GMN mmi FRANCIA - Hemeroteca Digital

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No B M M , • • horui, M MlnlM, B*
preVariqaMÚ Koñía t taa.pMbM^ an
toma, ¿am¡»« la ley d« Dios, aináadoil*
j tü-TUndoU.—JToitit.
La faente de la Tlda ea la eianeia. Bn
ceso de duda, el juex lapremo ei la eoDeiencia.—JftRiu.
Oonfreete k ti misma.—WeralM.
Trabaja para extirpar el mal. Bmb^
ttece la tierra eabriéndola de TS^etalM
j animales útHes.—Zorootir*.
• Todos los hombres son Í t a l a s . Ko
fc^y otra diferencia entre eUos qna lat
virtudes uve poseen.—XudJka.
Amaos los unes &loa otros.—Sed
feetoB como nuestro Padre <ine ei en
los cielos.—Jiniit.
La piedad no eaaslM» en levarntai d
Tostro hacia Levante 6 Poniente. Pli^
^ s o es el que socorre i los bnirfanoi,
4 los Pobres, rescata los cautivos, OEH
aerva la oracün, da limosna, sspaeiMtte en la adversidad. El que es Justo r
teme i Dios elemente 7 miaer<«a>dioso.'
—iroAeMO.
AfíO VI
M palaaao qss Mwa, la Mojer « M
arregfla «a eaaa, el mayletrado que de»eapaBa aua funciones, rt obrero q«e
trabaje, bacen una obra tan santa como
•1 monje que ora y ayulia,—iuiero.
Desde la iodla hasta la Francia 9I sd
no ve más que una familia inmensa
que debí» regirse por las leyes isl
amor. Mortales, todo* sois hermanos—
V»«a<re.
Eaz el bien par el bien. No emplees
Jamis la humanidad como un simple
medio. Raspétala como un fln-—Kaat.
El hombre debo realizar bajo Dios la
artaouia de la Naturaleza y el Esffiritu
en furma do voluntad racioaal y por A
poro bien—iTroiun.
Órfano 5s la Federación internacional de librepensadores en £spaña, Fortu^al y América.
PBECIOS.—Madrid: Trimestre, 2 pesetas. ídem Provincias: 2,50 Ídem. Extranjero: Afio, 12 ídem. Tlltramar: A4o, S pasos oro.-rN4mero suelto corriente, 10 oin timos de peseta.—
ídem ídem atracado, 25 ídem. — A. los Tendedores, 6 reales
la mano.
El pago se hari por trimestres 6 a£QS aatieipadog.
Viernes 22 de Diciembre de 1905.
-^w^rr
ban predicando entre los doctores de la
ley hebraica. El Santo señala con el dedo al
cielo, en el cual, por un rompimiento de
Adhesión Infantil á Naquet.
gloria, aparece la figura del Cristo, mienLos hijos de aquoUos valientes que están
allí, en ti Puente de Vallecas, como avanza- tras los doctores, con rostros descompuesda de la democracia madrileña, prontos á lu- tos por la rabia, infladas las narices por el
char por todo lo que representa un avance po- furor, deformados los labios por las malderoso en la obra de redimir y pacificar á los diciones que arrojan de sus entrañas, inhombres, han dirigido á Alfredo Naquet, el in- flamadas de odio y venganza, se tapan los
signe autor de la idea del desarme inmediato
oídos por no oir aquello que reputan una
de Francia, el siguiente mensaje:
«Los niños y las niñas de las escuelas laicas blasfemia.
del Puente de Vallecas (Madrid),
He ahí el espectáculo ofrecido por los
Al ilustre pensador Alfredo Naquet:
doctores del Imperio alemán al ver á BeCon la Cartilla Paeiflsia en la mano y un bel señalar con el dedo un mañana, en el
¡viva Naquet! en los labios, nos adherimos á
su gran pensamiento y pedimos á Francia el cual no habrá Imperio, ni patria alemana,
sino una patria humana, común á todos
desarme inmediato.
• Si un gobierno infame llegara á agredirla, los trabajadores emancipados de emperanosotros pediríamos á auastros padres que dores y reyes.
fueran á defenderla con sus pechos, y cuando
Bebel ha dicho rotundamente que el
ellos desaparecieran, iríamos nosotros á reobrero
alemán no quiere la guerra, ni con
emplazarlos, según cantaban los niños de la
Revolución, «besando el polvo de sus pasos y Inglaterra, ni con Francia, y que no se
siguiendo la huella de sus virtudes».
puede abusar más tiempo del pueblo, que
¡Yiva el desarmel
está harto de trabajar para una autocracia
¡Viva Francia!
y un capitalismo sin freno.
Victor Ruiz, Francisco Rodríguez, Ángel
Sus declaraciones han sido graves, soDíaz, Hilario Sanz, Francisco Ibáñez, Felio
lemnes:
Gómez. José Ibáñez, Julián de Juan, José Mensegar, Luis Plaza, Miguel Tabarnero, Este—¡Cuidado!—ha dieho—el pueblo está
ban García, Gabino Brea, Luis González, Ci- fatigado; la hora es grave; el obrero aleríaco Alvaro, Felipe López, Cesáreo Sanroque, mán, avasallado por la coalición de los
Ricardo Hernando, Manuel Heredero,Gonzalo
Ortega, Gregorio Rodríguez, Julián Felipe, fidalgos, explotado p o r u n presupuesto
Luis Fernández, Florencio Gordo, Ricardo creciente de guerra, el obrero alemán está
López, Juanito García, Emiliano Sánchez, Ju- cansado de ser un ilota; la convulsión relián Gómez, Facundo Sac, Eduardo Monsalve, volucionaria que se produce en Rusia ha
Pedro Castellano, Fernando Brea, Mariano
tenido su resonancia en la conciencia del
Infantes, Juan del Castillo, Vicente Méndez,
obrero
alemán, que comienza á preguntarLorenzo García, Leandro López, Vicente Sac,
Félix Georges, Felipe Otero, Venancio Soler, se si los soberanos de la Europa central no
Manuel Elipe, Emilio Auge, Alfonso Manso, deben ser tratados como lo han sido los
Severiano Manso, Julián López, Manuel Gó- soberanos de la Europa oriental. (Aplausos
mez, Juan José Ocaña, Mariano Sanroque,
en la extrema izquierda).
Dionisio Guerra, Jesús de Castro, Miguel HiPero todavía sus últimas declaraciones
jazo, Avelino Triguero, Pablo García, Emilio
f^rnttíde«,"-ÍÉ(i#t^wMjc»»;'Níeí^í»s tja(m> -Mstt^.-.Juxexoa 1»»»-tiUBrihlaa, j t o r q u e t o c a r o n al
tín Saavedra, Manuel Ibáñez, Pablo Sánchez, á r e a s a c r a d e l a p a t r i a .
Severiano Sánchez, Andrés Martín, Eusebio
—Oid una última advertencia,dijo: HasGarcía, Julián Flores, José Fernández, Mata aquí, el obrero alemán ha defendido
nuel Gutiérrez, Valentín Galindo, Vicente Alcolea, Emilio Saavedra, Antonio Alvaro, Blas siempre la patria alemana. Pero si persisLópez, Isidoro González, Emilio González, tís en hacer de ella una patria de privileJesús Sánchez, Luis Monsalve, Isidoro Llops, gio, de servidumbre, de ilotismo, el obreLuis Pérez, Cecilio Barral, Francisco Galle- ro alemán se preguntará si vale la pena
go, Urbano Guillen, Félix Francés, Francisde «defenderla.»
co Ortega, Orencio Huerta, Justo González.
He ahí enorme brecha abierta por F r a n Consolación Mañeros, Margarita Conde, Ramona Arguello, Carmen García, Rosa Fer- cia en la plaza alemana. Eso quiere decir:
nández, Margarita Conde, Ramona Arguello, Estamos mejor con los proletarios franceMatilde Triguero, Petra Alvaro, Encarnación ses que son nuestros hermanos, que con
Príncipe, Encarnación González, María Pévosotros,alemanes,que nosexplotáis; nuesrez, Isabel Bartrina, Angela García, Candelas
García, María Juez, Josefa Conde, María Ló- tra patria primera antes que Alemania, es
pez, Teobalda Jiménez, María Chicharro, Ma- la emancipación del obrero, la libertad del
ría Fernández, (kmcha Pérez, Felisa Alvaro, obrero, la justicia hecha al obrero, en
Luisa Méndez, Jacinta González, Rosario Pé- suma, nuestra patria es el hombre con tonelas, Angeles de Juan, Francisca Flores, Mados los derechos garantidos.
nuela García, Adoración Hervás, Angeles
He ahí, pues, á esos alemanes vencidos,
Martínez, Segunda Martínez, Eduvigis Sac,
Justa Manso, Josefa 4.1onso, Amparo Núñez, dominados por el gran ideal humanista de
Luisa Núñez, María Castillo^ María Díaz, Francia, confesándose en pensamiento
Carmen Ayuso, Leonor Infante, Gabriela Plafranceses.
za, Petra Bartrina, Francisca Méndez, EulaA los cañonazos de los infatuados naciolia Díaz y Aurora Fernández.
nalistas franceses, contestarían esos mismos obreros alemanes con otros cañonazos, y, regularmente, con nuevas victorias y nuevas conquistas sobre Francia.
A las razones del humanismo francés exLa ola de humanismo, esto es, de espí- tendido por el mundo y proalamado como
salvador por los socialistas franceses, á
r i t u francés, sube.
No hemos engañado á las niños al de- eso contestan, confesándose per vencidos
cirles poco há: «esperarlo todo del prole- y ofreciendo el cuello al dulce yugo de l a
tariado internacional concertado>, enco- confraternidad obrera y la p a t r i a unimiándoles el deber de llevar en sus mane- versal.
citas delicadas, el puñado de arena que les
¿Quién desconfiará de la razón viendo
corresponde para levantar el monumento estos milagros? ¿Quién? ¿Quién?
de la paz.
¡Insensatos franceses que contáis con un
POR EL DESARME INMEDIATO
GMN m m i FRANCIA
E l proletariado alemán ha hablado estos
días en su Parlamento, dando una nota
aguda, estridente.
Pedía el canciller del Imperio más dinero, aún más, para armamentos. E l diseurso de ese ministro del Atila actual, u n
tanto amenaiador,ha conmovido á las Cancillerías. Toda Europa esperaba oir la opinión del pueblo alemán sobre esa nueva,
horrorosa carga que se le va á arrojar sobre sus hombros encorvados. E l pueblo,
por la persona de su corifeo Bebel, se levantó á hablar en la Cámara entre una
espectación universal.
Habéis visto ese cuadro de J u a n de
Juanee, 00 que se representa á San Esto-
Que la verdad ostente todos sus e*>
plenderes ea la tierra; que se desalomen los templos y eai'ran heohes pwv«
lo» tronos, y se soterrrfb bajo al fango
lo» adoradore» del vellocino de oro si
sa interpones en su «amino. ¡Paso, paso
1 la verdad divina'
" '
— ttpir^tM
J- •• (Ui
- ei
arma irresistible para hacer vuestro el
mundo, y la arrojáis, y la despreciáis gastando millones y millones para fabricar
otras que el mundo ha sabido tronchar
tantas veces, aun en las manos de aquellos
dominadores que parecían más fuertes!
Arrojad, arrojad esa vieja ó inútil arma.
A desarmar. Quién os podrá atacar, ¿Inglaterra? Esa la habéis vencido ya toda entera con la discreción infinita de vuestra política republicana y la intéligenoia
cordial, que no es la obra de dos Cancillej-ías, sino de dos pueblos, sancionada
con los abrazos de los dos jefes de Estado, de loi parlamentarios, de los concejales, do los obreros de ambos países, os
O/ictncs.—Calle de San Mateo, 18, 2.°
Toda la correspondancia, sea de reda cción, sea da administración, se dirigirá en esta forma:
F e m a n d o Xiomno. Apartado 109.—Madrid.
La Kedaeeióm no devuelve los manascritos, ni respondí» de
los articnlos firmados.
NÚMERO 252.
-'TTiOT''
pone á cubierto de toda sospecha de ataque
por ese lado. ¿Alemania? Ahí lo estáis
viendo. Si el militarismo alemán intentase
cometer el inmenso cx'imen de agrediros,
¡ah!, entonces, los obreros alemanes, viendo como ven ya que su enemigo es el emperador, son los fidalgos finchados, son los
capitalistas que les tratan á baqueta y les
abruman á tributos para compiar armamentos, se irían á combatir á vuestro lado,
que levantabais como bandera la supresión
de los armamentos, la liberación de los
proletarios, la alegría y la felicidad de las
clases trabajadoras.
Bien sabemos que aún los socialistas
franceses afirman, como primer principio
de su política, «la elevación á su mayor grado del poder defensivo de Francia». No se
atreven aún á arrostrar de frente á la fiera
chauvinista. Pero ya advierten que la defensa de Francia no está en el ej ército de
casta de hoy, sino en otro <|ue se adapte á
las instituciones republicanas que rigen
al país.
Ahora bien, nosotros sostenemos que el
máximo de poder defensivo de Francia,
está en su desarme. Armada como hoy lo
está, las armas de los demás pueblos se
inclinarán hacia olla en son de amenaza.
Desarmada, esas armas irían, en caso, no á
ofenderla, sino á defenderla. ¿Qué más poder defensivo que el de tener en su defensa y gratuitamente las armas de todos los
países civilizados?
El peligro para Francia, si desarmase,
podría venir sólo de Alemania, donde, en
efecto, el fanatismo imperialista es m u y
grande, él orgullo de vencedores se extiendo en mayor ó menor grado por todos los
espíritus, y la presunción de dominadores
obsesiona á ISs clases directoras; jfOro no
so puede negar que por la conciencia general del pueblo alemán flota un idealismo elevado y justiciero derramado desde
las cimas del genio por los Kant, los ScheIhng, los Fichte, los Goethe, como derrama el sol su luz desde el zenit, y á esa
conciencia general alemana, le parecería
u n srimen execrable atacar á Francia en
el momento mismo en que daba al mundo
la más hermosa de las lecciones de justicia. La brutalidad imperialista q u e ha
venido escudándose precisamente en las
amenazas de revancha francesa, quedaría
desarmada por el oleaje de idealismo que
fluiría de todas las clases sociales. Y la voz
de ¡desarme! ¡desarme! tan grata á todo el
proletariado, según lo acreditan las palabras do Bebel diciendo que el pueblo está
harto de armamentos, llenaría á Alemania
que acabaría bien pronto por desarmar
también.
Y mientras los soldados alemanes arrojaban las armas para gritar: ¡Viva el obrero! ¡Viva la solidaridad universal!, se vería
también al marino inglés desmantelar los
acoraiados, desmontar los ©añones ó ir
adaptando toda la armada de guerra á
usos comerciales, á fin de traer de todos
los lugares del globo productos para alimentar y vestir á sus hermanos los trabajadores de Europa. No se puede dudar.
A un acto generoso y magnánimo do Francia procediendo á s u desarme, seguiría
un movimiento de ari-ebato del proletariado universal, encaminado á cambiar armas, talleres, maestranzas, fábricas, arsenales, barcos, hoy aplicados á la preparación para la guerra, en productos útiles
para todos los usos de la vida, que cambiarían la condición de ésta on cortísimo
tiempo; de suerte que, convertidas las montañas de productos guerreros acumulados
en los parques, y la inmensa potencia de
maquinaria que hoy se aplica á la industria militar, convertido todo eso á la producción de cosas útiles bajo el impulso do
la gran ola de alegría y de entusiasmos
que se produciría en millones de proletarios viéndose libres del cuartel, y eu la sociedad general, viéndose salvada del peligro de muerte, de la guerra, esa colosal
acción d« la bondad humana por primera
vez satisfecha, sobre las riquezas y las po-
tencialidades gigantescas que hoy se aplican á la guerra, para transformarlas, de
súbito, en productos de consumo, material y espiritual, de satisfacción á los cuerpos y satisfacción á las almas, eso impulso colosal de trabajo gozoso y satisfecho
sobre una materia inacabable depositada
en los parques y mediante una fuerza inmensa acaparada por la industria militar,
produciría, sin duda, medios abundosos
de todas clases para saciar el apetito voraz de los proletarios, y proporcionar á
las nuevas generaciones la instrucción y
educación más espléndida que hayan recibido jamás hasta los príncipes y reyes.
No, no se puede medir y apreciar suficientemente el efecto que en el estado actual del mundo produciría el acto magnánimo y generoso de Francia diciendo á los
pueblos:—¡Ea!, ha llegado la hora de desarmar; allá van mis armas.
Nada; no hay otro medio de abreviar la
solución del problema. Y ese es el único,
fecundo. Si vais á esperarlo de conferencias diplomáticas en que se discutan mezquinamente y siempre con reservas mentales las máquinas de guerra que cada nación va á desarmar y los batallones que
va á disminuir en su ejército, no obtendréis sino resultados míseros sobre que
arrojarían su d e s p r e c i o los proletarios.
Mientras que un acto de generosidad, de
magnanidady de confianza, dado por Francia, produciría un frenesí de entusiasmo
en las masas populares y otros rasgos de
generosidad y de noble emulación en los
gobiernos mismos.
No creáis que somos ilusos. Bien sabemos que no se puede de una plumada borrar l a ignorancia y l a brutalidad del
mundo. Sin duda que el Estado tendrá
que quedar aún suficientemente armado
contra los impulsos de la brutalidad y de
la ignorancia. Como lo inmediato al desarme sería crear los Estados Unidos de
Europa, el poder federal debería quedar
con las armas suficientes para hacer respetar la justicia. Ya veis después de tantos siglos de unión, cómo la brutalidad catalanista amenaza la unidad nacional española; claro que la brutalidad nacionalista amenazaría ínañana más la unidad foderal europea, y sería preciso dar al poder
fedei-al toda la fuerza necesaria para impedir esos desgarramientos á que ningún
país tendrá derecho, porque sobre esa autonomía absoluta que invocan aquí gentes
atávicas queriendo volver la España actual á la España do las regiones, está el
derecho general humano que no debe consentir, que no debe tolerar que algunos
estiipidos regionalistas ó estúpidos patriotas le pongan fronteras para detener su
marcha cuando quiere caminar por donde
le lloA a el albedrío y quiere en el mundo.
Sin duda, el poder federal europeo tiene al comienzo que mantener un ejército
suficientemente fuerte p a r a contener la
brutalidad nacionalista ó roligionalista,
pero ose ejército representa una cantidad
despreciable al lado de los de hoy, y será
sostenido por el peculio de todos. Luego,
con acelerar la instrucción popular, el
ejército federal se irá reduciendo hasta
cero, una vez que, á favor de la luz, vaya
desvaneciéndose la necedad atávica del regionalismo y el nacionalismo, fundada en
la estúpida enseñanza recibida con el beso
maternal de que Cataluña es la mejor región del mundo, de que España es la p r i mera nación, de que no hay patria como
Francia, de que Alemania es la nación
más sabia y mejor, educación qu© sin duda
debe transmitir también la buena madre
gansa á su hijo el gansito, diciéndole que
lo mejor del mundo es el ganso.
Una sabia, grande, imponderable educación internacional, dada á favor de las
riquezas que la supresión de las guerras
IJermitirán en poco tiempo crear, pondrá
fin á las gansadas nacionalistas y regiona- ,
listas que tanto dinero cuestan, permitien- >
do reducir á cero el ejército federal y que- ;
dando sólo las fuerzas de policía para ayu- '
dar á la justicia ordinaria, mientras llega
un día en que quizá no se necesite ni esa.
Anímese Francia á impulsar esa empresa salvadora desarmando la prime-ra sin
condiciones, con lo cual completará su obra
inmortal de la Revolución. Entonces ofreció la paz y llevó la guerra, ofreció la libertad y llevó la dominación. Le faltó
confianza en la virtud de las ideas y empleó la fuerxa, con lo cual se perdió. Entregúese totalmente á su sublime, genial
inspiración. Apóyese ©n la idea, sólo en
la idea, y verá cómo todos se declaran
vencidos, según lo acaban de hacer los
proletarios alemanes, y a sus aliados, contra ol brutal, feroz imperio militarista
alemán. Ahí está siu fuerza, ahí está su revancha, en la idea que van aceptando todos. La fuerza, las armas, esas que le perdieron en la gran Revolución, le volverán
á perder. Arrójelas como tentadoras. ¡Desarme!
DEMÓFILO.
CUESTIÓN GRAVÍSIMA
IxGitaoión á la Ispaña antiGleriGal.
En Francia está puesta sobre el tapete una
cuestión gravísima.
Todos los partidos de reacción,'derrotados en
buena lid al discuUrae en las Cámaras el histórico proyecto de separación de la Iglesia y
el Estado, buscan su revancha en una «laniobra infame, que provócala indignación do toda
coíi ciencia recta, pereque, desgraciadamente,
puode prosperar. Consiste en elevar á la presidencia de la República, en la próxima elección, á un hombre siniestro, capaz de todas
las traicienea, el cual haría coa la ley de separación lo qua aqui han hecho los restauradores con el Concordato que reduce a tres las
Ordenes religiosas: burlarla y emplear todo el
poder público para favorecer el entronizamiento de la reacción clerical.
Al efecto, todos los reaccionarios que pertenecen á las Cámaras, darían su voto al traidor,
y como éste tiene comprornetidos con dádivas
y promesas algunos votos republicanos, podría
sacar mayoría de votos, bien que éstos fueran
de los enemigos de la República y de cuantos
han votado contra la ley de separación.
La cosa es repugnante, infame, capaz de sublevar todas las conciencias, porque resultaría que la República francesa eslalja presidida
por ua hombre elegido por los eneuiigoa do la
de la República; pero los reaccionarios no tienen freno y son capaces de tixlas las maldade.»
con tal de imponer su dominación siniestra, y
monárquicos y bonapartistas no tendrán escrúpulo alguno en elevar con su voto á un
presidente de República con tal de colocar en
la cumbre del Estado un instrumento que les
apoye para derribar las institucioaes republicanas y volver á entronizar á la Iglesia.
Que la maniobra pueda prosperar están fácil, que ya ha prosperado en la elección del
presidente de la Cámara de diputados. El actual presidente de esa Cámara, Doumer, qu©
es el hombre siniestro de quien se quieren valer, ha sido elevado al puesto que ocupa por
los votos de todos los reaccionarlos de la Cámara, á los cuales se juntaron los de los ambiciosos é intrigantes que Douraer se ha ganado
entro los republicanos, ofreciéndole» ministerios y satisfacciones á sus concupitcancias y
venganzas.
Cierto que produjo en Francia aquel abominable acto de traición republicana un estallido de indignación, y que el Partido Radical,
al cual pertenecía Doumer, le expulsó por ello
de sus Alas, pero eso no impidió que al traiáor
continuase presidiendo la Cámara, amparado
por la ley.
Pues lo mismo sucederá mañana si es elegido presidente de la República; en ella continuará á pesar de todas las protestas, y el mundo presenciará el espectáculo repulsivo de ver
á un hombre de la noble, de la gran nación
francesa, elevado á presidir el Estado republicano por los furiosos enemigos de la República.
Que ese hecho abominable produciría regularmente un golpe de Estado en el poder ó
una revolución en el pueblo, á todos se le alcanza.
De ahí que para precaver ese desastre los
republicanos franceses, se agiten en estos momentos vertiginosamente.
Entre los medios ideados para detener el
golpe, se ha propuesto el de hacer público el
voto en la designación de presidente qna hasta
aquí era secreto; de ese modo varios de los diputados republicanos comprometidos por Doumer, no se atreverían á votarle por el descrédito en que caerían á los ojos de sus electo-
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