Una “pieza” al mes para “Instaurare omnia in Christo” ENERO 2014 Profundizando la Decisión sobre el estilo de vida Actas del XI CG Ejercitar el discernimiento en el Espíritu, personal y comunitario, a todos los niveles, especialmente frente a las grandes opciones. (Dimensión sacerdotal: n° 12, pag. 49) Retomamos nuestras reflexiones al iniciar el nuevo año 2014, con el N° 12 de la Decisión sobre el estilo de vida, que nos propone un tema verdaderamente muy importante y actual: el “discernimiento”, “ejercitar el discernimiento en el Espíritu, personal y comunitario”. Aclaro que no desarrollaremos aquí todas las características y la metodología del discernimiento, sino solo un acercamiento global a la importancia del tema. Antes que nada hay que recordar que la práctica del “discernimiento”, es parte de una larga tradición de la Iglesia. Sin embargo, en nuestros tiempos actuales, caracterizados por grandes, universales y vertiginosos cambios que alcanzan a toda la humanidad, las culturas y las instituciones, la práctica del “discernimiento” pasa a ser no sólo importante sino imprescindible. “El camino del hombre de hoy está marcado por el ritmo de la angustia y de la esperanza, de la evasión y de la búsqueda, de la impotencia y de la creatividad. Justamente en este juego de impulsos contrarios, de pasiones opuestas, el discernimiento asume un rol primario. Sin un equo discernimiento es imposible, en la situación actual, establecer una jerarquía de valores, salvar la propia originalidad de persona, de grupo y de pueblo, y alcanzar una convivencia humana que respete las legítimas diferencias para el logro del bien común, armonizando los diversos ritmos, personales y de grupo. A este punto creemos poder afirmar que cada situación y cada momento se han convertido en una ocasión de opción, y que la lucidez de las opciones que elimina toda perplejidad, depende del discernimiento. Y así, mientras en otros tiempos el discernimiento era la condición para llegar a ser persona, hoy es el único “salvavidas” para no hundirse en el anonimato, en la angustia o en la instrumentalización”1. De este modo podemos entender rápidamente, la estrecha relación que existe entre discernimiento/situación-realidad/opciones. “El discernimiento se ejercita sobre la situación presente y sobre las posibilidades que ella contiene, y culmina en la libre opción. Es una actividad de la consciencia y de la libertad”2. Una persona (una religiosa), un grupo (una comunidad), una institución (una Congregación) que hoy no vive el “discernimiento en el Espíritu” como “clima” y como “praxis” habituales, corren el riesgo de perder el horizonte de la propia vocación y misión, y de ser “devorados” por la fragmentación y el relativismo de los rápidos cambios, perdiendo significatividad, eficacia, profecía, fecundidad y vitalidad carismática. El “discernimiento” se hace fundamental en el proceso de renovación y de re-fundación del “estilo de vida” en fidelidad creativa al carisma, en sintonía con los signos de los tiempos y con la sensibilidad que las nuevas generaciones aportan al carisma y a la Congregación. El “discernimiento” nos ayuda a no ceder a la tentación de la inmediatez, de la improvisación, del individualismo, de la dispersión. El miedo de la renovación, el apego a las formas obsoletas del pasado, la rigidez mental frente a los cambios, provienen de quien no ha madurado, a la luz del Espíritu, la sensibilidad y la actitud contemplativa, que conducen indefectiblemente, a leer y escrutar en los cambios culturales “los signos de la presencia y de la acción de Dios en la historia, para que la Iglesia responda de manera más eficaz a su vocación”3. Sólo a través del “discernimiento” podremos hacer frente a los desafíos, a las crisis y a las problemáticas actuales, “a todos los niveles: personal y comunitario” y como Congregación, en la formación, en el gobierno, en el apostolado, en la vivencia de las relaciones fraternas. Dios nos confía esta responsabilidad histórica y nos llama a “discernir en el Espíritu” y “por lo tanto es normal que el Espíritu suscite en el pueblo de Dios la consciencia de la necesidad del discernimiento, para renovar, a través de hombres dóciles a su voz, la Iglesia y la convivencia humana”4. Personas que dialogan, comunionales, participativas, orantes, comunicativas, audaces, libres, dóciles, capaces de silencio y de escucha, pobres, abiertas, obedientes … Compartamos nuestras resonancias acerca de lo que hemos leído. Preguntémonos y reflexionemos juntas cuánto está presente el “discernimiento en el Espíritu”, en nuestras opciones “pequeñas y grandes”, personales, comunitarias, provinciales… ¿Qué cosas (actitudes, mentalidades, formación) personales o comunitarias, obstaculizan y hacen infecundo o impracticable el “discernimento”? ¿Qué relación existe entre “discernimento” y “sentido de pertenencia” a la Congregación? ¡Buena reflexión! ¡Y Feliz Año Nuevo! 1 Cappellaro Juan Bautista, Servicio de Animación Comunitaria, Espiritualidad de comunión, Parte IV: Los componentes de la espiritualidad di comunión, 6. La espiritualidad del discernimiento, pag. 823-824, Edizioni Dehoniane Bologna 2008. 2 Idem, pag. 832 3 Idem, pag. 827. 4 Idem, pag. 827.