SEPTIEMBRE, 2013 ZETAS: LA EPIDEMIA L OS Z E TAS PER FECC IONARON UNA ESTR ATE GIA DE NE GOC IO CR IM INAL QUE LOS CON VIRTIÓ E N UNA M ARC A Y EN UN PUNTO DE REFERENC IA . N O SON LA ÚN IC A OR GAN IZ AC IÓN CR IM INAL VIOLE NTA O M ILITAR IZ ADA PERO SON LA ÚNIC A QUE HA 405 MUNIC IPIOS DE M ÉX IC O Y A G UATEM ALA Y C ENTROAMÉR IC A . ¿C ÓMO LO LOGR AR ON ? LOGR ADO EXPANDIRSE A PARA LLEVAR VER GALERÍA Existen 41 artículos del ejemplar seleccionado CABOS SUELTOS. NOVELA CON SARAMPIÓN GOURMET MÍTICA LOS OCHO ENEMIGOS DE LA OSTRA EL BOFETÓN DE UN HUEVO EJERCICIOS NEURÓBICOS LAS TRES PERLAS PALABRAS DE LENÓN PUERTO LIBRE. 1 NOS PERDONARÁN LAS HORAS Ángeles Mastretta AGENDA. MÁS ARMAS, MÁS DELITOS, MÁS HOMICIDIOS David Pérez Esparza • Eugenio Weigend Vargas LOS POBRES Y LA GASOLINA Arturo Antón Sarabia • Fausto Hernández Trillo CUANDO LAS MEDICINAS NO LLEGAN A TODOS Thomas Pogge EXPEDIENTE. ZETAS: LA EPIDEMIA EL NACIMIENTO DE UN EJÉRCITO CRIMINAL uiller o Valdés astellanos LA MARCA ZETA Viridiana Ríos • Steven Dudley EL ABISMO MICHOACANO Jaime Rivera Velázquez EN TERRITORIO TEMPLARIO Falko Ernst ENSAYO. APUNTES PARA UNA REFORMA HACENDARIA VIRTUOSA LOS AGUJEROS DEL PACTO FISCAL Carlos Elizondo Mayer-Serra EN DEFENSA DEL CONTRIBUYENTE Leo Zuckermann 2 CIUDAD DE LIBROS. EL SANTO QUE NO CREÍA EN DIOS João Ubaldo Ribeiro FRANCISCO TARIO, ENTRE LA RISA Y EL ESPANTO Alejandro Toledo ENDEMIA DEL RARO Javier Perucho GABINETE DE LECTURA LAS QUINCE LETRAS Delia uárez ASI ESCRIBO. SIN PENSAR EN EL LECTOR Guadalupe Nettel CULTURA Y VIDA COTIDIANA. LA MALDITA CIRCUNSTANCIA DEL AGUA POR TODAS PARTES Leonardo Padura LAS MUJERES TRANSGRESORAS DE ORANGE IS THE NEW BLACK Sabina Berman POESÍA. LA CITA osué Ra írez CINE. 3 EL PORTENTO DE NICOLAS WINDING REFN David Miklos TWITTER'S DIGEST. THE TWITTER’S DIGEST Ricardo Bada MÚSICA. HABLEMOS DE MÚSICA PURITANA Hugo ar ía i el ENTREGA INMEDIATA. ENTREGA INMEDIATA KAVAFIS MÍO uis onzález de Alba EL VERSO MÁS REPUGNANTE Luis Miguel Aguilar DIEGO Y PABLO Roberto Pliego CONFESIONES DE UN ADICTO Ar ando onzález Torres PRESENCIA CONTRA SILENCIO Luis Bugarini LAS RAZONES DE SALINGER uan anuel ó ez LA MUERTE DE MONTAIGNE Guillermo Fadanelli 4 FRONTERAS. FRONTERAS uis onzález de Alba NUMERALIA. NUMERALIA Rodrigo Centeno y Rafael Ch 5 NOVELA CON SARAMPIÓN En el mega-seller de Dan Brown Inferno, los puntos suspensivos aparecen en tan innumerabes ocasiones que es como si la novela tuviera… sarampión. Fuente: Prospect, julio 2013. GOURMET MÍTICA Los nativos e a ao o o sla o itc al norte e amoa ac an remontar el ori en el ue o a un persona e a ui e. ero al rev s e los a ui e e la mitolo a e otras islas ste era una vie a cie a. l persona e alan a ba ó a las regiones in eriores on e ella reinaba le pi ió que le iera al o e ue o. lla obstina amente se ne ó asta que l amena ó con matarla entonces ella ce ió. unto con el ue o alan a la i o que con esara qu pesca o era me or para cocinar cu l eb a se uir consumi n ose cru o ue entonces cuan o io comienzo el tiempo de la comida cocinada. Fuente: James G. Frazer, Mitos sobre el origen del fuego tra . Editorial Alta Fulla, Barcelona, 1986. lberto ar n LOS OCHO ENEMIGOS DE LA OSTRA La ostra tiene ocho enemigos, sin contar al hombre, su mayor enemigo, ya que la protege de los otros con el solo fin de comérsela él mismo. El primer enemigo de la ostra es la estrella de mar, que flota hambrienta en todas las mareas del Este y al fin rodea a la ostra con sus brazos como un amante espantoso y abre a la fuerza sus valvas con persistencia y luego mete su estómago en ella y la digiere. La imagen es muy fea. La ostra se queda desnuda como una concha vacía y la estrella de mar se va flotando, h ambrienta aún. El segundo enemigo, casi tan peligroso, es una especie de caracol llamado barrenador, o taladro de ostras. Hace agujeritos redondos en las valvas y es una 6 amenaza constante. Luego viene la insoportable esponja. Hace tunelitos a través de t oda la concha, como un panal, hasta que la ostra enflaquece y se debilita en su intento por tapar todos los agujeros, y lo más frecuente es que resulte asfixiada por la esponja desde afuera, así que ya sabemos a qué se refería la autora de Mujercitas, Louisa a lcott cuan o escribió “ ora a empie o a vivir un poco a me siento menos como una ostra en erma en la marea ba a”. Hay sanguijuelas marinas y corvinas negras. Y los mejillones, también, asfixian a las ostras o las hambrean poniéndose sobre sus conchas y comiéndose todo su alimento. Y sobre la costa del Pacífico, el caracol sombrero chino, llamado de modo caprichoso Crepidula fornicata, es peor para las ostras que los mejillones. Y hasta los patos, volando aquí y allá como hacen los patos, ba jan lo suficiente para prepararse de vez en cuando un desastroso banquete suculento sobre un lecho de ostras. La vida es dura, decimos. La vida de una ostra es peor. Vive inmóvil, silenciosa; su propia fría y fea forma es su único esparcimiento, y si logr a escapar a la amenaza de pato-sombrero chino-mejillón-corvina negra-sanguijuela-esponjabarrenador-estrella de mar, es para que el hombre acabe comiéndosela. Fuente: Mary Frances Kennedy Fisher, de su libro Pensar en la ostra (1941). En ap a ’s Quarterly, verano 2013. EL BOFETÓN DE UN HUEVO Señor, son unos niños, venga a verlos. ¿Unos niños? Dígame qué están haciendo, no aguanto más. Tiene que verlos. Bueno, pues, vamos. Trepamos la cuesta del basurero, hay partes muy podridas, casi sin la sustancia, te hundes hasta los muslos, deleite para las moscas, habrá que tirar, precisamente a la basura, estos (mis) pantalones, estos calcetines, estos zapatos, esta chamarra, vaya uno a saber qué especie mortífera de microbios, ¿verdad? Niños, no veo niños. ¿Qué es eso blanco? Señor, sus anteojos. Mis anteojos, sí. Los tiene en la mano, señor. Cierto. Ah, son dos cajas de huevo. ¡Vaya! Los niños se confunden con la basura, camaleones de cáscaras y plásticos. Sí, son tres. Bajamos un poco. Nauseabundo olor, esto sí es verdaderamente insoportable. Parten los huevos, ladeando la cabeza, para no recibir de frente el bofetón de la peste. ¡Éste está bueno, éste está bueno! ¡Chin, ya van dos buenos, a ver deja oler! (Después de haber vomitado 7 varias veces.) No tengo ya qué echar de mi estómago, lo traigo seco y apretado, puño doloroso. Fuente: Ricar o Gariba “ eis millones e ombres a la basura” en De lujo y hambre, Editorial Nueva Imagen, México, 1981. EJERCICIOS NEURÓBICOS “Neurobics” es un r imen e e ercicios calisténicos que popularizaron Lawrence Katz y Manning Rubin en su libro Mantenga vivo su cerebro: 83 ejercicios neuróbicos para ayudar a prevenir la pérdida de memoria y aumentar la salud mental (1999). Para calificar como ejercicio neuróbico, la tarea de be “involucrar a uno o m s e tus senti os en un contexto nuevo” “romper la rutina e un mo o inespera o no trivial”. l unos e ercicios bañarse en la re a era con los o os cerrados, cepillarse los dientes con la mano no preferida, usar tapones para lo s oídos en el desayuno con la familia, usar guantes gruesos al manejar, poner de cabeza las fotos familiares, hacer compras en un mercado étnico, cenar guafles. Fuente: The New Yorker ulio 29 2013. or lo que respecta a los “neuro ue os” algunos de ellos se titulan: Cogmed, Lumosity, Brain Games, Jungle Memory, CogniFit, MindSparke, My-BrainSolutions, Brain Spa, BrainTivity, Braininversity, Brain Metrix, Mind Quiz: Your Brain Coach, Brain Exercise with Dr. Ka as ima Ninten o’s rain e in Habits N euroNation, HAPPYneuron.) LAS TRES PERLAS Cuando Adán fue creado, Dios ordenó a Gabriel que tomara las tres perlas más preciosas del tesoro divino y que se las ofreciera a Adán en una bandeja de oro, para que escogiera para sí una de las tres. Las tres perlas eran: sabiduría, fe y modestia. Adán escogió la perla de la sabiduría. Entonces Gabriel procedió a retirar la bandeja con las dos perlas que quedaban, 8 con el objeto de restituirlas al tesoro divino. Con toda su poderosa fuerza, descubrió que no podía levantar la bandeja. Las os perlas le i eron “No nos separaremos e nuestra ama a sabi ur a. No podríamos ser felices y permanecer en calma apartadas de ella. Desde toda la eternidad, las tres hemos sido las tres nobles de la gloria de Dios, las pe rlas de su po er. No po emos separarnos”. ntonces se o ó una vo que proce a e la ivina presencia que ec a “¡Gabriel alas vuelve!”. Desde aquel momento, la sabiduría ha tomado su sede en la cima del cerebro de Adán; la fe tomó su morada y su corazón; la modestia se estableció en su semblante. Esas tres perlas han permanecido como las reliquias de familia de los hijos escogidos de Adán. Porque cualquiera de sus descendientes que no esté embellecido y enriquecido por estas tres joyas carece del sentimiento y brillo de su origen divino. Fuente: Shemsu-D-Din El Eflaki, Leyendas de los sufíes (trad. Alfonso Colodrón), Editorial EDAF, Madrid, 1997. PALABRAS DE LENÓN El leno no es más que un comerciante de esclavas, casi siempre extranjero. Regenta unprostibulum, una casa de tráfico de mujeres, y desempeña el oficio de alcahuete, el lenocinium. Es un sujeto despreciado, sin posibilidad alguna de acceder a funciones públicas, y no puede esperar ni la ayuda ni la protección de las leyes. Cualquier trato con un leno es considerado indigno de un ciudadano romano a que el leno carece e erec os c vicos se le tiene por “in ame”. La prueba nos la a el pretor romano Q. etello quien a “consa ra o su e ra ación”. n e ecto cuan o el leno Vecillo reclamó su derecho a la posesión de unos bienes que le había legado un ciudadano, Metello se lo denegó argumentando que un ser tan impuro no merecía el apoyo de las leyes. Para conseguir más dinero y regalos, el leno anima a las prostitutas con el señuelo de su emancipación: Vosotras, las mujeres —dice un leno en el Pseudolus de Plauto—, escuchad mis órdenes. Vosotras que lleváis una vida muelle en el lujo, la suavidad y la voluptuosidad con hombres importantes, quiero saber ahora quién de vosotras 9 trabaja para comprar su libertad, quién para su vientre, quién para sus bienes, y quién para su tranquilidad. Hoy voy a decidir a quién emancipar y a quién ven er… Que vuestros amantes me llenen o e re alos. orque si no me traen provisiones para todo un año, mañana seréis mujeres públicas. Sabéis que hoy es mi cumpleaños. ¿Dónde están los que os aman como a la niña de sus ojos? ¿Los que os llaman “mi vi a mis elicias mi ulce beso mi tetita mi muñequita e miel?”. Que se presente ante mi puerta un tropel e portadores de regalos. ¿Por qué tengo que daros vestidos, joyas? ¿Por qué tengo que satisfacer vuestras necesidades? ¿Qué saco yo de vuestro trabajo aparte de complicaciones, pandilla de inútiles? ¡Lo único que queréis es el vino para mojaros la panza mi entras que yo me quedo en ayunas! El discurso no admite equívocos; si las prostitutas no se comportan con docilidad, serán abandonadas en una pergula, un lugar infame de perdición donde se juntan las prostitutas demasiado feas o demasiado viejas. Fuente: Violaine Vanoyeke, La prostitución en Grecia y Roma (trad. Guadalupe Rubio de Urquía), Editorial EDAF, Madrid, 1991. NOS PERDONARÁN LAS HORAS Ángeles Mastretta Pasa el tiempo con tanta vehemencia sobre nuestro mundo que de pronto parece como si nos lo arrebatara. Que digan si no es así, los seis viajeros a los que cobijó una lluvia de gotas iluminadas sobre el mar de Cozumel. Volvieron hace no mucho, bautizados con esa luz y seguros de que no hay en el mundo mejor lugar para vivir que este nuestro país. Un a semana dentro de aquel ensalmo, rehusándose a todo lo que no sea aquel brillo, y cualquier espanto desaparece. Hasta que el lunes “al afé de la añana vuelve la guerra… ” a que ponerse a oírla. Anda en vilo nuestro paso porque la tierra se siente más dispareja que nunca. De un día para otro el desorden cambia de rumbo y cada nueva noticia embiste a la anterior aun cuando cada rara dicha enmienda un agujero que dejó el día de ayer. La vida pública, eso que está en el aire y que cada día entra con más intensidad por la ventana, bajo la puerta y desde el cielo, unas veces agobia más que otras. Patria de septiembre, se llama esto que vemos y nos aprieta, no siempre esto que repiten quienes la miran para contárnosla: en los noticieros, en los periódico s, en los estudios de quienes buscan entenderla con cifras, en la pura información de un 10 boletín que avisa cuántos murieron dónde. No necesariamente quiénes, ni por qué. Un preso que ojalá y no hubiera nacido, veinte muertos para velarlos en una sola noche. Patria: el lugar en que vivimos, al que tememos, que nos fascina. Patria en septiembre, esta promesa que no acaba de cumplirse. Habría que ser López Velarde para decir esta emoción sin mancharla: El amor amoroso de las parejas pares. ¿Y uno qué hace? Divaga y pregunta: ¿No era la patria el sabor de las cosas que comimos en la infancia? Sencillo aquel hallazgo de Luis Cardoza y Aragón. Y tan exacto. Cuesta vivir sin ver, como hacíamos entonces. Trato a veces de no tocar lo que hay afuera, de oír la música más sabia, y leer la poesía que mejor suena:Luciente honor del cielo/ en campos de zafiro pace estrellas . Góngora dixit. Góngora el bueno, no el ex ministro. Acabo así, de pronto, en un oboe del siglo XVIII y una rima del XVI, para sobreponerme a las balaceras que recuenta el día. Encuentro a Garcilaso de la Vega: Yo no nací sino para quereros/ mi alma os ha cortado a su medida/ por hábito del alma misma os quiero. Vean ustedes: mi querida comadre Ofelia se casó, tras veinticinco años de espera, con el amor de su vida. La conocí porque su salón de belleza, pequeño y casual, abierto seis días de la semana, once horas diarias, queda en la colonia Cuauhtémoc. Y ahí vivía una yo que aún vive en mí, aunque ya no se note siempre. Mi madre lo descubrió un día en que paseaba a mi sobrina Daniela rumbo al zoológico, en busca de la mamá de Bambi. No había entonces más rifles ante nuestros ojos que aquellos que mataron a la pobre cierva que Daniela encontró en Chapultepec, de vuelta en la vida. El pequeño postigo del salón se abrió para responderle a la señora Guzmán que sí, que ahí la señorita Ofe cortaba el pelo. A ella volvió unos días después. Cuarenta pesos cobraba mi comadre, en 1976. Yo creo que eso no sería cuatro pesos de ahora, aunque hayamos quitado los tres ceros. Creo que el precio de hoy equivale al de entonces. Al poco tiempo llegué a ese hueco del mundo. Y nos hicimos amigas. Hace treinta 11 y siete años. Desaprendí a peinarme y toda la flojera que daban mis mechas, quedó en sus manos. A tan grato romance vino a ponerle trabas el señor Don Villa, cuando hace casi un año se la llevó a vivir a Michoacán. Entonces, podríamos decir que: El agua clara con lascivo juego/ nadando dividieron y cortaron . El casamiento fue en una iglesia con modales de neoclásic o actualizado. Yo no pude ir, pero luego vi las fotos, lo que me hizo reconocer el altar, justo tras el señor cura al que entrevistaron cuando acabó la matanza en la plaza de Los Reyes. Mi comadre que se mudó a la paz de aquellos lares cálidos, que me ha bía contado el resplandor de las matas con flores que hay en su patio, de cómo, por fin, puede levantarse a las ocho de la mañana, al aire siempre cálido, luego de un largo rato de oír despiertos a los pájaros, vive nada menos que en el centro de ese hurac án incomprensible. Ella que se fue hasta allá para descansar, para alejarse de esta guerra de mugre que es la ciudad de México, de este trabajo que le tenía los brazos exhaustos, vive a dos pasos de aquel desastre. Y no piensa volver, porque según me dice, las balas no le que an mu cerca. “Ha a e cuenta que o vivo en acuba a esto pasa en R o e la lata” me ice tan campante. in tr ico a o cuatro minutos de mi casa a lo que fue su salón en Río de la Plata. Así es que ella vive a cuatro minutos de la plaza. Pero asegura que no está tan cerca. Dichosa sea su mirada sin miedo, bañada, como otra en el Caribe, por la inocente certidumbre de que la belleza, el verde y cálido monte cercano a su casa, es un ensalmo. ¿Qué me queréis caballero?/ Casada soy/ marido tengo. Casada soy/ por mi ventura . No sé a dónde me dirijo yo con este cuento, pero dice una bienquerida politóloga que ella ha aprendido a leer en este andar a tientas. No voy a ningún lado. Voy haciendo el recuento. La empresa Tecno Idea, que hace el auto llamado Mastretta MXT, corrió unos riesgos de dar pánico hace como dos meses. ¿Y saben ustedes qué pasó? Está a salvo. Porque hay quien quiere que este país camine hacia otra parte que no sea el caos. Benditos quienes esto creen.Canción yo he dicho más que me mandaron/ y menos que pensé/ no me pregunten más, que lo diré. Otra vez Garcilaso haciendo rimas. En Puebla, el mes pasado, se promulgaron dos leyes de apariencia sencilla, una castiga el maltrato a los animales, la otra prohíbe el us o de pendones para pedir el voto y hacer propaganda política. ¿Cómo no ir a encontrar estas rimas cultas, exageradas, gongorismos: Repetido latir, si no vecino,/ distinto oyó de can siempre despierto/ y en pastoral albergue, mal cubierto/ piedad halló, si no halló 12 camino. Gabi estudia para maestra en Zitácuaro, al salir de la universidad encontró a Diego, su hijo, fuera de la escuela. Los habían sacado porque oyeron tiros. ¿Qué hizo Gabi? Tomó al niño de la mano y se fueron a su casa como si nada. Tan tranquilos. Pensando en que si el padre de Diego volvía de Estado Unidos, a la mejor, para bien de él, quién sabe si para mal de ellos, lo recibirían. Dice ella que por su casa, hasta para abrir un negocio de hilos hay que pagarles a los criminales, hasta las que venden tortillas tiene que dar cuota. Por todos lados están. Pero no hay tiros, se consuela. Hay de todo, pero no hay tiros. Antítesis es el recurso estilístico que consiste en contraponer dos sintagmas, frases o versos, que expresan significados opu estos. Góngora era el rey de estos juegos. Le hubiera gustado Gabi que es una contradicción en sí misma. Tantas cosas suceden que conmueven. Sara y Andrés tuvieron a bien casarse, en Tlayacapan. Se veían dichosos de tal modo, que hasta quien dijo que jurarse amor eterno es tentar al destino, aceptó como un acierto el desafío. Y hubo mesas largas con bancas a los lados, botellas con flores puestas como al pasar y banderas de papel picado moviéndose bajo el ruido de la música tecno, a la que no le entiend o, pero bajo la que conversamos hasta la medianoche, mientras los jóvenes brincaban su juventud sobre nuestras palabras. Youth is wasted on young, nos había dicho una joven linda y lista, esa misma mañana riéndose de la cita y de sí misma. Eso lo escribió Bernard Shaw que no sé cómo es que vino a aparecer en mitad del siglo de oro y del país que a veces se ve en llamas y a veces es pradera. Árbol testigo, como éste que ahora miro. Ya me contagié mal del genio bueno. Góngora es un antojo a cualquier hora. Aun si peleaba con Quevedo a quien tanto queremos. Góngora y Don Francisco son dos sintagmas que uno asocia y quiere sabiendo que se odiaban. Mal te perdonarán a ti las horas/ las horas que limando van los días/ los días que royendo están los años. Pasa el tiempo y levanta nuestro arrojo. No hay que temer al ahora aunque dé miedo. Es mucho lo que pasa que no es malo. En todas partes, como antítesis, hay gente buena. Bien nos perdonarán las horas. Este septiembre y los que vengan. n Ángeles Mastretta. Escritora. Autora de La emoción de las cosas, Maridos, Mal de amores,Mujeres de ojos grandes y Arráncame la vida, entre otros títulos. 13 Ilustración de Gonzalo Tassier. MÁS ARMAS, MÁS DELITOS, MÁS HOMICIDIOS David Pérez Esparza • Eugenio Weigend Vargas Frente a la ola de violencia de la que México ha sido víctima en los últimos 10 años se an crea o “culpables recurrentes” a los que se iri e el iscurso común. Las drogas, la estrategia frente a ellas, la debilidad institucional que tolera la impunidad, la corrupción en la esfera pública y privada, las múltiples manifestaciones de violencia social y la incapacidad del Estado mexicano para ofrecer alternativas socioeconómicas dignas para toda la población, son probablemente los más comunes. Sin embargo, al hacer una revisión histórica de México varios hechos ponen en entredicho estos argumentos. En principio, el país tiene al menos un siglo participando en el mercado internacional de drogas, cuenta con una larga tradición de corrupción e impunidad, ha manife stado expresiones sociales violentas anteriormente y desde hace más de 40 años no ofrece soluciones económicas a todos los mexicanos. 1 Si todas estas características socioec onómicas se han presentado desde hace décadas, ¿qué nuevos hechos podrían explicar entonces la reciente ola de violencia? En los últimos años, sobre todo después de la creciente ola delincuencial y de violencia en México, una importante corriente de lide razgos políticos, empresariales y sociales en este país ha manifestado que este fenómeno podría tener una explicación en función del incremento de la disponibilidad de armas de fuego al que tienen acceso los criminales. El ex presidente Felipe Calderón (20 062012) llegó a señalar en un programa televisado y aun en la propia Cámara de Representantes en Washington que como producto de la expiración de la Federal Assault Weapons Ban (AWB) en Estados Unidos en 2004, los criminales mexicanos fueron capaces de comprar armas de fuego sin precedente en Estados Unidos para luego ingresarlas de forma ilícita a México. La historia es poco conocida. En 1994, durante la administración Clinton, el Congreso de Estados Unidos aprobó la AWB, diseñada con el objetivo de imped ir por 10 años la manufactura para uso civil de algunas armas de fuego semiautomáticas, también llamadas armas de asalto. En 2004, al no haber sido renovada por el Congreso como era necesario para que se mantuviera vigente, se volvió a permitir la producción de este tipo de armas. En consecuencia, la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de fuego y Explosivos (ATF) otorgó más licencias a empresas privadas y la producción de armas creció. 14 En cualquier caso, otras organizaciones de todo el espectro político han hecho señalamientos en el mismo sentido. De hecho, llama la atención que asociaciones que fueron tan críticas con el desempeño de la administración de Calderón en materia de seguridad, hayan coincidido con tanta claridad en el argumento de que una de las pocas formas sustentables de mitigar la violencia en México es a través de un cambio en la política de armas de fuego por parte de Estados Unidos. Alianza Cívica y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) son dos ejemplos en ese sentido en México. En Estados Unidos otros líderes y organizaciones políticas y sociales han respaldado estos mismos argumentos. Algunos congresistas demócratas de la Cámara de Representantes y otras organizaciones, como The Brady Campaign to Prevent Gun Violence, The Law Center to Prevent Gun Violence y The Washington Office on Latin America (WOLA), se han enfocado en hacer conciencia sobre la violencia doméstica que generan las armas. ¿Hasta qué punto la existencia de una mayor cantidad de armas disponibles en una zona puede generar más violencia en perjuicio de la población? Más allá de la sintonía de opiniones aun en actores tan plurales, ¿en qué medida esta hipótesis implícita es un hecho cierto y demostrable? Con el objetivo de aportar al debate binacional en el mismo sentido, el presente artículo ofrece una explicación cualitativa sobre las teorías que pueden ayudar a explicar la relación entre criminales y autoridades, en términos de armas de fuego. Asimismo, se presentan algunas reflexiones que vinculan la rel ación entre estos dos actores y la generación de violencia. 15 Lo que dice la teoría Hasta hace algunos años (2002) la mayor parte de los delitos violentos cometidos en México estaban asociados al uso de armas punzocortantes y otros objetos físicos utilizados por el criminal para amedrentar a su víctima (ENSI, 2002). Hoy la situación es muy distinta, pues según un estudio de 2010, en 67.7% de los casos los delincuentes emplean armas de fuego. 2 Ante un cambio como éste en la conducta criminal, un par de preguntas se vuelven obligadas, ¿a qué se debe que las armas utilizadas en los crímenes —y, por supuesto, su poder de fuego — sean tan distintas a las que se hacían presentes hace algunos años?, y ¿por qué se ha presentado este escalamiento si la legislación mexicana ha sido igualmente restrictiva en la permisividad de armas de alto calibre desde enero de 1972 hasta hoy? Una primera hipótesis indicaría que si no se flexibilizó la p olítica de armas a nivel doméstico en México, éstas tendrían que haberse importado de alguna fuente internacional. Si la importación de armas de alto calibre está controlada y restringida por el gobierno mexicano, la lógica apunta a una importación ilegal. En esta situación, Estados Unidos se vuelve el origen más factible, por tres razones: 1) la cercanía geográfica, 2) el enorme flujo comercial en una de las fronteras más extensas y activas del mundo, 3) el reconocimiento explícito de que este país es el mayor exportador de armas de fuego a países en desarrollo (Grimmett, 2011). En efecto, la evidencia demuestra que este conjunto de inferencias podría ser cierto. Sobre la última, de hecho, los propios datos oficiales de la ATF del gobierno estadunidense revelan que 75% de las armas confiscadas (y rastreadas) en México entre 2010 y 2011 provenían de ese país. Del restante 25% no se conoció su origen, lo que tampoco permitiría descartar su procedencia de nuestro vecino del norte. ¿Cómo es esto posible? En principio es necesario reconocer que, con algunas excepciones temporales y geográficas, en Estados Unidos la manufactura privada y la posesión de armas de fuego —aun las de alto calibre— es legal y cambiar este régimen tendría repercusiones multidimensionales para una sociedad acostumbrada a las armas, tal como lo ha revelado Cole (2012). De hecho, en la Segunda Enmienda a la onstitución e sta os Uni os e 1791 se señaló que “el erec o el pueblo a tener portar armas no ser in rin i o”. abe estacar que el origen de esta enmienda ocurrió mucho tiempo antes de que existieran las poderosas armas de asalto que abundan hoy en el mercado. A pesar de ello, en la práctica, ésta ha servido para justificar la existencia de una poderosa industria legal que, ta l como lo ha señalado WOLA, podría haberse beneficiado de la expiración de la AWB en 2004 (Lewis, 2012). Lo anterior, aun sabiéndolo: el escandaloso caso de Rápido y 16 Furioso lo deja en evidencia. Por otro lado, vale la pena reconocer que si la industria de armas creció es muy probable que también hayan aumentado sus externalidades. Esto es particularmente importante si se considera que a nivel global se ha demostrado que aun en los países que no están oficialmente en guerra —como México— la disponibilidad de las armas produce países menos seguros, reduce el desarrollo, contribuye a la desintegración social, y hace que el recurso a la violencia sea más probable y más mortal (Stohl y Hogendoorn, 2010). De la mano de lo anterior y asumiendo como factible el tráfico ilícito de armas de Estados Unidos a México, ¿cuál podría ser el impacto de este flujo sobre la violencia? La literatura vinculada a las armas y al crimen violento revela algunas hipótesis al respecto. En principio, Bailey y Taylor (2009) dan un a explicación que puede ser útil para comprender el vínculo entre armas y homicidios. Los autores parten de que la estrategia racional de los criminales fue, durante un tiempo, corromper o evadir al gobierno para lucrar —principalmente— con el mercado de drogas, entonces su mayor fuente de ingresos. De hecho, en esta primera fase de equilibrio las or ani aciones criminales “operaban ba o el ra ar” porque el obierno era m s poderoso que ellas en términos de poder de fuego. El crimen lo sabía y actuaba en consecuencia no confrontando con el Estado. Le era más rentable. Sin embargo, estos mismos autores señalan que para el caso mexicano la generación de riqueza, la posibilidad de comprar armas de mayor calibre y la oferta creciente de especialistas en violencia (como los sicarios), podría haber creado un nuevo escenario a favor del 17 crimen organizado. En esta nueva dinámica es factible que algunas organizaciones criminales se percibieran a sí mismas con mayor capacidad que otras asociaciones delictivas rivales, e inclusive, que se sintieran superiores a la fuerza del poder del Estado. Con esta nueva percepción el incentivo para retar y, eventualmente, confrontar a éste se incrementó (Bailey y Taylor, 2009). Una de las hipótesis centrales que argumenta este doc umento es, justamente, que este cambio en el equilibrio entre gobierno y criminales podría haber ocurrido en 2004. Con mayor acceso a armas de alto poder en Estados Unidos, las organizaciones criminales mexicanas podrían haber tomado dos decisiones que en su momento consideraron racionales. La primera implicó decidir ya no corromper o evadir al gobierno, sino por el contrario, retarlo o inclusive, confrontarlo. De esta manera, atacaron primero a los eslabones más débiles del aparato estatal y, posteriorme nte, escalaron hacia autoridades de mayor peso. Esto podría ahondar en algunas tesis que pretenden explicar el homicidio de alcaldes a partir de 2004 (Ríos, 2011) y el del candidato puntero a gobernador de Tamaulipas en 2010. El escalamiento se mantiene y llega hasta la muerte de civiles inocentes en fuego cruzado o el ataque a ciudadanos en espacios públicos como en el caso del Casino Royale de Nuevo León en 2011. La segunda significó sentirse con la capacidad para enfrentarse con mayores ventajas a otros grupos criminales y, con ello, posicionarse como líderes de los mercados y actividades ilícitas. Este escenario podría haber ocurrido bajo el enómeno e “in ormación asim trica” en el que ca a uno e los c rteles supuso que su grupo era el único que había adquirido mayor armamento. A partir de esta situación de caos, parece racional que el gobierno tuviera mayores incentivos para incrementar su poder de fuego con el objetivo de enfrentar a los criminales. Esta situación se percibe claramente en el caso de México en 20062007, cuando el Ejecutivo federal decidió implementar la Estrategia Nacional de Seguridad, y uno de sus cinco componentes fue enfrentar directamente a las 18 organizaciones criminales utilizando la fuerza (Poiré, 2011). Al hacerlo, sin embargo, también generó incentivos para una mayor violencia. Algunos autores como Guerrero (2011) y Escalante (2011) han demostrado cómo la estrategia de confrontación basada en operativos militares y policiacos —con su respectiva respuesta por parte de los criminales— puede romper el equilibrio en dichas organizaciones, lo que las orilla a enfrentarse de forma interna y externa, generando aún más homicidios y más violencia. Si las hipótesis anteriores ilustran de alguna forma el crecimiento en homicidios, ¿cómo explicar la relación entre más armas y más delitos de alto impacto? Hope (2012) ofrece una hipótesis al respecto. En su opinión, el incremento de homicidios baja la probabilidad de que éstos sean castigados porque a corto plazo las instituciones mantienen estables sus capacidades. Esta situación de impunidad eventualmente genera más homicidios. En tanto que los homicidios adquieren mayor relevancia pública, las autoridades comienzan a concentrar los esfuerzos en éstos, dejando de lado su atención a otr os delitos. Ante ello, crecen los secuestros, y como el Estado está ocupado en los homicidios deja de atender a éste y otros delitos. De esta forma, los incentivos están para que la espiral delictiva en todos los delitos se haga presente. Lo que dicen los números En este apartado se pretende demostrar que existe una similitud de tendencias entre la oferta de armas de fuego en el sur de Estados Unidos y los delitos de alto impacto en el norte de México. Adicionalmente, busca demostrar si 2004 constituyó, en efecto, un punto de quiebre entre estos dos fenómenos. Para la primera variable se tomó en consideración la producción privada 3 de armas de fuego tipopistols, shotguns y rifles 4 según lo estipula la ATF. 5 Para la segunda, se tomó en cuenta la evolución de lo s cuatro elitos conoci os como “ e alto impacto” en los esta os el norte e xico los robos con violencia las extorsiones, los secuestros y los homicidios (dolosos y culposos). En este caso los datos se reportan tal como son presentados por el portal del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SE -SNSP o SNSP). El gráfico 1 muestra la evolución de la manufactura de los tres tipos de armas de fuego analizadas en este reporte. Cabe destacar que hace énfasis en todos los estados del sur de Estados Unidos que tienen frontera con México. Se utiliza la información disponible para los años 1998 -2010. Tal como se observa en la gráfica anterior, la producción de pistols manifestaba una tendencia a la baja de como se venía comportando desde 1998. A partir de 19 2005-2006 esta tendencia cambia sustancialmente y comienza a crecer de manera destacada y sin detenerse hacia 2010. La gráfica relativa a la producción de shotguns demuestra cómo, después de mantenerse relativamente estable entre 1998 y 2003, cambia su tendencia con un crecimiento leve en 2004 y un incremento mayor a partir de 2007. Llama la atención que este último año coincidió con el despliegue de la Estrategia Nacional de Seguridad implementada por el presidente Calderón en Méx ico. Por último, la tercera gráfica demuestra cómo la producción de rifles rompe la línea estable de producción que mantuvo de 1998 a 2003, con un primer crecimiento a partir de 2004. Este mismo se hace aún más evidente a partir del año 2007, de manera muy similar a lo que ocurrió con los shotguns. En términos generales, estas tres gráficas demuestran que el año 2004 es clave para comprender las tendencias comerciales de armas de fuego en el sur de Estados Unidos. En un segundo sentido, sugieren que 200 7 es un posible potenciador de la expansión de la oferta de armas de fuego en esa región. Para analizar si la hipótesis relacional armas -delito es viable, se presentan algunas gráficas que muestran la evolución de los cuatro delitos de alto impacto considerados en este reporte para los estados del norte de México (ver gráfico 2). Tal como lo demuestran las gráficas, 2004 constituye un año importante para comprender un cambio en el comportamiento delictivo en los estados del norte de México y, a la vez, encaja con lo que ocurre en ese año en el caso de la producción de armas en el sur de Estados Unidos, efecto que en ambos casos se potencia en 2007. 20 De forma particular, se observa que los robos violentos mantenían una tendencia a la baja. Es un hecho que en el año de 2004 estos delitos tocan su punto mínimo, y a partir de entonces experimentan un crecimiento notorio. De esta forma, lo que había sido un avance relativo en la baja de robos con violencia se revierte a partir de 2004. En el caso de las extorsiones se observa que su tendencia, aunque iba en aumento, había sido relativamente estable. Al igual que en los otros delitos, a partir de 2004 comienzan a crecer y lo hacen de manera más destacada desde 2007. En los delitos de secuestros ocurridos en la frontera, vale la pena señalar que la tendencia iba marginalmente a la baja con respecto a 1998, toca su punto mínimo en 2004 y a partir de entonces comienza a crecer y lo hace aún más en 2007. 21 Finalmente, la última gráfica revela cómo los homicidios ocurridos en el norte del país habían mantenido una tendencia estable. Esta misma se rompe en 2004 y a partir de ese año experimentan un crecimiento sustancial que se hace más evidente en 2007. Por si fuera poco, vale la pena señalar que el homicidio ca mbió drásticamente su comportamiento regional vis a vis el total nacional. Mientras que para el periodo 1998-2004 los homicidios en el norte de México ocupaban el 12% del nacional, para el periodo 2005-2010 ocuparon en promedio el 20%. Relación entre armas y delitos ¿La expiración de la AWB de 2004 en Estados Unidos tuvo un impacto en la violencia en México? A partir de los datos oficiales de la ATF de Estados Unidos y del SNSP del gobierno mexicano, este documento presenta evidencia suficiente para argumentar que esta hipótesis es justificable y demostrable para el norte de México. Para ello, aporta evidencia desde una perspectiva cualitativa y cuantitativa. Desde la primera de ellas, este documento revela que las reflexiones presentadas por Bailey y Taylor, Guerrero y Hope pueden tener un dimensionamiento mayor si se pone especial énfasis en el estudio de la posesión de armas de fuego en manos de criminales. Estas hipótesis harían suponer que a partir de 2004 los criminales modifican su comportamiento, y sintiéndose más poderosos que sus rivales, e inclusive, con capacidad para vencer al Estado, tuvieron todos los incentivos para actuar de forma violenta. Esto justifica el primer salto en extorsión, secuestro y homicidio, y el cambio de tendencia en robo con violencia. Llama la atención que el primer ataque que cobró la vida de un alcalde en México sea coincidente con este año. En 2007, con la estrategia oficial del gobierno mexicano para disminuir el poder del crimen, se generaron equilibrios más ines tables que, tal como señala Guerrero, incrementaron los homicidios. Ante una mayor atención en los homicidios es muy probable que el Estado desatendiera otros delitos de alto impacto, lo que va en sintonía a lo explicado por Hope. A futuro, estas perspecti vas podrían nutrirse a través de explicaciones como las de teoría de juegos, información asimétrica y actor racional. Desde la lógica cuantitativa este documento presenta tres hallazgos. Uno, que entre 1998 y 2010 hay una relación alta entre la producción de armas y tres tipos de delitos: extorsión, secuestro y homicidio. Dos, que si se analiza sólo el 2005 22 2010, la relación se mantiene inclusive para los cuatro delitos. Tres, que en 2004 se incrementa la producción de dos tipos de armas ( shotguns yrifles) y tres tipos de delitos (extorsión, secuestro y homicidio). En cualquier caso, los hallazgos van en sintonía con los de Dube, Dube y García Ponce (2012) quienes también señalan que hay evidencia para argumentar que la política flexible de armas de Estados Unidos podría haber impactado en la violencia en México. De fondo, se espera que este documento sirva como instrumento para plantear no sólo una nueva estrategia mexicana para reducir la violencia, sino también las medidas bilaterales que se puedan impl ementar para mitigar el tráfico ilegal de armas. Influir en la propuesta para renovar la propia AWB hecha por Obama en enero de este año después de la masacre de Connecticut es un paso fundamental. Hacer que esto impacte en una nueva etapa de la Iniciativa Mérida puede ser la bisagra que México necesita para volver a ser un país estable y seguro. n David Pérez Esparza. Chevening Scholar en el Departamento de Gobierno de la Universidad de Essex, Inglaterra. Eugenio Weigend Vargas. Visiting Scholar en la Universidad de Texas, Estados Unidos. Investigador de la Egap Gobierno y Política Pública. Referencias aile o n att e a lor 2009 “ va e orrupt or on ront? Or ani e rime an t e tate in ra il an exico” Journal of Politics in Latin America 1 (2), pp. 3-29. Disponible en: http://journals.sub.uni hamburg.de/giga/jpla/article/viewFile/38/38 Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosi ves 2012 “Online tatistics. nnual irearms anu acturers an xport Report”. Disponible en: http://www.atf.gov/statistics/ (consultado el 2 de agosto de 2012). ole D. 2012 “Our romance it uns” The New York Review of Books, septiembre. Disponible en: http://www.nybooks.com/articles/archives/2012/sep/27/our romance-guns/ (consultado el 5 de noviembre de 2012). Dube ri ra it Oien rila Dube Omar Garc a once 2012 “ ross -Border pillover U. . 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Además, se han presentado por lo menos cinco grandes crisis económicas (1982, 1986, 1995, 2001 y 2009), lo que avala tres décadas de estancamiento. 2 Informe elaborado por la empresa Grupo Multisistemas de Seguridad Indust rial (2010). 3 Estados Unidos cuenta con un sistema de licencias para que actores privados 25 puedan manufacturar y exportar. 4 Se decidió utilizar las palabras en inglés tal como los reporta la ATF. El principal argumento para lo anterior es que no hay traducción literal al español que guarde la proporción y la magnitud del poder de fu ego en ambos idiomas. Shotguns por e emplo se po r a tra ucir como “escopeta” sin embar o este concepto en español no tiene relación con el poder de fuego que un shotgun tiene. Para un hispanohablante promedio, una escopeta es un arma de poco poder utilizada para cacería de animales pequeños; cuando la realidad del concepto en inglés shotgunes diferente. 5 Para los propósitos de este artículo, por a) pistols se entenderá a todas pistolas de calibre .22, .25, .32, .38, .50 y 9mm (tal como lo estipula la clasificación oficial realizada por la ATF). Por b) shotguns, se entenderá a las armas de fuego semiautomáticas y no automáticas, que están diseñadas para disparar objet os manufacturados a presiones cercanas a las 50 atmósferas ( spherical pellets llamadas shots, o proyectiles sólidos llamados slugs) que explotan y tienen un impacto en una zona mayor que el tamaño del objeto utilizado y que, por esta característica, se utilizan para objetivos a corta distancia o en movimiento. Dentro de esta categoría caben algunos tipos de armas con poderío militar como la AA12. Finalmente, por c) rifles se entenderá a cualquier tipo de armas diseñadas para utilizar cartuchos manufacturado s a miles de atmósferas (llamados bullets), que por su naturaleza en lugar de explotar —como ocurre con los shotguns—, son expulsados completos utilizando la fuerza de la dinamita y que, dado que cuentan con mecanismos de ánima rayada, permiten estabilizar el proyectil durante el disparo. En esta categoría entran principalmente los fusiles o carabinas para objetivos precisos y a larga distancia. El R15 y el AK47 con alcances efectivos promedio de 500 metros y con alcances máximos promedio de mil 200 metros son dos ejemplos de este tipo de armamento. Cabe destacar que tanto para el caso de shotguns como para rifles no se encontró una definición textual por parte de la ATF, por lo que se recurrió a construir una propia en función de la investigación realizada por los autores, con las imprecisiones no intencionales que esto pueda generar. Ilustraciones de Augusto Mora. 26 LOS POBRES Y LA GASOLINA Arturo Antón Sarabia • Fausto Hernández Trillo Es muy común escuchar que un impuesto a la gasolina perjudicaría en mayor medida a los pobres. Los congresistas y partidos políticos sobre todo suelen escudarse en ello para no gravar la gasolina. ¿Qué tan cierta es esta aseveración? En México, desafortunadamente, el debate se ha centrado en torno al subsidio directo que se otorga a los consumidores de gasolina. Sin embargo, es necesario ver al subsidio más como una consecuencia de una mala política de fijación del precio del hidrocarburo y de su impuesto, que como la causa del problema. Como se sabe, el uso de gasolina e stá muy asociado a la utilización del automóvil, actividad que en turno genera tres grandes costos a la sociedad. Primero, contaminación atmosférica que ocasiona problemas de efecto invernadero y de salud para los habitantes; segundo, congestión vehicular, lo que conlleva costos en productividad muy importantes; y, tercero, accidentes con costos en vidas humanas y discapacidades físicas. Para disminuir o catalizar estos problemas el mundo industrializado ha avanzado (con excepción de Estados Unidos) hacia la imposición de impuestos sobre la gasolina, también considerados dentro de los impuestos verdes. Más aún, aunque motivo de debate, se considera que este impuesto debe ser parte del precio de la gasolina y que no debe verse como un tributo. Bajo esta int erpretación es necesario determinar el monto del impuesto que considere y mitigue los tres efectos antes mencionados. En un artículo reciente lo calculamos 1 en alrededor de seis pesos por litro (es decir, el precio sería aquel sin subsidio más esta cantidad, esto es, alrededor de 19 pesos si el precio de mercado fuera de 13 pesos por litro). Este monto es sólo indicativo debido a la incertidumbre asociada a cualquier estimación, pero el dato es útil en tanto que es necesario concientizar a 27 la ciudadanía y a los políticos del inadecuado sistema de fijación de precios a la gasolina vigente. Bajo esta perspectiva, el subsidio a la gasolina se compone de dos elementos: uno directo que actualmente recibimos los mexicanos más uno implícito que es el dejarnos de cobrar un impuesto para mitigar los costos que generamos cuando manejamos nuestro automóvil (contaminación, congestión y accidentes). ¿Cómo cambia esta perspectiva el impa cto de incidencia del subsidio que realiza la SHCP para el Congreso y algunos investigadores incluyendo aquellos del Centro de las Finanzas Públicas de la H. Cámara de Diputados? Las líneas que siguen intentan complementar estos estudios. La gráfica 1 muestra que en la actualidad prácticamente el decil (10% de la población) más pobre no recibe subsidio alguno de la gasolina y que quien más recibe este subsidio es el decil más rico (las barras rojas de la gráfica). Este primer resultado contrasta con los ot ros estudios mencionados en cuanto a que se ajusta por el consumo efectivo promedio en cada decil de la población. Por ejemplo, en el decil más pobre solamente el 9% de los hogares consume gasolina, por lo que solamente este porcentaje de gente recibe el s ubsidio. Al ponderar el consumo se puede apreciar que el mismo es muy reducido (¡La barra roja casi no se percibe!). En contraste, del 10% más rico, el 93% de los hogares consume gasolina. Esto implica un subsidio directo de poco menos de mil pesos al trimestre. Si a dicha estimación le sumamos el subsidio implícito de seis pesos por litro (barras verdes), se aprecia que a quien más le beneficia la exención del impuesto es a quien más consume, esto es, al decil más rico. De esta forma, el impuesto a la gasolina sería claramente progresivo (paga más quien más consume) en términos absolutos. ¿Se mantiene esta progresividad en términos relativos, es decir, con relación al gasto total de cada decil? 2 A continuación modificamos la gráfica 1 para expresar incidencia en términos relativos. El resultado se presenta en la gráfica 2. Debemos reiterar que, al igual que en la anterior gráfica, la estimación se pondera por las familias que efectivamente consumen el hidrocarburo en cada decil. La gráfica 2 presenta dos grupos de barras. Las verdes realizan el ejercicio sin la ponderación mencionada arriba, es decir, sin ajustar por los que efectivamente consumen este líquido. Como se observa, la incidencia desde este punto de vista es claramente regresiva: los hogares más pobres pagan más con respecto a su gasto total. Éste es usualmente el argumento político para no modificar la política de precios a la gasolina. 28 Sin embargo, si se pondera por el gasto en gasolina que efectivamente realiza cada estrato (por ejemplo, sólo el 0.8% del consumo total de gasolina lo realiza el 10% más pobre) el resultado final es contrario al de la sabiduría convencional (barras rojas de la gráfica 2): pagaría más con respecto a su gasto total el que más consume, i.e., el más rico. Además note que las familias llegan a un punto donde cubren sus necesidades cotidianas y no es necesario gastar más en ese rubro específico, por lo que la proporción encuentra un m áximo a partir del decil 9. 29 Debe añadirse que en países avanzados parte de esta recaudación se destina también a promover el uso del transporte público masivo. Por último, nuestro estudio supone que los usos de los hidrocarburos como bien intermedio no pagarían tal impuesto. Dicho de otra forma, el análisis no toma en cuenta los efectos que pueda tener el impuesto sobre el precio de aquellos bienes que la usan como bien intermedio. 30 En suma, si se considera que el subsidio directo que actualmente se recibe es perjudicial para las finanzas públicas y para el medio ambiente, resulta necesario no sólo removerlo sino tratar la fijación de precios a la gasolina como la suma del precio de mercado más un impuesto que mitigue los costos que causa su consumo (contaminación, congestión y accidentes). Este impuesto, al menos en nuestro país, reduciría el consumo de gasolina y, por tanto, el uso del automóvil. Y por si ello fuera poco, ¡es progresivo! Oro puro para un político en un país que sólo recauda por impuestos el 11% del PIB, porque el tributo además es altamente recaudatorio. De acuerdo a nuestros cálculos arrojaría una recaudación de poco más de 2% del PIB estable, sin considerar el monto de subsidio directo que en 2010 ascendió a cerca de 0.6% del PIB, con l o que se podría financiar rubros que incrementen la productividad del país (objetivo primordial del Plan Nacional de Desarrollo) y disminuyan la pobreza y desigualdad de ingreso y oportunidades. n Arturo Antón Sarabia. Profesor-investigador del CIDE. Ha publicado el libro Optimal Monetary and Fiscal Policy in Dynamic Economies , Lambert Academic Publishing, 2009. Fausto Hernández Trillo. Profesor-investigador del CIDE. Es autor de El presupuesto público en infraestructura y su regulación , CIDAC, 2006. 1 rturo ntón ro ucer ountr austo Hern n e 2013 “Optimal Gasoline t e case o xico” mimeo. D . ax in an Oil 2 Note usted que el ajuste se debe realizar con respecto a gasto total y no respecto al in reso. Ver el art culo seminal que usti ica esto oterba ames 1991 “ s Gasoline ax Re ressive?” en Tax Policy and the Economy, D. Bradford, MIT Press. Ilustración de Víctor Solís. 31 CUANDO LAS MEDICINAS NO LLEGAN A TODOS Thomas Pogge El problema Para las catastróficas crisis en salud que se le presentan a los pobres, el mundo responde usualmente a través de decl araciones, informes, conferencias, cumbres y, por supuesto, grupos de trabajo; pero también responde con esfuerzos para financiar la entrega de medicinas mediante iniciativas intergubernamentales, programas gubernamentales, sociedades público -privadas y a través de las donaciones de las farmacéuticas. A su vez, se hacen varios esfuerzos para promover el desarrollo de nuevas medicinas contra las enfermedades que más los afectan, como también distintos premios y compromisos anticipados de compra y de mercado. 1 Tal diversidad de iniciativas suena bien, y da la impresión de que se está haciendo mucho para resolver el problema. Sin embargo, y aunque muchos esfuerzos están mejorando de verdad la salud de los pobres en relación a lo que podría ser si no se llevaran a cabo, distan mucho de ser suficientes para protegerlos. Resulta irreal suponer que tantos miles de millones de dólares serán destinados a neutralizar el costo que se le impone a los pobres con la globalización de una patente protegida por 20 años. E inclusive es más irreal esperar que tal dinero sea gastado, año tras año, de manera confiable y eficiente. Por lo anterior es que hay que buscar una solución más sistemática que se dirija a la raíz de la crisis global en salud. Tal solución es políticamente difícil de realizar, pues requiere de una reforma institucional, pero una vez lograda, es políticamente más fácil de mantener. Además, previene las inmensas y colectivamente ineficientes movilizaciones que se necesitan hoy día para mantener muchas medidas temporales, las cuales sólo mitigan los efectos de unos problemas estructurales de las que éstas no se hacen cargo. La búsqueda para una solución sistemática como ésta debe empezar por un análisis de las principales desventajas del globalizado régimen de patentes. Estas desventajas son: altos precios, ignorancia de las enfermedades propias de los pobres, predilección 32 por los tratamientos crónicos, derroche de dinero, falsifi cación, mercadeo excesivo, el problema de la última milla (el régimen gestiona las medicinas pero no llegan a sus destinatarios). Al reflexionar sobres estos siete problemas, vemos otra razón para aspirar a que haya una solución, comprensiva y permanente, en preferencia a las medidas temporales que han sido implementadas y propuestas. El valor práctico de los esfuerzos para disminuir uno de los siete problemas puede ser enormemente reducido por otro problema que permanezca sin solución, y esfuerzos por disminuir un problema pueden empeorar otro. Por ejemplo, la donación de medicamentos para el beneficio de los pobres, pretendiendo disminuir el problema de los altos precios, en verdad lo que estaría haciendo sería ocasionar más daños debido a la débil infraestructura en salud de los países que los reciben (el problema de la última milla). Al carecer de una instrucción médica competente y de un empaque de las medicinas que esté en el lenguaje del país de destino, los pacientes pobres pueden equivocarse al toma r la medicina en las dosis adecuadas, en el momento preciso o por el tiempo apropiado. Puede que estos pacientes no solamente permanezcan enfermos, sino que también pueden desarrollar y esparcir una resistencia a cierta medicina, lo cual (como en el caso d e la resistencia a la tuberculosis) pone en grave peligro a gente por todas partes. Razonamiento A pesar de los efectos contraproducentes, el llamado moral de las licencias obligatorias es convincente: consideremos una medicina que puede salvar vidas y cuyo dueño de su patente la vende a 100 dólares, de los cuales 10 constituyen el costo marginal en el largo plazo de producción y distribución. Los altos precios excluyen a pacientes pobres, de los que una mayoría, si los precios fueran cercanos al costo de producción, podría mejorar su acceso a las medicinas ya sea con la ayuda de organizaciones internacionales o por su propia cuenta. ¿Qué les decimos entonces a estos pacientes que están sufriendo y muriendo incluso cuando podrían obtener la medicina a un precio competitivo de mercado? Les decimos que para poder acceder a ellas tienen no sólo que pagar por la medicina en su estado físico, sino también por la propiedad intelectual plasmada en ellas; por la idea innovadora de descubrimiento o innovación. Pero, ¿cómo les podemos imponer un aumento de precio tan alto por la propiedad intelectual, y de ese modo excluirlos de la medicina, cuando el costo para ellos de esta exclusión es la enfermedad y la muerte? Esta pregunta se vuelve más urgente cuando vemos que incluir a los pobres no le suma nada al costo de innovación. Un aspecto maravilloso acerca de los productos del pensamiento es que su costo es independiente al número de beneficiarios. El trabajo intelectual de componer una novela es exactamente el mismo, a pesar de si 33 tiene millones de lectores o ninguno. Lo mismo pasa con el descubrimiento de una nueva molécula médicamente eficaz. Millones de personas se pueden beneficiar de estos esfuerzos intelectuales sin tener que añadirle nada a su costo. Lo anterior hace moralmente irresistible la conclusión de que a las personas pobres, cuando sus vidas están en peligro, no se les debe impedir la compra de medicamentos de proveedores dispuestos a venderlas a precios competitivos de mercado. Una licencia obligatoria protege esta libertad de los pobres. Pero, entonces, ¿qué pasa con el innovador que ha hecho esfuerzos y gastos para conseguir su innovación? ¿No le pertenece ésta a él, para que la pueda dar, negar o vender como quiera? Recurriendo al derecho natural de apropiación de Locke, este innovador puede parecerse a alguien que, uniendo su trabajo a un antiguo objeto sin dueño, y dejando cantidad suficiente y de igual calidad para los otros, adquiere tal objeto y le niega el derecho de uso a los otros. Sin embargo , esta analogía es defectuosa. Imponiendo derechos de propiedad intelectual, el investigador médico no le está negando a las personas únicamente la libertad de usar lo que él legítimamente consiguió, sino también la libertad de usar lo que ellos mismos han conseguido legítimamente. Con su invención se supondría entonces que el resto de las personas perderían la libertad de hacer lo que él hizo: transformar materiales, que se han obtenido con toda legítimidad, en una sustancia del tipo que él produjo primero. Lejos de apoyar los derechos monopólicos de las farmacéuticas, la tradición filosófica unida a los derechos de propiedad, refuta de esta manera tales derechos de propiedad intelectual. 2 Quien defiende estos derechos puede argumentar diciendo que perjudicaría la innovación al permitir que los productores de genéricos hagan una copia del original sin tener que pagar una licencia a los innovadores. Tal permiso nos privaría a todos de las eficaces nuevas medicinas que los innovadores están produciendo. Con este argumento se está dando un cambio de lugar al defender ahora las patentes no en la sala del tribunal de los derechos naturales sino en la de un mutuo beneficio. ¿Tiene éxito esta defensa? Es indiscutible que el desarrollo de nuevas medicinas, motivado por una esperanza de ganancias, ha beneficiado a algunos pacientes, es decir, los más afortunados, que las pueden comprar a precios de monopolio o a los que tienen la posibilidad de necesitarlas cuando la patente haya expirado. Si todos los seres humanos fueran tan afortunados o tuvieran la misma posibilidad, las patentes serían defendibles en favor del interés de todos y cada uno: sería entonces racional para todos nosotros aceptar el costo de abandonar nuestros derechos de producir, vender y comprar una nueva medicina, inventada por otro, por el beneficio de tener disponible un amplio y poderoso arsenal de farmacéuticas. 34 Sin embargo, muchos seres humanos están atrapados en una severa pobreza, por lo que muchos de ellos tienen un pequeño o ningún beneficio del maravilloso arsenal de medicinas disponibles, pues a precios tan altos no pueden tener acceso a ellas. Para estas personas —cuyo número es en miles de millones— sería altamente irracional aceptar abandonar su libertad para que los más afortunados puedan hacer un uso exitoso de las patentes y así estimular la innovación farmacéutica. En el mundo real los pobres no aceptan términos tan altamente irracionales. Los altos costos son a menudo impuestos a los pobres por otros que, para su propia ventaja, interponen la barrera de las patentes entre aquellos y las compañías de genéricos que están dispuestas a suministrar las medicinas que los pobres necesitan con urgencia. Esta interposición es una grave injusticia que mata a millones de pobres cada año. Ya que sería difícil, si no imposible, compensar adecuadamente a los pobres de la enfermedad y la muerte, consideremos distintas maneras de financiar innovaciones farmacéuticas que no vayan en contra de la libertad de los pobres de acceder a medicinas existentes con precios competitivos de mercado. El problema radica en que si a los pobres se les respeta esta libertad, entonces resulta complicado encontrar de quién recaudar las re ntas monopólicas que estimulan las innovaciones farmacéuticas. Sin embargo, y aunque con frecuencia los más afortunados están dispuestos a comprar medicinas avanzadas a precios muy por encima del costo marginal de producción, muchos de ellos prefieren comp rarlos más baratos, incluso de manera ilegal; y tanto los astutos intermediarios como los contrabandistas están listos para aprovechar cualquier diferencia esencial que hay entre los precios para los ricos y los precios competitivos de mercado para los pobres. De este modo los mercados con grandes diferencias de precios generan inequidad, al tiempo que los contrabandistas y los egoístas más afortunados se benefician a costa de los innovadores y de la gente pudiente honrada. Más aún, concederle a los pobres su libertad de acceso a medicinas a precios competitivos de mercado reduce sustancialmente las rentas de monopolio que pueden ser sacadas de los pacientes más afortunados, como también los incentivos a las compañías farmacéuticas para que haya grandes inve rsiones en investigación y desarrollo (I&D). Para evitar estos problemas generados por las grandes diferencias de precios, es mejor nivelar estos precios en la dirección contraria: en vez de imponer injustamente precios de monopolio también a los pobres ( que excluye de manera efectiva a muchos de ellos de las medicinas avanzadas), deberíamos garantizar un acceso abierto a precios competitivos de mercado también para los más afortunados, de tal manera que se pueda evitar el problema de los altos precios eficientemente. Además se eliminarían por completo los grandes sobreprecios y, de este modo, los problemas asociados a esto: desperdicio de dinero, falsificación, mercadeo excesivo y la predilección por los tratamientos crónicos. 35 Ya que la I&D de las farmacéuticas se necesita con urgencia, la pérdida de financiamiento de las patentes debe, con fondos públicos, ser reemplazada de alguna manera para asegurar un flujo fiable de innovación a largo plazo. Tal financiamiento puede ser diseñado para superar los dos últimos problemas del actual régimen: el descuido de las enfermedades concentradas alrededor de los pobres y el problema de la última milla. Contra el régimen de patentes Un régimen de patentes como el actual, que excluye a los pobres, necesita una reforma. Dada la anterior discusión, una reforma directa y moderada crearía un mecanismo suplementario que, al tratar las necesidades de los pobres, remediaría la injusticia que se impone actualmente sobre ellos. La reforma a proponer comprende seis elementos. El primero consiste en que, de la misma manera en que hoy se da un incentivo para la innovación, el complemento al actual régimen de patentes fomentaría la innovación farmacéutica a través de un incentivo especificado también en términos generales: se compr omete a recompensar cualquier medicina nueva y exitosa, en proporción a su eficacia. Este tipo de mecanismo ha sido descrito como un compromiso anticipado de mercado (CAM). 3 Segundo: mientras el régimen de patentes recompensa medicinas con base a la demanda de mercado que cada una de ellas genera y satisface, excluyendo de esta manera a los pobres, su complemento daría un estatus igualitario a todas las personas, al definir su éxito solamente en términos de salud humana. En esta vía complementaria, el éxito de un medicamento se mide por el logro que tenga en reducir la morbilidad y la prematura mortalidad humana, sin considerar si esto ocurre entre ricos o pobres. Tercero: para tratar de vencer el problema de la última milla, las recompensas disponibles en el mecanismo complementario no deben entrar ligadas a lo que una medicina pueda llegar a hacer, sino a lo que de verdad puede lograr en el mundo real. Cuarto: cuando un mecanismo como éste otorga las suficientes recompensas basadas en el impacto que tenga sobre la salud, éste atraería la suficiente innovación y los suficientes esfuerzos para asegurar un acceso real a los medicamentos en todo el mundo. Esto evita cualq uier coacción. Los innovadores son libres de escoger entre dos rutas: haciendo desarrollo en el nuevo camino de medicinas de alto impacto que también son necesitadas por muchos pacientes pobres, o en el camino convencional de patentes de medicinas con bajo impacto, deseadas por los más afortunados. Que el primer camino sea opcional es también crucial para su éxito político. 36 Quinto: para reforzar los incentivos que facilitan un acceso real a las medicinas, las recompensas en torno al impacto sobre la salud deben estar condicionadas a que el precio de las medicinas no sea más alto que el menor costo viable de producción y distribución. Sexto: las recompensas por el impacto sobre la salud deben ser financiadas por los gobiernos como un bien público. Para mi nimizar las cargas y la pérdida de eficiencia debido a los impuestos, el costo debe ser repartido, en lo posible, de la manera más extensa. Esto sugiere que el financiamiento del mecanismo complementario tenga un alcance global más que nacional. Las razone s que hacen que la reforma resulte convincente en un país o región, hacen que también lo sean en cualquier parte. Además, que el mecanismo tenga este alcance evita los problemas asociados a las grandes diferencias de precios. El alcance global también trae grandes ganancias en eficiencia al diluir el costo del proyecto sin diluir sus beneficios: no importa cuántos beneficiarios se le agreguen, el costo de alcanzar una innovación permanece igual incluso cuando el beneficio total se incrementa con el número de beneficiarios. Por último, un acuerdo internacional también reforzaría el compromiso de países individuales al proyecto. Es así como la innovación farmacéutica es fomentada de una mejor manera si se promete recompensar una nueva medicina, segura y efectiva, en proporción a su impacto sobre la salud global. Esta promesa constituye un CAM totalmente comprensivo, al incluir no solamente todas las enfermedades sino también todos los pacientes. Teniendo en cuenta lo anterior, lo que pretende la propuesta es que se cree una nueva agencia internacional que recompense cualquier nueva medicina, basada en el impacto sobre la salud que, por ejemplo, tenga durante su primera década. El Fondo para el Impacto sobre la Salud (Health Impact Fund -HIF) daría amplias recompensas por el desarrollo de nuevas medicinas con alto impacto, sin excluir a los pobres de su uso. Para poder dar incentivos estables, los Estados miembros deben garantizar un financiamiento de alrededor de 15 años en el futuro para asegurarle a las compañías farmacéuticas innovadoras que si ellas invierten en caros ensayos clínicos ahora, podrán reclamar, dentro de su aprobación comercial, una década entera de recompensas basadas en el impacto sobre la salud. Esta sólida garantía también está de lado de los intereses de los financiadores, quienes no querrían que el incentivo de sus contribuciones sea diluido por las cautelas escépticas de los posibles innovadores. Los Estados, o bien podrían garantizar un fondo fijo anual que se reparta entre las medicina s registradas en proporción a su impacto sobre la salud, sujeto a una cuota límite de recompensa, o podrían prometer una suma de 37 dinero fija por unidad de impacto sobre la salud. Estas dos opciones difieren en cómo se asigna la inevitable carga de incertid umbre acerca de qué tanto el impacto sobre la salud de los productos registrados en el HIF pueden alcanzar en total. La primera solución hace predecible el costo del HIF y por lo tanto ser más atractivo a los gobiernos; pero impone un riesgo adicional a lo s posibles innovadores al dejarlos en la oscuridad acerca de la tasa de recompensa por unidad de impacto sobre la salud. La otra opción le quita esta incertidumbre a los innovadores, pero impone a los gobiernos una considerable incertidumbre acerca de cuánto costará el HIF cada año. Hay también opciones intermedias que reparten la carga de incertidumbre entre los gobiernos y las farmacéuticas innovadoras. 4 De esta manera, el HIF puede ser implementado a diferentes escalas, de modo que los gobiernos lo puedan ampliar si funciona o reducirlo, siempre ceñido a la garantía de los 15 años. Tal aumento puede ser financiado a través de un incremento del compromiso de los Estados miembros y/o a través de la adhesión de nuevos miembros. El establecimiento y ampliación del HIF es facilitado por una regla que divide el costo del HIF en proporción al producto nacional bruto (PNB) de cada Estado miembro. De este modo, si el PNB de un miemb ro es 3.7 veces el de otro, su contribución será entonces 3.7 veces la del otro. Esta rigidez tiene tres ventajas principales. Primera: la contribución de todos los países socios se ajusta automáticamente de acuerdo a sus fortunas variables; los países con un rápido crecimiento asumen automáticamente una mayor parte mientras que los países en recesión (PNB en declive) alivian su carga. Segunda: la rigidez previene que se den luchas prolongadas acerca de la porción en las contribuciones, tal como ha ocurrido en las Naciones Unidas. Tercera: la rigidez también asegura a cada país que cualquier costo extra que acepte llevar al apoyar un incremento en la contribución programada, concordará exactamente con un correspondiente incremento de las contribuciones de los otros Estados participantes. Si todos los países del mundo decidieran unirse a este esfuerzo, cada uno de ellos tendría que contribuir con menos del 0.01% de su ingreso nacional bruto para llegar a una suma de seis billones de dólares. Como ciudadano s tendríamos que pagar un 0.01% adicional de nuestro ingreso bruto en impuestos (un dólar por cada 10 mil dólares de ingreso bruto). Si los países que representan un tercio del producto global están dispuestos a participar, sus ciudadanos contribuirían con el 0.03% de su ingreso bruto. Por supuesto, siendo aún una cantidad trivial con respecto a su impacto y mitigación, todo esto está relacionado con el gran uso que las medicinas registradas en el HIF pueden dar. Esquema con costo efectivo ¿Por qué empezar con este módulo que se enfoca en nuevas medicinas? ¿No 38 podría el dinero hacer más en cuanto a proteger la salud de poblaciones pobres si fuera invertido en un programa global de acceso a agua potable o nutrición saludable? Quizá lo haría. No obstante, no dejemos a un lado las realidades de la política. A lo largo de muchas décadas, amargas experiencias han mostrado que los gobiernos del mundo no están preparados para invertir miles de millones de dólares en agua potable o programas de almuerzos escolares. Proveer estos bienes básicos se piensa como algo que merece unos pocos millones aquí y allá, pero ciertamente no se habla de tal orden de cifras. En contraste, la idea de invertir tales sumas de dinero para apoyar corporaciones domésticas es totalmente com ún y corriente. De hecho, los países ricos están invirtiendo cientos de billones cada año en créditos y subsidios a la exportación, lo cual agrava la pobreza severa en el extranjero, tan sólo en el sector agrícola. Una vía políticamente realizable debería conciliar los objetivos de proteger a los pobres y proporcionar oportunidades de negocio a las corporaciones. El HIF que he esbozado está diseñado para acomodarse a esta descripción. Debe haber esquemas con un mayor costo efectivo para proteger a los pobres. Pero esos esquemas alternativos son inútiles si no son capaces de atraer los fondos que planean invertir. Alineándose con los poderosos intereses de las farmacéuticas y de las industrias de la biotecnología, el HIF tiene mayores perspectivas de tener éxito. Soy consciente de que no tengo el espacio para discutir totalmente cómo el HIF propuesto debe ser diseñado de la mejor manera posible. Es evidente que esto es un problema altamente complejo. Para esto tenemos un equipo interdisciplinario e internacional —apoyado por el Australian Research Council, la Fundación BUPA y la Comisión Europea— trabajando duro en detallar soluciones factibles para los desafíos restantes. Nuestro trabajo está documentado, con cierto tiempo de retraso, en la página www.HealthImpactFund.org . Un libro que describe la propuesta con mayor detalle está disponible en esta dirección. n Traducción de Mauricio García. Thomas Pogge. Profesor de filosofía y asuntos internacion ales en la Universidad de Yale. Miembro profesoral del Centro de Filosofía Aplicada y Ética Pública en la Universidad Nacional de Australia, e investigador director del Centro para el Estudio del Entendimiento de la Naturaleza en la Universidad de Oslo. 1 Detalles sobre estas iniciativas (y sus desventajas) son discutidos en: Aidan Hollis y Thomas Pogge, The Health Impact Fund: Making New Medicines Accessible for All (2008), cap. 9, www.healthimpactfund.org , del 16 de febrero de 39 2009. 2 Para un rechazo más extenso del reclamo de Locke (con una específica discusión con Robert Nozick), ver Hollis y Pogge, op. cit., 62-68. 3 Aidan Hollis, A Comprehensive Advance Market Commitment: A useful supplement to the patent system, 2008, 1, Public Health ethics, p. 124. 4 Para una mayor discusión de estas opciones, ver Hollis y Pogge, op. cit., cap. 2. Ilustración de Víctor Solís. EL NACIMIENTO DE UN EJÉRCITO CRIMINAL uiller o Valdés astellanos A fines de los años ochenta el narcotráfico llega a la frontera noreste de México y Estados Unidos. Si desde las primeras décadas del siglo pasado existían en el resto del país organizaciones poderosas dedicadas a exportar drogas, es extraño que no hubieran ampliado sus actividades a esa parte de la frontera, considerando que Texas y el este de la Unión Americana (con ciudades como Nueva York) eran un mercado de primera magnitud. Es cierto que en materia de crimen organizado hubo en Tamaulipas una figura legendaria, Juan Nepomuceno Guerra: desde los años cuarenta controló el contrabando de todo tipo de artículos provenientes de Estados Unidos, cuando México vivía el modelo eco nómico de fronteras cerradas, el cual prohibía importar casi todo. Por tanto, vender electrodomésticos, televisiones, todo tipo de aparatos electrónicos, vinos y licores extranjeros, fue un gran negocio en México hasta que el país se abrió al comercio mund ial. Sin embargo, ese tipo de contrabando y el narcotráfico no eran incompatibles. ¿Por qué Guerra no entró al narcotráfico o por qué los narcotraficantes de Sinaloa o Chihuahua no se aliaron con él o lo desplazaron para aprovechar sus redes políticas y exportar drogas? Habría que estudiarlo, pero el hecho es que en las ciudades fronterizas de esa región —Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo— no existen indicios característicos de la presencia del narcotráfico: decomisos, violencia, capos, cultura del narcotrá fico. Es hasta finales de la década de los ochenta cuando se da el profundo reacomodo en el tráfico de drogas en México (provocado por el descabezamiento de la organización de Sinaloa y la desaparición de la Dirección Federal de Seguridad), que Tamaulipas aparece en el mapa de esta actividad. Otro hecho que se debe investigar es: ¿por qué en el reparto de plazas que se hizo después del 40 encarcelamiento de Miguel Ángel Félix Gallardo para fragmentar su organización, no permitieron que alguna de las familias sinaloenses se encargara de Tamaulipas, sino que se impulsó el establecimiento de una nueva organización dedicada exclusivamente al narcotráfico, liderada por un sobrino de Juan Nepomuceno Guerra, Juan García Ábrego? Y digo que no permitieron, pensando qu e existió algún tipo de injerencia gubernamental, pues si el reparto se hubiera hecho únicamente con la participación de los capos sinaloenses, es decir, sin autoridades gubernamentales, no hay duda de que éstos hubieran incluido las plazas tamaulipecas; o al menos hubieran intentado disputar su control, pues para esas fechas el cacique Guerra ya era un viejo muy enfermo. Puesto que el desenlace es conocido —el “ rtel” el Gol o iri i o por uan Garc a Ábre o sin participación sinaloense—, adquiere más solidez la versión de Miguel Ángel Félix Gallardo de que en la distribución de plazas en aquella reunión en Acapulco sí participó el comandante de la Policía Judicial Federal, Guillermo González Calderoni. 41 De ser cierta esta hipótesis, estamos frente a un dato de enorme trascendencia. Así se fortalecería la versión de que la fragmentación del narcotráfico en México se habría dado con la venia y la participación directa de un sector del aparato estatal en una de las organizaciones; pues en la del Golfo vario s miembros destacados de la olic a u icial e eral ten r an participación “accionaria” por llamarla e algún modo (el mismo Guillermo González Calderoni y Carlos Aguilar Garza —el coordinador de la PGR en la Operación Cóndor — varios años después fueron acusados con claras evidencias de ser parte de ella; el primero huyó a Estados Unidos y se convirtió en testigo protegido de la DEA, el segundo acabó asesinado). Es necesario remarcar el hecho de que, si desde la Policía Judicial Federal y con los restos y sucesores de la Dirección Federal de Seguridad (en el reparto de plazas también participaron Rafael Aguilar Guajardo y Rafael Chao López, dos ex comandantes de la DFS) 1 se optó por un modelo de narcotráfico fragmentado, ello no significa que el Estado en su conjunto y en sus jerarquías 42 superiores hayan sido partícipes de esa decisión. Sólo significa que en el Estado había grupos con cierta autonomía y capacidad para tomar esa s decisiones contrapuestas a las políticas gubernamentales. Lo importante era señalar cómo en el origen de la organización criminal del Golfo, en su vertiente de narcotráfico, hubo una participación de agentes del Estado. El liderazgo del Golfo no ha sido ejercido por un clan familiar, una clara diferencia con las otras organizaciones del narcotráfico mexicano. Que los líderes de una empresa criminal tengan vínculos de parentesco entre sí es importante, porque garantiza la presencia de una de las variables fundamentales que explican la duración de la organización: confianza y lealtad. Condenadas a la ilegalidad y, por tanto, a la persecución por las autoridades estatales, el silencio, la complicidad y la fidelidad son condiciones esenciales para la superviv encia y tienen más probabilidades de que se den cuando quienes la dirigen tienen lazos familiares; la cercanía y el cariño entre ellos suelen operar como defensas contra la traición, quizá son falibles, pero no tanto como cuando no existe dicho parentesco. Es probable que la ausencia de esos vínculos sea una variable que explique la fragilidad y lo efímero de los liderazgos de la organización del Golfo, y las luchas violentas entre los candidatos a suceder al líder capturado o muerto. Juan García Ábrego, sobrino de Juan Nepomuceno, nacido en el poblado de Las Palomas, Texas, en 1944, fue el primer jefe del narcotráfico en Tamaulipas. Considerado heredero de su tío, pues comenzó a trabajar con él desde muy joven (a los 15 años abandonó la escuela y se dedicab a a la vagancia con sus primos, hijos de don Juan), pronto aprendió la operación de los negocios ilegales. El imperio del contrabando que construyó Juan N. Guerra sólo fue posible gracias a las relaciones políticas: su alianza y amistad con dos caciques si ndicales de Tamaulipas (Agapito Hernández Cavazos, líder de la CTM en el estado, que controlaba a un gremio fundamental para el contrabando, los transportistas, y Pedro Pérez Ibarra, dirigente sindical de los trabajadores de la Aduana de Nuevo León) y otros políticos estatales, como el gobernador Enrique Cárdenas González. Se ha señalado que Juan N. Guerra también era amigo de Joaquín Hernández Galicia,La Quina, y tenía buenas relaciones con Raúl Salinas Lozano, originario de Nuevo León como él y padre de Carlos y Raúl Salinas de Gortari. En 1990, con La Quina en la cárcel y Agapito Hernández en desgracia, Jorge Fernández señala en su libro que era tiempo de un relevo generacional en el crimen organizado de Tamaulipas. Por ello Juan N. Guerra es detenido n ada más y nada menos que por Guillermo González Calderoni (su detención fue más mediática que real, pues casi no se le acusó de nada, y por su edad y enfermedad nunca pisó la cárcel). 2 Más que relevo generacional, la llegada de Juan García Ábrego a la dirección del Golfo de la mano de González Calderoni 3 era la pieza que hacía falta para completar la fragmentación del narcotráfico con la participación de grupos policiales en el nuevo mapa criminal del país. 43 Curiosamente, su liderazgo iba a durar sólo un poco más que el sexenio de Carlos Salinas de Gortari: pues apenas 13 meses después de terminado éste, sería detenido el 14 de enero de 1996 y al día siguiente deportado a Estados Unidos por su calidad de ciudadano estadunidense. No obstante, los siete años que estuvo al frente de la organización fueron suficientes para armar una boyante empresa exportadora de drogas, especialmente de cocaína, a Estados Unidos gracias a la sólida red de protección policiaca y política de la que gozó. 4 Desde 1989, un año antes de la detención de su tío, había comenzado a exportar cocaína y fue en ese año que autoridades estadunidenses registraron la existencia de un nuevo capo debido al decomiso de nueve toneladas de cocaína en Texas. La cantidad revela que desde sus comienzos las operaciones serían en gran escala. Presionado por el gobierno de Estados Unidos que deseaba atrapar al capo, el entonces procurador general de la República, Jorge Carpizo, creó en 1993 un equipo especial de 50 gentes al mando del cual estaría su asesor personal, E duardo Valle Espinosa. Con todos los recursos e información que demandara, Valle se lanza a su captura y en varias ocasiones lo tuvo en la mira; pero siempre falló algo y se les escapó todas las veces que realizó operativos para detenerlo. Años después, Ed uardo Valle reconocería que García Ábrego siempre fue alertado desde el mismo gobierno. 5 En la presidencia de Ernesto Zedillo ya no ocurrió lo mismo y fue detenido en enero de 1996, sin violencia, cuando llegaba a su rancho en Villa Juárez, Nuevo León. Acéfala la organización por la detención de García Ábrego, su hermano Humberto hubiera sido el sucesor natural, pero estaba preso desde 1994 acusado de lavado de dinero; aunque logró salir de la cárcel en 1997 por falta de pruebas, prefirió retirarse del narcotráfico para disfrutar de las ganancias obtenidas, que no eran pocas: casas de cambio, ranchos, cuentas bancarias en Estados Unidos y Europa. Nunca más se supo de él. Como ya no había más familia que heredara el negocio, García Ábrego prefirió que a mediados de 1996 Óscar Malherbe, uno de sus operadores estrella, se quedara al frente y así fue; pero el gusto sólo le duró unos cuantos meses, ya que durante una visita que hizo a la ciudad de México, en febrero de 1997, fue arrestado. La organización volvió a quedar sin dirección y en disputa, a la deriva, sujeta a los vaivenes propios de la lucha entre subalternos; su futuro dependería de la ambición y las habilidades que tuvieran sus miembros para pactar, sobornar, en añar … matar. so ue lo que icieron urante 1997 buena parte e 1998 tres aspirantes a convertirse en dueños de la organización del Golfo: Baldomero Medina, alias El Rey de los Tráileres, SalvadorChava Gómez y Osiel Cárdenas. Chava tramó el asesinato de Baldomero, pero el plan no resultó como esperaba y el especialista en acarrear cocaína en tráilers sólo quedó mal herido; lo suficiente para retirar su candidatura, pero no tanto como para abandonar el negocio, por lo que se estableció en Tampico desde donde continuó traficando. Chava y Osiel decidieron dirigir en conjunto el negocio para lo cual 44 tuvieron primero que asesinar a un policía judicial federal, Antonio Dávila, El comandante Toño, que también tenía sueños de poseer una empresa de narcotráfico y estaba planeando eliminarlos. Un colaborador de Osiel declararía ante el Ministerio Público que tuvieron que sobornar con 50 mil dólares al procurador de Tamaulipas, Guadalupe Herrera, para que frenara la in vestigación del asesinato; el intermediario del pago fue el hermano del procurador que trabajaba como sicario para Chava. La codirección funcionó hasta que Osiel se convenció de que en esa actividad es muy difícil que haya dos jefes. Mientras recomponía la parte operativa (restablecer los contactos con los proveedores de cocaína; definir rutas y comprar protección; organizar el traslado por la frontera, etcétera), Chava puso orden entre los grupos que trabajaban por la libre hasta someterlos y obligarlos a pagar el derecho de piso. Una vez que lo logró, se dedicó a la fiesta a expensas de su codirector, al cual le pedía cada vez más dinero para mantener su ritmo y nivel de vida, pues se creía el jefe máximo y consideraba a Osiel como su empleado hasta que éste se cansó y lo despachó al otro mundo en el verano de 1999. El homicidio de su socio le valió el apodo que lo acompañaría el resto de su liderazgo: El mata amigos. Osiel fue detenido en marzo de 2003 dejando la organización en manos de su hermano Ezequiel Cárdenas, alias Tony Tormentas, y de Eduardo Costilla, alias El Cos. Pero en realidad habría cinco líderes, pues Osiel seguiría dando órdenes desde Almoloya y dos miembros más de la organización se sentían con derecho a tener voz y voto en las principa les decisiones: Miguel Ángel Treviño, el Z-40, y Heriberto Lazcano, El Lazca, quienes dirigían el primer grupo paramilitar creado para la defensa y expansión de una empresa de narcotráfico, Los Zetas. Si dos jefes eran problema, cinco lo serían mucho más. Seguirían las discrepancias y los conflictos hasta que las rupturas fueron inevitables. Por lo pronto, lo que debe quedar señalado como una característica del Cártel del Golfo es la existencia de liderazgos sin relaciones familiares, múltiples, efímeros, conflictivos y violentos entre ellos. 45 Para entender su estructura organizativa deben tomarse en cuenta dos datos básicos. Primero, el Golfo no era concesionari o de una plaza, sino que en un principio operaba en todo un estado, Tamaulipas, con cuatro cruces fronterizos relevantes — Nuevo Laredo, Reynosa, Miguel Alemán y Matamoros— por lo que el control territorial era mucho más complicado que cuando sólo se trata de una ciudad fronteriza, como Tijuana. Segundo, una parte importante de la cocaína la traían des de Guatemala por vía terrestre; el resto les llegaba por vía marítima a las costas de Campeche, Veracruz o al puerto de Tampico-Altamira, lo que suponía disposición de una red de transporte y protección que cruzaba todo el país, desde Chiapas y Campeche ha sta Tamaulipas, pasando por Tabasco y Veracruz. Posteriormente, abrieron la ruta Pacífico 46 Tamaulipas, que iniciaba en Guerrero y Michoacán, cruzaba el Bajío, seguía por San Luis Potosí y Zacatecas hasta Torreón, luego Saltillo, Monterrey; de allí a cualquiera de las fronteras tamaulipecas. Estos dos hechos permiten entender por qué el Golfo era una organización mucho más grande en personal operativo de todo tipo (choferes, mecánicos, operadores de sistemas de comunicación, recolectores de cuotas, contador es, burreros que pasaban la droga al otro lado); en su estructura de seguridad (informantes, sicarios, capacitadores de sicarios, compradores de armas, etcétera) y, por tanto, mucho más costosa. Pero también necesariamente sería una organización agresiva, guerrera; tenía que arrebatar el control de rutas y territorios al resto de las empresas criminales que desde muchos años antes ya operaban en todo el país. Al mismo tiempo, una organización de esas dimensiones enfrentaría más problemas de control de todas sus líneas de operación en un territorio que abarcaba muchos estados de la República. Además, sin relaciones familiares de por medio que ayudaran a generar confianza, lealtad y complicidad al interior de la organización, la otra manera de hacerlo era a tr avés de la violencia y el terror: Los Zetas, grupo paramilitar profesional cuya tarea sería el ejercicio de la violencia, eran un componente obligado en una organización de esas dimensiones que necesitaba abrirse paso entre las otras empresas del narcotráf ico que la aventajaban en experiencia y control territorial y enfrentaba serios problemas de control interno en un territorio enorme. Esa empresa de narcotráfico iniciada por García Ábrego con el cobijo de la Policía Judicial Federal se expandió bajo la dirección de Osiel Cárdenas. En cuanto tomó el control de la organización formó un equipo cercano de colaboradores y les repartió plazas y responsabilidades: Matamoros para Eduardo Costilla, El Cos; Gilberto García Mena, El June, en Miguel Alemán; Gregorio Sauceda, El Goyo o El Caramuelas, se queda con Reynosa; en Díaz Ordaz pone a Efraín Torres, el Z-14. A su círculo íntimo se sumó su hermano Ezequiel, Tony Tormentas. También incorporó periodistas, contadores y abogados, y comenzó a incursionar en el trasiego de droga por avión por lo que contrató algunos pilotos. El crecimiento de la organización se facilitó por el hecho de que tras las capturas de García Ábrego y Óscar Malherbe, y el asesinato de Chava, las autoridades la creyeron desmantelada y sin posibilidades de rehacerse; aunque Osiel Cárdenas tenía antecedentes penales y era conocido de las autoridades, éstas no pensaban que pudiera convertirse en un líder de importancia; incluso, cuenta Ricardo Ravelo, 6 que el mismo Osiel pagó a varios periodistas para que difundieran una historia de él como simple ladrón de coches de poca monta, sin el perfil de narcotraficante. Sin embargo, Osiel era un excelente operador, había come nzado desde cero. Nacido en un rancho cerca de Matamoros, se mudó a esta ciudad donde se puso a 47 trabajar en un pequeño taller mecánico; a los 18 años compró un terrenito donde puso su propio taller. Vivía unas temporadas en casa de su hermana Lidia y otras en su taller. Conoció a Celia Salinas Aguilar, trabajadora de una maquiladora; vivió con ella, la embarazó y más tarde se casaron; tuvieron una hija, Celia Marlén Cárdenas Salinas. Rafael, su hermano, lo introduce entonces en el narcomenudeo. Su taller es la fachada de su narcotiendita y actúa de manera independiente, protegido por policías locales. Su hermano Mario le enseña cómo cortar la cocaína. En febrero de 1989 es detenido en Matamoros y acusado de homicidio, abuso de autoridad y daño en propiedad a jena. Mediante fianza, sale libre. En marzo de 1990 nuevamente es detenido, acusado de lesiones y amenazas, pero sale inmediatamente. En agosto de 1992, a los 25 años, es detenido en Estados Unidos por intentar introducir dos kilos de cocaína y es sentenci ado a cinco años de cárcel. En enero de 1994 es trasladado a la cárcel de Matamoros como parte de un intercambio de reos entre México y Estados Unidos. Se hace amigo del director del penal, lo que le permite convertirse en líder de los distribuidores de droga y hace nuevas relaciones delictivas, como la de Rolando Gómez Garza, esposo de La Güera, Hilda Flores González. Sale libre el 12 de abril de 1995, 16 meses después de llegar de Estados Unidos. Enganchado de manera completa al narcomenudeo se traslada a Miguel Alemán, ciudad fronteriza ubica a entre Re nosa Nuevo Lare o on e es a miti o como “ma rina” e unos policías judiciales federales; se hace de mayores cargamentos de droga y comienza a destacar. Conoce a Gilberto García Mena, El June, jefe de la plaza para García Ábrego, quien tenía gran aceptación social en esa comunidad fronteriza. Pronto se gana la confianza del mismo García Ábrego debido a la eficacia de sus operaciones y a su red de contactos con policías locales y federales. 48 En la versión del periodista Ravelo, Osiel siempre fue un líder autoritario, violento y paranoico, características que se acentuaron por la forma como se hizo del mando de la organización (asesinando y engañando a su compadre Chava) por lo que vivía con el temor de ser asesinado por cualquiera de sus subalternos. Ésa habría sido la razón por la cual tenía especial interés en contar con un servicio de protección personal e contrainteli encia… ormir tranquilo a que pasaba las noches en vela atrapado por su paranoi a: el miedo lo paralizaba. Así fue como se le ocurrió crear una guardia personal que lo cuidara y mantuviera informado de los movimientos de sus colaboradores más cercanos: Los Zetas. Una decisión en apariencia intrascendente —crear un grupo de guardaespaldas— que obedecía no sólo a la paranoia del líder, sino también a las dimensiones y a la complejidad de la estructura organizacional del Golfo y a su naturaleza guerrera, a la que me refería en párrafos anteriores, pronto se convertiría en un punto de inflexión en la historia del narcotráfico en México. No se trataba sólo de un problema de la personalidad de Osiel Cárdenas, sino de la situación del crimen organizado en Tamaulipas (desde la caída de García Ábrego en enero de 1996 hasta mediados de 1999, cuando Osiel se queda con el control absoluto en las principales plazas del estado, pulularon bandas de delincuentes ordinarios y de narcotraficantes que habían quedado sin control, además de pandillas que aprovechaban el descontrol para apoderarse de pedazo s de los mercados ilegales); así que los principales capos que se encontraban a su alrededor también crearon guardias pretorianas para que los cuidaran. Eduardo Costilla, El Cos, y Víctor Manuel Vázquez, El Meme, contrataron a dos bandas, Los Sierras y Los Tangos como guardaespaldas; Ezequiel, el hermano de Osiel, se hizo de Los Escorpiones. Pero la idea de Osiel era que sus cuidadores fueran los mejores y por eso contrató en 1998, en primer lugar, a Arturo Guzmán Decena, quien sería el Z-1. Desertó de su puesto de teniente en el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) del 49 ejército mexicano para convertirse en jefe de la guardia personal del capo del Golfo. La primera orden que recibió fue contratar a otros miembros del ejército. En poco tiempo, más de 50 miembros de esa unidad de elite del ejército y de otras áreas del instituto armado —del 7º Batallón de Infantería, del 15º Regimiento de Caballería Motorizada— conformaban la guardia pretoriana de Osiel Cárdenas. Después, contrataron en Guatemala kaibil es, soldados de elite del ejército guatemalteco que libró la guerra de exterminio contra la población indígena de su país en la década de los ochenta y que eran más salvajes y despiadados en sus métodos de lucha contra quienes fueran señalados como enemigo s. En 2003 ya eran más de 300 zetas. Luego, el reclutamiento local para apoyar las operaciones por todo el territorio del Golfo. Algunas mantas utilizadas para invitar a los sol a os en activo o a os e ba a a unirse a Los Zetas eran las si uientes “ l grupo operativo Los Zetas te necesita sol a o o ex sol a o”. “ e o recemos un buen salario, comida y atención para tu familia: Ya no sufras hambre y abusos nunca m s”. Otra ec a “Únete al rtel el Gol o. e o recemos bene icios seguro de vida, casa para tu familia. Ya no vivas en los tugurios ni uses los peseros. ú esco es el coc e o la camioneta que quieras”. sto último intro u o la necesidad de crear campos de entrenamiento en Tamaulipas, Guerrero, Veracruz para los nuevos sicarios; ya se había ter minado la época de delincuentes amateurs y de policías municipales o judiciales violentos y decididos pero mal entrenados. Decir que en ella participaban los ex miembros del GAFE, significaba que entrenados en todo tipo de habilidades por militares estad unidenses e israelíes — sobrevivir en las circunstancias más adversas; inteligencia, contrainteligencia y contrainsurgencia; diseño y ejecución de operativos de ataque y rescate; telecomunicaciones t cnicas iversas para “eliminar” enemi os t cticas e interrogatorio; fabricación de explosivos— pondrían todos sus conocimientos y experiencia al servicio de una organización criminal. Fue un cambio cualitativo señalado por Ioan Grillo: muchos soldados de diferentes niveles de la escala militar habían recibido sobornos para proteger al narco, pero era impensable la posibilidad de deserción y su incorporación al lado de los delincuentes; los soldados podían ser corruptos, pero no traidores al Estado y a la Patria. Guzmán Decena dio el paso. 7 De militares a mercenarios del narcotráfico; de la omisión a la acción. La aportación que harían a la organización del Golfo sería trascendental para su proyecto expansionista, pues llevarían la guerra entre organizaciones a un nivel desconocido hasta entonces. Un par de ejemplos ilustrarán lo anterior. En 1999 Osiel instruyó a Guzmán Decena asesinar a Rolando López Salinas, El Rolys. Lo encontraron en una casa con toda su banda; el Z-1 y sus hombres la rodearon y para terminar rápido con el asunto volaron los tanques de gas, la casa y a todos los que estaban adentro. 8 En 2001, después de la fuga de El Chapo Guzmán del penal de Puente Grande, éste y Arturo Beltrán Leyva creyeron que sería fácil tomar Nuevo Laredo. Mandaron algunas de sus gentes y ya en esa ciudad fronteriza se dedicaron a reclutar pandilleros centroamericanos (maras) y 50 delincuentes locales con reputación de violentos para dar la batalla por la plaza. Fue un error grave no saber a quién se enfrentarían. Sus gentes comenzaron a aparecer muertas en las puertas de las casas de seguridad de los sinaloenses. Los cadáveres de los pandilleros eran aventados por las mañanas y en una ocasión lo icieron con una manta que ec a “ apo Gu m n rturo eltr n. an en m s 9 pen e os como estos para se uirlos matan o”. Los sicarios tradicionales y los pandilleros, por más violentos que fueran, no tenían nada que hacer contra Los Zetas, un grupo paramilitar profesional con el mejor entrenamiento. Las demás organizaciones tendrían que invertir más en ampliar, desarrollar y profesionalizar sus ejércitos de sicarios si querían ser competitivos. Recuérdese que los mercados ilegales tienden a ser monopólicos y la condición fundamental para ser la empresa dominante en éstos es la violencia, no es el precio ni la calidad de los servicios. Quien tiene mayor capacidad para ejercerla o para amenazar con usarla tarde o temprano se impone al resto de las demás. La creación y expansión de Los Zetas a fines de los noventa y los primeros años de este siglo fue un verdadero punto de inflexión que daría paso a un nuevo momento en la historia de la delincuencia organizada en México: el de organizaciones criminales apoyadas en verdaderas maquinarias para matar. Fueron a partir de entonces otras organizaciones, tenían otra densidad criminal; una capacidad logíst ica y militar muy superior a la de cualquier policía estatal o municipal. Sólo faltaba que se recrudecieran las guerras entre ellas para que el polvorín estallara. A partir del año 2000 Los Zetas se convirtieron en los posibilitadores del fortalecimiento de la organización del Golfo en sus territorios originales: desde Chiapas hasta Tamaulipas, y de su expansión hacia los estados del centro del país hasta llegar a Michoacán y Guerrero. Debe mencionarse que del proceso expansionista realizado a partir de ese año, lo más relevante fue la ocupación de la plaza de Michoacán. Hasta ese momento el trasiego de la cocaína se hacía básicamente por vía marítima hacia las costas de Veracruz y Tampico o, por vía terrestre, desde Chiapas o Tabasco cuando la droga era dejada en territorio guatemalteco. Con el control de Michoacán, el Cártel del Golfo pudo abrir la ruta marítima de cocaína por el Pacífico que era desembarcada en el puerto de Lázaro Cárdenas o en cualquier otro punto de la costa michoacana, desde donde er a llevada a Tamaulipas; con la ventaja de que la distancia desde ese estado hasta la frontera con Texas es más corta que la que recorrían desde Chiapas o Tabasco. Pero más que esa ruta, los beneficios para la organización de Osiel se derivaron de la diversificación de las drogas comercializadas, puesto que Michoacán era un productor histórico de marihuana y amapola, y también se había convertido en uno de los principales centros productores de metanfetaminas (los laboratorios donde se fabricaban pululaban por todo el territorio michoacano, especialmente en la región de Tierra Caliente) cuyas materias primas arribaban desde Asia vía el puerto de Lázaro Cárdenas. De esta manera, el Cártel del Golfo garantizó y diversificó el abasto de los estupefacientes 51 Que Los Zetas fueran la punta de lanza de la expansión representó un cambio organizacional relevante pues, en primer lugar, sin dejar de ser los guardaespaldas de Osiel Cárdenas, comenzaron a asumir las funciones de defensa y ataque de toda la organización, el brazo armado, desplazando a los otros grupos que cuidaban a los lugartenientes de Osiel. Además, pronto el papel de sicarios les quedaría chico, ya que no sólo acompañaban, defendían y abrían camino a la parte operativa de la organización, sino que los mi smos Zetas se irían convirtiendo en operadores de las actividades criminales. Fue la fusión de dos tareas o funciones en un solo aparato: ejercicio de la violencia y operación criminal. Mientras en las otras organizaciones esas dos áreas permanecieron más delimitadas, Los Zetas fueron adquiriendo capacidades operativas no sólo de trasiego de drogas, también de otros crímenes como venta de protección, extorsión, secuestro, etcétera. Y ésta fue la segunda innovación que introdujeron Los Zetas en la historia d e la delincuencia organizada mexicana: la de ampliar la infraestructura de las organizaciones del narcotráfico para la venta de protección al crimen local y la extracción de rentas sociales, es decir, para obtener dinero de la sociedad. Al ser una organización con operaciones tan extendidas territorialmente por el curso de los trasiegos terrestres de cocaína, desde Guatemala hasta la frontera tamaulipeca, Los Zetas aprovecharon sus capacidades militares para someter a cuanto grupo criminal había en las entidades donde operaba el Cártel del Golfo. El modo de operación era más o menos el siguiente: en cualquier ciudad grande o pequeña de las diversas rutas de trasiego (Villahermosa, Macuspana, Coatzacoalcos, Veracruz, Poza Rica, Tampico, etcétera) identifica ban a las bandas de robacoches, de secuestradores, de ladrones de casas, de robo de hidrocarburos, de traficantes de indocumentados centroamericanos, de narcomenudistas y les fijaban un impuesto o el cobro de piso por dejarlos trabajar a cambio de protección; si se rehusaban mataban al líder o a sus guardaespaldas (su superioridad en armamento y en experiencia era muy evidente) y al día siguiente tenían sometido al grupo. Además, los obligaban a abrir nuevas líneas de negocio: el narcomenudeo pero ya controlado por ellos, la extorsión a los pequeños negocios comenzando por los giros negros (bares, cantinas, prostíbulos, table dance) y siguiendo después con farmacias, fondas y restaurantes; gasolineras, hoteles, talleres mecánicos, etcétera. Parte de las gana ncias de esas nuevas actividades eran para ellos. Para que el modelo funcionara nombraban un jefe de plaza de Los Zetas que se convertía en el zar de todo el crimen de la ciudad y varias uni a es militares llama as “estacas” que vi ilaban al resto e ban das de delincuentes y las sometían si no pagaban su derecho de piso. Un contador completaba el equipo de trabajo. Además, compraban a la policía municipal entera para que no estorbara sus operaciones, protegiera a quienes trabajaban bajo la tutela de Los Zetas, hostigara 52 a quienes no lo hacían y aportaran información sobre los operativos de las autoridades federales (Policía Judicial Federal o ejército). En otras palabras, implantaron un modelo nuevo: sin dejar de operar el tráfico de drogas se dedicaron a quitarle una parte de los ingresos y del patrimonio a los ciudadanos, potenciando las capacidades de la delincuencia ya existente, al mismo tiempo que anulaban a las policías y en muchas ocasiones las sumaban a las actividades criminales. Crimen fuerte, Estado anulado y débil en sus instituciones responsables de la seguridad y justicia, y la sociedad totalmente indefensa. El infierno. Porque conforme pasaron los años y el Cártel del Golfo y Los Zetas fueron ampliando su presencia, lo que construyeron fue una enorme federación criminal de alcance casi nacional, pues por medio de la red de líderes y sicarios que dejaban en las plazas de decenas de ciudades de 16 estados de la República (Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalie ntes, Hidalgo, Puebla, Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Veracruz, Tabasco, Campeche, Quintana Roo, Chiapas) controlaban cientos de bandas delincuenciales de extorsionadores, secuestradores, ladrones de todo tipo, de tráfico de personas y trata de mujeres, redes de narcomenudeo. Un verdadero imperio del crimen creado mediante el terror y la violencia para someter a cuanto delincuente pudiera ser extorsionado. Un crimen de segundo piso. El mismo nombre de la organización daba cuenta de ese nuevo modelo operat ivo: ya no se le denominaba el Golfo, sino en todos lados se le comenzó a llamar Golfo -Zetas, cosa que no ocurrió con las otras organizaciones. El Pacífico nunca sería Pacífico -Los Pelones, o el de Juárez, Juárez-La Línea, pues en éstas los brazos armados permanecieron subordinados. 53 ¿Por qué Los Zetas desarrollaron este modelo de crimen depredador de los ingresos de la sociedad? La hipótesis que me parece más aceptable es que en un principio Osiel Cárdenas, líder del Golfo, no tenía con qué o no quería financiar un aparato militar tan grande y les permitió buscar sus propias fuentes de financiamient o. Los Zetas comenzaron siendo asalariados. En el libro de Ravelo se afirma que a los kaibiles guatemaltecos los contrataron por seis mil pesos mensuales con la posibilidad de incrementos al poco tiempo. No se sabe cuánto le pagaba Osiel al Z-1 y al resto de sus compañeros. Por los testimonios de otros soldados que llegaron a ser guardaespaldas de importantes capos, se sabe que les pagaban el doble (entre 25 mil y 30 mil pesos) de lo que ganaban en el ejército, sueldo que para comenzar les debe haber parecido muy bueno. Sin embargo, al pasar el tiempo e incrementarse la relevancia de las tareas desempeñadas y la dependencia 54 que tenía toda la organización del Golfo de la fuerza y la violencia de su ejército privado, es muy probable que los líderes de Los Zetas ya no quisieran ser asalariados sino socios de Osiel. Tenían con qué negociar. Y por lo que han hecho desde entonces Los Zetas es razonable deducir que los jef es del Golfo les dieron manos libres para hacer su propia empresa criminal sin entrar de lleno, quizá sólo marginalmente, al negocio del trasiego de droga a Estados Unidos que, definitivamente, era mucho más rentable que las extorsiones y el secuestro. De ser cierta esta hipótesis, ello podría explicar la diversificación criminal que desarrollaron Los Zetas y, además, la audacia y voracidad con que lo hicieron por todo el país sería el método para compensar el desequilibrio respecto a los ingresos que dejaba el narcotráfico. Quizá ellos no podían traficar una tonelada de cocaína, lo que les redituaría varios millones de dólares en una sola operación, pero extorsionaban a cientos de bandas criminales que a su vez extorsionaban a miles de negocios o secuestraban a miles de migrantes centroamericanos, que les dejaban millones pero de pesos, no de dólares, producto de cientos o miles de acciones delictivas, no de una sola operación. No sería raro, desde esta perspectiva, que el deseo de participar en el gran ne gocio de la exportación de drogas siguiera siendo una aspiración de los líderes de Los Zetas y que detrás de la ruptura que se da entre el Golfo y Los Zetas en enero de 2010 estuviera esa ambición de coronar su empresa delictiva con el negocio del narcotrá fico, apoderándose de las plazas fronterizas de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. En síntesis, la historia de la delincuencia organizada le debe mucho a la organización Golfo-Zetas. En primer lugar, rompió con el predominio de la organización de Sinaloa aun después del proceso de fragmentación, pues con el 55 ascenso de García Ábrego —apoyado por comandantes de la Policía Judicial Federal y por algunas figuras del gobierno de Carlos Salinas de Gortari — 10 significó un freno al control de todas las plazas por los clanes familiares que integraban aquella organización y con el tiempo se convertiría en el rival indiscutible de Sinaloa. En segundo lugar, extienden la presencia del nar cotráfico por todo el este y sureste del país; en tercero, es un liderazgo que sustituye las relaciones de confianza propias de las familias de narcotraficantes por el ejercicio de la violencia como método de disciplina y control entre la cúpula dirigente que, sin embargo, no ha evitado rupturas y traiciones entre ellos; eso explicaría la menor permanencia de los liderazgos (García Ábrego, siete años; Osiel, cinco, contra casi 20 años de los hermanos Arellano Félix, de los Carrillo Fuentes y de los Guzmán Loera). En cuarto lugar, la profesionalización de la violencia mediante la incorporación de ex militares de elite a la creación de verdaderos grupos paramilitares sin ningún escrúpulo en lo que se refiere a quién y cómo asesinar. Finalmente, la transformaci ón del modelo de organización criminal al combinar el narcotráfico con el saqueo de los ingresos y el patrimonio de los ciudadanos, mediante la organización de una federación nacional del crimen con la que pusieron a trabajar para ellos a cientos de bandas de delincuentes comunes de decenas de ciudades. La Familia Michoacana No obstante que Michoacán es un estado con una larga historia en el narcotráfico pues la producción de marihuana es bastante antigua, su incorporación al circuito de las grandes organizaciones nacionales del narcotráfico se dio de la mano de Los Valencia que, además de aprovechar la producción local de marihuana, incorporaron al estado en el trasiego de cocaína gracias a su ubicación geográfica. La creciente importancia del puerto de Lá zaro Cárdenas y las vías de comunicación que se construyeron para conectarlo con las ciudades de México y Guadalajara, y con el resto del país, dieron a Michoacán una ventaja estratégica en materia de trasiego de estupefacientes. Para la organización del G olfo la posibilidad de controlar esa entidad le daría grandes ventajas: una nueva ruta para la cocaína colombiana y abasto abundante de marihuana. Además, Michoacán no estaba controlado por Sinaloa, sino por una pequeña organización local que no presentaría gran resistencia a la clara superioridad militar de Los Zetas. No había tiempo que perder. Carlos Rosales Mendoza, gente muy cercana a Osiel Cárdenas, con el apoyo de dos comandantes zetas, Efraín Teodoro Torres, el Zeta 14, y Gustavo González Castro, El Erótico, al mando de un grupo de paramilitares, llegaron en 2001 a tomar la plaza y lo lograron varios cientos de muertos después. En una versión, escribe Finnegan, fueron ex líderes de la organización de Los Valencia, también bautizada como Milenio, desc ontentos con sus jefes, quienes pidieron ayuda al Cártel del Golfo para derrocar a los líderes de Milenio. Otra versión dice que fue iniciativa del Cártel del Golfo para hacer realidad su 56 expansión hacia el occidente, y la situación interna de Milenio sólo fue un incentivo. En cualquier caso, Los Valencia fueron derrotados por Los Zetas, quienes comenzaron a dominar la región de la manera brutal como suelen hacerlo, con el respaldo del Cártel del Golfo. La implacable ley del más fuerte y violento propia de los mercados ilegales. Michoacán sería la plaza piloto para experimentar el modelo criminal descrito en el apartado anterior: producción y trasiego de droga más expoliación de la sociedad vía las milicias de zetas y las bandas delincuenciales locales. El Golfo tendría suficiente marihuana y amapola michoacana que exportar; pero ante la diversificación de drogas para vender en Estados Unidos, también hicieron de ese estado su centro de producción de metanfetaminas. Puesto que por Lázaro Cárdenas podrían llegar las materias primas, esencialmente la efedrina, para producir drogas sintéticas (el cristal), no fue problema construir decenas de laboratorios donde producir metanfetaminas. Y como el ingreso para Los Zetas — no para el Cártel del Golfo— no provenía de las exportaciones sino del narcomenudeo, asimismo se dedicaron a crear el mercado interno de metanfetaminas y pronto miles de jóvenes habían caído en la adicción. Aunque el centro de operaciones de Los Zetas estaba en Apatzingán, pronto se extendieron a todo el estado y las extorsiones se expandieron como plaga: los productores de aguacate eran de los blancos prioritarios, pero no eran los únicos; negocios grandes y pequeños engrosaron las filas de contribuyentes forzados del impuesto zeta. Fueron cinco años de brutal dominio, y el descontento social brotó por todos lados. Entonces, los michoacanos que colaboraban con Los Zetas decidieron que era necesario hacer algo para modificar el esquema de la criminalidad. Se rebelaron contra sus jefes, se presentaron como una organización nueva, La Familia, y le declararon la guerra a Los Zetas para expulsarlos de Michoacán. La Familia se presentó ante los michoacanos con dos sucesos en 2006 (para 2008 prácticamente los habían expulsado de la entidad). El primero , el 6 de septiembre, un comando del nuevo grupo irrumpió en un centro nocturno de Uruapan y lanzó a la pista de baile seis cabezas decapitadas de miembros de Los Zetas. Dejaron una nota que ec a “La amilia no mata por inero no asesina mu eres ni en te inocente; sólo e ecuta a quienes merecen morir. o os eben saber esto… esto es usticia ivina”. Un par e semanas espu s publicaron un esple a o en varios periódicos michoacanos en el que expresarían, por un lado, las razones y los objetivos de su organización: imponer el orden en Michoacán, erradicar el secuestro, la extorsión telefónica y de persona a persona, los asesinatos por paga, los asaltos en carretera y el robo a casas habitación; añaden que van a terminar con la venta en las calles de la d roga conocida como ice (una metanfetamina) con lo cual aludían a lo realizado por Los Zetas y el Cártel del Milenio en su entidad. 57 En la definición de quiénes la conformaban, el desplegado dice que La Familia est inte ra a por “traba a ores e la re ión ierra Caliente organizados por la necesidad de terminar con la opresión, la humillación a la que han estado someti os por la ente que siempre a etenta o el po er” ase uraba que en ese momento su organización ya cubría todo el estado de Michoacán en s u cruzada contra el crimen. El manifiesto termina con un llamado a la sociedad michoacana para que otorgue su comprensión y ayuda a la cruzada de La Familia contra el crimen. Todo fue inédito: las cabezas cercenadas, la presentación pública y, a través de los periódicos locales, el discurso utilizado (la mezcla de un lenguaje de banda criminal paramilitar y grupo guerrillero), el llamado a la sociedad a unirse y apoyarlos. La Familia inauguraría, sobre la base del modelo criminal instaurado por Los Zetas (narcotráfico más extracción de rentas sociales), un nuevo estilo delincuencial con una estrategia diferente: a) un discurso novedoso en el cual La Familia dice ser una organización producto de la misma sociedad para defenderla de los criminales fuereños y l os malos gobiernos que la oprimen, y b) el intento de esconder su naturaleza criminal detrás de una supuesta base social de apoyo, construida mediante el reparto de algunos beneficios sociales (centros de atención a drogadictos, negocios con empresarios lo cales; obras públicas en ayuntamientos controlados por La Familia). Pero bajo la piel de oveja permanece el lobo: la participación en mercados ilegales y actividades delictivas mediante el uso in iscrimina o brutal e la violencia… aunque la llamen usti cia divina. El liderazgo de La Familia, como el del Cártel del Golfo, y a diferencia de las otras organizaciones de narcotráfico, no sería familiar aunque sí compartido. Los dos principales dirigentes fueron Nazario Moreno González, alias El Chayo o El Más Loco, y Jesús Méndez Vargas, alias El Chango (Carlos Rosales, el impulsor de la ruptura con Los Zetas fue detenido en 2004). En un escalón inferior, el tercer hombre en importancia era Servando Gómez Martínez, alias La Tuta, que sería como el director general adjunto. El Chayo fue un personaje carismático con aptitudes de líder espiritual que quiso imprimirle a La Familia una mística y una orientación de secta religiosa. Publicó un libro, Pensamientos de la Familia, firmado por El Más Loco, de lectura obligatoria para todos sus miembros, inspirado —según investigó George Grayson — en las enseñanzas de un líder cristiano estadunidense, John Eldredge (liberar a los hombres y las mujeres para que puedan vivir acatando los dictados de su corazón, como aliados d e Dios; todo hombre y mujer tienen que ser rescatados y tienen una batalla que pelear, una aventura que vivir), fundador en el estado de Colorado de una secta llamada los Ministerios de los Corazones Rescatados. El libro de Moreno es casi un plagio de otro de Eldredge titulado Sé todo lo que puedes ser. Moreno convocaba a los jóvenes michoacanos, especialmente a los adictos a las drogas, a incorporarse a La Familia con un mensaje de salvación y superación personal, para liberarlos de la esclavitud de las drogas y al mismo tiempo reclutarlos; los admitían en centros de rehabilitación para adictos financiados por La Familia. Allí los adoctrinaban con 58 las tesis de Moreno-Eldredge y les prohibían el consumo de drogas, alcohol y tabaco. Por su parte, La Tuta era un maestro normalista que participó en el movimiento magisterial de izquierda en los estados de Michoacán y Guerrero, movimiento cercano a las ideas y prácticas de la guerrilla presente en el vecino estado de Guerrero: el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI). La Tuta conocía las estrategias de penetración social de la izquierda; las tácticas de lucha guerrillera (emboscadas, por ejemplo, que utilizan regularmente contra la Policía Federal) y las f ormas de sobrevivir en la clandestinidad. La mezcla de pensamiento y prácticas de secta religiosa con las de la guerrilla le dieron a La Familia un perfil muy especial, pues ambas tra iciones mane an un mensa e e “liberación” personal es e la óptica rel igiosa y social desde la óptica política de la izquierda revolucionaria) que hace atractiva la pertenencia a la organización (los fines criminales se enmascaran por medio de un discurso de salvación personal y de liberación de la opresión social y política ); al mismo tiempo, fundamentan la solidez de la organización implementando una relación muy estrecha con un sector de la población, es decir, la construcción de una base social que los defienda y en la cual fundirse y esconderse. Durante su recorrido por Tierra caliente, el reportero de The New Yorker, William Finnegan, es conducido por dos michoacanos seguidores o miembros de La Familia que le explican los beneficios aportados por la organización a esa región del estado e insisten en demostrarle que la gente está de su lado: la guerra del presidente Calderón contra los narcotraficantes ha arruinado la economía de Tierra Caliente y roto la paz social, le asegura a Finnegan su guía, Verónica e ina. “La amilia a crea o empleos aranti a o la se uri a p ública y ayudado a los pobres. Si te enfermas y no tienes dinero, ellos [los de La Familia] te llevan al hospital y pagan las medicinas. Si no tienes para comprar tortillas, ellos te las compran”. l esplie ue el e rcito e la olic a e eral a or a do a La Familia a retraerse y ha tenido que cerrar algunos centros de rehabilitación para drogadictos y alcohólicos. La policía local estaba muy mal pagada y, por tanto, es incompetente y corrupta. Cuando La Familia estaba al mando, nadie rompía las reglas. Tú no necesitabas cerrar las puertas de tu casa en las noches. “ i te encontraban borrac o en la noc e te olpeaban con un arrote”. Una anécdota platicada por el reportero estadunidense revela cómo ganaban adeptos entre la población con el tema de la se guridad: una señora ya mayor de Morelia dice que tiene el teléfono de un miembro de La Familia y cuando oye algo raro en las noches fuera de su casa le habla; éste se comunica con la policía municipal para que atienda de inmediato a la señora y así sucede; la policía a las órdenes de los jefes mafiosos. Es innegable que La Familia logró el apoyo de una parte de la sociedad, especialmente en la región de Tierra Caliente y en particular de Apat zingán, pero en no todo Michoacán. Fueron varias las marchas de c ientos de 59 personas de esa ciudad pidiendo la salida de la Policía Federal y del ejército, pues eran vistas, según palabras de Finnegan, como fuerzas de ocupación. Sin embargo, el mismo reportero asegura que en Zitácuaro, al norte del estado, La Familia era la fuerza de ocupación repudiada por la población. Para entender el perfil completo de La Familia hay que añadir dos elementos. Uno aportado por el otro líder, Jesús Méndez, El Chango, quien estaba al frente de las operaciones de narcotráfico. Si bien t enían prohibido comercializar las metanfetaminas entre la población michoacana (una de sus banderas consistía en liberar a los miles de jóvenes que se volvieron adictos a esa droga, producto de la estrategia comercial de Los Zetas), eso no les impidió oper ar una pujante y muy rentable empresa de narcotráfico con dos vertientes, la exportación y la del mercado interno. Pero La Familia también tenía una división responsable de la producción de tres drogas: marihuana, amapola -opio y metanfetaminas. Miles de campesinos de Tierra Caliente incorporados a la siembra de marihuana y amapola eran parte de la base social (voluntaria o involuntariamente) de la organización, y los financiaba y mantenía hasta que recibían el ingreso producto de su cosecha. Además, construyeron una industria de metanfetaminas. Que en los primeros años del gobierno de Felipe Calderón se hayan destruido más de 400 laboratorios donde se producía la droga sintética da una idea del tamaño de esa industria. Es probable que la guía de Finnegan se refiriera a los trabajadores de esos laboratorios, cuando hablaba de los empleos creados por La Familia, además de los de la producción, empaquetamie nto, almacenaje y traslado de marihuana y amapola. Por tratarse de una 60 organización regional alejada de la frontera norte, para introducir las cuatro drogas (marihuana, amapola, cocaína y metanfetaminas) a territorio estadunidense, además de una red de transporte considerable, debía establecer alianzas con los dueños de alguna plaza fronteriza. Todo indica que La Familia lo hizo con la organización de Sinaloa de manera que su mercancía era exportada por Sonora, probablemente a cambio de compartir el estratégico puerto de Lázaro Cárdenas. Además, La Familia también incursionó en la parte más rentable del mercado interno, la zona metropolitana de la ciudad de México. La cercanía de Michoacán con el Estado de México y los municipios conurbados del Distrito Federal facilitó su tarea. A principios de 2007 ya había reportes de gente de La Familia comenzando a controlar el narcomenudeo y las extorsiones en municipios del oriente de la ciudad de México, como Nezahualcóyotl, exactamente con el mismo esquema que utilizaban Los Zetas en otras zonas del país: someter por medio de la violencia a las bandas de delincuentes loc ales para convertirlas en parte de su organización, imponerles el pago de una cuota y ampliar las actividades criminales con la extorsión de negocios locales y el secuestro. Ya metidos en el negocio, establecieron bases de operación —con los consecuentes conflictos— con otras organizaciones en los estados de Jalisco, Guerrero, México y Guanajuato. Pero fue en Michoacán donde con mayor fuerza desplegaron su modo de operación. Finnegan narra de qué modo lo hicieron en Zitácuaro. Identificaron el problema más grave de la población y lo resolvieron para ganarse la simpatía de la gente; en el caso de Zitácuaro, eliminaron a los agiotistas y los taladores ilegales de madera y luego tomaron el control de esas actividades mediante impuestos. La Familia es muy adicta a cobrar impuestos y lo hace mejor que la tesorería municipal y estatal. Pero la estrategia va acompañada de mostrar seriedad en la imposición de castigos, de mostrar fuerza para ganarse el respeto y la obediencia. Asesinaron a un colaborador del alcalde Antonio Orihuela, quien andaba en negocios ilegales y mostraron su cabeza decapitada. Era un mensaje para el alcalde y su familia. Comenzaron a aplicar la extorsión directa a los nuevos ricos de los pueblos y empezaron a secuestrar a los propietarios de ne gocios prósperos. Otra vía con la que se entretejen en la sociedad de Zitácuaro es por medio de matrimonios entre miembros de la dirección de La familia con las hijas de las familias distinguidas de la ciudad y crear nuevas alianzas. La contratación de obra pública en Michoacán es percibida como controlada y dirigida por La Familia. La gente de Zitácuaro le comentó al autor lo difícil que se ha vuelto ganarse la vida sin conexiones con La Familia. 61 Como se puede apreciar en el relato anterior, es el modelo d iseñado por Los Zetas pero perfeccionado, pues introdujeron estrategias de vinculación con la sociedad, otorgando algunos beneficios para, por un lado, manejar el discurso de que La Familia es una organización benéfica para la sociedad y opuesta a los malo s gobiernos y, por el otro, reducir la resistencia y el descontento social por sus actividades. En el colmo del cinismo, para aparentar que La Familia estaba del lado de la sociedad, Rafael Cedeño, mano derecha de Nazario Moreno hasta 2009 cuando fue detenido, aseguraba ser observador permanente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y llegó a encabezar manifestaciones en Morelia que exigían la salida de la Policía Federal de la entidad. Pero hay un elemento adicional en el modelo michoacano de delinc uencia organizada. Al igual que las otras organizaciones de narcotraficantes, necesitaban y conseguían la colaboración de las policías municipales y de la estatal, pero La Familia fue más allá y se apoderó de los ayuntamientos enteros. No se trataba de incorporar a su nómina al director de Seguridad Pública municipal, sino al alcalde mismo para nombrar ellos a otros funcionarios municipales y abarcar nuevas áreas de negocio, como las obras públicas municipales. La forma como conseguían dominar a los ayuntamientos pequeños era simple: llegaba a la presidencia municipal un convoy de sicarios formado por 10 camionetas cada una con cuatro sicarios armados hasta los dientes; la policía municipal no podía hacer nada, pues eran encañonados. Luego llamaban al alcald e y le dictaban las reglas que iban a seguir; a la gente reunida le prometían acabar con borrachos y rateros; si sabían de algún joven que golpeara a su mamá, lo castigaban públicamente; si lo hacía de nuevo, lo mataban. Ganaban simpatía y miedo al mismo t iempo. A los alcaldes les pagaban por su hospitalidad. La ley de plata o plomo en pleno. Para ahorrarse el trabajo de ir de ayuntamiento en ayuntamiento, en los primeros meses de 2008, poco después de haber asumido el puesto de presidentes municipales, La Tuta convocó con amenazas (plata o plomo) a más de 20 alcaldes de la región de Tierra Caliente para informarles de las reglas que debían cumplir para no ser asesinados: designar en las secretarías de Seguridad Pública y Obras Públicas a los miembros de La Familia que él les indicaría. Además, colocaban a jóvenes reclutados por ellos en puestos de oficina para allegarse información. Sin ninguna posibilidad de defenderse ante tales amenazas (aun pensando que las policías municipales no estuvieran compradas, e staban muy lejos de disponer de las capacidades y el equipamiento para enfrentar a los sicarios de La Familia; la policía estatal obedecía a La Tuta), los alcaldes electos estaban completamente indefensos, nadie a quien recurrir. Nunca informaron oficialme nte de la reunión y de las amenazas recibidas, simplemente se doblegaron. Era un paso más. Del control de las instituciones de seguridad y justicia al sometimiento y la privatización de ayuntamientos enteros; es decir, la apropiación del presupuesto, las políticas y las obras públicas. No importaba de qué partido 62 fueran los alcaldes; eventualmente, podían apoyar y financiar a algún candidato afín para convertirlo en alcalde suyo; en ocasiones lo hacían para impedir la llegada de otro con el que pudieran t ener más problemas; pero sabían que tenían los medios para someterlos, ganara quien ganara. Anulaban de paso la incipiente democracia. ¿De qué servía hacer elecciones para que la gente decidiera quién los gobernaría, si La Familia anulaba todo eso y de man era violenta se apropiaba del gobierno municipal entero? Y es que en realidad, por mucho discurso religioso y social que manejaran El Chayo y sus seguidores, el modelo criminal de La Familia se sustentaba en una violencia indiscriminada y brutal en contra de la sociedad, ejercida por sus múltiples grupos paramilitares entrenados originalmente por Los Zetas (y, posteriormente, por ex miembros de Los Zetas) en técnicas atroces, muy probablemente extraídas de los manuales de los kaibiles guatemaltecos. Arrest ado en 2010, Miguel Ortiz, alias El Tyson, reveló cómo participaba en el entrenamiento de los sicarios recién reclutados y entregó unos videos que fueron divulgados. En uno, Ortiz aparece degollando un cadáver enfrente de un grupo de jóvenes que iniciaban su capacitación, para enseñarles cómo hacerlo de manera rápida o lenta y dolorosa. En otro curso que le dio a 40 reclutas en una montaña cerca de Morelia, les llevó un grupo de enemigos capturados para que los nuevos sicarios aprendieran a perderle miedo a la sangre: Así los ponemos a prueba: los hacemos que maten a los prisioneros y luego les pedimos que los descuarticen; de esa manera, cortando un brazo o una pierna es como los nuevos le pierden el miedo a la sangre. No es fácil. Tienes que cortar los huesos y todo, pero necesitamos que sufran un poco, pero es para que vayan perdiendo el miedo poco a poco. Usábamos cuchillos de carnicero o pequeños machetes de 30 centímetros de largo. A los nuevos reclutas les llevaba como 10 minutos cortar un brazo pues se ponían nerviosos, cuando yo hacía lo mismo en tres o cuatro minutos. 1 1 Eran técnicas para convertir sicarios en máquinas de asesinar; era un entrenamiento que los deshumanizaba por completo. La trayectoria de El Tyson comenzó en 1999 a la edad de 18 años, cuando entró en la policía estatal; tres años después comenzó a trabajar para La Familia que apenas comenzaba a formarse; durante el conflicto con Los Zetas, escogió a El Chayo y en los años siguientes se mantuvo como policía estatal con el encargo de arrestar enemigos de La Familia para entregárselos o, en algunas ocasiones, ejecutarlos. Ortiz dejó la policía estatal en 2008 para incorporarse de tiempo completo en la organ ización, pero aun así seguía utilizando patrullas y uniformes de la policía estatal y trabajando con sus ex compañeros. En 2009 participó en una emboscada que le prepararon a un convoy de la Policía Federal cerca de Zitácuaro, donde fueron asesinados 15 federales. Su premio fue nombrarlo jefe de la plaza de Morelia. 63 La Familia estaba dividida en plazas (Morelia, Uruapan, Apatzingán, Lázaro Cárdenas, Zitácuaro, etcétera) y cada una tenía su célula de varias decenas de sicarios. Su ejército se complementaba con el tradicional sistema de información, compuesto por cientos o miles e “ alcones” —taxistas, despachadores de gasolina, policías municipales— que mantienen una estrecha y rigurosa vigilancia sobre los cuarteles militares y de la Policía Federal, de m anera que siempre tienen un registro de todos los movimientos de las fuerzas federales. Por esta razón el mapa del crimen organizado en torno al narcotráfico mexicano no puede explicarse sin la referencia a esta organización: encontró la manera de liberars e de sus antiguos dueños, Los Zetas, y darle un giro al modelo criminal aprendido de éstos mediante nuevas estrategias que le garantizaran una implantación diferente en el tejido social michoacano. n Guillermo Valdés Castellanos. Licenciado en Ciencias Sociales. En 2012 fue investigador de la Fundación Ortega y Gasset. De enero de 2007 a septiembre de 2011 fue director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN). Este texto es un extracto del libro Historia del narcotráfico en México que comenzará a circular en estos días bajo el sello editorial Aguilar. Para la elaboración del fragmento dedicado a la organización del Golfo -Zetas se recurrió a la información de los siguientes autores: Jorge Fernández Menendez, El otro poder; Ricardo Ravelo, Osiel. Vida y tragedia de un capo; Ma. Idalia Gómez y Darío Fritz, Con la muerte en el bolsillo; George Grayson y Samuel Logan, The Exe utioner’s en Los Zetas, Rogue Soldiers, Criminal Entrepreneurs, and The Shadow State They Created. En el apartado de La Familia Michoacana aparece información consultada en William inne an “ e exican artel La amilia ic oacana” publica o en la revista The New Yorker, el 31 de mayo de 2010, y en George Grayson y Samuel Logan, op. cit. 1 Si se recuerda la distribución de las plazas mencionadas por varios autores, entre ellos Jesús Blancornelas, tendríamos que en dos de ellas el control correspondió a agentes de la DFS: Rafael Aguilar Guajardo (Ciudad Juárez) y Rafael Chao López (Mexicali) y que la Policía Judicial Federal tendría participación de primer nivel en la del Golfo. Con base en estos datos es prácticamente imposible negar que cuando menos una parte del Estado favoreció la fragmentación del narcotráfico. 64 También habría que señalar lo efímero que resultaron los liderazgos de agentes estatales en esas organizaciones en comparación con la permanencia de los clanes familiares al frente de las organizaciones. 2 Jorge Fernández Menéndez, El otro poder. Las redes del narcotráfico, la política y la violencia en México, Aguilar, México, 2001, p. 207. 3 Grayson y Logan afirman en su estudio sobre Los Zetas que el hermano mayor de Juan García Ábrego, Mario, fue amigo de la infancia de González Calderoni quienes crecieron juntos en Reynosa (George Grayson y Samuel Loga n, The Exe utioner’s en Los Zetas, Rogue Soldiers, Criminal Entrepreneurs, and The Shadow State They Created, Transaction Publishers, New Brunswick, 2012, p. 3. 4 No obstante que desde 1989 la DEA había catalogado a García Ábrego como líder de un cártel y pasaba información a las autoridades mexicanas, fue hasta 1993 cuando la PGR decide buscarlo; cuatro años de protección, que un colombiano explica de la siguiente maner a: el subprocurador Javier Coello Tello Trejo había recibido pagos por un millón y medio de dólares; el amigo que traicionó a García Ábrego, Juan Carlos Reséndez, confirmó los pagos que le hacían a Coello y añadió que García Ábrego mandaba gente suya a McA llen, Texas, a comprar hasta 100 mil dólares en cosas para Coello. El mediador con Coello era Guillermo González Calderón, y sobre él el capo aseguró que Memo era como su ermano. al eroni respon ió “ . Yo era su ami o pero no su socio” H ctor e auleón, Marca de sangre, p. 168). 5 Ricardo Ravelo, Osiel. Vida y tragedia de un capo, p. 71. 6 Ibíd., p. 145. 7 Ioan Grillo, El Nar o Inside exi o’s ri inal Insugen y , Bloomsbury Press, Nueva York, 2011, p. 159. 8 George Grayson y Samuel Logan, op. cit., p. 6. 9 Ioan Grillo, op.cit., p. 167. 10 Jorge Fernández Menéndez señala que existía una relación importante de García Ábrego con Mario Ruiz Massieu que llegó a ser subprocurador general de la República en el gobierno salinista, por medio de Guillermo González Calderoni y del director de la Policía Judicial Federal, Adrián Carrera (éste se encargó de eliminar cualquier mención de Raúl Salinas en las investigaciones del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, cometido en septiembre de 1994); también di ce que Humberto García Ábrego, hermano de Juan y cerebro financiero de la organización, era proveedor oficial de Conasupo, la empresa estatal comercializadora de productos de primera necesidad en zonas marginadas, a la cual vendió dos mil millones de viejos pesos de productos agrícolas; cuando fue hecho preso en Estados Unidos, Mario Ruiz Massieu tenía cuentas bancarias por más de nueve millones de dólares cuyo origen no pudo comprobar claramente; el abogado defensor de Mario también defendía a García Ábreg o; un empresario de Saltillo, José Luis García Treviño, acusado de lavar dinero de García Ábrego, fue detenido a fines de 1994 y su socio principal era Agapito Garza Salinas, asociado de Mario Ruiz Massieu y con nexos con Justo Ceja, secretario privado del 65 presidente Carlos Salinas (Jorge Fernández Menéndez, op. cit., pp. 208-214). Por su parte, Héctor de Mauleón recupera algunas cosas descubiertas por Eduardo Valle, asesor del entonces procurador Jorge Carpizo, durante la investigación para capturar a García Ábrego. En una casa de seguridad del capo se encontró una libreta con mucha información sobre pagos por un millón de dólares al director de la Policía Judicial Federal, Rodolfo León Aragón, y también tenía unas notas sobre la visita de un hermano del presidente de la República a una fábrica de don Francisco, en Puebla. Don Francisco era Francisco Guerra Barrera, operador del cártel en varios estados y brazo derecho de Juan García Ábrego. Eduardo Valle no pudo avanzar más en la investigación: un año más t arde, luego de entregar a Carpizo el esquema de protección institucional que existía alrededor de García Ábreo se ue el pa s… s tar e con esó que sus pesquisas lo ab an lleva o a la casa presidencial, a la oficina del secretario de Comunicaciones y T ransportes, milio Gamboa… H ctor e auleón op. cit., p. 169). 11 Ioan Grillo, op. cit., p. 334. Ilustraciones de Patricio Betteo. LA MARCA ZETA Viridiana Ríos • Steven Dudley No se dan cuenta que estamos en sus terrenos, que en cada parte que haya señal Telcel o un Macdonal hay Z (sic)* Los Zetas perfeccionaron una estrategia de negocio criminal que los convirtió en una marca y en un punto de referencia. No son la única organización criminal violenta o militarizada pero son la única que ha logrado expandirse a 405 municipios de México y a Guatemala y Centroamérica (Coscia y Ríos, 2012). ¿Cómo lo lograron? Las respuestas son pocas. Las que hay, insatisfactorias. Se argumenta que fue su violencia, sus decapitaciones y su crueldad lo que los expandió (Fernández Menéndez y Ronquillo, 2007); sin embargo, Los Zetas no son el monopolio del terror. Muchos otros son crueles y sádicos. De hecho, la decapitación comenzó primero entre miembros criminales de La Familia cuando, en 2006, las cabezas de cinco hombres fueron arrojadas al piso de una discoteca en Michoacán (Suverza, 2009). Los Zetas no se expandieron porque sean más capaces de usar la violencia. 66 Técnicas violentas, como la de dejar mensajes junto a los cuerpos de sus enemigos torturados y ejecutados son usadas por otras organizaciones. Una recopilación de mil 672 narcomensajes (Ríos, 2013a) evidenció que 382 de éstos fueron firmados por La Familia, más que los 361 de Los Zetas. Fue por su formación militar, dicen otros, que lograron expandirse (Osorno, 2012). En efecto, Los Zetas fueron reclutados de las fuerzas especiales mexicanas por el líder del Cártel del Golfo para ser su ejército privado (Ravelo, 2012). Sin embargo, Los Zetas de hoy no son lo que eran en sus inicios. Los 14 fundadores originales están muertos o en prisión, y el número de personal militar en las filas de Los Zetas ha disminuido en los últimos años. La militarización no puede ser la causa de su expansión. Tomando como base los únicos estudios cuantitativos existentes sobre las estrategias de mercado criminal mexicano (Coscia y Ríos, 2012; Ríos, 2012, 2013a, 2013b) y el trabajo periodístico de Dudley (InSightCrime), este artículo provee una respuesta diferente. Si Los Zetas lograron expandirse fue porque siguieron una estrategia de negocios sin precedente en el mundo criminal. No sólo trataron de conquistar nuevos mercados, sino que arrebataron existentes. Desafiaron a los poderes tradicional es para operar en sus bastiones. Desde su creación, Los Zetas han roto monopolios en 336 municipios/mercados, a diferencia de cárteles con estrategias más tradicionales como Tijuana o Juárez, quienes sólo lo han hecho en 41 y 70, respectivamente. Sus tácticas de posicionamiento de mercado son diversas. El terror es una de ellas: “ to le va a pa ar a to os lo c apuline que no se reporten” ec a un narcomensa e encontra o unto a un ca ver en abasco. “ linien e perro la pla a es nuestra sic ” Por Esto 2010 . Otra t ctica es la alian a “ orelos Guerrero siempre han tenido dueño y seguirán teniendo, son los Beltrán Leyva y los el en apo o los ami os Z sic ” ec a otro mensa e e a o en Cuernavaca(Diario de Morelos, 2010). Los Zetas son pragmáticos negociantes criminales, llegan por la plaza porque, como lo an ic o en sus comunica os “la tierra no es e quien la traba a sino e nosotros sic ” Reforma, 2010). Ellos fueron quienes cambiaron el paradigma de lo que era un territorio prop icio para el crimen. Buscaron mercados en áreas que no tenían un rol significativo en el narcotráfico, y diversificaron su portafolio de actividades criminales. Los Zetas 67 inauguraron operaciones criminales en 249 municipios. La Familia, Tijuana y Juárez juntos lo hicieron en 228 mercados (Coscia y Ríos, 2012) (ver figura 1). Su éxito radica en que entendieron que no era necesario ser narcotraficante para ser rentable. Su trabajo es subcontratar. Aterrorizan o convencen a otros actores criminales de que les den una parte de sus ganancias. Si los convencen es porque ser zeta paga. La Marca Z es señal de terror, y como tal, la gente responde a ella. Los Zetas son los maloz de los malos. Los que extorsionan a pequeños narcotraficantes, traficantes de personas, ladrones y contrabandistas. Así, la expansión territorial de Los Zetas obedece a una lógica diferente que se enfoca menos en qué mercados de drogas son rentables y más en cuáles son estratégicos para lo ilegal. Guatemala, por ejemplo, es el cuello de bote lla para los cargamentos de cocaína: un área ideal para controlar las rutas de mercado ilegal que van al norte. Los Zetas tratan de crear un corredor de Tampico a Durango, y de Nuevo Laredo a Jalisco donde sean líderes en extorsión (ver mapas). 68 La estrategia de la Marca Zeta es asumir riesgos y consolidarse. A diferencia de otros grupos que tienden a conquistar un municipio y a operar en él temporalmente, Los Zetas llegan para quedarse. De los 585 municipios en los que alguna vez hubo presencia de este gru po, en 69% Los Zetas siguen activos (Coscia y Ríos, 2012). El Cártel de Tijuana en cambio sólo continúa operando en 34% de sus conquistas y el de Juárez en la mitad. Sólo La Familia supera a Los Zetas en su permanencia de mercado: 74% de los 308 municipios en los que alguna vez ha operado seguían siendo su territorio en 2010 (Coscia y Ríos, 2012). Su visión de negocios incluye a la política, y lo hace de forma macabra. Para 2007 Los Zetas ya amenazaban a Peña Nieto. De hecho, un día después de que los federales entraran a Veracruz, una cabeza humana apareció en el puerto con un mensa e en el que escribieron “Vamos a se uir aun cuan o est n las uer as e erales” al inal el texto “ os ata eña Nieto” Univisión 2007 . l mensaje se colocó unas hora s después de que cuatro escoltas del futuro presidente fueran asesinados por 10 sicarios (Milenio Diario, 2007). Finalmente, Los Zetas también innovaron por su estrategia de reclutamiento. Migrantes, pandillas, personas sin formación, todos fueron entrena dos y convertidos en zetas. En el modelo de negocio Zeta no quedó espacio para sólo reclutar a parientes o miembros cercanos al cártel, como lo hacía Tijuana, por e emplo. Reclutaron talento no en tica “Los Zetas te quieren a ti militar o ex militar” ec an sus pancartas promocionales “te o recemos buen suel o comi a atenciones a tu familia ya no sufras maltratos y no sufras hambre. Nosotros no te amos e comer sopas maruc as sic ” Hoy Tamaulipas, 2008). En resumen, la expansión de esta organiza ción se explica menos por sus técnicas terroristas y destreza militar, y más por su singular enfoque de negocios: estratégico, diversificado, pragmático, riesgoso y tendiente a la búsqueda del “talento criminal”. s con estas t cnicas que la arca Zeta se ha expandido en el mundo criminal con una vertiginosidad sin precedentes: 34 nuevos municipios 69 anuales desde 2001 (Coscia y Ríos, 2012). Tal parece que los maloz de los malos, son los buenoz de los buenos en asuntos de negocio. n Viridiana Ríos. Doctora en Gobierno por Harvard University. Colabora en el Programa de Pobreza y Gobernabilidad de Stanford University. Steven Dudley. Director de InSightCrime y Knight Fellow (2007) de Stanford University. Referencias Coscia, Michele, y Viridiana Ríos (2012 “Kno in ere an o criminal or ani ations operate usin eb content” K -12, octubre 29-noviembre 2, Maui, HI, USA, copyright 2012 ACM 978-1-4503-1156-4/12/10. Diario de Morelos, consultado en junio, 2011 en http://bit.ly/15YSIli , septiembre 29, 2010. Fernández Menéndez, Jorge, y Víctor Ronquillo (2007): De los Maras a Los Zetas: los Secretos del Narcotráfico, de Colombia a Chicago , Editorial DeBolsillo. Hoy Tamaulipas 2008 “ nuncios lasi ica os. Los Zetas Buscan Contratar a ilitares” abril 13. Osorno, Diego Enrique (2012): La guerra de Los Zetas, Editorial Grijalbo. Por Esto 2010 “ ecuta os e os bala os” abasco mar o 10. Ravelo, Ricardo (2012): Osiel. vida y tragedia de un capo , Editorial Grijalbo. Reforma 2010 “ mena an Zetas con manta en el D ” mar o 10. R os Viri iana 2012 “Los rupos criminales en Goo le” en nexos, diciembre. 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Las emboscadas a las fuerzas federales sugieren un cambio táctico de los grupos delincuenciales: ya no sólo se ocultan ante el despliegue de contingentes militares, sino contraatacan para elevar al gobierno federal el costo de su intervención. Las fuerzas federales no pueden replegarse, pero no se aprecian todavía logros concretos para debilitar a las organizaciones criminales. Sin embargo, la violencia desatada por el cártel de Los Caballeros Templarios no es el mayor de los problemas que azota al Michoacán de hoy. Es tan sólo la manifestación más dramática de una crisis sistémica que desde hace varios años afecta al gobierno y a la sociedad. Son muchos los síntomas de esa crisis. Entre los que se han observado en el último año se cuentan: un grupo de feligreses de la Nueva Jerusalén demoliendo a la luz del día una escuela primaria pública porque allí se anidaba el demonio; varios autobuses incendiados por estudiantes normalistas, detenidos en flagrancia pero liberados enseguida por falta de pruebas; un grupo de estudiantes universitarios que robaron y quemaron vehículos oficiales en pleno centro de Morelia, detenidos por la policía y ensegu ida exonerados por el gobernador; grupos de pobladores armados, decididos a defenderse por sí mismos en varios municipios sitiados por la delincuencia; 60 camiones y autobuses retenidos, y cinco policías estatales secuestrados por alumnos de escuelas normales rurales que exigen plazas docentes automáticas; la ciudad de Morelia bloqueada durante ocho horas en todas sus salidas por pequeños grupos de personas de las más diversas ocupaciones; miles de escuelas públicas en paro por 55 días. El común denominador de todos esos hechos es que las autoridades no hicieron nada o casi nada para evitar los daños a la población, y mucho menos para perseguir legalmente los delitos o faltas cometidos. Hay otro común denominador en esos hechos: no son excepcionales, ni su s causas son coyunturales ni son atribuibles en exclusiva a los gobernantes en turno; más bien, son habituales y se derivan de un sistema de reglas informales muy arraigadas en la sociedad y en el gobierno local. En Michoacán opera un arreglo institucional escasamente regido por las leyes, con un sistema de incentivos perversos que impulsa a los grupos de interés a buscar sus objetivos por medio de la fuerza y compele al gobierno a someterse a las presiones o negociar al margen de la ley. 1 Es en ese ambiente de desorden y muy precaria legalidad que medra el 71 crimen organizado, aprisionando a la sociedad con su red de extorsiones, narcotráfico, secuestros, lavado de dinero, homic idios y captura de autoridades. Los problemas que hoy enfrenta Michoacán se gestaron a lo largo de mucho tiempo, pero en los últimos 10 o 12 años se conjugaron de tal manera que formaron un entramado de reglas informales e incentivos que han pervertido e l comportamiento de los actores sociales y políticos hasta volver disfuncional todo el sistema político. Esquemáticamente, los problemas que aquejan más agudamente al Michoacán de hoy son cuatro: delincuencia, degradación educativa, conflictividad social y quiebra de las finanzas públicas. Inseguridad y delincuencia Desde hace muchos años Michoacán había sido una de las zonas preferidas para el narcotráfico. Pero era solamente eso: tierras de cultivo de marihuana y amapola, y ruta de traslado, actividades discretas que afectaban sólo esporádicamente a la población. Pero en el último decenio la delincuencia cambió sustancialmente su modo de operar. La rivalidad entre bandas criminales desató la violencia y sus actividades se extendieron a otros delitos como el secuestro. El gobierno de Lázaro Cárdenas Batel (2002-2008) fue testigo muy poco activo del incremento de la delincuencia. En 2005 fue asesinado el secretario de Seguridad Pública del estado. 2 En 2006 apareció públicamente La Familia Michoacana, singular grupo de delincuentes que prometía defender a los michoacanos de otros delincuentes (Los Zetas). Para demostrarlo, sicarios de ese grupo arrojaron cinco cabezas humanas en un cabaret de Uruapan. 3 El gobierno del estado apenas reaccionaba. La violencia entre grupos criminales entró en una espiral sangrienta que llevó al gobernador Cárdenas a pedir el auxilio del presidente entrante, Felipe Calderón. 4 Así empezó en Michoacán la Operación Conjunta la “ uerra contra el narcotr ico” en to o el pa s con la participación directa de las fuerzas armadas en tareas policíacas. En febrero de 2008 asumió la gubernatura el perredista Leonel Godoy, quien se afanaba en 72 soslayar el problema de la inseguridad. Tal vez por eso nombró como titular de Seguridad Pública a una jovencita sin experiencia ni conocimiento en la materia. A todo mundo sorprendió tal nombramiento, como sorprendería la designación de la segunda secretaria de Seguridad, con un perfil semejante. 5 En 2008, durante el festejo del 15 de septiembre en Morelia, fueron arrojadas dos granadas en medio de la multitud, causando ocho muertes y un centenar de heridos. La colaboración del gobierno local con el federal era escasa, mientras la d elincuencia medraba a sus anchas. En mayo de 2009 el gobierno federal efectuó un operativo policíaco militar en contra de 30 funcionarios públicos estatales y municipales (de partidos diferentes), presuntamente implicados con La Familia. Al cabo de varios meses de reclusión uno a uno los acusa os ueron puestos en liberta “por alta e pruebas”. La GR no apeló las resoluciones el ue . s tar e la GR investi ó al juez de la causa por lavado de dinero y el Consejo de la Judicatura Federal lo destituyó por presunta corrupción de la justicia. 6 La relación entre los gobiernos local y federal se tornó ríspida y llena de desconfianza, y empeoró cuando se hicieron públicas pruebas de involucramiento directo del medio hermano del gobernador con el cártel de La Familia. 7 Aunque no hubo pruebas que incriminaran a Leonel Godoy, su credibilidad quedó mu y dañada. Godoy recibió un nuevo golpe a fines de 2011, cuando en una conversación telefónica entre capos de La Familia, grabada y filtrada por la Policía Federal, el todavía gobernador fue aludido con sospechosa familiaridad. La Familia logró expulsar a Los Zetas y se quedó con el monopolio de la plaza. Además, diversificó con holgura sus actividades delictivas: producción de drogas sintéticas, secuestro, extorsión, control de piratería, cobro de cuotas a agricultores, comerciantes y autoridades municipa les. Inclusive, se daba el lujo de organizar manifestaciones populares en su apoyo y de repudio a la Policía Federal, todo eso ante la indiferencia del gobierno estatal. A finales de 2010 La Familia sufrió duros golpes por parte de las fuerzas federales, i nclusive la muerte de su líder máximo. 8 Al poco tiempo las rivalidades internas escindieron a la organización y surgió el grupo de Los Caballeros Templarios. Éstos ya no tien en todo el poderío que tuvo La Familia en años anteriores, pero su arraigo en algunas regiones les permite controlar poblados enteros y hacer presa de extorsión y cobro e “impuestos” a pro uctores e a uacate limón melón ma era as como a ganaderos, comerciantes y presidentes municipales. La Familia Michoacana y, después, Los Caballeros Templarios, son mucho más que bandas de delincuentes. Dotados de un discurso religioso y populista, son también puntos de referencia para pueblos enteros, motivo de t emor pero también de simpatía y apoyo; no sólo cobran cuotas bajo amenaza, sino también brindan protección, organizan manifestaciones políticas, patrocinan fiestas, ponen a las policías municipales a su servicio y a menudo también a los alcaldes. La débil cultura de legalidad que se observa en todo el país, alcanza en algunas zonas de 73 Michoacán el rango de instituciones alternativas. Las cosas no variaron mucho con el cambio de poderes del estado en 2012, aun cuando el gobierno estatal pasó al PRI. La polí tica de seguridad del nuevo gobierno ha sido, ante todo, de abstención. Los cambios en las instituciones de seguridad y justicia impulsados por la Federación —profesionalización de las policías, mecanismos de control de confianza, nuevo sistema de justicia penal—, que habían caminado muy lentamente en el período de Godoy, con la nueva administración siguen casi al mismo ritmo, aunque ahora se aduce una justificación por falta de dinero. 9 La pasividad de los gobiernos locales ante la inseguridad ha incitado reacciones de autodefensa al margen de las leyes. Primero fue Cherán, un municipio de población indígena donde desde 2010 campeaba la tala ilegal de bosques presuntamente patrocinada por La Familia. La disputa por la madera dio lugar a enfrentamientos con saldo de varios pobladores muertos. Mientras el gobierno del estado miraba impasible, la comunidad de Cherán decidió tomar la defensa en sus propias manos: formó guardias armadas, instaló retenes para controlar entradas y salidas del poblado, y desconoció a la autoridad municipal. La espiral de violencia obligó al gobierno federal a intervenir con fuerzas policiales y militares, y una instancia de conciliación política que cu lminaría con la elección de un nuevo obierno municipal por un proce imiento e “usos costumbres” ota o e un aparato de seguridad propio. Una solución salomónica que reconoció la impotencia del gobierno formal y condescendió con la decisión comunitari a de autogobierno en los linderos de la ley. Los resultados en términos de seguridad, hasta ahora, han sido buenos para Cherán, pero su ejemplo esparció a otras latitudes la semilla de autodefensa, cuyas consecuencias aún son impredecibles. Los “ rupos e auto e ensa” que se conocieron este año en varios municipios michoacanos —Buenavista, Tepalcatepec, Coalcomán, Chinicuila, Aquila, entre otros— son una manifestación entre muchas del escasísimo aprecio de la ley y de la ausencia casi absoluta de los gobie rnos locales. Cansados de las extorsiones y la violencia de Los Caballeros Templarios, ante la impotencia de las autoridades municipales y la pasividad del gobierno del estado, grupos de pobladores se armaron por su cuenta para hacer frente a los criminale s. No está claro cómo obtuvieron las armas (tal vez con ayuda de un cártel rival), pero el móvil de autodefensa es auténtico. Ante la incapacidad del gobierno del estado y el escándalo nacional que causaron las imágenes de grupos armados a punto de una guerra civil, en mayo de 2013 el gobierno federal se hizo cargo del asunto: nombró a un militar como secretario de Seguridad Pública del estado y mandó tropas a restablecer el orden. Fue una intervención centralista poco discreta para suplir la ausencia de facto del gobierno estatal. Una inestable calma volvió a los municipios asediados, pero la violencia se recrudeció en otras zonas de la entidad: 74 el 21 de julio, en Los Reyes, una multitud que se manifestaba contra las extorsiones fue ametrallada; en los días siguientes, en varios sitios de la autopista Siglo XXI patrullas de la Policía Federal fueron emboscadas, causándoles cinco muertes; el 28 de julio, en sitios distantes se registraron bloqueos simultáneos de carreteras por supuestos transportistas que pro testaban contra la Policía Federal, con un discurso que sugiere influencia de Los Caballeros Templarios; el mismo día, en el Bajío, un vicealmirante de la Marina fue atacado y muerto por sicarios, precisamente después de haberse desviado a un camino vecina l para rodear un bloqueo de la autopista de Occidente. La presencia de las fuerzas federales no ha logrado restablecer la seguridad. No se han hecho detenciones importantes ni hay señales de desmantelamiento de las redes de protección oficial de la delinc uencia. Y, sin embargo, parece indispensable que el Ejército, la Armada y la Policía Federal permanezcan patrullando la entidad. Si las fuerzas militares se retirasen, muy probablemente volverían Los Caballeros Templarios a cobrar sus cuotas y tomar vengan za. La prolongada falta de aplicación de la ley ha producido en Michoacán una subcultura de resignación, aceptación y a veces hasta de colaboración ante la delincuencia. Los gobiernos locales rara vez actúan contra ella, sea por incapacidad operativa o por complicidad. La población termina por habituarse a ver pasar a los elincuentes uar ar silencio…. asta que la acción e los mafiosos no atente directamente contra su propiedad e integridad. Por lo demás, la mayoría sabe que no contará con la protecc ión del gobierno. La regla de impunidad está bien asentada. Degradación de las instituciones educativas La mala calidad educativa, los vicios burocráticos y el corporativismo sindical que se observan en todo el país, adquieren en Michoacán grados y form as difíciles de imaginar. Únicamente Oaxaca se le equipara. Desde 1989 surgió en Michoacán un poderoso movimiento de oposición a la dirección del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). A fuerza de organización y movilizaciones, unos años espu s esa corriente enomina a “ a isterio Democr tico” anó la mayoría y la representación del Comité Seccional 18 del SNTE. Así controló el comité seccional por tres periodos consecutivos. Cuando perdió la representación oficial, 1 0 esa corriente sindical estableció un comité paralelo, informal pero eficaz. Desde hace 10 años en Michoacán hay de hecho dos sindicatos: la Sección 18, reconocida oficialmente por el Comité Nacional del SNTE (aunque al parecer minoritaria la ección XV auto enomina a “ emocr tica” que al mar en del SNTE pero afiliada a la CNTE agrupa a cerca de la mitad de los profesores de la entidad. (Una porción de profesores difícil de cuantific ar ya no participa en 75 ninguna de las dos facciones.) El gobierno estatal tiene que tratar con los dos sindicatos, aunque en los hechos recibe más presiones y otorga más beneficios a la sección disidente. Lo más significativo de la sección democrátic a es que actúa casi por entero al margen de las normas legales, administrativas y pedagógicas establecidas. No acepta los libros de texto editados por la SEP, porque los juzga “neoliberales”. n las escuelas controladas por esta corriente sindical se emplean los libros de 1993 o incluso anteriores, aunque para ello el gobierno del estado tenga que gastar cada año más de 30 millones de pesos más en editarlos. Recientemente, el líder sindical declaró que los libros de texto eran del todo prescindibles, y que en adelante cada profesor determinaría cuáles materiales utilizar. En Michoacán no se han podido aplicar las reformas de 2004 y de 2011 a la enseñanza secundaria, porque el sindicato no lo permite. Tampoco se puede aplicar en la mayoría de las escuelas la prueba ENLACE, porque los activistas de la CNTE lo impiden por la fuerza. Este año, según el gobierno, esta prueba alcanzó una cobertura del 33%, insuficiente para ser validada por la SEP. A falta de esa evaluación, Michoacán no figura en el ranking nacional oficial de calidad e ucativa aunque la asociación civil “ exicanos rimero” ubica a ic oac n en el último o penúltimo lugar en algunos indicadores. 1 1 Tampoco se han aplicado las reglas de la Alianza por la Calidad de la Educación, adoptadas en el país desde 2008. El gobierno del estado ni siquiera firmó el convenio correspondiente con la Federación. Los escasos concursos abiertos para ocupar plazas han sido boicoteados por los maestros disidentes. Las plazas docentes se siguen negociando por el sindicato o heredando, y una parte de ellas se otorga automáticamente a los 76 egresados de las escuelas normales. Frente a estas prácticas y reglas de facto, la actitud de los sucesivos gobiernos —sean del PRD o del PRI— ha sido de resignación, cuando no de franca complicidad. La actuación del magisterio disidente al margen de todas las normas oficiales no significa que no tenga una institucionalidad propia. La organización se rige por asambleas, votaciones mayoritarias y demuestra mucha disciplina en sus acciones, a menudo violentas. Pero la reina de las instituciones del sector educativo en Michoacán es el mecanismo de control político conocido coloquialmente como “marc ómetro” un sistema que mide y premia la participación de los agremiados en asambleas, paros, marchas, plantones, bloqueos de carreteras y cualquier otra acción que el sindicato ordene. Es un sistema de estímulos que se traduce en plazas, promociones, préstamos y otros bene ficios gremiales. El marchómetro ha sustituido casi por entero a la carrera magisterial. 1 2 No es difícil imaginar lo que un marco de incentivos como ése produce en la calida d de la enseñanza. La CNTE en Michoacán mantiene una estrategia que sus líderes denominan “ne ociación movili ación”. lo lar o e ca a año escolar reali a innumerables marchas a la capital del estado o a la ciudad de México, además de realizar otros tantos paros con cualquier motivo. Semanas antes del Día del Maestro, emprende las movilizaciones más grandes y lleva a cabo paros de varias semanas, en demanda de aumento salarial, nuevas prestaciones y compromisos de gasto del gobierno para los más variados fines. En 2013 el paro de labores contra la reforma educativa duró 55 días. Jamás se ha descontado a los paristas un solo día de salario. El calendario escolar, oficialmente de 200 días laborables, en Michoacán difícilmente llega a 150. Las movilizaciones y paros de labores constituyen siempre el contexto de la negociación de la CNTE con el gobierno del estado. Por lo menos desde 1994 los sucesivos gobiernos estatales se han visto obligados a hacer al sindicato concesiones económicas y políticas fuera de norma, tan sólo para apaciguarlo por un tiempo. Pero esa práctica se ha convertido en un incentivo para nuevas demandas, nuevas movilizaciones y concesiones cada vez más costosas. Durante los gobiernos de Cárdenas Batel y Godoy, quienes establecieron u na alianza electoral con esa organización sindical, las concesiones políticas subieron de nivel y las concesiones económicas de precio. En los últimos años cada negociación con el magisterio democrático le ha costado al gobierno del estado, en promedio, 80 0 millones de pesos, la mayor parte de ellos por conceptos de gasto no presupuestados ni autorizados por la SEP, de manera tal que el gobierno del estado tiene que tomar el dinero de otras partidas. Ahí reside una de las causas del tremendo endeudamiento y desorden financiero que padece el estado de Michoacán. 1 3 El actual gobierno priista recibió una herencia de compromisos impagables y unas reglas de negociación con las que prefiere contemporizar para 77 atenuar presiones, aun al precio de seguir hundiendo a la educación. Además, el gobierno estatal regularmente se somete a las reglas de la CNTE porque buena parte de los mandos directivos y medios de la Secretaría de Educación del estado se hallan en manos de líderes sindicales. Inclusive, en el gobierno de Godoy las dos titulares sucesivas de la Secretaría eran destacadas activistas del sindicato. Y, sin embargo, ni ellas pudieron contener las presiones y la voracidad del gremio. En Michoacán la llamada rectoría de la educación está en manos de la CNTE, no del gobierno. En estas circunstancias las posibilidades de aplicar en Michoacán la nueva reforma educativa son muy limitadas, si es que hay alguna. Conflictividad social Marchas, plantones, tomas de edificios públicos y bloqueos de calles y carreteras forman parte del paisaje habitual de Michoacán. Un viejo dicho local rezaba que “la principal in ustria e ic oac n es la pol tica”. Ho el ic o se pue e actuali ar as “La principal in ustria e ic oac n es la protesta”. Y lo es no sólo por su magnitud, sino por su rentabilidad. En todo el país hay protestas y movilizaciones, pero en pocos lugares alcanzan la frecuencia, intensidad, impunidad y eficacia que tienen en Micho acán. Prácticamente todos los grupos sociales organizados, y aun los organizados efímeramente, se han formado en la pedagogía del chantaje: profesores, estudiantes, transportistas, campesinos, empleados públicos, pobladores de asentamientos irregulares y u n largo etcétera. La experiencia les ha enseñado que hacer una protesta pacífica y sin alterar el orden, tiene muy pocas probabilidades de ser atendida; en cambio, manifestarse tumultuariamente, perturbar el orden, impedir el funcionamiento de servicios públicos, causar molestias graves a la población, tiene de antemano dos garantías: impunidad y la satisfacción de las demandas en algún grado. Inclusive la comisión de delitos flagrantes, a la vista de la autoridad y de los medios de comunicación, goza de una patente de corso que pone en duda la existencia del Estado de derecho. En los raros casos en que la autoridad opta por emplear la fuerza pública, casi nunca hay detenidos, y si los hay, enseguida son liberados por falta de pruebas o por el perdón otorgado por el gobierno. Comprensiblemente, el efecto del incentivo se desarrolla en espiral. Cuando un medio de protesta 78 repetido parece perder efectividad, se eleva su nivel de daño a la población y así asegura el éxito. Hace algunos años, uno de los medios de presión más fuertes eran los plantones frente al Palacio de Gobierno, en la avenida principal de Morelia. Hoy lo más común es bloquear simultáneamente cuatro o cinco salidas carreteras de la ciudad, tomarcasetas de cobro en autopistas, secuestrar autob uses; y si no hay satisfacción pronta a la demanda, las acciones consiguientes son secuestrar funcionarios o quemar vehículos. Las concesiones del gobierno para “resolver” un con licto var an e un caso a otro pero la impuni a est ase ura a invariablemente. Tales reglas están profundamente arraigadas en la población y en la manera de operar del gobierno. Conforman ya una verdadera institución. A menudo, el gobierno del estado (el actual o el anterior, no importa el partido) hace alarde de su capacidad de resolver conflictos mediante la negociación, aun cuando lo haga uera e la le . ero el “ xito” es e mero porque en el si uiente ciclo en rentar al mismo actor y la misma protesta, pero con métodos más rudos y exigencias más onerosas. Junto con la delincuencia y la corrupción gubernamental, la protesta fuera de la ley se ha convertido en un eficaz mecanismo de extracción de rentas. Sus consecuencias en la gobernabilidad son notables: acciones del gobierno reactivas, no planeadas ni sujetas a la ley; desvío de recursos públicos para apaciguar conflictos; ineficiencia administrativa e irresponsabilidad política. En la economía las consecuencias no son menores: obstrucción del comercio, suspensión de servicios, incertidumbre para la inversión, inhibición del turismo. Algunos líderes empresariales han declarado que a la economía la dañan más las manifestaciones que la inseguridad pública. 1 4 Y hay un efecto social menos visible pero más pernicioso: el arraigo de un sistema de incentivos que premia la ilegalidad, la violencia, el egoísmo gremial, la irresponsabilidad gubernamental, y desalienta la productividad, el mérito profesional y el acatamiento de las normas. Quiebra financiera e impunidad Todos esos factores que erosionan la gobernabilidad en Michoacán han llegado a un punto crítico. El arreglo institucional que, con todas sus distorsiones y efectos perversos, al fin y al cabo funcionaba, ha dejado de hacerlo porque le f alta un combustible indispensable: dinero público. La fragilidad fiscal estructural de los gobiernos estatales del país, en Michoacán se ha convertido en una auténtica quiebra financiera. El gobierno del priista Fausto Vallejo y de su suplente interino Jesús Reyna, heredó de la administración perredista de Leonel Godoy un volumen de adeudos y un desorden administrativo que lo tienen sumido en la parálisis. La propia dificultad para calcular los pasivos es un indicador del desorden contable. El primer tesorero del gobierno de Vallejo estimó la suma de adeudos bancarios, pasivos a proveedores, obligaciones incumplidas con el gobierno federal y el déficit previsto para 2012, en 39 mil millones de pesos, equivalente al 80% del 79 presupuesto estatal de ese año. (Ese tesorero fue sustituido por otro menos comunicativo.) Otros cálculos del Ejecutivo y el Congreso reportaban, en cifras redondas, 16 mil millones de deuda bancaria y 15 mil millones de pasivos diversos. 1 5 El segundo tesorero bajó la estimación total de adeudos a 25 mil millones de pesos, pero descontando los impuestos no enterados a la Federación. Varios diputados cuestionaron esa cifra. Aun con la estimación más baja, no e s poca cosa que la administración anterior haya dejado pagos pendientes por nueve mil millones a proveedores, contratistas y otros acreedores, muchos de los cuales se han declarado en quiebra por falta de pago; numerosas obras públicas quedaron inconclusas por la misma razón. 80 Cómo se produjo tal endeudamiento y a qué se destinó, todavía no se sabe con certeza. Pero el informe de la auditoría externa encargada por el gobernador Vallejo y realizada por el despacho de Luis Felipe González de Aragón, Bufete de Consultoría Aplicada, reporta una cantidad de irregularidades asombrosa. 1 6 Las irregularidades van desde la adquisición de créditos multimillonarios sin cumplir requisitos de ley, desvíos de recursos federales, manejo anómalo de cuentas bancarias, liquidación de obras inconclusas y falta de pago a acreedores 81 de empleados públicos, hasta contratos con empresas de dudosa existencia. También se han difundido, por fuentes ofic iales y oficiosas diversas, muchas otras irregularidades administrativas: sustracción ilegal de 300 millones del Fondo de Pensiones del Estado para gasto corriente; incumplimientos de pagos a municipios para “obra conveni a” por m s e 300 millones esv o de fondos del Seguro Popular; crecimiento desmedido del costo de obras públicas aún inconclusas; retención de 19 millones de pesos de fondos federales destinados al Poder Judicial para el nuevo sistema de justicia penal; no entrega de becas del FONCA para creadores artísticos locales; falta de entrega de subsidios complementarios a la Universidad Michoacana, entre otras. Irregularidades administrativas como ésas no son excepcionales en México. Lo sorprendente es que el gobierno de Fausto Vallejo y su suce sor Jesús Reyna, ambos priistas, no hayan hecho nada efectivo para exigirle cuentas a su antecesor perredista Leonel Godoy, a pesar de que la quiebra financiera los ha limitado muchísimo en su quehacer gubernamental y obligado a adquirir nuevos créditos multimillonarios para pagar a proveedores y reestructurar los créditos heredados. En 2012 el gobierno obtuvo del Congreso autorización para adquirir nueve mil 500 millones de pesos, que no ha podido recibir de los bancos por su baja calificación crediticia. Apenas consiguió de Banobras un crédito de cuatro mil millones, muy condicionado y que recibirá en abonos. En 2013 se presupuestaron para el servicio de la deuda 11 mil 472 millones, 20% del presupuesto total. La escasez de dinero ha obligado al gobierno e statal a restringir muchos programas: el presupuesto de la Secretaría de Política Social pasó de 268 millones en 2012, a 112 millones en 2013, una disminución de 58%; a la Secretaría de Desarrollo Económico se le recortó 56%, a la Secretaría de Turismo 67%, y a la Secretaría de Desarrollo Rural 48%. 1 7 La falta de dinero también ha provocado litigios con ayuntamientos panistas y perredistas por el incumplimiento de aportacion es a obras convenidas entre los dos niveles de gobierno. La crisis de las finanzas públicas, junto con la inseguridad y el desorden social, empiezan a reflejarse en la economía de la entidad. A lo largo del año de 2012, el ritmo de la actividad económica michoacana registra una desaceleración persistente; inclusive, en el primer trimestre de 2013 se observa un decremento de 1.1% respecto del primer trimestre del año anterior.18 Sin embargo, las cifras a nivel estatal apenas expresan pálidamente el drama de algunas microrregiones más afectadas por la delincuencia. Sin embargo, Vallejo y Reyna han sido muy reservados con la información financiera y respecto de las anomalías de la administración anterior. Fuera de algunas quejas públicas por lo mal que reci bieron las finanzas y una denuncia penal va a “contra quien resulte responsable” por unos cuantos millones ni la Contraloría ni la Procuraduría de Justicia han hecho gran cosa para deslindar 82 responsabilidades. El aparente encubrimiento por parte del gobie rno priista de Michoacán sorprende más por el contraste con el caso de Tabasco, donde un gobernador emanado del PRD acusa y persigue al ex gobernador del PRI. Pero el gobierno de Michoacán no ha dado muestras de querer sancionar a nadie. Se rumorea un pacto subrepticio entre Vallejo y Godoy. Cualesquiera que sean los motivos de esa conducta, la impunidad deliberada es un hecho incontestable. El Congreso del estado tampoco está haciendo mucho, fuera de algunas denuncias y reclamos por parte de la fracción parlamentaria del PAN y de unos cuantos diputados del PRI. La legislatura anterior dio muestras de obsecuencia escandalosa hacia el Ejecutivo, como aprobarle retroactivamente créditos adquiridos en forma irregular. Se habla de sobornos generosos, disfrazad os de parti as para “ estión social”. La u itor a uperior el sta o parece empeña a en soslayar las irregularidades, tal vez porque el titular de ese órgano es un conocido líder perredista,19 nombrado para un periodo de siete años por los diputados de la legislatura anterior, un mes antes de concluir ésta. El Informe de la Cuenta Pública de 2011 presentado por la Auditoría Superior fue rechazado y devuelto por el pleno del Congreso, pero el desorden administrativo y operativo que impera en la propia Auditoría, no augura que las deficiencias de la revisión se vayan a subsanar. En el problema de las finanzas públicas, como en muchos otros aspectos de la vida pública de Michoacán, la impunidad ha sido el principio rector. Futuro sombrío La inseguridad pública, la ineficacia del gobierno, el imperio de la fuerza de los grupos de presión, la ausencia de legalidad, la impunidad y la crisis financiera, son problemas cuyas causas trascienden la coyuntura y se ubican en un arreglo institucional viciado y agotado. Coyunturalmente, la situación de Michoacán se complica aún más por la incertidumbre que provoca la enfermedad del gobernador Fausto Vallejo y sus repetidas licencias del cargo. Desde tiempo atrás se decía que el secretario de Gobierno, Jesús Reyna, era qui en gobernaba, pero lo cierto es que como gobernador interino se ha mostrado débil e indeciso. Un factor más para hacer sentir la ausencia de gobierno. Apenas en agosto, Reyna se atrevió a hacer cambios en el gabinete nombrado por Vallejo. ¿Qué tendría que hacerse para detener la descomposición de la vida política y social de Michoacán? Tal vez la única certeza por el momento sea que el estado no podrá salir por sí solo de su postración, porque todos sus protagonistas están prisioneros de un entramado de reglas disfuncionales pero ineludibles. Para cada uno de los actores, tratar de cambiar las reglas del juego es muy costoso, arriesgado y de resultados inciertos; prefieren la inercia y la evasión. Es indispensable una intervención estratégica de largo alie nto del gobierno federal, 83 de preferencia con el respaldo de otras fuerzas políticas nacionales. La mediación reciente del secretario de Gobernación parece ir en ese sentido, aunque las medidas concretas se limitan por ahora al problema de la inseguridad. Las líneas de acción básicas de la estrategia federal -estatal necesaria podrían ser: 1) política de seguridad pública con presencia prolongada de fuerzas federales, mando único, depuración-profesionalización de las policías locales y cambio a fondo de la Procuraduría de Justicia del Estado; 2) cambio gradual pero firme de reglas e incentivos frente a los grupos de presión, que ponga en el centro la aplicación de la ley; 3) política educativa que resista a los chantajes, sancione la violación a las normas y ofrezca incentivos segmentados para aislar y reducir gradualmente a las facciones sindicales más intransigentes; 4) rescate financiero para recuperar la funcionalidad del gobierno y el crecimiento económico, pero condicionado a un estricto control del gasto, rendición de cuentas y sanciones a los responsables del quebranto. De no emprenderse pronto ese esfuerzo de reconstrucción institucional, Michoacán no tendrá futuro. O, dicho con crudeza, su futuro será aún más sombrío que el presente. n Jaime Rivera Velázquez. Politólogo. Profesor-investigador de la Universidad Michoacana. 1 El presente análisis tiene como marco de referencia la economía institucional, que define a las instituciones como “las re las el ue o e la interacción social” reglas formales e informales que establecen limitaciones e incentivos a los que responden los actores económicos, sociales y políticos. Véase Douglas North, Instituciones, cambio institucional y desempeño económico, FCE, México, 2006, y Geoffrey Hodgson, Economía institucional y evolutiva contemporánea, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2007. 2 El titular de Seguridad Pública, Rogelio Zarazúa, quien gozaba de buena reputación y de la confianza del gobernador, fue acribillado en un restaurante el 16 de septiembre de 2005. 3 unto a las cabe as colocaron una cartulina con el mensa e “La amilia no mata por paga. No mata mujeres, no mata inocentes, sólo muere quien debe morir, s panlo to a la ente esto es usticia ivina” La Jornada Michoacán, 7 de septiembre de 2006). 4 n ese año se re istraron en ic oac n 526 e ecuciones uar o Guerrero “La estrate ia alli a” nexos núm. 420, diciembre de 2012). 5 La primera secretaria de Seguridad Pública, Citlali Fernández, sería detenida en 2009 por supuestos vínculos con la delincuencia y luego exonerada; la segunda, Minerva Bautista, sufriría en 2010 un atentado del que se salvó milagrosamente. 6 Se trata del juez Efraín Cázares López, en ese entonces radicado en Morelia. 84 7 Julio César Godoy Toscano era a la sazón diputado federal electo y prófugo de la justicia. El perseguido obtuvo un amparo y se introdujo clandestinamente a la Cámara de Diputados para gozar del fuero; luego se conocieron más pruebas y el diputado fue desaforado en ausencia, porque ya se había fugado. 8 Nazario Moreno, El Chayo, era reconocido como jefe e ideólogo de la organización. Según la Policía Federal, fue abatido en un enfrentamiento en la serranía de Apatzingán, aunque su cadáver nunca fue hallado. Hay gente que afirma que aún vive. 9 En 2013 la Procuraduría General de Justicia del estado informó que había 360 policías reprobados en los exámenes de control de confianza, pero no eran dados de baja por falta de dinero para liquidarlos ( Excélsior, 17/02/2013 y El Economista, 22/02/2013). 10 La racción “ emocr tica” no aceptó el proce imiento estatutario e elección e delegados que propiciaba cierto grado de representación de las minorías; quería para sí la representación entera. No participó en la elección y se marginó de la estructura del SNTE. 11 Mexicanos Primero, Estado de la educación en México 2011. En varios indicadores deDesempeño educativo incluyente, Michoacán disputa con Oaxaca el último lugar nacional. 12 La virtual institucionalización del marchómetro se ilustra con el siguiente párrafo de un informe de la SEE al gobernador Godoy, a propósito de la CNTE: “Es requisito fundamental contar con buena asistencia a marchas, plantones, tomas de escuelas, y en general de apoyo a sus acciones; incluso los nombramientos de los puestos de confianza, tienen que ser negociados previamente con la dirigencia sindical, pues de lo contrario no se les permite ocupar las oficinas, ni desempeñar las funciones correspondientes ” ecretar a e Educación del estado, Desarrollo histórico del presupuesto, Michoacán, 2011). 13 En 2013 los compromisos firmados por el gobierno con la CNTE, según informaron las partes, tienen un costo estimado de 800 millones de pesos, los cuales inclu en unos 250 millones e bono especial “para resarcir la p r i a el po er a quisitivo” a icional a los aumentos salariales. Un in orme interno e la Secretaría de Educación del estado de 2011 estimaba el gasto adicional en plazas no autorizadas por la SEP, y por ende, con cargo al presupuesto del estado, en tres mil 800 millones de pesos, tan sólo entre 2008 y 2010 (Secretaría de Educación del estado, op. cit.). 14 Asociación Nacional de Hoteles y Moteles, y Unión Estatal de Transportistas, Agencia de Noticias Quadratín, 28/05/213, http://www.quadratin.com.mx 15 Es significativa la comparación con administraciones anteriores: la de Víctor Tinoco Rubí (1996-2002) terminó con un total de pasivos (deuda financiera y pasivos diversos) de mil 579 millones de pesos; la de Lázaro Cárdenas Batel (2002-2008), con ocho mil 627 millones de pesos. (Fuente: Gobierno del Estado de Michoacán, Secretaría de Finanzas y Administración, Cuenta Pública de la 85 Hacienda Estatal, 2001 y 2007.) 16 Bufete de Consultoría Aplicada, S.C., Auditoría externa realizada a las finanzas del Gobierno del Estado de Michoacán. Informe , agosto de 2012. 17 Fuente: Presupuestos de Egresos del Estado de Michoacán de 2012 y 2013, Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Michoacán , 30/12/2011 y 31/12/2012. 18 Fuente: INEGI. Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal, julio de 2013. 19 Se trata de José Luis López Salgado, ex diputado local del PRD. Ilustraciones de Augusto Mora. EN TERRITORIO TEMPLARIO Falko Ernst Entro al horno terracalentano por primera vez en mayo 2012, viajando con un pesado equipaje en mis espaldas: el miedo, la incertidumbre y toda una serie de preconcepciones y estereotipos. Debido a mi formación en sociología, intento mantener la neutralidad y la objetividad. Resulta difícil, sin embargo, adoptar esa postura profesional, ya que el constante pasar de camionetas de lujo por las calles polvorientas de Apatzingán de la Constitución no me permiten olvidar lo que comentó, unas semanas antes, un experto mexicano en narcotráfico cuando le dije que quer a entrar en la re ión para untar atos para mi tesis e octora o “ laro que pue es entrar. l problema ser salir en un pe a o espu s”. Aunque lo haya dicho en broma, su comentario reflejó la patología central del estudio (académico) de eso que llamamos crimen organizado: prevalece la postura de que resulta, en palabras de Paddy Rawlinson, 1 “misión imposible” acercarse al ob eto que se pretende analizar. Es como si un biólogo marino tuviera alergia al agua. Sin embargo, a pesar de todos los inconvenientes, en mi caso y en el de otros investigadores que han reali a o traba o e campo en los “a u eros ne ros” 2 del siglo XXI prevaleció otra sabiduría pragmática, aquella que entiende, como diría un cole a con experiencia “ e campo” e n medio de las milicias de Darfur, que un buen apretón de manos y una sonrisa abren cualquier puerta. Casi tan rápido como el calor de la ciudad me consume, se disipa mi intención de mantener un perfil bajo para mitigar los riesgos que asocio con la Tier ra Caliente. Cumpliendo perfectamente con el estereotipo de gringo, resulta imposible evitar la plena atención del centenar de personas reunidas esa noche para celebrar un bautizo. Además de mi aspecto, el sistema de información constituido por “ alcones” —de cuya omnipresencia uno se da cuenta una vez que aprende a leer 86 el paisaje, es decir, identificar los puntos estratégicos en que mantienen presencia permanente, sea bajo el camuflaje de taxista o bien de vendedor de agua — funciona tan bien como todos los demás elementos y canales que han instalado Los Caballeros Templarios como pilar central de su esquema de control territorial. Después de tres días de estancia en Apatzingán recibo una visita de Tito, 3 un óven e unos 25 años que salvo por su pla era olo mo elo “ arbie” parece más bien yerno de ensueño que integrante de una de las organizaciones ilícitas m s temi as el continente. Él como los em s “compañeros” tambi n ha recibi o la ormación templaria la parte militar all “en los cerros on e an an centroamericanos” como icen otros in ormantes impartien o entrenamiento militar la parte psicoló ica que consiste en pl ticas on e les “enseñan la diferencia entre el bien y el mal, a respetar, a no sentirse superior a la gente normal”. l ticas e n ole no is mil a las que l mismo a a o a trans resores como ladrones y asaltantes, individuos que tienen que ser castigados por ellos ya que “las instituciones simplemente no uncionan”. Normalmente constata se emplea como “transporta or” unción que consiste en llevar cualquier cosa que necesiten quienes permanecen escondidos fuera de la ciudad, sean armas, bebidas, comida o mujeres. Hoy, sin embargo, su misión es otra: averiguar que el tal Güero —que a i enti ican en la calle como “ octor alem n” — “no sea ore a”. Después de algunas explicaciones, en las que aclaro que mi intención es simplemente la de abordar el tema con una perspectiva más equilibrada que la del gobierno y la prensa, logro calmar sus sospechas mientras, nervioso, sigue respondiendo a los mensajes que le llegan a su BlackBerry. La primera prueba ha sido superada y se abre el camino al corazón sagrado del “movimiento social templario” como se autodenominan en rechazo a su designación como cártel del narcotráfico. El fin de la carretera pavimentada marca también el inicio de núcleo del territorio templario, guardado por dos muchachos que, armados con rifles AR -15 y pistolas, verifican mi identidad y aprovechan mi presencia para escuc ar unas palabras en len ua extran era “ as suena el alem n pues. elante a les esperan...”. La vi a en la comuni a parece se uir un ritmo, aunque lento bajo el sol ardiente, normal y el silencio del medio día sólo es interumpido por los ensayos de un baile folklórico de los alumnos de primaria. ¿Cuál parte, pienso, de esta inocencia infantil se convertirá, más temprano que tar e en preocupación paterna como la e una ma re cu o i o e 14 años “ a anda con ellos”? La rutina e la uni a templaria —me esperan 15 individuos armados— acomodada frente a una tienda tampoco se ve afectada por el paso de un convoy del ejército mexicano. Es anunciado con la debida antelación a través de uno de los radios que no dejan de emitir voces indescifrables y empieza el abitual ue o el ato el ratón “Nos tenemos que ir per ón pero a orita re resamos a orita se uimos platican o”. Me subo a una camioneta negra con placas de Guerrero, conducida por Alejandro 87 cuya trayectoria e cinco años como “parte e” le a un aspecto ma or que el e un oven “normal” e 21 años. ostiene su ri le con una mano. n convo e tres vehículos atravesamos un paisaje casi desértico terracalentano, que parece blanco y negro desde el interior de la cabina con sus vidrios polarizados. La alta velocidad a la que nos movemos se reduce únicamente para las maniobras de cambio de dirección dentro de lo que es un verdadero laberinto de brechas y caminos de terracería. Nos paramos frente a un cement erio que, salvo por las pequeñas cruces coloridas que señalan su existencia, se integra orgánicamente en el paisaje. La persistente duda acerca de la verdadera intención de mi presencia se refleja no sólo en la elección de un lugar de encuentro tan simbóli co. Un alegre, casi hiperactivo, y sumamente respetuoso Servando Gómez Martínez que se re iere a s mismo como “narco e cora ón” me recuer a lo que espera a los trai ores “He mata o arto e ente pero sólo los que se lo merecieron. Gente que miente, que se pasa por algo diferente que realmente son, que no dice la ver a ...” sic . ste comentario se a espu s e que me muestra con or ullo las dos pistolas de plata que guarda en su cinturón: una adornada con la imagen de la Vir en e Gua alupe “no soy guadalupano pero sí le pido a veces: ya ves cu nto [ e su ri o]” unas inscripciones que icen “ La Tuta” “La amilia ic oacana” suspira “eso o era antes” la otra lleva el si no e Los aballeros emplarios tiene escrito “El Profe”. A pesar de lo rica y vasta que es la información que me permiten capturar mis encuentros de forma verbal, resulta aún más reveladora la posibilidad de observar interacciones cotidianas. Espero a que los radios de los 12 sicarios jóvenes arremolinados frente a una tiendita de un pueblo no muy lejos de Cuatro Caminos alivien mi angustia y finalmente emitan instrucciones de cómo acceder a otro encuentro. La señora el “encar a o” local e e e plaza) me ofrece Nescafé y rápidamente instala un ventilador para que “el üero no se muera de calor” —como si ésta fuera mi preocupación principal—. Uno de los sicarios saca una guitarra acústica y empieza a tocar canciones de amor acompañado por tres de sus compañeros mientras baja el sol. A decir verdad yo hubiera esperado una atmósfera más acorde con el permanente estado de emergencia que sugiere la perspectiva que generalmente se tiene en el exterior y 88 la cual suele surgir de datos escasos que nutren sin mayor ordenamiento la producción de narrativas mediáticas. ¿La insoporta ble levedad del ser (sicario)? No lo sé, pero en cualquier caso impresiona la capacidad humana de adaptarse incluso a las más severas circunstancias. O bien, no deja de ser fascinante el poder de la negación psicológica frente a las mismas. Esta levedad —inexplicable y a la vez inevitable — se evidencia, además, en las interacciones entre los miembros de dicha organización y la población civil, las cuales se dan de una forma mucho más normalizada de lo que uno podría sospechar. Asisto a una fiesta de gradu ación escolar en un rancho del municipio de Apatzingán, famoso por contar entre sus hijos a uno de los personajes que a ornan los anuncios i antes e “los m s busca os” en las autopistas que llevan a Michoacán. Tan alegre como los vestidos de fiesta de los niños y los banderines colorados que adornan el patio de la escuela en medio de este poblado, de apenas 15 cuadras de chozas, es la atmósfera que irradian los asistentes a la fiesta entre gritos y risas; por fin, es un gran día para los más pequeños y s us familias. Tan grande, parece, que no puede faltar la presencia de la autoridad fáctica. En medio de la multitud conformada mayoritariamente por mujeres y niños se hace notar la presencia de cada vez más hombres armados, sus pistolas mal ocultas en la pa rte trasera de sus jeans. Poco a poco los últimos son complementados con individuos más fuertemente armados. El hecho de que unos llevan rifles semiautomáticos con lanzagranadas montados, tampoco esta vez falla como indicador de que alguien de importancia está por llegar. Al bajar la persona en cuestión del convoy que ahora domina el espacio que antes quedaba libre en frente de la escuela, manda por mí: “ e quiere ver el patrón”. mpie a la pl tica en una mesa instala a a unos cuantos metros de la fiesta que entra en su fase más intensa y ruidosa. Se acercan, una y otra vez, asistentes a la fiesta. Ninguno muestra ni un ápice de miedo al saludar a uno de los criminales más buscados y a alguien que, según las leyendas terracalentanas, se come los corazones de sus enemi os “para que arse con su valent a”. Un par e ellos incluso se burlan e su aparente subi a e peso. Es en comunidades como la descrita, aquellas que constituyen el núcleo duro, no sólo operacional, sino también familiar del mundo templario, e n las que prevalece un fenómeno que se podría denominar como tolerancia pragmática. A menudo se asi na a la ierra aliente el estatus e una “tierra sin le ”. l contrario es justamente la falta de soluciones legales y cobijo por parte del gobierno lo qu e ha permitido a Los Caballeros Templarios presentarse como —así lo formularon sus líderes en entrevistas— “ e lo peor lo menos malo”. La provisión e un ra o mínimo de orden social, de ley fáctica —por ejemplo en forma de un sistema parajurídico que pro uce se ún in ormantes bene icios palpables como el e “ a [po er] e ar la puerta e la casa abierta otra ve ” — no se debe (solamente) a una “vocación e servicio al pró imo” como ase uró Na ario oreno Gon le en algún momento. Sigue, también y quizá s primordialmente, una lógica de 89 generación de legitmidad organizacional. En esta parte de su territorio Los Caballeros Templarios gozan de halo de protección social que los blinda de incursiones territoriales de actores enemigos como la Policía Federal y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Es perferible, para muchos, un malo conocido. Isabel, una informante que ha vivido la integración de su rancho al sistema territorial templario, dice que no comprende bien la necesidad que ven ellos de ocupar todas las estructuras comunitarias tanto como las de autoridad, que n ose que la iesta el pueblo aunque a ora m s pomposa “ a no es e nosotros”. ña e sin embar o que “al menos los conocemos”. oinci e la última postura con el intento de Los Caballe ros Templarios de construir la figura de los contras; es decir, miembros de organizaciones delictivas como la de Los Zetas o del CJNG, no sólo como enemigos de la propia organización sino también enemigos del pueblo michoacano. Se requiere, entonces, de un frente común en contra del agresor exterior. De la misma manera que otros in ormantes sabel constata que “si no te metes con ellos ellos no se meten conti o”. pesar e esto tal enten imiento mutuo no caracteriza el actuar de Los Caballeros Templar ios a lo largo de su territorio. Su proyecto de gobernanza alternativa —una designación que, como sostengo en referencia a autores como Harold Trinkunas y Anne Clunan, 4 más adecuadamente refleja la mutación de un fenómeno que ya es mucho más que el mero narcotráfico— est claro lleno e contra icciones. Discriminan entre “su san re” “los otros” comuni a es a las que estiman in eriores. l in al cabo se trata de un contrato social entre esi uales. Los que se resisten a “ser cura os” o bien a apo ar “la causa” me iante “contribuciones” tienen que asumir las consecuencias. En referencia a cierta población que públicamente se opuso a su reclamo de dominio, un líder templario ice en entrevista “Lo quer amos arre lar pero no se dejaron. Les decía que no se pasaran. Yo represento a todo Michoacán mientras que ellos sólo son unos pocos”. A pesar de haber sido exitosos al frustrar, al menos hasta el momento, las incursiones del gobierno federal así como las de otros actores gracias a los altos niveles de tolerancia social que gozan, el porvenir de Los Caballeros Templarios se encuentra bajo tensión a raíz de una dinámica que sus líderes no pudieron anticipar: la falta de capacidad —o bien de voluntad— de comprometer a todos los miembros de su organización a mantener el balance entre la explotación de recursos y la imagen como fuerza de orden. Uno de los líderes templarios explica que los abusos reportados se deben al hecho de q ue “no [pue en] curar a to os los muc ac os”. Los excesos e Los aballeros an esenca ena o el sur imiento e la resistencia civil que podría socavar su reconocimiento como el mejor de los males. La rápida proliferación de las policías comunitarias y de los grupos de autodefensa en su territorio podrían, finalmente, resultar en una trampa de legitimidad esencialmente autofabricada. n 90 Falko Ernst. Investigador predoctoral y profesor auxiliar en el Centro de Criminología de la Universidad de Essex, Inglat erra. . Ra linson 2008 “ ission impossible? Researc in or ani e crime” en R. D. King y E. Wincup (eds.), Doing research on crime and justice , segunda edición, New York, pp. 291-313. 2 . a aren o 2004 “ e crime-terror continuum: tracing the interplay bet een transnational or anise crime an terrorism” Global Crime, 6(1), 129145. 3 Ciertos nombres fueron cambiados por razones de seguridad. 4 A. L. Clunan y H. A. Trinkunas (eds.) (2010): Ungoverned Spaces: Alternatives to State Authority in an Era of Softened Sovereignty , Stanford University Press, Stanford. 1 Ilustración de Augusto Mora. LOS AGUJEROS DEL PACTO FISCAL Carlos Elizondo Mayer-Serra México enfrenta cada dos o tres años la discusión de una nueva reforma fiscal. Las leyes se han modificado mucho, 1 pero la capacidad de cobrar impuestos no ha cambiado gran cosa. En 1999 el gobierno federal recaudaba por 9.7 puntos del PIB. En 2012, después de dos reformas fiscales y una infinidad de cambios, recaudó 9.7 puntos. Varias razones que explican esta incapacidad de cobrar impuestos, pero una muy importante es que sin un mejor g asto público es difícil recaudar más. Dada la mala calidad del gasto público, la ciudadanía no suele creer en la mejoría en su nivel de vida a través de ese gasto. El pacto fiscal, entendido como el acuerdo entre los ciudadanos y el gobierno federal sobre quién paga cuánto en impuestos y cómo se gastan estos recursos, es la relación más importante entre sociedad y gobierno. Significa que el gobierno les quita recursos a los ciudadanos para devolverle bienes y servicios públicos. El pacto fiscal en México es el de una sociedad desigual. Un grupo no tan pequeño tiene libertad para no pagar los impuestos que se esperarían de su nivel de ingreso. Un grupo más amplio está en la informalidad, y su relación no es con el Estado como tal sino a través de sus emplea dos o representantes a quienes les paga para poder vender en la calle o hacer algún otro negocio (muchas veces ilegal). Este dinero no entra a las arcas del Estado, por lo que no se computa como 91 ingreso fiscal. Según Transparencia Mexicana, en 2010 los hog ares destinaron 32 mil millones e pesos en “mor i as”. n 2007 ue e 27 mil millones e pesos. 2 Finalmente, la mayoría de los ciudadanos no puede desarrollar todas sus potencialidades en buena medida por la falta de bienes y servicios públicos de calidad que la ayuden a romper el cerco de la desigualdad. Como lo ha argumentado Marcelo Bergman, 3 los causantes deciden cuánto pagar no sólo porque pueden ser sancionados, sino en función de su aprendizaje social sobre el valor que tiene pagar impuestos. En su decisión de pago importa a dónde se van las contribuciones y qué tan justo es el sistema ta nto en materia de impuestos como de gasto. En las sociedades donde el pago de impuestos es alto, el ciudadano ha internalizado las normas fiscales porque percibe que se le regresan con bienes y servicios públicos sus impuestos. Cuando la mayoría paga es má s fácil detectar a los que no lo hacen, con lo cual se entra en un círculo virtuoso. Este círculo se vuelve vicioso cuando el punto de partida es que muchos no pagan, ya que el sistema se percibe como injusto y el no pagar tiene una baja probabilidad de ser sancionado. En países como México el pacto fiscal aceptado socialmente es pagar lo menos posible, e incluso presumir qué tan poco se paga. 4 En los países donde hay reglas de asignación del gasto público progresivas y una buena capacidad administrativa para ejercerlo, la desigualdad disminuye en forma importante una vez que los impuestos se gastan en servicios públicos de calidad. Por ejemplo, mientras que Polonia tiene una tasa de pobreza relativa de 27% para finales de la década de los 2000 antes de la política fiscal, después de ésta baja a casi 12%. 5 En México y Chile el cambio es mínimo. Di sminuye de 24 a 21 en México, y de 22 a 19 en Chile (ver gráfica). Lo cierto es que se necesitan más impuestos para tener un Estado con los recursos suficientes para transferir apoyos y proveer bienes públicos que mejoren la inclusión de millones de mexicanos. Como ha escrito John Scott, las esi ual a es en xico “implican que una parte el pa s vive con niveles e ingreso, educación y salud dignos de los países más ricos del mundo, mientras que otra sobrevive en el extremo opuesto de la distribución mun ial”. 6 Para quienes viven en la pobre a la esi ual a “tiene consecuencias personales concretas catastróficas: vidas infantiles truncadas, oportunidades de vida frustra as”. 7 La desigualdad dificulta un mayor crecimiento, ya que algunos de los activos del pa s “el talento la creativi a la ener a e la población” no se aprovec an bien pues una parte e la población “no cuenta con activos m nimos su icientes para acce er participar pro uctivamente en los merca os”. 8 Durante sus más de 70 años de gobierno el PRI, como heredero de una revolución social, podía gobernar recaudando poco y proveyendo pocos bienes públicos. En este equilibrio podía gobernar. La base de su coalición gobernante eran los grupos 92 bien organizados, entre ellos los sindicatos del sec tor público. El votante importaba poco. Fue una presión de gasto no acompañada de un mayor ingreso que se dio a partir de 1970 lo que llevó a las sucesivas devaluaciones y a final de cuentas a la pérdida del poder en el año 2000. El gobierno de Enrique Peña Nieto tiene que conciliar el cumplir sus muchas propuestas hechas a lo largo de la campaña con una reforma fiscal que pueda recaudar los recursos necesarios para pagarlos. La campaña fue una serie de propuestas bien documentada, 264 según el sitio de in ternet del nuevo presidente. Prácticamente todas son compromisos de gasto. 9 La más onerosa es la propuesta de introducir en México una seguridad social universal cuyo costo s e ha calculado en 5.69 puntos del PIB con datos de 2008. Como lo dijo en campaña Peña, su reto es aumentar la recaudación. El reto político no es tanto sumar los votos en el Congreso, dado que no tiene mayoría en el Senado, pero sólo requiere 11 votos para lograrla. Lo más complicado va a ser convencer a la ciudadanía de que más ingresos públicos son deseables. Antes de pedirle a la sociedad más recursos, el nuevo gobierno debería mostrar que puede gastar mejor. Esto implicaría atacar el problema de la co rrupción con medidas claras y sin exceptuar a nadie, no solamente a nivel federal, sino con reglas nuevas a nivel estatal y municipal. 93 Una de las primeras medidas legislativas del presidente electo fue mandar, el 15 de noviembre del 2012 una iniciativa co n ese objetivo: crear una comisión anticorrupción. Se dijo que se aprobaría rápidamente. Al momento de escribir este texto, 30 de julio de 2013, aún no ha sido aprobada. Para poder justificar más impuestos se requiere también enfrentar todos los gastos excesivos o inútiles en que incurre el gobierno, incluido el exceso de gente y de salario. Nada de esto ha sucedido. Sería necesario, también, modificar los arreglos sindicales que permiten a un trabajador cobrar y no trabajar gran cosa. Las pensiones en el sector público para 2012 costarán 395 mil millones de pesos. El ciudadano tiene información de sobra sobre estos excesos. Si Peña Nieto quiere mayores impuestos, tiene que mostrar primero que logrará reformar el régimen de control del gasto. Tiene también que actuar en forma decisiva contra algunos de los personajes evidentemente más corruptos de nuestra clase política, no importa de qué partido sean, aunque varios de los más notables son de su partido. Un análisis minucioso de cada partida presupuestal debe ser el punto de arranque de cualquier aumento de impuestos. El gobierno está obligado a hacer este ejercicio y convencer a la sociedad de que se hizo bien. Antes de lograr una seguridad social universal hay que mostrar que la existente, por la cual ya se pagó, le proporciona al derechohabiente el servicio que se merece y que no tiene que acudir a la medicina privada para resolver sus problemas de salud. Una forma de distribuir mejor los recursos públicos es hacerlo mayoritariamente a través de transferencias en efectivo. Paul Segal ha mostrado que si el ingreso 94 petrolero se distribuyera en forma equitativa entre todos los mexicanos, a la par de eliminar los subsidios a las gasolinas y diesel y luego se compensara la pérdida fiscal de los recursos que hoy aporta Pemex con mayores impuestos distribuidos como se distribuyen ahora, los mexicanos más pobres estarían mejor y la desigualdad se reduciría en forma notable. 1 0 John Scott ha hecho una propuesta análoga. Dado que una gran proporción del gasto público concentra el ingreso en lugar de distribuirlo, hay que pensar en fórmulas muy distintas de gasto. Una opción es usar transferencias universales (TU) para distribuir a todos los mexicanos en el segmento que se desee un recurso monetario, ya sea para quienes van a la escuela o para quienes tienen más de cierta edad. Ésta puede ser incluso sólo para quienes están en edad laboral, dado que su bajo ingreso no se explica fundam entalmente por no trabajar, sino por no tener el capital humano para poder tener un buen ingreso. En este contexto, en palabras e o n cott “una U m nima po r a usti icarse me or para a ultos en edad laboral sin activos y para niños que para adultos m a ores”. 1 1 Las transferencias universales pueden ser la forma más barata de eliminar la pobreza y disminuir la desigualdad, dado que todo mecanismo de focalización es costos o e inexacto, siempre deja a muchos fuera. Sin embargo, el punto de partida no puede ser una dádiva a cambio del voto, sino un derecho, ya sea universal o definido, pero dirigido a un cierto grupo vulnerable y fácil de identificar. Ahora bien, para acced er a cualquier derecho que implique transferencias de recursos se requiere que los ciudadanos cumplan con sus obligaciones. La primera es exigir al ciudadano beneficiado inscribirse en el padrón fiscal, tramitar su RFC y que éste sirva para agregar la info rmación que recibe cualquier mexicano del gobierno, ya sea transferencias, contratos o simplemente porque sea empleado de cualquier nivel de gobierno. El RFC tiene que basarse en datos biométricos, para que no haya duplicidades ni falsificaciones. Este padrón, como en todo sistema impositivo, también tendrá que agregar todos los otros ingresos que recibe el ciudadano. No es nada original. No puede haber un Estado fuerte si no tiene un registro confiable de sus ciudadanos, de sus propiedades y de sus vehícul os. Es como se hace en otros lugares del mundo. Un sistema fiscal que tenga la información de todos los ciudadanos puede servir para formalizar la economía de tal suerte que la relación ciudadano -Estado no sea una relación basada en la corrupción y las re laciones personales. Un buen sistema de información de este tipo sirve para saber si realmente los ingresos que se tienen no alcanzan para pagar la parte proporcional de impuestos que debería de corresponderle o si le corresponde para recibir apoyos gubern amentales. Por ejemplo, en Estados Unidos, para saber si un estudiante requiere beca, basta que presente su declaración de impuestos. Un buen registro del contribuyente sería la 95 base para formalizar la economía y hacer que quien tenga posibilidades contrib uya en forma proporcional y equitativa. Este sistema serviría también para detectar ingresos inexplicables de funcionarios corruptos o de sus prestanombres. Un tema central es el de las pensiones de los trabajadores del sector público, federales, estatales, y de las distintas empresas paraestatales. En 2012 costaron cerca de 400 mil millones de pesos. Esta cantidad es casi el 30% de todos los impuestos que se esperaban recaudar en 2012. 1 2 Se trata de compromisos que tienen las empresas paraestatales, el gobierno federal, los gobiernos y universidades estatales, y el IMSS como patrón con sus trabajadores. Se calcula que hay 4.1 millones de pensionados en los más de 105 sistemas públicos de pensiones. No están bien financiados, no se ha hecho el ahorro necesario para ello. En 2010 el pasivo laboral de esos sistemas de pensiones era un poco más que el valor total del PIB. Sirva como referencia que la deuda total del gobierno mexicano para esa fecha era de 31% del PIB. 1 3 Un caso revelador de esta inequidad es el del IMSS. De acuerdo con su Informe al Ejecutivo Federal y al Congreso de la Unión 201 0-2011, se tiene proyectado que su déficit de operación pasará de poco más de 16 mil millones de pesos en 2012 a casi 140 mil millones en 2025. En parte es resultado de un pobre crecimiento del empleo y un aún menor crecimiento de la cotización, dado que e l salario real o el declarado es menor que antes. Durante 2010 crecieron los afiliados al IMSS en 5.7%. 1 4 Las cuotas sólo lo hicieron en 2.9%. Pero una buena parte de esto l o explica el costo anual de las pensiones de los trabajadores del IMSS, el cual pasará de casi 226 mil millones en 2012 a 357 mil millones en 2025. 1 5 Esto es tan caro porque los trabajadores del IMSS tienen la pensión de cualquier afiliado al IMSS más un régimen especial adicional mucho más generoso y no hay reservas para pagarlas. Este sistema ha costado en pensiones de 1966 a 2010 la cantidad de 470 mil millones de pesos. Sólo 9% de ese gasto lo aportó el trabajador. El resto lo tuvo que pagar el IMSS, cuyo presupuesto depende en poco más de un 75% de las cuotas obrero-patronales de sus afiliados. 1 6 El crecimiento en el pago de pensiones de 2006 a 2012 ha sido de 11% anual. 1 7 Es un crecimiento no sostenible. En una reunión del Consejo Técnico realizada en agosto de 2010 —cuya grabación luego fue filtrada a la prensa —, el director de Finanzas del IMSS, Eduardo González Pier, avalado por Daniel Karam, expuso entre lo m s rave que “ a una mu alta probabili a e que el nstituto no ten a para pagar sus nóminas, o a finales de 2012 o a principios de 2013. Estamos ablan o e no comprar me icinas. No vamos a po er pa ar la nómina […]”. 1 8 En esta reunión la dirección del IMSS puso so bre la mesa la liquidación de los casi 320 mil trabajadores del Instituto y su recontratación para ahorrar pensiones, 96 así como la depuración y fiscalización de las nóminas activa y de jubilados para disminuir su costo excesivo. Al respecto, Eduardo Gonzále ier aña ió “no omito recordar que la opción más drástica, aunque muy difícil, es liquidar a la población, los 319 mil trabajadores que tenemos ahorita; liquidar a todos los trabajadores del IMSS cláusula 56, que es la cláusula que da 150 días más 50 po r año [ ] cuesta 152 mil millones [ e pesos]”. 1 9 Asimismo, existen todo tipo de abusos que encarecen las ya de por sí muy generosas pensiones. En palabras de González Pier, por e emplo las “viu as que a no son viu as o u r anos que a tienen m s e 25 años”. s tambi n absur o que se retiren “ciru anos e 55 años e e a ” 2 0 que dejan al Instituto con una pérdida de capital humano. Para 2012 el total de jubilados que el IMSS tendría en nómina será de 230 mil. 2 1 Nuevamente en las palabras del director de Finanza s se ún la a cita a iltración “ o o lo que ingresa adicional cada año el IMSS por sus ingresos de ley se va íntegramente y no alcanza a pagar los incrementos de las dos nóminas, la de activos y la de jubilados; no queda un solo peso para aumentar el gas to en materiales y suministros servicios enerales”. 2 2 Los errores y abusos del pasado se están comiendo una parte creciente del gasto y será mayor si no hacemos algo ya. En un reciente libro de Pedro Vázquez Colmenares, que es lectura obligada para cualquiera interesado en el tema, se menciona que podría haber un incumplimiento en el pago de las pensiones entre 2012 y 2018 debido a una acumulación de gasto de tres billone s de pesos. 2 3 Propone algunas salidas para enfrentar esto. No las comparto todas, pero es un tema que debemos discutir y resolver antes de pedirle más impuestos a los mexicanos. De no hacerlo, una buena parte de los recursos adicionales se irán a pagar generosas pensiones para nuestros burócratas. Ahora bien, no sólo importa la calidad del gasto. La recaudación se debe percibir como justa. Esto requiere equidad horizontal y progresividad del sistema impositivo. La equidad horizontal significa que los impuestos deben ser generales para todos los que estén en una situación análoga, esto es particularmente importante en los dos impuestos de base amplia que conforman la base de casi todos los sistemas tributarios de los países OCDE: el ISR y el IVA. Quienes tengan un mismo nivel de ingreso o de consumo deben pagar proporcionalmente lo mismo. No es el caso mexicano. Para lograrlo se requieren impuestos generales con las menores excepciones posibles y, en el caso del ISR, las menores deducciones y exenciones. Esto implica una suerte de IETU, sin excepciones, con una cierta progresividad, y que sustituya el ISR a la tasa correcta para recaudar lo mismo que hoy recaudamos. También se requiere un IVA generalizado a una tasa más baja que la actual, para que recaude lo mismo que hoy. Estas reformas son independientes de la necesidad de obtener más ingresos. Aun de no buscarse más ingresos, debería hacerse para 97 darle equidad al sistema, con lo cual la tasa sería menor para quienes hoy pagan. De querer más ingresos, sería cuestión de subir las tasas, una vez aplicados estos impuestos generales. La segunda arista de la equidad tributaria es la progresividad de los impuestos, en particular el ISR, ya que el IVA tiende a ser regresivo en términos relativos, por gravar el consumo, que suele ser una mayor proporción de los ingresos entre más pobre sea el ciudadano; el pobre no tiene muchas posibilidades de ahorrar. En México se ha sugerido por analistas y agencias multilaterales hacer generalizado el IVA, pareciera que una salida que va explorar el nuevo gobierno es aumentar las tasas del ISR. Como ya vimos la tasa máxima de ISR se alcanza muy rápido, con ingresos relativamente bajos, y es men or a la de muchos otros países. ¿Es deseable aumentarla? ¿Es posible? Si bien tiene lógica política y de equidad buscar mejorar el ingreso por el lado de los impuestos progresivos, no está de más recordar el argumento de Timmons ya citado. Los países con gasto más progresivo son los que recaudan más en impuestos al consumo que son regresivos. Parecería que es más fácil cobrarle a quien le regresas en impuestos ese gasto, aunque requiere una capacidad de gasto de calidad, para no terminar como Brasil con r ecaudación de país OCDE europeo, con niveles de desigualdad de América Latina. Al nivel federal, gracias a los pesos y contrapesos que desde 1997 implicó que el presidente no controlara la Cámara de Diputados, hubo un avance importante en transparencia y rendición de cuentas, aunque muy poco en calidad del gasto. No parece ser casualidad que desde que el presidente perdió el control de la Cámara de Diputados en la elección de 1997 dejamos atrás las crisis de fin de sexenio, asociadas con exceso de gasto pú blico en los años finales del sexenio. Esto es lo que ahora sucede en muchas de las entidades en que un solo partido tiene una clara mayoría y no tiene pesos y contrapesos. Mientras no se modifique este punto de partida, será muy difícil cambiar el pensa miento del contribuyente que se resiste a aceptar mayores impuestos. Peor aún dado que las entidades no recaudan casi nada, siendo altamente dependientes de los transferencias federales, y con frecuencia al final del sexenio se descubre una deuda gigante y desvíos importantes. Existe un gran potencial para incrementar la recaudación en los estados. Los gobiernos locales en México recaudan mucho menos que el de otras federaciones y que la mayoría de los países OCDE, incluso muchos de los cuales no son federaciones. Los gobiernos locales en México gastan casi 50% de todos los recursos públicos, pero recaudan menos de 10% de lo que gastan. Los gobiernos 98 locales de otros países que gastan tal proporción del gasto público total recaudan, como mínimo, 15% del total, que es el caso de Corea del Sur, hasta el 40%, como en Estados Unidos. En otros países donde los gobiernos locales recaudan tan poco como México, la proporción del gasto público total a su cargo es de alrededor de 15%, como en Portugal, o hasta menos de 10%, como en el caso de Grecia. 2 4 Con la transición democrática el porcentaje del gasto público total pasó de poco más de 20% a casi 40%. Pero los ingresos casi no aumentaron. Los ingresos locales no llegan a 5% del total y el impuesto que más recauda, el de nómina, es un impuesto al trabajo. Por el lado de impuestos a la propiedad México recauda poco, siendo un gravamen que puede ser muy progresivo cuando se grava adecu adamente. Por concepto de predial México recauda 0.2% del PIB, menos que otros países de América Latina, como Chile que recauda 0.6% del PIB y mucho menos que países como Canadá, Estados Unidos y Francia que recaudan más de 2 puntos del PIB por ese concepto. 2 5 Los gobiernos locales no hacen el esfuerzo de recaudar, prefieren presionar al gobierno federal para que incremente las transferencias de recursos federales. No sólo no ha subido el predial en casi ninguna entidad, sino que la única facultad tributaria reciente que han adquirido las entidades, la tenencia, en muchos estados optaron por quitarla o reducirla. Hasta 2011 se trataba de un impuesto federal cuyos ingresos totales se iban a entidades. Con un decreto presidencial en 2010, que hizo efectiva la reforma pasada por el Congreso el 21 de diciembre de 2007, ahora es facultad de las entidades definir tasas y mecanismos de cobros. Entró en vigor en 2012. 30 entidades lo eliminaron o acotaron. 2 6 Incluido el gobierno capitalino, el cual obtuvo en el año 2011 cinco mil 74 millones de pesos por concepto de tenencia, mientras que en 2012 espera ba obtener sólo mil 648 millones de pesos, los cuales serán pagados por los propietarios de automóviles cuyo valor sea mayor a 350 mil pesos. 2 7 Prevalece la lógica de mejor pedir dinero a la Federación. Por ello, se debe revisar y modificar el pacto fiscal entre Federación y entidades. Los controles en el gasto federal deben incrementarse y hacerse extensivos a todo recurso público. Pero el mayor cambio de fondo sería que u na buena parte de los ingresos de las entidades fueran recaudados por ellas mismas, para que sus ciudadanos presionen a los gobiernos locales por un mejor uso de los recursos que les quitan. Los recursos federales sólo deben apoyar a las entidades más po bres, con una estricta rendición de cuentas. Esto permitiría incluso bajar las tasas de los impuestos federales. El resto lo deben de recaudar los estados a través de impuestos locales, como un ISR o IVA local, que han rechazado cuando se les 99 ofrece, o un mayor impuesto predial. Así funcionan casi todas las federaciones: financian una parte importante del gasto con sus propios impuestos y esto permite una relación más directa entre ciudadano que paga impuestos y ejecutor del gasto. Por varias décadas México ha tratado de incrementar sus recursos fiscales a través de innumerables cambios legales. Durante las sucesivas crisis fiscales que arrancan en 1982, el objetivo central era balancear las cuentas públicas. Pero los incrementos logrados fueron menores y nunca sostenidos. El ajuste se hizo sobre todo por el lado del gasto. Más tarde, ya durante los gobiernos del PAN y con estabilidad macroeconómica, los cambios fiscales tenían por objetivo poder ampliar el gasto público, sobre todo el social. Pero tampoco se lograron incrementar los recursos tributarios. Para ello hay que mejorar la calidad del gasto público, enfrentar gastos innecesarios o difíciles de justificar. Se debe cuidar sobre todo que en materia de gasto público los derechos generales tengan prio ridad sobre los particulares. Esto incluye que los derechos, prestaciones y pensiones de los trabajadores del sector público no sean superiores a los de los demás trabajadores formales ni que reciban un salario sin que lo desquiten adecuadamente. Se requie re también hacer un sistema tributario más equitativo y reformar el pacto fiscal con la Federación. Ninguno de estos cambios es fácil de hacer, pero no enfrentarlos ha llevado a no poder incrementar la recaudación. La desigualdad de México requiere un Es tado con más capacidad de proveer bienes públicos de calidad y transferencias mínimas para los mexicanos más pobres. n Carlos Elizondo Mayer-Serra. Profesor del CIDE. Su más reciente libro es: Con dinero y sin dinero… nuestro inefi az, injusto y pre ario e quilibrio fiscal. Una primera versión e este texto se presentó en el seminario “ e olitical conom o ax Re orm in Latin merica” celebra o en el Wilson enter Washington DC, el 11 de diciembre de 2012. Ese texto también fue discutido en el seminario “ l uturo el sta o ocial” en el nstituto e nvesti ación en Política Pública y Gobierno del Centro Universitario de Ciencias Económicas y Administrativas (CUCEA) de la Universidad de Guadalajara, el 22 de febrero de 2013 y en la Latin American Studies Association (LASA) en Washington DC, en ma o 31 e 2013 en la mesa “ ocial ontract oun ations o exico’s Youn Democrac t e Role o iscal an ccountabilit unctions”. ra e co los valiosos comentarios de los participantes en estos eventos, en particular a Marcelo Bergman y Laurence Whitehead. 100 1 Si consideramos las modificaciones a leyes fiscales, sólo han existido tres reformas de consideración después de la creación del IVA en 1980; en 1990 cuando el IVA se hizo un impuesto federal, 2001 con las reformas mínimas que logró impulsar Fox y 2007 cuando se creó el IETU y el IDE. Todas las demás modificaciones sólo incidieron en las tasas de diversos impuestos m ediante mo i icaciones a trav s e las miscel neas iscales. V ase “ e allero por re ormas iscales” El Economista, 17 de marzo de 2011. 2 Transparencia Mexicana, Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno 2010, http://bit.ly/19ACkHl 3 Marcelo Bergman, Tax Evasion & the Rule of Law in L atin America. The Political Culture of Cheating and Compliance in Argentina and Chile , The Pennsylvania State University Press, USA, 2009. 4 Ídem. 5 Income distribution-Inequality-Country tables, OCDE Stat Extracts, http://stats.oecd.org/Index.aspx (consultado el 19 de junio de 2012). 6 John Scott, Protección Social Universal, CIDE, México, marzo 2012, p. 1. 7 Ídem. 8 Ídem. 9 http://www.enriquepenanieto.com/paginas/compromisos Paul Segal, “El petróleo es nuestro”: T e Distribution of Oil Revenues in Mexico, James Baker III Institute for Public Policy Rice University y University of Oxford, abril, 2011. http://bakerinstitute.org/publications/EF -pub-SegalDistribution 10 04292011.pdf 11 John Scott, op. cit., p. 23 Ley de Ingresos de la Federacion para el ejerci cio fiscal de 2012, Camara de Diputados, Nueva Ley DOF 16-11-2011. Disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LIF_2012.pdf 13 Pedro Vázquez Colmenares G., Pensiones en México: La próxima crisis, México, Siglo XXI editores, 2012, pp. 24, 34 y 127. 14 Ibíd. p. 47. 15 ar arita Ve a “ lantean en espi o masivo” Reforma, 2 de febrero de 2012, sección nacional, p. 3. Véase también: IMSS, Informe al Ejecutivo Federal y al Congreso de la Unión sobre la situación financiera y los riesgos del Instituto Mexicano del Seguro Social 2010-2011, México, IMSS, 2011 http://www.sntss.org.mx/es/documentos/informe_financiero_2010_2011.pdf 16 Pedro Vázquez Colmenares G., op. cit., pp. 97 y 105. 17 Ibíd. p. 53. 18 Margarita Vega, op. cit., p. 3. 19 Ídem. 20 Ídem. 21 Ídem. 12 101 22 Ídem. Pedro Vázquez Colmenares G., op. cit., pp. 32-33. 24 Véase OCDE, Estudios económicos de la OCDE, México , mayo 2013, gráfica 3.3, p. 103. 25 Ibíd., gráfica 3.8, p. 115, y gráfica 3.9, p. 117. 26 “ enencia ve icular 2012” nota n ormativa número 03 el entro e stu ios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, 30 de enero de 2012, http://bit.ly/OXMBTf (consultado el 23 de julio de 2012). 27 Óscar el Valle ilar Guti rre “ stiman mil m p para el en 2012” en Reforma, 24 de diciembre de 2011. 23 Ilustraciones de David Peón. EN DEFENSA DEL CONTRIBUYENTE Leo Zuckermann Cuando Héctor Aguilar Camín me preguntó si quería escribir un artículo sobre la inminente reforma hacendaria, le dije que sí pero que fuera desde un punt o de vista del contribuyente. Este es, entonces, un alegato desde la óptica de aquellos que pagamos impuestos en México. Parto del supuesto de que si el gobierno quiere subirnos los impuestos, debemos exigir algunas condiciones. A continuación menciono tres que me parecen indispensables. Primera condición: Saber los impuestos que pagamos . Una abogada canadiense me contó lo bien que funcionaba el Estado de bienestar en su país: un buen sistema de salud público, educación gratuita de calidad, pensiones digna s, etcétera. Pero todo esto, me dijo, cuesta mucho. Ella pagaba 50% de sus ingresos en impuestos. Recuer o cómo me lo contó “la mita el año e enero a unio traba o para el obierno a partir e ulio para m ”. e ustó esta manera e ilustrar el tema fiscal: del año que laboramos, ¿cuántos meses lo hacemos para el Estado? ¿Usted lo sabe? Simplificando, los contribuyentes pagamos dos tipos de impuestos: sobre lo que ganamos y lo que gastamos. Comencemos con los primeros. Si uno es persona física contratada por una empresa, ésta le retiene el Impuesto sobre la Renta (ISR) y se lo paga directamente al fisco. Gracias a eso, muchos contribuyentes no saben cuánto pagan. Se los informan en sus recibos, pero no existe, a diferencia de otros países, una tradición del contribuyente de ver cuánto le dieron al gobierno. En Estados Unidos, por ejemplo, cuando contratan a una persona, le informan su sueldo bruto (antes de deducir los impuestos). En México, en cambio, las contrataciones se hacen en términos netos, es decir, después de la retención 102 impositiva. Esta tradición esconde lo que el contribuyente paga de impuestos. La verdad es que los empleados raramente se dan cuenta de la tajada que se lleva el Estado. Esto tendría que cambiar. Se me ocurre lo siguien te. En cuanto la empresa pague los impuestos que retiene al empleado, el Sistema de Administración Tributaria (SAT) debería notificar —por correo electrónico, mensaje SMS o correo físico, según le convenga al contribuyente — cuánto pagó de impuestos ese mes. La comunicación ebe ser lo m s clara posible con letras bien ran es “ eñor contribuyente, el SAT le informa que este mes usted pagó tanto dinero. Muchas racias por cumplir.” En el caso de las personas que ganan por honorarios, parte del ISR lo re tiene la empresa a la que realizó el trabajo. El resto lo tiene que pagar el contribuyente directamente al SAT dependiendo las deducciones que tenga. Esto, de nuevo, oscurece el pago de los tributos. Tan sólo hay que preguntarle a una persona que está en este régimen fiscal cuántos impuestos paga para darse cuenta que no tiene ni idea. También habría que informárselo con toda claridad con tres comunicaciones: cuánto pagó la empresa que le retuvo el impuesto, cuánto él y el total. Finalmente, está el caso de las empresas. Aquí el asunto es aún más difícil. En el sexenio de Fox el SAT implementó el pago de impuestos provisionales por internet. Funcionaba de maravilla: era sencillo y eficaz. No obstante, en el camino, como suele ser el caso de las burocracias , lo fueron complicando, sobre todo cuando entró en vigor el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) durante el sexenio de Calderón. El ISR iba sobre las ganancias y el IETU sobre el flujo de efectivo. Había, entonces, que llevar dos contabilidades. El tr ámite de pagar se volvió engorroso. Era imposible hacerlo sin un contador. Luego se implementó el “pa o re erencia o” que i o aún m s i cil pr cticamente imposible que un contribuyente pagara sus impuestos vía internet sin tener que recurrir al contad or. En suma, para una empresa, chica, mediana o grande, se ha vuelto un galimatías saber cuántos impuestos se pagan. Hay varios regímenes, tablas y pagos provisionales. A veces, en un mes, se paga de más, lo que luego se puede acreditar; a veces, se paga de menos, lo que cuesta actualizaciones y recargos. Pregúntele usted a un empresario cuánto paga de impuestos (yo lo hago seguido) y bien a bien no lo sabe por la convivencia de dos tributos (ISR y IETU), amén de las reglas que siempre van cambiando. En cuanto a los impuestos sobre lo que gastamos, resulta que, por ley, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) es parte del precio de todos los bienes y servicios que consumimos. Esto esconde, una vez más, cuánto pagamos. Un ejemplo. Si una 103 persona quiere comprar un coche en México, le dan el precio que incluye el IVA. Sólo hasta que se lo facturan se entera que el 16% de lo pagado se lo va a llevar Hacienda. En Estados Unidos, en cambio, en la agencia le dan el precio antes de impuestos. La persona sabe que a eso hay que sumarle el impuesto sobre las ventas (que varía en cada estado) por lo que tiene que sacar una calculadora para ver cuánto es el total. De esta manera le queda claro cuánto va a dejarle al gobierno al sacar el coche de la agencia. Con el sistema que tenemos en México, del IVA incluido en el precio total, ¿acaso sabemos cuánto le dejamos al gobierno mes con mes en este impuesto? Desde luego que no. Ergo, si queremos más claridad en lo que pagamos de IVA, habría que modificar la ley para que el impu esto no sea parte del precio total, de tal suerte que, por ejemplo, cuando comiéramos en un restaurante, digamos que con una cuenta de mil pesos, el mesero nos cobrara mil 160 pesos porque Hacienda se va a llevar en esa transacción 160 pesos. Y así en todo s y cada uno de los 104 consumos que hiciéramos día con día. Si el gobierno quiere subirnos los impuestos, como contribuyente, la primera condición que propongo es un régimen donde sepamos con claridad cuánto le pagamos al gobierno. No se vale un sistema hech o para esconder la realidad. El día que la mayoría de los mexicanos sepamos cuánto pagamos de impuestos, tendremos contribuyentes con otra actitud. Nos convertiremos en ciudadanos más pendientes de cómo los gobernantes se gastan nuestro dinero. Segunda condición: Informar en qué se gastan los impuestos al centavo . Voy ahora a otra historia también relacionada con impuestos y con Canadá. Conocí a un mexicano que tenía un departamento en Whistler. Esta ciudad, conocida por su increíble montaña para esquiar, es espectacular: todo los servicios públicos funcionan a la perfección. No es gratuito. El mexicano me enseñó su recibo del impuesto predial. Pagaba una fortuna cada mes. Era, de lejos, su gasto mayor. Ahora bien, junto al recibo de la municipalidad venía un informe pormenorizado e to os los astos al centavo que i o la alcal a en el mes. “ or lo menos aqu sabes en qu se est n astan o el inero” me i o el paisano. Tiene toda la razón. Parte del pacto fiscal entre el contribuyente y su gobierno es saber en qué se gasta el dinero de los impuestos. Insisto: al centavo (salvo todo lo que tiene que ver con asuntos de seguridad nacional donde, ni modo, no conviene revelar estas partidas). En México me temo que estamos todavía en pañales. Ciertamente, con la llegada de la democracia, y sobre todo con la Ley de Transparencia aprobada en el sexenio de Fox, se ha avanzado. Pero todavía hay mucho camino que recorrer. No queda nada claro cómo gastan, por ejemplo, los gobiernos de los estados y municipios. O los partidos políticos. O los sindicatos que reciben dinero público. O las bancadas en las cámaras de Diputados y Senadores. Hace poco, por ejemplo, nos enteramos de lo que gastó el grupo parlamentario del Partido Acción Nacional en el Senado. Habían comp rado cigarros, shampoo, condones, joyas, botellas de ron, artículos de lujo de la marca Louis Vuitton y hasta chicles. Habían pagado servicios de tintorería, boleadas y múltiples comidas en los mejores restaurantes. Fue un grupo de panistas el que filtró e sta información para golpear a otro grupo de adversarios de ese mismo partido. De no haber habido pelea, nunca nos hubiéramos enterado de los gastos, como no sabemos en qué se gastan el dinero los senadores del PRI o del PRD. A los panistas hay que reconocerles que llevaban muy bien sus cuentas. Al centavo, como debe ser. Pero estos reportes deberían ser públicos e incluso enviarse a los contribuyentes para que supieran en qué se está gastando su dinero. 105 En pocas palabras, seguir el ejemplo de Whistler: re portes pormenorizados y no consolidados que esconden la realidad. Si el gobierno quiere subirnos los impuestos, como contribuyente, la segunda condición que propongo es un régimen de transparencia total de los gastos del gobierno en absolutamente todos los rubros, salvo en el de seguridad nacional. El día que la mayoría de los mexicanos sepamos en qué se gastan nuestros impuestos seremos ciudadanos con más ganas de contribuir, siempre y cuando tengamos la sensación de que se está gastando bien. Tercera condición: Meter en la cárcel a los que se roban los impuestos . En México hay que hojear un poco la prensa para darse cuenta de los múltiples abusos que se cometen con el dinero de los contribuyentes. El problema es que no se castigan. Por ahí, de vez en cu ando, unos funcionarios son suspendidos. Otros políticos son defenestrados debido al escándalo público. Lo que está ausente es la mano de la justicia mexicana. En la opinión pública existe la percepción de que muchos funcionarios se enriquecen a costillas del contribuyente: ex secretarios de Estado, ex gobernadores, ex presidentes municipales, ex jueces o ex directores de paraestatales. ¿Cuántos de estos tipos, de los que existen amplias sospechas, son investigados, procesados o condenados? Prácticamente ninguno. En este momento hay dos casos. El del ex gobernador de Tabasco, Andrés Granier, y el de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso Femat. El primero tiene un auto de formal prisión para ser procesado. El segundo está libre gracias a un amparo. No voy a entrar a los detalles de estos dos asuntos. Sólo vale la pena decir que no me sorprendería que, después de muchos años de litigio, nos enteremos que el Estado no tuvo pruebas para sentenciarlos. Un Estado que no castiga a los funcionarios y políticos corr uptos es un Estado que no tiene derecho a cobrar muchos impuestos. Por una razón: ¿qué garantía tenemos los contribuyentes de que no se están robando nuestro dinero, es decir, nuestro trabajo? Es cierto: en todos lados del mundo hay corrupción. Pero tamb ién es cierto que en los lugares donde se cobran más impuestos —digamos los países escandinavos, Canadá o el Reino Unido— son países donde hay muy poca tolerancia a los corruptos. La autoridad está haciendo constantemente investigaciones especiales para encontrar las manzanas podridas antes de que éstas pudran a las demás. Aclaro en este punto que los presuntos culpables de robarse el dinero de los contribuyentes tienen que ser investigados, procesados y juzgados respetando su derecho al debido proceso. Pero, caray, que se haga algo porque en México hay la 106 sensación de que no se hace nada. Si el gobierno quiere subirnos los impuestos, como contribuyente, la tercera condición que propongo es un régimen de investigaciones que lleve a los corruptos a la cárcel. Esto, por un lado, mandará un mensaje disuasivo a aquellos funcionarios con la tentación de abusar del dinero público y, por el otro, una señal muy positiva a los contribuyentes de que su dinero está siendo bien utilizado. El día que la mayoría de los mexicanos veamos que se castiga a los corruptos, seremos ciudadanos más satisfechos con nuestro pacto fiscal. n Leo Zuckermann. Politólogo. Profesor afiliado del CIDE. Conductor de Es la hora de opinaren FOROtv y de Artículo sexto en Radio Fórmula, columnista de Excélsior. Ilustración de David Peón. EL SANTO QUE NO CREÍA EN DIOS João Ubaldo Ribeiro La siguiente pieza de ficción, hasta ahora inédita en español, del escritor João Ubaldo Ribeiro, forma parte de la antología Invención de la realidad de próx ima aparición (Cal y arena, 2013). De este muestrario de 18 autores, jóvenes y consagrados, del cuento brasileño contemporáneo, elegimos este relato imposible. Tenemos varias especies de peces en este mundo, ahí está el pez que come lodo, el pez que come cucarachas de mar, el pez que vive tomando sopa sorbiendo el agua, el pez que, cuando ve a la hembra embarazada poniendo huevos, no se puede contener y agitando la cola llena el agua de esperma por aquí y por allá y el agua se vuelve lechosa; tenemos al pe z que persigue los metales brillantes, unas caballas que brincan hacia fuera tan bien como las lisas, unas corvinas casi atómicas, tenemos por ejemplo el niquim o pez sapo, conocido por toda la costa del Recóncavo, un pez que no solamente fuma cigarros y p uros, y prefiere los Tálvis y los Continental sin filtro, hoy desaparecidos, pero que también aguijonea peor que una mantarraya a quien le hurga las partes, provocando fiebre y escalofríos, eventualmente chorrillo, y tantas cosas; tenemos a los peces tibur ones y a los cazones, que nunca pueden parar de nadar para no morir ahogados. 107 Es chistoso que yo sepa tanto de peces y casi no pesque ninguno, pero lo entiendo. Los peces pequeños para moqueca 1 son: el carapicu, el garapau, el chicharro y la sardina. Entremezclados, pueden caer el baiacu y el barriga me-dói, de los cuales el primero es venenoso y el segundo ocasiona caca suelta y cólicos. Desde un puente igual a este, que ya tuvo épocas mejores, podemos esperar también peces de más de un palmo, pero menos de dos, que por aquí pasan, según lo que diga el rey de los peces, según esto o lo otro. Un budião, un cabeçudo, un frade, un barbeiro. Puede ser un robalo o una aguja o aun una morena, eso es difícil. Lo bueno de la pesca de peces pequeños es cuando están mordiendo verdaderamente, y nos sentamos en la rampa o entonces vamos enfriando las ingles en estas aguas de agosto y nos sentimos satisfechos con la aventura de pesca y no deseamos nada más en la vida. O cuando estamos como aquí en esta canoa, sin que nada pique, sólo carrapatos. Entre estos peces pequeños de moqueca, se me olvidaba mencionar alcarrapato, que no aparece mucho a no ser en ciertas épocas, y que debe haber rec ibido el nombre decarrapato justamente por ser un tormento infernal, como las garrapatas del aire. Especialmente porque ese pez carrapato tiene una boca más que descomunal para su tamaño, de tal modo que cuando ponemos un anzuelo para peces más grandes, digamos un vermelho, un olho-de-boi, unpez-tapa, algo decente, lo que nos viene allá desde abajo, pareciéndose a una mariposita colgada en la punta de la línea, es un carrapato. Eso da coraje. Y estoy yo poniendo una línea de nylon que me llegó de Salvador por medio de Luiz Cuiúba, que me trajo esta línea verde y gruesa, con dos plomos de cuña y anzuelos sujetos por una especie de rosca de alambre, línea ésta que no me da confianza, ahora que se ve que es especialista en carrapatos. Pero tenemos una marea despreocupada, viene ahí septiembre con sus loros en el cielo y, con estos dos puños de camarón menudo que Sete Ratos me regaló, ato la canoa en los restos de la torre de petróleo y suelto la línea por la orilla, pues no me voy a dar el placer de arrojar esa línea extraña por encima de la cabeza como se debe, puede que alguien me vea. Desde aquí diviso la parte trasera de la iglesia y a unos niños como hormiguitas resbalándose en la arena descargada por los veleros de los 108 pescadores, pero el ruido que hacen ll ega hasta mí después de la vista y así sus gritos parecen unas colas largas. Tenemos una cajetilla casi llena de cigarrillos; una jarrita de barro con agua, fresca, fresca; una botellita de aguardiente con limón; estamos sin calzones, el agua, si no fuera por la corriente de la marea, sería realmente un espejo; no falta nada y entonces nos ponemos el sombrero un poco encima de la nariz, acomodamos el cuerpo en la popa, amarramos la línea al tobillo y nos quedamos, pensando en la vida. Y entonces empiezan lo s carrapatos, que en un principio pensé que eran unos baiacus ladrones. Quien tiene dos anzuelos de los grandes, consiguió carnada gratis y su mujer ya tanteó y escogió la comida del mediodía, puede creer que no le va a dar importancia a un tirón leve en la línea. Ni a uno leve, ni a uno fuerte. Si quieres herrar, hazlo, si no quieres, no. Siempre pienso en eso, como todo mundo con criterio, pero no existe el santo que logre quedarse con aquellos fierros en el yunque sin moverse y tomar una medida. Ya lo sabemos: es un desgraciado baiacu. Si es, con tanta lata que dio, tratemos de arrancarle el anzuelo que el miserable se tragó y estropeó y tratemos de rascarle la barriga y, cuando se hinche, darle un porrazo, pisándolo con el talón. Pero como de hecho no es un baiacu, sino un carrapato subdesarrollado, un carrapatinho de mierda, con más boca que cualquier otra cosa, boca que ostenta soberbia un bello anzuelo preparado por lo menos para un pargo, no se puede hacer nada. Un carrapato como éstos uno se lo come de una sola dentellada, con mucho espacio de sobra, eso si valiera la pena esforzarse por asar a un infeliz como éstos. Y allá va el carrapato al charco del fondo de la canoa y, a partir de ese momento, tenemos un carrapato por segundo mordiendo el anzuelo, una fregadera total. Se fue formando un montoncito de carrapatinhos en el fondo de la canoa y entonces pensé que no sería yo quien iba a llegar con ellos a casa, porque seguramente me iban a preguntar si había espulgado la espalda de un burro viejo, y ni siquiera los gatos iban a querer comerse aquello. Puede que esa línea de Cuiúba sea realmente especialista en carrapatos, puede que sea lo que sea, pero llega a dar vergüenza eso de estar aquí fisgando esos carrapatos, de manera que sólo nos queda abrir el aguardiente, sacar el anzuelo del agua, verificar si vale la pena remar hasta el pescadero de Paparrão en este solazo, pensar por qué ir de prisa si el mundo no se va a acabar, y quedarse chupando la pachita de aguardiente, viva la fruta limón, que es cur ativa. Y entonces el silencio aumenta y a un lado siento que hay algo de pie en los pilotes de la torre vieja y yo no había visto nada antes, y no podía tampoco ser por el aguardiente, pues mal había tomado dos tragos. Él estaba sosteniendo un palo cubierto de ostras con la mano derecha, de pie en una escora, con los pantalones arremangados, un sombrero viejo y unos tirantes por encima de la camisa. —¡Ay caramba! —dije—. ¿Vino nadando y está seco? —No vine nadando —dijo—. ¿Muchos peces? —Carrapatos pequeños. 109 —Mira allá —dijo, mostrando unos brillos en el agua en dirección a la Isla del Miedo—. Peces. Órale, un cardumen de azeiteiras viene para acá muy orondo, costeando la ladera. Lo conocen porque rompe el agua a flor en un montón de pedacitos y aquel lo es como si fueran muchas láminas, navegando y brillando. Pero de estas azeiteiras, como de los peces que se conocen como solteiras, no se puede esperar que piquen anzuelos, ni siquiera que se mueran en la pesca con bombas. —Azeiteiras —dije—. Sólo si tuviéramos una buena red. Y más canoas y más brazos. —Pero están saltando —dijo él, que tenía una sonrisa entusiasmada, posiblemente porque era difícil no darse cuenta de que el agua encima era como el acero de un espejo, sólo que un acero blando como el del termómetro, y entonces cada pez que subía era un orador. Entonces le dije, compadre, si usted tira un anzuelo y una de estas niñas grasosas lo pica, le armo una fiesta en el hotel —, por cierto, ¿cómo se llama usted? Así nos pasamos un tiempo, porque a él le dio pena, me juraba que no le gustaba mentir, razón por la que prefería no presentarse, pero le dije que en mi canoa no aceptaba a nadie sin saber su nombre y que entonces se quedaría ahí el resto de la mañana, la tarde y la noche, varado en los pi lotes, esperando que Dios le trajera buen tiempo. Pero qué interesante lo que dijiste, comentó suspirando. —Se trata de lo siguiente —dijo suspirando de nuevo—. Es que yo soy Dios. Mira, mira, nada más. Fue lo que dije, y los carrapatinhos, a los que les gusta hacer corrote-corrote con la garganta cuando uno saca la línea del agua, se pusieron muy excitados. —Y aún hay más —continuó, con la expresión de quien está un poco enfadado. —¿Ves aquí? No hay nada. ¿Ves algo aquí? ¡Nada! Muy bien, justo de aqu í voy a sacar un montón de líneas y las voy a lanzar en medio de esas azeiteiras. Y dicho y hecho, más ligero que un trueno, alzó los brazos y dale que aparecen un montón de líneas de todos tipos saliendo de entre sus dedos, parecía un arcoíris. Entonces se puso hecho un monarca, mirando hacia mí con cara de quien dice no soy un principiante en esto de la pesca y los pescados. Pero, ¿qué fue lo que pasó? Lo que pasó fue que en ese mismo instante cada uno de los anzuelos que arrojó fue mordido por un carrapato y, cuando los jaló, vino toda aquella carrapatada en medio de la canoa. Me reí, cuá -cuá-cuá, ¿no ves que sólo tenemos carrapatos? Carrapatos, carrapatos, dije, ¿ya ve usted cara de tonto? Pero él aceptó el reto. 110 —No, no se confíe —dijo—, que le ordeno al pez que le dé una trompada. —Trompada dada, trompada respondida —dije. Para qué hablé, amigo, pues me salió un mero fuera de toda medida, salió ese mero de cerca del pilote, dando un brinco como sólo lo hacen los cavacos y me lanzó un coletazo en la cara que me la dejó roja por dos días. —De donde salió, ¡salen doce docenas más! —dijo riéndose, y el mero se quedó a unas tres brazas de la canoa, mostrando las encías con cara de lamehuevos. —No se busque problemas —dijo—. O mando que le den un baño en la cara. —Pues mándeme su baño —dije yo, que a veces pienso que no tengo inteligencia. Pues que me manda su tal baño, y que viene una ola de la parte de Ponta da Nossa Señora, inclinando como una lechuga enojada la punta de la corona, y le propinó tamaño trancazo a la canoa que permanecimos flotando en el aire durante varios momentos. —¿Qué tal? —dijo—. Soy Dios y estoy aquí para tomar un par de medidas, ¿sabe usted dónde queda la feria de Maragogipe? —Ni qué feria de Maragogipe ni de Gogiperama ni q ué ocho cuartos —dije, más que enfurecido, y me fui encima del tipo a golpes, y en eso, que se me escurre como agua y me surte más de cuatrocientos guamazos bien medidos, equivalente a un rehilete enloquecido y, cada vez que me paraba, cada vez que me lleg aba otro porrazo bien colocado. La cosa terminó cuando los dos nos caímos de las nubes, no sé cuál traía más polvo alrededor de la grupa. Durante la caída, me propinó unos dos manazos más y me dijo: ¿Está convertido, convencido, enterado, apercibido, asimilado, aclarado, explicado, dilucidado, comprendido, hijo de puta? Y le dije sí, señor, primero Dios. Deje de hablar de mí, canalla, dijo, si no le rompo todo a madrazos. Póngase a rezar un padrenuestro antes de que me enoje, dijo. Calle esa matraca, dijo. Entonces me fui convenciendo, incluso porque él ya había ido perdiendo la paciencia, aunque se veía que era una buena persona. Me explicó que, si quisiera, podría caminar sobre el mar, pero que ese comportamiento era demasiado escandaloso y podía llamar la atención. Que cualquier cosa que se proponía hacer, la hacía, y que no me hiciera tarugo, y que, si quisiera, convertiría a todos aquellos carrapatos en lindos robalos frescos. Entonces me quejé que de ahí a Maragogipe era un buen y que era más fácil que apareciera un delfín para que nos jalara, que lograr llegar allá antes de que acabara la feria, y entonces que mete dos dedos dentro del agua y la canoa sale como si fuera una lancha de la Marina, zumbando por encima de los rasos y empinando la proa como si fuera una cosa viva, quizás un hombre. Me pareció falta de educación no ofrecerle un trago de la pachita, pero me dijo que no tenía ganas de beber. 111 Entonces vamos llegando muy rápidamente a Maragogipe y que Dios jala la anclita, y riega muchos carrapat os por todos lados, para alegría de los cangrejos que por allí pastan, y sale como un pez-volador. A mitad del camino, pasa muy desencalmado y salva dos almas de un solo toque, una cosa hecha de pasada, como sólo alguien que tiene mucha práctica puede hace r, algo que viene con la experiencia. Porque ni siquiera estaba mirando a esas dos almas, pero al pasar le dio un toque en la oreja a cada una y las dos salieron inmediatamente volando, igual que un martín pescador después del clavado. Pero entonces se que dó sin saber a dónde iba, en la orilla de la feria, y yo de inmediato me acerqué. —Hay un muchacho aquí —dijo Dios, rascándose la cabeza un poco sin gracia — que necesito ver. —Pero, ¿por qué no hace un milagro y encuentra a esa persona de una vez? —le pregunté, hablándole de usted, porque no iba a tutear a Dios, pero también no quería pasar por tarugo, en caso de que no se tratara de él. —No soporto hacer milagros —dijo—. No soy mago. Y ¿por qué se queda ahí diciendo tonterías en lugar de ayudarme? En ese momento ya casi me estaba enojando, pero algo hizo que no lo mandara a aquel lugar, por hablarme de esa manera tan maleducada. Y es que, siendo él Dios, había que respetarlo. Miento: había tres motivos, dos además de éste. El segundo es que pensé que él, siendo carpintero de profesión, no estaba acostumbrado a refinamientos, el carpinche por lo general no alimenta mucho la plática ni le gustan las ceremonias. El tercero es que, justamente por esa profesión y creo que por su propia extracción, era bastan te desarrolladito, más bien, mejor dicho, era una garrocha de hombre enormísimo, ¿y a quién se le iba a olvidar aquella lluvia de guamazos? Y si de repente me maldice como la higuera y salgo de ahí por lo menos con una pierna cucha, entonces mejor vamos a tratarlo bien, ¿a quién le molestan esas tonterías? Indagué con mucha cordialidad cómo podría ayudarlo a encontrar a esa bendita criatura que estaba buscando justamente en la feria de Maragogipe, en medio de cajus y piloncillos, que me disculpara, pero que por lo menos me dijera el nombre del hombre y el propósito de su búsqueda. Me miró así a la cara, esbozó casi una sonrisa y me explicó que me iba a contar todo, porque sentía que era un hombre derecho, aunque fuera más teporocho que pescador. En otras situaciones, podría pedir que se guardara el secreto, pero en mi caso sabía que no serviría de nada y no quería obligarme a hacer promesas vanas. Que entonces, si quería, podría contárselo a todo mundo, de cualquier manera nadie me iba a creer, así que le dab a igual. Y que escuchara todo muy bien y entendiera todo luego luego, para que no necesitara repetir y no se molestara. Pero Dios: ¡ay, usted no sabe nada, mi amigo!, la situación de Dios no es buena. Imagínese, ya es difícil ser santo, qué será ser Dios. Después de que hice todo esto que ve, todo mundo quiere que resuelva todos sus problemas, pero la cuestión es que ya les enseñé cómo resolverlos y quienes tienen que hacerlo son ustedes; si 112 no, si yo lo resolviera todo, ¿qué chiste tendría? ¿Son o no son h ombres? Si se tratara de que fueran ángeles, hubiera hecho ángeles a todos de una vez, en lugar de buscarme tanta lata con ustedes, que les doy todo en bandeja de plata y ustedes arman el peor desbarajuste. Pero, no: hice hombres, hice mujeres, hice niños, les entregué el destino: aquí está, sigan adelante, todo con libertad. Entonces ustedes mismos arman la peor de las situaciones posibles, con todo mundo pasando hambres sin necesidad y cada cual más ordinario que el otro, ¿y resulta que el culpable soy yo? Incluso, todo el tiempo tengo de soportar que me den consejos: si yo fuera Dios, haría esto, si fuera Dios haría lo otro. Dios no existe porque ahí está esa injusticia y esa otra y yo hubiera planeado todo eso mucho mejor y por ahí sigue la cosa. Ahora bien, vea usted que quien habla así es un tipo de gente que no puede ni siquiera resolver un problema del rol de juegos del campeonato, lo sé porque estoy harto de escuchar oraciones por el futbol, suelo mandar desconectar el canal, con excepción de algunos casos. Todos los días digo: basta, ya no me meto más. Pero me da lástima, les acaricio la cabeza, un padre es un padre, esas cosas. Ahora, milagros sólo como último recurso. ¿Tendría chiste andar por ahí haciendo milagros? Por cierto, hay muchos de los qu e me arrepiento por la propaganda estúpida que les hacen, porque de otra manera armaba luego luego un gran milagro y todo mundo se volvía ángel y se iba al cielo, pero no se las voy a poner tan fácil, todos lo quieren peladito y en la boca. Con esas facilidades, voy y descreo todo de una vez y listo; ya nadie está creado, nadie tiene alma, pensamiento ni voluntad; me quedo yo solito por ahí en medio de las estrellas pasándola bien, por cierto, extraño eso muchísimo. Pero no puedo fastidiarme de esa manera, necesito tener paciencia. Si no, dijo, si no... y mencionó que iba a dar un puñetazo con una mano en la palma de la otra y yo aquí sólo rezando para que no diera el golpe, porque, si lo hiciera, por lo menos la refinería de Mataripe iría a volar por los aires, pero afortunadamente no lo hizo, gracias a Dios. Entonces, me explicó Dios, me la paso buscando un santo por aquí, un santo por allá, y hasta parece que soy yo quien necesita ayuda, pero no soy yo, son ustedes, bueno, en fin. Ahora bien, es necesario que me entienda: santo es el que hace algo por los demás, porque solamente cuando se hace algo por los demás, se hace algo 113 por uno mismo, al contrario de lo que muchos piensan por ahí. Gracias a mí, de vez en cuando aparece un santo, porque de otra manera llegaría yo a pensar que había hecho mal todos mis cálculos. Hacer algo por mí es más o menos lo siguiente: es no avergonzarme de haberlos hecho a ustedes iguales a mí, es todo lo que pido, es poco, ¿verdad? Entonces aprecio mucho a quienes colaboran para arreglar esa situación. Pero, bueno, sin milagros. Ese asunto de los milagros es para la providencia, es una cuestión de emergencia, una correccioncita que uno ofrece. La gente no entiende que cada que hago un milagro hay que reajustarlo todo, es un trabajal que no acaba, uno se agota. Si le meneas aquí, hay que moverle allá, es un infierno, con perdón de la mala palabra. Los santos andan escasísimos. Cuando encuentro uno, alzo las manos. Habiendo yo preguntado cómo alzaba las manos y habiendo él contesta do que yo no entendía nada de la Santísima Trinidad y que me callara, me explicó que buscaba a un cierto Quinca, conocido como el de las Mulas, que trabajaba por ahí. Pero, ¿cómo es ese Quinca?, pregunté, ¡no puede ser el mismo Quinca! Pues a ese Quinca le decían de las Mulas justamente porque vivía entre burros y mulas. Al principio, hubiera podido ser un muchacho rico, pero anduvo dándoselo todo a los demás y se pasó el tiempo armando relajos, enseñando tonterías e insistiendo en echarles una mano a todos los que, según él, eran buenas personas, siendo que estas buenas personas suyas eran todos unos mediocres malvivientes. Pero nadie le hacía nada porque el pueblo lo quería mucho y, cuando hablaba, todo mundo lo escuchaba. Además, se gastaba todo con los o tros y vivía riéndose y se bañaba poco y era un hombre desaforado y bebía bastante, aunque sólo en las horas que escogía, nunca en otras. Y, para acabar, todo mundo sabía que no creía en Dios, incluso se peleaba bastante con el padre Manuel, que es una per sona muy fina que siempre lo sobrelleva. —Yo lo sé —contestó Dios—. Es una dificultad más. Y, de hecho, fuimos viendo desde ahí que la vida de Dios y de los santos es muy dificultosa, porque tuvimos que catear toda la feria detrás del mentado Quinca, y siempre por donde pasábamos él ya había pasado. Lo encontraron en un puesto diciéndole cosas a la mujer de Lóide, aquella otra santa, que ella fingía que eran boberías, pero la estaba convenciendo y entonces vi que aquello iba a acabar en problemas. Míralo ahí, apunté, está ocasionando divergencias. Es cierto, dijo Dios con una mirada de gran satisfacción, alguna vez también dije que había venido a separar hombres de mujeres. No me importa, preséntamelo. Y entonces tuvimos un bello día, porque después de la presentación parece que Quinca ya se había echado unos tragos y nos fuimos a comer un sarapatel, 2 todo en la mayor camaradería, porque se notaba que Dios le había caído bi en a Quinca y Quinca a Dios, de tal forma que rápidamente se volvieron muy muy amigos y 114 fue una plática animosa de la que a veces yo me quedaba medio apartado, ellos tenían mucho que discursar. Y dale al sarapatel hasta las tres y todo mundo ya con la panza altamente inflada, cuando Quinca decide tomarse la del estribo con Dios y esa última es, nada más ni nada menos, que en casa de Adalberta, donde hay mujeres putas. En ese momento, mi obligación, porque veo que Dios está muy distraído, y puede que no esté acostumbrado a esos aguardientes de Santo Amaro de los que se tomó más de una veintena, es avisarle. Llamé a Dios a un ladito del puesto mientras Quinca orinaba y le dije, mira eres nuevo por aquí, cuando mucho sólo te conocíamos de la misa, de manera que esa Adalberta, no sé si lo sabes, es madama, no creo que se vea bien, no me molesta en lo absoluto, pero como amigo te aviso, nada me cuesta. Órale, chamaco, te dan miedo las mujeres, dijo Dios, que estaba más que felicísimo y, si no fuera Dios, yo hasta iba a pensar que era un poco el efecto de la bebida. Pero, si es él quien habla de esa manera, no soy nadie para llevarle la contra, a lo mejor por allá habría alguna muchachita llamada Magdalena, decidí continuar y ya no preguntar nada más. Pues tomaron más y tuvieron mucho éxito con las mujeres y eran unas risotadas, algo de veras desproporcionado, y había incluso servicio de comida con un molho pardo 3 después de las seis, que el hambre arreció de nuevo, y bastante música. A cada refrán que Quinca lanzaba, con otro refrán Dios le contestaba, era una farra lindísima, pero sin maldad, y Dios sabía más sambas de roda que cualquier persona, les leyó las manos a varios presentes, recitó, contó anécdotas, imitó a los pajaritos a la perfección, improvisó versos, rápidamente se volvió estimadísimo. Yo, que estaba de pegote bebiendo gratis y ya había aprendido que era mejor permanecer callado, pude ver de reojo que él estaba haciendo unos milagros disfrazados, a mí sí que no me puede engañar. Todas las mujeres parece que mejoraron en su belleza, el ambiente se hizo muy muy ligero, la cerveza parecía que acababa de salir del congelador pero sin hacerse hielo y, estoy seguro, aunque no lo pueda probar, que por lo menos debe de haber curado unas 115 dos blenorragias, sólo con la mirada de simpatía que daba. Y tuvimos así un magnífico intercambio de palabras y ya pasaban de las once cuando Quinca invitó a Dios a ver a las mulas, y las fueron vie ndo y parecía que Dios, antes de hacer el mundo, había sido arriero. Y decía, esa se tropieza y esa no se tropieza, esa se sienta y esa no se sienta, esa tiene la andadura tiesa, esa pisa pesado, esa está vieja, en fin, parecía un congreso de muleros, la p ura verdad. Y es así como llega la injusticia, porque, a esas alturas del partido, yo ya sabía que Dios había venido a llamar a Quinca para ser santo y que era un trabajo de los mil carambas, nada más lo que tuvo que estudiar sobre mulas y las tantas sambas de roda que tuvo que aprenderse de memoria, debe de haber sido una friega. Pero yo ya me esperaba que, de un momento a otro, Dios le iría a decir las veras al tal Quinca de las Mulas. Como de hecho pasó, en una rato que la plática se detuvo y Quinca estaba sólo chasqueando la lengua con la cachaça y mirando al espacio, Dios, como que no quiere la cosa, le echó el rollo de que era Dios, y que esto y que lo otro. Ay, ¿y para qué? Para que Quinca le dijera que no creía en Dios. Y para que Dios dijera, al comienzo con mucha paciencia, que era Dios realmente y que lo iba a probar. Hizo unos dos milagros sólo de efecto, pero Quinca dijo que eran trucos y que, por encima de todo, el hombre era hombre y, si necesitaba milagros, no era hombre. Dios, por una cuestión de honestidad, aunque en ese momento su corazón le mandaba ir en contra, estuvo de acuerdo. Entonces, de una vez camina sobre las aguas y déjame en paz, dijo Quinca. A mí sólo me preocupaba la falta de paciencia de Dios, porque, si se irritaba, mejor quería estar por lo menos en Valença y no aquí ahora. Pero él sólo que patatí -patatá, que porque ser santo era súper, que había que hacer sacrificios pero que también había recompensas, que dejara aquella babosada de que Dios no existe, sólo le faltó prome terle una comisión de diez por ciento. Pero Quinca se negaba y la cosa se fue poniendo color de hormiga y los dos fueron caminando hacia afuera, cuchicheando entre ellos, y de repente se hicieron de palabras. Yo, que me había quedado sentado lejos, sólo oía los gritos, medio dispersos por el viento. —¡Tienes que hacerte santo, desgraciado! —gritaba Dios. —¡Hazte las ilusiones! —decía Quinca. Y me imaginaba la golpiza, sólo por el ruido, y pensaba que, si Dios no vencía en la conversación, por lo menos vencería en los golpes, yo ya lo había probado. Pero no era así de fácil. Desde las doce y media de la noche hasta cerca de las cuatro sólo se oía aquella pelea: ¡no seas burro, desgraciado! ¡Cállate la boca, mentiroso!, y por ahí iba la cosa. Sólo sé que, má s o menos a la cinco de la mañana, llegó Gerdásia del mercado trayendo un atole que iba a vender en el parque y me hizo la caridad de regalarme un poco a mí y a Dios, por cierto, Dios 116 toma atole como si se fuera a acabar mañana y ya no hubiera más tiempo. Los dos decidieron darse un apretón de manos, aunque no resolvieron nada más: ni Dios desistía de llamar a Quinca para el puesto de santo, ni Quinca quería aceptar ese puesto. —Muy bien —dijo Dios, después de que un montón de veces todos dijeron que ya se iban, pero se enganchaban de nuevo en unos restos de conversación y regresaban. —Volveré aquí otra vez. —Sí, regresa, puedes regresar, tendrás comida y bebida —dijo Quinca—, pero ¡no me vas a convencer! —Muchacho, ¡ya deja de ser como tus mulas! —¡Puedo ser mula, pero no tengo cara de burro! Y entonces hubo más guamazos, pero cuando el día se puso joven, ahí por las seis o siete de la mañana, ya estábamos Dios y yo navegando de regreso a Itaparica, y ninguno de los dos decía nada. Él porque había f racasado en su misión, yo porque a mí no me gusta ver a un amigo derrotado. Pero, en el momento en que pasábamos por las laderas del Fuerte, casi olvidados de la vida por la belleza, me miró con gran simpatía y dijo: ni que fracaso ni que nada, muchacho. Y o no dije nada, comenté. Pero lo sentiste, dijo él. No te preocupes, dijo, no toda pesca rinde pescados. Y entonces se volvió azul, se esfumó, subió por los aires y desapareció en el cielo. n João Ubaldo Ribeiro. Uno de los más importantes escritores brasi leños contemporáneos, autor de clásicos como Viva o povo brasileiro y Sargento Getúlio. Ha escrito más de 15 libros, traducidos en 16 países. Es miembro de la Academia Brasileira de Letras y vencedor del Premio Camões 2008, el más importante de la lengua portuguesa. Este cuento fue incluido en el libro Já podeis da pátria filhos e outras histórias , Nova Fronteira, Río de Janeiro, 1991. La película Dios es brasileño, dirigida por Cacá Diegues, producida en 2002, se basó en este cuento. Traducción de Regina Crespo y Rodolfo Mata 1 Moqueca, guisado de pescado o mariscos que se hace con leche de coco, aceite de una palma llamada dendê, cebolla, tomate, cilantro, pimienta ne gra y pimentón. Es un plato típico de la culinaria brasileña originario del nordeste (N. de los T.) 2 Sarapatel, guisado hecho con tripas, menudencias y sangre de puerco o de carnero, muy condimentado (N. de los T.) 117 3 Molho pardo, guisado de gallina, típico del nordeste, que va acompañado con una salsa preparada con la sangre del animal ( N. de los T.) Ilustraciones de Óliver Flores. FRANCISCO TARIO, ENTRE LA RISA Y EL ESPANTO Alejandro Toledo Quizá por su misma vocación de fantasma, Francisco Tario (nombre de pluma de Francisco Peláez Vega, 1911-1977) es uno de esos autores que aun despu és de su muerte (o sobre todo después de su muerte) inquieta a los lectores. Por más de una década, luego de que en las páginas de la revista Vuelta el crítico José Luis Martínez dio la noticia de su fallecimiento en Madrid, se pensó que ese hecho significaba a la vez el punto final, definitivo, de una obra, que había cerrado en 1968 con la publicación en Joaquín Mortiz de Una violeta de más. El que ese tramo último sucediera en España marcaba también una distancia que parecía insalvable. Tario se volvió lejano y legendario, un espectro cuya huella literaria m s sóli a era el relato “ ntre tus e os ela os” apareci o en numerosas antologías de la narrativa mexicana. Como si se cumplieran los rituales de las sesiones espiritistas, a mediados de los años ochenta del siglo pasado empezaron a frecuentarse, poco a poco y en distintos puntos de la ciudad de México, personajes que en alguna época habían tenido contacto con él y con Carmen Farell, su mujer. Los recuerdos de uno 118 llevaban al interesado a otros, u ot ras, cuyos ejercicios memorísticos conducían a su vez a nuevos encuentros. Así es como una noche se realizó una cena en la casa del pintor Antonio Peláez, hermano de Tario, a la que asistieron Sergio Peláez Farell, hijo del escritor, y Esther Seligson, que había tratado a la familia en España; del lado de los lectores de Tario estábamos Daniel González Dueñas, Guillermo Samperio, acaso también José María Espinasa y el que esto escribe. Luego de sopesar el interés o los entusiasmos de los ahí presentes, a l a hora del postre Antonio Peláez se refirió esa noche, para sorpresa de todos, a lo que estaba inédito: tres obras de teatro y una novela. Y mostró incluso los originales, que tenía listos en caso de que considerara pertinente presentarlos, que recuerdo en papeles de mayor altura que la hoja tamaño oficio, con perfecta mecanografía y algunas leves correcciones manuscritas. No había intentado Tario publicar la novela, pese a haberla terminado; y tampoco había querido editar las piezas teatrales, o buscar que se representaran. Lo que sumió a Francisco Tario en la melancolía fue la muerte de Carmen Farell, ocurrida en 1967. Es de presumirse que la escritura de las obras sea anterior a ello, porque se trata, además, de ejercicios que dialogan con los cuentos de Tapioca Inn: mansión para fantasmas (1952). Si las olvidó fue como parte de su duelo; de la novela, Jardín secreto, quizá sí pueda afirmarse que se trata de un proyecto trabajado en los años finales, como eso que indica el título, un espacio que prefirió cultivar secretamente, sólo para sí mismo. Tario era prosista, no dramaturgo; o lo fue, pero de modo casero. Las tertulias en la calle de Etla, en las que participó la actriz Rosenda Monteros, incluían algunas improvisaciones teatrales, o la grabación de radioteatros, también para disfrutarse sólo en el hogar. Como lo hace con algunas de sus ficciones, ubica su teatro en el ámbito europeo. No obstante que El caballo asesinado tiene un epígrafe del dramaturgo austriaco Franz Werfel, sus influencias dramátic as difícilmente están ahí; en su orbe acaso confluyen Oscar Wilde y Eugène Ionesco, es decir: la comedia inglesa y lo absurdo, enrarecidos con unos toques fantásticos que son su sello personal. Las tres piezas ofrecidas esa noche en la casa de Antonio Pel áez se publicaron en 1988 en la colección Molinos de Viento de la Universidad Autónoma Metropolitana; y hubo al año siguiente un montaje de El caballo asesinado en el Teatro Casa de la Paz, bajo la dirección de Eduardo Ruiz Saviñón, con Marta Aura y Mauricio Davison en los papeles principales… mpe ó a un camino no siempre feliz por llevar a Tario a los escenarios, en el afán de capturar un temperamento (similar al de su otra literatura) que se maneja tanto en la oscuridad como en la luz, construyendo algo que parece fársico o humorístico pero que es también mortalmente serio. 119 Se trata de comedias en tono lúgubre que para representarse requieren un tacto especial por parte de los inmiscuidos en la puesta en escena, pues el propósito es que entre destellos de gracia e ironía (con una pluma ágil para hilar diálogos) tengan los espectadores la sensación de participar de un universo en perpetua descomposición, en donde todo es desdicha y desamparo. La ligereza es aparente, y si se opta por ella (al buscar la r isa fácil) no resultará raro el extravío. Esto ha sucedido en algunos montajes estudiantiles que han malentendido el ácido humor tariano. “Lo interesante el teatro e ario” escribió entonces Davi Ol u n al comentar el tomo que reunía las tres piezas, “ra ica en su capaci a para ar rien a suelta a la imaginación y crear una segunda realidad con sus propias convenciones. Sueño y vigilia, fantasía y realidad, el absurdo y la lógica inductiva propia del género policiaco conviven por igualdad de circunsta ncias y sin posible exclusión. Tario esentraña la co erencia el sinsenti o la ló ica e la sinra ón” (suplemento Lectura del diario El Nacional, 22 de julio de 1989, p. 2). Las obras de teatro dialogan, sí, con los relatos de Tapioca Inn; esto ocurre, sobre todo, con El caballo asesinado que retoma una situación plantea a en “ ureola o alv olo” el encuentro en un para e irlan s e os busca ores e antasmas en on e se menciona al paso el ar umento e “La semana escarlata” la istoria e un hombre que al soñar comete crímenes atroces y descubre por la mañana que éstos sí se realizaron. En una inversión de los valores tradicionales del género fantástico, la obra trata de fantasmas a los que aqueja el temor de convertirse en hombres vulgares. La siguiente pieza, Terraza con jardín infernal, plantea un paisaje postapocalíptico en el que conviven muchas realidades posibles; si atendemos los referentes de la ciencia ficción (género que a Tario no le entusiasmaba), puede pensarse en androides que sueñan con ovejas eléctricas. Mas el sueño no es una se un a vi a como quer a Nerval sino el espertar a otros sueños… u otras pesadillas, y lo único definitivo es el caos. Mientras el mundo se desmorona, unos seres de plástico libran una batalla irraciona l contra aquellos que fueron creados con células vivas, dos bandos que disputan su lugar en el vacío. Acerca de la tercera obra, Una soga para Winnie, encuentro en mis archivos un reporte de lectura de Daniel González Dueñas (hecho entonces con el afán de recomendar la publicación de los libretos), en el que se subrayan tres momentos si ni icativos. l primero es cuan o uno e los persona es apunta “ l realismo enemista al ombre con las mariposas” que es a una eclaración e principios antirrealista; en el se un o se asienta lo que si ue “ ntelectual a ectivamente nuestra infancia suele ser una fuente pródiga de energía; pero toda infancia tiene 120 os caras una risueña clara la otra mórbi a peli rosa” lo que nos remite a aquello e que “la in a ncia es el espe o en el cual nos se uiremos miran o” que dice Tario a José Luis Chiverto en una de sus conversaciones; y el tercero se coloca a en el la o e la sombra “ l ombre es mu miserable a la ve mu desventurado. Valemos poco, aunque lo d escubrimos tarde. Es el aspecto trágico e la cuestión”. Cierra así González Dueñas su informe: A partir de una relojería precisa y oculta, Tario construye una pieza sui génerisdonde las apariencias van cayendo en los momentos exactos, cambiando el tono y las implicaciones aunque parece continuar intacta la linealidad narrativa. Cabe señalar que una puesta en escena deberá ser idénticamente lúcida y sensible: optar por un realismo monotonal —o por uno solo de los géneros y estilos que contiene la pieza— equivaldría a banalizarla y destruirla por completo. Incluso podría prescindirse de la escenografía realista, si a los actores se les insufla de modo profundo la riqueza de matices y el juego de apariencias tan etéreo como esas abstracciones que van a cobrar concreción en la escena. En tanto es tan precario elica o el equilibrio e la obra to a “ ormali a ” en su a aptación escénica juega el doble riesgo de sabotearla (si se asienta) o de ir conduciendo al espectador de la comodidad a la estupefacción y f inalmente al abrupto reconocimiento. Al leer estas piezas, y también al representarlas, piénsese que son como esa infancia de rostro doble que Francisco Tario define en Una soga para Winnie: risueñas y claras, sí, pero también mórbidas y peligrosas. Para e l director o los actores (o para el lector), apostar por una sola de esas caretas implicaría arrojar estas obras al vacío. Tal arduo equilibrio entre la risa y el espanto mantiene en pie este singular edificio dramático. n Alejandro Toledo. Miembro del Sistema Nacional de Creadores. Tiene en prensa el volumen de ensayos El hombre que no lee libros. Ilustración de Sergio Bordón. 121 ENDEMIA DEL RARO Javier Perucho Un catálogo de escritores olvidados por la literatura mexicana Concelebrar el natalicio de un escritor, festejar el centenario de una vida, saludar el jubileo de una obra constituyen acciones afirmativas en un sistema cultural que procuran absorber al patrimonio de una comunidad los bienes simbólicos de sus integrantes. Aunque superficiales, esta s formas simbólicas de la canonización festiva suelen ser frecuentes y habituales, digamos que hasta exigibles en el ámbito de la cultura para su permanencia, pero no siempre se cumplen en cuanto se trata de la heterodoxia artística. La tradición cultural ahí encuentra un punto de quiebre. Al mismo tiempo, en este punto aparecen las interrogantes: cuándo sí se santifica al artista; cuándo se destierra al artista hereje. Cómo operan las formas de su inclusión, en qué momento se realizan; cuándo se condena al ostracismo y en qué casos. ¿Tales procedimientos actúan como norma o excepción? La fijación o el destierro de las obras son las caras del mismo espejo en que se contemplan los escritores canónicos, las rosas blancas de la cultura; o los heterodoxos, esas flores negras de la literatura y el arte. En la república literaria el escritor canónico ocupa una silla vinculante; los escritores raros yacen tirados sobre las banquetas. 122 Como especie endémica de la literatura, los escritores raros forman una estirpe en extinción o en vías de desaparecer de los recipientes naturales —diccionarios, antologías, historias— que deben dar cuenta de su tránsito vital, tareas, aportes, ciclo artístico y naturaleza de su invención. Aunque me corrijo de inmediato: en ninguno de estos recipientes se da noticia de un raro, el desamparo informativo ha sido su condición natural, por la misma razón tanto su herencia artística como aportes literarios endémicamente no han recibido un diagnóstico, pues carecen de una ponderación. El análisis que fielmente acompaña al escritor canónico, en tratándose de esa extraña flor negra se abandona en el ostracismo. Un escritor raro se perfila por su naturaleza y se define por sus ámbitos de competencia artística, circunstancia de recepción, tempera mento, así como por su biografía y predicado estético, aunque las relaciones públicas alimentan las piezas del peón en la cuadrícula moteada del ajedrez sociocultural. Francisco Tario, esa rara avis de la narrativa mexicana del siglo pasado, para los propósitos de este escolio servirá como caso ejemplificante para ilustrar cada una de las características anunciadas en los parágrafos anteriores. Tario, un narrador que al cumplirse en noviembre de 2011 su natalicio centenario, se vio beneficiado con homenajes, tesis universitarias, publicación de cuentalia completa, rescate de obra rezagada e iconografía. De este modo su patrimonio literario acumuló los 123 bienes de la recepción cultural. La difusión de su obra y preliminar exégesis literaria pueden considerarse como vías para su canonización, o al menos para asimilarlos a los patrimonios simbólicos, fin último de todo rescate artístico emprendido en una comunidad. Hasta donde sabemos hoy, Francisco Peláez Vega, el nombre ciudadano oculto tras el seudónimo de Tario, no promulgó ideas contrarias al antiguo régimen, sus predicados políticos no marcaron su tránsito vital ni influyeron en la aceptación de su obra, aunque se infieren con exactitud en su narrativa, tampoco la prohibición o el escándalo de sus libros señalaron el manifiesto de su destino. Tal como fue el caso de algunos raros, ciertos extravagantes que comulgaron con la excentricidad ideológica. La excepción y la regla obligan a mencionarlos: por ejemplo, el de Ramón Martínez Ocaranza, poeta michoacano cuya filiación comunista podría explicar las formas de exclusión en que se encontraba relegado de las historias y antologías literarias, así como de la difusión y absorción culturales a que obligan el trabajo artístico, orfandad que abandonó hasta que su poesía completa fue compilada por la Secretaría de Cultura del gobierno estatal. También podría mencionar a José Revueltas, pero me resisto a considerarlo un escritor raro, aunque la cárcel por su militancia política, la proclamación de su ideario comunista, la heterodoxia de sus arquitecturas narrativas, vida franciscana y condición de escritor católico lo prefiguran como un inminente raro para las futuras o presentes generaciones. Ni en Tario o Martínez Ocaranza el exilio fue una razón de trashumancia, ninguno de ellos fue escritor perseguido por circunstancias sociales, familiares o políticas, como sí lo fue en los casos de José Revueltas o un epígono de la rareza, Pedro F. Miret, quien arribó con su familia, expulsada por la guerra civil española, al puerto de Veracruz el 13 de junio de 1939, donde desembarcaron del Sinaia. En la patria adoptiva, Pere se educa, trabaja, publica sus libros y escribe guiones de cine, varios de ellos atalaya de sendas películas. De él ni siquiera conocemos fotografías que documenten su identidad, al contrario de Revueltas o Tario, de quienes existe una variada iconografía, incluso fílmica, en el caso del duranguense. Por lo demás las imágenes divulgadas de los epígonos del fracaso son muy escasas, otro rasgo habitual de los raros, a pesar de que están disponibles e inéditas ricas iconografías en acervos públicos y archivos familiares. Creo que el primer paso para su recuperación justamente se encuentra ahí, divulgando su identidad, poniéndole rostro al escritor desconocido, a través de las imágenes fotográficas que se conservan. Otros procesos mayores de reclutamiento sería la publicación de su obra completa en volúmenes que acogieran su novelística, periodismo, cuento, dramaturgia, inéditos, lírica y demás trabajos que resul ten en las labores de rescate y recuperación. La inclusión y divulgación son deberes posteriores, como su estudio y ponderación analítica. Expongo estas tareas con la claridad de que se trata de un planteamiento idealista, meramente desiderativo, 124 pero también con la certeza de que el estudio de la literatura mexicana, y la configuración de su historia, seguirá incompleta sin la presencia de los escritores desterrados del canon, que forman una legión por cierto. Como distinción de cada raro, ni de Miret ni de Tario o cualquier otro afiliado a la nomenclatura de los extraños y ajenos a los circuitos culturales habituales, nada sabemos sobre su vida. Su biografía es un espantoso hoyo negro del que será difícil compensar la carencia. De Tario apenas se disponí an de algunas imágenes fotográficas, pero esta incipiente y pobre iconografía sólo nos informa sobre su calidad de paseante en la urbe o de su condición sedente en un espacio doméstico. Tenemos noticia de algunas aficiones suyas: al futbol, el piano, la as tronomía, el cine, la vida empresarial, las literaturas fantástica y de ciencia ficción. Sexteto temático presente en su narrativa y aforística. Como se ha ejemplificado, la versatilidad es un rasgo peculiar del escritor raro. Por su parte, la prosa de Francisco Tario lo revela como habitual paseante citadino, así lo constata el rescate reciente de su novela Aquí abajo (2011) y la exposición itinerante que promueve el INBA en los estados. La caminata lo une con otro excéntrico en la república literaria, c on el autor de Tachas, quien a su vez practicaba el excursionismo al lado de Juan Rulfo y de Marco Antonio Millán, quien con iesa “ i con otros ami os nos e amos e ver r n [Hern n e ] uan [Rulfo] y yo decidimos pasar los domingos juntos. Íbamos de paseo a Chapultepec, a las fuentes brotantes de Tlalpan, al Desierto de los Leones, a La arquesa…” arco ntonio ill n La invención de sí mismo, p. 83). Dicha afición los une con Gerardo Deniz, otro raro en nuestras letras, feliz caminante en su época de compinche juvenil de Miret. La ejecución del piano enlaza a Tario con Felisberto Hernández, ese raro argentino que al igual que Peláez Vega, poco a poco salen del claustro en que el olvido los había cobijado. En la misma situación se encuentra otro extravagante: Efrén Hernández, de quien gota a gota se han ido conociendo parcelas de su biografía, ya por la generosidad de Martín Hernández, su hijo primogénito, ya por los afanes de sus comentaristas o la revelación de detalles biográficos por alguno de sus contemporáneos, mencionemos por ejemplo, el de Marco Antonio Millán, La invención de sí mismo, donde se conserva una selecta iconografía y una memorabilia no exenta de mala sangre contra Hernández. El perfil que dibuja Millán sobre Efrén Hernández p ermite trazar el temperamento con ición e vi a e un raro boceta e que a mite exten erlo a los em s “Él un estudiante pobre que llega a la capital, vive siempre con angustia por obtener sustento aunque en el fondo no le importa demasiado conseguirlo […] r n ac a gala de pobreza; no le quedaba otro remedio. Alguna vez se le quebró uno de los 125 cristales de sus anteojos junto con la parte inferior del armazón; remendó la avería con trozos de cinta de aislar: en el lente las grietas dibujaban una cruz. A la pre unta e ‘¿ ómo pue es ver con eso?’ respon a ‘Ha o e cuenta que esto en la c rcel’ ” (Marco Antonio Millán, La invención de sí mismo, pp. 70 -71). En cualquier caso, la pobreza mendicante fue el sino de los escritores distinguidos con la cruz de la raridad. Y su profesión de fe —la escritura—, ejercida en el periodismo, la literatura, el cine, la traducción, la publicidad y demás oficios de conservación de la palabra. Ellos sí vivieron para contar ese credo de la escritura. Aunque profesionales de su oficio, la angustia por la conquista del pan y las viandas sobre la mesa fue un ingrediente más de sus pesadillas cotidianas. Las memorias de Revueltas y la autobiografía de Martínez Ocaranza atestiguan esa pobreza inexplicable. Austeridad republicana, edición autofinanciada. Vivir en la miseria, arropado por el ostracismo y morir en la periferia de la rotonda de los literatos ilustres. Su legado perdido o en ruta del naufragio. Como cada raro, nada o casi nada sabemos de sus vidas, menos aún de sus obras o aportaciones, y apenas la crítica pone atención en sus acervos para clarificarse el valor estético y cultural del patrimonio literario de los no canonizados. Otro elemento singular que distingue el ejercicio literario de esta tribu descalza fue el recurrente método de financiar sus publicaciones. Sus ingresos, cotidianamente depauperados, fueron el soporte económico que facilitó la publicación de sus libros. La edición de autor se convirtió en la forma usual de presentarse ante la sociedad de los poetas vivos, aunque tal empresa personal no se compensó en la república literaria con los debidos reconocimientos sociales o culturales. La autoedición entonces y ahora no garantizan al autor asiento entre sus pares. 126 Aunque se dispone de más de un caso memorable, recordemos que Miret financió sus publicaciones, sobre todo el volumen que inauguró su cuentística, Esta no e… vienen rojos y azules (edición de autor, México, 1964), en cuyo colofón quedó asentado el domicilio de sus padres. Con la misma es trategia editorial se amparó Tario. Entre sus seguidores es sabido que invirtió recursos personales en la edición de muchos de sus libros, por ejemplo en la impresión de los aforismos de Equinoccio (edición de autor, México, 1946) en cuya portada o página legal no aparece consignada ninguna casa editorial. Algunos amigos de Miret participaron en la confección de Esta no e… —el otó ra o…—; nada sabemos de los procesos tipográficos de laplaquette aforística de Tario. Sí, en cambio, estamos enterados de sus procesos de escritura, revelados por Julio Farell, el hijo menor: “No era mu pro uctivo en sus libros porque era minucioso corre a volv a a corregir. Después nos lo daba a leer: cuando éramos adolescentes, a nosotros; cuando éramos chicos, a mi mamá. Quería sentir cómo sonaba el texto. A veces con un libro tardaba mucho tiempo. Con la novela [ Jardín secreto] ocurrió eso; de pronto traba aba en ella os años lue o como los vinos la e aba reposar […] ra mu exi ente en su escritura” le an ro ole o “Recuer o e rancisco ario [ ntrevista con ulio arell]” Casa del Tiempo, núm. 26, marzo, 2001, p. 53). La autoedición no se convierte automáticamente en rasgo distintivo de los 127 escritores raros, aunque fue un mecanismo de difusión muy usual en e l siglo pasado y se mantiene en el transcurso de la década presente, la cual permite al creador adelantar la publicación de su obra para promocionarla entre los editores, la burocracia cultural o universitaria, los amigos y la tertulia, aparte de convertirse en estímulo máximo de la autoestima del creador. Sin embargo, recuerden el tiraje de los 666 ejemplares con que salió de las prensas el volumenLas vocales malditas (1988), cuya primera edición fue financiada por Óscar de la Borbolla, su autor, en la q ue intervinieron también sus amigos —el pintor José Luis Cuevas, por ejemplo, autor de los dibujos de la portada y las ilustraciones de los interiores —. Con esta afirmación no pretendo sostener que De la Borbolla sea o pertenezca a la casta de los raros y malditos; no, al contrario, él es un escritor satírico que ya disfruta de un asentamiento en las antologías cuentísticas, la historia de la literatura mexicana y en los censos que han levantado los críticos adelantados. Las tesis universitarias, los congre sos académicos y de mexicanistas, ya dieron cuenta de su invención prosística singular, además de que críticos y analistas literarios cumplieron su tarea de canonización. De hecho, una editorial mexicana promueve sus obras completas desde la metrópoli. En este caso, su proceso de canonización arrancó desde hace tiempo con esas encomiendas culturales, educativas y de difusión. Ningún raro ha recibido nunca atenciones tan corteses. Tanto de Miret como de Tario sus primeras obras aparecieron en modestas ediciones de autor, hoy harto difíciles de rastrear en bibliotecas públicas, remate de saldos o librerías de viejo. Incluso los ejemplares de sus libros impresos con sellos comerciales también se convirtieron en verdaderos rebeldes de localizar, auténticas joyas bibliográficas entre sus fanáticos numerarios. Por la edición de autor, conjeturo en mi ilusión, la estirpe de los raros ha sobrevivido. Y a mantenerlos vivos, pretendo decir en circulación, han colaborado sus fans, pues los conservan en el circuito d e lectura, pepenando en las librerías de segunda para encontrar las polvosas ediciones de sus libros. Dada la escasez de dichos envejecidos libros, también sus admiradores, de fotocopia en fotocopia o en el mejor de los casos trasegando sus ejemplares, han logrado su permanencia no en el canon —tarea de beatificación que les es ajena —, pero sí en el gusto selecto y refinado de ciertos lectores. A ellos debemos que esa especie endémica de la literatura no haya fenecido. La permanencia o desaparición de la es pecie de los raros nos compete. Por otra parte, la biografía, el temperamento y la estética del fracaso tienden, a su vez, los rieles por los cuales transcurre la vida de un escritor raro. Esta tríada de elementos administra también su inserción o rechaz o culturales. Ahora paso a explicar en qué consiste cada vía, previamente aclaro que, para cierta teoría 128 literaria, el trayecto biográfico del individuo no importa, destaca solamente su obra. Sin embargo, en el caso de los escritores no canonizados, vida y literatura amarran un binomio indisoluble. Con ellos la estética enlaza un trinomio que no admite divorcios. Para exponer esta conjetura sobre los raros es necesario conocer previamente el trayecto vital de un escritor, su carácter y temperamento artíst ico, rasgos que colaboran para permitirnos un acercamiento a lo que he denominado aquí estética del fracaso, porque en otros lares y con otros acercamientos la designan con la i ura sinon mica e “po tica el racaso”. La tra ectoria vital la con unción de rasgos psicológicos pespuntan no sólo la intención de una vida, sino también la expresión simbólica y una voluntad de trascendencia. Por sus características literarias y psicotípicas, aquéllos bien cabrían en los censos que Rubén Darío o Pere Gimferr er levantaron para ejemplificar la literatura el racaso propu na a por la “oscura turba” e la que se eriva una estética de lo extravagante. Una literatura, la de los raros, teñida con un indeleble aire de romanticismo, es verdad, impulsada con ese vit alismo pesimista que distinguió a los poetas del crepúsculo. Y asumido ese padecer, este comentarista se pregunta si aquel que es hoy no fue en su ayer un desaforado romántico. Aquí abajo es el testimonio fehaciente de esa inclinación por los valores del romanticismo y la sujeción narrativa al imperio del realismo. Sin embargo, dice lberto an uel que “ n los cuentos ant sticos e ario lo imposible convive con lo rutinario, lo trágico se vuelve agriamente cómico, lo absurdo irremediablemente lógico. Sus protagonistas son objetos, animales, cosas indefinidas: un féretro enamorado de una jovencita en duelo, un barco que recuerda el ebrio de Rimbaud, una gallina vengadora, un perro fiel hasta la muerte, un traje gris con veleidades metafísicas, un antropófa go convincente, un incestuoso y erudito soñador, un niño inocente y aterrador, una caterva de seres monstruosos o antasma óricos” lberto an uel “ l unicornio es t mi o” en Babelia, núm. 1060, 17 de marzo, 2012, p. 8). En Aquí abajo sucede justamente lo contrario, lo posible convive con lo rutinario, pues trata de las cuitas domésticas, conyugales y laborales de un periodista ebrio. Antes de abordar aquella estética, me pregunto, ¿por qué si Tario convivió tan estrechamente con Octavio Paz sigue sien do un escritor de los confines? Entonces vivir a la sombra del caudillo cultural garantizaba presencia en los medios, asiento en la república literaria y micrófono abierto. Dadas sus aficiones musicales, ¿por qué no se encuentran registros públicos de sus interpretaciones? Y considerando sus aficiones deportivas, ¿por qué ni en la historia del futbol mexicano se localizan rastros de su sagaz portería, siendo él uno de los guardametas que instauró la moda de los uniformes coloridos? Ninguna información podemos pedir sobre su inclinación a la astronomía, aunque sus 129 a orismos re istran ese m to o e escu riñar el Universo “Ha en m constantemente una curiosidad incurable por aquella Tierra silenciosa, nocturna, llena de pisadas celestes; aquella Tierra sin ho mbres, color violeta, de hace setecientos billones e años” Equinoccio, 11). Ya en el ejercicio estricto de su labor literaria, siendo Tario un cultivador esmerado del relato, ¿por qué su cuentalia sigue fuera del mercado?, igual sucede con su novelística y dramaturgia, no sólo imposible de conseguir, sino descatalogadas y sin registro en los espacios ideales de la historiografía literaria. Con sus aforismos sucede lo mismo y si no se realiza una edición facsimilar o una impresión contemporánea de Equinoccio, seguramente este libro se perderá entre las cenizas, el polvo y los gusanos. Ninguna de tales interrogantes será contestada por la literatura, la historia o la psicología, tal vez apenas logremos vislumbrar una triste respuesta con el testimonio de sus contemporáneos —¿pero quiénes son?—, con el rescate de sus memorias —de atesorarse en algún cajón doméstico —, o con la inédita novela familiar que rindan sus hijos y herederos. La vida de Francisco Tario y su estética se mantienen como incógnitas por despejar. En su caso no se trató de un icono generacional ni de un fenómeno masivo, menos aún de un éxito comercial, hechos que explicarían en su conjunto el origen de los raros, pues navegan a contracorriente tanto de la cultura masificada como del mercad o. E incluso contra la Historia, como sostiene José de la Colina. Ese mismo fenómeno se repite en el caso de Miret y demás escritores de su misma estirpe, al igual que en la mayoría de los escritores raros cuya maldición compurgan justamente ahí, en los recintos del olvido, la ignorancia, el ninguneo y nuestro fracaso. n Javier Perucho. Editor, ensayista e historiador literario. Entre sus obras: Dinosaurios de papel. El cuento brevísimo en México y El cuento jíbaro. Antología del microrrelato mexicano. Ilustraciones de Guillermo Préstegui. 130 LAS QUINCE LETRAS Delia uárez Versiones. Este año tenemos dos versiones al español del clásico de F. Scott Fitzgerald, El gran Gatsby. José Luis López Muñoz (Alfaguara), traduce así uno de los párrafos inales el libro “Y mientras estaba allí, cavilando sobre aquel antiguo mundo desconocido, pensé en el asombro de Gatsby cuando descubrió por vez primera la luz verde al final del embarcadero de Daisy. Había hecho un largo camino para llegar hasta aquel césped de color azul, y su sueño tuvo que parecerle tan cercano que difícilmente podía dejar de alcanzarlo. No sabía que estaba ya tras él, en algún lugar de la vasta negrura de Nueva York, donde los oscuros campos de la nación americana se extendían, interminables, bajo la noch e”. La tra ucción el mismo párrafo por Justo Navarro (Sexto Piso, ilustrado por Jonny Ruzzo) se lee as “Y all pensan o en el vie o mun o esconoci o me acor el asombro e Gatsby cuando descubrió la luz verde al final del embarcadero de Daisy. Hab ía hecho un largo camino hasta aquel césped azul y su sueño debió de parecerle tan cercano que difícilmente podía escapársele. No sabía que ya lo había dejado atrás, en algún sitio, más allá de la ciudad, en la vasta tiniebla, donde los oscuros campos de la república se extien en en la noc e”. sco a uste . Amor. Para armar Stendhal. Diccionario del amor, Pierre Louis Rey reunió numerosas citas de las novelas, relatos, diarios y cartas del escritor francés: “Aplomo ‘ on al o m s e aplomo o menos e amo r, es posible que aquel día hubiera estado sublime y la ubiera conse ui o’. Enamorado con locura: ‘[ onaparte] entró en il n ese momento si ue siendo único en la Historia; imaginen un pueblo entero enamora o con locura’. Furia ‘ e a ueñan e mí a veces momentos de furia cuando pienso que pudo ella entre arse sin amor’. Impresionar ‘Las rancesas se esfuerzan muchísimo por impresionar, las italianas les quitan sus amantes en os vela as’. Soneto ‘Lu ovic re resó a arma a to a prisa ten a a su car o u na misión de la mayor importancia para Fabrice; se trataba ni más ni menos que de hacerle llegar a Clélia Conti un pañuelo de seda que llevaba impreso un soneto de etrarca’”. ra ucción e ar a eresa Galle o Urrutia lba itorial 2008. 131 Ola. “el mar, lleno de urgencias masculinas,/ bramaba alrededor de tu cintura,/ y como un brazo colosal, la oscura/ rivera te amparaba. en tus retinas,/ y en tus cabellos y en tu astral blancura, rieló con decadencias opalinas,/ esa luz de tardes mortecinas/ que en el agua pacífica perdura. palpitando a los ritmos de tu seno, hinchóse en una ola el mar sereno; para hundirte en sus vértigos felinos/ su voz te dijo una caricia vaga,/ y al penetrar entre los muslos inos la on a se a u ó como una a a” Leopol o Lu on es. “Oce ni a” La luna de regreso. Antología poética, selección y nota Víctor Manuel Mendiola, El Tucán de Virginia, 2013.) Espías. Di o Honor e al ac “La pro esión e esp a es sumamente singular cuando el espía trabaja por su propia cuenta. ¿No e xperimenta éste acaso la excitación de un ladrón sin dejar de aparecer como un ciudadano honesto? Pero el hombre que abraza este oficio debe estar preparado a hervir lentamente de cólera, a consumirse de impaciencia, a permanecer erguido en el fango mientr as se le hielan los pies, a congelarse y a abrasarse y a sentirse defraudado por falsas esperanzas. Debe estar preparado, apenas reciba una mera indicación, para trabajar en procura de una meta desconocida; debe sobrellevar la desilusión de fracasar en su empeño; debe estar preparado para correr, permanecer inmóvil, quedarse durante horas observando una ventana para inventar mil mo os e acción...”. e que pensan o en Edward Snowden... (Graham y Hugh Greene, El libro de cabecera del espía, traducción de Roberto Bixio, Editorial Sur.) Treintón. Hay cosas que llegan porque sí y marcan un aniversario. Como encontrar en mi librero el delgadísimo libro Chetumal Bay Anthology de Luis Miguel Aguilar, con sus increíbles epitafios publicados en 1983, hace 30 años “G lve melancólico No cualquier hombre abre la puerta de su casa/ Cualquier mañana turbia de febrero/ A una mujer amarga como tú, triste Rose -Helen/ Las que han salido de la calle a ella vuelven./ Cuando te fuiste dejé intactos los retratos,/ Tu flo rero, tus peinetas, las marinas. Me dolió/ La cabeza hasta mi muerte —por cierto, más sencilla/ Que la tuya. Aunque no cualquier hombre muere/ Bocabajo, sobre una cama gris, triste Rose-Helen”. Homofobia. En su libro ¿Naces o te haces? La ciencia detrás de la homosexualidad (Paidós, 2013), el biólogo 132 y doctor en filosofía de la ciencia Fabrizzio Guerrero McManus documenta algunos pasajes poco conocidos de la historia nacional que revelan la persecución e los omosexuales en el xico mo erno “ sta omo fobia institucionalizada culminaría en el año de 1962 con la creación del Instituto de Capacitación riminal stica el o er u icial el Distrito e eral. […] l unas e las m s temibles propuestas que emanaron de dicho instituto fue la sugerencia de una fuerte campaña propagandística antihomosexual, así como aplicar con rigor la Ley de Vagos y Maleantes para todo aquel homosexual que fuera sorprendido en la vía pública prostituyéndose o incitando a dichas prácticas; por último, aquellos que fueran detenidos deberían ser remitidos a diversas instituciones médico -legales para determinar responsabilidades penales que culminaran en la creación de un re istro e omosexuales similar al que exist a para los toxicómanos”. Ciudad. “La relación el ombre que camina por su ciudad con sus calles y con sus barrios, ya sea que los conozca o los descubra al andar, es ante todo una relación afectiva y una experiencia corporal. Un fondo sonoro y visual acompaña su deambulación, su piel registra las fluctuaciones de la temperatura y reacciona al contacto de los objetos o del espacio. Atraviesa capas de olores repulsivos o deleitables. Esta trama sensorial confiere al avanzar por las calles una tonalidad placentera o desagradable, según las circunstancias. […] n un i lo go de Platón, Sócrates y su alumno Fedro caminan juntos hacia las puertas de Atenas. Sócrates expresa su admiración por la belleza e al unos paisa es. e ro se asombra ‘ ero si tú no sales e tu ciu a para viajar fuera de sus fronteras; ni siquiera, seg ún creo vas m s all e sus muros’. ócrates acepta se usti ica ‘ in ul ente conmi o mi buen ami o me usta aprender, como sabes. Ni el campo ni los árboles aceptan enseñarme nada, sino los ombres e la ciu a ’”. Davi le reton Caminar. Un elogio, La Cifra Editorial, 2011.) Barrios. Dos nuevas lecturas, gracias al apoyo del Ministerio de Cultura de Brasil, sobre los principales barrios de las grandes ciudades brasileñas: São Paulo y Río de Janeiro. Adriana Hidalgo Editora pone a circular a João Antônio, autor de un exitoso libro de relatos, Malagueta, Perus y Bacanazo (traducción de Claudia Solans). El título hace referencia al 133 cuento del mismo nombre del que el autor escribe “cuenta las an an as lun ticas y grises de tres vagabundos, pícaros, buscavidas en una noche paulista. Quebrados, quebraditos, en la miseria parten del barrio de Lapa. Hay esperanza. Conseguirían dinero, darían vueltas por la ciudad. Andan, juegan, caen, se levantan, vuelven a recorrer los suburbios, de nue vo tropiezan, ganan, pierden, se recuperan. Como terminan es como terminan. Mustios, sonados, pi ien o tres ca s ia os”. Y para leer e los barrios e R o e aneiro levos a sello editorial de Siruela, acaba de publicar el libro de relatos Dieciséis mujeres de Rafael Cardoso (traducción de Carla Guimarães), sobre diversos personajes femeninos de los barrios de elite, de los suburbios y de las favelas, que disfrutan y padecen la vida en Río. Juez. “ resuponien o que la ciencia el cora ón humano vale tanto como la ciencia de los códigos, o incluso más, la Administración de Justicia no saldría sino perjudicada por un exceso de profesionalidad. En fin, cuando un hombre elige la profesión de juzgar a sus semejantes, debe resignarse, por doloroso que le resulte, a la paradoja de que no se puede ser juez si se tiene en cuenta la opinión pública, pero tampoco si no se la tiene. A las inquietudes propias tiene que prever la suma de las que vendrán de la atención que la opinión pública dedica a ciertos casos. Y esto vale para todas las latitudes, para cualquier país en el que los tribunales no se hayan converti o en aras” Leonar o ciascia. “ Corriere della Sera, 14 de octubre de 1983” en Para una memoria futura (Si la memoria tiene un futuro) , Tusquets, traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona, 2013.) Shakespeare. La nueva novela del autor de La cena, Herman Koch, se llama Casa de verano con piscina (Salamandra, 2012) y es tan sorprendente como la anterior. Esta vez el narrador es un médico que, además de detestar a sus pacientes, detesta el teatro contempor neo no sin ra ón “No era la primera ve que asistía a una representación de Shakespeare, ya llevaba una decena. La fierecilla domada con todos los papeles femeninos interpretados por hombres; El mercader de Venecia con los actores en pañales y las actrices vestidas con bolsas de basura y bolsas de supermercado en la cabeza; Hamlet con retrasados, 134 eolífonos y un ganso (muerto) al cual rebanaban el cuello en el escenario; El rey Lear con ex drogadictos y huérfanos de Zimbabue; Romeo y Julieta en el túnel a medio construir de una línea de metro, con aguas fecales chorreando por las paredes, en las que se proyectaban diapositivas de campos de concentración; Macbeth con los personajes femeninos interpretados por hombres desnudos que por todo atuendo llevaban una cuerda en la raja del culo y esposas y pesas colgadas de los pezones, mientras por los altavoces sonaban temas de Ra io ea poemas e Ra ovan Kara žić. […] Recuerdo retrasos en aeropuertos, retrasos infinitos de medio día o más, que se han pasado volando, diez veces más r pi o que estas representaciones”. Murciélago. “La sospec a es entre los pensamientos lo que entre las aves el murciélago: no vuela más q ue en la oscuri a ” rancis acon. Renato. 11 poemas, 10 fabulillas, 15 artículos periodísticos, semblanzas, evocaciones, anécdotas y entrevistas. De eso está hecho el libro Soy un hombre de pluma y me llamo Renato, una antología de recuerdos coordin ada por Fred Álvarez y Pepe Alcaraz en la que colaboran los amigos y admiradores de una singular figura de las letras mexicanas: Renato Leduc, quien en una conversación con Oralba Castillo Nájera confiesa cuánto le molestaba que lo llamaran “el último bo emio” “Yo to a mi vida he trabajado, escribo para seis perió icos ¡cara o! ¿bo emio? una c in a a”. (Artes e Historia México/Literatura.) Incesto. Entre 2008 y 2011 los escritores Paul Auster y J.M. Coetzee sostuvieron una estrecha correspondencia en la que tratan muy diversos asuntos. Hablando de amistad entre hombres y mu eres oet ee ace esta re lexión “ s sabi ur a popular que no es prudente que un hombre y una mujer que llevan mucho tiempo sien o ami os ‘sólo’ ami os en el paso acia el amor físico. 135 Acostarse con un amigo es una experiencia dócil, dice la sabiduría popular; un buen amigo no tiene el elemento de misterio que necesita eros. ¿Es verdad esto? Lo atractivo del incesto entre hermano y hermana es precisamente dar el paso de todo lo conocido hacia lo desconocido y misterioso. El incesto solía ser un gran tema literario (Musil, Nabokov) pero ya no parece serlo. Me pregunto por qué. Quizás porque la noción de sexo como una experiencia casi religiosa —y por tanto el incesto como un desafío a los dioses— se a evapora o”. Here and now. Letters 2008-2011, Viking, 2013.) Panacea. “Una bien selecciona a antolo a po tica es un ispensario completo de medicina contra los trastornos mentales más comunes, pudiendo emplearse lo mismo para pre venirlos que para curarlos” Robert Graves. Detective. Michael Connelly, el escritor de novela negra, autor de El eco negro, Deuda de sangre y Ciudad de huesos, entre otras, admite que el ser periodista en la sección de sucesos de Los Angeles Times alimentó gran parte de las tramas de sus novelas. “ omo perio ista en Los Án eles no sales a ver to os los crímenes: hay demasiados y la ciudad es demasiado extensa. Eliges, escoges. A veces eligen por ti. Una mañana me llamó un director y me dijo que pasara por una escena del crimen de camino a la redacción. Como si tal cosa, como si me pidiera que recogiera un café antes de subir. Me explicó que el asesinato era en Woodrow Wilson Drive, en las colinas de Hollywood. Hice lo que me pidieron y escribí el artíc ulo. También encontré el sitio donde pondría el hogar del detective de ficción sobre el que había empezado a escribir secretamente. Un lugar donde podría vivir y tener una vista de la ciudad a la que ayudaba a proteger, una casa donde podía salir a la terr aza trasera para tomarle la temperatura, sentirle el pulso. ( Crónicas de sucesos, traducción de Javier Guerrero, Ediciones B, 2013.) n Delia Juárez G. Autora del libro Gajes del oficio. La pasión de escribir y coordinadora de las antologías colectivas Y sin embargo yo te amaba. 12 autores interpretan a José José,Mudanzas y Anuncios clasificados (de próxima aparición en Cal y arena). 136 SIN PENSAR EN EL LECTOR Guadalupe Nettel Nunca he sido una persona metódica. Aquellos que consiguen levantarse en la madrugada para escribir de cuatro a siete de la mañana antes de salir hacia un trabajo también estructurado por una agenda y un calendario, me causan, además de admiración, un morbo y una curiosidad notables. Uno de mis principios más antiguos ha sido evitar el conflicto con la página en blanco. Cuando no tengo nada que decir, simplemente me abstengo de pronunciar cualquier palabra. No importa si el silencio dura un día o cinco meses. Por el contrario, cuando una idea me entusiasma, le doy vueltas en donde quiera que me encuentre y sin importar la actividad que esté realizando. Suelo tomar notas y paso formalmente al papel sólo cuando encuentro el tono indicado. Se trata de una certeza física, irrefutable. En ese sentido, podría decirse que creo en la inspiración. En ocasiones comparo esa experiencia a las de los santeros caribeños otros espiritistas que escuc an voces ase uran que les “ba a el santo”. La ma or a e las veces es cribir es para mí una actividad gozosa como una fiesta íntima, una reunión de amigos donde los invitados son mis autores favoritos, los libros que he leído y me interesan o me conmueven. Concuerdo con ulio ort ar para quien era imprescin ible “quitarse la corbata” antes e sentarse a escribir. La solemnidad no se lleva bien con la literatura. El juego sí. Otra de las reglas que me impongo —al menos en un primer momento— es no pensar en el lector. Mucho menos en lo que dirá tal o cual persona. No hay n ada más nocivo para la creatividad que tomar en consideración el juicio de los demás. Hago de cuenta que soy yo la única destinataria de ese texto. Si es necesario, despotrico sin pudor contra quien sea y muy a menudo me burlo de mí misma. Sólo cuando el primer borrador está concluido y la mayoría de las ideas expresadas, me detengo a pensar si el texto tiene o no madera para ser publicado. Si es el caso, entonces lo trabajo pensando en quienes habrán de leerlo. Reviso la estructura en primer lugar, luego m e concentro en la trama, los diálogos, la 137 relación entre mis personajes. Por último, pero en ello me demoro mucho tiempo, reviso cuidadosamente la limpieza de la prosa. Una de las mayores satisfacciones que encuentro en la literatura es la conexión empática que puede producirse entre el autor y el lector. Por esa razón evito las frases demasiado tergiversadas, los conceptos obtusos. Siempre he admirado la belleza de los objetos simples y trato de que sea ese tipo de belleza el que ilumine mis textos. Es verdad que no siempre lo consigo. Sin embargo, nunca he claudicado en el intento. Antes, cuando aún no conocía las mieles de la maternidad, pensaba que uno sólo debía escribir en circunstancias especiales, cuando las musas se dignaban a visitarnos, la mente despejada y ocurrente y las emociones que azotan al ser humano con frecuencia, bajo cierto control. Sin embargo, desde que el ritmo circadiano dejó de ser el mío y tuve que levantarme varias veces durante la noche para alimentar a mi primer hijo, para con solarlo o cambiarle el pañal —cosa que seguí haciendo después con su hermano menor — mis hábitos laborales se vieron modificados. Desde hace algunos años, sin importar la hora o mi estado de cansancio, escribo siempre que puedo, con urgencia, como quien bus ca saciar una necesidad física, algo semejante a los fumadores que encienden un cigarro cada vez que tienen oportunidad. En el metro, en un taxi, en la mesa de un café, en las oficinas de Hacienda, en los aeropuertos, en los hoteles, cuando estoy de suerte en mi escritorio, mientras duermo a los niños, en la fila del supermercado o, como ahora, en un estadio de futbol, aprovecho los ratos muertos para hacerlo. Prefiero trabajar por las mañanas ya que, en general, mi mente está más lúcida pero no siempre me es posible. La mayoría del tiempo empiezo escribiendo a mano, en libretas de hojas blancas y papel de alto gramaje. Me gusta que la mesa donde me siento esté despejada y me ofrezca una vista interesante: una ventana más que un muro, el espacio de una cafetería, la sala de mi casa. Cuando tengo un par de hojas pergeñadas con mi letra compacta, manuscrita y más bien redonda, paso el contenido a la computadora donde sigo redactando hasta que las ideas dejan de fluir. Luego vuelvo a la pluma y así durante seman as o años. Un buen día, después de haberlo leído de corrido unas cinco veces, decido que el libro ya no puede hacer nada por mí y yo nada por él. Entonces lo pongo en un sobre y se lo mando a mi editor para ver si le interesa. Pero los libros siempre cobra n venganza: una vez impresos, cuando el primer ejemplar llega a mis manos impacientes y a la vez temerosas de conocerlo, abro una página al azar y me encuentro indefectiblemente con una errata que, habiendo burlado las barreras de mi atención y la de los correctores de estilo, llega hasta su horrorizada demiurga para recordarle su condición humana y por lo tanto falible. n Guadalupe Nettel. Escritora. Su más reciente libro es El matrimonio de los peces rojos. 138 Ilustración de Camacho. LA MALDITA CIRCUNSTANCIA DEL AGUA POR TODAS PARTES Leonardo Padura I Uno de mis paseos preferidos, como el de decenas, cientos de miles, qui zás hasta millones de habaneros (ahora que somos dos millones) es el recorrido costero que marca el muro del Malecón. En realidad, debo confesar que hace bastante tiempo no lo practico del mejor modo en que debe hacerse, o sea, a pie, sin prisa, al final de la tarde, de este a oeste, en el sentido del tiempo histórico, desde la Habana Vieja o colonial hasta el barrio de El Vedado. En los últimos años con más frecuencia lo hago a la velocidad del automóvil, pero la sensación que siempre me deja ese trayecto habanero es confusa y contradictoria, aunque patente. Como una advertencia llena de significados profundos. Me explico. Para los que no conozcan La Habana, mi ciudad, debo decirles que el Malecón es una y muchas cosas: es, ante todo, un muro de cemento de alrededor de un metro de altura y sesenta centímetros de ancho, que desde hace un siglo separa al mar de la ciudad. Con orgullo, los habaneros decimos que es el banco de un parque público más largo del mundo, pues una costumbre acendrada resulta la de sentarse en el muro del Malecón, unas veces de frente, otras de espaldas al mar, para tomar la brisa (cuando hay brisa) y practicar uno de los más amados deportes nacionales: el dolce far niente. Por lo general, quienes se sientan de cara a la ciudad, quieren ver pasar el tiempo, la gente, ver la vida de los otros. Los que optan por acomodarse de frente al mar, casi siempre se empeñan en mirar hacia dentro de sí mismos, mientras contemplan la superficie plana o rizada del océano, un eterno misterio, promisorio como todos los enigmas. Paralela al muro transcurre una acera de tres, cuatro metros de ancho, por la cual puede ejecutarse ese paseo peatonal, y más allá, una avenida de cuatro carriles, en la que el recorrido puede realizarse en auto, a velocidades máximas de hasta ochenta kilómetros por hora, mejor si con todas las ventanillas bajadas para 139 dar libre acceso a los efluvios del mar. De la otra banda de la avenida, luego de la consabida acera, están las edificaciones que, en lucha diaria con la agresivida d del salitre, disfrutan y sufren de la cercanía del océano, al que deben sus diversos aunque seguros grados de deterioros. Pero la esencia del Malecón habanero no son ni su muro, su avenida o sus edificaciones carcomidas, sino la de ser, precisa y evide ntemente, la frontera entre la tierra y el mar. Una tierra caliente y un mar que, asomado a la Corriente del Golfo de México, puede ir de lo apacible a lo furibundo, a veces en un mismo día. Porque la frontera que marca el Malecón no es sólo geográfica (ti erra y mar), física (sólido y líquido), sino también espiritual (dentro y afuera), pues representa la que con mayor evidencia indica a los cubanos, y en especial a los habaneros, lo que ha sido la esencia de una forma de ser, de ver y de vivir la vida: la insularidad. El Malecón constituye el fin de algo y el principio de otra cosa, en dependencia del punto de vista o el estado de ánimo con que se le quiera mirar. Principio o fin de la isla; principio o fin de lo que está más allá, siempre como una promesa más o menos inalcanzable. El Malecón es la constancia material y visual de una condición o fatalidad geográfica a la cual el poeta Virgilio Piñera, en su verso m s celebra o cita o cali icó como “La mal ita circunstancia el a ua por to as partes” La isla en peso, 1943). II El sentimiento y el hecho de la insularidad inapelable que revela y resume el Malecón habanero se hicieron más evidentes y traumáticos porque durante más de cincuenta años los habitantes del país no pudieron moverse con libertad má s allá de los límites de la isla. Una de las leyes revolucionarias tomadas en la década de 1960, cuando el gobierno cubano adoptó el socialismo como su sistema político, fue la de controlar de modo estricto el movimiento de sus ciudadanos hacia lo que está más allá del Malecón. Se instituyeron desde entonces figuras jurídicas como el “permiso e sali a” que eb an conce er las autori a es mi ratorias cubanas a los que preten an via ar o el e la “sali a e initiva” el cual si ni icaba la concesión del permiso de partir con la condición de que no se contemplara para nunca jamás el regreso al país natal que se abandonaba, mientras todos los bienes del emigrante (casa, auto, objetos materiales, incluida la ropa que no cupiera en dos maletas) eran incautados al momento de la partida (como para que no quisiera ni tuviera adonde volver, pues de hecho se convertía en un apátrida). Con aquella ley, en un momento, se pretendió controlar la migración masiva de profesionales que desangró al país en los primeros años revolucionarios; más tarde, coartar las ansias posibles de esos profesionales, o deportistas, o funcionarios, o simples ciudadanos, que sólo podían trasladarse a otras tierras si les era concedido ese oloroso “permiso e sali a”. Hasta ace poco con esa ley, además, se castigaba o se premiaba, se permitía o se impedía: se decidía el destino y los deseos de las 140 personas. Alejo Carpentier, otro de los grandes escritores cubanos del siglo XX, reflejó en una de sus novelas lo que significa el sentimiento opr esivo de la insularidad y los modos de hacerla más patente con la imposibilidad de quebrarla. Al principio del libro uno e los persona es abaneros “pensaba acon o a o en la vi a rutinaria que a ora lo esperaba […] con ena o a vivir en aquella urbe ult ramarina, ínsula dentro de la ínsula, con barreras de océano cerradas sobre toda aventura posible […]. l a olescente pa ec a como nunca en aquel momento la sensación e encierro que produce vivir en una isla; estar en una tierra sin caminos hacia otras tierras a donde se pudiera llegar rodando, cabalgando, caminando, pasando ronteras…”. Y acia el inal e la obra otro e sus persona es tambi n abanero siente que “…se u a preso con to a una ciu a con to o un pa s por c rcel. […] sólo el mar era puerta, y esa puerta estaba cerrada con enormes llaves de papel, que eran las peores. Asistíase en esta época a una multiplicación, a una universal proliferación de papeles, cubiertos de cuños, sellos, firmas y contrafirmas, cuyos nombres agotaban los sinón imos e ‘permiso’ ‘salvocon ucto’ ‘pasaporte’ cuantos vocablos pu iesen si ni icar una autorización para moverse de un país a otro, de una comarca a otra —a veces de una ciudad a otra. Los almojarifes, diezmeros, portazgueros, alcabaleros y aduaneros de otros tiempos quedaban apenas en pintoresco anuncio de la mesnada policial y política que ahora se aplicaba, en todas partes —unos por temor a la Revolución, otros por temor a la contrarrevolución — a coartar la libertad del hombre, en cuanto se refería a su primordial, fecunda, creadora posibilidad de moverse sobre la super icie el planeta que le ubiese toca o en suerte abitar”… Lo curioso es que estos personajes son Carlos y Esteban, dos de los protagonistas de El siglo de las luces (1962), y que sus experiencias se remiten a los años finales del siglo XVIII y primeros del Xix, antes y durante otra revolución: la que se inició en París con la toma de la Bastilla. El hecho de que tanto Carpentier como Piñera, antes de que se aplicaran las leyes revolucionarias destinadas a controlar la emigración, se refirieran de forma tan dramática al sentimiento de encierro que produce la insularidad geográfica y legal, puede explicar mejor cómo se pudo haber manifestado esa condición en un país moderno, de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, en donde los ciudadanos dependían de autorizaciones oficiales para salir o regresar a su país. Y se entiende mejor qué podía significar en el imaginario nacional la muralla sólida del Malecón habanero. Hasta hace apenas unos meses el sistema establecido en Cuba para viajar al extranjero contemplaba, en lo esencial, cuatro variantes para atravesar las fronteras de la isla. La más común era que el ciudadano formara parte de una delegación oficial o fuese convocado a re alizar una labor en el exterior que 141 contara con el apoyo o la venia estatal. Por esta vía viajaban funcionarios, deportistas, periodistas, artistas (los que con mayor libertad nos movíamos, justo es decirlo), y también los cooperantes internacionalistas (N icaragua, Venezuela, etc.), los soldados que participaron en campañas como las de Angola o Etiopía, en las décadas de 1970 y 1980 o los muchos jóvenes que se instruyeron en universidades del antiguo bloque socialista. La segunda vía era la del viaje personal al que podían acceder, sobre todo a partir de la década de 1980, los cubanos que fuesen invitados por un familiar o amigo a realizar una estancia en el extranjero (algo muy ansiado entre los cubanos mayores de edad con familia en Estados Unidos), para lo cual era indispensable obtener el permiso de salida. La tercera opción era la a menciona a “sali a e initiva” que po a ser mu complicada si se trataba, por ejemplo, de un profesional con estudios universitarios, que dependía, para emprender el viaje sin retorno, de que se le conce iera una “carta e liberación” en su centro e traba o un ocumento con reminiscente sonoridad a los tiempos de la esclavitud. Y la cuarta ruta era la de la partida al exilio sin permiso para hacerlo, opción que a su vez s e concretaba de os maneras un amentales la “sali a ile al” casi siempre en embarcaciones rústicas a través del Estrecho de La Florida, a la que se lanzaban quienes no obtenían el permiso de salida, la carta de liberación o la visa de otro país, en especial Estados Unidos, y se sentían forzados a emprender una travesía en la que a muerto una ci ra no conoci a e cubanos la e “que arse” que po an poner en práctica los que viajaban con permiso de salida y visa (esos funcionarios, deportistas, artistas, estudiantes) y decidían no regresar al país, aun sabiendo que, como castigo, en la mayoría de los casos las fronteras de la isla se les cerraban por tiempo in e ini o a “el que a o” si eseaba re resar a sus amiliares m s cercanos (si deseaban emigrar). Sumadas todas esas alternativas, no deja de resultar curioso que de un país de fronteras casi cerradas por ley, insular por añadidura, salieran tantas personas empleando tan diferentes rutas. El resultado de salidas y fugas ha sido conseguir que en cinco décadas alrededor de la quinta parte de la población se desperdigara por los más recónditos lugares del planeta —inclui a Groenlan ia… Sólo a principios del año 2013, como parte de la política de cambios emprendida por el gobierno de Raúl Castro, sucesor de su hermano Fidel, la infame figura del “permiso e sali a” a si o al in aboli a aunque no la e la “carta e liberación” para algunas profesiones y cargos. Durante años muchas voces en Cuba, de personas que, teniendo incluso la posibilidad de viajar hemos decidido vivir en Cuba, reclamaban el restablecimiento de la libertad de movimiento de los ciudadanos del país. Y, luego de anuncios, controversias, advertencias de posibles o seguras limitaciones, la vieja ley migratoria al fin fue modificada y desde enero de 2013, prácticamente la totalidad de las personas pueden viajar a donde lo eseen sólo con tener un pasaporte abilita o a on e pue an… siempre que les sea concedida la visa de entrada en el país de destino escogido, un trámite que en 142 la mayoría de los casos sigue siendo difícil, incluso, más difícil ahora que los cubanos no necesitan permiso de su gobierno para salir y regresar (o no) a la patria… Esta nueva coyuntura, que ya ha sido aprovechada por muchas personas con la intención de irse por un tiempo breve o dilatado del país —quizás el caso más comentado ha sido el de la bloguera Yoani Sánchez, impedida de viajar por años — ha hecho que algunas personas empiecen a mirar de un modo diferente los cientos de metros de hormigón armado del muro el alecón… al menos alenta os por un sueño, una posibilidad. III sa at ica insulari a “acentua a” que se vivió en uba urante me io si lo generó infinidad de traumas de diversa hondura, de uno y otro lado del muro del Malecón. Cierto es que el exilio, el deseo o la necesidad de partir, forma parte esencial de la historia y la espiritualidad cubanas desde mucho antes que se construyera el muro del Malecón o se dictaran leyes revolucionarias destinadas a controlar la migración. El primer escritor verdaderamente cubano, José María Heredia (primo del parnasiano francés que, en realidad, era otro exiliado cubano) fue también el primer hombre cubano que sufrió los rigores del exilio, en los tiempos coloniales, a causa de sus ideas independentistas. Desde que se vio obligado a huir de Cuba, a fines del año 1822, Heredia no pudo regresar a su patria hasta el año 1836 cuando, enfermo de tuberculosis y desengañado de sus ideales, se atrevió a pedir un permiso al gobernador español de la isla con la intención de ver por última vez a su madre. El capitán general Miguel Tacón le concedió entonces dos meses de estancia en el país, pero con la condición de que no participara en ninguna activi a pública… ue en ese lar o exilio vivi o en sta os Uni os xico donde Heredia escribió varios de sus poemas más trascendentes, conform ando la primera gran obra lírica de la literatura cubana, la más alta expresión del romanticismo en lengua española. Entre esos poemas siempre se destacan la conmove ora o a “Ni ara” 1824 reci n cumpli os los veinte años en la que funda la nostalgia por la patria cubana per i a el es arra or “Himno el esterra o” cu os versos repitieron los combatientes e las uerras independentistas de la segunda mitad del siglo XIX, y entre los que nos quedaron estas rimas premonitorias del carácter nacional: “¡Dulce uba! en tu seno se miran/ En su grado más alto y profundo/ La belleza del físico mundo,/ Los orrores el mun o moral”. También otro de los grandes poetas cubanos del XIX, el apóstol de la 143 independencia de Cuba, José Martí, sufrió el exilio. Per o en la distancia no sólo escribió sus mejores páginas, sino que preparó la guerra que al fin conduciría a la independencia de Cuba. Tal vez por tantos años de lejanía forzada, que lo obligaron a cruzar tantas veces el océano en busca de destinos transitor ios para vivir y alimentar su proyecto político, Martí escribió en uno de sus versos más conoci os que “el arro o e la sierra/ me complace m s que el mar”… Como Martí y Heredia, a lo largo de dos siglos decenas de escritores cubanos, incluido el mismo Carpentier, se vieron impulsados, voluntaria o involuntariamente, a partir al exilio en determinados momentos de la historia cubana, convirtiendo la distancia en una constante de la literatura nacional. Luego, con la voltereta histórica que implica una revol ución, otra gran cantidad de escritores decidieron partir, antes o después, la mayoría de ellos para no regresar jamás: Severo Sarduy, Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas entre los más conocidos. En muchos casos, la parte más nutrida y significativa de sus obras se escribió en la distancia y, en muchísimos casos, con la mirada y el alma puestas en la tierra que comienza o termina con el muro del Malecón. Ha abi o sin embar o escritores cubanos que an ec o e la “mal ita circunstancia del agua por to as partes” e pro ibiciones o i iculta es para cruzar las fronteras del país, la esencia de su vida y su literatura. Quizás el caso más significativo y sostenido sea el del poeta y novelista José Lezama Lima, uno de los grandes autores del siglo X X iberoamericano, quien apenas salió una vez de Cuba: a la vecina isla de Jamaica. Toda su vida, pues, transcurrió en esa Habana cercada en su vertiente norte por el muro del Malecón, la ciudad en la que Lezama se eclaró un “via ero inmóvil” mientras se t rasladaba a otros mundos perdidos, exóticos, ideales, a través de sus lecturas. Su obra, no obstante su afincamiento a la isla, es la menos típicamente cubana que se pueda concebir, en cuanto a densidades, lenguajes, pretensiones: junto a Carpentier, que p ersiguió de manera ostensible lo universal como fundamento de su estética, Lezama lo alcanzó por la distancia poética que colocó entre su chata realidad cotidiana de funcionario público y su mirada golosa de hombre sin fronteras culturales ni temporales. IV La insularidad que simbólica y físicamente revela la serpiente pétrea del Malecón no ha perdido su sentido por un favorable y reciente cambio de leyes. Cierto es que la libertad ganada por los ciudadanos cubanos con una política migratoria que casi llega a la normalidad universal, ha bajado tensiones, ha engendrado esperanzas, incluso ha concretado sueños de viajeros que no pretendían la inmovilidad lezamiana. No obstante, ir más allá de lo que encarna el más famoso y concurrido paseo habanero y cubano, sigue siendo un reto para unas personas a las que, en su inmensa mayoría, les está vedada la posibilidad económica de viajar 144 como turistas y a las que, en muchos países de posible estancia o destino, los miran en sus consula os abaneros con caras e “pot enciales inmi rantes” se les exigen los más diversos documentos para obtener un visado. El Malecón sigue ahí, firme en sus cimientos esenciales, testimonio —para algunos— de una fatalidad geográfica. Pero el hecho de haber nacido y vivido en una isla y, por tanto, sentirse ro ea o e “la mal ita circunstancia del agua por todas partes” enera otros muc os e ectos espirituales y materiales. Si bien, como antes he puesto en evidencia, una parte muy notable y abundante de la literatura —y en general de la cultura— cubana se ha hecho fuera de las cuatro paredes de la isla, para el escritor cubano de los últimos cincuenta años que, por la razón que fuere, haya decidido permanecer en su tierra, el mundo exterior le ha resultado un destino de difícil acceso literario. La frontera física del Malecón también fue, hasta hace apenas veinte años, un muro físico para las aspiraciones de mostrarse literariamente para los autores del país. Otra ley, o disposición, o regulación (sabe Dios cómo se llamaba) obligaba a los escritores a comercializar sus obras con editoriales del mundo a través de una agencia literaria, adjunta al Ministerio de Cultura, la única instancia autorizada para gestionar ediciones y cobrar contratos y regalías. Dominada por la ineficiencia, la orto doxia política, las lentitu es burocr ticas ic a a encia intentaba “ven er” a autores obras en otros países, mientras los creadores debían esperar pacientemente que la institución obtuviera una respuesta afirmativa. De convenirse una edición foránea, entonces el escritor recibía un porcentaje de las cifras acordadas y, durante años, ya cambiadas en pesos cubanos que sólo le servían para sufragar gastos del lado de acá del muro del Malecón. Otra voltereta histórica comenzó a cambiar esa situación. Por s uerte para algunos, por desgracia para muchos, en los años 1990, tras la desaparición de la Unión Soviética, en Cuba se comienza a vivir una crisis económica tan profunda que a las pare es m s sóli as se les icieron rietas… por una e ellas se esli ar on 145 los escritores cubanos en su búsqueda individual y desesperada de editores fuera del país. El empeño, que al principio llenó a tantos de ilusiones, fue, sin embargo, degradado por la realidad: lo que los cubanos creían importante, renovador, interesante, atractivo no lo fue para la mayoría de las casas editoriales de la lengua —menos para las de otros idiomas— y la insularidad literaria cayó como un fardo sobre las pretensiones de muchos autores que no pudieron atravesar el muro del mercado, cuando más, debieron conformarse con seguir publicando en Cuba —si podían— o en sellos pequeños o marginales del ancho mundo que está más allá de los mares que rodean la isla. Quizás la explicación a este fracaso sea tan simple como que los encierros dilatados, la insularidad física y mental, tienen el efecto secundario e indeseable de provocar el localismo, o sea, la mirada centrada, concentrada, en lo interior. El propio Carpentier, citando a Unamuno, alguna vez lo advirtió refiriéndose a la cultura de todo el continente latinoamericano la esencia el arte es “ allar lo universal en las entrañas e lo local”. ero ¿cómo asomarse a lo universal es e la convivencia continuada y autofágica con lo local? ¿Cómo ver lo que hay más allá del mar si, por generaciones, de e sos sitios sólo se han entrevisto flashazos, muestras autorizadas a exhibirse por una política también restrictiva de lo que puede o no consumir política y culturalmente un habitante de la isla? Los encierros físicos, por supuesto, pueden terminar provocan do encierros mentales. 146 Incluso castraciones. No todos los inmovilizados pueden convertirse en viajeros como Lezama Lima, porque, entre otras razones, no todos somos Lezama Lima. Ni mucho menos. V La insularidad genera también un efecto benéfico: el del se ntido de la pertenencia. Creo que pocos habitantes del mundo han desarrollado un sentimiento de pertenencia tan fuerte como el cubano —aunque seguramente estoy equivocado, creo y quiero verlo así. Quizás la muestra más patente de esa cualidad esté no en los cubanos que permanecen en la isla, sino, por cierto, en los que, a veces con muchos trabajos, sacrificios y riesgos, optaron por la distancia del exilio. Un viejo amigo, escritor cubano radicado en España desde hace dos décadas, me expresó esa realidad con estas palabras “el problema e los cubanos es que ni u en o e uba salimos e uba”… l o as ue lo que le ocurrió a los in epen entistas Heredia y a Martí en el siglo XIX; lo mismo les ocurrió a Guillermo Cabrera Infante y a Reinaldo Arenas en sus d estierros políticos recientes, cuando siguieron escribien o sobre uba “en cubano” mientras se enquistaban en un o io permanente hacia el sistema político cubano e, incluso, contra muchos cubanos, por el solo hecho de serlo y haber decidido permanecer e n la isla. Fue lo que le ocurrió a Eliseo Alberto, más cubano en la distancia y capaz de asegurar que “na ie quiere a uba m s que o”. Muchas, demasiadas veces, los periodistas de diversas partes del mundo me han preguntado por qué yo he decidido seguir viviendo en Cuba, cuando tengo editoriales que publican mis libros en veinte países, productores de cine en media Europa con los cuales he trabajado o trabajo, incluso, poseyendo la ciudadanía española (y el consabido pasaporte que abre tantas puertas) que , por acuerdo del onse o e inistros me conce ió el Reino e spaña… Y la única respuesta posible ha sido siempre una y la misma: porque soy cubano, un escritor cubano, que escribe sobre Cuba y los cubanos y que, por decisión y voluntad propia ha decidido —incluso en los momentos más duros de mi vida y de la vida del país, como esos desoladores y hambreados años 1990 — permanecer viviendo y escribiendo en Cuba. Y es que el sentido de la pertenencia no sólo me ata a mi país, a mi ciudad (con su Malecón y su muro), a mi barrio (vivo en el mismo donde nací), sino que me advierte de algo mucho más complicado: que nunca voy a ser otra cosa que un escritor cubano y que, de vivir en otro sitio, sería uno de esos cubanos que nunca po r a “salir” e uba. Tal vez el hecho de haber nacido en un barrio periférico de La Habana, una especie de pequeña villa con relativa independencia de la ciudad (en mi barrio teníamos de todo, excepto funeraria y cementerio), de ser miembro de una de las familias fundadoras de la localidad, alimentó mucho ese sentimiento de 147 pertenencia a un territorio que desde la única colina del barrio resultaba visible en su totalidad, que en cualquier sitio donde estuviera, me pertenecía en su totalidad. Pero lo decisivo, creo, es que un escritor es su cultura, que incluye ante todo la lengua y el modo en que se utiliza esa lengua, pero también las infinitas referencias y circunstancias propias de una identidad —lo que he ido llamando pertenencia, quizás porque tiene un matiz más fatal, más inapel able, más insular... La música cubana, la desastrosa gastronomía nacional, la pasión por el beisbol, el clima y el paisaje, el modo de actuar, pensar y amar de las gentes y asta la “mal ita circunstancia el a ua por to as partes” orman los la rillos e un espíritu singular que el escritor aprehende una sola vez, a menos que sea un trashumante o un hombre partido por dos culturas, como, en nuestro caso, ocurre con algunos de los llamados escritores cubanoamericanos, nacidos allá o acá, cultores de la lengua de allá o acá, permeados de reminiscencias históricas y de conciencia de acá y de allá. Pero el fuerte sentimiento de pertenencia de que gozamos o padecemos los cubanos, más las imposibilidades sostenidas durante décadas para movernos por el mundo según nuestro albedrío, han sedimentado en muchos de los escritores cubanos (y en mí específica y profundamente), una relación de dependencia con un medio sin el cual nos sería (me sería) muy difícil seguir siendo escritor, a juzgar por lo que conozco gracias a mis lecturas y tambi n a muc as conversaciones públicas priva as… O si no ¿por qu abrera Infante y Reinaldo Arenas seguían escribiendo sobre Cuba, sobre su vida en Cuba? ¿Por qué escritores cubanoamericanos como Cristina García concibe una novela titulada Dreaming in Cuban y Óscar Hijuelos, el más exitoso y reconocido de esos autores, ganador de un Pulitzer, alcanzó su gran notoriedad con una novela hecha de recuerdos familiares y voluptuosidades cubanas como The Mambo Kings…? Escribir sobre Cuba y sobre los cubanos que han sido y los que ahora somos es una misión fatal que me acompaña, pero que acepto con algo más que resignación. Lo acepto porque no puedo dejar de hacerlo —como el hecho de vivir en un país con “la mal ita circunstancia el a ua por to as partes”— pero sobre todo, porque quiero hacerlo. Tener voz y no utilizarla puede ser un pecado, más en un país como Cuba. Vivir dentro de la isla constituye, en cambio, una decisión, un ejercicio del albedrío, que he aceptado de forma voluntaria, por que quiero seguir siendo alguien que viva cerca de mis nostalgias, mis recuerdos, mis frustraciones y, por supuesto, de mis alegrías y mis amores. Aun cuando no practique con demasiada frecuencia algunas de esas sensaciones y revelaciones, como esa de caminar al final de la tarde por el Malecón, sentarme en su muro de frente a la ciudad a ver la vida, o de frente al mar a verme a mí mismo y a pensar que más allá del océano hay un mundo que he tenido la suerte de conocer y disfrutar, pero que no me pertenece, y a volver a sentir que, del muro hacia dentro, hay un país 148 que, a pesar de leyes y prohibiciones que han llegado a hacerlo hostil, me pertenece. Y al que yo le pertenezco. Mantilla, La Habana, mayo de 2013 n Leonardo Padura. Escritor. Entre sus libros: El hombre que amaba a los perros, Adiós, Hemingway y La novela de mi vida. Ilustraciones de Estelí Meza. LAS MUJERES TRANSGRESORAS DE ORANGE IS THE NEW BLACK Sabina Berman Confieso que he pecado. Me prometí no engancharme con ninguna serie estadunidense, luego de haber pasado una semana consumiendo la droga dura de Breaking Bad. Es decir, seis temporadas al hilo, mientras se suponía que estaba puliendo un guión de cine. Pero recaí con Orange is the New Black. La serie de 13 capítulos de una hora fue subida a Netflix el 11 de julio y para el 17 la había visto entera. La historia está basada en el libro autobiográfico de Piper Kerman, una mujer rubia, americana y sajona, una wasp, como se autonombran, que a los 20 años se aventuró a trasladar una maleta con dinero de la droga de París a Bruselas, y sólo 10 años más tard e, cuando se ocupaba en levantar una sanísima microempresa de jabones naturistas, fue apresada por la policía. El relato de su estancia de 15 meses en una cárcel para mujeres sirvió de fundamento para la serie homónima, en la que Jenji Kohan, la mente cr eativa tras Weeds, recrea el asunto, a veces ajustándose con precisión a los hechos reales y a veces tomándose libertades enormes. El parecido físico entre la Piper original y la actriz que la interpreta es tal que parecen hermanas, por ejemplo, pero la mayoría de los incidentes de la novela son llevados en la serie a consecuencias extremas. La fascinación por mujeres mal portadas, las mujeres que transgreden el lugar que 149 la sociedad les adjudica, inició con Mujeres asesinas, una serie argentina muy bien lograda que luego en México replicó Pedro Torres para Televisa. Siguió con otra serie latina, Capadocia, de la productora mexicana Argos, que difundida por HBO alcanzó ratings fabulosos en la población hispanohablante de Estados Unidos. Es de Capadocia de donde Orange is the New Black abreva más largamente. De cierto, le toma prestado el formato entero. En cada capítulo se continúan las peripecias de la protagonista en la cárcel mientras se presenta a una nueva prisionera, mostrando en dos o tres flashbacks su vida anterior, fuera de prisión, el momento en que infringe la ley y el momento en que es detenida. Pero lo que separa a las negras historias de las series latinas de Orange es el tono. Las primeras eran historias trágicas: las mujeres que infringí an la ley iban al infierno de la cárcel, a pagar en la sordidez el pecado. En cambio en ésta el tono es a menudo humorístico y nunca roza siquiera lo melodramático: las mujeres transgresoras jamás son vistas como víctimas, sino como caracteres en busca de su poder. No es casual que Orange sea dirigida y escrita sobre todo por mujeres mientras Mujeres asesinas o Capadocia lo fueron por hombres. Los hombres miraron como una desgracia la pérdida del sitio social de las protagonistas mientras las creadoras de Orange saben que la desgracia de las mujeres es su sitio social. Lo que a las mujeres nos hunde es lo que los Otros esperan de nosotras, lo que nos eleva en reencontrar nuestros poderes biológicos. Así, Orange plantea la cárcel como un escuela para encontrar, tras las trivialidades de la vida en libertad, la libertad de encontrarse a una misma desasida de las relaciones interpersonales. Bastarse a sí misma: no depender del amor: tocar la vida en su palpitación r eal, frágil y poderosa: el gran tabú de la identidad femenina. Otra novedad narrativa: el lesbianismo visto como erotismo y no como desviación, ni como sustitución de la heterosexualidad, ni como sexualidad equiparable con la homosexualidad masculina. Una forma particular de erotismo, con sus específicas zonas de placer y rituales propios, que es mostrado sin juicios morales, y por momentos es comparado con ventaja frente a la heterosexualidad. Y si no, compárese al novio con la novia de la protagonist a, los dos amores entre los que Piper se debate. En el casting asoma la preferencia de Jenji Kohan: él es un escritor gordito y preocupón, mientras la novia es una belleza morena de voz 150 lenta y rasposa y de metro 90 de altura. Él representa para Piper el regreso a la limpia empresa de jabones naturistas, a lo “normal” a los valores estableci os en una socie a tranquilamente misó ina la sociedad occidental, mientras ella representa la aventura, el peligro, las feromonas, en este caso el narcotráfico d onde en un viaje se ganan 300 mil dólares. —Eres muy alta —dice el bajito novio al conocer en una visita a la novia de Piper. —Eso me dicen —contesta ella viéndolo hacia abajo. —¿Qué será de nosotras fuera de la cárcel? —le pregunta en otra secuencia Piper a su novia, luego de hacer el amor en un catre de la celda —. ¿Viviremos en una granja de Vermont? —No te equivoques —le contesta la morena—. Yo no soy buena para una granja. Yo soy buena para mover un cargamento de heroína. Y una tercera novedad: el ateísmo científico afirmado como salud mental, mientras la religión se muestra como locura. Eso en el país donde la tiranía de lo políticamente correcto dicta respetar las creencias ajenas, ya sea nuestro congénere cristiano o adorador de los extrate rrestres, y los candidatos a puestos políticos suelen declarar que si creen en la evolución o no, es una cuestión inconfesable, por privada. La primera temporada de Orange termina nada menos cuando Piper, la rubia bien portada comerciante de jabones, es amenazada por la predicadora cristiana de la prisión con un crucifijo en el que ha incrustado una navaja de afeitar, y Piper responde así: le hunde a la predicadora cristiana, en las costillas, un desarmador, y luego la golpea y la golpea y la golpea, hast a que la pantalla se llena del glorioso color naranja. Ah, la tele nunca había sido tan buena. n Sabina Berman. Escritora, dramaturga y ensayista. Ha publicado La mujer que buceó dentro del corazón del mundo, Un soplo en el corazón de la Patria y La bobe, entre otros títulos. Fotograma de Orange is the new black. 151 LA CITA osué Ra írez He recorrido tantas veces este mismo camino que no dejan de sorprenderme sus pequeños y grandes detalles. Hay debajo de mis pasos imanes y trazos de mapas estelares; mas el asfalto resulta una realidad que no es de fiar, ni retiene los ecos de este andar todos los días desde hace tiempo acá, ni mi memoria es parte de su desgaste; horada el viento la rudeza creada por el hombre como desde el principio de los tiempos a las rocas. Sé que en el fondo de esta repetición, leer y caminar son ahora sinónimos, como lo son las ciudades a las que entremos o de las que nunca salimos y en muchas la vida es una noria o un laberinto y no llevamos hilo alguno ni monstruo espera ni mujer ni Dios ni hay silencio. Porque no conozco otra ciudad y conozco todos los caminos de vuelta a casa —aunque estoy seguro que la vida depara siempre algo inesperado — es que sé que hay una ciudad en las palabras como en los recuerdos hay cuerpos, conversaciones e imágenes y sorpresas y también la tibieza y momentos tristes. No sé escribir sino desde el presente aunque a veces son de nuevo las palabras el instante vivido y no sé adivinar, ni ver con otros ojos que los míos y al escuchar a los otros aprendo a sostener el peso de su decir con las palabras que se traducen en un invierno o una ventana con un vidrio roto. Acaso por esta razón el olvido es un espacio al que llego puntualmente con todos. Josué Ramírez. Poeta. Su más reciente libro es Trivio. 152 EL PORTENTO DE NICOLAS WINDING REFN David Miklos Si en Drive (2011), su octavo largometraje, Nicolas Winding Refn (Copenhague, 1970) supo hacer una notable adaptación de la parábola del buen samaritano en clave no sólo fílmica sino hollywoodense, en Only God Forgives (2013), su más reciente entrega, el director danés ahondó en el territorio todavía más complejo de la lucha frontal entre los mayúsculos Bien y Mal. Allí adonde la primera nos mostró el salto cuántico de un real auteur de la industria, muy parecido a los hermanos Coen en su tratamiento de un tópico bíblico —aquí el parangón obligado es A Serious Man (2009), uno de los mejores traslados jamás realizados del libro de Job, con las mejores canciones de Jefferson Airplane como banda sonora mística—, la última lo consolida como un director de franco culto, no muy alejado de la estética de los mejores David Lynch y Wong Kar Wai. Antes de su arribo al Hollywood independiente, Winding Refn ya había creado una pequeña obra maestra, con el ahora muy reconocible Mads Mikkelsen en el rol protagónico: Valh alla Rising (2009), un ensayo sobre la mitología nórdica, la violencia y los desencuentros religiosos allende el año 1000 de nuestra era. Si bien Mikkelsen fue el actor de marras en lo que podríamos llamar el periodo dan és de Winding Refn, la estafeta encontró su mejor receptor en Ryan Gosling, actor notable y que en Drive amarró sus dotes y registros histriónicos, también muy bien explotados por el director estadunidense Derek Cianfrance en Blue Valentine (2010) y The Place Beyond the Pines (2012). Ahora, en Only God Forgives, Gosling realiza un acto de prestidigitación actoral y deja su disfraz de silencioso macho alfa para transformarse en el hermano menor, emasculado e impotente, de un mafioso asentado en Bangkok. El ejercicio de virilidad perdida y calidad moral ganada que Winding Refn ejecuta con maestría en Only God Forgives luego nos recuerda el tratamiento de la genitalia masculina que Amat Escalante llevó a su puerto último en la 153 reciente Heli (2013): allí adonde la violencia —luego la miseria— impera, los hombres quedan reducidos a aquello que cuelga entre sus piernas. Si bien Julian (Gosling) es el presunto heredero del imperio criminal de su hermano mayor, asesinado luego de él mismo asesinar a una prostituta m enor de edad, el Mal mayúsculo no encuentra cabida en su persona, regida por un Bien metafísico y ajeno a su disfuncionalidad sexual. Lejos de combatir a Dios encarnado en la tierra y en la persona del policía de policías Chang (un magistral Vithaya Pansringarm), vengador que ultima a todo aquel que ose abusar de una menor de edad (asunto que en Tailandia no conoce llenadera), Julian termina por boxear con su propia sombra y sacrificar lo que le queda de hombre terrenal, aunque su espíritu o su ética sean resarcidos por la corrección de sus actos. Más allá de los encuentros y desencuentros viriles que sirven de trama a Only God Forgives, hay un relato ulterior y femenino que se contrapone a la lucha entre el Bien y el Mal masculinos, representados por Chang y la herencia fraterna que Julian decide no asumir: la lucha entre la bella y silenciosa entertainer Mai (el descubrimiento oriental que Winding Refn hizo en Yayaying Rhatha Phongam) y la madre de madres que viaja a Bangkok para vengar la muerte de su pri mogénito y definitiva semilla, representada por una Kristin Scott Thomas a la que nunca habíamos visto en la pantalla, encarnada en la rubia imperial, ruidosa y rastrera Crystal. Incapaz de despertar a su hombría física, Julian, encargado de un gimnasio y cuadrilátero de kick boxing, sienta frente a frente a las mujeres que rigen su existencia para que sean ellas las que resuelvan su propio destino, depositarias últimas de cualquier posibilidad de futuro (lo mismo que las menores ultrajadas, prostituidas y luego asesinadas a las que venga Chang). Lejos de ser un mero ejercicio de ultraviolencia sin fondo, Winding Refn aparece como uno de los pocos artistas y artesanos del difícil género en el que casi siempre vence la gratuidad —aquí es imposible no traer a colación a Quentin Tarantino, que hace sangrientas y vacuas películas infantiles para adultos —, y cuyos parangones no podrían ser otros sino el ya mentado Lynch (hay algo de Blue Velvet en Only God Forgives, aunque también de In the Mood for Love del mencionado Kar Wai) y el más evidente Park Chan -wook. Alejado del derrotero de sus congéneres del Dogme 95 —aunque nuestro director insista en que a él se le debe todo ese asunto muy bien llevado a cabo por Lars von Trier y Thomas Vinterberg—, Winding Refn es larara avis que sabe mezclar las demandas de lo comercial con el difícil canto de la sirena artística, además de otro de esos directores que no dejarán a nadie indiferente. n David Miklos. Profesor asociado de la División de Historia del CIDE y autor de los libros El abrazo de Cthulhu y No tendrás rostro. Fotograma de Only God forgives. 154 THE TWITTER’S DIGEST Ricardo Bada Mis miedos creen que yo soy el monstruo. (@XIMARRONE) Dios no es malo pero no comprendo a veces su sentido del humor. (@Rneewolf) Los llamo sólo para pedirles favores no por interesada, sino para demostrarles que aún los considero útiles. (@todoalnatural) No valoras realmente lo que tienes hasta que llega tu madre y te dice: ¿Esto lo quieres o lo tiro? (@MayreRL) “Yo te leo es e que ten as trescientos ollo ers” es el “ o te car u cuan o eras beb ” versión tuitera. @ nes eauc amp Partamos de que los que follan mucho no vienen a escribirlo aquí. (@VirusParasito) Si descubro un duende en mi morral lo llevaría al baño de las niñas para que las asuste. (Fran, 10 años, citado por @Guashabita) “Quien escribe con clari a tiene lectores quien escribe oscuramente tiene comentaristas”. lbert amus cita o por @luistovars Dicen que hay música que te transporta a otros lugares. Por ejemplo, hoy pusieron a Ricardo Arjona en un bar y me fui a otro bar. (@massturbo) Mi parte favorita de la Biblia es cuando Dios da libre albedrío a todos y luego los mata con una inundación por no actuar como Él quería. (@todoalnat ural) En el guardarropa de la red, los tweets son sus pantalones cortos. (@eduardoulibarr1) Cada vez que compras un libro, un distribuidor se compra una camisa, un editor una camiseta, un librero un café y un escritor un chicle. (@carlossisi) Qué tristeza que se extingan los osos y no la gente que se pone gorro de orejas de panda. (@JulianaAbaunza) 155 HABLEMOS DE MÚSICA PURITANA Hugo ar ía i el De vez en cuando, en el panorama de la música, aparecen proyectos extraordinarios que a pesar de su calidad y originalidad suelen pasar si no inadvertidos, sí lejos de los principales reflectores y de aquello que convencionalmente se conoce como el mainstream (cualquier cosa que eso signifique). Esto suele suceder con quienes tienen una propuesta intrincada, metódicamente elaborada, cuidadosamente escrita, arreglada y ejecutada. Al repeler el facilismo de las estructuras conocidas y de los mecanismos que permiten componer música como si se tratara de un producto de maquiladora para ser consumido y desechado de inmediato, al negarse a emprender el camino pavimentado de los grandes escenarios y de la domesticación para ingresar sin problemas a los medios, al demostrar que la popularidad no es asunto que les preocupe, esos músicos saben de antemano que su obra sólo será escuchada y apreciada por unos cuantos y, aún así, a eso le apuestan todo. Un ejemplo de todo esto es el cuarteto británico These New Puritans (aunque eso de cuarteto es un decir, ya que en sus discos suelen rodearse por una buena y diversa cantidad de músicos invitados). Surgida en 2006 en la ciudad de Southend, Inglaterra, la agrupación hace una música tan elaborada e inasible que clasificarla parecería misión imposible. Sin embargo, habrá que hacer el intento por describir, así sea de manera aproximada, a qué suena esta espléndida propuesta, a mi modo de ver una de las más interesantes de hoy día. Si con su álbum debut, el peculiar Beat Pyramide (2008), su sonido tenía mucho que ver con cierto dance electrónico ( aparte de la clara influencia post -punk de The Fall) y todo parecía indicar que el grupo se dirigía hacia los terrenos de una relativa comercialidad (incluso un año antes hizo una canción bajo pedido, “Navi ate Navi ate” para el iseña or ranc s He i l imane de la casa Dior, pieza que fue usada en un desfile de modas en París), en su segundo álbum, el extraordinario Hidden (2010), sus integrantes dieron un dramático viraje y sus composiciones se volvieron de pronto más sofisticadas y atmosféricas, más minimalistas y llenas de un peculiar exotismo orquestal. Hidden es una joya, un disco pleno de sorpresas musicales, un arriesgado intento por acercarse al avant 156 garde pero desde un estilo fresco y novedoso, con constantes cambios armónicos, rupturas rítmicas y un gran énfasis en la sutileza melódica, con un fantástico uso de los coros mixtos y las percusiones. Para su tercer opus, el reciente Field of Reeds (Infectious, 2013), la agrupación encabezada por los mellizos Jack y George Barnett ha continuado dentro de la línea musical de su trabajo anterior, pero con novedo sos elementos que hacen que incluso supere la enorme calidad de lo hecho hace tres años. Field of Reeds (y lo digo sin ambajes) es una obra maestra del rock actual (si es que la palabra rock le ajusta). Las composiciones son aún más complejas que en Hidden, las estructuras armónicas son más intrincadas, los rompimientos rítmicos son más radicales y las melodías pueden conducirnos, sin solución de continuidad, de una belleza puramente celestial a un escalofrío avernalmente turbador. Hay otra vez mucho de avant-garde, pero también mucho de influencia jazzística, diversos aires provenientes de la mal llamada música clásica y hasta pasajes que parecen ser parte del score de una película inexistente. A eso ayudan las secciones camarales que incluyen ensambles d e cuerdas, vientos y metales. Como agradecible cereza del pastel está la voz espléndida de la cantante portuguesa Elisa Rodrigues, quien añade un toque de sensualidad y exquisitez a las pie as en las que interviene. s temas como “ e Li t in Your Name” “V slan on ” “ piral” “Or an ternal” para la que ueron a un bosque a in e rabar el canto vivo e un alcón “Dream” o la conclu ente omónima “ iel o Ree s” resultan ca a una en con unto con to o el isco ver a eras maravillas de la música contemporánea, composiciones exquisitas, elegantes, dueñas de un minimalismo desafiante que apela lo mismo a la inteligencia del escucha que a su corazón y sus entrañas. Al lado de agrupaciones como los estadunidenses Dirty Projectors y los canadienses Timber Timbre, These New Puritans se encuentra hoy entre lo más seductor y propositivo de la música (y entre lo más ignorado por los medios tradicionales, como ya mencioné al principio). Fields of Reeds (que bien puede traducirse como Campo de juncos o Cañaveral) representa una oportunidad fantástica para conocer su música, una música que debe escucharse sin prejuicio alguno, música para mentes abiertas. n Hugo García Michel. Músico, escritor y periodista. Director de La Mosca en la Red. Columnista de Milenio Diario. Autor de la novela Matar por Ángela. 157 KAVAFIS MÍO uis onzález de Alba Desde mis 20 años soy entusiasta lector de Constantino Kavafis, poeta griego nacido en Alejandría (1863-1933). Mis poemas preferidos, con mucho, son La ciudad y Recuerda, cuerpo. No había intentado traducirlos por temor. La ciudad no lo podía ni leer completo porque a partir de la segunda estrofa me soltaba llorando y no veía. Pero mi amigo Gustavo Hirales subió a su Facebook con entusiasmo indecible (e inexplicable) una versión tan guanga y floripondiosa que me i o en urecer. s un crimen trans ormar la expresión “La ciu a te se uir ” versión on tica i pólis t a se a olut ura iamantina inexorable abruma ora en “Y por oquiera que va as llevar s tu ciu a sobre los ombros”. Leído eso, que suena a Siete notas de amor, que cantaban Los Panchos, me puse a traba ar… no llor . Traduje ambos poemas de forma literal, incluida la puntuación: —como un muerto—, está así. Una sola licencia me p ermití: usé plural donde el poeta dice: “ r a otra tierra ir a otro mar”. uera e eso repet verbos on e el poeta repite y no usé sinónimos si no los usa. La aliteración vagarás -envejecerás está en Kavafis (y casualmente también es –as, -as), pero no la tercera, encanecerás (verbo en –is), que no pude eludir sin una paráfrasis. or cierto el verbo rie o para se uir nos io en español “acólito” el que si ue. No quise ver otras versiones, para cotejar, porque decidí atenerme a mis soluciones y no explicar al lector “lo que quiso ecir Kava is”. La ciudad Di iste “ e ir a otras tierras me ir a otros mares. Otra ciudad aparecerá mejor que ésta. Cada esfuerzo mío, una condena tiene grabada; y está mi corazón —como un muerto— enterrado. Mi espíritu hasta cuándo seguirá en este marasmo. A donde mis ojos dirija, a donde vea, negros escombros de mi vida miro aquí, on e tantos años e pasa o estrui o arruina o”. Nuevos lugares no encontrarás, no irás a otros mares. La ciudad te seguirá. En las mismas calles vagarás. Y en los mismos barrios envejecerás; 158 y entre estas mismas casas encanecerás. Siempre a esta ciudad has de llegar. Para otras —ni lo esperes— no hay barco para ti, no hay camino. Así como tu vida has destruido aquí en este pequeño rincón, en toda la tierra la arruinaste. [1910] Recuerda, cuerpo… Cuerpo, recuerda no sólo cuánto fuiste amado no solamente las camas donde te acostaste, sino también los deseos que por ti brillaron en los ojos con osadía, y temblaron en la voz —y algún casual obstáculo frustraba. Ahora que todo está ya en el pasado, casi parece como si también esos deseos se te hubieran entregado: cuánto brillaban, recuerda, en los ojos que te miraban; cu nto temblaban en la vo … por ti recuer a cuerpo. [1918] Con una sola licencia: el imperfecto del español es una joda: -aba, -ía. Usé pasado: brillaron, temblaron, al principio. Al final sí dejé el imperfecto, literal: brillaban, temblaban. Debe tener uno edad suficiente para que pegue duro. n Luis González de Alba. Escritor. Acaba de aparecer en eBook su libro Jacob, el suplantador. www.luisgonzalezdealba.com 159 EL VERSO MÁS REPUGNANTE Luis Miguel Aguilar Hay un momento inolvidable en el libro de William Fitzgerald Cómo leer un poema en latín Siaún no sabe latín (Oxford University Press, Londres, 2013). Advierto que inolvidable no necesariamente por los buenos o grandes motivos. n su cap tulo “ l o io la burla el mun o sico” el pro esor it eral re iere que la poesía amorosa latina no es por lo general e rótica. Su lenguaje es decoroso eu em stico “se cultiva el oble senti o Ovi io lo cultivó especialmente pero la obsceni a es un tabú”. Dice que en la poes a latina la obsceni a se a no por lo regular en un contexto de amor sino de odio y tiene pas ajes que cruzan la línea que ivi e lo obsceno e lo asqueroso. “Ha muc os poemas en lat n que realmente no son m s que insultos. ¿ o emos llamarlos poes a?”. it eral examina entonces el poema 97 de Catulo; se trata de una invectiva contra un tal Emilio que presume de acostarse con muchas mujeres. Antes de citarlo en latín y traducirlo al inglés, Fitzgerald arriesga la intuición o certeza de que el poema remata “con lo que ebe ser el verso m s repu nante e la poes a latina”. ito el poema en la versión en prosa de Juan Petit. Va casi completo, ya que lo suspendo antes de llegar al último verso: Válganme los dioses, no sé si establecer diferencia entre olerle a Emilio el culo o la boca. Ni la una está más limpia, ni el otro más sucio, aunque en verdad aquél es más limpio y mejor porque no tiene dientes, mientras que la boca los tiene de a pie y medio, más unas encías de carro viejo, y sin contar con una risa que recuerda el mear de una mula en celo. ¿Y éste se acuesta con muchas y se hace el guapo, y no le envían al molino o al asno? Y a la que le toca ¿no la creeremos capa e… El verso más repugnante dice en latín: aegroti culum lingere carnificis? Extraigo el verso referido de los libros con versiones al español y al inglés de la poesía de Catulo que tengo a la mano. (Pongo entre paréntesis el año en que se publicó la versión y traduzco del inglés al español, dado el caso.) Del mismo etit 1950 [¿no la creeremos capa …lamer el culo e un ver u o en ermo? e…] De Peter Whigham (1966): …lamer el culo e un ver u o leproso. 160 De Rubén Bonifaz Nuño (1969): [Y si alguna lo toca, ¿no pensaremos q ue pue e…] …lamer ella el culo e al ún ver u o en ermo? De Juan Manuel Rodríguez Tobal (1991): [Y la mujer que lo toca, ¿no habréis de pensar que sin u a…] …pue e lamer asta el culo e un camariento sa ón? De David Mulroy (2002): [La mujer que toque a este hombre es de suponer que...] ...lamería el trasero de un verdugo paralítico]. De eter Green 2005 [ ualquier mu er que se le lance…] …lamer a la cola ti a e un ver u o en ermo. Del mismo William Fitzgerald (2013): …lamer el culo e un verdugo enfermo? El asunto puede empeorar según una interpretación compartida por algunos expertos sobre cuál pudiera ser la enfermedad del verdugo. El mencionado Rodríguez Tobal la incluye en su verso. Si uno va al diccionario de la RAE, encuentra “sa ón. 3 m. Verdugo que ejecutaba las penas a las que eran con ena os los reos” “camariento ta. a . esus. Que pa ece c maras iarrea ”. l tambi n menciona o eter Green ice que otro tra uctor . Go in “asume que la enfermedad del verdugo es la disentería ” pero re uta Green “aunque esto podría ir en abono al comentario de Catulo sobre el anilingus, su epíteto para ‘en ermo’ aegroti que a sin especi icar”. Y en e ecto bien visto lo inespec ico del adjetivo enferma aún más la cosa. Volvemos al verso en lat n “aegroti culum lingere carnificis” por la explicación final de su eficacia que hace el profesor Fitzgerald. En el original el verbo que esperamos no aparece sino hasta la segunda mitad del verso ( lingere, lamer), precedido por un objeto que nos da una imagen muy convencional de humillación (culum). Pero la imagen está agravada por la frase aegroti carnificis (de un verdugo enfermo), dividida para cercar el verso. El hecho de que el adjetivo vaya primero nos mantiene a la espera del sustantivo, de modo que el verso se vuelve un crescendo de repugnancia. El verso le da al poema un cierre satisfactorio hasta la repulsión. n Luis Miguel Aguilar. Poeta y ensayista. Entre sus últimos libros: Las cuentas de la Ilíada y otras cuentas y El minuto difícil. 161 DIEGO Y PABLO Roberto Pliego Si no decisivo, 1913 fue un año memorioso en la vida artística de Diego Rivera. Significó, para decirlo de una vez, su encuentro con el cubismo, que llamaba a luchar contra la representación objetiva del mundo físico. Fue, sin embargo, un amorío pasajero —cuatro años tan sólo— a la vista de Montmartre y Montparnasse. Al periodo cubista pertenecen El reloj despertador, La niña de los abanicos, Mujer con alcachofas, La adoración de la virgen, Marinero comiendo y bebiendo, La mujer del pozo… Rivera se allaba a las puertas de su etapa madura de formación. No me interesa, sin embargo, recordar tanto al Diego Rivera cubista como al amigo y discípulo de Picasso, más aún porque la amistad entre ambos nació justamente en aquel 1913. En Memoria y razón de Diego Rivera (Editorial Renacimiento, México, 1959), un descoyuntado relato autobiográfico que, entre 1944 y 1953, el propio Diego Rivera dictó a la escritora cubana Loló de la Torriente, leemos que a oídos de Picasso llegó la noticia de que un joven pintor mexicano salía cada noche en su defensa en los cafés hostiles de Montmartre, un bastión contra la rebeldía cubista. Ya había llegado el verano. Un tal Ortiz irrumpió una mañana en el estudio de Diego, que trabajaba en el retrato de los pintores japoneses Tsuguharu Foujita — quien, por cierto, visitó México en 1933 — y Keiji Kawashima. Traía órdenes de con ucir a Die o al estu io e icasso “Y si no viene a ora mismo l ven r aqu porque quiere acer amista con uste ”. Escribe Loló de la Torriente que Picasso dis puso el almuer o en me io “ e una atmós era ma n tica o el ctrica que casi ubiera po i o tocarse con las manos”. El día corrió entre una visita al estudio de Diego y la cena en un restaurante de Montparnasse a la que se sumaron Eva Gouel y Angelina Belo ff. Al llegar la medianoche, Picasso tomó una de las fotografías de su archivo —la reproducción de una guitarra hecha a base de papel y cartón — y, en un gesto de calurosa bienveni a escribió al reverso “ Die o Rivera en to o e acuer o”. ue un bautismo y también una presentación en sociedad. A la mañana siguiente, Picasso se presentó en el estudio de Diego junto a Guillaume Apollinaire; por la tarde, hizo su aparición Ambroise Vollard, el viejo protector de Cézanne. Los marchantes comenzaron a llamar a la puerta. Medio París se puso a las órdenes del nuevo discípulo de Picasso. El primer amago de tormenta llegó al verano siguiente. Diego Rivera expuso 25 piezas —paisajes, naturalezas muertas, retratos — en la galería de Berthe Weill, una solterona que años atrás había cobijado las obras de Toulouse -Lautrec, Gaugin, Seurat, Juan Gris y Braque. El prefacio al catálogo de la exposición, 162 escrito por la propia mademoiselle Weill en un tono que concedía a partes iguales la pulla y el desenfado, era un improp erio contra Pablo Picasso, a quien acusaba de malagradecido: ¿por qué había retirado sus telas de la galería cuando la fama estaba por alcanzarlo? Los insultos de mademoiselle Weill atrajeron la cólera de Diego, quien amenazó con retirar sus piezas de la g alería. Picasso tomó el esc n alo a la li era. O as actuó en apariencia. Dice Loló e la orriente que “no e ó e traba arle el nimo” sobre to o porque en aquellos as Die o perse u a también a la esposa infiel de un amigo cercano. No fueron la distancia geográfica —a mediados de 1914, Diego y Angelina Beloff se instalaron en Mallorca— ni la Gran Guerra las causas que produjeron el primer encontronazo y, más tarde, el rompimiento definitivo. En 1915 Diego Rivera pintó dos de sus lienzos más controvertidos:Retrato de Martín Luis Guzmán y Paisaje zapatista (El guerrillero). Eran, a todas luces, una bofetada al rostro de quienes pugnaban por un cubismo ortodoxo, libre de referencias políticas y sometido a una estética racionalista. ¿A cuento de qué venían el equipal, el sombrero, el sarape, la escopeta, las cartucheras, todos esos motivos provenientes de la realidad mexicana? No pocas voces se alzaron contra semejante herejía pero callaron al comprobar que Picasso había aplacado sus propias dudas y seguía visitando el estudio de Rivera en la Rue du Départ. La asiduidad de estas visitas terminó por imponer un tufillo de desconfianza. Picasso entraba y salía del estudio con entera libertad. Sin apenas decir palabra, examinaba las telas con ojos de ave rapaz. Diego supo contener su enojo hasta el día en que vio una primera versión de Hombre apoyado en una mesa, un eco sin dobleces de Paisaje zapatista. Cuántos lienzos de Picasso, concluyó Rivera, eran auténticos; cuántos un plagio. Según el testimonio de la pi ntora rusa Marevna — una belleza gorkiana ante la cual sucumbió Diego Rivera —, los amigos de antes lle aron incluso a los olpes. Die o levantó “su bastón mexicano” amena ó a Picasso con romperle la cabeza. Pierre Reverdy habría de ponerle el último clav o al ataúd. Desde la revista NordSudpromocionaba al ala pura del cubismo, encabezada por Braque, Gris y Picasso. Discípulo de Apollinaire, tenía la lengua muy larga y la paciencia muy corta. Una noche de marzo de 1917 coincidió con Diego Rivera en la casa del corredor de arte Léonce Rosemberg. No sólo cruzaron saludos; al margen del bullicio, se enredaron en una acalorada conversación. Desconocemos los motivos por los cuales Diego cruzó el rostro de Reverdy con una bofetada. Es más que evidente por qué Reverdy respondió arrancándole a Diego un mechón de pelo. La escenita fue la comidilla del mundillo artístico de París. En el número 3 de Nord-Sud Rever publicó la crónica “Una noc e en la planicie” en la que a ustaba cuentas con Die o sin siquiera llama rlo por su 163 nombre. l se re er a como “un antropoi e ver on oso” “in io salva e con estos apren i os en las selvas v r enes” ciu a ano e un pa s on e “el onor consiste en pe ar por la espal a para evitar la es onra e ser eri o”. or la pluma de Reverdy hablaba el espíritu de Picasso. Tras curarse las heridas, Diego Rivera encontró consuelo en las enseñanzas de Cézanne. n Roberto Pliego. Escritor. Autor de 101 preguntas para ser culto. CONFESIONES DE UN ADICTO Ar ando onzález Torres Hace poco un joven escritor me pidió participar en la presentación de una excelente parodia suya sobre la autoayuda. Le di el texto con un sentimiento ambivalente, pues fui adicto de ese desprestigiado género. Eran los años de la adolescencia, cuando se pasaba con facilidad de la pedantería y el exabrupto a la lágrima y cuando en un mismo recipiente se cocinaban los menjurjes del adoctrinamiento con la autoafirmación y se mezclaban Marta Harnecker con Wilhelm Reich; Hermann Hesse con Richard Bach, y Jean P aul Sartre con Og Mandino. En esos estantes olvidados y casi clandestinos de mi juventud podían encontrase desde libros de urbanidad y manuales contra la timidez hasta los clásicos del desengaño amoroso ( La separación de los amantes de Igor Caruso) o los más extravagantes tratados de seducción ( A la mujer ni todo el amor ni todo el dinero, Del bar a la cama). Hubo una etapa en que desarrollé tan excesiva dependencia de la autoayuda que la más trivial decisión escolar o social provenía de la consulta de un volumen especializado: mientras en mis cortejos seguía sin éxito los patrones de negs (término que significa bajarle los humos, de manera ingeniosa y sin ofender, a una guapa) y acercamientos físicos de la escuela norteamericana de depredadores amorosos; en mi vida escolar me empeñaba en destacar aplicando el pensamiento positivo. Supongo que, en ese estado de vulnerabilidad, pude haber caído en las garras de alguna de las numerosas sectas de optimistas; sin embargo, toqué fondo a partir de la observación aj ena: un profesor que ocupaba el tiempo docente en promover un grupo de superación personal decía que esa terapia había transformado su vida, aunque todos los signos exteriores parecían desmentir cualquier beneficio y el contraste entre sus aseveraciones de bienestar y la impresión de patetismo que proyectaba me reveló brutalmente los límites y trampas de la autoayuda. No es extraño que esta vertiente de la psicología, la literatura, la filosofía, la charlatanería y hasta la magia que constituye la autoayu da se haya convertido en una fuente de educación sentimental, orientación vocacional y guía cotidiana. La propia percepción suele ser oscura o engañosa y lo más íntimo, espontáneo y evidente puede volverse lo más remoto, extraño y enigmático. Acaso en el pasado 164 existía, por razones de casta o estamento o por el peso decisivo de la familia y la religión, una idea más definida (y rígida) de la posición y misión de cada uno, pero en una sociedad fragmentada y con un énfasis en la individualidad, este descubrimiento del sí mismo resulta un tanto más complejo. La falta de visión de opciones, la ignorancia sobre los propios deseos y expectativas, el miedo al cambio, la incapacidad para pedir ayuda son males que aquejan a muchos individuos. El conocimiento y manejo de estas emociones requieren muchas veces de la ayuda profesional (esa masa que constituimos la carne de diván) y, para quienes no tienen esa opción, de la consulta de un libro amigable y sensato. Esta oferta humilde y azarosa (en temas que van desde la autoestima y el amor hasta la vestimenta y la socialización) puede resultar de auxilio invaluable para quien no tiene ese aprendizaje desde el hogar. Habría que discriminar, por lo demás, entre las muy diversas variedades que existen en la autoayuda: entre el adoctrinamiento new age, los manuales de índole práctica e informativa y los tratados de, por ejemplo, Christophe André, Nathaniel Branden o José Antonio Marina hay enormes diferencias en la intención, sustento empírico, grado de elaboración y estilo. No puede prescribirse un método invariable para evaluar la literatura de autoayuda; sin embargo, siempre hay que sospechar de las ofertas tentadoras y las conversiones inmediatas. Porque si bien hay libros que brindan consejos atendibles para determinadas situaciones, también abundan los que pecan de ambición o cursilería. De éstos son de los que debe desconfiarse. Por un lado, los libros que prescriben una cura para todas las enfermedades del alma difícilmente pueden ser útiles; por otro lado, hay libros que no sólo son ambiciosos, sino que buscan generar prosélitos y, más que ideas, ofrecen una visión del mundo que es necesario adoptar como un requisito para “me orar” inalmente a libros cu o alm bar resulta repelente para cualquier persona sensible. Desgraciadamente, la gran mayoría de los libros de autoayuda con u an los tres “ismos” atales e ese tipo e literatura maximalismo fanatismo y sentimentalismo. La literatura de autoayuda es un campo fecundo en sus posibilidades y rentable en su mercado. No es raro que algunos autores provenientes del campo literario o filosófico, como Fernando Savater, Lou Marinoff o Alain de Botton, busquen, a veces con un afectado didactismo, darle un mejor empaque literario y mayor prestigio intelectual. Estos autores abrevan, en realidad, de una añeja tradición, que va desde Marco Aurelio, Epicuro y Séneca hasta Bertrand Russell o Harry Frankfurt pasando por Boecio, Baltasar Gracián o Michel de Montaigne. Dicha tradición recoge obras que, desde el pensamiento más ri guroso y el estilo más luminoso, se ocupan de los rasgos de la vida digna, proporcionan consejos provechosos en situaciones difíciles y ofrecen un consuelo ante males recurrentes. Debo decir en mi descargo que, tras mis vergonzosas incursiones adolescentes en los arrabales de la autoayuda, mi género lenitivo predilecto ha sido esta autoayuda 165 proveniente de los clásicos y que, en mis horas bajas, acudo a cobijarme en la terapéutica sinceridad de Marco Aurelio, en el arte de vivir y aceptarse de Montaigne o en la festiva inteligencia de Bertrand Russell. n Armando González Torres. Poeta y ensayista. Entre sus libros: La pequeña tradición ySobreperdonar. PRESENCIA CONTRA SILENCIO Luis Bugarini Desde el mirador de la Mole Antonelliana, que desde el año 2000 alberga al Museo Nazionale del Cinema, se pueden ver los Alpes. Una portentosa frontera natural a la vista para deleite de los turistas que se desplazan de Milán a Turín y e a al Valle ’ osta para recorrer la ona alpina que lo mismo o rece esquiar que una visita al Montblanc. Nada más llegar a Turín recordé que Primo Levi (1919 -1987) era piamontés, la región noroeste de Italia que sobresale por su industria —ahí se fundó la FIAT, que sigue dando empleo a miles—, y tiene ganada fama de pionera y fastuosa. También que nadie ha escrito sobre su estancia en un campo de concentración como Levi. La enomina a “trilo a e usc it ” reúne Si esto es un hombre (1947), el relato de su estancia; La tregua (1963), que detalla el camino de regreso del campo a Turín; y Los hundidos y los salvados (1989), un ensayo de interpretación sobre lo ocurrido. Tras releerla en conjunto, a la distancia y con las adiciones posteriores que realizara Levi, uno se pregunta si habrá sido posible articular un sistema de interpretación para explicar lo sucedido, ya que lo que más afectó a los sobrevivientes fue que regresaran a casa —luego de los ultrajes, la inanición y el olvido—, y nadie se hubiera enterado de lo que vivieron. Una perplejidad similar a la que refiere Imre Kertézs en Sin destino (1975). No debe olvidarse que una de las estrategias de los nazis fue ocultar a la comunidad internacional la miseria que padecían los judíos en los campos. Según Levi, en los días previos a la terminación de la guerra los celadores se burlaban de los internos rit n oles que “na ie les creer a lo ocurri o”. e uro estaban al tanto de que habían cruzado los límites de lo imaginable. Así que la primera batalla fue contra la incredulidad, ya que los alemanes destruyeron todo lo que fue posible antes de la rendición. Un proceso que Claude Lanzmann reconstruye en Shoah(1985). 166 “ sto es el in ierno” * re iere Levi que pensó al lle ar al campo lue o e que lo tatuaron y expoliaron de sus posesiones. Se perdieron vidas, se fracturaron esperanzas. Llamó a este proceso “la estrucción e un ombre” que si ni ica animalizarlo borrándole lazos emotivos, personales o de lengua, incluso. El laberinto de las lenguas europeas logró que la incomunicación fuese parte del congelamiento de los ánimos. En los campos re inaba la mezquindad y la sospecha. La Endlösung der Judenfrage o “solución inal e la cuestión u a” por tanto inició antes de la carta de Reinhard Heydrich a Martin Luther en 1942. La literatura testimonial da un giro estelar con las novelas de la tr ilogía. El desfile de tragedias es desolador. Avanza la lectura de estas páginas en medio de un mutis por averiguar qué nueva estrategia de muerte idearon los victimarios. La desobediencia, por ejemplo, se pagaba cara e iba, a decir de Levi, de los azotes continuados a una sanción infame: ser arrojado con vida a los hornos. Por el afán de esta narrativa el lenguaje es comunicativo y concluye transparente, a la manera de un documental. Lo que interesa es transmitir el horror de los hechos. Sobrevivir era la estrategia y todos ideaban mecanismos para comer, vestir o dormir mejor. O para hacerlo con regularidad, al menos. La profesión de químico salvó a Levi de ser parte de la mano de obra sin calificar que se requería para labores generales: excavar fosas, co nstruir caminos, ampliar edificios y trasladar cuerpos. Esto es: alimentar las llamas de aquella empresa de muerte. El relato de la vuelta logra un perfil múltiple de las cuadrillas de harapientos que viajaban a casa. Muchos optaron en un primer momento p or el silencio, la solución más común. Otros, como Jorge Semprún, vertebraron una obra a partir de su olorosa vivencia. Levi “quienes an experimenta o este encarcelamiento se ivi en en os cate or as los que callan los que ablan”. Pero el autor italiano promovió la conciliación y la práctica del perdón. Jean m r lo apo ó “el per ona or”. Llamó a la concor ia a me itar sobre lo que había sucedido. A su modo de ver el culpable fue una organización colectiva, co esiona a por la uer a enomina a “ sta o”. o os los em s incluso dementes como Irma Grese, Aribert Heim o el propio Josef Mengele, fueron apenas operarios de esta máquina insaciable y además diabólica. Sobre la experiencia en los campos de concentración y frente a la necesidad de organiz arse una teor a personal sobre el per ón Levi re iere “nunca e cultiva o el o io acia el pueblo alem n”. La fuerza expresiva de la trilogía no se diluye con la distancia. Una de las catástrofes del siglo XX dibujada por la voz irremplazable de uno de sus protagonistas. Ahí siguen las incógnitas sobre el Estado que surgieron después de 167 Nuremberg, la libertad individual, la posibilidad del individuo en una sociedad masificada, la construcción y permanencia del ser humano. La lista de los autores que han meditado sobre Auschwitz es larga y no se ha llegado a respuestas inapelables, como no sea por cierta mueca de sobresalto ante las formas que adopta el ingenio para aniquilar al semejante. Levi, al final, apunta de manera reiterada que lo salvó el amor por la vida y sus manifestac iones más prístinas, entre ellas la tentativa literaria. Y luego escribió, íntima, honesta y descarnadamente. n Luis Bugarini. Crítico literario. * Primo Levi, Trilogía de Auschwitz (trad. Pilar Gómez Bedate), El Aleph Editores, Barcelona, 2012. Todas la s citas del mismo volumen. LAS RAZONES DE SALINGER uan anuel ó ez A Holden Caulfield, el narrador de El guardián entre el centeno (increíble fenómeno literario que sigue vendiendo, generación tras generación, cientos de miles de ejemplares; ahora mismo hay circulando en el mundo más de 140 millones de copias), le gustaba pensar que en cuanto terminabas de leer un libro estupendo, quien lo había escrito se convert a en “un extraor inario ami o tu o” al uien al que po as “llamar por tel ono en cualquier momento que lo esearas”. Es curioso, porque durante los últimos 45 años de su vida, a J.D. Salinger muy pocas personas (quizá las que se cuen tan con los dedos de una mano) podían llamarle por teléfono. ¿Por qué decidió desaparecer de la vida pública el gran autor J.D. Salinger? Él, que amaba los amigos que uno hace en los libros, ¿por qué dio la espalda a sus lectores? Será muy difícil descubri r sus razones y, si las llegáramos a conocer, no estoy seguro de que sabríamos comprenderlas. Este mes, sin embargo, tendremos acceso a una investigación dedicada a esmenu ar en m s e 700 p inas “la uerra priva a e alin er”. e ar a conocer el documental y el libro The Private War of J.D. Salinger, el cual fue construido durante ocho años a partir de fuentes directas por parte de Shane Salerno y David Shields, quienes al principio pensaban dedicar a esta labor tan sólo seis meses. El libro cuenta c on 167 fotografías (casi todas inéditas) y declaraciones de 200 personas que convivieron con el escritor, además de las de sus muchos colegas (Salinger vivió de 1919 a 2010), como Philip Roth, John 168 Updike, Gore Vidal, Norman Mailer, Ernest Hemingway, Truma n Capote, William Faulkner, E.L. Doctorow... Los derechos de esta historia han sido adquiridos en exclusiva por tres editoriales (Seix Barral, Simon & Schuster y The Weinstein Company) y una televisora (PBS American Masters). Estamos hablando de una bomba mediática digna de los tiempos que corren, que explotará al unísono en todos los rincones del planeta. No puedo negar que todo este tiempo he sentido curiosidad por lo que hizo en su retiro el poderoso autor de El guardián entre el centeno, el libro que hallaron en el buró del asesino de John Lennon. Aunque además de esa nota anecdótica que habla de su gran influencia popular, habría que decir también: el libro que sintetizó (o expandió) la voz de los jóvenes estadunidenses de la posguerra. Se publicó a principios de los cincuenta (Salinger tenía 34 años) y su narrador, Holden Caulfield, era un jovencito neurótico, inteligente, vital a más no poder y radicalmente intolerante ante la falsedad. Las aventuras que vive en su viaje de regreso a casa, después de haber sido expulsado de la preparatoria, constituyen un paseo alucinante a través de un mundo equivocado, y su energía se desborda de tal manera que al final acaba por tumbarlo en cama durante meses. Así comienza la novela, cuando Holden Caulfield comienza a contarnos por qué ha pasado meses en cama, convaleciente de su contacto con un mundo enfermo. “ uc os e nosotros —confesó el ensayista norteamericano John Romano — fundamos no sólo nuestro gusto literario sino una parte de nuestra identidad en Holden Caulfield o en Franny Glass: éramos niños listos en un mundo de idiotas o c icos sensibles en uno also alin er estaba tocan o nuestra canción”. omo ca a uno e los lectores para quienes .D. alin er se volvió un “ami o extraor inario” a trav s e libros como El guardián entre el centeno (1953) y Franny y Zooey (1961) quiero saber por qué un día el escritor cerró la puerta del mundo exterior para siempre. De hecho, ya he comprado The Private War of J.D. Salinger. Llegará directo a mi Kindle (el dispositivo electrónico de Amazon) vía wi-fi el día 3 de este mes, como una deliciosa y anhelada sorpresa. Tal vez lea ahí que, como el príncipe homérico Eumeo, Salinger se dedicaba a alimentar cerdos en su granja de Cornish, New Hampshire. O que hay cientos de cuartillas nuevas sobre la saga de la familia Glass encerradas en un cajón de su escritorio. Lo que sea que pueda descubrir en esa investigación no es fundamental ni importante; e initivamente no me evolver a mi “extraor inario ami o” .D. alin er por la simple y sencilla razón de que él se encuentra al alcance de mi mano, tal como la primera vez que lo conocí. Basta abrir las páginas de mi deshojado ejemplar de El guardián entre el centeno para entrar de nuevo por la ventana a la habitación de la pequeña Phoebe Caulfield, la hermana menor de Holden, que asiste apenas al cuarto grado de primaria, y mirarla despertar de un salto para abrazar y besar a su hermano, y desconcertarse al descubrir con la perspicacia de sus pocos años por 169 qué él ha llegado tres as antes e lo espera o a casa “¡ e an expulsa o! ap va a matarte”. no a a oebe se tapa la cabe a con la almo a a para no verlo lo increpa “Lo que pasa es que a ti no te usta na a. No te usta nin ún cole io no te gusta nada de nada. Nada”. Y Hol en le respon e que s que claro que a cosas que le gustan, pero no se concentra y no acierta a decirle ninguna, aunque ella insiste. oebe entonces cambia e estrate ia “De a e urar ime otra cosa. Dime, por ejemplo, qué te gustaría ser. ient ico o abo a o o qu ”. Y entonces se lleva a cabo uno de los diálogos más desconcertantes que he leído nunca: —¿Sabes qué me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? —¿Qué? —¿ e acuer as e esa canción que ice “ i un cuerpo coge a otro cuerpo cuando van entre el centeno”? e ustar a... — s “ i un cuerpo encuentra a otro cuerpo cuan o van entre el centeno” —dijo Phoebe [recuerden que esta niña no puede tener más de 10 años] —. Y es un poema. Un poema de Robert Burns. —Ya sé que es un poema de Robert Burns. lla ten a ra ón. s “ i un cuerpo encuentra a otro cuerpo cuan o van entre el centeno” pero entonces o no lo sab a. — re que era “ i un cuerpo encuentra a otro cuerpo” —le dije—, pero, verás. Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Tan sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños se caigan en él. En cuanto empiezan a correr sin mirar a dónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer . Sé que es una locura. Una locura, ciertamente, ser quien guía al par de hermanos asustadizos a la sala del museo donde se encuentran las momias. O quien va por la escuela borrando, urioso la palabra “c in ar” e la pare para que los niños no la lean. “No a forma —concluye Holden, y quizá ahora lo haga también el propio J.D. Salinger desde la oscuridad de su tumba— de dar con un sitio tranquilo, porque no existe. Cuando crees que por fin lo has hallado, te encuentras con que alguien ha escrito ‘c in ar’ en la pare . De ver a les i o que cuan o me muera me entierren en un cementerio y me pongan encima una lápida que diga Holden Caulfield y los años e mi nacimiento muerte eba o al uien escribir la ic osa palabrita”. n Juan Manuel Gómez. Poeta y editor. Autor de El libro de las ballenas. 170 LA MUERTE DE MONTAIGNE Guillermo Fadanelli A Jorge Edwards lo conocí en Berlín hace poco más de un lustro. Nos encontrábamos un pequeño grupo de personas entre las que se hallaba mi agente literario, mi mujer y tres jóvenes acompañantes. La cena en un restaurante de la zona de Mitte transcurrió en calma y sin ningún incidente que nublara la mesa o la conversación. Jorge Edwards narró algunas anécdotas vivi das con Carlos Fuentes y también con Octavio Paz. Sin embargo, lo que me pareció más atractivo de su persona fue su vitalidad y su cortesía: por entonces él era un hombre de setenta y cinco años. Yo había leído dos de sus libros más conocidos, Persona non grata y El sueño de la historia, mas no había tenido en mis manos La muerte de Montaigne, por el hecho numérico y sencillo de que escribió este libro apenas hace un par de años. El tono desenfadado de su escritura es contagioso y su sabiduría no requiere de mayores desplantes que el de la charla íntima e incluso la confesión inesperada. El último amor de Montaigne fue una mujer treinta y tantos años menor que él, María de Gournay, y este hecho parece haber marcado también el deseo de Edwards al grado que ha escrito en el libro cita o “ o av a no aparece en mi horizonte mi María de Gournay y tengo mucho miedo de que ya no apare ca nunca”. Una mu er apasiona a por la literatura una novia para un hombre casado, como era el caso de Montaigne, una joven discípu la que fuera al mismo tiempo impulso de vida y cómplice literaria. Hasta qué punto se desea al amor cuando la muerte se acerca. La esperanza de encontrar a una mujer o a una persona que le dé sentido a la soledad intrínseca de un escritor que no encuentra sosiego más que en la literatura. Edwards, después de pedir una disculpa a las jóvenes vírgenes y a las señoras de buenas costumbres nos da una opinión estrictamente personal sobre las habilidades u obsesiones de Montaigne, sin el nimo e calumniarlo “ stoy seguro de que Montaigne escribía a menudo en estado de entera erección, y que ese placer solitario, de acuerdo con su opinión (y con la mía) era evidentemente superior a muchos otros. ¿Interrumpía su trabajo de repente, para encerrarse en el cuarto res ervado, el de una esquina, de ventanas estrechas, abrirse la bragueta y masturbarse? No pretendo calumniar a Montaigne: sólo aspiro a entenderlo, y, a través de él, a entenderme y a entender la naturaleza umana”. Aquella noche en Berlín, después de la ce na y la acostumbrada charla que sobreviene a unos licores bien puestos decidimos seguir la noche en otro lado. Justo a esa hora en que los meseros ponen su estúpida cara de víctimas indefensas como si los clientes representáramos el motivo de su desgracia y no una mina para el bien de sus bolsillos. Nadie quiso seguirnos a Jorge y a mí en el alargamiento de la noche, excepto la mujer más joven de nuestra mesa. Una María de Gournay 171 que en los años siguientes a ese encuentro ha ido enloqueciendo paulatinament e y de quien prefiero mantener el nombre en el anonimato. No estoy animando fantasías si afirmo que la convivencia con el escritor chileno aquella noche en Berlín y el amenísimo relato que ha hecho en su libro del camino que llevó a Montaigne a la sabiduría y a la muerte van de la mano en mi imaginación. Ha escrito Edwards que comenzó a leer a Montaigne movido por los comentarios y las citas que otras personas hacían del ensayista francés. Después de eso, afirma, lo ha leído a tal punto que para conocerlo m ás tendría que reencarnar en su persona. Y aña e “ scribo pues por intuición por capric o por a ecto. i cometo errores, pido disculpas de antemano. Ya conozco a algunas de las personas que detectarán errores en mi libro y se sobarán las manos de aleg ría. Contribuyo, por lo tanto sin el menor problema a su ale r a”. Después de aquel encuentro no he sabido más de Jorge Edwards, excepto porque me ha mencionado en alguna entrevista que le hicieron para un periódico, ni tampoco sé si su María de Gournay ha aparecido en estos tiempos recientes, hecho que le deseo con la mayor de las honestidades. En lo que a mí respecta, espero que ninguna María de Gournay se aparezca en mi camino porque, según me entero debido a mi experiencia y al conocido ejercicio d el autoconocimiento, ya no soy propenso a la felicidad y mi desconfianza pasa por temer y despreciar a todas las discípulas que el mundo me ha ido poniendo enfrente. Estoy tranquilo en mi soledad acompañada y sólo pensar en el hecho vil de enamorarme me de squicia hasta el punto del agotamiento. Esperaré tranquilamente la muerte de mi mujer (toco madera, y no de ataúd) y una vez que este penoso acontecimiento haya sucedido me retiraré a donde no se me encuentre de manera tan sencilla como es común en estos días. Por lo demás espero que Jorge Edwards nos obsequie con libros tan hermosos como La muerte de Montaigne, él que tantas ganas tiene de vivir y enamorarse. Guillermo Fadanelli. Escritor. Entre sus libros: Mis mujeres muertas, Mariana Constrictor yHotel DF. FRONTERAS uis onzález de Alba Migración, dinero y felicidad Con la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, y el posterior ingreso a la Unión Europea de países que habían pertenecido a la órbita soviética, los sociólogos se plantearon la pregunta elemental: ¿más dinero les ha dado más felicidad? 172 Los movimientos de población han sido grandes, no sólo de países ex socialistas, sino desde economías menores hacia las de mayor desarrollo: griegos emigrados a España, españoles a Alemania, portugueses a Francia, rumanos a Grecia, estonios a talia… Un equipo de la Universidad de Leicester, Reino Unido, encontró una respuesta que “po r a acer que los mi rantes potenciales se la pensaran os veces antes e empacar: la mayoría de los migrantes no eran más felices después de emigrar, y los procedentes de Polonia eran e manera m s si ni icativa menos elices” sostiene el artículo publicado por Migration Studies, en el que David Bartram analiza datos de más de 42 mil personas, tomados de la European Social Survey. Bartram analiza la felicidad de los que se van comparada con la de quienes se quedan. La nota subida por la Universidad de Leicester no especifica los parámetros para medir elici a … es una l stima as que debe uno suponer que están dados por la European Social Survey. Démoslos por buenos y medidos con sensatez. Los resultados no explican el flujo migratorio: “Los mi rantes e uropa el Este no parecen haber ganado felicidad por la migración a Europa Occidental. Los migrantes son más felices que los que se quedan (stayers: la envidiable facilidad del inglé s para crear términos claros y concisos), pero el análisis sugiere que los migrantes ya eran más felices que los stayers, aun desde antes de mi rar esa venta a a estaba presente”. Esto lleva a Bartram a concluir que la gente no consigue ganancias durade ras en felicidad cuando logra un incremento en sus ingresos. 173 “ in embar o los mi rantes pue en me orar sus in resos en muc o al ra icarse en un pa s m s rico”. Recor emos que la Unión uropea abatió sus ronteras internas, estableció una moneda única, el euro (no aceptado por el Reino Unido) y un Parlamento (en el que los diputados griegos siempre están muy enojados con los diputados alemanes). Así que el paso es libre: no hay fronteras, y los flujos humanos van, como siempre ha ocurrido, de los países po bres (o más pobres) a los ricos. Esto trae altísima demanda de habitación en Alemania y casas vacías en Poros. Y los precios siguen la ley no escrita de la oferta y la demanda: búlgaros y rumanos pelean contra alemanes por un epartamento en tutt art… e l precio sube. El estudio descubrió que no sólo polacos, sino los migrantes de Europa del Este en con unto “no parecen aber ana o elici a al mi rar acia uropa Occi ental. ero eso epen e tambi n el lu ar e ori en “ i la elici a prome io es la de pa ses como Rusia urqu a la mi ración traer un aumento e elici a ”… O sin tantos ro eos cualquier lu ar es me or que Rusia. “ in embar o la ente en Polonia es en general más feliz (al menos en comparación con Rusia, por ejemplo), entonces aparece un decremento en la felicidad en quienes se van a uropa Occi ental”. La gente que busca países más ricos porque piensa que allí la vida es mejor, puede resultar decepcionada. Los salarios aumentan, pero no la felicidad. Para el griego de Samos está por verse que sea más feliz en un estrecho y helado departamento en la báltica y rica Estocolmo. ¿Y la plaza donde al atardecer baila con su mejor amigo un nisiótiko al ritmo de los buzukis tocados por el gusto de tocar? http://www.youtube.com/watch?v= DPgp25_i6LE &feature=share& list=FLOo9Epudbb4xaesKOOqsIpw Es inevitable recordar una frase famosa de María Félix: El dinero, por supuesto , no ace la elici a … ero a cómo calma los nervios… Creación de falsas memorias Hace ya unos 20 años, o más, comenzó en Estados Unidos un extraño fenómeno: una paciente en psicoterapia con una terapeuta iba recuperando, con la ayuda profesional de ésta, hechos horripilantes ocurridos en su más remoto pasado: cuando era bebé de pocos meses su abuelo la había violado con ayuda de la abuela o su pa re con la e la ma re o… Las coinci encias eran muc as comenzaron a ser sospechosas: 1) una mujer, 2) l legada a terapia por un malestar menor, 3) atendida por terapeuta mujer, 4) recordaba haber sido violada en 174 circunstancias monstruosas, 5) a una edad en la que no tenemos recuerdos. Siempre eran casos de violación cuyo recuerdo había sido reprimido de por vida. Violación, obsesivamente violación. Comenzaron las demandas y las sentencias condenatorias: abuelos o padres encarcelados por violar una nieta o hija de tres meses. Se les condenaba con el testimonio de la violada (que era un recuerdo nunca antes ma nifestado) y el de la terapeuta. Eran demasiadas casualidades y varias las contradicciones: no surgían otras memorias, otros hechos, y los neurólogos estaban de acuerdo en que a esas edades no a memorias permanentes. “ l trauma enorme las i a” respon ían terapeutas sin ormación en neuro isiolo a. “Lue o la represión las oculta en el inconsciente”. Pero las pacientes comenzaron a tener otros recuerdos: los muy recientes de sus sesiones e terapia a ella le ol a la cabe a no ve a claro con un o o… como si ubiera una sombra. “¿ er la sombra e un ombre?” pre untaba la terapeuta. “¿ s un ombre alto… como tu pa re?”. Y all comen aba el traba o la paciente no recordaba lo que debía recordar por acción de la represión, bien estudiada por Freud, precisaba la terapeuta, pero con ayuda profesional iba aflorando entre olor asombro rabia el recuer o “reprimi o” en el inconsciente. Descubrieron que ab an si o lleva as e la mano a “recor ar” lo que la terapeuta ab a visto desde la primera sesión: una mujer violada porque le dolía la cabeza a las 5 pm y entonces no veía bien con un ojo: había una región oscura. Ajá. Las pacientes comenzaron a demandar a sus terapeutas, los abuelos salieron de las c rceles entraron las analistas. Las “memorias rec upera as” ca eron en total descrédito. Pero el hecho planteó una duda a los neurofisiólogos: ¿es posible crear falsas memorias? Se hizo con niños a los que se implantó una falsa memoria no dañina: el día en que te cortaste y fue necesario llevarte al hosp ital para ponerte un vendaje. No lo recordaba, luego un poco, al final le era totalmente claro y hasta describía el hospital. Neurocientíficos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) han plantado falsas memorias y las han visto en acción. En ratas porque el daño a humanos sería ilegal. El principal autor del estudio publicado en Science del 25 de julio pasado, Susumu one a a a irma “ ea alsa o enuina una memoria el mecanismo neural sub acente en el cerebro para recor arla es el mismo”. Las memorias se 175 almacenan en redes de neuronas para formar rastros de cada experiencia que tenemos: fenómeno demostrado también por Tonegawa. Estas memorias se forman con asociaciones de objetos, espacio y tiempo, se codifican por cambios químicos y físicos en las neuronas y de las conexiones entre neuronas. Se denominan engramas. Si están localizados en áreas específicas o repartidos por todo el cerebro es un debate no resuelto en neurociencia. Al parecer resultan de combinaciones locales con relaciones a otra s áreas por todo el cerebro. Para observar los engramas de una memoria, Tonegawa ha usado optogenética: una nueva tecnología que permite activar o apagar células de forma selectiva empleando luz. El equipo logró que neuronas del hipocampo produjeran, al iluminarlas, una proteína que las enciende. Así pudieron activar engramas por los que el ratón respondía con un temor a choques eléctricos que no se le administraban. Una falsa memoria que despertaba actividad en la amígdala cerebral, centro del temor y o tras emociones que recibe información del hipocampo, de forma igual a cuando el ratón tenía una memoria genuina: bastaba encender las neuronas adecuadas. Y se hacía con luz. Uno e los autores el estu iante e post ra o teve Ram re señala “ ora que podemos reactivar y cambiar el contenido de memorias en el cerebro, podemos comenzar a hacernos preguntas en el terreno de la filosofía. Parece ficción cient ica pero lo emos ec o en el laboratorio”. in u a. Y no sólo es un tema para la filosofía, sino para la ética y la medicina legal. n Luis González de Alba. Escritor. Acaba de aparecer en eBook su libro Jacob, el suplantador. www.luisgonzalezdealba.com Ilustración de Oldemar González. NUMERALIA Rodrigo Centeno y Rafael Ch 1. Personas que tienen alguna discapacidad en México: 5 millones 739 mil (del total, 49% son hombres y 51% mujeres). 2. Mexicanos con discapacidad motriz: 58.3%. 3. Mexicanos con discapacidad visual: 27.2%. 4. Personas que tienen algún tipo de discapacidad a nivel mu ndial: 15% de la población (1 mil millones). 176 5. Porcentaje de niños con discapacidad que no asisten a la escuela en Indonesia: 60%. 6. Porcentaje de niños con discapacidad que no asisten a la escuela en India: 10%. 7. Total de niños mexicanos que tienen alguna disc apacidad: 1 millón 271 mil. 8. Niños mexicanos con alguna discapacidad que asisten a la escuela: 50%. 9. Porcentaje de niños mexicanos con discapacidad que asistían a la escuela en el año 2000: 63% (según el censo poblacional correspondiente a ese año). 10. Porcentaje de la población discapacitada mayor a 15 años en México que es analfabeta: 33%. 11. Tasa de desempleo global entre los hombres con alguna discapacidad: 53%. 12. Tasa de desempleo global entre las mujeres con alguna discapacidad: 20%. 13. Porcentaje de personas con discapacidad que tienen empleo en México: 25%. 14. Porcentaje de personas con discapacidad que trabajan en el sector servicios: 48.5%. 15. Porcentaje de personas con discapacidad que trabajan en el sector industrial: 24.5%. 16. Porcentaje de personas con discapacidad que trabajan en el sector primario: 23.8%. 17. Porcentaje de personas con discapacidad que perciben un salario menor al de aquellos que no tienen una discapacidad: 40% (en México). 18. Porcentaje de personas con discapacidad a las que se no se les dio empleo por su situación física: 42% (cifra para México). 19. Porcentaje de personas con discapacidad que tienen acceso a servicios de salud públicos o privados: 95% 20. Porcentaje de cobertura de servicios para personas con discapacidad en el IMSS: 33.4% (las instituciones privadas alcanzan 31.9%). Los datos están actualizados a la última fecha disponible 2010 -2013. FUENTES: 1-3, 14-16, 19-20 INEGI; 4-6 y 10-12 Organización Mundal de la Salud (OMS); 7-8 Noticieros Televisa; 9, 13, 17 y 18 Coalición México (COAMEX). Rodrigo Centeno. Economista, empresario y especialista en mercadotecnia. Rafael Ch. Investigador del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC). 177 178