30 TAPIAS_39 HOMS.qxd 10/03/16 18:39 Página 30 TRIBUNA Por José Antonio Pérez Tapias* El factor (des) confianza S i tenemos en cuenta a Hannah Arendt cuando afirma que la comunidad política se asienta en la confianza, hemos de decir que la comunidad política española pasa por momentos de seria dificultad. Esa confianza a la que alude la autora de La condición humana se halla dañada en nuestro país. Y al subrayar esa quiebra de la confianza en nuestra democracia no hay por qué asociar dicha constatación a una visión idealista que en la vida democrática sólo tuviera en cuenta el polo del consenso, prescindiendo de los componentes de disenso que igualmente han de estar presentes. Pero lo que ahora comprobamos es que la desconfianza se produce en el ámbito político y desde él se proyecta hacia fuera, no respondiendo directamente a una situación social de aguda conflictividad y ni siquiera a una tensionada confrontación ideológica. Es innegable que el impacto de la corrupción política, no sólo sobre las instituciones, sino en la convivencia democrática, hace notar su efecto en términos de desconfianza, pero no explica todo. Hay un hacer político no bien llevado. Hay crisis de confianza en la política española. Los actores políticos, inmersos en una situación nueva, dada por la más densa pluralidad política que la sociedad española ha dado de sí, no están siendo capaces de barajar adecuadamente el cúmulo de circunstancias que acompaña a la actual reconfiguración del mapa político. Éstas no se reducen a las consecuencias de la desaparición de ese bipartidismo imperfecto que en el pasado fue dominante, sino que a la presencia de nuevos partidos políticos –Podemos con sus aliados, y Ciudadanos– hay que sumar nuevos mo- 30 EUROPA PRESS dos de expresión y formas de actuar, otros criterios sobre representación política y ejercicio del liderazgo, etc. A tales elementos novedosos –no siempre de verdadera innovación– se alude cuando se habla de nueva política en contraste con la vieja. Sin embargo, la aparición de lo nuevo no ha traído consigo ni todo el utillaje político necesario (formas de organización y programas bien definidos, proyectos suficientemente compartidos...), ni siempre las actitudes para abrir paso a prácticas políticas de nuevo cuño. Si así ha ocurrido entre los emergentes tenemos, por otra parte, el desconcierto entre los declinantes, los partidos tradicionales, los cuales, como viejos dinosaurios, encuentran serias dificultades para adaptarse a un medio sustancialmente alterado. Las soluciones no pasan por un mero acomodarse a una política muy condicionada mediáticamente, en buena parte convertida en espacio para reduplicar rasgos muchas veces negativos de la sociedad del espectáculo. La dinámica de los partidos y sus respectivos líderes –o de sus líderes y sus respectivos partidos, dado el presidencialismo que se ha impuesto–, a lo largo del proceso que ha desembocado en la no lograda investi- 14–20 de marzo de 2016. nº 1146 Los recelos mutuos entre PSOE y Ciudadanos no dejan de aparecer, activados por un Rivera encumbrado que no deja de clavar aceradas puyas al mismo Sánchez a quien recuerda que oficialmente ya no es candidato a la Presidencia del Gobierno dura del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, ha ido a parar a un enrarecido ambiente de desconfianzas recíprocas. Entre PSOE y Podemos no se ve manera de acometer un diálogo franco; tampoco parece que lo haya entre los mismos partidos de izquierda, que no dejan de sospechar unos de otros en cuanto a sus respectivas pretensiones. Entre PSOE y PP los puentes, más allá de forzadas formalidades, están rotos. Podría pensarse que no es el caso entre PSOE y Ciudadanos, con un pacto entre ellos que los ata cual coyunda inseparable. Mas los recelos mutuos no dejan de aparecer, activados por un Rivera que, en su papel de encumbrado líder de Ciudadanos, no deja de clavar aceradas puyas al mismo Sánchez como líder socialista, a quien recuerda que oficialmente ya no es candidato a la Presidencia del Gobierno. Las interpretaciones divergentes del pacto suscrito tampoco refuerzan la confianza. El ir juntos a toda negociación que se abra, aparte otras funciones, será para asegurarse de que “la otra parte de la parte contratante” –dicho al modo de los otros Marx– no traiciona. Nadie se fía de nadie. Y ello no da pie a pensar en serio en pacto de investidura y, menos aún, de gobierno. ¿Quedarán ahuyentadas las desconfianzas tras nuevas elecciones, llegado el caso? Va a ser difícil. El escepticismo cunde en la ciudadanía y asoma la tentación abstencionista. La crisis de confianza hace mella en nuestra comunidad política. Sobre ella repercute negativamente la ausencia de un factor confianza de todo punto necesario para activar los necesarios potenciales para superar nuestras otras crisis: económica, social y la institucional del Estado. l *Miembro del Comité Federal del PSOE