de seres humanos, en todos aquellos procesos que tengan
vinculación, deriven o sean consecuencia de su condición de víctimas, así como a los menores
de edad y a las personas con discapacidad psíquica, cuando sean víctimas de abuso o maltrato.
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Con la reforma se pretende también dar respuesta a un problema sostenido de forma unánime por todos los Colegios de Abogados y garantizar al Abogado, en todo caso, el cobro de la
actuación desempeñada cuando sea designado como Abogado de oficio a fin de evitar que
actuaciones prestadas de forma inmediata y con carácter previo a la tramitación completa del
expediente de justicia gratuita no sean retribuidas.
La Ley incorpora diversas reformas que reflejan el objetivo de mejorar la gestión del sistema.
Para ello se incide en una mayor responsabilidad por parte de todos los que intervienen en
esta gestión, sean las Administraciones Públicas competentes o los Consejos Generales y los
Colegios Profesionales. Este objetivo ha supuesto que se reforme el régimen de la insostenibilidad de la pretensión, en el que se refuerza el papel de la Comisión de Asistencia Jurídica
Gratuita.
Se incide en mayor medida en los controles que conllevará la gestión de la subvención por las
Administraciones Públicas competentes que la otorgan y por los Colegios Profesionales que
las reciben. Para estos últimos se refuerzan las obligaciones de justificación de la aplicación
de la subvención, cuyo incumplimiento dará lugar a la suspensión del libramiento de nuevos
recursos, y para las Administraciones Públicas que han de llevar a cabo los controles precisos, con arreglo a las normas reguladoras de las subvenciones y presupuestarias. El propósito último de este nuevo régimen es asegurar una mayor calidad de este servicio.
H. Ley 34/2006, de 30 de octubre, sobre acceso a las
profesiones de Abogado y Procurador y su Reglamento,
aprobado por RD 775/2011, de 3 de junio
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Esta Ley se justificó con una extensa Exposición de Motivos que casi supera al articulado en su
extensión, se hizo necesaria por hacerse imprescindible la homologación de la profesión en la
Unión Europea, en orden a garantizar la fluidez en la circulación y el establecimiento de los
profesionales, pero además conveniente, porque España llevaba mucho tiempo con una situación casi «extravagante», dada la circunstancia de que un recién licenciado en Derecho, sin
ningún filtro y sólo por haber pasado el trámite burocrático de colegiarse, podía ejercer, por
ejemplo, ante el Tribunal Supremo.
La entrada en vigor de la llamada Ley de Acceso era cinco años más tarde y tal vacatio legis
fijada inicialmente se reveló insuficiente y discriminatoria incluso para satisfacer a un colectivo de estudiantes que no hubiesen podido completar sus estudios en dicho período y que se
matricularon en la licenciatura de Derecho antes del 31-10-2006, momento en el que no se
exigía el título profesional para el ejercicio de la abogacía.
Tras numerosos «vaivenes» finalmente, la solución vino de la mano de la Ley 5/2012, de 6 de
julio, de mediación en asuntos civiles y mercantiles (procedente del RDL 5/2012, de 5 de marzo)
La L 5/2012 disp.final cuarta reforma la L 34/2006, sobre el acceso a las profesiones de Abogado y Procurador de los Tribunales, con el objetivo de dar satisfacción a las expectativas de
los estudiantes de Derecho, que en el momento de la publicación de aquella Ley, se encontraban matriculados en sus estudios universitarios y, como consecuencia de la publicación de la
misma, veían alteradas las condiciones de acceso a las profesiones de abogado y procurador.
Por otro lado, también se contempla la situación de los poseedores de títulos extranjeros
susceptibles de homologación al título español de Licenciado en Derecho y se introduce una
mejora técnica en la redacción de la L 34/2006 disp.trans.única con la finalidad de acabar con
la incertidumbre generada por su apartado tercero, aclarando que no es necesario estar en
posesión del título de licenciado o grado en Derecho, sino que es suficiente estar en condiciones de obtenerlo, es decir, no es necesario estar en la posesión material del título, sino haber
concluido los estudios cuando entra en vigor la Ley. Con ello se salvaguardan los derechos de
los licenciados que habiendo finalizado sus estudios, por el retraso o descuido en la solicitud
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de los títulos a las universidades, quedasen excluidos del ámbito de la disposición transitoria
de la Ley
Además, se aprovechó la ocasión para reconocer un régimen especial de acceso al ejercicio
profesional para los licenciados en Derecho, cualquiera que sea el momento en que inicien o
finalicen sus estudios, atendiendo a diversas iniciativas planteadas en sede parlamentaria.
Finalmente, parece que podría aprobarse una orden ministerial al respecto y previsiblemente,
el primer examen sería ya iniciado el año 2014 (ver anexos nº 9510).
I. Estatuto General de la Abogacía Española (EGAE)
A partir de la Constitución de 1978, la figura del Abogado y el papel que debe cumplir en defensa de los intereses y derechos de los ciudadanos y como colaborador del Poder Judicial, a
quien corresponde la tutela de tales intereses y derechos, obligó a la puesta al día del Estatuto General de la Abogacía, elaborado por el Consejo General de la Abogacía Española, en uso
de las facultades de autorregulación que tiene conferidas y, de conformidad con el dictamen
del Consejo de Estado, a propuesta del Ministerio de Justicia, el Consejo de Ministros lo aprobó en 1982. Tras una larga tramitación, se aprobó la actual redacción por el Consejo de Ministros celebrado el 22 de junio de 2001, por medio del RD 658/2001.
El 31-5-2001 se había suscrito el Pacto de Estado para la reforma de la Justicia con el fin de
abordar una modernización íntegra de nuestro sistema judicial, impulsando un nuevo modelo
de justicia global y estable que garantizase los derechos de los ciudadanos. El papel esencial
de los abogados en este proceso quedó plasmado en el punto veinte del Pacto de Estado, que
preveía, de manera explícita, la aprobación de un nuevo Estatuto de la Abogacía, como nuevo
marco normativo para el ejercicio de la profesión.
El abogado es colaborador necesario de la función jurisdiccional, por tanto, para alcanzar
una Justicia ágil y eficaz es fundamental ir actualizando la regulación de la profesión de abogado, el papel de éste en el ejercicio de su profesión y en defensa de su cliente contribuye
activamente a mejorar e incrementar la calidad de la Justicia.
Desde la aprobación del EGAE, se han producido unas reformas legales de gran trascendencia con especial afectación a la ordenación de las profesiones colegiadas; en concreto, la L
17/2009, sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio; la modificación de la
Ley de Colegios Profesionales por la llamada Ley Ómnibus (L 25/2009), la L 2/2007 de Sociedades profesionales; la L 34/2006, de Acceso a las profesiones de abogado y procurador de los
tribunales y la L 18/2011, reguladora del uso de las tecnologías de la información y la comunicación en la Administración de Justicia, así como a las exigencias derivadas de la Jurisprudencia (cuota litis y publicidad) y de un mundo jurídico cada vez más globalizado y complejo
(Derecho de la Unión Europea, competencia y transparencia, entre otras cuestiones). Ante
estas modificaciones habidas en nuestro ordenamiento jurídico y para su adaptación a ellas, el
CGAE está procediendo a la reforma tanto el Estatuto General como el Código deontológico de
la Abogacía Española. No obstante, y mientras se tramitan estas modificaciones, determinados artículos del EGAE se han visto afectados por las reformas legislativas referidas.
En el Estatuto se consagraron los principios de libertad e independencia de los profesionales
de la abogacía puestos siempre al servicio del defendido, así definió las características de la
abogacía como una profesión libre e independiente cuya función es que «presta un servicio a
la sociedad en interés público». Se reforzó el principio de la buena fe que preside, en todo
caso, las relaciones entre el cliente y el abogado, garantizando la adecuada defensa de los
intereses del justiciable ante los Tribunales.
Este texto respondió a la necesidad de adecuar la normativa reguladora del ejercicio de la profesión a la realidad social en aquél momento, acorde por un lado, con las competencias de las
Comunidades Autónomas en las materias que regula y, por otro lado, con la Ley de Colegios
Profesionales y modificaciones introducidas en la misma por la L 7/1997, que estableció la
colegiación única (potencia la libre elección del abogado por el cliente), el sometimiento del
ejercicio de la profesión al principio de la libre competencia y a la disciplina de competencia
desleal, así como por el posterior RDL 6/2000. Igualmente, se adaptó a la normativa comunitaria respecto al ejercicio de la profesión por los titulados de los Estados miembros.
Se regularon, entre otros extremos, el sistema de la libre circulación de los abogados de
todos los Colegios por España y la UE; el ejercicio individual, colectivo (se suprimió la limitación del número de miembros que componían los despachos colectivos) y multidisciplinar de
la abogacía; un más preciso sistema de incompatibilidades con otras actividades, entre las
que se contempló la de los auditores de cuentas; la mejora del régimen deontológico y disci-
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