Historia de la Compañía de Jesús en Chile

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Jaime Correa Castelblanco s.j.
Historia de la Compañía de Jesús en Chile
después de la restauración universal
Volumen II:
Restablecimiento Universal
Restablecimiento en Chile
Misión Chilena
Misión Chileno-Argentina
Provincia Argentino-Chilena
Región Chilena de la Provincia Argentino-Chilena.
IHS
Santiago de Chile
2006
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Historia de la Compañía de Jesús en Chile
Volumen II: Después de la restauración universal
Presentación
En un Volumen I presentamos la Historia de la Compañía de Jesús en Chile
colonial, desde la llegada de los jesuitas en el año 1593 hasta su expulsión del
país y de América por el Rey Carlos III de España en 1767, narrando también
la vida de los jesuitas en el destierro de Ímola, en los Estados Pontificios, y la
extinción universal de la Compañía en 1773 por el Sumo Pontífice Clemente
XIV. Continuamos en ese mismo volumen con la narración de las vidas, los
hechos y escritos de los ex jesuitas chilenos, condenados a desaparecer. Hubo
mucho sufrimiento, nostalgias de la patria lejana y deseada. Hubo también
tentativas para rehacer una vida religiosa comunitaria con la mirada puesta en
el grupo superviviente en Rusia, como también en Congregaciones muy
semejantes a la Compañía.
A los ex jesuitas de Chile les fue imposible reincorporarse en la Compañía de
Jesús que sobrevivió en Rusia, por la oposición cerrada de la corona española.
Algunos volvieron a ser jesuitas en Nápoles, al ser allí restaurada la Compañía
en 1804. Otros lo lograrán, al final de sus vidas, en 1814, cuando el Papa Pío
VII los restablezca universalmente.
Este Volumen II quiere narrar la Historia de la Compañía de Jesús en Chile en
la segunda etapa de su vida, desde 1773 cuando fue extinguida, y desde 1814
cuando fue restaurada, hasta la época contemporánea.
El primer Capítulo de esta segunda parte de nuestra Historia, desde 1773 a
1814, necesariamente estará muy relacionado con el Capítulo final de la
primera parte. No es absolutamente igual, pero sí tiene mucho en común.
Volveremos a narrar algunos hechos.
Lo hemos querido así, pensando en los lectores que solamente quisieran leer
esta segunda parte de la Historia. Como valor, presenta este Capítulo el enlace
con la Historia de la primera Compañía. La Compañía de Jesús restaurada
siempre quiso ser la misma Compañía de Jesús, la fundada por San Ignacio y
los primeros compañeros.
Así empezó de nuevo, y continuó realizando, en la contemplación y acción, lo
que habían hecho en la Iglesia los antiguos jesuitas. Esta nueva Compañía
jamás olvidó a los Padres y hermanos jesuitas que enseñaron primero con su
ejemplo, y muchas veces con sus vidas, cómo debe realizarse el carisma
dejado por San Ignacio de servir a la Iglesia, en el servicio de la fe y la
justicia, siempre bajo el Romano Pontífice.
El plan que hemos seguido en este segundo volumen de la Historia de la
Compañía de Jesús comprende diez partes. La primera se refiere al
restablecimiento universal de la Compañía de Jesús y la situación de los
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antiguos jesuitas chilenos. La segunda, al restablecimiento en Chile, sus
problemas y conatos de solución. Las otras ocho partes señalan períodos
separados, conforme a la evolución administrativa y jurídica que fue siguiendo
la Compañía de Jesús en el país.
Cada una de estas partes últimas se ha dividido en Capítulos, cada uno los
cuales señala el período dirigido por un Superior Mayor jesuita en Chile. En
estos Capítulos se han colocado personas y hechos correspondientes a las
Casas y Colegios de la Compañía de Jesús establecidos entonces en el país.
Esto permite una lectura cronológica de la historia, y también la posibilidad de
seguir los hechos de una sola Casa, Residencia o Colegio, dado que el orden
en cada Capítulo es casi siempre semejante.
Incorporamos las vidas de sólo algunos jesuitas, la de aquéllos que tuvieron
cargos de Superiores Mayores, Rectores o Superiores locales, con algunas
excepciones. No siempre fue posible conseguir estos datos.
Para este trabajo, me he servido de muchas fuentes. En las notas a pie de
página señalo algunas, y también en la Bibliografía, colocada al final. A todos
estoy profundamente agradecido.
Jaime Correa Castelblanco s.j.
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Parte I. Restablecimiento universal de la Compañía de Jesús
El restablecimiento de la Compañía de Jesús se realizará paulatinamente.
Primero habrá una supervivencia asombrosa en Rusia, y después
restauraciones en algunos estados, como intentos fallidos en otros. El Sumo
Pontífice Pío VII la restaurará universalmente el 7 de agosto de 1814, 41 años
después de su extinción.
Capítulo I. Supervivencia y restauración parcial
Supervivencia en Rusia
La extinción universal de la Compañía fue dictada por el Papa Clemente XIV
mediante el Breve Dominus ac Redemptor noster del 21 de julio de 1773,
ejecutado en Roma el día 16 de agosto de ese mismo año. Ese día los prelados
ejecutores entraron en la Residencia del Gesù, en el Colegio Romano, en el
Noviciado de San Andrés del Quirinal, en el Colegio Germánico, en el
Colegio Maronita, en el Colegio Escocés, en el Colegio Inglés, en la Casa de
los Penitenciarios y en la Casa de los Padres portugueses de la Ciudad Eterna.
Reunieron a los jesuitas, les leyeron el Breve del Papa y preguntaron si lo
acataban. El P. Lorenzo Ricci s.j., General de la Compañía de Jesús, respondió
por todos diciendo: “Acatamos enteramente y adoramos las disposiciones de
Dios” Al día siguiente el P. Ricci y sus Asistentes fueron llevados a prisión.
La Compañía entera, con 24.000 jesuitas en el mundo, dejó así de existir en la
Iglesia. Y a medida que se ejecutó el Breve del Papa en los diversos países, los
jesuitas pasaron al clero diocesano, cuando les era permitido por los gobiernos
seculares y no eran hechos prisioneros. En Suiza, Alemania y Austria, como
diocesanos, continuaron enseñando en los mismos Colegios que tenían. En las
antiguas colonias inglesas de América del norte, igualmente.
Sólo Federico II de Prusia y Catalina II de Rusia se opusieron a la ejecución
del Breve pontificio. No quisieron agitar, después del primer reparto de
Polonia en 1772, a sus nuevos súbditos polacos que insistían en seguir
teniendo a los jesuitas como educadores de sus hijos.
Rusia se había anexado la parte de Polonia llamada Rusia Blanca o
Bielorrusia, donde los jesuitas polacos, en su Provincia de Mazovia, tenían
tres Colegios, dos Residencias y tres puestos misionales. Eran allí 201 jesuitas:
97 sacerdotes, 49 estudiantes y 55 hermanos. Apenas tuvo noticias del Breve,
la Emperatriz Catalina II envió órdenes al P. Estanislao Czerniewicz s.j.,
rector del Colegio Máximo de Polotsk, antes de la ejecución del Breve en los
otros territorios polacos, que los jesuitas de Rusia no debían cambiar nada y
que ella los protegía y arreglaría la situación en Roma.
No fue fácil convencer a los jesuitas quienes, por su voto de obediencia,
sentían la obligación de acatar en todo las órdenes del Sumo Pontífice. Para
tranquilizar en algo a los jesuitas de Rusia Blanca, el P. Provincial de Mazovia
nombró atinadamente al P. Czerniewicz, el 25 de octubre de 1773,
Viceprovincial de todas las casas que había y de los jesuitas que vivían en el
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territorio bajo el control de Rusia. Poco después, el Breve fue ejecutado y la
Compañía de Jesús fue obligada a extinguirse en el resto de Polonia.
De inmediato el Viceprovincial, P. Estanislao Czerniewicz escribió al Nuncio
en Riga un documento para que lo hiciera llegar a Roma:
“Estamos en grande aflicción. De una parte, la Emperatriz nos ha intimado
que quiere proteger a los jesuitas que estamos en sus estados; y por otra,
tememos ser acusados de desobediencia a la Suprema Autoridad de la Iglesia,
a la cual deseamos someternos aunque debamos morir en la empresa”.
En enero de 1774, la Emperatriz ordenó al P. Czerniewicz que los jesuitas
permanecieran en statu quo y que no volvieran a mencionar el Breve de
extinción. Les indicó con firmeza: “Creedme: el mismo Papa Clemente XIV
está contento de esta conservación”.
En marzo de 1774, el P. Czerniewicz, como Viceprovincial, visitó las Casas
jesuitas de su territorio. Los jesuitas no tuvieron dificultad en aceptar su
obediencia, porque el cargo que él ostentaba lo había otorgado canónicamente
el Provincial de la antigua Provincia de Mazovia en Polonia. Pero un grupo
insistió en que debía aceptarse el Breve del Papa y hacer lo posible por
cumplirlo. Este grupo de 30 personas regresó a Polonia y a Lituania para pasar
al clero diocesano. El P. Czerniewicz pidió a los demás que siguieran como
antes, pero no quiso aceptar novicios, ni nombrar nuevos Superiores.
Muerte de Clemente XIV y elección de Pío VI
El Papa Clemente XIV murió en Roma el 22 de septiembre de 1774. El
cónclave para la elección del nuevo Papa, a igual que el anterior, se llevó a
cabo con maniobras de los gobiernos de Europa, exclusiones de candidatos y
veladas promesas. Al fin, el 15 de febrero de 1775 fue elegido al 26°
escrutinio, con unanimidad de votos, el Cardenal Juan Angel Braschi, no
enteramente del gusto de las cortes borbónicas. Tomó el nombre de Pío VI.
Respecto a los ex jesuitas, aseguró a las Cortes borbónicas que él no pensaba
innovar en lo determinado por su antecesor. Quiso, sin embargo, aliviar la
prisión en el Castillo de Sant’Angelo del ex P. General P. Lorenzo Ricci y de
los ex jesuitas, sus Asistentes. Pero no se atrevió a hacerlo sin consultar antes
al embajador de España. Al P. Ricci, ya enfermo, se le quitaron en su celda
unas tablas que impedían la entrada de la luz y el paso del aire. Se le permitió,
después de comer, dar un paseo por los corredores, siempre acompañado por
un guardia armado. Y se aceptó que el ex Hermano jesuita Luigi Orlandi
pudiera asistirlo. El P. Lorenzo Ricci murió el 24 de noviembre de 1775 y fue
enterrado en la iglesia del Gesù, al lado de sus predecesores en el generalato.
Los ex jesuitas chilenos, que residían en Ímola, se alegraron con esta elección
del Cardenal Angel Braschi como Sumo Pontífice. El Obispo de la diócesis de
Ímola, Carlos Bandi, era tío carnal del nuevo Papa y sentía verdadera
estimación por ellos. Muy pronto, el 11 de septiembre de 1775, el obispo
Bandi fue creado Cardenal, conservando la diócesis.
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Aprobación pontificia tácita de los jesuitas en Rusia
Conocida la elección del Papa Pío VI, el P. Estanislao Czerniewicz presentó al
Sumo Pontífice, a través del Cardenal Juan Bautista Rezzonico, un Memorial
con todas sus inquietudes, indicando lo mucho que oraba. El 13 de enero de
1776 el Papa contestó enigmáticamente: “Dios quiera que el resultado de tus
oraciones sea feliz, como yo lo preveo y tú lo deseas”. Una nota anexa del
Cardenal Rezzonico explicaba que el Papa había acogido el Memorial con
clemencia, pero no debía esperar una respuesta más expresiva.
El P. Czerniewicz creyó entonces que podía abrir un Noviciado. Y en el
mismo mes de enero de 1776 readmitió a varios ex jesuitas de la provincia de
Mazovia y de Lituania. Pero en el discernimiento, antes de abrir el Noviciado,
los Consultores del P. Czerniewicz le indicaron que era necesario un permiso
expreso de la Santa Sede. La Emperatriz Catalina II, enterada del asunto,
indicó que ella haría las gestiones ante Roma.
Con habilidad, la Emperatriz indicó al obispo católico en Rusia Blanca, con
sede en Mohilev, que debía pedir en Roma la jurisdicción sobre todos los
religiosos y católicos de toda Rusia. El Vaticano dio esa jurisdicción y amplios
poderes por un plazo de tres años. Catalina otorgó inmediatamente “el placet
imperial” al documento romano que pasó a ser ley del Imperio. Pidió entonces
al Obispo de Mohilev que ordenara la erección canónica del Noviciado jesuita.
Lo hizo el 30 de junio de 1779, y el 2 de febrero de 1780, con ayudas
económicas de Catalina II, se inició en Polotsk con diez novicios.
El P. Czerniewicz había continuado aceptando a ex jesuitas de las antiguas
provincias polacas, y desde 1780 empezó también a aceptar de otros países.
Los que habían profesado, renovaban de inmediato la profesión, mientras que
los demás debían hacer un año de noviciado, con cierta flexibilidad respecto a
las exigencias y al tiempo. Pero sí, a todos les pidió que estuvieran preparados
para obedecer a la Santa Sede si ella pedía la supresión de la Compañía en
Rusia.
Cuando el ex jesuita P. José Pignatelli supo en Bolonia que se había abierto el
Noviciado jesuita de Polotsk escribió inmediatamente al P. Czerniewicz
manifestando su deseo de ser agregado a los jesuitas rusos. El Padre
Viceprovincial le indicó que iban a presentarse grandes dificultades desde
España, que ya había logrado la extinción de la Compañía en Prusia, y que
podría también obtener la de Rusia. Por ello no convenía, por ahora, admitir a
ningún ex jesuita español o americano, súbdito del rey de España.
Elección del Vicario General de la Compañía de Jesús en Rusia
En 1782, la Emperatriz Catalina II indicó al obispo de Mohilev que ella
pediría al Papa la erección de un Arzobispado católico para él, y que entre
tanto, con la autoridad que ya tenía, pidiera al Viceprovincial, P. Czerniewicz,
que convocara en Rusia una Congregación General de jesuitas para que
eligieran un Vicario General para la Compañía de Jesús en Rusia.
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Catalina obtuvo lo que quería. Y el P. Estanislao Czerniewicz se vio en la
obligación de asesorarse, para lo concerniente a la Congregación, con el Padre
Karol Korycki, antiguo Asistente de Polonia antes de la extinción. La
Congregación de Polotsk reunió a 30 profesos y el 17 de octubre de 1782
eligió Vicario General de la Compañía de Jesús en Rusia al P. Estanislao
Czerniewicz, con plena autoridad de Prepósito General.
La Santa Sede lo supo casi enseguida. Las protestas de España se presentaron
de inmediato y en forma muy dura. Pero el Papa no hizo nada. Le parecía muy
bien la creación del Arzobispado de Mohilev y prometió negociar con Catalina
II la situación de los jesuitas en Rusia.
Aprobación explícita del Papa Pío VI
Pío VI recibió tres veces al enviado de Catalina, y accedió en todo. Y sobre el
punto de que la Compañía de Jesús continuara existiendo en Rusia afirmó tres
veces, pero oralmente: “Doy mi aprobación”. Esto fue el 12 de marzo de
1783, casi diez años después del Decreto de extinción.
Esta noticia de la aprobación oral del Papa llegó a Rusia cuando ya había un
nuevo Vicario General en la Compañía. El P. Estanislao Czerniewicz había
muerto el 18 de julio de 1785 y la Congregación II de Polotsk había elegido,
dos meses después, al P. Gabriel Lenkiewicz, un lituano de 63 años. En Rusia
había 172 jesuitas: 95 sacerdotes, 23 escolares y 48 hermanos. Muchos habían
muerto y recién se había abierto el Noviciado.
El nuevo Vicario General continuó el contacto con ex jesuitas italianos, belgas
y holandeses, especialmente con Henri Fonteyne y Adam Berckers que habían
reunido a otros ex jesuitas a su alrededor y enviaban candidatos para la
Compañía en Rusia. Pero al P. José Pignatelli y a otros ex jesuitas hispanos les
aconsejó esperar.
Restauración de la Compañía de Jesús en el Ducado de Parma
Después de la muerte en España del Rey Carlos III, en la noche del 13 al 14 de
diciembre de 1788, no hubo grandes cambios en la península, pero sí en el
Ducado de Parma.
El Duque Fernando de Borbón, sobrino del rey de España, llamó a varios ex
jesuitas para que celebraran en Parma la fiesta de San Luis Gonzaga en la
iglesia del antiguo Colegio de la Compañía de Jesús que, desde su expulsión
en 1786, hasta ese año 1792, permanecía cerrada.
El 21 de enero de 1793 subió al cadalso el rey Luis XVI de Francia, y a los
pocos meses su esposa la reina María Antonieta. El duque Fernando I quedó
helado, pues María Amalia, su esposa, era hermana de la reina de Francia y el
rey Luis XVI pariente suyo muy cercano. Urgía, pues, educar a los jóvenes en
los principios religiosos y, para librarlos del contagio de la Gran Revolución,
había que abrir nuevamente los Colegios de los jesuitas. En marzo de 1793
escribió al Papa Pío VI, anunciándole que en Parma él entregaba a los ex
jesuitas sus antiguos Colegios de Parma, Piacenza y Colorno. Y el 23 de junio
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de ese mismo año, aconsejado por el P. José Pignatelli, escribió al Vicario
General P. Gabriel Lenkiewicz y a Catalina II para que se enviara desde Rusia
a un jesuita con poderes para incorporar a la Compañía, lo antes posible, a los
ex jesuitas que deseaban hacerlo.
El Vicario General de la Compañía, P. Lenkiewicz, destinó para ese efecto a
los Padres italianos Antonio Messerati, como Viceprovincial y a Luigi
Panizzoni con el P. Bernardo Scordialó, griego de nación. Llegaron a Parma
en febrero de 1794.
Cuando todavía estaban en camino los tres jesuitas enviados de Rusia, el
duque Fernando I escribió el 29 de enero de ese año una segunda carta al
Sumo Pontífice, suplicándole que autorizase el restablecimiento de la
Compañía en sus Estados. Pío VI accedió a su petición, con ciertas
restricciones, para no ofender a la corte de Madrid. En su respuesta el Sumo
Pontífice dijo:
“Cuiden no hacer ruido. Usen el vestido común a los clérigos de este país.
Admitan novicios enhorabuena, pero que vayan a Rusia a hacer los votos”
Ese mismo año el P. José Pignatelli consideró que se daban las condiciones
para que él pudiera reincorporarse en la Compañía. Fueron muchas las
conversaciones sostenidas con sus amigos los ahora jesuitas italianos, en
especial con el P. Luigi Panizzoni. Hubo consultas a Rusia y al Papa Pío VI en
audiencias privadas. El 6 de julio de 1797, en la Capilla de su casa de Bolonia,
renovó la profesión de 4 votos en manos del P. Luigi Panizzoni.
Después de ocupar Napoleón las ciudades de Ferrara y Bolonia, en los Estados
Pontificios, el 1 de febrero de 1797, el ejército francés avanzó hacia Roma. El
Papa Pío VI se vio obligado a firmar un armisticio muy oneroso. Para tener
paz tuvo que ceder definitivamente a Francia las ciudades de Aviñón, Bolonia
y la Romaña. Debió también entregar muchas obras de arte y manuscritos, y
comprometerse a cancelar la enorme suma de quince millones.
Sin embargo, el 10 de febrero de 1798 Napoleón ocupó la ciudad de Roma,
exigió la entrega del Castillo de Sant’Angelo y el día 15 proclamó la
República. El Papa fue llevado a la ciudad de Siena y de ahí a la Cartuja de
Florencia.
A mediados de julio de 1798, el P. José Pignatelli viajó a Florencia y logró
entrevistarse con Pío VI. Era portador de unos dineros de su sobrina, la
duquesa de Villahermosa, para el Papa. Y, nuevamente en esa ocasión, obtuvo
una segunda aprobación oral de la Compañía, tal como estaba en Rusia. Pero
el Papa, por temor a España, no se atrevió a más.
En marzo de 1799, Napoleón decidió sacar al Papa de Italia y llevarlo a
Valence, en Francia. En su viaje, pasó por Parma, adonde llegó enfermo. El P.
Pignatelli consiguió visitarlo y obtuvo el permiso oral para abrir un Noviciado
jesuita en el Ducado de Parma. El Papa pidió que ningún jesuita llevara otro
hábito que la sotana de los diocesanos.
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Conseguido el permiso, el P. Panizzoni viajó a Rusia a tratar el asunto con el
Vicario General. El P. Pignatelli fue nombrado Rector y Maestro de novicios.
Pero debía ser un Noviciado especial, porque la aprobación había sido privada
y no pública. Los novicios, al término de su probación sólo hacían votos
estrictamente privados; los definitivos, los del bienio, deberían emitirlos en
Rusia.
Con todo, el P. Pignatelli estableció en Colorno todas las tradiciones de los
antiguos Noviciados de la Compañía.
El Papa Pío VI falleció el 29 de agosto de 1799 en Valence.
Esperanzas de restauración en España
Al avanzar los ejércitos franceses de Napoleón en 1797 a través de Italia y los
Estados Pontificios, un grupo numeroso de ex jesuitas hispanos, entre ellos
algunos pertenecientes a la antigua Provincia de Chile, sin esperar permiso de
las autoridades españolas, decidieron pasar a España, aunque sabían que desde
1767 eso estaba penado con prisión y muerte. Debieron haber pensado que las
normas de Carlos III habían cambiado con su muerte, o los temores y
sufrimientos que ahora sentían los obligaban a correr ese riesgo. Y lo cierto
fue que el Rey Carlos IV, el 29 de octubre de 1797, dictó un Decreto
permitiendo el regreso de los ex jesuitas.
“Las turbulencias de Italia y las providencias tomadas por el gobierno de
Génova contra los jesuitas españoles han hecho que éstos se determinen a
venir a España huyendo de las persecuciones y aun de la muerte. Enterado el
Rey de esto, por las representaciones de los mismos ex jesuitas que ya han
llegado a nuestros puertos y siendo muy propio proteger a esta parte de sus
vasallos que se ven en el día sin país donde poder subsistir, se ha servido Su
Majestad resolver que luego que vayan arribando a España se les destine a
los conventos más oportunos y que allí se les pague la pensión hasta que
mueran”
Los ex jesuitas españoles creyeron ver en ese Decreto una puerta que podría
permitir la restauración de la Compañía en España, tal como se había estado
haciendo en el Ducado de Parma. Esta esperanza, o el deseo profundo de
regresar a la patria, permitió un éxodo bastante importante.
Sin embargo, esa esperanza de restauración muy pronto la verán frustrada,
porque esos “conventos más oportunos”, en la práctica se transformaron,
según las normas dadas por la autoridad real, en “conventos de más soledad”
donde los ex jesuitas debían acomodarse, pero de modo que no estuvieran
muchos juntos.
Hay una estadística del paso de ex jesuitas a España, con fecha 22 de
noviembre de 1798, y da el número de 540 personas: 261 sacerdotes y 67
hermanos de España, y 184 sacerdotes y 28 hermanos, de América hispana
Pasaron a España 31 ex jesuitas de la antigua Provincia de Chile. De ellos 17
eran chilenos y 14 eran españoles que habían pertenecido a Chile. En Italia
10
quedaron otros 58 sacerdotes chilenos, más 10 españoles, y 3 hermanos, con 5
españoles. En esos 30 años habían disminuido considerablemente.
No pudieron permanecer mucho tiempo en España, porque en 1801 fueron
expulsados de nuevo. Pero se permitió a los enfermos quedarse en la
península.
Ex jesuitas chilenos que pasaron a España y a Chile
Un solo ex jesuita chileno pudo regresar a Chile, antes de la promulgación de
estos Decretos de 1798. Lo hizo en forma ilegal: el Padre Francisco Javier
Zapata Morales. También lo intentaron los Padres Antonio Corvalán Escalante
y sus dos hermanos, Juan y Luis, nacidos en Mendoza; el Padre Ignacio
Canseco Villoldo, nacido en Santiago; y los tres hermanos Pietas de la
Barrera, Ignacio, Javier y Jerónimo, nacidos en Chillán. Todos estos últimos,
excepto el P. Zapata, quisieron volver en forma legal. Lo pidieron a España en
1789, y la respuesta del gobierno español fue firmemente negativa.
El Padre Francisco Javier Zapata Morales, de Santiago, regresó a Chile en
forma ilegal. No sabemos estrictamente cómo lo hizo. Por el Padre Manuel
Lacunza nos consta que el Padre Zapata trajo a Chile una copia de su “Venida
del Mesías en gloria y majestad” que fue entregada a Fray Lauro Núñez,
franciscano, quien lo denunció. El Padre Zapata supo esconderse y no se supo
más de él. Falleció en Longaví el 18 de noviembre de 1789. El haberse
ocultado en Longaví sin duda se debió a que esa hacienda de los jesuitas había
sido adquirida por su pariente Ignacio Zapata, quien lo supo esconder.1
En cambio algunos de los ex jesuitas chilenos que pasaron a España en 1798
pudieron regresar a Chile legalmente. Se conoce bien el paso de algunos de
ellos por las cartas que escribieron a la corte demandando sus pensiones. Otros
trataron de hacerlo, pero debieron regresar a Italia.2
Los ex jesuitas chilenos que pudieron pasar a España y después a Chile fueron
los siguientes:
El Padre Juan Crisóstomo Aguirre Díez: había nacido en Santiago el 27 de
febrero de 1726. Era hijo del Marqués de Montepío. Entró en la Compañía en
1740. Toda la formación la recibió en Chile. Había sido profesor de Filosofía
y Teología en el Colegio Máximo de Santiago, Rector del Convictorio San
Francisco Javier, Superior de Valparaíso. Vivió en Ímola, y desde 1775 en
Bolonia. En 1798 pasó a España, y en 1800 estaba en Cádiz. Regresó a Chile
ese mismo año 1800. Reclamó su herencia y la Real Audiencia mandó darle
600 pesos de los bienes de su padre, los que gozó hasta su muerte. Murió en
Santiago el 23 de enero de 1804, y fue enterrado en la iglesia de San Agustín.3
El Padre Francisco Javier Caldera Olano: había nacido en Santiago en
1749. En 1767 era novicio e hizo los votos diez días después del arresto.
Siguió a los jesuitas a Italia. Vivió en Ímola. Allí se ordenó de sacerdote.
1
Hanisch, Itinerario y pensamiento de los jesuitas expulsos de Chile, págs. 112 y 325.
Id., págs. 131 y 132.
3
Id., pág. 259.
2
11
Estuvo después en Castel Mordano como profesor de Filosofía. Allí escribió
un libro que fue publicado en Bolonia en 1780: “Exposiciones selectas
tomadas de todas las partes de la Filosofía”, un tratado de Filosofía moderna.
Divide la Filosofía en cuatro partes: Lógica, Metafísica, Física y ética. La
parte que desarrolla con mayor extensión es la Física. Se declara no
escolástico, ni seguidor de Descartes. En la Física rechaza el hilemorfismo en
la explicación de la naturaleza de los cuerpos. Sigue el sistema de Copérnico y
rechaza el de Tolomeo. Rechaza la teoría del horror al vacío, y explica el
fenómeno por la gravedad. El origen del mundo lo explica por la Biblia. Las
percepciones sensoriales las explica: la visión por la retina como órgano, el
oído por la expansión del nervio acústico, el olfato por los nervios que rodean
la membrana de Schneider, y el tacto por las papilas nerviosas de todo el
cuerpo. En las explicaciones de la luz y las mareas sigue a Newton. En
general, manifiesta una amplia observación, conocimiento de autores y
experiencias.
Al llegar las tropas francesas, se le acusó en Bolonia de participar en
reuniones y clubes jacobinos, y de proponer que se borraran los escudos de los
alumnos ilustres que adornaban la Universidad, por hallarlos poco
democráticos.
Pasó a España y pudo, a pesar de caer en manos de un pirata, llegar a Chile en
1804, donde se recogió en casa de su madre. En la Universidad de San Felipe,
en la ciudad de Santiago, desempeñó por algún tiempo el cargo de Rector y
Director de Academia. En 1808, su nombramiento como Capellán de las
Monjas Rosas ocasionó serias divisiones en el gobierno eclesiástico. Fue
partidario de la independencia de Chile y figura entre los que pidieron la
Constitución de 1812. No parece que sufriera persecuciones durante la
Reconquista. Falleció el 26 de junio de 1818 en Santiago y fue enterrado en la
iglesia de la Compañía.4
El Padre José Antonio Caldera Olano: hermano del anterior. Como él pasó
a España, gracias a los Decretos de 1797 e inició su regreso a Chile junto con
su hermano. En 1804 pudo llegar con él a Chile, vía Brasil. Parece que ambos
hermanos tomaron ese camino para evadir el nuevo decreto real de destierro.5
No se conocen otros datos de este jesuita.
El Padre Juan José González Carvajal, había nacido en Valparaíso el 23 de
junio de 1740, y entrado en la Compañía en 1760. En 1767 estaba en segundo
año de Teología. Se ordenó de sacerdote en Europa. En 1773 estaba en Ímola.
Y desde 1775 vivió en Bolonia hasta 1797, año en que pasó a España.
Regresó a Chile donde vivió los 22 años restantes de su vida. Colaboró en la
Independencia y durante la Reconquista fue privado de la pensión. Murió en
diciembre de 1822 a consecuencia del terremoto de Santiago que lo dejó
malherido.6
4
Id., págs. 137 y 210.
Enrich, tomo II, págs. 489, 490.
6
Hanisch. Expulsos, pág. 286; Cf. Hanisch Historia, pág. 191.
5
12
El Padre Domingo Ignacio Valdés Carrera: había nacido en Santiago en
1746, y entrado en la Compañía en 1761. En 1767 estaba en tercero de
filosofía. Se ordenó en Italia. Vivió en Ímola. Se trasladó a Bolonia en 1775 y
estuvo allí hasta 1799 en que sale desde Liorna a Valencia, y de allí a Madrid
y Cádiz. Desde este puerto viajó a Buenos Aires y, pasando por la cordillera a
Chile, llegó a Santiago el 24 de diciembre de 1800. Sus hermanos le
reconocieron su parte en la herencia de sus padres. En 1811 y 1816 hizo
transacciones notariales sobre bienes y, como se había producido la
independencia, no se le aplicaron las leyes y, lo mismo, se consideró válido su
testamento y no se hizo inventario oficial, por ser sus bienes muy pocos.
Falleció en Santiago, el 26 de marzo de 1817 y fue enterrado en la Merced.7
El Padre Felipe Gómez de Vidaurre Girón: había nacido en Concepción el
1 de mayo de 1740 y entrado en la Compañía en 1755, donde se hallaba su
medio hermano Francisco Javier Puga Girón. El decreto de extrañamiento lo
encontró en el Colegio Máximo donde enseñaba gramática. Hizo la profesión
de cuatro votos en Ímola el 15 de agosto de 1773, junto con los PP. Juan
Ignacio Molina González, José Ignacio Henríquez Santillana y Manuel
Vázquez Alvarez. Vivió en Bolonia, desde 1774 hasta 1785. Pasó después a
vivir en Roma.8
Estaba allí cuando supo acerca de la Cédula de Carlos IV, del 11 de mayo de
1798, que permitía a los ex jesuitas regresar a sus países de origen. De Roma
salió hacia Barcelona ese mismo año. El barco, sin embargo, cayó en poder de
piratas y él, sin dinero ni equipaje, llegó a Málaga, donde mendigó lo
necesario para pasar a América. Se embarcó para Buenos Aires. A Chile llegó
en el año 1800. Después de algún tiempo en Santiago, se retiró a Concepción,
donde vivió en una propiedad agrícola cerca de la ciudad.
Fue entusiasta de la Independencia del país, y se vio privado de la pensión por
el Gobernador Mariano Osorio. Estuvo preso en Concepción y en la isla
Quiriquina por ser patriota. Murió en Cauquenes, el 11 de enero de 1818, en la
retirada de los patriotas desde Concepción.9
Los ex jesuitas chilenos que trataron de volver a Chile, y no lo lograron,
fueron:
El Padre Juan Bautista Palacios Aguirre: había nacido en Santiago en 1746
y entrado en la Compañía en 1761. Estudiaba filosofía en 1767. Se ordenó de
sacerdote en Italia. Vivió en Ímola hasta 1773 y después en Bolonia hasta
1797. Viajó a España en 1798. Alcanzó a partir a América, pero el barco cayó
en manos de un pirata inglés y debió regresar. Murió en Cádiz, atendiendo a
los apestados, el 10 de septiembre de 1800.10
El Padre Francisco Tagle Cerda: había nacido en Santiago en 1733 y
entrado en la Compañía en 1747. En 1767 era profesor de Filosofía en el
Colegio Máximo de Santiago. Vivió en Ímola hasta 1798. Viajó a España.
7
Id., págs. 318 y 319.
Id., pág. 228.
9
Id., pág. 229.
10
Id., pág. 303.
8
13
Fracasó también su viaje a Chile y murió en Cádiz, sirviendo a los apestados,
el 31 de agosto de 1800.11
Hubo otros dos ex jesuitas chilenos que también dieron su vida en Cádiz
atendiendo a los apestados, pero no conocemos, hasta ahora, sus nombres. 12
El Padre Juan Marcelo Valdivieso Herrera s.j.: había nacido en Santiago
en 1742. Cuando entró a la Compañía tenía otro hermano en ella, José
Joaquín, y después de él entró también su hermano Julián. El Padre Juan
Marcelo era estudiante de Filosofía en 1767. Se ordenó en Italia. Vivió en
Ímola hasta 1776 y después en Bolonia hasta 1797, donde tuvo casa propia.13
En 1797, el P. Juan Marcelo viajó a España. En Barcelona se hizo profesor
para ayudarse económicamente. Quiso viajar a Chile, pero no lo consiguió.
Pidió el pasaporte, pero la fecha ya era prohibitiva, el 14 de marzo de 1801.
De vuelta de España se quedó en Roma en el Colegio del Gesù y en una de las
habitaciones que habían sido de los Padres Generales. Le costó 100 pesos
reducir a estado habitable los dos cuartos que tenía. El deterioro se debía a las
tropas polacas y napolitanas que habían vivido en el Colegio. En el Gesù había
115 ex jesuitas; todos tuvieron que gastar para disponer sus habitaciones.
Todos vivían en gran unión y economía. No gozaban del subsidio de misas.14
El Padre Juan Marcelo mantuvo frecuente correspondencia con su hermano
Manuel Valdivieso Herrera (padre de Rafael Valentín Valdivieso Zañartu,
quien será después arzobispo de Santiago) Se conservan 9 cartas.
En una de esas cartas dice: “Si alguna vez volvemos allá, será de jesuitas.
Pero esto será si Dios por su misericordia se compadece de los dominios de
España, suspendiendo el terrible castigo que le ha enviado y que España no
conoce, por haberle quitado la Compañía de Jesús que era el origen principal
y conservación de la felicidad espiritual y temporal de los dominios de
España”.15
El Hermano Pedro Nolasco Paz Sanhueza s.j.: había nacido en Estancia del
Rey, Concepción, en 1721, y entrado en la Compañía en 1761. Fue
administrador en Santiago de la Chacarilla del Noviciado. En Italia vivió en
Ímola. En 1798 pasó a España. Vivió en Valencia y en el Puerto de Santa
María. Parece no haber regresado a Italia, porque en mayo de 1800 estaba
todavía en el Puerto de Santa María.16
El Hermano Luis Quadros s.j.: nació en Chillán en 1729 y en 1747 entró en
la Compañía. Desempeñó oficios domésticos en los Colegios de San Pablo en
Santiago, de Concepción y Chillán. En el destierro vivió en Ímola hasta 1798
11
Id., pág. 315.
Enrich, Historia, tomo II, pág. 489.
13
Id., pág. 319.
14
Id., pág. 151.
15
Id., pág. 153.
16
Id., pág. 305.
12
14
en que viajó a España. Estuvo con el H. Pedro Nicolás Paz Sanhueza en
Valencia y Puerto de Santa María. Allí estaba en 1800.17
Los demás ex jesuitas chilenos debieron regresar de España a Italia después de
la expulsión que se determinó en el año 1800. Algunos de ellos pudieron
reincorporarse en la Compañía restablecida primero en el Reino de las Dos
Sicilias en 1804, y después, en la universalmente restaurada, en 1814:
El Padre José Ignacio Henríquez Santillana: había nacido en Valdivia en
1740 y entrado en la Compañía en 1756. En 1767 acababa de terminar la
Teología y era sacerdote. Vivió en Ímola, Faenza y Bagnara. Viajó a España
en 1798 y vivió en Barcelona Debió regresar a Italia en 1800 y se estableció
en Roma donde murió en 1803, y fue sepultado en la iglesia del Gesù.18
El Padre Pedro Carvallo Camaño: había nacido en Santiago en 1726, y
entrado en la Compañía en 1740. Fue procurador en Coquimbo, profesor de
Filosofía en el Colegio Máximo de Santiago, procurador en Penco y Superior
en San Fernando. En 1767 estaba enfermo y atrasado el viaje pudo huir,
entregándose después. Vivió en Ímola y pasó a Bolonia en 1779. Viajó a
España en 1799 y en 1801 debió regresar a Italia estableciéndose en Roma
donde murió el año 1804.19
El Padre Francisco Javier Allende Triviño: había nacido en Mendoza en
1742. Entró en la Compañía en 1759. En 1767 era estudiante de Teología. Se
ordenó en Italia. Vivió en Ímola. Viajó a España y en 1801 estaba de regreso
en Roma. Se reintegró a la Compañía en 1814. Falleció en 1822.20
El Padre Bernardo Allende Triviño: hermano del anterior, había nacido en
Mendoza en 1745. Entró en la Compañía en 1764. En 1767 estudiaba retórica
en Bucalemu. Vivió en Ímola, donde se ordenó de sacerdote. En 1800 viajó a
España con su hermano y regresó con él a Roma en 1801. Murió en Roma en
1805.21
El Padre Bernardo Allende, antes de viajar a España, pidió testimoniales al
Cardenal Gregorio Bernabé Chiaramonti, obispo de Ímola y futuro Papa Pío
VII, quien se las dio muy elogiosas:
“Confesamos muy gustosos que del gran número de varones de la extinguida
Compañía de Jesús, españoles de nación, que han vivido en esta ciudad por
muchos años casi todos sobresalieron por la integridad de vida. No vivieron
solamente para sí mismos, sino más para los otros que para sí. Porque
muchos, a los cuales urgía la caridad de Cristo, distribuían sus bienes
generosamente entre los pobres y sustentaban familias; otros que no eran
ricos se dedicaban a oír confesiones, aun de religiosas, no sólo con nuestro
permiso, sino aun a pedido nuestro. Otros consagrados a las cárceles o a los
enfermos en los hospitales llevándoles ayuda espiritual, sin descuidar el
17
Id., pág. 308.
Id., pág. 290.
19
Id., pág. 269.
20
Id., pág. 261.
21
Id., pág. 261.
18
15
auxilio material, que pedían a los más ricos y entregaban fielmente. Los
demás, con virtud muy resplandeciente, animaban a todos con la palabra y el
ejemplo a corregir o perfeccionar sus cristianas costumbres. Uno de ellos, el
muy Reverendo Sr. D. Bernardo Allende, americano, se portó con tal pureza
de costumbres, y llevó una vida en todo tan arreglada que muchos, siguiendo
sus pasos, caminaron sin tropiezos por el camino de salvación; y todos
admiraban y confesaban a una voz su prudencia y piedad. Al decir esto con
toda verdad, no podemos dejar de sentir en gran manera el vernos privados
de su familiar trato, por tener él que regresar a su patria. Nuestra gratitud
nos mueve espontáneamente a dar este público testimonio de su buen
proceder, que deseamos sea en alabanza y gloria de Dios omnipotente, del
cual procede todo bien, y sin el cual no hay cosa buena, ni santa. Dado en
Ímola, desde nuestro palacio episcopal a 30 de abril de 1799. Gregorio,
cardenal obispo de Ímola. Tomás Sebastián Galeati, secretario”.22
El Padre Ramón Videla Correa: había nacido en Mendoza en 1750,
estudiaba Humanidades en 1767. Fue ordenado sacerdote en Italia y vivió en
Ímola. Viajó a España en 1798, pero volvió a Roma en 1801. Entró en la
Compañía restaurada en Nápoles en 1804.23
El Padre Bernabé Azebal Balcázar: había nacido en Guayaquil en 1727,
pero entrado a la Compañía en Chile en 1741. En 1767 era misionero. Vivió
en Ímola. Pasó a Barcelona en 1798. Regresó a Italia y se estableció en Roma.
Murió en 1803.24
Viajaron también a España algunos españoles, pertenecientes a la Provincia de
Chile. No colocamos sus nombres.
En un Catálogo, del 29 de noviembre de 1798, que se hizo después del
Decreto español dictado el 29 de octubre de 1797, se dice que en la sola
ciudad de Ímola, sin contar a los residentes en Bolonia, Génova, Roma y otras,
vivían 49 jesuitas chilenos. Y que antes de ese Catálogo habían pasado a
España 17 chilenos. Cuando alguno dejaba la ciudad, el Cardenal
Chiaramonti, en términos muy elogiosos le daba la necesaria testimonial. La
testimonial dada al P. Bernardo Allende, uno de los últimos en salir de Ímola
para España, la presentamos más arriba.
Capítulo II. Elección de Pío VII, el Papa de la esperanza
La situación de la Iglesia a la muerte del Papa Pío VI aparecía
extraordinariamente grave: Roma estaba ocupada por los ejércitos de Francia,
y los Cardenales todos dispersos. El Cónclave debió reunirse en Venecia como
el sitio más seguro, al contar con la protección de Austria.
A fines de noviembre de 1799 estuvieron en la ciudad ducal de Venecia 35
Cardenales, de los 48 existentes. El Cónclave fue largo y con grandes
tensiones. Pero, al fin, el 14 de marzo de 1800 fue elegido el Cardenal
22
Id., pág. 146; Cf. Enrich, Historia, tomo II págs. 488 y 489.
Hanisch, Expulsos, pág. 327.
24
Id., pág. 265.
23
16
Gregorio Bernabé Chiaramonti, el obispo de Ímola, quien tomó el nombre de
Pío VII.
Los ex jesuitas de la antigua Provincia de Chile sintieron una profunda alegría
al saber esta elección. El Cardenal Chiaramonti siempre los había distinguido
cariñosamente con afectos de verdadera confianza y amistad. El Padre Diego
José Fuenzalida Sierra, nacido en Santiago, era el Teólogo consultor del
Cardenal y el Examinador sinodal en la diócesis, y además su amigo personal.
Muchos felicitaron al Padre Fuenzalida porque pensaron que el Pontífice lo
haría ir a Roma y lo crearía Cardenal. De hecho el nuevo Papa le ofreció el
cargo de Teólogo de la Penitenciaría, pero el Padre Fuenzalida no lo aceptó,
porque, como dirá en una carta “quería dejar en libertad al Papa frente a lo que
decían de su propia influencia en el ánimo del Papa Pío VII”. 25 Pero son,
“tales las instancias que me hace Su Santidad, para que acepte el cargo de su
teólogo consultor, que temo me veré precisado a condescender con él, a pesar
de no creerme con talento y fuerzas suficientes para tanto”.26
Pío VII no nombró Obispo sucesor en Ímola, conservando el mismo Pontífice
la diócesis, hasta 1816. Esto hizo que, de una u otra forma, se mantuviera en
contacto más o menos cercano con los ex jesuitas de Chile.
Primera aprobación explícita pontificia de la Compañía de Jesús en
Rusia. 1801
Poco días después de elegido Papa recibió en audiencia al P. Luis Panizzoni,
Superior de la ya restaurada Compañía de Jesús en el Ducado de Parma. Con
agrado, el Papa le expresó que apoyaba la defensa que le había enviado el
duque Fernando I de Parma en favor de la restauración universal de la
Compañía. Y al mismo tiempo le pidió que trasmitiera al P. Franciszek Kareu,
Superior de los jesuitas que vivían en Rusia, su bendición apostólica y una
reliquia de la vera Cruz.
El P. Franciszek Kareu, en Rusia, agradeció con toda el alma la bendición del
Santo Padre y le envió una fervorosa súplica, exponiéndole con humildad todo
lo que había ocurrido desde el Breve del Papa Clemente XIV, y cómo habían
debido seguir los ex jesuitas siendo religiosos por imposición de Catalina II y
después por el zar Paulo I, quien les había entregado en San Petersburgo la
iglesia de Santa Catalina iniciando allí un Colegio. Le indicaba que en Rusia
los religiosos ex jesuitas eran unos 250 y, como hijo obediente, le suplicaba,
para tranquilidad y consolación de ellos, conceder un escrito en que aprobara
pública y oficialmente la existencia canónica de esa Compañía de Jesús en
Rusia.
El 7 de marzo de 1801 el Papa dictó el Breve Catholicae Fidei reconociendo
al P. Franciszek Kareu como Prepósito General de la Compañía de Jesús en
Rusia, permitiéndole recibir en la Compañía a los ex jesuitas que desearan
reincorporarse.
25
26
Hanisch, Expulsos, pág. 147.
Enrich, Historia, tomo II, pág. 491.
17
Fue así como un buen número de jesuitas ingleses se reincorporó ese mismo
año 1801 para constituirse en Provincia dos años después. Otros viajaron a
Rusia para hacerlo o para ingresar.
Pío VII restablece la Compañía de Jesús en Nápoles y Sicilia. 1804
El Padre General Franciszek Kareu murió el 11 de agosto de 1802 y fue
sucedido por un hombre dotado de grandes cualidades personales, el austríaco
Gabriel Gruber s.j., de 61 años de edad.
Una de sus primeras medidas fue enviar a Roma a un Procurador general, con
el objeto de presentar al Santo Padre la petición por la ansiada restauración
universal de la Compañía. Este fue el italiano Cayetano Angiolini, quien trajo
también el nombramiento para el ya reincorporado P. José Pignatelli como
Provincial de Italia. El P. Pignatelli mantenía conversaciones muy estrechas
con el duque Fernando I de Parma y con el Rey Fernando IV de Nápoles y
Sicilia. Ambos jesuitas, Angiolini y Pignatelli, fueron recibidos por Pío VII,
quien los animó en la tarea.
El 30 de julio de 1804, el Breve Per alias, dictado por el Papa Pío VII y
dirigido al P. Gabriel Gruber, extendió al Reino de las Dos Sicilias, o sea a
Nápoles y Sicilia, el Breve Catholicae fidei dado a la Compañía establecida en
Rusia.
El P. Pignatelli logró de inmediato que los jesuitas volvieran rápidamente a la
isla de Sicilia. El 30 de abril de 1805 llegaron a Palermo treinta, después de 37
años de ausencia, a reabrir el Colegio y la iglesia de la Compañía.
San José Pignatelli se esmeró por dar a la Compañía que renacía en Italia todo
el espíritu y la fuerza que había tenido siempre ésta desde que había sido
fundada por San Ignacio. Los que regresaban eran hombres que habían vivido
30 años sin comunidad y sin obediencia religiosa. Muchos eran mayores en
edad y tenían enfermedades. La caridad permitió suplir toda deficiencia.
El P. Pignatelli hizo imprimir nuevamente el Sumario de las Constituciones,
las Reglas Comunes de la Compañía, las Cartas de la Obediencia y de la
Perfección, escritas por San Ignacio, para reiniciar la lectura mensual que a
esos venerables ancianos les había sido tan familiar.
Ex jesuitas chilenos que se reincorporaron en Nápoles
Algunos ex jesuitas chilenos se reincorporaron a esta Compañía de Jesús
restablecida en Italia:
El P. Francisco Ríos del Solar había nacido en Santiago el 7 de octubre de
1727 y entrado en la Compañía el 11 de octubre de 1748. Después de ser
ordenado, desterrado y haber vivido en Ímola, Massa Carrara y Roma, se
reincorporó en la Compañía de Jesús en 1804 en Nápoles. Vivió la
restauración universal de 1814. Y al restaurarse la Compañía en España,
residió en Valencia donde murió el 15 de septiembre de 1823 con gran fama
18
de santidad.27 Este jesuita es un modelo de fidelidad y amor a la Compañía.
Murió a los 96 años de edad.
El P. Ramón Videla Correa, nacido en Mendoza en 1750, que citamos más
arriba. Entró en la Compañía restaurada en Nápoles en 1804.
El P. Bernardo Allende Triviño mantuvo correspondencia con el P. José
Pignatelli s.j. y en 1814 se reincorporó a la Compañía restaurada.
Escribieron también al Padre José Pignatelli s.j. otros ex jesuitas chilenos: El
Padre Bernardo Goyonote Lope, nacido en Valdivia en 1725. Se conservan
cuatro cartas suyas fechadas en 1808. Siguió en Ímola donde murió el 22 de
noviembre de 1812. También lo hizo el Padre Miguel Bachiller Recalde,
nacido en Santiago en 1745, de quien se conservan también varias cartas;
murió en Pésaro en 1827.
Elección de un tercer General de la Compañía de Jesús en Rusia
El P. Gabriel Gruber murió repentinamente en San Petersburgo, Rusia, el 7 de
abril de 1805. Su muerte fue verdaderamente llorada.
En Polotsk, en territorio ruso, la Congregación eligió el 14 de septiembre de
1805 al P. Tadeo Brzozowski, un polaco de 56 años.
Inmediatamente, el 27 de septiembre de 1805, el nuevo General escribió una
carta al P. José Pignatelli confirmándolo en su cargo de Provincial en Italia. Y,
a través de él, se esmeró ante el Santo Padre para conseguir la siempre ansiada
restauración universal de la Compañía.
Poco después, en 1805, creó la Misión holandesa; y en 1806, con los ex
jesuitas americanos reincorporados en Maryland, la Misión norteamericana en
los Estados Unidos.
Expulsión del Reino de Nápoles
Las tropas de Francia estaban en Italia desde 1796. Y al ser coronado
Napoleón Bonaparte como Emperador, los ejércitos avanzaron.
En enero de 1806 estuvieron en Nápoles. El rey Fernando IV con su familia y
el gobierno se refugiaron en Sicilia. José Bonaparte entró triunfante en la
ciudad.
El 3 de julio las autoridades francesas notificaron al Padre Pignatelli la orden
de disolución de la Compañía, ordenando a los jesuitas napolitanos regresar a
sus casas, y a los extranjeros salir del país en veinticuatro horas. El Provincial,
con inteligencia, logró mayores plazos. Organizó la salida, entregó a la
condesa de Acera, su hermana carnal, los restos del recién beatificado
Francisco de Gerónimo y partió hacia Roma el 8 de julio. Los jesuitas de
Sicilia quedaron tranquilos.
27
Cf. Hanisch, Expulsos, pág. 310.
19
San José Pignatelli en Roma
Al llegar a Roma, el P. José Pignatelli fue recibido de inmediato por el Papa,
quien le cedió para los desterrados habitaciones en el Colegio Romano y en la
Residencia del Gesù. Allí se instalaron, provisoriamente, los casi 90 jesuitas
que venían desde Nápoles.
Entre los que quedaron en la Residencia del Gesù se contó el jesuita chileno
Padre Ramón Videla Correa. Allí estuvo hasta su muerte, el 4 de marzo de
1811.
En los meses siguientes, con licencia del Papa, San José Pignatelli abrió un
Colegio, un Noviciado y Casa de formación en la ciudad de Orvieto, y
después, en Tívoli, reincorporó a la Compañía a un grupo de ex jesuitas
americanos.
Prisión del Papa Pío VII
El 2 de febrero de 1808 llegaron las tropas francesas a Roma. Ocuparon el
Castillo de Sant’Angelo y los puestos militares. El Palacio del Quirinal, donde
residía el Sumo Pontífice, quedó rodeado por ocho piezas de artillería.
El 1º de junio del año siguiente se anunció el fin del poder temporal del Papa y
se decretó la anexión de Roma al Imperio francés. El 6 de julio el Papa fue
hecho prisionero y llevado a Savona.
Antes y después de la prisión del Papa, el P. Pignatelli se había movido para
que las tropas francesas no perturbaran a la Compañía. Las nuevas autoridades
insistían en que los extranjeros prestaran el juramento de fidelidad a Francia, y
Pignatelli contestaba que los ya incorporados a la Compañía no estaban
obligados a ello porque ya no eran súbditos de sus antiguos monarcas, y esto
había sido declarado por esos mismos soberanos.
El P. Pignatelli se desvivió por aliviar las penurias del Papa, de sus cardenales
y sacerdotes. Muchas de las ayudas económicas que recibía de su familia, las
destinaba al Santo Padre. Y esto hasta la muerte del P. Pignatelli, el 15 de
noviembre de 1811.
Capítulo III. Restauración papal de la Compañía de Jesús en el mundo
Liberación de Pío VII y su regreso a Roma
Entretanto, la Compañía de Jesús, en Rusia, Sicilia y Roma, en Holanda,
Maryland e Inglaterra, seguía con gran inquietud y continua oración, la
creciente humillación y suerte del Santo Padre.
En 1812, Napoleón hizo llevar al cautivo Pío VII a Francia, al castillo real de
Fontainebleau, cercano a París. Allí lo mantuvo hasta abril de 1814 en que el
Emperador fue derrotado por las potencias europeas aliadas en su contra. La
liberación del Papa fue saludada con gran alegría por todos sus hijos.
20
El 24 de mayo de 1814 hizo su entrada a Roma, recibido con arcos de triunfos
y gran solemnidad. Inmediatamente, en su palacio del Quirinal, inició la
reconstrucción de la Iglesia que se había resentido con su ausencia y prisión.
Y como parte de este esfuerzo, determinó con gran decisión, y casi de
inmediato, restaurar a la Compañía de Jesús en todo el mundo. Con el Padre
Luigi Panizzoni, sucesor del Padre José Pignatelli como Provincial de la
Compañía en Italia, trató los términos de la Bula que ordenó redactar.
Proclamación de la Bula de Restauración en la Iglesia del Gesù en Roma.
7 de agosto de 1814
El Papa Pío VII quiso restaurar universalmente a la Compañía de Jesús el día
31 de julio de 1814, en la fiesta de San Ignacio, pero la impresión de la Bula
se atrasó, y el 7 de agosto de 1814, en la octava de la fiesta, celebró el
Sacrificio de la Misa en el altar de San Ignacio en la iglesia del Gesù de San
Ignacio. Después, en la Capilla de los Nobles del Gesû, en presencia de una
gran multitud, incluyendo a 18 Cardenales, muchos obispos, miembros de la
realeza, y cerca de 150 miembros de la antigua Compañía de Jesús, que vivían
entonces en Roma e Italia, hizo leer solemnemente la Bula Sollicitudo omnium
ecclesiarum, y la entregó personalmente al P. Luigi Panizzoni. Después el
Papa, uno a uno, con gran cariño y afecto, saludó a los ancianos jesuitas que
lloraban de consuelo, y también a los jóvenes que miraban sonrientes.
El Cardenal Bartolomé Pacca, consejero, secretario y compañero de exilio del
Papa Pío VII en Fontainebleau y uno de los artífices en la Bula de
restauración, escribió en sus Memorias: “Testigo en Roma de las dos épocas
memorables, de la extinción y del restablecimiento del Instituto de San
Ignacio de Loyola, he podido juzgar claramente las diferentes impresiones
que produjeron. El 17 de agosto de 1773, día de la ejecución del Breve
Dominus ac Redemptor, se vio la sorpresa y el dolor pintados en todos los
semblantes. El 7 de agosto de 1814, día de la resurrección de la Compañía,
Roma resonaba con gritos de alegría, aclamaciones y aplausos. El pueblo
romano acompañó a Pío VII desde el Quirinal hasta la iglesia del Gesù,
donde se leyó la Bula, y la vuelta del Pontífice a su palacio fue una marcha
triunfal”.28
Los destronados por Napoleón Bonaparte, Carlos IV y la reina María Luisa de
España, vivían el exilio y estaban en Roma en el momento de la ceremonia del
Gesù.29
El Padre General P. Tadeo Brzozowski, desde Rusia Blanca, se apresuró en
nombre propio y de toda la Compañía a dar las gracias más expresivas al
Romano Pontífice, como también al Cardenal Bartolomé Pacca, y al homenaje
de reconocimiento celebrado en la iglesia del Gesù. Ofreció 2.000 Misas por
la intención del Santo Padre indicando que la Compañía lo considerará
siempre como a su restaurador, a igual que venera a Paulo III como a su
fundador.
28
29
Enrich, Historia, tomo II, pág. 509.
Jean Lacouture, Jesuitas, Ediciones Paidós, Barcelona 1993.
21
Y aunque alguno en Roma pensara que las Cortes extranjeras, especialmente
las borbónicas, podrían interpretar de mala manera el paso del Papa, sin
consultarlos antes, en realidad ningún gobierno europeo se declaró contrario al
restablecimiento. Sólo en 1815 protestó el Brasil.30
Ex jesuitas chilenos reincorporados en la Compañía de Jesús
El P. Juan Marcelo Valdivieso Herrera s.j., de la antigua Provincia de
Chile, se hallaba presente en la ceremonia y la cuenta en una carta a su
hermano Manuel, el padre del futuro Arzobispo de Santiago Monseñor Rafael
Valentín Valdivieso Zañartu, el 28 de octubre de 1814:
“Ya sabrán por allá que el día 7 de agosto, octava de San Ignacio, el Papa
repuso a la Compañía de Jesús con su Bula. Su Santidad vino a esta nuestra
casa del Gesù, dijo misa en el altar de San Ignacio, pasó después a tomar
chocolate, e inmediatamente hizo leer la Bula en una capilla interior, con
asistencia de dieciocho cardenales, muchos obispos y prelados, y de todos los
jesuitas que vivimos en este Colegio. Y concluida la lectura del Breve fuimos
todos a besar el pie de Su Santidad.
“Para el día de San Javier se abrirá el Noviciado en el Colegio de San
Andrés, donde siempre se ha tenido. Y son tantos los pretendientes para
hacerse jesuitas, que no se ha podido admitir a todos, y sólo entrarán por
ahora unos 50. En España hay gran disposición para que vuelva la
Compañía. Muchas provincias se lo piden al rey. Esperamos que con el
tiempo se proveerá a todo y nos llamará de jesuitas con un decreto suyo”.31
Y el P. Juan Marcelo en otra carta de los inicios de 1815, indica que la
restauración no se hizo el día de San Ignacio, porque había que cambiar una
cláusula en la Bula y no había tiempo para volver a imprimirla. También dice
que les han devuelto los Colegios y los bienes anexos a ellos, que se abrió el
Noviciado de San Andrés del Quirinal y hay 60 novicios, y que se van
reuniendo en el Gesù los antiguos jesuitas esparcidos por Italia y que llegan ya
a 100 entre italianos y españoles.
“Los hispanos no hemos vestido la sotana de la Compañía, porque estamos
esperando lo que determine la Corte de España en orden a nosotros, y saber,
primero, si se resuelve allí que se reponga la Compañía. Sabemos que muchas
provincias de España, ciudades, obispos y capítulos han presentado al Rey
memoriales, pidiendo que reponga la Compañía en el Reino, y con todo, hasta
ahora, no se ve resolución alguna”.32
El P. Juan Marcelo Valdivieso Herrera s.j. hizo la profesión solemne de 4
votos en 1818.33 Asistió después, en Roma, nombrado por España, a la
30
Isern, Historia, pág. 196.
Id., pág. 162.
32
Id., pág. 163.
33
Id., pág. 168.
31
22
Primera Congregación General de la Compañía restaurada. Murió en la
Ciudad Eterna el 16 de diciembre de 1820.34
Entre los otros antiguos jesuitas que se reincorporaron en la Compañía
universal, además del Padre Francisco Ríos del Solar que ya lo había hecho en
Nápoles en 1804, se encontraron los siguientes de la antigua Provincia de
Chile:
El Padre Julián Valdivieso Herrera s.j., hermano del anterior y nacido en
Santiago. En 1767 era novicio. Se ordenó de sacerdote en Italia. Vivió en
Ímola hasta 1777 y se fue a Bolonia donde vivió hasta 1802. Tenía mala
cabeza y vivió lleno de deudas que pagaba su hermano Juan Marcelo.35 Se
reincorporó a la Compañía en 1814.36
El Padre Gaspar Carrera Alvarez de Toledo s.j. Era de Sevilla. Siendo
sacerdote pasó a Chile. En Italia vivió en Génova. Fue uno de los que después,
en 1816, volvieron a España a restaurar la Compañía y desempeñó algunos
cargos de importancia. Murió en Madrid el 9 de marzo de 1824.
El Padre Juan de Dios Fontecilla Palacios s.j. Nació en Santiago en 1748.
Entró en la Compañía en 1763. En 1767 estudiaba retórica en Bucalemu. Se
ordenó en Italia. Vivió en Ímola. También fue de los jesuitas chilenos que
viajó a España para entrar en la Compañía restaurada y murió en Madrid 11 de
octubre de 1816.37
El Padre Martín Recabarren y Pardo de Figueroa s.j. Nació en Santiago en
1729. Entró en la Compañía en 1747. Vivió en Ímola hasta 1814. Fue de los
que pasaron a España a incorporarse en la Compañía restaurada, a pesar de sus
años. Vivió en Murcia con sus 91 años. Dice una carta de la época que hacía
clases en su aposento, de doctrina cristiana y gramática, a diez o doce
muchachos y atendía los ministerios en la iglesia. Le tocó una nueva
disolución de la Compañía en 1820. Falleció en la misma ciudad en 1823, a
los 94 años de edad.38
El Padre Manuel Riera Vicente s.j. Era nacido en Gerona, España. Entró en
1764 en la Compañía y viajó a Chile en 1767, destinado a esa Provincia. Vivió
en Ímola. Se reincorporó en la Compañía restaurada y pasó a España, donde
trabajó en Valencia, donde falleció el 4 de marzo de 1826.39
El Padre Juan de Urigoitía Calvo s.j. Era nacido en Aconcagua. Entró en la
Compañía en 1763. En 1767 era estudiante de humanidades en Bucalemu.
Vivió en Ímola hasta 1775, después en varias ciudades de Italia. Regresó a
España cuando se restauró la Compañía. Vivió en Murcia y Manresa. En las
revoluciones de 1820 fue víctima de su caridad y cayó ante un pelotón de
ejecución el 17 de noviembre de 1822.40
34
Id., págs. 319 y 320.
Id., pág. 320.
36
Id., pág. 167.
37
Hanisch, Expulsos, pág. 278.
38
Id., pág. 309.
39
Id., pág. 309.
40
Id., pág. 317.
35
23
El Padre Miguel Fermín Corvalán Escalante s.j., nacido en Mendoza en
1748, entró en la Compañía en 1765. Era novicio en 1767. Se ordenó de
sacerdote en Italia. Vivió en Ímola hasta 1804. Figura como jesuita, sin decir
dónde, en los catálogos de 1814 y 1815.41
Capítulo IV. Restauración de la Compañía de Jesús en España
Intentos de restablecimiento
Después de la ocupación francesa de España ordenada por Napoleón, la
renuncia del Rey Carlos IV y la sustitución del Rey Fernando VII, el 7 de julio
de 1808 en Bayona, por José Bonaparte, en la Guerra de la Independencia del
país se creó la Junta Central que dictó Decretos contra los franceses. El
Decreto del 18 de noviembre de 1808 alzó el confinamiento de los ex jesuitas
que vivían en España.
El documento expresaba: “Considerando que la confinación de los ex jesuitas
no sólo les causa el disgusto de vivir expatriados, sino que también se
experimenta la dificultad en suministrarles la pensión no queriendo la Junta
extraer esas cantidades del reino, alza la confinación a los jesuitas, sin
obligarlos a regresar”.
En verdad, los jesuitas no tuvieron conocimiento de este Decreto. España
estaba dividida en dos gobiernos y la posición de la Junta Central era muy
débil, ignorándose casi siempre sus resoluciones. Pero por lo menos se alzó el
destierro oficialmente. Las autoridades españolas van a tomarle el peso a este
Decreto después del regreso del Rey Fernando VII.
Entre las varias solicitaciones que presentaron los 30 diputados americanos, el
16 de diciembre de 1810 en las Cortes extraordinarias de Cádiz, con la única
excepción de José Mejía de Quito, figuró la petición expresa de que se
restableciera la Compañía de Jesús en toda América hispana. Representaron a
Chile los diputados don Joaquín Fernández de Leiva y Erdoiza y don Miguel
Riesco y Puente. Los dos diputados chilenos habían tenido, cada uno, dos tíos
ex jesuitas, ya fallecidos.
Don Joaquín Fernández de Leiva y Erdoiza era sobrino del Padre Tadeo
Erdoiza Aguirre que había nacido en Santiago en 1725 y entrado en la
Compañía en 1743; misionero en las Chácaras cercanas a Santiago, profesor
de Filosofía y Teología en el Colegio Máximo y operario en Valparaíso;
desterrado, vivió en Ímola hasta su muerte en 1796. El otro tío, hermano de su
madre, era el Padre Estanislao Erdoiza Aguirre, nacido en 1731 y entrado en la
Compañía en 1746; capellán en la Hacienda de La Punta, maestro de Filosofía
en Mendoza y operario en Quillota; había muerto en Ímola hacía sólo unos
meses, en 1809.
Don Manuel Riesco y Puente era sobrino de los Padres Manuel Lacunza Díaz
y Diego Díaz Almazán. El P. Diego Díaz había nacido en Concepción en 1740
41
Id., pág. 272.
24
y entrado en la Concepción en 1756; maestro en Quillota, capellán en la
Hacienda de Chacabuco, maestro en Aconcagua; había fallecido en Ímola en
1805. El Padre Manuel Lacunza Díaz había nacido en Santiago en 1731,
entrado en la Compañía en 1747; profesor y director espiritual de los
estudiantes jesuitas. En Ímola había estudiado Biblia y especialmente el libro
del Apocalipsis; fruto de ese estudio era la publicación de su obra en tres
tomos, terminada en 1790: La Venida del Mesías en gloria y majestad. Había
muerto en Ímola en 1801.
Los 29 diputados americanos propusieron el siguiente voto: “Considerándose
de la mayor importancia la restitución de los Jesuitas para el cultivo de las
ciencias y para el progreso de las misiones que introducen y propagan la fe
entre los indios infieles, se concede por las Cortes para los reinos de
América”.42
Los liberales en las Cortes de Cádiz no concedieron la petición. Sin embargo
esta solicitud será tenida en cuenta, más tarde, por el Rey Fernando VII.
Restablecimiento definitivo en España
Poco después de la ceremonia del Papa Pío VII en la iglesia del Gesù, el
Ministro de España en Roma, don Vicente Vargas Laguna, escribió al
Presidente del Consejo de Ministros del Rey Fernando VII: “Los jesuitas han
sido restablecidos con general aplauso, y como tal vez no habrá visto Su
Majestad la Bula o Constitución expendida por el Papa para este
restablecimiento, incluyo a Vuestra Excelencia una copia de ella. Entre los
que han vuelto a la Orden de los jesuitas se cuentan algunos españoles”.43
El Rey Fernando VII empezó a recibir peticiones de toda España: de los
arzobispos de Santiago, Tarragona, Burgos, de los obispos de Barcelona,
Lérida, de Cádiz y Málaga, por nombrar sólo a algunos, de los cabildos
catedrales, de los Ayuntamientos de Madrid, Toledo, Valencia, etc., de
personas públicas y particulares. Tanto que el Rey decidió comunicar su
intención favorable con el mismo Sumo Pontífice, pidiendo su parecer. El
Papa Pío VII le contestó el 14 de diciembre de 1814: “Nos felicitamos por los
bienes inmensos que deben reportar a España, los sacerdotes regulares de la
Compañía de Jesús. No dudamos que el llamamiento de ellos a vuestros
Estados será sumamente provechoso. No solamente a vos felicitamos por
todos estos bienes, sino también a toda la nación española a la que queremos
en Nuestro Señor con particular solicitud”.44
Fernando VII llevó el asunto a su Consejo y aunque no todos estuvieron de
acuerdo, decidió derogar la Pragmática Sanción del 2 de abril de 1767 y
restablecer a la Compañía de Jesús El Decreto lo firmó en Madrid, el 29 de
mayo de 1815.
Y en los meses siguientes pasó de Italia a España el P. Manuel Zúñiga s.j.,
nombrado Comisario General, con 112 jesuitas ya reincorporados, de los
42
Diario de las Cortes, t, III, pág. 305.
Hanisch, Expulsos, pág. 162.
44
Enrich, op. cit. T II, págs. 511 y 512.
43
25
cuales 7 habían pertenecido a la antigua Provincia de Chile. Todos eran
ancianos: el de menos edad tenía 63 años, y los más eran octogenarios.45 El 10
de septiembre de 1815 el Rey hizo devolver las Casas de los antiguos jesuitas.
A todos se les dijo que era voluntad del Rey restablecer el Instituto.
Jesuitas chilenos que pasaron a España
Entre estos jesuitas pasaron a España siete que habían pertenecido a la antigua
Provincia de Chile, tres españoles y cuatro chilenos. Los jesuitas chilenos
fueron:
El Padre Juan de Dios Fontecilla Palacios s.j.
El Padre Martín Recabarren y Pardo de Figueroa s.j.
El Padre Juan de Urigoitía Calvo s.j.
El Padre Miguel Fermín Corvalán Escalante s.j.
Algunos datos de sus vidas los escribimos al señalar a los reincorporados en
Roma, después de la Bula Sollicitudo omnium ecclesiarum.
Poco duró esta restauración en España, porque la revolución liberal de 1820
suspendió la restauración de la Compañía de Jesús y los jesuitas tuvieron que
dispersarse nuevamente
Capítulo V. Restablecimiento Real en América hispana y Filipinas
El 10 de septiembre de 1815, el Rey Fernando VII dictó el Decreto que hizo
extensiva a las Indias y a Filipinas la restauración de la Compañía de Jesús,
otorgada en España por el Decreto del 29 de mayo de ese mismo año. Ordenó
que se entregaran pasaportes a los que desean pasar a América.
“Poderosas razones, religiosas y políticas, me ha manifestado mi Consejo de
Indias; condescendiendo con sus deseos y con los de todos mis amados
vasallos de aquellos mis reinos, manifestados por 29 de los 30 diputados de
ellas e Islas Filipinas, que se presentaron en las llamadas Cortes generales y
extraordinarias, los cuales pidieron a nombre de sus Provincias que la
religión de la Compañía de Jesús volviese a establecerse en ellas, he venido
en permitir, como permito, se admita en todos mis reinos de las Indias, e islas
adyacentes y Filipinas a la Compañía de Jesús, para el restablecimiento de la
misma en ellos. Usando mi potestad soberana, derogo y anulo toda real
disposición, o pragmática, que se oponga a esta mi real determinación.
Mando a mis Virreyes, Gobernadores e Intendentes y a las ciudades de los
mencionados mis reinos de las Indias e Islas Filipinas, y encargo a los
Arzobispos, Obispos y Venerables Cabildos cumplan y ejecuten, y hagan
cumplir y ejecutar esta mi real determinación. Asimismo es mi real voluntad
que los miembros de la Compañía de Jesús sean admitidos en sus antiguas
Casas y Colegios. Mando a los mismos jefes y a las Juntas superiores de mi
real hacienda de los propios mis reinos suspendan la enajenación de las
Casas, Colegios y demás temporalidades que existan y fueron de dichos
religiosos, para devolvérselos, pues así es mi expresa voluntad”.
45
Hanisch, Historia, pág. 193. Cf. Enrich, op. cit., t 2, pág. 515.
26
Este Decreto fue enviado a todas las autoridades que correspondía, pero
solamente en Méjico pudo ser llevado a ejecución.
Restablecimiento frustrado de la Compañía de Jesús en Chile
El Decreto del Rey Fernando VII llegó a Chile sin dificultad alguna, dado que en
el país había terminado el Período llamado de la Patria Vieja (desde 1810-1814),
iniciándose el de la Reconquista con la batalla de Rancagua y la huida de los
ejércitos patriotas a la ciudad de Mendoza.
El Procurador General de Santiago, don Pedro Ovalle y Landa solicitó
oficialmente al Gobernador el restablecimiento de la Compañía de Jesús el 12 de
marzo de 1816.46
“A Vuestra Señoría suplico en virtud de lo expuesto [la Bula de Su Santidad y el
Decreto real] se digne acordar sobre su restablecimiento, y dirigir esta
representación al Muy Ilustre Sumo Pontífice para que con informe del
Ilustrísimo Prelado Diocesano, del venerable deán y cabildo Eclesiástico, con
consulta de la Real Audiencia, oyendo al Sr. Fiscal, determine la Superioridad
lo más conforme a justicia, devolviendo a este Ilustre Ayuntamiento el
Expediente para elevarlo al Trono. Es justicia, etc.”.47
Es cierto, el Decreto de Fernando VII ordenaba que se hiciera con acuerdo de
ambas autoridades, la civil y religiosa. Pero el Procurador General parece
exagerar las exigencias para poner en ejecución el Decreto real en Chile.
El Gobernador de Chile, Capitán General y Presidente de la Real Audiencia,
Don Casimiro Marcó del Pont, firmó el Decreto correspondiente al
restablecimiento de la Compañía de Jesús el 5 de julio de 1816, y lo pasó al
Cabildo eclesiástico de Santiago para que fuera conocido por la autoridad
religiosa y dictaminase según la costumbre.
El Cabildo de la diócesis de Santiago recibió el Decreto del Gobernador y lo
archivó como correspondía. Pero no inició el estudio hasta que, solicitado de
nuevo por el Gobernador, el 4 de diciembre remitió el expediente al Obispo Don
José Santiago Rodríguez Zorrilla, quien el 21 de enero de 1817 lo entregó a la
consideración del Deán y del Cabildo Eclesiástico.48
Permanecía todavía en poder del Cabildo, sin un dictamen y la vista oficial,
cuando pasó la cordillera de los Andes el Ejército Libertador formado por los
patriotas chilenos en Mendoza, terminando así en Chile con el período de la
Reconquista española en Chacabuco, el 12 de febrero de 1817. Y, como era
natural, no volvió a tratarse este Decreto real de Fernando VII por haber perdido
él todo poder en el país.49
46
Hanisch, Historia, pág. 193.
Rafael Pérez, La Compañía restaurada, pág. 818.
48
Arenas, op. cit., pág. 16.
49
Enrich, op. cit., tomo 2, pág. 520. Cf. Hanisch, Historia, pág. 193.
47
27
Los ex jesuitas que vivían en el país, vieron con pena que se frustraba la
esperanza de reincorporarse a la Compañía a quien seguían amando.
Capítulo VI. Restauración en las Provincias del Río de la Plata
Difícil permanencia de la Compañía de Jesús en España
En España, la agitada política del país dificultó el desarrollo de la Compañía
de Jesús. Y a pesar de que hubo un fluir constante de vocaciones, llegando a
ser en pocos años 397 jesuitas, distribuidos en 14 Casas y Colegios, la
revolución liberal del 1820 proclamó la Constitución de Cádiz y decidió
volver a suprimir a la Compañía. El Rey Fernando VII debió condescender a
esas exigencias y dictó un contra decreto, el 14 de agosto de 1820, expulsando
nuevamente a los jesuitas de toda España.50
Un chileno, don Nicolás de la Cruz y Bahamonde, Conde del Maule y
Presidente de la Real Hacienda, fue él único que alzó su voz en esas Cortes de
Cádiz defendiendo a los jesuitas.51
Los jesuitas debieron pasar a Italia, y algunos se dispersaron por la península.
De éstos hubo quienes dieron su vida atendiendo a los apestados y otro, el
Jesuita chileno Padre Juan de Urigoitía Calvo, nacido en Aconcagua,
excelente humanista, murió asesinado por las turbas sediciosas a la edad de 82
años.
Vencidos los constitucionalistas en 1823, se impuso Fernando VII y
regresaron los jesuitas a sus Casas y Colegios.
A la muerte de Fernando VII, en 1833, vino la división en España con las
guerras entre carlistas y liberales. Nuevamente la Compañía de Jesús debió
sufrir una fuerte persecución, esta vez con muertes en el Colegio Imperial de
Madrid. Los contrarios a la Compañía gozaron de impunidad, y en el año 1835
se dictó el Decreto que volvía a suprimir a la Compañía de Jesús “por
convenir a la prosperidad y bien del Estado”.52
El 4 de julio de 1835, el Presidente del Consejo de Ministros presentó a la
Regente María Cristina el Decreto que ella firmó:
“Conviniendo para la prosperidad y bien del Estado que se restablezca, en su
fuerza y vigor, la Pragmática Sanción del 2 de abril de 1767, (...) oído el
Consejo de Gobierno y el de Ministros he venido en mandar, en nombre de mi
excelsa hija la Reina Doña Isabel II lo que sigue:
1. Se suprime perpetuamente en todo el territorio de la Monarquía a la
Compañía de Jesús.
2. Los de la Compañía no podrán volver a reunirse bajo ningún pretexto (...)
ni tener relación alguna con los Superiores de la Compañía que existan
fuera de España.
50
Enrich, op. cit., tomo 2, págs. 516 y 517.
Hanisch, Historia, pág. 193.
52
García Villoslada, op. cit., pág. 487.
51
28
3. Se ocuparán sin pérdida de momento sus temporalidades”.
A este Decreto siguió una Instrucción a los Obispos para la formación de los
inventarios y administración de los bienes.53
Solamente el Colegio de Loyola, en el país vasco, siguió abierto hasta 1841,
por dominar allí las tropas partidarias del pretendiente Don Carlos. La tercera
parte de los jesuitas se dispersó por 25 diócesis españolas y el resto fue a
trabajar en Argentina y en Colombia, o emigraron a Francia y Bélgica.54
Esta expulsión permitió, pues, el restablecimiento de la Compañía de Jesús en
las provincias del Río de la Plata.
Restauración de la Compañía de Jesús en Buenos Aires
El 13 de abril de 1835 había subido, por segunda vez, al Gobierno de Buenos
Aires Don Juan Manuel de Rozas, con facultades extraordinarias y con la
suma del poder público. Instado por el Capellán de Gobierno que había sido
alumno de los jesuitas, había dicho: “No conocí a los jesuitas, pero he visto y
observado sus obras. Sé que son grandes hombres y los traeremos. Me
comprometo”. Las diligencias se hicieron por medio de comerciantes del Río
de la Plata que avisaron a sus corresponsales en Cádiz y Sevilla y ellos a los
Superiores de la Compañía.55
En agosto de 1836, un grupo expulsado de España encontró asilo en Argentina.
El Gobernador de Buenos Aires los recibió con agrado, y gracias a su apoyo
pudieron abrir el Colegio San Ignacio e iglesia en los antiguos edificios de la
Compañía, la Residencia Regina Martyrum, y más tarde un Colegio en la ciudad
de Córdoba. El Superior de la Misión era el P. Mariano Berdugo s.j., quien tenía
33 años de edad y había sido Maestro de novicios en España. La Misión de
Buenos Aires pasó a ser Viceprovincia en 1838, dependiente de la Provincia de
España, por Decreto del P. Juan Felipe Roothaan s.j., General de la Compañía.
La Viceprovincia, tendrá en 1841 unos 50 miembros, con algunos novicios del
país.
Parte II. Restablecimiento de la Compañía de Jesús en Chile
Desde la llegada de la Compañía de Jesús a Buenos Aires, la República de Chile
se interesó de inmediato por hacerlos venir al país.
Según los historiadores, pertenece al omnipotente Ministro Diego Portales, de
los Presidentes de Chile Don José Tomás Ovalle y de Don Joaquín Prieto
aquella frase que siempre se ha repetido: “Aguardemos que termine nuestra
Guerra con el Perú. Y si el Gobernador Rozas ha recibido a los Padres de la
Compañía de Jesús esparciendo flores por las calles a su paso, yo sabré
53
Cf. Pérez, op. cit. pág. 57 y ss. donde se reproduce el texto completo.
Id., pág. 488.
55
Pablo Hernández, op. cit., pág. 8 y 9.
54
29
alfombrarles el camino desde la cumbre de los Andes hasta su antiguo Colegio
de Santiago”.56
Se refería a la Guerra de Chile contra la Confederación de Perú y Bolivia. Sin
embargo, el Ministro Portales no pudo llevar a cabo ningún plan, si lo tuvo
realmente, a favor de los jesuitas, pues murió asesinado en 1837. Pero pudo
haber sido fruto de él la resolución del Gobierno de Don Joaquín Prieto de que
se escribiera pidiendo la venida de jesuitas.
Capítulo I. Proposiciones de restablecimiento
Primer intento en 1838
El P. Mariano Berdugo, Superior de los jesuitas de Buenos Aires, recibió muy
pronto peticiones desde Chile.
Hubo una solicitud del mismo Gobierno de D. Joaquín Prieto, Presidente de
Chile, por medio del Pbro. Ramón Zisternas, quien el 22 de marzo de 1838 pedía
el reingreso de la Compañía en Chile. El Pbro Zisternas escribió al P. Mariano
Berdugo:
“La Divina Providencia, compadecida del funesto estado del mundo, ha hecho
renacer a la benemérita Religión del grande Ignacio de Loyola, extinguida para
castigo general del orbe. Hemos visto con placer en los periódicos argentinos el
detalle de las operaciones evangélicas de Vuestra Reverencia y de los demás
venerables compañeros. Desde este momento se ha apoderado de la gente de
este país una santa emulación, a fin de lograr... igualmente entre nosotros a la
Compañía de Jesús. Yo, presbítero del clero secular, he tomado el noble empeño
de obtener del Supremo Gobierno de esta República el permiso para fundar un
Colegio destinado a las misiones rurales, a causa del lamentable estado de
ignorancia religiosa en que se halla la campaña por falta de operarios. El
mismo Gobierno ha indicado que me dirija a Vuestra Reverencia para saber si
por su conducto pueden mandarse las peticiones al P. General y los auxilios
pecuniarios para que vengan de Europa doce sacerdotes; e igualmente si será
necesario dirigirse a la Suprema cabeza de las Iglesia, o solamente al General.
El Ilustrísimo Señor Arzobispo de esta diócesis se interesa en gran manera en el
restablecimiento jesuítico y piensa entregarles el Seminario Episcopal, llegados
los Padres. Por andar ahora en la visita del Obispado no puede escribir a
Vuestra Reverencia hasta otra ocasión”.57
Agrega el Pbro. Zisternas que él mismo tiene en su fundo un Colegio y una Casa
de Ejercicios, los cuales pone a disposición de la Compañía:
“Tengo construido un gran Colegio, recientemente, en mi hacienda de campo, y
Casa de Ejercicios, distante poco más de veinte leguas de esta capital, y lo
mismo de Valparaíso; sin otro fin que darlos perpetuamente a los enunciados
Padres, con la renta suficiente para su subsistencia”.
56
Hernández, op. cit., pág. 41; Cf. Enrich, Historia contemporánea, op. cit., pág. 11, Cf. Martín y Manero, op.
cit., t 2, pág. 108.
57
Pérez, op. cit., pág. 181; Cf. Arenas, op. cit., pág. 17.
30
Y agrega otros bienes y obras apostólicas que se entregarían a la Compañía:
“Cuando el país conozca espiritualmente el provecho que debe causar la
reposición de la Compañía, podremos obtener la entrega de un gran campo,
nombrado Hacienda Bucalemu, que fue de la Compañía, vendido por el Rey de
España a un caballero Don Pedro Fernández Balmaceda, quien murió sin
sucesión, dejando expresamente mandado en su testamento fuese entregado a
los jesuitas luego que se repusiesen en Chile. Esa hacienda se halla
interinamente en manos de sus parientes. A más de estos hay otros legados de
importancia que pertenecen a la Compañía, dados por personas antiguas para
el casi de su reposición. Tenemos dos Colegios en esta capital, con Iglesias
magníficas, y no se duda que sean entregados luego que se dejen conocer sus
primitivos dueños”.58
Suplica, finalmente, que fuesen a Chile dos de los Padres residentes en Buenos
Aires, mientras llegaban los de Europa.
No tenemos conocimiento de la respuesta del P. Berdugo al Pbro. Zisternas, pero
sí que ella fue remitida a Roma. Sin embargo no hubo resultado alguno, tal vez
porque se pensó más bien asegurar las fundaciones de la Compañía en el lado
argentino.59
El proyecto ley de Evangelización de Arauco. 1840
El segundo intento de restauración en Chile fue el proyecto de Evangelización
de Arauco presentado en la Cámara de Diputados el 10 de agosto de 1840 por D.
Pedro Palazuelos, pidiendo el restablecimiento de la Compañía de Jesús como
Orden misionera y educadora. Don Pedro Palazuelos era diputado y representaba
al Departamento de Itata.60
Este proyecto respondía a la necesidad expresada el año anterior por el Ministro
de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Don Mariano Egaña, quien en la
Cámara de Diputados había dicho:
“Esta nación de Arauco (...) que no ha podido ser sometida en cerca de 300
años (...) para incorporarla a la Patria hay que proporcionarle las ventajas de
la religión cristiana y de la civilización”.
En los muchos antecedentes presentados por el diputado Palazuelos, deben
destacarse los que dicen relación a la educación moral religiosa. Señala el
ejemplo dado por otras naciones como los Estados Unidos de Norte América y
lo hecho allí por los jesuitas misioneros. Considera probada la necesidad de
enviar misioneros “a toda aquella parte de la República, comprendida entre las
márgenes del Bio-Bío y el Cabo de Hornos”. Señala el peligro de una invasión
francesa y la amenaza de una ocupación inglesa de la Tierra del Fuego,
explorada ya por buques de ese país. Por último señala que el restablecimiento
de la Compañía de Jesús en casi todo el mundo, y el interés en que son
58
Arenas, op. cit., pág. 18.
Cf. Pérez, op. cit., pág. 132.
60
El texto íntegro del Proyecto está en Pérez, op. cit. pág. 840 y ss.
59
31
solicitados los jesuitas, por franceses, ingleses, angloamericanos y belgas,
justifica la restauración en Chile.
El Proyecto de ley tuvo dos Artículos:
1. Permítase a los Padres de la Compañía de Jesús establecerse en la
República bajo la Constitución y reglas de su Orden.
2. Se faculta al Poder ejecutivo para que ordene lo necesario al más pronto
cumplimiento de esta ley.
El Proyecto del diputado Palazuelos fue admitido a discusión por la Cámara de
Diputados en su sesión del 12 de agosto. Se recomendó oír el parecer de los
Obispos de Santiago y Concepción, los dos únicos del país.
Don Manuel Vicuña Larraín, ya arzobispo electo de Santiago, respondió a la
Cámara al día siguiente del Oficio en que fue consultado. Su respuesta es muy
laudatoria para la Compañía. “No puede negarse que el restablecimiento de la
Compañía de Jesús no sólo es útil, sino necesario en las circunstancias
presentes”.61
Don José Ignacio Cienfuegos Arteaga, cuya renuncia al Obispado de
Concepción había sido aceptada por la Santa Sede, y cuyo sucesor esperaba el
“placet” del Gobierno, contestó el Oficio de la Cámara en forma también muy
positiva. Hace uso de su experiencia obtenida en su último viaje realizado por
Europa, y especialmente de Roma. “En los religiosos de la Compañía de Jesús
se encuentran todas las cualidades que puedan apetecerse para esos objetos. La
experiencia ha acreditado esta verdad de un modo que ya no puede oscurecerse
con lo que de ellos sabemos antes de la extinción y después de su
restablecimiento”.62
Y, sin embargo, a pesar de estos informes tan favorables, el Proyecto de ley del
diputado Don Pedro Palazuelos no volvió a ser tratado por el Congreso Nacional
de Chile. Es imposible señalar los motivos que existieron para dejar de lado un
proyecto ya discutido y recibidos por informes que la misma Cámara de
diputados había solicitado.
Algunos historiadores y comentaristas han señalado como motivo el interés
económico de personas que podrían haberse creído amenazadas de tener que
devolver bienes que habían pertenecido antes a la Compañía de Jesús.63
Solicitud del Arzobispo de Santiago Manuel Vicuña Larraín
Después del proyecto misional para la región de Arauco, continuaron las
peticiones al P. Mariano Berdugo s.j. para traer a los jesuitas a Chile.
En 1842 lo hizo el Pbro. don Pedro Ignacio de Castro Barros, argentino, que
había sido Rector de la Universidad de Córdoba y que se había refugiado en
61
Texto completo en Pérez, op. cit., pág. 846 y ss.
Texto completo en Pérez, op. cit., pág. 852 y ss.
63
Cf. Arenas, op. cit., pág. 29 y ss.
62
32
Chile durante la época del Gobernador Juan Manuel de Rozas. El Pbro. de
Castro Barros había conocido bien a los jesuitas en Córdoba, Argentina, y era
amigo del P. Berdugo. En Chile fue huésped de Don Francisco Ruiz Tagle
Portales, dueño de la antigua Hacienda Calera de Tango, que había sido de los
jesuitas. El Sr. Ruiz Tagle Portales, además de su gran fortuna, era un destacado
político y había sido Presidente de la República de Chile en el año 1830. El Sr.
Ruiz Tagle deseaba el regreso de la Compañía de Jesús a Chile y por ello pidió a
su amigo Ignacio de Castro Barros que intercediera ante el P. Berdugo. El Pbro
de Castro escribió varias cartas, y en una de ellas anuncia la petición que hará el
mismo señor Francisco Ruiz Tagle, pidiendo dos o tres Padres para que, desde
su Hacienda de Calera de Tango, dieran misiones rurales. Le indicó, asimismo
que se contaba con la aprobación del Gobierno y de los Ministros.
En una nueva carta del 20 de noviembre de 1842, el Pbro de Castro Barros
insiste en la solicitud del Sr. Francisco Ruiz Tagle, y acompaña una carta de
apoyo que éste ha obtenido de puño y letra del Arzobispo de Santiago, don
Manuel Vicuña Larraín.
El P. Mariano Berdugo, desde Montevideo, donde entonces tenía su residencia
por dificultades con el Gobernador Juan Manuel, de Rozas, contestó el 20 de
diciembre de 1842 al Arzobispo. En esa carta parece haber alguna alusión a los
sufrimientos de los jesuitas en Buenos Aires.64
Manifiesta su satisfacción: “viendo abrirse a los de la Compañía un campo
vastísimo donde con libertad puedan ejercitar el santo ministerio a favor de las
almas. Veo también y admiro las trazas de la Amable Providencia del Señor,
que sabe convertir los males en bienes y conducir las cosas al cumplimiento de
sus designios: y aunque los que en este asunto que se pretende no estén a
nuestro alcance, siempre serán de bondad y misericordia”.65
Capítulo II. Primer restablecimiento 1843-1846
En su respuesta al Arzobispo Vicuña, el Viceprovincial P. Mariano Berdugo s.j.
le da los nombres de los tres jesuitas que ha decido enviar a Chile. Esa “terna”
está formada por el P. Ignacio Gomila (“personalmente conocido del Sr. Dr.
Castro”) con el P. Cesáreo González y el Hermano Gabriel Ramis.
Y termina su carta pidiendo la protección del Prelado:
“Como debo esperarlo de la cordura de ellos, observando fielmente su Instituto,
y sin ser obligados a cosas políticas se consagren a las que son de su vocación,
cultivando a los pobres del campo, o a los infelices indios tan acreedores al celo
y amor de los ministros del Evangelio”.
El Superior del grupo será el P. Ignacio Gomila s.j., antiguo profesor de
Matemáticas y Física en el Colegio de Nobles de Madrid, y después en el
Colegio de Loyola. Había llegado a Buenos Aires en 1839, siendo destinado al
Colegio San Ignacio como profesor de las mismas materias. Al cerrarse el
64
Cf. Arenas, op. cit., pág. 35 y ss, donde el autor hace una excelente resumen de la situación de la Compañía
de Jesús en Buenos Aires y de sus dificultades.
65
Arenas, op. cit., págs. 34 y 35.
33
Colegio, por las dificultades con el Gobernador Don Juan Manuel de Rozas, el
P. Mariano Berdugo s.j., Viceprovincial, lo había nombrado Director espiritual
de la Comunidad dispersa. Tenía carácter tímido, y se inclinaba a ser favorable a
la opinión de sus otros compañeros jesuitas, aun en las que no fueran concordes
con las suyas.66
El segundo del grupo será el P. Cesáreo González s.j., quien había venido a
Buenos Aires en 1836 con el P. Mariano Berdugo s.j., en la primera expedición.
Había sido profesor en el Colegio San Ignacio de Buenos Aires, maestro de
novicios y Superior interino durante la dispersión de Buenos Aires. Había
pasado a Montevideo por dificultades con el Gobernador Don Juan Manuel de
Rozas. Su principal defecto fue el valor que él mismo se atribuía a su propio
juicio y a sus capacidades personales. El P. Berdugo, en una carta a sus
Superiores, dijo de él: “es siempre amigo de ver cosas nuevas”.67
El tercer destinado a Chile era el Hermano jesuita Gabriel Ramis s.j., de 30 años
de edad, que había entrado en la Compañía en Roma en 1837 y destinado al año
siguiente a Buenos Aires.
Ministerios de los primeros jesuitas en Chile
El P. Ignacio Gomila s.j. pasó a Chile, vía cordillera de los Andes, y llegó a
Santiago el 19 de febrero de 1843.68
El P. Cesáreo González s.j. y el Hermano Gabriel Ramis s.j. vinieron a Chile, vía
Cabo de Hornos y llegaron el 23 de marzo de 1843 a Valparaíso.69
Los tres fueron hospedados en la casa del Sr. Francisco Ruiz Tagle, disponiendo
una parte de ella para su independencia y comunidad. Los dos Padres alcanzaron
a visitar y agradecer al Arzobispo don Manuel Vicuña Larraín quien yacía
enfermo y retirado en su casa quinta y tuvo gran gozo al ver su sueño de
restauración realizado. Monseñor Manuel Vicuña murió el 3 de mayo de ese
mismo año 1843 en Valparaíso.70
En la Cuaresma, el P. Ignacio Gomila s.j. fue invitado para predicar un sermón
cuaresmal el día 2 de abril en la Catedral de Santiago. A petición del Pbro. Pedro
de Castro, lo retrasó para el día 4. Y este mismo día, los dos jesuitas empezaron
una misión en la iglesia de San Diego, perteneciente en otro tiempo a los Padres
franciscanos. El éxito fue grande, y la prensa dio cuenta elogiosa de la labor.71
El 2 de junio llegaron a Valparaíso otros cuatro sacerdotes y un Hermano,
expulsados también de Buenos Aires. Habían sido destinados por el P. Mariano
Berdugo s.j. y embarcado en Montevideo los primeros días de abril. Este nuevo
grupo estaba formado por los PP. Juan de Mata Macarrón, Ramón Escudero,
Miguel Ignacio Landa y Tomás Mateos, y el Hermano José García. Se trataba de
un grupo bastante disparejo. El P. Mata Macarrón era el que tenía mayor
66
Cf. Arenas, op. cit., pág. 37 y ss.
Id, pág. 38 y ss.
68
Id. pág. 39.
69
Hanisch, Historia, pág. 196.
70
Hernández, op. cit., pág. 42 y ss.; Oviedo, op. cit. pág. 193.
71
Hernández, op. cit., pág. 43; Pérez, op. cit., pág. 297; Arenas, op. cit. pág. 39 y ss.
67
34
preparación, pero su salud psíquica no parecía firme, y era escrupuloso. Al P.
Ramón Escudero se lo consideraba apto para el ministerio de la enseñanza, pero,
igualmente, “perdido por sus escrúpulos”. El P. Miguel Ignacio Landa había
sido ordenado un poco precipitadamente en los días de la dispersión de Buenos
Aires y el P. Berdugo era consciente de su falta de estudios. El P. Tomás Mateos
es descrito en un informe por el P. Berdugo como “raro, tosco y bueno sólo para
estar como estaba en Buenos Aires en el rincón de Salinas, y cierto que muchas
veces cuando se halla con gente me ha sacado los colores del rostro, por su
grosería. Ya va siendo viejo, y en él la dispersión ha causado daño,
resintiéndose como otros, de codicia”. El Hermano José García era muy
apreciado por sus compañeros.72
El Padre Gomila no recibió con mucha alegría las noticias de este refuerzo.
Desde su llegada le pedían que abriera un Colegio y él respondía que dos
sacerdotes eran pocos para una obra así.73 El plan del P. Berdugo era ahora que
todos reunidos debían dar principio a un Colegio, o formar dos Residencias de
cuatro jesuitas cada una.74
En Valparaíso los jesuitas fueron acogidos por Fray Andrés Caro, franciscano,
quien se ocupaba de dar Ejercicios a la gente que acudía de los alrededores. Les
dio alojamiento en su Casa de Ejercicios del Señor Crucificado en el Barón,
mientras se daba noticia de su llegada al P. Ignacio Gomila quien estaba en
Santiago.75
El P. Gomila determinó que los PP. Juan Mata Macarrón y Ramón Escudero
quedaran en Valparaíso con el Hermano José García para establecer allí, si era
posible, una pequeña Residencia. Los Padres Miguel Ignacio Landa y Tomás
Mateos, más el H. Gabriel Ramis pasaban, a seis leguas de Santiago, a la
Hacienda Calera de Tango de Don Francisco Ruiz Tagle, para ejercitar
ministerios entre los campesinos y ayudar en la educación del hijo del dueño.76
Los jesuitas de Valparaíso se instalaron en una pequeña casa proporcionada por
Fray Andrés, con la obligación de ayudar en la Casa de Ejercicios dándolos
alternadamente cada mes a hombres y mujeres. Solían reunirse unas cincuenta
personas. Además predicaban a veces en la Parroquia Matriz, y dos veces por
semana en la cárcel.77
Los que estaban en la Hacienda de Calera de Tango tenían la subsistencia
asegurada por don Francisco Ruiz Tagle, y se debían encargar de la Capellanía
en la iglesia y de la educación de los hijos y sobrinos del dueño. En esto el que
más podía hacer era el P. Miguel Ignacio Landa. En cuanto al P. Mateos,
algunos años más tarde se recordará que “pasaba las noches enteras jugando al
naipe con algunos de los niños del Sr. Ruiz Tagle confiados a nuestra
educación”.78
72
Hernández op. cit., pág. 43; Pérez op. cit., pág. 299 y ss; Arenas, op. cit., pág. 41.
Arenas, op. cit., pág. 43.
74
Pérez, op. cit., pág. 299.
75
Id, pág. 300; Hanisch, Historia, pág. 196.
76
Hernández, op. cit., pág. 43; Pérez, op. cit., pág. 300; Arenas, op. cit., pág. 43; Hanisch, Historia, pág. 196.
77
Arenas, op. cit., pág. 43.
78
Id., pág. 44.
73
35
En Santiago, los Padres Ignacio Gomila y Cesáreo González trataban de
encontrar un ministerio estable, lo que no les era fácil. Deseaban instalar una
casa propia y que se les cediese una iglesia. Hicieron gestiones para poder
hacerlo junto a la iglesia de San Diego, pero no fue posible.
El P. Mariano Berdugo s.j., el Viceprovincial, tenía plena conciencia de haber
enviado a Chile un grupo sin un Superior que fuera verdaderamente capaz. Así
lo escribió desde el Brasil: “Tengo noticias de Chile (...), ésta es la misión que
me tiene más en cuidado, porque le falta un sujeto de otro temple, y mejor
cabeza para Superior, y no lo tengo, ni de dónde sacarlo; confío de Dios que
suplirá lo que les falta”.79
Cansados por no lograr la independencia que deseaban, aceptaron los dos Padres
acompañar al primer Obispo de la nueva diócesis de La Serena, don José
Agustín de la Sierra Mercado, consagrado en Santiago el 9 de julio de 1843, en
el viaje a su sede episcopal, para dar allí misiones y Ejercicios. La partida se fijó
para fines de agosto, desde Valparaíso. Decidido el viaje, el P. Gomila viajó a
Calera de Tango para hacer sus Ejercicios.80
Proposición gubernamental de las Misiones de Arauco y Valdivia
Sabedor el Ministro de Culto e Instrucción Pública del Gobierno de Chile, don
Manuel Montt, del propósito de los Padres de trasladarse a La Serena, hizo
llamar al Padre Cesáreo González, el único jesuita que estaba entonces en
Santiago, para proponer el proyecto que tenía ya formado sobre la Compañía de
Jesús.
Este proyecto era entregar a la Compañía de Jesús las misiones de Arauco y
Valdivia, que en ese entonces estaban confiadas a los Padres franciscanos por un
plazo de diez años, próximo a su cumplimiento.81
La entrevista se tuvo el 3 de agosto de 1843 y de ella informó el P. Gomila al P.
Berdugo. El Ministro Manuel Montt habría dicho al P. González:
1. Que había poderosos motivos para que la Compañía de Jesús no fuese
reconocida en Chile como Orden religiosa y entrara en posesión y goce de
sus antiguos derechos.
2. Que se podía restablecer de un modo indirecto, es decir, tolerada.
3. Que el Gobierno deseaba encomendar a la Compañía las misiones de
Valdivia y Arauco.
4. Que dicho P. González señalara las condiciones con que la Compañía podría
encargarse de dichas misiones, y que se las remitiera detalladamente por
escrito para su examen y aprobación del Presidente de la República.82
79
Id., pág. 60.
Id., pág. 45; Pérez, op. cit., pág. 301.
81
Hernández, op. cit., pág. 43.
82
Id, pág. 46; Correa, Residencia Valdivia pág. 21.
80
36
La zona constituía una franja de más o menos 200 kilómetros de largo, que
cortaba en dos el territorio de Chile. Desde el alzamiento de 1598, la “frontera”
que separaba a Chile de la nación de Arauco era el río Bio-Bío. Y la ciudad de
Valdivia, desde su repoblación en 1645, vivía gracias a su guarnición militar.
Este mismo territorio había estado encargado a los misioneros jesuitas en los
siglos XVII y XVIII.83
El 8 de agosto el P. Ignacio Gomila s.j. se entrevistó con el Ministro Montt; éste
repitió el proyecto del Gobierno y le entregó el plan del proyecto donde se
señalaban las atribuciones del gobierno del Ordinario del lugar y de la Compañía
de Jesús:
“Misiones de la Compañía de Jesús en la República de Chile”.
Atribuciones peculiares del Gobierno:
1. Designar el territorio de las misiones.
2. Sustentar a los misioneros
3. Proveerlos de todo lo necesario para el ministerio
4. Asignar una pensión para el culto.
El Gobierno, de acuerdo con la Compañía de Jesús, determinará:
1. Qué número de misioneros será necesario para el objeto
2. Los distritos que deberán evangelizarse
3. Las pensiones de alimento y culto
El Ordinario, el Gobierno y la Compañía:
Estos marcarán los límites de las misiones, o curatos, y el primero revestirá de
las facultades competentes a los misioneros que los hayan de servir, pero la
Compañía designará a los sujetos que han de desempeñar este cargo, los
removerá y sustituirá por otros cuando le parezca conveniente, y de sola su
inspección será visitarlos de vita et moribus, aunque el Ordinario podrá visitar,
pero de parroquialibus (sic) tantum.
Respecto a los indígenas de Arauco:
Así como los misioneros, lejos de toda intervención política y de ingerirse en
asuntos o negociaciones ajenas a su profesión, se consagrarán únicamente al
desempeño de los deberes propios de su ministerio espiritual; asimismo la
autoridad, cualquiera que ella sea, no podrá exigir de la Compañía que se mezcle
en cosas políticas, ni tome parte en ellas”.84
El Padre Mariano Berdugo s.j. cuando recibió el documento enviado por el P.
Gomila, lo remitió a su vez a Roma, con un comentario bastante negativo.
El P. Cesáreo González s.j., sin ser el Superior de la Compañía en Chile,
continuó las conversaciones con el Ministro Manuel Montt; sin duda con la
autorización tolerada del tímido P. Ignacio Gomila que no se sentía capaz para
intervenir en ello. En una carta suya, dirigida al P. Mariano Berdugo s.j. escrita
83
84
Arenas, op. cit., pág. 47.
Correa, Residencia de Valdivia, pág. 22; Arenas, op. cit., pág. 50.
37
el 22 de agosto de 1843 le dice: “Siendo este negocio de tanto interés, por mi
parte me salgo fuera, y confieso que no soy para ello”.85
El 1 de octubre de 1843, el P. González presentó al Gobierno el plan,
probablemente conocido y aprobado por el P. Gomila, en que detallaba las
condiciones bajo las cuales la Compañía de Jesús se haría cargo de las misiones:
1. Las Misiones se gobernarán por un Prefecto y un Vice-Prefecto los que
nombrará el Prepósito General de la Compañía y a quienes Su Santidad el
Romano Pontífice les dará la institución canónica en lo que corresponda.
2. El Vice-Prefecto tendrá, además, el cargo de Procurador General de las
Misiones, y por muerte del Prefecto asumirá su jurisdicción ordinaria,
interinamente, hasta que se nombre sucesor al primero; pero mientras éste
viva, no tendrá más facultades que las que el Prefecto ad tempus le
comunique.
3. Todos los destinos serán ad tempus, juxta Societatis Constitutiones, y aun el
de Prefecto; en los casos de derecho, y cuando por justas causas haga
dimisión de su destino, se le nombrará sucesor en la misma forma.
4. Se entregará por de pronto a los misioneros para su residencia el Colegio y
Casa de Valdivia, con sus pertenencias.
5. Se formará un Noviciado donde se admitan y formen los novicios para
utilidad de la República y de sus misiones particularmente.
6. En la misma Casa del Noviciado se pondrán los estudios correspondientes
para que, concluido su bienio, los novicios, durante el cual aprenderán las
lenguas indígenas, se habiliten con las ciencias eclesiásticas para el
desempeño de su misión.86
El resultado final de las negociaciones del P. Cesáreo González s.j. con el
Gobierno fue el Decreto presidencial, fechado el 30 de octubre de 1843, por el
cual el Gobierno de Chile comisionaba al Padre Cesáreo González s.j. para que
gestionara el envío a Chile, desde Europa, de 15 religiosos jesuitas “para
hacerse cargo de las misiones en la frontera de Concepción y Valdivia”.
1. Se comisiona al P. Cesáreo González, de la Compañía de Jesús, para que
arregle la venida a esta República de 15 Religiosos de su Instituto, con el
objeto de que se hagan cargo de las Misiones de la frontera de Concepción y
Valdivia, y de atraer a los indios infieles al seno de la fe católica.
2. No estando en las atribuciones del Gobierno restablecer en la República el
Instituto de la Compañía de Jesús, por ser ésta una facultad propia del
Cuerpo Legislativo, los religiosos que vengan no formarán, por ahora, un
cuerpo reconocido, pero podrán vivir observando sus Constituciones, en
85
86
Arenas, op. cit., pág. 48.
Correa, op. cit. pág. 23 y ss.; Arenas, op. cit., pág. 52; Pérez, op. cit., pág. 305.
38
cuanto no se opongan a las leyes del Estado, como simples misioneros
encargados de la predicación del Evangelio.87
Viaje a Chile del Padre Viceprovincial de Buenos Aires
El P. Mariano Berdugo s.j., el Superior Viceprovincial de la Compañía de Jesús
en las incipientes y pequeñas Misiones jesuitas en Argentina, Uruguay, Brasil y
Chile, residía de preferencia en la ciudad de Montevideo. Y dados los pasos que
se estaban dando en Chile en orden al restablecimiento definitivo de la
Compañía en el país, decidió viajar allí para tomar personalmente una decisión.
El viaje del P. Cesáreo González s.j. a Europa, en orden a cumplir los deseos del
Gobierno que iban a terminar con la redacción del Decreto del 30 de octubre, fue
anunciado al P. Berdugo a fines del mes de julio por el P. Ignacio Gomila y el
mismo P. González. Y como en diciembre aún no llegaba respuesta del Superior
Viceprovincial, ambos juzgaron que no debían postergar más la partida, pues el
Gobierno había dado ya los pasaportes, el viático necesario y también
recomendaciones. En consecuencia, el P. Ignacio Gomila s.j. autorizó al P.
Cesáreo González para dirigirse a Montevideo y tratar todo con el
Viceprovincial. Y en caso de no encontrarlo allí, el P. Francisco Ramón Cabré,
Superior de la Residencia de Montevideo, debería decidir si autorizar o no el
viaje del P. González hacia Río de Janeiro y hacia Europa, si el P. Berdugo no se
encontrara tampoco allí.88
Mientras navegaba el P. González hacia Montevideo, llegó la carta del P.
Berdugo ordenándole que viajara directamente a Francia, sin detenerse en
Montevideo, en Buenos Aires, ni en España. Esta carta fue remitida por el P.
Gomila a Montevideo y le fue entregada al Padre González en Río de Janeiro, de
donde ya había salido el P. Berdugo hacia Chile.89
El P. Mariano Berdugo s.j. salió de Río Janeiro el 26 de diciembre de 1843,
acompañado por el Hermano jesuita José Saracco. En los dos meses que duró la
navegación, vía Cabo de Hornos, sólo tuvieron un día bueno. Llegaron a
Valparaíso el 1 de marzo de 1844.90
En Valparaíso el P. Viceprovincial reunió a los otros siete jesuitas y se hizo “un
triduo de renovación de espíritu, para oírlos a todos y hablarles en particular y
en común, (...) para restaurar las quiebras de la dispersión (...) deseoso de que
nos uniformemos todos en sentimientos y proceder.”.91
Mientras estaba aún en Valparaíso, arribó impensadamente a ese puerto el
célebre misionero belga P. Juan Pedro de Smedt s.j., apóstol en las misiones de
los Montes Rocallosos en los Estados Unidos de Norte América, quien
conduciendo misioneros jesuitas y algunas religiosas, pasaba desde Bélgica a su
misión. Los jesuitas de Valparaíso los alojaron y el P. Ignacio Gomila acompañó
al P. de Smedt a Santiago, sirviéndole de intérprete y ayudándolo en sus
87
Id, pág. 22 y ss.; Pérez, op. cit., pág. 304 y ss., donde está el texto completo del Decreto del Gobierno; Cf.
Texto y comentarios en Arenas, op. cit., pág. 53 y ss.
88
Arenas, op. cit., pág. 59.
89
Pérez, op. cit., pág. 309.
90
Arenas, op. cit., pág. 61; Pérez, op. cit., pág. 348; Hernández, op. cit. pág. 44.
91
Id., pág. 63.
39
diligencias; también lo acompañó en las entrevistas con el Presidente de la
República don Manuel Bulnes y con el Ministro don Manuel Montt. Al informar
el P. De Smedt del estado y forma de sus misiones, el Ministro dijo: “Creo que
aquí podemos hacer otro tanto”. El P. Ignacio Gomila, con el permiso del P.
Berdugo, acompañó al P. De Smedt hasta Lima para servirle igualmente de
intérprete. Se embarcaron el 2 de mayo y el P. Gomila estuvo de regreso el 13 de
julio. Aprovechó, por encargo del Viceprovincial, de estudiar la situación en el
Perú con relación a la introducción de la Compañía de Jesús en ese país, por
haber recibido varias peticiones desde allí.92
Conversaciones del P. Viceprovincial con el Gobierno de Chile
Ya el 7 de abril, el P. Berdugo había recibido carta de invitación del Ministro del
Culto don Manuel Montt para que viajara a Santiago a preparar y decidir lo que
faltare referente a las misiones del sur. El Padre viajó el 8 de mayo y la primera
conversación se tuvo el 11 de agosto en la oficina del Ministro. En carta al
Asistente del P. General en Roma, informó:
“En la primera visita, hablamos sobre el asunto de las misiones en que tiene
mucho interés el Gobierno y el pueblo; éste porque ve en ellas el aumento de sus
campos, y aquél porque, a más de lo anterior, tiene un medio de impedir que en
la tierra magallánica y Patagonia Occidental se establezca alguna potencia de
las fuertes. Le hice presente las dificultades que yo veía en que pudiera venir
pronto el número de misioneros que solicitaba. Él deseaba que le asegurase
más, pues quedaba la cosa en incertidumbre; yo le aseguré que Nuestro Padre
General sabría respetar al Gobierno y hacer cuanto pudiese para servirlo. Me
instó en dos cosas: Primero, en que diese yo un plan; segundo, para que se
hiciese algo, con los que había aquí en Chile o de otros lugares. Me excusé (...)
diciendo que yo dejaba en la mayor libertad al P. General, no contrayendo
nuevo compromiso. (...) Me indicó que a lo menos para hacer algo, puesto que
el Gobierno tenía en ello tanto interés, viajara yo a Valdivia, y tomando los
informes y conocimientos (...) preparase las cosas para el mejor éxito. A lo cual,
después de unos días que tomé para deliberar, contesté que iría tan luego como
me despachase los pasaportes y me diese algunas simples recomendaciones que
considerase útiles. Sin tocar yo nada acerca del viático, él dio orden que se me
entregaran 600 duros, los cuales aun no estoy resuelto a tomar, queriendo más
bien estar en plena libertad”.93
Después de estas conversaciones, o simultáneamente a ellas, el P. Viceprovincial
decidió que los jesuitas de Santiago se establecieran en una Residencia
independiente, y para ello alquiló una casa junto a la iglesia de la Merced.94
También tuvo el agrado de conocer y trabar una buena amistad con el Pbro
Rafael Valentín Valdivieso, más tarde Arzobispo de Santiago, y muy amigo de
la Compañía por ser sobrino de tres jesuitas de la antigua Compañía, hermanos
de su padre: los Padres José Joaquín, fallecido en Ímola en 1789; Juan Marcelo,
reincorporado a la Compañía en Roma y fallecido allí en 1820; y Julián, también
reincorporado en Roma en 1815.
92
Hernández, op. cit., pág. 44; Arenas, op., cit., pág. 64.
Arenas, op. cit., pág. 64 y ss. Pérez, op. cit., pág. 348 y ss., donde está el texto del Oficio del gobierno;
Hernández, op. cit., pág. 45.
94
Hernández, op. cit., pág. 45; Hanisch, Historia, pág. 197.
93
40
Viaje fallido del Padre Viceprovincial a la ciudad de Valdivia
De las conversaciones entre el P. Mariano Berdugo s.j. y el Ministro de Culto
don Manuel Montt, quedó en pie sólo la promesa de viajar a la ciudad de
Valdivia para visitar la zona de las misiones y así elaborar un propio programa
misionero.
A hacer este viaje le movía al P. Berdugo sólo la conciencia de estar la
Compañía de Jesús demasiado comprometida con el tema de las misiones, dadas
las conversaciones que se habían tenido con el P. Cesáreo González, por lo que
resultaba algo deshonroso que de los seis sacerdotes presentes en el país, no
hubiera siquiera uno solo dispuesto a explorar las posibilidades de establecerse
en esos territorios.
Sin embargo había un problema. Las misiones de Arauco y de Valdivia estaban
a cargo de los franciscanos, desde la expulsión de la Compañía de Jesús en el
año 1767. La crisis de la Independencia del país las había afectado seriamente.
Pero gracias a las gestiones realizadas por el Gobierno, a través de la
Congregación de Propaganda Fide, en 1837, había llegado al país una
expedición de 24 franciscanos italianos a reforzar las misiones de Arauco,
Valdivia y Chiloé.
Y si el Padre Berdugo viajaba a Valdivia, en los términos propuestos por el
Gobierno, podría haber un conflicto desagradable con los franciscanos que
podrían ver en él a un representante del regalismo estatal. Por lo tanto, tras haber
conversado nuevamente con el Ministro don Manuel Montt, a comienzos de
agosto, el P. Berdugo decidió no emprender ese viaje.
En un informe que escribe al Padre Juan Felipe Roothaan s.j., General de la
Compañía de Jesús, en Roma, el 21 de enero de 1845, se refiere a los planes del
Gobierno para la Compañía:
“¿Qué juicio he hecho de los planes del Gobierno? Digo que su objeto principal
es aprovecharse de los terrenos de los indios por medio de los misioneros, y
después la civilización de ellos. El modo es írselos comprando o quitando poco
a poco. Me parece que toman en esto por norma las ideas de Norteamérica,
como en la administración las de Inglaterra, y en la educación las de la
Universidad de Francia.
Tal vez las misiones tendrían buen resultado si el Gobierno no quisiese meter
tanto la mano, y dejase libertad. Los intendentes comandantes, y demás agentes,
manipulan mucho, impiden a los misioneros, y los primeros tienen el Vicepatronato de hecho, y atropellan hasta a los curas.
Las misiones que hasta ahora tienen los franciscanos, tienen esta forma:
Una iglesia y casa para el misionero, con un terreno que le ceden los indios.
Éstos viven diseminados, sin querer unirse en pueblos, para cuidar sus
sementeras y ganados. Rehusan hacerse cristianos; no, porque no quieran, sino
porque a los que se acercan más a la Misión, que así llaman al lugar donde
41
reside el Padre, les roban y maltratan los cristianos o españoles, y son ellos los
más pobres de la indiada, que así los llaman. Y si se quejan a la autoridad,
salen perdiendo. Y si el misionero toma la defensa, le sucede lo mismo.
Los domingos y fiestas vienen a la Iglesia, y cuando el capitanejo les avisa.
Vienen a la casa del misionero donde, dándoles éste de comer, están hasta que
se confiesan, casan, etc. Una mujer mayor, que atiende el servicio del
misionero, cuida en habitación separada a las mujeres. El Gobierno pasa un
peso diario al Padre y suele dar para la Iglesia y Casas, o sea Misión.
En Chillán ocupan nuestra antigua Casa y tienen un Colegio, a cuyos
misioneros tocan las doctrinas entre el Bio-Bío y el Toltén, cuyo hermoso
terreno habitan los nunca domados araucanos.
En Castro de Chiloé tienen otro Colegio, que fue también nuestro, y cuidan las
doctrinas de las islas, y del Toltén y Valdivia para el sur, o sea los huilliches,
que quiere decir hombres del sur: son dóciles y cobardes; y el araucano tiene
por injuria que lo llamen huilliche.
Ambos Colegios están gobernados por un Prefecto de Propaganda Fide; pero
en la actualidad Chillán ha desconocido su autoridad. El de Castro ha enviado
a un Padre al Estrecho y Tierra del Fuego donde moran los patagones, los
cuales en aquellos fríos, ambos sexos, van desnudos, con solo un pedazo de piel
a la espalda; dícese que son muy sociables.
De lo dicho podrá inferir Vuestra Paternidad que los planes del Gobierno no me
parecen malos en la sustancia, y que, si se lograsen remediar o enderezar los
accidentes que parecen torcidos, parece interesante el bien de aquellos pobres y
la Religión, aunque tengan motivos políticos para asegurar sus costas y
extender sus dominios”.95
Rechazo en Roma del Plan propuesto por el Gobierno de Chile
El 20 de diciembre de 1844, el P. Juan Felipe Roothaan s.j., General de la
Compañía de Jesús, comunicó por escrito al P. Cesáreo González el rechazo al
plan indicado por el Gobierno de Chile: por impracticable, inverso e irregular.
Por impracticable, porque supondría retirar de las misiones a los Padres
franciscanos, que las tienen y van extendiendo, y también porque la Compañía
no tiene el número de sujetos que se requiere para dicha empresa.
Por inverso, porque quiere empezar por el trabajo apostólico más difícil y
delicado entre todos los que desarrolla la Compañía. A las misiones, sólo deben
ir los jesuitas después de un largo tiempo de preparación, y después de haberse
ejercitado en otro tipo de ministerios; es decir, cuando se ha asegurado
plenamente la capacidad y la identidad religiosa y misionera.
95
Correa, Valdivia, pág. 25 y ss.
42
Por irregular, porque no ha sido hecho en conformidad con nuestras Reglas,
dado que no se ha reconocido oficialmente en Chile la existencia de la
Compañía de Jesús.96
El Padre Cesáreo González s.j. respondió por escrito al P. General el 26 y el 28
de diciembre. Afirmó que los Padres franciscanos habían manifestado la
voluntad de reducirse al archipiélago de Chiloé. En cuanto a la falta de personal,
advirtió que se había conversado con el Gobierno sobre la erección de un
Noviciado. Sobre la falta de reconocimiento de la Compañía repitió lo que había
dicho en otras ocasiones: que se necesitaba una ley del Congreso Nacional, y
que no se había hecho por consideraciones políticas y personales, y sobre todo
por medidas de prudencia, agregando: “el Gobierno piensa que el tiempo
removerá los obstáculos presentes”.97
En la Resolución final del Padre General, se agradeció al Gobierno de la
República de Chile el celo por la conversión de los indígenas y que hubiera
pensado en la Compañía de Jesús para colaborar en esa tarea. Indica que la
Compañía de Jesús no tiene fuerzas para tanto como se le pide en el proyecto del
Gobierno, pero además que ni siquiera podría prestar una ayuda pequeña, sino
“bajo otras bases más análogas a nuestro Instituto y al ejercicio regular de
nuestros ministerios”.98
Para facilitar al Gobierno de Chile la posibilidad de gestionar el reconocimiento
oficial de la Compañía de Jesús ante el Congreso Nacional, se le hizo saber al
Ministro don Manuel Montt que el Padre General “no tiene dificultad en
explicar que la Compañía hoy, al pedir ser reconocida y restablecida, como lo
ha sido en Córdoba del Tucumán, Guatemala y Nueva Granada, no pretende
ser heredera forzosa de todos los bienes que existan pertenecientes a la Antigua
Compañía: si no recibe los que buenamente se le quieran devolver, y que, en
cambio, desea la libertad de poseer lo que de nuevo se le quiera donar o pueda
legalmente adquirir”.99
En el documento en que se comunica al Gobierno de Chile el fin del Proyecto, se
indica al Ministro que se ha encontrado un obstáculo que no había sido previsto
en Chile: la resolución de no hacer contratos con ningún Gobierno Americano
sin el previo reconocimiento legal de la Compañía de Jesús en el país.100
Intervención del Arzobispo de Santiago
El 13 de mayo de 1845, por Decreto presidencial, fue elegido Arzobispo de la
Arquidiócesis de Santiago don Rafael Valentín Valdivieso Zañartu. Este
nombramiento lo hacía el Gobierno de Chile, atribuyéndose como heredadas las
prerrogativas del Patronato español. El Cabildo catedralicio lo nombrará Vicario
Capitular de la diócesis el 6 de julio de 1845 en espera del nombramiento desde
la Santa Sede.
96
Id., pág. 28 y ss.; Pérez, op. cit., pág. 350 y 351 donde está el texto completo; Arenas op. cit., pág. 92 y ss.
Correa, Valdivia, pág. 29; Cf. Arenas, op. cit., págs. 94-102, donde comenta largamente las respuestas del
P. González.
98
Correa, op. cit. pág. 29.
99
Id., pág. 29; Arenas, op. cit. pág. 103.
100
Correa, Valdivia, pág. 30.
97
43
Este sacerdote se había mostrado muy cercano del P. Berdugo. Y había pensado
antes, con un grupo de clérigos amigos, fundar un Instituto religioso parecido a
la Compañía de Jesús, dedicado a la enseñanza, a las misiones y a los Ejercicios
Espirituales. Al ser promovido al episcopado, su proyecto se hacía imposible y
decidió entonces dar todo su apoyo al restablecimiento de la Compañía de Jesús
en el país.
Cuando llegó la carta de Roma que ponía fin a las negociaciones con el
Gobierno, el P. Mariano Berdugo la comunicó, desde Valparaíso, al Arzobispo
electo y Vicario Capitular el 18 de julio de 1845.
El Arzobispo contestó casi de inmediato, el 23 del mismo mes, lamentando ese
fin de las negociaciones y esbozando un nuevo plan para lograr el
restablecimiento de la Compañía de Jesús:
“Aunque parezca intempestivo, yo ruego a Vuestra Reverencia que no olvide las
reflexiones con que más de una vez saboreamos un porvenir venturoso y de
vasta trascendencia al figurarnos una misión sistemada sobre el pie de la total
abstracción de la cuestión política y, que conservando a los indígenas su actual
independencia, hiciese justicia a los derechos de que gozan como hombres, y
proporcionase a la religión y a la Compañía, aunque por vías muy lentas un
asilo más seguro y menos sujeto a los embates de la filosofía maligna y
envidiosa que le dirige sus tiros. Puede ser que informado el R. P. General (...)
quisiese consentir en ellas y ya que rehusa la protección del Gobierno porque la
concede a medias, aceptase siquiera su disposición a recibir misioneros que
fuesen a conquistarse entre los paganos la garantía para establecer sus
Colegios en las Cristiandades que formasen por sí mismos. Estos
establecimientos tendrían la garantía y consistencia que no pueden dar los
Gobiernos, por más que lo deseen, en una época en que tantos elementos de
inquietud se alimentan en el seno de las sociedades cultas...”.
En esta carta del Arzobispo electo, ciertamente parece haber una insinuación
para aceptar la disposición del Gobierno a recibir misioneros, estableciendo
Colegios en las comunidades cristianas que se vayan formando. Ese
restablecimiento tendría la garantía que no puede dar un Gobierno.
Recibida esta carta del Arzobispo, el P. Berdugo decidió comunicarle las
condiciones que le había señalado el gobierno central de la Compañía, es decir,
que en Chile se diera algún tipo de reconocimiento legal de la Compañía. Indicó
que efectivamente había recibido instrucciones del P. General para continuar las
negociaciones, si el Gobierno lo quería. Pero era condición indispensable: “Que
el Gobierno quiera, o pueda, reconocer el Cuerpo de la Compañía, que nos
conceda el goce perfecto de nuestro Instituto y la libertad de nuestros diversos
ministerios ejercidos según el Instituto y en su espíritu. (...) Y que la pensión,
por persona, es una capitulación desconocida entre nosotros, y poco, o nada,
decorosa; pues parece poner a los jesuitas al nivel de los soldados o peones de
un obraje”.
El Arzobispo, entonces, deseoso de encontrar una solución, se puso
inmediatamente en campaña, entrevistándose con el Ministro de Justicia, Culto e
Instrucción Pública. Don Manuel Montt, ante el Arzobispo, culpó del fracaso de
44
las gestiones al P. Mariano Berdugo s.j., quien habría informado negativamente
a Roma; pero estuvo llano a llegar a algún acuerdo con él.
El Arzobispo electo dijo al P. Berdugo que en la entrevista: “No lo encontré
distante de convenir en que la Compañía tuviera Casas en Valdivia y en
Chiloé”. Le aconsejó, por su experiencia, “que se debía echar la semilla aunque
fuera con algún sacrificio, pues, contando con el carácter sosegado de los
chilenos, creía que de cualquier modo que se comenzase la obra, tarde o
temprano se llegaría al fin deseado”.
El P. Berdugo, sin embargo, creyó que debía atenerse estrictamente a los
argumentos que le había dado Roma, y arguyó, una y otra vez, sobre las
condiciones que le habían indicado. El Arzobispo deseaba que se fuera flexible y
le indicaba que el reconocimiento oficial podría llegar después, gradualmente.
En ese intercambio de opiniones, el Arzobispo, insistiendo en su solución,
escribió: “Convengo con Ud. en que el modo natural, de proveer a las misiones
es organizar primero Casas y Colegios donde se formen los misioneros. A esto
es cabalmente a lo que se aspira, porque sólo así puede ser permanente la obra
que se emprenda, y porque en otra forma sólo podremos disfrutar a medias los
importantes ministerios del Instituto. Pero si es necesario para llegar a este
término el permanecer unos pocos años en un estado de cosas excepcional, y
preparar progresivamente el campo para la cosecha, ¿no será posible pasar por
el sacrificio que exige la causa de Dios y la reconciliación de estos pueblos con
la Compañía de Jesús que tanto ama? Y, aun cuando la tentativa hubiera sido
infructuosa, ¿qué mal habría causado a la disciplina regular de su Instituto la
fundación de dos, tres, o más misiones entre nuestros indígenas?”.
En otro párrafo de su larga carta, el Arzobispo invita a no desconfiar del
Ministro: “No es desafecto a Usted y si se queja de su reserva, eso mismo indica
que abriga en su corazón estimación y aprecio. No hay razón para desconfiar
de la sinceridad de sus ofertas”.
De acuerdo con estas ofertas del Gobierno de Chile, el Arzobispo Valdivieso
confiaba en que la Compañía de Jesús no sólo podía instalarse en Valdivia o en
Chiloé, sino que también allí podría tener y recibir vocaciones para el Instituto.
Los que entrasen podrían formarse en las Casas del otro lado de la Cordillera,
para tomar más tarde el relevo de los que hubieran venido de fuera.101
Desconfianzas del P. Viceprovincial hacia el Gobierno de Chile
En esas conversaciones con el Arzobispo, el P. Berdugo, más de una vez,
manifestó su conformidad con ir a cualquiera de las provincias, como Valdivia o
Chiloé. Aunque, de paso, siempre dejó establecido que en caso de organizar
estudios, éstos se harían de acuerdo con el Ratio Studiorum de la Compañía de
Jesús.
Pero siempre manifestaba su desconfianza. Decía al Arzobispo: “Si yo pudiera
conseguir que el Gobierno diera un Decreto que dijese: Se autoriza a los Padres
101
Correa, op. cit., pág. 31 y ss.; Cf. Arenas, op. cit., págs. 108-113 donde hay reflexiones del autor.
45
de la Compañía de Jesús para que puedan establecerse en alguna de las
Provincias de la República, según su Instituto y Constituciones, en orden a
preparar las misiones, y en ella ejercitar sus ministerios, estaríamos tal vez en el
caso del reconocimiento al menos legal, como están los Padres de Picpús”.102
Ante estas nuevas desconfianzas del Padre Mariano Berdugo, el Arzobispo
Valdivieso le escribió el 18 de octubre:
“El Gobierno no pretende que los jesuitas vengan como simples particulares,
no. Consiente en que todos los que se destinen al país, estén sometidos al
superior que elija la Compañía de Jesús, y que todos se gobiernen por sus
peculiares leyes. Promete no entrometerse jamás en su régimen, en la
colocación de los súbditos del cuerpo religiosos y aún ofrece que, fuera de las
misiones, tengan en Chiloé, o en Valdivia, casas donde libre y seguramente
ejerzan sus ministerios. La asignación estipulada no es una paga que se da al
individuo, sino al conjunto de los gastos que debe causar su sostén. El monto de
la suma total, de todas las asignaciones, forma la renta destinada al
mantenimiento de la porción de la Compañía de Jesús que resida en Chile, y
debe entregarse al superior o a la persona que éste elija para que, según las
reglas del Cuerpo y las disposiciones del mismo Superior se invierta en lo que
convenga, de manera que aunque no se diga explícitamente que se deroga la
Cédula de Carlos III para dar existencia legal a la Compañía, por lo menos se
asegura suficientemente a los jesuitas que tengan un modo de vivir parecido al
que le ofrecía la tal existencia legal. Aún más, el mismo Gobierno, para hacer
ahora sus arreglos, no dista de tratar con Usted, como persona que representa
al Cuerpo de la Compañía. Y, según Usted mismo observa, éste es ya un tácito
reconocimiento de ella; pues tal convenio supone la realidad del Cuerpo”.103
El Padre Berdugo respondió a esta carta del Arzobispo en una forma bastante
positiva. Le dice que no pretende un reconocimiento pleno, sino uno que le
permita a la Compañía de Jesús existir “más o menos legalmente”. Le indica que
el problema de la subsistencia y de las propiedades no debe preocupar; lo que
interesa es el bien que pueda hacer la Compañía. “Estoy seguro que con sólo
escribir al P. General diciéndole: necesito sujetos, ellos vivirán como jesuitas;
inmediatamente se pondrán en camino. Me convendría un pequeño documento,
que pudiese servirnos de regla, y no estar en solas palabras”.104
Plan del Arzobispo de Santiago, Mons. Rafael Valentín Valdivieso
A mediados de noviembre de 1845, Monseñor Rafael Valentín Valdivieso se
sintió en condiciones de proponer a Don Antonio Varas, Ministro de Justicia,
Culto e Instrucción Pública, las bases para que la Compañía de Jesús se hiciera
cargo de las misiones. Para actuar con toda seguridad, propuso primero este plan
al Padre Mariano Berdugo, a quien le señaló que el Ministro don Manuel Montt,
ahora Ministro del Interior y de Relaciones Exteriores, estaba muy decidido a
que la Compañía de Jesús se estableciera en el país, y que el Ministro Varas era
un poco menos, no por falta de interés, sino porque creía que la Compañía de
Jesús ponía demasiados obstáculos.
102
Pérez, op. cit., pág. 417.
Correa, Valdivia, págs. 33 y 34; Arenas, op. cit., págs. 117 y 118.
104
Correa, Valdivia, pág. 34; Arenas, op. cit., pág. 118.
103
46
Las bases propuestas por el Arzobispo Valdivieso fueron las siguientes:
1. La Compañía de Jesús se encarga de las Misiones de Infieles e Indígenas que,
con acuerdo del Gobierno, funde en el territorio comprendido entre las
fronteras de las provincias de Concepción y Valdivia, o los puntos más
australes de la República.
2. La designación del número de personas que deben servir cada misión y el
nombramiento, traslación o separación de los religiosos que se empleen en
ellas, toca exclusivamente al Superior de la Compañía de Jesús.
3. Además de las misiones, habrá en las provincias de Valdivia, o Chiloé, donde
mejor convenga a la Compañía, una casa o Residencia de la Orden en la que
puedan habitar o ejercer todos sus ministerios los religiosos que se preparan
para las misiones, o que se retiran de ellas.
4. Tanto los religiosos de la Compañía empleados en las misiones, como los
pertenecientes a la Casa o Residencias de que habla el artículo anterior,
gozarán de la más completa seguridad para vivir y gobernarse según sus
Reglas y Constituciones, prestando el Gobierno todo el apoyo, que un secular
espera de su autoridad, al Prelado que la Compañía por sí sola elija, para que
obre con entera libertad en el ejercicio de su ministerio.
5. El Gobierno contribuirá al Superior de los jesuitas con las sumas necesarias
para el transporte de los religiosos destinados a las misiones, desde el punto
de donde vengan hasta que lleguen a su destino, y además entregará al mismo
Superior lo necesario para su sustento diario, por cada religioso, sea o no
sacerdote, que pertenezca a dichas misiones.
6. Se entenderán por religiosos pertenecientes a las misiones, no sólo los que
habiten en ellas, sino los demás miembros de ellas que pertenezcan a la Casa
o Residencia de que se habla en el artículo 3°.
7. A fin de que pueda saber el Gobierno el número de personas que pertenece a
las misiones, se le dará aviso de nombramiento y llegada de cada religioso, y
de su separación del cuerpo de la misión.
8. Las misiones y Casa o residencia, admitidas en la República, podrán adquirir
las limosnas y donaciones que voluntariamente quieran hacérseles.
El Padre Berdugo, sin embargo, insistió el 21 de noviembre, en que “el
ministerio de las misiones no fuera exclusivo, sino que podamos emplearnos,
según el Instituto, en todos los demás que abraza nuestra vocación, que
dependen los unos de los otros y están tan ligados” Parece que, en el fondo,
deseaba la creación de un Colegio y, tal vez, en otro lugar del país.
Al día siguiente, el Arzobispo le respondió, indicándole que sólo podían pedirse
esas garantías para las Casas del sur. Que no se podía pedir una autorización
general.
47
Con igual celeridad, el Padre Berdugo respondió que se conformaba con la
limitación geográfica, con tal que en esa Casa se cumplieran las antedichas
condiciones.
Una semana más tarde, el Arzobispo Valdivieso juzgó que ya estaban dadas las
condiciones para tener una entrevista satisfactoria entre el Ministro Antonio
Varas y el Padre Mariano Berdugo s.j.105
Conversaciones del P. Mariano Berdugo s.j. con el Ministro Antonio Varas
El 5 de diciembre de 1845 se tuvo la primera entrevista entre el P. Mariano
Berdugo y el Ministro don Antonio Varas. Al día siguiente el P. Berdugo
entregó al Ministro el proyecto redactado a partir de las bases que habían sido
pactadas.
En los días siguientes el Padre Berdugo se enteró que ese proyecto no parecía ser
satisfactorio para el Gobierno. Éste indicaba que se debía agregar una cláusula
señalando que el Decreto no pretendía restablecer a la Compañía de Jesús en
Chile. El Padre Berdugo dijo que no aceptaba ese agregado.
El 18 de diciembre de 1845, el Ministro Varas citó al P. Berdugo a su oficina y
le leyó un borrador del Decreto que pensaba redactar. Al P. Berdugo no le gustó
el texto, pero se abstuvo de presentar observaciones.
La no-presentación de objeciones fue interpretada como aceptación, y al día
siguiente de esa lectura del borrador se extendieron dos Decretos firmados por el
Presidente de la República.
El primer Decreto, firmado el 19 de diciembre, anunciaba la fundación de un
establecimiento de Misiones en la ciudad de Valdivia, para proveer de
misioneros al territorio comprendido entre esa provincia y la de Concepción.
Dicho establecimiento, cuya construcción y mantenimiento se harían con los
fondos que el Gobierno destinaba a las Misiones, serviría de Colegio y punto de
reunión de los Misioneros que temporalmente no se hallaren ocupados en alguna
misión. Ese establecimiento podría adquirir propiedades, cuyos productos o
rentas se destinarían al servicio de las Misiones. En cuanto al traslado y a la
mantención de los misioneros, todo sería costeado por el Gobierno, que
entregaría los fondos al “jefe del establecimiento”.
Dos artículos provocaron el rechazo del P. Berdugo: el 5° y el 6°.
El 5°: “En la Casa Central sólo podrá haber un tercio del número total de
sacerdotes que hubiere distribuidos en las Misiones”. Esto, según el P. Berdugo,
podía atentar a que en esa Casa pudiese funcionar un Colegio y un Noviciado.
El 6°: “Las personas adheridas al servicio de las misiones que residieren en la
Casa Central podrán ocuparse en la predicación y servicio del culto, y también
en la enseñanza, debiendo en este último caso conformarse a las reglas
prescritas para los establecimientos públicos de educación”. Según el P.
105
Correa, Valdivia, pág. 34-36; Cf. Arenas, op. cit., págs. 120-123.
48
Berdugo, este artículo no iba a permitir organizar los estudios conforme al Ratio
Studiorum de la Compañía de Jesús.
El segundo decreto, también de la misma fecha, decía que a los destinados a las
misiones se les concedía vivir según las Constituciones de la Orden, pero que
ello no implicaba “la admisión o el reconocimiento de la Compañía de Jesús
con el carácter civil de las otras Comunidades religiosas”. Ciertamente, este
Decreto no podía ser del agrado del Padre Berdugo.106
Ruptura de las negociaciones del P. Viceprovincial con el Gobierno de Chile
Apenas el P. Mariano Berdugo recibió estos dos Decretos, decidió presentar sus
observaciones y pedir las aclaraciones que le parecían pertinentes. Esto lo hizo
por escrito el 22 de diciembre.
Señala que la Compañía de Jesús no podrá poner en ejecución los Decretos del
Gobierno, mientras éste no declare en forma oficial lo siguiente:
1. Que el Gobierno reconoce que ese establecimiento y sus propiedades
pertenecen a la Corporación a que están unidos los individuos que la forman,
y que éstos forman una verdadera Comunidad religiosa dependiente y
gobernada por sus legítimos Superiores, con dependencia al Superior Mayor,
el General de la Compañía de Jesús.
2. Que la restricción del Artículo 5° del primer Decreto no se puede observar, a
lo menos por mucho tiempo. Porque debiendo ser una Casa Central de
formación de misioneros, requiere muchos años de estudio y ejercicios. Sólo
el Superior puede juzgar y saber quiénes, cuáles y cuántos sacerdotes se
necesiten en esa Casa.
3. Que la restricción del Artículo 6° no se puede observar a no ser que las reglas
de los demás establecimientos no impidan, alteren o estorben el orden,
método y sistema del Ratio Studiorum de la Compañía de Jesús.
El Ministro Don Antonio Varas respondió muy secamente al P. Berdugo,
señalando su extrañeza que estas observaciones se presentaran en ese momento,
y no las hubiere hecho cuando se le habían leído los borradores. Supone,
entonces, el Ministro que deben haber surgido motivos nuevos que el P.
Berdugo no haya querido manifestar. Señala:
1. El Gobierno no puede, ni debe, reconocer al establecimiento de misiones y a
las propiedades que pudiera adquirir como pertenecientes a la Compañía de
Jesús, excluida en el país. Sólo una ley puede autorizarla. Tampoco puede
reconocer a la Compañía de Jesús como a una Comunidad religiosa, en otra
forma que la del artículo 2° donde se indica que los individuos pueden vivir
conforme a su Instituto.
106
Correa, Valdivia, págs. 36-38; Cf. Arenas, op. cit., págs. 123-125.
49
2. La restricción del artículo 5°, en su concepto, es más conforme al bien de las
Misiones. El número de personas fijado para la Casa Central no impide a los
Superiores en sus funciones.
3. La inspección y dirección que las leyes establecen sobre toda casa en que
públicamente se enseña, no es una inspección caprichosa, sino racional.
Y concluye el Ministro indicando que el Gobierno ha concedido a la Compañía
de Jesús todo lo que podía conceder y era necesario para que se hiciera cargo de
las Misiones, y que no estaba dispuesto a conceder nada más.
Ante esta respuesta, el Padre Mariano Berdugo consideró que terminaban las
negociaciones. Lo hizo mediante una breve nota. Y desde Valparaíso, a donde se
retiró, en una carta más extensa.107
Salida de los jesuitas del país
En la ciudad de Valparaíso, el P. Mariano Berdugo s.j. fue disponiendo lo
necesario para trasladar a los pocos jesuitas que había en Chile a las casas que
había en Montevideo y Brasil. Hizo dejar la pequeña casa que ocupaban en el
Puerto, vendiendo los muebles y trasladándose él y el H. José García al
Convento de los Padres franciscanos que los recibieron muy atentamente.108
Más de alguna vez el P. Berdugo se reconoció mal negociador. Y de hecho, en
su informe a Roma reconoce su responsabilidad:
“Siempre he creído que este negocio, confiado a mí, no tendría buen éxito; pues
no desconozco lo tardo de mi talento para entender pronto las reflexiones de los
hombres políticos. Muchas amarguras me ha costado, muchos desvelos e
insomnios; pues, a la verdad yo deseaba el bien y temía el mal que podría
resultar a la Compañía”.109
Siempre se mostró muy agradecido al Arzobispo de Santiago Monseñor Rafael
Valentín Valdivieso Zañartu por lo mucho que siempre le ayudó y aconsejó. El
P. Berdugo vio siempre en el Arzobispo a un verdadero amigo de la Compañía
de Jesús, que sabía mostrar su cariño y aprecio a través del recuerdo a sus tres
tíos sacerdotes jesuitas, hermanos de su padre.
Poco antes de salir de Chile el P. Mariano Berdugo s.j. quiso despedirse de su
amigo, el Arzobispo, abriendo su alma. Entre otras cosas le dijo en una carta del
9 de marzo de 1846:
“No sería extraño que según son las vicisitudes de nuestros tiempos apareciesen
por este país algunos de los Nuestros que trabajan hoy en las provincias del
otro lado, en cuyo caso tal vez convendría que Vuestra Ilustrísima al saberlo
hiciese apersonarse al Superior, combinando con él el modo de establecer
alguna cosa antes que ellos pudiesen dar algún paso en falso. (...) Y pudiendo
107
Correa, Valdivia, págs. 38-39; Cf. Arenas, op. cit., págs. 126-131 donde cita los textos completos de los
Decretos y hace comentarios.
108
Pérez, op. cit., pág. 422.
109
Arenas, op. cit., pág. 129.
50
lograr, sin que se comprometiese el Cuerpo con el Gobierno, y con la dirección
que Vuestra Ilustrísima les diese, acaso pudiesen iniciar a un tiempo más de un
establecimiento de educación, misiones rurales y aún de indios; con respecto a
los cuales yo quisiera que no se entendiesen sino solamente con su Ilustrísima.
Si llegase ese caso, con sólo que Vuestra Señoría Ilustrísima les mostrase ésta
mi carta, creo que ellos recibirían un gran consuelo. Vuestra Ilustrísima podría
dirigir el negocio, de un modo que viese logrados sus deseos combinados, con
las exigencias del Instituto que es indispensable conservar en su ser y
observancia. (...) Muy oportuno sería que se les proporcionase iglesia en que
poder ejercitarse en los ministerios".
Este “hipotético” plan del P. Mariano Berdugo, en realidad resultó profético.110
El P. Mariano Berdugo s. j., después de sus súbditos, se embarcó con el H. José
García el 26 de marzo de 1846 en Valparaíso, para llegar a Montevideo el 1 de
mayo.111
Capítulo III. Restablecimiento definitivo de la Compañía de Jesús en Chile
Expulsión de la Compañía de Jesús en Argentina
Al abandonar el P. Mariano Berdugo s.j. y los jesuitas el intento de restablecer
en Chile a la Compañía de Jesús, terminó también la Misión Viceprovincia
dependiente de España. En 1845 el P. General Juan Felipe Roothaan nombró al
P. Bernardo Parés s.j. como Superior de la Misión del Paraguay, con jurisdicción
en Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil.
En Argentina, después de la expulsión por el Gobernador Juan Manuel de Rozas
del Colegio e iglesia de San Ignacio en Buenos Aires, 6 sacerdotes, 5 estudiantes
jesuitas y 3 Hermanos habían quedado en Córdoba. Atendían la antigua iglesia
de la Compañía, el hospital y la cárcel de la ciudad, y daban misiones en la zona
agrícola cercana. Al pasar desde Chile los PP. Miguel Ignacio Landa, Juan de
Mata Macarrón y el H. Gabriel Ramis, la Comunidad se acrecentó.112 Había
jesuitas en Catamarca y en San Juan de Cuyo.113 En Brasil existía la Residencia
de Santa Catalina y el Colegio anexo, y en Porto Alegre, una Residencia; en
Montevideo, una Residencia con tres jesuitas. En Asunción del Paraguay, una
incipiente Residencia con dos sacerdotes.114
Dos años después, en 1848, el gobierno de don Juan Manuel de Rozas logró
imponer su influencia en las Provincias del interior de la República Argentina, lo
que trajo como consecuencia la expulsión de los jesuitas que vivían allí, ya sea
en Colegios, Residencias o en misiones.
El Señor Don Manuel López, Gobernador de Córdoba, fue el primero que, a 1
de marzo de 1848, firmó contra ellos el Decreto de extrañamiento. Después lo
hicieron las Provincias de Catamarca y de Cuyo.115
110
Correa, Valdivia, págs. 39 y 40; Cf. Arenas, op. cit., pág. 132.
Hernández, op. cit., pág. 47.
112
Enrich, Historia contemporánea, pág. 43.
113
Arenas, op. cit. pág. 135, donde incluso señala los nombres de los que allí vivían.
114
Cf. Pérez, passim págs. 432-470.
115
Enrich, op. cit. pág. 45.
111
51
Previsto de antemano ese hecho, los Superiores habían dispuesto que los jesuitas
pasaran a Bolivia o al Brasil, en caso de no poder quedar en punto alguno de la
Confederación Argentina.116
Llegada a Chile de jesuitas expulsados de Argentina
Desde San Juan de Cuyo, algunos jesuitas llegaron a Valparaíso el 1 de abril de
ese mismo año 1848, para seguir a Montevideo, vía Cabo de Hornos. Eran el
Padre Ildefonso José de la Peña, el Padre Juan de Mata Macarrón y cinco
estudiantes. Poco después llegó el P. José Clos, con un estudiante y un Hermano.
Todos ellos fueron hospedados por la comunidad de los Sagrados Corazones.117
El P. Ildefonso de la Peña s.j. era mexicano y había entrado a la Compañía a los
18 años de edad en su patria en el año 1816 al ser allí restablecidos los jesuitas.
Recibió la ordenación sacerdotal en 1821, pero ese mismo año debió
secularizarse por Decreto promulgado en México. En 1825 había pasado a Roma
para volver a entrar en la Compañía. En 1838 había sido enviado a unirse a los
misioneros que el P. Mariano Berdugo dirigía en la Misión del Río de la Plata.
Había trabajado en Córdoba, Catamarca y San Juan de Cuyo, en la República
Argentina.118
Como el viaje a Montevideo podía atrasarse al no encontrar barcos, el P.
Ildefonso de la Peña escribió a Santiago pidiendo las licencias necesarias para
poder celebrar la Eucaristía y el Sacramento de la Confesión. Estas licencias
fueron concedidas de inmediato por el Arzobispo Valdivieso quien le hizo llegar
una invitación muy cordial, a través del Secretario del Arzobispado, don José
Hipólito Salas, para viajar a Santiago. El P. De la Peña contestó que iría si el
embarque le daba tiempo. Y el Arzobispo volvió a escribirle, rogándole
urgentemente esta vez que tuviera la bondad de dar los Ejercicios Espirituales de
Semana Santa en la Casa de San José en Santiago, dada la enfermedad repentina
de Monseñor Alejo Eyzaguirre que debía comenzarlos. El P. de la Peña salió de
Valparaíso y llegó a Santiago el 15 de abril. Monseñor Valdivieso lo recibió
cariñosamente y le pidió quedarse un tiempo en Santiago para dar otros
Ejercicios y algunas misiones en la zona rural al norte de la ciudad. Aconsejó el
Arzobispo que, si de todas maneras los jesuitas iban a embarcarse hacia
Montevideo, lo hicieran pasado el invierno.119
Confidencialmente le indicó que deseaba la venida de otros jesuitas para iniciar
un Colegio en Santiago. Así lo contó el P. De la Peña en una carta:
“El Sr. Arzobispo me visitó confidencialmente, y me dijo que debía venir a
Santiago un número de los Nuestros idóneos para abrir un Colegio; en lo que
no hallaríamos obstáculo”.120
116
Id., pág. 45.
Correa, Valdivia, pág. 40; Cf. Arenas, op. cit., págs. 135-137; Cf. Enrich, op. cit., págs. 45-46.
118
Tampe, En la Huella de San Ignacio, pág. 101 Cf. Martín y Manero, op. cit. t 2, pág. 111 y ss.
119
Cf. Arenas, op. cit., págs. 137 y 138, Hernández, op. cit., pág. 61.
120
Arenas, op. cit., pág. 138.
117
52
En una Consulta tenida en Valparaíso entre el P. De la Peña con el P. Juan de
Mata y el P. José Clos, se determinó que se quedarían en Chile el P. Ildefonso de
la Peña y el Hno. Antonio Domingo; los estudiantes jesuitas debían embarcarse
para seguir sus estudios:
“Se resolvió que sólo yo me quedase y el Hermano Domingo hasta recibir
órdenes de Nuestro Padre u otro Superior inmediato; contentando así, de algún
modo, las insinuaciones de Su Ilustrísima, y manteniendo viva la impresión
favorable de nuestra presencia y débiles fatigas habían causado en los
personales indicados”.
Se comunicó esta resolución al Arzobispo quien manifestó mucha complacencia,
indicando al P. De la Peña que podía iniciar las misiones de la zona de
Aconcagua.121
Proyectos del Sr. Arzobispo de Santiago
Con los jesuitas que viajaron a Montevideo el 25 de mayo de 1848, Monseñor
Rafael Valentín Valdivieso envió una carta al P. Mariano Berdugo s.j., el
antiguo Viceprovincial en América latina con quien había proyectado tantas
veces el restablecimiento de la Compañía de Jesús en Chile.
Le decía:
“Nadie puede impedir que se establezca un Colegio para educar jóvenes y que
sea dirigido por los Padres de la Compañía de Jesús en calidad de institutores
Son muchas las personas que asían tener maestros de confianza a quienes fiar
sus hijos, porque conocen ya que en los otros colegios la instrucción científica
casi se lleva toda la atención, prestándose muy poca a la educación moral o
formación del corazón. Sería, pues, mirado como un hallazgo el establecimiento
de una casa de enseñanza en que el Director y maestros fueran Padres
acreditados de la Compañía de Jesús. A la sombra del Colegio, podrían venir
operarios activos para las demás funciones del ministerio, y sin estrépito,
tendríamos instalada la Compañía. No me parece aventurar cuando digo a
Vuestra Reverencia que pasarán pocos años de permanencia en el Colegio para
hacerla pedir la instalación legal de la Compañía”.122
El Padre Mariano Berdugo respondió al Arzobispo, agradeciendo su
preocupación e indicando que, a su juicio, ésta parecía ser la mejor manera para
lograr algo estable en Chile. Y prometió informar de inmediato a los Superiores
en Roma.
Aprobación de la Curia Generalicia de la Compañía de Jesús
El Padre Asistente de España, de quien dependían las Misiones de América
Latina, residía a la sazón en Marsella, y recibió la carta del P. Mariano Berdugo
s.j. sólo el 6 de febrero de 1849. Pero conocía los proyectos del Arzobispo,
Monseñor Rafael Valentín Valdivieso, gracias a cartas del P. Ildefonso de la
121
122
Id., págs. 138 y 139; Cf. Pérez, op. cit., págs. 476 y 477.
Arenas, op. cit., pág. 139.
53
Peña s.j. y por copia de la carta al P. Berdugo, enviada al P. General por el
mismo Arzobispo.
De inmediato, junto con escribir al Arzobispo, se escribe una carta al P.
Bernardo Parés s.j., Superior de la Misión del Paraguay, con jurisdicción en
Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, para que se ponga en contacto con el
Arzobispo de Santiago, le agradezca la bondad que siempre ha dispensado a la
Compañía.
“Es muy conforme a las intenciones del Nuestro Padre General cuanto se haga
por secundar la idea que Su Ilustrísima ha tenido la bondad de sugerir, sin
pretender otra legalidad o reconocimiento de parte del Gobierno; pues no se ve
en ello inconveniente alguno, sino antes bien un principio de mayor libertad”.123
Reunión de algunos jesuitas en Chile
El P. Bernardo Parés s.j. cumplió lo que el P. General disponía, y confirmó al P.
Ildefonso de la Peña s.j. oficialmente en el cargo de Superior de los jesuitas que
irían llegando a Chile, los perseguidos de Argentina como los que se habían
refugiado en el sur de Bolivia. Y en virtud de este nombramiento, el P. de la
Peña decidió llamar a Santiago a los Padres José Francisco Ugarte s.j. y
Francisco Colldeforns s.j. que de San Juan de Cuyo habían pasado a Chile y en
Copiapó ejercitaban ministerios.
El P. José Francisco Ugarte s.j. fue el primero en llegar a Santiago, en febrero de
1849. Había nacido el 15 de abril de 1816 y había entrado en la Compañía a los
16 años en 1832. Los estudios de teología los había hecho en Buenos Aires y allí
se había ordenado
El P. Francisco Colldeforns s.j. sólo llegó en abril de 1849, por los compromisos
ya tomados para la Cuaresma. Había nacido el 31 de marzo de 1801 e ingresado
en la Compañía ya sacerdote a los 25 años de edad en 1826. Había llegado a
Buenos Aires en 1837.
Directamente, desde San Juan, también llegaron a Santiago, el mes de marzo de
1849, el P. Francisco de Paula Enrich s.j. y el H. Lorenzo Esteva s.j.124
El P. Francisco de Paula Enrich s.j. había nacido el 13 de agosto de 1817 y había
ingresado a la Compañía a los.15 años de edad en 1832. Los estudios de teología
los había hecho en Buenos Aires donde se había ordenado de sacerdote en 1843.
Cuando viajó a Chile, todavía no había hecho la Tercera Probación.
Mientras se reunían en Chile los jesuitas que formarían la nueva Misión de la
Compañía, el P. Ildefonso de la Peña continuaba sus ministerios de misiones en
las zonas que le señalaba el Arzobispo. Comenzó en la parroquia de Limache y
siguió, por la costa, en Capillas y sedes de las de Puchuncaví, La Ligua,
Quilimarí. Después pasó a la zona cordillerana, a Los Andes, San Felipe de
123
124
Cf. Id., págs. 141 y 142.
Enrich, op. cit., pág. 50.
54
Aconcagua, Putaendo, Petorca y Choapa. También estuvo en Quillota. En total
dio 19 Misiones y varios Cursos de Ejercicios.125
Parte III. Sección Chilena de la Misión del Paraguay
Capítulo I. El P. Ildefonso de la Peña s.j. Superior (1849-1852)
El P. Ildefonso de la Peña s.j. fue nombrado Superior en Chile el 2 de agosto de
1849.126
Una vez que el P. Ildefonso de la Peña s.j. recibió el nombramiento de Superior
con el encargo de reunir en Chile a los dispersos de Argentina, insistió en que se
trasladaran los jesuitas que habían ya conseguido instalarse en Bolivia. En Sucre
vivían en una Comunidad del Oratorio de San Felipe Neri los Padres José Fondá
e Ignacio Funes con el Hermano Gabriel Ramis. En Tarija se hallaban los Padres
Juan Gandásegui y Miguel Ignacio Landa, con el Hermano Manuel Nieto.
Varios de ellos, después de terminar algunos compromisos, se embarcaron en el
puerto de Cobija para llegar a Valparaíso el 25 de enero de 1850.127 Con ellos
también viajó el P. Mauricio Colldeforns, hermano menor del P. Francisco,
quien en Córdoba había permanecido desde 1841. Otros dos, el P. Ignacio Funes
y el H. Gabriel Ramis, llegarán a Valparaíso el 5 de junio de 1850. Sólo el P.
José Fonda quedó en Bolivia por compromisos ineludibles.128
El P. Juan Gandásegui s.j. había nacido el 27 de mayo de 1803 e ingresado a la
Compañía a los 20 años en 1823. Era sacerdote cuando llegó a Buenos Aires en
1837. Llegó a Valparaíso el 25 de enero de 1850.
El P. Miguel Ignacio Landa s.j. había nacido en Azpeitia el 23 de septiembre de
1813, e ingresado a la Compañía en 1829 a los 16 años de edad. Los estudios de
teología moral los había hecho en Buenos Aires y se había ordenado de
sacerdote durante la persecución en 1843. Había estado ya en Chile en la época
del primer ensayo de restablecimiento de la Compañía.129
El P. Mauricio Colldeforns s.j. había nacido el 4 de mayo de 1804 e ingresó a la
Compañía en 1819, a los 15 años de edad, siete años antes que su hermano.
Había viajado en 1838, ya sacerdote, a Buenos Aires.
El P. Ignacio Funes s.j. había nacido en Córdoba de Tucumán el 31 de julio de
1820, e ingresado a la Compañía el 19 de marzo de 1844.
No fue fácil reunirlos a todos en comunidad. Como Residencia interina en
Santiago aceptaron la Capilla de Zambrano, cerca de la Estación Central de
Ferrocarriles. Los llegados en enero de 1850 fueron hospedados allí. Dijo, poco
después, el P. Mauricio Colldeforns: “No hallamos más que dos piezas, que
juntas tenían tres catres, cuatro sillas y una mesa”.130
125
Id., pág. 47 y ss.
Hernández, op. cit., pág. 61.
127
Arenas, op. cit., pág. 149 y ss.
128
Id., op. cit., pág. 150.
129
Cf. Martín y Manero, op. cit., t. 2 pág. 117 y ss., donde se dan detalles de su vida.
130
Id., pág. 153.
126
55
El P. Ugarte había dado los Ejercicios en el Seminario de Santiago, y decidido
aceptar la invitación para quedarse viviendo allí, como Profesor de Gramática
latina.131
El P. Francisco Colldeforns había pasado a vivir en casa de un comerciante
español, educando a los hijos de éste.132
El P. Francisco de Paula Enrich s.j. había conseguido del Arzobispo de Santiago
encargarse como Capellán del Beaterio de Nta. Sra. Del Carmen, ubicado en la
ciudad de San Felipe. Allí vivía, como capellán, prelado delegado y Síndico,
desde junio de 1849. Allí hizo buena labor, pues restableció la caridad fraterna,
regularizó la situación de varias personas seglares que vivían con las Hermanas,
formalizó la disciplina religiosa y reanimó el espíritu religioso, elevando aquella
casa, fundada hacía 13 años, a la categoría de Monasterio de Nuestra Señora del
Carmen, estableciendo así la primera Casa de las Religiosas del Buen Pastor en
Chile.133 Este trabajo lo dio por terminado en octubre de 1850 para ir a Santiago
llamado, una y otra vez, por el P. De la Peña.134
Al fin, en marzo de 1850 el P. de la Peña reunió a los diez jesuitas en Chile (P.
de la Peña, P. Francisco Colldeforns, P. Mauricio Colldeforns, P. Ugarte, P.
Gandásegui, P. Enrich, P. Landa, H. Esteva, H. Domingo y H Nieto), a todos en
el Convento de San Francisco para los Ejercicios espirituales. Los hicieron junto
a 60 franciscanos, bajo la dirección del mismo P. De la Peña.135
Después de los Ejercicios, los Padres decidieron aceptar como Residencia jesuita
en la ciudad de Santiago la Casa del Refugio que, en la calle Lira, había hecho
construir el anterior Arzobispo de Santiago, Monseñor Manuel Vicuña Larraín,
como Casa para el clero, a quince cuadras, o sea a 1 km. y medio, al sureste de la
Plaza de Armas, y que el actual Arzobispo, Monseñor Rafael Valentín
Valdivieso Zañartu, ponía a disposición del P. de la Peña.
El 30 de marzo de 1850 el P. General Juan Felipe Roothaan s.j. nombró
nuevamente Superior de la Misión del Paraguay al P. Mariano Berdugo s.j. en
reemplazo del P. Bernardo Parés s.j.136
Santiago. Residencia de la calle Lira
Esta propiedad había pertenecido a Don Pedro Francisco Lira Argomedo, nieto
del Padre de la Patria Don José Gregorio Argomedo. En 1836 había adquirido la
chacra que él denominó “Lo Lira”, que comenzaba por el norte en la Cañada o
Alameda, y por el sur llegaba hasta el camino de Cintura, hoy Avenida Matta,
limitando así en toda su extensión la ciudad de Santiago por el lado oriente. Don
Pedro procedió a abrir calles en estos terrenos y donó varios de ellos a
instituciones religiosas y de beneficencia: al Convento de las Monjas Carmelitas
de San José, un terreno colindante con la propiedad de ellas; a las religiosas del
131
Enrich, op. cit., pág. 55.
Arenas, op. cit., pág. 151.
133
Enrich op. cit., pág. 56 y ss., donde da detalles de la marcha de ese Beaterio.
134
Id., pág. 57.
135
Cf. Arenas, op. cit., pág. 152; Cf. Pérez, op. cit., pág. 533.
136
Pérez, op. cit., pág. 504.
132
56
Sagrado Corazón, ubicado en la Avenida Portugal, uno al fondo de su terreno; al
Hospicio, un terreno que deslindaba con esa propiedad; y al Arzobispado de
Santiago, una manzana de terreno, con frente a la calle Lira, Santa Isabel y Santa
Victoria, abiertas por é, para Casa de Refugio de sacerdotes sin recursos.137
El 1 de mayo de 1850 pasaron entonces a vivir los jesuitas de Santiago a la Casa
del Refugio, transformándose así en la primera Residencia de la Compañía de
Jesús en Chile, después de la supresión. El primer Superior fue el P. Ildefonso de
la Peña s.j.
El P. Mauricio Colldeforns la describió así:
“Tenemos un claustro, enteramente cerrado de 50 varas cuadradas en el área
exterior del edificio: en los dos lienzos que habitamos hay seis cuartos grandes
y uno regular; en el tercero está el oratorio o capilla, y el cuarto no se piensa
habilitarlo aunque está techado”.
Y el P. Ildefonso de la Peña informó:
“Por ahora sólo la habitan el P. Mauricio, y los HH. Domingo y Ramis, pues
los PP. Gandásegui, Funes, y yo con el H. Esteva, andamos continuamente en
misiones y ejercicios, lejos de dicha residencia. Pero para el día de N. S. Padre
Ignacio procuraré nos hallemos allí reunidos”.138
El P. Francisco Colldeforns s.j. pasaba un momento de crisis y continuaba
viviendo en casa de un amigo español. El P. Ugarte seguía en el Seminario de
Santiago, y el P. Francisco Enrich seguía en San Felipe como Capellán del
Beaterio de Aconcagua.139
La ciudad de Santiago tenía en esa época 105 sacerdotes diocesanos y 172
religiosos. Los jesuitas tendrían el campo abierto de los Ejercicios Espirituales y
el de las misiones en los numerosos pueblos de la diócesis y en los campos,
donde se dejaba sentir la verdadera escasez del clero. Personas acaudaladas
habían señalado rentas para Misiones y Ejercicios y eran varias las Casas
establecidas para dar los Ejercicios.140 Y como entre los sacerdotes de la
diócesis, diocesanos y religiosos, no había un número suficiente y preparado
para este ministerio, el Arzobispo Valdivieso y los párrocos entregaron a los
jesuitas la tarea de darlos. En las Cartas Anuas, escritas por los jesuitas de ese
entonces a Roma, se habla de 16 Misiones importantes, sin contar las que dio el
P. de la Peña sólo en la arquidiócesis, que fueron 52, además de 34 corridas de
Ejercicios, todas de diez días. Estas cifras podrían aparecer inverosímiles a no
ser porque se sabe que correspondieron a todo el tiempo que el Padre vivió en
Chile y que algunas veces dio misiones simultáneas, en iglesias distintas y que
dirigió a veces dos corridas los mismos días.141
137
Alejandro Lira, Memorias, págs. 12 y 13.
Arenas, op. cit., pág. 153.
139
Id., pág. 154.
140
Cf. Pérez, op. cit., págs. 596 y 597.
141
Id., pág. 587.
138
57
Valparaíso. Residencia
En los inicios no tuvo otro Superior que el mismo P. Ildefonso de la Peña,
quien a su vez era el Superior de todos los jesuitas residentes en Chile.
El P. Ildefonso de la Peña s.j. continuaba con su ministerio preferido de dar
misiones y ejercicios. Y como varias veces lo debió hacer en Valparaíso y sus
alrededores, pensó que podría establecer allí una Residencia estable de la
Compañía. La ciudad le parecía muy apropiada, porque el puerto debería ser
normalmente el lugar de llegada de los que vinieran a la Misión de la
Compañía en Chile, y convendría tener allí un Procurador jesuita que pudiera
encargarse de las comunicaciones con Europa. Además el puerto de
Valparaíso tenía mucho menos clero que Santiago, y habría suficiente trabajo
para la comunidad.142
Sin contar con la total aprobación del Arzobispo Valdivieso, según carta del P.
Juan Gandásegui al P. Mariano Berdugo, ni ser del agrado de los jesuitas, el
Padre Ildefonso alquiló, en el sector conocido con el nombre “La Rinconada”
una casa bastante capaz y con una huerta. Dejó el patio principal para los
ejercitantes, otro más pequeño para la cocina y demás oficinas, y las piezas
que daban a la calle para habitaciones de los religiosos, dejando la principal
pieza para Capilla, estableciendo la clausura religiosa. Aisló unas piezas para
los sacerdotes, estableció clausura, y dejó lo restante para los ejercitantes. Y
en octubre de 1850 destinó a esa Casa a los Padres Miguel Ignacio Landa y
Francisco Enrich con el Hermano Manuel Nieto.143
En un momento el P. Ildefonso de la Peña s.j. quiso comprar para la Compañía
esa casa de La Rinconada. Y para ello entabló conversaciones con el dueño de
ella, don Matías Cousiño, quien convino en venderla en siete mil pesos,
traspasando legalmente la propiedad al ser completada esa cantidad. Pero los
otros Padres pensaron que las facultades del P. de la Peña no se extendían a
ello, por no estar aprobado de un modo formal el restablecimiento de la
Compañía en Chile. Y, por ello, el contrato no se realizó.144
Al mimo tiempo, el P. de la Peña había iniciado conversaciones con don José
Vicente Larraín Espinosa sobre una propiedad que él y su cuñado, don
Domingo Torres, tenían en el puerto, donde habían iniciado la edificación de
una capilla para entregarla a una Congregación religiosa que la pudiera
atender en forma permanente. El terreno estaba situado en los faldeos del cerro
Barón, al otro lado del estero de las Delicias.
El Pbro. Martín Manero, en su Historia eclesiástica de Valparaíso escribió:
“El estero era por aquel tiempo un barrio miserable de Valparaíso, ocupado
por ranchos muy pobres y casuchas de mala muerte, o corralones para las
tropas de mulas y carretas que hacían el tráfico a la Capital. Tres cuadras de
reducidas habitaciones que estaban edificadas con alguna simetría, se las
142
Arenas, op. cit., pág. 155; Cf. Historia Domus Valparaíso, pág. 3.
Cf. id., pág. 155; Cf. Martín y Manero, op. cit., t. 2, pág. 115; Cf. Pérez, op. cit. pág. 538; Cf. Enrich, op.
cit. pág. 67.
144
Historia Domus Valparaíso, pág. 10.
143
58
denominaba los cuartos del diablo, por la clase de gentes que la habitaban,
que no era otra que la plaga de harpías, que desde un principio siempre fue la
desgracia de este Puerto. Naturalmente el estero estaba sin pretiles, las calles
sin empedrar; en el verano eran un arenal abrasador, y en el invierno unos
lodazales intransitables (...) La vecindad era tal, que ninguna persona decente
se atrevía a vivir en aquel barrio, y las que por necesidad vivían, por tener
allí sus propiedades, tenían que cerrar sus puertas al anochecer, por las casas
de juegos y embriaguez, donde se juntaban los carreteros, arrieros,
pescadores y demás chusma de advenedizos. En los días de fiesta, era preciso,
para guardar el orden, que el Jefe de policía se estableciera en aquella parte
con treinta o cuarenta soldados, y aun así, raro era el día en que no hubiera
peleas y muertes. Ninguna señora, que en algo se estimara podía en esa fecha
cruzar el estero, ni andar por esos lugares. Esta inmoralidad era la causa por
la que los señores Torres y Larraín se decidían a edificar la iglesia”.145
Al P. de la Peña, sin embargo, le interesó la propiedad, porque así podría tener
una Residencia e iglesia propias. Al P. General de la Compañía de Jesús
subrayó sólo las ventajas del terreno:
“Es el mejor de Valparaíso y junto a él hay mucha población, y ésta se
multiplica cada día extraordinariamente” De las desventajas sólo señaló que
“está un poco distante del centro de la ciudad”.146
Desde Roma, el P. General respondió dejando la decisión en manos del P.
Mariano Berdugo s.j., Superior de la Misión del Paraguay, en cuya
jurisdicción quedaban los jesuitas de Chile. Se señalaron los inconvenientes al
obligarse a construir tres edificios como también la carga de Misas que los
donantes imponían.147
A pesar de estos inconvenientes, al fin el P. de la Peña aceptó la donación de
los señores Larraín y Torres. De inmediato se hicieron los planos para dar
término a la iglesia ya empezada, y para los otros edificios. En todo esto
trabajó con dedicación y eficacia el P. Francisco de Paula Enrich s.j. La iglesia
quedó de 44 varas de largo, por 16 de ancho, dividida en tres naves. Se trabajó
en terraplenar la calle, con la misma tierra que se sacaba del cerro. Las
excavaciones proporcionaron piedra y tierra, la cual fue a propósito para los
cimientos y para fabricar ladrillos y adobes.148
En la Residencia, en la casa de La Rinconada, la actividad apostólica continuó
desarrollándose en la forma inicial ordenada por el P. de la Peña. Él era el
motor principal de esa actividad, pues prácticamente jamás rechazó una
petición de misiones o ejercicios. En casi todas las cartas que se escribieron a
Roma, se habla de este celo del Superior; y en casi todas ellas hay quejas por
considerarlo excesivo.
145
Martín y Manero, op. cit., t 2, págs.125 y 126.; Cf. Pérez, op. cit., pág. 579; Cf. Enrich, op. cit., pág. 98;
Cf. Hist. Domus Valp., pág. 16.
146
Arenas, op. cit., pág. 155.
147
Id., pág. 156.
148
Pérez, op. cit., pág. 579.
59
El P. Mauricio Colldeforms escribió: “El celo del P. Peña es muy extenso. El
principio de decir sí, omni petenti, temo que aburrirá a varios y pronto se
cansarán. El P. Juan Gandásegui y el P. Ignacio Funes, que es un joven de
bastante solidez y constancia, apenas han pasado un día desde su llegada de
Bolivia que no hayan predicado. Poco podré decir de lo que aquí ocurre,
porque la mayor parte del tiempo la he empleado en las misiones del campo
(...) en Calera de Tango, en Santa Ana, (...) ejercicios en la Casa de San José,
en el Convento de las Monjas Rosas. Pasado el jubileo abrí la misión de
Yungay (arrabal de Santiago), después fui al norte”.
El P. Juan de Gandásegui escribió a su vez: “Desde que llegamos a esta
República el 25 de enero de 1850 no hemos cesado de trabajar con el mayor
tesón. De modo que podemos contar, entre misiones y ejercicios, en los
pueblos y los campos, cerca de 26 fuera de los sermones y pláticas a monjas i
al pueblo, que no han sido pocos. El confesionario en las misiones corría
desde las 6 de la mañana hasta las 11 u 11 1/2 de la noche”.
El P. Enrich agregó: “Nuestro Superior es celoso y trabajador, pero muy
atropellado y emprendedor, de modo que todos tememos sus pasos. (...) De
continuo mantiene dos o tres misiones rurales; el fruto es mucho pero no todos
pueden con tanto trabajo. El P. Gandásegui y el P. Funes, desde que vinieron
en enero pasado, hasta Navidades, tal vez no hayan pasado diez días sin
predicar, y eso que el P. Funes es joven y con bien pocos estudios. (...) Este
continuo movimiento tal vez será conveniente para dar a conocer a la
Compañía y merecer estimación pública, pero no lo será para el cuerpo ni para
el alma”.
La concordancia de testimonios parece demostrar que no hay exageraciones.
Al pretender el P. de la Peña que todos sus compañeros llevaran el mismo
ritmo de vida y trabajo que él, corría el riesgo de quebrar a algunos y de hacer
fracasar la vida de la Compañía en Chile.149
Necesidad de cambio de Superior en Chile
Todas las cartas que se enviaban desde Chile a los Superiores de la Compañía
de Jesús en Roma parecían mostrar que la Misión en Chile difícilmente
prosperaría teniendo al P. de la Peña como a Superior.
El mismo Arzobispo se sintió obligado a escribir una carta el 8 de mayo de
1851 al P. Mariano Berdugo: “(...) Los Superiores deben proveer de pronto
remedio a los males de acá. Yo me creo obligado a poner en conocimiento de
Vuestra Reverencia los motivos por juzgo que este remedio es urgente, y que
su tardanza pudiera ocasionar males graves a la Compañía. Ya Vuestra
Reverencia conoce el carácter del R. P. de la Peña, y que su celo (que pudiera
llamarse excesivo) lo tiene en una actividad que él solo puede resistir (...) La
Residencia de Santiago tiene mucho que hacer y rara vez tiene el P. Mauricio
más de un compañero sacerdote. En Valparaíso quiere sostener una Casa de
Ejercicios en gran actividad. (...) A estos trabajos se junta una agitación y
movimiento en todos los sujetos, que no les permite sentar pie en cosa alguna.
149
Arenas, op. cit., pág. 157-161.
60
El hecho es que al haberles dicho el R. P. de la Peña a los Padres que yo soy
su consultor por recomendación del R. P. General, éstos me han hecho algunas
manifestaciones de confianza, y juzgo que las cosas como van no pueden
subsistir. Yo, aunque quisiera moderar al R. P. de la Peña, tengo muy pocas
ocasiones de verlo, y juzgo muy difícil llegar a influir sobre él de modo que lo
haga cambiar...".150
El P. Mariano Berdugo s.j. era de la misma opinión que el arzobispo. Pero no
encontraba quién pudiera reemplazar al P. Ildefonso de la Peña. En Chile no
creía encontrar alguno. Pues el P. Francisco Colldeforms con sus temores y
crisis personal seguía en una relación poco clara con la Compañía: del
Beaterio de San Felipe había pasado al Seminario de Santiago, y a los pocos
meses había sido nombrado Rector interino por viaje del titular. El P. Miguel
Ignacio Landa era hombre enfermo, aquejado por una gran hernia, y no tenía
grandes estudios. El P. Juan Gandásegui era de genio recio, y parecía de no
muchos alcances prácticos. El P. Mauricio Colldeforms era más para Prefecto
de espíritu que para mandar. Los otros tres, Ignacio Funes, José Ugarte,
Francisco Enrich, no habían terminado la formación en la Compañía. Pensaba
que sólo el P. José Fondá s.j., antiguo Superior en Córdoba y operario en
Sucre, pero destinado a Chile, podría serlo. Sin embargo, el anterior Superior
de la Misión, el P. Bernardo Parés s.j., había informado que no debía ocupar
cargos de gobierno.151
El P. José Fondá s.j. sólo en junio de 1851 pudo dejar Sucre, libre de los
compromisos que lo había obligado a quedar allí. Llegó a Santiago el 7 de
julio de 1851.152
Movido por estas razones, el P. Mariano Berdugo s.j. decidió nombrar
Superior de todos los jesuitas residentes en Chile al P. José Fondá s.j.
firmando el nombramiento el 25 de diciembre de 1851. Lo envió directamente
al Arzobispo de Santiago por no conocer exactamente el sitio donde podría
estar el P. de la Peña. Este nombramiento llegó a manos de Monseñor
Valdivieso el 22 de marzo de 1852. La Comunidad estaba en Valparaíso, en
Ejercicios, con excepción del mismo P. Fondá que en las Termas de Colina
pasaba algunos días. La carta del P. Berdugo decía al arzobispo que el
nombramiento se hacía “mientras los Superiores Mayores no dispusieran otra
cosa”.153
Capítulo II. El P. José Fondá s.j. Superior transitorio en Chile (1852)
El P. José Fondá s.j. fue nombrado Superior en Chile el 25 de diciembre de
1851.
El nombramiento del P. José Fondá s.j. fue bien recibido por todos. Casi todos
recordaban los años que había sido Superior en Córdoba del Tucumán. Sin
embargo, él no recibió con agrado el cargo: no se acostumbraba en Chile y
150
Pérez, op. cit., pág. 564.
Cf. Arenas, op. cit., págs. 162 y 163.
152
Id., op. cit. pág. 162: Cf. Hernández, op. cit., pág. 62.
153
Arenas, op. cit., pág. 163.
151
61
creía que, si volvía a Bolivia, podría allí trabajar por el restablecimiento de la
Compañía en ese país.154
Pero a los pocos días de haberse publicado la designación del P. Fondá, llegó a
Chile la comunicación de Roma, anunciando que el P. General había
nombrado Superior en Chile al P. Bernardo Parés s.j., quien dejaba las
misiones entre los indios bugres del Brasil. Pero iba a demorarse un tiempo en
viajar a Chile.
El Padre Fondá fijó su residencia en Santiago y nombró al P. de la Peña
Superior de la Residencia de Valparaíso, porque nadie mejor que él sería
capaz de llevar adelante la difícil empresa de la nueva iglesia y Residencia.155
Decidió moderar el trabajo de los jesuitas. Y al regresar de Concepción y
Arauco los PP. Gandásegui, Ugarte y Enrich, los dejó en Valparaíso.156
Bendición de la iglesia de Valparaíso
El P. Francisco Enrich s.j., testigo ocular, escribió:
“El 31 de julio de 1852, en la festividad de San Ignacio, fue bendecida la
nueva iglesia de la Residencia de Valparaíso, dedicándola al Santo Nombre
de Jesús. A las diez de la mañana se celebró la misa de Nuestro Santo Padre
Ignacio a toda orquesta y con mucha solemnidad asistiendo de semi pontifical
el Ilustrísimo señor Obispo de Concepción, don Diego Antonio Elizondo y
Prado, las comunidades religiosas, muchos caballeros y cuanto pueblo cupo
en el recinto. El Padre José Fondá hizo el panegírico. Por la tarde cantamos
vísperas, también con orquesta y dimos principios a una misión.
Por estar en sus principios el claustro contiguo a la iglesia que había de
servir para habitación de los nuestros, volvimos a la Rinconada, donde hasta
el 26 de octubre de aquel año se continuaron los ministerios. Ese día se
habilitó la nueva Residencia.
En dos años y medio que la Compañía tuvo la Casa de la Rinconada se dieron
40 corridas de Ejercicios de 10 días cada una, en que los hicieron 1.885
hombres y 1.305 mujeres”.157
Insistencias por un Superior definitivo
A los tres meses de su nombramiento como Superior, el 30 de junio de 1852, el
P. José Fondá, junto con informar del estado de la Misión jesuita en Chile,
decidió insistir ante el Asistente del P. General en la necesidad de hacer efectivo
el nombramiento del P. Bernardo Parés s.j. que ya se había anunciado.
154
Id., pág. 164; Cf. Pérez, op. cit., pág. 580; Cf. Enrich, op. cit., pág. 94 y ss.
Pérez, op. cit., pág. 580; Cf. Hist. Domus Valparaíso, pág. 15.
156
Enrich, op. cit. págs. 87-93, donde da detalles de esas misiones.
157
Id., pág. 99; Cf. Hist. Domus Valparaíso, p. 15 donde hay una descripción de la iglesia y en p. 17 de la
bendición.
155
62
“Si usted me permite hablarle con toda confianza, le diré que conviene que lleve
adelante la resolución de mandar aquí de Superior al P. Parés. Y en esto,
quizás, convendría que usted obrara independientemente del P. Berdugo, pues
es fácil que él quiera retener en Brasil a una persona que le podría ser tan útil.
En esta República es del todo necesario:
1. Porque Chile, por su civilización, por su piedad ilustrada, y por su clero
lleno de sabiduría y celo, es un teatro demasiado grande para mí, y requiere
un hombre que reúna otras prendas y otros talentos.
2. Porque el P. Parés, por sus luces, prudencia y amabilidad, arrastra todo
prestigio de parte de los Nuestros, y lo creo el único capaz, en las presentes
circunstancias, para ir reparando suavemente la falta de espíritu que
generalmente se nota en nosotros, debida, en gran parte, a la triste
dispersión de que hemos sido víctimas. Esta capacidad no se encuentra en
mí, y tampoco en ninguno de los que aquí se hallan”.
Su juicio sobre la situación jurídica de la Misión es claro, y parece haber sido
conversada con el Arzobispo de Santiago:
“Aquí la Compañía no está legalmente admitida y es muy probable que nunca
lo estará, y creo que esto es lo mejor. Así opinan todos, pues de este modo
podemos ejercitar los ministerios con más libertad e independencia (...)
Algunos de nuestros amigos han hecho tentativas para que se nos restituya
alguna de nuestras antiguas Casas, pero se han presentado obstáculos
insuperables. Sólo han logrado abrir una suscripción encabezada por el
Señor Arzobispo (...) para comprar un terreno cercano a nuestro antiguo
Noviciado de San Francisco de Borja, edificar allí un local y servirnos de la
iglesia, pues el edificio se ha convertido en hospital de mujeres. Hasta ahora
no puedo sacar nada en limpio por más diligencias que hago”.
Termina con un juicio muy favorable para el futuro:
“De todos modos yo creo que no nos conviene abandonar la República de
Chile, por la estabilidad que ella promete. Y como el buen orden se va cada
día arraigando más, podemos temer menos hostilidades que en otras partes.
Enemigos no faltan, pero hay también amigos, y el clero, en su generalidad,
nos aprecia”.158
Ya antes de este informe, el P. General Juan Felipe Roothaan s.j. había
decidido que el P. Mariano Berdugo consultara al P. Juan Coris s.j., quien
había sido compañero en Buenos Aires de todos los residentes en Chile y era
ahora Superior de la principal Casa en el Brasil. También le pidió que
conversara con el mismo P. Bernardo Parés.
La respuesta del P. Berdugo a Roma fue clara: “(...) Irá el P. Parés de Porto
Alegre a Corrientes, y al pie de los Andes, a esperar allí poder pasar la
cordillera”.159
158
159
Arenas, op. cit., pág. 166.
Id., pág. 167.
63
El P. Bernardo Parés s.j. Visitador en Chile
El P. Francisco de Paula Enrich s.j., quien conocía bien al nuevo Visitador,
escribió en su Historia contemporánea de la Compañía de Jesús en Chile:
“Difícil habría sido encontrar otro con mejores antecedentes para esta
comisión. Todos los Padres y hermanos de ésta teníamos gran opinión de su
talento, saber y energía. Todos lo amábamos y respetábamos por haber sido
nuestro Rector en Buenos Aires. Todos lo creíamos muy a propósito para
remediar los pequeños males que nos aquejaban, y para formalizar nuestro
restablecimiento en este país de un modo regular y permanente. Por lo mismo
la noticia de su nombramiento nos consoló y avivó el deseo de que llegara
cuanto antes.
Pero temiendo lo mucho que se mareaba viajando por mar, emprendió el viaje
por tierra, desde Porto Alegre, ciudad (...) del Brasil, junto con el P. Manuel
Martos que le fue dado por compañero.
Medio año tardó en esta travesía de 600 leguas y por largas paradas que hizo
en Mendoza, San Luis de la Punta, el Morro y otros puntos. (...) llegó a
Santiago el 22 de diciembre de 1852.
Los Nuestros de Santiago, de la calle Lira, fueron los primeros que recibieron
al Padre Visitador con singular contento y filial agasajo. Empero, al darle el
abrazo reconocieron que llegaba demasiado prevenido.
Esta visita no se hacía simplemente en virtud de lo prescrito en nuestro
Instituto, sino también a consecuencia de las diversas cartas escritas desde
ésta a los Superiores Mayores”.160
El P. Parés venía con Instrucciones precisas dadas por el P. Mariano Berdugo.
En ellas le insistía que debía escuchar “a cada uno en particular todo el
tiempo, y todas las veces, que quiera y desee”. “Y esto no tanto para reprobar
lo que usted halle de reprensible por lo pasado, cuanto para tener un
conocimiento exacto de la persona y para dirigirla en adelante. Pues se
pretende remediar lo que sea posible, y promover el bien en espíritu de paz,
conciliación y confianza”.
Y después de tomar la cuenta de conciencia a cada uno, según el modo propio
de la Compañía, le recomienda que todos juntos hagan los Ejercicios
Espirituales bajo la dirección del Visitador. Recomienda que “cada uno, según
el punto de perfección en que se halle, se ejercite diariamente, durante todo el
año, en los Ejercicios del modo que enseña N.S.P. en la anotación 19”.
Sobre las Residencias, el P. Berdugo indica que sería mejor reducirse a una
sola, pero bajo la mirada del Arzobispo “con quien quisiera que nos
160
Enrich, op. cit. pág. 104 y ss.
64
entendiéramos, más bien que con el Gobierno directamente, en el sentido que
de palabra comuniqué con usted”.161
Inicio y ejecución de la visita del P. Bernardo Parés s.j.
“Ocho días demoró en Santiago para informarse del estado de los Nuestros y
determinar en qué forma le convendría iniciar la Visita.
Y para ello decidió que todos nos fuéramos, Padres y Hermanos, menos uno
que quedó en Santiago con el P. Manuel Martos, a nuestra Casa de
Valparaíso. Allí, en la Casa nueva aún inconclusa, el 2 de enero de 1853, con
un triduo y cada día media hora de oración ante el Santísimo expuesto
empezó la Visita.162
En Chile nos hallábamos a la sazón nueve Padres y cuatro Hermanos. Y el
Padre Visitador, después de habernos tomado cuenta de conciencia a todos y
conversado familiarmente, en privado y en público, con unos y otros, para
formarse una idea cabal del estado de la Compañía y de los jesuitas en este
país, comenzó a determinar las materias que convendría discutir y trabajar.
1. ¿Convendría renunciar a los estipendios, que suelen darse por sermones,
Misas y otros ministerios, y mantenerse de limosnas?
La resolución fue negativa, aunque varios opinaron por la afirmativa. La
ley de la República prohibía pedir limosna sin previo permiso de la
autoridad civil, permiso que podíamos reclamar por no estar reconocida la
Compañía.
2. ¿Convendría mantener las dos Residencias, las de Santiago y Valparaíso?
La respuesta fue afirmativa, por unanimidad de votos. Sólo el Visitador se
inclinó a la negativa, en razón de la dificultad de mantener la de
Valparaíso.
3. ¿Estas Residencias deben considerarse como Casas independientes o como
una sola sujeta a un Superior común?
Se resolvió que fueran Casas independientes, para el mejor gobierno de
ellas.
4. ¿Deberá tener cada una su Procura aparte, o deberán tener una Procura
común?
Se determinó lo segundo. No faltaron los que se opusieron a esa
mancomunidad, pero el Superior podría recoger en la Caja de la Sección
lo sobrante de las Residencias.
5. ¿Convendría abrir un Colegio?
161
162
Arenas, op. cit., pág. 169 y ss., donde se dan detalles sobre otros puntos de estas Instrucciones.
Hist. Domus Valparaíso, pág. 5 y ss., donde se da una versión detallada de esta Visita.
65
La respuesta fue negativa, por no bastar el número y cualidad de las
personas. El Visitador pareció convencido y postergó toda decisión.
6. ¿Convendría continuar con las misiones rurales?
La respuesta fue afirmativa, en razón del mucho bien que se hacía en las
almas.
Después otros puntos relacionados con las costumbres que se habían ido
adoptando en el país, como lo relacionado con el mate, el confesar a mujeres
de noche, el modo de dar las misiones, las disciplinas públicas como
distribución, etc.
Un punto muy debatido fue la terminación de la Casa de Ejercicios, iniciada y
a punto de terminarse la construcción. El P. Visitador y algunos pensaban
que podíamos ser tenidos por negociantes en razón del estipendio que se
cobraba a los ejercitantes, por la dificultad de guardar la delicadeza,
especialmente al admitir en ella a mujeres, por el peligro de tener que sujetar
la Casa a la visita de Obispo diocesano, por no estar determinado esto en la
Compañía. El Visitador no se atrevió a prohibirla, pero determinó suspender
su funcionamiento hasta esperar el parecer del General de la Compañía.
Terminadas las mencionadas conferencias, se dio por concluida la Visita de
la Sección en general, y se procedió a la Visita de cada una de las dos Casas
en particular.
En la de Valparaíso no halló cosa notable que corregir, pero sí ciertos
excesos de piedad y celo. Aprobó las distribuciones en la iglesia, limitando
gastos en orquestas y adornos. Ordenó suspender las obras de la construcción
de la Casa sin advertir en las pérdidas y daños que eso ocasionaría: había
maderas acopiadas y otros materiales que se echarían a perder, como
también parte de los edificios al quedar sin reboques y conductos para las
aguas de lluvia. El claustro para la habitación de los Nuestros estaba
concluido. El de los ejercitantes estaba más atrasado.
En Santiago, prohibió los libros, peculio y todo lo particular que algunos de
nosotros habíamos traído desde la dispersión, y ordenó que todo pasara a un
fondo común. Dio algunas normas sobre las confesiones en nuestra iglesia,
sin permitir que se continuaran después de las nueve de la noche, ni siquiera
en las grandes festividades. Dispuso que los tres Padres que no habíamos
terminado la formación, a saber los PP. Ugarte, Enrich y Funes, saliéramos a
confesar en la iglesia tan sólo los jueves y domingos, para que pudiéramos
repasar nuestros estudios de filosofía y teología y así prepararnos para el
examen de gradum”.163
Capítulo III. El P. Bernardo Parés s.j. Superior en Chile (1853-1858)
163
Enrich, op. cit., págs. 106-115; Cf. Hist. Domus Valparaíso, págs. 23 y 24, donde hay detalles de la Visita
a Valparaíso.
66
Terminada la Visita, al comenzar la Cuaresma, el P. Bernardo Parés s.j., como
Superior de toda esta Sección de la Misión del Paraguay, se trasladó a Santiago
donde estableció su residencia.
Había en Chile al iniciar el año 1853, contando al P. Parés y a su compañero el
P. Martos, 15 jesuitas: 11 sacerdotes y 4 Hermanos.
El P. Bernardo Parés s.j. había nacido en Vich, España en 1803. En el
Seminario de su ciudad natal había estudiado letras, y filosofía. Ingresó a la
Compañía el 1 de octubre de 1822, a los 19 años de edad, en el Noviciado de
Madrid. Aun no concluido el tiempo del noviciado, había sido destinado a
enseñar humanidades y filosofía al Colegio de Montesión en Palma de
Mallorca. Previo el estudio básico de teología, fue ordenado sacerdote el 1 de
marzo de 1828, y entre los años 1831 y 1834 estudió la teología escolástica en
el Colegio Imperial de Madrid. En 1835 era Director espiritual en el
Convictorio de Nobles en Madrid y Director de la Congregación Mariana.
Expulsados los jesuitas de España, el P. Parés se embarcó para Buenos Aires
el 3 de febrero de 1837, y a mediados de ese mismo año fue nombrado Rector
del Colegio San Ignacio que recién se fundaba. Junto al Colegio, los jesuitas
habían recibido también la gran iglesia San Ignacio que había pertenecido a la
Compañía antes de la expulsión en 1767. El Gobernador de Buenos Aires, don
Juan Manuel de Rozas que había llamado y recibido a los jesuitas, él mismo
los obligó a dispersarse en 1843. El P. Parés estuvo dando misiones en Entre
Ríos, Corrientes, Río Grande en Brasil, y en Asunción del Paraguay. En 1845
el P. General Juan Felipe Roothaan lo nombró Superior de toda la Misión del
Paraguay, con jurisdicción en Brasil, Uruguay, Paraguay, Confederación
argentina y Chile. En este cargo estuvo hasta el año 1850, pasando después a
organizar misiones indígenas en Brasil. El P. General Juan Felipe Roothaan lo
destinó en 1852 a Chile como Visitador y Superior de la Sección chilena de la
Misión del Paraguay.164
El P. Manuel Martos s.j. tenía 39 años cuando llegó a Chile. Al igual que los
PP. Francisco Enrich y José Ugarte, había sido destinado a la Misión
Bonaerense siendo estudiante, y había hecho la teología en Buenos Aires. Era
sacerdote cuando salió expulsado de allí. Fue destinado a Porto Alegre en el
Brasil. En 1845 pasó a Asunción del Paraguay cuando su antiguo Rector, el P.
Bernardo Parés, creía posible restaurar la Compañía de Jesús en el país. De
regreso en Porto Alegre, trabajaba allí como misionero, y había sido Superior
de esa Casa durante tres años.165
Ministerios en las dos Residencias
El P. Bernardo Parés nombró Superior en la Residencia de Valparaíso al P.
José Fondá s.j. El P. Enrich dice en su obra que este nombramiento lo hizo
para evitar que en Santiago tomara incremento un desacuerdo suscitado entre
ambos.166 El P. de la Peña quedaba como operario. Los ministerios de los
Padres fueron los acostumbrados: atención de la iglesia y sus confesiones,
164
Tampe, op. cit., pág. 103.
Arenas, op. cit., pág. 174; Cf. Pérez, op. cit., pág. 424 y ss.
166
Enrich, op. cit., pág. 116.
165
67
novenas del Sagrado Corazón y de San Ignacio, sermones en la iglesia Matriz,
de Nuestra Señora de la Merced, de Nuestra Señora del Tránsito en San
Agustín y en otras iglesias de la ciudad, Ejercicios a los Padres de los
Sagrados Corazones, etc.167
En Santiago, el P. Parés mantuvo el ritmo que siempre había mantenido la
Residencia y la iglesia de la calle Lira. Mantuvo una relación muy estrecha
con el Señor Arzobispo y el clero de Santiago.
Después de la muerte del obispo de Concepción, don Diego Antonio Elizondo
y Prado, el 5 de octubre de 1852, el gobierno de la República dio la Carta de
“ruego y encargo” a Monseñor José Hipólito Salas Toro, Vicario General del
Arzobispado de Santiago. Y al viajar al sur para tomar posesión de su diócesis,
Monseñor Salas pidió al P. Parés ser acompañado por los Padres José Ugarte e
Ignacio Funes. En Concepción los dos jesuitas dieron una misión general en la
ciudad, y los Ejercicios a la mayor parte del clero. Después, siempre en
compañía de Monseñor Salas, pasaron a Talcahuano donde dieron misión, y
en Tomé tuvieron las ceremonias de Semana Santa. De regreso a Concepción,
ayudaron a Monseñor Salas en predicación y en Ejercicios a unos cien
hombres. El 5 de mayo se embarcaron para Valparaíso, de donde pasaron a
Santiago.168
El 5 de diciembre de 1853, el Arzobispo de Santiago Monseñor Rafael
Valentín Valdivieso inició la visita canónica de la diócesis, la cual no se había
hecho desde 1838.
Llevó consigo, entre varios sacerdotes, al Padre Bernardo Parés s.j., como a su
teólogo consultor. Más de alguno se extrañó de un parecer teológico dado por
él. En Curepto llegaron al término de la visita más de trescientos hombres
pidiendo el Sacramento de la Confirmación. Como era imposible confesarlos a
todos, el P. Parés juzgó que podía darse el sacramento, previo el acto de
contrición que él mismo motivó con gran devoción de todos.169
El 1 de noviembre de 1853 el P. Francisco Colldeforns, después de haber
terminado el curso de teología moral y el examen de sus alumnos, hizo entrega
del cargo de Rector interino del Seminario de Santiago a su titular, Pbro. don
Joaquín Larraín Gandarillas. Pero sólo dos meses estuvo el P. Francisco
Colldeforns en la Residencia del Refugio de la calle Lira, pues en marzo de
1854 debió hacerse cargo, como Rector, del Seminario de La Serena.170
Peligros en la Sección de Chile
Un momento hubo en que pareció que la Misión de Chile, en vez de asentarse
con alguna estabilidad, iba a disolverse de repente.
En 1850 el P. Antonio Morey s.j., Provincial de España, de quien dependía la
Misión del Paraguay, había escrito al P. Mariano Berdugo s.j., comunicándole
167
Id., pág. 121.
Id., pág. 117.
169
Id., pág. 123.
170
Id., pág. 123.
168
68
el informe que él había enviado al P. General, después de una Consulta tenida
en Francia donde vivía gran parte de los jesuitas dispersos de España:
1. “Que en ese punto (Chile) no nos convenía. Porque al no poder enviar
allá personas desde Europa, no era posible fundar algo sólido. Y porque a
una distancia tan lejana y apartada no se podía gobernar bien.
2. Ya que por circunstancias y trastornos han debido pasar allá y a Bolivia
varios, que como decía el P. Coris no era fácil hacerlos ir a Brasil, por los
gastos e incomodidades del viaje, se debía reunir a los que se hallasen en
esa banda y que trabajaran en misiones, o fundando un Colegio si lo
pudieran sostener. Esto en la inteligencia que cuando esos sujetos se
acabasen, también se acabaría todo lo demás”.
En este mismo sentido había escrito el mismo P. Antonio Morey al P.
Ildefonso de la Peña, diciéndole que todo lo de Chile era transitorio.
El P. Bernardo Parés también había recibido cartas donde se le había dicho
que no era posible enviar refuerzos desde España, de tal manera que la Misión
parecía destinada a morir “por consunción”. Y esta consunción parecía
inminente al considerar el personal que se encontraba en Chile. Las hernias
que padecían los Padres Mauricio Colldeforns y Miguel Ignacio Landa eran
graves y limitaban mucho sus ministerios. El P. Francisco Colldeforns padecía
del estómago, y vivía fuera de la comunidad. Tampoco se podía esperar
mucho de la salud de los PP. Fondá, Enrich, Funes, Gandásegui y Martos, a
pesar de la laboriosa vida que llevaban. Sólo podía considerar como válidos al
P. Ugarte y al P. de la Peña.
Tal vez por esto, el P. Parés, en agosto de 1853, planteó a los consultores de la
Sección la posibilidad de empezar a retirarse hacia las Provincias Argentinas,
después de la caída del Gobernador Juan Manuel Ortiz de Rozas. A su juicio,
allí había más posibilidades de reclutar vocaciones a la Compañía, dado que
no se podía esperar mucho desde España que nuevamente organizaba sus
ministerios al terminar la dispersión.
El P. Ildefonso de la Peña se opuso vivamente a ese proyecto. Así lo escribió
al mismo P. Parés:
“No condeno a los Superiores que hace dos años condenaban esto (de Chile)
a consunción. Sólo el P. Morey me lo escribió. Digo que han sucedido hechos
que hacen variar esa opinión: la donación (en Valparaíso) del sitio con la
iglesia construida por los donantes, los 6.000 pesos dados para auxiliarnos en
la construcción de nuestra Casa y la contigua de Ejercicios, la facultad de
fecha 18 de diciembre de 1852 en Roma para celebrar legal y solemnemente
la escritura (...) Finalmente la carta del R. P. Domingo Olascoaga s.j. (actual
Provincial de España) fechada en marzo pasado en que me dice “Veremos si
con este refuerzo (la venida de los PP. Parés y Martos) toma esa Misión el
auge, desarrollo y solidez que todos deseamos; en la inteligencia de que la
provincia no está ahora, ni estará en mucho tiempo “no dice jamás”, agrega
el P. de la Peña) en estado de enviar ahí sujetos. De manera que si Dios no
abre ahí camino para establecer Noviciado y estudiantado, o si ustedes no
69
envían aquí recursos para les formemos gente, esa Misión estaría condenada
a morir de inanición”.
Oída su consulta, contraria a su opinión, el P. Parés decidió esperar la decisión
que podría venir desde Roma. Incluso pensó regresar a Brasil para dar cuenta
al P. Mariano Berdugo.171
Otros hechos parecieron ir en la misma línea del peligro. La Provincia de
México lograba restablecerse legalmente y pedía con insistencia el regreso del
P. Ildefonso de la Peña; y el P. General lo creyó conveniente. Debió
embarcarse en Valparaíso el 15 de abril de 1854, rumbo a Guatemala.
Otro de los que dejó Chile fue el P. José Fondá. Desde los primeros momentos
de la llegada del P. Bernardo Parés, pareció no tener buenas relaciones con él.
Fue destinado a Valparaíso por esos problemas. Además no tenía buena salud
y se pensaba que el clima de Valparaíso podría resultarle más saludable. A
fines de 1853 había logrado que el Provincial de España lo llamara para estar
un tiempo en Loyola y restablecer su espíritu junto a la Casa de San Ignacio.
Según el P. de la Peña, el P. Fondá había pedido ser trasladado a Cuba o a las
islas Filipinas.172 Después pasaría a Roma, donde tendría el honor de ser el
primer Rector del Colegio Pío Latino Americano.173
Igualmente debieron salir de Chile los tres Padres que no habían terminado la
formación de la Compañía. Los Padres José Ugarte, Francisco Enrich e
Ignacio Funes se embarcaron el 1 de mayo de 1854 para España. Los dos
primeros para dar el examen ad gradum y hacer la Tercera Probación; el P.
Funes a terminar sus estudios de teología.174
De los 11 sacerdotes que había en Chile quedaban en el país sólo 6; contando
al P. Francisco Colldeforns que vivía en La Serena.
Actitud positiva del General de la Compañía de Jesús
La respuesta de Roma a estos problemas por los que pasaba la Compañía de
Jesús en Chile, no demoró largo tiempo. El P. General Juan Felipe Roothaan
había convocado la Congregación General 22ª y, mientras se la preparaba, él
murió el 8 de mayo de 1853. En julio, fue elegido el P. Peter Beckx s.j. como
nuevo General de la Compañía. Hubo también cambio de Asistente para
España.
El nuevo General, desde su inicio, se manifestó partidario de continuar en
todos los lugares donde la Compañía había logrado establecerse.
La carta al P. Mariano Berdugo s.j. es del 18 de diciembre de 1853 y en ella
deja muy claramente expuesta su decisión, y pide se le propongan los mejores
medios para establecer y propagar la Compañía donde ya estuviere instalada.
171
Arenas, op. cit., págs. 181-184; Cf. Enrich, op. cit., págs. 126-127, donde da otros detalles.
Id., pág. 187, Cf. Martín y Manero, op. cit, t. 2, pág. 134, donde dice que el P. Fondá salió a España en
octubre de 1852.
173
Pérez, op. cit., pág. 610.
174
Arenas, op. cit., pág. 188; Cf. Enrich, op. cit., págs. 126-127 donde da detalles del viaje con escalas en
Lima, Panamá, Cartagena de Indias, isla de Santo Tomás, Londres, París, España.
172
70
La carta al P. Bernardo Parés s.j. es del 30 de diciembre de 1853. En ella le
dice que la Misión en Chile no debe perecer. “Vea Vuestra Reverencia qué
medios podrían ponerse en práctica para la conservación, propagación y
sólido establecimiento de la Compañía en esas regiones”, indicándole que
debe poner de inmediato su mejor esfuerzo en ello “y no se detenga en la
ejecución, para lo cual le otorgamos muy gustosamente la necesaria
autoridad que necesite”, pidiéndole que le comunique lo que se vaya haciendo
o lo que conviene que se deba hacer.175
Propuesta del P. Bernardo Parés s.j.
El P. Bernardo Parés s.j. interpretó la carta del P. General de una manera muy
personal, y no del todo favorable a la Sección chilena de la Misión del
Paraguay. Así lo da a entender la carta que escribió al P. Mariano Berdugo el
26 de abril de 1854:
“No veo otro camino para propagar la Compañía, que el reunir en un solo
lugar a toda la Misión Paraguaya, para que con los sujetos que puedan
formar un Colegio se exciten las vocaciones. Digo que aún nos quedan
personas para formar y sostener con decoro un Colegio regular, y que toda la
dificultad está en hallar un lugar para reunirnos.
Pienso que el lugar que se elija deba tener estas tres condiciones:
1. Que nos dé por lo menos el grado de seguridad que tienen hoy nuestras
Casas de Europa.
2. Que podamos hallar en él los medios para sostenernos según nuestro
Instituto, sin tener que acudir a estipendios de Misas.
3. Que podamos en él desenvolver todos los ministerios que se acostumbran
en nuestras iglesias y colegios.
Por defecto de esta tercera condición no me parece a propósito el pueblito de
Santa Lucía, a 8 leguas de Montevideo. Buenos Aires sería lo mejor, si no
fuese el foco de todas las revoluciones. En el Brasil siempre seremos mirados
como extranjeros. Chile presenta en Santiago todas las condiciones, pero
tendríamos que sufrir la emulación. (...) Sin Colegios no hay noviciados; las
vocaciones se excitan en las escuelas”.176
Tal vez, cuando el P. Parés habla de “sufrir la emulación” se esté refiriendo a
que la Congregación de los Padres de los Sagrados Corazones había ya abierto
un Colegio en Santiago, unos años antes, y que él no quería competencia
alguna con ellos. Y poco más adelante en su carta al P. Berdugo, el P. Parés
señala como posibles para el Colegio las ciudades de Concepción o La Serena
en Chile.177
175
Arenas, op. cit., pág. 184; Cf. Pérez, op. cit., pág. 611.
Pérez, op. cit., pág. 611.
177
Arenas, op. cit., pág. 186.
176
71
Último intento de restablecimiento oficial de la Compañía
La partida de Chile de casi la mitad de los sacerdotes jesuitas, en el primer
semestre de 1854, no pasó ciertamente inadvertida. Este suceso parece haber
alarmado a los amigos de la Compañía, quienes con empeño empezaron a
buscar nuevamente la manera de lograr el restablecimiento legal de la
Orden.178
El Arzobispo de Santiago, Monseñor Rafael Valentín Valdivieso, como su
Secretario y Vicario General, Monseñor José Hipólito Salas, designado por
Carta de ruego y encargo para el Obispado de Concepción, procuraron ganar
partido entre personas de prestigio y representantes en el Parlamento.
Se proyectó, como el medio más oportuno para conseguir la conservación de
los jesuitas en Chile, que el Gobierno devolviera a la Compañía el antiguo
Colegio Máximo de Santiago y donara diez mil pesos para su reparación.
Cuando creyeron tener la mayoría en ambas Cámaras del Parlamento, el
senador Sr. Fernando Lazcano presentó el proyecto en el Senado, el cual fue
aprobado por aclamación en la sesión de 26 de julio de 1854.
El texto del proyecto era el siguiente:
1. Los Padres de la Compañía de Jesús que vengan a establecerse en Chile
podrán ocuparse en los ministerios de su Instituto y vivirán conforme a las
Reglas de su Orden.
2. Luego que haya en Chile 12 sacerdotes de la Orden, se pondrá a
disposición del Superior de ellos todo el edificio que antes ocupó el
Instituto Nacional en esta ciudad y la capilla en él comprendida; y además
la suma de 10 mil pesos, que se invertirán en habilitar y reparar el
edificio.
3. En Chile no se conserva ni se reconoce a la Compañía de Jesús ningún
derecho para reclamar bienes o rentas que le pertenecieron en el siglo
pasado antes de su expulsión por la Pragmática del Rey Carlos III de
España.
Para la sesión de la Cámara de diputados, el Ministro del Interior don Antonio
Varas, contrario al proyecto, negoció un aplazamiento indefinido. Y así en la
sesión del 29 de julio esa indicación de aplazamiento se aprobó por 31 votos
contra 7. El Senado insistió en que el proyecto fuera discutido por la Cámara
de diputados, lo cual se hizo en la sesión del 3 de agosto. En ella el Ministro
Varas impuso su criterio: “Los jesuitas, como cualquier otro individuo, están
protegidos por la Constitución de Chile, la cual protege a todos los
extranjeros que se ocupen de cosas lícitas y honestas”.179
El proyecto no fue aprobado, pero se obtuvo en su discusión, con esa
declaración del Ministro, una garantía muy importante.
178
Cf. Hernández, op. cit., pág. 66; Cf. Enrich, op. cit., pág. 132.
Cf. Enrich, op. cit., págs. 132-134; Cf. Arenas, op. cit., págs. 189-193; Cf. Pérez, op. cit., págs. 612-615;
Cf. Hernández, op. cit., pág. 66.
179
72
Varios proyectos alternativos para establecer un Colegio en Santiago
En Santiago, los primeros jesuitas, los PP. Ignacio Gomila, Cesáreo González
y el H. Gabriel Ramis, llegados a Chile en marzo de 1843, habían sido
atendidos y hospedados en la casa particular de Don Francisco Ruiz Tagle
Portales, quien había sido uno de los primeros gestores de su venida. Después
habían alquilado una casa junto a la iglesia de la Merced.
El grupo definitivo de jesuitas en Chile, cuyo primer Superior fue el P.
Ildefonso de la Peña, llegado en 1848, logró crear dos Residencias. La primera
fue en Santiago; en una casa pequeña al lado de la Capilla de Zambrano, junto
a la Estación Central de ferrocarriles; y después en la Casa del Refugio, de la
calle Lira; ambas propiedades de la arquidiócesis. La segunda fue en
Valparaíso, en una casa alquilada en La Rinconada; y después, en la propiedad
donada por Don Vicente Larraín y su cuñado, junto al Cerro Barón, al otro
lado del Estero Delicias.
Pero en Santiago, los jesuitas siempre pensaron instalarse en una casa que
fuera propia, tener iglesia, y si fuera posible, un colegio. El Arzobispo
Valdivieso deseaba para ellos, como principal ministerio, un Colegio y con ese
fin empezó a organizar, con un grupo de laicos pudientes, una suscripción para
reunir dinero y convencer a los jesuitas para esa tarea.
En 1852, según carta del P. de la Peña al P. Berdugo, se habló de recibir el
antiguo Convento carmelita del Carmen Bajo, que las monjas habrían estado
dispuestas a donar.180
En 1853, un grupo de amigos trató de comprar una gran casa antigua ubicada
junto a la iglesia de San Borja, con la esperanza de que el gobierno entregara a
los jesuitas el uso de esa iglesia, y más tarde el edificio que servía de Hospital
de mujeres. Esa iglesia y el Hospital eran parte del antiguo Noviciado de San
Francisco de Borja. No se alcanzó a juntar el dinero y la propiedad fue
vendida a terceros.181
Así escribía el P. Parés al P. Mariano Berdugo:
“(...) El terreno tiene más de una cuadra, forma un cuadrilátero de una
cuadra frente a la Cañada, y cuadra y cuarto de fondo. Los principales que
andan en este asunto son muy conocidos de Vuestra Reverencia: el Pbro
Vicente Gabriel Tocornal Velasco, electo obispo de Ancud, el Pbro. Juan
Bautista Ugarte, el Sr. Ignacio Ossa, el Sr. Fernando Lazcano, etc”.182
El P. Bernardo Parés consideraba casi imposible, y poco conveniente, la
instalación de un Colegio, pero jamás rechazó del todo ese proyecto del
Arzobispo y miraba, admirado que los bienhechores juntaran dinero.
Parte IV. La Misión Chilena de la Compañía de Jesús
180
Cf. Arenas, op. cit., pág. 193.
Enrich, op. cit., pág. 103.
182
Pérez, op. cit., pág. 615.
181
73
Capítulo I. El P. Bernardo Parés s.j. Primer Superior de la Misión Chilena
(1858-1865)
Decisiones del P. General
El 15 de junio de 1854, en Roma se tomaron importantes decisiones con
relación a la Misión Paraguaya de la Compañía de Jesús:
1. Debe dividirse esa Misión en dos: una, Misión del Paraguay ubicada
actualmente en Brasil y Uruguay; la otra, Misión de Chile en lo que se
llama actualmente República de Chile.
2. El Superior de la Misión del Paraguay debe ser cambiado. El P. Parés
permanece como Superior de la Misión Chilena.
3. Los PP. de Chile conservarán la Casa de Valparaíso para dar Ejercicios e
incoarán un pequeño Colegio en la ciudad de Santiago, en el que
instituyan clases inferiores comenzando por lo mínimo, de tal modo que en
unos tres o cuatro años se hable de cursos mayores. En la Casa de
Ejercicios podría abrirse un Noviciado.
4. Los Padres de Chile que han sido enviados a Europa para rendir el
examen ad gradum sean devueltos lo antes posible.
Estas decisiones lograron que muy pronto se llevara a cabo la división de la
Misión. La ejecución en América pudo tomar algún tiempo, pero ciertamente
en octubre de 1854, por una carta del P. General al P. Berdugo, consta que la
división ya estaba hecha. Ayudaron a acelerar las gestiones propiciadas por el
Arzobispo de Santiago en orden a fundar el Colegio de Santiago. Y también
determinaron el regreso de los PP Francisco Enrich y José Ugarte. El
Noviciado quedaba para cuando fuera posible.183
Primeros pasos para un Colegio en Santiago
Desde un comienzo, aun antes de la llegada de los primeros jesuitas a Chile, el
Arzobispo de Santiago, Monseñor Rafael Valentín Valdivieso, había sabido
mostrar todo su interés por volver a tener a la Compañía de Jesús establecida
nuevamente en el país. Acompañó al P. Mariano Berdugo s.j. en todas sus
gestiones en orden a conseguir del Gobierno chileno el reconocimiento legal
de la Orden, que él creía indispensable para regresar a Chile. Al término de los
frustrados esfuerzos del P. Berdugo, el Arzobispo, el 17 de mayo de 1848, le
dejó por escrito su pesar y la esperanza de tener algún día en Chile a los
jesuitas:
“Después de no haber surtido efecto nuestras tentativas para que la
Compañía fuese recibida como cuerpo, parece que nos queda el arbitrio de
forzar a que la acepten sus desafectos. (...) Nadie puede impedir que se
establezca un Colegio para educar a jóvenes y que sea dirigido por los Padres
183
Arenas, op. cit., pág. 196 y ss.
74
de la Compañía en calidad de Institutores. Son muchas las personas que
ansían por tener maestros de confianza a quienes fiar a sus hijos. (...) A la
sombra del Colegio podrían venir operarios activos para las demás funciones
del ministerio. (...) Todo persuade que el mejor medio de introducir a la
Compañía es hacer obrar a los jesuitas con el modesto título de maestros de
Colegios. El campo que ofrece nuestro país al celo de la Compañía es muy
vasto, para que se abandone así no más. En pocos países de América hay
tantos elementos de orden. (...) Nuestras ciudades alzan las manos al cielo
pidiendo alimento espiritual (...), he aquí la mies que Dios prepara a la
Compañía”.184
Establecidos los jesuitas por segunda vez, en 1850, en la Casa del Refugio de
la calle Lira, a la sombra del Arzobispo, continuaron los esfuerzos de éste por
el Colegio dirigido por la Compañía.
Muy pronto el Arzobispo y su Vicario General y Secretario, Monseñor José
Hipólito Salas, organizaron a los principales católicos de Chile y encabezaron
una suscripción para conseguir los medios necesarios para conseguir ese
objetivo. Y el principal bienhechor del proyecto pronto pasó a ser Don
Francisco Ignacio Ossa, una de las personas más acaudaladas del país. En
agosto de 1854 se habían recolectado ya 30 mil pesos, lo que permitía comprar
un terreno e iniciar las obras. Y don Francisco Ignacio Ossa movió al grupo de
bienhechores a poner en obra sus propósitos, comprometiéndose incluso a
financiar de sus bienes lo que fuese necesario para concluir las construcciones.
Se han dado varias explicaciones acerca de qué movió a don Francisco Ignacio
Ossa a esta generosidad y desprendimiento. Los jesuitas de entonces señalaron
la causa siguiente: “Se hallaba cierto día haciendo oración en la iglesia de la
Compañía ante el altar de San Francisco Javier, cuando sintió una voz interior
con que éste le decía: Ya que Dios te ha dado tantos bienes, ¿por qué no
favoreces a mis Hermanos edificándoles su Colegio? Y esta voz quedó tan
fuertemente impresa en su corazón que no pudo desecharla jamás”.185
El P. Bernardo Parés, con el conocimiento que tenía del parecer del P.
General, aceptó estos ofrecimientos de los bienhechores y la misión
encomendada por el Arzobispo.
Santiago. Construcción del Colegio San Ignacio
El terreno escogido fue una huerta ubicada en el callejón de Ugarte, a una
cuadra al sur de la Cañada, y una al oriente de la calle del Dieciocho, es decir
a cuatro cuadras al sur oeste del palacio de la Moneda, habitual residencia del
Presidente de la República.186
La propiedad de esta finca pertenecía a la familia del Pbro. Don Juan Ugarte,
uno de los integrantes del grupo organizado por el Arzobispo, quien por su
afecto a la Compañía cedía la parte que a él le correspondía en esa herencia, es
decir $ 5.000, por ascender a $ 15.000 el valor de toda la huerta. Con acuerdo
184
Pérez, op. cit., pág. 534 y ss.; Cf. Cárcamo, op. cit., pág. 13.
Id., pág. 134; Cf. Cárcamo, op. cit., pág. 20; Cf. Pérez, op. cit., pág. 617.
186
Enrich, op. cit., pág. 134 y ss.
185
75
del P. Parés, el Pbro don Juan Bautista Ugarte adquirió de sus coherederos la
totalidad de la propiedad, y luego la traspasó al Señor Francisco Ignacio Ossa
en el precio en que estaba tasada. Pero al hacerse el contrato, apareció un
censo de $ 200 a favor de los Padres de San Agustín y otro de $ 2.000 a favor
de la Catedral. No se tuvo que pagar la alcabala por haberla remitido el
Gobierno, en razón de ser de utilidad pública el objeto de esta compra.187
La compra de la finca se hizo el 18 de octubre de 1854 a nombre del señor don
Francisco Ignacio Ossa. No se hizo directamente a favor de la Compañía, por
no saber en qué términos se podría hacer, para que en cualquier evento tuviera
fuerza ante la ley.188
Con prudencia, el P. Parés logró que la Comisión responsable de las
construcciones quedara integrada por los bienhechores: Don Santiago Portales,
como síndico; don Antonio Vidal, como arquitecto; y don Francisco Ignacio
Ossa como tesorero.189
El 14 de octubre de 1854 se colocó la primera piedra de la construcción del
Colegio que se llamaría San Ignacio. Los trabajos se extendieron durante todo
lo que quedaba del año y todo el año 1855, hasta que se tuviera habilitado lo
más indispensable para iniciar las clases lo antes posible.190
El 10 de abril de 1855 el P. Parés escribía al P. General: “La obra del Colegio
se trabaja con el mayor empeño, y a fines de este mes quedarán techados dos
hermosos claustros, para emprender la obra interna en el invierno. Se han
gastado hasta ahora $ 40.000, pero no bajan de 60.000 lo que se calcula
necesario hasta ponerla en estado para abrirla a los alumnos. Toda esta suma
la costea de muy buena voluntad don Francisco Ignacio Ossa”.191
A este propósito el P. Francisco Enrich, testigo privilegiado de la
construcción, escribió en su Historia contemporánea:
“Se tomó la obra con tanta actividad que el 24 de mayo del año entrante
(1855) quedaron techados los dos claustros, los cuales tienen por todo ciento
y diez varas de frente por sesenta y dos fondo, sin contar un martillo de cuatro
varas que avanza a continuación del lado Norte para agrandar la Portería, y
otro de ocho varas al extremo austral, a continuación del costado naciente.
“El primer claustro, destinado para habitación de los Padres, está circuido
con piezas de seis varas de ancho. Sólo tenía altos en el costado naciente con
corredor de tres caras sostenido con pilares de madera, lo que separa del
patio, el cual tiene 36 varas de largo por 24 de ancho. Un corredor cerrado
de cuatro varas de ancho separa de la calle su cañón del costado del norte. El
costado del poniente tiene un corredor abierto, sobre el terreno. Que se dejó
para edificar la Iglesia.
187
Id., pág. 135; Cf. Arenas, op. cit., pág. 194; Cf. Cárcamo, op. cit., pág. 21.
Id., pág. 135.
189
Cárcamo, op. cit., pág. 21.
190
Id., pág. 21; Cf. Pérez, op. cit. pág. 721 y ss.
191
Id., pág. 22; Cf. Pérez, op. cit., pág. 724.
188
76
“El patio de los colegiales tiene 37 varas de largo y 30 de ancho. Los
corredores, de tres varas y media de ancho. Los salones que la circuyen son
de siete varas de ancho. En los altos tienen un piso más por lo que adelgazan
las murallas. Todas las paredes son de adobe, con una vara de espesor las del
primer piso.
“Durante la construcción, un carpintero varió el nombre de aquella calle con
sólo escribir con grandes letras en la esquina de enfrente, “Calle de San
Ignacio”, el que se ha adoptado sin reserva”.192
Aumento de jesuitas en la Misión de Chile
Junto con terminar su cargo de Superior de la Misión de Paraguay, el P.
Mariano Berdugo s.j. decidió favorecer un tanto a la nueva Misión de Chile
destinando a ella a algunos jesuitas, a dos sacerdotes y a dos estudiantes, y así
ayudar al futuro Colegio que estaban construyendo.
El P. Ignacio Gurri s.j. tenía 49 años cuando fue destinado a Chile. Había
nacido en Barcelona, España, el 13 de octubre de 1805. Concluidos sus
estudios de humanidades, pidió el ingreso a la Compañía. Debió hacerlo en el
Noviciado de San Andrés del Quirinal en Roma, Italia, el 8 de julio de 1823,
pues los jesuitas españoles desde 1820 estaban dispersos fuera de su país. Hizo
los estudios de filosofía y teología en el Colegio Romano y fue ordenado
sacerdote el 24 de septiembre de 1836. Destinado a la enseñanza, fue después
Rector en los Colegios de Fermo y de Ferrara. En 1848 fue destinado a
trabajar en el Brasil. Estuvo dos años como Superior de la Residencia de Porto
Alegre y al año siguiente pasó a Montevideo. El 2 de abril de 1855 llegó a
Santiago.193
El P. José de León s.j. era argentino, natural de Santa Fe. Tenía 32 años. Había
ingresado a la Compañía en el Colegio de Buenos Aires en 1841 y debió hacer
el noviciado durante la dispersión de Rozas. Fue enviado a Roma donde
repasó la filosofía, cursó la teología y otras ciencias sagradas en el Colegio
Romano. Ordenado sacerdote en Roma en 1847, debió pasar a la Misión de
Paraguay a causa de la revolución italiana de 1848. Llegó a Chile el 2 de abril
de 1855 y quedó encargado de los estudios de Teología de los estudiantes
jesuitas.194
Los estudiantes Calixto Gorordo s.j. y José Cupertino Cubas s.j. también eran
argentinos y habían ingresado en Córdoba. El primero había nacido el 14 de
octubre de 1829 e ingresado el 10 de octubre de 1845. El segundo había
nacido el 18 de septiembre de 1831 e ingresado el 8 de enero de 1846, antes de
cumplir 15 años de edad. Ambos pertenecieron al grupo de 5 estudiantes
jesuitas que pasaron por Chile, en viaje a Brasil, en el año 1848. En Brasil
habían hecho los estudios de Filosofía y empezado los de Teología los que
habían interrumpido para enseñar en el Colegio de Montevideo. Llegaron a
192
Enrich, op. cit., pág. 136 y ss.
Tampe, op. cit., pág. 107; Cf. Arenas, op. cit., pág. 197.
194
Enrich, op. cit., pág. 140; Cf. Arenas, op. cit., pág. 198.
193
77
Chile el 2 de abril de 1855, y fueron destinados a seguir los estudios de
Teología.195
Un poco antes que los cuatro anteriores, había llegado a Chile el P. Manuel
Fernández s.j., de los expulsados de Ecuador. Tenía 41 años. Había nacido el
15 de enero de 1814, e ingresado en España a la Compañía el 30 de julio de
1830, a los 16 años de edad. Ordenado de sacerdote en Roma en 1840, fue
destinado en 1844, con otros 11 sacerdotes y 6 Hermanos a restablecer la
Compañía en Colombia. En Bogotá estuvo hasta 1852 y en Guayaquil hasta la
expulsión.
El primer Noviciado jesuita en Chile
Junto con determinar el Padre General Peter Beckx s.j. la continuidad y
fortalecimiento de las Misiones en América hispana, había indicado también al
Provincial de España, P. Domingo Olascoaga s.j., que sería conveniente enviar
jesuitas a esos países.
Los PP. José Ugarte y Francisco Enrich estaban entonces en Loyola en su
Tercera Probación, y habían preparado el examen ad gradum, examen que
dieron con éxito los primeros días de noviembre de 1854. Y ambos fueron
destinados nuevamente a Chile. El P. Ignacio Funes regresaría al terminar la
teología. Dispuso el Provincial que pasaran a Manresa a terminar la Probación.
Allí recibieron la orden de hacer la Profesión de 4 votos. La hicieron en la
Capilla de la Santa Cueva; el Padre Ugarte el 11 de febrero y el P. Enrich el
día 15.
En Manresa vivía el sacerdote Mariano Capdevila, novicio de la Compañía de
Jesús, quien manifestó deseos de ir como misionero a Chile. También
manifestaron deseos de ingresar en la Compañía y de viajar a Chile los
Presbíteros Ramón Tubau, Antonio Dalmau, y el joven Santiago Estruch con
estudios de filosofía.
El viaje de regreso a Chile se inició en Barcelona, donde el Padre Provincial
admitió en la Compañía a los tres candidatos, el 28 de marzo de 1855,
nombrando al P. Francisco Enrich como Maestro de Novicios del grupo.
Cruzaron Francia en ferrocarril y en París se reunieron con el P. José Ugarte y
un Hermano escolar napolitano que destinaba el P. General a la Misión
chilena. El 16 de abril de 1855 salieron del Havre hacia Chile, vía Cabo de
Hornos.
Después de 86 días de navegación, y de estricta vida de noviciado, arribaron a
Valparaíso el día 11 de julio de 1855. A los pocos días siguieron viaje a
Santiago, donde encontraron a más jesuitas que los dejados el año anterior, y
especialmente contemplaron, admirados, la obra avanzada del nuevo Colegio
que se construía en la ciudad. Todos quedaron en la Residencia de la calle
Lira.196
195
196
Arenas, op. cit., pág. 198; Cf. Enrich, op. cit., pág. 140.
Enrich, op. cit., págs. 128-132 donde hay detalles del viaje.
78
El P. Ignacio Gurri s.j. fue nombrado Superior de la Residencia de la calle Lira
y Maestro de novicios de los cuatro novicios sacerdotes venidos de España y
del Hermano jesuita Antonio García, natural de Colombia, quien ingresó el 30
de julio de ese mismo año. Los novicios sacerdotes ayudaban en las Misiones
rurales, pero de ordinario ninguno de ellos confesaba en la ciudad de
Santiago.197
En los primeros meses del año 1856 vino a Chile el P. Hipólito Luynes s.j.
irlandés, desde los Estados Unidos, luego de haber estado un largo tiempo en
Francia. El hecho de haber estado en Francia le permitía enseñar ese idioma
tanto como el propio. Además el Arzobispo vio en él quien pudiera encargarse
de los inmigrantes franceses e ingleses en lo espiritual.198
Y el 17 de abril de 1856 regresó de España el P. Ignacio Funes s.j.
completados sus estudios de Teología y formación. Con él vino el P.
Buenaventura Escatllar, novicio admitido, hombre ya formado y que en el
Seminario de Gerona ejercía la cátedra de latín. 44 días habían empleado en la
travesía desde Burdeos a Montevideo, y desde allí pasaron a Rosario, San Luis
de la Punta y Mendoza, llegando a Santiago a tiempo para la apertura del
Colegio.199
Ministerios con religiosas
En la ciudad de Santiago había seis comunidades de religiosas en el año 1855.
Y el Arzobispo Monseñor Rafael Valentín Valdivieso deseaba que en todas
ellas se observaran estrictamente las prescripciones de la Iglesia. Confrontó
sus deseos con el P. Bernardo Parés, quien le prometió jesuitas para que dieran
los Ejercicios a las diversas Comunidades. En años anteriores, no se había
podido acceder a los deseos de varias de ellas por la escasez de sacerdotes,
estando ellos en las misiones rurales. El Padre Miguel Ignacio Landa s.j. fue el
encargado de darlos a las tres primeras Comunidades.
Las religiosas del Carmen Alto, con solo oír ponderar las grandes ventajas de
la vida común, pidieron al Arzobispo que la instituyera solemnemente en el
Monasterio. También pidieron que se les señalaran Confesores ordinarios para
toda la Comunidad. El Arzobispo pidió al P. Parés que designara a los Padres
Ignacio Gurri y Mauricio Colldeforns siquiera por un año.
Las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús habían llegado a Santiago en
octubre de 1853. Habían abierto su Colegio a principios de 1854 en una casa
alquilada, en la plazuela de San Isidro, a seis cuadras de distancia de la
Residencia de la calle Lira. Por los antecedentes de la Congregación, las
religiosas pidieron a los jesuitas tomar la dirección de ellas y de las alumnas
de su Colegio. Con la solicitud del Arzobispo, se tomó también este
ministerio.200
197
Id., pág. 141.
Cárcamo, op. cit., pág. 23; Cf. Enrich, op. cit., pág. 144.
199
Pérez, op. cit. pág. 726; Cf. Enrich, op. cit., pág. 145.
200
Id., págs. 142-143.
198
79
Los otros conventos de religiosas de la ciudad pidieron también los Ejercicios
de San Ignacio. Las religiosas del Buen Pastor, recientemente fundadas en San
Felipe, se sentían muy unidas a los Padres de la Compañía.
Capítulo II. El Colegio San Ignacio en Santiago
La construcción del Colegio San Ignacio no pudo terminarse el 1° de marzo de
1856, fecha señalada para la iniciación de las clases. Para acelerar los trabajos
y preparar lo conveniente, se trasladaron al Colegio los Padres José Ugarte,
Francisco Enrich, con el H. Gabriel Ramis, además del H. Manuel Nieto que
dirigía las obras. El 19 de marzo, día de San José, celebraron la primera misa,
sin solemnidad alguna. Para ello habilitaron la pieza que estaba en el ángulo
sudoeste del claustro de los Padres, formando la esquina o martillo de los
claustros. En medio de la cual se colocó el altar. El cañón del oeste tenía una
puerta al corredor para facilitar la entrada a las gentes de afuera, sin que
tuvieran que pasar por dentro del Colegio.201
Apertura del Colegio San Ignacio
Sin tener acabados todos los detalles, el 1° de mayo de 1856, se inauguraron
las clases sin ninguna solemnidad, con el simple acto de recibir a 44 alumnos,
la mayoría internos.202 Estos alumnos se dividieron en dos cursos, con el
nombre de Menores y Mayores. La clasificación equivalía, más o menos, a las
clases que el Ratio Studiorum de la Compañía de Jesús denominaba Clase
Infima y Clase Media en latín. Además, en el Colegio se pusieron clases de
Caligrafía, Ciencias y de inicios de Inglés y Francés.203 Más tarde se
incorporaron las clases de Música y Dibujo, aunque con carácter de
alternativas y voluntarias.204
Este plan de estudios había sido preparado en 1855 y sometido a
consideración del P. General jesuita en Roma. Esto se debió a que todos los
establecimientos educacionales del país debían seguir de cerca el plan de
estudios adoptado por el Instituto Nacional. En Roma, el plan del Colegio San
Ignacio mereció algunas críticas, por considerar que en él había exceso de
materias.205
En el Reglamento se había prescrito que todos los alumnos, al ingresar, debían
saber leer y escribir correctamente, y que ninguno tuviera 13 años de edad. Y
porque los hijos de los principales bienhechores, don Francisco Ignacio Ossa y
don José Ignacio Huidobro, ya los habían cumplido, se los alojó en unas
piezas del claustro de los Padres, aunque en todo alternaran con los demás
colegiales.
Dos fueron las piezas que, en un comienzo, se habilitaron para dormitorio y
sala de estudio de los alumnos, con la esperanza de que pronto se vendrían a
llenar. Pero al fin del año, el número sólo ascendía a 72.206
201
Id., pág. 145.
Cf. Cárcamo, op. cit., pág. 49 y ss., donde se da la nómina de los alumnos fundadores.
203
Pérez, op. cit., pág. 726; Cf. Cárcamo, op. cit., pág. 24.
204
Cárcamo, op. cit., pág. 24.
205
Arenas, op. cit., pág. 200; Cf. Enrich, op. cit., pág. 148 y 149 donde se señalan algunos detalles.
206
Enrich, op. cit., pág. 147.
202
80
Dirección, profesores y marcha del Colegio
Casi todos fueron jesuitas:
El Padre Ignacio Gurri s.j., Rector del Colegio.
El Padre José Ugarte s.j., ministro y ecónomo.
El Padre Francisco Colldeforns s.j., profesor de teología para los jesuitas.
El Padre Buenaventura Escatllar, profesor de la clase de los mayores.
El Padre Ignacio Funes, profesor de los menores.
Estos dos últimos, a más de la gramática latina, enseñaron la gramática
castellana desde el mes de agosto. De los idiomas francés e inglés lo fue el P.
Hipólito Luynes s.j.
Los estudiantes jesuitas Calixto Gorordo y José Cupertino Cubas, que en
septiembre se ordenaron de sacerdotes, fueron los Prefectos de las dos Salas
de estudio, aunque simultáneamente estudiaban la teología.
El Hermano Antonio Domingo era el portero del Colegio. El Hermano Gabriel
Ramis, el comprador y despensero; y el Hermano Manuel Nieto era el
encargado de los auxiliares del aseo, y atendía los trabajos de albañilería y
carpintería en las terminaciones de las construcciones.207
Un joven seglar enseñaba a escribir a los que no lo sabían de un modo
correcto. Las clases de dibujo y piano también estuvieron a cargo de
profesores seglares.208
Ese primer año de 1856 fue un año difícil para el Colegio. El P. Gurri s.j. no
mostró, o no parecía tener, genio creador, y además padecía de una
enfermedad crónica en sus rodillas. Los profesores de latín no habían
estudiado en Colegios jesuitas y no conocían el método que se usaba en ellos.
Y uno jamás había sido profesor. Los Prefectos de las salas de estudios eran
muy jóvenes y no tenían experiencia.209
Los exámenes se realizaron en Navidad, abarcando tres días. Se pudo apreciar
alumnos bastante aventajados en Gramática latina y en la traducción de los
clásicos.210
Para el curso del año 1857, convencidos los jesuitas de que era indispensable
que los alumnos pudieran a rendir sus exámenes en el Instituto Nacional, que
era lo dispuesto en el país, estudiaron la adaptación del Ratio Studiorum de la
Compañía al sistema nacional. Distribuyeron las 23 asignaturas del Curso de
Humanidades en 6 años, tal como lo exigía el Instituto Nacional, pero sin
designar en cada uno las mismas materias. Los jesuitas señalaron para la
Gramática latina los tres primeros años de Humanidades. Para el cuarto
dejaron la Retórica y Literatura. Y para los dos últimos años, la Filosofía. Este
207
Id., pág. 149 y ss.
Id., pág. 149.
209
Id., pág. 150.
210
Cárcamo, op. cit. pág. 25; Cf. Pérez, op. cit., pág. 729.
208
81
plan ofreció a los padres de familia la garantía de que sus hijos podrían optar a
los grados literarios.211
El Ratio Studiorum, o modo de proceder en los Colegios de la Compañía de
Jesús, había estado vigente más de dos siglos, desde la fundación de la
Compañía. Después del restablecimiento había sido aplicado en España, por
concesión del Gobierno, y también en los Colegios abiertos en América:
Buenos Aires, Santa Catalina y Montevideo. Sin embargo, en Chile sólo los
alumnos que seguían los programas oficiales (llamados así a los aprobados por
el Instituto Nacional y que eran los únicos que había) podían obtener grados
académicos y seguir estudios superiores en la Universidad.212
En 1857 los alumnos del Colegio llegaron al número 152. Para acoger el
aumento se había terminado una nueva sala de clase. A las dos clases de Latín,
se añadió una de Literatura, en la cual sus cuatro alumnos se debían
perfeccionar en Latín mientras aprendían los preceptos de la Retórica. Estas
clases las dictó el P. Manuel Fernández, quien tenía más práctica que
conocimientos teóricos. Además se dieron clases de Aritmética, Geografía, y
Cosmografía. Estas últimas, por el P. Francisco Enrich s.j.213
El P. Bernardo Parés s.j., Superior de la Misión jesuita en Chile, desde su
Residencia en la calle Lira seguía atentamente el desarrollo de esta obra del
Colegio, a la que había destinado tantos esfuerzos y en la que depositaba toda
clase de esperanzas. Y se entristecía al no poder solucionar las dificultades que
se iban presentando. Especialmente, porque debía escuchar las críticas de los
padres de los alumnos, que consideraban que los planes del Colegio no
permitían a sus hijos obtener títulos académicos y seguir una carrera. Y ese
año 1857 se iban a presentar sólo cuatro alumnos a dar exámenes en el
Instituto Nacional.
Al fin, consideró que el P. Ignacio Gurri s.j., a pesar de sus muchas
cualidades, no parecía ser el hombre más adecuado para llevar ese Colegio
adelante. Y como en Chile no había otro jesuita con capacidad para
reemplazarlo, pidió a los Superiores Mayores una solución. El Padre General
destinó a Chile al P. Juan Bautista Pujol s.j. que había enseñado en dos
Colegios de la Provincia Romana y que en ese momento enseñaba Moral en
Barcelona.214
Organización definitiva del Colegio
El P. Juan Bautista Pujol s.j. llegó a Santiago el 22 de diciembre de 1857 con el
P. Simón Sanmartí s.j. Casi de inmediato se hizo cargo del Rectorado del
Colegio, pasando el P. Ignacio Gurri a la Residencia de la calle Lira como
Maestro de los pocos novicios que allí había.215
211
Enrich, op. cit., pág. 150 y 151.
Hanisch, op. cit., pág. 201.
213
Id., pág. 152; Cf. Pérez, op. cit., pág. 780.
214
Cf. Arenas, op. cit., pág. 202; Cf. Pérez, op. cit., pág. 781.
215
Enrich., op. cit., pág. A5a; Cf. Pérez, op. cit., pág. 738.
212
82
El P. Juan Bautista Pujol s.j. había nacido el 28 de septiembre de 1814 en
Manresa, España. Allí, en el Colegio de la Compañía, había estudiado las
Humanidades y a los 15 años pidió el ingreso en la Orden. Ingresó en el
Noviciado de Madrid el 21 de octubre de 1829. Hechos los votos del bienio,
pasó a Alcalá de Henares, donde realizó los estudios clásicos. La expulsión de
los jesuitas en 1835 lo forzó a viajar a Roma, donde, en el Colegio Romano,
hizo los estudios de Filosofía. Enseñó después, en ese mismo Colegio,
Gramática latina durante cuatro años. También en el Colegio Romano hizo la
Teología y se ordenó sacerdote el 10 de octubre de 1845. Después de la
Tercera Probación, enseñó Filosofía dos años en el Colegio de Nuestra Señora
de Loreto, Italia. La revolución de Giuseppe Mazzini lo obligó a regresar a
España. En Montserrat hizo la profesión de 4 votos, el 15 de agosto de 1853.
Durante los años 1855 y 1856 fue profesor de Teología Moral en el Seminario
diocesano de Barcelona.216
Apenas nombrado Rector, el P. Pujol se abocó al problema de los grados
académicos y decidió adoptar para el Colegio San Ignacio los programas de
estudios vigentes en el Instituto Nacional. Solucionó así, el problema principal
del Colegio.
Según algunos, esta determinación del P. Pujol no fue del todo del agrado del
Arzobispo de Santiago, Monseñor Rafael Valentín Valdivieso, quien era
contrario al sistema del Estado docente imperante en el país y partidario de la
libertad de enseñanza. Pensaba que los planes independientes del Colegio iban
a favorecer esa libertad, e incluso a su deseo de fundar una Universidad
Católica al estilo de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica.217
En 1858, el número de alumnos aumentó considerablemente, pues llegó a 152,
a pesar de los retirados espontáneamente, por razón de los programas
fundamentales de Gramática, con sus accesorias de Aritmética, Historia y
Geografía, las de lenguas vivas y una de Filosofía. La disciplina tomó un giro
de una suave severidad dado el carácter de los alumnos. Los medios de
emulación, conservados del Ratio Studiorum, comenzaron a producir los
frutos acostumbrados en otros Colegios jesuitas.
Se estableció canónicamente en el Colegio la Congregación Mariana, bajo el
título de la Inmaculada Concepción y de San Luis Gonzaga.218
Para el orden interno, el P. Juan Bautista Pujol s.j. dividió el Colegio en cuatro
divisiones, que llevaron los nombres de San Francisco Javier, San Luis
Gonzaga, San Estanislao de Kostka y del Niño Jesús. Cada una con algo más
de 30 alumnos. El Colegio parecía estabilizado y prometía un buen
desarrollo.219
Ministerios
216
Tampe, op. cit., pág. 109; Cf. Historia Domus Valparaíso, págs. 100 a 102, donde hay una muy completa
vida.
217
Cf. Arenas, op. cit., pág. 203; Cf. Hanisch, op. cit., pág. 201.
218
Cf. Pérez, op. cit., pág. 739.
219
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, ad instar manuscripti, pág. 13.
83
Los jesuitas residentes en el Colegio tenían como misión la atención espiritual
e intelectual de los alumnos, y ésa fue su opción preferencial.
No tenían iglesia, ni Capilla pública, porque ni siquiera la habilitada para los
alumnos y a la cual podían acceder otras personas, podía ser tenida como tal.
Pero tres Padres oían confesiones en la iglesia de San Lázaro, en la cual se
predicaba de vez en cuando. También predicaban los jesuitas en otras iglesias
y en los monasterios de religiosas; en tres de estos hicieron las pláticas del
Adviento.
Y se dieron también Ejercicios de ocho días al clero de Santiago y a varias
Comunidades de religiosos.
En tiempo de verano, todos los sacerdotes daban misiones en la zona rural de
Chile, y aún en pueblos y ciudades. El P. Rector pensaba que en esas misiones
podían juntarse algo de descanso, al cambiar actividades, y el bien espiritual
de los más abandonados.220
Capítulo III. Residencias de Valparaíso y de Santiago
La Misión de Chile conservaba, además del Colegio, las dos Residencias que
habían sido abiertas desde los tiempos del P. Ildefonso de la Peña s.j.
Valparaíso. Residencia
En esta Casa quedaron habitualmente, desde 1855, sólo dos sacerdotes: el P.
Manuel Martos, el Superior, y el P. Miguel Ignacio Landa. Dos Hermanos
jesuitas conformaron también la Comunidad: el H. Manuel Nieto, encargado
de la iglesia y sacristía, y el H. Lorenzo Esteva, responsable de la portería y de
la marcha de la casa.
En 1856 se abrió definitivamente la Casa de Ejercicios, al haber resuelto el P.
General de la Compañía el problema ocasionado en 1853 por la paralización
de la construcción. No obstante no estar entablillado el techo de las piezas del
segundo piso del costado sur, las cuales eran 16, y no estar terminado tampoco
el refectorio, pudo inaugurarse.221
En 1857, según las Cartas anuas, hubo en Ejercicios 719 hombres y 351
mujeres.222
En la iglesia, en el año 1856 hubo 26.250 comuniones, y en el año 1857,
27.000. Y esto, a pesar de que el P. Landa debió viajar varias veces a Santiago
a dar Ejercicios a religiosas.223
Es verdad, una vez habilitada la Casa de Ejercicios, dejaron de dar las
misiones que solían dar todos los años en la iglesia Matriz y en la Merced,
220
Enrich, op. cit., pág. 152.
Enrich, op. cit., pág. 154; Cf. Hist. Domus Valparaíso, pág. 33, donde hay detalles.
222
Pérez, op. cit., pág. 733; Cf. Enrich, op. cit., pág. 154, donde se dan otros detalles.
223
Enrich, op. cit., pág. 153.
221
84
como la novena del Tránsito en la iglesia de San Agustín. Pero no omitieron
los Ejercicios y ministerios en los dos cuarteles de la cárcel.224
Todos los días unos 30, entre niños y niñas, acudían a nuestra Portería para
recibir la comida que habían de llevar a sus familias. Esto ocasionó que un
grupo de señoras de la ciudad creara una Junta de Beneficencia que recogió a
más de 40 niñas, de las más pobres y abandonadas de Valparaíso, haciéndose
cargo de mantenerlas, vestirlas, educarlas e instruirlas. Más tarde estas niñas
fueron acogidas, las primeras, en la Casa que fundaron las Hermanas
canadienses de la Providencia que habían llegado a Valparaíso.
La Junta de Beneficencia de señoras también trajo a Valparaíso a las Madres
del Buen Pastor y después a las Hermanas de la Caridad, atendiendo así a
centenares de niños huérfanos.225
Santiago. Residencia de la calle Lira
En la Residencia de la calle Lira, las comuniones fueron, poco más menos,
como en los años anteriores. Además de las pláticas de costumbre en la
Capilla de la Residencia, las hicieron en el Hospital de San Juan de Dios y en
varios monasterios de religiosas. Y dieron también Ejercicios a seglares, tres o
cuatro veces, en la Casa de San José y en la de Santa Rosa. Los dieron
también, otras tantas, a las religiosas, y dos a los religiosos.
Algunas veces visitaron a los presos en la Cárcel, como también en la
Penitenciaría. Y frecuentemente iban a confesar en el Hospital de San Juan de
Dios, en que suelen haber 400 a 500 enfermos.
Habiéndose improvisado en mayo de 1857 un Lazareto para los apestados de
viruela, los Padres de la Residencia iban a confesarlos, y el Padre Tubau les
decía todos los días la Santa Misa, como si fuera el capellán, permaneciendo a
veces desde las 6.30 de la mañana hasta la noche, en todo el mes que duró la
fuerza del contagio.226
En los dos años, 1856 y 1857, los Padres de la Residencia dieron 22 misiones
en la arquidiócesis de Santiago y dos veces visitaron la diócesis de
Concepción.
La primera excursión a Concepción, de los Padres Gandásegui y Tubau, duró
desde el 11 de octubre de 1856 al 12 de marzo de 1857. Dieron entonces 10
misiones en los Curatos, a uno y otro lado del río Bio-Bío, desde Hualqui
hasta Negrete. Oyeron 13.940 confesiones, algunas de muchos años. En los
Curatos de Nacimiento, Negrete y San Carlos de Purén encontraron millares
de mapuches no cristianos. Sólo en Nacimiento había una Misión, costeada
por el Gobierno, que un Padre franciscano tenía a su cargo, predicaba en
mapudungun y mostraba simpatía por ellos.
224
Id., pág. 153.
Id., pág. 156; Cf. Hist. Domus Valparaíso, pág. 35.
226
Id., pág. 153.
225
85
Y desde la frontera, los Padres continuaron su trabajo apostólico por los
Curatos de Los Angeles y Yumbel.
Tomaron parte en Rere, con el Obispo de Concepción, en el traslado de los
restos del Siervo de Dios P. Juan Pedro Mayoral s.j. fallecido en 1754, y en la
relación jurídica.
A petición del Obispo de Concepción, Monseñor Hipólito Salas, los mismos
dos Padres Gandásegui y Tubau lo acompañaron en la Visita a la diócesis,
desde el 15 de octubre de 1857 al 25 de febrero 1858. Y aunque sólo visitó 14
parroquias, se detuvo en 16 lugares para impartir el sacramento de la
Confirmación. En cada uno de esos lugares los dos jesuitas predicaron la
misión y confesaron a miles de personas.227
Junto a la Residencia de la calle Lira estaba en construcción la iglesia del
Asilo de Sacerdotes, y al ser terminada en 1862 pasará a ser atendida por los
jesuitas.228
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1858
La Misión de Chile, en 1858, parecía estar del todo asentada. Tenía 3 Casas:
Un Colegio y una Residencia en la ciudad de Santiago, y otra en Valparaíso.
Los jesuitas eran 29: 18 Sacerdotes, 1 Estudiante de Teología, 6 Hermanos, y
4 Novicios (dos Escolares y dos Hermanos)
Y se anunciaba la llegada de dos Padres y un Hermano jesuita, alemanes, para
atender a los inmigrantes en la diócesis de Ancud.
Capítulo IV. Residencia de la Compañía de Jesús en Puerto Montt
Colonización alemana en el sur de Chile
La Ley de Colonización del 18 noviembre de 1845 fue firmada por el Presidente
Don Manuel Bulnes y su Ministro de Justicia Don Manuel Montt. En 1848 Don
Bernardo Philippi fue encargado para ir a Alemania y contratar a los colonos que
desearan radicarse en el sur. Hasta 1850, alrededor de 10 barcos llegaron con
inmigrantes a Corral.
Al no haber tierra para ubicar a los que seguirían llegando, el Gobierno nombró
a Don Vicente Pérez Rosales como Agente de la Colonización. De inmediato,
siguiendo las ideas de Don Bernardo Philippi, viajó al lago Llanquihue y, por
mar, a la caleta de Melipulli desde donde debería iniciarse la colonización. A su
regreso a la ciudad de Valdivia, ubicó a los europeos en el puerto de Corral.
El 10 de noviembre de 1852 llegó desde Alemania otro barco con inmigrantes.
Don Vicente Pérez Rosales decidió entonces arrendar ese mismo barco y
trasladar a Llanquihue a las familias que logró convencer.
227
228
Id., pág. 153-160.
Pérez, op. cit., pág. 771.
86
En Ancud, esas primeras familias descansaron unos días, y en cuatro lanchones
llegaron a Melipulli el 28 de noviembre de 1852, el primer Domingo de
Adviento. El bosque aquí llegaba hasta la orilla del mar y había una sola casa de
madera.
Se dieron al trabajo, y en pocos, días tuvieron un albergue donde cobijarse. El
encargado, en ausencia del Agente de Colonización, con prudencia y tacto, hizo
ver a los colonos la conveniencia de proceder con rapidez a la apertura de una
franja de camino hasta el lago.
El 20 de enero de 1853 llegó D. Vicente Pérez Rosales con otro grupo de
colonos llegados a Corral. De inmediato ordenó que se talara en el bosque un
retazo de tierra con el objeto de planificar una ciudad.229
Fundación de la ciudad de Puerto Montt
El 12 de febrero de 1853 fundó la ciudad de Puerto Montt, después de la Misa de
campaña y la bendición de la primera piedra de la futura Iglesia, impartida por el
párroco de Ancud, don Miguel Pérez Sevilla. Los colonos alemanes entonaron
un himno de acción de gracias al Creador y el buque de la Armada “Janequeo”
hizo resonar una salva de 21 cañonazos mientras se alzaba el pabellón nacional.
El primer grupo era luterano, casi enteramente; en el segundo venían más
católicos. Los primeros recibieron los cargos públicos, y a ellos se les entregaron
tres mil pesos para iniciar la iglesia católica. Los protestantes decidieron no
edificar en el punto central en que se había puesto la primera piedra, sino
continuar una Capilla iniciada ya, en el sudeste de la villa, por los vecinos
antiguos del lugar y de Coihuín. Construyeron en la fachada un sencillo pórtico
de dos varas de ancho con dos pequeñas torrecitas en sus extremos. Los vecinos,
por su cuenta, la terminaron. El 12 de febrero de 1854 esta pequeña iglesia fue
bendecida por el Cura párroco de Calbuco, Don Vicente Salazar, a cuya
parroquia pertenecía el lugar.
En adelante alguna vez volvió el párroco a decir allí la Misa, pero raras veces.
Después, en 1856, se instaló allí el sacerdote D. Antonio Barrientos, teniente
cura de Calbuco. Los habitantes chilenos asistían a la Misa y algunos recibían
los sacramentos, no así los colonos católicos alemanes por desconocer el idioma.
Ninguno podía confesarse y ni siquiera pedían el bautismo para los niños.
Además el preceptor que educaba a sus hijos y también a los niños chilenos era
un ministro protestante, pagado por el Gobierno del Electorado de Hessel.230
Petición de jesuitas alemanes para la nueva colonia
La diócesis de Ancud estaba cuasi vacante. Tenía un obispo desde el 15 de
marzo de 1852, Don Vicente Gabriel Tocornal Velasco, pero no había recibido
la ordenación episcopal ni tomado posesión de su sede. La Santa Sede aceptó su
renuncia en febrero de 1857 y nombró en su reemplazo, el 20 de marzo de 1857,
229
230
Historia Domus Pro Montt, vol. I, pág. 3; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 3.
Id., op. cit., pág. 4; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 4.
87
a Fray Juan Francisco de Paula Solar Mery, de la Orden de la Merced. Este fue
consagrado en septiembre de 1857 en Santiago y tomó posesión de su sede el 18
de febrero de 1858. Apenas designado, se preocupó por la situación pastoral de
su inmensa diócesis, desde el Río Imperial al Cabo de Hornos, de los 39° a 56°
de latitud sur, con cuarenta islas pobladas en el archipiélago de Chiloé y con
ciudades importantes como Ancud, Castro, Valdivia, Osorno y La Unión.
Contaba con 9 sacerdotes diocesanos y 34 regulares, todos franciscanos, para
132.000 católicos y 18.000 indígenas no cristianos. Apenas designado, con el
Arzobispo de Santiago trató de conseguir sacerdotes y éste le aconsejó pedir
religiosos alemanes, especialmente de la Compañía de Jesús, para establecerlos
en la Colonia que parecía ser el punto más necesitado.
El nuevo Obispo de Ancud aceptó la proposición del Arzobispo y solicitó al
General de la Orden de la Merced el envío de dos religiosos alemanes, o que los
pidiera al General de la Compañía de Jesús en caso de no tenerlos él a su
disposición. Consultado el P. Bernardo Parés, Superior de la Misión Chilena de
la Compañía de Jesús, éste apoyó que jesuitas alemanes se integraran al trabajo
apostólico en el país.231
Jesuitas alemanes llegan a Chile y naufragio al salir de Ancud
Decidido el envío, el Provincial de la Provincia Germánica destinó al P. Teodoro
Schwerter, de 40 años, al P. Bernardo Engbert, de 32 años, y al H. José Schorro,
suizo, de 43.
Los tres se embarcaron en Burdeos, el 24 de octubre de 1858, y llegaron a
Buenos Aires el 17 de diciembre del mismo año. Viajaron por tierra y llegaron a
Santiago el 11 de enero de 1859. Se detuvieron ahí dos meses para estudiar el
idioma y conocer a los otros jesuitas.
En Valparaíso se embarcaron el 10 de marzo en el vapor Príncipe de Gales. El
barco hizo escala el 16 de marzo en Ancud. Los jesuitas bajaron a saludar al
Obispo y a pedir las facultades y las instrucciones necesarias. Volvieron al barco
al anochecer, porque el capitán tenía intención de zarpar al alba. En efecto, elevó
anclas a las 6.
Estando preparados para celebrar la Misa y las velas encendidas, a las 7,
sintieron el golpe del barco con la peña de Pigüy. Avisados del peligro, se
hincaron a rezar las letanías y aún no las habían terminado cuando se les indicó
que debían bajar a los botes. Eran cincuenta personas y ellos fueron casi los
últimos. El agua entraba por la popa del vapor, y a los 15 minutos se hundió
totalmente. Nadie salvó nada, fuera de la vida. Los jesuitas perdieron todo: altar,
ornamentos vasos sagrados, libros, una campana, estampas, medallas, ajuar de
casa, y ropa personal. La tripulación regresó a Ancud en sus botes, ellos lo
hicieron a pie. El Obispo los recibió profundamente conmovido, los retuvo en su
casa y los ayudó conforme a la pobreza que él mismo tenía.232
231
232
Id., op. cit., pág. 4; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 4.
Id., op. cit., págs. 4-5. Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 5 con amplios detalles.
Nota: En noviembre de 1982, una empresa de buzos tácticos que se encontraba realizando trabajos
submarinos en el canal de Chacao encontró a 40 m. de profundidad los restos del Príncipe de Gales y
también la campana que traían los Padres. En hermoso gesto la campana fue entregada a la Compañía de
Jesús que la conserva en un sitio de honor en su Colegio de Puerto Montt. Cf. Tampe, op. cit., pág. 123.
88
Puerto Montt. Inicio de la Residencia
El día de San José embarcaron en una balandra en Ancud, y a los tres días,
habiendo sufrido una recia tormenta, llegaron a Puerto Montt al anochecer del
día 23. El Sr. Cura D. Antonio Barrientos, el Intendente Don Gaspar del Río y
los principales vecinos los recibieron con alegría y compadecidos por el
naufragio procuraron reparar sus pérdidas, acomodándolos en la casa que les
habían preparado. El Arzobispo de Santiago, Monseñor Rafael Valentín
Valdivieso, había enviado 6 mil pesos de la Sociedad Católica de Misiones de la
capital. Tres mil se habían gastado en construir una casa de unos 24 metros de
frente en la calle Curicó (hoy Guillermo Gallardo) por 20 metros de fondo en la
calle Rengifo que terminaba en el cerro (Esta parte de la calle Rengifo fue
cedida después a los Padres). Los otros tres mil, para pagar el viaje desde
Alemania y socorrer a los Padres durante un tiempo. En la parte del frente había
una pieza de 12 x 6 destinada para Capilla y otra para Escuela. Adentro había
cuatro piezas de 6 x 5, un patio y una cocina.
El primer cuidado de los Padres fue poner un cerco para establecer la clausura
religiosa, trabajar unos bancos y un altar para la Capilla, y acomodar sus piezas
muy modestamente. Desde Santiago, al conocer el naufragio que habían sufrido,
el P. Bernardo Parés les mandó trescientos pesos, ornamentos y cáliz para la
Capilla.
Al llegar los jesuitas, el distrito de la colonia abarcaba al norte desde 13 km.
antes de llegar a Osorno hasta los Andes, 70 km. al poniente y al sur la costa del
mar, en cuyas aguas estaban las islas de Tenglo y de Maillen. Tenía, en total,
unos 10.000 habitantes de los cuales 2.500 eran alemanes; los demás, chilenos
provenientes de Chiloé.
La ciudad misma de Puerto Montt tenía algo más de 1.000 habitantes, y de ellos
unos 300 eran germanos. Construida totalmente de madera, sus calles eran
rectas, con 20 metros de calzada y 4 m para las dos veredas: las manzanas tenían
sólo 50 metros por lado. Dos arroyos copiosos suministraban un agua excelente.
Don Gaspar del Río Peña era el Intendente desde 1856 y en mayo de ese mismo
año se había creado la Municipalidad. Había un Juez de Letras y un Escribano
público. Estaba terminada la mitad del camino de 10 kilómetros entre Puerto
Montt y el Lago Llanquihue y muy avanzada la otra mitad.233
La Residencia de Puerto Montt en los primeros años de vida. 1859-1865
El P. Teodoro Schwerter s.j. fue el primer Superior que tuvieron los jesuitas en
Puerto Montt. Había nacido en la ciudad de Werl, diócesis de Paderborn,
provincia de Westfalia, Alemania, el 1 de enero de 1819. Hechos sus estudios
de Humanidades y Filosofía, cursó los de Teología en los Seminarios de
Münster y Paderborn, y en esta última ciudad se ordenó de sacerdote el 20 de
julio de 1844. Después fue capellán en la ciudad de Bielefeld, y luego pasó a
ser Vicario de la parroquia de Weston, donde permaneció 5 años, dirigiendo
una Escuela. El 1 de septiembre de 1853 ingresó en la Compañía de Jesús en
233
Id., op. cit., pág. 5; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., págs. 6 y 7, con amplios detalles.
89
el Noviciado de Münster. Después de los votos del bienio estuvo destinado a
ejercer los ministerios y al apostolado de misiones.
Cuando el Provincial de Alemania decidió que la Compañía de Jesús atendiera
a los católicos alemanes inmigrantes en Chile, envió al P. Schwerter,
acompañado por el P. Bernardo Engbert s.j. y el H. José Schorro s.j.234
El Superior, P. Teodoro Schwerter s.j., lo primero que determinó fue habilitar
la pequeña Capilla de San José. Los domingos y días festivos dirían dos misas.
En la primera, después del evangelio se haría una plática en castellano (leída,
al comienzo). En la segunda, la plática sería en alemán. En la tarde, harían una
Doctrina en alemán a los colonos, con oraciones, cánticos y bendición con el
Santísimo Sacramento. Esta última no pudo hacerse con custodia, hasta
después de tres años, por no tenerla.
Del 10 al 20 de abril de 1859 dieron una Misión en la Iglesia parroquial de
acuerdo con el Sr. Cura Don Antonio Barrientos, haciendo éste una plática en
castellano, y después ellos el sermón en alemán para los colonos. La asistencia
fue buena y oyeron 126 confesiones, hubo bautismos y varios protestantes se
declararon católicos.
Apenas el H. José Schorro pudo hacer bancos, mesas y un pizarrón, ese mismo
año, abrieron la Escuela de San José, gratuita. Primero para los alemanes, y
dos meses después, también para los chilenos. A las 8 de la mañana, antes de
entrar a clases, todos oían la Misa. Al fin de la Misa se enseñaba doctrina a los
alemanes, y en la tarde se hacía lo mismo con los chilenos. La asistencia de
chilenos no fue muy concurrida, por no hablar bien el P. Bernardo el
castellano. Pero fue un muy buen servicio para los hijos de los colonos.
Para las hijas de los colonos, que debían ir a clases con el preceptor alemán
protestante, los Padres procuraron que muy pronto una joven alemana católica
pasara a Santiago a la Escuela Normal de las Religiosas del Sagrado Corazón.
Pasados unos años, ella volverá como preceptora.
Muy pronto también, y antes de la Misión dada en Puerto Montt, el P. Teodoro
fue a visitar a los colonos ubicados en el lago Llanquihue. El camino no estaba
del todo abierto y había más de una zona muy pantanosa. El viaje a caballo
duraba el día. De las 83 familias ubicadas junto al lago, sólo 33 eran católicas.
En esa visita el P. Teodoro bautizó a 12 niños, todos mayores, de uno o más
años. Después de la Misión volvió y reunió a los católicos en cuatro puntos
diferentes, les dio Ejercicios por cuatro o cinco días a cada grupo; asistieron
17 familias, oyó 64 confesiones y bautizó a 20 niños, algunos hijos de
protestantes.
De allí pasó a Osorno y predicó a los alemanes, a 30 protestantes y a 10
católicos. También confesó a algunos. No siguió a Valdivia por lo difícil del
camino, y regresó a Puerto Montt.
234
Hernández, op. cit., pág. 280; Cf. Tampe, op. cit. pág. 120.
90
En octubre de 1859 fue a Valdivia en barco. Allí había 500 alemanes
establecidos y sólo 60 eran católicos, contando los niños. Estuvo con ellos diez
días, les predicó y confesó a 38 personas. Muchos protestantes oyeron sus
pláticas, pero solo uno se hizo católico. Al pasar por Corral bautizó a siete niños,
hijos de protestantes, cuyos padres se comprometieron a educarlos en el
catolicismo.235
En el año 1860, además del trabajo habitual en la ciudad de Puerto Montt, los
dos Padres iniciaron un trabajo misionero en las islas de Chiloé. En enero de
1860 el P. Teodoro estuvo en la isla de Huar, donde inauguró su misión en la
Capilla de Quetro. A pesar del idioma pudo escuchar en confesión, en nueve
días, a 300 personas. En la otra Capilla de la isla de Huar le ayudó el P.
Bernardo y en 12 días confesaron a 370 personas. Se admiraron los Padres que
allí todavía quedaran recuerdos de los antiguos jesuitas. La institución de los
Fiscales, creada por los jesuitas, se mantenía en plena vigencia.
En febrero de ese año, el P. Bernardo Parés envió desde Santiago a los PP.
Francisco Enrich y Ramón Tubau a visitarlos y a ayudarlos durante el verano.
Con el P. Teodoro, ambos se embarcaron desde Ancud al puerto de Corral
donde dieron la primera misión. El P. Teodoro dio las pláticas a los alemanes:
de los 30 que eran todos asistieron, aunque sólo 3 eran católicos. En Valdivia
oyeron 710 confesiones. El P. Tubau predicó en la cárcel, el P. Teodoro a los
alemanes y el P. Enrich a los chilenos. En La Unión el P. Teodoro logró la
conversión de un protestante, y entre los tres sacerdotes confesaron a 320
personas. En Río Bueno también dieron una misión en la iglesia del misionero
capuchino. De allí fueron a Osorno, pasando por la Misión de Trumao.
Estuvieron en Osorno hasta Semana Santa. Dieron la Misión y, de los 150
alemanes de la ciudad unos 50 asistieron a los sermones del P. Teodoro. Un
protestante pasó a la Iglesia católica y otro católico volvió desde el
luteranismo. Al regreso a Puerto Montt iniciaron la Misión en la iglesia
parroquial. Los PP. Teodoro y Bernardo predicaron a los alemanes en la
Capilla jesuita de San José. En abril regresaron los dos Padres españoles a
Santiago.
Después el P. Teodoro dio misión en Carelmapu, a 10 kilómetros de Maullín,
y otra en Río Frío, a 70 km. al noreste de esa misma ciudad. En Carelmapu
confesó a 300 personas y en Río Frío a 164. En agosto dio misiones en la isla
Maillen, y en septiembre en la costa frente a la isla de Huelmo.
En octubre, el P. Teodoro reemplazó al P. Bernardo en la Escuela, y éste fue a
misionar a los colonos en el lago Llanquihue. Tres protestantes se convirtieron,
llegando así a 16 los convertidos desde la apertura de la Misión jesuita de Puerto
Montt. Desde el lago, el P. Bernardo también viajó a Osorno para atender a los
alemanes.236
En los inicios del año 1861, estuvo en Puerto Montt nuevamente el P.
Francisco Enrich, esta vez encargado para hacer la Visita canónica. No
235
236
Historia Domus Pto. Montt, vol. I, págs. 5 y 6; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., págs. 7-9, con detalles.
Id., págs. 6 y 7; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., págs. 9-28, con muy amplios detalles.
91
encontró nada que corregir en lo espiritual. En lo material se construyeron
otras dos piezas en el costado sur de la casa.
Ya en 1860 el P. Teodoro había convencido a su hermano, don Fernando
Schwerter, que viniera de Alemania a ayudarlo con los colonos. Don Fernando
era profesor normalista y, después de unos meses de estudio del idioma
castellano, pudo ayudar y reemplazar al P. Bernardo en las clases y dirección
de la Escuela San José, quedando éste más libre para los ministerios
estrictamente pastorales y de misión.
En abril de 1860 el Obispo de Ancud había conversado con el P. Enrich la
conveniencia de traspasar el Curato de Puerto Montt a los jesuitas. Este había
manifestado que sólo con licencia del P. General podía tomarse ese ministerio.
El P. Bernardo Parés, Superior de la Misión de Chile, pidió la licencia a Roma
argumentando la escasez de clero en la diócesis.
En octubre de 1861, con ocasión de una ausencia del Sr. Antonio Barrientos,
el Obispo nombró al P. Bernardo Engbert como sustituto del Vicepárroco.
El P. Teodoro debió acompañar al Obispo de Ancud en la visita que éste hizo
al Curato de Chacao, y dar una misión preparando a los fieles para recibir el
Sacramento de la Confirmación. Después dio la Misión en la catedral de
Ancud.
La Escuela San José y las Misiones en el lago Llanquihue, en las islas de Huar,
Maillen y en las zonas costeras de Huelmo, Ilque, Panitao, Lenca y Piedra Azul
continuaron en la misma forma como en el año anterior. También se hicieron
visitas a Osorno, Valdivia y Ancud.237
En enero de 1862, el P. Francisco Enrich fue nuevamente el encargado de
hacer la Visita canónica a la Residencia de Puerto Montt. No encontró en lo
espiritual y comunitario nada que debiera corregirse. Viajó acompañado por el
escolar jesuita chileno Luis Sanfuentes y con él dio una Misión en la isla
Maillen.
Previendo las dificultades de la Iglesia parroquial, el P. Enrich aprobó que la
sala de la Escuela prolongara su extensión en 5 metros formando un
presbiterio cubierto por una bóveda semicircular, agregando una sacristía a
uno de los lados y un local al otro. Trasladó la Capilla a la nueva ubicación el
2 de febrero.
En marzo de 1862, la Iglesia parroquial debió ser cerrada con ocasión de
haberse caído una viga de la torre habiendo roto el brazo de un niño que
repicaba. Las maderas estaban podridas y el Intendente que deseaba que se
levantara la Iglesia parroquial de la plaza decidió que se clausurara ésta
provisoria. Los Padres aceptaron la proposición esperando tener pronto la
definitiva, y trasladaron a su Capilla los ornamentos, vasos sagrados y demás
237
Id., págs. 7 y 8.
92
útiles de la parroquia. Pero a pesar de la reciente extensión de la Capilla San
José, ésta no era suficiente para la población creciente de la ciudad.
El Intendente Gaspar del Río autorizó a los Padres ocupar la parte de la calle
Rengifo que terminaba en el cerro y plantar allí una huerta. Además les
permitió usar la manzana siguiente que terminaba en la ciénaga. Por allí podría
hacerse un acceso al cerro que también podía ser ocupado. El Intendente les
hizo saber que los primeros terrenos habían sido dados de palabra al Obispo de
Ancud en el entendido de que eran para los jesuitas.
El Sr. Maximiliano Wagner, alemán de Wurtemberg, había llegado en
noviembre de 1860, y muy pronto se había relacionado con los Padres. El 2 de
junio de 1862 fue recibido como Hermano en la Compañía de Jesús. Fue la
primera vocación jesuita salida de Puerto Montt. Fue a hacer el noviciado en
la Casa de Probación de la calle Lira en Santiago.
En julio el P. Teodoro viajó a Santiago para solucionar algunos problemas en
la comunidad y tratar de conseguir recursos con que edificar una Iglesia más
capaz. Habló con el Superior de la Misión de la necesidad de enviar a Puerto
Montt algún sacerdote de lengua castellana. El P. Parés dijo que enviaría
alguno, siempre que el P. Provincial de Alemania enviara a cuatro jesuitas
para el Colegio San Ignacio. El P. Teodoro escribió este asunto a Alemania.
El de julio de 1862 el Obispo de Ancud nombró al P. Bernardo Engbert como
Vicepárroco en propiedad.238
Por influjo y cartas del P. Teodoro Schwerter empezaron a llegar a Puerto
Montt, a partir del año 1862, hasta 30 familias católicas de Westfalia,
pretendiendo así afianzar el núcleo católico de la región.
En septiembre de 1862 se enfermó el H. José Schorro y fue trasladado a
Santiago. Lo reemplazó el Hno. Ignacio Ortiz.239
En febrero de 1863 el P. Teodoro debió ir, a petición del Obispo a dar los
Ejercicios al clero. Asistieron 22 sacerdotes y el Obispo. Y parece que la
intención del obispo fue dejar al P. Teodoro en forma permanente en el
Seminario.
El 29 de marzo de 1863 arribaron a Valparaíso, vía Panamá, el P. Juan
Mundwiler s.j. y el H. José Schrank s.j. Estuvieron cuatro meses en Santiago
para aprender castellano, y pasaron a Puerto Montt.
Y a fines de año el P. Provincial de Alemania envió a los PP. Guillermo Kürten
s.j. y José Zeitlmayer s.j. quienes, después de visitar las colonias germánicas en
Santa Fe de Argentina y haber descansado dos meses en Santiago, llegarán a
Puerto Montt el 6 de mayo de 1864.240
238
Enrich, op. cit., pág. 265.
Historia Domus Pto. Montt, vol. I, págs. 8 y 9
240
Id., pág. 9; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 29.
239
93
En 1864, en Santiago, en el Colegio San Ignacio trabajaba el H. José Schorro
y en la Residencia de la calle Lira terminaba el noviciado el H. Maximiliano
Wagner.
En la Escuela San José de Puerto Montt, el preceptor es don Fernando
Schwerter, hermano del P. Teodoro.
Con el refuerzo del P. Mundwiler, y desde mayo de otros dos, toda la zona de
la gran parroquia de Puerto Montt pudo ser atendida en mejor forma, y en
especial toda la región del lago Llanquihue, a igual que los servicios que se
prestaban a los Curatos vecinos y de Ancud. El Curato de Calbuco fue visitado
tres veces. También se dieron misiones en las islas de Huar, San Ramón y
Abtao. El P. Teodoro repitió la misión en Carelmapu y en algún otro lugar de
ese Curato.
El P. Guillermo Kürten llegó a Puerto Montt el 6 de mayo de 1864. Hizo una
misión de 8 días a los alemanes, en su idioma. Y luego ocupó un mes
visitando a los colonos del lago Llanquihue. Vuelto a Puerto Montt, se fue a
las misiones de Huelmo y Maillen, aunque él sabía poco castellano. Ayudó allí
al P. Bernardo en las confesiones y en catecismo a los niños. Volviendo de
Maillen hizo los Ejercicios, y el 15 de agosto los últimos Votos en la
Compañía. En una salida a confesar enfermos contrajo una fuerte fiebre. Se
agravó repentinamente, se le administraron los Sacramentos y falleció el 5 de
octubre de ese mismo año 1864. Fue el primer jesuita enterrado en el
Cementerio parroquial de Puerto Montt.
El P. Zeitlmayer comenzó a dar en alemán unas conferencias filosóficoreligiosas cada quince días, a las que asistieron con gusto muchos protestantes.
Por tenerse a las ocho de la noche no fueron del agrado del P. Mundwiler. Al
año siguiente, cuando éste fue Superior, las suprimió.
En la parte poniente de la propiedad, el P. Teodoro levantó un edificio que tenía
28 metros de largo por 10 de ancho, incluyendo el corredor cerrado que quedaba
al lado del patio principal. En el segundo piso construyó cuatro piezas y
quedaron trazadas otras cuatro. Para esta construcción contrajo una deuda de
$900.241
En 1865 el P. Juan Mundwiler, enviado por Alemania como misionero en
Puerto Montt, fue destinado por el Superior de la Misión a la Residencia de
Santiago como Operario. Los Hermanos José Schorro y Maximiliano Wagner
estaban igualmente en esa Residencia.
El P. José Cubas s.j. fue a Puerto Montt por su enfermedad hepática. Se
mejoró, pero no pudo tolerar las lluvias continuas de la zona. Ayudó un tanto
en las confesiones de los chilenos.
En 1865 el Parlamento chileno interpretó el Artículo 5° de la Constitución,
indicando que por culto público sólo se entendía el ejercido en los templos
costeados por el fisco, con lo cual otorgó libertad a cualquier otro culto en
241
Id., pág. 10; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., págs. 30 y 31.
94
templos no costeados por el fisco. En Puerto Montt el ministro protestante
empezó a ejercer su culto en un templo provisorio. Lo mismo se hizo en
Osorno. Las conversiones al catolicismo y los bautismos de hijos de
protestantes disminuyeron notablemente.
En la zona rural los pastores protestantes no tuvieron mayor influencia. Los
jesuitas visitaban todos los lugares que tenían Capilla por lo menos dos veces
al año y en esa visita se daba una misión de varios días. También iban para las
fiestas patronales de cada Capilla y para confesar a los enfermos. Esta
asistencia hizo que se levantaran Capillas en Huelmo, Panitao, Lenca,
Quillaipe y también en las zonas de los colonos alemanes, quienes por pobreza
tenían menos recursos para hacerlo.
El joven Carlos Degener, de 21 años de edad, natural de Westfalia, arribó a
Puerto Montt en marzo de 1864. Conoció a los jesuitas e ingresó como
Hermano a la Compañía el 14 de junio de 1865. Hizo el noviciado en la Casa
de probación de la calle Lira en Santiago.242
Capítulo V. Últimos años de la Misión de Chile
Incremento de jesuitas en la Misión de Chile
Desde 1859 hasta el año 1867, en que se llevará a cabo el cambio del régimen
jurídico de la Compañía de Jesús en Chile, la Misión tuvo un fuerte
incremento de personal.
Además de los señalados para la Residencia germánica de Puerto Montt, es
necesario indicar a los venidos de España y a los ingresados en el país.
Junto a los Padres Teodoro Schwerter, Bernardo Engbert y el H, José Schorro,
habían venido en el mismo barco el P. Francisco Bofarull, el Estudiante
Cosme Puig, y los Hermanos Ignacio Ortiz y Juan Itursaeta.
El 9 de enero de 1861 llegaron a Valparaíso, desde España, y destinados a la
Misión de Chile, el P. José Mujica y los Estudiantes jesuitas José Bustamante,
Manuel Poncelis y José Sabairu. Los dos primeros habían terminado la
Filosofía, y el tercero no la había iniciado.
Mes y medio después, el 25 de febrero de 1861, desembarcaron en Valparaíso,
desde Roma, el P. José Calieri que había hecho los últimos votos, el P.
Enrique Cappeletti, recién ordenado y sin terminar la Teología, más el
Estudiante José Curti que terminaba su magisterio después de la Filosofía.
El 14 de enero de 1863, llegaron, vía Buenos Aires, los Hermanos Pascual
Piscopo, napolitano, Isidoro Serrano, toledano, y Millán Orué, de Guipúzcoa.
El 28 de marzo de ese mismo año 1863 había llegado el P. Mundwiler y el H.
José Schrank.
242
Id., pág. 11.
95
En el Noviciado de la Residencia de la calle Lira entraron, desde que se inició,
1 sacerdote, siete novicios escolares y 8 Hermanos. De éstos, cuatro eran
alemanes enviados desde la Residencia de Puerto Montt.
Al término de la Misión de Chile, había en el país 25 sacerdotes, 7 Estudiantes
y 18 Hermanos jesuitas.243
El terremoto en Mendoza de 1861
El 7 de enero de 1861 el P. Bernardo Parés dispuso que los Padres Ignacio
Funes s.j. quien era de nacionalidad argentina, José Ugarte y Antonio Dalmau
pasaran a la vecina ciudad de Mendoza con el fin de dar allí misiones, pues así
lo habían solicitado en diversas ocasiones los párrocos y vecinos.
El párroco de Mendoza, que era al mismo tiempo Vicario Foráneo de toda la
provincia, les indicó como primer sitio de misiones el pueblo de San Vicente.
Y, a pesar de estar la gente muy repartida en sus chacras, acudieron muchos a
la misión. Después estuvieron en Arroyo de Tulumaya. El éxito en la ciudad
de Mendoza resultó extraordinario. La misión se dio en la iglesia Matriz y
hubo que sacar el púlpito a la calle para que pudieran escuchar todos. El Cura
dijo después que no había visto nunca en la ciudad tanta afluencia de gente a
los sermones, a los confesionarios y a la Eucaristía. Se dieron 5 misiones y el
número total de confesiones fue de 6.744.
Terminadas las misiones el día 19 de marzo, los tres misioneros dedicaron
todo el día 20 en preparar el viaje de regreso a Chile, que pensaban iniciar en
las primeras horas de la madrugada. Pero como un cuarto para las nueve de la
noche oyeron, primero el inmenso ruido subterráneo y después el fuerte
crujido de los edificios. Acostumbrados a los frecuentes temblores de Chile, y
sabiendo que en Mendoza estos fenómenos no eran frecuentes no se
inquietaron extraordinariamente. Pero la prolongación del ruido que jamás
habían escuchado, y la caída de los objetos les indicaron que debían ponerse a
salvo.
El P. Dalmau apenas logró salir de su habitación. El Padre Ugarte, al abrir la
puerta de su aposento, no se atrevió a salir al ver que se desplomaban paredes
que cerraban todo paso. El P. Funes, que estaba confesando en la iglesia,
alcanzó a dar unos veinte pasos, para caer aplastado por los muros de la iglesia
y sacristía que cayeron estruendosamente.
El terremoto apenas duró unos cinco segundos. Pero este tiempo bastó para
destruir toda la ciudad, dejando sepultados en sus ruinas a la mitad de la
población. Cerca de 10.000 personas murieron, y muchos otros quedaron muy
gravemente heridos.
Los gritos y lamentos de los fieles que estaban en la iglesia fueron
desgarradores. Los Padres Ugarte y Dalmau corrieron a auxiliar a los que
podían rescatar. Todos pedían la absolución de sus faltas y los Padres no se
cansaban de consolar.
243
Enrich, op. cit., págs. 161 y 162, especialmente en la Nota al pie de página.
96
El Padre Dalmau al salir de su habitación había caído de bruces al suelo.
Felizmente el pedazo de pared que quedaba a sus espaldas se mantuvo en pie,
por lo cual, al caerse el corredor, se abrieron las vigas sin dañar al Padre. Al
salir de allí halló a un hombre oprimido por el maderamen del corredor, de
donde lo sacó vivo y en estado de caminar.
El Padre Ugarte, al ver como se desplomaban los edificios, se acordó de los
consejos que siempre daban en Chile, y en el umbral de su aposento se
mantuvo firme mientras caían el techo y las paredes. Como pudo salió de entre
los escombros, y a los pocos pasos oyó los lamentos del Vicario parroquial
que yacía oprimido por la solera del corredor. Logró sacarlo, aunque
gravemente herido en las piernas y tan maltratado en todo el cuerpo que, a los
tres meses, apenas podía moverse. Y algo más allá halló al Cura párroco, ya
difunto, herido en la cabeza.
Al no ver al P. Ignacio Funes, pensaron que podía haber huido a la calle o a la
plaza. Preguntaron, y un hombre dijo que había sido el último en confesarse
con él antes del terremoto y aseguró que había quedado en la iglesia. En vano
lo llamaron a gritos. Después empezaron, con ayuda de otras personas, a
excavar en busca de personas que pudieran estar vivas. Rescataron a 11
personas, algunas muy graves. Administraron el sacramento de la Penitencia,
pero no podían dar a nadie el Viático, ni el Sacramento de la Unción por no
poder llegar al tabernáculo y a los óleos a causa del inmenso montón de tierra
y madera que los cubrían.
Después los Padres salieron por la ciudad, tratando de consolar y auxiliar
espiritualmente a los más que pudieran. Lo más importante era levantar los
ánimos. A las seis de la mañana volvieron a la plaza. Muchos cadáveres
yacieron insepultos dos, tres y hasta cuatro días. Las autoridades de la ciudad
poco pudieron hacer, ni siquiera ante el pillaje y el saqueo.
El P. Ugarte se mantuvo en la parroquia, haciendo las veces de párroco. Y el
P. Dalmau recorría la ciudad.
La noticia de esta desgracia se recibió en Santiago a los ocho días de haber
sucedido Y el P. Francisco Enrich fue el señalado por los Superiores para ir a
Mendoza en ayuda de los misioneros.
En enero del año 1863 volvió de nuevo a Mendoza el P. Antonio Dalmau,
acompañado del Padre Buenaventura Escatllar, con quien misionó nuevamente
en la ciudad y en otros cuatro lugares de la Provincia, y dio los Ejercicios al
clero.244
El incendio de la iglesia de la Compañía en Santiago. 1863
La iglesia de la Compañía en la ciudad de Santiago había sido el principal
templo de la Compañía de Jesús en la época colonial de Chile. Era la iglesia
244
Cf. Enrich, op. cit., págs. 283-294, con muchos detalles.
97
del Colegio Máximo de San Miguel, cuya construcción había sido iniciada en
el año1594 y bendecida el día de San Miguel del año 1597.
Una iglesia, toda de piedra, se empezó en 1605. Esta tenía una sola nave muy
ancha, cortada por un crucero de igual ancho con dos capillas; en el crucero
había cuatro columnas y cuatro arcos; la cúpula estaba trabajada en cedro y
alerce. Todas las paredes eran de piedra blanca. Esta segunda iglesia fue
terminada el año 1631 y declarado, por muchos, como el más hermoso templo
de Santiago. Esta iglesia sufrió muy serios daños en el terremoto de 1647 y al
no poder ser recuperada, se determinó hacer un nuevo templo. Una iglesia
provisoria prestó servicios durante varios años.
El tercer templo de la Compañía se inició en 1670 construyéndose según el
modelo de la iglesia jesuita de Lima. Esta vez los cimientos fueron profundos
y trabajados en cal y piedra. El terremoto de 1730, uno de los mayores sismos
que haya tenido Chile, la dejó en pie, pero sus arcos quedaron deteriorados.
Las reparaciones fueron costosas. El terremoto de 1751, que arruinó gran parte
de las iglesias de Santiago, causó daños muy graves a la de la Compañía. Fue
necesario derribar la cúpula, la torre y la gruesa bóveda de cal y ladrillo que
cubría su nave central y el crucero.
La cuarta iglesia de la Compañía fue trabajada con gran esmero. Los
Hermanos jesuitas bávaros, en los talleres de Calera de Tango, se esmeraron.
Se hizo de nuevo el altar mayor (que hoy está en la iglesia de Santa Ana de
Santiago) con un frontal de plata (hoy en el altar mayor de la Catedral).
Colocaron un órgano trabajado en Calera, hermosos cuadros, custodias con
topacios y esmeraldas, y esculturas de los santos de la Compañía. Un reloj,
fabricado en Calera de Tango, indicaba las horas, los días de la semana, los
meses, los movimientos de la esfera celeste, las fases de la luna y el
movimiento aparente de los signos del zodíaco; estaba en la sacristía. Los
muebles de la Sacristía medían 17 metros de largo por 3 de alto, todos en
maderas finas y enchapados en nogal, caoba y jacarandá. Este templo fue
adornado, con cariño, por los jesuitas hasta el día anterior a su expulsión en
1767. Había sido consagrado, felizmente terminado, el día de la festividad de
San Miguel del año 1766 por el Obispo de Santiago, Monseñor Manuel Alday
y Aspee.
Después de la expulsión en 1767 y extinción de la Compañía de Jesús en
1773, la propiedad de esta iglesia pasó a la diócesis de Santiago.
Esta iglesia de la Compañía, después del incendio de la Catedral de Santiago,
el 22 de diciembre de 1769, pasó a ser el templo catedralicio de la diócesis. Y
después de 12 años, al quedar terminadas las dos terceras partes de la nueva
Catedral, el Cabildo determinó habilitarla. Para ello hizo trasladar desde la
iglesia de la Compañía el Coro, el altar mayor, el frontal de plata, el altar de la
Sagrada Familia, el de San Ignacio, esculturas, cuadros, el reloj, los muebles
de la sacristía, la custodia mayor, los cálices, los candelabros y atriles de plata,
las vinajeras de plata, etc. Una cédula real, del 23 de mayo de 1773, había
autorizado a la Junta de temporalidades para que se pudieran aplicar a la
Catedral las alhajas del Colegio Máximo.
98
La iglesia de la Compañía sufrió un incendio el 31 de mayo de 1841. Era
capellán de la iglesia el Presbítero Rafael Valentín Valdivieso quien inició y
terminó su reconstrucción el 4 de abril de 1847, siete meses antes de ser
elegido Arzobispo de Santiago por el Papa, Beato Pío IX.
Los jesuitas, llegados a Chile en 1843, nada supieron del incendio primero de
este templo que admiraban. Los que llegaron en 1848 tampoco estuvieron
presentes en su reinauguración. Pero sí visitaron y oraron muchas veces en
esta iglesia tan querida.
El incendio de la iglesia de la Compañía fue el día jueves 8 de diciembre de
1863, minutos antes de la siete de la tarde. El capellán de la iglesia era el Pbro.
Juan Bautista Ugarte, gran amigo y bienhechor de los jesuitas. Ese día
terminaba el mes de María y, a mediodía, habían comulgado más de 2.000
personas, en general mujeres. El pedestal de la imagen de María estaba
cubierto de flores, adornados éstas con cintas y gasas de color. La llama de
una de las 7.000 velas y lámparas de parafina inflamó esos géneros y muy
pronto el fuego se extendió a todo el altar mayor, abrasando todo en una gran
llamarada. El terror de los asistentes fue inmenso y el pánico no permitió sino
a muy pocos que pudieran salvarse. El fuego pasó al resto del templo y, a los
pocos minutos, la cúpula era una gigantesca antorcha. Ese día murieron más
de dos mil personas.
Los jesuitas del Colegio San Ignacio y de la Residencia de la calle Lira no
estuvieron presentes. En sus Capillas celebraban también el fin del Mes de
María. En los días siguientes trataron de hacer lo que se podía hacer en esa tan
grande desgracia.
La iglesia de la Compañía, después de este incendio, no se reconstruyó. Unos
intentos del Gobierno fueron acallados por todos los habitantes de Santiago. El
Gobierno, entonces, ordenó la demolición de las ruinas y levantar una imagen
de la Virgen María en el lugar donde estaba el altar mayor.
Al remover lo que quedaba de esta iglesia, se recogieron varios objetos, como
también altares y esculturas, las que fueron llevadas a la iglesia que se
terminaba junto a la Residencia jesuita de la calle Lira. Al remover la cripta de
la iglesia, varios años después, para hacer los jardines del edificio del
Parlamento, se sacaron los restos de los antiguos jesuitas que habían sido
sepultados en ella. Esas reliquias fueron entregadas a los jesuitas del Colegio
San Ignacio que las colocaron en la cripta de su iglesia en la calle San Ignacio.
Hacia la unión de las Misiones de Chile y de Paraguay en una sola
El P. Bernardo Parés s.j., Superior de la Misión nunca pareció tener buena
salud mientras estuvo en Chile. Se pensó que el clima del país no le ayudaba.
Con el tiempo incluso se sintió afectado de una congestión cerebral que le
privaba hasta de la vista.
Por este motivo, había viajado a Argentina en diciembre de 1859, para
descansar en ese clima que pensaba más favorable, regresando en marzo de
1860, antes que se cerrara el paso de la Cordillera. Lo mismo hizo en enero de
99
1863, regresando en marzo de ese mismo año. En ambos casos había dejado
como Vicesuperior en Chile al P. Juan Bautista Pujol s.j., Rector del Colegio
San Ignacio.
Ese mismo año 1863 recibió carta del P. General para que viajara a Roma,
pues se pensaba dividir la Provincia de España en dos: de Castilla y Aragón. A
este última iba a quedar agregada la Misión Chileno-paraguaya, unidas las dos
Misiones del sur de América en una sola. El P. General llamaba también a los
otros Superiores de América a fin de proceder con mayor información.
El 18 de septiembre de 1863 el P. Parés salió de Valparaíso, en barco a vela,
vía Panamá. El 11 de noviembre estuvo en Roma. Después de un largo mes en
esta ciudad y entrevista con el Papa Beato Pío IX, pasó a España donde
intervino en la Consulta de enero de 1864 en que se trató la conveniencia de
unir la Misión chilena con la de Paraguay. A su regreso a Chile, estuvo en
Buenos Aires, Montevideo y Asunción del Paraguay, ciudad ésta última donde
la Compañía deseaba fundar un Colegio. No lo logró, a pesar de su amistad
antigua con el Presidente Solano López. A Chile, regresó por tierra, el 20 de
enero de 1865.245
El P. Joaquín Suárez s.j. Visitador de la Misión de Chile
El 10 de febrero de 1865 llegó también a Santiago el P. Joaquín María Suárez
s.j., quien era el Superior de la Misión del Paraguay, en la Confederación
Argentina, con el cargo de Visitador de la Misión de Chile. La finalidad de la
Visita, encomendada por el P. General, era preparar la unión de las dos
Misiones en una sola. De los Padres consultores de la Misión Chilena, uno se
opuso a esa fusión; los demás la aceptaron. Y para separarse de España, como
Provincia o Viceprovincia independiente, se hizo notar que el personal jesuita
todavía era escaso y que se necesitaba que España continuara enviando
refuerzos a esta parte de América.
El P. Suárez, con sus poderes de Visitador, nombró Vice Superior en Chile al
P. José Ugarte, dejando al P. Juan Bautista Pujol en el Colegio de San Ignacio
y nombrando nuevos Superiores: en Valparaíso, al P. José Coluzzi s.j.,
italiano, y en Puerto Montt, al P. Juan Mundwiler s.j.246
El P. Enrich, que fue consultado en Chile acerca de la conveniencia de unir las
dos Misiones, escribió en su Historia contemporánea. “Él (el P. Parés)
pensaba que los Padres de ésta seríamos del mismo parecer, y se equivocó,
pues la mayoría, así de los consultores, como de los demás que sin serlo
fuimos llamados a la consulta, estuvimos por el contrario. La dificultad de las
comunicaciones entre ellas (entre las dos Misiones), es mayor ciertamente que
con España, por cuanto se necesitan de ordinario tres meses, y mucho más en
invierno, para tener en Santiago la contestación de una carta escrita de ésta a
Buenos Aires. La incertidumbre de ellas, en razón de las muchas
contingencias a que frecuentemente están expuestos los correos argentinos; la
imposibilidad moral, quizás física, de que un Superior común visite
245
246
Hernández, op. cit., págs. 83 y 84.
Pérez, op. cit., págs. 790 y 791.
100
anualmente todas las Casas de ellas, y el gran riesgo de que éste mire más
por la Misión en que establezca su residencia, con detrimento de la otra, nos
persuadían de que no convenía la pretendida reunión”.247
Capítulo VI. El P. José Ugarte s.j. Vice Superior de la Misión (1866-1868)
En 1865 el P. Joaquín Suárez s.j., Visitador de la Misión, deseando nombrar al
P. José Ugarte s.j., como Vice Superior de la Misión en Chile, por enfermedad
del P. Parés y haber éste tenido que viajar a Santa Fe en la República
Argentina, le encargó la Visita canónica a la Residencia de Puerto Montt. Esta
la realizó desde el 25 de abril al 8 de mayo, con la misión especial de analizar
la conveniencia de cambiar al P. Teodoro en su cargo de Superior, y de
obtener de la Intendencia el título legal sobre la propiedad de los terrenos
ocupados por los jesuitas.
Después de esa Visita el P. José Francisco Ugarte s.j. fue nombrado Vice
Superior, a fines del año de 1865. Él había sido de los primeros jesuitas
españoles venidos a Chile, en 1850, llamado por el P. Ildefonso de la Peña.
Había regresado a España para dar su examen de grado y hacer la Tercera
Probación. A su regreso a Chile, casi todo el tiempo estuvo en Colegio San
Ignacio y algunos años en la Residencia de la calle Lira.
.
El gobierno del P. José Ugarte s.j., como Vice Superior de la Misión de Chile,
no fue fácil. No siempre tuvo plena autoridad porque, por lo menos en teoría,
dependía del P. Bernardo Parés s.j. quien, sin dejar el cargo de Superior de la
Misión, había tomado también el cargo de Vice Superior de la Misión del
Paraguay.248
Dos hechos marcaron el gobierno del P. José Ugarte s.j.: la Guerra entre Chile
y España con las determinaciones que debió enfrentar, y la iniciación de la
iglesia San Ignacio en Santiago, junto al Colegio.
De una manera especial, quiso dar nueva vida al Noviciado de la calle Lira,
que en el año anterior de 1864 no había recibido vocaciones. Le correspondió
también presidir, como Superior de la Compañía, los actos conmemorativos en
el centenario de la expulsión de los jesuitas.
Guerra entre Chile y España
En el año 1862, una división naval española se había presentado ante las
costas del vecino país del Perú, país cuya independencia no había sido
reconocida por España, que se negaba a reconocer deudas dejadas por los
virreyes. Para formular las reclamaciones, venía en esa armada el Comisario
real Eusebio Salazar y Mazzarredo, no como Ministro plenipotenciario como
debía corresponder a un país soberano. Perú se negó a tratar con ese
Comisario. Y los buques españoles se apoderaron de las Islas Chincha, que
producían el guano, principal fuente de entradas del Perú.
247
248
Enrich, op. cit., págs. 330 y 331.
Hernández, op. cit., pág. 90.
101
Después de la ocupación de esas islas, el gobierno peruano convocó en Lima a
un congreso de naciones americanas en el que tomó parte Chile. El congreso
entró en relaciones con la escuadra española y el almirante José Manuel Pareja
que la comandaba, exigiendo la devolución de las islas Chincha al Perú. El
almirante Pareja negó al congreso americano todo derecho a intervenir en un
asunto que sólo incumbía a España y al Perú.
El gobierno español ordenó la devolución de las islas, pero encargó al
almirante Pareja exigir explicaciones a Chile y al Perú por haber ofendido
gravemente a España. Declaró contrabando de guerra el carbón de piedra que
producía Chile y necesitaba su escuadra; prohibió que se vendieran caballos al
Perú y mandó que se suprimiera todo insulto en la prensa. En su ultimátum del
18 de septiembre de 1865, el almirante Pareja exigió que se saludase al
pabellón español con 21 cañonazos. La respuesta de Chile fue la declaración
de la guerra, el 25 de septiembre de 1865.
La guerra debía ser esencialmente marítima. Y Chile tenía solamente dos
barcos: la corbeta “Esmeralda” y el vapor de hierro “Maipú”. La escuadra
española estaba formada por las fragatas “Villa de Madrid”, “Resolución”,
“Berenguela” y “Blanca”, por las goletas “Vencedora” y “Covadonga”, el
transporte “Marqués de la Victoria” y el blindado “Numancia”. Pero la
superioridad de la escuadra española se veía muy atenuada por la considerable
extensión de la costa chilena, pues la hacía incapaz de mantener un bloqueo
efectivo en los numerosos puertos. Esto obligó a Pareja a diseminar sus barcos
desde Caldera hasta Talcahuano, lo que permitió a la “Esmeralda”, comandada
por Juan Williams Rebolledo, atacar y rendir a la goleta “Covadonga” a la
altura de Papudo, el 26 de noviembre de ese año. El almirante Pareja, al saber
esa captura, se suicidó en su nave que ejercía el bloqueo al puerto de
Valparaíso.
Entre tanto se firmó una alianza, ofensiva y defensiva, entre Chile, Perú,
Ecuador y Bolivia, lo que dejó a la escuadra española sin base de operaciones
desde Guayaquil al cabo de Hornos. En Chiloé, frente a Abtao, se dio un
combate decisivo el 7 de febrero de 1866. Los chilenos y peruanos se
refugiaron después en el estero Huito frente a la isla de Calbuco.
La escuadra española, antes de dejar las costas americanas, anunció que el día
31 de marzo de 1866, en Sábado Santo, rompería fuego sobre Valparaíso, y
después haría lo mismo sobre el Callao. El cañoneo a Valparaíso duró tres
horas y se dispararon 1.600 tiros de cañón contra un puerto que no tenía
fortificaciones. Sólo murieron dos personas, porque la población huyó hacia
los cerros; pero las pérdidas fueron cuantiosas.
El bombardeo del Callao fue el 2 de mayo, pero las naves españolas debieron
enfrentar las baterías del puerto. Perecieron numerosos peruanos, y sufrieron
serios daños varios barcos quedando fuera de combate la fragata
“Berenguela”. El resto de la escuadra española abandonó entonces las costas
de América.249
249
Frías Valenzuela, op. cit., págs. 331- 335.
102
Repercusiones de la Guerra con España en la Misión
Apenas declarada la Guerra entre Chile y España, el P. Visitador Joaquín
Suárez s.j. hizo el cambio de Superior en la Residencia de Valparaíso
colocando al P. José Coluzzi s.j., italiano de nacimiento, el día 1 de octubre de
1865.
En Santiago, la exaltación de los ánimos, producida por el ultimátum español
del 18 de septiembre de 1865, fue increíble. Se renovaron muchos
sentimientos de odio de los tiempos de la independencia. En una junta, tenida
en el teatro, llegó a decirse que cada bomba española debía contestarse con la
cabeza de un español. El pueblo, entonces, comenzó a desbandarse en contra
de los españoles residentes en el país. El Gobierno decidió, mediante un
Decreto, prohibir salir del país y concentrarse en la ciudad de Santiago.
El P. José Ugarte s.j., el nuevo Vice Superior de la Misión, a inicios de 1866
llamó a Santiago a los Padres Mariano Capdevila y Simón Sanmartí,
españoles, y envió a Valparaíso para acompañar al Superior José Coluzzi,
italiano recién nombrado en el cargo, a otro sacerdote italiano, José Curti s.j.
Reunidos los españoles en la capital, se temió que fueran víctimas del furor
del pueblo, por lo cual el Comandante de la Policía encerró a algunos
comerciantes y seglares en su cuartel. La gente entró a saco sus casas, tiendas
y almacenes. En vista de tal situación, los 27 jesuitas españoles que se habían
reunido en las dos Casas de Santiago, juzgaron prudente buscar asilo en casas
particulares, quedando en la Residencia y en el Colegio sólo los que no eran
españoles.
Al conocer el Gobierno los hechos del bombardeo en Valparaíso, preparó un
Decreto para la confiscación de bienes y el destierro de todo español que no
renunciase a su nacionalidad, recibiendo carta de ciudadanía chilena, la cual
no se concedía sino a los que acreditaran diez años de permanencia en el país.
La mitad de los jesuitas españoles no cumplía esta última condición. El Padre
Vice Superior P. José Ugarte s.j. logró, a través de don Federico Errázuriz
Zañartu, Ministro que aconsejaba la nacionalización, allanar las dificultades.
Sólo uno de los Padres se negó y fue trasladado a Argentina.250
El P. Francisco Enrich describió así el bombardeo de Valparaíso:
“El 31 de marzo, a las nueve de la mañana, comenzó la escuadra española,
compuesta de tres fragatas, dos corbetas y dos goletas, a disparar sus tiros
contra la plaza, que no le contestó en razón de hallarse indefensa, pues
habían sido desmontadas las piezas de artillería que en sus dos fuertes tenía,
y continuó sus disparos hasta las doce y cuarto de la tarde.
“Las dos grandes bodegas de sus almacenes fiscales fueron completamente
destruidas por los proyectiles y por el fuego que prendió en ellas, quedando
bastante maltratada la otra sección.
250
Pérez, op. cit., págs. 794-797; Cf. Hanisch, op, cit., pág. 203.
103
“Los edificios de la Bolsa y de la Intendencia sufrieron algunos daños y
algunas de las bombas que contra ellos se dispararon incendiaron las casas
vecinas, de las cuales se comunicó el fuego a las otras, consumiendo así sus
llamas en aquel día unas seis cuadras de casas particulares.
“Muy pocos fueron los daños hechos en la parte de la población en que está
la estación del ferrocarril, la que también fue bombardeada, a causa de ser de
postes y tabiques sus edificios y de no haber prendido el fuego en ellos.
“Ni fueron de consideración los daños que hicieron cuatro de los proyectiles
que pasando por encima de dicha estación dieron contra nuestra Casa e
Iglesia.
“Los tres Padres de la Casa se ofrecieron a las autoridades para prestar
auxilios de la religión donde ellos lo hallaren conveniente y, aunque no se
aceptó su ofrecimiento por no creerse necesario, no se retiraron del pueblo
por si acaso llegase el momento fatal en que algunos heridos necesitaran de
su servicio.
“En una pequeña hondonada de nuestro cerro permanecieron las tres horas
del bombardeo, viendo a cada rato pasar las balas, bombas y granadas por
sobre sus cabezas y aún caer no lejos de sus personas”.251
Otra de las consecuencias de esta guerra fue el traslado del P. Teodoro
Schwerter, dispuesto por el P. José Ugarte para que viajara al norte y ayudara
en las diversas misiones que debían dar los Padres españoles residentes en
Santiago. Parecía prudente que en esas misiones los españoles estuvieran
acompañados por un sacerdote de otra nacionalidad. Al pasar por Concepción,
el Obispo Monseñor José Hipólito Salas indicó al P. Schwerter que los
sacerdotes españoles no debían arriesgarse a dar ninguna misión, y entonces,
él solo dio la de Concepción y otra en Loncomilla, entre el 18 de septiembre y
el 4 de octubre. Después fue a la Residencia de Valparaíso a residir allí con los
dos Padres italianos. Participó también en las misiones de Aconcagua donde
importaba mucho que hubiera un sacerdote no español. El P. Teodoro no
volverá a Puerto Montt sino en marzo de 1867. Esta ausencia prolongada del
P. Schwerter obligó a los PP. Mundwiler y Zeitlmayer a tomar las misiones
que cada año se daban en Osorno, La Unión, Valdivia y Corral.252
Santiago. Construcción de la Iglesia San Ignacio
Desde el año 1859 intentó el P. Parés dar principio a la iglesia grande. Al
efecto recogió algunas limosnas, y hasta ordenó comprar algunos millares de
ladrillos. Pero nada se hizo por entonces.
En el año 1864 se llevó tan adelante este intento, que no sólo se levantó el
plano, sino que también se derribó la fachada del Colegio, y a principios del
año siguiente se edificó otra en armonía con la dibujada en el plano de la
iglesia.253
251
Enrich, op. cit., págs. 334 y 335; Cf. Hist. Domus Valparaíso, págs. 62-65.
Hist. Domus Pto. Montt, pág. 12.
253
Enrich, op. cit., pág. 175
252
104
A la construcción de la iglesia ayudó mucho el haber dedicado el P. Luis
Sanfuentes s.j., chileno natural de la ciudad de Santiago, la herencia que le
había correspondido por la muerte de su señor padre.254
Transcribimos lo escrito por el P. Francisco Enrich s.j. en su “Historia
contemporánea de la Compañía de Jesús en Chile”. Él es el mejor testigo. Y la
descripción detallada demuestra el gran cariño que sintieron por esta obra
todos los jesuitas de la Misión.
“Al fin ha querido el Señor que a 15 de diciembre del año 1867 se colocase la
primera piedra de la iglesia grande, que tiene de largo, sin el espesor de las
paredes, 71 varas, y 29 varas y 10 pulgadas de ancho de pared a pared. Éstas
tienen vara y media de espesor. Las del frontis y de la trasera tienen más de dos
varas. Sus cimientos tienen de ancho dos metros, y de profundidad de dos y
medio a tres metros, según la dureza del piso en que se abrieron. La
profundidad es mayor, hasta de cuatro varas, en los machones que sostienen los
arcos. La anchura está dividida en las naves: la principal de a 12 varas; las
laterales, de a 7,5 varas cada una. Dos líneas de pilastras las separan entre sí y
tienen una vara de espesor. Cada nave tiene cinco intercolumnios hasta el
Crucero con sus arcos de piedra. Este es de 10 varas de ancho. Sobre estos
arcos corre la correspondiente cornisa sobre la que descansa la bóveda de la
nave principal. La llave de sus arcos se eleva 19 varas, 27 siete pulgadas sobre
el pavimento.
El techo de las naves laterales es plano. En el frontispicio hay cuatro columnas
algún tanto destacadas de la pared y descansando de dos en dos sobre altos
pedestales; sostienen una gruesa cornisa con su frontón.
El orden de arquitectura, tanto dentro como fuera de ella, es el corintio. Sobre
el crucero se piensa levantar una gran cúpula. En la fachada se edificarán dos
torres, una a cada esquina de ella, con cuarenta varas de elevación. Sobre la
Sacristía, una torrecita mucho menor para la campana con que se ha de tocar a
Misa en los días de labor. En una de las torres se colocará la gran campana que
estaba en la de la Compañía cuando se quemó a 8 de diciembre del año 63
aunque es de mal sonido por haberse rajado en su caída.
Todo el edificio será de piedra, cal y ladrillo, excepto la cúpula. En el
Presbiterio, cuyo ábside será semicircular habrá dos tribunas y él estará
elevado de modo, sobre el pavimento de la iglesia, que tres gradas de forma
elíptica facilitarán la subida.
Detrás del Presbiterio estará la Sacristía que tendrá de largo todo la anchura
de la iglesia, y ocho varas de ancho”.255
Jesuitas ingresados en el Noviciado de la Misión
254
255
Hernández, op. cit., pág. 106.
Enrich., op. cit., págs. 175-176.
105
Como se dijo más arriba el Noviciado de la Misión de Chile se abrió el 11 de
julio del año 1855 al llegar a Santiago los novicios admitidos en España.
Estos fueron:
El P. Mariano Capdevila, novicio de 2° año.
El P. Antonio Dalmau, ingresado el 28 de marzo de 1855.
El P. Ramón Tubau, ingresado el 28 de marzo de 1855.
El Escolar Santiago Estruch, ingresado el 28 de marzo de 1855.
El Maestro de novicios durante la navegación de tres meses, fue el P.
Francisco de Paula Enrich. En Santiago el Noviciado quedó en la Residencia
de la calle Lira y el primer Maestro de Novicios fue el P. Ignacio Gurri s.j.,
Superior también de la Casa.
Ese mismo año, el 30 de julio de 1855, ingresó en el Noviciado de la calle
Lira, para ser Hermano jesuita, el joven colombiano Antonio García, natural
de Popayán, de 27 años. Y en la Residencia de Valparaíso estaba, ad tempus,
el novicio y Hermano jesuita español Jaime Enseña, admitido el 21 de abril de
1855.
En 1856, el Maestro de novicios fue el P. Mauricio Colldeforns, por haber
pasado el P. Ignacio Gurri al Colegio San Ignacio como Rector. Los novicios
eran los mismos y todos en la Residencia de la calle Lira.
También vino a Chile el 17 de abril de 1856 a terminar el noviciado el P.
Buenaventura Escatllar admitido en España.
En 1857, todos los anteriores habían terminado el noviciado. Fueron
admitidos para Escolares Juan José Alcain, español, el 22 de mayo, a los 14
años de edad, y Tomás Frías, el 9 de agosto, de 22 años. Para Hermanos
jesuitas fueron admitidos Nicolás González, de 23 años, y José Miguel Pozo,
de 18 años de edad.
En 1858, nuevamente es Maestro de novicios el P. Ignacio Gurri y los
novicios de 2° año son solo dos, dado que Tomás Frías y Nicolás González
abandonaron la vida religiosa. E ingresaron los Escolares Sebastián Araya, el
14 de agosto, de 18 años; Luis Sanfuentes, el 7 de diciembre, de 26; y
Hermógenes Solar, el 7 de diciembre, de 19 años.
En 1859, ingresaron como Escolar Eduardo Squella, de 20 años de edad y
Pedro Peña como Hermano jesuitas, a los 32 años.
En 1860, no ingresaron novicios.
En 1861, ingresaron para Escolares los jóvenes: Antonio Aránguiz, el 22 de
junio, de 22 años; Ramón Morel, el 24 de julio, de 27 años; y Arsacio Ibáñez,
el 12 de noviembre, a los 17 años.
En 1862, ingresa al Noviciado, el 25 de mayo de 1862, el Pbro Zoilo Villalón,
a los 39 años de edad, y los Hermanos jesuitas Eusebio Miranda, el 16 de
106
diciembre, de 26 años, y Maximiliano Wagner, el 7 de septiembre, de 22. Este
último es alemán y es el primero que discernió su vocación en Puerto Montt.
En 1863, ingresa al Noviciado, el 11 de abril, el joven Carlos Infante, de 22
años.
En 1864, no entraron novicios.
En 1865, ingresó el 14 de enero el joven alemán Carlos Degener, a los 23
años.
En 1866, ingresó Pedro Nolasco Astaburuaga, el 23 de septiembre a los 23
años, y para Hermano jesuita el alemán Guillermo Bode, el 24 de febrero, a
los 36 años.
Los novicios, dice el P. Enrich, no sabían nada o bien poco de latín, y hubo
que enseñarlo desde su entrada al Noviciado. El P. Mauricio Colldeforns fue
el encargo de enseñar latín.
El total de los ingresados, hasta finales de 1868, fue de 23, más 8 que vinieron
de España. De los entrados en Chile 6 dejaron el Noviciado y dos fallecieron.
Las vacaciones de verano, aunque no era costumbre en la Compañía de Jesús
en esa época, las pasaron tres veces en el Seminario Conciliar que quedaba
desocupado esos meses, y por estar en un lugar despejado, fuera de la ciudad,
en la margen austral del río Mapocho. Otros tres años las pasaron en Apaltas,
y los demás, en compañía de los Padres y Hermanos del Colegio San Ignacio.
La falta del baño se hacía sensible a los que estaban habituados a él, y aunque
éste se facilitó desde que se puso la bomba en el pozo, los novicios echarían
de menos todavía los de agua corriente, y también la comodidad de montar a
caballo, lo que bien podían hacer en el campo y no dentro de la ciudad.256
La muerte del Escolar chileno Hermógenes Solar Valdés s.j.
“El primero de la Compañía que murió en tierra chilena fue el Escolar
Hermógenes Solar s.j., nacido en Santiago el 20 de abril del año 1839.
Concluido su curso de Humanidades en el Instituto Nacional, pensó abrazar
la vida religiosa. Se decidió por la Compañía de Jesús, ingresando en el
Noviciado de la calle Lira el 7 de diciembre de 1858.
Al concluir el noviciado, se le permitió hacer los votos del bienio, a pesar de
haber sufrido mucho del pecho de resultas, al parecer, de un resfrío que
contrajo en las vacaciones de aquel año. Había tenido en los postreros meses
tanta mejoría que se lo creyó curado de esa enfermedad. Mas al poco tiempo
recayó y se reconoció que estaba verdaderamente tísico. Por lo cual dos veces
lo envió el Padre Superior a Chocalán, hacienda de su familia, por si acaso
con los aires que tan benéficos le habían sido desde su infancia, lograba
256
Enrich, op. cit., págs. 199 y 200.
107
recobrar la salud. En la primera vez la recobró bastante, no así en la
segunda, pues volvió ya casi sin esperanza de ella.
El trato que en dichas temporadas tuvo con su familia puso en grave conflicto
su vocación porque, al verlo tan enfermo su madre y sus hermanas, y
creyendo que en su casa podría curarse mejor que en la Compañía, y
prolongar más su existencia en razón de los cuidados que ellas le prestarían y
de las mayores comodidades que le proporcionarían, le instaron varias veces
a que pidiese las dimisorias, ponderándole los servicios que, siendo clérigo,
podría prestar a ellas y a la Iglesia. A lo cual él siempre respondió con gran
resolución: “Mas quiero morir joven en la Compañía, que vivir muchos años
en el mundo”.
No pudieron quejarse ciertamente sus parientes de que se le cuidase con poco
esmero. Se hizo por él cuanto se pudo, y para consuelo suyo y de su familia, se
le concedieron cosas que no he visto conceder, ni he oído que jamás a
ninguno otro se le hayan concedido. Sin embargo, no se logró salvarle la
vida. El Señor se lo llevó para sí el 31 de octubre de 1861, después de haber
recibido devotamente los Santos Sacramentos. Su cuerpo fue enterrado en el
cementerio de la ciudad en el sepulcro de su familia”.257
Centenario de la expulsión de los jesuitas de Chile
Al acercarse el 25 de agosto de 1867, en que se cumplía el primer centenario
de la expulsión de la Compañía en Chile en virtud de la Pragmática Sanción
del rey Carlos III de España, el recuerdo sugirió a algunos católicos
conmemorar ese triste hecho. El Pbro Don José Manuel Orrego, Canónigo de
la Catedral de Santiago, y connotados vecinos organizaron los actos.
Ese día el Arzobispo, Monseñor Rafael Valentín Valdivieso, celebró de
pontifical en la iglesia catedral, en presencia de casi todo el clero diocesano y
religioso de Santiago, del Seminario y gran cantidad de fieles. Después del
Evangelio, el sermón lo pronunció Monseñor Orrego, quien al año siguiente
sería nombrado Obispo de La Serena. El coro que cantó en la catedral estuvo
formado por más de cien voces.
El Acto literario y asamblea se tuvo en el Salón de Actos del Convento de
Santo Domingo. El Señor Arzobispo tuvo el discurso inaugural, al que
siguieron otros cuatro discursos de eclesiásticos y seglares, intercalados con
piezas de canto y orquesta.
Santiago. La iglesia de la Residencia de la calle Lira
En la Residencia de la calle Lira se habían hecho importantes mejoras.
Muchas de las piezas habían sido divididas en dos, y a todas se les había
puesto cielo raso.
El jardín del primer claustro estaba provisto de muchas flores. En el patio de la
cocina se pusieron árboles frutales, y quedó plantada toda una huerta.
257
Enrich, op. cit., págs. 202 y 203.
108
En el costado norte, el Arzobispo Monseñor Rafael Valentín Valdivieso hizo
levantar un claustro para recoger a los eclesiásticos que lo necesitaran. Pero,
entretanto, lo destinó para hospedería de los curas y demás clérigos que debían
venir a Santiago. Cuando vio que ninguno quería alojarse ahí, destinó ese
claustro para dar Ejercicios, sin otorgarse un destino fijo.
La iglesia anexa estaba, en 1868, casi terminada. Tenía 60 varas de largo y 22
de ancho, repartida en tres naves. Podría haberse dedicado al culto bastante
antes, pero no se hizo hasta el 27 de diciembre del año 1868, fiesta de San
Juan Evangelista.
Como este establecimiento dependía del Arzobispo, tanto por el objeto a que
estaba destinado, como por ser el Arzobispo el albacea dejado por Monseñor
Manuel Vicuña, que lo había fundado con sus bienes, esta obra corrió siempre
por su cuenta.
El P. Parés fue el promotor de esta iglesia desde comienzos de 1859,
esperanzado en que toda esa Casa, como la iglesia anexa, fuera cedida a la
Compañía.
Para adquirir la propiedad de esa Casa e iglesia, el P. Parés practicó varias
diligencias, hasta la de proponer su compra. Pero ésta no se concretó por no
ponerse de acuerdo en los plazos en que deberían hacerse los pagos. Los
jesuitas disfrutaron de esa Casa durante 19 años.
Puerto Montt. Residencia germánica
La Visita canónica de la Residencia de Puerto Montt la realizó el P. José
Francisco Ugarte desde el 25 de abril de 1865 al 8 de mayo, por delegación
del P. Visitador P. Joaquín Ugarte s.j. con el encargo de analizar la
conveniencia de cambiar al P. Teodoro Schwerter en su cargo de Superior, y
de obtener de la Intendencia de Llanquihue el título legal sobre la propiedad
de los terrenos ocupados por los jesuitas. Esto último no lo obtuvo. Tampoco
fue del agrado de los Padres de esa Residencia, de origen y costumbres
alemanas, el Memorial dejado por el P. Ugarte, insistiendo en que en la vida
de comunidad se adoptaran las costumbres de la provincia de Aragón de cuya
jurisdicción dependía la Misión de Chile.
A mediados del año 1865 el P. Teodoro viajó a Santiago, hizo el mes de
Ejercicios y el 15 de agosto pronunció sus últimos votos en la Compañía de
Jesús. Él había ingresado siendo sacerdote en septiembre de 1853.
El 1 de octubre de 1865 regresó a Puerto Montt el P. Juan Mundwiler y fue
nombrado Superior. Y también regresó a Puerto Montt, a fin de año, el Hno.
José Schorro, en reemplazo del H. Ignacio Ortiz.
El P. Juan Bautista Mundwiler s.j. era suizo de nacionalidad. Había nacido el
25 de noviembre de 1825 en la ciudad de Wettingen, Suiza. Sus padres eran
campesinos acomodados. Él había hecho estudios secundarios en Baden, al
mismo tiempo que ayudaba como Lector en el Convento capuchino de la
109
ciudad. Terminados los estudios secundarios, concurrió al Colegio Superior de
los jesuitas en Schwytz. Hizo allí un discernimiento vocacional y decidió
ingresar en la Compañía de Jesús, lo cual hizo en el Noviciado de Brieg,
Suiza. La revolución del año 1848 lo obligó a salir de su patria y continuar los
estudios filosóficos y teológicos en Bélgica y en Holanda, donde se ordenó de
sacerdote el año 1855. Cuando en 1859 salió el primer grupo de jesuitas
alemanes hacia América, él empezó a considerar su ofrecimiento para viajar a
Chile. Salió de Alemania el 11 de febrero de 1863, vía Panamá, acompañado
del H. José Schrank, arribando a Valparaíso el 23 de marzo de ese mismo año.
Ambos estuvieron cuatro meses en Santiago para aprender castellano y pasar
después a Puerto Montt. Allí fue misionero casi dos años. A comienzos del
año 1865 fue destinado a Santiago como Operario, pero el P. Ugarte lo hizo
regresar.258
Se hizo cargo de la Residencia de Puerto Montt, como Superior el 7 de mayo
de 1865. Este nombramiento no fue del total agrado de la comunidad, tal vez
por poner demasiado empeño en el cumplimiento del Memorial dejado por el
P. Ugarte.259
Pero fue el P. Mundwiler quien consiguió con el Intendente de la Provincia
que se diera para la Escuela el primer sitio de la manzana contigua a la
Residencia, y ahí el Padre hizo construir una sala de 8 x 5 metros con un
corredor en los cuatro costados. Y, al dejar Don Fernando Schwerter, hermano
del P. Teodoro, el cargo de Preceptor en la Escuela, el mismo P. Mundwiler
asumió la tarea, aunque en la práctica la volvió a llevar el P. Bernardo
Engbert. La Escuela fue trasladada a su nuevo local, y el antiguo fue
incorporado a la Capilla, derribando todos los tabiques. Hubo problemas con
los terrenos de la continuación de la calle Rengifo hacia el cerro pues, para dar
paso a los pobladores, el Intendente interino hizo arrancar los árboles
plantados por los Padres. Mucho costó conseguir la mutación de esa orden. El
sucesor, el intendente Don Felipe Solar, donó al P. Mundwiler la calle, con la
obligación de levantar en ella la iglesia definitiva de la Residencia. Los
Padres, entonces, empezaron a hacer gestiones y a reunir fondos para la
construcción de la iglesia. Desde Alemania enviaron la suma de $ 600 y el P.
Mundwiler consiguió $ 700 en Santiago.
Para la construcción de las Capillas en la zona del lago Llanquihue, encargó a
un terciario franciscano, preceptor en Puerto Varas, que viajara a Santiago a
colectar limosnas. Lo hizo, con un resultado de $ 1.800 y, además, ornamentos
y vasos sagrados. No todos los Padres estuvieron de acuerdo con esta manera
de proceder aprobada por el P. Mundwiler, por considerar una falta a los
criterios de la pobreza religiosa. Además, algunos pensaban que sólo debía
construirse una Capilla en el sur del lago, en Puerto Varas, y otra en el norte,
en Playa Maitén. El Superior era partidario de construir Capillas a distancias
relativamente cortas. La primera Capilla que el P. Mundwiler apoyó con
dinero fue la de La Fábrica en la propiedad de D. Francisco Klenner, cerca de
Puerto Varas. Poco después se construyó la Capilla de Línea Nueva, en la
parte occidental del lago.
258
259
Cf. Tampe, op. cit., pág. 116.
Enrich, op. cit., pág. 274. En la nota se extraña que el Catálogo jesuita señale la fecha 1° de noviembre.
110
Las crónicas de la época señalan que en 1867 la ciudad de Puerto Montt
contaba con alrededor de 2.500 habitantes. Las aceras eran de adoquines con
tablones de alerce.
En este año el número de los católicos alemanes igualaba al número de los
protestantes. Esto se debía en gran parte al trabajo apostólico de los Padres y a
las respuestas a las invitaciones que hacía el P. Teodoro a familiares y
conocidos en Alemania.260
Los Padres acompañaron a algunos jóvenes en sus discernimientos
vocacionales. El joven alemán Guillermo Bode, católico de Westfalia, había
llegado de 30 años de edad a Puerto Montt en 1860. Trató con los jesuitas y
viajó a Santiago para iniciar el noviciado como Hermano el 24 de febrero de
1866.261
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1868
En Chile, en 1868, había 51 jesuitas: 24 sacerdotes, 10 estudiantes jesuitas y
17 hermanos.
En Santiago tenían la Residencia de la calle Lira con la Casa de formación,
donde vivían 7 sacerdotes, 2 novicios escolares, 4 hermanos formados y 2
hermanos novicios.
En el Colegio San Ignacio de Santiago había; 9 sacerdotes, 4 estudiantes en
estudios de latín, filosofía y teología, y 7 hermanos jesuitas formados.
En Valparaíso, en la Residencia y Casa de ejercicios, eran 4 sacerdotes y 3
hermanos.
En la Residencia alemana de Puerto Montt, eran 4 sacerdotes y 2 hermanos.
La formación de los jesuitas ingresados en Chile. 1855-1868
Desde 1855, fecha de la apertura del Noviciado en Chile, a 1868 los jesuitas
en formación venidos de España, como los ingresados en Chile, todos ellos se
formaron en Chile. Los novicios, escolares y coadjutores, estuvieron en
Santiago, en la Residencia de la calle Lira, donde también tuvieron los
estudios de Gramática latina. Los estudios de Filosofía y Teología los hicieron
en el Colegio San Ignacio. Las ordenaciones sacerdotales se realizaron en
Santiago. También la Tercera Probación. El único chileno que estudió parte de
la Teología en Santa Fe, Argentina, fue Luis Sanfuentes por enfermedad.262
Parte V. Misión de Chile-Paraguay de la Compañía de Jesús
260
Historia Domus Pto. Montt, págs. 11-12
Id., pág. 11; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 32
262
Catálogos SJ.
261
111
Capítulo I. El P. Juan Pujol s.j. Superior de la Misión Chile-Paraguay
(1868-1874)
A mediados de septiembre de 1868 escribió el P. Bartolomé Gelabert s.j.,
Provincial de Aragón, al P. José Ugarte s.j.: “Nuestro Muy Reverendo Padre
General, con fecha 3 de septiembre de 1868, ha tenido a bien comunicarme
que ha nombrado Superior de la Misión Chileno-Paraguaya al R.P. Juan
Pujol s.j. Lo participo a Vuestra Reverencia para que lo ponga en
conocimiento de los Padres y Hermanos de las varias Casas de esa Misión”.
Con este nombramiento se ejecutaba definitivamente la unión de las dos
Misiones, que desde 1863 se había propuesto al quedar las dos Misiones, de
Chile y Paraguay, bajo la dependencia jurídica de la Provincia de Aragón al
dividirse en dos la primitiva Provincia de España. Sin embargo, en los
Catálogos oficiales de la Compañía de Jesús, las Misiones de Chile y de
Paraguay siempre aparecieron separadas, aunque bajo un solo Superior.
El P. Pujol fue Superior efectivo desde el 13 de noviembre de 1868 hasta el 4
de septiembre de 1874.263
En cumplimiento de su nuevo cargo, el P. Juan Bautista Pujol s.j. salió desde
Valparaíso en barco para Montevideo el 10 de febrero de 1869. Al navegar por
el Estrecho de Magallanes el vapor naufragó. Los pasajeros pudieron salir en
lanchas y botes hacia las costas de Tierra del Fuego, con peligro de morir allí
de hambre o atacados por los indios. A los tres días pasó otro barco que los
condujo a Montevideo.264
Pero la residencia más habitual del P. Superior de la Misión era la ciudad de
Santiago.
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
En los seis años del P. Juan Bautista Pujol s.j. como Superior de la Misión,
esta Residencia de Valparaíso y Casa de Ejercicios contó con algún aumento
de jesuitas, después de la crisis por la Guerra entre Chile y España que obligó
a retirar a los jesuitas españoles. El Superior de la Residencia, desde octubre
de 1865, había sido el P. José Coluzzi s.j., italiano, y desde 1871 el P.
Buenaventura Escatllar s.j., español. Los sacerdotes, primero fueron tres,
llegando a ser cinco en 1873. Los Hermanos jesuitas también llegaron a ser
cinco en ese año 1873.
Los ministerios se ejercitaban de preferencia en la iglesia: Eucaristías,
confesiones, sermones, y fiestas litúrgicas, y en la anexa Casa de Ejercicios
con Retiros, y Ejercicios de tres y ocho días con régimen de silencio y de
internado, tanto a hombres como a mujeres. Como promedio se dieron 8
cursos de Ejercicios anuales con 600 ejercitantes. Las comuniones repartidas
en la iglesia fueron unas 24.000 anuales. Todos los años se rezó durante el
mes de noviembre, con solemnidad, el mes de María. También,
263
264
Hernández, op. cit., pág. 102.
Tampe, op. cit., pág. 110.
112
solemnemente, se tuvieron las Novenas al Sagrado Corazón y a San Ignacio de
Loyola. Fuera de casa se continuaron los ministerios en las Casas religiosas de
la Providencia y del Buen Pastor, como en el Hospital, donde los Padres
confesaban habitualmente. En la iglesia de la Merced se hicieron las pláticas
de dos Novenas, sermones y dos panegíricos. Se dieron nueve misiones
rurales: en la Hacienda de los Molles, en San Javier, en el valle de Apaltas, y
otras.
En esta época también se constituyó oficialmente, en la iglesia y la
Residencia, el Movimiento del Apostolado de la Oración, con aprobación del
Arzobispo Monseñor Rafael Valentín Valdivieso. La Hermandad del Sagrado
Corazón, fundada en la iglesia de La Merced, había sido acogida en 1865 en la
iglesia jesuita, por haber tenido que entrar en reparaciones la Capilla que la
acogía. En marzo de 1866 pudo regresar a su lugar de origen. Sin embargo,
sesenta personas, entre hombres y mujeres, suplicaron continuar en la iglesia
de la Compañía. Con ellos, previo permiso del Arzobispo, se pensó establecer
canónicamente el Apostolado de la Oración, lo cual se hizo ese mismo año. El
diploma de agregación fue firmado el 6 de mayo de 1869. Y al final de ese
mismo año el Movimiento contaba con 148 varones y 124 señoras. Tenían
canto del Oficio Parvo de la Virgen todas las noches, después del trabajo;
disciplinas los martes y los viernes; limosnas a los pobres, socorro a los
enfermos de la Hermandad y entierro en bóveda propia, para lo cual los socios
contribuían todos con una módica cuota.
Con gozo, narra el cronista de la Historia Domus de la Casa de Valparaíso, las
fiestas hechas en la iglesia con motivo de las beatificaciones de los mártires
jesuitas en el Japón, el 7 de julio de 1867, y haber tenido como huéspedes en
la Casa de la comunidad a Monseñor José Hipólito Salas, Obispo de
Concepción antes de su viaje al Concilio Vaticano I, y al Arzobispo de
Santiago, Monseñor Rafael Valentín Valdivieso, quien bendijo la primera
piedra de la iglesia parroquial de los Doce Apóstoles, el 13 de febrero de
1869.265
Escuela Primaria y la Biblioteca popular de Valparaíso
En 1870, el P. Vicente Campos s.j., español, quien había entrado en la
Compañía de Jesús en España en 1862 siendo ya sacerdote, y llegado a Chile
en 1865, movido al ver el gran número de niños sin Escuelas, decidió fundar,
ayudado por la Hermandad del Sagrado Corazón, una Escuela gratuita. Con
limosnas alquiló una casa en la calle San José, después Juana Ross, del cerro
Larraín, y el 21 de junio, fiesta de San Luis Gonzaga, se inauguró con una
Misa solemne en la iglesia de los jesuitas. La primera encargada de esta
“Escuela del Apostolado” fue la señora Santos Valencia y las jóvenes que
vivían con ella en un Beaterio. Siendo la Escuela gratuita, la Hermandad del
Sagrado Corazón ayudó al sostenimiento de esas maestras y de los maestros
que las sucedieron. El P. Vicente Campos s.j., dos veces a la semana, daba la
Doctrina cristiana a los niños en la iglesia, y confesaba cada mes a los
alumnos mayores.266
265
Cf. Cartas Anuas de Valparaíso, pág. 65, donde hay muchos detalles de esta Residencia. Cf. Hernández
op. cit, pág. 131.
266
Hernández, op. cit. pág. 153; Cf. Historia Domus Valparaíso, pág. 78.
113
El Hermano Luis Uría s.j., español de nacimiento, había entrado en la
Compañía en Santiago, como Hermano jesuita, en la Residencia de la calle
Lira, el 24 de marzo de 1870. Antes de terminar los dos años de noviciado lo
trasladaron a la Casa de Valparaíso. Hizo allí sus votos y permaneció ahí hasta
su muerte en 1930.267 El H. Uría fue el secretario de la Hermandad del
Sagrado Corazón y ayudó durante 40 años a buscar limosnas para poder
financiar esta obra. Para muchos él fue el alma de esa Escuela; acompañaba a
los niños en los paseos campestres, preparaba los actos y las distribuciones de
premios.268 Y gracias a su popularidad en todo Valparaíso, fácilmente obtenía
colocación conveniente en el comercio a los alumnos egresados de la Escuela.
La fundación de la Biblioteca popular se debió a los desvelos del P. Juan
Mundwiler s.j., quien quiso contrarrestar la campaña protestante que se hacía
en la ciudad, especialmente con Biblias entregadas al público a ningún o muy
bajo precio. Hubo bienhechores que aportaron buen número de libros,
especialmente vidas de Santos y de formación religiosa. En cinco meses, hubo
más de 1.000 libros catalogados. Todos ellos podían ser leídos en la sala
preparada para ellos y también ser llevados a domicilio. Y conjuntamente se
ayudó a propagar el periódico católico de la Gobernación eclesiástica de
Valparaíso: El “Mensajero del Pueblo”.269
Santiago. Colegio San Ignacio
En el Colegio fue nombrado Rector el P. José Ugarte s.j., el 26 de noviembre
de 1868, quien lo conocía bien por haber sido antes el Superior de la Misión
de Chile y largos años profesor en él.
Apenas desvanecido el peligro de expulsión de los jesuitas españoles con
ocasión de la guerra contra España, hubo que lamentar otro momento de
persecución iniciado por los partidarios del monopolio oficial en la enseñanza
del país. Este movimiento parecía estar encabezado por Don Diego Barros
Arana y Don Miguel Luis Amunátegui.270
Don Diego Barros Arana, que era Rector del Instituto Nacional desde 1864,
asesorado por Don Miguel Luis Amunátegui y don José Victorino Lastarria,
procuró por todos los medios a su alcance que el Ministro de Instrucción
Pública, don Miguel Güemes, católico, no diera respuesta alguna a la solicitud
sobre exámenes presentada por el Colegio San Ignacio, con el pretexto de un
plan de exámenes que se estaría elaborando.
Dado el rigor de los exámenes en el Instituto Nacional para los alumnos
presentados por los jesuitas, estos alumnos empezaron a disminuir en cuanto a
número. La Guerra contra España en 1865 y 1866 trajo nuevos problemas. En
1866 el Colegio tenía 137 alumnos.271
267
Barrientos, op. cit. pág. 13.
Id., pág. 17.
269
Historia Domus Valparaíso, pág. 79.
270
Hernández, op. cit., pág. 102.
271
Hanisch, op. cit., págs. 202 y 203.
268
114
Esta polémica por los exámenes se fue agudizando e incluso pasó a la prensa
liberal del país. Don Diego Barros Arana y don Miguel Luis Amunátegui
hablaban mal del Colegio, instaban a los padres de familia para que apartaran
a sus hijos del Colegio y los colocaran en el Instituto Nacional. Prometían
facilidades, y repetían que los Padres de San Ignacio no podían enseñar
satisfactoriamente todas las asignaturas. Esta campaña trajo como
consecuencia una partida grande de alumnos de los dos últimos cursos del
Colegio.
La materia que tomaron con predilección los adversarios del Colegio fue la
Gramática Castellana. Indicaron que los jesuitas españoles eran ineptos para
enseñarla, pues debía hacerse conforme a la Gramática de Don Andrés Bello
la cual los españoles no dominaban.
Era profesor de Gramática castellana el P. Lorenzo Mujica s.j., quien
aconsejado por el P. Rector, después de preparar con gran diligencia a sus
alumnos, los hizo examinar por profesores de Gramática que habían sido
examinadores anteriores en el Colegio. De los quince alumnos presentados,
esos examinadores indicaron, por escrito, y dando licencia que este juicio
pudiera darse a conocer públicamente, que trece de ellos tenían tal preparación
y dominio que deberían ser aprobados en cualquier tribunal. Con esa
seguridad los trece alumnos aprobados fueron presentados a los exámenes en
el Instituto Nacional y, a igual que otros años, nueve de ellos salieron
reprobados y sólo cuatro aprobados.
Precisamente, en esos días se estaba discutiendo en el Parlamento la Ley de
libertad de enseñanza. Don Diego Barros Arana, que era también diputado,
juzgó que debía exponer por escrito su dictamen contrario, y en un folleto
defendió su posición: sólo los profesores oficiales eran aptos en Chile para dar
lecciones de las materias de la segunda enseñanza, pues los Colegios privados
mostraban en el número de los rechazados en examen, o en los no presentados,
su insuficiencia para enseñar; y como ejemplo adujo lo sucedido en el Colegio
San Ignacio, que de trece alumnos presentados en Gramática castellana
acababan de reprobar a nueve. La polémica terminó cuando los jesuitas
hicieron públicos los testimonios que tenían reservados.
El P. Ramón Morel s.j., primer Rector chileno del Colegio San Ignacio
Como no se llegaron a remediar los problemas, el Superior de la Misión, P.
Juan Bautista Pujol s.j., nombró el 11 de enero de 1872 Rector del Colegio al
P. Ramón Morel s.j., chileno, ex alumno del Instituto Nacional y compañero
de curso de don Diego Barros Arana.
En marzo de 1872, el P. Juan Bautista Pujol y el P. Ramón Morel lograron
tener una entrevista con el Presidente de la República, Don Federico Errázuriz
Zañartu, exponiendo en ella el estado de las cosas y añadiendo que si el
Gobierno no podía garantizar la libertad de enseñanza en el Colegio San
Ignacio, ellos cerrarían al fin del año, trasladando a los Padres a la vecina
República Argentina, donde eran solicitados.
115
El resultado de la entrevista, de los trabajos de los católicos, y de la gran
diligencia desempeñada por el Sr. Abdón Cifuentes Espinoza, Ministro de
Instrucción Pública, fue que el Presidente dictara un Decreto de Libertad de
enseñanza. Y así serían válidos los exámenes recibidos por los mismos Padres,
dentro del Colegio, sin intervención oficial.
Sin embargo, este estado favorable sólo duró dos años. Los partidarios del
Estado docente trabajaron con tesón, y en enero de 1874 obtuvieron un nuevo
Decreto derogando el firmado por el Sr. Cifuentes. El Presidente prometió que
el Colegio San Ignacio iba a examinar a sus propios alumnos sin depender de
la Universidad sino únicamente en el último examen o de Bachillerato. Y
aunque esa solución no se dio, la situación se suavizó un tanto, lo que permitió
continuar con el Colegio.272
El P. Ramón Morel s.j. había nacido en Santiago de Chile el 16 de agosto de
1834. Fue alumno del Instituto Nacional donde estudió cuatro años de
Humanidades y uno de Filosofía. Después incursionó en el campo de los
negocios y en la política. A los 27 años solicitó el ingreso al Noviciado de la
Compañía de Jesús, ingresando el 25 de julio de 1861, en la Casa de probación
de la calle Lira. Allí mismo repasó las Humanidades e hizo un año de
Filosofía. Los otros dos cursos de Filosofía y los cuatro de Teología los hizo
en el Colegio San Ignacio, atendiendo, al mismo tiempo la disciplina de los
alumnos internos. Fue ordenado sacerdote por el Arzobispo de Santiago,
Monseñor Rafael Valentín Valdivieso, el 11 de octubre de 1868. La Tercera
Probación la hizo en 1870 en el Noviciado de la calle Lira, bajo la dirección
del P. Ignacio Gurri s.j. Regresó en 1871 al Colegio San Ignacio con el cargo
de Ministro, Prefecto del Internado y Ecónomo del Colegio y de la Misión de
Chile. El 11 de enero de 1872 fue nombrado Rector del Colegio San Ignacio,
oficio que ejerció seis años, siendo así el primer Rector chileno. Durante su
gobierno se puso término a la construcción de la iglesia San Ignacio. Más
tarde, en 1879, le correspondió ser el fundador, constructor y primer Rector
del Colegio de la Compañía de Jesús en la ciudad de Montevideo, continuando
en él hasta el año 1891. En 1893 regresó a Chile. Murió en Santiago el 24 de
julio de 1908.273
La Iglesia de San Ignacio en Santiago
El arquitecto de la iglesia fue un conocido italiano, Don Eusebio Chelli, quien
había trabajado en Roma en la Iglesia de San Pablo extra muros. Durante su
permanencia en Chile construyó también la Iglesia de la Recoleta Dominica y
la Iglesia de las Agustinas, entre otras.
Cinco años después de colocada la primera piedra por el Arzobispo de
Santiago Monseñor Rafael Valentín Valdivieso, estaba terminada. Y el 17 de
noviembre de 1872 fue consagrada con autorización del mismo Arzobispo y
quedó abierta al público. Su titular es San Ignacio de Loyola.274
272
Cf. Hernández, op. cit, págs. 103 a 105.
Cf. Tampe, op. cit., págs. 137-138; Hernández, op. cit. págs. 291-293.
274
Hernández, op. cit., pág. 107.
273
116
Se inauguró bajo la atenta dirección del arquitecto italiano Eusebio Chelli,
pero sin la fachada y las torres.
La víspera de la consagración, el 16 de noviembre de 1872, a las 5 de la tarde,
los Padres y Hermanos rezaron Maitines en la Capilla doméstica de la
comunidad, delante de las reliquias de los santos Julián y Teodoro, que
permanecían allí para ser trasladadas a la iglesia el día siguiente.
La consagración de la iglesia empezó a las 7,30 de la mañana, y terminó a las
10.30. El único altar era el dedicado a la Purísima, cuya tela se había pensado
encargar a Roma; los demás cuadros pensaban encargarlos a Kirchbach,
bávaro, que entonces dirigía la Academia de Pintura en Santiago.
Las campanas eran 3, dos habían sido fundidas en Limache con el material de
la gran campana que había pertenecido a la iglesia de la Compañía. Estas
campanas habían sido exhibidas en la Exposición de Arte e Industrias; la
tercera, había sido obsequiada por don Mariano Errázuriz, padre de dos
alumnos y fundida en Guayacán.
Consagró la iglesia el Excmo. Sr. Juan Bautista Miege s.j., Obispo de Kansas,
USA, y fueron diácono y subdiácono los PP. Zoilo Villalón y José León.
Maestros de ceremonias fueron los PP. Enrique Cappelletti y Francisco de
Paula Ginebra. Asistieron los jesuitas de la Residencia de la calle Lira y
algunos de Valparaíso.
Entre los varios padrinos estuvieron: Don José Pardo, Ministro del Perú en
Chile, Doña Nicolasa Toro de Correa, condesa de la Conquista, y Doña
Carmen Gana de Blanco, esposa del Presidente Manuel Blanco Encalada.
Durante la ceremonia, el público estuvo agolpado a las puertas y los fieles no
se fueron hasta que se abrieron las puertas y pudieron entrar. Después de la
consagración hubo Misa solemne con orquesta.
La inauguración solemne de la iglesia se hizo el domingo 24 de noviembre.
Hubo Misa cantada, a toda orquesta. El celebrante fue Monseñor Jorge
Montes, Vicario General, y predicó el P. Mariano Capdevila s.j. En la tarde
hubo un acto literario.
Desde el primer momento se trató de dar vida y tradición a la iglesia, con
frecuentes Misas solemnes, con orquesta, con novenas predicadas, a saber, la
del Sagrado Corazón, de la Virgen del Carmen, de San Ignacio, de Santa
Magdalena, de San Luis, de San Francisco de Borja, de San Rafael, de Santa
Margarita María, y todo el mes de María. En Cuaresma se daba una misión.
En el año 1873 se repartieron 32.710 comuniones en la iglesia San Ignacio.
En 1873, igualmente, se colocó solemnemente el cuadro de la Virgen María en
el Altar Mayor de la iglesia. El cuadro es obra del gran artista ítalo-francés
Julio Gustavo Gagliardini, y fue comprado por el Padre Enrique Cappeletti s.j.
con destino a la iglesia de Concepción, ya que el P. Cappeletti iba destinado a
117
esa ciudad. Pero a la petición del P. Rector del Colegio San Ignacio, el P.
Cappeletti la cedió a la iglesia San Ignacio.
En 1874 se inauguró la Capilla de San Luis en su fiesta. Esta Capilla quedaba
junto al altar mayor; más tarde cambió de nombre para ser Capilla de Lourdes,
o del Santo Cristo. En 1875, en el día de Año Nuevo, se estrenó la custodia del
altar mayor, de 4 metros de alto, obra de un artista francés.275
Poco después se hicieron el púlpito, el altar mayor, los dos altares del crucero,
otros cuatro pequeños, la ornamentación del techo y la cajonería de la
sacristía. Las puertas de la iglesia fueron hechas en madera de cedro. Todos
estos trabajos los hicieron los Hermanos Rovira.276
El cuadro del crucero, que representa a San Ignacio en la Visión de La Storta,
es obra de Francesco Grandi, famoso pintor romano. Y al otro lado del
crucero, el cuadro de la Santísima Trinidad fue ejecutado por el maestro
Podestá.
El cuadro del Sagrado Corazón en la aparición a Santa Margarita María de
Alacoque es obra del pintor Gagliardini. El modelo de este cuadro se conserva
en Calera y está firmado por el autor.
El cuadro de la Virgen del Carmen pertenece a Pedro León Carmona, artista
chileno y director de la Escuela de Bellas Artes.
El cuadro de San Francisco Javier es, igualmente del pintor Gagliardi, como
también el de San José. Estos cuadros están firmados por su autor.
El cuadro de San Francisco de Borja es de Francesco Grandi.
El cuadro de San Alonso Rodríguez y San Pedro Claver es de Francisco
Undurraga Vicuña.
El cuadro de Santa Mariana de Jesús Paredes pertenece al pintor español
Esteban Pantaleón Dasi, padre de los alumnos Pantaleón Fontecilla.
No se sabe quien sea el autor de los cuadros de los Tres Santos jóvenes.
El Vía Crucis fue comprado en Roma por don Macario Ossa Cerda, quien lo
puso en la iglesia de las Rejas de Chuchunco; los jesuitas, más tarde, lo
trajeron a la iglesia de San Ignacio. En la Parroquia del Sagrario, junto a la
Catedral de Santiago, hay otro igual.277
El coro de la iglesia tiene un magnífico órgano francés de 2.200 tubos,
fabricado por Cavaille-Coll en 1874.
275
Cf. Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, manuscrita, págs. 32-34.
Archivo SJ Provincia Chile, Presupuesto detallado presentado por Rovira Hermanos.
277
Los autores de los cuadros y del Vía Crucis de la Iglesia San Ignacio son fruto de investigación del P.
Walter Hanisch s.j. que se conserva en el Archivo SJ Provincia de Chile. El P. José Juan Vergara s.j. hizo
una cuidadosa limpieza de los cuadros encontrando la firma de varios de ellos.
276
118
Cierre de la Residencia de la calle Lira en Santiago
En 1873 el P. Juan Bautista Pujol s.j. determinó el cierre de la Residencia
jesuita de la calle Lira.
Esa Casa había sido la primera Residencia estable de los jesuitas al regresar a
Chile en el año 1850 y llevaban en ella casi 23 años.
Allí habían sido acogidos por el Arzobispo Rafael Valentín Valdivieso, y
aunque los jesuitas quisieron, con el tiempo, acceder a la propiedad de la Casa
y de la iglesia que ellos atendían, no lograron adquirirla. Las disposiciones
testamentarias del Arzobispo de Santiago, Monseñor Manuel Vicuña Larraín,
quien había ordenado construir ese Refugio para favorecer a sacerdotes
diocesanos en dificultad económica y de salud o edad, no lo permitieron.
Desde esa Residencia los jesuitas iniciaron la construcción del Colegio San
Ignacio, en 1854. Y en ella estuvo el Noviciado de la Misión desde el año
1855. En la iglesia atendían confesiones, y las comuniones anuales llegaban al
número de 17 mil. Al mismo tiempo, desde ella salían los jesuitas a predicar
misiones, dar los Ejercicios espirituales de San Ignacio, atender enfermos en
los hospitales y cárceles, y a confesar religiosas. En la iglesia estaban
establecidos la Congregación Mariana y el Apostolado de la Oración.
En 1873 los sacerdotes dedicados a los ministerios pasaron al Colegio San
Ignacio. Y el P. Ignacio Gurri s.j., Superior de la Residencia y Maestro de
Novicios, se trasladó a Concepción.278
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
Antes de salir de Chile, en 1865, el P. Bernardo Parés s.j. había recibido las
instancias de Monseñor José Hipólito Salas Toro, obispo de la diócesis de
Concepción. Y se inclinaba a aceptar allí la iglesia y la Casa de Ejercicios que
ofrecía a la Compañía.279
La escasez de jesuitas le había impedido aceptar y sólo pudo destinar a
algunos jesuitas para que acompañaran al Prelado en sus Visitas canónicas en
la diócesis, y para predicar misiones en parroquias y capillas. El Obispo hizo
edificar una Casa de Ejercicios, con su iglesia, en el terreno en que
antiguamente estuvo la que habían tenido los jesuitas antes de la expulsión. Y
eran esos edificios y terrenos los que ofrecía en administración o propiedad a
la Compañía. Él mismo había empezado a dar Ejercicios en esa Casa, ayudado
de sacerdotes diocesanos.280
El Obispo le aplicó a esa Casa de Ejercicios la renta de la Hacienda Los
Perales de los antiguos jesuitas.281
278
Id. pág. 124.
Pérez, op. cit., pág. 807.
280
Hernández, op. cit., pág. 123.
281
Hanisch, op. cit., pág. 213.
279
119
Y asistiendo el Obispo Salas en Roma al Concilio Vaticano I, en 1870, pidió
al Papa Beato Pío IX que los jesuitas pudieran llegar a Concepción.282
Se dice que el Papa agradeció a Monseñor Salas su intervención en el Concilio
sobre la infalibilidad pontificia, y que le habría indicado que estaría dispuesto
a favorecer a la diócesis. Monseñor Salas le pidió como gracia especial que le
concediera jesuitas para Concepción. Y el Papa lo indicó al Padre General.
Pedro Beckx s.j.
Monseñor Salas al entrevistarse con el P. General, le pidió la pluma con que él
había firmado la orden del envío de jesuitas, para conservarla como preciado
recuerdo.283
Los jesuitas, destinados por el P. Juan Bautista Pujol s.j., llegaron a
Concepción el 14 de enero de 1871. Como Superior iba el P. José Coluzzi s.j.,
italiano, que ya lo había sido en Valparaíso, y los Padres Mariano Capdevila
s.j. y Antonio Pou s.j., con los Hermanos Agustín Figuerola s.j. y Juan
Iturzaeta s.j.
El P. José Coluzzi s.j. había nacido en Camerino, Italia, el 20 de noviembre de
1824, e ingresado en la Compañía el 13 de septiembre de 1841, a los 17 años
de edad. En el año 1860 había sido destinado a Chile y, después de unos años
pasados en Santiago, en el Colegio San Ignacio, fue nombrado Superior de la
Residencia de Valparaíso el 1 de octubre de 1865. La Guerra entre Chile y
España había hecho necesaria la presencia ahí de un Superior no español.284
Al llegar a Concepción, los jesuitas fueron recibidos por el Obispo José
Hipólito Salas, quien los hospedó con gran afabilidad en su misma casa. Al día
siguiente los acompañó a tomar posesión de la Casa de Ejercicios y demás
dependencias que les entregaba. De inmediato se iniciaron las construcciones
que parecían necesarias para habilitar la Capilla y las habitaciones. Asimismo,
el Sr. Obispo hizo que el Seminario diocesano facilitara muebles y personal de
servicio. Casi enseguida, también, empezaron los jesuitas el ejercicio de los
ministerios, predicando sermones y misiones en la ciudad, en la Catedral, en la
iglesia de la Merced. Las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, fundadas
por Santa Magdalena Sofía Barat, solicitaron los Ejercicios de San Ignacio.
Otro tanto hicieron las religiosas Trinitarias. Éstas, desde la expulsión de los
jesuitas en 1767, rezaban todos los días en Coro un “Dios te salve, Reina y
Madre” pidiendo el restablecimiento de ellos en la ciudad; y ahora
continuaban su misma oración dando gracias y solicitando su conservación e
incremento.
Y el 3 de febrero salieron a dar Misiones rurales los dos jesuitas, PP. Mariano
Capdevila y Antonio Pou, según las indicaciones que recibían del Obispo:
Penco, Tomé, Talcahuano, confesando y dando Ejercicios, casi siempre
acompañando al Obispo Salas en las Visitas canónicas.285 Después, durante el
282
Hernández, op. cit., pág. 123; Cf. Hanisch, op. cit., pág. 214.
Id., pág. 123.
284
Cartas anuas Concepción, pág. 46.
285
Id., pág. 123. Cf. Historia Domus Concepción año 1871.
283
120
año, continuaron Misiones en San Pedro de la Paz, en Yumbel, Rere, al Arenal
del Río Claro, Tomeco. Y después, Chillán.
En las Misiones rurales mantuvieron el modo usado tradicionalmente. En la
mañana, muy temprano, la Santa Misa, seguida por una plática o explicación
de las verdades de la Primera Semana de los Ejercicios de San Ignacio.
Después de almuerzo se tenía el Catecismo para los niños. Y al caer la tarde,
el Rosario y el sermón doctrinal con las verdades del Credo, o moral con los
Mandamientos. Al iniciar ý finalizar estos dos ejercicios había cantos, siendo
muy conocidas las Saetas y el canto del Perdón. Todo el día había confesiones
y atención de casos matrimoniales. Se terminaban con una solemne procesión
para instalar una gran Cruz, recuerdo de la Misión y después de ella se daba la
Bendición papal. Las Misiones solían durar 8 días, pero en casos especiales
eran más prolongadas.
La primera corrida de Ejercicios, de trece caballeros, la pudieron iniciar el 1°
de abril, justo antes de Semana Santa. Después continuaron con 54 señoras, en
cuya atención doméstica fueron ayudados por un grupo de “Maestras”
aleccionadas por los jesuitas. Y, alternado entre hombres y mujeres, se
continuaron los Ejercicios. A medida que fueron haciéndose las habilitaciones
de la Casa de Ejercicios, ésta estuvo en condiciones de recibir hasta más de
150 ejercitantes. Tanto los varones como las señoras no pagaban, muy pocos
lo hacían, ni siquiera para su alimentación, pues era de conocimiento público
que existía una renta para ello.
En Pentecostés de 1871 quedó constituida formalmente la Congregación o
Hermandad del Sagrado Corazón con la asesoría del P. Mariano Capdevila,
siguiendo el modelo de la que existía en la Residencia de Valparaíso. Los
“Hermanos” se reunirán en la iglesia jesuita todos los domingos para la Misa,
el canto del Oficio, la instrucción dogmática o moral, y para la reunión en que
analizarán sus obras apostólicas como las del bien social propio de ellos. En
junio de 1871 eran más de 100.286 Canónicamente, el 7 de septiembre de 1871
quedó constituido el Apostolado de la Oración unido, como en Valparaíso, a la
Hermandad. Desde entonces, todos los meses, en el primer domingo del mes,
tuvieron los “Hermanos” la Comunión general en la mañana, y en la tarde el
Santo Rosario, el Oficio y las preces ante el Santísimo expuesto, plática del
Asesor y bendición.287
En 1872, hubo cambios en la residencia de Concepción: regresó a Santiago el
P. Mariano Capdevila y llegó en su reemplazo el P. Carlos Infante, penquista y
primer jesuita chileno en esa Residencia. Este año, los Misioneros PP. Pou e
Infante dan Misiones en la propia Capilla de Concepción, en Penco, San
Carlos, Tucapel, Los Angeles, Arauco, Cañete, Lebu.
En el ministerio de los Ejercicios se perfeccionó el modo de darlos a pobres y
a indigentes, cumpliendo así con una de las condiciones impuestas por el
Obispo. Hubo dos corridas para ellos con 110 y 190 ejercitantes; en la
286
287
Historia Domus Concepción, págs. 1-32; Cf. Cartas anuales de Concepción, págs. 1-14.
Cartas anuales de Concepción, pág. 5.
121
primera, 40 no sabían nada de Catecismo, y 50 en la segunda. Hubo que
prepararlos cuidadosamente para que pudieran confesar y comulgar.
También empezaron a hacer Ejercicios en esta Casa, que daba más
comodidades con los arreglos que se hacían, los Seminaristas en número de 50
y 20 del clero diocesano.
La atención de las Religiosas del Sagrado Corazón, así como de las Trinitarias
continuó este año. Y en especial la de las alumnas del Colegio del Sagrado
Corazón de Jesús, tanto del Pensionado pagado, como de la Escuela gratuita
para niñas pobres.288
En 1873, los dos jesuitas destinados a Misiones rurales las dieron en
Talcamávida, donde confesaron como a 1.000 personas en diez días; en Santa
Juana, lugar en estuvo el Colegio central de las misiones jesuitas en la colonia,
al otro lado del Bio-Bío, donde estuvieron 14 días y confesaron a 1.100
personas; Los Angeles, Rere y Yumbel; en Talcahuano, 1.500 comuniones y
36 matrimonios. Terminado el invierno, estuvieron dando Misiones en Lota,
Coronel y Arauco, pasando después a darlas en San Pedro de la Paz y Colcura.
Todos los Domingos se tuvo la Misa y la Reunión de la Hermandad del
Sagrado Corazón. Y en las tardes de esos mismos días, el Catecismo a los
niños y niñas que venían en número de 200 más o menos.
En Ejercicios, además de las corridas tradicionales de hombres y de mujeres,
estuvieron 53 seminaristas. En otra fecha, 17 clérigos, entre los cuales 14
sacerdotes. También se dieron Ejercicios en la cárcel y hospital.289
Este año también, a solicitud del Sr. Obispo, fue destinado a Concepción el P.
Enrique Cappeletti s.j., ejerciendo en el Seminario diocesano los cargos de
Prefecto espiritual y profesor.
En 1874, los PP. Misioneros son especialmente el P. Carlos Infante y el P.
Juan Mundwiler. La Misión de Coronel duró 35 días y hubo 4.500
comuniones, 3.900 confesiones y 463 casamientos. La de Lota duró 25 días y
hubo 2.500 comuniones, 2.300 confesiones y 312 matrimonios. La de Arauco
fue de 18 días con 3.200 comuniones, 3.000 confesiones y 125 casamientos. Y
en la de Tomeco, igualmente de 18 días, hubo 2.100 comuniones, 2.000
confesiones, 25 matrimonios. En Antuco estuvieron 12 días y dieron 1.200
comuniones y prepararon 13 matrimonios; plantaron una gran Cruz de Misión.
En Quilleco, del mismo Curato, repartieron 1.250 comuniones, bendijeron 18
matrimonios e igualmente elevaron una Cruz. En Los Angeles estuvieron
desde antes de Semana Santa, para terminar el Domingo de Cuasimodo: 3.640
comuniones, 40 matrimonios, una Cruz nueva frente al hospital. También se
dieron Misiones en Tucapel, San Vicente del Laja, y en los barrios Aguas de
las Niñas y Aguas Negras de la ciudad de Concepción.
Decreto de la fundación de la Casa de Ejercicios en Concepción290
288
Id., págs. 33-60.
Id., págs. 61-74.
290
Archivo SJ, Concepción #266, Carpeta 04.
289
122
Concepción, julio 30 de 1874.
Considerando que, después de penosos y constantes esfuerzos, se ha llevado
felizmente a término la conclusión de la Casa de Ejercicios de San Francisco
Javier de esta ciudad y los demás edificios adyacentes a ella,
Considerando que, para llenar los fines de la obra pía es de absoluta necesidad
confiar su dirección y cuidado a sacerdotes que, por su celo, aptitud y virtudes
promuevan la gloria de Dios Nuestro Señor y santificación de las almas,
consagrando sus tareas con reconocido éxito a los Retiros o Ejercicios
Espirituales de tan evidente utilidad,
Considerando que, atendido el corto número del clero de la Diócesis, las
necesidades religiosas de ésta, su vasta extensión y el aumento siempre
creciente de sus habitantes, es moralmente imposible que pueda haber número
competente de sacerdotes seculares que se contraigan al desempeño de los
ministerios y ocupaciones expresadas en el Considerando precedente,
Considerando que, por un especial favor de la Providencia, el Venerable
Instituto de la Compañía de Jesús se ha prestado, a reiteradas instancias
nuestras, a recibir la dirección y cuidado de la referida Casa de Ejercicios con
todos sus edificios adyacentes,
Considerando que de esta manera, y confiando la expresada Casa a los Padres
de la Ilustre Compañía de Jesús, se le dan, por una parte, directores a todas
luces competentes, asegurando en el porvenir la conservación y fomento de
esta institución piadosa, y por la otra, quedan aplicadas sus rentas a sus
verdaderos fines,
Considerando, a mayor abundamiento, que la Hacienda denominada
PERALES y la manzana en que hoy se halla situada la Casa de Ejercicios
pertenecieron a la Compañía de Jesús antes de la supresión de ésta en el siglo
pasado, de manera que, entregando ahora sus rentas a la misma Compañía de
Jesús para que las invierta en los objetos que luego se expresarán, no se hace
otra cosa que satisfacer y llenar en lo posible los deseos y las miras de los
fundadores primitivos de la obra pía.
Aceptado nuestro pensamiento por los Reverendos Padres de la Compañía de
Jesús, Baltasar Homs, Visitador, y Juan Bautista Pujol, Superior de las Casas
de la Compañía establecidas en ésta y en la República Argentina,
DECRETAMOS:
1. Se entregará bajo inventario el cuidado y administración de la Casa de
Ejercicios de San Francisco Javier de esta ciudad, con todos sus edificios,
útiles y demás cosas que le pertenezcan, a los Padres de la Compañía de
Jesús que fueron al efecto designados por sus respectivos Superiores.
2. Habrá dos ejemplares del inventario que se confeccione para el indicado
efecto, uno de los cuales se conservará en el Archivo de la Secretaría
123
Episcopal y el otro en poder de los Reverendos Padres que residieren en la
Casa.
3. En el gobierno y administración de la Casa, y en todo lo que a ella y a su
objeto concierna, los Reverendos Padres, que por tiempo fueren
encargados de su cuidado, se regirán por las leyes especiales de su Instituto
y por las instrucciones que recibieren de sus respectivos Superiores, sin
que nadie pueda molestarlos, ni perturbarlos en el pleno goce y usufructo
de la propiedad cuya administración se les confía.
4. Anualmente, previa la orden del Prelado de la Diócesis, se entregará al
Superior de los Padres jesuitas residentes en la dicha Casa el canon o
producto del arriendo del fundo denominado PERALES, que ahora es de
dos mil ochocientos sesenta y cinco pesos sesenta y dos y medio centavos,
que a razón de un cuatro por ciento, reconoce la testamentaría del finado
Don Miguel Zañartu con hipoteca de varios fundos.
De la suma expresada en este artículo se deducirá la cuota asignada para el
pago de la contribución territorial que hoy grava al dicho fundo, o que en
adelante se le impusiere por la ley.
5. En compensación de la Casa y renta que reciben, los Padres de la
Compañía se obligan:
 A dar dos corridas anuales y gratuitas de Ejercicios de pobres, una de
hombres y otra de mujeres en la mencionada Casa.
 A celebrar todos los años una Novena de San Francisco Javier, titular de
la Casa, con la solemnidad que su devoción les inspirare.
 A correr con los gastos del culto, conservación y reparación de los
edificios y demás que exigiere la defensa y conservación del fundo
Perales.
 A mantener en la misma Casa para el servicio religioso a cuatro
Sacerdotes, por lo menos, y tres Coadjutores.
6. Si por algún evento, por cualquier motivo, por cualquiera causa y por
orden de cualquiera autoridad, los Padres de la Compañía dejasen de
administrar la dicha Casa, volverá ésta con todo sus útiles adquiridos con
fondos de su propiedad, y con los demás edificios que se hayan agregado,
a colocarse bajo la dirección inmediata del Ordinario de la Diócesis para
que la provea de Sacerdotes que la sirvan, mientras sea posible devolver su
uso y administración al Sagrado Instituto de la Compañía de Jesús.
7. Para mayor solidez y garantía de seguridad a esta nuestra disposición
Episcopal, se solicitará la aprobación de la Santa Sede Apostólica de todo
lo que en ella está contenido, a fin de que nuestros sucesores en la Silla
Episcopal la continúen observando y haciéndola observar con toda
exactitud y fidelidad y,
124
8. Quedan derogados, en todo lo que fueren contrarios al presente nuestros
Decretos de 26 de julio de 1871 y 28 de abril de 1873.
Firmado: José Hipólito Salas, Obispo de Concepción.
Por mandato de Su Señoría Ilustrísima. P. Agustín Corbalán, Secretario
Está conforme con el auto original que se registra a fojas cuatro del expediente
de la materia.
Concepción agosto de 1874. J. Delfín del Valle, Secretario
Copia de la Respuesta de Roma:
Ex Audientia Ssmi. Die 4 Decembris 1874
Ssmus. Dominus Noster Pius divina providentia PP. IX referente me
infrascripto S. Congnis Negotiis Eccleciasticis. extraordinariis praepositae
Pro-Secretario, attentis expositis et peculiaribus rationibus animum suum
moventibus, ratum habuit et confirmavit decretum superius relatum; hac
tamen adjecta lege, ut cum spiritualia exercitia tradenda erunt mulieribus,
quatenus in domo exercitiorum convivant, eis alicujus pii Instituti Sorores
assistant. Contrariis quibuscumque minime obfuturis. Datum Romae e
Secretaria ejusdem S. Congnis., die, mense et anno praedictis.
+ Marinus
Archiep. Palmirensis
Pro-Secrius
(Gratis omnino)
Traslado del Noviciado de Santiago a la ciudad de Concepción
En 1873 el P. Juan Bautista Pujol s.j. había decidido trasladar la sede del
Noviciado de la Sección chilena de la Misión a la ciudad de Concepción. La
Residencia de Santiago, en la calle Lira, estaba establecida en terrenos y
edificios de los cuales era dueño el Arzobispado de Santiago y no se había
logrado llegar a un arreglo para acceder a la propiedad.
Con la esperanza de que habría mayor número de vocaciones en el sur de
Chile, el P. Pujol se decidió seriamente por el traslado del Noviciado.
En 1867 había ingresado solamente un solo novicio, el joven Guillermo
Bartling, alemán, enviado también desde la Residencia de Puerto Montt para
Hermano. En 1868, el novicio escolar José Miguel Infante; y el año 1869, el
joven José Brahm enviado desde Puerto Montt.
Entre los años 1855 a 1872 habían ingresado 36 novicios, un promedio de 2
por año. De ellos fueron: 7 sacerdotes, 15 para sacerdotes y 14 para
Hermanos. De los sacerdotes salieron 2; de los que entraron para sacerdotes,
se ordenaron 6, más uno que se ordenó como diocesano; de los que entraron
125
para Hermanos, salieron 7. Es decir la perseverancia de los entrados fue
exactamente el 50%.
Lista de novicios del Noviciado de la Calle Lira en Santiago
P. Mariano Capdevila, ingresó en España el 24 de julio de 1854
P. Buenaventura Escatllar, ingresó en España el 11 de octubre de 1854
P. Antonio Dalmau, ingresó en España el 28 de marzo de 1855
P. Ramón Tubau, ingresó en España el 28 de marzo de 1855
E. Santiago Estruch, ingresó en España el 28 marzo de 1855
E. Juan José Alcain, ingresó el 22 de mayo de 1857
E. Tomás Frías, ingresó el 9 de agosto de 1857
E. Sebastián Araya, ingresó el 14 de agosto de 1858
E. Luis Sanfuentes, ingresó el 7 de diciembre de 1858
E. Hermógenes Solar, ingresó el 7 de diciembre de 1858
E. Eduardo Squella, ingresó el 24 de septiembre de 1859
E. Antonio Aranguis, ingresó el 28 de abril de 1861
E. Ramón Morel, ingresó el 24 de julio de 1861
E. Arsacio Ibáñez, ingresó el 12 de noviembre de 1861
P. Zoilo Villalón Sabbas, ingresó el 25 de mayo de 1862
E. Carlos Infante, ingresó el 11 de abril de 1863
E. Pedro Nolasco Astaburuaga, ingresó el 23 de septiembre de 1866
P. Lorenzo Kirwan, ingresó el 25 de septiembre de 1867
E. José Miguel Infante, ingresó el 19 de septiembre de 1868
E. José Brahm, ingresó el 29 de junio de 1869
P. Silveiro Viñals, ingresó el 21 de febrero de 1872
H. Santiago Enseña, ingresó el 21 de abril de 1855
H. Antonio García, ingresó el 30 de julio de 1855
H. Nicolás González, ingresó el 30 de mayo de 1856
H. Miguel Pozo, ingresó el 31 de julio de 1857
H. Pedro Peña, ingresó el 12 de noviembre de 1859
H. Eusebio Miranda, ingresó el 5 de enero de 1862
H. Maximiliano Wagner, ingresó el 7 de septiembre de 1862
H, Carlos Degener, ingresó el 14 de junio de 1865
H. Guillermo Bode, ingresó el 24 de febrero de 1866
H. Guillermo Bartling, ingresó el 31 de marzo de 1867
H. Luis Uría, ingresó el 24 de marzo de 1870
H. Pablo Zuazo, ingresó el 1 de julio de 1870
H. Félix Grenón, ingresó el 10 de mayo de 1871
Puerto Montt. Residencia
Apenas designado el P. Juan Bautista Pujol s.j. como nuevo Superior de la
Misión Chileno-Paraguaya, decidió dar una ayuda eficaz a los jesuitas
alemanes establecidos en el sur de Chile. El P. Pujol, como Rector del Colegio
San Ignacio en Santiago, conocía bien qué necesidades decían ellos sentir en
esa zona tan alejada del país.
Por conocimiento directo sabía que el ministerio de los Padres no se reducía a
la ciudad de Puerto Montt, sino que llegaba a todos los colonos alemanes,
126
como a los chilenos, ubicados alrededor del Lago Llanquihue. Sabía el Padre
Pujol que todos los años ellos daban misiones en las ciudades de Valdivia,
Osorno, Río Bueno y La Unión. Con admiración se había enterado que habían
iniciado, imitando la tradición de los jesuitas chilenos de la época colonial de
Chile, las misiones en la isla grande de Chiloé y en las numerosas islas
adyacentes del archipiélago.
Los Padres le habían narrado todos esos viajes: a Huar, Maillen, Panitao,
Piedra Azul, Lenca, Huelmo, Calbuco, Carelmapu, Chacao, Ancud. El mismo
P. Teodoro Schwerter s.j., Superior de la Residencia de Puerto Montt, había
tenido que viajar a Santiago en busca de solución a sus muchos problemas. Y
en 1863 había tenido el agrado de compartir varios meses, en la misma Casa,
con el P. Juan Mundwiler y con otros misioneros jesuitas mientras aprendían
el idioma. El P. José Ugarte s.j., quien como Vice Superior de la Misión de
Chile había realizado la Visita Canónica a los jesuitas de Puerto Montt, lo
había informado detalladamente. Y en 1865 el mismo P. Schwerter había
debido viajar al norte para reemplazar a los jesuitas españoles en ministerios,
por parecer ellos menos indicados por causa de la Guerra entre Chile y
España.
Y como el P. Francisco de Paula Enrich s.j. había hecho dos veces la Visita
Canónica en lugar del Superior de la Misión, y los había acompañado en
varias de las excursiones misionales, decidió nombrarlo Superior de la
Residencia de Puerto Montt. Acogía así la petición de los Padres alemanes de
poder contar con un jesuita de habla castellana que pudiera ayudar en los
ministerios con los chilenos y dialogar con las autoridades del Gobierno.
El P. Francisco Enrich s.j. llegó a Puerto Montt el 20 de enero de 1869 como
Visitador y Superior interino de la Residencia. Y a los 10 días acompañaba a
dos de los Padres en la misión de la cercana isla de Maillen y en febrero dio
con el P. Schwerter la misión en la ciudad de Osorno.
Muchos detalles de la vida del P. Enrich los hemos dado más arriba, pues él
fue de los primeros en llegar a Chile después de la restauración de la
Compañía de Jesús. Con todo indicaremos un resumen.
El P. Francisco de Paula Enrich s.j. era natural de Manresa, España. Había
nacido el 13 de agosto de 1817, y el 1 de octubre de 1832 ingresó al Noviciado
de la Compañía de Jesús en Madrid. Siendo todavía escolar jesuita, pasó a
América, y al finalizar el año 1837 desembarcó en Buenos Aires, Argentina.
En 1840 inició los estudios de Teología en el Seminario diocesano de Córdoba
y fue ordenado sacerdote en San Juan de Cuyo, Argentina, el 15 de julio de
1842. Los siguientes años los pasó misionando en las Provincias argentinas de
Córdoba, Catamarca, La Rioja y San Juan de Cuyo, hasta 1848, año en que
debió pasar a Chile.
Desde la única Residencia que poseía en Santiago la Compañía de Jesús,
prosiguió su labor misionera hasta 1854, en que fue trasladado a la Residencia
de Valparaíso. Los años 1857 a 1859 los dedicó a la enseñanza en el Colegio
San Ignacio de Santiago, recientemente abierto. Estuvo en Puerto Montt en
127
1860, en trabajo misionero, pero regresó a Santiago. En 1869 fue nombrado
Superior y Director del Colegio.291
En 1870, siendo Superior en Puerto Montt, inició la construcción de dos
Capillas: una en Puerto Varas y la otra en Río Negro, pues hasta ahora la
Eucaristía habían debido celebrarla en locales particulares. En septiembre, el
P. Schwerter va a misiones hasta Hualaihué, a tres días de navegación. Y la
Escuela jesuita y la atención de la pequeña iglesia, sede de la parroquia de
Puerto Montt, ocupan casi todo el tiempo del P. Bernardo Engbert s.j.
En 1871, los 4 sacerdotes y los 3 Hermanos del lejano Puerto Montt recibieron
la Visita Canónica del Superior de la Misión, y no se sintieron tan
abandonados. En la Escuela se empieza a dar clases de Gramática latina. Y en
noviembre llega el permiso del P. General, aprobando la construcción de la
iglesia nueva para la ciudad de Puerto Montt. El proyecto es del P. Enrich y él
mismo ha elaborado los planos. Y como siempre, se dieron misiones en las
islas cercanas, en el lago Llanquihue, en Valdivia y Osorno.292
Las vacaciones de todos los jesuitas, Padres y Hermanos, al comienzo de ese
año 1872, fueron en parte para hacer demoler el cerro que estorbaba a la
construcción de la iglesia. Y también para poner los fundamentos de la iglesia
y hacer traer piedras, no sólo de la costa vecina, sino también de 6 leguas, o
más, de distancia, además de las que del Perú venían en los barcos como
lastre. Desde el cerro construyeron una senda que condujera a la futura iglesia,
por donde había un pantano.293
En 1872, los trabajos de la construcción de la iglesia jesuita se continúan,
como también se inicia el templo de la diócesis en la plaza de la ciudad. La
iglesia ocupa el terreno contiguo a la Residencia, que ha sido donado por el
Gobierno después de largas gestiones y promesas. Los Padres se preocupan de
ambas construcciones. La iglesia de la Compañía fue inaugurada 25 de
diciembre, aunque no del todo terminada.
En 1873, llegaron a Puerto Montt nuevos misioneros alemanes: un sacerdote y
dos Hermanos. Durante todo el año se continuaron los trabajos de
terminaciones interiores en la iglesia, bajo la dirección del P. Enrich.294
La Congregación Mariana de la Virgen María y de San Luis fue inaugurada en
el día de su fiesta, el 8 de diciembre de 1872, con 60 socios, pues no sólo son
admitidos los jóvenes escolares, sino también algunos otros con tal que sean
idóneos y no casados. Se tienen distribuciones, en los días de fiestas, unas para
chilenos y otras para alemanes.295
Colocamos el resumen de los ministerios realizados en el año 1873:
291
Tampe, op. cit., pág. 111.
Historia Domus Pto. Montt, págs. 15-92; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit. págs. 33-58, donde se dan
detalles de la construcción de la iglesia y de los ministerios.
293
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 63.
294
.Historia Domus Pto. Montt, pág. 92.
295
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 58.
292
128
Confesiones 10. 513; Misiones 41; Ejercicios 1; Sermones 162; Catecismos
163; Visitas a enfermos 198; Extremaunciones 126.296
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines del año 1874
Al término del gobierno del P Juan Bautista Pujol s.j. en el año 1874, los
jesuitas de la Misión de Chile de la Compañía de Jesús tenían Casa estables en
cuatro ciudades del país.
En Santiago, el Colegio e Iglesia San Ignacio, con 14 sacerdotes, 7 Estudiantes
jesuitas en preparación al sacerdocio y 9 Hermanos jesuitas.
En Valparaíso, Residencia con Iglesia, Casa de Ejercicios y Escuela Primaria,
con 5 sacerdotes y 5 Hermanos jesuitas.
En Concepción, Residencia con Capilla, Casa de Ejercicios y Noviciado, con
6 sacerdotes y 5 Hermanos jesuitas.
En Puerto Montt, Residencia con Parroquia, Iglesia, Colegio incoado,
Misiones, con 5 sacerdotes y 4 Hermanos jesuitas.
En Chile había 30 sacerdotes, 7 Estudiantes en preparación al sacerdocio y 23
Hermanos jesuitas. Total 60 jesuitas.
Capítulo II. El P. Baltasar Homs s.j. Superior de la Misión (1874-1881)
El P. Baltasar Homs s.j. fue nombrado Superior de la Misión ChilenoParaguaya el 4 de septiembre de 1874, pero había llegado a Chile el 18 de
febrero de ese mismo año con el cargo de Visitador.
El P. Baltasar Homs s.j. había nacido en la ciudad de Valls en la provincia de
Tarragona, en España, el 18 de enero de 1833. Había estudiado en el
Seminario de Tarragona hasta el tercer año de Teología, cuando ingresó en la
Compañía de Jesús el 16 de marzo de 1852, a los 19 años de edad. Después
del noviciado, estudió Filosofía en Laval, Francia, e hizo la experiencia del
Magisterio en La Habana durante cinco años. Se ordenó de sacerdote en León
el 24 de agosto de 1861, habiendo hecho nuevamente los estudios de Teología,
a los 28 años. La Tercera Probación la hizo en Manresa. Y durante los años de
crisis españolas acompañó a los jóvenes estudiantes jesuitas exiliados, durante
cuatro años, en Avignon y después en Collell, diócesis de Gerona.297
A fines de 1873 el P. General lo nombró Visitador de la Misión de Chile y
Paraguay. Con domicilio más habitual en Buenos Aires, se movió incansable
en el territorio de la extensa Misión. Su gobierno terminó abruptamente, con
su muerte el 14 de enero de 1881, en Santa Fe, Argentina, por fiebres
palúdicas.298
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
296
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit. pág. 73.
Id., pág. 276.
298
Id., pág. 137.
297
129
Poco después de ser nombrado el P. Baltasar Homs s.j. Superior de la Misión,
el anterior, P. Juan Bautista Pujol s.j., el 16 de octubre de 1874 pasó a ser el
nuevo Superior de esta Residencia. El clima agradable de la ciudad y ese
cargo tranquilo podían devolverle algo a su salud bastante quebrantada por los
difíciles y numerosos viajes entre Chile y Argentina que debió tantas veces
efectuar.299
En este período, los ministerios realizados por los jesuitas en Valparaíso,
fueron los de siempre. En la iglesia, el tiempo de Cuaresma fue privilegiado,
quedando en los diversos sermones gente sin poder ingresar a ella. Las
Comuniones, en los años 1875 a 1781, pasaron el número anual de 29.000, y
el de Confesiones el de 20.000. Una vez por semana asistían a Catecismo unos
200 niños. En la Casa de Ejercicios, cada año se dieron entre 10 y 12 cursos de
Ejercicios, con un total anual de poco más de mil ejercitantes. Fuera de Casa
se continuaron los ministerios en el Hospital, la atención de las asiladas en la
Casa del Buen Pastor y a los huérfanos de la Providencia.
Casi todos esos años se dieron en la ciudad misiones, además de la de nuestra
iglesia, en la parroquia Matriz, la de los Doce Apóstoles, en Limache,
Calleuque, Apaltas y Aculeo.300
En 1877, a inicios de marzo, llegó a esta Residencia el P. Francisco de Paula
Enrich s.j., después de terminar su cargo de Superior de la Residencia y
Colegio incoado de Puerto Montt. En esta Casa, gran parte de su tiempo,
debilitadas ya las fuerzas por enfermedad y edad, lo dio a la elaboración de su
obra histórica. Escribió la “Historia de la Compañía de Jesús en Chile” de la
cual fueron editados después, en 1891 en Barcelona, los dos primeros tomos
correspondientes a la Antigua Compañía de Jesús. Una “Historia
contemporánea de la Compañía de Jesús” que abarca hasta el año 1867,
permaneció inédita hasta el año 2004, fecha en que fue editada. También
pertenecen al esfuerzo del P. Enrich la “Historia Domus de la Residencia de
Valparaíso”, desde los años 1850 a 1868; además la “Historia Domus de la
Residencia de Puerto Montt”, desde los años 1869 a 1877; y la “Historia de la
Residencia y Colegio incoado de la Compañía de Jesús de Puerto Montt” que
fue continuada por los PP. Teodoro Schwerter s.j. y Guillermo Tilly s.j.,
editada en 2004.
Santiago. Colegio San Ignacio
El P. Baltasar Homs s.j. y su Socio, el P. José Reinal s.j., llegaron a Chile, vía
cordillera de los Andes, el 18 de febrero de 1874. Fueron esperados en Santa
Rosa de los Andes por Padres de la Residencia de Valparaíso, adonde llegaron
el día 2 de marzo. A los pocos días se dirigió a Santiago para iniciar la Visita
canónica del Colegio San Ignacio.301 Allí el Rector era el P. Ramón Morel s.j.
y vivían en él 17 sacerdotes, 6 Escolares que se preparaban al sacerdocio y 10
Hermanos.
299
Cf. Historia Domus Valparaíso, pág. 90.
Id., pág. 105.
301
Historia Domus Valparaíso, pág. 89.
300
130
Una de las primeras medidas, del nuevo Superior de la Misión, en cuanto al
régimen del Colegio, fue suprimir que en él se dieran a los jesuitas los estudios
de Filosofía y Teología en orden al sacerdocio. Estos cursos los había dado el
Colegio desde su fundación en el año 1856, debido a que no era posible
hacerlos en otro sitio. Pero casi siempre los alumnos habían sido muy poco
numerosos: dos o tres jesuitas en Filosofía para los dos años, y también dos
para los tres años de Teología. El P. Visitador pensó que era más adecuado
concentrar a los jesuitas en formación en el Colegio de Santa Fe, en Argentina.
El Colegio estaba en buen pie. Superado el problema de los exámenes, hubo
dos períodos muy marcados en su diferencia. El régimen de los años 1874 a
1879 fue el más suave. Los examinadores eran dos, el profesor pertenecía a la
comisión y los exámenes se daban en el Colegio.
La ley dictada en 1879 resolvió que los Colegios quedaran todos sometidos al
monopolio que había existido antes, y la Universidad recibía la facultad para
obligar a los Colegios a rendir los exámenes en el mismo edificio
universitario, es decir en el Instituto Nacional de Santiago. Esta ley se fue
aplicando paulatinamente: se quitó toda intervención a los profesores del
Colegio en los exámenes, se dejó de mandar comisiones al Colegio, y se llegó
a hostilizar a los profesores que presentaban a sus alumnos. Estos podían
asistir a los exámenes como meros espectadores.302
En este período, las actividades literarias e intelectuales del Colegio estuvieron
representadas por el P. José León s.j., profesor de Retórica que se distinguió
por los actos literarios de sus alumnos, particularmente en los presentados en
las distribuciones de premios al fin de cada curso. En 1875 formó una
Asociación filosófica en que se daban conferencias sobre materias religiosas y
científicas. Desde el primer día tuvo 40 oyentes de fuera del Colegio, y cada
semana fue creciendo ese número. En 1876 el tema fue la salvación y sobre él
se dieron 18 conferencias con gran éxito, a pesar de la oposición que pretendió
presentar la Asociación espiritista de la ciudad.
En el orden histórico, en 1877, hubo una polémica muy comentada en el
ámbito intelectual. El sacerdote diocesano Pbro. Crescente Errázuriz
Valdivieso, sobrino del Arzobispo de Santiago, Monseñor Rafael Valentín
Valdivieso, publicó en el diario El Estandarte Católico, del cual era el director,
unos artículos que interpretaban de mala manera la actuación del célebre
jesuita, de la antigua Compañía, P. Luis de Valdivia. Sostuvo en esos artículos
que el jesuita había ambicionado el Obispado de Concepción, lo que por sus
votos religiosos no podía hacer. El Superior de la Misión juzgó que el P. Zoilo
Villalón Aránguiz s.j., por su cualidad de chileno y profesor de prestigio en el
Seminario de Santiago, debía contestar al Pbro. Errázuriz. En el calor de la
polémica, el P. Villalón trajo a colación el hecho de que el Arzobispo
Valdivieso hubiera accedido a la posesión del Arzobispado de Santiago sólo
en virtud de la “Carta de ruego y encargo” dada por el Gobierno de la
República, sin esperar las Bulas pontificias. Esto hirió al Arzobispo, quien
pensaba que los jesuitas, en lugar de atacarlo, le deberían estar agradecidos
por sus múltiples muestras de benevolencia y protección. El Superior de la
302
Hanisch, op. cit., pág. 204.
131
Misión dio explicaciones al Arzobispo, y se esmeró en mostrarle la amistad de
la Compañía, visitándolo varias veces en su última enfermedad, pues
Monseñor Rafael Valentín Valdivieso falleció el 8 de junio de 1878 en
Santiago.303
El P. Zoilo Villalón s.j., quien fuera largos años profesor de Teología Moral en
el Seminario Arquidiocesano de Santiago, escribió un “Tratado teológico
legal de la justicia o concordancia del derecho chileno con la teología moral
en materia de justicia”, 700 páginas, editado en Santiago en 1871.
Concepción. Residencia, Casa de Formación y Casa de Ejercicios
La Residencia y Casa de Ejercicios de Concepción recibió el 22 de enero de
1873 a algunos de los jesuitas de la Residencia de la calle Lira, al cerrase esta
Casa y trasladar el Noviciado a la ciudad de Concepción. El P. Ignacio Gurri
s.j. que era Superior y Maestro de novicios en la Casa de formación
santiaguina, tuvo los mismos cargos en la ciudad penquista.
Las razones del traslado al sur pudieron ser diversas. Se pensó que el sur
podría dar más numerosas vocaciones, pero no fue así. La vida en Santiago era
más bien onerosa, y la Casa de formación no tenía rentas para hacer frente a
esos gastos, y sí las tenía la Casa de Ejercicios de Concepción. Se podían
evitar, entonces, problemas religiosos, especialmente jurídicos en la virtud de
la pobreza, al trasladar el Noviciado y a los formadores a esa Casa donde
había mejores medios económicos.
En la Residencia, se entiende fácilmente que los ministerios se ejercieron con
fruto más abundante en 1875, porque el Santo Padre León XIII otorgó el
Jubileo del Año Santo. Las confesiones llegaron en nuestra Iglesia casi a
62.000 y las Comuniones a 9.400.
En 1875 dieron Misiones en Ranquil, Quillón, Tomé, Itata, San Carlos,
Talcahuano, Parral, Cauquenes, Villa Alegre, San Javier y Linares. En ellas
distribuyeron 33.265 Comuniones y arreglaron 533 Matrimonios. La
promulgación del Jubileo del Año Santo les ayudó mucho. En todas las
Misiones se erigieron las Cruces, llamadas Cruz de la Misión, con gran
solemnidad y devoción de los fieles. En la Misión de San Carlos, el Sr. Obispo
administró el sacramento de la Confirmación y lo recibieron más de 12.000
personas.
En 1876, bajó el número de Confesiones a 39.031, sin embargo subieron las
Comuniones a 11.402. Las Misiones no tuvieron tan abundante fruto: ya no
era año de jubileo, y por ser año de elecciones presidenciales y del parlamento,
los Misioneros creyeron oportuno interrumpirlas dada la tensión existente. Las
dieron en Yerbas Buenas, en Hualqui en Los Angeles, Coronel, Lota, Arauco
y Carampangue; también en la Iglesia de San Agustín, de la Catedral, y de la
Providencia en Concepción. En las 10 Misiones dieron 13.651 Comuniones y
bendijeron 496 Matrimonios.
303
Cf. Hernández, op. cit., pág. 130, y Hanisch, op. cit., pág. 205.
132
En 1877 hubo un fuerte incremento de las Confesiones y Comuniones en
nuestra Iglesia, llegando las primeras a 47.507 y las segundas a 15.153. Las
Misiones se dieron en Cañete, Chillán, Santa Juana, Talcamávida, Talcahuano,
Yerbas Buenas, Linares, San Javier La Huerta, Sauzal y en Concepción (en la
iglesia de las Hermanas de la Providencia) con 27.022 Comuniones y 610
matrimonios.
En 1878 la diócesis de Concepción se vio afligida por una fuerte epidemia de
viruela. Los jesuitas primero atendieron enfermos en sus casas, llegando a
confesar a más de 280; después la atención se extendió al Hospital que pronto
se vio colapsado, debiendo las autoridades erigir un Lazareto en las afueras de
la ciudad. Estos dos establecimientos fueron visitados asiduamente, primero
dos, después tres veces a la semana, para terminar yendo todos los días. Muy
pocos rechazaron los sacramentos. Las Misiones fueron menos numerosas: en
Lebu, Chillán, Empedrado, San Carlos, Quirihue, Cobquecura, y las ya
habituales en la ciudad de Concepción con 17.361 Comuniones y 471
Matrimonios.
En 1879, la Comunidad se vio afligida por la muerte del Superior y Maestro
de novicios, P. Ignacio Gurri s.j. Este había sido el primer Rector del Colegio
San Ignacio, y después, por numerosos años, Superior y Maestro de Novicios
en la Residencia de la calle Lira, también en Santiago. Al determinarse el
cierre de la Casa de la calle Lira y el traslado del Noviciado a la ciudad de
Concepción, el Padre había pasado a esta última ciudad. Los Superiores
siempre tuvieron al P. Gurri como a hombre verdaderamente espiritual, y el
más adecuado para señalar el camino ignaciano a los que ingresaban en la
Compañía de Jesús. Esta muerte hará que el Superior de la Misión en Chile se
decida a cerrar el Noviciado chileno, y a trasladar a los jóvenes a formarse en
Córdoba, Argentina.
Este año los ministerios en la Iglesia de la Residencia de Concepción fueron
los habituales: la atención de las Misas, la asesoría de la Hermandad del
Sagrado Corazón, las Catequesis, Novenas, y administración de sacramentos,
especialmente Confesión y Eucaristía. Las Confesiones en la Iglesia fueron
31.758 y las Comuniones 14.740.
Las Misiones de 1879 fueron Chanco, Concepción, Quirihue, Tomé, Penco,
San Pedro, Hualqui, Talcamávida, Santa Juana, Nacimiento y Angol. La
Guerra iniciada contra Perú y Bolivia causó gran conmoción en la zona:
muchos fueron los que se enrolaron en las filas militares, pero también hubo
otros que huyeron y no deseaban presentarse en las Iglesias por temor a ser
llevados al frente bélico.
La Hermandad del Sagrado Corazón y Apostolado de la Oración en estos años
de su vida tuvo tres iniciativas de organización que le significaron un gran
crecimiento. La primera fue el permitir, en sección separada, a mujeres; la
segunda, tener derecho a sepultura en el panteón construido por la
Hermandad; y la tercera, la ayuda pecuniaria que se daría a los socios en los
tiempos adversos de salud, cumpliendo ciertos requisitos.
133
En 1880, los ministerios en la iglesia tuvieron un gran incremento,
especialmente en lo relacionado con las Confesiones y Comuniones. Tal vez
porque el crecimiento de la Hermandad del Sagrado Corazón, de varones y
mujeres, hacía que las Comuniones de los Hermanos, todos los primeros
Viernes de mes, pasaran de cuatrocientas y un poco menos en los demás
domingos y días de fiesta.
Se dieron 146 clases de Catequesis, y los Padres y Hermanos prepararon a la
Primera Comunión a 117 niños y a 182 niñas.
La epidemia de viruela, que afligía a la mayoría de las provincias de Chile,
duró todo el año en la ciudad de Concepción, y con tanta fuerza en los ocho
primeros meses que atacó a la décima parte de la población. Sumando a los
venidos de otras partes, los muertos fueron 2.109. Como al fin de mayo el
Hospital existente no fue capaz, se estableció otro para mujeres, dejando el
anterior sólo para varones. En los dos, nuestros Padres no sólo confesaron sino
dieron el sacramento de la Extremaunción y Viático. Un Padre iba todos los
días, una y dos veces cada día, teniendo especial cuidado que nadie muriera
sin sacramentos. Sólo una persona murió sin confesión y muy pocas sin el
Viático. Además los Padres visitaban a los enfermos que permanecían en sus
casas; y uno de ellos atravesaba a caballo toda la ciudad y sus suburbios, seis y
doce veces al día, para escuchar confesiones y socorrer a tantos enfermos de
viruelas. También debieron acudir, muchas veces, a Talcahuano, Coronel,
Lota y a otros lugares alejados de la ciudad.
Sin embargo, ninguno de los jesuitas se contagió con la viruela, estando todos,
Padres y Hermanos, tan cerca de los apestados. Las visitas de los jesuitas a los
Lazaretos fueron 445 y a los enfermos en sus domicilios, 1.167. El Obispo y el
Intendente de la Provincia estaban muy admirados.
Cuando la epidemia casi terminó, en noviembre, vino a la ciudad el regimiento
militar formado en Arauco, donde la epidemia estaba en pleno auge. Este
regimiento tenía 878 soldados y estuvo alojado en nuestra Casa de Ejercicios.
No pocos variolosos fueron llevados al hospital y seis murieron confortados
por los sacramentos dados por los nuestros. En diciembre, otro regimiento,
formado en esta ciudad, vino a vivir a la Casa de Ejercicios. Y de nuevo los
jesuitas se preocuparon de atender espiritualmente a soldados y oficiales.
Las Misiones rurales fueron menos numerosas: en Nacimiento, ayudados por
un Padre franciscano, y en la ciudad.
En 1881 todo fue muy semejante en cuanto a ministerios. En seis parroquias
rurales y en dos ciudades importantes, que tenían falta de sacerdotes,
estuvieron los nuestros y escucharon 13.500 confesiones. En una ciudad fue
difícil, porque 3.000 hombres, de ella y sus alrededores, habían tenido que
partir a la guerra contra Perú.
En Rere se obtuvo un fruto muy grande en la Misión. Allí se hizo el traslado
de los restos del Siervo de Dios P. Juan Pedro Mayoral s.j., de gran estimación
entre aquellas gentes por la fama de santidad de su vida, virtudes y de sus
milagros. Por disposición del Sr. Obispo, sus restos fueron puestos en urna
134
nueva y colocados en honroso sepulcro en la pared del presbiterio, al lado del
Evangelio. Monseñor José Hipólito Salas determinó este reconocimiento,
conservación y traslado, en previsión de la iniciación futura de la causa de
Canonización.
En el Noviciado penquista, en 1873, ingresaron solamente dos novicios
Para Hermanos: Lucas Klingbeil, alemán enviado desde Puerto Montt y el
joven José Cornejo, campesino chileno de Santa Cruz que saldrá dos años
después.
En 1874 ingresaron Sabino Menéndez, español que venía desde Argentina, y
Luis Casals, francés; el primero para sacerdote y el segundo para hermano.
En 1875 ingresaron 3: José Bas, español, para Hermano; Alejandro Tate,
venido de Haití, para sacerdote y Eugenio Infante, chileno, para sacerdote.
En 1876 ingresaron 4; todos salieron después.
En 1877 ingresaron los dos hermanos Hupfeld, Augusto en el mes de marzo y
Roberto el 31 de diciembre, alemanes, nacidos en el Principado de HassenCassel, hijos del Cónsul alemán en Concepción y que discernieron su paso del
luteranismo y vocación sacerdotal con el P. Juan Bautista Mundwiler s.j.
Ambos fueron sacerdotes y profesores de teología, pero jamás regresaron a
Chile, quedando uno en España y el otro en Uruguay. Con Augusto Hupfeld,
el mismo día, ingresó Alberto Ugarte, de la ciudad de Santiago.
En la Casa de Ejercicios, en 1875 se dieron Ejercicios a 17 sacerdotes, a 76
seminaristas, a 527 varones laicos, la mayoría pobres, y a 736, también pobres.
A las religiosas se las atendió en la forma acostumbrada en años anteriores.
En 1876, se dieron Ejercicios a 22 sacerdotes de la diócesis, a 92 alumnos del
Seminario diocesano, a 453 varones laicos y a 355 mujeres. Estos últimos, la
mayoría, pobres.
En 1877, se dieron, como era costumbre, Ejercicios al clero. Debido a la
escasez de sacerdotes sólo fueron 18. A los alumnos del Seminario, 63; a
hombres 549, a mujeres 830.
En 1878, los Ejercicios dados a Religiosas en sus conventos fueron tres: a las
Monjas Trinitarias, a las del Sagrado Corazón de Jesús, y a las de la
Inmaculada Concepción. En la casa de Ejercicios se dieron a 21 sacerdotes
diocesanos, a 77 alumnos del Seminario, a 408 varones laicos y a 419 mujeres.
Como siempre, casi todos esos laicos eran pobres y podían ser atendidos
gracias a los réditos de la fundación de la Casa.
En 1879 los Ejercicios dados en la Casa fueron muy semejantes. Entre los
dados a Religiosas, empezaron a darlos también a las del Sagrado Corazón en
Chillán, que tenían en esa ciudad una gran Escuela para normalistas. En
Concepción los ejercitantes sacerdotes fueron 36, los seminaristas 59, los
laicos varones 367 y las mujeres 365.
135
En 1880 los Ejercicios fueron: a 5 conventos de Religiosas; a 465 varones; a
612 mujeres; a 31 detenidos en la cárcel; Ejercicios dirigidos a 6 laicos y
clérigos.304
Concepción. Seminario diocesano
El Obispo, Monseñor José Hipólito Salas, quiso también confiar a los jesuitas
la dirección del Seminario de la diócesis. Y desde la llegada de ellos a la
ciudad les pidió a algunos dictar clases en el Seminario.
En 1873, el mismo año en que se trasladó el Noviciado a Concepción, el P.
Superior de la Misión, P. Juan Bautista Pujol s.j., destinó al P. Enrique María
Cappelletti s.j., napolitano, residente en el Colegio San Ignacio de Santiago,
como profesor de Cosmografía en el Seminario y Director espiritual de los
alumnos.305
El P. Enrique Cappelletti s.j. había nacido en L’Aquila, Italia, el 1 de marzo de
1831 y había entrado en la Compañía el 26 de octubre de 1846 en Sorrento,
Italia, a los 15 años de edad. Tras el noviciado, debido a la situación política
del Reino de Nápoles, pasó con sus compañeros a Toulouse, Francia, donde
estudió Retórica. Vuelto a su Provincia hizo la experiencia del magisterio
enseñando Gramática en el Colegio de Reggio Calabria y en el L’Aquila.
Cursó la Filosofía y la Teología en el Colegio Romano, siendo ordenado el 11
de noviembre de 1860. Por la inestabilidad política y la invasión de Garibaldi,
fue enviado a Chile con otros de su Provincia. En el Colegio San Ignacio fue
profesor de matemáticas, física, química y cosmografía, y dirigió un
observatorio meteorológico.306
Sin embargo, terminado el curso, fue llamado nuevamente a Santiago, con
gran sentimiento del Obispo que creía que con su presencia podría empezar a
concretarse su deseo de entregar el Seminario a la Compañía, como había sido
en el año 1724, cuando los jesuitas habían recibido el Seminario de San José,
en el cual enseñaron Filosofía y Teología, otorgándose los mismos grados
académicos que en el Colegio Máximo de San Miguel en Santiago.307
Movido por estos deseos del Obispo, el nuevo Superior de la Misión, P.
Baltasar Homs s.j., destinó nuevamente al P. Cappelletti en 1876 como
profesor de Ciencias físicas y naturales. Y al fin de ese año debió asumir el
cargo de Rector interino del Seminario por enfermedad del titular Pbro.
Miguel Ortega. Y el Obispo escribió al P. General Pedro Beckx s.j. pidiéndole
que el P. Cappelletti pudiera tomar en propiedad el cargo de Rector. Lo
obtuvo.
En 1877 el Superior de la Misión destinó a un segundo sacerdote como
profesor del Seminario y en el año 1878 se agregaron otros dos.
304
Cf. Cartas anuales de Concepción págs.11-31; Cf. Historia Domus Concepción págs. 89-184.
Hernández, op. cit., pág. 124.
306
Diccionario Histórico S.J. pág. 645.
307
Hernández, op. cit., pág. 124; Cf. Correa, Historia S J., pág. 60.
305
136
Finalmente, llegando a ser cinco los Padres que trabajaban en el Seminario, el
Superior de la Misión dio orden en 1878 para que formaran una Residencia
separada, en el mismo Seminario, siendo nombrado el Rector del Seminario
Superior de la nueva Casa de la Compañía.
Cierre del Noviciado de Concepción
En la ciudad de Concepción, el Noviciado estuvo hasta noviembre de 1879,
fecha en que el nuevo Superior de la Misión Chile- Paraguay, P. Baltasar
Homs, decidiera, poco después de la muerte del P. Gurri, acaecida el 24 de
octubre de 1879, concentrar a los novicios en un único Noviciado, en la ciudad
de Córdoba, en la República Argentina. Este Noviciado en Argentina había
sido fundado en 1863, después de algunos conatos anteriores en Buenos Aires
sin mayores resultados. Los jesuitas chilenos vieron con pena el cierre del
Noviciado en Chile.
Entre los años 1873 a 1879 ingresaron 14 novicios chilenos, conservándose el
promedio de 2 por año. De ellos: 1 era sacerdote, 6 deseaban serlo y 7
entraban para Hermanos jesuitas. El que ingresó sacerdote perseveró; y de las
vocaciones para el sacerdocio, 4 recibieron la ordenación. De los que entraron
para Hermanos, salieron 5. Es decir la perseverancia de los entrados fue
nuevamente el 50%.
Lista de los novicios ingresados en el Noviciado de Concepción
E. Sabino Menéndez, ingresó el 25 de enero de 1874
E. Alejandro Tate, ingresó el 26 de septiembre de 1875
E. Eugenio Infante, ingresó el 31 de diciembre de 1875
E. Augusto Hupfeld, ingresó el 1 de marzo de 1876
E. José Vega, ingresó el 31 de marzo de 1876
E. Alberto Ugarte, ingresó el 31 de diciembre de 1877
E. Roberto Hupfeld, ingresó el 31 de diciembre de 1877
H. José Cornejo, ingresó el 30 de octubre de 1873
H. Lucas Klingbeil, ingresó el 30 de octubre de 1873
H. Luis Casal, ingresó el 29 de octubre de 1874
H. José Bas, ingresó el 25 de enero de 1875
H. Francisco Javier Rich, ingresó el 14 de junio de 1876
H. Francisco Mora, ingresó el 29 de agosto de 1876
H. Juan Castro, ingresó el 30 de octubre de 1876
Guerra del Pacífico: Chile contra Perú y Bolivia308
La cuestión de límites entre Chile y Bolivia, arrastrada desde años, tuvo una
primera solución bajo el gobierno del Presidente José Joaquín Pérez
Mascayano, cuando en el año 1866 se firmó el primer tratado.
El gobierno de Bolivia, a cuyo frente se hallaba el general Melgarejo, convino
con Chile que el límite sería el paralelo 24, y los derechos de exportación del
308
Cf. Concha, op. cit. págs. 363-379; Cf. Frías op. cit., págs. 356-367.
137
guano y minerales, entre los paralelos 23 y 25 se repartirían por mitad entre
ambos países. Esta zona era ya explotada por capitales y obreros chilenos. Ese
mismo año don José Santos Ossa Vega había descubierto salitre en las pampas
cercanas a la caleta “La Chimba”, la que después será la ciudad de
Antofagasta.
Posteriormente, cambios políticos ocurridos en Bolivia dieron por resultado
nuevas negociaciones que culminaron bajo los gobiernos de los Presidentes
Don Federico Errázuriz Zañartu y de Don Tomás Frías, con el tratado de 1874.
En este tratado se eliminó la propiedad común y se estableció que durante 25
años Bolivia no aumentaría los impuestos a empresarios chilenos.
El gobierno de Don Tomás Frías fue derribado en 1876 por el
pronunciamiento del general Hilarión Daza, quien hizo aprobar un impuesto
de 10 centavos por quintal de salitre exportado. El Gobierno chileno y la
Compañía de Salitres, formada por el Sr. Santos Ossa y otras empresas,
entablaron reclamación. Pero el Presidente Daza ordenó cobrar el impuesto, y
como el gerente de la Compañía se negara a ello, se dispuso el embargo y
sacar a remate las salitreras.
Chile consideró entonces que renacían los derechos que creía tener antes del
tratado de 1866 sobre ese territorio. Y sólo correspondía la ocupación militar
de Antofagasta para evitar el remate.
El 14 de febrero de 1879, día señalado para el remate, se presentó ante la
ciudad el blindado Blanco Encalada, y a su lado el Cochrane más la corbeta
Chacabuco. Se solicito la rendición del pequeño número de las autoridades
bolivianas, y la bandera chilena apareció inmediatamente en todas las casas de
la ciudad. Ésta fue ocupada por un destacamento de 200 hombres.
Bolivia declaró la guerra el 1° de marzo de 1879, y el Presidente Manuel
Prado, del Perú, se negó a declarar su neutralidad. Chile declaró la guerra a los
dos países el día 5 de abril de 1879.
La primera fase de la guerra se realizó en el mar. Chile tenía dos blindados, el
Cochrane y el Blanco Encalada; dos corbetas de madera, la Chacabuco y la
O’Higgins; una corbeta muy antigua, la Esmeralda; la cañonera Magallanes y
la goleta Covadonga. Perú tenía una fragata blindada, la Independencia; un
monitor blindado, el Huáscar; dos corbetas, la Unión y la Pilcomayo; dos
monitores, el Atahualpa y el Manco Capac, y varios cruceros y transportes.
Las fortificaciones de El Callao eran poderosas. Valparaíso no las tenía.
El 21 de mayo de 1879 se tuvo el combate de Iquique. En él murió el Capitán
Arturo Prat y fue hundida la Esmeralda. Perú perdió la fragata blindada
Independencia, más poderosa que el Huáscar.
El 8 de octubre de 1879 se tuvo el combate de Angamos, frente a Mejillones,
entre el monitor Huáscar comandado por el Almirante Miguel Grau, y el
blindado Cochrane al mando del comandante Juan José Latorre, donde fue
capturado el Huáscar, terminando así el poderío del Perú en el Océano
Pacífico.
138
La segunda fase de la guerra fue la ocupación de los puertos y ciudades
peruanas y bolivianas. A fines de octubre un ejército chileno de 10 mil
hombres se embarcó en Antofagasta. El 2 de noviembre Chile ocupó el puerto
de Pisagua. Y después la campaña de Tarapacá dejó en poder de Chile la
región más rica en salitre.
En 1880, el 26 de mayo fue ocupada la ciudad de Tacna, y el 7 de junio el
puerto de Arica. La ciudad de Lima fue ocupada después de las batallas de
Chorrillos, el 13 de enero de 1881, y la de Miraflores, el día 15 de enero. Y el
17 de enero de 1881, el ejército chileno entró a la capital del Perú.
La guerra continuó en la sierra del Perú y terminó, con el Perú, con el Tratado
de Ancón en 1883, y con el Tratado de tregua suscrito con Bolivia en 1884.
Repercusiones de la Guerra en Santiago
En variadas formas repercutió la guerra de 1879 en la vida del Colegio San
Ignacio.
En primer lugar se tradujo en entusiasmo bélico en los Colegios, también en
San Ignacio, por medio de ejercicios militares con armas verdaderas, y para
eso se debió pedir permiso al Presidente de la República. Pero después de un
tiempo, la dirección del Colegio San Ignacio juzgó que esos ejercicios eran
altamente distractivos y de ningún provecho, y los prohibió, sin que por ello
disminuyera el entusiasmo patriótico del alumnado.
Para celebrar las victorias, en el Colegio se daba vacación. Y así, el 26 de
mayo se dio por el Combate de Iquique. El 10 de junio se dio para el funeral
de los héroes de Iquique. A la llegada de Condell a Santiago, el 27 de junio se
dio también vacación, por la tarde.
La captura del Huáscar fue a las 12 del día el 8 de octubre y la noticia se supo
en Santiago a las 2 de la tarde; hubo vacación el 9, 10 y 11. El 21 y 22 de
noviembre hubo de nuevo para celebrar la victoria de Dolores, la toma de
Iquique y la captura de la Pilcomayo.
El 21 de mayo de 1880 hubo Te Deum por la victoria de Tacna y vacación al
día siguiente. El 22 de agosto, nuevamente, hubo Te Deum por las victorias, y
los alumnos llevaron en procesión las andas de la Virgen del Carmen.
El Colegio cooperó con limosnas, tanto de la dirección como del alumnado,
para los gastos de la guerra, y ofreció alimentos para las esposas de los
soldados que no estuvieran en las listas del Gobierno.
La mejor ayuda que prestó el Colegio fue la cooperación dada por sus ex
alumnos. Fueron capellanes de Ejército, desempeñando honrosamente sus
cargos los sacerdotes: Camilo Ortúzar Montt, que organizó la Capellanía de la
Armada, creó bibliotecas y fue Vicario Apostólico de Iquique; Florencio
Fontecilla Sánchez también fue Capellán Vicario Apostólico; y el Capellán
139
José Eduardo Fabres, abogado, sacerdote, profesor de Derecho en la
Universidad de Chile.
Entre los oficiales estuvieron: el Capitán Joaquín Pinto Concha y el Teniente
Salvador Larraín Torres, ambos heridos en Chorrillos; los hermanos Juan de
Dios y Manuel Pardo Correa, el último ayudante del Almirante Patricio
Lynch; también Manuel García Collao, Moisés Jarpa Merino, Patricio Larraín
Alcalde, José Manuel Ortúzar, todos oficiales que hicieron la campaña. En la
Marina la hizo Joaquín Muñoz Hurtado.
Máximo R. Lira, abogado, fue ayudante, durante la campaña, del Ministro de
Guerra en campaña don Rafael Sotomayor Baeza y del General en Jefe don
Manuel Baquedano.309
Capellanes jesuitas en Antofagasta
La guerra del Pacífico trajo grandes complicaciones a la ciudad de Valparaíso,
por ser éste el puerto donde debían embarcarse los destacamentos formados en
las diversas provincias del país. Además de salir desde allí los barcos, también
debió recibir a los numerosos heridos que dejaba esa guerra.
Todo el año 1879 y también el 1880 estuvo la ciudad en un continuo
movimiento. Por todas partes no se veían sino aprestos guerreros, nuevas
fortificaciones, gran número de embarcaciones. Y reinaba tal entusiasmo que
era admirable ver a tantos maridos dejar a sus mujeres e hijos, y a tantos hijos
dejar a sus padres, intereses y comodidades por la patria.
Después de la toma de Pisagua, empezaron a llegar los heridos. Fue necesario
colocarlos en un nuevo hospital, el de las religiosas de la Providencia. Fueron
nombrados Capellanes los jesuitas de la Residencia. Ese servicio lo ejecutaron
en forma gratuita. El trabajo en este hospital fue muy duro, por el mal estado
en que llegaban los enfermos conducidos a Valparaíso desde tanta distancia.
Efecto de la gangrena, debieron hacerse muchas amputaciones, y buen número
de los enfermos falleció. Además, en ese hospital fueron recluidos todos los
jefes prisioneros de Bolivia y Perú, quienes agradecieron el trato dado por los
jesuitas.310
Para atender el servicio de las naves y de tanta tropa, varios sacerdotes
diocesanos se ofrecieron para acompañarlas. Y el P. Baltasar Homs s.j.,
viendo la situación en que quedaban las zonas conquistadas por Chile por el
alejamiento y huida de los sacerdotes de Bolivia y Perú, determinó que
algunos jesuitas fueran como Capellanes de Ejército con el fin de atender a los
que habían ocupado todo ese litoral como también a los habitantes de las
poblaciones. Para esta misión escogió a dos jesuitas de la Residencia de
Valparaíso: los Padres Simón Sanmartí s.j. y Carlos Infante s.j. quienes
partieron a Antofagasta el 1 de abril de 1880 en el vapor Itata. A ellos se
agregó el P. Pedro Astaburuaga s.j. que viajó al norte el 19 de septiembre de
309
310
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, manuscrita, págs. 51-54.
Historia Domus Valparaíso, págs. 106-107.
140
1880 en el vapor Mendoza. Los dos últimos eran chilenos; el primero de
Santiago y el segundo de Talca.
En un comienzo los jesuitas, establecidos en Antofagasta, al no tener
jurisdicción del Arzobispado de Chuquisaca se dedicaron a confesar a los
soldados chilenos como Capellanes de Ejército y a algunos residentes, sólo en
caso de necesidad. Para obtener esa jurisdicción, el P. Baltasar Homs la había
pedido por escrito al Arzobispo de Chuquisaca y había enviado la carta al Sr.
Nuncio Apostólico en Lima. Pero en vista de la demora y urgencia, los Padres
pasaron a ejercer la jurisdicción en virtud de las facultades extraordinarias
dadas a la Compañía de Jesús por el Papa León XII en su Breve Plura Inter
del 11 de julio de 1826 y confirmadas por los Sumos Pontífices Gregorio XVI
y Pío IX, en las cuales se le da facultades jurisdiccionales donde no hubiera
Obispo o Vicarios, o en las Parroquias donde no hubiere párroco.311
Pasado algún tiempo, el Nuncio Apostólico de Lima escribió al P. Homs,
incluyéndole una carta del Arzobispo de Chuquisaca en la que le da la
jurisdicción, como a Superior, y a los que él crea conveniente delegar.
Desde que se recibió la jurisdicción otorgada por el Arzobispo boliviano, los
jesuitas se hicieron cargo de la parroquia de Antofagasta que se encontraba
abandonada. Empezaron una misión y abrieron un libro de bautismos y
sacramentos. Como el templo había quedado totalmente abandonado, los
jesuitas debieron utilizar, primero el altar portátil que llevaban y luego
procuraron proporcionarse ornamentos que les eran tan necesarios. El P.
Carlos Infante escribió a las familias amigas de Santiago y Valparaíso. Y poco
después, se preocupó de pintar la iglesia y de comprar buenos candelabros.
Además de la parroquia, los jesuitas atendieron, como Capellanes del Ejército,
a los soldados y a los dos Hospitales de sangre que se habían instalado con
muchos enfermos y heridos.312
Concluida la guerra, el P. Simón Sanmartí regresó al Colegio San Ignacio,
donde ejerció el cargo de Ministro hasta el año 1895, en que fue trasladado a
Concepción. Allí permaneció hasta 1897. Con la salud quebrantada volvió a
Santiago donde falleció el 14 de febrero de 1898.
El P. Carlos Infante, al terminar la guerra, fue destinado a Concepción. Allí
fundó la Escuela, y levantó el magnífico templo gótico dedicado al Sagrado
Corazón de Cristo. Murió en Concepción el 19 de julio de 1917.
El P. Pedro Astaburuaga fue destinado a Valparaíso al trabajo misionero y a la
dirección espiritual. Estuvo después algunos años en Concepción, regresando
posteriormente a Valparaíso. En esta última Residencia fue Ministro de la
comunidad por más de 20 años. Murió el 24 de enero de 1914.
Cierre de la Residencia del Seminario de Concepción
311
312
Id., págs. 109-110; Cf. Tampe, op. cit., págs. 124-126.
Id., págs. 110-111.
141
Había extremado el P. Baltasar Homs, s.j., Superior de la Misión, la
complacencia del Obispo de Concepción, Monseñor Hipólito Salas, al
conceder sus deseos de dar a la Compañía de Jesús la dirección del Seminario
de la diócesis. Siempre se debió luchar con la falta de personal bien preparado
para esa misión.
Solamente un año y medio pudo mantener el P. Baltasar Homs s.j. la
Residencia del Seminario como Casa independiente de la otra Residencia en la
misma ciudad de Concepción. A mediados de 1880 debió ordenar que todos
los jesuitas, menos el P. Cappelletti, el Rector, pasaran nuevamente a vivir en
la Comunidad junto a la Casa de Ejercicios. Y al acabar el año 1881 fue
retirado el P. Cappelletti, sin que se pudiera reemplazarlo por otro Rector,
como lo deseaba el Señor Obispo.
Otros dos profesores fueron retirados al finalizar el año 1882, y se avisó al
Señor Obispo que los dos que quedaban serían retirados, por disposición de
los Superiores Mayores, al término del año siguiente.
Monseñor José Hipólito Salas sufrió sinceramente cada nueva determinación
del Superior de la Compañía, y lo manifestó hasta con súplicas. Pero, es justo
decir, siempre dijo que reconocía la justa razón de las Obediencias que daba la
Compañía.
Monseñor José Hipólito Salas falleció en Concepción el 20 de julio de 1883 y
fue sepultado en la Catedral. Y a fines de ese año salían del Seminario los dos
últimos profesores jesuitas.313
Puerto Montt. Residencia
Desde 1869 a 1877 fue Superior de esta Residencia el P. Francisco de Paula
Enrich, pues había sido nombrado en tiempos del Superior de la Misión P.
Juan Bautista Pujol s.j. Y con el nuevo Superior, P. Baltasar Homs s.j., estuvo
en el trienio 1874 a 1877.
En 1874 la Residencia tenía una comunidad de 5 Padres y 4 Hermanos. El P.
Enrich, además de Superior, era el párroco; el P. Bernardo Engbert dirigía la
Escuela, y los otros sacerdotes daban misiones. El territorio de la parroquia iba
aumentando en población, pues a los campos llegaban numerosos colonos.
Se dieron misiones, como todos los años, en los lugares poblados alrededor
del lago Llanquihue: Playa Maitén, Quilanto, Frutillar, Línea Nueva, Puerto
Varas, La Fábrica. También en las islas de Maillen, Huar, Huelmo y demás
zonas habitadas por chilenos: Río Negro, Arrayán, Lenca, Quillaipe, Panitao,
Chinquihue. Todas en el territorio de la Parroquia de Puerto Montt.314
Comenta el P. Schwerter en su escrito:
313
314
Hernández, op. cit., págs. 124-125.
Cf. Historia Domus Pto. Montt, vol. I, págs. 93-102
142
“El límite de nuestra provincia, hacia el sur, es Calbuco Ese Curato tiene
12.000 habitantes que viven en 27 lugares, en diversas islas y sitios del litoral,
y todo tienen Capillas. Para todo ese conjunto sólo hay un solo sacerdote y
apenas puede atender las confesiones de los moribundos. Pero desde 1871
nada hemos podido hacer ahí, porque nuestros misioneros trabajaron en las
parroquias de Tenaún, Quenac, Achao, Valdivia y Carelmapu, y entre los
Payos como llaman a los que viven en las islas al sur de Chiloé”.315
En 1875, además de las misiones habituales ya indicadas, dieron misiones en
Calbuco, Chiloé, Osorno y Valdivia. Y el P. Teodoro Schwerter dio los
Ejercicios al clero de la diócesis en Ancud.
En el Censo de la República, la población urbana y rural de Pto. Montt
contabilizó 3.664 personas, y en Tenglo, Maillen y continente otras 2.746. Un
total de 6.410 personas.316
En el año 1876, además de las misiones en la Parroquia de Puerto Montt
(Huar, Maillen, Huelmo, Panitao, Chinquío, Lenca, Piedra Azul, etc. y todas
las del Lago Llanquihue) se dieron misiones en Chiloé (Lemuy, Tenaún,
Ancud, Carelmapu), y también en Corral, Valdivia, Osorno y en las Misiones
de Trumao, Quilacahuín y Rahue.317
La Visita canónica de la Residencia del año 1877 la realizó el Padre Clemente
Faller s.j. desde el 18 de enero al 5 de febrero de 1877, por delegación del P.
Baltasar Homs s.j., Superior de la Misión. Tuvo como Socio al P. Francisco
Ginebra s.j. El P. Faller fue recibido con gran alegría de todos, porque había
sido dos veces Provincial en la Provincia de Alemania. Conoció la Colonia
alemana de alrededor del lago Llanquihue y, edificado, prometió que él iba a
procurar que el número de los sacerdotes aumentara para que con más
frecuencia se pudieran celebrar entre ellos los divinos misterios. Nombró
Superior al P. Bernardo Engbert; Ministro, al P. Matías Savels; Padre
Espiritual y Catequista en el Colegio, al P. Teodoro Schwerter; Misioneros, a
los PP. Pedro Fink y Blas Bendeich. El 5 de febrero se despidió de los Padres
y regresó a Santiago, llevando consigo al P. Francisco Enrich, quien había sido
el anterior Superior y párroco.318
El P. Bernardo Engbert s.j. había nacido en el pueblo de Scherrenbeck, en
Westfalia, Alemania, el 8 de agosto de 1826. Los estudios eclesiásticos los
hizo parte en Rhein y parte en el Monasterio de Guestfalarum. Después de la
ordenación sacerdotal, su trabajo pastoral consistió en la dirección de una
Escuela elemental, al mismo tiempo que se daba a una vida espiritual intensa.
Ingresó en la Compañía de Jesús el 27 de octubre de 1854 en Friedrishsburg,
en Westafalia. Poco después de terminar el noviciado, y ocupado en
ministerios, se ofreció a los Superiores para acompañar al P. Teodoro
Schwerter s.j., en 1858, hacia la Misión de Chile.319
315
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 67.
Historia Domus Pto. Montt, págs. 103-120.
317
Id., pág. 121. Además en las págs. 121-136 se dan amplios detalles de estas Misiones.
318
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 75.
319
Archivo SJ Vita functi NN in Collegio Pto. Montt, pág. 3.
316
143
Como otros años, en 1877 se volvieron a dar misiones en Valdivia, Osorno,
Purranque, en el lago Llanquihue, en Ancud y en varias Capillas del
archipiélago de Chiloé: en Tenaún, en Huapilacui, Butalmahue, islas de
Apiao, Alau y Chaulinec, hasta 11 misiones. En las poblaciones rurales
cercanas a Puerto Montt, las dieron en Arrayán, Quillaipe, Lenca, Coihuín,
Chinquío, islas de Maillen y Huar.320
“El día 3 de enero de 1878, en la madrugada, empezó un incendio en una
casa muy cercana a nuestra Residencia, y que propagado muy rápidamente a
causa del viento, en tres horas redujo a cenizas a más de 50 edificios. Habría
sido mucho mayor, a no ser por el viento del norte que impulsó las llamas
hacia el mar. Así la Divina Providencia libró a nuestra iglesia y a nuestra
casa”.321
Narración de unas misiones en Chiloé
En 1878 los ministerios de la Residencia fueron como otros años. Pero, en la
Historia Domus de ese año el P. Teodoro Schwerter, el redactor, hizo incluir la
narración de las Misiones dadas en el archipiélago de Chiloé por los Padres
Pedro Fink y Matías Savels. Es una narración manuscrita muy difícil de leer:
por la letra, la redacción y los nombres de los lugares:
“Narración de las Misiones dadas por los PP. Pedro Fink y Matías Savels en
Chiloé. Salieron el 3 de abril de 1878 y regresaron a Puerto Montt el 7 de
agosto de 1878.
El 3 de abril se embarcaron para dar misiones en el Curato de Chelín y
Lemuy los PP. Fink y Savels. Vientos contrarios y calmas los detuvieron en el
viaje 5 días. Dijeron la santa Misa en Huelmo, San José, Choen y Meulin.
En Chelin fueron bien recibidos, y alojados en cuartos desocupados del
subdelegado. La comida la dio la gente como de costumbre en las Capillas.
El 8 de abril empezó la misión en Chelín con poca gente. El 10 ya viene
mucha gente. No lo habían sabido todos.
El 16 se fue el P. Savels a Puqueldón de Lemuy para ayudar al párroco a
confesar etc. en estos días de la Semana Santa. El párroco Sr. Ezequiel Márquez
había venido en persona a pedir este favor, y ofreciendo todas sus capillas para
dar misión si nos gustase. Así, el P. Fink se quedó solo para confesar etc.
aunque el P. Cura (Fray Alfonso Oyarzún) le ayudaba algo en el confesar.
El 18 y 19, Jueves y Viernes Santo. Hizo las funciones el Cura, también leyó
las 7 palabras e hizo el desclave; confesando entretanto el P. Fink todo el día
en el oratorio de don Ramón Vera.
El 20, Sábado Santo. Hizo la función con Misa cantada, plática en la Misa,
etc. el P. Fink, porque así le suplicaba el Cura algo débil, cantando éste el
320
321
Historia Domus Pto. Montt, vol. I, págs. 137-147, donde se dan detalles.
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 77.
144
Exultet. No hubo bendición de agua bautismal; parece no ser costumbre en
Chiloé.
En la noche el sermón de María Santísima muy frecuentado. Pero durante el
Rosario muchos hombres, y los medio caballeros, se quedaron afuera. Poco
caso hace esta clase de gente del rezar, excepto la familia de don Ramón
Vera.
No hay duda ésta y, en consecuencia, las otras misiones del Curato se dan
sólo porque insistía esta familia en pedirlas.
El domingo, después del evangelio de la Misa cantada por el P. Cura, se hizo
la plática de la perseverancia y se concluyó la misión.
Había sido la primera que los Jesuitas daban en esta isla de 900 almas. La
asistencia, buena; en días de buen tiempo, muy buena. Se confesaron 450
personas. Muchos solterones y chicas que no saben rezar, y no vinieron para
aprender u oír algo, han sido los que quedaron sin confesión. Es una de las
islas menos pobres, porque, como ellos dicen, toman menos aguardiente.
El mencionado comerciante don Ramón Vera me preguntó si no pudiese hacer
una suscripción y colecta de limosnas en trigo y papas para la casa de San
José de las Hermanas de la Caridad en Puerto Montt y el resultado fueron 20
“chiguas” de trigo y 50 de papas, que los misioneros a la vuelta de Lemuy
llevaron y entregaron con otras 48 libras de trigo y 70 de papas de Lemuy a
las pobres Hermanas. De Lemuy entró la limosna en parte por cooperación
del Cura, porque 2 niñas huérfanas de ahí piden ser, y serán, recibidas de
balde en la casa de S. José.
El mismo domingo de la Resurrección el P. Fink acompañado del P. Cura, de
las autoridades de Chelín y Quehui y de mucha gente, en 13 botes, se fue a la
capilla nueva de San Miguel en Quehui y dio principio a la misión. El Cura
primero les habló unas palabras serias, de la obligación de asistir bien; pero
pocos todavía estuvieron presentes. Al mismo tiempo hubo todavía tomaduras
en 2 casas vecinas y (dijeron algunos) bailes. En una casa se acabó pronto el
licor; en la del inspector se cortó la venta de gente de Rilan.
Después de tres días, el subdelegado de Quehui, un borracho de primera
clase y hombre muy fiero, estorbó la misión llegando a caballo a la puerta de
la Iglesia y gritando: “No es cierto”. Esto fue causa de la general indignación
de la gente numerosa que asistía. En la chingana había dicho que iría a
hacerles algo a los Padres para que se arrancaran. Y llegando medio
borracho a la puerta de la Iglesia, pensaba que el Padre estaba predicando,
gritó. Acertó mal, pues se había acabado la plática y, antes de empezar el
sermón, el P. Fink estaba avisando algunas cosas para los días siguientes y de
las confesiones que iban a principiar. Y, de repente aquel grito. Creo que la
cosa ha sido buena para el fruto de la misión. Tal vez no se habría cortado
aquella venta y la borrachera sin aquel escándalo.
El preceptor de la escuela fiscal, normalista, trajo a los niños a la Misa, etc.,
pero no se quedó él en las pláticas etc., siempre afuera: ¡qué ejemplo!
145
El 1 de mayo concluyó la misión, la que a pesar de todo ha tenido buen fruto.
Se confesaron 340 y se hicieron, por la misión, 10 casamientos.
El 2 de mayo los misioneros se fueron a Chelín convidados por el P. Cura
para ministrar como diácono y subdiácono en el Oficio y Réquiem solemne
por el Papa Pío IX. Hubo mucha asistencia de todo el curato.
Después, colocación y bendición de la cruz de la misión que entretanto habían
hecho. Y en la tarde, acompañados del P. Cura, autoridades etc., en 14 botes
a la Capilla antigua de Quehui en donde nuestra Compañía no había dado
misión nunca todavía. La ignorancia, los robos y tomaduras con otros vicios
son inmensos. La asistencia, de poco a poco, ha sido buena. Algunos se
habían arrancado y embarcado para las Guaitecas antes de la misión.
Durante la misión una lancha salió para Calbuco, llegando a Chequian un
temporal les rompió las velas etc., y apurados en el peligro volvieron a su
casa.
Habían venido de diferentes capillas de la isla y parroquia de Lemuy para
pedir misión. Y así, enseguida, desde el 16 de mayo al 16 de Julio dimos
misión en Detif, Liucura, Lincay, Ichuac, Puchilco y Aldachido, en donde
hace 3 años habíamos dado misión. Se conoció el fruto de la primera, y en
ésta la asistencia ha sido muy buena a pesar del tiempo casi siempre lluvioso.
En todas las capillas nos recibieron y acompañaron en gran número. Después
de la última misión las ventas de aguardiente y borracheras se habían cortado
casi enteramente, por uno y dos años. Se puede esperar, que también esta vez
se cortarán. ¡Qué lástima, que no tengan misión más veces!
Mucho y varias veces las autoridades, patronos, fiscales etc., de la villa de
Puqueldón pidieron misión, tal como la habíamos dado también hace 3 años,
pero el tiempo determinado por el P. Superior de la casa no lo permitió y el
mismo Cura bastante nos hizo conocer que no quiere la misión ahí mismo.
Muchos de Puqueldón asistieron y se confesaron en otras capillas. En toda la
isla se confesaron 2.600 personas durante las 6 misiones y se casaron 50 o
más. Amancebados que vivieran en la misma casa, casi no hubo en esta isla;
los inspectores no lo permiten. Un Cura celoso y piadoso podría alcanzar
muchísimo con esta gente, instruyéndola y ayudándola. Desde la última
misión pocos se han confesado porque en las capillas les falta la ocasión o
exhortación y hasta en la villa hay mucha dificultad.
Mucho respetan el santo escapulario, aún los que no quieren enmendarse. Le
tienen miedo porque creen que con el escapulario ya no se puede pecar
mortalmente y por esto muchos muchachos no lo toman. Nos contaron que 5
hombres que fueron embarcados para los Payos a vender chicha,
naufragaron. Y no se encontró sino un solo cadáver que fue sepultado en el
cementerio bendito, y fue el cadáver del único que tenía cargado el santo
escapulario al embarcarse, y se encontró en el cuello del cadáver.
Un comerciante chinganero y borracho, que en la primera misión, y después
en la fiesta predicando un P. Franciscano, se portó mal, murió casi de repente
146
de la viruela, sin confesión. Nadie quiso sepultarlo hasta que al fin lo hicieron
lejos del cementerio bendito. Toda la gente lo tomó por castigo de Dios.
También otros justos juicios y castigos de Dios, se conocieron desde la última
misión.
Una señal buena ha sido las muchas restituciones que se hicieron durante las
misiones en esta isla, aunque no muy grandes por no tener con qué. Otros,
hombres y mujeres, con muchísimo empeño aprendieron las preguntas
principales de la Doctrina cristiana, para alcanzar los santos sacramentos.
En Lemuy se hizo colecta de una campana que les falta y consiguieron la
suma necesaria. Lo mismo se hizo en Aldachildo, donde las familias más
decentes se portaron muy bien y dieron buen ejemplo a los demás. El Señor
párroco nos visitó varias veces con mucha atención etc., pero no nos ayudó a
confesar por falta de tiempo, como dijo.
El 17 de julio, los misioneros se embarcaron en Aldachildo, para el regreso a
Puerto Montt. Tuvieron, desde muy pronto, viento contrario. En la noche,
algo tarde, llegaron a Chelín de donde tuvieron que llevar aquellas limosnas
para las Hermanas de la Caridad. En Chelín tuvieron que quedarse hasta el
24 de Julio por los vientos siempre contrarios. En la noche anterior hubo
favor, pero no estuvieron los peones reunidos y en saliendo ya hubo casi
calma. Entretanto los Padres estaban en la misma casa, como en la misión, y
eran bien cuidados por el Cura y más por don Ramón Vera, de quien también
era la embarcación o balandra.
El 24 de Julio, en la noche, llegamos al sudoeste de Quenac y fondeamos
hasta tener el favor de la marea, en la misma noche. Salimos voltejeando (es
decir, navegando en zig zag) contra el viento fuerte para pasar la Punta de
Quenac y alcanzar Meulín donde hay capilla y podríamos decir la santa Misa.
Pero fue imposible. El temporal nos obligó a volver al mismo punto, donde
por la lluvia, y distancia hasta la Iglesia, fue imposible decir la Misa. Lo
mismo el día siguiente.
A la tarde del 26 hicimos la prueba otra vez, con favor de la marea y menos
viento. Voltegeando toda la noche y la mañana, hasta medio día del 27,
alcanzamos la villa de Tenaún donde dijimos la Misa y almorzamos, bien
recibidos por el nuevo párroco don Bernardo Díaz.
También en esta parroquia había necesidad de dar misión y el cura no sería
contrario parece. Tarde, con calma, a remo hasta Quicaví, llegamos casi a
media noche. Una hora tuvimos que esperar en la pampa hasta que vino la
llave para la iglesia en cuya sacristía sobre ramos recién recogidos y una
frazada dormimos hasta las 4 de la mañana. Tanto mejor, porque en las
noches anteriores sobre la cubierta de la balandra en lluvia, vientos y olas, no
se había podido dormir casi nada.
Antes del día dijimos la santa Misa, nos embarcamos y salimos para el canal
de Lobos. Voltejeando contra el norte hasta medio día y volviendo la marea
contraria, y no habiendo otro puerto seguro entre el canal y Quicaví volvimos
al mismo puerto. Nos fuimos a la casa de don Julio Antúnez comerciante
147
medio francés cuya madre es chilota de ahí mismo. Nos recibieron y nos
trataron muy bien y nos dieron cama buena.
El 29, por los temporales tuvimos que quedar en Quicaví. Vino bastante gente
a la santa Misa, hubo plática y se confesaron a la tarde algunas mujeres.
El 30, antes del día, dicha la santa Misa, salimos para aprovechar la marea
entera contra el poco viento. Felizmente alcanzamos el canal y casi toda la
noche, ya a remo por la calma, ya voltejeando por el viento contrario,
pasamos el canal esperando alcanzar el puerto y la Capilla de Huite.
El 31, tuvimos que fondear antes de llegar, al pie de un cerro, y esperar la
marea unas 3 horas; estuvimos en la cubierta de la balandra.
Después, contra viento fuerte y marejadas muy grandes, voltejeando, casi a
medio día alcanzamos Huite, puerto muy bueno antes de salir al golfo.
Subimos a la capilla en el Monte por un barranco alto y al medio día, o poco
más tarde, dijimos la santa Misa en la fiesta de Nuestro Santo Padre.
Después, porque no había casa ermita, sino deshecha, sin puertas y techo, nos
alojamos en un corredor o especie de sacristía en la capilla cerca de las
goteras sobre ramas y una frazada. Ahí tuvimos que esperar hasta el 3 de
agosto a la tarde, porque hubo temporales y fue imposible salir al golfo.
En ésta, y las demás capillas del curato de Linao, no había habido nunca
misión de nuestros Padres, ni de otros, a lo menos en 20 años. La gente está
en toda miseria espiritual, en la ignorancia más terrible etc. El vicepárroco,
un Padre franciscano, ni da misión, ni quiere que se dé. Estuvo en Huite hoy,
sin visitar a los misioneros. Se confesaron algunos habitantes, suplicaron
misión, sermón o plática a lo menos. Les hizo plática el P. Fink el 3 y hubo
mucha gente. Quieren valerse del párroco en Chacao para conseguir misión
de nosotros.
Nos trajo la buena gente mucho que comer, fiambres, tortillas, huevos etc., lo
que mucho necesitábamos, para nosotros y los 6 peones, porque nuestros
víveres, en tanto tiempo, ya estaban acabándose. Comimos con apetito muy
bueno, dado que a veces en este viaje no podíamos ni comer. Y, además, el
hambre es un buen cocinero. Ahí hay unos comerciantes extranjeros cuyos
esclavos son los habitantes. A lo menos unos dan mal ejemplo, como un inglés
soltero, comerciante “apadronado” con casada alemana, como dice la gente.
A la tarde, el viento norte cambió en travesía. Unas embarcaciones luego,
aprovechándola, salieron. También nosotros, pero pronto cambió en noroeste.
Nos embarcamos y después de 6 horas ya estuvimos cerca de Tabón cuando
volvió el viento norte y la marea contraria.
Casi toda la noche voltejeamos. Al fin ya fue tan oscuro, por la lluvia, que no
sabíamos dónde estábamos. Según el compás chiquito que teníamos,
voltejeamos en dirección al norte sabiendo que habíamos pasado la pequeña
isla de Quenu. Acercándonos a tierra fondeamos para esperar el día y saber
148
donde nos encontrábamos. Estábamos al sudoeste de Chidhuapi. De ahí
voltejeando nos fuimos a la capilla de la isla y dijimos la Misa al medio día.
El 4 de agosto, por ser domingo, pronto concurrió alguna gente. Tuvimos que
quedarnos todo este día y la noche. Nadie nos dio de comer. En la casa ermita
ni lo más mínimo; nos quedaba todavía poco café, pan y carne.
El 5, Misa de mañana. Voltejeando contra el norte navegamos hasta San
Agustín donde llegamos de noche y dormimos en la casa ermita,
miserablemente en el suelo, como ya estamos acostumbrados.
El 6, muy de mañana con marea alta quisimos pasar el banco entre Tautil y San
Agustín, pero por más que trabajamos a remo no logramos pasar adelante por
la fuerza de la marea y falta de un pequeño viento, aunque Norte, fuerte o poco.
Cualquier viento habría sido de beneficio, pero no hubo. Tuvimos que volver y
rodear Tautil. Un par de horas y más, con un poco viento Norte que vino,
después de fondear y levantar otra vez el ancla, voltejeando contra la marea,
estábamos siempre en el mismo lugar como fondeados.
Al fin, a remo, adelantamos hasta la islita de Huelmo siendo noche ya. Y
viniendo un poquito de viento Noroeste, animados de nosotros, los marinos
dejaron la intención de fondear y a remo, y aumentándose a veces el vientecito,
con éste llegamos al amanecer hasta Tenglo. Y con calma, de ahí, el 7 de agosto
a las 8 de la mañana a Puerto Montt dándole gracias a Dios, después de un
viaje penoso de 3 semanas el que con buen viento se habría hecho en dos días o
antes. Y apenas entramos los dos misioneros en casa, esa misma tarde vino
Sur”322.
[Hasta aquí la narración de los misioneros PP. Fink y Savels]
La Bienaventurada Madre Paulina von Mallinckrodt en Puerto Montt
En 1879, las noticias de la Guerra del Pacífico llegaron también a Puerto
Montt, aunque algo atrasadas: el 16 de abril la declaración de la guerra, el 3 de
junio el combate de Iquique (hay una alusión, en la Historia Domus, al
teniente Ignacio Serrano que se había casado en Puerto Montt en la iglesia de
los jesuitas, y a Fructuoso Vargas ex alumno de la Escuela), el 16 y el 20 de
octubre la captura del Huáscar y la muerte de Grau, el 21 de noviembre la
toma de Pisagua, el 6 de diciembre la batalla de Dolores, y el 16 de diciembre
la batalla de Tarapacá.323
Con gozo, también los jesuitas alemanes cuentan en su Historia Domus la
llegada de la Bienaventurada Madre Paulina von Mallinckrodt, fundadora de
las Hermanas de la Caridad, religiosas que cooperan en Puerto Montt en el
Colegio de niñas y en el Hospital.324
En enero del año 1880 el P. Bernardo Engbert, Superior de la Residencia,
compró la manzana vecina a ella, para ampliar el Colegio. Y al fin del año
322
Historia Domus Pto. Montt., págs. 156-160.
Historia Domus Pto. Montt, vol. II., pág. 2.
324
Id., pág. 10.
323
149
compró una chacra, a 1 km. de distancia, para edificar el Internado San
Francisco Javier.325 Ha sido una tradición, rigurosamente conservada, que la
insinuación para adquirir estas propiedades vino al P. Engbert de parte de la
Beata Paulina von Mallinckrodt.
Con relación a la visita de la Beata Paulina se conserva una narración donde se
lee textualmente: “Con todo el entusiasmo de su corazón se preocupó de este
Colegio (San Francisco Javier) y prometió hacer todo lo posible para que los
Padres tuvieran como ayuda buenos sacerdotes y Hermanos. Si lo anterior no
resultara, cuando regrese a Alemania, enviaría Hermanas preparadas, las
cuales podrían ocuparse de la Residencia de los Padres y éstos podrían
entonces ir a enseñar en la Escuela”.
De regreso a Alemania escribió, el 28 de abril de 1881, al Provincial de los
jesuitas alemanes, P. Gaspar Hoevel s.j. En dicha carta entregó un informe
muy exacto de la misión y de sus necesidades. En una parte dice: “El Colegio
San Javier está ahora completamente terminado en cuanto al edificio, pero
¿quién va a tener su dirección? Los Padres de allá desean con gran anhelo
que llegue el socorro de algunos jesuitas alemanes”. “Los campos que
pertenecen a la jurisdicción de los Padres son de extensión
extraordinariamente grande. Fuera de la extensión en tierra firme, hay en
aquella región hasta 1.500 islas, que sólo de diez en diez años ven a un
sacerdote”.326
Extracto de una carta del P. Bernardo Engbert s.j.327
Esta carta escrita por el P. Bernardo Engbert s.j. al Vicario Capitular de la
Arquidiócesis de Santiago, Monseñor Joaquín Larraín Gandarillas, Obispo de
Martynópolis muestra muy bien el esfuerzo que han hecho los jesuitas en la
evangelización del sur de Chile.
“Puerto Montt, 2 de marzo de 1880.
Como Superior y Párroco de Puerto Montt pido humildemente una
subvención del dinero que entre por las Bulas en la Arquidiócesis:
1. Desde 1859, con dinero de las Bulas hicimos nuestra primera Casa.
Gastada y arruinada, hemos tenido que hacer otra con nuestros propios
gastos.
De 1859 a 1878 recibimos $ 500 anuales de las Bulas, en compensación
de gastos de viajes, para misiones en los Curatos de Valdivia, La Unión,
Osorno y otras parroquias, y en varios puntos de ellas. Nos costeamos los
largos viajes, por mar y tierra, y a veces, nos hemos de pagar la comida en
la misión, sin ver recompensa alguna, tal vez por la pobreza de los Curas.
2. En 20 años hemos aumentado de 2 a 5 los misioneros. Aumentó la
población, especialmente alrededor de la laguna. De 1872 a 1877 han
325
Id., pág. 11.
Magis, Colegio San Francisco Javier, 1859-1999, págs. 15 y 16 donde hay más detalles.
327
Esta Carta manuscrita se encuentra en el Archivo de la Compañía de Jesús en Chile.
326
150
llegado de Bohemia católicos muy ignorantes; y tres ministros
protestantes, bien pagados por sociedades extranjeras, los atraen. Hemos
de socorrerlos con medios pecuniarios los más necesarios, pues son muy
pobres. Y el terreno produce poco, y las lluvias impiden las cosechas.
Hemos de hacer Capillas en 8 puntos.
Desde el principio, el Gobierno daba $ 700; desde hace 3 años, sólo $ 300
al año; y nada para los sacerdotes que han venido a ayudarnos.
Las entradas del Curato son pobres, porque la mayor parte se resiste a
pagar las primicias; los alemanes no las han pagado nunca. Los derechos
parroquiales son exiguos; por óleos 2 reales; por casamiento, $ 4, etc. La
mayor parte, por ser pobre ni esto pagan.
A los colonos, alrededor de la laguna, situados en 12 puntos diferentes,
hay que misionarlos y visitarlos varias veces al año: sólo en 5 puntos hay
Capillas; hay que edificar otras, pues decimos Misa en chozas no
convenientes. Los católicos alemanes gustosos ayudarían, pero no pueden
por ser pobres, y es necesario que el misionero los ayude. Una misma
pieza sirve para la Misa, confesar, predicar, dormir, comer, etc. A veces,
para no causar más molestias, abreviamos la misión. Hemos de mantener
caballos. Por eso pido auxilio de la limosna de las Bulas.
3. Para que el fruto sea mayor y más permanente, lo más urgente es la
instrucción y educación de la juventud. Medio único, reunir a los niños de
los colonos en casas religiosas, en que tengan alojamiento, comida,
instrucción, educación sólida y prácticas religiosas. ¡Muchos se pierden!
El Gobierno ha disuelto 4 Escuelas fiscales, en aquellos puntos de la
laguna, y existen sólo dos a que asisten niños y niñas, y la preceptora es
una niña protestante e ignorante.
Hay una Escuela particular, abierta por un predicador protestante. Los
padres alemanes no suelen enseñar en casa a sus hijos, porque son
demasiado ignorantes en cosas de religión, y en su país están
acostumbrados a que se aprenda sólo en la escuela. En el corto tiempo de
una misión es imposible instruir a los niños, por el poco tiempo y malos
caminos.
Después de muchas súplicas, al fin hemos conseguido licencia de nuestros
Superiores para edificar en ésta, una Casa misión para los fines
indicados, que no podrá llamarse Colegio en el sentido ordinario, porque
será necesario recibir y mantener a los niños, casi gratuitamente, si
queremos lograr nuestro fin, pues los más de los padres no pueden y los
otros no querrán pagar pensión alguna, precisamente porque poco les
importa la religión, y porque necesitan a los niños para sus trabajos y
para cuidar a los animales en sus chacras. Habrá muchos padres que nos
mandarán a sus hijitos, sólo con el fin de que aprendan a leer, escribir y
aritmética, lo que desean mucho todos los alemanes. Y esperamos que por
la falta de Escuelas, en los más de los puntos, también padres protestantes
nos mandarán a sus hijos, si no tienen que pagar nada. Y de esta manera
podrán desaparecer las preocupaciones contra el catolicismo. Para los
151
niños ya hay Religiosas de la Inmaculada, pero falta para la educación de
los niños pobres de los colonos alemanes. Se llamará San Javier, escuela
convictorio y Casa de Ejercicios en verano. Pido, pues el auxilio de las
Bulas.
4. También hemos de atender a grandes necesidades espirituales de los otros
Curatos de esta diócesis: como por ejemplo el de Calbuco, que tiene 25
Capillas en sus muchas islas, y en diferentes y muy distantes puntos del
continente, y los más en Chiloé, precisamente en las islas del archipiélago,
en donde los Señores Curas no suelen dar misiones, por las muchas
distancias y no tener tiempo. Las hemos dado en los años pasados, sin que
nadie nos costeara los viajes, que deben hacerse en lanchas, y que a veces,
por los vientos contrarios, duran de una a tres semanas.
Según costumbre introducida por los antiguos jesuitas, del siglo XVIII, hay
Capillas en los distritos civiles y desean tener su misión en ellas
muchísimo, y si no, no se confiesan y mueren sin auxilios religiosos. El
Curato de Tenaún tiene 11 Capillas rurales; el de Quenac, 7; el de Lemuy,
6; el de Queilen, 11, etc., etc. En ellas no se confiesan si no damos misión
nosotros.
Los Señores Curas no costean nada para los misioneros. Y éstos tienen
que llevar consigo altares portátiles, ornamentos, vino, cera y todo lo
necesario para decir Misa, como también su cama, y lo que quisieren para
su desayuno. En tantos años no hemos pedido subvención alguna. Y ahora,
solamente la necesidad y el deseo de poder socorrer más a los pobres
chilotes, nos obliga a acudir a Vuestra Señoría Ilustrísima para alguna
recompensa por los muchos gastos que hacemos.
Nada recibimos del producto de las Bulas en esta diócesis de Ancud. Por
la pobreza de la gente son muy reducidas estas entradas, y una parte es
destinada para los hospitales de Ancud y Valdivia, Aun, lo que entra en
este Curato por las Bulas, lo he de entregar al Sr. Obispo de Ancud”.
Muerte del P. Baltasar Homs s.j.
El año 1881 experimentó toda la Misión Chileno-Paraguaya una dolorosa
pérdida por la muerte inesperada del P. Superior Baltasar Homs. Había
acudido a fines de 1880 a la ciudad de Santa Fe, en Argentina, deseoso de
asegurar el buen estado de ese Colegio, cuando se sintió acometido de una
dolencia cuya naturaleza no acertaron a diagnosticar los médicos sino cuando
ya estaba tan adelantada que no tenía remedio.
Era una fiebre palúdica: y llegando su conocimiento tarde, no sirvieron las
grandes dosis de quinina que se le administraron para otra cosa que para el
ejercicio de su paciencia, falleciendo el enfermo con gran edificación el 14 de
enero de 1881.
Dejó nombrado Superior interino al P. Esteban Salvadó s.j., Rector del
Colegio del Salvador en Buenos Aires, pero por Decreto del P. General fue
152
nombrado Superior, desde el 26 de marzo de 1881, el P. José María Rovira
s.j., Rector a la sazón en el Colegio San Ignacio de Santiago de Chile.328
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1881
A la muerte del P. Baltasar Homs s.j., en 1881, la Compañía de Jesús tenía
seis Casas en Chile:
En Santiago, el Colegio San Ignacio con Internado e Iglesia San Ignacio, con
19 sacerdotes, 4 Estudiantes jesuitas en preparación al sacerdocio y 13
Hermanos jesuitas.
En Valparaíso, Residencia con Iglesia, Casa de Ejercicios y Escuela Primaria,
con 3 sacerdotes y 4 Hermanos jesuitas.
En Concepción, Residencia con Capilla y Casa de Ejercicios, con 5 sacerdotes
y 4 Hermanos jesuitas.
En Concepción, Residencia del Seminario episcopal, con 4 sacerdotes.
En Antofagasta, Statio militar, con 3 sacerdotes.
En Puerto Montt, Residencia con Parroquia, Iglesia, Colegio incoado,
Misiones, con 5 sacerdotes y 4 Hermanos jesuitas.
En Chile había 39 sacerdotes, 4 Estudiantes en preparación al sacerdocio y 25
Hermanos jesuitas. Total 68 jesuitas.
La formación de los jesuitas chilenos en 1868-1881
El ingreso de los nuevos jesuitas en Chile fue en Santiago, hasta el año 1873,
en el Noviciado de la calle Lira; y en Concepción hasta el cierre del
Noviciado, trasladado a esa ciudad y cerrado en 1879.
Los estudios eclesiásticos se continuaron realizando en Santiago. En 1871
fueron enviados algunos al Seminario de Santa Fe, en Argentina, para la
Filosofía, y al Seminario de Buenos Aires para la Teología, pero en Santiago
quedaron otros, en Filosofía y Teología.
A partir del año 1873, los estudios de Teología quedaron en Buenos Aires,
conservando la Misión de Chile los estudios de Filosofía y la Tercera
Probación.
En 1877 van a España los primeros estudiantes chilenos a Teología.
En 1879 los estudios de Juniorado, Filosofía y Teología de los jesuitas
chilenos se concentraron en España.329
328
329
Hernández, op. cit., pág. 137.
Catálogos SJ.
153
Capítulo III. El P. José María Rovira s.j. Superior de la Misión (18811887)
El P. José María Rovira s.j. fue nombrado Superior de la Misión Chilena e 26
de marzo de 1881.
El P. José María Rovira s.j. nació el 7 de octubre de 1841 en Montbrió del
Campo, en Tarragona, España. En la Escuela primaria manifestó dotes para
los estudios, y deseos de seguir la carrera sacerdotal. La pobreza de sus padres
lo obligó a aplicarse por dos años a las labores agrícolas hasta que por empeño
del maestro de su escuela pudo ingresar en el Seminario de Tarragona en el
año 1857. Allí estudió tres años de Humanidades, tres de Filosofía y tres de
Teología. Pidió entrar en la Compañía de Jesús y fue admitido en el Noviciado
de Balaguer el 11 de septiembre de 1867, a los 26 años de edad. Allí le
sorprendió la revolución de 1868, que expulsó de España a los jesuitas. Hizo
un año de repaso filosófico en Aix. La experiencia de magisterio la realizó en
Mongré como inspector en 1870; en Valencia, en 1871, como profesor de
Retórica, Francés y Matemáticas; en 1872, como inspector en el Colegio e
Internado de San Gervasio. Terminó la Teología en Bañolas los años 1873 y
1874. En 1875 hizo la Tercera Probación en Auzielle, no lejos de Toulouse,
Francia. Después, en 1876 fue destinado al Colegio del Salvador en Buenos
Aires, Argentina, con el cargo de Prefecto General del Colegio. En 1878 pasó
a ser el Rector del Colegio San Ignacio en Santiago de Chile. Estuvo
solamente tres años en este cargo, pues, a la muerte del P. Baltasar Homs lo
sucedió como Superior de la Misión Chileno-Paraguaya.330
Dos hechos de tipo nacional van a repercutir fuertemente en la vida del país: la
llamada “pacificación” del territorio mapuche y el conflicto religioso con la
Iglesia.
La ocupación por Chile de los territorios de la Araucanía
La Guerra del Pacífico contra Perú y Bolivia, por haber Chile enviado la
mayor parte de sus tropas al norte, facilitó un levantamiento del pueblo
mapuche que creyó ver una oportunidad para recuperar tierras y derechos
perdidos. En enero de 1881, cuando se desarrollaba la campaña de Lima, los
mapuches atacaron el poblado de Traiguén, cortaron el telégrafo y asolaron los
campos de Collipulli.
Ocupada la ciudad de Lima, el Gobierno de Chile, pudo enviar entonces una
expedición de 2.000 hombres que partió desde Traiguén en dirección al río
Cautín. En el trayecto se fundaron varios fuertes y se construyeron caminos,
hasta llegar al lugar llamado Temuco, frente a un paso del río. Allí se
construyó un fuerte que no tardó en ser duramente atacado por los mapuches.
El coronel Don Gregorio Urrutia logró consolidar la línea del río Cautín,
estableciendo los fuertes de Carahue, Nueva Imperial, Temuco, Lautaro y
Curacautín. Y una vez asegurada su posición, salió de Temuco, en diciembre
de 1882, en dirección a las ruinas de la antigua ciudad española de Villarrica,
330
Hernández, op. cit., pág. 278.
154
cubiertas de bosques. Después de fundar el fuerte de Freire y afianzada la
conquista de Villarrica, estableció los fuertes de Palguín, Pucón y Cunco.331
Las noticias de esta “pacificación” de la Araucanía fueron seguidas con mucho
interés en Santiago y el resto del país. Los jesuitas del Colegio San Ignacio, de
Valparaíso y los de Concepción, por estar éstos más cerca de los hechos, y los
de Puerto Montt, por tratar tan a menudo con los hulliches del sur, pensaron
más de una vez acerca de la posibilidad de volver hacia ese pueblo que había
sido tan querido por los antiguos jesuitas chilenos durante la época colonial. E
hicieron esfuerzos para cooperar con los Padres capuchinos bávaros que ya
estaban radicados en esa zona.
Conflicto del Gobierno de Chile con la Santa Sede y leyes de laicización
Desde su cargo de Rector en el Colegio, el P. José María Rovira s.j. fue testigo
cercano de los conflictos que se suscitaron entre el Gobierno de Chile y la
Iglesia Católica por la sucesión en el Arzobispado de Santiago y la dictación
de las leyes de laicización.
El conflicto con la Santa Sede
El 8 de junio de 1878 falleció en Santiago el Arzobispo Rafael Valentín
Valdivieso. Para llenar la vacante, el Gobierno del Presidente Aníbal Pinto
Garmendia propuso a la Santa Sede el nombre del Canónigo de la Catedral de
Santiago Pbro. Francisco de Paula Taforó Zamora, miembro de la Facultad de
Teología y Ciencias Sagradas de la Universidad de Chile, y Rector del Liceo
de Santiago.
La propuesta del Canónigo Taforó mereció gran reprobación entre el clero y
en la mayoría de los católicos. Se le reprochaban sus ideas liberales, su
enemistad con el anterior Arzobispo, y el ser hijo ilegítimo.
Cuando asumió en 1881, el Presidente Domingo Santa María González
insistió ante la Santa Sede en la candidatura del Canónigo Taforó, no obstante
conocer la resolución del Papa León XIII de no acceder a los deseos del
Gobierno.
El Papa León XIII envió, entonces, un Delegado Apostólico especial para que
estudiara de cerca la proposición e informara a la Santa sede si era o no
posible aceptar la presentación del Canónigo Taforó. El enviado fue Monseñor
Celestino del Frate quien presentó sus credenciales el 25 de mayo de 1882 al
Presidente Santa María.
El Delegado Apostólico, en vista de la decidida actitud del clero, informó a
Roma que el nombramiento del candidato del Gobierno traería serias
perturbaciones. León XIII, entonces, resolvió el rechazo definitivo del
Canónigo Taforó para el Arzobispado de Santiago.
331
Frías, op. cit., págs. 372 y 373.
155
La respuesta del Gobierno fue enviar sus pasaportes a Monseñor Celestino del
Frate, dando por terminada su misión en Chile. Con este acto, quedaron rotas
las relaciones diplomáticas entre el Estado de Chile y la Santa Sede.
Estos sucesos causaron extraordinaria agitación en la sociedad chilena, en los
centros gubernativos y en el Parlamento, y fueron el antecedente psicológico
de las leyes de laicicización que serían promulgadas poco después.
Las leyes laicas
A raíz de estos hechos, la fuerte mayoría de que disponía el Gobierno aprobó
diversas leyes, destinadas a quitar a la Iglesia católica toda intervención en la
constitución del estado civil de las personas.
1. Ley de cementerios laicos (1883). Después de enconadas discusiones, se
aprobó una ley que disponía que “en los cementerios sujetos a la
administración del Estado, o de las municipalidades, no podrá impedirse,
por ningún motivo, la inhumación de los cadáveres de las personas que
hayan adquirido o adquieran sepulturas particulares o de familias, ni la
inhumación de los pobres de solemnidad”.
Pero ocurría que todos los cementerios a que se refería la ley habían
recibido la bendición litúrgica, y eran, según la Iglesia católica, lugares
sagrados, por lo que no podía sepultarse en ellos a los indignos de
sepultura eclesiástica, los que siempre habían sido inhumados en la parte
no bendita de dichos cementerios.
El Vicario Capitular de la Arquidiócesis de Santiago, Monseñor Joaquín
Larraín Gandarillas, juzgó que la ley era una vejación para la autoridad
eclesiástica y declaró execrados todos los cementerios del Estado y de las
municipalidades, y cerradas sus Capillas, prohibiendo acompañar a los
cadáveres hasta la sepultura y recitarles las preces litúrgicas. Por ello,
muchas personas comenzaron a trasladar los restos de sus deudos del
Cementerio General a las iglesias, o a sepultar a los recién fallecidos en los
cementerios de las parroquias.
El Gobierno, irritado con esta actitud, ordenó a la policía evitar por todos
los medios las sepultaciones en los cementerios parroquiales, lo que tomó
en ciertos casos los caracteres de una verdadera violencia.
2. Ley de matrimonio civil (1884). El Código Civil, desde 1857, entregaba
por completo a la Iglesia católica el registro civil, el matrimonio y las
dispensas consiguientes. Pero en 1884, la mayoría liberal-radical del
Parlamento aprobó la “Ley del matrimonio civil” que privó de sus efectos
civiles al matrimonio religioso y estableció el matrimonio civil, efectuado
con arreglo a las disposiciones que en ella se indican.
3. Ley de registro civil (1884). Complemento de las anteriores fue esta ley
que creó el Servicio de registro civil, con funcionarios del Estado,
156
encargados de llevar el registro de los nacimientos, matrimonios y
defunciones, con completa independencia de los registros parroquiales.332
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
Los jesuitas de Valparaíso dejaron estampado en la Historia Domus de la
Residencia el dolor que sintieron al conocer la muerte en Argentina del P.
Baltasar Homs s.j., el Superior de la Misión. Ellos habían sido los últimos que
trataron con él en Chile, y habían quedado preocupados cuando se había
embarcado en el puerto. Ellos “eran testigos de lo mucho que se había
interesado por el adelanto de nuestra Casa”. Y agregan: “El Vicario General
de la Arquidiócesis, Monseñor Jorge Montes, que estaba esos días en
Valparaíso, el Gobernador Eclesiástico, Monseñor Mariano Casanova, el
Cura párroco de la Matriz, el Superior de los Padres Franceses, varios
sacerdotes y amigos, vinieron luego a tomar parte en nuestro sentimiento. El
Señor Doctor Monseñor Hipólito Salas, Obispo de Concepción, nos escribió
deplorando tan grande pérdida. Todos los diarios: “El Mercurio” de
Valparaíso, “El Independiente” y “El Estandarte Católico” de la Capital, y
“La Libertad Católica” de Concepción lamentaron tan sensible pérdida y lo
colmaron de elogios”.333
Después de la muerte del P. Juan Bautista Pujol, había sido nombrado
Superior de la Residencia, el 13 de noviembre de 1878, el P. Mariano
Capdevila s.j.334
El P. Mariano Capdevila s.j. había nacido en Vich de Cataluña el 4 de marzo
de 1826 y había entrado en la Compañía, ya sacerdote, el 24 de julio de 1854,
y siendo todavía novicio fue enviado a Chile, terminando el noviciado en la
Residencia de la calle Lira, en Santiago. En esa misma Casa e iglesia ejerció
los ministerios como misionero, urbano y rural. En 1859 pasó al Colegio San
Ignacio como profesor del curso de Media Gramática y de francés,
desempeñando desde el año siguiente el cargo de Ecónomo y Consultor hasta
el año 1864. En 1865 fue destinado a la Residencia de Valparaíso como
Ministro, Ecónomo y Prefecto de la iglesia. En los años de la guerra entre
Chile y España, los Superiores lo trasladaron a Santiago, nuevamente al
Colegio San Ignacio, por no ser aconsejable la permanencia de ciudadanos
españoles en dicho puerto, para ser destinado en 1872 a Concepción como uno
de los fundadores de la Residencia en esa ciudad, y regresando a Santiago, en
1874 como Ministro y Ecónomo del Colegio. A fines de 1878 fue nombrado
Superior de la Residencia de Valparaíso.
En 1881, los Padres y Hermanos participaron en las festividades de tres días
con motivo de la llegada a Valparaíso de las tropas que, al mando del General
Manuel Baquedano, habían triunfado en Lima. Fueron trece arcos triunfales. Y
mientras la tropa se preparaba para esa fiesta, los Padres dieron los Ejercicios
espirituales, gratuitamente, a 150 oficiales y soldados voluntarios.335
332
Frías, op. cit., págs. 374 y 375; Cf. Hernández, op. cit., pág. 147.
Historia Domus Valparaíso, pág. 115.
334
Id., pág. 102.
335
Id., pág. 120.
333
157
En 1882 regresaron a Valparaíso los Padres que estaban en la Statio militar de
Antofagasta. El Arzobispo de Chuquisaca había nombrado un Vicario General
para toda esa región, perteneciente al clero chileno, pero el Gobierno de Chile
no daba el pase a ese nombramiento. Ese Vicario General, de Antofagasta,
gestionaba el envío de sacerdotes diocesanos chilenos al norte. Los Padres
Sanmartí y Astaburuaga se incorporaron a la Residencia de Valparaíso, y el P.
Carlos Infante fue destinado a la de Concepción.336
Ese mismo año 1882, el Presidente de la República de Chile concedió que en
la Residencia pudieran sepultarse los jesuitas. Por un Decreto General se había
otorgado a todos los religiosos el permiso para construir dentro de sus
claustros para sepultar a los de su Orden o Congregación. Era difícil que el
Gobierno hiciera extensivo este Decreto a la Compañía de Jesús, dado que no
era una Orden reconocida, sino sólo tolerada. Aún más, al no tener
reconocimiento oficial, no podía, como Compañía de Jesús, ni comprar, ni
vender, ni poseer bienes raíces. Con todo, hecha la solicitud al Ministro de
Interior, Señor José Manuel Balmaceda, éste la despachó favorablemente. El
Decreto está firmado el 6 de mayo de 1882, y entregado personalmente por el
Intendente de Valparaíso, quien vino a visitar el lugar donde se harían las
sepulturas.337
Los ministerios apostólicos de los Padres fueron los habituales. En la iglesia,
cada año, hubo más de 30 mil confesiones, y comuniones más de 44 mil. Las
misiones rurales, con algunas variables, se tuvieron en Apaltas, Calera de
Tango, Aculeo, Lamarhue, Calleuque, Chimbarongo, Curicó. Y, en agosto de
1882 la dieron también en la ciudad de Copiapó. Los Ejercicios Espirituales,
dados en la Casa de Ejercicios, fueron alrededor de 10 cursos por año con
1.000 ejercitantes, casi todos de clase media económica. Todos los Jueves se
dio Catecismo a los niños de la Escuela del Apostolado de la Oración. La
Hermandad del Apostolado de la Oración contaba con 1.200 personas y la
concurrencia al canto del Oficio Parvo, todos los domingos, es muy numerosa.
Los Ejercicios al clero, a religiosos y religiosas, se dieron en Santiago al
Seminario a 40 sacerdotes, al clero diocesano con 84 sacerdotes, a los Padres
agustinos en Talca, y a las religiosas del Sagrado Corazón en esa ciudad.338
En 1884 la Escuela del Apostolado de la Oración tomó mayor incremento.
Hasta entonces, desde su fundación por el P. Vicente Campos s.j. en 1870,
funcionaba con sólo un maestro y en un local pequeño y alquilado. Este año el
P. Mariano Capdevila s.j., Superior de la Residencia, decidió ampliarla para
que pudiera competir incluso con otras Escuelas de la ciudad. Costó obtener la
licencia de los Superiores de la Misión, pues el Padre Capdevila deseaba
edificar la nueva Escuela en un terreno que fuera propiedad de la Compañía de
Jesús. Al fin se compró, en remate público una propiedad ubicada al lado norte
de la iglesia. Puso la primera piedra del edificio con gran solemnidad ante casi
2.000 personas. Se hicieron cinco clases espaciosas. En la construcción
ayudaron económicamente muchos bienhechores. El 19 de mayo se tuvo la
solemne bendición. La Escuela quedó desde entonces bajo la dirección del
Superior de la Residencia, enseñando en ella tres maestros seglares. Se
336
Id., pág. 121.
Id., pág. 122.
338
Id., págs. 123-126.
337
158
sostenía sin gravar a la Hermandad del Sagrado Corazón, pues la
Municipalidad le daba una subvención, otra recibía de la señora Doña Juana
Ross, gran bienhechora en la ciudad, y algo del alquiler de una pequeña casa
que la Escuela poseía. Los alumnos eran 130.339
En 1886, los Padre Fausto Legarra, de esta Residencia, y el P. Estanislao
Soler, del Colegio San Ignacio de Santiago, dieron una misión en Iquique,
pagada por el Gobierno, a petición del Vicario Apostólico Monseñor Florencio
Fontecilla. A ésta siguió otra que dieron en las salitreras de don Juan
Mackenna.340
En 1887, llegó a Chile, por primera vez, la enfermedad del cólera. La
epidemia se había desarrollado fuertemente en la República Argentina, y a
pesar de las medidas extraordinarias que se tomaron, no pudo impedirse que
pasara la cordillera de los Andes. El cólera se presentó primero en la ciudad de
San Felipe. Inmediatamente se tomó como medida preventiva la suspensión
del ferrocarril y se pusieron cordones sanitarios para impedir el paso de
personas. Pero todo fue inútil y la epidemia llegó a Valparaíso. Y como el
clero era poco numeroso en la ciudad, los jesuitas se entregaron de lleno a la
atención espiritual de los apestados. En casa, todos los sacerdotes estaban
dispuestos a salir cuando fueran llamados, tanto de noche como de día, y todos
salían con la Santa Unción para administrarla a los que confesaban, y estas
confesiones y unciones fueron muchas.341
Santiago. Colegio San Ignacio
El sucesor del P. José María Rovira s.j. en el Rectorado del Colegio fue el P.
Antonio Garriga s.j., quien asumió el día 22 de febrero de 1883. Los dos años
anteriores fue el mismo P. Rovira quien tuvo el cargo simultáneamente con el
de Superior de la Misión.
El P. Antonio Garriga s.j. nació en Manresa, Cataluña, España, el 27 de
febrero de 1847. A los 19 años entró en la Compañía, en el Noviciado de
Balaguer. En Aix, Francia, repasó un año Humanidades y uno Filosofía, lo que
hace presumir que antes había sido seminarista. Hizo magisterio en el Colegio
de Toulouse, Francia, donde enseñó Filosofía e Historia Natural. Esta estadía
de dos años en Francia había sido forzosa, por la expulsión de los jesuitas de
España en 1868. Después, fue dos años profesor en el Colegio de Valencia.
Empezó su Teología en España, en Bañolas, y la continuó en Chateau Saint
Cassieu, Francia, e hizo la Tercera Probación en Chateu Auzielles, Francia, en
1877. El 17 de agosto de ese mismo año hizo sus últimos votos. Desde 1878 a
1881 estuvo en el Colegio de Zaragoza, donde fue Prefecto de Estudios,
profesor y Director de la Congregación Mariana y de una Academia.
En 1882 pasó a Argentina y Chile como Socio del Visitador, P. José Saderra
s.j. Fue Ministro en el Colegio San Ignacio y el 22 de febrero de 1883 fue
hecho Rector del mismo Colegio. En 1891 dejó el Rectorado y pasó a suceder
339
Id., págs. 127-129; Cf. Hernández, op. cit., pág. 153.
Id., pág. 138.
341
Id., págs. 139-140.
340
159
al P. Ramón Morel en el Seminario de Montevideo. Después, en 1895 pasó a
ser Superior de la Misión.342
Durante el Rectorado del P. Antonio Garriga s.j. en el Colegio San Ignacio,
éste siguió su marcha en una forma muy semejante a las épocas anteriores.
Hubo algunas molestias cuando, a pesar de que la ley de 1879 indicaba que los
exámenes se daban en el Colegio ante las comisiones de la Universidad, el
Consejo de Instrucción Pública, en el año 1880 empezó a publicar relaciones
entre alumnos matriculados en el Colegio y los presentados a los exámenes. El
Colegio presentaba a la Universidad sólo los alumnos más seguros. En 1883 el
Consejo de Instrucción Pública decretó que el idioma Latín dejaba de ser
obligatorio, y el Colegio, fiel a las tradiciones humanísticas clásicas, lo
mantuvo; hubo un abandono de alumnos.343
Al conocer los jesuitas que el Vicario Capitular de la Arquidiócesis de
Santiago, Monseñor Joaquín Larraín Gandarillas, iba a declarar execrados
todos los cementerios del Estado y de las municipalidades, como
consecuencias de la Ley de cementerios dictada en 1883, y cerradas sus
Capillas, prohibiendo acompañar a los cadáveres hasta la sepultura y recitarles
las preces litúrgicas, solicitaron permiso para construir una cripta funeraria en
la iglesia San Ignacio. El Gobierno dio los permisos y se construyó esa cripta
en la Capilla de San Luis, llamada después del Santo Cristo. Se enterraron allí
5 jesuitas y 5 miembros de la familia Rivas.344
Hubo hostilidades del Gobierno contra la Iglesia católica. Se quitaron a los
Obispos las subvenciones que se otorgaban en virtud de la unión de la Iglesia
y el Estado, para cancelar los sueldos de los párrocos, mantención del culto y
de los Seminarios. Incluso el 2 de abril de 1888 fue presentada en el
Parlamento una reforma a la Constitución de la República, suprimiendo al
Catolicismo como Religión de Estado, y así poder llevar adelante el programa
de las leyes civiles ya iniciadas: de cementerios, registro civil, matrimonio
civil, expropiación de la beneficencia, etc. Sin embargo, esta última iniciativa
no se consiguió.345
Por último, en la epidemia del cólera que hizo estragos en el país en 1887, los
Padres del Colegio, en sus vacaciones, acudieron a las Parroquias y Lazaretos
donde desarrollaron apostólica labor. Se distinguió en este ministerio el P.
Francisco Ginebra.346
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
El año 1881 la Residencia de Concepción tuvo 13 jesuitas casi todo el año, y
14 en los dos últimos meses, es decir 10 Padres y 4 Hermanos jesuitas. Al
determinarse el cierre de la Residencia del Seminario, solamente quedó
342
Hanisch, Historia Colegio San Ignacio, manuscrita, pág. 55.
Cf. Id, pág. 58.
344
Id, pág. 60.
345
Id., pág. 60.
346
Id., pág. 51.
343
160
viviendo en él el P. Enrique Cappeletti s.j. por ser el Rector; y los que todavía
mantenían clases en el Seminario lo hacían en la Residencia.
La Iglesia tuvo una mejor atención gracias al mayor número de sacerdotes.
Las Confesiones escuchadas ese año llegaron a 13.500. Los ministerios en los
conventos de las Religiosas del Sagrado Corazón, de la Inmaculada
Concepción y de las Trinitarias continuaron este año en lo referente a los
Ejercicios anuales dados a las Hermanas, sus triduos de renovación de votos, y
en los dos primeros también en atención espiritual a las alumnas. También los
jesuitas de Concepción empezaron a atender a las Religiosas del Sagrado
Corazón establecidas en la ciudad de Chillán, dándoles los Ejercicios anuales,
y a las alumnas normalistas de su Colegio con dos triduos durante el año.
También en Chillán dieron los Ejercicios a las religiosas de la Congregación
chilena Franciscanas de la Purísima Concepción de la Santísima Virgen María.
Las Misiones se dieron en Concepción, en el suburbio llamado “Agua de las
Niñas” donde antiguamente, en la época colonial, los jesuitas tuvieron la
Misión estable de San José de la Mocha, llamada así desde que fueron
trasladados a ese sitio los mapuches de la isla Mocha, ubicada frente al río
Tirúa. De la antigua Misión sólo se conservaban dos grandes olivos. Un
jesuita, ayudado por un clérigo secular, estuvo allí ocho días iniciando este
ministerio que se continuará en los años siguientes. Otra Misión de ocho días
dieron en Iglesia Catedral, a petición del Obispo. Fuera de la ciudad, se dieron
Misiones en Tomé, Quirihue, San Javier, en Rere. En esta última parroquia,
por disposición del Obispo Salas se hizo el traslado de los restos del Siervo de
Dios P. Juan Pedro Mayoral s.j. muerto en Rere en 1754, iniciándose al año
siguiente un proceso en Rere y otro en Yumbel el mismo año en orden a su
canonización.
El año 1882, en la Casa de Ejercicios, éstos se dieron a 27 sacerdotes de la
diócesis, a 434 varones laicos en varias corridas y a 401 mujeres. Estos
últimos casi todo pobres.
La Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús, establecida por el P. Mariano
Capdevila s.j. en 1871, tuvo un gran crecimiento, causando admiración a
laicos y eclesiásticos. La dedicación del asesor P. Carlos Infante s.j. obtuvo
que el número de sus socios llegara a mil, y que las Comuniones de los
primeros domingos de mes fueran 700 y algunas veces 800.
En 1883, el 21 de julio, murió el Obispo de Concepción, Monseñor José
Hipólito Salas, que había sido un verdadero padre para los jesuitas.
Ese año, además de los ministerios habituales en la Iglesia y en la Casa de
Ejercicios, se dieron 10 Misiones: en Tumbes, Cañete, Montaña Negra, Penco,
Linares, Parral, San Carlos, Cauquenes, Constitución, y en “Agua de las
Niñas” en Concepción. En estas 10 Misiones se distribuyeron 31.074
Comuniones y se regularizaron 422 Matrimonios.
En 1884, en la ciudad empezó a notarse la epidemia de viruelas que había
comenzado a afligir a otras provincias. La atención de los enfermos empezó a
161
ser una de las tareas prioritarias para los jesuitas. En este año visitaron a 360
enfermos en sus domicilios, e hicieron 80 Visitas al Hospital; confesaron,
dieron el Viático y pusieron la Extremaunción.
Los Ejercicios dados en la Casa fueron a 464 varones y a 615 mujeres. En
octubre, a 38 sacerdotes acompañados por el Vicario Capitular de la diócesis.
Las Misiones de este año se dieron en Los Angeles, Tomé, Coelemu,
Quirihue, Ninhue, San Carlos, San Javier, Linares, Yerbas Buenas. En ellas se
distribuyeron 31.120 Comuniones y se regularizaron 354 matrimonios. Las
Confesiones, contando las escuchadas en la Casa de Ejercicios, en Iglesia de
Concepción y en las Misiones, fueron 38.177.
En 1885 la epidemia de viruelas continuó haciendo estragos en la ciudad y en
la zona. Los Padres de la Residencia decidieron a ir todos los días al Hospital,
y también al Lazareto de mujeres que la autoridad se vio obligada a establecer
al colapsar aquél por el aumento de los casos.
Este año las Misiones se dieron en Victoria, Santa Juana, Talcahuano,
Coronel, Lota, Arauco, Carampangue, Lebu y Cañete, amén de las dadas en la
ciudad. Por primera vez, la autoridad eclesiástica, en sede vacante, dio a los
Misioneros la facultad de administrar el sacramento de la Confirmación. En
estas Misiones, los jesuitas escucharon 22.430 Confesiones, distribuyeron
2.827 Comuniones, regularizaron 627 Matrimonios, y administraron a 40.770
personas el sacramento de la Confirmación.
En 1886 correspondió dar Misiones en el territorio de la Araucanía; sólo al fin
del año volverán al norte. Los lugares y ciudades escogidos fueron: Yumbel,
Cucha-Cucha, Angol. Collipulli, Victoria, Traiguén, Temuco, Nueva Imperial,
Bulnes, Villalegre, San Carlos, Yerbas Buenas, Linares y Santa Juana. A
varios de ellos iban por primera vez los jesuitas, y por primera vez sus
habitantes asistían a una Misión. En las 14 Misiones distribuyeron 42.788
Comuniones, administraron 53,823 Confirmaciones y regularizaron 940
Matrimonios. Las Confesiones, incluyendo las escuchadas en Concepción,
fueron 36.048.
En la Casa de Ejercicios dieron 10 corridas de Ejercicios a hombres y mujeres,
como también a clérigos, pero no existen estadísticas acerca del número de
personas.347
La Escuela primaria de Concepción
En 1884, el P. Carlos Infante s.j. ideó la fundación de una Escuela primaria, a
imitación de la que él había conocido en Valparaíso. Propuso a los socios de la
Hermandad del Sagrado Corazón, muy floreciente en esa época, y que él
mismo había fundado en 1878, la compra de un local frente a la Residencia, a
fin de abrir una Escuela primaria gratuita para niños, especialmente para los
hijos de los socios. Comprado ese solar en ese mismo año, se edificaron en él
la Escuela y algunas otras habitaciones que con su alquiler ayudaran a
347
Cf. Cartas anuas de Concepción, págs. 29-42.
162
sostenerla. La Escuela se abrió en 1886, con un solo maestro y con unos
sesenta niños. En 1888 se le añadieron talleres de carpintería, zapatería y
sastrería, los que hubo que suprimir poco después. Más tarde logró mayor
prosperidad al encargarse de ella el H. Guillermo Bartling s.j.348
Puerto Montt. Residencia
Los jesuitas alemanes de la Residencia de Puerto Montt lamentaron
verdaderamente la muerte del P. Baltasar Homs s.j., el Superior de la Misión.
“En especial porque fue muy justo con nosotros los que vivíamos en esta tan
alejada Misión austral, por la gran predilección que nos manifestó ya desde el
año 1874 cuando por primera vez nos visitó que después conservó siempre”.
“El P. Homs ciertamente, entre los Superiores, fue el único que conoció a
fondo la finalidad de nuestra Misión, reconoció las necesidades y trató de
procurarle un número suficiente de operarios. En su última Visita, en 1880,
aprobó que en esta ciudad se construyera una Casa nueva, dedicada a San
Francisco Javier, en la cual pudiera pudieran educarse piadosamente los
niños de la colonia del lago Llanquihue, que están en gran peligro de perder
la fe por la proximidad de los luteranos. Se compró un predio muy amplio y
espacioso por un precio módico; y en los meses de febrero y marzo del año
1881 se levantó el edificio, que todavía no ha llegado a su fin, pero hay
esperanza de que llegará, para que las clases puedan abrirse en él a
comienzos de abril de 1882”.349
Con la construcción de esa Casa San Javier llevaban los jesuitas alemanes a
feliz realidad el ansiado Colegio completo que deseaban establecer. La Madre
Paulina von Mallinckrodt, Fundadora y Superiora General de la Congregación
de la Caridad Cristiana había venido a Chile en 1879 en la misma nave con el
P. Baltasar Homs, y con él había tratado acerca del Internado San Francisco
Javier que se debía construir en Puerto Montt. “La Beata Madre Paulina,
conservó hasta los últimos momentos de su vida -esto lo escriben los jesuitas
en su Historia del Colegio-, esa misma solicitud por el bien espiritual de
nuestra Misión, la que nosotros admiramos y así esperamos que la intercesión
de ambos, del P. Homs y de la Madre Paulina, ante Nuestro Señor nos
aproveche en gran manera”.350
Ese mismo año 1881, “el día 19 de octubre, cuando menos lo pensábamos,
llegaron tres nuevos sacerdotes de la Provincia de Alemania, para hacer
crecer el número de los operarios de esta Misión: los PP. Huberto Düffels,
Juan Evangelista Mellwig y Leonardo Junker. El Señor Dios Nuestro por fin
escuchó nuestros deseos”.351
El nuevo Superior de la Misión, P. José María Rovira, y el Visitador
nombrado por el P. General permitieron que la nueva Casa, construida bajo la
protección de San Francisco Javier, para la educación de los niños, se hiciera
extensiva a los alumnos de la ciudad de Puerto Montt, y que en ella vivieran el
348
Hernández, op. cit., págs. 154 y 155.
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 84.
350
Id., pág. 85.
351
Id., pág. 86.
349
163
P. Engbert, como Superior, con los PP. Huberto Düffels, Leonardo Junker y el
H. Maximiliano Wagner. Y en la antigua, a 8 cuadras de distancia, quedaran el
P. Fink, Ministro y párroco, con los demás Padres y Hermanos.352
En 1882 se dieron misiones en 9 Capillas antiguas y se bendijeron 3 Capillas
nuevas, en Las Quemas, Piedra Azul y en Chinquío. Y otras 3 Capillas están
en construcción; en Coihuín, Puerto Varas, Puerto Rosales.
Los PP. Juan Mundwiler y Matías Savels dieron misiones en 10 Capillas que
pertenecen a la parroquia de Castro, y el número de personas fue 10.517. En
esa zona los Padres antiguos tenían un Colegio del cual salían los misioneros
que recorrían casi 70 Capillas.
En 1883 el P. Teodoro Schwerter permaneció dos meses en Ancud.
Terminados los Ejercicios en el Seminario, dio una misión, y después, a
petición del Vicario Capitular de la diócesis, dio conferencias espirituales en
la ciudad.353
En 1884, las misiones alrededor del lago Llanquihue, a cargo de los PP.
Mellwig, Tilly y Fink, fueron en Puerto Varas, Frutillar, Quilanto, Puerto
Octay. En la de Nueva Braunau bendijeron una Capilla nueva. Las misiones
en la zona chilena de la parroquia se dieron en Tenglo, Arrayán, Quillaipe,
Lenca, Maillen, Huelmo, Panitao, Chinquío, Coihuín. E igualmente, no
descuidaron el dar misiones en el archipiélago de Chiloé.354
Este mismo año 1884 fue nombrado Superior de la Residencia de Puerto
Montt el P. Huberto Düffels s.j., quien durará en ese cargo hasta el año 1892.
Fue uno de los Superiores jesuitas más notables que haya tenido la Compañía
de Jesús en Puerto Montt. A él se debió, ciertamente, la organización
definitiva del Colegio San Francisco Javier, con Internado y alumnos externos,
los arreglos en el cerro contiguo a la Residencia, la construcción del
campanario que aun domina la bahía y ciudad de Puerto Montt. También la
construcción del cementerio parroquial. Más tarde fue Rector del Seminario en
la ciudad de Ancud y después, al regresar, se preocupó de dar vida a una
Escuela Normal para el magisterio.
El P. Huberto Düffels s.j. había nacido en Alemania el 5 de julio del año 1838
en la provincia de Renania Inferior. Hizo sus estudios en Gasdonk y a los 22
años de edad ingresó al Noviciado de Friedishsburg de la Compañía de Jesús.
La Teología la cursó en María Laach y la Tercera Probación en Tronchiennes,
Bélgica. Fue enviado a la Misión alemana de Puerto Montt el año 1881.
En 1885, además de los trabajos habituales en su extenso territorio, los jesuitas
de Puerto Montt aceptaron las repetidas invitaciones de los párrocos vecinos a
Puerto Montt. Así, dieron 6 misiones en la parroquia de Carelmapu:
Carelmapu, Maullín, Maulé, Canelos, Riofrío y Chuyaquén junto al océano
Pacífico. Con la facultad concedida por la Sede apostólica, el P. Mundwiler en
todas partes administró el sacramento de la Confirmación, a un total de 2.159
352
Cf. Id., pág. 87.
Id., pág. 90.
354
Cf. Historia domus Pto. Montt, vol. II, págs. 60-70.
353
164
personas. En la vecina parroquia de Calbuco, el P. Junker dio misiones en las
Capillas de Quetro, Chope y Machil.
Y en el mes de agosto, los PP. Mundwiler y Mellwig se embarcaron hacia la
parte extrema de la isla de Chiloé, hacia el sur, y a otras islas cercanas de allí
donde viven “los payos”. Los jesuitas antiguos habían construido entre ellos
12 Capillas, y en 27 años, desde la llegada de los jesuitas alemanes, sólo una
vez habían podido visitarlos. Esta vez se dieron misiones en Agoní, Huildad,
Quellón, Lilihuapi, Caylín y Chaiguao. El número de confesiones fue 1.388 y
1.400 personas recibieron el sacramento de la Confirmación. Las otras
Capillas debieron reservarse para otro tiempo más oportuno, porque muchos
de sus habitantes habían ido a cortar madera de ciprés a las islas llamadas
Guaitecas.355
En 1886, el redactor de la Historia de la Residencia y Colegio de Puerto Montt
inicia esta parte con la noticia de la ordenación sacerdotal del Pbro. Francisco
Bohle, ex alumno de la Escuela. “Ya son 5 los sacerdotes que fueron alumnos
de nuestro Colegio. Entre los seminaristas tenemos otros 5 que siguen el
mismo camino”.356
En el mes de abril, los mismos PP. Mundwiler y Mellwig navegaron a las islas
australes de Chiloé, que llaman Payos. Allí dieron 6 misiones, las que no
habían podido dar el año anterior, en la iglesia parroquial de Queilen y en las
Capillas de Janqui, Chadmo, Compu, Paidad y Detico. El número de
confesiones fue 2.219.357
En otros lugares, los Padres bendijeron Capillas nuevas: Panitao, Coihuín y
Puerto Octay. Con ellas, ya se cuentan en la parroquia de Puerto Montt 12
Capillas para los habitantes chilenos y otras 12, contando algunos Oratorios,
para los colonos alemanes.
Después de dar la misión de Ancud, los mismos Padres Mundwiler y Mellwig
nuevamente navegaron a la isla grande de Chiloé y dieron 7 misiones en las
Capillas de la parroquia de Lemuy: Ihuac, Lincai. Liucura, Detif, Puchileo,
Aldachilco y Puqueldón. Y un mes, al fin del año estuvieron en la parroquia
de Dalcahue donde dieron 3 misiones en las Capillas de Quetalco, Quiquel y
Dalcahue, contando 2.071 confesiones.358
Situación de la Compañía de Jesús en Chile a fines del año 1886
A fines del gobierno del P. José María Rovira s.j., la Misión Chilena de la
Compañía de Jesús tenía en el país 70 jesuitas, de los cuales 38 eran
sacerdotes, 3 Escolares que hacían la experiencia del magisterio y 29
Hermanos jesuitas.
La Misión tenía 4 Casas establecidas en forma permanente. En Santiago, el
Colegio San Ignacio y la iglesia anexa; la Residencia en Valparaíso con
355
Cf. Enrich, Schwerter, Tilly, op. cit., págs. 95-97.
Id., pág. 98.
357
Id., pág. 98.
358
Id., pág. 99.
356
165
iglesia, Casa de Ejercicios y una pequeña Escuela primaria; la Residencia de
Concepción con iglesia y Casa de Ejercicios; y Residencia alemana de Puerto
Montt con una extensa parroquia, servicio de misiones en toda la diócesis de
Ancud, desde Valdivia hasta el extremo del archipiélago de Chiloé.
No existe Casa de formación en el país. El Noviciado y formación de estudios
clásicos se realizan en la ciudad de Córdoba, Argentina; la Filosofía, Teología
y Tercera Probación, en España.
Capítulo IV. El P. José Saderra s.j. Superior de la Misión (1887-1895)
El P. José Saderra s.j. fue nombrado Superior de la Misión Chileno-Paraguaya
el 11 de diciembre de 1887.
El P. José Saderra s.j. había nacido en Olot, Gerona, España, el 18 de marzo
de 1824. Al estar disuelta la Compañía de Jesús en España, ingresó en ella el 8
de septiembre de 1845 en Roma, Italia. Cursadas las Humanidades, estudió
Filosofía en Nivelles, Francia, en los años 1848 a 1852, y Teología en Laval,
Francia, en los años 1853 a 1856.
Una vez ordenado sacerdote, fue enviado al Colegio de Belén en La Habana,
Cuba, como profesor de Retórica y Filosofía. Regresado a España en 1860,
enseñó Teología en León, e hizo la Tercera Probación en Manresa el año
1863.
Fue Socio, entre 1863 y 1866, del primer Provincial de Aragón, P. Fermín
Costa s.j., y luego pasó a Roma como Secretario del Asistente de España, P.
Manuel Gil s.j.
En 1881 fue enviado a América del Sur como Visitador de la Misión ChilenoParaguaya, y después fue Rector del Seminario de Buenos Aires desde 1882 a
1887.
Después de su cargo de Superior de la Misión fue Rector del Colegio San
Ignacio de Santiago, volviendo después a España, donde murió en Palma de
Mallorca el 13 de diciembre de 1898.359
El Gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda y la Guerra Civil del
año 1891
Don José Manuel Balmaceda Fernández fue elegido Presidente de la
República de Chile el 15 de junio de 1886, con el apoyo de los Partidos
Nacional, Liberal y parte del Radical. Tenía una larga carrera de servidor
público: Diputado por Carelmapu y, posteriormente, por Santiago; Ministro
Plenipotenciario ante la República Argentina, negociando la neutralidad de ese
país vecino en los momentos previos a la Guerra del Pacífico; Ministro de
Relaciones Exteriores; y Senador por Coquimbo. Entre sus escritos destacaban
“La Solución política en la libertad electoral” y “La Iglesia y el Estado”,
359
Diccionario Biográfico SJ, Vol. 4, pág. 3460.
166
publicados en la Revista de Santiago. Provenía de una familia de agricultores
de Bucalemu y había sido educado en el Seminario de Santiago.
Apenas elegido, se empeñó en reconciliarse con la Iglesia. Y para ello envió
ante la Santa Sede a uno de sus hermanos, con la delicada misión de lograr la
reanudación de relaciones oficiales con el Romano Pontífice.
Este esfuerzo se vio coronado con la designación de Monseñor Mariano
Casanova Casanova, Gobernador eclesiástico de Valparaíso, como Arzobispo
de Santiago, regresando así la armonía de las relaciones bilaterales.
Don José Manuel Balmaceda recibió una situación económica floreciente,
pues el Presidente Santa María, su antecesor, había pagado todas las deudas de
la Guerra del Pacífico, y el salitre continuaba su desarrollo.
Las obras públicas fueron numerosas: canalización del río Mapocho, dique
seco de Talcahuano, viaducto del Malleco, vías férreas, puentes, caminos,
muelles, la Escuela de Medicina, el Internado de Santiago, Escuela de Artes y
Oficios, Inspección de Instrucción Primaria, Escuela Normal de Preceptores,
Instituto Pedagógico, Escuela Militar, Escuela Naval, Cárcel Pública de
Santiago, liceos, hospitales. Compró el blindado “Prat” y los cruceros
“Errázuriz” y “Pinto”, construidos en Francia, y las torpederas “Lynch” y
“Condell” en los astilleros ingleses. Es difícil dar detalles de todo lo logrado
en la administración pública y financiera del país.
Sin embargo, el ideal político del Presidente de unir a los bandos liberales con
los conservadores fracasó. Los liberales constituían la fuerza más poderosa y
habían sido el sostén de los gobiernos anteriores. Los liberales disidentes eran
menos numerosos, pero tenían hombres prominentes. Los radicales formaban
el grupo extremo del liberalismo de tendencias irreligiosas. Los nacionales
eran pocos, pero muy resueltos y con poderosas influencias en el mundo de las
finanzas. Los conservadores habían sido el blanco principal de la intervención
electoral de los gobiernos y contaban con una representación parlamentaria
inferior a la que creían corresponderles. Hubo crisis ministeriales, una tras
otra. Y se contaron 12 y 13 gabinetes.
El 5 de enero de 1891, al no haber despachado oportunamente el Congreso la
ley del presupuesto, y ante la imposibilidad de suspender los servicios
públicos sin causar un grave daño al país, el Presidente decretó, por su propia
autoridad, que debía regir el presupuesto del año anterior. La firma de este
Decreto se interpretó como el inicio de una Dictadura presidencial.
Los parlamentarios opositores, por mayoría de votos, respondieron levantando
un acta en que declaraban depuesto al Presidente de la República.
Al mando del capitán de navío don Jorge Montt, designado comandante de la
Escuadra, por el Vicepresidente del Senado, don Waldo Silva, y por el
Presidente de la Cámara de Diputados, don Ramón Barros Luco, se sublevó la
Escuadra Naval el 7 de enero de 1891. Anclada en Valparaíso, zarpó rumbo al
norte para apoderarse de la rica región salitrera, en abierta insurrección contra
el gobierno. El ejército se mantuvo fiel al Presidente Balmaceda.
167
En Iquique los insurrectos forman una Junta de gobierno y, dueños de Tacna,
Tarapacá y Atacama, organizan un ejército de moderno armamento, adquirido
con dineros del salitre. A mediados de agosto, 10.000 hombres desembarcan
en Quinteros y los encuentros con las tropas leales a Balmaceda se dan en
Concón y después en Placilla quedando derrotado el ejército de Balmaceda. El
Presidente delegó el mando y se refugió en la Embajada de Argentina. El 18
de septiembre, término legal de su período, se dio muerte de un balazo en la
sien.360
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios361
En este período la Residencia de Valparaíso tuvo tres Superiores. Primero, el
P. Mariano Capdevila s.j. continuó en su cargo hasta comienzos de 1891.
Después el P. Lorenzo Wolter s.j., venido de Argentina. Finalmente el P.
Antonio Sacrest, al ser trasladado el P. Wolter a Puerto Montt.
La Congregación de la Buena Muerte. A fines de 1884, el P. General de la
Compañía de Jesús, P. Pedro Beckx, pidió al Santo Padre normas para
establecer en las iglesias jesuitas, y en otras, las Congregaciones de la Buena
Muerte, y también la solución de algunas dudas sobre las ya establecidas en
las iglesias de la Compañía. La de la Residencia, fundada por el Capdevila,
pudo agregarse a la Prima primaria de Roma.
El reconocimiento, el 20 de diciembre de 1886, por el Papa León XIII del
martirio de los jesuitas Edmundo Campion, Alexander Briant, Tomás Cottam,
Tomás Woodhouse y John Nelson, fue ocasión de celebrar un solemne triduo.
El P. Capdevila presidió la Misa cantada y tuvo el primer sermón, liturgia que
se repitió en los días siguientes con sermones de otros jesuitas. Y el domingo
siguiente se tuvo Misa a gran orquesta, con presencia del Gobernador
Eclesiástico, Monseñor Salvador Donoso. Ese día comulgaron más de 800
personas.
Esa misma celebración se hizo en septiembre de 1888 con motivo de la
canonización, en enero de ese año, de San Pedro Claver, San Juan Berchmans
y San Alonso Rodríguez.
El ministerio de los Ejercicios se continuó todos los años con un promedio de
7 corridas cada año y 1050 ejercitantes anuales. Las Misiones rurales fueron
unas 11 anualmente.
En 1890, el P. Mariano Capdevila había pedido humildemente al P. José
Segarra s.j., Visitador de la Misión, ser liberado del cargo de Superior, pues
había cumplido más de diez años en esa misión. En 1891 vino en su reemplazo
el P. Lorenzo Wolter, pasando el P. Capdevila como Prefecto espiritual en el
Seminario de Santiago.
360
361
Cf. Concha, op. cit., págs. 380-387; Cf. Frías, op. cit. págs. 378-391.
Cf. Historia Domus Valparaíso, págs. 142-161; excepto la vida del P. Wolter, en Tampe, op. cit., pág. 128.
168
El P. Lorenzo Wolter s.j. había nacido en la ciudad de Bonn, Alemania, el 15
de enero de 1834. En esa misma ciudad había estudiado Humanidades y
Filosofía. Ingresó en la Compañía de Jesús el 10 de octubre de 1854 en el
Noviciado de Muestre. En Munich estudió la Teología, ordenándose de
sacerdote el 8 de septiembre de 1868, en la Natividad de la Virgen María.
En los años 1868 y 1873 fue Ayudante del Maestro de Novicios, y enseñó
francés e inglés en la Casa de formación de Valkenburg. Sirvió de capellán
durante la guerra franco-prusiana.
En 1873 pasó a América. Misionó tres años en Mendoza, y después fue
profesor en el Colegio de la ciudad de Santa Fe y en el Salvador de Buenos
Aires. Volvió a Mendoza como Superior, para pasar en 1890 con igual cargo a
Valparaíso.
La Guerra civil del año 1891 tuvo como primer escenario este puerto de
Valparaíso, al iniciarse allí el pronunciamiento de la Escuadra contra el
Presidente José Manuel Balmaceda.
Apenas estalló la revolución empezó un movimiento de desconfianza del
Gobierno contra los sacerdotes. En el mes de febrero las autoridades leales al
Presidente allanaron la Residencia de la Compañía e hicieron un registro
minucioso en busca de pertrechos de guerra. Varios sacerdotes diocesanos
fueron perseguidos. El Gobernador Eclesiástico, Monseñor Salvador Donoso,
estuvo varios meses en prisión para ser después desterrado a Buenos Aires. El
Pbro. Cristóbal Villalobos, párroco del Espíritu Santo, fue desterrado a
Europa; también el Pbro. Núñez, su Vice párroco. Igual suerte corrió el
Superior de los Padres de los Sagrados Corazones, con otros dos sacerdotes
que fueron desterrados al Perú.
En los días más críticos, en la Casa de Ejercicios y en la Residencia se
refugiaron varias familias amigas y bienhechoras que no se tenían por seguras
en sus propias casas.
Después que el ejército revolucionario ganara la batalla de Placilla, el 28 de
agosto, los soldados derrotados se dieron al saqueo en muchas casas y hubo
grandes incendios.
A los estragos de la guerra hubo que añadir las inundaciones de la ciudad por
haber descuidado las limpiezas de los cauces. En el mes de junio, una lluvia
torrencial desbordó el Estero que pasaba cerca de la Residencia, inundando
todas las calles del vecindario. Fue necesario abrir la Casa de Ejercicios para
albergar al número grande de damnificados. Y por la pobreza y necesidad de
esas personas, los Padres debieron multiplicarse para conseguir, con los
bienhechores, alimento y abrigo para ellas.
Y esas mismas lluvias causaron también desgracia en la Residencia misma,
pues una parte del cerro, vecino a la casa, se derrumbó rompiendo las paredes
de la sacristía con otros destrozos.
169
El Antonio Sacrest s.j. fue nombrado Superior de la Residencia el día 2 de
febrero de 1892. Había nacido el 2 de marzo de 1846, en Lérida de Cataluña,
en España. Siendo sacerdote, había entrado en la Compañía en el Noviciado
de Andorra el 9 de diciembre de 1870. Estuvo varios años en Tarragona como
operario y misionero. A Chile había llegado el año 1889 y en el Colegio San
Ignacio se había desempeñado como profesor y dispensador de ministerios.
Fue Director de la Congregación del Sagrado Corazón y también Ministro en
el Colegio.
El primer trabajo del nuevo Superior fue construir la parte del edificio de la
Residencia que su antecesor había dejado ideado. Y por haber en la
Residencia, por primera vez, seis sacerdotes activos, pudieron darse hasta 21
Misiones y diez corridas de Ejercicios; fuera de Casa se dieron dos veces
Retiros al clero, 4 a religiosas y 4 corridas a seglares. Predicaron asimismo
Retiros a las alumnas del Sagrado Corazón, a las mujeres detenidas en el Buen
Pastor, sin contar las sesiones de Catecismo.
Nuevamente celebraron los jesuitas las Beatificaciones del P. Antonio
Baldinucci s.j., y después las de los cinco mártires, Rodolfo Acquaviva y
compañeros en Salsette en India, con triduos solemnísimos.
Sólo en 1894, los sermones predicados fueron 204 y las Confesiones 37.086.
El P. Antonio Sacrest fue gran impulsor de la Hermandad del Sagrado
Corazón y de la Escuela del Apostolado que la Hermandad favorecía. A
instancias del Hermano Luis Uría s.j., tomó la dirección de la Escuela el joven
maestro Abelardo Carreño Salazar, de profunda formación cristiana y de gran
espíritu apostólico. Se notó, entonces, un aumento de la espiritualidad,
manifestada por la preparación catequética y las prácticas religiosas (primeros
viernes, misas dominicales, primeras comuniones, Congregación Mariana de
San Luis Gonzaga, etc.).362
Santiago. Colegio San Ignacio
El P. Antonio Garriga s.j. continuó en su cargo de Rector del Colegio durante
los tres primeros años del P. José Segarra s.j. como Superior de la Misión, o
sea hasta el 30 de enero de 1891.
Al P. Antonio Garriga le correspondió iniciar y terminar, en este período, la
construcción del Salón de Actos del Colegio. Después de 20 meses de trabajo
pudo inaugurarlo el 26 de agosto de 1889. Y ese día se verificó la repartición
de premios del año anterior, que se había postergado a esta fecha.363
También le correspondió un duro cambio en lo relacionado a los exámenes de
los alumnos. Se había logrado, a pesar de lo determinado por la ley dictada en
1879, que las comisiones de la Universidad de Chile, o Instituto Nacional, los
tomaran en el mismo establecimiento del Colegio. Pero en 1888, el Consejo de
Instrucción Pública se negó a nombrar las comisiones en octubre, como solía
362
363
Cf. Un artículo del P. José Luis Davies s.j. director de la Escuela, en la Revista de la Escuela en 1987.
Hanisch, Historia Colegio San Ignacio, manuscrita, pág. 57.
170
hacerlo; y el 7 de noviembre avisó que los exámenes de todos los alumnos
deberían darse en la Universidad. Esta exigencia fue apelada por el P. Garriga,
pero no se obtuvo un cambio de actitud, ni siquiera después de haber sido
interpelada en el Parlamento. Quedó a firme que los exámenes de los alumnos
del Colegio San Ignacio, por regla general, se tendrían en la Universidad.
La fundación de la Universidad Católica de Chile, realizada en el año 1888
por el Arzobispo Don Mariano Casanova, constituyó una esperanza grande
para el Colegio San Ignacio como para todos los otros Colegios católicos del
país. En las diversas consultas, previas a esa fundación, siempre se había
indicado que la fundación estaba llamada a completar la educación impartida
por los Colegios particulares. Y aunque esto último no fue mencionado por el
Arzobispo en el Decreto de fundación, lo mencionó expresamente en su
manifiesto del 8 de septiembre de ese mismo año 1888, el Obispo Don
Joaquín Larraín Gandarillas, que había sido el Vicario Capitular de la
arquidiócesis durante diez años, 1878-1887, y ahora el primer Rector de la
Universidad. La participación de los ex alumnos del Colegio San Ignacio en la
fundación, iniciación y desarrollo de la Universidad fue notable El 31 de
marzo de 1889 se inauguraron las clases.364
Poco después, en ese mismo año 1889, el Gobierno hizo entrega a la
Compañía de Jesús de los restos de los antiguos jesuitas que habían sido
enterrados en la iglesia de la Compañía que se había incendiado en 1863. Al
iniciarse la construcción de los edificios del futuro Parlamento habían
encontrados esos restos. Fueron entregados al P. Antonio Garriga y colocados
en la cripta de la iglesia que el mismo había ordenado construir.
El P. José Reverter s.j. fue nombrado Rector en 1891 hasta 1896. Había nacido
el 18 de noviembre de 1846 en San Carlos de la Rabita, en Tortosa, España. A
los 18 años de edad entró en la Compañía, el 22 de diciembre de 1864. La
revolución de 1868 lo hizo salir de España. La Filosofía y la Teología las hizo
en Francia, el magisterio en Zaragoza. Se ordenó de sacerdote en 1877.
Después de su ordenación fue a Manresa donde se dedicó a la enseñanza en el
Colegio de esa ciudad, restablecida ya la Compañía, y allí permaneció hasta el
año 1881 en que pasó a América. Vino a Chile y enseño Literatura. En 1886
fue nombrado Rector del Colegio del Salvador en Buenos Aires. Y, terminado
su período, pasó a San Ignacio a ocupar el mismo cargo.
Después será Prefecto en el Colegio de Santa Fe en Argentina y profesor de
Teología en Montevideo. Regresará a Chile como Rector del Seminario de
Ancud, seis años, y de nuevo será Rector en el Colegio San Ignacio, desde
1912 a 1915, para regresar a Ancud, con el mismo cargo otros tres años.365
Al P. Reverter le correspondió vivir la Revolución del año 1891. Poco después
de la sublevación de la Armada en Valparaíso, soldados del Gobierno
vinieron, el 24 de febrero de 1891, al Colegio San Ignacio con la siguiente
orden: "Desde el mediodía del 25 de febrero debían los Padres abandonar
364
365
Id, pág. 59.
Id., pág. 125.
171
parte de la Casa, porque ésta debía convertirse en cuartel, por orden del
Gobierno”.
Viendo los jesuitas que el convento de San Agustín había sido ya convertido
en cuartel, acudieron a las casas de los Ministros de Estado, amigos del
Colegio. Se esforzaron por conseguir la revocación de esa orden el Sr.
Ministro de Obras Públicas, Don Guillermo Mackenna, y el Ministro
Embajador de los Estados Unidos de Norteamérica. El Presidente Balmaceda
hizo saber a los Padres Mauricio Morera y Estanislao Soler que se había
revocado el Decreto y que en adelante el Colegio no sufriría molestias. El 3 de
marzo se recogieron los alumnos internos muy impresionados por los
acontecimientos, tanto que se les permitió regresar a sus casas hasta el 9 de
abril. Un buen número de parientes y de ex alumnos había partido al norte
para incorporase a la guerra contra el Presidente Balmaceda. Por lo demás la
disciplina en el Colegio se hacía difícil por el apasionamiento de los ánimos;
apenas 13 alumnos eran partidarios del Gobierno. El 20 de agosto, por orden
del Intendente de Santiago, el Colegio cerró sus puertas, por la cercanía de las
tropas revolucionarias. El Colegio permaneció cerrado hasta después de las
vacaciones de septiembre. Este tiempo los Padres lo ocuparon en asistir a los
heridos en los hospitales. La mayor parte de ellos recibió los Sacramentos y
hubo más de 100 Primeras Comuniones de mayores. Y a pesar de que el país
estaba muy agitado, los Padres no sufrieron ni incendio, ni asalto, ni otro
peligro. Es tradición que, al llegar los vencedores, en su entrada triunfal a
Santiago se les arrojaron flores del magnolio que tenían los Padres en su
jardín, en el costado poniente y sur de su patio, y que habría sido don Carlos
Walker Martínez quien no sabiendo dónde sacar flores en ese tiempo, 31 de
agosto, habría acudido al Colegio.366
También correspondió al P. Reverter la adquisición de una Casa de vacaciones
para los Padres y Hermanos del Colegio. “A una legua de distancia”, en la
actual calle Jesuitas, que de esto deriva su nombre, y que entonces se llamaba
“Callejón de Azolas”, adquirió una villa de dos cuadras. Se le hizo una Capilla
que bendijo el Sr. Arzobispo de Santiago en 1892 y fueron padrinos Doña
Felipa Ossa Cerda y Don Carlos Walker Martínez. También se amplió, ese
mismo año, esa casa para que los Padres no fueran a pasar vacaciones a casas
de familias amigas, como solían. Estas casas eran las de la chacra Las Rejas de
Chuchunco, de la familia Ossa Cerda, y del fundo El Carmen de la familia
Irarrázaval Correa. A casas iban casi por un mes, aprovechando dar misiones
en sus capillas. El Carmen era el de Apaltas, ubicado en la zona de Rengo.367
En 1892 se cerró la plazuela que existía frente a la iglesia. Se puso una
hermosa reja de fierro. El proyecto fue de Ignacio Cremonesi, quien había
ideado la iglesia. Las razones por las que no se había cerrado antes eran para
dar facilidad a los coches con caballos, para evolucionar en la calle que era
estrecha, y para que los que acudían en coche, los días de lluvia, no quedasen
tan retirados de la entrada del templo.
366
367
Id., págs. 126 y 127.
Id., pág. 131.
172
También en 1892 se cambió la portería del lado de la iglesia a un sitio central,
entre la clausura y el Colegio, donde va a permanecer hasta 1946, fecha de la
construcción de los nuevos edificios del Colegio. La actual portería de la
Residencia San Ignacio corresponde a la antigua, pero se ha colocado la puerta
junto a la calle Padre Alonso de Ovalle, y no a la plazuela de la iglesia.368
La Capilla doméstica del Colegio San Ignacio
En 1891 se inauguraron los arreglos de la Capilla doméstica del Colegio San
Ignacio, después de dos años de trabajo.
Esta Capilla había sido inaugurada en 1859, tres años después de iniciado el
Colegio, como único lugar de culto público, para la comunidad jesuita, los
alumnos y el público. La entrada era a través de la huerta que existía en el sitio
donde actualmente se levanta la iglesia San Ignacio. Después de la
inauguración de la iglesia en 1872, esta Capilla había pasado a ser de uso
exclusivo de la comunidad jesuita.
Bajo el altar hay una estatua yacente de un pequeño mártir, llamado Vicente,
que habría dado su vida en Roma entre los 14 y 16 años de su edad. Esas
reliquias fueron sacadas del Cementerio de Santa Ciríaca, en vía Tiburtina de
Roma, en el año 1833 y obsequiadas por el Papa Gregorio XVI a un Cardenal
quien las puso en su Capilla privada. El P. Bernardo Parés s.j., Superior de la
Misión chilena, consiguió los restos del Santo Joven e hizo trabajar en Roma,
en 1864, la estatua de cera que contiene las reliquias. Esta estatua fue colocada
solemnemente el 15 de septiembre de 1865, en la entonces única Capilla del
Colegio, para que las Congregaciones Marianas tuviesen un patrono, a
semejanza de las Congregaciones Marianas de Roma.
En el Archivo de la Provincia Chilena se conserva la invitación solemne a este
acto: “Academia poética que ofrecen al público los Académicos del Colegio
San Ignacio en honor de San Vicente, mártir, el 15 de septiembre de 1865”. La
Academia poética fue con orquesta, coros y discursos alusivos a San Vicente;
tomaron parte, junto con otros alumnos, el joven Carlos Walker Martínez y
Carlos Morla Vicuña, recién egresados del Colegio.
Esa Capilla, de 14 metros por 7,5 m. de ancho, fue concebida,
arquitectónicamente, en estilo neoclásico, por el célebre pintor italiano Ignacio
Cremonesi. En el altar tiene una imagen de la Virgen Inmaculada con el
Espíritu Santo, y a los costados, enmarcándola, hay dos columnas con
revestimiento de mármol reconstruido y otras dos empotradas. Junto al altar
hay dos estatuas talladas en madera que son obras del famoso tallador catalán
J. Flotats, llegadas en julio de 1893. Una representa a San Ignacio de Loyola,
con su cruz de patriarca de la Compañía de Jesús, y la otra a San Luis
Gonzaga, patrono de la juventud.
Hay en la Capilla doce cuadros, pinturas al óleo, en los muros. Cuatro de ellos
son, seguramente, obras del Hermano Ramón Bonet s.j., pintados a fines del
siglo XIX. Estos cuadros representan los votos de los primeros compañeros de
368
Id., pág. 128.
173
San Ignacio, en París; el rapto de San Ignacio en Manresa; los Mártires
Japoneses San Pablo Miki, San Juan Soan de Goto y Diego Kisai; y los
Mártires ingleses, San Edmundo Campion, San Alexander Briant y los Beatos
Thomas Woodhouse, John Nelson y Thomas Cottam. Los cuadros restantes,
según opinión fundada de los jesuitas de ese tiempo, deben atribuirse al P.
Ismael Guzmán Ovalle, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Representan a San Juan Berchmans y a San Alonso Rodríguez, ambos
colocados en la pared del frontis. En el lado derecho están los cuadros de San
Estanislao de Kostka y de San Francisco Javier; y en el lado izquierdo, los de
San Francisco de Borja y de San Pedro Claver. En el fondo de la Capilla hay
dos cuadros más angostos, que también deben atribuirse al P. Ismael Guzmán,
que representan a San Pedro, y a la Sagrada Familia.
En el cielo de la Capilla hay bajorrelieves, con uno central de la Virgen María.
La Capilla tiene tres puertas: dos laterales, y la principal al fondo. Cada una
está coronada con una sentencia latina del Nuevo Testamento. En la puerta
principal la leyenda dice: “Vengan a Mí todos los que trabajan y estén
cansados, que Yo los aliviaré” Mt 9,28. Sobre la puerta de la izquierda: “Fiel
es Dios por el cual ustedes están en la Compañía de su Hijo, Nuestro Señor
Jesucristo” 1Cor. 1, 9 Y sobre la puerta de la derecha: “Ruego a ustedes que
sean imitadores míos, como yo lo soy de Cristo” 1 Cr. 4, 16.
Todo el piso está trabajado en un parquet fino, de maderas nobles: encina,
caoba, lingue, mañío, castaño, lenga, olivillo y pino oregón. Esta fue obra
paciente del Hermano jesuita Esteban Pajak s.j., habilidoso carpintero, que
juntaba tablas y pedazos de maderas nobles, especialmente chilenas, y las
cortaba en los pequeños trozos que iba necesitando para su arte. Los 12 bancos
de madera tienen tallado, en el centro de sus respaldos, el IHS de la Compañía
de Jesús.369
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
En la primera parte de este período, el Superior de la Residencia fue el P. José
Coluzzi s.j., que lo había sido al establecerse la Compañía de Jesús en
Concepción en el año 1871.
Al cerrarse la Residencia de la calle Lira, en Santiago, la Casa de formación
de la Misión jesuita de Chile había pasado a la ciudad de Concepción y su
Superior y Maestro de Novicios, en Santiago, el P. Ignacio Gurri s.j. continuó
desempeñando en 1873 los mismos cargos en la Residencia de Concepción
hasta su muerte, el día 23 de octubre de 1879. El P. José Coluzzi fue entonces
nombrado Superior, y lo fue también hasta su muerte ocurrida el 21 de febrero
de 1889.
El año 1887 fue triste para la Residencia, porque dos Padres se enfermaron y
por lo tanto las expediciones misionales fueron sólo nueve. Además la
epidemia de viruela tuvo más víctimas que en años anteriores. Y en ese mimo
año apareció en Concepción, por primera vez, la enfermedad del cólera; de tal
369
Cf. Notas manuscritas dejadas por el P. Hanisch en el Archivo de la Compañía de Jesús.
174
modo que los Padres eran llamados, día y noche, a oír confesiones y a dar el
sacramento de la Extremaunción. Las visitas a enfermos en sus domicilios
fueron 689; las visitas en el Hospital, 185; las Confesiones 29.432.
Para la Iglesia de Concepción hubo un breve momento de alegría al conocer el
nombramiento de su nuevo Obispo. El Papa León XIII eligió Obispo de
Concepción el 11 de diciembre de 1886 al Pbro. D. Fernando Blaitt Mariño,
del clero de esa diócesis, a quien los Padres conocían bien pues habían alojado
en su casa en Chillán, cuando él era ahí párroco y ellos daban Misiones. Don
Fernando fue consagrado en Santiago el 10 de abril de 1887 por D. Joaquín
Larraín Gandarillas, Obispo titular de Martyrópolis y Vicario Capitular de
Santiago, durante diez años, hasta el 29 de enero de 1887. El Obispo Fernando
Blaitt tomó posesión de la diócesis de Concepción el día 1° de mayo de 1887.
Gobernó la diócesis sólo 2 meses y medio, pues falleció el 15 de julio de 1887
en la misma ciudad de Concepción.
Las Misiones en 1887 las predicaron en Angol, Traiguén, Victoria, Collipulli,
Hualqui, Florida, Santa Juana, Bustamante y Talcahuano. Las Comuniones
fueron 10.265; las Confirmaciones, 2.902 y los Matrimonios, 377. El temor a
la viruela y al cólera no permitió a muchos acercarse a las Misiones.
Las epidemias de viruela y cólera multiplicaron la atención de los jesuitas a
los enfermos, en sus casas, en el hospital y lazaretos. Las visitas a los
hospitales fueron 185 y la atención a los enfermos llegó a 689.
En 1888 los ministerios en la Iglesia de la Residencia, en la Casa de
Ejercicios, y en la atención a los enfermos fueron los habituales. La
preocupación y la atención de los niños de la Escuela primaria iniciada por el
Director de la Hermandad del Sagrado Corazón, P. Carlos Infante, entraron en
las tareas ministeriales.
Pero las Misiones fueron menos numerosas, especialmente por la enfermedad
del P. José Coluzzi, el Superior, quien durante todo un mes estuvo al borde de
la muerte. Los lugares de la diócesis misionados fueron San Carlos, Coronel,
Lota y Yerbas Buenas.
Después de la muerte del P. José Coluzzi s.j. fue nombrado Superior de la
Residencia el P. Carlos Infante s.j., el primer chileno.
El P. Carlos Infante de Santiago Concha s.j. había nacido en Santiago, Chile,
el 5 de abril de 1840. Los estudios secundarios los hizo en el Instituto
Nacional, durante los Rectorados allí de Don Manuel Montt y de Don Antonio
Varas, recibiéndose de abogado el 8 de enero de 1863, en la Universidad de
Chile. En su época secundaria y universitaria se había incorporado a la
Conferencia de San Vicente de Paul que había fundado en Santiago el Pbro
José Hipólito Salas. A los pocos meses de recibir su título solicitó su ingreso
en la Compañía de Jesús, incorporándose a ella el 11 de abril de 1863 en el
Noviciado de la calle Lira en Santiago. Terminado el noviciado y hechos los
votos religiosos, fue destinado al Colegio San Ignacio donde repasó los
estudios de Filosofía durante un año y estudió la Teología. El 11 de octubre de
1868 recibió la ordenación sacerdotal de manos del Obispo de Concepción,
175
Monseñor José Hipólito Salas. Fue entonces destinado a las tareas apostólicas,
no moviéndose nunca de Chile.
Cuando el Obispo Salas consiguió que la Compañía se estableciera en
Concepción obtuvo que el P. Carlos Infante fuera destinado a trabajar en esa
ciudad. Su permanencia en Concepción, donde era extraordinariamente bien
apreciado por su bondad, piedad profunda, palabra fácil y elocuente, sólo se
vio interrumpida cuando al principio del año 1880, debió trasladarse a
Valparaíso y después a Antofagasta con ocasión de la Guerra del Pacífico.
Concluida la Guerra regresó a Concepción.
En 1889, en la ciudad continuaba la epidemia de viruela, y ese año cobró más
víctimas que en años anteriores. Los Padres continuaron con este ministerio de
heroica caridad de asistirlos en sus casas y hospitales.
En 1890 se dieron Misiones en Villalegre, Hualqui, Pemuco, Yungay,
Coihueco, Bulnes, Coronel, Lota, Arauco, Cañete y Lebu.
El 26 de junio de 1890 el Papa León XIII eligió Obispo de Concepción al
Vicario Apostólico de Tarapacá, D. Plácido Labarca Olivares. Fue consagrado
en Santiago el 8 de septiembre por el arzobispo Monseñor Mariano Casanova.
Tomó posesión de la diócesis el 21 de septiembre de 1890.
En 1891, la Casa de Ejercicios fue ocupada por el gobierno todo el tiempo que
duró la Guerra civil. Desde enero a septiembre no se dieron Ejercicios y
tampoco pudieron dar Misiones. Al término de la Guerra, dieron Ejercicios a
280 varones y a 485 mujeres; y Misiones en Nacimiento, Angol, Villalegre y
Linares.
En 1892 el ministerio de las Misiones fue mayor: 2 en la ciudad y 11 fuera de
ella (en Río Claro, San Carlos, Parral, yerbas Buenas, en un fundo cercano a
San Carlos, en otro cercano a Río Claro, en Coronel, Lota, Lebu, Cañete,
Arauco y en el fundo de Bularco).
Al mismo tiempo, la Hermandad del Sagrado Corazón continuaba su
crecimiento, llegando ahora al número de 2.000 socios.
En 1893, las personas que hicieron 8 días de Ejercicios fueron 1.250: varones
493, y mujeres 757. En tres ocasiones se dieron Ejercicios, también de 8 días,
a sacerdotes; y siete a Religiosas.
Ese año se dieron Misiones en Cobquecura, Quirihue, Nacimiento, Angol,
Bustamante, Traiguén, Ercilla, Lautaro, Nueva Imperial, Río Claro y Bularco.
En 1894, los Ejercicios dados en Casa y las Misiones en toda la diócesis
fueron casi los habituales. En éstas últimas se procuraba algún cambio en las
localidades para poder satisfacer el número grande de peticiones y eligiendo
las que tuvieran mayor necesidad.370
370
Cf. Cartas anuas de Concepción, años.1887- 1895; etiam Oviedo, op. cit. págs. 53, 108.
176
La Iglesia del Sagrado Corazón en Concepción
Según la Historia Domus de la Residencia, el 2 de agosto de 1882, el P. José
Coluzzi s.j., Superior de la Casa, conversó con el P. José María Rovira s.j.,
Superior de la Misión Chileno-Paraguaya que hacía la Visita canónica en
Concepción sobre la necesidad de una iglesia grande de la Compañía de Jesús
en la ciudad. El Superior de la Misión pidió que le diera por escrito esa
petición, que se tuviera Consulta de la Casa y, si ésta lo aprobaba, que se
levantara un plano de la futura Iglesia para remitirlo al P. General.
El domingo 6 de agosto se tuvo la Consulta y se determinó se hiciese la
Iglesia. El P. Coluzzi encargó al P. Francisco de Paula Enrich s.j. que
levantara el plano de ella. Este se ofreció a dirigir el trabajo, pero no a buscar
los recursos por no poderse dar a entender fácilmente con la gente. Los otros
Padres se ofrecieron a buscarlos.
El 21 de agosto de 1882 el P. Superior de la Misión y su Socio terminaron la
Visita y fueron a Talcahuano para viajar por mar hacia Buenos Aires. Ese día
el P. Enrich le entregó un pliego de papel trasparente de un metro cuadrado,
copia del plano original que había hecho para esta Iglesia de San Francisco
Javier. Le gustó al P. Visitador y prometió enviarlo al P. General para solicitar
un permiso y aprobación. En Casa quedó el plano en un gran pliego de papel
de Marquilla.371
En el año 1888, los jesuitas de Concepción recibieron el permiso del P.
General de la Compañía de Jesús para poder iniciar la construcción de una
Iglesia dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. La persona tras ese proyecto fue
el P. Carlos Infante s.j. Obtenida la licencia, éste lo trató con el Vicario
Capitular de la diócesis quien dio el más amplio apoyo y, en un Decreto,
exhortó a la construcción de esa Iglesia como un templo de acción de gracias
por el término de la Guerra del Pacífico y los beneficios otorgados por el cielo
en la diócesis. Pidió que la Iglesia quedara en el sitio de la huerta, junto a la
Casa de Ejercicios y de la Residencia.
Desde su llegada al sur, concluida su misión en Antofagasta, empezó una
campaña en orden a conseguir fondos para levantar un templo como muestra
de Acción de Gracias a Dios por haber permitido el triunfo de Chile en la
Guerra y por el inestimable don de la paz. Y a fuerza de limosnas recogidas en
la zona y entre sus muchas relaciones familiares y en Santiago, estaba a punto
de empezarlo.
Para dar gracias a Dios por el término del conflicto del Gobierno en contra de
la Iglesia, iniciado en 1878 después del fallecimiento del Arzobispo Rafael
Valentín Valdivieso y la negativa de Roma al no aceptar la prolongación del
patronato real, pretendida por el Gobierno de Chile respecto al nombramiento
de los obispos, al asumir Monseñor Mariano Casanova, el Vicario Capitular de
Concepción, Don Vicente Chaparro, resolvió que se edificase, con
erogaciones de toda la diócesis, un templo al Sagrado Corazón de Jesús. Este
templo debía ser un testimonio de la consagración de la diócesis al Corazón de
371
Historia Domus Concepción, año 1882, en Archivo Provincia SJ.
177
Jesús hecha por Monseñor Hipólito Salas en 1875 y un monumento perenne
de gratitud a Dios por la paz alcanzada. Sabiendo que los Padres de la
Compañía de Jesús estaban por edificar su iglesia, señaló esa iglesia como
futura realización de esos deseos. Ambas cosas constan en su Circular del 13
de junio y de su Decreto del 30 de junio de 1888.
El día 3 de marzo de 1889 el Vicario Capitular de la diócesis bendijo y colocó
la primera piedra de la nueva Iglesia. Todo el resto de ese año, y los
siguientes, se trabajó incansablemente. La Hermandad del Sagrado Corazón de
Jesús pidió limosnas recorriendo toda la diócesis, y de sus capitales donó más
de 570 pesos.
Al final del año 1891, la obra de la Iglesia se estaba techando, lo cual era
importante porque así los obreros podían trabajar en los días de lluvia.
En 1892, la construcción de la Iglesia llegó a la torre. Los trabajos no se
habían interrumpido un solo día y hasta la fecha se habían gastado $ 80.000.
Los mismos jesuitas parecían admirados por el flujo ininterrumpido de las
limosnas, especialmente de los pobres.
La torre de la Iglesia, escribe en 1893 el cronista jesuita de la Residencia, del
templo más hermoso de la República, está terminada. Se han gastado a la
fecha, en toda la construcción más de $120.000.
En 1894 se colocó en la nueva Iglesia la cruz de la torre y solemnemente se
bendijo esa cruz y esa torre de más de 80 metros de altura. Hacia el exterior, la
Iglesia aparece como terminada, provocando admiración y orgullo en la
población.
En 1895, la Iglesia votiva en honor del Sagrado Corazón empezó a llegar a
feliz terminación, después de 7 años de grandes trabajos. En el mes de junio se
pudo entregar una parte de ella al uso de los fieles. En el interior se continuaba
con los estucos, con los altares y los adornos de los capiteles de sus
columnas.372
El templo se inauguró el 12 de junio de 1896, fiesta del Sagrado Corazón. La
consagración se verificó mucho después, en 1916, siendo Monseñor Luis
Enrique Izquierdo Vargas el consagrante.
Puerto Montt. Residencia
El 11 de diciembre de 1886 el Papa León XIII nombró Obispo de Ancud a
Fray Agustín Lucero Lazcano o.p., poniendo así término a la larga sede
vacante después de la muerte, el 21 de abril de 1882, del Obispo Francisco de
Paula Solar Mery, de la Orden de la Merced. El nuevo Obispo fue consagrado
en la iglesia de la Recoleta de Santo Domingo, en Santiago, el 6 de febrero de
1887 por Monseñor Mariano Casanova, Arzobispo de Santiago, asistido por
los Monseñores Jorge Montes y Evaristo Inojosa, canónigos de Santiago y
Ancud, respectivamente. Tomó posesión de su diócesis a fines de marzo de
372
Cf. Cartas anuas de Concepción, años.1887- 1895.
178
1887. Allí estuvo el Superior de la Residencia jesuita de Puerto Montt para
saludarlo a nombre de la comunidad y ofrecerle la ayuda que considerara
conveniente.373
En agosto de ese mismo año, Monseñor Agustín Lucero o.p. viajó a Roma con
motivo de la Visita ad limina, acompañado del Rector del Seminario, Pbro.
Christian Hauss y también del Ministro del mismo, Pbro. Gaspar Bohle.
Entonces, a petición del Obispo, se trasladó a Ancud el Padre Baltasar
Eichhorn s.j. a suplir a ambos en la dirección del Seminario.374 Y en el mes de
febrero del año siguiente viajó el P. Teodoro Schwerter s.j., como su
compañero, para dictar clases en el Seminario.375 Lo había hecho otras veces,
en años anteriores. Esta vez fueron dos años seguidos, con la interrupción de
los meses del estío vividos en comunidad en Puerto Montt.
Los ministerios en Puerto Montt fueron los habituales: en esa extensa
parroquia y sus numerosas Capillas, las que llegaban al número de 40, y
también las misiones dadas en las parroquias vecinas de Calbuco, Carelmapu
y en archipiélago de Chiloé. Todos los años, los Padres continuaron yendo a
Valdivia, Osorno y La Unión durante el verano, para dar misiones a los
colonos alemanes como también a chilenos.
El Colegio San Francisco Javier, ya podía llamarse Colegio y no Escuela,
tenía capacidad, en la Casa San Javier, para educar a 55 alumnos internos.
Todos asistían a clases en el edificio ubicado junto a la iglesia, a unas 6
cuadras del Internado. Los alumnos externos eran unos 70. La enseñanza era
propiamente primaria, pero de ordinario se daba un curso de secundaria, y
alguna vez el segundo. Los exámenes se daban únicamente ante los profesores
designados por los jesuitas, y hasta este entonces no tenían valor oficial.376
En este período, la Comunidad de Puerto Montt deberá lamentar la pérdida de
los dos jesuitas que la habían fundado: el P. Bernardo Engbert falleció el 15 de
mayo de 1891; el P. Schwerter morirá dos años después, en Ancud, el 25 de
mayo de 1893.
El año 1891 estuvo también marcado, además de la muerte tan sentida del P.
Bernardo Engbert, por la presencia de la gran epidemia de viruelas
desarrollada en la zona. Para esto último, muy poco podía hacer la medicina
en esos tiempos y los muertos se contaron por centenares. Los Padres debieron
multiplicarse para atender espiritualmente a tantos enfermos moribundos, y no
sólo en la ciudad, sino también en lugares muy apartados en los campos.377
En abril, el Obispo Monseñor Lucero pidió la colaboración de los jesuitas para
la preparación del II Sínodo diocesano convocado para los inicios del año
siguiente.378
373
Oviedo, op. cit., pág. 120; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., 99 y 100.
Historia domus Pto. Montt, vol. II, pág. 98.
375
Id., pág. 117; Cf. Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit. pág. 102e.
376
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 102; Cf. Hernández, op, cit., pág. 258.
377
Historia domus Pto. Montt, vol. II.
378
Id, pág. 166. Nota; en el libro de Oviedo, op. cit, 120, se dice que este Sínodo se celebró en enero de 1894.
374
179
En enero de 1892, fue nombrado Superior el P. Lorenzo Wolter s.j. en lugar
del P. Düffels que lo había sido durante ocho años. La vida del P. Wolter la
señalamos más arriba, cuando fue nombrado Superior en la Residencia de
Valparaíso.
Entre los hechos que se señalan, fuera de los ministerios habituales, está la
decisión de traspasar la Casa San Javier a la Congregación de las Hermanas de
la Caridad, y el traslado del Internado al edificio que será construido junto a la
iglesia y a la comunidad para que ésta, especialmente, no esté dividida.
Ese año también, el 26 de febrero, entró en fuerte erupción el Volcán Calbuco
con abundancia de humo y gran columna de fuego.379 El 29 de noviembre
hubo una segunda erupción, la mayor a las 7 de la mañana; después el humo
obscureció toda la región, debiéndose encender las luces en las calles. Las
tinieblas duraron dos horas. Las cenizas cayeron ininterrumpidamente los días
1 y 2 de diciembre.380
La construcción del nuevo Colegio San Francisco Javier se prolongará todo el
año 1893 y gran parte de 1894, por los trabajos de nivelación de los terrenos,
la discusión de planos, el acopio de materiales y la edificación misma. El
traslado de los alumnos internos al nuevo Colegio se hizo en el mes de marzo
de 1895, cuando se dio comienzo al curso escolar de ese año. Y el 11 de
marzo se entregó a las Hermanas de la Caridad la Casa San Javier que en
adelante se llamará “Asilo del Buen Pastor”.381
Puerto Varas. Statio
La primera visita a Puerto Varas la hizo el P. Teodoro Schwerter s.j. en el año
1859. Esa vez estuvo en la casa del colono alemán don Wilibaldo Klenner en
la zona de La Fábrica, lugar donde terminaba la angosta senda que
comunicaba con la ciudad de Puerto Montt. Allí celebró por primera vez la
Eucaristía, junto al lago Llanquihue.
Unos de los primeros Oratorios, junto al lago, se instaló en la casa de la
familia Droppelmann que se había radicado en la chacra N° 20 a la salida sur
de la senda Puerto Varas a Puerto Montt
Los Padres de Puerto Montt solían viajar con alguna frecuencia a caballo los
sábados a Puerto Varas, y celebraban allí el día domingo la Misa, confesaban
y administraban los Sacramentos. Regresaban a Puerto Montt en la tarde del
mismo domingo.
En 1870, el P. Francisco de Paula Enrich s.j., Superior en Puerto Montt,
consiguió cuatro sitios, o una manzana, para una Capilla. El Intendente de
Puerto Montt, don Natalio Lastarria, cedió esos terrenos gratuitamente y se
legalizó con escritura pública el 3 de diciembre de 1873. Más tarde, el Obispo
de Ancud, Monseñor Abraham Aguilera, cedió esa manzana para Plaza, el 22
de abril de 1929.
379
Id., pág. 185.
Id., pág. 200.
381
Id., pág. 202.
380
180
El P. Enrich, con la cooperación de los colonos, logró levantar un templo
sencillo, con una torre, el cual fue bendecido el 6 de enero de 1872 y dedicado
al Sagrado Corazón de Jesús. En esa fecha, sólo había una docena de casas en
Puerto Varas.
Este templo, pues, estaba ubicado en lo que sería la Plaza de Armas de la
ciudad.
El P. Juan Mellwig s.j., desde 1885, se había familiarizado con la región del
lago Llanquihue, teniendo como centro de sus actividades a Puerto Varas. Y
su modo preferido para ejercer sus ministerios consistió en la erección de
Capillas en los lugares que le parecían más adecuados. Se habían hecho
Capillas en La Fabrica en honor a San Francisco Javier; en Puerto Rosales en
honor a San Estanislao de Kostka, en 1875; en Línea Nueva, dedicada a la
Virgen de Lourdes, en 1880; en Frutillar, en honor de la Virgen Inmaculada,
en 1884; en Nueva Braunau, a María Auxiliadora, también en 1884. Él
continuó edificando Capillas: en Quilanto, dedicada a la Anunciación de la
Virgen, en 1886; en Ensenada, dedicada a San Pedro Claver; en 1886; en
Coligual la de San Juan Evangelista, en 1893; la de Santa María en Línea
Santa María, también en 1893.382
En 1890 los habitantes de Puerto Varas y de Puerto Octay levantaron una
solicitud al Obispo de Ancud, diciendo los primeros que ellos hasta se
contentarían con un sacerdote chileno.383
El 7 de septiembre de 1893, el P. José Saderra s.j., Superior de la Misión,
autorizó al P. Lorenzo Wolter s.j. a fundar una Statio de la Compañía, de 2
Padres y 1 Hermano, en la vecina ciudad de Puerto Varas señalando que debía
proveerse lo necesario para ello. Este proyecto había sido concebido y deseado
por los Padres de Puerto Montt, y comunicado oportunamente al Obispo de
Ancud.384
El 1 de diciembre de 1893, el Obispo de Ancud, Monseñor Agustín Lucero
Lazcano o.p. firmó solemnemente el Auto de la erección de la Parroquia de
Puerto Varas, y el 2 de diciembre dictó el Decreto nombrando como primer
párroco al P. Juan Evangelista Mellwig s.j. Y el 7 enero de 1894 se firmaron
las escrituras de la compra del terreno donde quedará la Casa de la nueva
comunidad y la iglesia parroquial. A ese terreno trasladaron inmediatamente la
antigua Capilla y la casa-ermita anexa a ella.385
Las construcciones demoraron todo el año 1894, atendiendo siempre la nueva
parroquia de Puerto Varas, en viajes continuos de los Padres desde Puerto
Montt. Siempre alojaron en la Casa-ermita, o en la nueva Casa cuando estaba
en parte habitable.
382
Cf. Bernardo Horn, Parroquia del Sagrado Corazón de Puerto Varas, págs. 7-17.
Historia Domus Pto. Montt, vol. 2, pág. 143.
384
Id., pág. 196.
385
Id., pág. 203.
383
181
El P. Juan Evangelista Mellwig Hanrad s.j. había nacido el 19 de febrero de
1845 en Scherfede, Westfalia, en Alemania.
Realizó sus primeros estudios en Warburg, pueblo vecino a Paderborn.
Concluidos éstos, el 29 de septiembre de 1868 ingresó a la Compañía de Jesús
en Friedrichsburg, cerca de Munster. Concluido el noviciado, sirvió como
enfermero en la Guerra de 1870-1871 entre Francia y Alemania. En Ditton
Hall y Porticus, Inglaterra, estudió dos años de Retórica, tres de Filosofía y
después la Teología. Se ordenó de sacerdote el 18 de septiembre de 1880 Y
concluida la Tercera Probación fue destinado a Chile.
Se embarcó con el P. Huberto Düffels s.j. en Liverpool, en viaje directo a
Puerto Montt, a donde arribaron el 19 de octubre de 1881, después de 6
semanas de tranquila navegación. La llegada de ambos causó sorpresa y
alegría. Allí el P. Mellwig iba a trabajar toda su vida.
Poco tiempo se ocupó como educador en la Escuela San José de Puerto Montt,
después Colegio San Francisco Javier, y cuando se erigió la parroquia de
Puerto Varas en 1894, él fue su primer párroco.386
El traslado definitivo de P Juan Mellwig s.j., de su Ayudante el P. Guillermo
Tilly s.j. y del Hermano jesuita Juan Terhardt s.j. pudo realizarse para el 1 de
enero de 1895, Fiesta titular de la Compañía de Jesús.387
Desde entonces los misioneros jesuitas eran recibidos con grandes muestras de
aprecio. Las familias de origen westfaliano, y por lo tanto de religión católica,
sentían sumo placer cuando eran visitadas; podían así participar en la Misa, y
recibir los sacramentos.
Mucho trabajó el P. Mellwig para fomentar el canto en la iglesia y en las
procesiones. Para este fin compuso el libro llamado “Cecilia” que es un
devocionario de oraciones y cánticos que él mismo había encontrado en sus
excursiones o Misiones en la diócesis de Ancud. También fundó una banda de
músicos para las festividades en Puerto Varas y en las Capillas.388
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines del año 1895
A fines del gobierno del P. José Saderra s.j., como Superior de toda la Misión
de Chile-Paraguay, la Misión Chilena de la Compañía de Jesús tenía en el país
78 jesuitas, de los cuales 36 eran sacerdotes, 7 Escolares que hacían la
experiencia del magisterio y 35 Hermanos jesuitas.
La Misión en Chile tenía 5 Casas establecidas en forma permanente. En
Santiago, tenía el Colegio San Ignacio y la iglesia anexa. En Valparaíso, una
Residencia, con iglesia, una Casa de Ejercicios anexa y una Escuela primaria
bastante solidificada. En Concepción, una Residencia, con iglesia, Casa de
Ejercicios y una Escuela primaria recién fundada. En Puerto Montt, la
Residencia, para alemanes y chilenos, con iglesia, una parroquia muy extensa,
386
Tampe, op. cit. pág. 150.
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 106.
388
Cf. Historia Domus de Puerto Octay, Archivo SJ. págs. 28 y 29.
387
182
y un servicio de misiones en toda la diócesis de Ancud, desde Valdivia hasta
el extremo del archipiélago de Chiloé.
No existía aun Casa de formación en el país, a pesar de los deseos de los ya
bastante numerosos jesuitas nacidos en Chile. Las vocaciones a la Compañía
debían ir a la vecina República Argentina, en viajes difíciles por el paso de la
cordillera de los Andes y ausencia de buenos medios de comunicación. El
noviciado y estudios clásicos debían realizarse en la ciudad de Córdoba,
Argentina. Y la Filosofía, Teología y Tercera Probación, en España.
Novicios de Chile ingresados en Córdoba, Argentina
Desde el cierre en Chile de la Casa de formación, primero la de Residencia en
la calle Lira de la ciudad de Santiago, y después, a comienzos de 1879, la de
Concepción, los jesuitas de Chile debían enviar a la ciudad de Córdoba, en
Argentina, a los jóvenes o sacerdotes que desearan ingresar en la Compañía de
Jesús. El Noviciado quedaba en la misma Residencia de la antigua Compañía
que había sido devuelta a los jesuitas en 1839. Esta determinación de cerrar el
Noviciado en Chile, no fue, por supuesto, del agrado de todos los que
trabajaban al poniente de la cordillera de los Andes. Consideraban muy lejano
el lugar de la nueva Casa de formación, y muy difícil el tener que adaptarse a
costumbres que les eran tan distintas.
En los primeros años, desde la determinación hecha por el P. Baltasar Homs
s.j., hubo una cierta resistencia a enviar novicios al otro lado de la cordillera,
con excepción del joven José Antonio Zuazo, de origen portugués, quien tenía
ya en la Compañía un hermano, en Mendoza, y que deseaba seguir su misma
vocación como Hermano jesuita.
El nuevo Superior de la Misión, P. José María Rovira s.j., que había sido
Rector en el Colegio San Ignacio de Santiago, insistió en 1884 en la necesidad
de superar los inconvenientes de tan largo viaje y ayudar al ingreso de
novicios para la Compañía. En 1885 ingresaron dos, manteniendo todos los
años ese promedio que era el tradicional en el país. En 1891, ingresaron tres,
siendo uno de ellos el Pbro. José Ignacio González Eyzaguirre. Al término del
año 1895 habían ingresado 20 novicios: 16 para el sacerdocio y 4 para
Hermanos. De ellos, perseveraron todos a excepción del Pbro. González y dos
jóvenes que ingresaron para sacerdotes.
El futuro Arzobispo de Santiago: Juan Ignacio González Eyzaguirre,
novicio
Fue curioso el enojo del Arzobispo de Santiago por la vocación a la Compañía
de Jesús de don Juan Ignacio González Eyzaguirre, uno de los miembros
distinguidos del clero de la arquidiócesis de Santiago.
Asistía el P. Rector del Colegio San Ignacio, P. Antonio Garriga s.j., a la fiesta
que daban los Padres Lazaristas por la beatificación del P. Juan Gabriel
Perboyre, de la Congregación de la Misión, mártir en China, celebrada en
Roma por el Papa León XIII el 10 de noviembre de 1889. Disgustado el
Arzobispo Sr. Mariano Casanova, también presente, por las continuas
183
peticiones del Sr. González Eyzaguirre, Rector entonces del Seminario de
Valparaíso, para que lo dejara ingresar en la Compañía, habló pública y
ásperamente al P. Rector, y hasta apareció en la prensa, que esa vocación era
contraria a su voluntad. Informado el P. Superior de la Misión, éste escribió a
Monseñor Casanova y éste, arrepentido de su vehemente proceder, se dedicó
con esmero a atender y a comprender al P. Rector. Asistió el Arzobispo a un
acto público, celebrado en su honor el 28 de julio, y el 31 celebró el Pontifical
de San Ignacio en la iglesia del Colegio, y el 11 de septiembre confirmó a 130
alumnos.
El Sr. Juan Ignacio González Eyzaguirre consiguió el permiso para entrar en la
Compañía y el 2 de abril de 1891 llegaba a Córdoba, en Argentina, para iniciar
el noviciado. Y sin embargo, regresó de allí casi de inmediato, el 11 de abril
del mismo año. Se dice que él encontró que las reglas no eran para él y que al
conocer a sus compañeros de noviciado los había considerado muy niños.
A su regreso a la arquidiócesis, fue Director General de la Sociedad de San
José, en 1900 Vicario General, en 1906 Consejero de Estado, Obispo titular de
Flaviades en 1907, y desde 1908 Arzobispo de Santiago. Siempre se mostró
persona de mucha piedad, amante de los pobres y de la pobreza, dedicado a
obras sociales y sostenedor de los Colegios y la prensa católicos.
Como cuarto Arzobispo de Santiago, Monseñor Juan Ignacio González
Eyzaguirre, mostró siempre un gran amor a la Compañía de Jesús; fue
bienhechor, con crecidas sumas de dinero, del Colegio San Ignacio y de las
Residencias jesuitas de Puerto Octay y Puerto Varas.
Al agradecer, el 1 de mayo de 1918, la Carta de Hermandad otorgada por la
Compañía dijo:
“Durante mi gobierno, no se ha hecho otra cosa que, según la norma de todos
los Arzobispos de Santiago desde el restablecimiento de la Compañía de Jesús
en Chile, hacer de los jesuitas los consejeros y directores de todos nosotros, y
obligados Padres y maestros del espíritu y de la conciencia del clero dirigente
y del que está formándose”.389
Capítulo V. El P. Antonio Garriga s.j. Superior de la Misión (1895-1903)
El P. Garriga, después de haber dejado el rectorado del Colegio San Ignacio,
pasó a ser Rector del Seminario de Montevideo, en Uruguay, sucediendo allí
al P. Ramón Morel, quien también había sido Rector en San Ignacio.
En Uruguay, el P. Garriga se había hecho notar por su carácter suave y
amable. Había favorecido el aspecto litúrgico y terminado la serie de
construcciones que había iniciado su dinámico antecesor.
Después de seis años en Montevideo, el 16 de diciembre de 1895 fue
nombrado Superior de toda la Misión de Chile-Paraguay, cargo que va a
desempeñar durante 8 años, hasta el 15 de diciembre de 1903.
389
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, págs. 52 y 53.
184
La República parlamentaria en Chile
Después del triunfo del Parlamento, en la Guerra Civil de 1891, comenzó en
Chile lo que se llamó la República parlamentaria. El gobierno del país pasó a
ser controlado por los partidos políticos: conservador, liberal, nacional,
liberal-democrático, liberal doctrinario, y radical, según fueran sus mayorías o
alianzas parlamentarias.
Los liberales y conservadores llevaron al poder, primero, al Comandante de la
Escuadra sublevada en 1891, el Capitán de navío Don Jorge Montt Alvarez
para el período 1891-1896.
En 1896 la elección del Presidente de la República resultó muy difícil. El
candidato del Partido Liberal, Nacional y Conservador fue Don Federico
Errázuriz Echaurren. El candidato de los Liberales democráticos, liberales
doctrinarios y radicales fue don Vicente Reyes Palazuelos. Proclamados los
candidatos, la campaña electoral fue ruda y violenta.
Realizado el escrutinio por el Congreso pleno, éste anuló la designación de
algunos electores y dejó a Errázuriz con 137 votos y a Reyes con 134. Al
anularse esos primeros votos, ninguno de los dos candidatos tenía la mayoría
absoluta, y correspondió al Congreso elegir. Errázuriz fue designado
Presidente por 62 votos, contra 60 de Reyes.390
Como los ánimos se excitaron más de lo conveniente, el “Tribunum militum”,
o Jefe de plaza, Sr. Ortúzar, ordenó vigilar el Colegio con soldados.
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
En este período la Residencia de Valparaíso tuvo como Superior al Padre
Antonio Sacrest, quien lo era desde el año 1892 y lo será durante dieciséis,
años, hasta 1908
En 1896 había en la Residencia 7 sacerdotes y 5 Hermanos, lo que no había
sucedido antes. Esto les permitió dar numerosas Misiones, trece, en las
diversas poblaciones de Valparaíso. Y contabilizaron en la Historia de la Casa:
37.254 Confesiones, 35.600 Comuniones; 124 Sesiones de Catecismos; 450
Primeras Comuniones, 180 sermones; 4 Ejercicios a religiosas; 7 a clérigos y
16 corridas a laicos en la Casa de Ejercicios; 100 Visitas a los hospitales.
El 13 de marzo de ese año, a las 10.30 de la noche hubo un gran temblor,
como no habían sentido antes. Y las réplicas se repitieron toda la noche cada
10 minutos. Los Padres y Hermanos creyeron que muchas casas se habrían
derrumbado y algunos salieron de casa para socorrer a los necesitados, pero no
hubo desgracias personales y sólo algunos destrozos en algunas casas.391
390
391
Frías, op. cit., págs. 398 y 399.
Historia Domus Valparaíso, págs. 162 y 163.
185
En los años siguientes el número de Misiones en la ciudad y en el campo
aumentó hasta llegar a 30, alcanzando hasta la ciudad de La Serena por el
norte.
En el mes de diciembre de 1899 se tomó la decisión de reemplazar la antigua
iglesia. La demolición duró hasta mediados del mes de febrero. Se trabajó
intensamente todo ese año 1900 bajo la dirección del arquitecto Don Nicanor
Marambio y el Director de obras Don Hermógenes Mardones. La nueva
iglesia fue bendecida solemnemente por el Gobernador Eclesiástico de
Valparaíso, Pbro. Luis Enrique Izquierdo Vargas, el día 30 de diciembre del
año 1900. De longitud tiene 49 metros y de ancho 17. Toda la obra se
construyó en el estilo corintio.
El financiamiento de la nueva iglesia se logró íntegramente en Valparaíso.
Fueron muchos los bienhechores, distinguiéndose doña Juana Ross viuda de
Edwards, doña Inés Sanhueza viuda de Aceituno y la señora Jovita Donoso.
En 1901 se pusieron en la nueva iglesia las primeras 14 vidrieras que habían
sido encargadas a Munich, en Alemania. En ellas están además del Corazón de
Jesús y la Inmaculada, San Ignacio y otros santos y bienaventurados jesuitas.
Además, en el frontis de la iglesia se colocaron tres estatuas de piedra. En
1902 se colocaron otras 20 vidrieras, fabricadas por el mismo artista en
Baviera. En las cuatro del Altar mayor están representados: el misterio de la
Encarnación, el de la Natividad, el de la Oración del Huerto y el de la
Flagelación del Señor. En 1903 se colocaron las 40 bancas; también el Vía
Crucis hecho en Alemania, y el púlpito.392
Los ministerios fueron muy semejantes a los de años anteriores. La actividad
de los Padres en estos últimos decenios se orientó preferentemente a las
Misiones y Ejercicios espirituales, también fuera de Valparaíso, y en particular
en la zona central del país. Un índice de esa actividad: en un lapso de diez
años, de 1897 a 1907 se dieron 244 Misiones y 227 Ejercicios.
Durante el año 1906, los Padres Eugenio Infante y Luis Téllez, ambos
chilenos, dieron no menos de 12 Misiones en la Provincia de Tarapacá. Al año
siguiente fueron al mismo sitio los Padres Pío Gibernau y Mariano Camps.
Santiago. Colegio San Ignacio
Durante este período son Rectores del Colegio: el P. José Saderra (18961898), el P. Ramón Morel (1899-1900) en un segundo período de Rector, y el
P. Jaime Solá (1900-1903) en el primer trienio de su rectorado.
La elección del Presidente Sr. Federico Errázuriz Echaurren en 1896 fue bien
recibida por los Padres del Colegio, pues él era el primer ex alumno del
Colegio San Ignacio que llegaba a la suprema magistratura del país. Siempre
encontraron en él una voluntad decidida para cooperar, como mandatario
supremo, al bienestar y engrandecimiento de la Iglesia.393
392
393
Id., págs. siguientes.
Hanisch, Historia Colegio San Ignacio, manuscrita, pág. 124.
186
Al llegar la Repartición de Premios, el 15 de diciembre de 1899, el Presidente
fue a presidirla, acompañado de tres Ministros; Don Carlos Antúnez, Don
Carlos Morla Vicuña y Don Francisco de Borja Valdés y del Intendente de la
Provincia, Don Joaquín Fernández Los dos primeros habían sido alumnos del
Colegio.394
A don Federico Errázuriz le correspondió encarar la grave cuestión de límites
con la República Argentina, surgida del Tratado de 1881, y la disputa por la
Puna de Atacama. En el año 1898 el conflicto llegó a su punto más candente y
estuvo a punto de estallar una guerra entre ambos países. Gracias a la política
pacifista que impuso el Presidente Errázuriz, la guerra se evitó, entregando el
litigio al arbitraje, y sellando públicamente el restablecimiento de la
cordialidad y paz mediante el llamado “Abrazo del Estrecho”, realizado en
1899 entre los Presidentes Federico Errázuriz y Julio Roca.395
Durante el rectorado del Padre Saderra hubo varias mejoras en los edificios
del Colegio:
1. Se terminó la galería del patio de los Padres en 1896, que se había
empezado en el rectorado anterior.
2. Se mejoró el sistema de luces.
3. La Casa de Azolas, la de vacaciones, fue embellecida con 2 surtidores y
nuevos jardines.
4. En 1897 recibió dos legados para las torres y el frontis de la iglesia; $
15.000 de doña Dolores Prieto y $ 5.000 de la legítima del P. Fernando
Ochagavía s.j.396
El año 1898 los alumnos del Colegio presentados a exámenes fueron 443. De
estos, 149 resultaron distinguidos, 239 aprobados, y 45 rechazados.
En la Historia de la Casa, de ese año 1898, se escribió: “No será ingrato
referir que las comisiones de la Universidad que vinieron a nosotros para
examinar (“ad nos venerunt”) a nuestros alumnos no se mostraron hostiles,
sino más bien benignos; de tal modo que el resultado de los exámenes, mirado
el cuidado de los profesores y la diligencia de los alumnos, fue el que nosotros
esperábamos”.397
El P. Ramón Morel s.j. empezó su segundo rectorado al suplir al P. Saderra
quien partió a España. Empezó como Vicerrector el 30 de enero de 1898; fue
nombrado Rector el 19 de febrero de 1899, y dejó el cargo el 15 de enero de
1900. Ya estaba enfermo. Tenía temor de volverse loco, y de hecho fue
perdiendo lentamente el uso de sus facultades.398
394
Id., pág. 134.
Cf. Frías, op. cit., pág. 268 y ss.
396
Hanisch, Historia Colegio San Ignacio, pág. 133.
397
Id., pág. 139.
398
Id., pág. 137.
395
187
En 1899 se arregló la fachada de la iglesia haciéndole un frontis adornado de
columnas corintias y jónicas; y se colocaron las estatuas de San Ignacio en la
parte superior, y las de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga en los
costados.
Y finalmente, se afirmaron los arcos y cimientos para las torres de la iglesia,
que tienen 47 metros de altura. Cada torre estaba calculada en 20 mil Kg., y
por dentro serían de arcos de fierro y por fuera de ladrillos. Estas obras las
dirigía el arquitecto don Eugenio Joannon. Empezadas el año anterior, se
terminaron en octubre de 1900.
Entre los regalos para la iglesia, hechos ese año de 1899, figura una campana
de 1.650 Kg.399
Para completar la obra, se decidió cambiar la parte del edificio ubicado entre
la Portería recién construida del Colegio y la antigua que daba al atrio de la
iglesia. Esa parte se destruyó enteramente y, desde el suelo, se construyó de
dos pisos, seis habitaciones por piso, todo de cal y ladrillo, y no de adobe
como el resto del Colegio, con amarras de fierro y pequeñas bóvedas de
ladrillo. Esta construcción quedó terminada en mayo de 1901.400
El P. Jaime Solá s.j. había nacido en España el 22 de octubre de 1846. Ingresó
en la Compañía el 5 de mayo de 1869 en el Noviciado de Santa María, en los
suburbios de Toulouse, Francia, durante la expulsión española. Al año
siguiente pasó a la Casa de San Francisco de Borja, también en Toulouse, para
cursar solamente un año de Retórica; lo que hace pensar que haya sido
seminarista antes de su ingreso en la Compañía. El primer año de Filosofía lo
hizo en Lyon, Francia, y los dos restantes en Gerona, restablecida la Compañía
en España.
En 1873, pasó a América y en el Colegio de Buenos Aires inició la
experiencia del magisterio. En 1874 la continuó en el Colegio San Ignacio de
Santiago, Chile, donde tuvo la clase de Suprema Gramática latina. En 1879
regresó a España para iniciar la Teología en la Casa de formación de Veruela.
La continuó al año siguiente en el Colegio Máximo de Tortosa. Donde recibió
la ordenación sacerdotal el año 1882. En 1883 hizo la Tercera Probación en
Manresa.
Regresó a América en 1884 y fue destinado al Colegio Seminario de Santa Fe,
Argentina, como profesor en el curso de Retórica y de idioma griego;
simultáneamente dirigió la Academia de Literatura. En 1886 pasó al Colegio
de Buenos Aires, también como profesor de Retórica, y después de Lógica,
Metafísica y Ética. El 15 de enero de 1900 fue nombrado Rector del Colegio
San Ignacio en Santiago, Chile.
Supresión del Latín en el Colegio. Al P. Jaime Solá s.j. como Rector le
correspondió asumir en 1901 un cambio notable en los programas de estudios
399
400
Id., pág. 140; Cf. Cárcamo, op. cit., pág. 111.
Id., pág. 151.
188
del Colegio. El Consejo de Instrucción Pública, por Decreto de junio de 1901,
suprimió la lengua latina como asignatura necesaria para el Bachillerato
secundario. Se hicieron reclamos por personas de peso, se agitó el asunto por
la prensa e intercedió el Arzobispo; pero nada ni nadie logró el cambio de
decisión en Don Manuel Barros Borgoño, Rector de la Universidad.
El Colegio se opuso a la medida, sintió perder ese medio que consideraba tan
apto para la formación de sus alumnos, pero la asumió. El Latín debía
cambiarse por el idioma inglés, o el alemán. El Colegio San Ignacio adoptó
para sus Preparatorias y los tres primeros años de Humanidades el idioma
inglés.401
El 2 de septiembre de 1901, el Excmo. Sr. Presidente Don Germán Riesco
visitó el Colegio, acompañado del Rector de la Universidad, Don Manuel
Barros Borgoño, y el Colegio le agradó. Los alumnos le hicieron un acto de
felicitaciones en el Salón de Actos por su reciente elección. El 21 de
diciembre de ese año, ya en posesión de su cargo, asistió a la repartición de
premios acompañados de sus Ministros Don Ismael Tocornal, ex alumno, y
Don Rafael Balmaceda.
Es de notar que Don Germán Riesco tuvo a 9 ex alumnos del Colegio entre sus
Ministros de Estado, y tres de ellos en dos ocasiones.402
A fines de noviembre de 1901, en la torre de la iglesia más vecina al Colegio,
se puso un reloj, sólido y de estructura, muy simple, de 4 esferas, con 3
campanas para anunciar las horas. El reloj fue hecho en Bilbao.403
Y entre las obras realizadas durante este primer trienio del rectorado del P.
Santiago Solá s.j. sobresalen:
El Patronato de San Estanislao de Kostka. El 24 de julio del año 1900, un
grupo de Congregantes Marianos del Colegio San Ignacio redujo a escritura
pública los estatutos del Patronato San Estanislao de Kostka, cuya finalidad
era trabajar por la regeneración moral de la clase obrera y en especial de los
que han sido reos, y de sus familias. Los ex alumnos que intervinieron en ello
fueron Carlos Casanueva, Ramón Huidobro, José Manuel Ortúzar, Francisco
Irarrázaval y otros.
Los medios serán: visitar las cárceles, ayudar a los reos en sus defensas,
proporcionándoles gratuitamente “abogados que patrocinen con interés sus
causas”, auxiliar a las familias de los reos, proporcionándoles trabajo y dinero
cuando salen, y crear un asilo para albergarlos, a ellos y a sus familias. Había
socios activos y pasivos: los activos, o cooperadores en los trabajos del
Patronato, deberían ser Congregantes; y pasivo, que contribuía a su
sostenimiento, podía ser cualquier católico con tal que se lo admitiera. El
Patronato recibió Personería jurídica el 6 de septiembre de 1900.404
401
Id., pág. 150.
Id., pág. 120.
403
Id., pág. 123.
404
Id., pág. 144.
402
189
El Patronato Nacional de la Infancia. Fue fundado en 1901 por el Intendente
de Santiago, el ex alumno Don Enrique Cousiño Ortúzar, con la colaboración
de los también ex alumnos Don Miguel Luis Valdés, Don Fernando Lazcano y
Don Joaquín Pinto C.
En el primer Directorio figuró Don Enrique Cousiño Ortúzar como Vice
Presidente, y entre los Directores Don Fernando Lazcano, Don Carlos Riesco,
Don Ismael Tocornal, Don Juan Enrique Tocornal y Don Miguel Luis Valdés,
todos ex alumnos del Colegio San Ignacio. Más adelante Don Enrique
Cousiño fue Presidente, y también el ex alumno Don Joaquín Figueroa
Larraín.
Del Patronato nacieron los Dispensarios de alimentación para niños
(cambiados, más adelante, por las Gotas de leche, extendidas a muchas
ciudades del país), la Olla del pobre para dar alimento a las madres durante la
lactancia, el Asilo de niños sin hogar, el Asilo maternal, Consultorios
prenatales, Ajuar infantil, Centros de madres, Clubes de niños. Uno de sus
éxitos más notables fue la disminución de la mortalidad infantil en el país.405
La Sociedad de Instrucción y de habitaciones para obreros. Contribuyeron a
formarla el Pbro. Don Juan Ignacio González Eyzaguirre, Don Juan Francisco
Fresno, el Pbro. Don José Horacio Campillo, Don José Iñiguez y Juan N.
Iñiguez, con una cuadra de terreno avaluado en $100.000 (en la calle Mapocho
entre la calle del Colegio, hoy Almirante Barroso, y Brasil) y también con un
sitio Don José Horacio Campillo y su hermano José Francisco. Además de
estos sitios, crearon una renta dando Don Alejandro Larraín Torres $5.000;
Don Pedro Infante, la Imprenta Chile de su propiedad y $1.000 en dinero; Don
Luis Campillo, $2.000. Los otros que dieron $4.000 en total, y Don Fernando
Irarrázaval, que donó $20.000, no eran ex alumnos. Todos los demás lo eran,
excepto Don Juan Ignacio González Eyzaguirre, que había sido novicio
jesuita.
Esta Sociedad, que todavía existe, tiene por objeto fundar y sostener Escuelas
gratuitas, Colegios y Patronatos cristianos; construir y propender el
establecimiento de habitaciones para obreros, higiénicas y baratas, y otras
obras semejantes; y dotar de servicio e instrucción religiosa, por los medios
conducentes a ello, a los Centros obreros. La Sociedad podía desarrollar su
actividad en cualquier parte de la República y su Patrona es la Inmaculada
Concepción. La Sociedad obtuvo Personería jurídica en 1904.406
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
El 12 de junio de 1896, en la festividad del Sacratísimo Corazón de Jesús fue
solemnemente bendecida e inaugurada la nueva Iglesia. Antes se celebró un
Triduo muy solemne, con gran concurrencia de fieles, y con predicadores
excelentes. Más de 2.000 comulgaron en la bendición.
405
406
Id., pág. 145.
Id., pág. 143.
190
En 1897 la Comunidad estuvo formada solamente por 5 sacerdotes y 5
hermanos coadjutores. Debieron hacer grandes esfuerzos para mantener el
ritmo de atención, pues 2 sacerdotes debían continuar con el ministerio de las
Misiones. Los Ejercicios se dieron cuatro veces a un total de 395 varones,
también cuatro veces a un total de 515 mujeres.
En la Cuaresma decidieron dar dos Misiones a los pobres: en la Iglesia nueva
y en la cárcel. Por primera vez, en Concepción se daba una Misión destinada
exclusivamente a los mendigos de la ciudad. Vinieron a la nueva Iglesia más
de 400 mendigos, y se les predicó, durante ocho días, como los Padres solían
hacerlo habitualmente; y en la Casa de Ejercicios se les dieron las comidas del
día. Algunos se confesaron; la mayoría no había comulgado en muchos años y
casi nadie había asistido alguna vez a escuchar el Catecismo. La segunda
misión fue en la cárcel, a los casi 300 detenidos. Allí casi todos recibieron los
sacramentos.
En ambas misiones los Padres fueron ayudados por las Religiosas de la
Inmaculada Concepción, quienes enseñaron Catecismo y proporcionaron ropa.
La Hermandad del Sagrado Corazón, que había llegado a tener casi 3.000
socios, decidió, movida por su Director el P. Carlos Infante, crear la
Hermandad del Corazón Inmaculado de María, para la conversión de los
pecadores, la cual se inauguró el 8 de septiembre con casi mil socios.
Las conversiones de protestantes fueron 30: abrazaron la fe católica 4 familias
alemanas.
El 23 de julio de 1898, al anochecer, sufrió la ciudad un terremoto con gran
destrucción de casas y edificios, ocasionando daños en la Iglesia como en la
Residencia, y llenando de terror a todos los habitantes. Varios miles de
personas, entre los cuales muchos que no recibían los sacramentos, acudieron
a las Iglesias a orar y a prometer ser buenos cristianos. Y el día de San
Ignacio, con una enorme presencia de fieles, un Padre franciscano bendijo el
hermoso Vía Crucis de la Iglesia. En los Ejercicios dados en Casa hubo gran
incremento, especialmente con relación a la regulación de matrimonios.
Las Misiones fueron siete, de las cuales 3 en la ciudad. Las de fuera se
tuvieron en Temuco, Cucha-cucha, San Javier y Penco. En la ciudad se dio
nuevamente la Misión para los mendigos, asistiendo otra vez más de 400,
todos adultos. Varios, por primera vez recibieron los sacramentos gracias a la
ayuda dada por las Religiosas de la Inmaculada Concepción que
pacientemente y con gran caridad los prepararon y atendieron con limosnas y
ropa.
En septiembre de 1898 se enfermó gravemente el P. Carlos Infante, y los
Superiores determinaron trasladarlo a Santiago para ver médicos.
En el mes de febrero de 1899 fue nombrado Superior el P. Pablo Gualdo s.j.,
venido desde el lado argentino. El P. Carlos Infante, casi del todo recuperado,
regresó a la Residencia, continuando con la responsabilidad de la Iglesia y de
la Hermandad del Sagrado Corazón.
191
Dos fuertes sismos sacudieron nuevamente a la zona, uno en agosto y el otro
en octubre, causando otra vez importantes daños en los edificios. Pero la
mayor desgracia fue la serie de inundaciones que debió soportar la ciudad,
debido al duro invierno y a las torrenciales lluvias. Más de 2.000 personas
quedaron sin hogar. Buena parte de esas familias encontraron asilo y alimento,
corporal y espiritual, en la Casa de Ejercicios. A eso se agregó el rumor,
propagado incluso por la prensa, de que el fin del mundo sería el 13 de
noviembre, fiesta de San Estanislao de Kostka para los jesuitas. En la víspera,
los confesores atendieron a los fieles toda la noche, y el 13 la asistencia en la
Iglesia fue multitudinaria.
La Hermandad del Sagrado Corazón pasó ya el número de los 3.000 socios y
la del Inmaculado Corazón de María llegó a 2.600. Todos los meses, la
Hermandad del Corazón de Jesús siguió fiel con la Misa y Comunión general
de los primeros domingos, con el canto del Oficio, la asistencia a la plática
dada por el P. Director, y a la preocupación y asistencia en los funerales de sus
socios. La Hermandad del Corazón Inmaculado de María, todos los sábados
oyó la Misa, pidiendo por la conversión de los pecadores y recibiendo la
Comunión.
Los ministerios en la Casa de Ejercicios, en la cárcel, en los hospitales, en las
12 Misiones dadas, fueron semejantes a los años anteriores.
En 1900, el P. Infante cayó nuevamente enfermo y sufrió cuatro meses.
Los ministerios en la ciudad fueron los habituales: Misión de enfermos en el
Hospital, Misión a los presos en la Cárcel y Misión a los mendigos en la
Iglesia. Éstos últimos fueron 800 y, como en años anteriores, comieron en la
Casa de Ejercicios y recibieron la atención espiritual de los Padres y de las
Religiosas de la Inmaculada Concepción quienes, puerta a puerta, habían
pedido limosnas y ropa para ellos. Y no sólo les enseñaron la Doctrina
cristiana, sino que les sirvieron a la mesa.
En la Casa de Ejercicios se dieron 8 corridas, a 500 personas. También, en los
conventos y Colegios de las Religiosas, como siempre.
Las Misiones fueron en Cucha-cucha, Yungay, Río Claro, Cabrero, Bulnes,
San Miguel y San Javier.
En 1901, en agosto fue nombrado nuevamente Superior el P. Carlos Infante,
quien en los años precedentes había sido liberado de esta carga, por estar
enfermo.
Las Misiones volvieron a ser 12, de las cuales tres en la ciudad. Pero ninguna
dio más consolación a los Misioneros como la que dieron en Puerto Montt.
Se dieron 7 corridas de Ejercicios a laicos, hombres y mujeres; una a los
clérigos; nueve a las Religiosas; cuatro a las alumnas; una a los Padres
mercedarios.
192
En la Misión a los mendigos, la atención externa estuvo a cargo de la
Hermandad del Sagrado Corazón, a una con la Hermandad del Inmaculado
Corazón de María. Esta vez el Obispo de la diócesis quiso dar en persona la
Comunión.
Varias veces a la semana, los Padres dieron las clases de Religión en la
Escuela de la Hermandad, y todos los domingos en el Oratorio de la Casa a
300 niños y niñas. Algunos pudieron tener alguna clase de Religión en las
Escuelas fiscales, cuyo acceso les estaba prohibido por la autoridad civil.
En la Iglesia continuaron las ornamentaciones: en diciembre el Sr. Obispo
bendijo el altar nuevo de la Virgen, solemnizando así el Mes de María
celebrado en la Iglesia con enorme presencia de fieles.
Este año las Confesiones escuchadas fueron 36.071; las Comuniones
repartidas, 39.324; los enfermos visitados, 509.
Las Misiones se dieron en Valdivia, La Unión, Osorno, Puerto Montt, San
Rosendo, Cabrero, Rere, Perales y San Javier.
En 1902 se dieron 16 Misiones. En Concepción en la catedral, en nuestra
Iglesia, en la cárcel y en el Hospital. Las foráneas fueron en: San Carlos,
Quillón, Lota, Río Claro-Cabrero, Coronel, Lumaco, Purén, Perquenco, San
Rosendo, Rere, Lota bajo y San Javier.
En 1903 no hubo grandes diferencias en los ministerios. El Obispo Labarca
mostró su complacencia a los jesuitas, otorgando nuevamente la facultad de
administrar el sacramento de la Confirmación en las Misiones predicadas en la
diócesis. Asimismo nombró a uno de los Padres como Prefecto espiritual en el
Seminario diocesano, el cual contaba con 200 seminaristas.407
Puerto Montt. Colegio incoado San Francisco Javier
En Puerto Montt, en 1895, el Internado San Javier se trasladó al edificio que
se había hecho para él junto a la Residencia.408 El traslado se hizo en los
primeros días del mes de marzo al comenzar el curso escolar, y el día 12 se
entregó el antiguo edificio a las Hermanas de la Caridad de la Inmaculada que
en adelante se llamará “Asilo del Buen Pastor”.409
Los ministerios fueron los habituales, además de los propios en la parroquia y
sus 40 capillas y la atención de las religiosas de Puerto Montt y sus alumnas:
Ejercicios en Ancud a religiosas, al clero y seminaristas; 12 Misiones seguidas
en Tenaún y sus capillas; y prepararon a dos muchachos para el Seminario
diocesano.410
El P. Pedro Fink s.j. pasó, en 1896, a ser el Superior de la Residencia. Este
misionero había nacido en Austria en 1835, estudiando en su ciudad natal y en
407
Cf. Cartas anuas Concepción años 1895-1903.
Hernández, op. cit., pág. 152.
409
Historia Domus Pro. Montt, vol. II, pág. 222.
410
Id, en págs. siguientes.
408
193
el Seminario de la diócesis de Brixen donde recibió la ordenación en 1858. En
1866 fue admitido en la Compañía de Jesús y después, en 1872, se ofreció
para viajar a Chile. En Puerto Montt fue un misionero infatigable.
Constantemente montaba a caballo para dirigirse a Quilanto, Loncotoro,
Coligual, Panitao, Puerto Octay o Frutillar, etc., a cada una de las numerosas
Capillas de la extensa parroquia entregada al cuidado de los jesuitas. No sólo a
las regiones de los colonos alemanes, bohemios y austríacos, sino también a la
zona de los chilenos y huilliches: Calbuco, Huar, Lenca, Huelmo, etc.411
El 10 de junio, por Decreto del Obispo y con solemne bendición, fue
entregada al culto la iglesia parroquial, en la plaza de la ciudad. Y desde
entonces, el párroco jesuita tuvo la obligación de decir Misa allí los domingos
y fiestas de guardar. La iglesia del Colegio continuó con su actividad habitual
a cargo de los otros jesuitas.
Este año se dieron Misiones en Chonchi, Quellón, Los Payos en Chiloé, Yate
y Petrohué en el Estuario de Reloncaví, Valdivia, Osorno; en Calbuco y 4 de
sus capillas.412
En 1897 el número de los jesuitas de la Residencia de Puerto Montt se
incrementó notablemente con la llegada, en el año anterior, de los Padres
Guillermo Sander, José Harter y el H. Bernardo Middendorf, y este año del P.
Gaspar Bohle que había ido a Alemania a hacer allí el noviciado, y el H.
Antonio Dreimüller.413
Con satisfacción, en febrero de este año, señala el jesuita escritor de la
Historia Domus la satisfacción de todos por la despedida que hicieron al joven
Teodoro Ebel Beiler, alumno del Colegio que iba a Córdoba, Argentina, para
ingresar en la Compañía.414
En este año 1897 el P. General de la Compañía constituyó al Internado San
Francisco Javier como “Colegio incoado San Francisco Javier”. La enseñanza
continuaba siendo primaria, pero en forma extraordinaria se daban a veces uno
o dos años de cursos secundarios.415
En 1898, el número de los sacerdotes llegó a 10 y el de los Hermanos a 11. Un
sacerdote y dos Hermanos enseñaban en el Colegio. Por primera vez, en forma
estable se tuvo completo el Primer Año de Humanidades, con 15 alumnos. Los
alumnos de educación primaria eran 86. De ese total de 101 alumnos, 51 eran
internos, 6 medio pupilos y 44 externos.416
Además de los ministerios habituales de todos los años, y los Ejercicios a
religiosas, clero y seminaristas en Ancud, este año se dio una Misión bastante
prolongada en la zona de Rolecha; también en Calbuco, en Quenac y en los
Curatos de Chacao y Llinco.417
411
Cf. Tampe, op. cit. pág. 142.
Cf. Historia Domus Pto. Montt, vol., II, págs. 233-259.
413
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 106.
414
Historia Domus Pto. Montt, vol. II, pág. 252.
415
Cf. Aedo, op. cit., pág. 13.
416
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 107.
417
Cf. Historia Domus Pto. Montt, vol. II, págs.267-283.
412
194
En febrero de 1899 el nuevo Obispo de Ancud, Monseñor Ramón Angel Jara
Ruz, hizo la primera visita canónica a la parroquia de Puerto Montt donde
confirió el Sacramento de la Confirmación a 1.288 personas.
En 1901, con licencia del Superior de la Misión, el P. Guillermo Tilly fue
nombrado párroco de la nueva parroquia de Cochamó, separada de la de
Puerto Montt, pero sin obligación de residencia estable. Deberá empezar los
trabajos de la iglesia parroquial. Todo ese año, y el siguiente, el P. Tilly lo
empleó en recorrer todo el estuario de Reloncaví, edificando pequeñas
Capillas, confesando, celebrando la Eucaristía y entregando la responsabilidad
de esas comunidades a los “fiscales”, como lo habían hecho los jesuitas en la
época colonial. Cada dos meses viajaba a Puerto Montt, a vivir en la
comunidad durante unos 15 días.418
En el año 1902, en el Colegio se agregó el Segundo Año de Gramática latina y
el número de los alumnos internos alcanzó hasta 62. Se inició entonces la
construcción de una nueva ala en el edificio, con tres salas de clase, un salón
grande para estudio y otras piezas para profesores.419
Ese mismo año hizo el Obispo de Ancud la visita canónica a Punta Arenas,
acompañándolo el P. Silvestre Correa s.j., quien pertenecía a la comunidad del
Colegio de Puerto Montt, para dar allí misiones. Los Padres dieron Misiones
en 4 Capillas de la parroquia de Maullín; suplencias por 2 meses en la
parroquia de Calbuco; en varias parroquias de Chiloé y dentro de la parroquia
jesuita en las Quemas, en Lagunitas, donde el P. Juan Mundwiler s.j. había
edificado una pequeña Escuela de primeras letras; en Piedra Azul; en la isla
Maillen, en Coihuín, en Huar; y ayudaron a los jesuitas de la Statio de Puerto
Varas en la sede parroquial y en Misiones en su territorio.420
Puerto Varas. Statio
En la Statio jesuita de Puerto Varas, dependiente de la Residencia de Puerto
Montt, la vida religiosa se tuvo siempre en forma unida con los Padres de la
Residencia, en lo referente a Ejercicios anuales y otros actos de comunidad.
Las dos parroquias, en lo jurídico, eran independientes. La de Puerto Varas
atendía de preferencia todas las Capillas y comunidades ubicadas alrededor
del Lago Llanquihue y sus cercanías; muchas de estas comunidades eran de
colonos germánicos. La de Puerto Montt, las capillas ubicadas más al sur,
abarcando toda la costa meridional, las capillas e islas que no pertenecieran a
las parroquias de Calbuco y Maullín que eran sus inmediatas vecinas.
Generalmente hubo siempre allí dos sacerdotes y un Hermano jesuita. El P.
Juan Mellwig s.j. fue el primer párroco y lo fue hasta el año 1903,
prácticamente diez años, en que fue reemplazado por el P. Guillermo Sander.
Desde un inicio tuvieron una iglesia que fueron implementando con esmero.
Siguiendo el ejemplo de las otras comunidades jesuitas, allí establecieron casi
418
Id., pág. 108; Cf. Historia Domus Pto. Montt, vol. III, págs. 11-43 passim.
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit., pág. 109.
420
Cf. Historia Domus Pto. Montt, vol. III, págs. 24-43ro.
419
195
de inmediato sendas Congregaciones Marianas para jóvenes y niñas,
Congregación de la Buena Muerte para adultos, y daban clases de Catecismo
en la iglesia y en las Escuelas fiscales. Continuamente visitaban las
Comunidades de su extensa parroquia; acudían a confesiones, a la atención de
enfermos, a funerales.
La salida del P. Juan Mellwig s.j. de Puerto Varas causó mucho sentimiento y
dolor en la mayor parte de las familias chilenas como alemanas, de toda la
zona. Se reunieron y bajaron hasta Puerto Montt y escribieron solicitudes al
Señor Obispo y al Superior de la Compañía. Y cuando constataron que no
tenían otra cosa que hacer, decidieron unir ánimos para poder levantar el
Colegio de la Sagrada Familia para las niñas y luego el Hospital, en Puerto
Varas.421
El Párroco de Puerto Varas y su capellán auxiliar atendían catorce Capillas:
Frutillar, Los Riscos, Línea Nueva, Santa María, Coligual, Quilanto, Puerto
Octay, etc. En cada una de ellas, para la festividad del Santo Patrono, o
Patrona, se realizaba la Novena, que culminaba con la presencia del sacerdote
para la Misa.422
Ancud. Seminario diocesano
El 28 de abril de 1898, el Papa León XIII eligió Obispo de Ancud al
Gobernador eclesiástico de Valparaíso Monseñor Ramón Angel Jara Ruz.
Sucedía a Monseñor Agustín Lucero Lazcano o.p., fallecido en Ancud el 3 de
diciembre de 1897, después de gobernar la diócesis diez años. Fue consagrado
en el templo de los Sagrados Corazones en Valparaíso el 19 de junio de 1898
por Monseñor Florencio Fontecilla Sánchez, Obispo de La Serena.423
El 13 de octubre de 1898 tomó posesión de la diócesis Y casi de inmediato
inició gestiones en orden a conseguir que la Compañía de Jesús se hiciera
cargo de la dirección del Seminario diocesano. Conocía bien a los jesuitas y
supo escuchar la buena opinión que de ellos tenían los sacerdotes de la
diócesis. Envió a Puerto Montt el 10 de diciembre de ese mismo año al
Secretario del Obispado y ex alumno del Colegio San Javier, Pbro. Augusto
Klinke Leier, para saludar al P. Antonio Garriga s.j., Superior de la Misión, e
invitarlo a Ancud en orden a obtener de la Compañía de Jesús el que ella
pudiera hacerse cargo de la dirección y administración del Seminario de la
diócesis. El 19 de diciembre viajaron a Ancud el P. Garriga, su Socio el P.
Pablo Banqué s.j. y el P. Gaspar Bohle s.j., quien había sido Ministro en el
Seminario.424
El 6 de marzo de 1899 debió embarcarse, por segunda vez, el P. Gaspar Bohle
s.j. para hacerse cargo del Seminario haciendo las veces de Rector interino.425
421
Historia Domus de Pto. Octay, pág. 30.
P. Albino Schnettler s.j., citado por Tampe en op. cit. “En la huella de San Ignacio”, pág. 170.
423
Oviedo, op. cit., pág. 106.
424
Id., pág. 282.
425
Id., pág. 288.
422
196
El Seminario había sido fundado en 1845 por el entonces Obispo electo de
Ancud, Monseñor Justo Donoso Vivanco, que había tomado posesión de la
diócesis en virtud de la carta de ruego y encargo otorgada por el gobierno de la
República al crear la diócesis. Y le dio como primer Rector a Fray José M.
Bonazzi, franciscano recoleto. Los primeros alumnos fueron 12, de los cuales
se ordenaron 4, siendo uno de ellos Don Cipriano Barrientos, el primer
párroco de Puerto Montt. Tenía solamente alumnos externos, hasta 1849.
Parece que se enseñó Teología por primera vez en 1851 siendo el profesor el
franciscano Fray Benito García. A la llegada del Obispo mercedario Fray Juan
Francisco de Paula Solar Mery, en 1858, los Padres franciscanos dejaron la
administración del Seminario, pasando éste al clero diocesano.
El edificio había sufrido varias dificultades, desde un incendio de
consideración en 1859, y por haber tenido que facilitarlo como cuartel en
1865, por dos años, durante la guerra con España.
En 1869 los seminaristas eran 20, número que se va a mantener hasta 1882, a
los que había que agregar una decena de externos. Todo era bastante
dificultoso, no sólo en lo económico, por la necesidad de dar becas completas
a los seminaristas, sino también por la escasez de docentes idóneos y
suficientes para todas las asignaturas. Y las ordenaciones sacerdotales siempre
fueron poco numerosas: cinco, entre 1869 y 1879, es decir una cada dos años.
En el año 1882 el Obispo Solar nombró Rector del Seminario al presbítero
alemán Don Christian Hauss, quien había llegado a la diócesis en 1874
acompañando a las primeras religiosas de la Congregación fundada por la
Beata Madre Paulina von Mallinckrodt. Llevaba seis años en Ancud, y
conocía bien el país y el idioma castellano. Fue un buen Rector; lo será hasta
1899. Se había formado con los jesuitas en Alemania y trató de poner en el
Seminario de Ancud la pastoral que había conocido, como la Congregación
Mariana. En los años 1887 y 1888 obtuvo que dos jesuitas de Puerto Montt se
trasladaran a cooperar con él en el Seminario: el P. Baltasar Eichhorn con el
cargo de Ministro y Vice Rector, y el benemérito P. Teodoro Schwerter;
ambos como profesores en Filosofía y Teología. El P. Schwerter fue cinco
años Padre Espiritual de los seminaristas, hasta su muerte, ahí en Ancud, en
1893.
Al llegar a la diócesis, Monseñor Ramón Angel Jara pensó casi de inmediato
en fundar una sección de alumnos seglares de segunda enseñanza en el
Seminario, tanto internos como externos, y poner todo bajo la dirección de los
Padres de la Compañía de Jesús. Cuando viajó a Roma, para asistir al Concilio
Latino Americano, trató con el Papa León XIII y con el General de los
jesuitas, P. Luis Martín s.j., para lograr su cometido. El P. General, deseoso de
acceder a la insinuación pontificia, comunicó todo este asunto al P. Antonio
Garriga s.j., Superior de la Misión Chile-Paraguay, quien comisionó al P.
Ramón Morel s.j., antiguo Rector del Colegio San Ignacio y chileno, para que
visitara Ancud, examinara las condiciones del contrato, otorgándole poder
para que lo aceptara, a prueba, por un año. Se hizo esa visita y se firmó el
primer contrato, el cual se renovó después por otros dos años, y por seis
después de la visita hecha personalmente por el P. Provincial de Aragón, de
quien dependía la Misión Chile- Paraguay. En esta última revalidación se puso
197
una cláusula que obligaba al Obispo a avisar con un año de anticipación si
deseaba prolongar el contrato; en caso contrario, podía suponerse que deseaba
entregar al clero o a otros religiosos la dirección del Seminario.426
El edificio del Seminario estaba no lejos de la Casa del Gobernador, como
también de la Catedral. Su construcción era enteramente de madera, como
suelen ser todas las de la isla de Chiloé. No tenía iglesia propia, sino la Capilla
del Seminario que era interior y sin puerta a la calle. Todos los ministerios se
ejercían en la iglesia catedral, y también en la del Colegio de las religiosas de
la Inmaculada Concepción.
El número de alumnos alcanzaba a 83: 38 seminaristas internos, 30 alumnos
seglares internos y 15 externos. Los estudios eran los mismos que en los
Institutos oficiales para la segunda enseñanza, los cuales, en virtud del derecho
reconocido a los Seminarios de Chile, eran válidos en la Universidad como los
de los Colegios oficiales. Los clérigos tenían estudios eclesiásticos aparte.427
En 1900, la Compañía de Jesús asumió el Seminario de Ancud con 5
sacerdotes y 3 Hermanos jesuitas, todos españoles, excepto el P. Rector
Baltasar Eichhorn s.j. alemán que había venido a Chile en 1884. Por lo tanto,
el Seminario de Ancud no tuvo el mismo origen germánico que otras Casas en
el sur de Chile.
El 1 de marzo de 1900 se recibió y leyó en el comedor de los Padres, y de los
seminaristas, el Decreto del Obispo por el cual entregaba el Seminario a la
completa dirección de los Padres de la Compañía de Jesús.428
La primera comunidad fue la siguiente:
P. Baltasar Eichhorn, Rector desde el 25 de marzo de 1900, Prefecto de
estudios, Director de la Congregación Mariana y de San Luis, Profesor de
Metafísica y Etica, Enseña francés y alemán.
P. Carlos Galcerán, Ministro de la comunidad y del Seminario, Subprefecto de
estudios, Profesor de Teología moral, preside los Casos de conciencia,
Prefecto de salud de los jesuitas y alumnos, Consultor de la Casa, Admonitor.
P. Francisco Murgadas, Prefecto espiritual del Seminario, Enseña Infima y
Media Gramática, y Geografía, Confesor de los alumnos. Consultor.
P. Ramón Bretxa, Profesor de Teología dogmática, Lógica y Metafísica,
enseña aritmética. Confesor de los alumnos. Consultor.
P. Raimundo Traval, Prefecto espiritual de la comunidad jesuita, Director de
la Academia literaria, enseña Latín y Retórica a los seminaristas y francés,
Confesor de los alumnos, Prefecto de la biblioteca y escribe la Historia de la
casa.
426
Los últimos cinco párrafos anteriores se han extractado de una Reseña histórica del Seminario, manuscrita,
que se conserva en el Archivo de la Compañía de Jesús en Chile. Cf. Historia Domus Ancud, pág. 3.
427
Hernández, op. cit., págs. 255 y 256.
428
Historia Domus Pto. Montt, vol. III, pág. 1.
198
El H. Manuel Ausejo es el Prefecto de disciplina, el H. Julián Pavía es el
responsable de la cocina y el H. Mariano Agustín es el Portero.
En las clases del Seminario también ayudaban tres sacerdotes diocesanos.
En el año 1901 y 1902 hubo algún otro jesuita. Los Padres, al no tener iglesia
propia en el Seminario, atendían confesiones en la Catedral y allí ayudaban en
las Eucaristías, predicaciones, y tenían la responsabilidad de los Casos de
conciencia a los cuales asistían los sacerdotes diocesanos. Más de alguno
debió tomar responsabilidades en la cárcel y el hospital de la ciudad. Se
hicieron esfuerzos para implementar la Biblioteca de la comunidad con las
obras que eran necesarias para los cursos de teología especialmente. Y como
casi todos los seminaristas permanecían en el Seminario durante las
vacaciones de verano, los Padres organizaron ir con ellos a Puerto Montt, un
año, y a Castro, el siguiente. Después adquirieron un sitio en Dalcahue para
construir una casa de vacaciones para el Seminario.
El 27 de diciembre de 1902 tuvieron los jesuitas el consuelo de presenciar la
ordenación sacerdotal de 4 alumnos del Seminario. En diciembre de 1900 se
había ordenado Don Fidel Alvarado Oyarzún, hermano del jesuita P. Pedro
Alvarado.
Al iniciar el año 1903, los alumnos del Seminario eran ya 98, permaneciendo
casi igual el número de 42 alumnos eclesiásticos, y aumentando el de los
seglares, especialmente de los externos.429
Ese año, el 17 de mayo de 1903, es nombrado Rector del Seminario el P.
Huberto Düffels s.j., llegado ese mismo día desde Puerto Montt.
A fines de 1903 se ordenaron de sacerdotes otros tres seminaristas. Este parece
ser el promedio anual de ordenaciones.
Los exámenes del Seminario, recibidos por las comisiones examinadoras
designadas por el Rector del mismo, fueron oficialmente reconocidos por el
Decreto del Supremo Gobierno de Chile en el año 1879, validez nuevamente
confirmada al establecerse en el Seminario el sistema concéntrico en 1928, por
Decreto publicado en 1929.430
El Seminario de Ancud fue uno de los primeros establecimientos de Chile en
que se hicieron observaciones sísmicas y meteorológicas, y se estudiaron las
manchas solares, bajo la dirección del P. Carlos Galcerán s.j. quien por varios
años anotó cuidadosamente en un cuaderno todas sus observaciones.431
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1903
429
Cf. Historia Domus Ancud, págs. 4-9.
Archivo S.J. Chile, Seminario de Ancud 2/D/263 Carpeta 01.c.
431
Id.
430
199
A fines de 1903, el Superior de la Misión era el P. José Barrachina Carbonell
s.j. recién nombrado el 13 de septiembre de 1903, y que había estado en
Santiago 6 años en el Colegio San Ignacio en su experiencia de magisterio.
En la sección chilena de la Misión Chile-Paraguay había 96 jesuitas, 53
sacerdotes, 1 Escolar y 42 Hermanos, distribuidos en 6 ciudades:
Santiago, en el Colegio San Ignacio, 24 sacerdotes, 1 Escolar y 19 Hermanos.
Valparaíso, en la Residencia y Casa de Ejercicios, 6 sacerdotes y 4 Hermanos.
Concepción, en la Residencia y Casa de Ejercicios, 5 sacerdotes y 5
Hermanos.
Puerto Montt, en el Colegio y Residencia, 10 sacerdotes y 9 Hermanos.
Puerto Varas, en la Parroquia, 2 sacerdotes y 1 Hermano.
Ancud, en el Seminario diocesano, 6 sacerdotes y 4 Hermanos.
Además en el extranjero, España, Argentina y Uruguay, había otros 31 jesuitas
que habían ingresado en Chile, lo que da un total de 127 jesuitas.
Casi todos ellos eran de nacionalidad española y alemana. Chilenos,
estrictamente, eran: 13 sacerdotes, 13 Escolares, y 4 Hermanos, o sea 30
jesuitas chilenos. A estos deben agregarse otros 10 jesuitas, nacidos en el
extranjero e ingresados en Chile: 5 sacerdotes, 5 Hermanos O sea, casi un
tercio de los jesuitas de la Sección chilena había tenido su origen en el país.
El ingreso en la Compañía seguía haciéndose en el Noviciado de Córdoba,
Argentina, y los estudios clásicos, de filosofía y teología, en España.
En los últimos 4 años, no habían entrado jesuitas chilenos en Córdoba.
Capítulo VI. El P. José Barrachina s.j. Superior de la Misión (1903-1909)
El P. José Barrachina Carbonell s.j., sucedió al P. Antonio Garriga el 13 de
septiembre de 1903 en el cargo de Superior de la Misión Chileno-paraguaya.
El P. José Barrachina Carbonell s.j. había nacido el 24 de marzo de 1856 en
Alcoy, Alicante, España. Estando disuelta la Compañía de Jesús en España,
entró en el Noviciado aragonés del exilio en Andorra el 4 de mayo de 1873. Y
a los ocho meses de implantarse la Primera República española, el Noviciado
debió trasladarse a Dussède, Francia, donde estudió Humanidades y Retórica.
Vuelto a España, cursó la Filosofía en Veruela y en Tortosa. La experiencia
del magisterio la hizo en Chile, en el Colegio San Ignacio en Santiago, 6 años
enseñando Latín. En Tortosa cursó la Teología y fue ordenado sacerdote el 31
de agosto de 1890. Hizo la Tercera Probación en Veruela como Ayudante del
Maestro de novicios. Fue después, a su vez, Maestro de novicios en Veruela y
en Gandía, además de Rector. En 1903 acompañó al P. Luis Adroer s.j. en la
200
primera Visita que hacía un Provincial de Aragón a la Misión de Chile y
Argentina. Al término de la Visita fue nombrado Superior de la Misión.432
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
En la Residencia continuaba como Superior el P. Antonio Sacrest s.j.
Terminada la construcción de la iglesia, el P. Antonio se entregó de lleno a
preparar el quincuagésimo aniversario de la Declaración del Dogma de la
Inmaculada Concepción. Y, como era costumbre, todos los años, el mes de
María se empezó ese año 1904 el 8 de noviembre. Hubo predicación todos los
días, no sólo por la mañana, sino también por la noche.
El 8 de diciembre, a las 6.30 a.m., tuvo lugar la Comunión General de la
Hermandad del Sagrado Corazón, la cual llegó a 900 comuniones; también, la
Misa solemne, oficiada por el Padre Superior: predicó el panegírico, sobre la
Inmaculada Concepción, el P. Eugenio Infante. A las 6 p.m. el Delegado
Apostólico de Su Santidad, el Arzobispo de Pisidia Monseñor Pietro Monti,
bendijo solemnemente la estatua colocada en la cumbre del cerro de la
Residencia. El acto fue solemne: se hizo una procesión muy concurrida,
saliendo de la iglesia jesuita, y después de recorrer las calles de Portales y San
José, llegaron los fieles hasta la estatua. Fue muy grande la afluencia de gente;
no sólo el pueblo, sino muchos sacerdotes y religiosos. Allí predicó un
entusiasta sermón el P. Mariano Camps s.j. La estatua mide 3 metros y medio,
y es semejante a la que existe en Roma, en la piazza de Spagna. Al anochecer,
con más esplendor y solemnidad que en los años anteriores, se terminó el mes
de María. Después se iluminó, con lámparas de gas, no solamente la estatua de
la Inmaculada Virgen del Cerro, sino también la fachada de la iglesia. La
iluminación se debió a la generosidad de los bienhechores.433
Ese mismo año 1904 había ocurrido un hecho muy desagradable para la
ciudad y los jesuitas. Vivía en Valparaíso un caballero, llamado Nicolás
Cerveró, muy distinguido y buen cristiano. Tenía una especie de Caja de
Ahorros. Y como gozaba de crédito y estimación, muchas personas le habían
confiado sus ahorros, y varias Congregaciones religiosas habían colocado allí
los dineros de las instituciones piadosas. Así también lo había hecho el
anterior Superior de los jesuitas, el P. Mariano Capdevila, confiando fondos de
la Escuela del Apostolado y de la Hermandad. Resultó que el Sr. Cerveró, en
una de sus especulaciones, hizo mal el negocio y, para salvarse, pidió un
préstamo bancario entregando como garantía los títulos y los bonos de sus
clientes. Y como ni aun así pudo cumplir su deuda, se declaró en franca
quiebra. Los jesuitas debieron resignarse a perder los valores de unos $15.000.
El Arzobispado de Santiago ordenó, entonces, para prevenir esta clase de
riesgos, que las instituciones y sociedades eclesiásticas de su jurisdicción
depositaran sus fondos en la Tesorería Arzobispal para que allí fueran
administrados. No agradó a los jesuitas esta resolución.434
El terremoto de 1906
432
Diccionario Histórico S.J. págs. 348 y 349.
Historia Domus Valparaíso, pág. 176.
434
Id., pág. 179.
433
201
El día 16 de agosto de 1906, a las 7,50 de la tarde, comenzó la primera serie
de sacudidas terrestres, acompañadas de tanto estrépito y ruido subterráneo,
que todos creían, dice el testigo ocular, que iban a morir aplastados por los
edificios, pues parecía imposible que resistieran tanta violencia. Este preludio
duró como un minuto y medio y, cuando la gente aun no salía del pánico
buscando un lugar seguro en los patios de las casas, en las plazas, o calles,
vino otra serie de remezones tan violentos, o más que los anteriores, con lo
cual todos creían ver a la ciudad convertida en ruina. Se siguió a esto una
trepidación casi continua, interrumpida de vez en cuando por remezones
breves, pero violentos, y con ruidos subterráneos que llenaban de terror. Estos
temblores se sucedieron cinco, seis y siete veces por día y durante toda la
semana.
El pánico de la población fue indescriptible, pues se cortaron las cañerías de
gas y los cables eléctricos. Y a la obscuridad se sucedían los siniestros
resplandores de los incendios, que en más de veinte puntos se declararon.
Y como sucede en semejantes casos -continúa narrando el jesuita testigo
ocular- nunca faltan quienes tratan de explotar la desgracia. Una multitud de
forajidos se dio al robo y al pillaje desde la primera hora, lo cual aumentó la
aflicción de las muchas familias que, habiendo improvisado tiendas de
campaña, se hallaban en las calles y en las plazas. Pero gracias a la enérgica
acción de las autoridades se pudo atajar este peligro. La policía comenzó la
persecución de los malhechores quienes, apenas aprehendidos, eran fusilados,
de suerte que en pocos días fueron victimados unos 50.
La parte llana de la ciudad fue la que más sufrió en el terremoto. El barrio del
Almendral quedó totalmente destruido. Se dice que hubo unos 3.000 muertos.
Grande fue el susto de los jesuitas, sobre todo de los que vivían en el segundo
piso, que al terminar el primer remezón trataron de bajar al patio. Apenas
podían tenerse en pie, pero una vez juntos no pudieron sino dar gracias a Dios
por estar a salvo y al ver que ni la Casa, ni la iglesia, ni la Casa de Ejercicios,
ni la Escuela, tenían grietas que lamentar; sólo una moldura cayó. Éste fue
caso único en la ciudad; por lo cual la comunidad celebró una Misa solemne
de acción de gracias, precedida de un día de ayuno. En Valparaíso no había
una iglesia sana, la parroquia de San José estaba destruida, a los Padres del
Corazón de María se les había derrumbado la casa y la iglesia y se salvaron
casi milagrosamente. Debieron vivir en la Compañía de Jesús algún tiempo.
Desde el primer momento, los Padres se lanzaron a la calle a socorrer a los
heridos. La Casa de Ejercicios y la Escuela se pusieron a disposición de la
gente que había quedado sin casa; a todos se les proporcionó, durante largo
tiempo, el alimento.
El Hermano Luis Uría s.j. se encargó de procurar víveres a los que no cabían
en casa y a los asilados en la Escuela. Y a pesar del estado de sitio, que
prohibía salir de casa después de las cinco de la tarde, el Hermano obtuvo
permiso del Jefe de plaza, Almirante Gómez Carreño, para que los del barrio
pudiesen asistir a la distribución de la tarde en la iglesia jesuita. El mismo
202
Hermano organizó una brigada de buenos vecinos para vigilar el barrio, por lo
cual fue muy felicitado por el Señor Intendente.435
Durante el año 1906, los Padres Eugenio Infante s.j. y Luis Téllez s.j., ambos
chilenos, dieron no menos de doce misiones en la Provincia de Tarapacá. Y al
año siguiente, fueron al mismo sitio los Padres Pío Gibernau s.j. y Mariano
Camps.
A principios del año 1908 el P. Antonio Sacrest s.j. fue trasladado a la
Residencia de Concepción, con el mismo cargo de Superior. Le sucedió en
Valparaíso el P. Antonio Falgueras s.j.436
Santiago. Colegio San Ignacio
En este período, los Rectores del Colegio serán el P. Jaime Solá s.j. en su
segundo trienio, y el P. Estanislao Soler s.j. desde 1906.
En 1903 el número de alumnos era de 308. De ellos, 152 eran internos, y 156
externos.437
El terremoto del año 1906, de cuyos efectos nos referimos más arriba al
describirlos con relación a la Residencia de Valparaíso, hizo daños a la Iglesia
San Ignacio, pues botó parte de la torrecilla que queda encima de la sacristía,
cayó la campana e hizo una grieta que goteaba sobre el altar mayor. En la
noche del terremoto llovía y no suavemente. El Salón de actos no sufrió, pero
la iglesia tuvo daños leves en los estucos y cornisas; en el Colegio algunas
paredes sufrieron, quedaron torcidas, fueron demolidas y construidas de
nuevo. Es necesario decir que quedaron inservibles las iglesias del Salvador,
San Saturnino, la Estampa, la de las Monjas Claras y en parte la Recoleta de
San Francisco, y la Viñita.438
El P. Estanislao Soler s.j. había nacido el 14 de mayo de 1849 en España.
Ingresó a la Compañía de Jesús a los 18 años de edad el 7 de julio de 1867 en
Balaguer. La expulsión de los jesuitas desde España el 11 de septiembre de
1867 lo obligó a pasar a Francia, a Toulouse para terminar el noviciado, en la
Casa de formación instalada en los suburbios de la ciudad para 58 jesuitas
españoles. Hizo dos años de Retórica en el Colegio de San Francisco de Borja
en Toulouse, en los años 1870 y 1871. La Filosofía la inició en Lyon en 1872
para trasladarse el año siguiente a Gerona, donde cursó otro año en 1873 al
quedar restablecida la Compañía en España.
Para la experiencia del magisterio viajó en 1874 a América: en el Colegio de
Buenos Aires, Argentina, fue profesor de griego y en los años siguientes de
Literatura castellana y en el curso de Retórica.
Después de 6 años de magisterio (ésa era la costumbre entonces para los que
lo hacían en América), regresó en 1881 a España para cursar la Teología. La
435
Cf. Historia Domus Valparaíso, págs. 180-182.
Id., pág. 182.
437
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, pág. 152.
438
Archivo SJ, Artículo del P. Walter Hanisch en El Diario Ilustrado, 2.11.1956.
436
203
hizo en el Colegio Máximo de Tortosa, donde recibió la ordenación sacerdotal
en agosto de 1883. Hizo la Tercera Probación en Manresa, España.
En 1886 regresó a América, y esta vez fue destinado al Colegio San Ignacio en
Santiago de Chile. Fue profesor de Retórica e Historia, y, simultáneamente
tuvo la dirección de la Congregación Mariana de los alumnos. El 22 de enero
de 1906 fue nombrado Rector del Colegio San Ignacio.
Cincuentenario del Colegio San Ignacio y Lista de Rectores
En 1906 el Colegio San Ignacio cumplió los primeros cincuenta años de vida.
Los jesuitas se habían preparado para celebrar gozosos esa fecha. Pero el P.
Estanislao Soler s.j. recién designado Rector del Colegio, el 22 de enero de
1906, suprimió las celebraciones solemnes que pensaban hacerse al término
del año por las consecuencias del gran terremoto. Sólo pudo celebrarse en la
iglesia el solemne pontifical del Arzobispo de Santiago Monseñor Mariano
Casanova en la festividad de San Ignacio de Loyola.
Los Rectores del Colegio San Ignacio en esos primeros 50 años fueron:
P. Ignacio Gurri s.j. 1856-1857
P. Juan Pujol s.j. 1857-1868
P. José Ugarte s.j. 1868-1872
P. Ramón Morel s.j. 1872-1878
P. José Rovira s.j. 1878-1883
P. Antonio Garriga s.j. 1883-1891
P. José Reverter s.j. 1891-1896
P. José Saderra s.j. 1896-1898
P. Ramón Morel s.j. 1898-1900
P. Santiago Solá s.j. 1900-1906
P. Estanislao Soler s.j. 1906
Las Rejas de Chuchunco
El 10 de febrero de 1906 el P. José Barrachina s.j., Superior de la Misión,
escribió al P. General de la Compañía, P. Francisco Javier Wernz s.j., una
larga carta pidiendo la confirmación de lo hecho con relación a la aceptación
de la quinta de Las Rejas de Chuchunco.
Señala que esta quinta tiene siete cuadras de terreno, con un vasto edificio,
capilla y huertos. Y como la cuadra mide 125 metros por lado, el total de la
204
propiedad tiene 10,5 hectáreas. Esa quinta era propiedad de Doña Felipa Ossa
Cerda, señora casi octogenaria, muy devota de la Compañía, hija de Don
Francisco Ossa, a quien se ha considerado como fundador del Colegio San
Ignacio de Santiago. En esta quinta habían pasado los días de campo ordinario
los jesuitas desde la fundación del Colegio, hasta que se adquirió la casa de
Azolas, en Providencia.
La señora desea arreglar su testamento, y desea impedir que después de sus
días alguno de sus herederos pudiera disputar a los jesuitas la posesión de esa
quinta. Y por ello ha urgido que se haga desde luego el traslado de la
propiedad en forma de compraventa. Las condiciones que se ponen a los
jesuitas son las siguientes: 1° dar una Misión y hacer la Novena del Carmen
anualmente, con aplicación de las nueve misas a intención de la donante, 2°
celebrar misa todos los días festivos. Para este servicio se fundará una
Capellanía, de veinte mil pesos, que los Padres podrán servir por sí, o por
medio de otro sacerdote.
En vista de esta urgencia se preguntó a los Consultores de la Misión: 1° si
podría el Superior de la Misión aceptar la donación con esas condiciones, 2° si
era conveniente aceptarla, 3° si parecía el caso tan urgente que no daba tiempo
para esperar la respuesta de Roma. A las tres preguntas, los Consultores
contestaron afirmativamente. La 1ª condición no pareció grave, ni difícil de
cumplir, máxime teniendo en cuenta que ambos ministerios, la misión y la
novena, los han ejercitado los jesuitas desde la fundación del Colegio. La 2ª no
es gravosa, porque una Capellanía de $ 20.000 es valiosa y nunca faltará
sacerdote que la sirva; y aun los NN pueden encargarse de ella por distar la
quinta media hora en coche desde el Colegio.
El Superior de la Misión indica al P. General que ha procedido a hacer la
escritura, poniendo la propiedad a nombre de uno de los Nuestros en
particular, ya que la Compañía no puede poseer, por no estar reconocida
legalmente en la República.
Al confirmar el P. General ese contrato, el P. José Barrachina termina este
punto indicando que él Colegio San Ignacio piensa desprenderse de la casa de
campo de Azolas. A ésta, dice, la comunidad nunca ha ido con gusto. Su
entrada está en un callejón solitario y peligroso, el cual la separa de los fondos
de un hospital, en los cuales está el horno crematorio, de ropas y objetos
infectados, y el depósito de cadáveres. Y en este hospital hay una sección de
tísicos, y el viento dominante corre del hospital a la casa de campo.
El precio de la casa de Azolas se calcula en $50.000 los que se invertirán en
bonos del Estado para que den alguna renta. Para la venta de la Casa de
Azolas, deberá pedirse autorización a la Sagrada Congregación.439
En 1909 se vendió la Casa de Azolas. Y la quinta de las Rejas de Chuchunco
pasó a ser lugar de descanso para los jesuitas del Colegio San Ignacio como
también Casa de Ejercicios, especialmente para los alumnos del Colegio.
439
Archivo SJ, Carta del P. José Barrachina del 10 de febrero de 1906.
205
Allí jugaron e hicieron sus Ejercicios los futuros Obispos Florencio Fontecilla,
Rafael Edwards, Horacio Campillo, el Presidente Don Emiliano Figueroa, y
del Paraguay don Fernando Machaín Recalde, los Ministros Carlos Walker
Martínez, Ismael Valdés Vergara, Fernando Irarrázaval, y el futuro P. Alberto
Hurtado Cruchaga s.j. Tampoco puede olvidarse que por esa Casa de
Ejercicios pasaron otros distinguidos hombres públicos tales como
embajadores, literatos, científicos y militares: don Agustín Edwards, don
Ventura Blanco, el General Manuel Bulnes Calvo, don Carlos Silva Vildósola,
don Alberto Edwards Navarrete, don Manuel Somarriva Undurraga.440
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
En este período el P. Carlos Infante s.j. fue Superior de la Residencia de
Concepción todavía el año 1904. En enero de 1905 fue nombrado el P.
Narciso Sagrera s.j. y en mayo de 1908, el P. Antonio Sacrest s.j. que lo había
sido en Valparaíso. El P. Carlos Infante continuó en la Residencia, a cargo de
la Iglesia y de la Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús.
Habitualmente, todos estos años, la Comunidad estuvo conformada por 5
Sacerdotes y 5 Hermanos jesuitas.
Los ministerios en la gran Iglesia gótica, en la Casa de Ejercicios, y Escuela
primaria, continuaron siendo los habituales: Confesiones, alrededor de 32.000
anuales; Comuniones distribuidas, cerca de 40.000 anuales; Siete corridas de
Ejercicios de ocho días predicados todos los años a un total de 350 varones y
450 mujeres, en su mayoría pobres; Dos corridas de Ejercicios al clero; Siete,
a conventos y monasterios; Catecismo dominical.
La atención de la Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús y Apostolado de
la Oración fue tarea preferencial, por tener esa Hermandad más de 3.000
socios con Misas dominicales comunitarias, Comunión general los primeros
domingos de mes, Canto del Oficio en la tarde de los días domingos y festivos
con bendición del Santísimo Sacramento y plática del P. Director. Asimismo,
la Hermandad del Inmaculado Corazón de María para la conversión de los
pecadores, tenía a su vez 2.500 socios, con Misa y Comunión todos los
sábados del año.
Las actividades de la Hermandad del Sagrado Corazón de Jesús continuaron
centradas en la vida espiritual de sus miembros, en el socorro mutuo en las
dificultades económicas, y en el otorgamiento de sepulturas, previa la
celebración de funerales, a sus socios fallecidos.
Las actividades de la Hermandad del Inmaculado Corazón de María eran la
perfección espiritual de sus socios, la atención y acompañamiento en la Casa
de Ejercicios, los Catecismos en la ciudad y la celebración del Mes de María.
Las Misiones populares en Concepción, en las ciudades y localidades de la
diócesis, se siguieron dando, siempre en dos períodos, separados por el duro
invierno de la zona. Las de Concepción siempre incluyeron la Misión de ocho
440
Cf. Horacio Villarino Goldsmith en El Mercurio del 31 de julio de 1966.
206
días predicada en la Iglesia a los mendigos de la ciudad, con alimentación y
donativos en la casa de Ejercicios.
En 1904, las Misiones fuera de Concepción, en las que los jesuitas tenían
facultad para administrar los sacramentos de la Confirmación y Matrimonio,
fueron dadas en: Tucapel, Coronel, Lota Bajo, Lota Alto, Coihueco, Chacayal,
Río Claro, Cabrero, San Javier y Hualqui.
De una manera especial, en Concepción y en las Misiones, se celebró el
cincuentenario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción.
En 1905, las Misiones fueron: en Río Claro, Turquía, Quirihue, Laja, Coronel,
Quillón, Rere y Dinquín.
En 1906, todo fue lo habitual. El cronista de la Residencia señala como
extraordinario el servicio apostólico de un sacerdote de la Residencia que
durante varios meses, con otro jesuita de Santiago, prestó en el Vicariato
Apostólico de Tarapacá.
En 1907 el cronista señala la presencia del P. Pablo Hernández s.j., quien vive
en la Residencia ejecutando los trabajos previos para poder iniciar los
Procesos de canonización del P. Pedro Mayoral s.j. muerto en 1754 en Rere,
con fama de santidad, y el de los PP. Martín de Aranda Valdivia, Horacio
Vecchi y H. Diego de Montalbán que sufrieron martirio en el valle de Elicura
el 14 de diciembre del año 1612 y fueron sepultados en Concepción.
Las Misiones de este año fueron dadas en: Carahue, Nueva Imperial,
Galvarino, Lota Alto, Angol, Los Sauces, Arauco, Río Claro, Cabrero,
Yumbel, Cucha-cucha, Turquía y Lumaco.
En 1908, las Misiones se predicaron en: Yumbel, Lota, Chillán, Membrillar,
Torreón, Curanilahue, San Ignacio, Talcahuano, Cucha-cucha, Colico y Lota
bajo.
En 1909, se celebraron con extraordinaria solemnidad el Mes del Sagrado
Corazón en el tiempo pascual, y el Mes de María iniciado el 7 de noviembre
para terminar el día de la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Este año la Hermandad del Sagrado Corazón inició la construcción de una
nueva cripta en el cementerio. Tiene 21 metros de largo, 21 de ancho y 6,5 de
alto. Está dividida en 216 nichos subterráneos y 180 a nivel del suelo.
En el Catecismo dominical y en la preparación para la 1ª Comunión asistían
más de 400 niños, y por ello este ministerio debió trasladarse desde el Oratorio
de la Casa de Ejercicios a la Iglesia.
Se dieron Misiones en: Río Claro, Turquía, Cauquenes, San Rafael, Roblería,
Santa Bárbara, y en la cárcel.
Puerto Montt. Colegio incoado San Francisco Javier
207
Continuaba el P. Pedro Fink s.j. como Superior de la Residencia, Director del
Colegio San Francisco Javier, Párroco de Puerto Montt, y también Superior de
los jesuitas de las dos comunidades dependientes; Statio Puerto Varas y Statio
Puerto Octay.
En enero de 1903, el redactor de la Historia Domus escribe: con emoción al
constatar parte del fruto misionero de los jesuitas en la zona:
“Al anochecer del día 4 de enero llegó de Ancud el neo sacerdote don José
María Almonacid, el cual durante más de 4 años había aprendido y trabajado
en nuestra carpintería, y alojado siempre en nuestra casa antes de irse a
estudiar al Seminario de Ancud, hace 8 años. Es hijo del fiscal de Quillaipe,
hombre muy pobre. El día 6, en la Misa de la Congregación Mariana, a la
cual pertenecía el neo sacerdote, en la iglesia parroquial, la de la plaza de
Puerto Montt, los Padres de la Casa, con los parientes de él, lo acompañamos
a la Primera Misa, estando la iglesia tan llena que no cabían todos. Sirvieron
de Sacerdote asistente el P. Superior, y de diáconos los PP. Van Laak y
Leonhardt; después del Evangelio predicó el P. Bohle. Concluida la Misa se
cantó el Te Deum y siguió la ceremonia del “besa manos” que duró casi
media hora. Estuvo el neo sacerdote en nuestra mesa, y a sus padres les dimos
almuerzo en una sala de recibo”.
Este sacerdote será, en julio, el primer párroco diocesano de Cochamó y el
estuario del Reloncaví, reemplazando al P. Guillermo Tilly s.j. quien ya había
terminado la construcción de la iglesia parroquial. El P. Tilly pasó entonces, a
ser párroco de la recién erigida parroquia de Hualaihué; puso su residencia
interinamente en Rolecha por haberse caído la Capilla de Hualaihué.
Ese año los jesuitas tuvieron, por primera vez, la visita pastoral del Provincial
de Aragón, P. Luis Adroer s.j., Superior mayor de la Misión Chilenoparaguaya. Venía con el P. José Barrachina s.j., Rector entonces de la Casa de
formación de Veruela en España, a quien dejará como nuevo Superior de la
Misión.
Y en agosto de ese mismo año 1903 habían tenido el consuelo de recibir a dos
nuevos jesuitas enviados desde Alemania: los PP. Juan Bautista Duschl y Juan
Maier.
En los años siguientes, el Colegio incoado siguió su marcha, siempre dirigido
por el P. Pedro Fink s.j., Superior y párroco, siendo profesores los PP. Gaspar
Bohle, Carlos Wisthoff y los HH. Luis Peters, Carlos Degener, como
ludimagister, y Miguel Schopf. La matrícula se elevó a 122 alumnos: 60
internos y 62 externos, lo que señalaba un sostenido aumento respecto a los
años anteriores. En forma estable se daban ya los dos primeros cursos de
Humanidades.
Los seis jesuitas destinados a Misiones ejercieron su apostolado, además de la
ciudad de Puerto Montt, en las diversas localidades de esa extensa parroquia:
Coihuín, Chamiza, Quillaipe, Chaica, Piedra Azul, Lenca, Chinquihue,
Maillen, Tenglo y Costa Tenglo, Panitao, Huelmo, el Trapén, las Quemas,
208
Lagunitas. También dieron misiones en Calbuco, Ilque, Quelmahue, Llinco,
Chacao, en el Curato de Chelín en Chiloé.441
El mayor contratiempo tenido por los jesuitas de Puerto Montt fue la peste de
viruela declarada en la ciudad en marzo de 1905, que obligó a cerrar las
Escuelas y Colegios. Los jesuitas y los alumnos internos fueron todos
vacunados. Hubo muchos muertos: casi todos los días 2 a 3 personas; casi
todos los atacados mueren. Fueron varios meses de atención religiosa a cientos
de enfermos, dentro y fuera de la ciudad.
El número de los alumnos en el Colegio San Francisco Javier en 1908 fue 114:
94 internos y 20 externos.442
El 24 de julio de 1908 dejó su cargo de Rector el P. Pedro Fink que había
servido más de 12 años. Infatigable, se dio entonces por entero al ministerio de
las misiones rurales e insulares en el archipiélago de Chiloé. El 15 de
septiembre de 1909 se embarcó con el P. Christian Harl para dar 6 Misiones
en la Parroquia de las islas Chauques, y el 2 de octubre llegó a Puerto Montt
un telegrama desde Quicaví avisando que estaba gravemente. Murió el día 11
a la una de la mañana. Su cadáver, desde Quicaví fue llevado a Ancud, y de
ahí a Puerto Montt en otro barco. El funeral de este jesuita fue verdaderamente
extraordinario.443
Puerto Varas. Statio444
En 1903, como dijimos más arriba, se hizo cargo de la Parroquia de Puerto
Varas el P. Guillermo Sander s.j., quien ya la estaba atendiendo desde el año
anterior en reemplazo del P. Mellwig que recuperaba su salud en Puerto
Montt.
Al P. Sander en su corta estadía en Puerto Varas se le deben adelantos muy
notables: el Colegio de la Sagrada Familia y el Hospital San José.
El Colegio de la Sagrada Familia fue fundado el 19 de marzo de 1903 por las
Hermanas de la Caridad de la Inmaculada Concepción, quienes acompañaban
a los jesuitas en Puerto Montt dirigiendo un Colegio de niñas y un Hospital.
Las primeras 5 religiosas vinieron desde Puerto Montt en un coche tirado por
caballos, demorando más de tres horas en el trayecto. Ese día, festividad de
San José, se bendijo la Capilla del Colegio. Asistieron unas 120 personas,
todas descendientes de los colonos alemanes. Las clases comenzaron con 24
alumnas el día 23 del mismo mes, y junto con las clases habituales había una
sección de costura y moda.
Para el Hospital, el P. Sander reunió a 31 vecinos para elegir una directiva que
se hiciera cargo de la adquisición de los terrenos que serían necesarios. Esta
comisión compró a la señora Isabel Felmer un retazo de terreno de su
propiedad, el 10 de agosto de 1905. Y de inmediato se comenzaron las obras
441
Cf. Historia Domus Pto. Montt, vol. III, págs. 44-65.
Enrich-Schwerter-Tilly, op. cit. pág. 113.
443
Historia Domus Puerto Montt, passim págs. 109-180.
444
Lo referente a esta época de la Statio de Puerto Varas se ha tomado de Horn, op, cit. pág. 17 y ss.
442
209
para su construcción. El Hospital San José comenzó a funcionar el 8 de julio
de 1908.
El P. Sander, por su cargo de Párroco, debía atender también las 14 Capillas
que estaban dentro de su jurisdicción. Este exceso de trabajo hacía pensar, casi
con urgencia, en la necesidad de tan extensa Parroquia.
Por último, el P. Sander fue el iniciador de la célebre procesión que cada año
se efectuaba el día 8 de diciembre, desde Puerto Varas hasta la Capilla
Droppelmann, la primera de la ciudad. En esa Capilla se había puesto una
Gruta de Lourdes construida junto al camino. El domingo anterior al 8 de
diciembre, el P. Sander preparaba esa gran peregrinación con una procesión
por las calles de Puerto Varas. Y el 6 de enero de cada año, fiesta de la
Epifanía, también por las calles de Puerto Varas, adornadas con arcos de flores
y varios altares se celebraba una solemne procesión en honor del Santísimo
Sacramento.
El 16 de marzo de 1906 se hizo cargo de la Parroquia el P. Juan Bautista
Duschl s.j. quien dejará, hasta 1912, grandes huellas de su fecundo apostolado.
Se cuenta de él, que para sus viajes, disponía de un caballo fuerte y robusto
pero muy manso y obediente. Debido a las grandes distancias que debía
recorrer entre una Capilla y otra, y lo pantanoso del camino, ocupaba gran
parte del día en alcanzar la meta de sus viajes. El Padre llenaba el tiempo
rezando su rosario y el Oficio Divino; todo lo permitía la mansedumbre del
caballo a quien el Padre llamaba “Zeppelín”.
El Padre Duschl proyectó e inauguró el célebre Calvario de Puerto Varas, con
las catorce estaciones del Vía Crucis cuyas imágenes hizo traer de Alemania, y
una Capillita de la Madre Dolorosa a la entrada del Calvario. El Viernes Santo
hacía una peregrinación a la que asistía una cantidad de fieles y de peregrinos
venidos a pie desde toda la región.
Con la ayuda de los vecinos, consiguió una cuadra de terreno en la parte alta
del pueblo para la Parroquia.
Puerto Octay. Statio
Antes de la llegada de los colonos alemanes, en 1840, toda la zona alrededor
del lago Llanquihue no tenía habitantes y era un bosque espeso. La situación
de los primeros alemanes en la Colonia de Puerto Octay era muy dura y triste,
especialmente en los primeros años. Los víveres debían buscarlos en Osorno,
para lo cual debían hacer un viaje de ocho a quince días; o después en Puerto
Montt ciudad que recibía un solo vapor una vez cada mes. No menos triste era
la situación religiosa. El sacerdote más cercano era el de Osorno, hacia el
norte, o el de Calbuco, hacia el sur, pero ellos no entendían el idioma
castellano y no tenían posibilidad de aprenderlo.
Cuando los jesuitas alemanes se instalaron en la recién fundada ciudad de
Puerto Montt, tomaron a su cargo la tarea espiritual de atender a todos los
colonos alemanes. Y desde el primer año, en 1859, hicieron viajes muy duros
para visitarlos.
210
Desde Puerto Varas iban los jesuitas a la región norte del lago. Daban
habitualmente una misión en la Capilla San José, de Playa Maitén, bendecida
ya el 19 de marzo de 1869. Después los jesuitas hicieron levantar otras
Capillas: la de Quilanto 1886, llamada de “La Anunciación”; la de Arenales,
Capilla de San Alfonso, en 1893, bendiciéndola el 8 de octubre de ese mismo
año; la de Puerto Octay en 1896, dedicada a San Agustín. Todas estas Capillas
dependían de la Parroquia de Puerto Montt hasta 1893, y después de la
parroquia de Puerto Varas. En la localidad llamada el Volcán, en la parte
oriental del lago, daban también una misión en la casa de Don Guillermo
Püschel, y desde el año 1900 en la Capilla entonces terminada.
Y como la población aumentaba, y los viajes de los misioneros no podían ser
más frecuentes y permanentes, el Vicario General de la diócesis de Ancud,
Monseñor Gabriel Flores, había solicitado a los jesuitas, por encargo del
Obispo Monseñor Ramón Angel Jara, la erección de la nueva parroquia,
teniendo como centro la pequeña Villa de Puerto Octay.
Con la llegada a Chile y a Puerto Montt de los PP. Juan Bautista Duschl s.j. y
José Maier s.j., el 24 de agosto del año 1903, los jesuitas de Puerto Montt
pensaron que había llegado el momento de erigir una parroquia independiente
en la parte norte del lago Llanquihue, como se había hecho diez años antes, en
1893, en Puerto Varas. El anterior Superior de la Misión, P. Antonio Garriga
s.j., informó favorablemente esta petición de los jesuitas germanos, y el P.
José Barrachina s.j. otorgó complacido la licencia.
En marzo del 1904, el Rector del Colegio de Puerto Montt, P. Pedro Fink s.j.,
compró los terrenos necesarios para establecer la nueva Casa estable de
jesuitas en Puerto Octay.
El P. Juan Mellwig s.j. recibió el nombramiento como primer párroco de la
Parroquia de San Agustín de Puerto Octay, el día 29 de marzo, haciéndose
cargo de ella el 6 de abril. El día 10 abril, Domingo de Cuasimodo, celebró la
primera Misa, como párroco, en la Capilla de la Virgen del Rosario, que
existía allí desde 1896. Y vivió en la Casa-ermita que estaba cerca. Un año
duró la construcción de la casa parroquial, y otro el arreglo interior. Sólo
entonces, en 1906, pudieron también vivir en Puerto Octay el P. Carlos
Leonhardt s.j., ayudante del párroco, y el H. Juan Terhardt.
El cementerio parroquial fue erigido y bendecido el año 1905. Y don José Alt
donó una manzana de 50 metros por 50, para construir una Gruta de Lourdes.
La imagen la regaló don Cristino Pininghoff de Frutillar.445
En la noche del 23 al 24 de marzo de 1907 un incendio destruyó la Casa recién
construida y la iglesia parroquial. El párroco alcanzó a salvar el Santísimo y el
archivo de la iglesia. La iglesia, con su torre, se quemó íntegramente. Una de
las campanas, llamada Santa Cecilia, no se quebró y fue después llevada a la
Capilla Santa Rosa de los Bajos.
En el Archivo de la Compañía de Jesús en Chile: “Historia de la parroquia de Puerto Octay”, escrita a
mano por el P. Juan Bautista Duschl s.j. en 1943. Cf. también Historia Domus Pto. Montt, vol. III, pág. 70.
445
211
Don José Hausdorf ofreció a los Padres su casa nueva, como habitación y
Oratorio, hasta que se reconstruyera la Parroquia.
El Domingo siguiente, que era el de Ramos, acudió mucha gente, y no cabía
en las 4 piezas. Terminada la Misa, el P. Mellwig dijo en alemán a los colonos
que pensaba trasladarse a Frutillar, donde había una buena Capilla y casaermita. Ese día el párroco reunió la cantidad de $ 6.060 que, sumada a lo
reunido en Puerto Varas y en otras Capillas totalizó, $ 17.105 que le permitía
empezar la construcción. Primero levantó una Capilla y la casa parroquial,
para poder desocupar la casa de la familia Hausdorf. El 22 de noviembre de
1907 el P. Mellwig pasó a vivir en la nueva casa y celebró la primera Misa en
su Capilla.
El 25 de marzo de 1908 ya estaba lista la iglesia, de 28 por 14 varas. La
bendijo el recién consagrado Obispo de Preconesso, Monseñor Augusto
Klinke, antiguo alumno de los jesuitas en Puerto Montt e hijo de esa parroquia
de Octay.
Después del incendio de la iglesia, el P. Mellwig reunió a los vecinos para
formar un cuerpo de bomberos, comprando una bomba y así poder gozar de
una subvención del Gobierno.
El día 16 de julio de 1908 el P. Guillermo Tilly s.j., ayudante del párroco,
bendijo solemnemente la Capilla de Santa Rosa de Los Bajos y se colocó allí
una imagen de la Virgen del Carmen regalada por Don Germán Winkler.
Y el año 1909 se reunieron fondos para un juego de tres campanas que se
mandaron a fundir en la ciudad de Hamburgo, Alemania; una de 696 Kg.
dedicada a San José; la otra, de 502 Kg. dedicada a la Virgen Inmaculada; y la
tercera, de 362 Kg. dedicada a San Agustín. Se bendijeron el 20 de noviembre
de 1910.446
Ancud. Seminario diocesano
En casi todo este período fue Rector del Seminario el P. José Reverter s.j. Al
mismo tiempo fue Profesor de Teología, desde 1905 a 1911. En 1912 pasó a
Santiago, al Colegio San Ignacio, para desempeñarse por segunda vez en ese
mismo cargo de Rector en el Colegio.
En 1904 los alumnos eran 83, de los cuales 37 seminaristas, 28 seglares
internos y 18 externos. Se empezaron a tener actos literarios y dos
proclamaciones de premios. Por ser éste año jubilar, al celebrarse el
quincuagésimo aniversario de la definición del dogma de la Inmaculada
Concepción de la Virgen María, los Congregantes marianos, por medio de su
Academia literaria, tuvieron un acto muy solemne.
En 1906 los seminaristas eclesiásticos fueron 46, pero los alumnos totales del
Seminario fueron sólo 90. Este año, el Seminario recibió el legado de la
446
Id., “Historia de la Parroquia de Puerto Octay”.
212
biblioteca del reciente fallecido obispo de Martyrópolis, José Ramón Astorga
Salinas, auxiliar en Santiago, consistente en 1.500 libros de Derecho y
Ascética.
En 1907, el número de jesuitas en la comunidad era de ocho sacerdotes y de
cuatro Hermanos. Los 44 seminaristas eclesiásticos tuvieron participación
destacada en la inauguración de la nueva Catedral construida por el Obispo
Monseñor Ramón Jara.
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1909
A fines de 1909, el Superior de la Misión era el P. Ramón Crexans s.j. recién
nombrado el 17 de noviembre de 1909.
En Chile había 95 jesuitas: 56 Sacerdotes, 1 Escolar y 38 Hermanos,
distribuidos en 7 ciudades:
Santiago, en el Colegio San Ignacio, 21 Sacerdotes, 1 Escolar y 16 Hermanos.
Valparaíso, en la Residencia y Casa de Ejercicios, 6 sacerdotes y 4 Hermanos.
Concepción, en la Residencia y Casa de Ejercicios, 6 sacerdotes y 5
Hermanos.
Puerto Montt, en el Colegio y Residencia, 11 sacerdotes y 8 Hermanos.
Puerto Varas, en la Parroquia, 2 sacerdotes y 1 Hermano.
Puerto Octay, en la Parroquia, 2 sacerdotes y 1 Hermano.
Ancud, en el Seminario diocesano, 8 sacerdotes y 3 Hermanos.
Además en el extranjero, España, Argentina y Uruguay, había otros 31 jesuitas
que habían ingresado en Chile, lo que da un total de 126 jesuitas.
Casi todos ellos eran de nacionalidad española y alemana. Chilenos,
estrictamente, eran: 11 sacerdotes, 18 Escolares, y 5 Hermanos, o sea 34
jesuitas chilenos. A estos deben agregarse otros 11 jesuitas, nacidos en el
extranjero e ingresados en Chile: 5 sacerdotes, 6 Hermanos. O sea, casi la
mitad de los jesuitas de la Sección chilena había tenido su origen en el país.
El ingreso en la Compañía seguía haciéndose en el Noviciado de Córdoba,
Argentina, y los estudios clásicos, de filosofía y teología, en España.
En los últimos 6 años, habían entrado 10 jesuitas chilenos en Córdoba: 8 para
Escolares y 2 para Hermanos. O sea un promedio anual de 1,6.
Entre los jesuitas chilenos se veía como muy conveniente la apertura de un
Noviciado en Chile.
La formación de los jesuitas chilenos en 1882-1909
213
A partir del año 1882 ningún chileno tuvo ya formación en su patria, excepto
en el magisterio algunos de ellos, pues la mayoría de estos últimos hizo esta
experiencia en los Colegios de Buenos Aires, Santa Fe y Montevideo.
A partir de 1893 los estudios clásicos se hicieron en Montevideo, por no haber
ya chilenos en España. En 1897, y especialmente en 1898, se reanudará la
presencia de chilenos en España: Estudios clásicos y Filosofía en Veruela,
Teología en Tortosa o Gandía y Tercera Probación en Manresa. El magisterio
se hizo sólo en Santa Fe, Buenos Aires, Montevideo, y también en España.
En este período de 27 años, por la dificultad de los viajes a Córdoba, en
Argentina, cruzando la cordillera de los Andes en mula o a caballo, los
novicios chilenos fueron solamente 39: para el sacerdocio 31, y 8 para
Hermanos. De ellos, perseveraron todos a excepción de 8 escolares.
Parte VI. Misión Chileno-Argentina de la Compañía de Jesús
En el año 1908 la Misión empezó a llamarse Misión Chileno-Argentina,
dejando el nombre de Misión Chileno-Paraguaya.447
Capítulo I. El P. Ramón Crexans s.j. Superior de la Misión (1909-1915)
El P. Ramón Crexans s.j. fue nombrado Superior de la Misión ChilenoArgentina el 17 de noviembre de 1909.
El P. Ramón Crexans Cunill s.j. nació en Vich, Barcelona, España, el 1 de
septiembre de 1864.
Estudiaba Teología en el Seminario de Vich cuando entró en la Compañía de
Jesús el 23 de julio de 1883, de casi 19 años de edad, en Veruela, Zaragoza,
España.
Todavía novicio, llegó a Buenos Aires, Argentina, el 10 de febrero de 1885, y
fue a Córdoba para fortalecer ahí el Noviciado recién reabierto. Estudió
Humanidades clásicas en esa ciudad y en Buenos Aires, en los años 1885 y
1886. Hizo el Magisterio en el Colegio del Sagrado Corazón de Montevideo,
Uruguay, desde 1888 a 1893.
De regreso a España, repasó la Filosofía, desde 1893 a 1898, y estudió la
Teología en Tortosa, donde luego fue profesor de Filosofía en 1899 y 1900.
Después fue Prefecto General del Colegio San José de Valencia, desde 1900 a
1903.
De nuevo vino a América, llegando a Buenos Aires el 25 de agosto de 1903.
Fue Rector del Colegio de Montevideo, desde 1904 a 1909.
En este último año, fue nombrado en Buenos Aires Superior de la Misión.
447
Cf. Hanisch, Historia de la Compañía de Jesús, pág. 216; Cf. Catálogos SJ, 1908 y siguientes.
214
Terminado su período de Superior de la Misión, regresó a España donde fue
Instructor de Tercera Probación, desde 1916 a 1924, Rector del Colegio de
Sarriá, donde le sorprendió el Decreto de la disolución de la Compañía en
1932. En el destierro de Bélgica, fue de nuevo Instructor, desde 1932 a 1934,
en Tournai y en Morialmé. En 1935 fue Padre espiritual en Bollengo, Italia
hasta 1940. Regresó después a España, falleciendo en Valencia el 9 de
septiembre de 1943.
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
La Residencia de Valparaíso tiene dos Superiores en este período: El P.
Antonio Falgueras s.j. (1908- 1912) y el P. Santiago Solá s.j. (1913-1916).
El P. Antonio Falgueras Dalmau s.j. había nacido en Hostalrich, un pequeño
pueblo de la montaña catalana, a 35 km. de Gerona, el 2 de febrero de 1864.
Su padre era panadero y la familia tenía un buen pasar. Estudió sastrería en
Cassá de la Selva hasta los 16 años. Decidió entrar en la Compañía de Jesús, a
continuación de su hermano, y lo hizo el 29 de julio de 1880. El noviciado lo
hizo en Veruela, junto a otros 80 muchachos y teniendo como Maestro de
novicios al célebre P. Federico Cervós s.j. Hechos los votos del bienio, estudió
allí mismo Humanidades clásicas dos años. En agosto de 1884 pasó al Colegio
Máximo de Tortosa para la Filosofía. Terminada ésta, fue destinado, en 1887,
al Colegio de Zaragoza para la experiencia del magisterio donde permaneció
cuatro años. En septiembre de 1891 volvió a Tortosa para los estudios de
Teología. El 29 de julio de 1894 recibió la ordenación sacerdotal, y la Primera
Misa la dijo el día de San Ignacio. La 3ª Probación la hizo en la Casa de
formación de Gandía en el cargo de Ayudante del Maestro de Novicios P. José
Barrachina Carbonell s.j. En 1896 se ofreció para América y fue enviado a la
Misión Chileno-Paraguaya. Su primer destino fue el de profesor de Teología
moral y de casos de conciencia, Ministro y Vice Rector en el Seminario de
Regina Martyrum en Buenos Aires. A los tres meses de su llegada, asumió el
cargo de Rector del Seminario por muerte del titular. A él le correspondió
presidir la Comisión que gestionaba el traslado del Seminario a los terrenos
comprados en Villa Devoto. Fue el P. Antonio Falgueras quien visitó y movió
a los bienhechores hasta lograr todos los dineros necesarios, distinguiéndose la
familia Anchorena especialmente. La consagración de la grandiosa iglesia,
costeada íntegramente por la señora Mercedes Castellano vda. de Anchorena,
tuvo lugar el 6 de diciembre de 1899. El 3 de enero de 1900 fue destinado
como profesor de Filosofía en el Colegio Seminario de Montevideo. Y con el
tiempo se multiplicaron sus cargos siendo, además, P. espiritual de alumnos y
Director de la Congregación del Sagrado Corazón y de la Academia de
Religión para los jóvenes seglares. En 1903 comenzó a tomar parte en la obra
titulada “Centro Apostólico San Francisco Javier” para las misiones populares,
recorriendo así gran parte del Uruguay.
En febrero de 1907 el P. Falgueras fue trasladado a la ciudad de Córdoba,
Argentina, a la Residencia Mayor de la Compañía. Al año siguiente fue
destinado a Chile como Superior de la Residencia de Valparaíso.448
448
Cf. Isern, El P. Antonio Falgueras, extracto de las págs. 1-107.
215
Ese año 1908 se celebró con mayor solemnidad el Mes del Sagrado Corazón,
con predicación en los últimos nueve días. También aumentaron las
Comuniones en la iglesia, hasta llegar al número de 51.300.
También se dio inicio a la Congregación Mariana de señoras y señoritas que
recibió el nombre de “Corte de María”. En general se multiplica el
movimiento religioso en la iglesia. Con la fundación de la Corte de María
tomó incremento el Catecismo de los niños. De la sección de niñas del
Catecismo salió la Congregación de Hijas de María y Santa Rosa, para niñas
de condición humilde.
A petición de la “Sociedad de Ascensores”, en el año 1909 los jesuitas dieron
en arriendo a esa sociedad una lonja de terreno del cerro para la construcción
de un Ascensor, que se llamó “Caracoles”.
El 15 de enero de 1912 el P. Antonio Falgueras pasó a Santiago para
encargarse del “Centro Apostólico de San Francisco Javier”. Le sucedió en
Valparaíso el P. Jaime Solá s.j.449
El P. Jaime Solá s.j. venía del Colegio San Ignacio de Santiago, donde había
sido Rector desde el 15 de enero de 1900 hasta el 22 de enero de 1906, o sea 8
años. Después había estado destinado a los ministerios.
Desde su llegada a la Residencia demostró una gran dedicación y actividad.
Primero, fue tratar de dar una respuesta a la conflictiva situación obrera que se
presentaba en el puerto. Con motivo de la Guerra Mundial, se habían ido
cerrando muchas Oficinas salitreras, especialmente en Iquique, y habían
quedado, sin trabajo ni pan, innumerables familias de obreros. Comenzaron
por tanto a llegar a Valparaíso buques y más buques cargados de éstos, y todos
quedaban en la ciudad sin hogar y sin comida. El P. Solá indicó que los
jesuitas debían colaborar con las autoridades. El refugio fue la Casa de
Ejercicios donde se establecieron ollas comunes para mantener, por varios
meses, a unos 700 obreros, dándoles diariamente desayuno, almuerzo y
comida. El que más ayudó fue el H. Luis Uría s.j., conocido y estimado de
todo Valparaíso, que recorrió las casas principales del comercio y proveyó
abundancia de recursos.
Segundo, fue la Escuela. Ésta iba en aumento cada día y el P. Solá tomó las
providencias necesarias para hacerle frente. Comenzó una refacción del
edificio y salas de clases, la instalación de un salón de actos, y promovió
florecimiento de la vida religiosa y espiritual, el perfeccionamiento del
profesorado y la mayor integración de toda la comunidad escolar. Obtuvo una
subvención del Gobierno y, para hacer efectivo el traspaso de las
responsabilidades de la Hermandad a la Compañía y hacer más expedito el
trámite de los documentos oficiales, optó por cambiar el nombre de la Escuela
que tomó el de “Escuela Pedro de Valdivia”, y así se llamó desde 1913.
449
Historia Domus Valparaíso, págs. 182-184.
216
Pero la obra principal, en materia de construcciones, fue el 2° piso de todo el
frente de la Residencia. Los otros lados de la Casa tenían dos pisos. Esta tarea
la emprendió gracias a un préstamo que facilitó el Colegio San Ignacio de
Santiago.450
Santiago. Colegio San Ignacio
El Rector del Colegio en 1909 era el P. Estanislao Soler s.j., quien estaba en su
segundo trienio de rectorado.
En 1910 se hizo “el patio de vidrio” con armazón de hierro y vidrios planos.451
Las disposiciones testamentarias del Pbro. Don Joaquín Ruiz Tagle Larraín, en
orden a dejar en testamento una parte de su fundo en Calera de Tango, como
cincuenta cuadras, incluyendo la iglesia y el parque, con obligación de
sostener una Escuela, Misa en los días festivos, Misión anual y Ejercicios
espirituales, fueron tratadas con el P. Estanislao Soler s.j. Este impuso a don
Joaquín la limitación para cumplir esas condiciones, que la donación produjera
lo necesario para ello. Esto por el mal estado de la Casa de Ejercicios. Indicó
que la donación testamentaria debía hacerse a favor del P. Bartolomé Mas s.j.,
en representación del Colegio San Ignacio.452 Más adelante escribiremos otros
antecedentes.
El P. José Reverter s.j. comenzó su segundo Rectorado el 14 de enero de 1912
y lo terminó el 4 de marzo de 1915, para dirigirse a Ancud donde asumió el
cargo de Rector del Seminario el 19 de marzo del mismo año.453
En este trienio los alumnos del Colegio San Ignacio fueron en:
1912: 419 alumnos (141 internos y 278 mediopupilos).
1913: 405 alumnos (140 internos y 265 mediopupilos.
1914: 393 alumnos (118 internos y 275 mediopupilos).
En 1914, el P. José Francisco Correa Valenzuela s.j. fue nombrado Prefecto
General del Colegio. Tuvo una actuación importante en la consecución de los
programas de estudio, exámenes en el Colegio y participación de los
profesores en las comisiones examinadoras.454
En 1914 también se restauró la iglesia y se la pintó del todo. No se había
restaurado desde el terremoto de 1906. Se pintaron los altares y la fachada. El
órgano fue restaurado. Se puso luz eléctrica a todas las lámparas de la iglesia y
a los altares de la Santísima Trinidad, San Ignacio y Sagrado Corazón.455
El Centenario de la Restauración universal de la Compañía de Jesús se celebró
en toda la Compañía en forma privada, por la Guerra mundial. En el Colegio
450
Id., págs. 185 y 186.
Archivo SJ, Artículo del P. Walter Hanisch en El Diario Ilustrado, 2.11.1956.
452
Archivo SJ Provincia de Chile, Diario de la Casa de Ejercicios de Calera Tango, años 1912-19454, págs. 1.
453
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, pág. 67 bis.
454
Id., pág. 68.
455
Id., pág. 70.
451
217
San Ignacio se tuvo Misa solemne, con sermón del P. José Francisco Correa,
Comunión General de los alumnos y Te Deum en la ceremonia de la tarde.456
El Patronato de Andacollo
En 1912 Don Miguel Covarrubias Valdés, ex alumno del Colegio, fundó el
Patronato de Andacollo en la Parroquia del mismo nombre, con la finalidad de
tomar al niño necesitado desde la Escuela, no abandonarlo después de salido
de ella, formar un Centro obrero, mejorar las familias del barrio, material y
moralmente, visitar a domicilio, fomentar el ahorro y la higiene, y establecer,
si fuera posible, gremios y sindicatos.
El Directorio de 1913, fuera del tesorero y un director, estuvo formado
exclusivamente por ex alumnos del Colegio. Se fundó una Escuela nocturna,
anexa a la diurna, con unos 70 asistentes.
Hacía propaganda por la prensa el destacado ex alumno Joaquín Díaz Garcés,
y en 1916 un grupo de alumnos del Colegio, dirigidos por el P. Fernando
Vives s.j., tomó a su cargo el Patronato dominical.
El Centro de alumnos y ex alumnos de la Escuela del Patronato, fundado en
1916, quedó a cargo de los alumnos de Sexto año de Humanidades. El primer
Directorio se formó como sigue: Presidente Pablo Larraín Tejada, que dirige
la Conferencia de San Vicente para caballeros; Secretarios: Manuel Larraín
Errázuriz y Alberto Hurtado Cruchaga.457
Una Misión en la Provincia de Magallanes
En el Colegio eran profesores, desde 1909, los PP. José Audí s.j. y José Auger
s.j. Y al ser ambos destinados a continuar sus ministerios en la República
Argentina, por insinuación de los Superiores, se ofrecieron trasladarse a la
austral Provincia de Magallanes, en 1913, acompañando al Gobernador
Eclesiástico P. Luis H. Sallaberry, en viaje de misión, tanto en la ciudad de
Punta Arenas, como en Puerto Natales y Puerto Bories.
Desde Punta Arenas, el P. Audí escribió, entre otras cosas, a su Rector, el P.
José Reverter s.j.: “Hubo algunos otros bautismos y confirmaciones. Y el día
21, por la noche, acompañados de las personas más influyentes de la localidad,
nos embarcamos en el Alejandro que nos llevó a Punta Arenas a donde
llegamos la mañana del lunes 24. El vapor para el norte había diferido su
salida, y nos dejó tres días de descanso. Necesitábamos de veras descansar,
pero quisimos aprovechar estos tres últimos días para dar un triduo a los
presos de ésta. Queríamos darlo simultáneamente en el Hospital, pero esto
último no pudo ser por ser laica la institución, y faltó el tiempo para hacer las
diligencias necesarias. En la cárcel no encontramos la menor dificultad: los
presos son 32, excepto 3 ó 4 anarquistas de cáscara muy amarga, que huyen de
nosotros, los demás nos oyen con docilidad y responden a nuestras muestras
de cariño. Hemos estado los tres días con ellos, de 10 a 11 a.m. y de 4 a 5
456
457
Id., pág. 78.
Id., pág. 80 y ss.
218
p.m.; un sermón de tres cuartos de hora, y un cuarto de conversación
espiritual”.458
Calera de Tango
En la carta del 10 de febrero de 1906, citada más arriba, del P. José Barrachina
s.j. al P. General Francisco Javier Wernz s.j., pidió el Superior de la Misión la
autorización para aceptar la donación de una parte del fundo denominado “La
Calera”, que había sido propiedad de los antiguos jesuitas. En esta carta indica
que su actual dueño desea donar la antigua Capilla, la Casa que había sido de
los Nuestros, la Casa de Ejercicios, una Casa para Escuela, un grande y
hermoso parque, una extensa viña y huertos frutales.
Señala el P. Barrachina que los edificios se hallaban en buen estado, excepto
la Casa de Ejercicios, bastante deteriorada por el abandono en que se la había
tenido. Para su reparación se ofrecía una cantidad conveniente.
La posesión, situada en un muy buen lugar, sano y fresco, serviría para Casa
de campo durante las vacaciones de verano. No estaba demasiado lejos de
Santiago: una hora en ferrocarril y media hora en coche.
Las condiciones de la donación eran: 1ª Dar una misión anualmente en la
Capilla, 2ª Dar una o dos tandas de Ejercicios a aquellos pobres campesinos,
sin exigirles ninguna retribución, ni aun por la alimentación, 3ª Sostener una
Escuela gratuita para los niños pobres, de los mismos campesinos, 4ª Celebrar
Misa los domingos y días de fiesta. Las cargas de la 3ª y 4ª condición no se
exigía que las cumplieran los mismos jesuitas (ello sería imposible); bastaba
que lo hicieran otros bajo la vigilancia de la Compañía.
A juicio de personas prudentes y entendidas, continúa el P. Barrachina, la gran
viña y los huertos rinden mucho más de lo necesario para rentar bien a un
capellán, a dos maestros, y para sufragar los gastos de los ejercitantes y de los
niños de la Escuela. El Capellán y los maestros tendrán sus habitaciones
separadas de las habitaciones de los jesuitas, y de la casa de Ejercicios.
Todos los Consultores opinaron como el Superior de la Misión, que debían
aceptar la donación. La 1ª condición no la juzgaron onerosa. Y las otras tres,
aunque ofrecían alguna dificultad, no parecían graves, habiendo renta para
sostener esas obras indicadas.459
El P. General aceptó la donación ofrecida por el Pbro. Joaquín Ruiz Tagle.
En 1912 falleció don Joaquín Ruiz Tagle Larraín, sacerdote que había vivido
gran parte de su vida en la casa de Calera de Tango, en la que había nacido en
1825. Era hijo de Don Francisco Ruiz Tagle Portales, quien fue Presidente de
la República de Chile en el año 1830 y que le había dejado en herencia la Casa
de Calera, el parque y el terreno agrícola que quedaba entre los cerros.
458
459
Cartas edificantes de la Provincia de Aragón, citadas por Tampe, op. cit. págs. 175 y 176.
Archivo SJ. Carta del P. Barrachina al P. General Fco. Javier Wernz.
219
Cuando fueron expulsados los jesuitas en 1767, Don Manuel Ruiz Tagle
Torquemada remató para un tío suyo, a quien heredó, las Haciendas de
Lonquén, la Ce y Calera de Tango. Esta última, el 28 de noviembre de 1783
en $ 30.000; tenía 1871 cuadras.
Al tratarse del regreso de los jesuitas a Chile, Don Francisco Ruiz Tagle
Portales fue uno de los más entusiastas y colaboró con el Arzobispo Manuel
Vicuña Larraín para traerlos al país. Uno de los Padres vivió en Calera de
Tango enseñando a uno de los hijos de Don Francisco.
En el Rectorado del P. Santiago Solá, el Pbro. Don Joaquín Ruiz Tagle ofreció
dar el parque; y cuando murió, dejó a los jesuitas la parte de la antigua
Hacienda de Calera de Tango que era de su propiedad.
Esta donación del Pbro Ruiz Tagle fue de un muy alto significado para los
jesuitas, porque la Hacienda de Calera de Tango era para la Compañía de
Jesús uno de sus recuerdos históricos más eminentes, por sus talleres de
orfebrería, ebanistería, relojería, fundición y telares que habían hecho
considerarla como la cuna de la industria chilena, y era una de las pocas
construcciones jesuitas que todavía conservaban su sabor colonial.
La casa fue objeto en 1913 de un cuidado especial, por su estado bastante
deteriorado. Se arreglaron los aposentos, se llevaron las estatuas para el altar
mayor, que adornaban los patios de la Casa de Azolas. Se compraron derechos
de agua; se pusieron árboles frutales, especialmente naranjos. En la iglesia se
remplazó el piso y en la torre se pusieron dos campanas.
En 1914 se reparó la casa en la parte destinada a los jesuitas, y la dedicada a
Casa de Ejercicios. Y se redujo la laguna del parque a la mitad de lo que era
en ese entonces. Se puso luz eléctrica en el comedor, cocina y corredores.460
Capellanía en Calera de Tango
El 5 de julio de 1912, el Colegio San Ignacio tomó posesión de las Casas e
iglesia de Calera de Tango. Para la Capellanía en la iglesia, se dispuso que el
antiguo capellán que tenía don Joaquín Ruiz Tagle, Pbro, Don Santos Gil,
continuara en su cargo, se le asignaran $ 200 mensuales y se le diera una pieza
en las Casas donde continuaría viviendo habitualmente.
En la iglesia estaban establecidas la Hermandad o Sociedad de San José y la
del Sagrado Corazón que tenían todos los meses comunión, en domingos
distintos, para la Sociedad de hombres y de mujeres.
Después de la Misa, los domingos, el Capellán enseñaba Catecismo a los
niños.
El 9 de diciembre de 1912, en el patio de entrada, se terminó el pedestal donde
se colocó la imagen de la Virgen que estaba en la Casa de campo de Azolas.
460
Hanisch, Historia Colegio San Ignacio, págs. 71 y 72.
220
Escuela en Calera de Tango
En cumplimiento de la condición de mantener una Escuela elemental, los
jesuitas de inmediato, el 25 de julio de 1912, confirmaron en su cargo y sueldo
al antiguo preceptor de la Escuela, don Absalón Carrasco, asignándosele como
casa habitación la contigua a la Escuela. Los alumnos eran unos 45 cada día.
El 14 de diciembre dieron exámenes de fin de año los alumnos y se
distribuyeron premios por valor de $100, que costeó la Municipalidad de
Calera.
En agosto de 1915 el P. Artemio Colom s.j., encargado de la Casa de Calera,
dejó despachada en la Municipalidad de San Bernardo la documentación
necesaria para que pudiera abrirse la Escuela de niñas.
Misiones
La primera Misión la empezó el P. Antonio Falgueras s.j. el 23 de julio de
1912, acompañado del P. Artemio Colom s.j. y del Hermano Julián Pavía s.j.
El día de la Comunión de los niños se les sirvió desayuno.
Ese año y los siguientes, los jesuitas continuaron dando las Misiones, pues en
los veranos la Casa de Calera fue Casa de vacaciones.
A partir del año 1914, en Semana Santa se comenzó, todos los años, a dar
Ejercicios a un grupo de caballeros venidos especialmente de Santiago para
esos días.461
Desde esta fecha, todos los veranos, durante los meses de enero y febrero, la
Casa de Calera de Tango se preparaba para que la Comunidad del Colegio
pudiera pasar esos dos meses en ella, parte en vacaciones y parte en
preparación de las actividades del año. Terminaba la estadía del verano con los
Ejercicios anuales de los Padres y Hermanos jesuitas durante ocho días. Y
también servía de descanso a los jesuitas, en el mes de septiembre, durante las
vacaciones escolares con motivo de las Fiestas Patrias.462
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
En este período fueron Superiores en la Residencia de Concepción el P.
Antonio Sacrest s.j. hasta el 12 de octubre de 1910, fecha en que murió
repentinamente, y el P. José Giné s.j. desde el año 1911.
La biografía del P. Sacrest la hemos señalado más arriba.
El P. José Giné Doménech s.j. había nacido el 25 de febrero de 1853 en Borjas
Blancas, pueblo de la provincia y diócesis de Lérida. Entró en la Compañía de
Jesús en la ciudad de Toulouse, Francia, el 8 de abril de 1869, a los 16 años de
edad. Eran los años del destierro. Cuando vino la guerra franco-prusiana del
461
462
Archivo SJ Provincia Chile, Diario de la Casa de Ejercicios Calera de Tango, manuscrito pág. 2 y ss.
Cf. Id, passim.
221
año 1870, el Provincial de Aragón se vio obligado a buscar asilo en el
Principado de Andorra para los jesuitas en formación, y en esa ciudad el P.
Giné terminó su noviciado. Hechos los votos del bienio, el P. Giné regresó a
Toulouse donde estudió en 1872 el 2° año de Retórica, y pasó después a cursar
los dos primeros años de Filosofía, y el tercero en Chateau d’Auzielle. Al
distinguirse en estos estudios, los Superiores lo destinaron, en la experiencia
del Magisterio, a enseñar Lógica, Metafísica y Matemáticas en uno de los
principales Colegios de la Provincia, el de Valencia. Allí estuvo 5 años
consecutivos, desde 1876 a 1880. Los estudios de Teología los hizo en
Tortosa, por espacio de seis años, de 1881 a 1886, sustentando brillantemente
las tesis para el grado en un célebre acto público de Universa Theologia. Hizo
la Tercera Probación en 1887 y fue destinado a enseñar Teología a los jesuitas,
cargo que desempeñó hasta el año 1891. Después fue a Barcelona un año, y
luego a Valencia cuatro años, como Rector del Colegio Máximo.
Un año estuvo en Zaragoza, donde decidió ofrecerse para las Misiones de
América. El 7 de febrero de 1905 fue nombrado Rector del Seminario
Pontificio de Villa Devoto en Buenos Aires, Argentina. El 10 de enero de
1911 fue nombrado Superior de la Residencia de Concepción en Chile.
En los nueve años que ocupó ese cargo supo ganarse el aprecio de los Prelados
y del clero de la diócesis, pues al mismo tiempo ejerció la cátedra de Teología
en el Seminario y el cargo de Padre espiritual de los seminaristas mayores.463
En cuanto a ministerios, los jesuitas de la Residencia dividían su actividad en
la atención de la iglesia de Concepción, la Casa de Ejercicios, las Misiones
rurales y la Escuela primaria del Sagrado Corazón.
En la iglesia sobresalía de una manera especial la atención de la Hermandad
del Sagrado Corazón para varones y la Hermandad del Purísimo Corazón de
María para mujeres, con varios miles de socios y socias cada una de ellas.
Todos los domingos tenían ambas Hermandades la Misa en la Iglesia con una
plática. En las tardes, en la misma Iglesia, los hombres tenían una función
especial con el canto del Oficio Parvo, plática del P. Director, bendición
solemne con el Santísimo Sacramento, y reunión. La de mujeres tenía su
función el día sábado en la tarde, y también con canto del Oficio Parvo de la
Virgen, reunión con el Director, plática y bendición.
Ambas Hermandades tenían a su cuidado los altares de la Iglesia, dedicados al
Corazón de Jesús y a la Virgen María.
La Hermandad del Sagrado Corazón tiene para sus socios una espaciosa cripta
funeraria en el cementerio de la ciudad, de 21 metros de largo, 6, 50 metros de
ancho y 12 de alto. Esta cripta estaba dividida en 216 nichos subterráneos y
180 a nivel del suelo. Cada parte se dividía en tres secciones, y cada una tenía
una pequeña capilla con un altar y una imagen. La parte central superior, por
convenio suscrito con la Hermandad, quedaba reservada para sepultura de los
jesuitas.
463
Cf. Pro Nostris de la Provincia Argentino-chilena, mayo y junio de 1920, n. 42.
222
La Catequesis que se daba todos los domingos y festivos tuvo gran incremento
gracias a la nueva Iglesia. Allí se reunían, desde entonces, alrededor de 400
niños, de los cuales 140 eran preparados para la 1ª Comunión.
Los Ejercicios se continuaron, como de costumbre y conforme al convenio
firmado con la Diócesis al aceptar los jesuitas la Casa de Ejercicios construida
por el Obispo José Hipólito Salas.
Para las Misiones rurales en la ciudad de Concepción y en la Diócesis,
siempre hubo un equipo de Misioneros, dispuestos a acudir al llamado de los
párrocos.
Por lo menos una vez a la semana se hizo una Visita a las cárceles y a los
hospitales; y una vez al mes se hicieron Retiros especiales dirigidos a los
alumnos del Seminario.
En 1909, las Confesiones en la Iglesia fueron 29.497 y las Comuniones
distribuidas, 36.000. Se dieron 23 corridas de Ejercicios a laicos, 11 a
Religiosos y Religiosas y 4 al Clero. Las Misiones rurales se tuvieron en Río
Claro, Turquía, Cauquenes, San Rafael, Roblería, Santa Bárbara y en la cárcel,
en las cuales se repartieron 4.802 Comuniones, administrando 1991
Confirmaciones, 57 Matrimonios y 104 Bautismos.
En 1910, en la Iglesia se celebraron el Mes del Sagrado Corazón, el Mes de
María y 4 Novenas. Las Primeras Comuniones de los niños del Catecismo
fueron este año casi 300, pues se dieron catequesis en diversos Colegios y
Escuelas de la ciudad. Se predicaron Misiones, como de costumbre, en
ciudades lejanas, y también en la Iglesia Catedral. Las pláticas a Religiosas
fueron 139; a los seminaristas, 63; y a los laicos, 27. Se dieron 18 corridas de
Ejercicios a laicos, hombres y mujeres; 14, a religiosas y 4 al clero.
En 1911, además de las 7 corridas de Ejercicios espirituales de ocho días que
deben darse, se tuvieron también Ejercicios a los mendigos, a obreros y
también a laicos de las distintas clases sociales de la ciudad. Y fuera de la
Casa de Ejercicios se predicaron a religiosos, hombres y mujeres, al clero y a
alumnos de otros Colegios. Las Misiones rurales, este año, fueron 15 en
lugares bastante lejanos. Sobresalió la Misión en Yumbel, para la fiesta de San
Sebastián con gran afluencia de peregrinos, los que este año fueron más de
60.000. La Misión predicada en Concepción, en la Iglesia jesuita se tuvo en la
semana de la Pasión con un extraordinario concurso de fieles. También se dio
una Misión en Lebu, en la mina Errázuriz, donde alrededor de 400 mineros
vivían en condiciones muy miserables.
Para el ministerio en las cárceles, el P. Aurelio Castillo s.j. creó el “Centro
protector de San Francisco Javier”, con aprobación del Obispo y con el fin de
ayudar a los presos espiritualmente, con asistencia jurídica y con limosnas
materiales.
En 1912, el ministerio de las Misiones lo extendieron al Vicariato Apostólico
de Tarapacá. En Iquique dieron Ejercicios espirituales al clero, conferencias a
los militares en los regimientos, bendijeron gran número de matrimonios y
223
administraron el Sacramento de la penitencia a innumerables fieles. Se dieron
también Misiones en Lebu, Arauco, con atención especial al pueblo mapuche.
En 1914, en agosto, celebraron solemnemente el centenario del
restablecimiento de la Compañía; y en septiembre los funerales del P. General
Francisco Javier Wernz.464
Puerto Montt. Colegio incoado San Francisco Javier
El P. Guillermo Sander s.j. asumió el Rectorado del Colegio San Francisco
Javier de Puerto Montt el día 24 de julio de 1908, y va a permanecer en el
cargo hasta el 6 de marzo de 1912, pero continuará en el cargo de Párroco.465
El P. Guillermo Sander Screiber s.j. provenía de una distinguida familia
radicada en Oppenheim, provincia del Rhin, donde nació el 25 de marzo de
1861. Hechos sus estudios primarios, secundarios y universitarios, se graduó
de Leyes en la Universidad de Bonn. Entró en la Compañía el 7 de mayo de
1886 a los 25 años de edad.
En aquella época la Provincia alemana de la Compañía tenía sus Casas de
formación en el extranjero: Noviciado en Blijenbeek, Juniorado en
Wijnandsrade y el Filosofado en Exaeten, las tres en Holanda. El Teologado
estaba en Ditton Hall, en Inglaterra. En todas ellas fue donde el P. Sander
siguió la formación de la Compañía de Jesús. Recibió la ordenación sacerdotal
en 1894. La Tercera probación la hizo en Wijnandsrade.
A mediados del año 1895 se embarcó, en compañía del P. José Harter s.j. y el
H. Bernardo Middendorf, para arribar a Puerto Montt el 14 de enero de 1896.
Inmediatamente emprendió sus tareas apostólicas en trabajos misionales con
los alemanes del lago Llanquihue, y con los chilenos, recorriendo islas y
archipiélagos del sur de Puerto Montt. Al año siguiente fue designado
Ministro del Colegio San Francisco Javier, cargo que mantuvo hasta 1902 en
que fue nombrado Párroco en Puerto Varas y Superior en esa Statio de la
Compañía.
Con su patrimonio ayudó a la adquisición de la Casa y propiedad que la
Compañía compró en Puerto Octay y a la fundación del Colegio de las
Hermanas de la Caridad de la Inmaculada en Puerto Varas.
A él se debe también la compra del excelente órgano, de 300 tubos de metal y
400 de madera, alemán, de la iglesia de Puerto Montt y el decorado de la
misma.466
Con la colaboración del P. Guillermo Sander, el Colegio pudo adquirir en
Alemania un conjunto de instrumentos musicales para uso de la banda de
músicos formada por los alumnos. Bandas similares a ésta se organizaron en
Puerto Octay, Puerto Varas y Loncotoro.467
464
Cf. Cartas anuas de Concepción, conservadas en Archivo Provincial SJ, años 1909-1914.
Cf. Historia Domus Pto. Montt, Vol. III págs. 161 y 243.
466
Cf. Noticias Provincia Argentino-Chilena, 1920, N° 47, pág. 2; Cf. Tampe, op. cit., pág. 170.
467
Publicación Magis, publicación del Colegio de Pto. Montt, en 1999, pág. 28.
465
224
Después de dejar el Rectorado del Colegio, el P. Sander continuó en el cargo
de párroco. Y junto a la iglesia parroquial ubicada en la plaza de armas,
construyó dos edificios, a ambos costados de ella.
El P. Juan Bautista Duschl s.j. fue nombrado Rector del Colegio San Francisco
Javier el día 6 de marzo de 1912.
El P. Juan Bautista Duschl s.j. había nacido el 30 de marzo de 1873 en Gern,
provincia de Niederbayern, en Alemania. Ingresó al Seminario de la diócesis
de Passau, donde fue ordenado sacerdote el 28 de junio de 1897. Ingresó a la
Compañía de Jesús en el Noviciado de Tisis, Alemania, el 30 de septiembre de
1898. Concluidos los dos años de noviciado fue destinado al sur de Chile.
Acompañando al P. José Meier s.j., desembarcó el 20 de agosto de 1903 en el
puerto de Corral, y cuatro días más tarde llegaban ambos a Puerto Montt. Tres
años permaneció allí como misionero. En 1906 pasó a Puerto Varas con el
cargo de Superior de la comunidad y Párroco. Testimonio de su trabajo en esa
ciudad son el Cerro Calvario con el Vía Crucis, la Gruta de Lourdes, y las
calles de la ciudad que el Párroco hizo bautizar con los nombres de los Santos
de la Iglesia, incluyendo en ellos a los de la Compañía de Jesús. En 1912 pasó
a Puerto Montt.468
En Puerto Montt le correspondió tener las conversaciones con el Capellán
militar Pbro. Norberto Schröer B., de nacionalidad o ascendencia alemana,
quien deseaba hacerse cargo de la Parroquia de Puerto Montt. En el año 1912
hubo varias visitas personales del capellán y él escribió varios documentos.
Manifestó también sus deseos al Obispo de Ancud Fray Pedro Armengol
Valenzuela.469
El P. Duschl presentó el asunto al Superior de la Misión, P. Ramón Crexans
s.j., quien estuvo de acuerdo con dejar ese ministerio y poder así incrementar
la labor en el Colegio propiamente tal. Los dos jesuitas, el párroco Guillermo
Sander y el ayudante Leonardo Junker, que habían tratado también con el
Obispo presentaron la renuncia a la Parroquia. La carta respuesta al Superior y
aceptación de Monseñor Valenzuela dice:
“Muy Reverendo y estimado Padre:
Acabo de recibir su apreciada del 15 del mes en curso, juntamente con la
renuncia de la Parroquia de Puerto Montt que me envían los PP. Guillermo
Sander y Leonardo Junker, Cura y Teniente Cura de dicha Parroquia,
respectivamente. Al aceptar esta renuncia no puedo menos de expresarle el
sentimiento con que la acepto, y sólo obligado por las instancias con que los
Superiores de la Compañía me la vienen proponiendo desde un año a esta
parte, y de manifestar a Vuestra Reverencia y a toda la Compañía de Jesús,
mi más sentida gratitud y vivo reconocimiento por los trabajos apostólicos de
los Padres de la Compañía en la Provincia de Llanquihue, durante más de
468
469
Tampe, op. cit., pág. 226.
En el Archivo SJ del Colegio San Javier de Pto. Montt se encuentra esta correspondencia.
225
medio siglo de apostolado, rivalizando con los Misioneros Jesuitas del siglo
XVII entre los huilliches, chilotes y chonos. Los Padres Jesuitas son los
fundadores de la Parroquia de Puerto Montt y de las seis o más Parroquias
en que después fue dividida. Y por ello les debe la diócesis de Ancud una
eterna gratitud”.470
Puerto Varas. Statio
El 11 de febrero de 1911, el P. Juan Bautista Duschl s.j. inauguró la nueva
Gruta de Lourdes, en el lugar donde actualmente está, en el terreno alto que
había comprado. La anterior, al pie del cerro Calvario, había quedado
destruida con la construcción de la vía férrea.
Y ese mismo día 11 de febrero de 1911 quedó terminada la Capilla que había
iniciado en la localidad de Loncotoro.
El 11 de junio de 1911, fiesta de la Santísima Trinidad, a las 2 de la mañana,
mientras todos dormían, un insano prendió fuego a la esquina noroeste de la
casa parroquial, en la que vivían 4 jesuitas. El fuego consumió todos los
edificios, construidos enteramente de madera, incluso la iglesia que estaba en
la misma manzana, a pesar de los grandes esfuerzos hechos por los bomberos
apoyados por una bomba a vapor. El P. Juan Duschl y el Hermano Sebastián
Schober se pudieron salvar en ropas de dormir. Al anciano P. Juan Mundwiler
y al P. Blas Bendeich, enfermo casi postrado, hubo que ayudarlos a salir. El P.
Bendeich fue sacado con principios de asfixia. El P. Guillermo Tilly, ayudante
del párroco, corrió a la iglesia a rescatar el Santísimo que llevó a la Capilla del
Colegio de la Sagrada Familia, donde ya estaban reunidas las religiosas con
las alumnas internas, rezando para que Dios protegiera al pueblo y no se
propagara el fuego.
La conmoción fue grande, pues en ese día se debía efectuar la Primera
Comunión de los niños y todo estaba preparado para esa fiesta. Muchos papás,
que deseaban algo especial para sus hijos en ese día, habían viajado la tarde
anterior a Puerto Montt a comprar provisiones para el hogar y obsequios para
sus hijos.
El P. Duschl, con entereza de espíritu, tomó las cosas como una prueba de
Dios y de inmediato consiguió que la Municipalidad ofreciera su Salón
Municipal, a cuya sala se trasladaron los objetos religiosos salvados, como los
altares, bancos y paramentos de la sacristía. Ese mismo día, a las 10 se celebró
allí la Misa de Primera Comunión, a la que asistieron todos con lágrimas y
muy conmovidos. Y en adelante, por concesión municipal, se siguió
celebrando la Misa dominical en ese Salón, hasta la inauguración del nuevo
templo parroquial.
Los fieles de ninguna manera se desanimaron, y al poco tiempo del incendio
habían formado una Junta de vecinos destacados con el fin de iniciar la
construcción de la nueva iglesia. En el libro de actas hay una extensa lista de
470
Publicación Magis, publicación del Colegio de Pto. Montt, en 1999, pág. 28.
226
personas que contribuyeron de inmediato con limosnas, juntándose la suma de
$ 54.702 que permitían iniciar las obras.
El Obispo de Ancud, Monseñor Ramón Angel Jara, dispuso que la nueva
iglesia y casa parroquial fueran levantadas en los terrenos que habían sido
adquiridos recientemente en la parte alta, lugar en que había mayor amplitud y
seguridad para sus construcciones.
El 4 de diciembre de 1911, día siguiente de la fiesta de San Francisco Javier,
fue bendecida la primera piedra de la nueva Casa parroquial, que se levantaría
sobre la colina antes indicada, al lado sur del pueblo.
El P. Juan Duschl permaneció en Puerto Varas hasta el 10 de marzo de 1912,
fecha en que fue trasladado al Colegio San Francisco Javier como Superior de
los jesuitas de Puerto Montt, quedando en su reemplazo el P. Christian Harl,
s.j. como Párroco, secundado por el P. José Harter s.j., Ayudante del párroco,
los PP. Huberto Düffels y Juan Mundwiler y el H. Sebastián Schober.
El P. Christian Harl dispuso que el ala norte de la Casa parroquial en
construcción se habilitara como Capilla y Sacristía provisorias desde el 23 de
marzo de 1913. El Domingo segundo después de Pascua, el 6 de abril de ese
año ya pudieron celebrarse las Primeras Comuniones en esa nueva Capilla de
la ya recién bendecida Casa parroquial, la cual fue construida con sus paredes
exteriores de concreto y terminaciones interiores de madera. Esta casa quedará
en pie hasta el terremoto del año 1960.
La primera piedra del nuevo Templo Parroquial fue bendecida solemnemente
en enero de 1914 por el nuevo Obispo de Ancud Fray Pedro Armengol
Valenzuela Poblete O. de la M., y comenzó a construirse el 22 de enero de
1915 a cargo de los constructores don Edmundo Niklitschek, don Bernardo
Klenner y don Adalio Morales, bajo la dirección del P. Guillermo Sander s.j.,
Superior de los jesuitas en Puerto Varas. Para su construcción se emplearon
las mejores maderas de la zona, sobre todo el roble pellín. Los planos de la
iglesia fueron conseguidos en Alemania, de la Marienkirche de la Selva
Negra, de hermoso estilo gótico simplificado.471
La Parroquia de San José de Coligual, ubicada al noroeste de Puerto Montt,
fue atendida cuando era Capilla desde la Parroquia de Puerto Montt, y desde la
creación de la Parroquia de Puerto Varas, los jesuitas la atendieron desde esta
ciudad. El 1 de mayo de 1914 fue erigida en Parroquia independiente por el
Obispo Fray Pedro Armengol Valenzuela, siendo su primer párroco el P.
Guillermo van Laak s.j. quien residía en Puerto Varas.472
Puerto Octay. Statio
En 1909 el P. Juan Mellwig proyectó fundar una Escuela alemana. Y al fin de
ese año, una asamblea convocada por él para este objeto, apoyó el plan. El 1
de enero de 1910, siguiendo una invitación del Sr. Von Battman, Embajador
471
472
Cf. Horn, op. cit. págs. 20-24.
Cavada, Historia centenaria de la diócesis de Ancud, pág. 90.
227
del emperador alemán, se reunió un gran número de vecinos y aprobaron los
Estatutos. Los asistentes firmaron aceptando una Escuela alemana parroquial,
en la cual los hijos de alemanes, sin distinción de confesión, se podrán educar
bajo la dirección del Párroco, Juan Mellwig, y un Directorio de tres vecinos.
Alemania daría los recursos con la condición de que no se pudiera obligar a
los hijos de disidentes a asistir al Catecismo católico; lo cual fue aceptado por
el Párroco y los vecinos.
El 25 de marzo de 1910 principiaron las clases en la Escuela Católica
Alemana “Beato Pedro Canisio”, funcionando con 23 niños y una profesora de
origen alemán, en un local prestado. En 1911 compró un sitio, también de 50 x
50 metros, para edificarla. Y los hijos de los colonos no sólo recibieron en ella
su primera y elemental instrucción, sino que también pudieron hallar después
alojamiento y educación en el Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt.
El 6 de marzo de 1912, el P. Mellwig colocó la primera piedra para la Escuela,
en presencia del Ministro alemán, Sr. Von Enkert. En 1913 llegó una nueva
preceptora, también alemana, enseñando ambas en el nuevo local.473
El libro llamado “Cecilia”, con la colección de Cánticos, que había recogido el
P. Mellwig en Chiloé, en las Misiones, y en los Colegios de las Hermanas de
la Caridad de la Inmaculada en Puerto Montt y Ancud, había sido impreso por
las religiosas para usarlo con sus alumnas. Al agotarse esa edición el P.
Mellwig hizo una nueva colección de oraciones y cánticos, con notas, y la
presentó al Visitador jesuita, P. Antonio Garriga s.j., quien se mostró muy
entusiasta. Por no tener censores, dio el consejo de entregar a la Editorial
Herder en Friburgo todo el trabajo de este libro “Cecilia” para que la editorial,
a su cuenta y nombre, hiciera imprimir y corregir el libro, siempre que el P.
Pedro Fink, en Puerto Montt, como Superior fuera quien enviaría el libro a
Herder. El libro fue también recomendado por los Obispos de Chile y España.
Al final del librito también venía un Apéndice con cantos alemanes.474
En 1914 estalló la primera Guerra mundial en Europa. Los colonos no
sufrieron molestias porque el Presidente Juan Luis Sanfuentes Andonaegui,
desde el comienzo de su gobierno, confirmó la neutralidad de Chile adoptada
por el Presidente Ramón Barros Luco.
En 1915, deseoso de ayudar a los colonos con un hospital, el P. Juan Mellwig
pidió un informe acabado al Dr. Alberto Burdach en Puerto Montt. Este le dio
unas orientaciones muy oportunas. Dijo: “Un hospital debe estar, en cuanto es
posible, fuera del pueblo, pero no lejos. Debe tener un terreno bastante
extendido y levantarse en un sitio seco y abrigado”. Y, después de muchas
gestiones consiguió el terreno que todavía ocupa el hospital, que era de la
Municipalidad.475
Ancud. Seminario diocesano
473
Cavada, Historia Centenaria de la diócesis de Ancud, págs. 87-88.
Historia Domus Pto. Octay, págs. 63 y 64.
475
Cf. Historia manuscrita del P. Juan Bautista Duschl.
474
228
En este período fue Rector del Seminario el P. José Reverter s.j., quien lo dejó
en enero de 1912 para asumir su segundo Rectorado en el Colegio San Ignacio
de Santiago.
En 1909 Monseñor Ramón Angel Jara fue transferido a la diócesis de La
Serena.
Ese año el Seminario tenía ocho sacerdotes jesuitas y los seminaristas
eclesiásticos eran 75, número récord, más 60 alumnos seglares.
En la Historia Domus del año 1910, el redactor de ella no pudo dejar de
escribir algo sobre el paso del Cometa Halley: “Espectáculo sublime, vimos
aparecer el 18 de mayo, antes de la salida del sol, el cometa Halley, con una
cola de 12 grados de ancho y 120 de largo, como un río inmenso de luz en el
cielo; aterró a los niños y a los habitantes, obligándonos a los jesuitas a
levantarnos muy temprano por si podría venir algún daño a la tierra”.
En ese año del Centenario de la Independencia de Chile, además de las dos
solemnes Distribuciones de premios, la Academia literaria de la Congregación
Mariana representó un acto dramático que debió repetir los dos días
siguientes.476
El 9 de enero de 1912 fue nombrado Rector del Seminario el P. Carlos
Galcerán s.j.
El P. Carlos Galcerán Montaner s.j. había nacido en Villanueva y Geltruí,
España, el 18 de agosto de 1859. Empleado en una farmacia de su ciudad
natal, pidió su ingreso en el Noviciado de Veruela de la Provincia jesuita de
Aragón. Emitidos los votos del bienio, continuó con los estudios clásicos del
Juniorado en esa misma Casa de formación.
Para los estudios de Filosofía debió trasladarse al Colegio Máximo de Tortosa,
donde estuvo desde 1886 a 1888. Para la etapa del Magisterio, fue destinado al
Colegio de Orihuela donde enseñó Retórica, Física y Química. En 1891
regresó al Colegio de Tortosa para cursar la Teología; fue ordenado el 29 de
julio de 1894. La Tercera Probación la hizo en Gandía, en la Casa del Santo
Duque Francisco de Borja, teniendo como Instructor al P. José Barrachina s.j.,
y como compañero al P. Antonio Falgueras s.j., con quienes se encontrará más
tarde en Chile.
Concluida la formación, el P. Galcerán fue enviado a Argentina y su primer
destino fue Santa Fe, donde fue profesor de Retórica y química. En 1900 pasó
a Ancud a integrar la primera Comunidad del Seminario con el cargo de
Ministro y profesor de Teología moral. Durante 15 años seguidos fue profesor
de diversas materias: Física, Química, Ciencias naturales en la sesión seglar
del Seminario; Cosmología y Teología moral, en la sesión seminarística.477
476
477
Todos los documentos citados en estos párrafos se encuentran en el Archivo jesuítico de Chile.
Tampe, op. cit. pág. 162.
229
Un ex alumno lo recordó como “un santo y sabio. Amó con pasión la ciencia
de los astros; la enseñó con ardor y entusiasmo; la propagó por la prensa en
artículos llenos de erudición y ciencia; y aumentó el Gabinete del Seminario
con piezas e instrumentos de gran valor. El santo y el sabio se disputaban el
afecto y la admiración de los jóvenes”.478
En 1915, terminado su Rectorado, pasó al Colegio de Puerto Montt como
Prefecto espiritual de alumnos, y en 1916 al Colegio San Ignacio de Santiago,
con el mismo cargo y confesor en la Iglesia. Durante largos años dirigió en la
iglesia San Ignacio la obra del Catecismo de los niños pobres. Los buscaba por
los conventillos y por las cités del barrio. Los atraía con cariño, y con las
golosinas que para ellos mendigaba, les enseñaba, los dirigía, los confesaba y
los preparaba a la Primera Comunión. Durante 25 años, ocupando hora tras
hora, mañana y tarde, el mismo tradicional confesionario, pudo contar las
absoluciones por centenares de miles. En los últimos años, una caída le
fracturó una pierna; no se desanimó y anduvo agachado, cojeando, medio
ciego, acompañado siempre de niños pobres. Murió el 2 de junio de 1942.479
En 1912 hubo, por primera vez, Disputas públicas de Filosofía y de Teología,
dos veces en el año, como era costumbre en todos los Seminarios cuya
dirección tenía la Compañía.
En 1914 se puso luz eléctrica en el Seminario y en la Capilla, lo que
verdaderamente fue un acontecimiento grande en la isla. Y con motivo del
primer centenario de la restauración de la Compañía por el Papa Pío VII, los
Padres se esmeraron en celebrar este año no sólo con las Disputas de Filosofía
y Teología de los alumnos del Seminario mayor, sino también con las
Representaciones artísticas de los menores, asistiendo siempre a los actos el
Obispo de la diócesis y el Intendente provincial.480
Responsabilidad limitada en la administración del Seminario481
La responsabilidad de la Compañía de Jesús con relación a la administración y
dirección del Seminario de Ancud siempre se había considerado limitada a
plazos, los cuales podrían ser renovados si ambas partes, Obispado y
Compañía de Jesús, estuvieren de acuerdo.
En las primeras “Bases de acuerdo” suscritas el 29 de enero de 1900 se decía,
al final de ellas, en un Artículo transitorio: “Las presentes Bases de acuerdo,
antes de ser reducidas a un Convenio, serán aceptadas por ambas partes, por
vía de ensayo, durante uno o dos años, a contar del 1 de marzo de 1900”.
En las Bases del Acuerdo firmadas el 1 de enero de 1903, por el Obispo de
Ancud Dr. Ramón Angel Jara y el P. Antonio Garriga s.j., Superior de la
Misión Chile-Paraguay se puso la siguiente Cláusula: “En vistas de la escasez
de vocaciones, cada día creciente, la Compañía de Jesús no se obliga con las
presentes Bases más que por seis años, contados desde el día de la fecha.
478
Francisco Cavada: El P. Carlos Galcerán s.j. en La Cruz del sur, 04.06.1942; citado por Tampe, pág. 162.
Noticias de la Viceprovincia Chilena, abril-mayo 1942.
480
Cf. Nota 466. Todos los documentos citados en estos párrafos están en el Archivo jesuítico de Chile.
481
Id.
479
230
Transcurrido este período, y dando los Padres aviso al Prelado Diocesano,
con un año de anticipación, ambas partes contratantes quedarán libres de su
compromiso”.
El 3 de diciembre de 1907 el P. José Barrachina s.j., Superior de la Misión
Chile-Paraguay, desde Buenos Aires escribió a Monseñor Ramón Angel Jara,
previo discernimiento con el Rector del Seminario P. José Reverter s.j., el
deseo de dejar la dirección del Seminario. El Obispo contestó el 27 de
diciembre que trataría este asunto con la Santa Sede y el P. General de la
Compañía en su próximo viaje en los comienzos del año venidero.
A comienzos de 1913, el P. Ramón Crexans, Superior de Misión ChilenoArgentina, nuevamente solicitó al Obispo de Ancud poder dejar la dirección y
administración del Seminario. El Obispo, Fray Pedro Armengol Valenzuela O.
de la M., pidió, en su carta del 24 de julio de 1913, nuevamente tres años de
prórroga, indicando que “el año que viene iré a Roma, si el Señor lo permite, y
estudiaré el modo de resolver este asunto”.
Y ante la súplica del Obispo, el General jesuita, P. Francisco Javier Wernz,
determinó que los Padres continuaran otros tres o cuatro años “conforme a los
deseos de Vuestra Señoría Ilustrísima”.
Causas de los mártires de Elicura y del P. Pedro Mayoral
En la diócesis de Concepción estaban radicadas, desde 1665, las Causas de
canonización de los PP. Martín de Aranda Valdivia s.j., chileno, Horacio
Vecchi s.j., italiano y el Hermano Diego de Montalbán s.j., mejicano,
martirizados en el valle de Elicura el 14 de diciembre de 1614, distrito hoy de
la parroquia de Cañete y lugar muy cercano al pueblo de Contulmo; como
también la Causa del P. Juan Pedro Mayoral s.j., llamado “el santo de Rere”.
Nombrado el P. Francisco Ginebra s.j., del Colegio San Ignacio de Santiago,
como Vicepostulador para promover estas dos Causas por parte de la
Compañía de Jesús, y teniendo hechas algunas diligencias preliminares, el
Padre se trasladó a la ciudad de Concepción el 15 de septiembre de 1905 para
empezar estas Causas. Se lo estorbó el fallecimiento, el 9 de octubre de 1905,
del Obispo, Monseñor Plácido Labarca Olivares, y las enfermedades que a él
mismo le sobrevinieron. Habiendo empeorado de sus achaques y fallecido el 6
de enero de 1907, fue reemplazado en ese cargo por el P. Pablo Hernández s.j.,
del Colegio del Salvador en Buenos Aires.
El P. Hernández pasó por mar a Concepción en octubre de 1907 y se dedicó de
lleno a dar cumplimiento a su misión. Hizo prolijas y minuciosas tareas y
logró tener terminados para el 1 de septiembre de 1909 cuatro procesos, a
saber: uno Informativo y otro de “no culto” para el P. Mayoral; y otro
Informativo, con otro de “no culto” para los mártires de Elicura. En esos
Informativos actuales se incluyeron los documentos y diligencias judiciales
antiguas, especialmente la Información de los Mártires realizada en 1665 ante
el Ordinario de la diócesis de Santiago con nueve testigos; y el efectuado ante
el Obispo de Concepción, en el mismo año, con diecinueve testigos.
231
Los Procesos fueron enviados a Roma, al P. Camilo Beccari, Postulador
General de las Causas de la Compañía de Jesús. Y a mediados del año 1910,
se sabía que ya habían sido presentados a la Sagrada Congregación de Ritos y
admitidos en ella. Con esto se había dado el primer paso para introducir las
dos Causas, no obstante haber pasado 150 años desde la muerte del P. Mayoral
y casi 300 desde la de los mártires de Elicura.
Por fin, al cumplirse los 300 años del martirio se encontraron en 1912 los
restos de los tres mártires, sepultados en el coro del monasterio de las
religiosas de la Santísima Trinidad en Concepción.482
Es interesante señalar que junto a los tres jesuitas: Martín de Aranda, Horacio
Vecchi y Diego de Montalbán, sufrieron igual martirio cinco caciques
mapuches: Utablame (El muy elevado), Tereulipe (Pluma de pájaro),
Coñuemanque (Cóndor nuevo), Caniumanque (Cresta de cóndor) y
Calbuñamcu (Aguilucho azul).
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1915
A fines de 1915, el Superior de la Misión era el P. José Llusá s.j. nombrado el
4 de marzo de 1915.
En Chile había 103 jesuitas: 58 Sacerdotes y 45 Hermanos, distribuidos en las
mismas 7 ciudades:
Santiago, en el Colegio San Ignacio, 25 Sacerdotes y 21 Hermanos.
Valparaíso, en la Residencia y Casa de Ejercicios, 6 sacerdotes y 5 Hermanos.
Concepción, en la Residencia y Casa de Ejercicios, 8 Padres y 4 Hermanos.
Puerto Montt, en el Colegio y Residencia, 9 sacerdotes y 10 Hermanos.
Puerto Varas, en la Parroquia, 3 sacerdotes y 1 Hermano.
Puerto Octay, en la Parroquia, 2 sacerdotes y 1 Hermano.
Ancud, en el Seminario diocesano, 5 sacerdotes y 3 Hermanos.
Además en el extranjero, España, Argentina y Uruguay, había otros 30 jesuitas
que habían ingresado en Chile, lo que da un total de 133 jesuitas.
La mayoría de todos ellos era de nacionalidad española y alemana. Chilenos,
estrictamente, eran: 17 sacerdotes, 14 Escolares, y 5 Hermanos, o sea 36
jesuitas chilenos. A estos deben agregarse otros 9 jesuitas, nacidos en el
extranjero e ingresados en Chile: 5 sacerdotes, 4 Hermanos O sea, un tercio de
los jesuitas de la Sección chilena había tenido su origen en el país.
482
Hernández, op. cit. págs. 180 y 181.
232
El ingreso en la Compañía seguía haciéndose en el Noviciado de Córdoba,
Argentina, y los estudios clásicos, de filosofía y teología, en España.
En los últimos 6 años, habían entrado 10 jesuitas chilenos en Córdoba: 8 para
Escolares y 2 para Hermanos. O sea el promedio anual era de 1,25.
Entre los jesuitas chilenos se veía cada vez más necesaria la apertura de una
Casa de formación en Chile.
Capítulo II. El P. José Llusá s.j. Superior de la Misión (1915-1917)
El P. José Llusá s.j. fue nombrado Superior de la Misión Chileno-Argentina el
11 de febrero de 1916.
El P. José Llusá y Godoyal s.j. fue el jesuita que mayor número de años tuvo
el cargo de Superior Mayor de los jesuitas chilenos. En total, lo fue dieciséis
años, en dos períodos o etapas: primero, como Superior de la Misión ChilenoArgentina (desde febrero de 1916 a febrero de 1918), y como Provincial al
crearse la Provincia Argentino-Chilena (desde febrero de 1918 a marzo de
1924); y después, como Viceprovincial de la Región Chilena (desde diciembre
de 1930 a abril de 1937).
El P. José Llusá s.j. nació el 22 de septiembre de 1869 en San Julián de
Vilatorta, Barcelona, España. Estudió Humanidades y un año de Filosofía en
el Seminario de la diócesis de Vich. Entró en la Compañía de Jesús el 5 de
julio de 1887, a los 19 años de edad, en el Noviciado de Veruela, España. Los
estudios de Juniorado los hizo en el Seminario Regina Martyrum en Buenos
Aires, entre 1889 y 1890.
Entre los años 1891 y 1897 hizo la etapa del magisterio en el Colegio San
Ignacio en Santiago, Chile. Y a mediados de 1897 regresó a España, al
Colegio de Veruela a y después al Colegio Máximo de Tortosa para concluir
la Filosofía y hacer la Teología. Fue ordenado sacerdote el 26 de julio de 1903
en la Capilla doméstica del Colegio Máximo. La Tercera Probación la hizo en
el Colegio de Veruela como Ayudante del Maestro de novicios.
Su primer destino fue el Seminario de Tortosa donde fue profesor de Teología
moral. Y en noviembre de 1909 volvió a América, nombrado Rector del
Colegio Sagrado Corazón de Montevideo, en Uruguay.
Después de este Rectorado en Uruguay, fue nombrado Superior de la Misión.
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
El 22 de marzo de 1916 comenzó el P. José Sales s.j. en su cargo de Superior,
el cual se prolongará hasta el año 1920.
El P. Sales era español. Había nacido el 20 de marzo de 1870. Se había
ordenado como sacerdote diocesano en 1894 y seis años después, el 17 de
marzo de 1900, ingresó en la Compañía de Jesús.
233
El primer esfuerzo del nuevo Superior estuvo dirigido a las Congregaciones
Marianas, De la Buena Muerte y Hermandad del Sagrado Corazón que
funcionaban en la iglesia. De inmediato se notó un aumento en las
comuniones, llegando al fin del año a 70.000. El Mes del Corazón de Jesús y
el Mes de María se celebraron con más solemnidad y con predicación diaria.
En la Casa de Ejercicios hubo menos movimiento; se dieron siete u ocho
corridas anuales durante todo este período. Varias veces se dieron Ejercicios a
suplementeros, o vendedores de periódicos, y a niños vagabundos de la
ciudad.
Con aprobación e indicaciones del Superior de la Misión, se hicieron una serie
de trabajos en los edificios de la Residencia, especialmente en escaleras de
acceso al segundo piso, nivelación de corredores y del patio central de la casa.
En 1917 debió sostener un serio conflicto con la Dirección de Impuestos
Internos por querer ésta cobrar conforme al avalúo de todas las propiedades.
Primero logró una rebaja sustancial de la tasación; y después, el 17 de abril de
1917, un fallo judicial que decretaba exentas de impuestos a la Escuela Pedro
de Valdivia, a la iglesia, a la Residencia de los Padres y a la Casa de
Ejercicios, quedando sólo el cerro sujeto a una contribución.
La Escuela Pedro de Valdivia de Valparaíso
El Director de la Escuela era el P. Pío Gibernau s.j. quien, al mismo tiempo,
era el Ministro de la Residencia y Director del Apostolado de la Oración.
Para poder ampliar la Escuela Pedro de Valdivia, el P. Superior José Sales y el
P. Gibernau compraron una propiedad anexa a ella, ayudando el Arzobispo de
Santiago con la cuarta parte de su importe. Al hacerse los arreglos
correspondientes, la Escuela pudo entonces contar, desde 1919, con un buen
salón de clases en el 2° piso comunicando con lo restante de la Escuela, y con
un buen patio y baños para recreo y servicio de los alumnos.
Como Director de la Congregación Mariana “Corte de María”, el P. Gibernau
formó una Comisión “Pro Escuela” presidida por la Señorita Elena Middleton,
con el fin de conseguir ayuda económica en la ciudad. Además, el Padre
Gibernau consiguió una excelente subvención estatal y también de la
Municipalidad de Valparaíso y del Centro Cristiano de Santiago. Y con la
ayuda de bienhechores formó un capital que podía darle cierta autonomía, al
tener que aumentar los gastos con el crecimiento de alumnos, cursos y
profesores.
Como se dijo más arriba, los bonos que formaban antes el capital de la Escuela
eran administrados en la Tesorería del Arzobispado en Santiago. En una visita
que hizo el P. Sales a Santiago, consiguió que esos bonos fueran entregados
para que la Escuela los administrara directamente en Valparaíso.
Al mismo tiempo, los PP. Sales y Gibernau consiguieron con el Directorio del
Apostolado de la Oración un documento en que se acreditaba que la Escuela
había sido fundada y sostenida siempre por la Compañía de Jesús y que el
Apostolado sólo había ayudado con limosnas en los principios de ella, y que
234
había aceptado tener la representación legal de la Escuela en orden a poder
obtener la Personería de la Escuela, lo cual no se habría podido obtener al
tener esa representación los jesuitas. Ese Decreto de Personería Jurídica se
había obtenido el 21 de enero de 1880.483
Santiago. Colegio San Ignacio
El P. José López Sevillano s.j. fue nombrado Rector del Colegio San Ignacio
el día 4 de marzo de 1915.
Había nacido el 5 de enero de 1865 en Bacarés de Almería, en la región de
Andalucía, España. Concluidos los estudios primarios en su pueblo natal,
entró al Seminario Mayor de Santo Tomás de Villanueva, en Valencia.
Paralelamente seguía clases de pedagogía en la escuela Normal de Valencia.
Entró en la Compañía de Jesús el 30 de junio de 1888 en Veruela, España, y
terminó el noviciado en Córdoba, Argentina. Hechos los votos religiosos, fue
destinado al Colegio Seminario de Montevideo, en Uruguay, para la
experiencia de magisterio, donde estuvo desde 1891 a 1896. Después regresó a
España, al Colegio Máximo de Tortosa, para concluir la Teología. Fue
ordenado sacerdote el 30 de julio de 1897. Después de su Tercera Probación
fue nombrado Prefecto General del Colegio de Orihuela. Regresó a América
del Sur, para ser nombrado Rector del Seminario de Montevideo el 1 de
febrero de 1899. En 1904 pasó a Buenos Aires con el cargo de Prefecto
General del Colegio del Salvador, siendo nombrado Rector del mismo Colegio
en 1909. Al término de su Rectorado pasó a Santiago de Chile.
El Colegio tenía ese año 1915 un total de 403 alumnos, distribuidos en dos
categorías: 104 internos y 299 mediopupilos. Además de los jesuitas,
enseñaban en el Colegio 12 profesores seglares.
El P. López favoreció de una manera muy especial y eficiente las
Congregaciones Marianas del Colegio, y el Apostolado de la Oración.484
En toda su labor fue secundado por el P. José Francisco Correa Valenzuela
s.j., chileno, que había entrado en la Compañía en 1891 y estudiado la teología
en Gandía y Tortosa, en España. En el Colegio del Salvador de Buenos Aires
había sido Prefecto General durante el Rectorado del P. José López. A
Santiago había llegado con el mismo cargo.
El P. José Francisco Correa fue Director de la Congregación Mariana de la
Inmaculada y san Luis Gonzaga, tanto para caballeros como para señoras. Y al
mismo tiempo inició la publicación de la Revista mensual Efemérides
Marianas, como portavoz de las demás Congregaciones Marianas existentes
en Chile.485
La Congregación Mayor de caballeros inauguró en 1916 una sección de
estudios apologéticos, que terminó sus trabajos de ese año con un solemne
483
Cf. Historia Domus Valparaíso, págs. 191-195.
Tampe, op. cit. pág. 185; Cf. Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, manuscrita, pág. 82.
485
Id., pág. 195.
484
235
acto literario musical en el Salón de Actos del Colegio, con gran asistencia de
público.486
El P. José Francisco Correa también creó una Academia literaria para ex
alumnos, la cual celebró 9 sesiones desde el 24 de mayo hasta el 19 de octubre
de 1916. Esta Academia se llamó “Academia Mayor”, para distinguirla de la
de los alumnos que pasó a llamarse Menor.487
El Instituto Nocturno San Ignacio
Fue ideado por el P. José Francisco Correa s.j. para completar la obra de
formación de la Congregación Mariana.488
Fue fundado el 5 de junio 1919 y en 1920 tenía ya una matrícula de 281
alumnos. Al comenzar se abrieron los cuatros cursos correspondientes al plan
de las escuelas primarias.
Las clases especiales, que se establecieron después, de inglés en 1° y 2° año,
de electricidad y de nociones de comercio y contabilidad, dieron tal
contingente de alumnos que hubo que dividir los cursos en dos secciones.
El Director era el P. José Francisco Correa que a la vez era profesor de
Religión, con clase semanal para cada uno de los cursos; y los profesores eran:
los Congregantes Calixto Martínez, Samuel González F., Carlos González F.,
Juan Fernández C; los alumnos de 6° año del Colegio San Ignacio: Alvaro
Lavín, Eulogio Sánchez, Ventura Matte, Gustavo Campaña, entre otros; y el
profesor titulado Aristóteles Berlendi, de contabilidad, entre otros.
El horario era el siguiente: se abría a las 8 p.m. y había tres horas de clase,
hasta las 11 p.m. Funcionaba todos los días, menos los domingos y días
festivos.
Durante el día, funcionaba en el local, Lord Cochrane 161, el “Patronato San
Ignacio”, atendido también por los Congregantes marianos.489
El Museo arqueológico
Se comenzó en el Colegio el año 1915. Se debió a los esfuerzos del P. Luis
Ignacio Rayneld Franco s.j., profesor de física y química en el Colegio,
chileno, nacido en Santiago en 1876, ingresado en el Noviciado de Córdoba en
1897 y ordenado en España en 1913.
Con la búsqueda personal y con la ayuda de sus alumnos y ex alumnos pudo
ampliarse a un gran número de objetos históricos. La Prehistoria de Chile
alcanzó a 500 objetos de piedra, tanto neolíticos como paleolíticos. La
Numismática tuvo ejemplares antiguos y modernos: una pequeña colección de
monedas de cobre, romanas y griegas, y 7 de Malaca independiente, como
486
Hanisch, op. cit., pág. 86.
Id., pág. 84.
488
Id., pág. 85.
489
Nuestra Revista, febrero de 1920, págs. 1 y 2.
487
236
también de todas las Repúblicas americanas y de naciones europeas. Había
armas de los Siglos XVIII y XIX: trabucos, pistolas, floretes y espadas.
Además, del Siglo XVI tenía 4 espejos venecianos.490
Cambios y reparaciones en el edificio del Colegio
Para recoger las aguas lluvias del techo de la iglesia se hizo con ese objeto, en
el verano de 1915, un sistema de alcantarillado.
Para el cultivo de la huerta se construyó un nuevo acueducto, en 1916, porque
los anteriores habían sido suprimidos por la autoridad pública en el mes de
marzo de ese año. También se proveyó de acueducto al jardín de la
comunidad.
A los 60 años de la fundación del Colegio se hizo una instalación completa de
baños para los alumnos, 23 baños de ducha: 12 en el dormitorio de la primera
división de internos, y 11 en la tercera. Al año siguiente se construyeron baños
semejantes para los Padres y Hermanos de la comunidad.
Las rejas que separaban los patios de la Primera y Segunda división fueron
sacadas y vendidas en 1918 y se pusieron en su lugar otras nuevas que podían
ser quitadas con más facilidad los días que había Revista de gimnasia.
En la iglesia se cambió la Capilla de San Luis, poniendo en su lugar la Capilla
de la Virgen de Lourdes, cuya imagen obsequió el Arzobispo de Santiago,
Monseñor Juan Ignacio González Eyzaguirre.
Esos años se editaron dos libros del P. Pedro Olmo s.j.: “Trozos selectos
castellanos” 1916, 292 págs. y “Análisis Castellano” en 1ª edición el año 1915
con 173 págs. y la 2ª en 1916, muy ampliada, de 400 págs.
En 1917 se dio a la imprenta el libro del P. Ismael Guzmán Ovalle “Lecciones
de Literatura Preceptiva”, Imprenta La Ilustración, 578 págs.491
Las Rejas de Chuchunco
En 1916 se encargó de la Capellanía de esta Casa de campo el P. Rafael
Román s.j. yendo a celebrar allá la Misa y a predicar a los fieles todos los
domingos y días festivos.492
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
En este período el Superior de la Residencia de Concepción fue el P. José
Giné Doménech s.j. quien al mismo tiempo, ejercía el cargo de Prefecto
espiritual en el Seminario diocesano. Su vida ya la escribimos más arriba.
En estos tres años la Comunidad jesuita de la Residencia estuvo formada casi
siempre por 7 Padres y 4 Hermanos.
490
Id., pág. 88.
Id., págs. 90-91.
492
Pro Nostris, año 1916, pág. 21.
491
237
Los ministerios principales fueron, como en los años anteriores: la atención de
la Iglesia del Sagrado Corazón, con las dos Hermandades, del Sagrado
Corazón de Jesús y del Corazón de María, y la administración de los
sacramentos; la Casa de Ejercicios San Francisco Javier; las Misiones rurales;
y la Escuela del Sagrado Corazón, llamada por el pueblo Escuela San Ignacio.
En 1915 las Misiones rurales se hicieron: en Ramadillas, Caripilún, Llico,
Carampangue, Penco, Los Angeles, Vega de Itata, Arauco, Lautaro, Linares,
Villa Alegre, Nacimiento, Río Claro, Ranquil, Bureo, en nuestra Iglesia de
Concepción, en la cárcel, en el hospital, en la Catedral, con 25.000
Confesiones, 6.160 Confirmaciones y 350 Matrimonios.
Los Ejercicios a laicos, en nuestra Casa, se dieron en 7 corridas, a hombres y
mujeres; 6 al clero y seminaristas. Y fuera de casa a religiosas, en Concepción,
Chillán, Temuco y otras ciudades.
En 1916, la Misiones rurales fueron en: Cucha-Méndez, Tumbes, Llico,
Carampangue, Talcahuano, Arenal, Bureo, Talcamávida, Penco, Arauco, Lota,
Rere, en el fundo Membrillar, tres en nuestra Iglesia de Concepción, a
mendigos, en la cárcel de Talcahuano y de Concepción.
En 1917 los Ejercicios espirituales dados en los Colegios, a semejanza de los
predicados en años anteriores, fueron en: el Internado de las Religiosas de la
Inmaculada, en Victoria a las alumnas de las religiosas de la Santa Cruz, en
Molina a las de las religiosas de la Buena Enseñanza, a las Maestras en el
Colegio del Sagrado Corazón.
Y prácticamente todas las religiosas de la diócesis hicieron los Ejercicios con
los jesuitas: las de la Inmaculada Concepción, las de la Santa Cruz, las de la
Buena Enseñanza, las religiosas del Sagrado Corazón, las Siervas de Jesús, las
del Buen Pastor, las Trinitarias, las de la Purísima en Chillán.
Puerto Montt. Colegio incoado San Francisco Javier
El P. Juan Bautista Duschl s.j. es el Superior y Director del Colegio San
Francisco Javier en Puerto Montt. Lo será hasta el 6 de enero de 1919.
El 1 de marzo de 1914, el Presbítero Norberto Schröer se hizo cargo de la
Parroquia de Puerto Montt, con los Ayudantes Presbíteros Germán Ampuero
Pérez y Alfredo Bahamonde Bahamonde. Los dos últimos habían sido
alumnos de los jesuitas en el Seminario de Ancud. La iglesia parroquial es la
de la plaza y la habitación de los sacerdotes encargados ha quedado en uno de
los edificios construidos por el P. Guillermo Sander s.j.
El Centenario de la restauración de la Compañía fue celebrado el 7 de agosto
con un solemne pontifical celebrado por el Gobernador eclesiástico de
Valdivia, Monseñor Augusto Klinke.
En 1915 los jesuitas terminaron la construcción de la iglesia que estaban
levantando en el barrio de Cayenel. La bendijo el 25 de noviembre el Obispo
238
Monseñor Pedro Armengol Valenzuela. Asistieron a ella casi todos los jesuitas
y los alumnos del Colegio. De Puerto Varas vino especialmente el Párroco, P.
Christian Harl s.j., quien había intervenido en esa construcción.
En 1917, por primera vez, se dieron en la casa de la comunidad los Ejercicios
de San Ignacio a los párrocos de la Provincia de Llanquihue. Asistieron: don
Fructuoso Vargas cura de Huar; don José María Almonacid, cura de las
Quemas; don Norberto Schröer, cura de Puerto Montt; don Alberto Mayorga,
cura de Quillaipe; don Bernardo Vidal, cura de Panitao; monseñor Francisco
Bohle, visitador parroquial; y don José Mayorga, profesor del Seminario de
Ancud. Los dio el P. Antonio Bassols s.j., Ministro de la casa.
El 11 de febrero de 1918, fiesta de la Virgen de Lourdes, leyeron en Puerto
Montt los Decretos por los cuales la Misión Argentino Chilena pasaba a ser
Provincia del mismo nombre.493
Ese año en el Colegio había 76 alumnos, entre internos, medio pupilos y
externos.
Puerto Varas. Statio
El P. Christian Harl s.j. fue el iniciador del Colegio Germania, el cual
comenzó a funcionar con el año escolar, el 15 de marzo de 1916, en una casa
arrendada cerca del lago, con un pequeño grupo de sólo 13 alumnos. El
Colegio tenía como Director al Párroco de Puerto Varas.
Cuatro años y algunos meses duró la construcción del Templo Parroquial,
trabajado intensamente y sin interrupción desde la primera piedra en 1914.
Concluidos los trabajos, se fijó el 24 de noviembre de 1918 como día de su
inauguración. Se compone de tres naves, dos laterales y una central de mayor
amplitud. Sus techos son de doble altura y cuenta con tres torres, una grande al
frente y dos más pequeñas en la parte sur. Su interior, a pesar de ser sobrio, se
parece a una iglesia del Renacimiento, teniendo un trazado en forma de cruz.
Para la bendición se invitó al Obispo de Ancud Monseñor Luis Antonio Castro
Alvarez ss.cc., quien había tomado posesión de la diócesis recién el 4 de
agosto de ese mismo año. Para ese acontecimiento vino acompañado del
Obispo Augusto Klinke, Gobernador eclesiástico de Valdivia e hijo de los
primeros colonos alemanes y alumno de los jesuitas en Puerto Montt. La
dedicación de la nueva iglesia tuvo gran solemnidad: la solemne Misa
Pontifical empezó a las 10 horas y tuvo una asistencia nunca vista, pues
vinieron los fieles desde toda la comarca. La iglesia estaba engalanada con
numerosas guirnaldas de flores.494
Puerto Octay. Statio
El 3 de mayo de 1916, el P. Juan Mellwig s.j. hizo colocar la primera piedra
del futuro hospital de su parroquia. En un año estaba techada la obra gruesa.
493
494
Historia Domus Pto. Montt, passim en los años correspondientes.
Horn, op. cit., págs. 26 y 27.
239
En agosto de 1917 hizo colocar las cañerías de agua potable, para el futuro
Hospital, para la Escuela Beato Pedro Canisio, para la Parroquia y la Casa
parroquial. Y comenzó su preocupación por conseguir el personal que lo
atendiese. Escribió muchas veces a las religiosas de la Caridad, fundadas por
la Madre Paulina von Mallinckrodt, establecidas en Ancud y Puerto Montt.
En la Escuela, en abril de 1916, contrató a una tercera profesora; para los
niños chilenos, y la enseñanza del castellano a los hijos de los colonos.
Ancud. Seminario diocesano
En 1915 fue nombrado Rector, por segunda vez, el P. José Reverter s.j. y va a
permanecer en ese cargo hasta finales de enero de 1917. De allí el P. Reverter
pasó a Valparaíso como Padre espiritual y Operario en esa Residencia, y en
1927, hasta su deceso el 30 de mayo de 1933, estuvo en la Comunidad del
Colegio San Ignacio de la ciudad de Santiago.
En 1916 los alumnos del Seminario fueron 173, el mayor número hasta
entonces nunca alcanzado: 53 Seminaristas, y 120 Seglares. Primera vez que
los alumnos seglares superaban a los eclesiásticos.
Los seminaristas pasaban todo el año en el Seminario, incluso durante las
vacaciones, y por ello se había comprado una quinta a orilla del mar junto a la
caleta de Dalcahue.
Los estudios en el seminario eran los mismos que en los Institutos oficiales del
país para la segunda enseñanza, y por disposición especial dada a los
Seminarios de la Iglesia católica, los exámenes dados ante las comisiones
privadas de sus propios profesores gozaban del reconocimiento oficial en
cuanto a validez. Los clérigos tenían estudios propios aparte, tanto de Filosofía
como en Teología.
La presencia del Seminario siempre se consideró como de vital importancia
para esa lejana y aislada diócesis. Casi todos los Curas párrocos de la diócesis,
que abarcaba desde Valdivia a Punta Arenas, se habían formado en el
Seminario dirigido por los jesuitas.495
El 31 de enero de 1917 fue nombrado Rector el P. José Audí s.j.; pero su
biografía y Rectorado lo señalaremos en el período siguiente.
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1918
Al término del período anterior a la creación de la Provincia Argentinochilena, la Compañía de Jesús parecía estar del todo asentada en Chile.
La Misión de Chile contaba con 103 jesuitas: 54 Sacerdotes, 4 Escolares, y 45
Hermanos jesuitas. Y a ellos debían agregarse los 14 Sacerdotes que ejercían
ministerios o estudiaban en España, Argentina, o en Uruguay. Los Estudiantes
495
Hernández, op. cit., págs. 255 y 256.
240
jesuitas chilenos en formación eran 11, en los mismos países. Y los Hermanos
jesuitas en el extranjero eran 4. Un total de 132 jesuitas.
En Chile había: 2 Colegios secundarios, en Santiago y Puerto Montt; 1
Seminario Mayor, en Ancud; dos Residencias y Casas de Ejercicios, en
Valparaíso y Concepción.
La formación de los jesuitas chilenos desde 1911 a 1918
El Noviciado continuaba en Córdoba, Argentina. Los últimos años había una
mayor facilidad para atravesar la cordillera de los Andes, por la inauguración
del ferrocarril transandino hasta la ciudad de Mendoza.
Los estudios clásicos se hacían en España: un tiempo en Gandía y después en
Veruela; la Filosofía y la Teología, en el Colegio Máximo de Tortosa; y la
Tercera Probación en Manresa.
En este período la experiencia del Magisterio siempre se hizo en Buenos
Aires, Santa Fe o Montevideo; jamás en Chile.
Durante la Primera Guerra Mundial, los estudios de Filosofía y Teología se
trasladaron al Colegio San Ignacio de Sarriá, muy cerca de Barcelona. Y los
estudios clásicos empezaron a darse en la ciudad de Córdoba, Argentina.
Capítulo III. Ministerios en Chile durante la época de Misión
Ministerios espirituales de la Compañía de Jesús
Desde sus inicios San Ignacio de Loyola, al redactar las Constituciones,
indicó que “el fin de esta Compañía es no solamente atender a la salvación y
perfección de las almas propias con la gracia divina, sino con la misma
intensamente procurar de ayudar a la salvación y perfección de las de los
prójimos”.496
En la espiritualidad del contemplativo en la acción, la de la Compañía de
Jesús, la contemplación y la acción apostólica son simultáneas. La misma
gracia es la que lleva al hombre a contemplar, a amar a Dios, y lo impulsa
hacia el trabajo de comunicarlo a todos los hombres. La gracia divina puede
comenzar en cualquiera de los dos elementos a los cuales va dirigida, es decir,
puede empezar en la contemplación u oración y mover hacia la acción
apostólica; puede empezar en la acción apostólica y mover hacia la
contemplación. En la espiritualidad del contemplativo en la acción, la oración
alimenta a la acción apostólica y ésta, a su vez, alimenta a la contemplación.
Por ello, en la Compañía de Jesús el apostolado, a igual que la oración, es
parte esencial de la vida espiritual de sus miembros.
La vida apostólica la ejercieron San Ignacio y los primeros jesuitas en todo el
horizonte de la Iglesia. Y para tener seguridad en sus misiones, pronunciaron
496
San Ignacio de Loyola, op. cit., pág. 445.
241
un voto de obediencia al Romano Pontífice, aceptando plenamente todas las
misiones que él les encomendara.
El Papa Paulo III encomendó misiones muy importantes en Italia, Alemania,
España, Portugal, Irlanda, Inglaterra, Francia, los países eslavos y en el
Concilio de Trento. Y de una manera muy particular les encargó la
evangelización en países y regiones que desconocían plenamente a Jesucristo.
San Francisco Javier fue apóstol en India, Malasia, Indonesia y el Japón.
Etiopía y Brasil fueron también misiones dadas por el Romano Pontífice.
Toda la Compañía siguió este camino marcado por San Ignacio y el Romano
Pontífice. Las misiones se multiplicaron en India, Japón, Corea, China,
Vietnam, Indonesia. También, en Asia Menor, Siria, Tierra Santa, Persia, y
Afganistán. En Africa del norte, Madagascar, Mozambique y Etiopía. En
América del Norte, Central y del Sur.
Las Misiones entre infieles. En la parte sur del continente americano, se
distinguieron en las Misiones del Brasil, evangelizando y fundando ciudades;
de la Chiquitanía, en el límite amazónico; de las Reducciones del Paraguay
con los guaraníes; y en Chile, en las Misiones de Chiloé y en Misiones entre
los mapuches.
Al regresar los jesuitas, después del restablecimiento dado por el Papa Pío VII,
los jesuitas continuaron esas mismas misiones, siempre según el espíritu de
San Ignacio.
El P. Mariano Berdugo s.j., en el Plan de restablecimiento que trajo desde
España, propuso las misiones de los infieles en los siguientes términos: “La
Compañía no podrá desentenderse de la multitud de los indios. El tiempo no
ha podido borrar los monumentos que todavía existen de su celo. Los hijos de
la Compañía jamás olvidarán los ejemplos que en estas provincias dejaron
sus padres”. Y la intención del P. Berdugo era empezar el mismo año de su
llegada a esa parte del mundo: “Yo sería de parecer que no se esperase, sino
abrazando desde un principio todo”.497
En Chile no tuvo éxito en un primer intento, en 1844 y 1845, al no lograr un
acuerdo con el Gobierno. Entre los mapuches se hallaban establecidos los
Padres franciscanos que habían recibido las antiguas misiones de la Compañía.
Las Misiones en las ciudades. Nunca faltaron en Chile las misiones en las
zonas pobladas del país. Los jesuitas siguieron con celo las palabras de la
Fórmula aprobada por el Papa Julio III: “La Compañía ha sido instituida
principalmente para la defensa y propagación de la Fe y el aprovechamiento
de las almas en la vida y doctrina cristiana, mediante las públicas
predicaciones, lecciones y cualquier otro ministerio de la palabra de Dios”.
En Chile, desde que empezaron a restablecerse, éste fue el ministerio preferido
por los jesuitas y el más solicitado por los fieles y los sacerdotes chilenos. La
primera misión fue predicada en la iglesia de San Diego.
497
Cf. Hernández, op. cit., págs. 209 y 210.
242
Cuando los jesuitas tuvieron sus propias iglesias, continuaron también en ellas
la serie de predicaciones misionales que acostumbraban a dar en las últimas
semanas de Cuaresma, a fin de que la misión sirviera de preparación para una
buena Comunión pascual. En la semana de Pasión daban la misión en honor a
la Virgen de los Dolores. En Santiago se daban las dos misiones, la primera
para toda clase de personas, durante la tercera semana de Cuaresma; y la
segunda, sólo para hombres, en la semana de Pasión. Los actos solían ser,
generalmente, primero Misa con explicación del significado de este sacrificio,
por la mañana; y plática doctrinal, con sermón, a la tarde, empezando con el
rezo del Rosario. Lo común era no tener actos especiales para los niños, ya
que ellos eran instruidos los días domingos en los Catecismos y en sus mismos
Colegios.498
A las Misiones de Cuaresma, agregaban el Mes del Sagrado Corazón de Jesús.
Al restablecer universalmente el Papa Pío VII a la Compañía de Jesús, en
1814, los jesuitas siempre pensaron que la benevolencia del Papa había sido
una gracia especial del Corazón misericordioso de Jesucristo. Y al conceder el
Papa San Pío X, en 1906, una indulgencia plenaria para cada una de las veces
que los fieles visitaren las iglesias el último domingo del Mes del Corazón de
Jesús, los jesuitas se esmeraron en dar a los últimos días, o Novena del
Sagrado Corazón, la forma de Ejercicios espirituales o de Misión.499
El Mes de María, rezado en Europa durante el mes de mayo, se empezó a rezar
en Chile en las iglesias de la Compañía de Jesús, por primera en 1855 en
Valparaíso, y en 1856 en Santiago. En Chile, la celebración de este mes se
hizo, desde entonces, en el mes de noviembre, para terminarla el día de la
festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Este mes siempre
fue muy concurrido, y siempre hubo diariamente predicaciones escogidas. Los
alumnos de los Colegios y escuelas siempre lo celebraron con especial fervor.
Uno de los años más notables fue el año 1914, en el cual se observó de una
manera muy especial por el jubileo dado universalmente con motivo de la
declaración dogmática del dogma de la Inmaculada.500
Misiones rurales. En el período colonial, los jesuitas chilenos habían dado
muy numerosas misiones en la zona rural de Chile. Y no sólo en los
alrededores de las ciudades, como las de los promaucaes en la costa de la zona
central, sino internándose en regiones aisladas. Fueron famosas las Misiones
entre los mapuches, las del archipiélago de Chiloé, las del P. Mascardi y
sucesores en el lago Nahuelhuapi, llegando hasta el Océano Atlántico y el
Estrecho de Magallanes.
Desde la restauración, éste fue uno de los ministerios privilegiados de los
primeros jesuitas que llegaron a Chile. Todos se distinguieron en él, en
especial el P. Ildefonso de la Peña, s.j., el primer Superior. Todos los jesuitas
que llegaban a Chile tenían señalada como “misión” dada por la Compañía, la
de dar misiones rurales. También la tuvieron los jesuitas alemanes al llegar a
fundar la Residencia misionera de Puerto Montt. Estos, de alguna manera,
498
Cf. id., pág. 212.
Cf. id., pág. 212.
500
Cf. Hanisch, op. cit., pág. 217; Cf. Hernández, op. cit., pág. 213.
499
243
volvieron a restablecer “las misiones circulares” de los jesuitas chilenos en el
archipiélago de Chiloé, por el sur, y hasta la ciudad de Valdivia por el norte.
Al establecerse los Colegios, este ministerio de las misiones rurales lo
privilegiaron en las vacaciones estivales los jesuitas que trabajaban en ellos.
Para atender este ministerio, el P. Bartolomé Más s.j. fundó en 1896, con un
grupo de señoras de la ciudad de Santiago, el Centro Apostólico del Sagrado
Corazón, para allegar fondos con qué costear las Misiones en las zonas más
necesitadas del país, para proveer ornamentos y objetos de culto a las
parroquias más pobres y procurarles premios de Catecismo. En 1908 este
Centro obtuvo personalidad jurídica. Y desde 1897 a 1909, en una estadística
realizada, se contabilizaron 569.905 confesiones, la celebración de 7.609
matrimonios. Cada año, hasta 1909, salían 50 o más parejas de Misioneros
enviados por el Centro Apostólico.501
En 1913, el Centro Apostólico de Santiago, además de las Misiones que
procuraba todos los años, ayudaba a 140 Centros catequísticos en todo el país.
Y ese mismo año, algunos miembros de él fundaron doce misiones anuales
perpetuas.
En los primeros 78 años de la Misión Chileno-Argentina, no se interrumpió ni
uno siquiera, este ministerio, habiendo Residencias que tenían dos Operarios
estables, y a veces hasta cuatro, continuamente fuera de Casa para recorrer, en
una serie continua de misiones, las poblaciones poco numerosas y las
agrupaciones pequeñas del campo, en los fundos de Chile, o en las estancias
de Argentina; sin regresar a sus casas sino cuando el descanso urgente lo
pedía, o las lluvias hacían ya imposible las excursiones apostólicas.
Los territorios de estas misiones eran tan dilatados, que había parroquias que
tenían la extensión de toda una diócesis en Europa, por lo cual ni los párrocos
podían visitar todos los lugares. El misionero, entonces, solía ir con las
facultades de Vicario parroquial para Bautismos y Matrimonios, y a veces el
Obispo le daba también la facultad para administrar el Sacramento de la
Confirmación.
La forma de la Misión siempre fue la misma que ya habían adoptado los
antiguos jesuitas, tanto en Europa como en la América colonial. En la mañana,
Misa con explicación de su significado, haciéndose, a veces, una breve
exhortación; confesiones, instrucciones, arreglos de asuntos, y pequeña misión
a los niños para enseñarles el catecismo, cantos y prepararlos a la confesión y
comunión. En la tarde, después de cantar el himno “Ven a nuestras almas”,
traducción libre al castellano del Veni Creator, una Plática doctrinal sobre las
verdades más necesarias de la Doctrina Cristiana y sobre el modo de
prepararse a la recepción de los Sacramentos. Después, el Sermón del día
conforme a la materia que van anunciando las “Saetas de la Misión” que se
cantan cada tarde: Un cuidado sin cesar – Me atormenta noche y día – Ay,
Jesús del alma mía – Si me tengo de salvar. Y las estrofas siguen este orden:
salvación, pecado, muerte, juicio, infierno, hijo pródigo, pasión, gloria. El
501
Hanisch, op. cit., pág. 217.
244
ejercicio de cada día terminaba con el canto del Perdón, oh Dios mío. Y al
final de la Misión, se daba el Sermón de la perseverancia, se bendecían
medallas y objetos piadosos, imposición de escapularios y bendición papal;
habiéndose hecho antes la solemne procesión para colocar la cruz de la
Misión.
Viniendo a ser estas misiones una especie de cumplimiento pascual, sucedía
que venían de lejos familias enteras, con los niños para recibir la Comunión y
Confirmación, y hecha la Confesión y Comunión se quedaban a oír dos o tres
de los sermones. Eran numerosas las Confesiones y las Comuniones. La
duración de las misiones solía ser de 8 días completos y, además, la tarde de
apertura y la mañana de conclusión.
Las misiones en Chiloé se hacían navegando de isla en isla. Los jesuitas se
embarcaban en botes, y a veces, en ellos llevaban los caballos, para poder
visitar a los isleños en sus casas. El misionero se alojaba en una casa-ermita
contigua a la Capilla, la cual cuidaba el fiscal quien tenía el ministerio, dado
por los misioneros, de responsable de la comunidad administrando el
Sacramento del Bautismo, siendo testigo cualificado en el Sacramento del
Matrimonio, enseñando el Catecismo, presidiendo novenas y cantos en la
Capilla, visitando a los enfermos y acompañando a los difuntos al cementerio
de la Capilla. A la misión acudían los habitantes cercanos a la Capilla y al
terminar, transcurridos los ocho días, los misioneros pasaban a otra isla.502
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Este ministerio, tan propio de la
Compañía de Jesús, los jesuitas en la Compañía restaurada lo privilegiaron
desde los inicios. En las ciudades de Valparaíso y Concepción edificaron
Casas de Ejercicios para darlos durante todo el año.
El Seminario de Santiago, el Seminario de Concepción, el Seminario de
Ancud, el Seminario de La Serena, pidieron que dieran los Ejercicios a los
seminaristas y a los formadores. Y esto casi todos los años. Las comunidades
de religiosos y religiosas, igualmente. Se dieron en muchas ocasiones al clero
de las cuatro primeras diócesis.
En todas esas ocasiones se siguió el método habitual de ese entonces. En este
primer período, en Chile, no se dieron los Ejercicios según la manera dada
habitualmente por San Ignacio, o sea, personalizados y completos de 30 días
más o menos. Los de ese entonces, eran Ejercicios predicados y, a lo más, de 8
días. Los Ejercicios de mes, sólo los hacían los jesuitas en el Noviciado y la
Tercera Probación. También algunas religiosas con inspiración ignaciana. Se
daban cada día cuatro meditaciones y una plática, por espacio de ocho días
completos, en los que no se contaban la entrada y la salida. En los Ejercicios al
clero se les dejaba libre el domingo en que muchos sacerdotes debían atender
a sus parroquias.
Los Ejercicios a los laicos se daban en Casas especialmente destinadas, como
también en las iglesias. Cuando se daban en los templos, se predicaba una
meditación por la mañana y otra por la tarde. Pero había Casas de Ejercicios
502
Cf. Hernández, op. cit., págs. 213-216.
245
en la ciudad de Santiago, continuadoras de las Casas de la Compañía colonial.
Dos eran las más importantes: la de San Juan Bautista y la de San José, ambas
pertenecientes a la arquidiócesis de Santiago. A ellas, con preferencia, eran
llamados los jesuitas.
A los Ejercicios, además de los de ocho días, deben agregarse los “triduos”
que en los Colegios, jesuitas y no jesuitas, se acostumbraba dar a los alumnos
y alumnas algo después de empezar el curso, con el fin de prepararlos a una
buena Confesión y Comunión. Otros triduos se daban para la renovación de
votos en las comunidades religiosas. En Concepción se daba también un día de
retiro mensual a los seminaristas y a los alumnos seglares que asistían a las
aulas del Seminario.503
En Valparaíso y Concepción, como dijimos más arriba, hubo sendas Casas de
Ejercicios anexas a las Residencias de los Padres. Como Residencias, en
ambas comunidades se ejercitaban todos los ministerios habituales en ellas y
sus iglesias. Las Casas de Ejercicios tenían un edificio anexo a las Residencias
jesuitas, donde durante los ocho días que duraban los Ejercicios, corrida, tanda
o curso, se albergaban las personas que concurrían a ellos, recibiendo allí
habitación y alimento. La Casa de Valparaíso pedía una módica cuota a los
que podían pagar. La de Concepción sufragaba los gastos con la renta de una
fundación que para ello destinó el Obispo Monseñor Hipólito Salas,
proveniente de bienes recibidos de la antigua Compañía.
Los ejercitantes de Valparaíso y Concepción eran personas generalmente
pobres. En cada curso tomaban parte entre cincuenta y cien personas. Las
meditaciones eran predicadas, se pedía silencio absoluto y recogimiento.
Durante las comidas había lectura espiritual. La instrucción catequética se
procuraba a los que tenían menos formación, llegando a ser hasta un tercio en
cada corrida. La lectura espiritual, además de la dada en las comidas, estaba a
cargo de un Hermano jesuita quien tenía el título de Compañero del Director
de Ejercicios. Al cuarto día empezaban las Confesiones; se arreglaban
matrimonios y a veces se daba el Sacramento de la Confirmación. El día
último se daba la plática de la perseverancia y la bendición papal.
En la misma Casa de Ejercicios, y en tiempos convenientes, tenían sus
Ejercicios los sacerdotes diocesanos, y algunas veces también algunas señoras
de familias más acomodadas, y otras veces caballeros, a lo menos un triduo de
retiro.504
Catecismos. San Ignacio en la Parte IV, en el capítulo 8° en el que habla del
modo como debe instruirse a los jesuitas que se preparan al sacerdocio para
que ayuden en el apostolado, dice en el número 6: “en el modo de enseñar la
doctrina cristiana y acomodarse a la capacidad de los niños o personas
simples, se ponga estudio competente”.505
Por ello, en todas las Casas e iglesias de la Compañía se enseñó el Catecismo
o Doctrina Cristiana a los niños, todos los días domingos y fiestas de guardar.
503
Cf. id., págs. 216-217.
Cf. Hernández, op. cit., pág. 218.
505
San Ignacio, op. cit., pág. 532.
504
246
Los catequistas fueron, muchas veces, los mismos jesuitas, siendo siempre los
novicios y también los Hermanos jesuitas. Otras veces, fueron los
Congregantes marianos para los niños, y señoritas de alguna Congregación
para las niñas. De este modo todos los años se instruían 300 ó 400 niños, tanto
en Valparaíso, como en Concepción, y antes en la Residencia de la calle Lira.
Cuando en una Residencia hay un número importante de jesuitas, éstos,
incluso, extienden este apostolado, por sí mismos o por ayudantes a otras
Escuelas, Capillas o iglesias.506
Congregaciones Marianas. Aunque las Congregaciones Marianas comenzaron
formalmente en el año 1563, sus orígenes se remontan al mismo tiempo de
San Ignacio y sus primeros compañeros. En la historia de la Compañía de
Jesús existen varias instituciones jesuitas que florecieron en Italia bastante
tiempo antes que el P. Juan Leunis s.j. diera estructura formal en Roma, en
1563, en el Colegio Romano, a la Congregación de la Santísima Virgen de la
Anunciación. En ella se reunía un grupo de estudiantes, y se daban a obras de
caridad y a prácticas de piedad. Sus reglas les exigían la Confesión semanal, la
Comunión mensual, la Misa diaria y el Rosario o el Oficio Parvo de la Virgen.
La Congregación Mariana del Colegio Romano fue aprobada canónicamente
por el Romano Pontífice Gregorio XIII en su Bula Omnipotentis Dei del 5 de
diciembre de 1584 y declarada “Prima Primaria” El modelo romano se
propagó con gran rapidez a París, Lyon, y a las principales ciudades de Italia,
España, Portugal y Bélgica. Al año de la muerte del P. Leunis, se habían
afiliado a la Prima Primaria 48 grupos, a los 70 años después 1500, algunos
reservados a sacerdotes.507
En Chile, en el período colonial florecieron estas Congregaciones Marianas en
todos los Colegios, Residencias y Misiones de la Provincia Chilena de la
Compañía de Jesús. Y no fue de extrañar que, apenas establecidos nuevamente
en Chile, las fundaran en sus Casas e iglesias.
La Congregación Mariana, para los alumnos del Colegio San Ignacio de
Santiago, fue fundada a instancias del P. José León s.j. en el año 1858. Los ex
alumnos pidieron luego formar parte de ella y se creó para ellos una sección
especial que fue la Congregación Mayor de la Inmaculada y San Luis
Gonzaga. Para los alumnos más pequeños la sección se llamó de la
Inmaculada y San Estanislao de Kostka.
La Congregación Mayor de Santiago llegó a contar con 700 congregantes. Sus
actividades apostólicas fueron las visitas a las cárceles, las atenciones en los
Patronatos de Santa Filomena y la Población León XIII, fundados por ella.
Los domingos asistían a Misa y a la plática predicada por el Padre Director, y
recitaban el Oficio Parvo de la Virgen. También se dieron a actividades
literarias, fundando la Revista “Efemérides Marianas” y la Librería, más
tarde, Editorial Splendor.508
506
Hernández, op. cit., pág. 220.
Diccionario Histórico s.j., Cf. Jean Leunis y Congregaciones Marianas.
508
Cf. Hanisch, op. cit pág. 218.
507
247
En todas las Casas jesuitas de Chile hubo Congregaciones Marianas. Y no sólo
para los alumnos, y ex alumnos, sino también para señoras, señoritas y
empleadas. En Santiago se fundó en 1894 la Congregación de Señoras las que
a su vez fundaron el Patronato San Estanislao para proveer de lo necesario a
los encarcelados.509
Algunas Congregaciones de señoras tomaron el nombre de Congregación del
Purísimo Corazón de María, y otros en honor de la Virgen. Las de señoritas
recibían el nombre de Congregación de Hijas de María, o de la Santísima
Virgen María y la Beata Mariana de Jesús, en recuerdo de la Azucena de
Quito, o de la Santísima Virgen y Santa Filomena.510
Congregaciones de la Buena Muerte. Fueron menos difundidas que las
Congregaciones Marianas, pero las hubo en todas las iglesias jesuitas de Chile.
Este tipo de Congregación parece haber tenido su origen en la que se
estableció en Buenos Aires, donde se inscribió en 1889 gran número de
señoras y caballeros de la sociedad argentina. Estas Congregaciones trataban
de tener una Capilla propia en las iglesias de la Compañía. Generalmente esta
Capilla estaba dedicada a la Virgen de los Dolores, poniendo en ellas las
imágenes de Cristo en cruz, de la Dolorosa, San Juan y de María Magdalena.
Estas Capillas solían llamarse “Capillas del Santo Cristo”.
Congregaciones de la Buena Muerte las hubo en Valparaíso, muy floreciente,
en Concepción, en Puerto Montt, también muy numerosa, y en la iglesia de
San Ignacio de Santiago.511
Apostolado de la Oración y Hermandades del Sagrado Corazón. La obra, o
movimiento más difundido en las Casas de la Misión de Chile fue, según
parece, el Apostolado de la Oración, el cual de un modo extraordinario
consiguió atraer a una multitud de fieles a la devoción al Corazón de Cristo.
Los jesuitas de Chile adoptaron el modo francés en la práctica de esta
devoción, celebrando de una manera especial el Primer Viernes de cada mes,
con Misa y comunión en la mañana, y Exposición del Santísimo Sacramento,
sermón y bendición en la tarde. El Mes del Sagrado Corazón siempre tuvo
especial solemnidad.
En algunas Casas, como en Valparaíso y Concepción, la Congregación del
Sagrado Corazón de Jesús incorporó al Apostolado de la Oración.
En Concepción esta Congregación del Sagrado Corazón se llamó Hermandad
del Sagrado Corazón. Sus miembros, en su mayor parte, eran artesanos o
personas del pueblo, y formaban una especie de Sociedad de Socorros mutuos,
con derecho de sepultura en una bóveda del cementerio de la ciudad, propia de
la Hermandad, y derecho también de funerales, que hace la misma asociación.
Se congregaban cada domingo para cantar su Oficio, en castellano, y oír la
plática del Padre asesor. Cada mes, en el Primer Viernes, o primer domingo,
acudían a la iglesia de la Compañía para la comunión de la mañana y la
bendición de la tarde.
509
Id., pág. 219.
Hernández, op. cit., pág. 223.
511
Cf. Hernández, op. cit., pág. 224.
510
248
La Hermandad del Corazón de Jesús, de Valparaíso fue muy semejante a la de
Concepción, aunque no igual. Ésta tenía estatutos propios aprobados por la
Curia arzobispal de Santiago y, según parece, institución canónica de la misma
Curia.
La Hermandad de Concepción funcionó siempre con conocimiento y
aprobación del Obispo de esa diócesis, desde 1878, y se gobernó por los
estatutos de la de Valparaíso. La Hermandad de Concepción llegó a tener, a
veces, tres y cuatro mil socios, entre hombres y mujeres.512
Patronato de Santa Filomena. La Junta de la Congregación Mariana de la
Inmaculada y San Luis Gonzaga, formada por los alumnos del Colegio San
Ignacio, deliberó en 1890 sobre la necesidad de establecer un Centro
catequístico dominical en el Colegio, atendido por ellos mismos. Conocedor
de este deseo de los alumnos, se presentó al P. Rector, P. Antonio Garriga s.j.,
el sociólogo Don Francisco de Borja Echeverría, para pedirle alumnos de los
cursos superiores con el fin de atender con ellos el Patronato de Santa
Filomena que deseaba establecer al otro lado del río Mapocho, en el barrio de
Bellavista de Santiago.
Los congregantes tomaron con gran entusiasmo la fundación y marcha del
Patronato. Salidos del Colegio, a fines de 1890, los jóvenes Carlos Casanueva
Opazo y Alfredo Barros Errázuriz continuaron, ayudados por otros ex
alumnos, con la responsabilidad de la obra. Tomaron como Consejero
principal al P. Francisco Ginebra s.j. que había sido en el Colegio su profesor
de Filosofía. Con la cooperación del P. Ginebra lograron adquirir el terreno
donde hasta hoy funciona dicho Patronato. Monseñor Carlos Casanueva
Opazo, quien fuera después Rector de la Universidad Católica de Chile
durante 23 años, siempre dijo que los miembros del Patronato de Santa
Filomena habían sido los grandes propulsores del movimiento social católico
en Chile.
Años más tarde, otro ex alumno del Colegio San Ignacio, Juan Enrique
Concha, fundó la Población León XIII para proveer de habitaciones a las
familias modestas.513
Cooperación con religiosos. Es digno de recordarse lo que hicieron los Padres
Antonio Garriga, Mariano Capdevila y Simón Sanmartí para ayudar al
establecimiento en Chile de los Padres de la Congregación de los Misioneros
Hijos del Inmaculado Corazón de María, fundados en 1849 en Cataluña,
España, por San Antonio María Claret. En 1870 llegaron a Chile, aun en vida
de su fundador. El ministerio preferido por los hijos del Corazón de María era
el de las misiones populares, que era muy privilegiado por el Arzobispo de
Santiago Rafael Valentín Valdivieso. Los jesuitas chilenos dieron noticias
elogiosas al Señor Arzobispo y supieron acogerlos y ayudarlos desde la
llegada de ellos.
512
513
Cf. Id. págs. 228 y 229.
Archivo SJ, en apuntes manuscritos para una Historia de la Compañía por el P. Víctor Delpiano, pág. 130.
249
Otro tanto hizo el Padre Mariano Capdevila a favor de los Padres
Redentoristas cuando se hubieron de instalar en el país. El P. Antonio Garriga
s.j. ayudó en 1889 a la fundación de la Congregación de religiosas del
Purísimo Corazón de María. En 1887 también los jesuitas de Santiago habían
ayudado a la Madre María Guerrero Larraín en la fundación de la
Congregación de la Preciosa Sangre, a la que auxilió especialmente el P. José
León s.j.514
La Congregación de las religiosas de la Caridad Cristiana de la Inmaculada
Concepción fundada por la Bienaventurada Madre Paulina von Mallinckrodt,
tuvo su inicio en Alemania. Llegó a Chile en 1874 y se estableció primero en
Ancud. La misma Madre Paulina las visitó personalmente en 1879,
manteniendo un gran intercambio con los jesuitas alemanes de Puerto Montt.
Las religiosas de la Orden de la Visitación de Santa María fundaron su primer
monasterio en una casa jesuita de Santiago el 9 de marzo de 1877, por 5
religiosas venidas de España a las que se unieron 12 postulantes chilenas,
encabezadas por la fundadora Madre Manuela Vial Guzmán. El monasterio
fue erigido formalmente en 1890.
Con las religiosas de la Sociedad del Sagrado Corazón, fundadas por Santa
Magdalena Sofía Barat dentro del proceso de restauración cristiana después de
la Revolución Francesa, hubo una gran colaboración desde su llegada a Chile,
sirviendo los jesuitas como Capellanes de sus Colegios. Igualmente con la
Congregación de las Hermanas de la Providencia, a quienes ayudaron al
quedar separadas del Canadá, y con quienes trabajaron muy unidos en la
atención de los establecimientos sanitarios y de huérfanos después de la
Guerra del Pacífico.
Los jesuitas, a su vez, fueron deudores de la caridad de los Religiosos de los
Sagrados Corazones, en Valparaíso y Santiago, quienes los ayudaron al llegar
al país.
Ministerios literarios de la Compañía de Jesús
Los ministerios literarios de los jesuitas de la Misión Chileno-argentina los
desarrollaban teniendo como centro sus establecimientos educacionales.
El Colegio San Ignacio en Santiago fue el más antiguo de la Misión, aun
considerando los argentinos. Se abrió en 1856 y pasó por diversas dificultades,
las cuales fueron narradas más arriba. El terreno de su propiedad era de figura
irregular, aproximada a un trapecio que comprendía el área limitada entre las
calles Alonso Ovalle por el norte, Lord Cochrane por el este, Miguel de
Olivares por el sur, y San Ignacio por el oeste. Y aunque toda la manzana
irregular pertenecía al Colegio, una parte eran casas arrendadas, otra era
huerta, y el edificio ocupaba como 27 mil metros cuadrados. Formaba su parte
oeste la iglesia, de estilo greco romano, con dos torres de 47 metros de altura,
sin cúpula; y en lugar de estatuas tiene en los altares laterales cuadros
514
Cf. Hernández, op. cit., pág. 231.
250
pintados, como es costumbre en un país de terremotos. Sus dimensiones
generales son 65 metros de largo, 25 de ancho y 18 de alto.
En el Colegio, únicamente estaba edificada la planta baja y el primer piso,
llamado segundo en Chile. Tenía anchos patios, dormitorios bien ventilados,
gabinetes y laboratorios bien provistos, y un salón de estilo corintio, de
dimensiones 38 metros de largo, 13,50 de ancho y 15 de alto.
El número de alumnos era un poco más de 400, de los cuales las dos terceras
partes eran medio pupilos, y los demás, internos; no se admitían externos. El
horario de Colegio era de 8 de la mañana a 7 de la tarde para los medio
pupilos. Los alumnos estudiaban seis cursos, y tenían distribución de
asignaturas propias, aunque la mayoría era igual a las de los Colegios oficiales
del país. Parte de los alumnos se examinaban viniendo comisiones al Colegio,
y parte debían ir al Instituto Nacional, pero el profesor no examinaba ni tenía
voto.
En el Colegio estaba establecida la Academia filosófica de Santo Tomás de
Aquino, fundada por el P. Francisco Ginebra s.j. hacia el año 1882. Esta
Academia, al celebrarse el 1 de enero 1888 el jubileo sacerdotal del Sumo
Pontífice León XIII, hizo un estudio histórico importante sobre la Iglesia en
Chile, y envió a tres comisionados que viajaron a Europa y los presentaron al
Romano Pontífice.515
La Escuela que sostenía la Residencia de Valparaíso era gratuita y de primera
enseñanza, sólo para niños. Tenía local propio inmediato a la Residencia y
Casa de Ejercicios, al lado norte de la iglesia. Tenía tres maestros y concurrían
a ella como 130 niños. La costeaba la Residencia, con algo de ayuda de la
Municipalidad y la bienhechora Sra. Juana Ross de Edwards. Fue creciendo a
medida que fueron pasando los años.
La Escuela primaria de Concepción, también gratuita, y sólo para niños
varones, era sostenida por la Hermandad del Corazón de Jesús. Tenía edificio
propio, y sólo una maestra; sus alumnos eran 60 a 80, todos externos. El Padre
Director de la Hermandad asesoraba su marcha.516
El Colegio incoado San Francisco Javier de Puerto Montt había sido fundado
desde la llegada de los jesuitas a esa zona colonizada por inmigrantes
alemanes. El primer Director fue el P. Bernardo Engbert. Primero se llamó
Escuela San José, nombre que fue cambiado por el de San Francisco Javier al
recibir internos de la zona del lago Llanquihue en el edificio Casa San Javier
construido a 1/2 kilómetro al este de la Residencia. Todo el edificio de la
Residencia, Iglesia y Colegio ocupaba un rectángulo de 80 metros de frente y
45 de fondo. El terreno era amplio, de varias hectáreas, de cerros, potreros y
pantanos. El número de alumnos experimentó alternativas; los internos eran 80
o 90, casi todos de la zona de los colonos alemanes; los externos alcanzaban a
un número semejante, y entre éstos muchos eran chilenos. El Colegio era
propiamente de instrucción primaria; pero de ordinario tenía el primer curso
515
516
Hernández, op. cit., págs. 244-247.
Id., pág. 237.
251
de la secundaria, y alguna vez el segundo y el tercero. Los exámenes se daban
ante los jesuitas, y no tenían valor oficial, a no ser los que voluntariamente
dieran los alumnos ante las comisiones oficiales.517
El Seminario Conciliar de Ancud fue aceptado sólo en 1900, temporalmente,
por las reiteradas instancias hechas a la Compañía, en Chile y en Roma, y al
mismo Romano Pontífice, por Monseñor Ramón Angel Jara, obispo entonces
de Ancud. El Seminario, en un comienzo, tuvo seminaristas internos, de
enseñanza secundaria como de filosofía y teología, y también alumnos
seglares, internos y externos, de secundaria. En virtud del derecho reconocido
a los Semanarios de Chile, sus estudios eran válidos en la Universidad, como
los de los Colegios oficiales del país. El edificio del Seminario se hallaba no
lejos de la Catedral y casa del Obispo. Carecía de iglesia, teniendo sólo la
capilla del Seminario, interior y sin puerta a la calle. El número de los
alumnos era de 150, de los cuales 60 eran seminaristas; el resto, seglares. Los
seminaristas pasaban todo el año en el seminario, inclusas las vacaciones, para
las cuales se había comprado una quinta a la orilla del mar, en la zona de
Dalcahue.518
Las publicaciones literarias no fueron numerosas en esta época. Los libros de
textos para los Colegios y escuelas se publicaban, de preferencia, en Buenos
Aires (Argentina), en Barcelona (España), y algunos en Alemania.
Las obras publicadas que tuvieron por autores a jesuitas de Chile estuvieron
relacionadas con la Filosofía, Teología, Historia, y Literatura.
El P. Francisco de Paula Ginebra s.j., profesor en el Colegio San Ignacio,
escribió su libro “Elementos de Filosofía” en tres volúmenes. Tuvo muchas
ediciones. En nuestras Bibliotecas hemos pesquisados algunas. El Tomo 1°:
“Lógica y Metafísica General” fue editado, en 5ª edición, en Barcelona,
España, en 1906 y tuvo 202 páginas. El Tomo 2°: “Metafísica particular” fue
editado, también en 5ª edición, en 1907, igualmente en Barcelona, y tuvo 328
páginas. El Tomo 3°: “Etica y Derecho natural” se editó, en 4ª edición, en
Santiago, Chile, el año 1902.519
El P. Ginebra se dedicó también a los estudios históricos. Publicó “La Iglesia
en Chile”, una serie de trabajos sobre su historia en el siglo XIX, y colaboró
con el P. Rafael Pérez s.j. en la obra “La Compañía restaurada en la
República Argentina y Chile, el Paraguay y Uruguay” (Barcelona 1901).520
En estudios de Teología, el P. Zoilo Villalón Aránguiz s.j. publicó en Santiago
en 1871, en 1ª edición, 770 páginas, su “Tratado teológico legal de la
justicia”, o sea, Concordancia del Derecho chileno con la Teología Moral en
materia de justicia.
El P. Gaspar Bohle s.j. tradujo y adaptó a los países de habla hispana los
textos del Catecismo del P. José Deharbe s.j. Este “Catecismo de la doctrina
517
Cf. Hernández, op. cit., págs. 257-258.
Id., págs. 255 y 256.
519
Id., pág. 259.
520
Hanisch, op. cit., pág. 206.
518
252
cristiana” fue publicado en Friburgo, Alemania, en la editorial Herder. Tuvo
numerosas ediciones. Conocemos el Curso Elemental, con 94 páginas en 8ª
edición del año 1909; el Curso Medio, con 162 páginas, también en 8ª edición
del año 1908; y el Curso Superior con 340 páginas en 2ª edición, del año
1910.521
En Historia, los estudios fueron más numerosos. Entre todos sobresalió el P.
Francisco de Paula Enrich s.j. quien escribió la “Historia de la Compañía de
Jesús en Chile”, publicada en dos volúmenes en Barcelona, España, el año
1891. Abarca hasta la muerte del último jesuita de la antigua Compañía.
Escribió también una “Historia contemporánea de la Compañía de Jesús”
que abarca pocos años, hasta 1867, y que permaneció inédita hasta el año
2004.522
El P. Pablo Hernández s.j. escribió “La Compañía de Jesús en las Repúblicas
del Sur de América 1836-1914”, 315 páginas, editada en Barcelona, España.
El P. Pablo Hernández sostuvo también dos polémicas en la Revista Católica:
una a propósito del Concilio de Lima y la actuación del Obispo de
Concepción, Monseñor Espiñeira, franciscano; y otra sobre el P. Luis de
Valdivia s.j. Ayudó también al P. Antonio Astrain s.j. en la búsqueda de
documentos para su Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de
España, en siete volúmenes.523
En Historia de la Literatura sobresalió el P. Manuel Poncelis s.j. con su
“Historia de la Literatura” editada en Buenos Aires, en 3ª edición, corregida
y aumentada, 559 págs. en el año 1912.
El P. Arsacio Ibáñez escribió un curso de Literatura, en tres grandes
volúmenes, que dejó inédito.
Hubo también textos para uso estricto de los escolares como el publicado en
Santiago el año 1909 por el P. Zoilo Villalón Aránguiz, con 101 páginas y
titulado “Questions and answers upon english Grammar”.
Parte VII. Provincia Argentino-Chilena de la Compañía de
Jesús
Desde comienzos del año 1917, el Padre General Wlodimiro Ledóchowski s.j.
había empezado a preocuparse por la erección de la nueva Provincia, tratando
todo con el Provincial de Aragón, el P. Ramón Lloberola s.j. Y por eso lo
nombró el 25 de octubre Visitador de la Misión para que estudiara en terreno
lo que mejor conviniera.
En Buenos Aires, el P. Lloberola tuvo una primera Consulta ampliada, en el
Colegio del Salvador, con el Superior de la Misión, sus 4 Consultores, el
Rector del Seminario de Buenos Aires, el Rector de la Casa de formación de
Córdoba y otros tres jesuitas. En esta Consulta se expusieron y discutieron los
521
Hernández, op. cit., pág. 259; Cf. Hanisch, op. cit., pág. 207.
Cf. Hanisch, op. cit., pág. 206.
523
Id., pág. 206.
522
253
distintos aspectos, ventajas e inconvenientes. Se pidió que todos hiciesen
oración y ofrecieran la Misa. Al día siguiente los mismos jesuitas se reunieron
en el Seminario Pontificio y, recogidos los votos secretos, por unanimidad
afirmativos, se precedió a estudiar: el territorio que debía abarcar la nueva
Provincia, qué jesuitas quedarían adscritos a ella, y qué nombre debía dársele.
Se discutió fuertemente, pero al fin se llegó a un acuerdo. Y al tercer día, los
Consultores de la Misión con el P. Provincial constituyeron la terna para que
el P. General pudiera designar al nuevo Provincial en América.
Después de enviar los documentos anteriores al General, el Visitador inició la
visita de las Casas y de los jesuitas: primero Buenos Aires, Santa Fe y
Mendoza, después Chile, de donde regresó el 10 de enero de 1918, para
continuar a Montevideo y las dos Casas de Córdoba. El 29 de enero de 1918
llegaron de Roma los documentos: el Decreto de la erección de la nueva
Provincia, la Carta del P. General a los Padres y Hermanos de ella, y el
nombramiento del Provincial en la persona del P. José Llusá s.j.
El 11 de febrero de 1918 se leyeron estos documentos en todas las Casas de la
antigua Misión.524
Capítulo I. El P. José Llusá s.j. Provincial (1918- 1924)
El P. José Llusá s.j. asumió el cargo de Provincial de la recién creada
Provincia Argentino-Chilena el mismo día 11 de febrero de 1918, continuando
así como Superior Mayor de los jesuitas chilenos.
Antes de embarcarse de regreso a su Provincia, el Visitador, P. Ramón
Lloberola s.j., el 20 de febrero de 1918, escribió una carta a todos los Padres y
Hermanos de la nueva Provincia, felicitando, agradeciendo y ofreciendo la
amistad muy sincera de la Provincia de Aragón.525
La elección presidencial de Don Arturo Alessandri Palma
El año 1920 fue muy agitado por las elecciones presidenciales en Chile. El
candidato Sr. Arturo Alessandri Palma, gran tribuno, puso en su campaña un
clima inquietante para muchos. Y muchas veces dejó que sus partidarios se
permitieran discursos y manifestaciones, incluso en contra de la Iglesia.
En las concentraciones políticas suyas se oían casi siempre estrofas hirientes,
inspiradas en la canción de moda de ese entonces:
Cuando suba Alessandri,
Cielito lindo, a la Presidencia
No quedará ni un fraile,
Cielito lindo, ni en Providencia (1)
(1) Alusión al sitio que entonces ocupaba el Seminario de Santiago.
524
525
Cf. Pro Nostris, febrero 1918 donde están los contenidos de los todos los documentos.
Id., a continuación.
254
Y esta otra:
Quisiera ver a un fraile
Colgado de un farol
Con media lengua afuera
Pidiéndonos perdón.
A pesar de esta campaña tan subida de color persecutorio, el Sr. Alessandri
tranquilizaba a su esposa, la señora Rosa Ester Rodríguez Velasco, que se
confesaba sacramentalmente en la iglesia San Ignacio con el P. Pedro
Carcavilla s.j.: “A los frailes los vamos a expulsar, pero te dejaremos a tu
Carcavilla”.
No dejaron de temer los jesuitas en esas dificultades, especialmente en los días
en que hubo tumultos del pueblo, encuentros sangrientos y hasta muertos.526
Realizadas las elecciones, el 25 de junio de 1920, en medio de un ambiente de
exaltación y de violencia nunca vistos hasta entonces, los resultados
aparecieron tan dudosos que el país pareció dividido por el odio. Y al no
obtener ninguno de los candidatos, Arturo Alessandri y Luis Barros Borgoño,
la mayoría absoluta, correspondía al Congreso elegir, donde los
parlamentarios tenían fuerza para proclamar a Barros Borgoño.527
Para evitar manifestaciones a favor de Alessandri, el Gobierno anunció que
había un inminente peligro de guerra contra Perú y Bolivia.528 La ocasión la
proporcionó una revolución militar que estalló en Bolivia por esos días y que
permitió al Gobierno de Chile obtener del Congreso la autorización para
decretar la movilización militar, en atención a que el movimiento boliviano
era reivindicacionista del litoral de Antofagasta.529
El Ministro de Guerra, don Ladislao Errázuriz Lazcano, llamó a los reservistas
del Ejército y envió a los regimientos de la capital a la fronteriza ciudad de
Tacna. Con esto se exacerbó un sentimiento patriótico y nacionalista.530
También se organizaron por las calles desfiles de ambos bandos, belicista y
contrario. Y en uno de ellos el joven Julio Covarrubias Freire, ex alumno del
Colegio San Ignacio, al cruzar una de las calles que rodeaban la Plaza de
Armas, cayó mortalmente herido de un balazo, envuelto en los pliegues de la
bandera chilena que llevaba en sus manos. Era la noche del 21 de julio de
1920. A su lado cayeron otros. Uno de ellos fue Alberto Hurtado Cruchaga,
también ex alumno del Colegio San Ignacio y alumno de Derecho en la
Universidad Católica de Chile. El joven Alberto Hurtado fue llevado a la Casa
Colorada, antiguo palacio del Conde de la Conquista, donde fue atendido por
Don Francisco Irarrázaval Correa, también ex alumno del Colegio San
Ignacio, quien lo ocultó de la policía que lo buscaba por toda la casa. Los otros
heridos fueron Ignacio Alfonso y Florencio Rojas. El funeral de Julio
526
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, pág. 97.
Frías, op. cit. pág. 420.
528
Castellón, Padre Alberto Hurtado s.j., pág. 13.
529
Frías, op. cit., pág. 420.
530
Castellón, op. cit., pág. 13.
527
255
Covarrubias Freire fue un verdadero homenaje nacional: ministros de Estado,
senadores, diputados y delegaciones de todos los partidos políticos y de
muchas instituciones, diez cuadras de compacta multitud. Hablaron en el
cementerio muchas personalidades, tuvo homenajes de la prensa y de ambas
ramas del Parlamento.
El Gobierno hizo un llamado a Colegios y Liceos para que sus alumnos se
incorporaran a las Fuerzas armadas y recibieran instrucción militar. Los
Liceos no respondieron; y, entre los Colegios particulares, el de San Ignacio
fue el que contó con mayor número de voluntarios que fueron 17. Durante tres
meses asistieron a los cuarteles, hasta el 15 de octubre, llevando uniformes de
“aspirantes”. Después regresaron al Colegio para los exámenes.531
Alberto Hurtado Cruchaga fue uno de los estudiantes universitarios que se
enrolaron voluntariamente para servir en el Ejército, en el Regimiento de
Infantería Yungay, venido temporalmente a Santiago, desde San Felipe, al
cuartel de Regimiento Buin, en la Avenida El Salto s/n, el cual había partido al
Norte. Fueron varios los ignacianos que hicieron el servicio militar con
Alberto Hurtado: Alvaro Lavín Echegoyen, Manuel Larraín Errázuriz,
Germán Domínguez Echenique, Fernando Ochagavía Hurtado, José Manuel
González. Vial El 1 de noviembre de 1920, habiéndose ganado el grado de
Teniente segundo de reserva, todos ellos dejaron el Regimiento Yungay y la
décima compañía.532
Finalmente, al no lograrse una solución en las elecciones, se arbitró el
procedimiento de designar un Tribunal de honor que estudiaría
imparcialmente todo el proceso electoral y declararía “en conciencia” cuál de
los dos candidatos tenía “mayor derecho” para ocupar la presidencia, y el
Congreso pleno sancionaría el fallo. Alessandri aceptó.533
El Tribunal de honor estuvo integrado por 7 personalidades. Fuera de los
radicales Ramón Briones Luco y Armando Quezada Acharán, todos los demás
eran ex alumnos del Colegio San Ignacio. Ellos fueron: Don Fernando
Lazcano, presidente del Senado, quien fue reemplazado a su muerte por el
vicepresidente Don Abraham Ovalle Ovalle, también ex alumno; los dos ex
Vicepresidentes de la República Don Ismael Tocornal y Don Emiliano
Figueroa Larraín; y los Sres. Luis Barriga y Guillermo Subercaseaux.
Hablando de los trabajos, dice Don Ricardo Donoso (Alessandri I págs. 262 y
263) que los señores Figueroa y Ovalle estaban por Don Luis Barros Borgoño,
y que Briones, Quezada por Don Arturo Alessandri; de modo que los
verdaderos árbitros eran Barriga, Subercaseaux y Tocornal. Don Manuel Rivas
Vicuña quiso sondear a Subercaseaux sobre el fallo del Tribunal, pero no lo
encontró: andaba muy preocupado y había ido a la iglesia San Ignacio. Don
Ismael Tocornal, antes de firmar el fallo consultó al Arzobispo de Santiago,
monseñor Crescente Errázuriz.534
531
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, págs. 98-99.
Ganderats, Padre Hurtado, el libro de sus misterios, págs. 61-62.
533
Frías, op. cit. pág. 420.
534
Hanisch, op. cit, pág. 100.
532
256
El fallo del Tribunal de Honor se anunció el 30 de septiembre: reconoció a
Alessandri 177 electores y 176 a don Luis Barros. El Congreso en pleno se
reunió el 6 de octubre y procedió a la elección de Alessandri.535
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
Los Superiores de la Residencia en Valparaíso en este período fueron: el P.
José Sales s.j. que había sido nombrado en 1916. A comienzos de marzo de
1920 vino como Superior el P. Ramón Font s.j. a reemplazar al P. José Sales
s.j. Y éste, el mismo día, fue a Santiago. El 7 de septiembre de 1923 murió el
P. Ramón Font s.j. siendo Superior. Lo reemplazó el 5 de febrero de 1924 el P.
José Ezpeleta s.j. quien terminaba de ser Rector en el Colegio San Ignacio.536
Las biografías de los PP. Sales y Ezpeleta las señalamos más arriba.
El P. Ramón Font s.j. había nacido en Vich, Barcelona, España, el 29 de
noviembre de 1861. Hizo en el Seminario de la diócesis los estudios
secundarios. A los 18 años de edad ingresó a la Compañía de Jesús en el
Noviciado de Veruela. Hechos los votos del bienio, ahí repasó Humanidades y
Retórica. La Filosofía la cursó, tres años, en el Colegio Máximo de Tortosa. El
Magisterio lo hizo en los Colegios de Montevideo y del Salvador en Buenos
Aires. En 1891 regresó a España para los estudios de Teología.
Después de ordenado de sacerdote, y terminados los estudios teológicos, fue
Prefecto de disciplina en el Colegio de Valencia, España. Hizo la Tercera
Probación y, después de un año en el Colegio de Sarriá, se incorporó en la
Compañía con los Ultimos Votos, el 2 de febrero de 1897.
Poco después volvió a América, a la Misión Chileno-Argentina, estuvo en el
Colegio de Buenos Aires como Prefecto General hasta el año 1903. En 1905
fue trasladado al Colegio San Ignacio de Santiago como profesor de
Apologética y Filosofía, cátedra que había tenido el P. Francisco de Paula
Ginebra s.j. Fue además predicador de Ejercicios y se distinguió en el
ministerio de las Misiones rurales. El 2 de marzo de 1920 fue nombrado
Superior de la Residencia de Valparaíso.537
La Residencia de Valparaíso contó en este período, casi todos los años, con 6
ó 7 Sacerdotes y 5 Hermanos jesuitas. Los ministerios principales continuaron
siendo la atención de la iglesia y la Escuela primaria.
La iglesia dedicada al Corazón de Jesús era el centro de las principales
actividades apostólicas de la comunidad: Misas, predicaciones, confesiones y
comuniones, catecismo a los niños, novenas, mes del Sagrado Corazón, y mes
de María. En la iglesia estaban establecidas la Congregación de la
Bienaventurada Virgen María y San Luis Gonzaga, la Congregación de la
Bienaventurada Virgen María y Santa Rosa de Lima, la Congregación de la
Bienaventurada Virgen María y la Beata Mariana de Jesús Paredes, la
535
Donoso, op. cit., pág. 263.
Catálogos SJ.
537
Archivo SJ, Valparaíso # 288, en Cartas anuas, en latín, págs. 27 y 28.
536
257
Congregación de la Buena Muerte, y el Apostolado de la Oración o
Hermandad del Sagrado Corazón.
La Congregación del Sagrado Corazón solía tener sus actos litúrgicos los días
domingos y festivos en los cuales los socios cantaban el Oficio divino y
tenían, una vez al mes, la Comunión General con plática y reunión.
Las Congregaciones Marianas tenían sus funciones litúrgicas los días sábados,
con los mismos actos anteriores. Y la Congregación de la Buena Muerte, los
días viernes.
El Catecismo a los niños de ambos sexos se tenía en la tarde todos los
domingos del año. Y dos veces, anualmente, eran preparados hasta 400 para la
Primera Comunión, con muchos otros niños invitados de las diversas Escuelas
de la ciudad.
No siempre se tuvo éxito en los Catecismos a adultos, especialmente obreros,.
Acudían pocos, prefiriendo las reuniones en los Sindicatos de sus Sociedades
gremiales.
En la Casa de Ejercicios se solían dar hasta 5 corridas al clero, y 13 a seglares
de toda condición social, además de las 8 corridas dadas a Religiosas en sus
conventos.
La Escuela primaria Pedro de Valdivia y las Misiones rurales completaban
esos ministerios; éstas solían ser entre 20 y 25 anuales donde, además de
predicar, confesar y repartir comuniones, bautizaban, confirmaban y
bendecían matrimonios.
Además, los sacerdotes, con cierta frecuencia, eran llamados a predicar y a dar
Misiones en otras iglesias de la ciudad.
En el Congreso Eucarístico celebrado en 1921 en la ciudad, los jesuitas
trabajaron sin descanso. La Congregación del Sagrado Corazón de Jesús, las
tres Congregaciones Marianas y la Congregación de la Buena Muerte
participaron activamente, incluida la procesión de clausura.538
50 años del Apostolado de la Oración en Valparaíso
En el año 1919 se celebró solemnemente el cincuentenario del Apostolado de
la Oración, establecido canónicamente en la iglesia jesuita de Valparaíso el 6
de mayo de 1869. Había sido fundado por el P. Francisco Gautrelet s.j. con un
grupo de estudiantes y profesores jesuitas del Colegio de Vals-pres-le Puy, en
Francia. Y el grupo de Valparaíso fue el primero establecido en Chile.
La fiesta de celebración se hizo el 19 de octubre, en plena primavera. La
precedió una solemne Novena y Misión. La Novena empezó el 10 de Octubre:
cada día en la Misa de 8 hubo cánticos, oraciones de la Novena, Letanías del
Corazón de Jesús y plática del P. Domingo Roselló s.j., asesor del Apostolado,
538
Catálogos SJ. y Cartas anuas en Archivo SJ, Valparaíso # 288, Carpeta 01.
258
exponiendo los Ejercicios de San Ignacio. Para los sermones de la noche, y la
Exposición y Bendición solemne con el Santísimo, vino desde Concepción el
P. Manuel Solá s.j.
En la Novena, se intercaló una Misión para los niños de las Escuelas cercanas,
los cuales, dirigidos por algunas profesoras y catequistas, acudían todas las
tardes y llenaban la iglesia. Estas instrucciones las hacían el P. Superior, P.
Ramón Font s.j., y el P. Pío Gibernau s.j., Director de la Escuela Pedro de
Valdivia. El último día, el viernes, tuvieron la Misa de Comunión, con
variedad de cantos, plática y desayuno; y por la tarde una solemne procesión
por las calles del vecindario, con la imagen del Corazón de Jesús.
Todos los días la fachada de la Iglesia estuvo iluminada con arcos de luz, y
adornada con banderas y guirnaldas.
En el día de la fiesta, la Misa de las 9.30 fue celebrada por el Arzobispo titular
de Gangra, Fray Pedro Armengol Valenzuela, venido desde Santiago quien
ofició de Pontifical, acompañado con cantos y una buena orquesta. Asistieron
Religiosos y clérigos del Seminario, y fieles que colmaron la capacidad del
templo. El panegírico lo tuvo el P. Manuel Solá s.j. y al final de la Misa se
entonó un solemne Te Deum. Por la tarde, a las 3, se cantó el Oficio del
Apostolado y hubo una solemnísima recepción de socios y socias en la
Hermandad. A las 6.30 p.m., Monseñor Armengol Valenzuela, llevando el
Santísimo Sacramento, presidió la procesión en medio de cantos. En la iglesia,
el P. Superior dio la Bendición de despedida.
Al día siguiente se celebró un solemne funeral por todos los difuntos de la
Hermandad.539
Escuela Pedro de Valdivia en Valparaíso
En 1918 el P. Superior José Sales s.j. deseó ordenar la situación económica de
la Escuela. Esta tenía un capital en bonos, pero estaba depositado y era
administrado por la Tesorería del Arzobispado en Santiago, de donde se
enviaban los intereses al Presidente del Apostolado de la Oración o
Hermandad del Sagrado Corazón, para pagar a los maestros y poder hacer
frentes a otros gastos. Pero sucedía con frecuencia que esos intereses llegaban
tarde y debíase reclamar constantemente. El P. Superior, en una visita que hizo
al Señor Arzobispo Juan Ignacio González Eyzaguirre, abril de 1918, le contó
al Señor Arzobispo lo que sucedía con la Tesorería y al mismo tiempo le
propuso que el remedio eficaz sería depositar los Bonos en un Banco de
Valparaíso, que la Tesorería del Arzobispado guardara el recibo de la custodia
y que en Valparaíso pudiera retirar el Director de la Escuela los intereses a su
tiempo. Le pareció muy bien al Arzobispo y prometió tratarlo con el Tesorero
de la Curia para que se hiciera así. A los pocos días escribió el Señor
Arzobispo diciendo que no se podía cumplir, porque el Tribunal de Cuentas se
había negado rotundamente: los Bonos eran propiedad de la Hermandad.
539
Archivum SJ, Hist. Domus Valparaíso, pág. 197.
259
Hubo que idear otro medio para justificar la petición. Reunido en pleno el
Directorio de la Hermandad y Apostolado de la Oración, se les preguntó cuál
era la intervención que la Hermandad y Apostolado tenía en la Escuela, y cuál
tenían los Padres de la Residencia. Todos unánimemente respondieron: la
Escuela siempre había pertenecido a la Compañía de Jesús como que fue
fundada y sostenida por los Padres de la Residencia de Valparaíso; el
Apostolado solamente había ayudado con algunas limosnas en sus principios,
y si en la Curia de Santiago el Apostolado tiene la representación oficial de la
Escuela, se debía a que se pretendió que ella pudiera tener Personería jurídica,
lo cual se había logrado por Decreto del 21 de enero de 1880, inserto en el
Boletín de Leyes Libro XLVIII, pág. 37; lo cual no se habría podido obtener si
los Padres jesuitas la hubieran representado.
Se hizo una copia de esta Acta, firmada por todos los del Directorio y,
acompañada por una solicitud bien razonada, se presentó al Arzobispado,
pidiendo que en mérito a estas razones y para prevenir el peligro de eventuales
diferencias que pudieran ocurrir entre los Padres de la Compañía de Jesús y la
Hermandad del Apostolado sobre la Escuela, se declarase que la Escuela era
institución exclusiva de los Padres jesuitas de la Residencia de Valparaíso y
por lo tanto los bienes de esa Escuela debían ser administrados por ellos, y su
revisión eclesiástica debería hacerse por el Provincial de la Compañía de Jesús
y no por el Tribunal de Cuentas del Arzobispado.
El Vicario Capitular de la Arquidiócesis, Monseñor Melquisedec del Canto
Terán, presentó la solicitud al Tribunal de Cuentas para que la informara. Y la
respuesta de éste fue rechazar, con un larguísimo informe, diciendo que la
Escuela era obra del Apostolado.
El Vicario Capitular hizo que ese informe se contestara por los Padres de la
Compañía, los cuales hicieron una exposición histórica muy detallada sobre la
fundación de la Escuela; se reforzaron las razones expuestas en la solicitud; se
añadió que tanto el local de la Escuela como sus muebles eran propiedad de
los Padres y que el capital que tenía había sido formado por ellos. Ante esta
declaración, el Vicario Capitular, el 27 de mayo de 1919 expidió el Decreto:
“La Escuela Pedro Valdivia, se declara oficialmente, es institución exclusiva
de los Padres Jesuitas; los Bonos que se administran en la Curia sean
entregados a dichos Padres y sus cuentas sean revisadas por el Superior de la
Compañía”.
Se retiraron, pues, los Bonos, se colocaron en un Banco del Valparaíso y
desde entonces fueron administrados por los jesuitas.540
Y como la Escuela había tomado gran incremento en los años anteriores, al
llegar ese año 1919 se creyó que ya era oportuno agregar a ella la propiedad de
un conventillo comprado poco antes para dar más ensanche a la Escuela. La
obra la realizó el constructor Don Hermógenes Mardones, y antes de terminar
el año, el conventillo se había convertido en dos pequeñas casas de arriendo,
que daban al callejón Caracoles, y en un salón para clases en el 2° piso,
540
Archivo SJ, Historia Domus Valparaíso, págs. 193-195.
260
comunicando todo con lo restante de la Escuela, y un buen patio para recreo y
servicio de los alumnos.
Con esta mejora, la Escuela dejó de ser una Escuela pequeña y pasó a ser, por
informes de los Visitadores fiscales, Escuela Superior, por el aumento en
número de alumnos y profesores. Su fama era general en todo Valparaíso y
por ello acudían a ella alumnos de los cerros más apartados de la ciudad y de
algunos pueblos inmediatos.
Al aumentarse los gastos, el P. Pío Gibernau s.j. organizó una Comisión “Pro
Escuela” de bienhechores, dirigida por la Señorita Elena Middleton, que
recorría cada año las casas principales del comercio y recogían limosnas muy
importantes. Además el P. Gibernau, por medio de sus relaciones y amistades,
obtuvo una buena subvención del Gobierno, otra de la Municipalidad de
Valparaíso, y una tercera del “Centro Cristiano” de Santiago. Y además
obtuvo limosnas de bienhechores porteños.541
“Este año 1923 el curso ha comenzado con muchos niños y se han tenido que
rechazar no pocos por no caber más. La Escuela cuenta con 4 años de
estudios. Las salas de clases son amplias, ventiladas y con muy buena luz,
teniendo la menor la capacidad para 40 alumnos”.542
Escuela Nocturna en Valparaíso
En 1918, la Escuela Nocturna que funciona en el mismo local de la Escuela
Pedro Valdivia tuvo buenos principios, pues en el primer mes ya asistían a
clase más de 50 personas y se habían matriculado 68. Se admitían en ella
muchachos mayores de 15 años, y jóvenes empleados y obreros de toda edad.
En las clases se enseñan 11 asignaturas, entre ellas Dibujo, Contabilidad y
algunos idiomas, estando todas ellas a cargo de tres profesores.
Tenía ya subvención oficial por haberse logrado que fuera reconocida como
Escuela municipal. Se daban también conferencias de Apologética, Religión y
también de Instrucción Cívica.
Santiago. Colegio San Ignacio
En este período los Rectores del Colegio San Ignacio fueron los PP. José
López Sevillano s.j., en los dos últimos años de su cargo; José Ezpeleta s.j.,
entre 1920 y 1924, y Buenaventura Bas Soler s.j., entre 1924 y 1925.
El P. José Ezpeleta s.j. nació en Rocha, Uruguay, el 21 de abril de 1872. Se
educó en el Seminario de Montevideo y a los 22 años ingresó en la Compañía
de Jesús. Hizo el Noviciado en Córdoba, Argentina, y cinco años de
magisterio en Santa Fe, donde enseñó, entre otras cosas, Filosofía e Historia.
541
542
Archivo SJ, Historia Domus Valparaíso, págs. 191 y 192. Hay un detalle de nombres de bienhechores.
Noticias y cartas edificantes de la Provincia Argentino- chilena, enero-marzo 1923, pág. 15
261
En 1901 fue a España y en el Colegio Máximo de Tortosa estudió el año final
de Filosofía y tres años de Teología. Se ordenó de sacerdote durante el tercer
año de Teología y fue a Manresa para hacer la Tercera Probación.
Pasó después a América y fue profesor en el Colegio de Montevideo y en el
Seminario de Buenos Aires.
En 1908 pasó a Chile, al Colegio San Ignacio, donde fue, desde 1908 a 1912,
profesor de Fundamentos de la Fe, Filosofía e Historia de América y de Chile,
Prefecto de la Congregación Mariana de alumnos y Director de la Academia
de Santo Tomás de Aquino.
En 1913 y 1914 fue Prefecto General del Colegio y Subprefecto de estudios.
El año 1913 retuvo, junto con la Prefectura del Colegio, la de la Congregación
Mariana.
En 1915 pasó a Prefecto del Colegio Seminario de Montevideo. El 27 de
noviembre de ese año fue designado Superior de la Residencia de Mendoza,
cargo que ocupó hasta el 17 de febrero de 1920, fecha en la que fue nombrado
Rector del Colegio San Ignacio. El 5 de febrero de 1924 pasó a ser Superior en
Valparaíso, y en 1927 fue enviado como Rector del Colegio Seminario de
Montevideo, hasta 1932, para ser posteriormente Superior de la Residencia de
Durazno en Uruguay y de Resistencia en Argentina. Murió el 4 de marzo de
1945 en Montevideo.543
El P. Buenaventura Bas Soler s.j. había nacido en Igualada, Barcelona,
España, el 26 de junio de 1880. Perteneció a la Congregación Mariana de
jóvenes establecida en la iglesia jesuita de esa ciudad. A los 18 años ingresó
en la Compañía de Jesús, en 1898, en el Noviciado de Veruela, Aragón.
Después de terminados sus estudios de Humanidades clásicas y de Retórica,
años 1900 a 1904, pasó a enseñar, en la etapa del Magisterio, en los Colegios
de Santa Fe (Argentina) y Montevideo (Uruguay), en los años 1904 a 1907.
Vuelto a España, estudió la Filosofía en el Colegio Máximo de Tortosa, 1908
a 1910, y la Teología, parte en Tortosa y parte en el Colegio de San Jerónimo
en Murcia, donde se ordenó de sacerdote el 2 de julio de 1913. La Tercera
Probación la hizo en Manresa.
A su regreso a América, enseñó en Montevideo y Buenos Aires, 1916 y 1917,
y pasó al Colegio San Ignacio, donde fue Prefecto General del Colegio, de
disciplina y estudios, desde 1918 a 1923, distinguiéndose pos su prudencia y
gran actividad.
Desempeñó el cargo de Rector del Colegio San Ignacio de Santiago, desde el
2 de febrero de 1924 hasta su muerte acaecida el 29 de noviembre de 1925 a
consecuencia del asma y bronquitis que padecía. Tenía 45 años. Es el único
Rector del Colegio fallecido en el desempeño de su cargo. A sus funerales
543
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, págs. 95 y 96.
262
acudieron unas 600 personas y los alumnos del Colegio quitaron los caballos
de la carroza para llevarla arrastrando ellos mismos al cementerio.544
En la Revista San Ignacio, que inició su vida el año 1926, aparece una serie de
homenajes de sus amigos y de sociedades a las cuales él prestó su dirección.545
El Colegio San Ignacio. En 1918 el Colegio tenía 390 alumnos, de los cuales
82 eran internos, y los restantes 308 eran medio-pupilos. De todos estos
alumnos, 130 eran Congregantes marianos y 23 Aspirantes, repartidos en dos
Congregaciones: la de San Luis a cargo del P. Jaime Ripoll s.j. para los
mayores, y la de San Estanislao, que dirigía el P. Ricardo Soria s.j. para los
menores.546
La noche del 26 de julio del año 1920 un fuerte temblor sacudió al país. La
zona más afectada fue la central, especialmente la capital: las paredes se
resquebrajaron y las pinturas se estropearon. El Colegio sufrió grandes daños.
Al reparar la iglesia, se decidió poner gradas de mármol al comulgatorio y
además motor eléctrico al órgano de tubos, en lugar del manual que hasta
entonces tenía.
Pero la construcción que más sufrió fue la iglesia de Las Rejas de Chuchunco,
tanto que su restauración costó $ 4.000. Allí también se hizo un parrón de
fierro por valor de $ 2.100.547
Ministerios. Los ministerios de la numerosa comunidad del Colegio eran
variados. Los principales giraban alrededor de los 400 alumnos con el gran
grupo de internos. Para ellos tenían la Congregación Mariana de la
Inmaculada y San Luis Gonzaga para los mayores, y la de la Inmaculada y San
Estanislao de Kostka para los menores.
En la Iglesia San Ignacio funcionaba la Congregación Mariana Mayor y de
San Luis Gonzaga, para hombres y jóvenes adultos, y la paralela para señoras,
dirigidas por el P. José Francisco Correa Valenzuela s.j. quien dirigía también
la Revista Efemérides Marianas, órgano de todas las Congregaciones
Marianas de Chile, y además dirigía el Instituto Nocturno San Ignacio fundado
por él en beneficio de los obreros.
Asimismo el P. Mariano Camps, dirigía la Congregación Mariana y de San
José, para señoras y jóvenes. Y el P. Pedro Carcavilla era el Director
arquidiocesano del Apostolado de la Oración y dirigía la Congregación del
Sagrado Corazón de Jesús, con secciones para los diferentes sexos.
En la Iglesia también se tenía Catecismo dominical, en las tardes, con
asistencia de unos 400 niños.
544
Hanisch, Historia de Colegio San Ignacio, pág. 153.
Revista San Ignacio, 1926, I, pág. 16 y siguientes.
546
Pro Nostris, junio 1918, pág. 6.
547
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, pág. 103.
545
263
El mismo P. José Ezpeleta s.j., Rector del Colegio, dirigía la Congregación de
la Buena Muerte, con Misa en la iglesia todos los viernes del año, y Bendición
con el Santísimo Sacramento y plática esas mismas tardes.
El ministerio de visitar a las personas que vivían en pobres viviendas,
llamadas Conventillos, cercanas al Colegio, era el trabajo privilegiado del P.
Antonio Falgueras s.j. Tenía una Asociación de señoras y señoritas para que lo
ayudaran en esto y en dar Misiones populares. Y dirigía la Asociación de
Maestras de Chile.
El P. Jorge Fernández Pradel s.j. fundó un Centro vespertino para obreros. En
él procuraba dar los elementos de la Doctrina Social de la Iglesia, enseñados
por el Romano Pontífice León XIII en su Encíclica Rerum Novarum.
En el Seminario arquidiocesano de Santiago, el P. José Sales s.j. era el
Director espiritual.
En el primer trimestre del año 1923, tiempo privilegiado por estar los Padres
el resto del año ocupados en el Colegio, las corridas de Ejercicios fueron 13,
figurando entre ellas las dadas por el P. Eduardo Vicuña al clero docente de la
Arquidiócesis, y por el P. Francisco Correa a la Comunidad de los Padres
Agustinos; la de los Seminaristas teólogos dada por el P. José Sales. Las
restantes, a Religiosas, las tuvieron los PP. Antonio Falgueras, Carlos
Galcerán, Jorge Fernández Pradel, José Sales y Ricardo Soria.
A estas corridas de Ejercicios hay que añadir los dos Retiros de 4 días dados
en Semana Santa en Calera de Tango y en Chuchunco, a caballeros y a
jóvenes de la Congregación Mariana Mayor.
Las Misiones, en nuestras iglesias de la ciudad y de Chuchunco, y por los
fundos alcanzaron a 8.548
El Instituto Nocturno San Ignacio. Este establecimiento patrocinado por la
Congregación Mariana Mayor siguió su próspera marcha, y en 1921 contaba
con 300 alumnos. No cabían más en el local. En su mayoría estos alumnos
eran empleados de comercio y de oficinas particulares, y no pocos de ellos
obreros y oficiales de todos los oficios. Incluso la prensa publicó artículos
muy elogiosos del Instituto.549
Centro Apostólico San Francisco Javier para Misiones
Fue fundado en 1893 por el P. Bartolomé Mas s.j., en el Colegio San Ignacio.
Su fin fue triple: propagar las misiones rurales, remediar la falta de
ornamentos, vasos sagrados, imágenes y lo necesario para la celebración de la
Eucaristía y demás sacramentos, y reunir premios para ser distribuidos en la
enseñanza catequística.
548
549
Noticias y cartas edificantes de la Provincia Argentino-chilena, enero-marzo 1923, pág. 15.
Pro Nostris, 1921, abril, pág. 5.
264
En 1918 este Centro Apostólico celebró los 25 primeros años de su existencia.
Sus socios, varones y mujeres, hicieron una exposición extraordinaria de
objetos sagrados en el Salón de Actos del Colegio San Ignacio para ser
repartidos gratuitamente en las diócesis, parroquias y capillas más necesitadas.
Al mismo presentaron un Balance de lo hecho en estos 25 años. He aquí
algunos datos:
Ha facilitado la predicación de 1784 misiones, en parroquias, capillas y zonas
rurales. En ellas las confesiones y comuniones han llegado a 1.015.620 y los
matrimonios bendecidos a 15.476.
En cuanto a ornamentos sagrados, el Centro ha repartido 590 ornamentos
completos; 112 capas de coro; 40 sagrarios; 59 cálices; 54 copones; 8
custodias; 210 albas; 254 manteles de altar y 39 estatuas del Sagrado Corazón.
El Centro fomenta unos 200 Centros de Catecismos y en ellos se reparten
anualmente hasta 30 mil premios.550
Según la “Memoria del Centro Apostólico” en los años 1918 y 1919 se dieron
323 Misiones, de las cuales corresponden 35 al año 1918 y 190 a 1919.
“Con estas excursiones apostólicas, se dice en dicho documento, se hace oír
la palabra de Dios en los más apartados rincones del país. Poblaciones hubo
en que las primeras confesiones de jóvenes de 18 a 20 años llegaron a ser más
de 100, y en otras, de muchos años que no habían visto siquiera a un
sacerdote”.551
Primer Congreso pan-americano de las Congregaciones Marianas
Este Congreso tuvo lugar en Santiago, desde el 8 al 12 de septiembre del año
1921, organizado por el P. José Francisco Correa Valenzuela s.j.
La inauguración se tuvo en la Catedral Metropolitana de Santiago el día 8 de
septiembre con solemne Misa ofrecida por el Nuncio de Su Santidad Mons.
Benedetto Aloisi Masella, y asistieron a ella el Arzobispo de Santiago, los
Obispos de La Serena, Concepción y Ancud, los Gobernadores eclesiásticos
de Valparaíso, Temuco, Valdivia y el Obispo auxiliar de Santiago Rafael
Edwards. La Catedral estuvo ocupada en su totalidad por jóvenes y adultos,
luciendo la medalla de los Congregantes.
La 1ª Sesión del Congreso se tuvo ese mismo día a las 5 de la tarde en el Salón
de Actos del Colegio de los Padres de los Sagrados Corazones. Además del
Nuncio Apostólico y del Arzobispo de Santiago, y demás Obispos ya
mencionados, presidieron la Asamblea el P. José Llusá s.j., Provincial de la
Compañía de Jesús, y el P. José Francisco Correa Valenzuela s.j. Tomaron
también asientos en la presidencia el Encargado de Negocios del Brasil,
delegado de las Congregaciones Marianas de su país, y el Sr. Rodolfo
550
551
Revista “Nuestra Revista”, marzo 1919, pág. 7.
Pro Nostris, 1920, enero, pág. 3.
265
Fernández, representante de las Congregaciones Marianas argentinas. El Santo
Padre se hizo presente con un cablegrama de bendición y saludo.
Fue elegido Presidente del Congreso el Sr. Alfredo Barros Errázuriz, ex
alumno del Colegio San Ignacio y Presidente de la Congregación Mariana de
Santiago.
Al día siguiente, en la Universidad Católica de Chile, se inauguró una
Exposición de Arte Mariano. Figuraron en ella obras de Rafael, Murillo,
Zurbarán, Van Dyk, el Veronés y otros.
Las siguientes sesiones del Congreso se tuvieron los días 9, 10, 11 y 12 de
septiembre en el Salón de Actos del Colegio San Ignacio. Las ponencias
fueron valiosas. La ponencia sobre “La labor social de las Congregaciones
Marianas” dio lugar a una animada discusión.
El domingo 11 fue la Comunión General de los Congregantes en la Iglesia San
Ignacio, y a las 4 de la tarde de ese día se hizo una concurrida peregrinación
para asistir a la bendición y colocación de la primera piedra, en el Cerro San
Cristóbal, del templo que se erigirá allí en homenaje de la Virgen Inmaculada.
La sesión de clausura fue en el Salón de los Padres de los Sagrados Corazones.
En este Congreso es importante hacer resaltar la actuación importante, en la
organización y desarrollo, del congregante Alberto Hurtado Cruchaga.552
Congregación Apostolado Popular del Sagrado Corazón
La Iglesia sufría con el estado tan poco cristiano de la mayoría de los pobres
en Chile, por la escasa vida cristiana de casi todos ellos. Gran número de las
parejas no acudía al sacramento del matrimonio, los niños no eran bautizados
y no se conocían las verdades fundamentales de la fe.
El P. Antonio Falgueras s.j. ideó un remedio que pudiera ayudar a disminuir el
mal. Determinó dar Misiones populares en las habitaciones de los más pobres,
agrupados en “conventillos” en los distintos barrios de la ciudad. También las
daba en las Capillas de los barrios, sirviéndose para estas Misiones de la
cooperación de señoras voluntarias, las cuales hacían con ocho días de
anticipación la propaganda de la Misión, visitando a todas las familias del
barrio, calle por calle y pieza por pieza en los conventillos, anotando en estas
visitas las necesidades espirituales para tratar de remediarlas durante la
semana de la Misión. Al concluir la Misión se hacía venir al Oficial del
Registro Civil para hacer las inscripciones de los que deseaban constituir
civilmente sus matrimonios y familias.
Para llevar a la práctica esta idea, el P. Antonio Falgueras s.j. fundó en 1917
una Sociedad de señoras denominada Apostolado Popular, la cual obtuvo la
aprobación eclesiástica y la personería jurídica.553
552
Cf. Nuestra Revista, Octubre 1921, págs. 11 a 18, donde hay amplios detalles. Cf. Pro Nostris, 1921,
Septiembre.
553
Cf. Revista San Ignacio, año 1928, pág. 143: Artículo de la señora María Besa de Díaz.
266
De las Misiones dadas por el P. Antonio Falgueras en los diversos conventillos
de la ciudad de Santiago se dio una cuenta detallada en una “Memoria”
impresa en el año 1919.
Según esta Memoria se habían dado 29 Misiones en los dos últimos años. En
ellas se habían conseguido: 243 matrimonios, 150 bautismos, 365 primeras
comuniones, buen número de las cuales de adultos, y 2.600 personas se
confesaron y comulgaron, en su gran mayoría después de muchos años que no
lo hacían.554
Escribe en 1922 el cronista jesuita de “Pro Nostris”: “El P. Falgueras, apenas
terminada la corrida que dio a las Religiosas de la Protectora de la Infancia,
emprendió el 20 de junio la gran tarea de misionar en una de los llamados
albergues de la Capital. Son estos albergues una especie de galpones o
conventillos espaciosos, en que, mantenidos a costa del Gobierno y de la
caridad pública, se albergan los miles de desocupados venidos a Santiago
desde las salitreras del Norte y de las minas del Teniente. En uno de ellos
había 500 obreros, en otro 1.000, en otro 4.000 y así por el estilo. Se dio
comienzo por el de la calle Sazié, donde se hospedaban alrededor de un
millar de obreros, de tan mala fama, que en él la Policía había hallado varios
cajones de dinamita. Las señoras del Apostolado Popular se encargaron de
preparar la Misión, ya hablando en particular con unos y otros, ya enseñando
el Catecismo a grupos más o menos numerosos. El resultado fue muy superior
a lo que podía esperarse. Asistieron unos 150 hombres y 80 mujeres. Se
tramitaron 45 matrimonios: 15 de los recién casados hicieron la Primera
Comunión. Puede decirse que se aprovecharon de la Misión la mitad de los
que tenían capacidad para ello, y en los otros la semilla quedó sembrada.
Animados con el éxito, se emprendió el 11 de julio, una segunda Misión, en el
más numeroso de los albergues, el de San Ignacio, donde hay entre 3.000 y
4.000 personas. La Misión terminó el día 23, con 57 matrimonios realizados,
quedando algunos pendientes para el domingo siguiente, unas 700
confesiones y comuniones, en su mayor parte de hombres, y de ellas unas 400
que recibían por primera vez dichos sacramentos, 40 bautismos y 80 hombres
quedaron comprometidos para hacer los Ejercicios”.555
Y como la obra crecía, y se hacía necesaria su permanencia, el P. Antonio
Falgueras determinó, en 1921, secundado por la señorita Carmela Rodríguez
Rozas, solicitar, primero en el Arzobispado de Santiago, y después de
obtenida la aprobación del Arzobispo Crescente Errázuriz Valdivieso, en la
Congregación de Religiosos, la aprobación de una Congregación Religiosa de
mujeres que atendiera esta obra, asegurando así la estabilidad de la misma.
El 21 de enero de 1922, el Arzobispo de Santiago elevó a la Santa Sede la
solicitud para la nueva Congregación, dando en ella las características, o
carisma espiritual, que tendría. La Santa Sede el 26 de septiembre pidió más
554
555
Pro Nostris, 1920, enero pág. 3.
Pro Nostris, 1921, junio y julio, págs. 5 y 6.
267
datos sobre el número de las que formarían la Congregación y sobre los
medios económicos que contaría para sostenerse.
Dos años demoraron estos trámites. Entretanto el P. Falgueras se preocupaba
de la formación espiritual de las personas ya decididas a ingresar en la
Congregación. A ellas les dio los Ejercicios ignacianos en la Casa de San Juan
Bautista en agosto de 1922. El trabajo de las Constituciones se inició en junio
de 1923. Con dos de las futuras religiosas, Carmela Rodríguez Rozas y
Mercedes Latham vda. de Serrano, las cuales acudían al Colegio San Ignacio
todos los días lunes a las 8 de la mañana, se fueron redactando, basadas en las
Constituciones de la Compañía de Jesús.
El 2 de enero de 1924 la Congregación de Religiosos aprobó la solicitud y
concedió al Arzobispo de Santiago la facultad para proceder a la creación del
nuevo Instituto. El Arzobispo firmó el Auto de erección de la Congregación
“Apostolado Popular del Sagrado Corazón de Jesús” el 25 de marzo de 1924.
La bendición de la Capilla de la Casa Madre, en Lord Cochrane 104, se tuvo el
día de la Ascensión el 29 de mayo y la profesión religiosa de las primeras
religiosas tuvo lugar el 8 de junio, solemnidad de Pentecostés, asistiendo el P.
Falgueras, ya muy enfermo, en un reclinatorio frente al altar.
El Arzobispo aprobó las Constituciones el 18 de julio de 1924.
El P. Antonio Falgueras s.j. falleció el 29 de agosto de 1924.556
Calera de Tango
Por enfermedad del P. Pedro Olmos s.j. en agosto de 1918 tomó la
responsabilidad de la Casa de Calera el P. Jaime Ferrater s.j.
En el Diario manuscrito que se llevó de la Casa, se anotó con satisfacción la
visita que hizo el 19 de enero de 1919 a Calera el recién consagrado
Arzobispo de Santiago Monseñor Crescente Errázuriz, acompañado del
Prebendado Don Luis Campino y del P. Ismael Guzmán s.j., Padre espiritual
en el Seminario de Santiago. El P. José López s.j., Rector del Colegio San
Ignacio, al fin del almuerzo leyó una composición de homenaje en nombre de
la comunidad.557
Pero en todos los años anteriores se había ido produciendo una cierta
decadencia de la Casa, no sólo en la parte económica de ella, sino también en
lo relacionado con las instituciones que debían relacionarse con ella: Escuela,
Capellanía, Misión y Ejercicios. Incluso el P. Ferrater, como Ecónomo del
Colegio y encargado de la Casa y arriendo de sus tierras, para ahorrar un poco
había quitado el teléfono que a muchos parecía muy necesario para poder
comunicarse con el Colegio. La repentina muerte del mismo P. Ferrater, el 3
de diciembre de 1920, acaecida al bajar del coche, por un ataque al corazón,
no pudo avisarse inmediatamente.
556
557
P. Juan Isern, op. cit. pág. 179 y siguientes, con amplios detalles.
Archivo SJ Provincia Chile, Diario de Calera de Tango, manuscrito, pág. 63.
268
Era entonces Ministro del Colegio el P. Ramón Angla s.j. Cuando fue
nombrado Rector del Colegio San Ignacio el P. José Ezpeleta s.j. el 17 de
febrero de 1920, éste para resolver los problemas económicos de Calera
decidió vender 30 ó 40 cuadras de terreno agrícola. Como Don Pedro Ruiz
Tagle no mostrare interés aparente, se vendieron 35 cuadras a Don Luis
Fontecilla, dueño del vecino fundo “Palermo”. Así se pensó resolver el
problema económico de la Casa.558
Toda esa extensión, excluido el parque y las casas, se vendieron por la suma
de $120.000 y se le cedió a don Luis Fontecilla el uso del galpón que quedaba
detrás de las casas. El motivo de esta venta fue, o una orden de la autoridad
eclesiástica, según dicen algunos, por los miedos de expropiación que había
entonces, o por iniciativa de los Superiores que se asustaron demasiado.
La venta tuvo inconvenientes, por haberse preferido, por razón de precio, a
una familia distinta de la del donante, y porque ésta puso un “culto
protestante” en el galpón cuyo uso se le había cedido.559
Chillán. Casa de formación y Seminario Menor
La primera noticia que se tiene de la apertura de esta Casa de formación está
en una carta del P. José Llusá s.j., Provincial, escrita el 29 de abril de 1919 al
P. General Wlodimiro Ledóchowski s.j.
En ella dice que ya ha iniciado algunas gestiones en orden a la instalación de
una Escuela Apostólica, deseada por el P. General, en la diócesis de
Concepción, y concretamente en la ciudad de Chillán. Le indica que ha hecho
una visita a la ciudad y que le han parecido mucho mejores el terreno y los
edificios que ahora le han sido ofrecidos. Hablará de ello con el Obispo de
Concepción, Monseñor Gilberto Fuenzalida Guzmán. Si se llega a realizarlo
se tendrá un espacio muy amplio no sólo para la Escuela Apostólica, sino
también para un Noviciado y Juniorado, conforme a los deseos del Internuncio
en Chile Monseñor Sebastián Nicotra, del mismo P. General y de todos los
jesuitas de Chile.560
Antecedentes de la Casa antes de la llegada de los jesuitas
El año 1872, el Gobierno de Chile, por medio del entonces Ministro de
Educación Pública don Abdón Cifuentes Espinosa, pidió a la Madre Ana de
Rousier, Vicaria de las Religiosas del Sagrado Corazón, que fundara una
Escuela Normal de maestras en la ciudad de Chillán.
Al año siguiente llegaron a Chillán cinco Religiosas del Sagrado Corazón y en
1874 adquirieron el terreno de lo que sería la nueva Escuela Normal. El 17 de
diciembre de 1875, Monseñor José Hipólito Salas, Obispo de la diócesis de
Concepción, bendijo los cimientos y la primera piedra de la iglesia. A fines de
558
Archivo SJ Provincia Chile, Diario Calera de Tango, pág. 64.
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, pág. 101.
560
Archivo SJ, Carta del P. Llusá al P. Ledóchowski del 29 de abril de 1919.
559
269
1878 la comunidad de las Religiosas se trasladó al edificio, ya prácticamente
terminado.
En marzo de 1879, al empezar la Guerra del Pacífico, las Religiosas abrieron
la Escuela; pero el Gobierno determinó cerrarla, aduciendo razones
económicas, producto de la guerra. La Casa entonces quedó convertida en
Pensionado, llegando a alojar, en 1881, hasta 56 heridos de la guerra.
La Escuela se reabrió en 1882, pero fue cerrada, definitivamente, tres años
más tarde.
Entre 1886 y 1907 continuaron las Religiosas con un pequeño Pensionado y
una Escuela gratuita, pero con escaso número de alumnas. Los jesuitas de la
Residencia de Concepción las atendían con los Ejercicios espirituales anuales,
tanto a las religiosas como a sus alumnas.
Pero al fin se vieron obligadas a dejar el edificio, tras 34 años de permanencia.
La propiedad pasó entonces al Obispado de Concepción.
En 1908 el Obispado de Concepción logró que cinco Religiosas de la
Providencia de Grenoble tomaran posesión de la Escuela, pero la lejanía del
centro de la ciudad parecía ser una dificultad insalvable para tener un número
adecuado de alumnas.
Instalación del Noviciado
Al buscar la Compañía de Jesús un lugar para el Noviciado, entró en
conversaciones con el Obispado. El Obispado trasladó a las Religiosas de
Grenoble a la ciudad y vendió a la Compañía la propiedad.
La Casa estaba situada en las afueras de la ciudad, a la salida de ella, en una
avenida que conducía al barrio denominado Chillán Viejo, por haber sido ése
el primitivo asiento de la ciudad.
El edificio tenía dos pisos. Constaba de un cuerpo principal, con frente a la
avenida, de 125 metros de largo. Dividido en toda su extensión por una pared
maestra, medianera entre dos series de espaciosas piezas adosadas las unas a
las otras, y de dos martillos en sus extremos que, sobresaliendo unos 15
metros, por el frente y el fondo, le dan el aspecto de una hache, con el
travesaño muy prolongado. Todo este cuerpo se alargaba, por una de sus
extremidades, con la Capilla que llegaba a la calle, quedando junto a ella la
parte destinada a la comunidad. A continuación venía un gran patio y luego
otro edificio, de un solo piso, que había sido utilizado como Escuela. A lo
largo de toda la fachada había un espacioso jardín, separado por una verja de
fierro de la gran avenida O’Higgins. El tranvía que la recorría en toda su
extensión se detenía en la misma puerta principal. La posesión tenía, además
una huerta de cuatro manzanas de extensión, con una viña y árboles frutales.
En el extremo se hallaba el cementerio que había servido a las religiosas que
habían vivido antes en esa casa.
270
Esa casa fue comprada a la Curia Eclesiástica de Concepción y la escritura se
firmó el 2 de febrero de 1920. Al día siguiente fue enviado el P. Julio
Montalba s.j., chileno, trasladado desde Buenos Aires, a tomar posesión de
ella en el carácter de Ministro. Lo acompañó el H. José Mühn, desde
Concepción. A los pocos días se les agregaron el P. Francisco Ruiz s.j., venido
desde Montevideo, el H. Manuel Pardavila s.j., desde Córdoba, con el
postulante a Hermano Roberto Niklitschek quien aguardaba hacía meses en
Valparaíso. También desde Córdoba vino el P. Juan Rincón s.j. como Maestro
de novicios, con el Estudiante jesuita Luis Torti s.j. como profesor de latín,
con los novicios escolares argentinos Jesús Acerete, ingresado el 15 de febrero
de 1919, y José Avelino Gómez, ingresado el 29 de abril de 1919; y el
Hermano jesuita Ernesto Maiocchi, novicio, quien será el primero en hacer los
votos religiosos en la nueva Casa el 31 de marzo de 1920. Con estos últimos
viajaron también dos niños apostólicos y el H. Paulino Román s.j., chileno.561
El P. José Giné Doménech s.j., Superior de la Residencia de Concepción,
había sido designado Rector de la nueva Casa de formación. La Congregación
Provincial del año 1920, celebrada en Buenos Aires, lo había elegido
Procurador para ir a Roma. Y el 6 de febrero de ese mismo año se dispuso a
regresar a Chile. El 13 de febrero, con el P. Provincial tomó el tren a
Mendoza. De allí viajó a Santiago para llegar el 23 de febrero a Concepción
donde entregó el cargo de Superior al P. José López s.j. En cumplimiento de
su mandato como Procurador, viajó a Puerto Montt, Puerto Varas, Puerto
Octay y Ancud.562
Con la llegada del P. Provincial P. José Llusá y del P. José Giné, se tuvo el 11
de marzo la inauguración privada del nuevo Colegio-Noviciado. El acto fue
sencillo: reunida la comunidad en la Capilla, ante una imagen del Sagrado
Corazón de Jesús, el P. Provincial tuvo la plática doméstica e inauguró la
Casa. Al día siguiente, en el aniversario de la canonización de San Ignacio y
San Francisco Javier, todos asistieron a la Misa celebrada por el P. Provincial,
quien consagró la Casa y Comunidad al Sagrado Corazón. Después del Te
Deum se dio la bendición con el Santísimo.563
Poco después se incorporaron a la Comunidad los PP. Aurelio Castillo, Ismael
Guzmán y el H. José Espar.
En un comienzo, ni siquiera tuvieron luz eléctrica ni muebles suficientes. Poco
a poco fueron comprando lo indispensable en las ferias de la ciudad. Y con la
ayuda de las Casas jesuitas de Santiago y Concepción, de las religiosas de la
ciudad, del Buen Pastor y otras, consiguieron lo indispensable en ornamentos,
misales, imágenes y vasos sagrados para la inauguración solemne. El 20 de
marzo, el Obispo de Concepción, Monseñor Gilberto Fuenzalida Guzmán,
celebró de pontifical en la Capilla. Lo asistieron los dos Obispos auxiliares de
la diócesis: Monseñor Reinaldo Muñoz Olave, Gobernador eclesiástico de
Chillán y Vicario General, y Monseñor Ricardo Sepúlveda Hermosilla,
Gobernador eclesiástico y Vicario General en la provincia de Temuco. Dos
partes tuvo esta inauguración solemne: la religiosa y la social. La religiosa fue
561
Cf. Pro Nostris de la Provincia Argentino-Chilena febrero-abril 1920 n. 41.
Id., n. 41, pág. 14.
563
Id., n. 41, pág. 7.
562
271
la Misa de pontifical, cantada la Misa de Angelis por la Schola Cantorum del
Seminario de Chillán, con los novicios y apostólicos jesuitas. El público llenó
totalmente la Capilla. Al Evangelio subió a la tarima del altar el Canónigo de
Concepción D. Vicente Las Casas y desde allí dirigió, muy emocionado, la
palabra a sus antiguos feligreses, de quienes había sido párroco durante 40
años. En la tarde hubo Exposición del Santísimo, canto de las Letanías,
consagración del Noviciado al Sagrado Corazón. A las 4 de la tarde se dio
comienzo al acto literario musical que se había programado en el salón de
actos de la Casa. Asistieron a él los tres Obispos, el P. Provincial, el Canónigo
Vicente Las Casas, el Cura de Chillán, Pbro. Contardo, el Rector del
Seminario de Concepción, Pbro. D. Alfredo Cifuentes Gómez, el Secretario
del Obispado, Pbro Alvarez, y representantes de las cuatro Órdenes religiosas
de Chillán: franciscanos, dominicos, carmelitas y mercedarios, como también
otros muchos distinguidos sacerdotes de Chillán y Concepción. De las Casas
jesuitas asistieron el P. José López, Superior de Concepción, el P. José
Ezpeleta, Rector del Colegio San Ignacio, el P. Ramón Font, Superior de
Valparaíso, el P. Juan Duschl, Superior de Puerto Varas, el P. José Audí,
Rector del Seminario de Ancud. El Rector de Puerto Montt, P. Luis Massegur,
fue el único de los Superiores que no pudo asistir, pero envió al P. José
Nicolay para que lo representara. Monseñor Fuenzalida alojó en Casa de la
comunidad.564
Los jesuitas de inmediato iniciaron los ministerios: el P. Castillo dio en mayo
los Ejercicios a la Comunidad de los Padres Franciscanos, después de haber
misionado en General Cruz. El P. Rector, José Giné, empezó a darlos el 13 de
ese mismo mes a las Siervas de Jesús, pero hubo de ceder su puesto al P. Julio
Montalba s.j., a causa de su mal estado de salud.565
Este mal estado de salud iba a tener un triste desenlace. El 27 de mayo de
1920, el P. Giné escribió al P. Provincial: “He pasado una temporada
cuidándome de veras y me encuentro muy mejorado” El 31 de mayo escribió:
“A principio de junio pienso ir a Santiago para ver a los doctores indicados
por usted. Veremos qué opinan: si opinan que puedo hacer el viaje a Roma,
aprovecharé la primera ocasión para pasar la cordillera. Yo opino que estoy
mucho mejor que en tiempo de la Congregación Provincial”. Finalmente, en
la del 19 de junio escribía, desde Mendoza: “Gracias a Dios ya he atravesado
la cordillera, autorizado con el parecer del Dr. Valenzuela, después de
detenida visita y examen, y animado por los Padres de Santiago, que creen
que el mejor modo de reponerme es hacer el viaje a Europa. Aquí estoy en
Mendoza, y aquí pienso estar hasta el martes 22, en que pienso tomar el tren
de la 1 p.m., para llegar a Buenos Aires el miércoles a las 2 p.m.”.
El 23 se recibió una carta del Superior de Mendoza, fechada la víspera, que
vino a dar plena luz: “El P. Giné ha sufrido un nuevo ataque, y el Dr. de casa
lo declara grave. Ofrece síntomas de peritonitis y se teme una gangrena”.
Su muerte fue el 24 de junio de 1920.566 Lo va a suplir el P. José López s.j. el
16 de diciembre de ese mismo año.
564
Id., n. 41, págs. 8 y 9, donde hay mayores detalles.
Id., n. 42, pág. 5.
566
Id., n. 42, pág. 1.
565
272
Vocaciones. El primer novicio chileno que ingresó el 24 de marzo de 1920, en
el Noviciado de Chillán, fue el joven Juan Fernández Calvo que había sido
Secretario del Director de la Congregación Mariana de caballeros en
Santiago.567
Poco después, el 22 de abril de 1920, ingresó el joven penquista Mariano José
Campos Menchaca., y al final del año, el 31 de diciembre el joven Germán
Gulielmi.
En 1921 ingresaron, el 18 de marzo, Alvaro Lavín Echegoyen, ex alumno del
Colegio San Ignacio; y Carlos Matus, el 20 de diciembre. No parecía
superarse el promedio de las vocaciones ingresadas en Córdoba.
En 1922 ingresaron: Alfonso Wulf, el 20 de febrero, ex alumno del Colegio de
Puerto Montt; Emilio Morales Delpiano, el 18 de marzo, ex alumno de San
Ignacio; Manuel Fincheira Vega, el 28 de abril, joven oriundo de Rere en
Concepción.
En 1923 ingresaron: Abdón Maldonado, el 1 de febrero; Hernán Irarrázaval
Lecaros, el 11 de febrero; Luis Vallejo, el 25 de abril; Miguel Olavarría
Guerrero, el 12 de julio, ex alumno del Colegio de Puerto Montt; Alberto
Hurtado Cruchaga, el 14 de agosto, abogado y ex alumno del Colegio San
Ignacio; José Garrido, el 23 de septiembre; y Antonio Jüptner, también el 23
de septiembre, ex alumno del Colegio de Puerto Montt. Fueron 7.
En 1924 ingresaron: Luis Reyes, el 24 de febrero; Enrique Sanfuentes, el 11
de marzo; Julián Niño, el 18 de marzo; Pedro Sánchez, también el 18 de
marzo; José Gutiérrez, el 23 de junio; Julio Alarcón, el 27 de julio; Albino
Schnettler Glade, también el 27 de julio; Miguel Anabalón, el 26 de agosto;
Rodolfo Retamal, también el 26 de agosto; Pedro Vidal, el 7 de septiembre y
Ramón Maureira, el 10 de diciembre. Fueron 11.
Ministerios apostólicos. Los ministerios apostólicos de los siete sacerdotes
siempre quedaron limitados a la misión de formadores que debían desarrollar,
primero en el Noviciado, después en el Juniorado, como también en la Escuela
Apostólica o Seminario Menor de la Compañía. Pero, casi de inmediato, en la
Capilla o iglesia de la Casa se centró la atención de los fieles, especialmente
en confesiones y dirección espiritual. Y muy pronto se creó la Congregación
del Sagrado Corazón de Jesús, con sus dos secciones, para hombres y mujeres.
A ello se agregó la visita a las cárceles y al hospital. Y la atención de
Religiosas a través de los Ejercicios Espirituales, capellanías y confesiones en
los tiempos de témporas.568
El apostolado de los novicios, y después, de los juniores no era prioritario. Se
ocupaba solamente un par de horas, o algo más, del día domingo para
realizarlo a través del Catecismo a los niños. El domingo después de almuerzo
567
568
Nuestra Revista, Mayo 1920, pág. 11.
Catálogos SJ.
273
recorrían las calles aledañas, tocando una campanilla, convocando a los niños.
Había diversos Catecismos en las barriadas de la ciudad.
A lo largo del año, para las distintas festividades, los novicios, junto con los
niños del Catecismo, realizaban procesiones, como ser para el día de la Virgen
del Carmen, de las Misiones, o para el 18 de septiembre, día de la
Independencia: cantaban, rezaban el rosario e iban hasta una parroquia o
iglesia.569
Escuela Apostólica o Seminario Menor de la Compañía
Junto con dar inicio al Noviciado, se abrió también en Chillán una Escuela
Apostólica o Seminario Menor con el objeto de preparar y formar a los niños
que decían tener vocación sacerdotal o religiosa.
Desde Córdoba, Argentina, vinieron los dos primeros apostólicos. A estos
pronto se añadieron varios niños chilenos, llegados de Santiago, Valparaíso,
Concepción, Puerto Montt y Ancud. Entre los primeros apostólicos, que
llegaron más tarde al sacerdocio, figuraron Fernando Benítez, uno de los
argentinos, y los chilenos Manuel Fincheira, José Garrido, Luis Reyes,
Antonio Jüptner y Alfonso José Wulf.
La vida de la Escuela Apostólica siempre estuvo muy ligada a la del
Noviciado. El Rector de la Casa casi siempre fue el Director del Seminario
Menor. Los Profesores, y también las clases de Latín y de Griego, eran
comunes.
Los apostólicos, además, seguían los cursos de educación secundaria con
clases de Religión, Castellano, Historia y Geografía, Matemáticas y Ciencias.
Los idiomas, como se dijo, eran Latín y lo básico del Griego.570
Fundo Dañicalqui
Entre las Misiones que dieron los jesuitas desde su llegada a la ciudad de
Chillán, estuvo la predicada desde 4 al 12 de mayo de 1920 por los PP.
Aurelio Castillo s.j. y Luis Prat s.j. en el fundo Dañicalqui de la señora
Mercedes Lathan viuda de Serrano, ubicado en la parroquia de Pemuco y que
tenía un hermoso oratorio. La Misión fue difícil por los malos caminos y los
esteros, convertidos en verdaderos ríos por las lluvias. Hubo en ella 150
comuniones y la señora Mercedes quedó tan agradecida y afecta a la
Compañía que comenzó a mandar algunos frutos de su fundo al Noviciado,
prometiendo una beca para la Escuela Apostólica. En una segunda excursión
apostólica, hubo 230 comuniones y los jesuitas establecieron en el fundo el
Apostolado de la Oración y practicaron diligencias para erigir en el Oratorio el
Vía Crucis.571
Con el objeto de hacerse cargo de la situación y demás condiciones del fundo
Dañicalqui, cuya Casa y Capilla con el terreno necesario para poder pasar allí
569
Pablo Concha y otros, op. cit., pág. 33 a 35.
Concha y otros, op, cit. pág. 13 y siguientes.
571
Pro Nostris, 1929, julio, pág. 5.
570
274
las vacaciones, deseaba donar al Noviciado y a la Escuela Apostólica de
Chillán, su dueña Doña Mercedes Lathan de Serrano, viajó a ésa el 7 de
octubre de 1921 el P. Provincial, acompañado de los PP. Julio Montalba y
Aurelio Castillo.
La propiedad estaba ubicada en la confluencia de los ríos Itata, Perquenco y
Dañicalqui.
En vista de la buena impresión que ofrecía aquel hermoso paraje para ese
objeto, se determinó que fueran allí, ese año, en enero de 1922, los niños y
jóvenes Apostólicos y algunos de los Nuestros.572
Y como resultó muy buena la prueba de las vacaciones pasadas en 1922, se
repitió al año siguiente, pues estaba aceptada la donación de terreno ofrecido
por su dueña. La señora Mercedes cedió a los Nuestros y a los apostólicos su
casa, retirándose ella a vivir en la Escuela, les proveyó de todo durante las
vacaciones y aun se adelantó a comprar los pasajes del ferrocarril al regresar a
Casa.
En 1923, entre las noticias que se escribían en Chile, se señala:
“Está ya muy adelantada la casa de campo que ella, por su cuenta, está
levantando para los jesuitas, en el sitio mejor de su fundo”.573
Según los testimonios de muchos jesuitas, que allí pasaron vacaciones, se
guardaron muy gratos recuerdos. “Por tren íbamos hasta General Cruz, y allí
tomábamos un trencito a vapor, de trocha muy angosta, que en las cuestas
debía ser ayudado para que pudiera seguir adelante”.574
Lista de novicios de Chile ingresados en Córdoba, Argentina
E. Ciro Camus, ingresó el 2 de febrero de 1885.
E. Alfredo Hopman, ingresó el17 de marzo de 1886.
P. Luis Téllez, ingresó el16 de marzo de 1888.
E. Silvestre Correa, ingresó el 22 de febrero de 1890.
E. Zoilo Villalón Aránguiz, ingresó el 10 de abril de 1890.
E. Guillermo Beckert, ingresó el 11 de febrero de 1891.
E. José Francisco Correa, ingresó el 11 de febrero de 1891.
P. Juan Ignacio González, ingresó el 2 de abril de 1891.
P. Ismael Guzmán, ingresó el 6 de enero de 1892.
E. José Valdés, ingresó el 12 de marzo de 1893.
E. Julio Montalba, ingresó el 12 de marzo de 1893.
E. Carlos Ramírez, ingresó el 12 de mayo de 1894.
E. Aurelio Castillo, ingresó el 25 de septiembre de 1894.
P. Fernando Ochagavía, ingresó el 5 de enero de 1895.
E. Abdón Cifuentes, ingresó el 5 de enero de 1895.
E. Manuel Ureta, ingresó el 5 de enero de 1895.
E. Moisés Ortiz, ingresó el 27 de febrero de 1897.
572
Cf. Pro Nostris de la Provincia Argentino-Chilena, Octubre-diciembre de 1921, pág. 14.
Noticias y Carta edificantes de la Provincia Argentino-chilena, enero- marzo 1923, pág. 8.
574
Concha y otros, op. cit., pág. 17.
573
275
E. Teodoro Ebel, ingresó el 27 de febrero de 1897.
E. Federico Rinsche, ingresó el 1 de marzo de 1897.
E. Luis Goycolea, ingresó el 18 de marzo de 1897.
E. José Tomás Alarcón, ingresó el 18 de marzo de 1897.
E. Jorge Fernández Pradel, ingresó el 18 de marzo de 1897.
E. Fernando Vives Solar, ingresó el 20 de marzo de 1897.
E. Luis Rayneld, ingresó el 26 de abril de 1897.
E. Guillermo Ebel, ingresó el 19 de marzo de 1900.
E. Francisco Felmer, ingresó el 26 de febrero de 1906.
E. Carlos Brahm, ingresó el 22 de marzo de 1907.
E. Ignacio Ebel, ingresó el 22 de marzo de 1907.
E. Eduardo Vicuña, ingresó el 23 de marzo de 1907.
E. Víctor Delpiano, ingresó el 3 de mayo de 1908.
E. Arturo Brieba, ingresó el 18 de enero de 1909.
E. Juan Pinto Durán, ingresó el 24 de febrero de 1909.
E. Francisco Ebel, ingresó el 24 de febrero de 1909.
E. Alfonso Rinsche, ingresó el 28 de octubre de 1910.
E. Fernando Krebs, ingresó el 29 de agosto de 1913.
E. Abel Montes, ingresó el 20 de mayo de 1914.
E. Luis Ramírez Silva, ingresó el 15 de abril de 1915.
E. Braulio Muñoz, ingresó el 28 de enero de 1916.
E. Pedro Alvarado, ingresó el 16 de abril de 1916.
E. Nicanor Marambio, ingresó el 8 de marzo de 1917.
E. Luis Navarro, ingresó el 18 de agosto de 1918.
E. Juan Lodo, ingresó el 27 de enero de 1919.
H. José Zuazo, ingresó el 10 de agosto de 1879.
H. Feliciano Barrera, ingresó el 2 de febrero de 1885.
H. Paulino Román, ingresó el1 de abril de 1888.
H. Ricardo Niklitschek, ingresó 18 de marzo de 1889.
H. Florencio Hevia, ingresó el 25 de septiembre de 1894.
H. Francisco Duhalde, ingresó el 14 de marzo de 1903.
H. Rodolfo Ochnitzberger, ingresó el 18 de febrero de 1906.
H. Reinaldo Kahler, ingresó 26 de octubre de 1907.
H. Francisco Ruiz, ingresó el 7 de junio de 1908.
H. Jesús de Prado, ingresó el 30 de octubre de 1915.
Novicios de Chile ingresados en Europa
P. Gaspar Bohle, ingresó en Alemania el 30 de mayo de 1891.
E. Germán Rinsche, ingresó en España el 13 de mayo de 1903.
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
En este período fueron Superiores en la Residencia de Concepción:
El P. José Giné, desde el 10 de enero de 1911 hasta el 24 de febrero de 1920.
El P. José López desde esa fecha hasta el 16 de diciembre de 1920.
El P. Martín Gómez s., desde el 2 de enero de 1921 al 1 de diciembre de 1926.
276
La biografía del P. José Giné Doménech s.j. la colocamos más arriba. Terminó
su cargo en Concepción el 24 de febrero de 1920 al ser nombrado primer
Rector del Colegio Noviciado de Chillán, pero murió el 24 de junio de ese
mismo año, en la ciudad de Mendoza, cuando iba en viaje a Roma, elegido
Procurador de la Provincia.
También la biografía del P. José López Sevillano s.j. también la colocamos
más arriba cuando en 1915 fue nombrado Rector del Colegio San Ignacio.
Terminado ese cargo pasaba al de Superior en Concepción.
El P. Martín Gómez s.j. había nacido en Huereal-Overa (Provincia
Andalucía), España, el 20 de mayo de 1869. Hizo sus estudios
Humanidades en el Colegio que la Compañía de Jesús tenía establecido
aquella ciudad y pasó después al Seminario de Orihuela para cursar
Teología.
de
de
en
la
Apenas terminados sus estudios de Teología, el entonces joven Gómez
resolvió abrazar la vida religiosa y el 17 de octubre de 1894, siendo ya
sacerdote, ingresó en la Compañía de Jesús.
Los Superiores lo destinaron pronto a Sud América, a donde llegó en 1902
nombrado Director de la Congregación Mariana del Colegio del Salvador que
poseen los jesuitas en Buenos Aires.
Dos años más tarde fue trasladado el Padre Gómez a Concepción, Chile. Tan
pronto llegó a integrar la Residencia de la Compañía de Jesús, inició su
hermosa obra que tan buenos frutos ha dado en el correr del tiempo.
Después estuvo en Santa Fe, Argentina, como Sub Prefecto de estudios en ese
Colegio Seminario, desde 1911 a 1914; en Mendoza, como Ministro hasta
1916; y en Ancud, Chile, desde 1917 con el cargo de Ministro, Prefecto y
profesor de Teología en el Seminario de aquella Diócesis. Llegó otra vez a
Concepción, en 1921, como Superior y Director de la Casa de Ejercicios y
profesor de Moral del Seminario Conciliar.
De nuevo la figura del P. Gómez tuvo actuación descollante en la vida
religiosa de la ciudad, pues todavía se recordaban con agrado sus interesantes
e instructivas conferencias.
Como misionero fue trasladado a Santiago el año 1927, y al poco tiempo se le
confirió el importante nombramiento de Ecónomo General de la Viceprovincia
Chilena de la Compañía de Jesús.
Desde 1932 se encontraba el P. Gómez en Montevideo, desempeñando el
puesto de Prefecto del nuevo Seminario de Cristo Rey, cuando en esta capital
murió el 19 de diciembre de 1934, después de una larga enfermedad que desde
tiempo sufría.
277
En 1918, fue nombrado Rector del Seminario de Concepción el Pbro. Don
Alfredo Cifuentes Gómez, ex alumno del Colegio San Ignacio de San
Santiago y del Colegio Pío Latinoamericano de Roma.575
Ministerios. En 1918, además de la atención diaria de la Iglesia, con todas las
Congregaciones establecidas en ella, y la Casa de Ejercicios con las corridas a
pobres, los Padres dieron Misiones en Celina, Quirihue, Los Angeles, Arauco,
Lota, Bulnes, Penco, Talcahuano, Angol, Membrillar y Río Claro.
Dieron Ejercicios Espirituales de ocho días a los Franciscanos de Angol,
Chillán y Cauquenes; a los Mercedarios de Chillán y a las Religiosas de
Concepción: Trinitarias y del Sagrado Corazón; a las Hospitalarias de San
Carlos; y a las Siervas de Jesús de Chillán y Concepción.
De una estadística de los Ejercicios dados en la Casa de Ejercicios, consta que
los hicieron durante el año 1918, 112 hombres distribuidos en tres corridas,
131 mujeres en las cuatro que a ellas destinaron y 165 mendigos, de uno y otro
sexo.576
En 1919 y 1920 se dieron Misiones en Yumbel, para la célebre fiesta de San
Sebastián, Arauco, Carampangue, Horcones, Lirquén, Quirihue, Membrillar,
Torreón, Río Claro, Santa Juana, Bureo, Chillán, Pemuco, dos en Cañete,
Tomé.577
En 1920 se empezó también una obra con las empleadas de casas particulares,
con reuniones y un retiro mensual. Se encomendó esta obra, como apostolado,
a la Hermandad de las Hijas de María y del Sagrado Corazón.578
También se hicieron arreglos en la Casa de Ejercicios para poder dar en ella
Ejercicios con más facilidad a pequeños grupos de ejercitantes. Se dispusieron
6 aposentos, con comedor y Capilla.579
En 1921, la Historia de la Casa se detiene en los arreglos que debieron hacerse
en los muros y ventanas de la iglesia.
En cuanto a organización de la Casa y apostolado, se señalan dos hechos: la
determinación de dar siete corridas de Ejercicios, gratuitamente, cumpliendo
sobradamente el Contrato con el Obispo; 3 a hombres, y 4 a mujeres. El
segundo hecho es la publicación de los nuevos Estatutos de la Hermandad del
Sagrado Corazón, la mayor de las Congregaciones establecidas en la iglesia de
la Compañía. En estos Estatutos se establecen tres categorías de socios de la
Hermandad.580
Las Confesiones escuchadas en la iglesia fueron 22.719, y las Comuniones
repartidas, 33.450. Las pláticas y conferencias espirituales fueron 170, y las
Misiones, 12. Se dieron 6 Retiros a obreros, con una asistencia total del 230
575
Pro Nostris, 1918 abril, pág. 10.
Pro Nostris, año 1918, passim.
577
Pro Nostris, años 1919 y 1920, passim.
578
Id, año 1920, mayo y junio, pág. 5.
579
Archivo SJ, Historia Domus Concepción año 1920, pág. 177.
580
Historia Domus Concepción, págs. 177-179.
576
278
personas. En la Casa de Ejercicios se dieron por ocho días 3 corridas a 64
varones, 3 a 52 mujeres.581
En 1922 se dieron, en la Casa de Ejercicios, 11 corridas de Ejercicios de 4 días
a obreros: a 177 varones y a 43 mujeres.582
En 1924, los Padres trabajaron seriamente, especialmente en los Colegios de la
ciudad, en la preparación del Congreso Eucarístico Nacional celebrado en
Concepción.
Establecieron un nuevo ministerio, a imitación del creado en Santiago por el
P. Antonio Falgueras s.j., el de acudir a los “conventillos” de la ciudad dando
en ellos Misiones unidas a la beneficencia, corporal y material, pues se vivía
allí en extrema pobreza.583
Puerto Montt. Colegio San Francisco Javier
En este período los Rectores del Colegio San Francisco Javier fueron: el P.
Juan Bautista Duschl s.j. hasta 1919, el P. Luis Massegur, 1919 a 1924.
La biografía del P. Duschl la señalamos más arriba.
El P. Luis Massegur s.j. asumió el cargo de Rector el día 6 de enero de 1919.
Y en realidad fue el primer jesuita en Puerto Montt que ostentó el título de
Rector, pues los anteriores aparecían en los Catálogos de la Compañía sólo
como Superiores.
El P. Luis Massegur s.j. había nacido en Olot, Gerona, España el 7 de
noviembre de 1867 y entrado en la Compañía de Jesús el 10 de enero de 1883
Hizo sus estudios humanísticos en Veruela y los de ciencias eclesiásticas en el
Colegio Máximo de Tortosa.
Destinado por los Superiores a América, pasó prácticamente toda su vida ya
en Buenos Aires, como profesor y Prefecto de estudios en el Colegio del
Salvador, ya en Puerto Montt como Rector del Colegio San Francisco Javier.
Después de dejar su cargo en Puerto Montt regresó a Argentina, primero a
Buenos Aires nuevamente en el Colegio del Salvador como profesor, y
después en Córdoba entregado a los ministerios apostólicos.
Murió en la ciudad de Córdoba, Argentina, el 3 de octubre del año 1930.584
El año 1919, la “Junta Comunal de Educación Primaria” de Puerto Montt
pretendió ejercer un control en los cursos de Preparatorias del Colegio. Fue
necesario entonces acudir a las autoridades del Ministerio de Educación en
581
Archivo SJ. Cartas anuas Concepción, 1921, págs. 70 y 71.
Id, pág. 72.
583
Id, pág. 74.
584
Noticias de la Compañía de Jesús para sus bienhechores, 01.11.1930, pág. 2.
582
279
Santiago, y éste respondió que la enseñanza de preparatorias no estaba sujeta a
dicho control.
En 1922 fueron reorganizadas las Congregaciones Marianas de caballeros y
jóvenes que, con el título de “Stabat Mater” y de “San Ignacio”, se tenían en la
iglesia. El P. Félix Baranera s.j., su Director, hacía que se reunieran los
terceros domingos de cada mes en la iglesia del Colegio, donde oían Misa y
plática, recibían la comunión y cantaban el Oficio divino.
La Congregación Stabat Mater construyó y sostuvo económicamente un local,
en la calle Miraflores, donde formó un Centro Catequístico al que acudían
todos los domingos de 120 a 150 niños.
En 1923 el Colegio continuó progresando. Los alumnos llegaron a 200,
habiéndose tenido que duplicar las divisiones y el número de los estudios.
Desde esta fecha, pasaron a ser dos, en lugar de una, las divisiones de los
internos, como también las de los externos.585
Puerto Varas. Residencia
En 1918 se construyó en la localidad llamada Llanquihue una nueva Capilla
dependiente de la Parroquia de Puerto Varas. La Capilla quedó dedicada a San
José. Tenía 20 varas de largo por 11 de ancho.586
El 29 de mayo de 1919, el P. Juan Bautista Duschl s.j., al término de su
período como Superior en el Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt, se
hizo cargo nuevamente de la Parroquia de Puerto Varas. El P. Christian Harl
pasó a formar parte de la comunidad jesuita de Puerto Octay para colaborar
estrechamente con el P. Juan Mellwig, quien ya sentía debilitarse sus
fuerzas.587
Dice el cronista jesuita, en octubre de 1920: “Para la nueva y hermosa iglesia
que se acabó de construir hace cosa de dos años, y que es la parroquial de la
población, los vecinos más caracterizados han convenido en hacer labrar un
lindo púlpito, con su correspondiente tornavoz, que se colocará en la primera
columna al lado del Evangelio, y han encargado un buen juego de tres
campanas de bronce a una renombrada fundición de Ausburgo en Baviera”.588
Desde el 3 de mayo al 11, el P. Duschl recorrió todas las Capillas desde
Ensenada, Los Riscos, Río Pescado hasta La Fábrica. El P. van Laak visitó las
Capillas de Nueva Braunau, Santa Rosa, Desagüe y Frutillar, quedando así,
una vez más, recorridas todas las Capillas de la jurisdicción.589
En la Fiesta de Todos los Santos de la Compañía de Jesús, el 6 de noviembre
de 1921, el P. José Llusá, Provincial de la Provincia Argentino-Chilena,
accedió a la petición que hicieron muchos vecinos de Puerto Varas en orden a
585
Noticias y Cartas edificantes de la Provincia Argentino-chilena, enero-marzo 1923, pág. 12.
Pro Nostris, abril 1918, pág. 5.
587
Horn, op. cit, pág. 26.
588
Pro Nostris, año 1920, octubre, pág. 4.
589
Id, año 1921, mayo, pág. 4.
586
280
abrir un Colegio propio, con Internado, al lado de la Parroquia, donde había
una cuadra y media de terreno reservado para ese fin. El 29 de noviembre de
1922 se inició la construcción.590
Puerto Octay. Statio
En octubre de 1918, el P. Guillermo van Laak s.j., Ayudante del párroco, pasó
a misionar a la zona del Puntiagudo y Peulla, fundos pertenecientes a familias
protestantes, en los faldeos del volcán Osorno. En la primera, dejó arreglada la
legitimación de un matrimonio y obtuvo que le regalaran una cuadra de
terreno y madera, para la construcción de una Capilla. En Peulla, un temporal
deshecho, que duró tres días, impidió que la gente pudiera acudir a la Misión.
Más tarde, el 8 de diciembre, estaba en el paraje denominado El Volcán en
cuya Capilla celebró con procesión la fiesta de la Inmaculada. De allí fue a
Rupanco a inspeccionar los trabajos de la Escuela-Capilla que allá estaba
construyendo. La noche buena la pasó en Río Blanco, la última Capilla hacia
el oriente de Puerto Octay.591
Y desde una de sus salidas misioneras, el mismo P. van Laak escribe: “Los
Bajos es un villorrio de unas 17 casas alemanas, todas protestantes, donde
tenemos una Capilla junto a la Capilla protestante. Los católicos viven a
distancia de una hora y más de este lugar. Cuando voy allá me alojo en la
Capilla, dejando el caballo en un sitio cercano a ella, tomo almuerzo y cena
en el hotel protestante, hago clase de Religión en la Escuela fiscal, a la cual
asisten más alumnos protestantes que chilenos: los niños protestantes me
traen de sus casas flores para adornar los altares y los santos; me barren la
iglesia y vienen a Misa y a la Primera Comunión de sus compañeros”.592
En 1919, escribía el párroco de Octay: “La Escuela Parroquial tiene 62
alumnos y muchos están aún por llegar. Acuden a ella niños de todas partes,
así católicos como protestantes, alemanes y chilenos”.593
El 11 de mayo de 1919, el Gobernador eclesiástico de Valdivia, Obispo
Augusto Klinke, bendijo solemnemente el “Hospital de la Santa Cruz”. El P.
Mellwig escogió el nombre.
El 3 de septiembre de 1921 pudo recibir a las primeras religiosas, Hermanas
de la Caridad y de la Inmaculada Concepción, quienes, al fin, habían aceptado
la responsabilidad de atenderlo, como lo hacían en Ancud y Puerto Montt.594
La venida de las religiosas permitió al incansable P. Mellwig la iniciación de
un Colegio para las niñas de su parroquia. El 31 de octubre de 1920, en
reunión extraordinaria de sus colaboradores parroquiales, se acordó comprar
un sitio a don Edmundo Kahler para iniciar la construcción de un
Kindergarten del futuro Colegio San Miguel dirigido por las religiosas.
590
Cf. Archivo Provincia S.J. de Chile, Historia de la Residencia de Pto. Varas.
Pro Nostris, 1918, n° 27, pág. 6.
592
Id., 1918, n° 24, pág. 4.
593
Id., 1919.
594
Cavada, op. cit., pág. 87.
591
281
El cronista jesuita escribió: “La construcción del nuevo edificio para Escuela
emprendida hace algunos meses por el P. Mellwig sigue adelantando. Se
levanta en un sitio elevado, con bellísima vista al lago y a las pintorescas
montañas que lo rodean. Será para niñas, quedando el antiguo edificio para
los varones. Espera el Padre lograr que se pongan al frente de ella las
Religiosas de la Inmaculada”.595
El Colegio fue bendecido el 22 de abril de 1922 por Monseñor Augusto
Klinke.596
Ancud. Seminario diocesano
El 31 de enero de 1917 fue nombrado Rector del Seminario el P. José Audí
s.j., quien venía después de ejercer como Prefecto General en los Colegios de
La Inmaculada en Santa Fe, y Del Salvador en Buenos Aires.
El P. José Audí Panisello s.j. había nacido en Tortosa, España, el 16 de enero
de 1872. Fue alumno del Seminario de la diócesis de Tortosa y desde allí pidió
su ingreso a la compañía, en el Noviciado de Veruela, el 25 de junio de 1887.
Emitidos los votos del bienio, siguió en la misma Casa de formación los
estudios de Gramática latina, Retórica e idiomas, hasta que el año 1893 pudo
comenzar los estudios de Filosofía en el Colegio Máximo de Tortosa.
Para el Magisterio debió atravesar el Océano Atlántico, pues fue destinado al
Colegio Seminario de Montevideo, en Uruguay. Allí estuvo entre los años
1895 y 1902. Regresó a Tortosa para la Teología y fue ordenado en la víspera
de San Ignacio, el 30 de julio de 1905.
Concluida su formación, fue destinado nuevamente a América, primero a
Uruguay, donde fue Ministro y profesor de Física, Química y Cosmografía,
1906-1908, y después a Chile como profesor de Física y Química en el
Colegio San Ignacio. Creyó que sería destinado a predicar Misiones rurales.
Sólo lo hizo en vacaciones estivales; más arriba hemos reseñado una Misión
hecha en compañía del Gobernador Eclesiástico de Magallanes en las ciudades
de Punta Arenas, Puerto Natales y Puerto Bories.
En 1915 y en 1916 fue Prefecto de los Colegios de Santa Fe y de Buenos
Aires. Desde allí regresó a Chile como Rector del Seminario de Ancud, 19161922, la casa más austral del mundo encomendada a la Compañía.
El P. Audí se encariñó con Ancud y se entregó a la formación del clero de esas
regiones australes de Chile. Para facilitar a las familias la admisión de sus
hijos, o allegados, al Seminario, se imponía la dura faena de recorrer las islas y
lugarejos examinando a los candidatos. Mejoró bastante el edificio del
Seminario, dio impulso a la educación e instrucción. Supo conquistarse la
estima y veneración de todos. Fue especialmente amigo del Vicario Capitular
Monseñor Augusto Klinke y del Obispo Luis Antonio Castro ss.cc.597
595
Pro Nostris 1921.
Cavada, pág. 88.
597
Tampe, En la huella de San Ignacio, pág. 175 y ss.
596
282
En 1918, los alumnos del Seminario eran 110 y de ellos 48 eran seminaristas.
Los Padres, por misión, debían dedicarse a esos alumnos: a su formación
espiritual, académica y, en muchos casos, de promoción social. Por la escasez
del clero en la diócesis y en la ciudad, tomaban también ministerios,
especialmente sacramental y de predicación. Así, en Semana Santa, en la
Catedral tuvieron a su cargo todos los sermones y pláticas. Lo mismo hicieron
en la Novena de Corpus Christi y en el Mes del Sagrado Corazón. También se
encargaron del Catecismo dominical, impartido a niños de ambos sexos, en la
Iglesia catedral. Además atendían a los enfermos, en sus casas y en el
Hospital; visitaban la cárcel, y predicaban en el regimiento.598
En 1919, los alumnos aumentaron notablemente, llegando a 172; los
seminaristas fueron 46. Este número se va a mantener en los años siguientes.
Para el curso 1923 se activaron algunas reformas, convenidas con el Obispo:
separación más completa entre los alumnos seglares y los seminaristas, aún en
las clases inferiores; plan de estudio del todo particular para los seminaristas;
supresión del Internado seglar. Los candidatos para seminaristas, ese año
1923, fueron más de 30, pero sólo 15 pudieron ser admitidos.
El P. Rector, hizo también, en ese verano, la gira que solía hacerse todos los
años por todo Chiloé, a fin de examinar mejor antes de admitirlos a los que
pretendían entrar en el Seminario.599
Según la Carta annua de 1923, enviada como todos los años a Roma, los
alumnos eclesiásticos esta vez fueron 50, y los alumnos seglares externos
llegaban a 80; no se admitían alumnos seglares internos.600
Comienzo del Colegio Máximo en Villa Devoto, en Buenos Aires.
Desde la erección de la Provincia Argentino-Chilena, en 1918, se preocupó el
P. José Llusá s.j., siguiendo las instrucciones dadas por el P. Visitador, P.
Ramón Lloberola s.j., de tener en la Provincia los estudios de Teología para
los jesuitas de Chile y Argentina. Los grandes inconvenientes al tener que
cruzar los Escolares jesuitas cuatro veces el Atlántico para su formación, y la
oposición de las estaciones entre América del Sur y Europa, se contaban entre
las principales razones.
A comienzos del año 1920 se renovaron, por Roma, al Seminario de Villa
Devoto las facultades para seguir dando los grados en Filosofía y Teología,
extendiéndolas por diez años.
Estudiado detenidamente el asunto y consultado el P. General, se convino
como lo más práctico ver la manera cómo el Seminario Pontificio de Buenos
Aires, dirigido por los jesuitas, pudiera servir a la vez de Colegio Máximo
para los jóvenes de la Provincia.
598
Pro Nostris, año 1918.
Provincia Argentino-Chilena SJ, Noticias y cartas edificantes, marzo-abril 1923, pág. 6.
600
Archivo Provincia SJ, #278, Carpeta 13.
599
283
Explorada por el P. Provincial la disposición del Sr. Arzobispo y de la Curia
Eclesiástica, presidida por Monseñor Luis Duprant, como Gobernador
Eclesiástico en sede plena a causa de la enfermedad del Arzobispo doctor D.
Mariano Antonio Espinosa, y hallada muy favorable, se redactó una
exposición del plan, motivos y bases para la realización del proyecto.
Examinado detenidamente por una Comisión de Canónigos, se dio el 9 de
octubre de 1922 un informe favorable, el cual se comunicó al P. Provincial a
fin de que se “sirviese expresar su conformidad o formular las observaciones
que le pareciere”.
Finalmente, el 18 de diciembre de 1922, el Arzobispo Espinosa firmó él
mismo, a pesar de su enfermedad, la providencia en que aceptaba la
proposición, autorizando a la Compañía de Jesús a alojar a sus estudiantes de
Filosofía y Teología en el edificio del Seminario, mediante el pago de una
pensión módica a la Caja del Seminario en concepto de alimentación y
alojamiento. El convenio debía reanudarse cada ocho años, pudiéndose
entonces proponer de una y otra parte las modificaciones que parecieren
convenientes.
A fin de que en el curso escolar 1923 pudieran trasladarse los estudiantes
jesuitas de Filosofía, hizo levantar la Curia, todo por su cuenta, una nueva ala
de edificio, completamente separada e independiente, con clausura, capilla
doméstica etc. Y el 22 de febrero de 1923 quedó definitivamente instalado en
el Seminario Pontificio de Villa Devoto el Filosofado de la Provincia
Argentino- Chilena, habiendo venido desde Santa Fe los jesuitas que allí
habían iniciado los estudios el año anterior, y desde Córdoba los que debían
empezar la Filosofía ese año.601
Congregaciones Marianas chilenas en la Provincia Argentino-Chilena
En mayo de 1922 se tuvo en Roma el Congreso de Directores de
Congregaciones, al cual asistió como delegado de la Provincia el P. José
Francisco Correa Valenzuela s.j. Treinta y dos Provincias tuvieron su
representante propio.
El P. Correa fue uno de los seis delegados que por designación especial del P.
General debió hacer un trabajo especial para las sesiones privadas del
Congreso.
Uno de los frutos de este Congreso fue el establecimiento de un Secretariado,
para difusión y fomento de las Congregaciones, en todas las Provincias. El
Secretariado General quedó en Roma en la Curia General. Y en la Provincia
Argentino- Chilena se establecieron dos, uno para cada banda de la cordillera
de los Andes: el de Chile, presidido por el P. José Francisco Correa
Valenzuela s.j.; y el de la región del Plata, por el P. Felipe Lérida s.j.
La Federación de las Congregaciones Marianas de Chile mostró su desarrollo
y eficaz acción en todo el país. Su Consejo Superior, siempre en comunicación
601
Provincia Argentino-Chilena SJ. Noticias y Cartas edificantes, enero-marzo 1923, n° 10 y 31.
284
con los Consejos Regionales, podía otorgar a las Congregaciones más
necesitadas el auxilio que, aisladas, no lograrían.
Así informaba, poco después, el P. José Francisco Correa al P. Provincial: “La
Asamblea Mariana de Concepción, tenida durante el Congreso Eucarístico,
con delegados nuestros, resultó muy buena y provechosa. La Congregación de
Temuco, en Asamblea General, ha solicitado por oficio al Consejo Superior de
la Federación que la Asamblea anual de septiembre se tenga este año en esa
ciudad, a lo que vamos a acceder. Estamos haciendo un trabajo intenso de
difusión de la Revista “Efemérides Marianas” en las provincias, y nos está
resultando, gracias a Dios”.
El 17 de marzo de 1923, el mismo P. José Francisco Correa escribía: “Se
están realizando los trabajos para organizar la Casa de la Congregación.
Tenemos organizados ya a 30 Congregantes en la Sección de Estudiantes de
Medicina. He comprado más libros de consulta para su biblioteca, y ellos
creen que van a llegar pronto a ser 50 congregantes. La revista Efemérides
tira ya 2.000 ejemplares”.602
La Federación Nacional de Congregaciones Marianas de Chile, cuyo
Directorio estaba formado por caballeros de la Congregación Mayor del
Colegio San Ignacio, fundó más de cien Congregaciones Marianas de
caballeros y jóvenes, y funcionaban regularmente en todas las ciudades
capitales de provincias y departamentos del país. La Federación tomó a su
cargo promover, en las principales ciudades de la República, fiestas
eucarísticas preparatorias del Congreso Eucarístico Nacional que había de
celebrarse en Santiago en septiembre de 1923. Para ello envió a 41
congregantes que, en Asambleas eucarísticas, pronunciaron discursos en más
de 30 ciudades, de norte a sur de Chile.
El Presidente de la Federación, el Senador Don Alfredo Barros Errázuriz,
propició la idea de la formación de la Federación Nacional de Congregaciones
femeninas en Chile. Y también se empezó la formación de Congregaciones
Marianas de obreros en varias parroquias.603
El P. José Francisco Correa Valenzuela s.j. y la Federación Nacional de
Congregaciones Marianas de Chile fundaron en 1923 la Librería y Editorial
Splendor.604
Por la región minera del sur de Chile
El P. Jorge Fernández Pradel, en los meses de noviembre, diciembre de 1922 y
enero de 1923, anduvo misionando por las regiones mineras del Sur de Chile,
con tanto éxito que hasta los dueños y gerentes de los diferentes minerales
manifestaron deseo de formalizar para el año siguiente ese trabajo, hasta el
punto que las administraciones de Lota y Schwager se ofrecieron a pagar viaje
y salario a sus obreros que fueran a hacer Ejercicios a Concepción. En una de
sus cartas escribía el P. Fernández:
602
Provincia Argentino-Chilena, Noticias y Cartas edificantes, enero-marzo 1923, pág. 20.
Id., pág. 2.
604
Hanisch, op. cit., pág. 164.
603
285
“Ando misionando desde el 29 de noviembre en esta zona carbonífera. Estuve
en Coronel y a juicio del Cura nunca había podido esperarse tanto
movimiento. Tuvimos más de 300 comuniones, 30 matrimonios y 80 primeras
comuniones. Aquí donde estoy ahora, no hay memoria de misiones; hablan de
25 años. Para la mayoría todo es nuevo.
Desde aquí abrí fuego, primero, en las minas de Maule-Schwager, visitando
casa por casa a todos, conversando y discutiendo amigablemente, soportando
insultos y burlas, y atrayéndome con cariño a los niños. Al principio hubo
cierto temor de presentarse como católicos, después un lleno completo en el
único salón: unas 500 personas. Ya no bajó, ni el número, ni el entusiasmo.
Obtuvimos 32 casamientos.
Después, el 17 de diciembre, emprendí la Misión más arriesgada, la de
Puchoco. Aquí es donde todavía reina un espíritu de revolución y de odio
contra el sacerdote y la religión como no había yo soñado que existiera en
Chile. La juventud es anarquista soviética. Me han insultado. Y a pesar de
todo he recorrido la población soportando burlas y entablando conversación
con muchos. El primer día tuve cerca de 80 niños en el Catecismo. A la noche,
el gran Salón del biógrafo, donde cabían 1.200 personas, estaba casi lleno.
Pero entraron varios que metieron ruido y tiraron piedras al techo de zinc y
uno hasta sacó un revólver para amenazarme: pero lo vieron y lo
desarmaron. Hoy he tenido 190 niños y 130 niñas en el Catecismo.
Desde el 18 de diciembre no me ha quedado un solo segundo de tiempo. La
segunda noche de la Misión en Puchoco fue una grata sorpresa. El teatro
estaba llenísimo, y muchos hombres de pie. Así siguieron todas las noches. Al
terminar, el 25 de diciembre, ya tenía más de 100 matrimonios: todas las
parejas se confesaron y comulgaron.
Note usted bien que en las minas se trabaja por turnos en tres equipos al día.
A la Misión sólo podían venir los del primer turno y con todo pasaban de 400,
y tal vez de 500 los hombres que asistían, es decir el 75 % de los que podían
asistir.
Los últimos tres días vino a ayudarme el P. Martín Gómez s.j., el Superior de
Concepción, y el Pbro. José Miguel Nadal, profesor en el Seminario de
Concepción. ¡El domingo 24 administré el Sacramento de la Confirmación a
1.058 personas!
¿Para qué decirle el abandono de esta región? La casi totalidad de las
confesiones ha sido por primera vez y alcanzaron a confesarse alrededor de
500 personas. No sabían ni persignarse, ni el Padrenuestro, ni cuántos dioses
hay. Y eran lo mismo los hombres que las mujeres.
La administración actual de las minas de Schwager no acierta a comprender
lo que han presenciado. Y viendo el resultado, la administración de las minas
de Lota y Lebu me han pedido misiones, en las minas, no en las poblaciones
como se suele dar.
286
Sólo hay un sindicato católico en Lebu, gracias a dos de mis discípulos de los
círculos de Estudios, que son ingenieros de las minas, y a la señora de uno de
ellos que fue de las más asiduas del primer Círculo que formé en Santiago,
hace ya 8 años”.605
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1923
A fines del año 1923 la Sección chilena de la Provincia Argentino-Chilena
tenía 150 jesuitas en el país, o sea, casi un 50% más que cinco años atrás.
En Chile los Sacerdotes eran 71; los Escolares jesuitas, 24, y los Hermanos,
55.
Había 2 Colegios secundarios, en Santiago y Puerto Montt; 1 Seminario
Mayor, en Ancud; 1 Casa de formación, en Chillán, con Noviciado y
Juniorado, y Seminario Menor de la Compañía; dos Residencias, en
Valparaíso y Concepción, ambas con Casas de Ejercicios y Escuelas
primarias, una Residencia, en Puerto Varas, con Parroquia y Escuela; y una
Statio dependiente, en Puerto Octay, con parroquia.
Fuera del país, ejercían ministerios 11 sacerdotes jesuitas pertenecientes a la
Sección de Chile: 2 en España, 7 en Argentina y 2 en Uruguay. Doce escolares
jesuitas chilenos estudiaban en el extranjero: 3 en Europa y 9 en Argentina. Y
además 1 Hermano vivía en Argentina.
El total, entonces, de los jesuitas dependientes de Chile era de 174.
La formación de los jesuitas chilenos desde 1919 a 1923
En 1920, al crearse en Chillán la Casa de formación, con Noviciado y
Juniorado, se cumplió un gran anhelo de todos los jesuitas chilenos. Hubo, con
ello, una esperanza grande de ver florecer las vocaciones sacerdotales y de
Hermanos.
Entre el año 1920 al año 1924 ingresaron al Noviciado: los Escolares Mariano
Campos Menchaca, Germán Gulielmi, Alvaro Lavín, Carlos Matus, Alfonso
Wulf, Emilio Morales Delpiano, Manuel Fincheira Vega, Hernán Irarrázaval,
Miguel Olavarría Guerrero, Alberto Hurtado Cruchaga, José Garrido, Antonio
Jüptner Klenner, Luis Reyes; y los Hermanos jesuitas Juan Jofré, José Merten
y Oscar Sanhueza.
Los estudios superiores del Juniorado se continuaron haciendo en Córdoba,
Argentina.
Los estudios de Filosofía se hacían en Argentina, en el Seminario
Arquidiocesano de Buenos Aires, en Villa Devoto, Seminario dirigido por la
Compañía de Jesús.
605
Provincia Argentino-Chilena SJ, Noticias y Cartas edificantes, enero-marzo 1923, 22-26.
287
Los estudios de Teología continuaban en España, en el Colegio de Sarriá, muy
cerca de Barcelona.
Un solo jesuita estudiaba Teología fuera de España, el Escolar Abel Montes
Larraín s.j. que lo hacía en Valkenburg, Holanda, y por razones de salud.
Capítulo II. El P. Ramón Lloberola s.j. Provincial (1924-1929)
El P. Ramón Lloberola s.j. asumió como Provincial de la Provincia ArgentinoChilena el día 25 de marzo de 1924. Antes, siendo Provincial de la Provincia
de Aragón, había sido Visitador de la Provincia Argentino-Chilena,
inmediatamente antes de su fundación, desde el 25 de octubre de 1917 hasta el
11 de febrero de 1918.
El P. Ramón Lloberola Cortadellas s.j. había nacido en Montpalau, Lérida,
España, el 24 de junio de 1870. Fue seminarista en la diócesis de Vich,
Barcelona.
Ingresó en la Compañía de Jesús el 30 de julio de 1888 en Veruela, cerca de
Zaragoza, en España. Hizo la Teología en el Colegio Máximo de Tortosa,
1902 a 1905 donde fue ordenado de sacerdote el 24 de julio de 1904. Hizo la
Tercera Probación en Manresa en el curso 1905-1906. Inmediatamente
después fue destinado al Colegio de Lauria 13 de Barcelona, donde fue
Prefecto de Estudios desde 1906 a 1909 y Rector desde 1909 a 1914.
Fue nombrado Provincial de la Provincia de Aragón en 1914, cargo que
desempeñó hasta 1920. Asistió, por razón de su cargo, en 1915, a la
Congregación General XXVI. En 1916 trasladó el Colegio Máximo desde
Tortosa a Sarriá, cerca de Barcelona. Fue Visitador de la Misión ChilenoArgentina, en cuya visita se erigió la Provincia Argentino-Chilena el 11 de
febrero de 1918. A su regreso a España fundó en 1919 la Escuela Apostólica,
o Seminario Menor de la Compañía.
Al terminar su mandato como Provincial en Aragón, fue Rector en los
Colegios de Gandía y Orihuela, y Prepósito de la Casa Profesa de Valencia.
Asistió como delegado de Aragón a la Congregación General XXVII, en 1923.
En 1924 fue nombrado Provincial de la Provincia Argentino-Chilena y durante
su cargo, hasta 1929, promovió la construcción del Colegio Máximo en San
Miguel, cerca de Buenos Aires, y preparó administrativamente la Región
Chilena en vistas a su futura erección como Provincia.
Después fue Rector del Seminario de Villa Devoto, 1930 a 1931. En 1930
participó en la Congregación de Procuradores por la Provincia ArgentinoChilena.
Falleció en Buenos Aires el 3 de marzo de 1931.
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
288
Desde el 7 de septiembre de 1923, día de la muerte del P. Ramón Font s.j., fue
Superior interino de la Residencia el P. Domingo Roselló, quien era el
Ministro de la Casa. El 5 de febrero de 1924 fue nombrado el P. José Ezpeleta
s.j., (1924-1927), quien había sido Rector del Colegio San Ignacio en
Santiago. El 18 de febrero de 1927 asumió el P. Rafael Matéu s.j. hasta
octubre de 1929 que fue trasladado a la República Argentina.606
La biografía del P. José Ezpeleta s.j. la presentamos algo más arriba.
El 26 de marzo del año 1924 fue enviado a la Residencia el Pbro. Abdón
Cifuentes Gómez para probar sus fuerzas y ver si podría ingresar, por tercera
vez, en la Compañía, como lo consiguió después. Permaneció en Valparaíso
ayudando como Operario todo el resto de ese año, hasta el 28 de diciembre.607
El P. Rafael Matéu s.j. había nacido el 2 de enero de 1869 en España e ingresó
en la Compañía de Jesús el 12 de febrero de 1884. En 1901 terminó la
Teología en Gandía y allí se ordenó de sacerdote. Hizo la 3ª Probación en
Manresa.
Desde 1904 a 1907 estuvo en Barcelona, en el Colegio de Lauria, como
profesor de Gramática latina.
En 1907 fue destinado a la Misión en las Islas Filipinas, donde ejerció su
ministerio sacerdotal 18 años. Casi siempre estuvo en Manila, en el Colegio
Ateneo. Fue profesor de latín, en dos ocasiones fue Ministro en el Colegio, y
Ecónomo por tres años. Además fue misionero en Mindanao, para terminar
durante tres años como profesor de latín en la Casa de formación de la Misión.
En 1924 fue trasladado a Chile, y en el Colegio San Ignacio de Santiago fue
Ministro y Prefecto de la iglesia. Estuvo tres años.
El 18 de febrero de 1927 fue nombrado Superior de la Residencia de
Valparaíso, Director de la Casa de Ejercicios, Director de la Congregación de
la Buena Muerte, y Asesor diocesano del Apostolado de la Oración.608
En este período, los cronistas de la Historia de la Casa y de las Cartas annuas
hablan del deterioro material sufrido por la Casa de Ejercicios, que casi
prohibe del todo dar en ella corridas cerradas. En 1925 se dio un triduo abierto
a mujeres muy pobres y, de nuevo, al fin del año cuando se les dio ropa y
alimentos donados por la Hermandad del Sagrado Corazón.
El resto de los ministerios fue muy semejante al del período anterior, ya
reseñado.
La Hermandad del Sagrado Corazón y del Apostolado de la Oración, todos los
primeros domingos de mes, tenía la Comunión General de sus socios. Por todo
el día permanecía expuesto el Santísimo Sacramento para ser adorado por
606
Archivo SJ, Historia Domus Valparaíso, págs. 198 y 199.
Id., pág. 198.
608
Catálogos SJ.
607
289
turnos, y en la tarde solemnemente recibían sus miembros la Bendición del
Santísimo.
La Sociedad de la Buena Muerte tenía Misa todos los viernes, y el tercer
domingo de mes Comunión General, con casi la misma distribución anterior,
pero sin adoración de todo el día. A la Bendición de la tarde, seguía siempre
un Responso por los difuntos.
Escuela Pedro de Valdivia en Valparaíso
En 1925 la Escuela tuvo, por primera vez, el quinto año de Preparatorias. Y en
el año siguiente se completarán los seis años de educación básica. E incluso, el
optimista redactor de las Cartas anuas indica que después se podrá pensar en la
educación secundaria, porque ésta es necesaria.
En 1927 contaba con 280 alumnos y 6 profesores: uno para cada curso.
En marzo de 1928 la Escuela Pedro Valdivia fue honrada con la visita de Don
Emiliano Figueroa Larraín, Presidente de la República, en cuyo honor los
alumnos celebraron un certamen literario que mereció elogios del Señor
Presidente y la admiración de cuantos asistieron.609
El año 1929 el P. Pío Gibernau s.j. hizo estucar todo el frente de la Escuela,
obra que financió con fondos de la misma Escuela.610
Santiago. Colegio San Ignacio
En este período fue Rector del Colegio el P. Buenaventura Bas Soler s.j.,
desde el 2 de febrero de 1924. El Prefecto General era el P. Luis Canudas s.j.
En realidad, el Rector dejaba en esa época al Prefecto que éste dirigiera todo el
Colegio, los estudios y la disciplina. Quedaba para el Rector la dirección de la
numerosa comunidad y en todo caso la apelación en los asuntos del Colegio.
El 6 de febrero de 1927 fue nombrado Rector el P. Luis Canudas s.j.; y
Prefecto General fue el P. Eduardo Vicuña Correa s.j.
La biografía del P. Buenaventura Bas Soler s.j. la dimos más arriba.
El P. Luis Canudas Carreras s.j. nació en Manresa, España, el 24 de julio de
1871 de padres tejedores que lo educaron en el Colegio San Ignacio de su
ciudad natal hasta concluir allí los estudios del Bachillerato. Ingresó a la
Compañía, el 30 de julio de 1887, vísperas de la fiesta de San Ignacio, en
Veruela, cerca de Zaragoza, España. Después de los votos del bienio hizo dos
años de Retórica en Veruela y tres de Filosofía en el Colegio Máximo de
Tortosa. Después, en la experiencia de Magisterio, enseñó Química e Historia
Natural, durante siete años, en el Colegio del Salvador en Buenos Aires,
Argentina.
609
610
Id., pág. 199.
Archivo SJ, Historia Domus Valparaíso, pág. 193.
290
Estudió Teología y se ordenó de sacerdote en Tortosa. Y enviado como
Prefecto, en 1906, al Colegio de Valencia, se enfermó y pasó al Colegio de
Santa Fe, en Argentina, con el mismo cargo. En 1910 fue Rector del mismo
Colegio. En 1917 volvió a ser Prefecto General y al año siguiente pasó, con
igual oficio, al Colegio del Salvador en Buenos Aires hasta que en 1922, pasó
como Prefecto al Colegio de Montevideo, y en 1924 al de San Ignacio en
Santiago, Chile.
En 1927 fue nombrado Rector del Colegio, cargo que desempeñaba en forma
interina desde 1925.
Abandonó este cargo en 1932 y fue nombrado Socio del P. Viceprovincial de
la Región Chilena. Falleció el 30 de noviembre de 1940, en la Casa de
formación en Estación Marruecos, poco después de haber abandonado el cargo
de Socio, por haber tenido un derrame cerebral.611
En este período el Colegio continuó su marcha siempre creciente, aumentando
el número de alumnos hasta 600 aproximadamente, lo que obligó a agruparlos
en seis divisiones en lugar de cuatro. Pero raramente el número de los
egresados de Sexto año de Humanidades pasaba de 20 por año.612
Al Rector incumbía mantener las buenas relaciones del Colegio con las
autoridades eclesiásticas y civiles, con el clero, con los Institutos docentes y
con las familias de los alumnos. El P. Prefecto de estudios y de disciplina era
el instrumento del Rector en el gobierno y educación de los alumnos. A él
correspondía velar por la observancia del Reglamento en todo lo concerniente
a la disciplina externa, orden del Colegio y urbanidad de los alumnos, y a la
vez orientar y dirigir a los demás educadores en una labor de conjunto.
Mientras duraron las Divisiones, cada una de ellas estuvo a cargo de un
Prefecto de División, ayudado por un Subprefecto.
Los alumnos internos, además de los días domingos y festivos, disponían de
un día fijo, los segundos jueves de cada mes, en los que todos salían a casa de
sus apoderados, especialmente con el fin de hacer compras, visitas al médico y
otras tareas.
Los alumnos medio pupilos llegaban al Colegio por la mañana y se quedaban
en él a almorzar y a hacer onces, teniendo sus horas de estudio que les
permitía volver a sus casas, a las 19. 30 p.m., con las lecciones preparadas y
sus tareas ya hechas.
Los alumnos externos debían observar las mismas disposiciones del Colegio,
con la diferencia que salían más temprano hacia sus casas.
El Profesorado, que había sido enteramente de jesuitas hasta el año 1909, tuvo
en 1924 unos 15 profesores laicos, todos hombres, en el Colegio.613
611
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, pág. 104.
Cárcamo, op. cit. pág. 31.
613
Cárcamo, op. cit., págs. 30-37.
612
291
Una reforma importante en los estudios del Colegio fue la adopción del
“Sistema concéntrico” en 1927. La razón fue que los examinadores criticaban
al Colegio porque seguía el sistema antiguo. Hubo que aumentar las clases
diarias de 5 a 6 por exigirlo el nuevo sistema.614
En 1926 apareció el primer número de la Revista San Ignacio, bimensual, de
presentación impecable, de excelentes ilustraciones y valiosas colaboraciones.
Fue, sin duda, el período más brillante de esta revista el del Rectorado del P.
Luis Canudas. Esta revista vino a reemplazar a “Nuestra Revista” publicación
hecha en Buenos Aires y que servía a los Colegios jesuitas de Argentina, Chile
y Uruguay.615
Los actos escolares públicos fueron numerosos en estos años. Estuvieron a
cargo de las Academias Literaria y de Declamación, y también de los
Profesores del Colegio que presentaban a sus alumnos en certámenes públicos
con motivo de las proclamaciones de dignidades de clase, que se hacían cada
cierto tiempo, para premiar por conducta y adelanto en las clases. Siempre se
hicieron en el Salón de Actos, con excepción de los años 1927 y los primeros
meses de 1928 porque ese Salón debió convertirse en Capilla provisoria,
durante arreglos de la Iglesia.
Existían entonces en el Colegio tres Academias: la de Filosofía, la de
Literatura y la de Declamación.
Algunos años estos actos escolares alcanzaron a 7, como fue en los años 1926
a 1929. Se celebraron el 2° Centenario de San Luis Gonzaga, el 2° Milenio de
Virgilio, el XV Centenario de San Agustín, los 90 años de Don Crescente
Errázuriz, la Coronación de la Virgen del Carmen, etc.616
En 1926, la Revista de Gimnasia del Colegio fue solemnizada con la presencia
del Presidente de la República, Sr. Emiliano Figueroa Larraín, ex alumno.617
Posición de la enseñanza particular en la Reforma de 1928
La educación secundaria particular no había tenido en Chile, hasta 1928, una
posición definida en concordancia con la del Estado.
El título XI, artículos 109 a 119, de la Reforma de 1928 en su Decreto 7500,
determinó:
1. Se exige para el reconocimiento que los Colegios particulares se sometan a
los planes y programas.
Con todo admite en la nota 10: “Se podrá aprobar planes de estudios de la
enseñanza particular, respetando sus iniciativas y especializaciones
educacionales y profesionales dentro de los principios y normas de este
Decreto”.
614
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, pág. 106.
Id., pág. 109.
616
Id., pág. 110.
617
Id., pág. 111.
615
292
2. Se admite como “Cooperadora de la enseñanza del Estado” a la enseñanza
particular, pero el Estado se reserva: la dirección y el otorgamiento de
grados y títulos.
3. Para las subvenciones se requiere sometimiento a los programas del
Estado.
4. Están sometidos a la inspección del Estado los locales, la higiene y la
moral de los establecimientos educacionales.
5. Envío de datos anuales al Ministerio de Educación, según un detallado
esquema.
6. Se exige tener autorización del Estado para la apertura de un
establecimiento y el Estado se reserva el derecho a cerrarlo por las causales
que indica este Decreto: local, inmoralidad, falta de personal competente,
calidad de estudio, tendencias antipatrióticas.
En resumen, se reconoce la valiosa cooperación de la educación secundaria
particular a la cultura nacional. Le ofrece cierta libertad, le da garantías y la
controla en diversos aspectos generales, la somete a los programas dentro de
cierta movilidad; el Estado se reserva los títulos y los grados. Nada dice de las
promociones de curso que, sin ser título ni grado, están sometidas al Estado
por medio de las Comisiones examinadoras, que es el punto más importante de
la “fiscalización” y que siempre ha sido objeto de variables reglamentaciones.
Todas estas disposiciones fueron aceptadas por los directores de los Colegios
“en un franco ambiente de cordialidad”.618
Centro de Estudios Religiosos
El Centro de Estudios Religiosos, CER, fue fundado el 29 de junio de 1926
por un grupo de 12 seglares, de los cuales eran ex alumnos del Colegio siete
de ellos.
Poco después tenía 40 socios, obtuvo Personería jurídica y alcanzó el número
de 80 socios, que era el máximo fijado.
Se realizaron diversos trabajos. Unos fueron lecciones dadas por profesores
eclesiásticos del Seminario y de la Universidad Católica, entre ellos los ex
alumnos Alejandro Huneeus Cox y Manuel Larraín Errázuriz.
Otro de sus trabajos fue enviar artículos doctrinarios o de información
religiosa, de socios del Centro o de firmas extranjeras notables, a 12
periódicos del país. Otra de sus actividades fue el dictar conferencias públicas
y gracias a la iniciativa de uno de sus socios, se fundó la Revista Estudios.619
618
619
Hanisch, Historia de Colegio San Ignacio, págs. 115 y 116.
Hanisch, Historia Colegio San Ignacio, pág. 117.
293
La Academia de Filosofía San Pedro Canisio
La Academia de Filosofía empezó a vivir en 1923, y fue gracias a una
conversación tenida por algunos alumnos con el P. Ramón Martínez s.j. sobre
el abandono y descrédito en que iba cayendo la Filosofía por la deficiencia de
los programas escolares. El Padre Martínez les sugirió la idea de fundar una
Academia donde se podrían profundizar en temas de actualidad y alcanzar
formación intelectual y moral, a imitación de la fundada en otro tiempo por el
célebre P. Francisco de Ginebra s.j. No cayó en tierra estéril esa idea y pronto
quedó constituida, bajo la presidencia de Jorge González Forster, por un grupo
de alumnos: Fernando Rodríguez Morandé, Eduardo Morales Delpiano,
Francisco Delpiano Delpiano, José Ochagavía Hurtado, Mauricio Riesco
Undurraga, Ignacio Campino Quesney, Ezequiel Bravo Riquelme y otros. En
octubre de 1924 tuvieron, en presencia del P. Provincial Ramón Lloberola s.j.
un acto sobre Criteriología.
Defendía el alumno Francisco Delpiano Delpiano y lo impugnaban Jorge
González Forster, Ezequiel Bravo Riquelme y Mauricio Riesco Undurraga. El
acto fue muy aplaudido, no sólo por dominar la materia, sino también por el
uso de la forma escolástica en la discusión.
En 1925 el Presidente de la Academia fue Francisco Delpiano Delpiano y se
dio preferencia a temas éticos y apologéticos.
En 1926, presidida la Academia por Víctor Ríos Padilla, recibió el encargo, de
parte de la Dirección del Colegio de preparar un acto público sobre Psicología
racional. Fueron muchos los elogios que se dieron a ese acto. La defensa la
tuvo el alumno Sergio Fernández Larraín y la impugnación los alumnos
Bernardo Leighton Guzmán y Víctor Delpiano Delpiano. El Presidente Víctor
Ríos tuvo un hermoso discurso sobre la Libertad humana en las diversas
escuelas filosóficas, y el alumno Eduardo Hamilton Depassier, sobre la Ley de
la Conservación de la energía.
En 1927 el Presidente de la Academia fue Víctor Delpiano Delpiano, uno de
los alumnos más aventajados que ha tenido el Colegio. La Ética general y el
Derecho natural fueron los temas más estudiados. En las sesiones se
distinguieron Jorge Rogers Sotomayor con el tema Fundamento de la
moralidad, Eduardo Hamilton Depassier sobre el Socialismo, José Vergara
Vicuña sobre el Utilitarismo, y varios otros.620
Librería “Efemérides Marianas”
En 1927 la Federación de las Congregaciones Marianas, dirigida por el P. José
Francisco Correa Valenzuela s.j., determinó abrir en la calle Alonso Ovalle N°
1426 una Librería con obras para niños.
Hubo en ella toda la Colección “Desde lejanas tierras” con narraciones
ilustradas de historias de las misiones jesuitas del Japón y de China: 13 títulos.
620
Revista San Ignacio, año 1927, julio, págs. 7-10.
294
También figuraron las “Narraciones escolares” del P. Finn s.j., con escenas de
la vida colegial: 19 títulos.
La famosa Colección “Araluce” con las obras maestras al alcance de los niños
fue un gran éxito: más de 20 títulos.
También, los “Cuentos Morales” del Apostolado de la Prensa de Madrid con
muchos grabados y tapas de cromo: 20 títulos.
Las “Lecturas Amenas” eran otra serie de cuentos editados, también, por el
Apostolado de la Prensa en pequeños tomo de 96 páginas, con láminas en
color y encuadernados: 9 títulos.
“Los Grandes Hechos de los Grandes Hombres” traían las historias de las
conquistas de México, Perú, Cristóbal Colón, El Gran Capitán, etc.
Y por último la “Biblioteca Recreativa” con los cuentos de los Hermanos
Grimm y decenas semejantes.
Esta Librería fue un éxito. Era una prolongación de la “Librería y Editorial
Splendor” que la Federación Nacional de Congregaciones Marianas de Chile
había fundado en 1923, con local propio en la Alameda Bernardo O’Higgins.
Nuevas propiedades y arreglos
En estos años se adquirieron dos importantes propiedades: la casa esquina de
la calle Alonso Ovalle con Lord Cochrane, en 1926. Su extensión era de 50
metros de largo por 20 de ancho.
En el Colegio, en 1929, se colocaron Salas de Dentística y Peluquería para los
alumnos.
En Calera se repararon techos y corredores.
En la Casa de Las Rejas de Chuchunco se hicieron corredores para los días de
vacaciones de los alumnos internos y se construyó una nueva cocina.
Pero el trabajo, sin duda más importante, fue el de la reparación de la Iglesia
San Ignacio que sufrió grandes daños con el fuerte temblor del Jueves Santo,
14 de abril de 1927. Estas reparaciones duraron hasta el 15 de junio del año
siguiente. Como Capilla para los fieles se adaptó el Salón de Actos del
Colegio.621
En la iglesia se habían partido los cuatro arcos torales de la cúpula, y también
los primeros de las naves laterales; el coro quedó seriamente agrietado, las
cornisas superiores de la bóveda quedaron despegadas, etc.
621
Id., pág. 105. En la Revista San Ignacio, año 1928, pág. 27, hay un artículo con fotografías del P. Eduardo
Vicuña s.j.
295
Hubo que unir con vigas de metal los arcos, inyectarles cemento líquido,
derribar del todo el coro y hacerlo de nuevo, uniendo a través de él ambas
torres con cadenas de cemento.622
Chillán. Casa de formación y Seminario Menor
Los Rectores de la Casa de formación en este período fueron: el P. Ramón
Angla s.j. quien el 5 de febrero de 1924 reemplazó en el cargo al P. José
López s.j.; y el P. Carmelo Barone s.j. nombrado el 2 de abril de 1928.
El P. Ramón Angla Regnant s.j. había nacido en Viladecaballs, Obispado de
Vich, España, el 13 de noviembre de 1850. A los doce años ingresó en el
Seminario de Vich en donde cursó hasta el primer año de Teología, siempre
con excelentes calificaciones. Ingresó en la Compañía de Jesús en Toulouse de
Francia el 6 de octubre de 1869. Eran los años en la que la Compañía había
sido expulsada por cuarta vez de España.
Concluidos los dos años de noviciado y los estudios de humanidades clásicas,
pasó a Avignon para los dos primeros años de Filosofía, volviendo a Toulouse
para el tercero.
El 31 de julio de 1875 se embarcó en Burdeos, Francia, rumbo a Chile, y
durante siete años fue profesor en el Colegio San Ignacio. El año 1883
reanudó los estudios de Teología en el Colegio Máximo de Tortosa. El 30 de
agosto de 1885 fue ordenado sacerdote.
Hecha la Tercera Probación en Manresa, se embarcó nuevamente para
América del Sur en los primeros días de 1886. Hizo los últimos votos
religiosos el 2 de febrero de 1887, quedando en el Colegio de Montevideo
como profesor y Director de la Congregación Mariana. A fines de 1899 fue
nombrado Rector del Colegio La Inmaculada en Santa Fe, Argentina.
De 1905 a 1912 ejerció el cargo de Prefecto General del Colegio San Ignacio
en Santiago, Chile. Allí, entre otros, tuvo como discípulos a los futuros
jesuitas: PP. Luis Ramírez Silva, Alvaro Lavín Echegoyen, Nicanor Marambio
Molina, Alberto Hurtado Cruchaga, Alfredo Waugh Walker, Jorge González
Förster, Raúl Montes Ugarte, Juan Enrique Barros Matte, Mauricio Riesco
Undurraga. Después fue Ministro del Colegio hasta 1923, en que pasó a ser
Padre Espiritual de la Comunidad y Director del Apostolado de la Oración.
El 4 de febrero de 1924 fue nombrado Rector del Noviciado y Casa de
formación en la ciudad de Chillán.
Concluido su Rectorado el 2 de abril de 1928, quedó en la misma Casa de
Chillán como Padre Espiritual hasta julio de 1931; pasó después a la
Residencia de Valparaíso con el mismo cargo. Allí falleció el 7 de julio de
1933.
622
Revista San Ignacio, año 1927, junio, pág. 31.
296
Para muchas personas, el P. Ramón Angla s.j. vivió y murió con fama de
santidad. Y, en más de una ocasión, los Superiores pensaron que podría
iniciarse un Proceso de canonización.623
El P. Carmelo Barone Rovira s.j. había nacido en Arbós, en la Provincia de
Tarragona, en la diócesis de Barcelona, España, el 13 de febrero de 1869.
Después de sus estudios secundarios y en el Seminario diocesano, ingresó en
la Compañía de Jesús, a los 22 años, en el Noviciado de Veruela el 18 de julio
de 1891. Hechos los votos del bienio el 19 de julio de 1893, allí mismo hizo
los estudios clásicos y un año de Filosofía hasta 1896. En 1896 pasó al
Colegio Máximo de Tortosa para los dos últimos años de Filosofía. El
Magisterio lo hizo en Santa Fe, Argentina, hasta 1903. Ese año regresó a
España, a Gandía, a cursar el primer año de Teología, y a Tortosa para
terminarla. Fue ordenado sacerdote en Tortosa el 29 de julio de 1906. La 3ª
Probación la hizo en Manresa y después de ella, en 1907, fue destinado
nuevamente al Colegio de Santa Fe, en Argentina, donde trabajó 20 años
como profesor y prefecto de disciplina. En 1928, el 2 de abril fue nombrado
Rector de la Casa de formación en Chillán. Allí estará hasta el año 1935.624
Los ministerios en la Casa de formación de Chillán eran limitados. El trabajo
de los jesuitas se centraba especialmente en la formación de los jóvenes
novicios y de los seminaristas menores. Los Novicios escolares eran unos 16 ó
17, como promedio; los novicios para Hermanos, unos 4 ó 5; y los
seminaristas menores o apostólicos, unos 25. Estos tenían clases de formación
religiosa, latín, castellano, matemáticas, historia y geografía, ciencias y
nociones de griego. En esto trabajaban 6 sacerdotes y dos Escolares en
magisterio.625
La atención de la iglesia y la Congregación del Sagrado Corazón o Apostolado
de la Oración y las Capellanías en el Hospital y la Cárcel públicos eran el
ministerio para con los fieles. En 1925 se estableció la Congregación Mariana
y de San José para adultos mayores; la asesoraba el P. Rector Ramón Angla
s.j., y en 1927 el P. Ignacio Molins s.j. estableció la Obra de la Propagación de
la Fe y de la Santa Infancia para jóvenes y niños. Los Catecismos de los
novicios se centraban en los niños que vivían en la Poblaciones cercanas al
Noviciado.626
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
El Superior de la Residencia durante este período fue el P. Julio Montalba s.j.
desde el 1 de diciembre de 1926 hasta el 6 de mayo de 1931. Era el segundo
Superior chileno en esa Residencia, después del P. Carlos Infante. Sucedió al
P. Martín Gómez s.j.
El P. Julio Montalba Matus s.j. había nacido en Concepción el 6 de enero de
1871 e ingresado en la Compañía a los 22 años de edad en la ciudad de
Córdoba, Argentina, el 3 de marzo de 1893 junto con José Isaías Valdés s.j.,
623
Archivo SJ, Cartas anuas de Valparaíso, págs. 73-76; También Tampe, op. cit. págs. 152-153a.
Archivo SJ, Ficha personal.
625
Catálogos SJ.
626
Id.
624
297
también chileno. En 1895, después de pronunciar los votos religiosos, fue
destinado con su compañero José Valdés al Colegio Seminario de Montevideo
en Uruguay para repasar los estudios secundarios. En 1896 viajó a Veruela,
España, para hacer los estudios clásicos. Allí mismo, en 1898, inició la
Filosofía; para el 2° año pasó a Tortosa, al Colegio Máximo de la Provincia de
Aragón. En el año 1901 inició la experiencia de magisterio en el Colegio del
Salvador en Buenos Aires, Argentina, donde estará 4 años. En 1905 fue
destinado a estudiar Teología, haciendo el 1er año en Gandía, España, y los
otros dos en Tortosa. Se ordenó de sacerdote el 28 de julio de 1907. En 1908
regresó a Santiago como profesor, después de 14 años de ausencia de Chile.
En 1909 hizo la 3ª Probación en Buenos Aires, Argentina, para quedar allí, en
el Colegio del Salvador, como profesor hasta el año 1920 en que regresa a
Chile como Ministro y Ecónomo, al inaugurarse la Casa de formación en
Chillán. El 1 de diciembre de 1926 fue nombrado Superior de la Residencia y
Casa de Ejercicios de Concepción, su ciudad natal. De Concepción pasará a
Puerto Montt.627
Ministerios.628 En la iglesia los ministerios fueron los acostumbrados. Fuera de
las misas de los días domingos y festivos, siempre hubo varias misas en los
días feriales con gran asistencia de fieles. También se tuvieron las Novenas,
con predicaciones, de San Sebastián, de San Francisco Javier o de la Gracia,
del Espíritu Santo, el Mes y Novena del Sagrado Corazón, la de la Virgen del
Carmen, la de San Ignacio, Novena por las Almas del Purgatorio, el Mes de
María, Octavario del Niño Dios. Además, los primeros domingos de mes,
hubo Retiro especial para hombres.
En julio de 1924 el P. Antonio Recasens s.j. fundó una Congregación Mariana
para niños.
En la Casa de Ejercicios se dieron también las tradicionales corridas de
Ejercicios de 8 días a hombres y mujeres, conforme a los compromisos con la
Diócesis al recibir la Casa de Ejercicios. También, los tradicionales a los
pobres y mendigos de la ciudad, en número de 240 ejercitantes.
Los Ejercicios de San Ignacio se dieron al clero de Concepción y Chillán, a los
seminaristas, ordenandos, y profesores del Seminario de Concepción, a las
Religiosas de la Inmaculada Concepción, del Sagrado Corazón, a las Siervas
de Jesús, a las de la Providencia, a las Trinitarias, a las Hermanitas de los
pobres, a las Mercedarias de la ciudad de Talca, a las Hijas de María y a las
maestras del Colegio del Sagrado Corazón. En San Carlos, a las Religiosas
Hospitalarias del Sagrado Corazón. También en Talca, a las Religiosas
Carmelitas.
Las Misiones rurales se dieron en toda la Diócesis, y también fuera de ella: en
la Catedral de Concepción, en la iglesia de la Compañía de Jesús, en la cárcel,
en Talcahuano, Penco, Arauco, Talcamávida, Coelemu, Mulchén, CuchaCucha, Membrillar, fundo de Quiltén, en Lircay, en Yungay, en Santa
Bárbara, en Quillón.
627
628
Catálogos SJ 1893-1931.
Historia Domus de Concepción, años 1924-1929.
298
En 1924 la Comunidad debió lamentar la muerte del P. Luis Prat s.j., Ministro
de la Residencia, Director de la Escuela del Sagrado Corazón, y de la
Congregación Mariana de las Hijas de María en el Sanatorio Alemán, a donde
había sido trasladado, a consecuencias del tifus exantemático. Tenía 45 años
de edad y 19 de vida religiosa.
En 1925 empezó el año con el Congreso Eucarístico Nacional celebrado en la
ciudad. En la Casa de Ejercicios alojaron más de 200 peregrinos venidos de
San Carlos, Chillán, Linares etc.
En 1925 también, el 21 de mayo, el P. Moisés Ortiz, s.j., Director de las
Congregaciones Marianas, de hombres y de señoras, y Padre espiritual en el
Seminario Conciliar de Concepción, fundó en la iglesia, para los niños, la
Cruzada Eucarística.
En 1927, como todos los años, el 8 de diciembre se tiene la 1ª Comunión de
los niños del Catecismo. Este año fueron 94 niños y 111 niñas. Y el 17 de
diciembre terminó la corrida de Ejercicios tradicional para los mendigos,
llegando esta vez a 440; 30 de ellos hicieron la 1ª Comunión y 5 revalidaron el
matrimonio.
En el terremoto del 1 de diciembre de 1928, que destruyó casi totalmente las
ciudades de Talca y Constitución, en la iglesia de la Residencia de Concepción
se abrieron nuevamente las grietas del lado de la torre que se habían producido
en otros temblores anteriores. Se rompieron muchos cristales de los vitraux
que correspondían a los arcos donde se renovaron también las grietas; el
sombrero de la torre giró como medio metro. Hubo varios temblores ese día y
una fuerte réplica el día siguiente.
Deseo episcopal de entregar a la Compañía el Seminario de Concepción
En el Archivo de la Provincia de la Compañía de Jesús en Chile, se conservan
copias de las cartas intercambiadas entre el Obispo Monseñor Gilberto
Fuenzalida Guzmán y el Provincial de Argentina y Chile, en relación a la
entrega de la dirección del Seminario Mayor de Concepción a la Compañía de
Jesús. En la primera, fechada el 27 de abril de 1927, el Obispo de Concepción
indica que el año anterior, 1926, expuso personalmente y por escrito las
razones, para que fueran remitidas a la Congregación de Seminarios, con
informe favorable del mismo Nuncio Apostólico. En esa carta al Provincial
jesuita, el Obispo señala que el Nuncio tuvo a bien no enviar la petición a
Roma por haberse opuesto el Obispo de Ancud, pues el Sr. Nuncio había
creído que la Compañía ponía como condición para hacerse cargo del
Seminario de Concepción el dejar el de la diócesis de Ancud. Indica el Obispo
que él señaló al Nuncio que esa condición no existía y que el Nuncio había
accedido a enviar la petición a Roma.
En la respuesta del P. Ramón Lloberola s.j., fechada el 9 de mayo de 1927,
expone el P. Provincial que ha tratado personalmente este asunto con el P.
General de la Compañía. Se señaló la dificultad de personal jesuita para
encargarse de la dirección de ambos Seminarios, y parecería imposible, en
299
caso del parecer positivo de la Santa Sede respecto a Concepción, retener
simultáneamente la dirección del Seminario ancuditano.629
Puerto Montt. Colegio San Francisco Javier
El Rector en el Colegio San Francisco Javier fue el P. José Audí s.j., desde el
día 28 de febrero de 1924 hasta el 1 de mayo de 1931. Venía trasladado desde
el Seminario diocesano de Ancud. Su vida la señalamos más arriba.
En 1926 se bendijo el nuevo edificio, construido en la esquina norte de las
calles Guillermo Gallardo y Vial. Los planos fueron trazados por el H.
Antonio Dreimüller s.j., matemático titulado en Alemania y profesor de
Dibujo en el Colegio.
Medía 19 metros de largo, 9 de ancho y 14 de alto. El cuerpo de este nuevo
edificio constaba de tres pisos. El tercer piso, en unión con la antigua casa de
dos pisos, iba a continuación y se prologaba 7 metros sobre la antigua
construcción. En la planta baja, o primer piso, había un espacioso salón de
estudios con capacidad de 60 alumnos, más dos salas para el P. Prefecto del
Colegio y el Secretario General. En el segundo piso, sobre la sala de estudios,
se ubicó la sala destinada a la Biblioteca de la comunidad, quedando además
dos cuartos para aposentos de los Padres. Por último, el tercer piso fue
destinado exclusivamente para aposentos de los Padres y Hermanos jesuitas.630
También ese año 1926 visitó el Colegio el ex Canciller de Alemania Dr. Juan
Luther, católico practicante, el 18 de octubre de 1926, en compañía de una
numerosa comitiva. Todo el alumnado estuvo formado en el patio mayor y la
banda del Colegio interpretó sus mejores piezas, y un alumno de 4° de
Humanidades pronunció un discurso en alemán.
Al año siguiente, 1927, el Colegio publicó por primera vez su Revista “San
Javier” como medio de comunicación, tanto para sus alumnos como para con
los hogares de ellos. El gran impulsor de esta Revista fue el P. Víctor
Delpiano s.j. quien la dirigió toda una década.631
75° Aniversario del inicio de la colonización alemana en Puerto Montt
El Colegio San Francisco Javier cooperó eficazmente, en 1927, en la
celebración del 75° Aniversario del inicio en la región de la colonización
alemana.
La Revista San Javier en su Crónica dice: “Para presidir las fiestas llegó de
Santiago el Sr. Ministro de Alemania, Conde Grafen von Spee, en el tren
expreso del 21 de octubre. Por la tarde del mismo día, a las 17,30 horas, puso
anclas en el puerto el crucero alemán “Emden III” en medio de la
expectación de la muchedumbre.
629
Archivo SJ #278, carpeta 02.
Magis, op, cit., pág. 29.
631
Id., pág. 29.
630
300
Al día siguiente, poco después de las dos de la tarde, el Ministro von Spee
visitó el Colegio acompañado del Cónsul de Alemania. Se le hizo una solemne
recepción.
El día 23 de octubre, aniversario de la llegada de los colonos, se tuvo una
Misa solemne a las 9 a.m. en la iglesia del Colegio. A esa Misa asistieron el
Sr. Ministro y 30 marinos católicos del Emden. Después se entonó el Te
Deum. Acudieron también las autoridades eclesiásticas y civiles de Puerto
Montt”.
En 1928, con motivo de la gira al sur del país del Ministro de Instrucción
Pública de Chile, don Eduardo Barrios, el Colegio se vio honrado con la visita
del Ministro el día 28 de abril.632
Puerto Varas. Residencia. Cierre de la Parroquia
En marzo de 1926 fue nombrado Superior de la Residencia de Puerto Varas el
P. José Nicolay s.j. y Director del Colegio primario Germania. Párroco,
Ministro de la casa y Prefecto de la iglesia quedó el P. Juan Duschl. La
comunidad estaba formada, además por otros tres sacerdotes, los PP. Juan
Müller, Alejandro Tate y José Wiesehöwer, y tres Hermanos jesuitas, HH
Feliciano Barrera, Reinaldo Kahler y Sebastián Schober.633
El P. José Nicolay s.j. había nacido en Walhausen, Diócesis de Tréveris, en
Alemania. Ingresado a la Escuela Apostólica de Tournhout, en Bélgica, entró
a la Compañía de Jesús en Veruela, España, el 16 de julio de 1885. Al año
siguiente pasó a Córdoba, Argentina, donde hizo los votos del bienio. Empezó
sus estudios de Letras clásicas en Buenos Aires, en Regina Martyrum, pero
debió interrumpirlos por salud, e hizo magisterios en el Colegio de Santa Fe
en 1888 y en Santiago, Chile, los años 1889 a 1891. Continuó los estudios en
Veruela, España, y la Filosofía en Tortosa y Sarriá. En este último Colegio
hizo un nuevo año de magisterio. La Teología la hizo en Buenos Aires,
Argentina. Fue ordenado sacerdote en 1898 en la iglesia del Colegio del
Salvador.
Hecha la 3ª Probación en Córdoba, en 1900, trabajó primero como profesor y
Sub prefecto del Colegio en Buenos Aires hasta el año 1905, y después como
Operario y Ministro en el Colegio de Puerto Montt y, más tarde, en la
Residencia de Concepción. En 1924 fue trasladado a la Residencias de Puerto
Varas y dos años después fue nombrado allí Superior. En 1928 fue trasladado
a Concepción como Operario y Director de la Escuela del Sagrado Corazón,
hasta su muerte, en marzo de 1938.634
El 15 de marzo de 1926 el Obispo Monseñor Abraham Aguilera bendijo
solemnemente el edificio del Colegio.
Por falta de personal y sobre todos por no poder ya contar, como
consecuencias de la Guerra mundial, con refuerzos de jesuitas alemanes, los
632
Magis, op. cit., págs. 29 y 30.
Catálogo SJ Provincia Argentino-Chilena, año 1926, pág. 37.
634
Noticias de la Viceprovincia, marzo 1938, págs. 6 y 7.
633
301
Superiores discernieron la necesidad de dejar al clero diocesano la Parroquia
de Puerto Varas como también la de Puerto Octay.635
A fines de mayo del año 1925, el P. Provincial de Argentina y Chile, P.
Ramón Lloberola s.j., escribió al Obispo de Ancud notificando que a fines de
ese año los jesuitas alemanes entregarían, a ser posible, las Parroquias de
Puerto Varas y Puerto Octay que tenían desde su fundación. Monseñor
Abraham Aguilera escribió al P. General, P. Wlodimiro Ledóchowski s.j.,
suplicando su intervención en orden a dejar las cosas in statu quo. Para ello
señala como razones el excelente trabajo realizado por los jesuitas, la enorme
escasez de clero diocesano, la excelente relación que siempre han tenido con
la colonia alemana de la zona.636
Existe también en el Archivo de la Compañía de Jesús en Chile un
intercambio de cartas entre el Obispo Monseñor Aguilera y el P. Ramón
Lloberola s.j. Este último invoca como razón, para dejar algún día las
Parroquias de Puerto Varas y Puerto Octay, las normas de las Constituciones
de la Compañía de Jesús que no contemplaban el ministerio parroquial como
propio de la Compañía. Expone, además, el ofrecimiento de la Congregación
de los Padres Palotinos alemanes para hacerse cargo de ambas parroquias, por
petición de la feligresía de Puerto Varas, existiendo conversaciones avanzadas,
en Roma, entre el P. General de la Compañía y el P. General de los Padres
Palotinos.637
La Parroquia de Puerto Varas pasó al Obispado el 8 de mayo de 1927,
entregándose la Casa parroquial amoblada y la iglesia con todo lo necesario
para el culto, como también el terreno que la rodeaba. El primer Párroco del
clero secular fue el Pbro. Guillermo Weisser Hitschfeld, descendiente de los
primeros colonos, nacido en Quilanto, cerca de Puerto Octay, alumno en el
Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt y ordenado en el Seminario de
Ancud en 1906. En 1914 había hecho un viaje a Europa con el ánimo de
ingresar en Alemania en la Compañía de Jesús. Al sorprenderlo el inicio de la
guerra, estuvo encarcelado como supuesto espía, debiendo regresar a Chile en
1915.638
La entrega de la Parroquia no ofreció dificultad alguna, no así el traspaso del
Colegio Germania, porque el Directorio de la Sociedad Germania no quería
entregar el Colegio al Obispado por temor a que no se cumpliera el fin del
Colegio en lo relacionado con su carácter alemán. Y por ello, se entregó al
Directorio con bastante oposición de la colonia que luchaba por la
permanencia de los jesuitas en él.639
El 24 de febrero de 1929 se pudo, por fin, llegar a un Acuerdo entre el
Obispado de Ancud y el Directorio del Colegio Germania. El Colegio pasaba
al Obispado, el que haría lo posible por obtener religiosos que se hicieran
cargo de él, con Internado y Externado para niños varones de la Colonia
635
Cf. Archivo Provincia SJ, Historia Parroquia de Pto. Varas.
Archivo Provincia SJ. #278, carpeta 01.
637
Id.
638
Cf. Archivo Provincia SJ, Historia Parroquia de Pto. Varas; Cf. Horn, op, cit., págs. 27 y 51.
639
Archivo Provincia SJ, Carta del P. José Nicolay al P. Provincial Ramón Lloberola.
636
302
alemana. A ser posible, estos religiosos serían los Padres del Verbo Divino. Se
pidió que fuera Colegio de enseñanza media. Se hizo presente en ese Acuerdo
que el Colegio Germania se hallaba edificado en un terreno que era propiedad
de la Compañía de Jesús, y que podría conseguirse en forma ventajosa. Al pie
del Acuerdo se puso un documento sobre la legalidad de la donación
Droppelmann que acreditaba la propiedad de la Compañía de Jesús en
derecho.640
Por insinuación de los mismos jesuitas, se habían iniciado diligencias para
conseguir que la Congregación de los Padres Palotinos, cuyos misioneros
alemanes habían sido expulsados del Camerún, se hiciera cargo del Colegio.
Estas gestiones fracasaron, y el P. Provincial, P. Ramón Lloberola s.j., dejó
mano libre para que los vecinos buscaran otros religiosos.
Puerto Octay. Statio
En la Historia Domus manuscrita de la Casa de Octay, el jesuita responsable,
que parece ser el P. Juan Duschl s.j., por la letra, escribe:
1924. Este año 1924 el Gobierno de don Arturo Alessandri separó el Estado
de la Iglesia. Ya no se pagaron los sínodos a los Curas Párrocos y capellanes.
El año 1925 pasó el P. Carlos Leonhardt s.j., antiguo capellán de Octay por
la casa. Había llegado desde Buenos Aires para hacer unas investigaciones
en los Archivos de Lima para completar datos históricos.
El 16 de octubre de 1927 llegó el P. Juan Duschl s.j. a Octay parra ayudar en
esta Parroquia. En noviembre hizo una gira Misional para la zona de
Rupanco. Misionó en Las Nieves, Maitenes, Pichi Río Negro, Laguna Bonita y
en el Islote, deteniéndose en cada estación tres días
En marzo de 1928 se agravó la enfermedad del P. Juan Mellwig s.j. Murió el
24 de marzo de 1928, a las 2 de la mañana. Esta mañana se tocó la campana
grande de la iglesia para avisar a los vecinos de la defunción del párroco. El
26 fue sepultado después de la Misa de Requiem que celebró el Sr. Vicario
General Monseñor Pedro Navarro. Al cementerio lo acompañaron los niños
de las Escuelas y muchos fieles. En la dirección de la parroquia le sucedió el
P. Christian Harl, s.j. y como Capellán fue nombrado el P. Juan Duschl.641
El P. Christian Harl Grim s.j. había nacido el 9 de junio de 1858 en
Reichenhall, Baviera. Estudió humanidades en los Seminarios de Freising,
Regensburg y Wurzburg, hasta 1878. La Filosofía la estudió en Wurzburg y en
Freising hasta 1883. En esta ciudad recibió la ordenación sacerdotal el 29 de
junio de 1883.
Sirvió de capellán, desde 1883 hasta 1886, y posteriormente en Indersdorf
hasta 1888. Se trasladó entonces a la Parroquia de la Iglesia Catedral de
640
641
Archivo Provincia SJ, Acta de Acuerdo entre Obispado de Ancud y Directorio Colegio Germania.
Historia de la Casa de Pto. Octay, manuscrita, Archivo SJ Chile.
303
Munich, donde permaneció hasta el 29 de septiembre de 1897, fecha en que
pidió su admisión a la Compañía de Jesús.
Hizo un año de noviciado en Feldkirch y el segundo año en Valkenburg,
donde repasó la Filosofía y la Teología. El 29 de septiembre de 1899 emitió
los votos del bienio en Valkenburg. Después estuvo 3 años como capellán en
Ebernach, en casa de religiosos de San Juan de Dios. El 30 de junio de 1905,
se embarcó, en Hamburgo, para América del Sur. Recién había cumplido 47
años de edad.
Unos meses pasó en Sao Leopoldo, Brasil, y en Buenos Aires, Argentina,
hasta que un nuevo destino lo hizo continuar viaje a Chile. Llegó a Puerto
Montt el 18 de septiembre de 1905.
Trabajó como misionero en la Parroquia de Puerto Montt y en varias
parroquias de Chiloé. El 9 de marzo de 1912 se hizo cargo de la Parroquia de
Puerto Varas, donde ayudado del P. Guillermo Sander, alcanzó a reconstruir la
casa e iglesia parroquial destruidas por el incendio del 11 de junio de 1911. En
1916 fundó el Colegio Germania. El 29 de mayo de 1919 entregó la Parroquia
de Puerto Varas a su sucesor para ir a Puerto Octay a ayudar al P. Juan
Evangelista Mellwig s.j., a quien sucedió el 1 de mayo de 1928.642
El año 1929 el P. Juan Duschl tuvo que suplir al Pbro. Guillermo Weisser
Hitschfeld, párroco en Puerto Varas, después que los jesuitas dejaron esa
Parroquia. El Pbro. Weisser había ido a Pto. Aysén a misionar. También debió
atender en diversas ocasiones las Parroquias de Coligual y de Polizones.643
Ancud. Seminario diocesano
En este período, los Rectores del Seminario Diocesano de Ancud fueron: el P.
José Auger desde el 26 de febrero de 1924, y el P. Buenaventura Teixidor
desde el 10 de abril de 1927.
El P. José Auger Mora s.j. había nacido en Orgaña, Provincia de Lérida,
España, de antepasados franceses, el 8 de octubre de 1876. Antes de cumplir
los 15 años de edad entró en el Noviciado de Veruela el 25 de julio de 1891.
Hubo de esperar para sus primeros votos por falta de edad. Siguió
normalmente los estudios en la Compañía, siendo ordenado sacerdote el 28 de
julio de 1908 en Tortosa, e hizo su Profesión solemne el 2 de febrero de 1911
en la iglesia San Ignacio en Santiago, Chile. En el Colegio San Ignacio,
durante 8 años, tuvo a su cargo las clases de Historia Natural, siendo al mismo
tiempo Prefecto de división.
En 1919 pasó a Ancud a enseñar Ciencias Sagradas, y desempeñó el cargo de
Rector durante tres años, 1924-1926.
Después, en 1927, destinado a la Residencia de Concepción, tomó las clases
de Teología Moral en el Seminario de la diócesis. En 1929 fue Ministro,
642
643
Tampe, op. cit., pág. 219.
Historia de la Casa de Pto. Octay, manuscrita, Archivo SJ Chile.
304
profesor de Cosmología y Prefecto de estudios en el Seminario de Villa
Devoto, Argentina; y desde 1931, Ministro y profesor de Teología
fundamental y Cosmología en el recién inaugurado Colegio Máximo en San
Miguel, Argentina. En 1937 regresó a Concepción. Murió en Santiago el 22 de
agosto de 1944.644
El P. Buenaventura Teixidor Coll s.j. había nacido en Calella, Provincia de
Barcelona, España, el 4 de febrero de 1870. A los 19 años de edad, ingresó en
el Noviciado de Veruela, teniendo como Maestro de Novicios al P. Federico
Cervós s.j. Al año de haber hecho sus votos del bienio se enfermó gravemente
de los pulmones, y no dándole los médicos muchos meses de vida, se pensó
que un cambio de clima podría salvarlo. Y así, en junio, fue destinado al
Colegio de Santa Fe, en Argentina. Allí recobró la salud y durante 8 años
ejerció el magisterio en ese Colegio.
En 1899 regresó a España. En Veruela hizo un año de Filosofía, y los dos
siguientes en el Colegio Máximo de Tortosa. Allí prosiguió la Teología y se
ordenó de sacerdote el 24 de julio de 1904. Desde septiembre de 1905 a julio
de 1906 hizo la 3ª Probación en Manresa.
Después, fue destinado nuevamente a Argentina, donde sólo por unos pocos
meses trabajó en el Seminario de Buenos Aires. En el verano de 1907 cruzó, a
lomo de mula, la cordillera de los Andes, y casi de inmediato hizo la Profesión
solemne en la iglesia San Ignacio el 2 de febrero de 1907.
En el Colegio San Ignacio de Santiago, permaneció tres años: fue profesor de
matemáticas y Prefecto de división.
En 1911 cruzó nuevamente la cordillera, esta vez en el ferrocarril transandino
inaugurado el año anterior. Estuvo un año en Santa Fe, y después en el
Colegio del Salvador en Buenos Aires, donde publicó su texto de Historia de
América.
En 1919 regresó a Chile, como Ministro, Ecónomo y profesor de matemáticas
en el Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt.
Al comenzar el año 1927 sucedió al P. José Auger en la dirección del
Seminario de Ancud. Durante 5 años fue Rector, profesor de moral, de
Derecho canónico y de liturgia.
Después, fue Prefecto General del Colegio San Ignacio en 1932; y estuvo un
año en Concepción. Regresó a Ancud en 1934 donde enseñó Teología Moral
hasta 1937. Después de suprimirse el Seminario Mayor, en 1938, quedó allí
mismo un año más como Ministro y profesor de francés.
Al dejar la Compañía el Seminario de Ancud, el P. Teixidor, en 1939, pasó a
la Residencia de Valparaíso y después, en 1940, fue designado Ministro del
Noviciado de Loyola recién instalado en la Estación Marruecos: tenía 70 años.
En 1941 pasó a la Residencia de Chillán, donde permaneció 8 años. Los
644
Noticias de la Viceprovincia Chilena, julio-septiembre de 1944.
305
últimos tres años de su vida los pasó en el Noviciado de Loyola. Falleció el 10
de octubre de 1951.645
En el Seminario de Ancud, en 1925, los alumnos eclesiásticos eran 46 y los
externos 80. Dos alumnos recibieron la ordenación sacerdotal, de manos del
nuevo Obispo de la diócesis Monseñor Abraham Aguilera Bravo sdb.
Los Padres de la Compañía eran sólo seis en Ancud. Su primera misión era el
Seminario. También ejercitaban los ministerios estrictamente sacerdotales;
Confesiones, 14.670; Ejercicios Espirituales, 5 corridas; Catecismos, 44,
Primeras Comuniones, 54.
En 1926, los alumnos eclesiásticos subieron a 68 y los externos a 97. Uno
recibió el subdiaconado y otro las órdenes menores; 9, la tonsura. Dos
seminaristas fueron enviados ese año al Colegio Pío Latinoamericano de
Roma.646
El 8 de agosto de 1926, el P. Provincial Ramón Lloberola s.j., escribió al P.
Rector José Auger s.j., agradeciéndole un “Informe” del Seminario que le
había solicitado. Indicó en su carta: “A través de lo que usted expone sobre los
estudios se transparenta con gran claridad que el progreso tanto en letras,
como en Filosofía y Teología, de verdad no existe, y que apenas si se logra un
pasable aprovechamiento. ¿Conducirá ello a la mayor gloria de Dios y al
mayor bien de la Santa Iglesia de Cristo en esas regiones? Mi opinión
personal es que no; aunque puedo equivocarme. Juzgo, como otras veces lo
he manifestado, que sería más beneficioso, y también económico, llevar a los
filósofos y teólogos al Seminario de Concepción. Y he quedado confirmado en
esta opinión con lo que acaba de disponer y ordenar la Santa Sede con
respecto a los Obispados de Santiago y Concepción y los correspondientes
Seminarios. El mismo Seminario Menor de Ancud podríamos llevarlo
nosotros con mayor aprovechamiento literario y espiritual de los alumnos, y
también con mayor economía, en el Colegio de Puerto Montt”.647
El 20 de agosto de 1927 el Obispo Monseñor Abraham Aguilera envió al P.
Ramón Lloberola s.j. copia del escrito enviado por él al Cardenal Bisletti,
Prefecto de la Congregación de Seminarios y Estudios universitarios, en
relación a la situación del Seminario de la diócesis. En ese escrito dice:
“La Santa Sede ha tomado nota de la proposición hecha en la Conferencia
Episcopal de noviembre de 1925 en el sentido de constituir sólo dos
Seminarios Filosófico-Teológicos en toda la República, esto es, en Santiago y
en Concepción, a los cuales concurrirían los alumnos de todas las Diócesis y
Vicariatos Apostólicos”.
Monseñor Aguilera manifiesta su oposición y presenta sus razones: distancia
geográfica, señalando que entre Ancud y Concepción hay 600 kilómetros;
dificultad y costos de los viajes, tanto por tierra como por mar; la pobreza de
la Diócesis de Ancud que no será capaz de sufragar los costos de mantención
645
Noticias de la Viceprovincia Chilena, septiembre-octubre 1951.
Archivo SJ Historia Domus Seminario de Ancud #278, Carpeta 02.
647
Archivo Provincial SJ, #278, Carpeta 13.
646
306
de los seminaristas en Concepción; el ambiente cultural y civil allí es muy
distinto al que los seminaristas encuentran en la ciudad de Ancud; el término
del Seminario Mayor será un verdadero infortunio para la Diócesis de Ancud;
hasta el presente la presencia de los jesuitas ha sido de enorme provecho
espiritual y cultural.
El P. Lloberola contestó desde Buenos Aires, agradeciendo la gentileza del
Obispo. Indicó en su respuesta que la Compañía de Jesús aceptará lo que la
Santa Sede determinare. Cree, eso sí, que si se ordenara el cierre del
Seminario Mayor en la ciudad de Ancud, la Compañía de Jesús debería dejar
la dirección del Seminario Menor que allí permaneciera.648
El 22 de agosto de 1927 se quemó la casa del Obispo, muriendo en ella su
secretario, el P. Augusto Meltzer sdb., Director del Colegio seglar. Desde ese
día Monseñor Abraham Aguilera pasó a vivir en el Seminario, presidiendo la
vida comunitaria. Y los jesuitas debieron hacerse cargo del otro
establecimiento.
El 25 de octubre, también quedó destruido, por incendio, el edificio del
periódico episcopal “La Cruz del Sur”, pasando también sus oficinas al
Seminario.
A fin del año, otro incendio destruyó el Convento de los Padres franciscanos.
Y como el rumor constante era que esos incendios habrían sido intencionales,
los Padres del Seminario debieron extremar las medidas de vigilancia para no
tener que sufrir una desgracia semejante. Hubo amenazas anónimas, se pidió
protección de la autoridad y toda la iglesia estuvo en oración.
Los alumnos eclesiásticos en 1928 fueron 70. Ese año, uno de ellos fue
ordenado sacerdote, otro diácono y dos de órdenes menores. De los alumnos
externos, dos se recibieron de bachilleres. Y por Instrucción del Ministerio de
Educación, desde ese año se adoptó el sistema concéntrico de estudios.
Todo el año 1928, Monseñor Abraham Aguilera y su secretario laico, Don
Cayetano Rayneri, vivieron en la Comunidad de los Padres.
En 1929, los alumnos eclesiásticos eran 69, y de ellos 65 eran de Ancud y 4 de
Valdivia. 11 fueron admitidos este año. Había 13 en Teología, 10 en Filosofía,
28 en Humanidades y los demás en estudios de Gramática. Al fin del año hubo
una ordenación sacerdotal, dos diáconos, tres subdiáconos, dos de órdenes
menores y 4 con primera tonsura.
Ese año se dieron en las vacaciones de verano, en el Seminario, los Ejercicios
Espirituales a 29 sacerdotes de la Diócesis, presididos por el Obispo; y dos
veces a los ordenandos.
El 17 de septiembre de 1929 el Presidente de la República, Carlos Ibáñez del
Campo, premunido de facultades extraordinarias, dictó el Decreto que otorgó
al Seminario de Ancud la facultad de tomar no sólo válidamente sus propios
648
Id. #278, Carpeta 02.
307
exámenes, sino también el acceso a la Universidades. Este Decreto fue
comunicado el 20 de noviembre y, aunque era semejante al obtenido en 1879,
permitió al Seminario continuar con sus privilegios, a pesar de todas las
ordenaciones que había hecho el Ministerio de Educación.649
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1929
La Compañía de Jesús, en 1929, tenía en Chile 190 jesuitas, contando en ese
número a los estudiantes chilenos que se formaban en Argentina y España.
La Casa más importante era el Colegio San Ignacio, en Santiago. En él vivían
41 jesuitas: 20 sacerdotes, 17 hermanos y 4 escolares en magisterio. El
Colegio y la atención de la iglesia eran el principal de sus apostolados. A ellos
se sumaban la Federación de Congregaciones Marianas, el Apostolado
Nacional de la Oración, las Misiones rurales y urbanas, el Instituto Nocturno
San Ignacio, y la Obra de los Ejercicios.
Sin duda, la segunda Casa en importancia era la de Chillán, con el Noviciado
y la Escuela Apostólica o Seminario Menor de la Compañía. Allí vivían 44
jesuitas: 8 sacerdotes, 10 hermanos, 21 novicios escolares y 5 novicios para
hermanos. No se cumplía todavía el anhelo de los jesuitas chilenos de tener
toda la formación en Chile. Solamente se contaba con el Noviciado, pero el
resto debía hacerse en Argentina. Constantemente se manifestaba el deseo de
tener los estudios del Juniorado en el país.
El Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt era mirado con hondo cariño
por los jesuitas de origen alemán, porque había nacido casi a la par que la
ciudad, y su labor apostólica se había proyectado en las vecinas localidades de
Puerto Varas y Puerto Octay. Habían fundado en la zona Escuelas y
parroquias, contribuyendo así al firme establecimiento de la Iglesia en la zona.
Hubo un anhelo en ellos de formar, en el sur de Chile, una entidad jesuita,
Misión o Provincia, independiente de la zona española de la Compañía en
Chile. En Puerto Montt y Ancud vivían 33 jesuitas. El Seminario mayor de
San Carlos de Ancud, dirigido por los jesuitas, comprendía la idiosincrasia de
los habitantes del archipiélago de Chiloé, y con él continuaban los jesuitas
toda la labor apostólica de los antiguos jesuitas chilenos en el tiempo de la
Colonia antes de la expulsión en 1767.
Las Residencias de Valparaíso y Concepción tenían, ambas, Casas anexas de
Ejercicios, excelentes iglesias, Escuelas primarias, Congregaciones del
Sagrado Corazón y de la Virgen María. En ambas había un equipo de jesuitas
dedicado a las Misiones rurales en las zonas. En cada una de esas Residencias
vivía alrededor de una docena de jesuitas: 7 sacerdotes y 5 hermanos.
En resumen, las Casas eran 8: el Colegio San Ignacio en Santiago, la
Residencia de Valparaíso, la Casa de formación en Chillán, la Residencia de
Concepción, el Colegio de Puerto Montt, la Residencia de Puerto Varas, la
Statio de Puerto Octay y el Seminario Mayor de Ancud.
649
Archivo Provincia SJ. Historia Domus Seminario de Ancud. #278, carpeta 02.
308
La formación de los jesuitas chilenos en 1929
Como se dijo, la apertura de la Casa de Noviciado en Chillán el 11 de marzo
de 1920 fue de gran consolación para los jesuitas de Chile. Habían tenido
Noviciado desde los inicios de su llegada al país, en la Residencia de la calle
Lira en Santiago desde 1855. Lo habían continuado en Concepción. Muchos
tuvieron desolación al cerrarse el Noviciado en Chile, en noviembre de 1879,
en plena Guerra del Pacífico. El envío de novicios a Córdoba, en Argentina,
siempre fue mirado por los chilenos con cierta aprensión, por el alto costo, las
dificultades de tener que cruzar la cordillera de los Andes, y la diferencia de
caracteres entre chilenos y argentinos. Los estudios clásicos del Juniorado se
tenían también en Córdoba.
En 1920, la nueva Provincia Argentino-Chilena obtuvo que la formación
filosófica y teológica de sus escolares jesuitas se pudiera tener en América,
evitando así el cruce, varias veces, del océano Atlántico para ir a España. Ese
año quedó constituido como Colegio Máximo, para los jesuitas argentinos y
chilenos, el Seminario arquidiocesano de Buenos Aires, en Villa Devoto,
dirigido por la Compañía de Jesús.
En 1929 había 21 novicios escolares en Chillán, 19 escolares en estudios
clásicos en Córdoba, 15 estudiantes de filosofía en Villa Devoto, y 4 chilenos,
allí mismo, en teología.
Los únicos estudiantes chilenos en Europa eran: Alvaro Lavín Echegoyen en
teología, en Valkenburg, Holanda, y Alberto Hurtado Cruchaga en Sarriá, en
filosofía.650
Capítulo III. El P. Luis Parola s.j., Provincial (1929-1936)
El P. Luis Parola Mattioli s.j. fue nombrado Provincial de la Provincia
Argentino- Chilena el 11 de junio 1929.
Había nacido en Cressa de Novara, Italia, el 18 de junio de 1885. Siendo aún
niño, había emigrado con sus padres a Argentina. Ingresó en la Compañía de
Jesús el 23 de julio de 1903 en Córdoba, Argentina. Después del noviciado fue
enviado a España, donde estudió Humanidades, desde 1906 a 1908, en
Veruela; y Filosofía en Tortosa desde 1909 a 1911. Regresó a Argentina para
la experiencia del Magisterio, enseñando Geografía e Historia en el Colegio de
la Inmaculada de Santa Fe, en los años 1912 a 1914. Hizo la Teología en
Tortosa, un año, en el curso escolar 1915-1916, y en Sarriá, 1916 a 1919. Se
ordenó de sacerdote el 29 de julio de 1917 en Barcelona. La Tercera
Probación la hizo en Manresa.
Al regresar a Argentina, fue Maestro de novicios desde 1921 a 1929 en
Córdoba. Allí recibió el nombramiento de Provincial.
650
Catálogos SJ.
309
Durante su mandato se construyó el Colegio Máximo de San José, en la
localidad de San Miguel en 1931, y para el término de su cargo en 1936 estaba
preparada la creación de la Viceprovincia independiente en Chile.
Después, fue Rector del Colegio de Montevideo en Uruguay, y a continuación
Maestro de novicios en la misma ciudad. Volvió a Argentina, como Rector del
Colegio Máximo, desde 1944 a 1947, y del Seminario de Buenos Aires en
Villa Devoto. En 1959 fue nombrado Viceprovincial de la recién creada
Viceprovincia de Bolivia-Paraguay, segregada de la Provincia argentina y
dependiente de la tarraconense. Intensificó la labor de la Compañía en ambas
repúblicas y fundó el Noviciado de Cochabamba en Bolivia. Después fue
Rector del Colegio de Asunción, en Paraguay. Murió en Asunción el 14 de
octubre de 1978.651
Nota importante: En este Capítulo III, en la reseña de las Casas y Colegios de
la Compañía de Jesús en Chile, señalaremos, salvo excepciones, únicamente lo
referente a los años 1929 y 1930, dejando el resto para la Parte VIII de esta
Historia cuando tratemos sobre la Región Chilena de la Provincia ArgentinoChilena que tuvo su inicio el 25 de diciembre del año 1930.
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
El día 5 de octubre de 1929, el P. Joaquín Añón llegó a Valparaíso como
Superior para reemplazar al P. Rafael Matéu s.j., quien fue trasladado a
Argentina.
Muy poco puede decirse de este breve período, pues el P. Añón se enfermó
muy pronto de neurastenia que, agravándose de día en día, los Superiores
tuvieron que exonerarlo del cargo antes de fin del mismo año y trasladarlo a
Buenos Aires.652
Lo reemplazó el P. José Sales s.j., quien asumió el cargo primero en forma
interina, y después definitivamente el 26 de mayo de 1930.
La gran preocupación del P. Sales fue dar nueva vida a la Casa de Ejercicios,
la cual amenazaba ruina. El día 11 de abril se dio principio a la demolición de
la antigua Casa. Y se inició, con entusiasmo de los amigos de la Compañía y
de los socios de la Hermandad del Apostolado de la Oración, la construcción
de la nueva.653
Escuela Pedro de Valdivia en Valparaíso
En 1929, con fecha 17 de febrero, y con el Decreto N° 5844 del Ministerio de
Educación mereció, el título de Cooperador de la Función Educacional del
Estado.
Y ese mismo año el P. Gibernau hizo estucar todo el frente de la Escuela con
fondos propios de ella.
651
Diccionario Histórico biográfico SJ, pág. 3046.
Historia Domus Valparaíso, pág. 199.
653
Noticias Provincia, mayo-junio 1930.
652
310
Santiago. Colegio San Ignacio
El P. Rector del Colegio era el P. Luis Canudas s.j.
Los alumnos del Colegio eran 424 en 1926 y 370 en 1931, distribuidos en
externos, mediopupilos e internos.
Se cambió, aunque con poca duración, el Horario del Colegio: a las 8 a.m.
Misa y desayuno, a las 12 horas almuerzo, a las 5 p.m. onces, a las 7.30 p.m.
salida. No había alumnos externos, sino sólo en la clase elemental.
En cambio en 1928 había externos en todo el Colegio y alcanzaban al número
de 136.654
El fuerte temblor del día Jueves Santo, 14 de abril de 1927, había dejado en
malas condiciones a la iglesia San Ignacio. Después de llevar a cabo las
reparaciones estructurales, mencionadas más arriba, las finales en el altar
mayor, en todo lo concerniente a decoración, se iniciaron a comienzos de
1930, terminándose ese hermoso trabajo en oro para el día del Sagrado
Corazón.
La restauración de todo el altar mayor de la iglesia San Ignacio fue financiada
por el ex alumno Don Francisco Ossa Amstrong, quien no tuvo el gozo de ver
terminada su obra por haber fallecido el día 2 de mayo de 1930, dejando en su
testamento lo necesario para finiquitarla. Este ex alumno había sido también
quien donara al Sr. Arzobispo de Santiago la mansión ubicada frente al la
Basílica de la Merced para que pudiera servir de residencia a los prelados de la
Arquidiócesis.655
A petición del Arzobispo de Santiago, Monseñor Crescente Errázuriz
Valdivieso, los jesuitas debieron tomar nuevamente el importante ministerio
de Director Espiritual del Seminario Pontificio. Fue nombrado el P. Ricardo
Soria s.j.656
El P. Luis Canudas s.j., como Rector del Colegio San Ignacio, fue nombrado
oficialmente para integrar la Comisión o Jurado en el Concurso Regional,
Santiago y Chile Central, para la selección del estudiante que debería
representar a Chile en el Concurso Internacional de Oratoria a realizarse en los
Estados Unidos de Norte América.657
El 20 de septiembre de 1930, en el pueblo de Maipo, se tuvo una fiesta con
ocasión de cumplirse el 25° aniversario de la muerte del Cura párroco de esa
localidad, Pbro. Don Clemente Díaz Rodríguez, llamado el Cura de Ars
chileno. Fue alumno del Colegio San Ignacio desde 1862 a 1868. Asistieron a
esa fiesta 4 Obispos, el Vicario General de la Arquidiócesis de Santiago, 75
sacerdotes y gran concurso de fieles. El P. Canudas, Rector del Colegio,
654
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, pág. 108.
Revista San Ignacio, junio 1930, pág. 34, y diciembre de 1930, págs. 54 y 55.
656
Noticias de la Provincia, enero-febrero de 1930.
657
Id., julio-agosto 1930.
655
311
asistió en su representación. En la oración fúnebre se elogió al Colegio San
Ignacio.658
Chillán. Casa de formación y Seminario Menor
El P. Carmelo Barone s.j. asumió el Rectorado de la Casa de formación el 2 de
abril de 1928. Su vida la colocamos más arriba.
En el Diario, o Historia Domus, del Noviciado se anotó con entusiasmo la
llegada del teléfono a la ciudad de Chillán y la instalación de un aparato en la
Casa. Miércoles 7 de enero de 1930: los estudiantes y novicios colocan los
postes del teléfono. Miércoles 14 de enero: bendición del nuevo teléfono con
asistencia de la comunidad y alumnos del Seminario Menor. La primera
fonación fue el Jueves 15 de enero.659
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
El P. Superior era el P. Julio Montalba s.j. desde el 1 de diciembre de 1926.
Los jesuitas, en el mes de septiembre de 1929, tomaron parte muy activa en la
preparación, y después en la realización, del VII Congreso Nacional de la
Asociación de Jóvenes católicas, celebrado en Concepción. El P. Julio
Montalba s.j., como Director Diocesano de la Asociación recibió, el 20 de
septiembre, a las 1.000 delegadas venidas al Congreso de todas las Provincias
del país. El 22 de septiembre, el Congreso de jóvenes tuvo la procesión
solemne con el Santísimo por la bahía de Talcahuano: tomaron parte unas
1.600 asociadas, acompañadas por los PP. Montalba, Monserrat y Vicuña.
En los primeros meses de 1930 se iniciaron los arreglos de la cúpula de iglesia
que había resultado dañada en el terremoto del año 1928.
Y en los últimos meses de 1930 se iniciaron una serie de misiones en territorio
de la Gobernación Eclesiástica de Valdivia, para preparar a los fieles al
Congreso Eucarístico Nacional que se celebraría en esa ciudad. Se dieron
Misiones en Quitrahue, Lastarria, Antilhue, Paillaco, Rahue, Río Negro,
Purranque y Riachuelo.660
Cooperación jesuita en el Seminario diocesano
En 1930 el Obispo de Concepción, Monseñor Gilberto Fuenzalida Guzmán,
agradece al P. Luis Parola s.j., provincial, el que haya destinado al P. Eduardo
Vicuña para Director espiritual del Seminario diocesano. El Sr. Obispo señala
en su carta la gran escasez de su clero y la dificultad que ha tenido para esta
“necesidad suprema de su diócesis”. Agradece también que el P. Vicuña haya
tomado a su cargo las clases de Moral, 5 horas a la semana, pues lo considera
“profesor en grado muy excelente. Los alumnos son poquísimos, unos cinco o
seis, pero son “toda nuestra esperanza”.661
658
Id., septiembre-octubre de 1930.
Diario del Noviciado, citado por Pablo Concha en Historia de la Compañía de Jesús en Chillán, pág. 17.
660
Historia Domus Concepción, años 1929 y 1930.
661
Archivo SJ, Concepción #266, Carpeta 07.
659
312
Puerto Montt. Colegio San Francisco Javier
El Rector era el P. José Audí desde el 28 de febrero de 1924. Su vida la
colocamos más arriba.
El 24 de marzo de 1930 llegó al Colegio el Visitador Don César Bunster
enviado por el Ministerio de Educación en misión especial: entregó, después a
sus superiores el siguiente informe:
“Visité el Colegio San Francisco Javier. Su local es espléndido, su material
de enseñanza excelente y sus condiciones higiénicas inmejorables. Todos los
pabellones están orientados al Norte y reciben luz por sus costados este oeste.
Los edificios son de tres pisos. Amplios patios de recreo; campos de deportes,
cerros de esparcimiento con hermoso bosque”.
El P. Víctor Delpiano s.j. se hizo cargo de responder por escrito.
Reproducimos algunos párrafos:
“Antes que el Supremo Gobierno pudiese abrir centros docentes en estas
regiones, la Compañía de Jesús abrió en 1859 una Escuela, y a pesar de
innumerables obstáculos ha podido levantar un edificio amplio, dotado de
salones espaciosos. No se han perdonado sacrificios para dotarlo de excelente
Biblioteca, de 15.000 volúmenes y de material pedagógico y científico.
El personal del Colegio ha hecho extensiva su acción educacional a otros
barrios de la ciudad. Gratuitamente desempeñaron el cargo de profesores de
Religión en las Escuelas Fiscales. Igual cargo desempeñan en los Colegios
San José y de La Inmaculada Concepción. En el barrio Miraflores existe un
Centro costeado por la Congregación Stabat Mater”.
El Gobierno de Chile, a través del Decreto 2.609, del 15 de mayo de 1930,
firmado por el Presidente Don Carlos Ibáñez del Campo, declaró al Colegio
“Cooperador de la Función Educacional del Estado”.
Y por último, también en 1930, en el sector de la Población Modelo, con la
ayuda de la Congregación Stabat Mater se levantó una sencilla capilla en el
año 1930, la que va ser atendida por los Padres.662
Puerto Varas. Cierre de la Residencia y Colegio
Ya la residencia estaba cerrada. Después de dos años de gestiones, en 1930, se
consiguió que los Padres del Verbo Divino aceptaran el Colegio.663
El 23 de agosto de 1930, en un largo Memorándum del Obispo de Ancud
Monseñor Abraham Aguilera Bravo sdb al entonces Provincial de la
Compañía de Jesús P. Luis Parola, s.j., reconociendo la propiedad jesuita de
los terrenos en que estaba edificado el Colegio Germania, solicita que la
662
663
Magis, op. cit., págs. 30 y 31.
Horn, op. cit., pág. 28.
313
Compañía de Jesús se desprenda de esa propiedad en beneficio del
Obispado.664
Puerto Octay. Statio
El 30 de noviembre de 1930 se incendió el Colegio San Miguel de las
religiosas de la Caridad de la Inmaculada. El fuego pasó al Colegio de niños,
San Pedro Canisio, que se quemó también.
Casi de inmediato una Comisión se encargó de reunir fondos para la
reconstrucción del Colegio San Miguel, y se reunió una cantidad suficiente
para empezar el trabajo. Las clases de las niñas se continuaron en el 2° piso de
la casa particular de la viuda de don Francisco Hechenleitner. Y las clases de
los niños se continuaron en el local de la Unión Católica, y en una pieza de la
Casa parroquial.665
Ancud. Seminario diocesano
El Rector es el P. Buenaventura Teixidor s.j. desde el 10 de abril de 1927. Su
vida la colocamos más arriba.
El nuevo Provincial de la Provincia Argentino-Chilena, P. Luis Parola s.j., en
junio de 1929 decidió enviar al P. Joaquín Añón como Visitador en el
Seminario de Ancud para que le pudiera informar sobre la situación de los
jesuitas en esa obra. En las instrucciones le indica que hay un cierto malestar
en los jesuitas por haber perdido status la ciudad de Ancud al haberse
trasladado las autoridades de la Provincia civil a la ciudad de Puerto Montt; y
por la permanente convivencia del Obispo con la comunidad jesuita. Indica
también que sería conveniente obtener del Obispo que reemplazara a los
jesuitas por sacerdotes seculares.
El P. General de la Compañía aprobó el 17 de julio de 1929 el envío del
Visitador, pero señaló que no se podía dejar por ahora el Seminario.
El P. Joaquín Añón s.j. cumplió su misión en los meses de julio y agosto.
Obtuvo del Obispo: que seguirían rigiendo los mismos Estatutos, que no
habría Comisiones de disciplina ni de estudios que interfirieran con la
dirección de la Compañía, que mientras pudiera edificar su Casa el Obispo
viviría en el seminario pero no comería con la Comunidad ni iría a recreación
con ella; y que todo lo que se relacionara con el Seminario, el Obispo lo
trataría directamente con el Rector jesuita.
En el informe que escribe al P. Provincial, con copia al Sr. Obispo, el P. Añón
señala que el mayor problema radica en una especie de “disminutio capitis”
(disminución de autoridad) del Rector por injerencias del Obispo con relación
a la admisión y especialmente en lo que tiene que ver con ordenaciones y
despidos de los seminaristas.
664
665
Archivo Provincia SJ, Carta del Obispo de Ancud al P. Provincial 2/D263 Carpeta 06a.
Historia de la Casa de Pto. Octay, manuscrita, Archivo SJ Chile.
314
Esta “disminutio capitis” la responde el Obispo, simplemente, negándola.
Indica al Provincial que la Junta de Disciplina del Seminario, ordenada por el
Código de Derecho Canónico, existía en el Seminario antes de su propia
llegada a la diócesis, y que durante su gobierno no ha funcionado ni una sola
vez. Y que la Junta de Administración temporal, dispuesta en el canon 1359
no ha funcionado desde que uno de sus miembros fue nombrado Vicario
General. Y en cuanto a la injerencia en la dirección de la marcha del
Seminario, dice que siempre lo ha hecho sólo para evitar la expulsión de algún
seminarista, nunca después de decretada, sólo en vía amistosa, nunca
exigiéndola y menos ordenándola. La hospitalidad que le fue ofrecida por los
jesuitas después del incendio que lo dejó sin casa ni bienes, fue aceptada con
gratitud, y que en los 13 meses que ha vivido en el Seminario ha tratado de
seguir la vida comunitaria, sin inmiscuirse jamás en el régimen interno del
Seminario. Y si no parece otra cosa, promete arreglar una comunicación
directa a la calle, y hacer un comedor aparte dejándose ver lo menos posible
en los recintos del Seminario. Indica que desea sinceramente la permanencia
de la Compañía en el Seminario y que hará todo lo posible para impedir una
resolución que será, sin duda, muy dolorosa para la diócesis.666
Desde el 25 de octubre de 1929 al 30 de ese mismo mes hizo la Visita
Canónica al Seminario el Provincial P. Luis Parola s.j.667
A comienzos de enero de 1930, el P. Moisés Ortiz s.j. dio los Ejercicios al
clero de la diócesis, presididos por el Obispo Monseñor Abraham Aguilera.
Fueron 26 sacerdotes. Y para ellos se habilitó el dormitorio de los mayores y
las clases del patio de la Segunda División, como el año anterior.668
El 7 de marzo de 1930 comenzó el nuevo curso. En esa fecha el número de
seminaristas era 60, de los cuales 24 (9 teólogos y 15 filósofos) formaban el
Seminario Mayor y los 36 restantes, el Seminario Menor, de los cuales 12 eran
alumnos ingresados ese año.
Durante el año, en las diferentes Témporas, y cumpliendo lo establecido en el
Código de Derecho Canónico, un teólogo de 1er año recibió la tonsura, dos de
2° año recibieron las órdenes menores, dos de 3° y uno de 4° fueron ordenados
subdiáconos, y otros dos de 4° recibieron el diaconado y el sacerdocio. Un
seminarista pasó a la vida franciscana y dos se retiraron por enfermos.
Los alumnos externos, que no tenían más relación con los jesuitas que
depender de la dirección del Seminario y ser atendidos en lo espiritual, al
comenzar el curso eran 49. Uno de ellos terminó el 6° año de humanidades,
pudiendo así optar a la licenciatura secundaria.669
San Miguel, Argentina. Colegio Máximo San José
En las Repúblicas andino platenses, la Compañía de Jesús no tenía un Colegio
propio para la formación en Filosofía y Teología de sus estudiantes al
666
Cf. Archivo SJ Historia Domus Ancud, #278, Carpeta 02, año 1929.
Archivo SJ Ancud #278, carpeta 07.
668
Archivo SJ Diario del Seminario #278, Carpeta 15.
669
Id, Historia Domus Seminario 1900-1938, pág. 39.
667
315
sacerdocio. Durante ocho años esta formación se había dado en el Seminario
de la Arquidiócesis de Buenos Aires, dirigido también por la Compañía de
Jesús.
En los inicios de 1930 la Compañía de Jesús adquirió un predio agrícola de 40
hectáreas, cerca de la ciudad de San Miguel, a veinte minutos de la Estación
ferroviaria (F.C.P.).670
La primera piedra del Colegio Máximo San José, o de Estudios Superiores de
Filosofía y Teología de la Provincia Argentino-Chilena, fue colocada el 17 de
agosto de 1930 en la quinta adquirida cerca del pueblo de San Miguel, en la
Provincia de Buenos Aires. Bendijo la primera piedra el Obispo de la Diócesis
de La Plata, Monseñor Francisco Alberti. Asistió al acto el P. Provincial Luis
Parola s.j. y numerosos jesuitas de diversas Casas de la Provincia. También
asistieron representantes del Presidente de la República y del Gobernador de la
Provincia.
Las obras se iniciaron y siguieron con actividad, pues se proyectaba construir
lo indispensable para trasladar a los estudiantes jesuitas, desde el Seminario de
Villa Devoto, a principios del año 1931.671
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1930
La situación de la Compañía de Jesús en Chile cambió jurídicamente, al
establecerse el 25 de diciembre de 1930 la Región Chilena, dependiente, y con
la presencia de un Viceprovincial en el país: el P. José Llusá s.j.
Los jesuitas pertenecientes a la Región eran 183. Los residentes en Chile eran
138, distribuidos en 7 Casas: Seminario de Ancud, Colegio de Santiago, Casa
de formación y Seminario Menor en Chillán, Colegio de Puerto Montt,
Residencias y Casas de Ejercicios en Valparaíso y Concepción, Statio en
Puerto Octay.
Además, en el Colegio Máximo en San Miguel estudiaban Teología 6 jesuitas
chilenos, más 18 en Filosofía. En Córdoba, Argentina, el P. Fernando Krebs
hacía la 3ª Probación, el Escolar Alfonso Wulf enseñaba Humanidades y 12
estudiaban en el Juniorado. En Europa, estudiaban dos: Alvaro Lavín en
Valkenburg, y Alberto Hurtado en Sarriá.
Fuera de Chile vivían: el P. Fernando Vives en España; el P. Fernando
Ochagavía y el Escolar Hernán Irarrázaval (en magisterio) en el Colegio de
Buenos Aires; el P. Germán Rinsche, en el Seminario de Villa Devoto; en
Santa Fe, Argentina, el Escolar en magisterio Juan Enrique Barros.
Beatificación de los Mártires jesuitas de las Reducciones del Paraguay
Las Reducciones jesuitas en la región del Paraguay, Uruguay, norte de
Argentina y sur del Brasil son ampliamente conocidas. Para muchos, ellas son
670
671
Noticias para los bienhechores, abril 1931, pág. 1.
Noticias para sus bienhechores, septiembre 1930.
316
el mejor trabajo apostólico realizado por la Compañía de Jesús en la parte sur
de América Latina.
El 15 de noviembre de 1628 fueron martirizados en la Reducción “Todos los
Santos”, en el Caaró, hoy territorio del Brasil, los PP Roque González de
Santa Cruz s.j. y Alfonso Rodríguez Obnel s.j. Al día siguiente, en la
Reducción “Asunción”, a orillas del río Yjuhí, afluente oriental del río
Uruguay, fue martirizado el P. Juan del Castillo s.j.
Los Procesos de esta Causa se iniciaron pronto. En Asunción, Buenos Aires y
Corrientes. Pero los decretos del Papa Urbano VIII les impidieron avanzar. La
supresión de la Compañía de Jesús en 1773 casi los dejaron en el olvido.672
En el año 1925, por orden del P. Ramón Lloberola s.j., Provincial, y con la
cooperación del P. Carlos Leonhardt s.j., misionero alemán que había estado
radicado en Puerto Montt, Chile, se obtuvo una copia del Proceso, conservado
en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, debidamente legalizada por el Jefe
del Archivo Nacional y la Curia eclesiástica. Esa copia fue enviada al
Postulador General de las Causas de la Compañía, en Roma, para que allí
fuese examinado de nuevo.673
En septiembre de 1928, el P. Tomás Ignacio Travi s.j. trajo a Buenos Aires la
reliquia del corazón del mártir Roque González de Santa Cruz, que había sido
llevada en 1634 a Roma y donde había sido conservada cuidadosamente
durante tres siglos en la Capilla de las reliquias. El corazón del mártir Roque
González quedó en la iglesia del Salvador en Buenos Aires.674
El 13 de noviembre de 1928, el P. Postulador General de las Causas de la
Compañía de Jesús en Roma, P. Carlos Miccinelli s.j., nombró por Decreto al
P. Tomás Ignacio Travi s.j. Vicepostulador de la Causa de los Mártires del
Paraguay.675
El 24 de agosto de 1929 tuvo lugar en el Arzobispado de Buenos Aires la
Sesión preparatoria del proceso ordinario de beatificación, bajo la presidencia
del Sr. Arzobispo. Asistieron el Vicepostulador, el Secretario del Arzobispado,
el Juez delegado Monseñor Fortunato Devoto, el Notario eclesiástico y otros
funcionarios; además el P. Provincial Luis Parola s.j. Desde aquel día
prosiguieron con regularidad las Sesiones concernientes al Proceso.676
En octubre de 1929 el P. José María Blanco s.j. publicó su “Historia
documentada de la vida y gloriosa muerte de los Padres Roque González de
Santa Cruz, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo de la Compañía de Jesús,
mártires del Caaró e Yjuhí” con las vidas y documentos necesarios para los
Procesos.677
672
Las vidas de estos mártires se encuentran en los textos publicados por el autor de esta Historia las cuales se
señalan en la Bibliografía.
673
Noticias para bienhechores, 1 de febrero de 1927.
674
Id., noviembre de 1928.
675
Id., febrero de 1929.
676
Id., octubre de 1929.
677
Id., noviembre de 1929.
317
El 5 de julio de 1932, en el Palacio Apostólico Vaticano se celebró la
Congregación de Ritos en la cual se ha sujetado, al juicio de los Cardenales y
Obispos que la componen, la Introducción de la Causa de Beatificación y
Canonización de los Siervos de Dios Roque González de Santa Cruz, Alonso
Rodríguez y Juan del Castillo.678
El 25 de abril de 1933 se celebró en Roma la Congregación Antepreparatoria
en orden a la Beatificación Y el día 13 de junio se tuvo la Preparatoria.679
La Beatificación se celebró en Roma el 28 de enero de 1934. A ella asistió la
peregrinación de 232 personas que salió de Buenos Aires el día 5 del mismo
mes, presidida por dos Obispos y 23 sacerdotes. Los jesuitas fueron 5. La
representación más numerosa fue la argentina, seguida en orden descendente
por la uruguaya, la chilena, la paraguaya y la brasileña. Terminada la
ceremonia, fueron presentados los obsequios acostumbrados. Correspondió al
niño Gabriel Valdés Subercaseaux, alumno del Colegio San Ignacio, presentar
un ramo de palmas y flores.680
En Paraguay, Argentina, Uruguay, Chile y Brasil se celebraron fiestas
solemnes en honor de los nuevos Beatos.
Los jesuitas de Chile se alegraron de manera especial, porque sabían que los
tres nuevos Bienaventurados de la Compañía de Jesús habían pertenecido, en
la época colonial de la Compañía, a la misma Provincia a que había
pertenecido Chile. Aun más, sabían que el Beato P. Juan del Castillo s.j. había
vivido tres años en la ciudad de Concepción, durante la experiencia del
magisterio. Se había así constituido en el único, y hasta entonces primer,
jesuita beatificado que hubiera vivido en Chile.
Capítulo IV. El P. Tomás Travi s.j., Provincial (1936-1946)
El P. Tomás Ignacio Travi Costa s.j. fue nombrado Provincial de la Provincia
Argentino-Chilena el 31 de mayo de 1936. En esa época la Región Chilena de
la Compañía de Jesús todavía dependía de la Provincia Argentino-Chilena.
Había nacido en Buenos Aires, Argentina, el 2 de junio de 1894. Ingresó en la
Compañía de Jesús el 1 de abril de 1908 en Córdoba, Argentina.
Hecho el noviciado, fue a España para proseguir sus estudios: el Juniorado,
desde 1910 a 1914, un año en Gandía y el resto en Veruela; la Filosofía, desde
1914 a 1917. La experiencia del Magisterio la hizo en el Seminario de Villa
Devoto en Buenos Aires, en los años 1918 a 1921. De regreso en España, hizo
dos años de Teología en Tortosa y dos en Sarriá, Barcelona. Se ordenó de
sacerdote el 27 de julio de 1924. La Tercera Probación la hizo en Manresa, en
el año escolar 1925-1926.
678
Id., septiembre de 1932.
Id., junio de 1933.
680
Id., marzo de 1934, donde hay amplios detalles de las ceremonias y asistentes.
679
318
Obtenido el Doctorado en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana de
Roma, fue Profesor de esa materia, años 1928 a 1930, en el Seminario de
Buenos Aires en Villa Devoto.
Primer Rector, 1931 a 1936, del Colegio Máximo en San Miguel, Buenos
Aires. Fue Provincial desde 1936 a 1946.
Con motivo de la II Guerra Mundial, fue Visitador, con facultades
extraordinarias, de las Provincias de lengua castellana de Iberoamérica,
excepto México.
En la Congregación General de la Compañía de Jesús XXIX fue elegido
Asistente de América Latina el 23 de septiembre de 1946.
Murió en Roma el 24 de octubre de 1961.681
Nota importante. En este Capítulo de la Historia de la Compañía de Jesús en
Chile, no se puso nada de la actuación del P. Tomás Travi s.j. con relación a
los Colegios y Residencias jesuitas en Chile. Él fue el Provincial de toda la
Provincia Argentino-Chilena, pero al año de su gobierno la Compañía de Jesús
en Chile empezó a tener una vida más independiente.
Parte VIII. Región Chilena de la Provincia Argentino-Chilena
El día 25 de diciembre de 1930 fue leída en todas las Casas de la Provincia
Chilena la carta del General de la Compañía de Jesús, P. Wlodimiro
Ledóchowski s.j., fechada el 8 de septiembre de 1930, por la que se establece
la separación administrativa de Chile, en la Provincia Argentino-Chilena.
Según esta determinación queda íntegra la Provincia; pero los domicilios y
jesuitas de Chile quedan sujetos al gobierno inmediato de un Viceprovincial,
que residirá en Santiago.682
Ese mismo día se dieron a conocer los nombramientos:
P. José Llusá s.j., Viceprovincial.
P. Pedro Alvarado s.j., Socio del P. Viceprovincial y Consultor de la Región.
P. Carmelo Barone s.j. Consultor de la Región; era Rector en Chillán.
P. Luis Canudas s.j., Consultor de la Región; era Rector en Santiago.
P. José Francisco Correa s.j., Consultor de la Región; era Prefecto de
Congregaciones Marianas de hombres y mujeres.
Como Ecónomo de la Región Chilena fue nombrado el P. Martín Gómez s.j.,
quien al mismo tiempo tenía la misión de revisar la administración económica
de todas las Casas y obras de la Región.683
Antes, desde 1925 hasta el año 1929, el P. Provincial Ramón Lloberola s.j.
había designado al P. José Sales s.j. con el cargo de Vice Ecónomo de la
Provincia para las Casas en Chile, cargo que se había suprimido al ser él
681
Diccionario Histórico biográfico SJ, pág. 3832.
Noticias de la Provincia Argentino-Chilena para sus bienhechores, 01.01.1931, pág. 3.
683
Catálogo Provincia Argentino-Chilena, año 1931, pág. 36.
682
319
nombrado Vice Superior en la Residencia de Valparaíso el 17 de febrero de
1930 por el nuevo Provincial P. Luis Parola s.j.
Capítulo I. El P. José Llusá s.j. Viceprovincial de la Región (1930-1936)
Curia Regional
Al crearse la Región Chilena, el P. José Llusá s.j. pasó a ser el primer
Viceprovincial, con residencia en Santiago. La estableció en la Casa de la
Comunidad del Colegio San Ignacio: en el edificio reservado a los jesuitas,
paralelo a la calle Alonso Ovalle. Allí tuvo su aposento y oficina a igual que el
P. Socio y el P. Ecónomo de la Región.
El orden de las oficinas y aposentos desde la iglesia San Ignacio hacia la calle
Lord Cochrane era el siguiente: Ropería (después Portería de la Residencia
San Ignacio), P. Ministro del Colegio, P. Socio de la Región, P.
Viceprovincial de la Región, el P. Rector del Colegio, y otros dos jesuitas.
El 6 de enero de 1932 el P. Pedro Alvarado fue nombrado Rector en el
Colegio San Ignacio y dejó el cargo de Socio de la Región, tomándolo el P.
Luis Canudas s.j.; ambos continuaron como Consultores en la Región.
En 1933 fue designado Ecónomo de la Región el P. José Sales s.j. por haber
sido traslado al Uruguay el P. Martín Gómez s.j.
En 1934 fue designado Consultor de la Región el P. José Casas s.j., quien era
el nuevo Rector y Maestro de novicios en Chillán.
El P. José Llusá s.j., como anterior Provincial de la Provincia ArgentinoChilena, había autorizado la fundación del Noviciado en Chillán, buscando así
fomentar las vocaciones chilenas a la Compañía. Al término de su mandato
como Provincial había pasado a ser Rector en el Seminario de Buenos Aires y
después Maestro de novicios en Córdoba.684
Antofagasta. Colegio San Luis
El primer contacto entre la Compañía de Jesús y el Colegio San Luis de
Antofagasta tuvo lugar en agosto del año 1934, con motivo del Primer
Congreso Eucarístico diocesano que se celebró en esa ciudad como adhesión
al Congreso Internacional de Buenos Aires. Para preparar el Congreso, a
reiteradas instancias del Obispo, viajaron al Norte para dar misiones los PP.
Moisés Ortiz Fernández s.j. y Abdón Cifuentes Gómez s.j. También viajaron
el P. Viceprovincial P. José Llusá s.j. y el P. Ambrosio Martí s.j., Director de
la Cruzada Eucarística. Y fue entonces cuando el Obispo Alfredo Cifuentes
Gómez y el Pbro Florián Blümel invitaron al P. José Llusá s.j. y a los jesuitas
a visitar el establecimiento.
El Obispo, ex alumno del Colegio San Ignacio, pidió formalmente al P.
Viceprovincial que la Compañía tomara la dirección del Colegio.
684
Tampe, En la Huella de San Ignacio, pág. 178.
320
Después de un intercambio de cartas entre los jesuitas y el Obispo, y con el
beneplácito del P. General de la Compañía de Jesús, P. Wlodimiro
Ledóchowski s.j., se llegó a un acuerdo: en 1935 uno que otro jesuita llegaría
al Colegio, como profesores. De esa manera ellos podrán conocer el ambiente
y preparase para asumir la dirección del Colegio al año siguiente.685
El 29 de enero de 1935 el P. Viceprovincial de la Región Chilena, P. José
Llusá s.j., escribió una Carta Circular a todas las Casas de la Viceprovincia.
“Les pido a todos que encomienden a Dios la instalación de algunos de os
Nuestros en Antofagasta. A pesar de la gran escasez de personal y de los
sacrificios que significa, todos los Consultores y Superiores de la Región
fueron de opinión que se debía iniciar cuanto antes, siguiendo las
indicaciones dadas por el P. General. Estará constituida por los PP. Félix
María Baranera, Nicanor Marambio y el H. Feliciano Barrera. El P.
Baranera será Director Espiritual en el Colegio San Luis y el P. Marambio
tendrá algunas clases en el mismo Colegio. El H. Barrera cuidará ad omnia,
de la Casa situada frente al Colegio, en la que residirá la pequeña
comunidad”.686
Aunque la partida a Antofagasta había sido fijada para los primeros días de
marzo de 1935, sin embargo, a pedido del Sr. Obispo, Monseñor Alfredo
Cifuentes Gómez, adelantó su viaje el P. Félix Baranera s.j. para dar los
Ejercicios al Clero. Se embarcó el Padre en Valparaíso el 19 de febrero, y tras
feliz viaje arribó al cuarto día a Antofagasta. Se alojó en la Curia episcopal.
Pocos días después, llegaron allá el P. Marambio y el H. Barrera. El Obispo
puso al Viceprovincial el siguiente telegrama: “Alabando a Dios por feliz
llegada queridos fundadores, esperanzas de la diócesis. Reitero gratitud”.687
El 12 de agosto de 1935 el P. Viceprovincial viajó a Antofagasta para realizar
allí la primera visita canónica a la nueva Statio jesuita. Estuvo 15 días tratando
despacio con los tres jesuitas, con el Pbro Florián Blümel, Rector todavía del
Colegio San Luis, y muy particularmente con el Obispo Monseñor Alfredo
Cifuentes, todo el asunto del establecimiento canónico de la Compañía de
Jesús en la diócesis y sobre la posibilidad y conveniencia para que en el curso
de 1936, la Compañía de Jesús pudiera asumir el Rectorado de Colegio, tal
como lo había pedido el Sr. Blümel, Rector y Fundador.
El 15 de agosto de 1935 el P. Viceprovincial celebró la Misa en la Capilla del
Colegio San Luis para recibir en ella los Últimos Votos e incorporación
definitiva del P. Nicanor Marambio s.j. en la Compañía. A esta ceremonia
asistió el Sr. Obispo, la pequeña comunidad, los alumnos internos del Colegio
y algunos profesores.
Terminada la visita, el P. Viceprovincial dejó consignado oficialmente lo
siguiente:
685
Hallet, Historia del Colegio San Luis de Antofagasta, pág. 3; Cf. Noticias de la Región octubre 1934.
Noticias de la Región Chilena, año 1935, n° 37, pág. 3.
687
Id., n° 38, pág. 1.
686
321
“Después de los seis meses de prueba, y previa la autorización dada por
escrito el 10 de abril próximo pasado por el Excmo. y Rvdmo. Monseñor Don
Alfredo Cifuentes Gómez, Obispo de la diócesis y la aprobación de la Santa
Sede, según documento de la Sagrada Congregación de Religiosos de 20 de
mayo del presente año, y en uso de la facultad comunicada por el Muy
Reverendo Padre General con fecha 25 de mayo declaro canónicamente
constituida en Antofagasta Casa de la Compañía de Jesús”.
Así el 27 de agosto. Y esta declaración la comunicó oficialmente al Sr.
Obispo. Ese mismo día el P. Viceprovincial se embarcó para regresar a
Valparaíso y Santiago.688
Antecedentes del Colegio San Luis
El Pbro. Luis Silva Lezaeta había sido el primer Vicario Apostólico de
Antofagasta, sucesor del Administrador Apostólico Pbro Florencio Fontecilla
Sánchez, desde mayo de 1887 hasta 1896. Y después de ser Vicario foráneo en
Copiapó, desde 1896 a 1904, fue designado nuevamente Vicario Apostólico
de Antofagasta el 4 de noviembre de 1905. Tomó posesión de su cargo el 10
de febrero de 1906. El 5 de enero de 1912, el Papa San Pío X lo nombró
Obispo titular de Oleno, siendo consagrado en la Catedral de Santiago el 28 de
abril de ese mismo año.689
En la ciudad de Antofagasta existían el Colegio de enseñanza primaria del
Corazón de María, de los Padres Claretianos, para varones, y la Escuela de
Niñas, también primaria, de las Hermanas de la Providencia. Pero el deseo de
Monseñor Silva Lezaeta era crear Colegios secundarios.
En 1916 llegó al norte el P. Florián Blümel, sacerdote de la Congregación del
Verbo Divino, quien deseoso de una labor más misionera, pidió su
secularización y se incorporó al muy escaso clero de la Vicaría Apostólica de
Antofagasta. Su amigo, el P. Albino Seeger, y el H. Albino Sochor siguieron
sus pasos y fueron los primeros en concretizar el proyecto del Prelado.
Un contrato, firmado el 30 de marzo de 1916, dio la partida al Colegio que
llevaría el nombre de San Luis, patrono universal de la juventud. Y sería una
institución autónoma.
El 24 de abril de 1916 ingresaron los primeros alumnos en la casa que llevaba
el número 361 de la calle Baquedano. La propiedad tenía 13 metros de frente y
50 de fondo. Diez piezas fueron acomodadas como salas de clases y oficinas.
Un patio cubierto acogía a los alumnos durante los recreos. Unos veinte
alumnos fueron distribuidos en una sub preparatoria y dos preparatorias.
En 1917 se habilitó un internado y un medio pupilaje. Los alumnos llegaron a
120 y a los cinco profesores del primer año se agregaron otros cuatro.
688
689
Noticias de la Región Chilena, 6 de septiembre de 1935.
Oviedo, op. cit., págs. 217 y 218.
322
En 1918 se incorporó el P. Pedro Neuhausen y en 1920 el P. Gerardo Inhester,
ambos religiosos del Verbo Divino secularizados e incardinados en la Vicaría
de Antofagasta.
En 1921 se firmó un nuevo contrato y el P. Blümel, como Rector del Colegio,
fue facultado para iniciar la construcción de un nuevo edificio en calle
Baquedano con calle 14 de febrero. La construcción del nuevo edificio, sobre
la base de planos del arquitecto Cousiño Talavera, coincidió con la crisis que
afectó a las industrias salitreras. Pero a pesar de ello, ya en 1922 todo
funcionaba normalmente. Las matrículas fluctuaron entre 275 y 391 alumnos,
pero hubo un “peak” en 1929 con 572 alumnos.
El cuerpo de profesores se vio reforzado con la llegada de otros tres sacerdotes
que habían pertenecido a la Congregación del Verbo Divino: los PP. León
Strubbe en 1924, Bruno Klimpe en 1928 y Pablo Schmidt en 1929. Además
trabajaban en el Colegio los Pbros. Luis Urzúa y Carlos Momberg en 1927.
Monseñor Luis Silva Lezaeta falleció el 21 de mayo de 1929. En 1934, el P.
Florián Blümel propuso, por primera vez, al nuevo Obispo Monseñor Alfredo
Cifuentes Gómez que iniciara la búsqueda de una Congregación religiosa que
pudiera hacerse cargo del Colegio. Entretanto él había organizado la fundación
de un Colegio alemán para niñas: el futuro Instituto Santa María.690
La primera comunidad jesuita
El P. Nicanor Marambio Molina s.j., en calidad de Ministro, presidió la
pequeña casa ubicada al frente del Colegio: “Statio” anexada al Colegio San
Ignacio de Santiago. Y de inmediato ambos sacerdotes, además de sus trabajos
en el Colegio, tomaron ministerios en la ciudad, urgidos por la enorme escasez
de clero. Uno de los trabajos emprendidos fue la atención de la colonia griega,
de 400 personas, casi toda ortodoxa.
A fines del año 1935, los jesuitas, el Viceprovincial y el Obispo de la diócesis
enviaron a Roma los informes requeridos por el P. General para que éste
pudiera tomar la determinación definitiva acerca de la dirección del Colegio.
El 6 de enero de 1936 el P. General, P. Wlodimiro Ledóchowski s.j. escribió:
“Apruebo el convenio entre el Obispo de Antofagasta y el P. Viceprovincial
sobre hacerse cargo de la dirección y administración del Colegio San Luis de
Antofagasta”.691
El 1 de febrero de 1936, el P. Nicanor Marambio Molina s.j. asumió como
Rector del Colegio, asesorado durante un tiempo por el Pbro. Florián Blümel.
Este mismo año vino a reforzar al pequeño grupo de jesuitas el P. Mariano
José Campos s.j.692
690
Cf. Hallet, op. cit., págs. 1-3.
Cf. Noticias de la Región Chilena, año 1935.
692
Hallet, op. cit., pág. 4.
691
323
El P. Nicanor Marambio Molina s.j. había nacido en Santiago, Chile, el 29 de
mayo de 1901. Su abuelo había construido el templo de los jesuitas en
Valparaíso, y tan a conciencia que el violento terremoto del 16 de agosto de
1906 no dejó el menor rastro.
En el Colegio San Ignacio sintió el llamado de Dios. Entre sus compañeros de
clases figuraron los futuros jesuitas: San Alberto Hurtado, Luis Ramírez Silva
y Alvaro Lavín Echegoyen. En su vocación fue acompañado por los PP.
Fernando Vives s.j., José Tomás Alarcón s.j., y Zoilo Villalón s.j.
El 8 de marzo de 1917 ingresó en el Noviciado de Córdoba, en Argentina. En
esa misma Casa de formación completó los estudios humanísticos, añadiendo
los clásicos de literatura, además de latín y griego. Los estudios de Filosofía
los hizo en el Seminario de Villa Devoto de Buenos Aires.
En 1926 regresó a Chile, al Colegio San Ignacio, para la experiencia del
magisterio. Volvió a Villa Devoto en 1929, para iniciar los estudios de
Teología. Los terminó en el Colegio Máximo en San Miguel, Argentina,
inaugurado el año 1931, donde fue ordenado sacerdote en la primera
ordenación habida en dicha Casa de formación.
En 1933 fue Prefecto General del Colegio San Ignacio, y en 1934 hizo la 3ª
Probación en Córdoba. En 1935 fue destinado a Antofagasta. Allí estuvo 31
años, interrumpidos sólo por tres años, 1949-1951, transcurridos en el Colegio
Loyola de Padre Hurtado, donde fue Rector y Maestro de Novicios.
Murió en Antofagasta el 19 de julio de 1966, reconocido como uno de los
mayores apóstoles del Norte grande.693
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
En este período fueron Superiores de la Residencia de Valparaíso los Padres
José Sales s.j. (1930-1934) y el P. Jaime Ripoll s.j. (1934-1937).
La biografía del P. José Sales la señalamos más arriba.
El año 1930 se compró, gracias a diligencias de P. José Sales, una casa
contigua a la Casa de Ejercicios y, para proceder a la construcción de la nueva,
se derrumbó la antigua. Esta construcción se inició el 1 de mayo de 1931, pero
los trabajos no pudieron avanzar por no haber llegado aun los planos que se
habían enviado a Roma para su aprobación.694
El año 1931, como en años anteriores, se predicó en nuestra iglesia todos los
primeros y terceros domingos de cada mes; el mes del Sagrado Corazón y el
de María; el Septenario de Dolores. Éste fue precedido por un Retiro de cuatro
días a las Señoras. También se dieron en la iglesia Ejercicios a unos 300
pobres a quienes se repartió víveres y ropa.695
693
Tampe, op. cit., págs. 261-262.
Archivo SJ, Cartas anuas Valparaíso, pág. 52.
695
Id., id, pág. 55.
694
324
En 1932 sobresalieron las Misiones. En la Cárcel (Sección Detenidos y
Menores) asistieron 200 adultos y 108 menores. Se bautizaron 20 menores.
Hubo 50 Primeras Comuniones y las Confirmaciones, administradas por el
Vicario General, fueron a 90 menores y a 30 adultos. La Congregación de la
Buena Muerte contribuyó a la preparación espiritual y con el agasajo material.
La Misión del albergue también fue admirable. Albergue es un galpón en que
los cesantes pobres viven hacinados, de lo que escasamente les puede dar el
Gobierno. En uno de esos albergues dieron Misión los PP. Moisés Ortiz s.j. y
Domingo Roselló s.j. con notable fruto de uniones legitimadas y de
confesiones de 30 y aun de 60 años, según decían públicamente los mismos
interesados. Otra Misión notable fue la dada a los suplementeros, o
vendedores de periódicos, lustrabotas y trabajadores pobres, en el campo de
deportes del Hospital San Agustín. En la Misa final comulgaron más de 100
de los asistentes.
Los mismos misioneros, PP. Ortiz y Roselló, dieron tres Misiones en Los
Andes, en Capillas filiales de la Parroquia de Santa Rosa. En la Hacienda San
Vicente hacía 24 años que no se había dado misiones.696
En la Semana Social que se celebró en la Universidad Católica de Valparaíso,
desde el 3 de enero al 10 de enero de 1933, tomaron parte importante los PP.
Fernando Vives Solar s.j. y Jorge Fernández Pradel s.j. El primero habló en la
Sesión de apertura, presidió algunas Sesiones ordinarias y tuvo a su cargo la 4ª
Lección del Programa, sobre el “Valor social del Evangelio y las Parábolas
sociales”. El P. Fernández Pradel desarrolló el tema “Comunismo” en la 9ª
Lección.
La nueva Casa de Ejercicios, con cuarenta piezas bien dispuestas, dos amplios
patios, comedor y cocina, servicios higiénicos, y Capilla grande e iluminada,
fue inaugurada el 14 de mayo de 1933 con gran solemnidad, asistiendo el
Obispo diocesano de Valparaíso Dr. Eduardo Gimpert Paut, el Vicario
General, el P. Viceprovincial, el Rector del Colegio San Ignacio, caballeros
bienhechores, señoras y amigos. La bendición solemne de la Casa y la Capilla
la ofició el P. Viceprovincial y pronunció un hermoso discurso el P. Superior
José Sales s.j. a quien se debía la admirable diligencia en allegar limosnas para
esta obra. La inauguración fue seguida de una semana de fiestas religiosas. Se
editó, para obsequiar a los bienhechores, un “Album de la Casa de Ejercicios”
como recuerdo de las festividades. Este Album contiene en su primera página
estas Notas históricas de la antigua casa:
“El día 31 de julio de 1852 se establecieron los Padres Jesuitas en la Casa
que ocupan ahora. Su primer cuidado fue construir la Casa de Ejercicios, en
que demoraron cuatro años. Ayudó con sus donaciones Don Francisco
Ignacio Ossa, de Santiago, y otras familias bienhechoras de Valparaíso. La
primera corrida de Ejercicios se dio el 5 de agosto de 1856. Desde esa fecha,
todos los meses se daba una corrida, menos en diciembre y enero; varios años
se dieron dos corridas mensuales. Se daban los Ejercicios alternativamente, a
caballeros y señoras. En cada corrida solían entrar, de ordinario, un centenar
de personas; en el mes de septiembre, en las fiestas patrias, el número de
696
Noticias de la Región Chilena año 1932.
325
ejercitantes pasaba de 200, algunos años. El número total de corridas dadas
en la antigua Casa pasó de 500 habiendo practicado los Ejercicios más de
45.000 personas”.
En la última página del Album se consignaron las siguientes Notas de la nueva
Casa de Ejercicios:
“El día 11 de abril de 1930 comenzó la demolición del antiguo edificio. El 2
de junio de 1930 se compró la casa vecina para agregarla y dar mayor
extensión a la nueva Casa de Ejercicios, cuya construcción empezó el 1 de
mayo de 1931. Todos los planos del nuevo edificio fueron hechos por el
Ingeniero Don Guillermo Franke; dirigió las obras el Ingeniero de este puerto
Don Luis Ozarnótegui. Los gastos de la obra se hicieron con donaciones
particulares y limosnas de bienhechores de Santiago y Valparaíso. El 14 de
mayo de 1933 se bendijo solemnemente la nueva Casa y Capilla, con
asistencia del Excmo. Sr. Obispo Eduardo Gimpert, el P. Viceprovincial de la
Compañía de Jesús, P. José Llusá s.j. y numerosa concurrencia de padrinos”.
En esta fecha quedó terminado el primer piso del edificio; quedaba por
terminar el 2° piso”.697
Don Arturo Alessandri Palma, en su segundo período en la Presidencia de la
República, hizo dictar un Decreto eximiendo a todas las Casas de Ejercicios
del país de todo impuesto, a título de ser “Casas de alta Cultura social”.698
La Asociación de Maestras, de las cuales la mayor parte son fiscales, era
atendida por el P. Pío Gibernau. Todos los meses les daba un Retiro espiritual
con una conferencia. Dos veces al año tenían oportunidad de hacer Retiros
más largos, y al fin del año los Ejercicios Espirituales.699
El P. Jaime Ripoll s.j. fue nombrado Superior de la Residencia el 15 de abril
de 1934.
El P. Jaime Ripoll s.j. había nacido en el lugarejo de Soller, en Mallorca,
España, el 15 de junio de 1879. Y después de haber pasado por el Seminario
diocesano, había ingresado en la Compañía de Jesús, en el Noviciado de
Gandía, el 14 de febrero de 1895.
Emitidos los votos del bienio, fue enviado al Colegio de Veruela y Tortosa
para hacer los estudios de Letras y Filosofía, respectivamente, en los años
1897 a 1902.
Para la experiencia del Magisterio fue destinado al Colegio La Inmaculada en
Santa Fe, Argentina. Se embarcó el 4 de agosto de 1902 en Barcelona y llegó a
Buenos Aires el 24 del mimo mes. En el Colegio de La Inmaculada estuvo seis
años, según era la costumbre entonces de todos los que viajaban de Europa a
América.
697
Archivo SJ, Cartas anuas de Valparaíso, 68 y 69.
Archivo SJ, Cartas anuas de Valparaíso, pág. 60.
699
Id., pág. 65.
698
326
Regresó después al Colegio Máximo de Tortosa para cursar la Teología.
Recibió la ordenación sacerdotal el 26 de julio de 1911. La Tercera Probación
la hizo en Manresa, en la Residencia ubicada junto a la Santa Cueva donde
estuvo San Ignacio. El 2 de febrero de 1914 hizo los últimos votos de
incorporación definitiva a la Compañía.
En julio de 1914 regresó a Argentina, y luego de ayudar durante algunos
meses en el Colegio de Santa Fe, cruzó la Cordillera de los Andes con destino
a Santiago, Chile, a donde llegó el 26 de diciembre de 1914. Tenía 36 años, y
en Chile iba a trabajar otros 36.
Ocho años pasó el P. Jaime Ripoll en el Colegio San Ignacio, en Santiago,
como Prefecto de disciplina de los alumnos mayores. Fue también profesor de
Historia y Religión. Pero, sin duda, su trabajo más importante y notable fue la
Dirección de la Congregación Mariana y del Apostolado de la Oración entre
los alumnos. Comunicaba su entusiasmo, su devoción al Corazón de
Jesucristo, y así florecieron esas dos instituciones de vida espiritual, y con
ellas un generoso movimiento de apostolado entre los pobres: Patronato San
Ignacio, Catecismo dominical, con buena asistencia de niños, en la iglesia San
Ignacio.
En 1922 fue enviado por los Superiores a la ciudad de Chillán. En la Casa de
formación ejerció doce años el cargo de Maestro de novicios, y al mismo
tiempo dirigía el Seminario Menor o Escuela Apostólica de la Compañía.
Como Maestro de novicios su acción fue profunda. Él fue quien recibió el 14
de agosto de 1923 al joven Alberto Hurtado Cruchaga.
En 1934 fue destinado a Valparaíso, como Superior de la Residencia, cargo
que desempeñó hasta el año 1937.
Después estuvo un año en Concepción, y luego fue enviado al incipiente
Colegio San Luis en Antofagasta donde trabajó con ahínco hasta 1941.
Estuvo tres años como Padre Espiritual en la nueva Casa de formación,
Noviciado y Juniorado, en la Estación Marruecos. Los últimos siete años de su
vida los vivió en el Colegio San Ignacio, donde fue Padre Espiritual del
Seminario arquidiocesano y predicaba Retiros y Triduos. Falleció el 13 de
marzo de 1951.700
En 1934, el Obispo de Valparaíso organizó un Congreso Eucarístico en la
ciudad, que se celebró en el Estadio Playa Ancha, del cual hizo presidente al
Superior de los jesuitas. El P. Moisés Ortiz Fernández s.j. se encargó de
organizar a los niños y jóvenes, creando Centros de Cruzada Eucarística en
todas las parroquias. Y en los sucesivos Congresos Eucarísticos, en Quillota,
Villa Alemana, en Limache y otros pueblos, los jesuitas tuvieron gran trabajo.
Dada la experiencia, el P. Moisés Ortiz s.j. intervino en el Congreso
Eucarístico de la Parroquia de Santiago Apóstol en Santiago. Y también, con
700
Tampe, op. cit., págs. 204 y 205.
327
el P. Abdón Cifuentes, viajó a Antofagasta para predicar Misiones,
contribuyendo así al éxito del Congreso Eucarístico de esa ciudad.701
Desde 1934 el P. Moisés Ortiz s.j. pasó a ser, hasta su muerte el 28 de julio de
1936, el P. Espiritual del Seminario San Rafael, y, dos veces al mes, en el
Instituto Rafael Ariztía en Quillota.
Nueva Casa de Ejercicios del Obispado de Valparaíso. En el mes de mayo de
1935 se inauguró, en el Cerro Barón, una nueva Casa de Ejercicios. La
inauguración empezó con un Retiro espiritual del Clero, dirigido por el P.
Jaime Ripoll s.j., al que asistieron todos los párrocos de Valparaíso y Viña del
Mar, Por la tarde fue la solemne bendición de la Casa y Capilla por el Sr.
Obispo. Esta nueva Casa será atendida por la Congregación de las Monjas de
la Providencia.
Escuela Pedro de Valdivia en Valparaíso
En 1930, siendo Superior el P. José Sales s.j., en un segundo período, se
celebraron las Bodas de Diamante de la Escuela. Esta celebración llenó
amplios programas: durante varios días las diversas publicaciones sólo
tuvieron palabras de alabanza. La Escuela Pedro Valdivia, por primera vez
presentó en público un Acto de gimnasia. Fue muy celebrada la corrección de
sus alumnos los cuales estrenaron ese día su uniforme.702
La Escuela en 1932 funcionó con 350 alumnos. El P. Moisés Ortiz Fernández
s.j., llegado el 17 de marzo de 1932, fue nombrado Sub Director de ella,
tomando al mismo tiempo las clases de Religión en los cuatro cursos
superiores. Fue también Director de la Cruzada Eucarística, la que en 1933
tuvo 235 niños cruzados, y de la Congregación de San Luis entre los alumnos
y ex alumnos de la Escuela.703
El P. Pío Gibernau s.j. estuvo al frente de la Escuela más de 16 años, hasta su
muerte ocurrida el 5 de septiembre de 1934.
Al morir el P. Gibernau dejó bien organizada la Escuela, bien abastecida y
encaminada. El último año de su vida ya acariciaba la idea de adquirir para la
Escuela el sitio que quedaba al frente de la Residencia, cosa que tenía la
aprobación de los Superiores pues el sitio podía servir para cancha de
expansión de los alumnos, y además así se evitaría que fuera adquirido por
otros y se levantara ahí un edificio que quitaría toda vista e independencia a la
Residencia.
A la muerte del P. Pío Gibernau, asumió la Dirección de la Escuela el P. Jaime
Ripoll s.j., quien era simultáneamente Superior de la Residencia, Asesor de la
Asociación de Maestras y Director diocesano del Apostolado de la Oración y
Cruzada Eucarística. El P. Marciano Trujillo s.j. fue nombrado Sub Director.
Y la matrícula de la Escuela subió a 420 en 1935, incluso después de haber
tenido que rechazar a muchos por falta de local. Durante el año, cuatro
701
Archivo SJ, Cartas anuas de Valparaíso, págs. 80 y 81.
Archivo SJ, Cartas anuas de Valparaíso, pág. 51.
703
Id., Id, pág. 60.
702
328
alumnos y un ex alumno ingresaron en Chillán al Seminario Menor de la
Compañía de Jesús.
El P. Ripoll reorganizó la Asociación de Padres de familia y el Centro de Ex
alumnos de la Escuela.
La compra de la propiedad al frente de la Residencia la hizo el P. Jaime Ripoll
s.j. el año siguiente, firmándose la Escritura en agosto de 1935.704
En 1936, la Escuela, muy acreditada ante el público, llegó al número de 500
alumnos, y hubo que rechazar peticiones por hacerse pequeño el local.705
Santiago. Colegio de San Ignacio
En este período los Rectores en el Colegio San Ignacio son: el P. Luis
Canudas que había asumido el cargo en propiedad el 6 de abril de 1927,
después de servirlo interinamente a la muerte de su antecesor. El P. Pedro
Alvarado Oyarzún s.j. lo fue desde el 6 de enero de 1932.
La biografía del P. Canudas la presentamos más arriba.
Estadio del Colegio. En las postrimerías del Rectorado del P. Luis Canudas s.j.
se obtuvo la licencia del P. General en orden a comprar un terreno de 10
cuadras ubicado en la parte alta de la ciudad. El 12 de mayo de 1931 se
firmaron las escrituras de compraventa con Don Ricardo Lyon Pérez Estos
terrenos eran parte del fundo Lo Bravo y Lo Belloto. El precio comercial fue
de $ 629.000. Esta suma pudo ser aportada gracias a la herencia recibida por el
P. José Francisco Correa Valenzuela s.j.
En ese momento se pensó únicamente en que se podía tener un Estadio donde
los alumnos pudieran practicar deportes. Y los terrenos más cercanos a la
prolongación de la calle Francisco Bilbao empezaron a transformarse en
canchas de fútbol.706
En la distribución de premios del 2 de diciembre de 1931 la mesa de honor
estuvo presidida por ilustres ex alumnos: Don Juan Esteban Montero,
Vicepresidente entonces de la República; Monseñor José Horacio Campillo,
Arzobispo de Santiago, Don Luis Gutiérrez Alliende, Ministro de Justicia;
Monseñor Juan Francisco Fresno, Vicario General de la arquidiócesis;
Monseñor Juan Subercaseaux Errázuriz, Rector del Seminario Pontificio de
Santiago; General de Ejército Indalecio Téllez, etc. El Sr. Fernando Rodríguez
Silva tuvo el discurso de despedida de los bachilleres.707
El P. Pedro Alvarado Oyarzún s.j. había nacido el 17 de abril de 1896 en la
pequeña isla de Chelín, en el archipiélago de Chiloé, donde sus padres eran
propietarios.
704
Historia Domus Valparaíso, pág. 193.
Archivo SJ, Cartas anuas Valparaíso, año 1936.
706
Juan Pablo Cárcamo y otros, op. cit., pág. 136.
707
Noticias de la Provincia, diciembre 1931.
705
329
En el Seminario San Carlos de Ancud, dirigido por la Compañía de Jesús,
cursó los estudios secundarios y de filosofía.
Cuando cursaba el primer año de Teología solicitó su ingreso a la Compañía
de Jesús, debiendo hacerlo en el Noviciado de Córdoba, Argentina, el 10 de
abril de 1915. Hechos los votos del bienio, allí mismo estudió dos años, 1917
y 1918, los clásicos latinos y griegos. En 1919 se trasladó a Buenos Aires para
estudiar durante tres años la Filosofía escolástica.
En 1922 regresó a Chile y en el Colegio San Ignacio tuvo la experiencia del
Magisterio. Enseñó aritmética y castellano en los cursos básicos.
Los estudios de Teología los hizo en el Colegio Máximo de Sarriá, en
Barcelona, donde se ordenó de sacerdote el 27 de julio de 1927. Hecha la
Tercera Probación en Manresa, regresó a América en 1930. Estuvo en el
Seminario de Villa Devoto, en Buenos Aires, como profesor de Teología y
Padre espiritual de seminaristas. Y el 30 de diciembre de 1930 fue nombrado
Socio y Consultor del Viceprovincial P. José Llusá en la recién creada Región
Chilena de la Provincia y al mismo tiempo Padre espiritual de alumnos en el
Colegio San Ignacio de Santiago, Chile.
El 6 de enero de 1932 fue nombrado Rector del Colegio. En este cargo estará
hasta el año 1936.
Será Viceprovincial de la Región el 17 de enero de 1937, y primer Prepósito
ese mismo año de la Viceprovincia independiente de Chile. Estará en este
último cargo 10 años.
Después será Rector de la Casa de formación en la Estación Marruecos y
nuevamente Rector del Colegio San Ignacio. Fue profesor de Teología Moral
en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile.
Falleció en Santiago el 21 de mayo de 1959.
Para muchos, el P. Pedro Alvarado s.j. fue uno de los más importantes
organizadores de la Compañía de Jesús en Chile.708
Durante el Rectorado en el Colegio San Ignacio del P. Alvarado, éste tuvo dos
Prefectos Generales del Colegio antes de encontrar al que le pareció
definitivo. El cargo de Prefecto General era el más importante en un Colegio,
pues era él quien dirigía la obra, desde la admisión y dimisión de alumnos,
contratación de profesores seglares, distribución de asignaturas y horas de
clases a jesuitas y laicos, la responsabilidad de la disciplina, y ser el
representante real ante las Comisiones examinadoras y el Ministerio de
Educación. El Rector conservaba el carácter de Superior de la comunidad y la
resolución en todos los casos de apelación escolar.
708
Tampe, op. cit. págs. 254 y 255; Cf. Hanisch, Historia Colegio San Ignacio, pág. 157.
330
En 1932 fue Prefecto General el P. Buenaventura Teixidor s.j.; y en 1933, el P.
Nicanor Marambio s.j. En 1934 fue nombrado el P. Alvaro Lavín Echegoyen
s.j., quien va a permanecer hasta finales del año 1937 cuando pasó a Chillán.
El P. Alvaro Lavín s.j., ex alumno del Colegio, supo dar un tono de suavidad a
la disciplina. Fue un cambio notable, pero no todos estuvieron de acuerdo pues
se perdía el modo severo y exigente de los anteriores Prefectos españoles.
El personal jesuita del Colegio osciló, en el Rectorado del P. Alvarado entre
37 y 44 personas; los profesores seglares fluctuaron entre 12 y 14.
El número de alumnos pasó de 366 a 605 en estos cinco años. Por esto en
1934 se formó la Quinta División de alumnos, y en 1936, la Sexta División.709
Perturbaciones políticas. El 26 de julio de 1931 el General Carlos Ibáñez del
Campo, Presidente de la República desde el 21 de julio de 1927, después de
renunciar Don Emiliano Figueroa Larraín, renunció a su cargo en el Presidente
del Senado, Don Pedro Opazo Letelier. En las elecciones celebradas el 4 de
octubre de ese año, fue elegido Don Juan Esteban Montero Rodríguez.
El 4 de junio de 1932 una revolución derrocó al Presidente de la República
Don Juan Esteban Montero y corrió por la ciudad la voz de que las turbas
asaltarían las Casas religiosas y las iglesias. Gran parte del clero, sacerdotes y
religiosos, también las religiosas, vistieron traje seglar y abandonaron sus
conventos por temor a las turbas incontroladas.
Los Padres del Colegio San Ignacio se vistieron de seglar y pasaron algunos
días fuera del establecimiento hasta que se restituyó la calma. En el Colegio
sólo se quedaron el P. Rector con algunos Hermanos jesuitas para cuidar hasta
donde fuera posible el Colegio y la Iglesia, de la cual se había retirado el
Santísimo.
Los ex alumnos acudieron en gran número, el 4 de junio, al Colegio para
ofrecer refugio en sus casas y fundos agrícolas a los Padres y Hermanos, y
para defender con armas el Colegio y la Iglesia, si fuere necesario.710
Este pánico pasó pronto, aunque los cambios de Gobierno fueron frecuentes
ese año: un Gobierno provisional, desde el 4 al 12 de junio, con una Junta de
Gobierno presidida por Don Carlos Dávila Espinoza; la presidencia de Don
Rolando Merino Reyes, del 13 de junio al día 16, por renuncia de Don Carlos
Dávila en su Ministro del Interior; una nueva Junta presidida por Don Carlos
Dávila y el coronel Pedro Lagos Ariztía como jefe del movimiento; una nueva
Junta, también presidida por Don Carlos Dávila desde el 8 de julio al 13 de
septiembre, “los cien días de Dávila”; el gobierno provisional de Don
Bartolomé Blanche Espejo, por un pronunciamiento militar, desde el 13 de
septiembre al 2 de octubre; la Vicepresidencia de Don Abraham Oyanedel
Urrutia, quien era Presidente de la Corte Suprema y que convocaría a
709
710
Hanisch, Historia del Colegio, pág. 161.
Id., págs. 161 y 162.
331
elecciones. En estas elecciones fue elegido Don Arturo Alessandri, regresando
el país a la normalidad política.711
El Círculo Sacerdotal de Estudios Sociales. Fundado y dirigido por el P.
Fernando Vives Solar s.j., en 1932, organizó una breve Semana Social, que se
verificó con gran concurrencia de sacerdotes del clero secular y aun regular,
los días 12, 13 y 14 de septiembre en la Casa de Ejercicios de San Juan
Bautista. Los temas fueron desarrollados con competencia teológica por
Monseñor Martín Rücker, Obispo de Chillán, que inauguró la Semana con una
lección sobre “Propiedad”; por el mismo P. Fernando Vives que habló sobre
“Capitalismo”; por el P. Jorge Fernández Pradel que desarrolló el tema de los
“Sindicatos”; y por varios de los Párrocos y sacerdotes más competentes y
celosos en la Obra Social que se desarrollaba en Santiago y Valparaíso.
Después de las conferencias, se tuvieron reuniones de carácter práctico y
familiar, sobre la manera de llevar a la práctica, en sus respectivas parroquias,
la doctrina expuesta en cada tema.712
Acción Católica. El P. José Tomás Alarcón s.j. publicó una “Cartilla de
Acción Católica” que mereció ser “aprobada por todo el Episcopado en sesión
del 14 de septiembre de 1932, y especialmente recomendada para su difusión
entre los católicos de Chile por considerarla de grande utilidad en las actuales
circunstancias, en que se hace necesario que se tengan nociones muy claras y
precisas acerca de la organización y de los fines de la Acción Católica”. El
libro fue editado por el Secretariado General de la Prensa de la Acción
Católica, debiéndose publicar casi en seguida una 2ª edición.713
Centros Culturales. Estos Centros fueron fundados en 1926 por el P. Francisco
Javier Sans s.j., quien fue primer Director. El fin de estos Centros era dar a las
niñas, alumnas de las Escuelas Fiscales la instrucción religiosa por medio de la
enseñanza del Catecismo. A las niñas se las invitaba a la salida de las Escuelas
y en los Centros, antes de las clases de Catecismo se les hacían clases de
labores femeninas, tales como bordado, corte y confección, tejido, escritura a
máquina, teneduría de libros, etc.: cada alumna elegía la clase que fuera de su
gusto. El personal que atendía la obra estaba formado por 90 catequistas, y el
Directorio desde 1933 estaba constituido por el P. Ambrosio Martí s.j. como
Director, por una Presidenta, Tesorera, Secretaria y por las Presidentas de los
respectivos Centros, como Consejeras.
Los Centros generalmente se establecían en barrios apartados y obreros. Desde
1933 funcionaron ocho Centros, con 1.871 niñas matriculadas. Los locales
eran prestados gratuitamente: las Escuelas de Santo Tomás facilitaron tres,
otro el Cabildo de la Catedral, etc.
El 10 de julio de 1933, en el Salón de Actos del Colegio, se celebró la
Asamblea anual. Se leyó la Memoria de los Centros Culturales
correspondiente al año 1932. Se hizo mención de los Catecismos en las
Escuelas Fiscales con la preparación de las Primeras Comuniones. Se comentó
de manera especial la protección que los Centros habían recibido de los
711
Cf. Concha, op, cit., págs. 429-432.
Noticias de la Región Chilena, octubre de 1932.
713
Id. octubre de 1932.
712
332
Arzobispos Monseñor Crescente Errázuriz y de Monseñor José Horacio
Campillo. A petición del Sr. Arzobispo, se amplió el radio de acción de los
Centros y se hicieron cargo de 30 Escuelas Fiscales, cuyo alumnado se
preparó para la Primera Comunión. En algunas Escuelas se preparó también
para una Comunión General, habiendo Escuelas en las que pasaron de 260 los
comulgantes.714
Obras Apostólicas del Colegio. Los Catecismos a los cuales acudieron los
alumnos en este tiempo fueron: en 1932 Bellavista, Santiago Apóstol y Las
Rejas de Chuchunco; en 1935 hubo catecismo en la Población Velásquez; en
1936 hubo cinco Centros de Catecismo, entre ellos en la Población Buzeta,
Población Velásquez y Bulnes, Visitas a las cárceles y 2 Conferencias de San
Vicente.
Para ayudar a los alumnos que acudían a los Catecismos, el P. Luis Ramírez
Silva s.j. fundó una Academia de Pedagogía Catequística. El año 1935 varios
alumnos recibieron títulos de catequistas.
Directores espirituales de los alumnos fueron en 1933 el P. Luis Canudas, y en
1936 el P. Alberto Hurtado Cruchaga s.j., quien recién terminaba su formación
jesuita. El P. Hurtado dio ese año 1936 cinco corridas de Ejercicios
Espirituales a unos 170 alumnos.715
En 1934 se celebró el Congreso Eucarístico de Santiago, como adhesión al
Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires. En este Congreso de
Santiago participaron muy seriamente la Comunidad y el Colegio San Ignacio.
Entre los actos preparatorios del Congreso se tuvo en los jardines del
Seminario arquidiocesano de Santiago, entonces ubicado en su amplio terreno
de la Avenida Providencia con la Avenida Seminario, una Gran Exposición
Misional con diversos pabellones. El Colegio San Ignacio se hizo presente con
una ruca araucana, adornada con armas y trabajos auténticos mapuches.716
Instituto Nocturno San Ignacio
El domingo 9 de diciembre de 1934 tuvo lugar en el Salón de Actos del
Colegio San Ignacio la Solemne Distribución de Premios de final del año del
Instituto Nocturno San Ignacio, con el entusiasmo de los obreros alumnos y
gran concurrencia. Se repartieron los Premios y Certificados de exámenes de
los tres Cursos Preparatorios, de los dos Cursos Comerciales y de los dos de
Electro-Mecánica. Se amenizó el acto con diversos números de variedades,
música, canto, monólogos, etc. Hubo discursos de despedida de alumnos y
profesores del Instituto.
El 21 de mayo de 1935 el “Centro Social” del Instituto Nocturno celebró la
fiesta patria de Chile, y al mimo tiempo el 16° aniversario de su fundación por
su Director el P. José Francisco Correa Valenzuela s.j., con un Acto literariomusical en el Salón de Actos del Colegio. Y en julio del mismo año tuvo una
714
Noticias de la Región Chilena, agosto de 1933 y febrero de 1934.
Hanisch, op. cit. pág. 163.
716
Id., pág. 171.
715
333
Solemne Asamblea, también en el Salón de Actos, en homenaje a las
Repúblicas de Bolivia y Paraguay, en celebración de la Paz del Chaco.
Asistieron, especialmente invitados, los Sres. Embajadores de ambos países,
quienes agradecieron el homenaje.
Para la fiesta de la Asunción de María, se les dio un triduo de Ejercicios
Espirituales a los alumnos obreros, que terminó con la Confesión y Comunión
de buen número de ellos.
En 1936, el 23 de marzo, después de dos semanas de matrícula, se dio
comienzo a las clases que este año alcanzó a 302 alumnos, jóvenes y adultos,
de 15 a 28 años, empleados y obreros que trabajan durante el día; había
también soldados y carabineros. Los alumnos podían cursar cinco años
consecutivos de estudios: tres años preparatorios, y después se bifurcaban en
dos años de Electro-Mecánica, o dos de Estudios Comerciales. Además se
daban dos cursos especiales de Inglés. El día de apertura de las clases. el P.
José Francisco Correa s.j., Director, y el P. Luis Ramírez Silva s.j., Sub
Director, hicieron una alocución explicativa, la que los alumnos oyeron con
notable interés, y al terminar prorrumpieron en un aplauso entusiasta.717
Liga de Acción Sacerdotal y los Ejercicios de San Ignacio
En mayo de 1933 el P. Fernando Vives Solar s.j. reunió en la Casa de campo
de las Rejas de Chuchunco a pedido de los interesados a un grupo de siete
sacerdotes para enseñarles el modo de dar los Ejercicios espirituales de San
Ignacio de Loyola. Durante cuatro días, con tres conferencias diarias, de hora
y media cada una, les explicó el método de los Ejercicios y la manera de
aplicarlos a las distintas clases de personas, especialmente a obreros. Se formó
así, con los mismos sacerdotes, una Junta para organizar corridas de Ejercicios
con obreros escogidos.718
Esa Liga de Acción Sacerdotal, cuyo Director era el P. Vives, resolvió realizar
en octubre de 1934 una Semana de Estudios de los Ejercicios de San Ignacio.
Tomaron parte en las sesiones varios Sres. Obispos y personas distinguidas del
clero. El primer día, el P. Vives desarrolló el tema: “Descripción de los
Ejercicios, Mecanismo y Finalidades”, y el P. José Tomás Alarcón s.j. el tema:
“Características y fines de la Primera semana”. El fin que se proponía la Liga
era que los sacerdotes obtuviesen “un mayor conocimiento de las diferentes
partes de que constan los Ejercicios, de sus características, de sus fines y de su
adaptación a las diversas clases de personas”. Así rezaba la invitación que se
había repartido a los sacerdotes.719
En la Semana Sacerdotal celebrada en julio de 1935 en la Casa de Ejercicios
de la Curia Episcopal de Valparaíso, promovida por la Sección Valparaíso de
la Liga, y con abundante concurrencia, el P. Vives se hizo cargo de la tercera
Ponencia: “El Apostolado sacerdotal en la Acción Social”.720
717
Noticias de la Región Chilena, años 1934-1936.
Id., junio 1933.
719
Id., noviembre de 1934.
720
Id., agosto de 1935.
718
334
Centro Apostólico San Francisco Javier
El Centro Apostólico San Francisco Javier para Misiones en Chile, fundado
por el P. Bartolomé Más s.j. y dirigido después por el P. Ambrosio Martí s.j.,
tuvo gran movimiento.
En 1932 se publicó un Resumen sobre el trabajo apostólico de esta Obra en
beneficio de la evangelización. Se dieron 200 Misiones, cuyo fruto fue:
Bautismos, 6.031; Confesiones, 115.143; Confirmaciones, 11.638;
Comuniones, 119.435; Matrimonios, 1.985; Primeras Comuniones, 8.753;
Conversiones, 470. Se gastaron en las Misiones $ 33.300; se dio a los
Obispados subvenciones por $ 3.000; para corridas de Ejercicios, $ 2.996; en
Misas y sufragios de obligación, $ 2.980; objetos y material para el culto, $
8.460. Total $ 50.736.721
En septiembre de 1933 organizó un solemne Triduo Eucarístico de oración por
Chile y la Iglesia, en conmemoración del XIX Centenario de la Redención. La
iglesia de San Ignacio fue engalanada en la forma más solemne. Cada día
hubo Misa de Comunión, y por la tarde Bendición con el Santísimo. De la
Misa, sermón y Bendición se encargaron cada día tres diferentes Sres.
Obispos. Y para la Bendición asistieron al Prelado oficiante Religiosos de
diferentes Órdenes: Redentoristas, Carmelitas, Dominicos. El último día ofició
el Sr. Nuncio Apostólico.
Al día siguiente del Triduo se celebró un solemne funeral por los Misioneros y
bienhechores difuntos. Y por la tarde se inauguró la Exposición de ornamentos
y objetos de culto, que el Centro repartía entre las iglesias y capillas pobres.
La hora de la inauguración coincidía con la fecha de la celebración de la
Conferencia Episcopal, y los Sres. Obispos acordaron por unanimidad
suspender sus sesiones para poder estar presentes. En el Salón de Actos del
Colegio San Ignacio se puso en el escenario un gran mapa de Chile, de siete
metros de extensión, donde podía verse objetivamente la labor del Centro
Apostólico, apareciendo las ciudades en que se dieron misiones. Figuraron en
la Exposición, entre otras cosas, unas 120 casullas, unas 90 albas, 50 manteles
de altar, capas pluviales, paños humerales, etc.; unos 24 cálices, 18 copones,
custodias, incensarios, crismeras, candeleros; y mucho más numerosos eran
los corporales, roquetes, purificadores, etc. Los Sres. Obispos manifestaron el
gran agradecimiento hacia el Centro por el gran provecho que daba a sus
respectivas diócesis.722
En la Memoria publicada por el Centro, aparecieron destacadas las Diócesis
atendidas: Iquique, Antofagasta, La Serena, San Felipe, Linares, Chillán,
Concepción, Temuco, Valdivia, Araucanía, Ancud y Magallanes. Se indica
que se dieron, desde el 1 de noviembre de 1928 al 1 de agosto de 1933, en
parroquias y capillas, más de 1.050 misiones. Eran más de 235 las parroquias
atendidas por el Centro, a todas las cuales se les concedió una, dos o tres
misiones para la sede parroquial y capillas filiales. Y el resultado en ellas fue:
721
722
Noticia de la Provincia, diciembre-enero 1933.
Noticias de la Región Chilena, octubre de 1933.
335
Comuniones 684.796; Confesiones 507.940; Primeras Comuniones 29.095;
Matrimonios 14.958; Bautismos 53.034; Confirmaciones 32.452.723
En octubre de 1936 el Centro Apostólico organizó nuevamente un Triduo
Eucarístico en la Iglesia San Ignacio y una nueva Exposición de ornamentos y
objetos para el culto. Las paredes del Salón de Actos, y aun los balcones de las
galerías, estaban materialmente cubiertas de ornamentos. Todos esos
ornamentos y de ropa blanca fueron cosidos y bordados por las socias del
Centro.724
Cruzada Eucarística Nacional725
La Cruzada Eucarística se había fundado en Chile, por el Pbro. Juan
Subercaseaux Errázuriz, Rector del Seminario Pontificio de Santiago y el H.
Alberto de las Escuelas Cristianas como fruto de los Congresos Eucarísticos
Internacionales celebrados en Lourdes en 1914 y en Roma en 1922.
La Dirección Nacional de esta obra pasó después a manos de los Padres
Asuncionistas de la Parroquia de Lourdes en Santiago, y gracias al P.
Cipriano, la Cruzada se relacionó a su manera con el Apostolado de la oración
y obtuvo un buen desarrollo. La sede estaba en el Colegio Juana de Arco del
que el P. Cipriano era Capellán y director espiritual, y cuya Superiora lo
secundaba en esta tarea.
Muerto el P. Cipriano, la Cruzada entró en una crisis: murió la Revista
“Roma”, su órgano oficial, y los Centros se fueron disgregando. Fue entonces
cuando los Padres Asuncionistas repitieron su petición de que los Padres de la
Compañía de Jesús se encargaran de esta obra que era una sección del
Apostolado de la Oración.
Cediendo a estas repetidas instancias, el P. José Llusá s.j., Viceprovincial de la
Región, recibió el 15 de agosto de 1932, esta obra nombrando Director
Nacional al P. Ambrosio Martí s.j. De inmediato éste dirigió una Circular a los
Directores locales para ponerse de acuerdo con ellos a fin de dar gran impulso
a este Movimiento apostólico.726
El 16 de octubre de 1932, fiesta nacional de la Virgen del Carmen, Reina y
Madre de Chile, todos los Centros de Santiago celebraron el día anual de la
Cruzada Eucarística. A este fin se les pasó a todos una Circular, señalando el
fin propio del “Día de la Cruzada”. Y en la misma nota se los invitó a enviar a
una representación de Cruzados a la procesión de la tarde. Todos los Centros
respondieron, celebraron la Asamblea y Misa de Comunión; y por la tarde
asistieron a la procesión unos 1.000 Cruzados, de los diferentes Centros de la
ciudad, con sus banderas y estandartes.727
723
Id. diciembre de 1933.
Id. noviembre de 1936.
725
Todo lo referente a la Cruzada Eucarística está en Noticias de la Región Chilena años 1932 a 1936.
726
Noticias de la Región Chilena, septiembre de 1932; Cf. Noticias de la Viceprovincia, enero-febrero 1953.
727
Noticias de Región Chilena, noviembre de 1932.
724
336
El 30 de noviembre de ese mismo año, se tuvo una Concentración de varios
Centros de Santiago y alrededores en los PP. Sacramentinos en Santiago,
presidida por el P. Viceprovincial Allí se anunció la fundación de varios
Centros en la Arquidiócesis y de varios en el Norte de Chile, como también de
dos en Magallanes. La parte literaria de la Concentración estuvo amenizada
por la banda de música de los Talleres de San Vicente. Después se tuvo la
fiesta religiosa en la Cripta de los PP. Sacramentinos, en la que habló a los
Cruzados reunidos el P. Ambrosio Martí s.j., Director de la Obra. Los niños,
en número de 400, asistieron con sus insignias, bandas distintivas y banderas,
quedando entusiasmados para las Concentraciones Generales de los años
venideros. A todos los Centros se envió una Circular en que se comunicaban
los proyectos sobre actividades futuras.728
En diciembre de 1932, el P. Martí reorganizó los Centros de la Cruzada
Eucarística de Valparaíso y sus alrededores.729
A principios de 1933 se empezó a publicar una como “Carta Mensual”, la que
luego dio origen a la Revista “Excelsior”, órgano oficial de la Cruzada.
Comenzaron las visitas del P. Martí a los diferentes Centros que se iban
organizando en el país, las reuniones con párrocos y sacerdotes que se
interesaban.730
En marzo de 1933 el General de la Compañía, P. Wlodimiro Ledóchowski s.j.,
envió una bendición al P. Ambrosio Martí s.j. por la labor realizada en el
reflorecimiento de la Cruzada Eucarística.
En los últimos días de marzo de 1933 salió el primer número del Boletín
Mensual de la Cruzada Eucarística. Se imprimieron más de 2.000 ejemplares,
y antes de una semana se había agotado la edición. Llegaron muchas
suscripciones de los Cruzados, apenas se recibió el número de muestra.
Entre las actividades de los Centros de la Cruzada Eucarística se destacaron
las siguientes:
El 22 de septiembre de 1933, se dedicó a la Cruzada Eucarística el primer día
del Congreso Eucarístico interparroquial, celebrado en el pueblo de Peralillo.
Tomaron parte los centros existentes, llegando en tren especial, en vehículos y
en carretas engalanadas. Los Centros venían acompañados por sus párrocos y
celadores. Acudieron también delegaciones de Santiago, Talca, Valparaíso,
etc. El P. Ambrosio Martí s.j. habló en la Misa de Comunión, que para los
Cruzados celebró el Sr. Obispo diocesano Monseñor Rafael Lira Infante.
Durante tres cuartos de horas distribuyeron la Comunión tres sacerdotes. En la
Asamblea, el P. Martí explicó toda la organización del Movimiento, y 12
párrocos, religiosos de varias Congregaciones y 30 seminaristas dieron cuenta
de la marcha de sus Centros.
728
Id., diciembre 1932.
Noticias de la Provincia, diciembre de 1932.
730
Noticias de la Viceprovincia, enero-febrero 1953.
729
337
Desde el 15 al 22 de octubre de 1933 se celebró en Valparaíso un Congreso
Diocesano de la Cruzada Eucarística. Así dijo el diario “La Unión” en la
crónica dedicada al último día del Congreso:
“El pueblo de Valparaíso dio ayer una prueba más de su amor a Jesús
Sacramentado, al aclamarlo por las calles de nuestra ciudad. Sólo en la
parroquia de los Doce Apóstoles, por la mañana, se reunieron más de 1.000
Cruzados para comulgar en la Misa celebrada para ellos; distribuyeron la
Comunión cinco sacerdotes. Desde las 9 de la mañana comenzaron a llegar
los Centros de Cruzados de fuera de la ciudad. Todos se reunieron en el
amplio hall y galerías de la Universidad Católica para recibir a la numerosa
delegación que venía de Santiago. Llegó ésta en un tren especial a las 10.
Eran 580 los Cruzados y Cruzadas. En la comitiva formaban parte las
delegaciones de los Centros del Seminario Pontificio, del Instituto de
Humanidades, del Colegio San Ignacio, etc. (seguía una larga lista de
Colegios de Santiago). En el tren, con los Centros de Cruzada, venían el P.
José Llusá s.j., Viceprovincial de la Compañía de Jesús, el P. Ambrosio Martí,
Director Nacional, el Ministro del Seminario, Pbro. Alfredo Chaparro y otros.
Cerca de las 10, 30 se organizó la procesión que recorrió la gran Avenida
Argentina, totalmente engalanada con flores y banderas. Más de 10.000
personas tomaron parte en la procesión, mientras las iglesias hacían tocar
sus campanas al paso del Santísimo En la Misa de campaña rindieron
honores militares los Exploradores del Colegio San Ignacio de Santiago, los
de los Sagrados Corazones y de los PP. Salesianos. Una cureña del Ejército
rindió una salva de honor de 21 cañonazos. La gran Asamblea de clausura se
tuvo en el Salón de Honor de la Universidad Católica. Presidieron el acto el
Obispo diocesano, el Viceprovincial jesuita, el P. Ambrosio Martí y
numerosos sacerdotes, religiosos y miembros de la Acción Católica. En
nombre de ésta habló la Señora Sara Ortúzar de Vicuña. Puso término a la
Asamblea el P. Ambrosio Martí s.j.”.
En una balance hecho a fines de 1933 se señalaba lo siguiente: La Cruzada
Eucarística está esparcida de Norte a Sur de la República. Sólo en Magallanes
tiene unos 15 Centros, y los existentes en el resto del país pasan ya de 300. La
vida de la Cruzada se manifiesta: 1) en su Tesoro espiritual, que mes a mes va
siendo más consolador; 2) en su correspondencia con la Dirección general,
dando cuenta de la marcha y actividades de los Centros respectivos; 3) en las
vocaciones sacerdotales y religiosas; 4) en la parte activa que toman los
Cruzados en las solemnidades litúrgicas, como ser en las fiestas del Corpus
Christi, del Sagrado Corazón, de Cristo Rey de la Virgen del Carmen y de la
Inmaculada.
Desde que se celebró en Santiago el Primer Congreso Nacional de la Cruzada
Eucarística, se han venido celebrando mensualmente, en la República, uno o
dos Congresos Eucarísticos, los cuales, o bien han sido exclusivos de la
Cruzada o bien, como Carén y San José de la Mariquina, asignándoles un día
especial. Al Congreso de San José de la Mariquina asistieron 800 cruzados
mapuches, y varios Centros debieron hacer largas horas a caballo para llegar,
totalmente mojados por la lluvia, al lugar del Congreso.
338
En 1934 se realizaron Congresos en San Felipe y en la ciudad de Limache.
Además se editó el “Manual del Cruzado” en forma de devocionario, de unas
150 páginas, con un prólogo del Arzobispo de Santiago.
En el Congreso Eucarístico Nacional celebrado en Santiago los días 23 a 30 de
octubre de 1934, en adhesión al Congreso Internacional de Buenos Aires, el
día 23 los Cruzados del Colegio San Ignacio asistieron a la Comunión General
que se efectuó en el Parque Forestal, donde comulgaron todos. Varios Padres
del Colegio ayudaron a dar la Comunión a muchos miles de niños. Los
Cruzados de la 3ª y 4ª División del Colegio estrenaron sus estandartes. El día
27 se tuvo una Asamblea de Cruzados en el Salón de Actos del Colegio San
Ignacio. El día 28, en uno de los patios del Colegio se tuvo una gran
Concentración de Cruzados y Cruzadas, presidida por el Arzobispo de
Santiago, Monseñor José Horacio Campillo Infante.
En un nuevo Censo, realizado en abril de 1935 se indica que en hay en Chile
510 Centros con algo más de 22.000 entre cruzados y cruzadas. En la
Arquidiócesis de Santiago existían 145 Centros. Seguía luego, en el mayor
número, la diócesis de La Serena con 58 Centros. Y una de las regiones más
florecientes era la Araucanía. En 1934 se fundaron en la República 85 Centros
nuevos: de los cuales 22 pertenecían a Santiago; 12 a La Serena; 7 a
Concepción, etc.
En agosto de 1935, el P. Ambrosio Martí acompañó al P. Viceprovincial en la
visita canónica que éste efectuaba a la recién creada Statio de Antofagasta. El
P. Martí deseaba seguir fomentando la Cruzada Eucarística en el Norte de
Chile. El 15 de agosto, en muchos Centros se tuvo Misa de Comunión
General, en conmemoración del 25° aniversario del Decreto del Papa San pío
X sobre la Comunión de los niños. Sólo en la Catedral comulgaron más de
1.000 entre niños y niñas en la Misa celebrada por el Obispo, Monseñor
Alfredo Cifuentes. En el altar mayor y presbiterio lucían los colores de la
Cruzada. A las 10,30 a.m., en el Teatro Latorre se tuvo la Gran Asamblea
Eucarística de la Cruzada, presidida por el Obispo, el Vicario General y el P.
Viceprovincial. A las 3 p.m. tuvo lugar la Concentración de todos los cruzados
de Antofagasta en la Casa de la Providencia, con procesión del Santísimo. Y a
petición de Monseñor Carlos Labbé Márquez, Obispo de Iquique, viajó en tren
a esa ciudad el P. Ambrosio Martí s.j. Tuvo allí una Asamblea a la cual
asistieron 400 Cruzados.
Invitado el P. Martí, repetidas veces, por los Centros de la Cruzada de la
ciudad de Curicó viajó allá con ocasión del Congreso Eucarístico
Interparroquial.
En 1936, por iniciativa del Arzobispo de Santiago, se trabajó de manera
especial en las Escuelas fiscales, donde ya se fundaron Centros de la Cruzada
en tres diferentes Escuelas públicas. Y se iniciaron fundaciones en otras.
Igualmente la Cruzada, este año, empezó a expandirse en la zona agrícola del
país, especialmente en los fundos donde los jesuitas acostumbraban a dar
misiones rurales
Apostolado de la Oración Nacional
339
En marzo de 1933 fue nombrado Director Nacional el P. Ambrosio Martí s.j. y
Director Arquidiocesano el P. José Tomás Alarcón s.j.
“El Mensajero del Sagrado Corazón de Jesús”. El P. José Tomás Alarcón s.j.
continuó con la Hoja mensual así titulada, destinada a propagar en forma más
popular la devoción al Sagrado Corazón, dando especial importancia a la
instrucción catequética. La Hoja mereció las bendiciones de todo el
Episcopado chileno; constaba de 4 y hasta 6 páginas grandes y a veces iba
acompañada de hojas volantes, de devoción, más pequeñas.
El 20 de octubre de 1935, el P. Ambrosio Martí recibió un radiograma del P.
General de la Compañía de Jesús, en estos términos:
“El Santo Padre desea vivamente que los socios del Apostolado de la Oración
ofrezcan oraciones y sacrificios por sus intenciones particulares: procure
recomendarlo de palabra, por la prensa y por radio. Firmado Ledóchowski”.
Sin demora se comunicaron estos deseos del Romano Pontífice a todas las
Casas jesuitas, a los Sres. Obispos, a los Directores diocesanos del Apostolado
de la Oración, a sacerdotes de provincia, a todos los Centros de la Cruzada
Eucarística, a todas las Comunidades religiosas: unas 1.400 comunicaciones.
El 27 de octubre se repartieron en casi todas las iglesias de Santiago 20.000
volantes con el título “La Voz del Papa”, dando a conocer esa petición. Con el
mismo fin, se utilizó la Radio, además de la palabra y la Prensa.731
Obra Pontificia de la Propagación de la Fe
En noviembre de 1935 fue nombrado por la Santa Sede el Pbro. Manuel
Menchaca Lira, ex alumno del Colegio San Ignacio, Presidente Nacional de la
Obra Pontificia de la Propagación de la Fe. Bajo su autoridad, y de acuerdo
con el Episcopado Nacional, se creó un Consejo Nacional en el cual se
designó miembro al P. José Llusá s.j., Viceprovincial jesuita.
Los jesuitas, continuando su labor en pro de las Misiones extranjeras, se
esforzaron por cooperar con el Presidente y este Consejo Nacional,
especialmente en la preparación y realización del Día Misional, tanto en
Santiago como en toda la Nación. Con la cooperación de los jesuitas se formó,
bajo los auspicios del Consejo Nacional, una Asociación para los jóvenes
universitarios y secundarios católicos llamada L.E.M. (Liga Estudiantil
Misional). También, con la cooperación de la Compañía, se creó la Revista
Misional “Euntes”, como órgano oficial de la L.E.M.732
Facultad de Teología en la Universidad Católica de Chile
El 1 de abril de 1935 se fundó la Facultad de Teología de la Universidad
Católica de Chile.
731
732
Noticias de la Región Chilena, noviembre de 1935.
Noticias de la Región Chilena, noviembre de 1935.
340
Uno de los jesuitas que más colaboró en esa fundación de la Facultad de
Teología fue el P. Alberto Hurtado Cruchaga s.j. quien terminaba su
formación jesuita en Bélgica.
En 1934 el P. Hurtado fue consultado acerca de la conveniencia de la
fundación de una Facultad de Teología en la Universidad Católica, a lo que
respondió afirmativamente y con mucho entusiasmo. En la Universidad se
había nombrado una Comisión especial presidida, por el Rector, Monseñor
Carlos Casanueva Opazo, e integrada por los Presbíteros Eduardo Escudero
Otárola, Alfredo Silva Santiago, Juan Subercaseaux Errázuriz, Francisco
Vives Estévez y Manuel Larraín Errázuriz. Al mes siguiente, por medio del
Vicerrector -su amigo de Colegio, Manuel Larraín- recibió el encargo de
buscar profesores. Largas y detalladas cartas a Monseñor Carlos Casanueva
dan cuenta del enorme esfuerzo realizado por el P. Hurtado. Junto con el
encargo de conseguir profesores, el P. Hurtado colaboró con la formación de
la biblioteca.
La efectiva colaboración del P. Hurtado fue agradecida efusivamente por
Monseñor Casanueva:
“No tengo palabras cómo expresártelo. Estamos muy, pero muy agradecidos
por tu admirable diligencia para conseguir los profesores de nuestra Facultad
de Teología, que tiene ya su casa propia, magnífico palacio a una cuadra de
la Universidad y a cuatro del Seminario”.
Pero el testimonio más elocuente quedó en el discurso oficial del Rector
Casanueva en la solemne inauguración de la Facultad, discurso publicado
después en la Revista Universitaria:
“La inmensa gratitud que debía la Universidad al Sacratísimo Corazón de
Jesús, al Santo Padre, al Excmo. Sr. Nuncio Apostólico y al Excmo. Sr.
Arzobispo, al Rvdmo. Padre General de los Jesuitas, a quien debía mirar
nuestra Facultad como a insigne bienhechor: al R.P. Alberto Hurtado
Cruchaga, que con tanto celo y discreción había cooperado a la elección del
profesorado; a los RR.PP. Provincial de los Jesuitas y Salesianos, aquí
presentes; el R.P. General de los Agustinos que había dado el ejemplo a todas
las Órdenes y Congregaciones religiosas en responder a la voluntad de la
Santa Sede".
De esa larga lista, el único agradecimiento que iba con nombre y apellido era
el dirigido al P. Hurtado que ni siquiera estaba presente, porque aun no había
regresado a Chile.733
Monseñor Carlos Casanueva Opazo, ex alumno del Colegio San Ignacio,
había conseguido con el P. General de la Compañía de Jesús, P. Wlodimiro
Ledóchowski s.j., que le ayudara con jesuitas para llevar adelante esa obra.
733
Fernández Samuel, Relación del P. Alberto Hurtado con la Facultad de Teología, págs. 7- 9. En el artículo
del Pbro Fernández está la colección completa de las cartas entre el P. Hurtado y Mons. Casanueva.
341
Y el P. General había destinado, con promesa de enviar a otros jesuitas, al P.
Juan María Restrepo s.j., colombiano, quien ya era profesor de la Universidad
Gregoriana en Roma.734
El día 11 de marzo de 1935 había llegado a Santiago, vía aérea, el P. Juan
María Restrepo. Lo fueron a recibir en el puerto aéreo de Cerrillos: el P. José
Llusá, Viceprovincial; el P. Pedro Alvarado, Rector del Colegio San Ignacio;
Monseñor Carlos Casanueva Opazo, Rector de la Universidad Católica; y el
Pbro. Don Manuel Larraín Errázuriz, Vicerrector de la Universidad, los dos
últimos, ex alumnos del Colegio San Ignacio; el Pbro. Eduardo Escudero
Otárola, Rector del Seminario Pontificio de Santiago y Decano de la recién
fundada Facultad de Teología; y un grupo distinguido de caballeros.
El P. Restrepo, además de profesor de Teología dogmática fue, al mismo
tiempo, Vice decano de la Facultad. Pocos días después de su llegada a
Santiago recibió del Gobierno del Brasil, por medio del Embajador en
Santiago, una condecoración en mérito y recuerdo de su paso por Río Janeiro,
cuando acompañó como Secretario privado al Cardenal Eugenio Pacelli, a su
regreso del Congreso Eucarístico de Buenos Aires.735
A la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile asistían todos
los estudiantes de Teología del Seminario Pontificio, pero no todos eran
alumnos de los cursos doctorales, ya que se daba el Curso seminarista para
aquellos que por una razón u otra no podían tomar parte en el doctoral.
En 1936 había dos cursos doctorales, de primero y de segundo año. En el
segundo eran 15 los alumnos, todos seminaristas menos un sacerdote
franciscano y otro agustino. En el primero, había 4 chilenos, seis alemanes de
los Padres Palotinos, y tres teólogos colombianos de la diócesis de Cali. Se
esperaba para el curso siguiente que vinieran alumnos de varias naciones,
Panamá, Bolivia y Perú.736
Además de sus clases, el P. Restrepo comenzó ese mismo año dos obras
notables: el Círculo de Médicos Católicos, que atendía con regularidad, y
cursos de divulgación teológica que dictaba todos los jueves en el Salón de
Honor de la Universidad Católica. También, con el P. Alberto Hurtado s.j.,
llegado al año siguiente, inició un activo movimiento de Dirección espiritual;
dio conferencias pedagógicas en la Universidad Católica y en el Seminario,
publicándolas en la Revista “Estudios”.737
Esta Facultad fue la primera en toda Sudamérica que, después de la
reorganización de los estudios eclesiásticos por el Papa Pío XI, recibió el
derecho de conferir los grados eclesiásticos de Bachiller, Licenciado y Doctor
en Teología con los mismos derechos que las Universidades Pontificias de
Europa.738
734
Hanisch Historia Colegio San Ignacio, pág. 169.
Noticias de la Región Chilena, año 1935, abril, pág. 4.
736
Noticias de la región Chilena, junio de 1936.
737
Hanisch, Historia Colegio San Ignacio, pág. 169.
738
Noticias de la Viceprovincia Chilena, junio-julio 1941, pág. 15.
735
342
Sociedad de Cultura Católica para el apostolado del libro
En mayo de 1923, el P. José Francisco Correa Valenzuela s.j. había fundado
con un grupo de señoras y señoritas de la Congregación Mariana de la
Inmaculada y de San Luis una pequeña Librería para difundir buenos libros
católicos. Esta Librería “Efemérides Marianas” con el tiempo fue aumentando
en movimiento y el P. Correa, con permiso de los Superiores, y de acuerdo
con el Comité de señoras que la dirigía, creyó necesario darle mayor
estabilidad y amplitud . Llamó en su ayuda a algunos caballeros congregantes
y se acordó fundar una Corporación con personería jurídica que tomara la
propiedad legal de la Librería. La Corporación se denominó “Sociedad Cultura
Católica”.
Aprobados los Estatutos por el Supremo Gobierno, se constituyó el Directorio
del que quedó formando parte el P. José Francisco Correa s.j. como Censor
Eclesiástico. Se recibieron erogaciones de los miembros de las dos
Congregaciones Marianas, de caballeros y de señoras. Al aumentar el
movimiento de la Librería se instituyó en 1935 una sección editorial a la cual
se llamó “Editorial Splendor”.739
Calera de Tango
En Calera de Tango el servicio religioso decayó notablemente a partir de
1930. El Apostolado de la Oración que era una obra muy pujante entre los
años 1913 a 1924, no tuvo después la misma fuerza: las últimas notas de
recepción de Socias y de cuentas están fechadas en 1929 por el Capellán Don
Santos Gil, quien en verdad había sido el alma del Apostolado y de la
Comunión de los Primeros Viernes, en que asistía mucha gente. Desde 1929
no aparece en los registros nada más. El Apostolado de la Oración se
extinguió con la ausencia de Don Santos Gil, quien en 1932 regresó a España.
La Sociedad de San José tuvo mejor suerte y, aunque no muy floreciente, se
vio más apoyada por el Colegio San Ignacio.740
En 1934, el Rector de San Ignacio autorizó la construcción de una piscina de
cemento, con agua de regadío, en el lugar en que estaba antes el antiguo baño
en el parque.
Y en 1936 autorizó también iniciar la restauración de la Casa de Calera, cuya
Capilla amenazaba ruina. Tomó a su cargo los trabajos el constructor don
Guillermo Franke, el cual restauró la Iglesia con excelente arte; descubrió en
ella un viejo altar colonial, oculto en uno de los muros. Diseñó el patio de la
cruz del aljibe y restauró completamente el primero de los patios, el que daba
al camino. El 18 de septiembre de 1936 pudo inaugurarse la Iglesia.741
Posible nuevo Colegio en Santiago
739
Noticias de la Región Chilena, junio 1936.
Archivo SJ, Provincia Chile, Diario manuscrito de Calera de Tango, pág. 64.
741
Hanisch, op. cit., pág. 165.
740
343
El 8 de diciembre de 1935 se celebraron los 80 años del Colegio San Ignacio
con tres actos solemnes.
En primer lugar hubo dos Misas: la de 9, que fue de Comunión general, y a las
12 la celebrada por el jesuita ex alumno y Prefecto General del Colegio, P.
Alvaro Lavín s.j., la que se ofreció en sufragio de los profesores y ex alumnos
difuntos.
Después de la Misa tuvo lugar el banquete al que concurrieron 1.100
comensales, quienes recordaron los tiempos idos en ambiente de cordial
camaradería. Hablaron don Ramón Subercaseaux Vicuña, el Senador don
Tomás Cox Méndez, el Ministro de Relaciones Exteriores don Miguel
Cruchaga Tocornal, el Viceprovincial P. José Llusá s.j., y el Nuncio
Apostólico Monseñor Ettore Felici.
Por la tarde, a las 19 horas se puso en el Estadio del Colegio, en Los Leones,
la Primera Piedra del Nuevo Colegio. Firmaron el documento el Arzobispo de
Santiago Monseñor José Horacio Campillo Infante, el Ministro de Educación
don Francisco Garcés Gana, el Ministro de Agricultura don Máximo Valdés
Fontecilla, la Alcaldesa de Providencia señora Alicia Cañas, el Alcalde de
Ñuñoa don Manuel de la Lastra, y otras personalidades.
Para esta celebración se organizó la Asociación de Ex alumnos. Su directorio
estuvo formado por el P. José Francisco Correa Valenzuela, Ramón Salas
Edwards, don Fernando Salas Edwards, don Víctor Risopatrón Lira y don
Guillermo Alvarez Correa.742
En 1936 en el sitio de Los Leones, destinado al nuevo Colegio, se hicieron
canchas de deportes.743
Muerte del P. Fernando Vives Solar s.j.
Falleció el día 21 de septiembre de 1935, en el Colegio San Ignacio, en
Santiago. Sus fuerzas se habían ido debilitando desde hacía un tiempo: los
ataques al hígado se iban repitiendo cada vez con más violencia. Al fin se
declaró una grave afección a la vesícula biliar, origen de todas las
complicaciones, que desde agosto se fueron sucediendo, hasta culminar en una
gravísima septicemia. Sufrió grandes dolores con ejemplar resignación.
El domingo 15 de septiembre acudió la Comunidad a su aposento para
acompañar al P. Viceprovincial en la administración de los Últimos
Sacramentos, que el P. Vives recibió con plena lucidez y paz. Se apeló a todos
los recursos que insinuaron los médicos amigos del Padre. Como el P. Vives
tenía tantos amigos, muchos de ellos de los mejores médicos, se interesaron
por su salud: no lo abandonaban ni de día ni de noche. Durante su agonía, que
fue larga, su aposento se vio materialmente lleno de jesuitas, sacerdotes
diocesanos, médicos, un hermano, parientes y amigos. En ese ambiente de
piedad falleció a las 8.25 de la noche del día 21 de septiembre.
742
743
Hanisch, op. cit., pág. 170.
Hanisch, op. cit., pág. 166.
344
El entierro tuvo lugar el siguiente día lunes, después de la Misa que celebró el
P. Rector, P. Pedro Alvarado s.j., a la que concurrió gran número de
sacerdotes del clero diocesano y regular, y muchos amigos y dirigidos suyos.
Una interminable fila de automóviles formó a través de la ciudad en el
acompañamiento de sus restos, siendo de notar el gran grupo de obreros,
jóvenes, y aún sacerdotes que siguieron a pie tras el coche mortuorio hasta el
lejano Cementerio Católico, donde amigos del Padre expresaron en discursos
el aprecio que le profesaban.
Se recibieron innumerables tarjetas y cartas de condolencia. El Presidente de
la República envió al Colegio a uno de sus Edecanes a presentar sus
sentimientos a los Superiores. En el cortejo fúnebre, y aun en la Misa de
Requiem, se dejaron ver conocidos jefes políticos de izquierda.744
El P. Fernando Vives Solar s.j. había nacido en Santiago, Chile, el 24 de
marzo de 1871. Después de egresar del Instituto Nacional, hizo algunos años
de leyes en las Universidades de Chile y Católica. En 1896 ingresó al
seminario de Santiago, y al año siguiente se decidió por la Compañía de Jesús,
por lo cual debió dirigirse a Córdoba, en Argentina, donde fue admitido el 20
de marzo de 1897.
Hechos los votos religiosos, fue enviado a Veruela, España, para estudiar
Retórica. Entre 1903 y 1908 estuvo en el Colegio Máximo de Tortosa
cursando la Filosofía y la Teología. Fue ordenado sacerdote el 26 de julio de
1908.
Entusiasmado con la Encíclica Rerum novarum del Papa León XIII (1891), se
dedicó al estudio de los problemas sociales, siguiendo atentamente las obras y
movimientos surgidos en España, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y
Alemania. Concurrió a Congresos y Semanas Sociales y participó activamente
en diversas organizaciones obreras y juveniles. A fines de 1909 regresó a
Chile.
Desde el año siguiente, 1910, en el Colegio San Ignacio, además de Prefecto
de la Congregación Mariana para los alumnos mayores, fue profesor de
Historia y formó Círculos de Estudios para jóvenes. Trabajó muy unido al P.
Jorge Fernández Pradel s.j. en la fundación de esos Círculos.
Su ascendiente sobre los alumnos y, en especial, sus dotes de propagador de la
Doctrina Social de la Iglesia no fueron bien vistas por miembros del Partido
Conservador, bienhechores de los jesuitas y que educaban a sus hijos en el
Colegio. Les parecía malsana o peligrosa la formación que daba el P. Vives.
Lo cierto es que en 1912 el Padre fue enviado a Argentina.
Regresó en 1914 a trabajar en la Residencia de Valparaíso, pero en 1915
estuvo nuevamente en Santiago. Prosiguió su labor e incluso fundó una
Academia de Sociología que él mismo dirigió. Los opositores reaccionaron
744
Noticias de la Región Chilena, octubre de 1935.
345
con fuerza y el P. Vives, en enero de 1918, fue nuevamente alejado de Chile,
esta vez a España.
En la península ibérica trabajó hasta 1931 como operario y director de
Ejercicios espirituales en las Residencias de Zaragoza, Cádiz, Madrid y
Barcelona. Asistió a los Congresos de Nancy en Francia, y de Bérgamo en
Italia.
En 1931, cuando los jesuitas fueron expulsados de España, el P. José Llusá
s.j., Viceprovincial en Chile, obtuvo que pudiera regresar a Santiago. Residió
en su antigua Casa de San Ignacio hasta su muerte., pero sin tanto trabajo con
alumnos sino con personas adultas, principalmente sacerdotes, universitarios y
obreros.
La importancia del P. Vives en la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia y
en la formación de sus mejores seguidores fue de enorme importancia en la
Iglesia de Chile.
Trató con el Nuncio de Su Santidad, Monseñor Ettore Felici, una recta
solución para mantener a la Jerarquía Eclesiástica y a la Acción Católica
efectivamente desligadas de la política partidista en Chile, en concreto del
Partido Conservador. El representante de la Santa Sede realizó un viaje
especial al Vaticano para plantear este problema chileno, y allí obtuvo el 1 de
junio de 1934 del Cardenal Eugenio Pacelli, Secretario de Estado, su célebre
Carta en la que ratificaba la efectiva distinción de ambos campos: el religioso
y el político.
Monseñor Ettore Felici escribió de él, el 16 de noviembre de 1935: “La obra
del P. Fernando Vives se amoldó siempre a las altas y sabias enseñanzas de la
Iglesia y al espíritu del Evangelio, que es espíritu de caridad”.745
In memoriam. En el Salón de Honor de la Universidad Católica de Chile, con
lleno completo, se celebró el 29 de octubre de 1935 una Velada en memoria
del P. Fernando Vives. Presidieron el Sr. Nuncio Apostólico y el Sr.
Arzobispo. Además estaban en el proscenio el Sr. Vicario General, el Rector
de la Universidad Católica, el P. Rector del Colegio San Ignacio, (el P.
Viceprovincial estaba ausente en Concepción), los hermanos del P. Vives, el
Cura Párroco de Viña del Mar y Rector del Seminario de Valparaíso, algunos
senadores y diputados.
Hicieron uso de la palabra varios oradores: Don Elías Valdés Tagle, habló del
amigo de su juventud, trayendo también gratos recuerdos del amigo común de
ambos, el jesuita ya fallecido Luis Goycoolea. Hablaron sucesivamente: el
joven Santiago Brurón, en nombre de Valparaíso y trayendo la representación
del Clero, de la Liga de Acción Sacerdotal, de la Juventud y de la Liga Social;
el joven obrero Juan Cárdenas, de la Vanguardia Juvenil Obrera; la Señora
Adela Edwards de Salas, Concejala del Municipio de Santiago, Presidenta de
la Cruz Blanca; el Sr. Julio Philippi Izquierdo, Presidente de la Liga Social de
Chile; el Presbítero Diego de Castro Ortúzar; el Diputado Don Pablo Larraín
745
Tampe, op. cit., págs. 216-218.
346
Tejada, como discípulo del Padre en el Colegio San Ignacio. Todos los
oradores dejaron en claro la estima y el cariño que les merecía el P. Vives.
La Comisión organizadora de esta Velada estaba formada por crecido número
de admiradores del Padre, de todos los sectores sociales.746
Ministerios en Población Velásquez y Población Buzeta
Los Catecismos a los cuales acudían los alumnos del Colegio San Ignacio
eran, en el año 1932, los de Bellavista, Santiago Apóstol y Las Rejas de
Chuchunco. El primero lo atendían alumnos de 6° de Humanidades y
funcionaba también en él un Centro Cultural y una pequeña Capilla.
En los inicios de 1931, la Congregación Mariana de señoras y señoritas que
dirigía el P. José Francisco Correa s.j. inició la atención, con un Catecismo, en
la Población Velásquez. Lo establecieron en una casa particular. Llegaron a
reunir hasta 150 niños.747 En septiembre de 1933, el Arzobispo de Santiago y
el P. Viceprovincial bendijeron allí mismo una Gruta de Lourdes. Precedió
una misión.748
En 1934 el ingeniero y congregante Sr. Alfonso Zegers Baeza, ex alumno de
San Ignacio, construyó en la Población Velásquez, junto a la Gruta y a la casa
de la familia Pérez Contreras, una Capilla, Nuestra Señora de Lourdes, a la
que viajaba el P. Correa todos los domingos. Esta Capilla era un galpón de
planchas de zinc, que en los costados no llegaban al techo ni al suelo: el piso
era de tierra.749
En los años 1934, 1935 y 1936, los congregantes mayores del Colegio San
Ignacio, acompañados por el entonces jesuita en experiencia de magisterio
Raúl Montes Ugarte s.j., ayudaron en los Catecismos de los días domingo.750
La Sección Jóvenes de la Congregación Mayor de San Ignacio, asesorada por
el P. José Francisco Correa s.j. fundó en octubre de 1931, por los doctores
Ignacio Matte y René Honorato un pequeño Policlínico con el nombre
“Consultorio Médico Población Velásquez”, que funcionaba los lunes,
miércoles y viernes en las tardes, y desde abril de 1932, todos los días. En
1936 lo tomó a su cargo el grupo de médicos asesorados por el P. Juan María
Restrepo s.j., construyendo un buen edificio.751
Para ayudar a los alumnos que acudían a los Catecismos, el P. Luis Ramírez
Silva s.j. fundó una Academia de Pedagogía Catequística. En 1935 varios
alumnos recibieron títulos de catequistas.
En 1936, hubo tres Centros catequéticos: Población Buzeta, Población
Velásquez y Población Bulnes.752
746
Noticias de la Región Chilena, noviembre de 1935.
Efemérides Marianas, marzo 1931.
748
Noticias de la Región Chilena, octubre 1933; Efemérides Marianas, 1933.
749
Noticias de la Región Chilena, mayo 1934.
750
Noticias de la Región Chilena, junio 1935.
751
Efemérides Marianas, 1932, pp. 286-7; Noticias de la Región Chilena, julio de 1936.
752
Hanisch, Historia del Colegio San Ignacio, pág. 163.
747
347
El Catecismo de la Población Velásquez, funcionó desde marzo de 1936, con
28 alumnos como catequistas y con asistencia de 280 niños. El número debía
crecer, porque un grupo de señoritas catequistas comenzaría su catecismo
después de Pascua de Resurrección. Y como en el Colegio San Ignacio el
número de catequistas había ido en aumento, ya se pensaba iniciar otros dos
Catecismos en la misma zona.753
El Catecismo de la Población Buzeta se fundó a pedido del Sr. Cura Párroco
de San Gerardo, para atender ese barrio tan abandonado de su parroquia. Los
primeros domingos los pobladores del barrio recibieron a los jóvenes
catequistas en medio de una silbatina general y con insultos groseros. Un
domingo hubo en que fueron agredidos a piedras. Pero el Catecismo continuó,
logrando una asistencia de 80 niños todos los domingos. Atendieron este
Catecismo 10 jóvenes y el Vicario parroquial de San Gerardo, ex alumno del
Colegio San Ignacio, los solía acompañar algunos días.754
En diciembre de 1936 el P. Alberto Hurtado s.j. dio una Misión de varios días
en la Población Buzeta. Y el 20 de diciembre se tuvo la gran fiesta que puso
término a los trabajos sociales del año. Por la mañana, a las 9 a.m. se celebró
la Misa, término de la Misión y de Primera Comunión. Asistieron más de 500
personas, comulgaron 146, e hicieron su Primera Comunión 36 niños. En la
tarde, a las 5 p.m. se colocó la primera piedra de la futura Capilla y del Centro
de Obras sociales de la Población. Asistieron unas 1.500 personas de la
Población y unas 100 venidas de Santiago, entre las que se contaban el
Alcalde de la Comuna y miembros de la Municipalidad. Bendijo la primera
piedra el P. Rector del Colegio San Ignacio, P. Pedro Alvarado s.j., y tuvo el
sermón de circunstancias el P. Alberto Hurtado s.j. Se creía poder tener
terminada esa Capilla a principios del mes de mayo de 1937. Después de la
Bendición se siguió un reparto general de juguetes, topa y golosinas a los
asistentes. Esta Capilla se transformará más tarde en la Parroquia de San Juan
de Dios.755
En el Catecismo de la Población Bulnes, junto al Zanjón de la Aguada, al final
de la calle Bascuñán Guerrero, además de los alumnos, tomó la Capellanía el
P. Luis Ramírez Silva s.j. El Padre decía la Misa en un corredor de una casa
particular. Los seminaristas del Seminario de Santiago iban los sábados y
domingos a enseñar Catecismo, y un grupo de alumnos de 6° año de
Humanidades del Colegio San Ignacio, que formaron una Conferencia
Vicentina, iban los miércoles a llevar ayuda material y espiritual. El P.
Ramírez reunió, con sus alumnos, hasta un grupo de 35 arquitectos para que le
ayudaran a buscar un terreno amplio en donde ellos mismos pudieran edificar
el futuro templo parroquial.756
P. Alberto Hurtado Cruchaga s.j.
753
Noticias de la Región Chilena, abril 1936.
Id., junio 1936.
755
Id., enero de 1937.
756
Id., agosto 1936.
754
348
El P. Alberto Hurtado Cruchaga s.j. llegó de Europa el 15 de febrero de 1936,
terminados sus estudios de Teología y de Pedagogía y hecha la Tercera
probación. Fue destinado al Colegio San Ignacio donde tuvo las clases de
Apologética, la Congregación Mariana y Dirección espiritual de alumnos
mayores. Dictaba además las clases de Psicología Pedagógica en la
Universidad Católica y una semanal en el Seminario Pontificio para los
seminaristas mayores.
Vino como Capellán del “Cap Arcona” y pudo reunir y traer muy
económicamente una excelente biblioteca de obras selectas de Pedagogía y de
Cultura Católica, obtenidas en su mayor parte como obsequio de las Casas
editoras europeas, con la condición de que fueran exhibidas en una exposición,
y pudieran ser consultadas por los profesores que desearan orientarse para la
formación de sus propias bibliotecas.757
Las clases de Psicología Pedagógica las inauguró el primer martes del mes de
mayo y siguieron con toda regularidad. La asistencia fue tan numerosa que en
la primera clase hubo de trasladarse el público al salón de conferencias, donde
se siguieron teniendo ante un público que llenaba completamente ese salón.
Entre los que asistían hubo profesores del Instituto Pedagógico, personal
docente de Liceos y Escuelas fiscales, sacerdotes y religiosos educadores,
alumnas de la Escuela Normal de Santa Teresa y de una escuela Normal del
Gobierno; también personas de la Escuela de Servicio Social Elvira Matte, e
incluso personas no católicas.
El tema que desarrolló primero fue el de las tendencias modernas en
Psicología pedagógica, con el fin de establecer el verdadero concepto de
Psicología Pedagógica que no se identificaba, según decía el P. Hurtado, con
las tendencias behavioristas americanas, de psicología profunda, entre las
cuales figuraban el Psicoanálisis y la Psicología individual; ni de las múltiples
tendencias de la Educación nueva: Escuela activa, Escuela del trabajo, etc.,
sino que recibe las conclusiones de todas esas tendencias diferentes. Expuso
las características de estas principales tendencias psicológico-pedagógicas,
tratando de demostrar cómo cada una de ellas ofrecía su contribución de
interés.
Continuó también la clase semanal de la misma materia en el Seminario, con
asistencia de todos los teólogos y de algunos profesores.
Y finalmente, a instancias de ellos mismos, el P. Hurtado empezó a dirigir un
Círculo de Estudios para un grupo de estudiantes de 5° año de Medicina con
reunión semanal.
Fomento de vocaciones. Además de los trabajos hechos por una Comisión de
4 Padres del Colegio San Ignacio, presididos por el P. Rector, sobre los
medios más convenientes para despertar, fomentar y cultivar vocaciones en los
Colegios de la Compañía, y de reuniones o consultas tenidas para estudiar,
juntamente con el P. Viceprovincial, el Memorandum presentado por dicha
Comisión, el P. Alberto Hurtado s.j., designado especialmente Promotor de
757
Noticias de la Región Chilena, marzo 1936.
349
vocaciones, ideó y logró tener en el Colegio San Ignacio una reunión más
amplia con el fin de tratar del fomento de la piedad sólida y con ella de las
vocaciones entre los alumnos de los Colegios e Institutos católicos. Asistieron
la primera vez los Vicerrectores de la Universidad Católica, los Padres
espirituales de los Colegios de los PP Franceses de Santiago y Valparaíso, el
del Instituto de Humanidades, que era a la vez Asesor de la Asociación de
Estudiantes Católicos, y los PP. Prefecto y Espiritual del Colegio San
Ignacio.758
Chillán. Casa de formación y Seminario Menor
Los Rectores de la Casa de formación de Chillán, en este período, fueron el P.
Carmelo Barone s.j., que había sido nombrado el 2 de abril de 1928 y lo será
hasta el 24 junio de 1934 en que asumió el P. José Casas s.j. hasta 1939.
La biografía del P. Carmelo Barone la señalamos más arriba.
El 25 de marzo del año 1931, el P. José Llusá s.j. inauguró solemnemente la
etapa del Juniorado en la Región Chilena. Hasta ese año los cursos de las
Humanidades clásicas se realizaban en Córdoba, Argentina. Los jesuitas
chilenos deseaban que esta parte de la formación se hiciera en el país. Había
una gran ventaja al tener el Juniorado junto al Noviciado, pues éste podía ser
terminado con tranquilidad. Anteriormente muchos novicios debían viajar a
Córdoba antes de cumplir con los años de Noviciado en Chile. El único
inconveniente que debía solucionarse era la escasez del profesorado y la falta
del material pedagógico de apoyo.
El primer año, el de 1931, sólo se dieron los cursos de Infima y Media de
Gramática latina, en el Noviciado y Seminario Menor, a cargo del Escolar en
magisterio Germán Gulielmi s.j. y del P. Jorge Mühn s.j., respectivamente. El
único curso de Suprema, el del Juniorado, quedó a cargo del Escolar Gerardo
Alarcón s.j. Éste había hecho los estudios clásicos en Córdoba y un año de
Filosofía en Villa Devoto, Argentina.
Los primeros “juniores” fueron los Escolares Marcos Arancibia Lira, Oscar
Gana Mandiola, Francisco Lyon Subercaseaux, Carlos Pomar Mardones,
Carlos Vergara Márquez, Luis Saá Jiménez, José Sánchez Beguiristain y
Rigoberto Valenzuela Contreras.759
A fines de octubre de 1931, el escolar Gerardo Alarcón s.j. envió, a petición
del P. José Llusá s.j. un Informe detallado sobre el Curso de Juniorado que
estaba impartiendo. La preocupación del P. Viceprovincial mostraba la
importancia que daba a ésta su iniciativa. Transcribimos parte del Informe,
que a su vez manifestaba la seriedad de los estudios establecidos en Chillán:
“A esta fecha está ya visto todo el programa de Suprema y repasadas muchas
cosas de él.
758
759
Id., años 1932-1936.
Pablo Concha, op. cit., pág. 16.
350
Latín
“Sintaxis”: empleamos casi tres meses en repasar lo que habían visto en
Media, sin poder añadir más porque aquello casi todos lo sabían más o menos
de memoria, sin entenderlo, ni mucho menos saberlo aplicar.
“Modos”; terminamos, repasando en partes, y mucho ejercicios.
“Métrica”: terminada, y la estamos repasando.
“Prelección”: tres Cartas vistas, repasadas, y en parte analizadas; todo el
diálogo De Senectute, visto y repasado; toda la primera narración De
Antiocho. Toda esta Prelección se ha visto: primero, el orden gramatical
estrictamente puesto; segundo, traducción estrictamente literal según la
significación fundamental de cada palabra; luego una traducción bien
castellana; además, ejercicio de derivación, no solamente de las palabras
compuestas, sino de las otras originadas de verbos o de otras partes de la
oración. Puedo decir que la Prelección hecha en esta forma yo no la oí nunca,
ni en Retórica.
“Composición”: Son más de 470 frases, en casi su totalidad tomadas de
Cicerón; las que he dado en composición para ejercicios y aplicación de la
Sintaxis y de los Modos. Se las he corregido notando no solamente las faltas
de sintaxis y ortografía sino aun el orden elegante con que las dijo Cicerón.
De Métrica ya son más de 120 las sílabas dadas para que pongan la cantidad
y la razón de la cantidad.
“Ejercicios en clase”: El que se suele hacer en todas partes al decir los
preceptos y dar razón de ellos, y al decir la prelección y las paráfrasis.
Mi curso de Suprema no hizo más, pero sí deberán dar en latín, todos, el
juicio sobre cada dominical y sermón.
Me olvidaba de Virgilio. De él las Églogas I, IV y V están vistas y repasadas.
De las Geórgicas: “prima agriculturae origo”, “tempestatum descriptio”
etc.; en todo estos unos 250 versos, “laus vitae rusticanae” más de 80 versos;
“equi generosi descriptio”, más de 20 versos. Todo esto está visto y casi todo
repasado. Además en toda esta prelección de Virgilio hemos hecho paráfrasis
latina que ya está por terminarse.
Castellano
Ya tenemos vistos los Modos Castellanos, toda la Métrica castellana (P. Juan
Carlos Zorrilla, págs. 242-300) y lo referente a la Lingüística, Origen de la
lengua castellana, Etimología, etc. Además bastante composición, en prosa y
en verso. Todos han tenido dominical, menos dos.
Griego
Sintaxis y Libro III de la “Llave del griego”. He consultado los programas de
varios años de Córdoba y Buenos Aires, y creo que el de aquí se puede poner
al lado de aquellos.
351
El tiempo que resta será para repasar lo visto, y repasado, fijándonos
exclusivamente en el análisis y ejercicio.
Este es el programa que fijé al principio del curso. Se podría haber hecho
más, pero no dudo que se ha hecho “por lo menos” lo que he visto hacer en
los mejores cursos de Suprema en Córdoba y Buenos Aires”.760
En 1932 ingresaron al Noviciado los Novicios escolares: Joaquín Barros
Matte, Apolinar Sánchez Beguiristain, Mario Aguirre Mackay, Carlos
Aldunate Lyon, Jorge Astorquiza de la Maza, Guillermo Riera Bauzá, y
Ramón Angel Cifuentes Grez. Se fundaron tres Catecismos: “Las Canoas” o
San Francisco Régis, y “Los Bajos de San Pedro” en Chillán Viejo, y en la
Población Balmaceda o Nta. Sra. del Carmen. En total atienden además de la
Cruzada Eucarística en la iglesia del Noviciado, los otros Catecismos: en la
Población La Fuente o San Luis, en la Población Zañartu o San José, en
Chillán Viejo o San Bernardo, y en la Cárcel pública o San Ignacio.
En 1933 los apostólicos, o seminaristas menores, eran 29.
Desde 1934 iniciaron el Noviciado en Chile los primeros jóvenes peruanos:
Ricardo Durand, Salvador Otero y José Crosby.
El 1 de enero de 1934 debió asumir, como Vicerrector, el P. Ignacio Molins
s.j. por enfermedad del P. Carmelo Barone quien debió ser trasladado a la
Residencia de Valparaíso. El 26 de febrero de 1934 el P. José Llusá s.j.,
Viceprovincial, nombró Maestro de Novicios al P. Fernando Krebs, pues el P.
Jaime Ripoll a sus 54 años tenía diabetes y asma; por ello había sido
trasladado, también a Valparaíso, pero como Superior. Al P. Ripoll lo había
suplido como Maestro, un mes, el P. Socio de la Región P. Luis Canudas s.j.
Sin embargo, los Padres jesuitas españoles pensaban que el Maestro de
novicios debía ser el P. José Casas, un catalán que había hecho el magisterio
en San Ignacio y que tenía muy buen recuerdo del país. Por las dificultades
puestas por la Provincia de Aragón para destinar al P. Casas, el P. General
había aceptado el nombramiento del P. Krebs, quien todavía no tenía la edad
canónica para ejercer el cargo.
El P. Fernando Krebs estuvo cinco meses en el cargo, hasta que pudo viajar el
P. José Casas, quien el 24 de junio de 1934 fue nombrado Rector y Maestro de
Novicios.761
Del 3 al 6 de mayo de 1934 se celebraron solemnemente las fiestas de las
Beatificaciones del Bienaventurado P. José Pignatelli s.j. y de los Mártires del
Paraguay PP. Roque González de Santa Cruz, Alfonso Rodríguez y Juan del
Castillo s.j. Este último había hecho en Chile la experiencia del magisterio en
el Colegio de Concepción en los años 1619-1622.
760
761
Archivo SJ #421, Carpeta 13.
Cf. Catálogos SJ; y Ramón Angel Cifuentes, “En el vórtice de la Compañía de Jesús”, pág. 6.
352
En el Congreso Eucarístico Diocesano, realizado en la diócesis de Chillán
como adhesión al Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires,
tomaron parte no sólo los Padres, en la organización y atención espiritual, sino
también los Juniores y Novicios, y los Congregantes Marianos. Estos
formaron parte del Comité ejecutivo que desarrolló una gran labor en todo,
desde el recibimiento del Nuncio Apostólico, en las Sesiones de apertura y de
clausura, en la organización de la gran procesión de clausura, a la cual
concurrieron, y en la cual desfilaron 1.500 jinetes de los fundos agrícolas de la
región. Los jesuitas tomaron parte en la predicación, en las sesiones de
estudio, en el canto y en el altar. El P. Viceprovincial tuvo una ponencia en la
2ª sesión de estudio sobre la “Singular eficacia de los Ejercicios Espirituales
de San Ignacio para conseguir la regeneración del mundo por la vida cristiana
eucarística”. El tema iba encaminado a disponer los ánimos para la fundación
de una Casa de Ejercicios en Chillán, obra que llevaba entre manos el Sr.
Obispo.
El P. José Casas s.j. había nacido en Barcelona el 1 de agosto de 1893 en
Barcelona, España. Había ingresado en la Compañía de Jesús a los 14 años de
edad el 19 de septiembre del año 1907. Antes de los votos del bienio pasó en
1909 a la Casa de formación en Gandía donde estudió Media Gramática, para
ir el año siguiente al Colegio de Veruela en Zaragoza donde cursó Suprema
Gramática, Humanidades y Retórica. En 1914 dio inicio a los estudios de
Filosofía en el Colegio Máximo de Tortosa, en la Casa de San José.
El año 1917 los Superiores lo destinaron para la experiencia de magisterio a la
Misión Argentino-Chilena. Fue profesor en el Seminario de Buenos Aires, en
Villa Devoto donde enseñó latín, griego, castellano e historia de la literatura.
En 1918 estuvo en el Colegio San Ignacio de Santiago, Chile, donde fue
prefecto de disciplina y enseñó álgebra y geometría otros cuatro años. Un
sexto año de magisterio hizo en Montevideo enseñando también matemáticas
en el Colegio Seminario en 1922.
En 1923 regresó a su Provincia de Aragón, para iniciar los estudios de
Teología en el Colegio Máximo de Tortosa. Allí se ordenó de sacerdote el 26
de julio de 1926. Permaneció en su Provincia hasta el año 1934.
El 15 de diciembre de 1934, en la Casa de formación de Chillán, se finiquitó la
compra de la finca llamada “Las Chacras” para el cultivo de la Casa de
formación y para realizar en ella los días de descanso. Distaba, a pie, como
una hora y cuarto; y comprendía como unas 40 cuadras de buena tierra, con
variedad de árboles frutales, agua abundante, un galpón, una casa grande
habitable y una casa de inquilinos. Don Carlos Aldunate Errázuriz, padre de
los Escolares jesuitas Carlos y José Aldunate Lyon, ayudó con sus consejos,
diligencias y gran parte del aporte financiero; también ayudaron la señora
María Teresa Foster, y los PP. Eduardo Vicuña Correa s.j. y Juan Carlos
Zorrilla de San Martín s.j. desde Concepción y Santiago. La escritura se hizo
legalmente a nombre del Obispado de Concepción.
El 6 de enero de 1935 falleció en Chillán el Obispo diocesano, Monseñor
Martín Rücker Sotomayor, víctima de una bronconeumonía. Los jesuitas
vieron en su muerte la pérdida de un padre y gran bienhechor, dejando
353
inconcluso su proyecto de levantar la Casa de Ejercicios cuyos planos había ya
desarrollado el Sr. Manuel Cifuentes Gómez, padre de los dos jesuitas
Cifuentes Grez.
En 1935 ingresaron al Noviciado los jóvenes Jorge Escobar Olavarría,
Alejandro Muñoz O’Ryan, Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio, del Perú,
Ignacio Vergara Tagle y Ramón Salas Valdés. Los dos últimos, ex alumnos
del Colegio San Ignacio.
Los primeros días de noviembre de 1935 la ciudad estuvo de fiesta, por
celebrar el Centenario de su fundación. El Presidente de la República, Don
Arturo Alessandri Palma, viajó para las fiestas, acompañado de varios
Ministros de Estado y de numerosa comitiva. Al arribo del tren presidencial la
estación estaba materialmente repleta. El día 5 los visitantes acudieron al Te
Deum cantado en la Catedral por el Vicario Capitular. Durante la función tocó
el estudiante jesuita Ignacio Gatica Cousiño s.j. y el Coro estuvo reforzado por
cantores de la Schola Cantorum del Noviciado y Juniorado.762
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios763
Los Superiores de la Residencia de Concepción en este período fueron los PP.
Julio Montalba s.j. hasta el 28 de abril de 1931, y el P. José Audí s.j. desde el
6 de mayo hasta el 4 de marzo de 1937.
Las biografías de ambos las señalamos más arriba.
En el mes de diciembre de 1930 el P. Eduardo Vicuña Correa s.j. viajó a
Valdivia a participar en el Congreso Eucarístico Nacional celebrado en esa
ciudad. Como Vicepostulador de las Causas de Canonización de los Mártires
jesuitas de Elicura y del P. Juan Pedro Mayoral s.j. pidió a los Obispos y a
otros congresales que extendieran Cartas postulatorias en pro de dichas
Causas.764
Los ministerios en la iglesia y Casa de Ejercicios fueron los habituales de los
años anteriores. Lo mismo la atención a las Congregaciones Marianas, la
Hermandad del Sagrado Corazón y de las Hijas de María, los Ejercicios dados
al clero, seminaristas, religiosos y religiosas, y a laicos, como las Misiones
urbanas y rurales, la Predicaciones en Novenas y otros actos religiosos. La
Escuela primaria del Sagrado Corazón fue un trabajo no sólo del P. Director,
sino también de los otros jesuitas que ayudaban en la pastoral de los alumnos.
En 1932, el P. Fernando Vives Solar s.j., recién de regreso de su larga estadía
en España, viajó a Concepción para dar Conferencias al Clero en el Seminario,
a los Obreros en el Teatro San José, Ejercicios de tres días a los alumnos del
Colegio de los PP. de los Sagrados Corazones, Ejercicios a caballeros y
jóvenes en la Casa de Ejercicios San Francisco Javier de la Residencia jesuita.
762
Noticias de la Región Chilena, años 1932-1936.
Todo esto relacionado con la Residencia de Concepción. Está con muchos detalles en las Noticias de la
Región, años 1932 a 1936.
764
Archivo SJ, Diario Residencia Concepción 1929-1938, pág. 41.
763
354
En febrero de 1933 el P. Eduardo Vicuña s.j. dio Ejercicios a 63 jóvenes
varones en Lota. Fue ésta la primera tentativa hecha en “llevar a los pueblos la
Casa de Ejercicios”, es decir, convertir en Casa de Ejercicios alguna casa del
pueblo: Con ello se pretendió resolver la dificultad de los que no podían
emprender un viaje a la Casa de Concepción.
El 29 de octubre de 1933, fiesta de Cristo Rey, falleció en Concepción Don
Miguel Campos Fuente-Alba, padre del Estudiante jesuita en Teología José
Mariano Campos Menchaca s.j., en Argentina. Era el médico de la Comunidad
de la Residencia, miembro de la Hermandad del Sagrado Corazón y cristiano
ejemplar. Jamás cobró un servicio a los jesuitas durante largos años. Vio
acercarse la muerte con extraordinaria serenidad Él mismo, después de haber
dado cristianos consejos a sus hijos, iba anunciando sin inmutarse los síntomas
de su propia muerte. Al entregar su Crucifijo a su hijo sacerdote diocesano,
Pedro le dijo: “Te dejo mi Crucifijo, el compañero más íntimo de mi vida; séle
fiel y no lo abandones jamás”. La última absolución se la dio Tomás, su otro
hijo sacerdote en la Congregación de los Sagrados Corazones. Y al recibirla,
exclamó: “Qué hermoso es esto: el hijo perdonando a su padre”. Pidió ser
enterrado con la sotana de la Compañía de Jesús, y que los funerales se
hicieran muy sencillos en la iglesia de la Compañía. Las Misas las celebraron
simultáneamente sus dos hijos sacerdotes y sus dos cuñados, el Pbro.
Alejandro Menchaca Lira, Vicario General de la Diócesis de Talca y el Pbro.
Manuel Menchaca Lira, Ministro del Seminario de Santiago. Los cuatro
acólitos eran también hijos suyos. Al cementerio acompañaron los restos más
de seis cuadras de autos y coches.
El 30 de noviembre de 1933 presidió los exámenes públicos de Teología
Moral, de Ascética y Mística, el Sr. Visitador Apostólicos de Seminarios, Pbro
Alfredo Cifuentes Gómez, ex alumno del Colegio San Ignacio en Santiago.
Quedó muy complacido de los alumnos del P. Eduardo Vicuña s.j.
El 27 de mayo de 1934, fiesta de la Santísima Trinidad, a las 4.30 de la
mañana un violento ciclón trajo gran consternación a la ciudad. El tornado
llevada la dirección de Norte a Sur y a su paso derribaba casas, arrancaba
árboles y causaba muertes y heridos. Dobló en la misma esquina de la
Residencia, sin causarle a ella el más mínimo desperfecto. A media cuadra de
la Casa derribó una pared matando a una mujer. A la Fábrica de Paños,
ubicada al frente le causó daños avaluados en varios miles de pesos. Lo mismo
hizo en el Colegio de las Religiosas del Sagrado Corazón; y sobre todo en el
Externado de la Inmaculada Concepción, en donde los desperfectos del
huracán y la lluvia ascendieron a más de $130.000. La velocidad del ciclón se
calculó, por lo menos, en unos 180 kilómetros por hora. Vino acompañado de
un ruido ensordecedor; algunas planchas de zinc de los tejados fueron a dar a
seis kilómetros de distancia. Al día siguiente en todas las iglesias se celebraron
Misas de Acción de gracias, por librarse la población de tan grande calamidad.
En el curso escolar del año 1935 el P. José Nicolay s.j., Director de la Escuela
del Sagrado Corazón, pudo por fin extenderla hasta el 6° Año de Educación
Primaria. Tenía en total 250 alumnos matriculados. El Sr. Obispo la apreciaba
de veras, pues era la única Escuela particular católica de varones en
355
Concepción. Y en 1936, con una serie de mejoras materiales se pudo llegar a
300 alumnos.
En enero de 1936 se celebraron en Concepción el 2° Congreso Nacional de
hombres de la Acción Católica y también la Asamblea Mariana. Intervinieron
de una manera especial en ambos acontecimientos los PP. José Francisco
Correa Valenzuela s.j., venido de Santiago, y Eduardo Vicuña Correa s.j., de
Concepción. El P. Teodoro Ebel Beiler s.j. asistió con una comisión de
congregantes de Puerto Montt. A la Misa de Comunión, que celebró el Sr.
Obispo en la iglesia de la Compañía de Jesús, asistieron y comulgaron unos
450 congresistas: la mayor comunión de hombres que había presenciado
Concepción. Después pasaron todos al comedor y patio de la Casa de
Ejercicios. Al terminar el desayuno, dirigieron la palabra los PP. Correa y
Vicuña, Don Alfredo Barros Errázuriz y el Asesor Nacional de la Acción
Católica, Rvdo. Don Ramón Merino, quien declaró que “la Compañía de
Jesús, y de un modo especial las Congregaciones Marianas, fieles a su
tradición de obediencia perfecta en cumplir los deseos del Papa, habían sido
los mejores y más valiosos auxiliares de la Acción Católica en nuestra Patria”.
En la Acción Católica de Concepción, de 26 miembros que componían la
Junta diocesana y los Consejos diocesanos de Hombres y Jóvenes de Acción
Católica, 25 pertenecían a la Congregación Mariana establecida en la iglesia
de la Compañía de Jesús. Cosa parecida acontecía en los Consejos
parroquiales de la ciudad.
Para la fiesta de San Pedro, 29 de junio de 1936, se celebró en Concepción el
Primer Congreso Diocesano de Jóvenes de Acción Católica, tenido en la
iglesia y en la Casa de Ejercicios de la Compañía. El Pbro. Manuel Larraín
Errázuriz, ex alumno del Colegio San Ignacio, viajó de Santiago a dar un día
de retiro a un gran grupo de jóvenes. Eran unos 250, de 30 años para abajo. En
la Comunión General llenaban, con otros jóvenes penquistas, la gran iglesia
como también lo hicieron después en los comedores y patios de la Casa de
Ejercicios, donde la Congregación Mariana se encargó del desayuno. A las dos
de la tarde salieron de la Casa todos estos jóvenes en compactas filas,
cantando y avivando a Cristo Rey, haciendo estación en la Plaza de Armas
frente a la Catedral y del Palacio Episcopal, dirigiéndose luego, por Barros
Arana, al Seminario diocesano, en cuyo Salón tuvieron la Asamblea de
clausura.
Puerto Montt. Colegio San Francisco Javier
El 1 de Mayo de 1931 fue nombrado Rector del Colegio San Francisco Javier
de Puerto Montt el P. Julio Montalba Matus s.j. Fue el primer jesuita chileno
que ocupó ese cargo en el Colegio del sur.
Su biografía la indicamos más arriba.
Una de las primeras tareas del P. Julio Montalba s.j. fue tratar de resolver el
problema de la expropiación de terrenos del Colegio San Francisco Javier en
beneficio del Liceo fiscal que ocupaba una pequeña manzana, de 50 x 50 m,
inmediatamente vecina al Colegio jesuita. El P. Montalba se dio cuenta de la
356
necesidad que tenía el Liceo y propuso a las autoridades una solución de
compromiso que no perjudicara los intereses del Colegio.765
En julio de 1932 la Congregación Mariana Mayor “Stabat Mater” estaba
trabajando para establecer una segunda Escuela, en la nueva Población
Modelo, además de la que ya tenían en Miraflores. Para eso ya tenían local y
maestra. Serán dos Escuelas pobres sostenidas por la Congregación. También
ayudaba al financiamiento, y se había encargado de la Escuela parroquial
“Arriarán Barros” de Puerto Montt.
En septiembre de 1932, el P. Rector hizo pasar la propiedad del Colegio
“Germania” de Puerto Varas a la Congregación del Verbo Divino. Así se cortó
el último lazo de unión con la antigua Residencia jesuita en esa ciudad. Para
ello debió firmar una escritura de compraventa de los terrenos que los jesuitas
tenían en esa ciudad. El 17 de agosto de 1934 el Obispo de Ancud, Monseñor
Ramón Munita Eyzaguirre agradeció al P. Viceprovincial que éste hubiera
ordenado al Rector de Puerto Montt no recibir el dinero que debía cancelar el
Obispado de Ancud.766
En 1933, el Colegio San Francisco Javier, por primera vez, tuvo 4° año de
Humanidades. Y el total de alumnos en el Colegio alcanzó a 220.
En 1935 el Colegio tenía 250 alumnos, y por primera vez también, los
externos eran más numerosos que los alumnos internos, aunque éstos
sobrepasaban el centenar.
La Estación Meteorológica, a cargo del Colegio San Francisco Javier recibió
en 1935 la visita de dos Inspectores de la Dirección General de Santiago, los
cuales quedaron muy bien impresionados por el buen estado y el servicio
prestado por la Estación. A petición de la Dirección de LAN, Línea Aérea
Nacional, en la Base Aérea de Chamiza se procedió a ampliar el servicio con
nuevos aparatos.
En el mes de abril de 1936 se continuaban, con cierta lentitud, los trabajos en
la construcción del nuevo Salón de Actos del Colegio, pues era necesario
asegurar bien las bases de los pilares donde el suelo era poco firme y a veces
con agua muy cercana a la superficie. Pero se había terminado todo el
desmonte necesario y hecho el acopio de materiales.
El 8 de noviembre de 1936, el Obispo de la diócesis, Monseñor Ramón
Munita Eyzaguirre, tuvo la bendición e inauguración de ese Salón de Actos y
patio cubierto. Además de las palabras dichas por el Obispo y el P. Rector,
hablaron en esa ocasión el Sr. Bertoldo Schmidt, en nombre de la Asociación
de Padres de familia del Colegio, y el Sr. Luis Ebel Beiler, en nombre de la
Acción Católica, ambos ex alumnos del Colegio. Asistieron al acto, entre otras
personas caracterizadas, el Intendente de la Provincia, el Alcalde de la
Comuna, el Comandante del Grupo de Ingenieros, el Rector del Liceo de
Hombres, el Administrador de Aduanas y el Cura Párroco. Se desarrolló a
765
766
Archivo SJ Provincia Chile, 2/D/263 Carpeta 09 donde también hay planos.
Archivo SJ #278, Carpeta 09 Carta del Obispo al P. Llusá.
357
continuación un programa de Gimnasia, que fue muy alabado y del cual el
diario “El Llanquihue” escribió una crónica muy elogiosa.767
Puerto Octay. Statio
En la fiesta de la Ascensión del Señor, en 1932, se pudo bendecir el nuevo
Colegio San Miguel, para niñas, de las Hermanas de la Caridad de la
Inmaculada. Presidió la ceremonia el P. Julio Montalba s.j., Rector del
Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt.
En 1934 siguieron los ministerios parroquiales y las Escuelas como antes. Al
fin del año se acentuó la debilidad del corazón del P. Christian Harl.
El 15 de marzo de 1935, el mismo P. Harl dijo al P. Duschl que llamara al
médico y a la Cruz Roja, pues se sentía muy mal. El P. Duschl fue al Hospital
y volvió a la casa con el Dr. Wolfgang Reuter. Al entrar en la pieza, lo
encontraron muerto. De inmediato, en la iglesia se tocó la campana grande
para avisar al pueblo la muerte de su párroco.
El 17 de marzo se celebró la Misa de funeral con asistencia de muchos fieles.
La Misa también la celebró el P. Julio Montalba s.j., Rector del Colegio San
Francisco Javier de Puerto Montt. En la dirección de la Parroquia sucedió el P.
Juan Duschl como administrador.
El 14 de abril de 1935, en un viaje a Rupanco, tropezó el caballo “Zeppelin”,
cayó sobre el P. Duschl y le rompió un hueso en el hombro izquierdo con la
montura. Sin embargo, el Padre montó otra vez y siguió su viaje misional
hasta Las Nieves, adonde llegó después de tres horas. Al día siguiente notó
que no podía seguir misionando por el dolor, en un carretón fue trasladado a
Maitenes y de allí un comerciante lo llevó a Osorno. Se hospedó en la
Parroquia, atendida por los Padres del Verbo Divino, quienes le indicaron que
debía hacerse tomar una radiografía. Al día siguiente se trasladó al Hospital
San José de Puerto Varas, y después de un mes de preparación fue operado. El
19 de junio, fiesta del Corazón de Jesús, pudo celebrar en Puerto Varas la
Misa. Y el 1° de julio regresó a Puerto Octay. El 12 de noviembre montó otra
vez en su caballo “Zeppelin” y continuó sus ministerios.768
Ancud. Seminario diocesano
Los Rectores del Seminario de Ancud, correspondientes a esta época, fueron
los PP. Buenaventura Teixidor, desde 1 el 10 de abril de 1927, y el P. Pedro
Paravano, desde el 9 de mayo de 1932.
La biografía del P. Buenaventura Teixidor s.j. la colocamos más arriba.
El P. Pedro Paravano s.j. había nacido en Esperanza, Argentina, el 11 de
diciembre de 1890. A los 14 años, después de haber estudiado las primeras
letras con los Padres del Verbo Divino, aprendió carpintería y trabajó en este
767
768
Noticias de la Región Chilena, años 1932-1937.
Historia de la Casa de Pto. Octay, manuscrita, Archivo SJ Chile.
358
oficio hasta su entrada en la Compañía de Jesús en el Noviciado de Córdoba,
el 9 de octubre de 1909. Cuando le faltaban dos meses para hacer los votos del
bienio, fue enviado a España, al Palacio del Santo Duque, en Gandía. Allí
pronunció sus votos religiosos. El Juniorado lo hizo en Veruela desde
mediados de 1911 hasta mediados de 1914. Pasó entonces a Granada; allí
inició la Filosofía, concluyéndola en el Colegio Máximo San Ignacio en Sarriá
en 1917.
La experiencia del Magisterio la hizo en el Colegio San Ignacio, en Santiago,
Chile, los años 1918 y 1920. La Teología la cursó en Sarriá, España, y fue
ordenado sacerdote el 29 de julio de 1923.
Terminada su formación, el primer destino fue el Colegio San Ignacio en
Santiago. Enseñó Geometría en los cursos mayores y al mismo tiempo fue Sub
Prefecto General del Colegio. En 1928 pasó a la Residencia de Valparaíso y
después, en 1932, al Seminario de Ancud. Él fue el último Rector jesuita.
Después que la Compañía de Jesús dejó el Seminario, el P. Paravano regresó a
Argentina en 1939, para ser nombrado Superior de la Residencia Mayor en
Córdoba desde 1940 a 1946.
En 1947 y 1948 fue Ministro en el Colegio del Salvador en Buenos Aires, y
este último año Rector del Colegio San Calixto en La Paz, en Bolivia. Pero
pronto debió regresar por problemas de salud, al no soportar la altura de la
ciudad, Fue Superior en la Residencia de Regina Martyrum en Buenos Aires.
Desde 1961 a 1963 formó parte del equipo misionero del P. Huelin que
recorrió Colombia, Ecuador y algunos países de América Central. Desde 1968
vivió en Córdoba. Allí falleció el 8 de mayo de 1988.769
Ya Rector, en 1933, el P. Pedro Paravano determinó abrir un Curso de
Preparatoria en el Seminario, con la finalidad de que los alumnos que
egresaban del Colegio de Religiosas no se vieran obligados a ir al Liceo de
Hombres al no poder ingresar a los cursos de Humanidades en el Seminario.
Para ello se transformó en sala de clase el antiguo comedor de la Comunidad,
trasladándose éste a un segundo piso, con mejor luz, y vista a la bahía y a los
Cerros de Lechagua.
El 23 de abril de 1933 el Sr. Obispo, Monseñor Abraham Aguilera sdb, cayó
repentinamente enfermo de cuidado. Como vivía en el Seminario, los jesuitas
pidieron al Dr. Bize que lo atendiera. El día 27, él mismo solicitó ser
trasladado, desde sus dependencias en el Seminario, al hospital. El día 29 se le
administraron por la tarde los Santos Sacramentos, y el P. Rector, P. Pedro
Paravano s.j., que estuvo presente, pasó la noche entera junto a su lecho.
Falleció el día 30 de abril, a las 9.10 a.m., atendido por el P. Rector hasta el
último momento. Sus funerales fueron celebrados el 4 de mayo por el
Gobernador Eclesiástico de Valdivia, Monseñor Teodoro Eugenín Barrientos
ss.cc., ex alumno del Seminario de Ancud.770
769
770
Tampe, op. cit., págs. 236-237.
Archivo SJ, Diario de Casa de Ancud, año 1933, #278 Carpeta 15c.
359
En el mes de septiembre, el Seminario empezó a publicar “Auras
Ancuditanas” como Revista del Seminario. El primer Número, de 50 páginas,
estuvo dedicado a la ciudad de Ancud en el centenario de su fundación.
El 17 de noviembre de 1933 llegó a la ciudad de Ancud el Visitador
Apostólico de Seminarios, el Pbro. Monseñor Alfredo Cifuentes Gómez. El P.
Rector le fue a recibir al barco, en la lancha de la Gobernación marítima. El P.
Ministro lo esperó en el muelle, y los demás Padres, Hermanos y Seminaristas,
en la Portería del Seminario. Al día siguiente Monseñor Cifuentes celebró
Misa solemne, a las 8 a. m., con asistencia de los Padres, de los Seminaristas y
de los alumnos seglares externos. Al término de la Misa se leyó, en castellano,
el Decreto de su nombramiento.
El 24 de noviembre de 1933, Monseñor Cifuentes dio por terminada la visita
al Seminario.771
En carta del 20 de noviembre de 1933 al P. José Llusá s.j., el P. Pedro
Paravano escribió:
“El Visitador me exigió en nombre de la Santa Sede el juramento de decir la
verdad en todo, y así lo hice. Él se dio cuenta de nuestras dificultades, pero no
cree que podamos dejar el Seminario, en manera alguna, aunque sí cree
urgente la necesidad de reparación total de él; y más que esto su traslado a
Puerto Montt. Le causó pésimo efecto el edificio ruinoso, lo mismo que la
falta de material de enseñanza, de biblioteca moderna, de alumnos en las
clases, de la nulidad de muchos; mala impresión la insignificancia de la
población, del adefesio de palacio episcopal en ella, etc. Sería cosa largo
decirlo todo; creo que nos favorecerá no poco esta visita. Se va el jueves a
Concepción y hablará con usted antes de enviar su Informe. Ha estado muy
cariñoso con la Comunidad”.772
Ante las dificultades económicas y de personal en el Seminario ya el P. Pedro
Paravano había propuesto fusionar el Externado seglar, con 6 años de
Humanidades, y el Internado seminarístico, sin validez de exámenes y con dos
cursos unidos por la escasez de alumnos. En su informe decía conocer las
ordenaciones de la Santa Sede acerca de la separación, pero creía que ante la
ruina total del Seminario bien podría tratar de obtener una dispensa. Le parecía
inconveniente mantener dos Colegios separados, con planes de estudios
distintos. Ello permitiría que los mismos seminaristas, antes de ir a filosofía,
tuvieran los seis años del Bachillerato; y con ello se evitaría el temor de
muchas familias que no permitían ingresar a sus hijos al Seminario por el
temor de que luego, al retirarse, no pudieran seguir ninguna carrera seglar.773
Ante la dificultad de que el Clero diocesano se sentía relegado a un segundo
lugar, y a poca actividad, el P. Rector, Pedro Paravano, propuso que podría
darse la dirección del Seminario al clero diocesano y con ello crecería su
prestigio y tendría mayor aliciente.
771
Diario de la Casa de Ancud, año 1933, Archivo SJ #278, carpeta 15.
Archivo Provincia S J, #421 carpeta 15.
773
Archivo SJ, #278, Carpeta 01.
772
360
Al retirarse los jesuitas, fusionándose ambas secciones, los sacerdotes
diocesanos pasarían a vivir en y del Seminario, con lo cual quedarían ipso
facto mejorados en condición económica.774
Ante el problema de la escasez de alumnos, en ambas secciones del
Seminario, el P. Paravano insistió en la fusión, dándose validez de exámenes a
los eclesiásticos, y así cesaría el temor de contingencia al no poder seguir más
tarde la carrera eclesiástica.
El 22 de enero de 1934, Su Santidad Pío XI eligió al Pbro Ramón Munita
Eyzaguirre, de la arquidiócesis de Santiago, como al IX Obispo de San Carlos
de Ancud. Fue consagrado en Santiago el 1 de abril de 1934.775
Tomó posesión de la diócesis el 28 de abril. Todo el Seminario fue al muelle y
los fieles lo recibieron con arcos de triunfo en gran procesión hasta la
Catedral. Estuvieron presentes el P. Viceprovincial, P. José Llusá s.j., el P.
Julio Montalba s.j., Rector del Colegio de Puerto Montt y el P. José Casas s.j.,
Rector de la Casa de formación de Chillán. El 29 hubo Misa pontifical en la
Catedral con asistencia del Seminario. Y el 30 el nuevo Obispo ofició de
Requiem por el alma de Monseñor Abraham Aguilera. También asistieron los
jesuitas y el Seminario.
El 13 de abril de 1935 el Seminario de Ancud cumplió 90 años desde su
fundación. Ese día celebró solemnemente la Misa el Obispo, Monseñor
Ramón Munita Eyzaguirre, para los alumnos y sus familias. En la alocución
elogió a la Compañía. En la tarde ofició el Te Deum y dio la Bendición el P.
Viceprovincial. En la recepción de los ex alumnos, Don Ramón Soto
Maldonado hizo una apología de los jesuitas y Don Manuel Díaz Bórquez se
refirió a los tiempos antiguos del Seminario. Respondió en nombre del
Seminario el P. Rector.776
El 11 de diciembre de 1935 se iniciaron las obras de la construcción destinada
al Internado seglar; quedará en un 2° piso en el edificio que quedaba al frente
a la puerta de entrada del Seminario. Se inauguró en marzo de 1936 con 25
alumnos internos.
El 7 de enero de 1937 llegó a Ancud el Visitador de la Provincia, P. Camilo
Crivelli, con su Socio, el P. Luis Canudas s.j., y el Provincial de la Provincia
Argentino-Chilena, P. Tomás Ignacio Travi s.j. La Visita duró hasta el día 12
de enero.
Y el día 17 de enero de 1937, mediante un telegrama, se anunció el
nombramiento del P. Pedro Alvarado Oyarzún s.j., ex alumno del Seminario,
como nuevo Viceprovincial de la Región Chilena.777
San Miguel, Argentina. Colegio Máximo San José
774
Id., id.
Oviedo, op. cit., pág. 176.
776
Diario Casa de Ancud, año 1934 y 1935; Cf. Noticias de la Región Chilena, los mismos años.
777
Archivo SJ, Diario de Ancud, años 1934 a 1937.
775
361
El Colegio Máximo de San José, en San Miguel, Argentina, fue inaugurado el
8 de marzo de 1931. Su primer Rector fue el P. Tomás Travi s.j. La
construcción no estuvo del todo terminada, y en ese primer año los Sacerdotes
y Profesores fueron 13; los estudiantes de Teología, 26; los de Filosofía, 33: y
los Hermanos jesuitas, 9.
Los jesuitas chilenos estudiantes de Teología eran: Luis Ramírez Silva,
Nicanor Marambio Molina, Braulio Muñoz Navarro, Juan Lodo, Luis Navarro
García, y Mariano José Campos.
Los estudiantes chilenos en Filosofía eran: Julio Alarcón Parra, Miguel
Anabalón Mora, José Garrido Tapia, Abdón Maldonado Gutiérrez, Miguel
Olavarría Guerrero, Luis Reyes Gatica, Alfonso Salas Valdés, Enrique
Sanfuentes Ovalle, Luis Vallejo Vera, Alfredo Waugh Walker, Jorge
González Förster, Albino Schnettler Glade, Oscar Contreras Sepúlveda,
Francisco Delpiano Delpiano, Sergio Hurtado Salas, Antonio Jüptner Klenner,
Raúl Montes Ugarte, Luis Eduardo Morales Delpiano.778
La bendición del edificio se tuvo el 21 de junio, fiesta de San Luis Gonzaga,
inaugurándose ese día la Capilla doméstica. Presidió el Nuncio Apostólico.
Hasta ese entonces había servido de Capilla el Salón de Actos. Además del
Nuncio Apostólico en Argentina y el P. Provincial Luis Parola s.j., asistieron
el Embajador de Chile, Don Francisco Urrejola y su secretario, y numerosos
jesuitas y sacerdotes diocesanos.779
En diciembre de 1932, la Sagrada Congregación de Estudios de la Santa Sede
concedió al Colegio Máximo San José la facultad de otorgar el grado de
Doctor, así en Teología como en Filosofía, según las últimas normas de la
Constitución Pontificia Deus scientiarum Dominus. Fue la primera concesión
de este género que se otorgó a una institución semejante en Sud América.780
Causa de los Mártires de Elicura
Por misión dada por el P. Viceprovincial, P. José Llusá s.j., el P. Eduardo
Vicuña Correa s.j. tomó con entusiasmo la tarea de reunir el material necesario
para hacer avanzar en Roma esta Causa.
En marzo de 1933, el Obispo, el Clero y Comunidades religiosas de Talca
escribieron varias Cartas Postulatorias en pro de los Siervos de Dios de
Elicura. Lo mismo hicieron las Superioras del Buen Pastor reunidas en
Capítulo. Cada día se les invocaba con más fervor. De cuando en cuando
traían las gentes a la Residencia de Concepción sus mandas, por favores
obtenidos, especialmente curaciones.781
En mayo de 1933, ocho Comunidades religiosas de Talca enviaron Cartas
Postulatorias para la Causa de beatificación.782
778
Catálogos SJ.
Noticias para sus bienhechores, julio 1931; Cf. Noticias de la Provincia junio-julio 1931.
780
Id., enero 1933.
781
Noticias de la Región Chilena, 6 de abril de 1933.
782
Id., 6 de junio de 1933.
779
362
En agosto de 1933 el P. Eduardo Vicuña recibió un documento de parte del
sacerdote Don Luis Roa Urzúa, residente en Santiago, miembro de la
Academia de la Historia, quien lo encontrara trabajando en Archivo de Indias
en Sevilla. Para el Pbro Roa el documento es de gran importancia para el
Proceso, porque se trata de un hermano carnal del P. Martín de Aranda y
escrito poco tiempo después del martirio. El documento, o Memorial que el
autor presenta al Rey es el siguiente:
El Rey Nuestro Señor Don Felipe II, de buena memoria, abuelo de Vuestra
Majestad, mandó favorecer con Real Cédula al Capitán Pedro de Aranda
Valdivia, casado con María Caracol Marmolejo, mis padres, para que fuesen
premiados sus muchos y leales servicios; y nunca los Gobernadores han
cumplido, aunque yo les he requerido con ella, como hijo legítimo de dichos
mis padres y les he propuesto los muchos que yo he hecho desde la edad de 15
años, como consta de la Información que he enviado a Vuestro Real Consejo
de Indias, y por estar yo pobre y con mujer principal e hijos no he podido ir
personalmente a ponerme a los pies de Vuestra Majestad, y pues soy
caballero hijodalgo y he derramado mi sangre y puesto a peligro la vida
muchas veces por el aumento de vuestra Corona, como lo han hecho también
mis hermanos, especialmente Martín de Aranda Valdivia que después de
haber fundado la ciudad de Riobamba, en el distrito de Quito, dejó el mundo y
entró a la Compañía de Jesús donde habiendo sido enviado por sus
Superiores a predicar a los indios y a confesar y a consolar a los cautivos de
las ciudades de este Reyno murió alanceado de Anganamón que con una
escuadra de indios vino a impedirle la predicación del Evangelio y a otros
religiosos de su Orden que murieron con él.
Suplico a Vuestra Majestad que se sirva mandar eficazmente que vistas mis
informaciones se me premien mis servicios para poder servir a Vuestra
Majestad lo que me queda de vida largos años para feliz prosperidad y
general alegría y protección de los Reynos.
De Santiago, 10 de abril 1625 (firmado) Luis de Aranda Valdivia.
Archivo de Indias de Sevilla. Audiencia de Chile, Legajo 33.
Hasta aquí el documento, del cual el P. Vicuña inmediatamente envió copia a
Roma.783
En abril de 1934 fueron enviadas a Roma dos Cartas Postulatorias, firmadas
cada una de ellas por 17 Obispos chilenos, en las que oficialmente todos los
Prelados de la Iglesia de Chile, reunidos en Conferencia anual, suplicaban al
Santo Padre, en nombre propio y de sus feligreses, se dignara acelerar la
introducción canónica de ambas Causas.784
En enero de 1935, el P. Eduardo Vicuña, encargado en Chile de la Causa de
beatificación de los Mártires de Elicura, hizo un viaje de exploración por las
783
784
Id., 6 de agosto de 1933.
Noticias para sus bienhechores, mayo de 1934, pág. 3.
363
regiones de Arauco, donde tuvo lugar el martirio, con el objeto de recoger
datos para la Causa. En Elicura descubrió, según todas las probabilidades, el
mismo sitio en que fueron martirizados los Siervos de Dios. Hizo prolijas
investigaciones, tanto entre los ancianos, como entre los mapuches acerca de
la tradición oral del martirio. Tuvo entrevistas muy interesantes con varios
caciques.
A continuación el P. Vicuña dio a conocer el testimonio de la persona
agraciada acerca de una curación: “En noviembre próximo pasado me sentí
gravemente enferma de un ataque de ictericia catarral. El médico que me
atendía declaró que la enfermedad iba a ser larga y que, si no había alguna
reacción en el plazo que él fijó, se haría necesario verme en junta, o
trasladarme a una clínica. Principiamos entonces una Novena a los Siervos
de Dios de Elicura y al octavo día empecé a cambiar notablemente, con
asombro del Doctor, el cual se extrañó hubiera reaccionado tan pronto, como
lo manifestó a otra persona. En corto tiempo me vi completamente buena, sin
vestigio alguno de la enfermedad y con fuerzas para volver a mi trabajo, a
pesar de haber pasado muchos días sin tomar alimento alguno y de ser de
complexión muy débil. Muy agradecida, me permito hacer esta relación para
mayor gloria de Dios y de los gloriosos Siervos de Dios de Elicura” (firmado)
Rosa Elvira Sepúlveda S. Concepción, diciembre de 1934.785
El 2 de febrero de 1935 viajó a Chile, desde Buenos Aires, el P. José María
Blanco s.j. quien fuera en Argentina uno de los encargado de la Causa de los
Mártires del Caaró que llegó a feliz término. El P. Blanco permaneció 5
semanas en Chile, trabajando en la Causa de los Mártires de Elicura. Las
conferencias con el P. Eduardo Vicuña se prolongaron hasta el día 6. El P.
Blanco hizo investigaciones de gran valor en Archivos y Bibliotecas. Del 16 al
26 de febrero realizó, en compañía del P. Pedro Alvarado s.j., una expedición
al Sur, llegando hasta Ancud, y teniendo ocasión de informarse de visu de
muchos datos y detalles que le iban a servir para los trabajos que pensaba
realizar al regresar a Argentina.786
Bibliografía editada por jesuitas de Chile787
El P. Jorge Fernández Pradel s.j. publicó en junio de 1932 la 2ª Edición de su
folleto, puesto al día, sobre la “Unión de las Repúblicas Socialistas
Soviéticas”.
El P. José Tomás Alarcón s.j. publicó en septiembre de 1932 una “Cartilla de
Acción Católica”, aprobada por todo el Episcopado. En febrero de 1933 había
salido ya la 3ª edición.
El P. Juan Carlos Zorrilla San Martín s.j. publicó en 1932 la 2ª edición de
“Historia de América”, compendio escolar de 350 páginas y 257 grabados y
18 mapas. Editorial Nacimento.
785
Noticias de la región Chilena, febrero de 1935.
Id., marzo de 1935.
787
Noticias de la Región Chilena, años 1932-1936.
786
364
El P. Juan Carlos Zorrilla San Martín s.j. publicó en 1933 la 3ª edición de
“Historia de América”, compendio escolar de 580 páginas, y 310 grabados y
18 mapas. Editorial Nacimento.
El P. Juan Carlos Zorrilla San Martín s.j. publicó la 4ª edición de “Lecciones
de Literatura Escolar”. Modelos, preceptiva, ejercicios. 646 páginas y 84
grabados. Editorial Nacimento.
El P. Juan Carlos Zorrilla San Martín s.j. publicó “Historia de la Literatura
Universal con Antologías de las Literaturas extranjeras”, con 720 páginas y
267 grabados y retratos. Editorial Nacimento.
El P. Juan Carlos Zorrilla San Martín s.j. publicó “Historia de la Literatura y
Antología Escolar Hispano-Americanas”. Tomo I: Edad media y Edad de oro,
392 páginas y 33 grabados; Tomo II: Tiempos modernos e Hispano-América,
544 páginas y 141 grabados. Editorial Nacimento.
El P. Juan Carlos Zorrilla San Martín s.j. publicó “Antología HispanoAmericana e Iniciación Literaria”. Tomo I: Modelos de Literatura descriptiva
con 344 páginas y 139 grabados; Tomo II: Modelos de narración y disertación
con 440 páginas y 255 grabados.
El P. Ismael Guzmán Ovalle s.j. publicó con ocasión del Mes del Sagrado
Corazón de Jesús en 1934, “Mes del Sagrado Corazón, con las meditaciones
correspondientes a los Ejercicios Espirituales de San Ignacio”.
El P. Ismael Guzmán Ovalle s.j., con el seudónimo L.N.E. (las tres últimas
letras de su nombre) editó “Coplillas Espirituales”, cinco folletos con 80
coplitas.
El P. Luis Ramírez Silva s.j. publicó la vida de “San Juan Berchmans”, 50
páginas con ilustraciones.
El P. Luis Ramírez Silva s.j. publicó en 1935 en la Editorial Splendor, de las
Congregaciones Marianas, su “Album Bíblico”, o sea la Doctrina Cristiana
ilustrada por la Biblia. Una 2ª Edición, en 1936.
El P. Guillermo Ebel Beiler s.j. publicó en 1933 “Biología Animal e Higiene”
Tomo I para 4° año de Humanidades.
El P. Guillermo Ebel Beiler s.j. publicó también en 1933 “Biología Vegetal”
Tomo I para 4° año de Humanidades.
El P. Guillermo Ebel Beiler s.j. publicó en julio de 1934 otro tomo de Ciencias
Naturales. Se titula “Biología Vegetal” Tomo II conforme al programa de
1934 para 5° año de Humanidades. Este y los dos tomos anteriores han tenido
gran aceptación.
El P. Guillermo Ebel Beiler s.j., conforme al programa de 5° año de
Humanidades, ha publicado “Biología Animal, Fisiología e Higiene”. Consta
de 314 páginas.
365
El P. Guillermo Ebel Beiler s.j. en 1936 publicó “Temas de Biología General”
para el 6° año de Humanidades, conforme al programa de 1935 y con 450 pp.
El P. Guillermo Ebel Beiler s.j. en septiembre de 1936 publicó “Higiene” para
el 6° año de Humanidades, conforme a los programas. Tiene 400 páginas.
El P. Guillermo Ebel Beiler s.j. en noviembre de 1936 publicó “Biología
General” para el 6° año de Humanidades.
El P. Gaspar Bohle s.j. publicó en 1936 la 15ª edición del “Curso Medio del
Catecismo Cristiano” del P. Deharbe, arreglado por él para los países de habla
castellana. Editorial Herder.
El P. Víctor Delpiano Cardemil s.j., conforme a los programas ha editado:
“Física, 1er curso” (2° año de Humanidades).
“Física, 2° curso (3er año de Humanidades).
“Geometría, 1er curso” (2° año de Humanidades).
“Geometría, 2° curso” (3er año de Humanidades).
En 1935 se fundó la Revista “Sed Catequistas”, órgano del Secretariado
Catequístico, cuyo Director fue el P. Luis Ramírez Silva s.j.
El P. Oscar Gana Mandiola s.j. escribió un Manual para ayudar a Misa.
El P. José Tomás Alarcón s.j., Director del Secretariado de Prensa de la
Acción Católica, publicó en los años 1934 a 1936 seis encíclicas papales y
numerosos folletos de propaganda, de muchos de los cuales él es autor.
El P. Alberto Hurtado Cruchaga s.j. publicó en 1936 “La Crisis sacerdotal en
Chile” en la Editorial Splendor.
Situación en Chile de la Compañía de Jesús a fines de 1936
La situación de la Compañía de Jesús en Chile parecía estar bastante
consolidada al final del gobierno del P. José Llusá s.j. como Superior Mayor
de la Región Chilena jesuita.
En Chile había 8 Casas independientes, de las cuales: una era un Seminario
Mayor, el de Ancud: tres eran Colegios secundarios con Internados,
Antofagasta, Santiago y Puerto Montt; dos eran Residencias con Casas de
Ejercicios, Valparaíso y Concepción; un Colegio para jesuitas, con Noviciado
y Juniorado, en Chillán; y una Residencia con Parroquia, en Puerto Octay.
Los jesuitas residentes en Chile eran 164: 65 sacerdotes, 48 escolares y 51
hermanos. En el extranjero estudiaban 27 jesuitas chilenos: 3 en Lovaina,
Bélgica; 24 en San Miguel, Argentina, 14 en Teología y 10 en Filosofía y
Ciencias; 2 sacerdotes hacían 3ª Probación en Córdoba, Argentina. Además
residían en Colombia el P. Jorge Fernández Pradel, y el P. Juan Lodo como
Ayudante del Maestro de novicios en Argentina.
366
Todo esto hacía un total de 195 jesuitas pertenecientes a la Región Chilena de
la Compañía de Jesús.
La formación de los jesuitas chilenos se iniciaba en Chile, en Chillán con el
Noviciado y los estudios clásicos, y se terminaba en San Miguel, Argentina
con los estudios de Filosofía y Teología, y la 3ª Probación. A Europa eran
destinados solamente algunos estudiantes, excepcionalmente.788
Capítulo II. El P. Camilo Crivelli s.j. Visitador de la Provincia (19361937)
El P. Camilo Crivelli s.j. fue nombrado Visitador de la Provincia ArgentinoChilena el 15 de marzo de 1936. Había desempeñado esa misma misión en
Colombia y Centro América.
El P. Camilo Crivelli s.j. Había nacido en Italia, en Chiusa de Pesio, Cuneo, el
18 de julio de 1874. Entró en la Compañía de Jesús en España, para la
Provincia de México, el 12 de noviembre de 1888, a los 14 años de edad, en el
Noviciado de Veruela, junto a Zaragoza. Estudió Filosofía en Tortosa, España.
La experiencia del Magisterio la hizo en México, en el Colegio de
Mascarones, desde 1897 a 1902. Cursó la Teología en St. Louis, USA, desde
1902 a 1905. Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1904 en St Louis,
Missouri. Hizo la Tercera Probación en El Llano, Texas, USA. Después fue
profesor en el Colegio de Mascarones y en el Instituto San José de
Guadalajara.
Apenas un año después de haber sido nombrado Rector del Colegio de Puebla
de los Angeles, en 1914, el Gobierno lo clausuró, y el P. Crivelli fue destinado
al Colegio de Belén de la Habana, en Cuba. Se encargó de fundar y organizar
el Colegio de Granada, en Nicaragua, como Vicerrector desde 1917 a 1920, y
fue nombrado Provincial en el año 1920.
Concluido su mandato, fue Rector del Colegio Máximo de Cristo Rey, desde
1925 a 1929, que él mismo había fundado en Ysleta, Texas, USA.
Llamado a Roma, ayudó siete años, 1929-1936, al Asistente de España, y fue
nombrado Visitador de México, Colombia, Chile y Argentina, cargo que
desempeñó hasta 1938. Fue nombrado en 1938, en la Congregación General
XXVIII, primer Asistente de América Latina hasta 1946.
Murió en Roma el 21 de enero de 1954.789
La visita canónica del P. Crivelli a la Región Chilena
El P. Camilo Crivelli s.j. empezó la Visita canónica de la Región Chilena el 12
de noviembre de 1936. Vino a Chile acompañado por el P. Tomás Travi s.j.,
788
789
Catálogo SJ, al inicio del año 1937.
Diccionario histórico biográfico SJ, pág. 1005.
367
Provincial de la Provincia Argentino-Chilena y por el P. Luis Canudas,
secretario del P. Visitador. El P. José Llusá s.j., Viceprovincial de la Región, y
el P. Pedro Alvarado s.j., Rector del Colegio San Ignacio, salieron a recibirlos
hasta la Estación Las Vegas. Al día siguiente, visitados el Nuncio Apostólico
y el Arzobispo de Santiago, se dio comienzo a la Visita de la Región, por el
Colegio San Ignacio, la cual duró hasta el día 30 de noviembre.
El 2 de diciembre se trasladaron los tres, PP. Crivelli, Travi y Canudas, a
Chillán para la visita canónica a la Casa de formación, Noviciado y Juniorado
de esa ciudad.790
Desde el 23 de diciembre hasta el día 28 se hizo la Visita a la Residencia y
Casa de Ejercicios en Concepción.
El 29 de diciembre llegaron el P. Crivelli y sus compañeros a Puerto Montt e
inició la visita canónica el día 30 de diciembre.
Desde el 7 al 12 de enero hizo la Visita en el Seminario de Ancud, en
compañía de los PP. Luis Canudas, su Socio y Secretario en la Visita, del P.
Provincial de la Provincia Argentino-Chilena, P. Tomás Travi s.j. y del
Viceprovincial de la Región Chilena, P. José Llusá s.j.
El 22 de enero de 1937 viajó el P. Visitador Camilo Crivelli s.j. con el P.
Socio Luis Canudas a Valparaíso para hacer la Visita canónica a la
Residencia, la cual duró hasta el 29 del mismo mes, para pasar a Antofagasta,
donde debía terminar la Visita a toda la Provincia Argentino-Chilena.
El P. Crivelli terminó en Antofagasta la Visita de la Región Chilena, y en
barco abandonó el país el 8 de febrero de 1937.
En Santiago, el P. Crivelli nombró el 17 de enero de 1937 Viceprovincial de la
Región Chilena al P. Pedro Alvarado Oyarzún s.j. en reemplazo del P. Llusá.
En la Compañía restaurada, el P. Alvarado se convirtió así en el primer jesuita
chileno Superior Mayor en Chile.
El 21 de enero de 1937, nombró Rector del Colegio San Ignacio de Santiago al
P. Mariano José Campos Menchaca s.j.
Al terminar la Visita, el 28 de febrero de 1937 fue nombrado el P. Fernando
Krebs Schwerter s.j. Rector del Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt.
El 4 de marzo de 1937 fue nombrado el P. Julio Montalba Matus s.j. Superior
de la Residencia y Casa de Ejercicios de Concepción.
El 5 de marzo de 1937 fue nombrado el P. Teodoro Ebel Beiler s.j. primer
Superior en Puerto Octay, con lo cual la Statio quedó convertida jurídicamente
en Residencia.
790
Noticias de la Región Chilena, diciembre 1936.
368
El 7 de marzo de 1937 fue nombrado el P. Eduardo Vicuña Correa s.j.
Superior de la Residencia y Casa de Ejercicio de Valparaíso.
Con estos nombramientos hechos por el P. Visitador Camilo Crivelli s.j., todos
los Superiores jesuitas en Chile pasaron a ser de nacionalidad chilena, a
excepción del P. José Casas en Chillán y el P. Paravano en Ancud. Este último
permanecía en ese cargo ya en vísperas de entregar a la diócesis la dirección y
administración del Seminario de Ancud.
Capítulo III. El P. Pedro Alvarado s.j. Viceprovincial de la Región (1937)
El 17 de enero de 1937, como dijimos más arriba, el P. Pedro Alvarado
Oyarzún s.j. fue nombrado Viceprovincial de la Región Chilena; hasta la fecha
era el Rector del Colegio San Ignacio.
La biografía del P. Pedro Alvarado s.j. la colocamos más arriba.
El 15 de mayo de 1937 llegó a la Región el Decreto del P. General separando
las Regiones Cisandina y Transandina de la Provincia Argentino Chilena
instituyendo la Viceprovincia Chilena independiente de la Compañía de Jesús.
El 19 de mayo, por indicación del P. General, el P. Alvarado viajó a Argentina
para tratar con el P. Tomás Travi s.j. la nueva situación y la relación de la
Compañía en los dos países. Regresó de Argentina el día 27 de mayo. El día 4
de junio de 1937, fiesta del Sagrado Corazón, fue promulgado el Decreto del
P. General.791
Nota importante: El cargo de Viceprovincial de la Región será para el P.
Alvarado solamente de 4 o de 5 meses. Por eso será muy poco lo que podamos
decir de esta parte de su gobierno. Lo más importante quedará para cuando se
haga cargo de la Viceprovincia independiente.
Curia Regional
En estos meses la Curia regional quedó constituida básicamente por las
mismas personas que la integraban en la época del P. José Llusá s.j., con la
excepción del P. José Mariano Campos Menchaca s.j., Rector del Colegio San
Ignacio, que pasó a ser Consultor en lugar del mismo P. Alvarado.
Antofagasta. Colegio San Luis
El P. Nicanor Marambio Molina s.j. había recibido el 7 de marzo de 1936 su
nombramiento de Rector del Colegio San Luis, un mes después de haber
asumido la dirección de manos del fundador Pbro. Florián Blümel.
La biografía del P. Marambio la escribimos más arriba.
Al ser retirado el P. José Mariano Campos Menchaca s.j., por su
nombramiento como Rector en el Colegio San Ignacio de Santiago, fue
791
Noticias de la Viceprovincia Chilena, marzo 1938, págs. 1 y 2.
369
destinado a Antofagasta el P. Germán Gulielmi s.j., chileno, quien recién
había terminado su formación en la Compañía y el P. Gregorio Martínez s.j.,
español. También fue destinado el Escolar Salvador Moreno s.j. para hacer la
experiencia de magisterio.
Valparaíso. Residencia y Casa de Ejercicios
El Superior de la Residencia y Casa de Ejercicios de Valparaíso, en este breve
período del P. Pedro Alvarado como Viceprovincial de la Región de Chile, fue
el P. Eduardo Vicuña s.j., primer Superior chileno en la Residencia, nombrado
por el Padre Visitador Camilo Crivelli s.j. el 7 de marzo de 1937.
El P. Eduardo Vicuña Correa s.j., hijo de familia ilustre, nació en Santiago,
Chile, el 27 de julio de 1888. Hizo sus primeros estudios en el Colegio San
Ignacio donde era muy estimado por sus compañeros. Terminado su
bachillerato, a los 18 años, entró en el Noviciado de Córdoba, Argentina,
debiendo antes vencer la tenaz resistencia de su padre, con constancia y
prudencia, valiéndose de la influencia de dos caballeros principales muy
amigos de su padre y, por otra parte muy afectos a la Compañía.
Hechos los votos del bienio, fue enviado a España donde hizo los estudios
acostumbrados, en Veruela y Sarriá, y defendió en un acto de Teología.
Cuando celebró su Primera Misa, viajó de Madrid a Sarriá el Embajador de
Chile en España, Don Joaquín Fernández Blanco, con su esposa, para
representar a sus padres en este acto solemne.
Vuelto a Chile, fue un tiempo Ayudante del Maestro de novicios en Chillán.
Pasó después al Colegio San Ignacio, en Santiago, dedicado primero a la
enseñanza y nombrado, más adelante Prefecto General del Colegio, cargo que
desempeñó por tres años. De aquí fue enviado a Concepción y el Excmo.
Señor Obispo lo nombró Padre Espiritual del Seminario Conciliar y profesor
de Teología Moral. Fue predicador de Ejercicios espirituales para el clero, los
fieles y los religiosos de ambos sexos. Dirigió la Congregación Mariana de
caballeros y de jóvenes. Dirigía conciencias, predicaba Ejercicios, misionaba
en diversas ciudades y atendía la vida espiritual en la Iglesia de la Compañía.
Incumbencia suya especial fue por ese tiempo el promover la Causa de los
Siervos de Dios, Mártires de Elicura de la que fue nombrado Vicepostulador.
Después de una permanencia de ocho años en Concepción, fue enviado a
Valparaíso con el cargo de Superior de la Residencia y Casa de Ejercicios.
Falleció en Valparaíso el 11 de diciembre de 1939.792
En la visita que hizo el P. Visitador Camilo Crivelli s.j. quedó establecido que
el arriendo que se recibía por la parte del cerro de la Residencia para el
ascensor público que sirve a la población del Cerro Barón debía aplicarse en
adelante al Arca Seminarii de la Región.793
792
793
Archivo SJ, Historia Domus Valparaíso, manuscrita, pág. 121.
Archivo SJ. Cartas anuas de Valparaíso #288, Carpeta 01, pág. 107.
370
Hubo en estos meses un movimiento intenso en la iglesia, la Casa de
Ejercicios y la Escuela. En la iglesia, el P. Vicuña tomó la dirección de la
Congregación Stabat Mater para caballeros y la Congregación Mariana de
señoras y señoritas; y en el Colegio del Sagrado Corazón, la Congregación
Mariana de las alumnas. En la Casa de Ejercicios se dieron Ejercicios a
jóvenes universitarios y a la Juventud Católica Femenina. Y en Semana Santa
se dieron Ejercicios en esa casa durante tres días a 72 caballeros. La
Congregación Mariana de las Hijas de María reunió a más de 500 mujeres
pobres para un triduo de Ejercicios que se predicó en la iglesia. En la Escuela,
cuyo Director era el P. Marciano Trujillo s.j., la matrícula fue superior a 540
alumnos, debiendo aumentar el número de maestros: de 6 a 9.794
Santiago. Colegio de San Ignacio
El P. Mariano José Campos Menchaca s.j. asumió el Rectorado del Colegio
San Ignacio el 21 de enero de 1937, cuatro días después que su antecesor fuera
designado Viceprovincial en la Región Chilena. Estos dos últimos
nombramientos fueron cursados por el Visitador P. Camilo Crivelli s.j., al
terminar su vista a Chile.
El P. Mariano José Campos Menchaca s.j. había nacido el 22 de abril de 1905
en Concepción, Chile. Pertenecía a una familia muy cristiana. Tenía dos tíos,
hermanos de su madre, sacerdotes; uno de ellos fue después obispo de
Temuco. Otra hermana de su madre fue Superiora General en la Congregación
de las Religiosas de la Providencia. Eran trece hermanos, y tres fueron
sacerdotes: un jesuita, un diocesano, y un sacerdote de Picpús.
Estudió hasta 4° año de Humanidades en el Colegio de los Padres de los
Sagrados Corazones (Picpús) en Concepción. Y el 23 de abril de 1920, al
cumplir los 15 años de edad, ingresó a la Compañía de Jesús, al recién
fundado Noviciado de la ciudad de Chillán, Chile.
Hizo Humanidades Clásicas entre 1922-1924 en Córdoba, Argentina; y en el
Seminario de Villa Devoto, en 1925-1927, la Filosofía. La experiencia del
magisterio la hizo en Chile, en el Colegio San Ignacio, entre 1928-1930,
donde enseñó Historia. Fue Director del Museo de Antigüedades del Colegio y
Subdirector de la Revista San Ignacio.
Hizo Teología, en 1931-1934, en el nuevo Colegio Máximo de San José, en la
ciudad de San Miguel, Argentina. Lo ordenó de sacerdote Monseñor Fortunato
Devoto, obispo auxiliar de Buenos Aires, el 23 de diciembre de 1933. La
Tercera Probación la hizo en Córdoba el año 1935.
A su regreso a Chile, su primer destino fue la ciudad de Antofagasta donde, en
1936, fue Ministro en el Colegio San Luis y profesor de Historia y Religión.
Fue también Padre espiritual de los alumnos menores.
794
Id., págs. 101-103.
371
A año siguiente fue nombrado Rector del Colegio San Ignacio. Permaneció en
ese cargo hasta el 15 de agosto de 1940.
Después de dejar el cargo, continuó en el Colegio San Ignacio como Padre
Espiritual de alumnos y profesor de Religión e Historia hasta 1975.
Simultáneamente fue Socio y Consultor de la Viceprovincia de Chile desde
1940 a 1950. Al fin de sus días obtuvo del P. Provincial poder trasladarse a
vivir en territorio mapuche, donde durante muchos años había dado misiones
en los veranos.
Falleció en Santiago el 12 de julio de 1980, a los 75 años de edad y sesenta de
Compañía. Por especial deseo suyo sus restos descansan en “Sara de Lebu”,
en tierra de sus queridos mapuches.795
Facultad de Teología en la Universidad Católica de Chile
El 18 de marzo de 1937 llegó a Santiago el P. Ramón Echániz s.j., de la
Provincia de Castilla, para incorporarse a la Facultad de Teología de la
Universidad Católica como profesor de Teología fundamental. Unos meses
después llegaron a Chile el P. Gustavo Weigel s.j. de la Provincia de
Maryland, en los Estados Unidos, como profesor de Teología dogmática; y el
P. Víctor Anzoátegui s.j., que había estudiado en la Facultad Bíblica en la
Universidad Gregoriana de Roma y venía como profesor de Sacra Escritura.
Además el P. Abdón Cifuentes Gómez s.j. de la Región Chilena era profesor
de Filosofía en el Seminario Pontificio.
Chillán. Casa de formación y Seminario Menor
El Rector y Maestro de Novicios era el P. José Casas s.j., el único jesuita que
permaneció en su cargo, en la Región, después de la visita del P. Camilo
Crivelli s.j.
La Comunidad estaba formada por 5 sacerdotes, 3 Escolares en magisterio, 10
juniores, 13 Hermanos jesuitas, 24 novicios escolares y 1 novicio para
Hermano Total 56 jesuitas. Era la más numerosa de la Región Chilena.
Los trabajos de ella estaban concentrados casi exclusivamente en la formación
de jesuitas. En la iglesia o capilla estaban constituidas la Hermandad del
Sagrado Corazón, el Apostolado de la Oración y la Cruzada Eucarística. En el
Seminario Menor se tenía además la Congregación Mariana de la Inmaculada
y de San Luis Gonzaga. La obra de los Catecismos, en las Parroquias y
Poblaciones de la ciudad, la realizaban los juniores y novicios como parte del
apostolado que les era necesario ejecutar como jesuitas.
El último jesuita ingresado como perteneciente a la Región, y por lo tanto a la
todavía Provincia Argentino-Chilena, fue el joven Ignacio Grez Reyes, ex
alumno del Colegio San Ignacio de Santiago.
Concepción. Residencia y Casa de Ejercicios
795
Hanisch, op. cit., pág. 174; También Tampe, op. cit., págs. 263-265.
372
El P. Julio Montalba era el Superior de la Residencia desde el 4 de marzo de
1937. El nombramiento lo determinó el P. Visitador Camilo Crivelli s.j.
Su biografía la hemos señalado más arriba.
Casa de Ejercicios
El 4 de mayo de 1937 el nuevo Superior debió abocarse al estudio y ejecución
de las determinaciones dadas en una Carta por el P. General, relacionadas con
el funcionamiento de la Casa de Ejercicios. Estas determinaciones habían sido
señaladas por el P. Visitador Camilo Crivelli.
1. El P. General señaló que parecía escaso el número de corridas de
Ejercicios dados en la Casa. La Consulta de la Residencia informó al
Viceprovincial: que esas corridas eran ocho, las fijas, y que correspondían
a las fundaciones con cuyos legados se pagaban. Por lo demás, el Contrato
con la diócesis señalaba el número de seis. Que todas ellas eran de ocho
días completos. Además a esas corridas debían agregarse los Retiros a
Obreros, a Seminaristas, y a Bachilleres del Seminario.
2. Al P. Visitador le llamó la atención que en la misma Casa se dieran
Ejercicios a mujeres. Se contesta que ello se justifica por el Contrato, al
recibir la Compañía esa Casa de Ejercicios, entre el Obispo de Concepción
y los Superiores Mayores, y por la aprobación de la Santa Sede, cuyo
documento acompaña. Aceptó la Consulta de la Residencia que en los
Ejercicios a mujeres, éstas no hubieran estado acompañadas por Religiosas
de una Congregación; pero indicó que siempre habían estado al cuidado de
señoras respetables a quienes se las llamaba “madres”. Parecía muy difícil
seguir la recomendación del Visitador en orden a que en el futuro esos
Ejercicios a mujeres fueran dados en Casa separada: no existía esa Casa, y
además habría que modificar el Contrato con la diócesis.
3. Aceptó la tercera recomendación del P. General y del Visitador,
relacionada con la preparación que deben tener los Directores de
Ejercicios, y solicitó al Viceprovincial ayuda para ello.796
Puerto Montt. Colegio San Francisco Javier
El 28 de febrero de 1937 el P. Fernando Krebs Schwerter s.j. fue nombrado
Rector del Colegio San Francisco, por disposición del Visitador P. Camilo
Crivelli s.j. Reemplazó al P. Julio Montalba s.j., quien días después se hizo
cargo de la Residencia de Concepción. El P. Krebs fue el primer ex alumno
del Colegio San Francisco Javier que llegó a ser su Rector.
El P. Fernando Krebs Schwerter s.j. había nacido el 28 de agosto de 1898 en
Puerto Montt en el seno de una familia profundamente cristiana. Su tío abuelo
796
Archivo SJ, Concepción #266, Carpeta 06, Carta del P. Montalba al P. Pedro Alvarado. Existe también
una carta del Consultor P. José Nicolay muy semejante.
373
materno, el P. Teodoro Schwerter, había sido el fundador de la Compañía de
Jesús en la recién fundada ciudad de Puerto Montt y el primer Superior en ella.
Después de cursar los primeros cursos en el Colegio San Francisco Javier, en
febrero de 1913, a los 14 años viajó a Córdoba, Argentina, para ingresar en la
Compañía de Jesús. Estuvo unos meses en el Seminario Menor, entrando al
Noviciado el 29 de agosto de 1913, al día siguiente de cumplir los 15 años de
edad. Hechos los votos del bienio, el 30 de agosto de 1915, se embarcó para
España donde cursó los estudios clásicos durante cinco años, primero en
Gandía y después en el Colegio de Veruela, cerca de Zaragoza. Los tres años
de Filosofía, desde septiembre de 1920 a julio de 1923, los cursó en Sarriá, en
el Colegio San Ignacio, cerca de Barcelona.
Volvió a Chile a mediados de 1923, siendo destinado al Colegio San Ignacio,
con el cargo de Subprefecto de la primera división, o sea ayudante del P.
Manuel Ureta s.j., y profesor entre otras cosas, de latín en una Academia a la
que asistía, entre otros, Maximiano Valdés Subercaseaux que será sacerdote
capuchino, primer Obispo de Osorno y Siervo de Dios Francisco Valdés
Subercaseaux ofm. cap. En febrero de 1925 fue destinado al Noviciado de
Chillán, donde dirigió el Seminario Menor y enseñó latín y griego durante dos
años.
Al comenzar el año 1927 empezó la Teología en el Seminario de Villa
Devoto, en Buenos Aires. Fue ordenado sacerdote allí mismo el 21 de
diciembre de 1929, por el Obispo Auxiliar de esa Arquidiócesis, y después
Cardenal Santiago Luis Copello. Hizo la Tercera Probación en Córdoba,
Argentina, en 1931, bajo la dirección del P. Matías Codina s.j.
Terminada su formación jesuita de 18 años, fue destinado al Colegio
Noviciado de Chillán. Fue profesor de lenguas clásicas y Ministro de juniores
desde 1932 a 1937. Cinco meses, desde el 26 de febrero al 24 de junio de
1934, fue Maestro de Novicios, hasta la llegada del P. José Casas s.j.
Al ser nombrado Rector de Puerto Montt, entregó su oficio de Ministro de
Juniores y profesor al P. Alvaro Lavín Echegoyen s.j.
En el Colegio San Francisco Javier va a estar solamente dos años, para
regresar nuevamente en 1939 a la formación de jesuitas como Rector y
Maestro de Novicios.797
Puerto Octay. Residencia y Parroquia
Según las determinaciones del P. Visitador Camilo Crivelli s.j. la Statio jesuita
de Puerto Octay, dependiente del Colegio de Puerto Montt, fue constituida en
Residencia pleno iure con fecha 18 de abril de 1937. Fue nombrado primer
Superior el P. Teodoro Ebel Beiler s.j.
797
Para los Amigos de la Compañía de Jesús, septiembre de 1955. También, Tampe, op. cit., pág. 250.
374
El P. Teodoro Ebel Beiler s.j. había nacido en la ciudad de Menden, diócesis
de Paderborn, Provincia de Westfalia, Alemania, el 26 de octubre de 1881 y
fue traído a Chile por sus padres cuando sólo contaba dos años de edad.
Sus primeros estudios los hizo en el Colegio San Francisco Javier de Puerto
Montt. En 1897, a los 16 años, deseando ser jesuita, se embarcó en compañía
del Pbro. Martín Rücker en dirección a Talcahuano, para seguir desde allí por
tren a la capital. En Santiago se reunión con su compañero Moisés Ortiz y
juntos emprendieron el viaje hasta Córdoba, en Argentina. Su ingreso a la
Compañía de Jesús lo hizo el 27 de febrero de 1897.
Emitidos los votos del bienio el 28 de febrero de 1899, fue destinado a España
para los estudios clásicos y de Filosofía. Los primeros los cursó en Veruela,
cerca de Zaragoza, desde 1899 a 1904. Los segundos, los hizo en Tortosa, en
el Colegio Máximo, desde 1904 a 1907.
En el último trimestre de 1907 regresó a América para la experiencia de
magisterio. En Buenos Aires fue Subprefecto de disciplina y profesor desde
1907 a 1912.
Regresó a España en 1912 para los estudios de Teología. Los tres primeros
año los hizo en Murcia, en el Colegio Máximo San Jerónimo, donde fue
ordenado sacerdote el 1 de julio de 1915. El 4° año de Teología lo hizo en
Sarriá. Y la Tercera Probación, en Manresa en el curso 1916-1917. Después
fue destinado dos años como profesor en el Colegio de Barcelona.
En 1919 regresó a América y estuvo un año como Operario en la Residencia
de Buenos Aires, y un segundo año en el Colegio del Salvador como profesor
y Subprefecto de disciplina.
Vino a Chile en 1920, después de una ausencia de más de 20 años, y en el
Colegio San Ignacio de Santiago fue igualmente profesor y Subprefecto de
disciplina durante dos años. Desde allí, en 1922, fue destinado al Colegio
Noviciado de Chillán, donde fue Ayudante del Maestro de Novicios y profesor
hasta el año 1928.
En 1929 pasó a Puerto Montt donde estuvo hasta el año 1936. Fue Ministro de
la Comunidad, Ecónomo, Director de Congregaciones Marianas y profesor.
En 1937 pasó a Puerto Octay como Superior y párroco.
La Comunidad de la nueva Residencia estaba formada por 3 sacerdotes y un
Hermano jesuita. Además de la Parroquia y sus numerosas Capillas de
alrededor del lago Llanquihue, tenían los Padres la dirección de la escuela
Pedro Canisio, las Congregaciones Marianas, el Apostolado de la Oración y la
Capellanía del Hospital y del Colegio San Miguel de las Religiosas de la
Inmaculada Concepción.798
Ancud. Seminario diocesano
798
Archivo Provincial S J, Ficha personal. También, noticias de la Viceprovincia Chilena, enero-abril 1946.
375
La Comunidad del Seminario de Ancud tuvo, en verdad, una gran alegría el 17
de enero de 1937, al conocer, por telegrama, el nombramiento del P. Pedro
Alvarado Oyarzún como Viceprovincial de la Región Chilena. Era un honor
para el Seminario que un ex alumno de él llegara al cargo de Superior Mayor
de los jesuitas chilenos.
En enero, también de 1937, el clero diocesano de Ancud hizo los Ejercicios
Espirituales en el Seminario, aprovechando en las vacaciones la ausencia de
los seminaristas. Los dio Monseñor Carlos Casanueva Opazo, Rector de la
Universidad Católica de Chile. Los hicieron con el clero de Ancud los Pbros.
Emilio Pomar y Hermógenes de la Cerda, de la arquidiócesis de Santiago.
El 16 de marzo, por tres días, la comunidad recibió la inesperada visita del P.
Viceprovincial. Al Seminario y a la diócesis hizo gran bien esta visita.
El día 4 de junio de 1937, festividad del Sagrado Corazón de Jesús, se leyeron
en el comedor los documentos relativos a la erección de la Vice Provincia
Chilena independiente.799
San Miguel, Argentina. Colegio Máximo San José
El Rector en el Colegio Máximo en Argentina era el P. Enrique B. Pita s.j.
desde el 1 de junio de 1936, y el P. José Llusá era allí el Padre Espiritual de
los estudiantes desde que había dejado su cargo de Viceprovincial en la
Región Chilena.
En 4° de Teología, ya ordenados de sacerdotes, terminaban los PP. Manuel
Fincheira s.j. y Luis Reyes s.j. En 3° de Teología estaban los Escolares José
Garrido s.j. y Miguel Olavarría s.j. En 2° de Teología, los Escolares Sergio
Hurtado Salas s.j., Luis Eduardo Morales Delpiano s.j., Antonio Jüptner
Klenner s.j. y Carlos Matus Riquelme s.j. En 1°, los Escolares Juan Enrique
Barros Matte s.j. Oscar Contreras Sepúlveda s.j., Francisco Lyon
Subercaseaux s.j. Raúl Montes Ugarte s.j., Mauricio Riesco Undurraga s.j. y
Albino Schnettler Glade s.j.
En Filosofía, estudiaban Ezequiel Fernández s.j., José Ignacio Cifuentes s.j.,
Francisco Dussuel s.j., Apolinar Sánchez s.j. y Arturo del Valle s.j.
En Ciencias estaban los Escolares Carlos Aldunate s.j., Joaquín Barros s.j.
Ramón Angel Cifuentes s.j., Miguel Flores s.j., y Armando Lillo s.j.
El 20 de mayo de 1937 los visitó a todos el P. Pedro Alvarado s.j. quien debió
viajar a Argentina, por indicación del P. General, para tratar con el P. Tomás
Ignacio Travi s.j., Provincial, algunos detalles sobre la nueva situación jurídica
de la Compañía de Jesús en Chile, y de las relaciones que deberían tener en el
futuro las dos jurisdicciones independientes.
El 27de mayo de 1937 regresó el P. Alvarado desde Argentina.
799
Archivo SJ, Diario del Seminario de Ancud, año 1937.
376
Y el 4 de junio, Día del Sagrado Corazón, se promulgó en Santiago el Decreto
del P. General por el cual creaba la Viceprovincia Chilena independiente. Y al
mismo tiempo se leyó la carta del mismo General a los jesuitas de las nuevas
Provincia Argentina y Viceprovincia Chilena. Con un Te Deum, en la Capilla
doméstica, los jesuitas de Santiago dieron gracias a Dios.
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