*100075240007CO* Exp: 10-007524-0007-CO Res. Nº 2012000267 SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las quince horas y treinta y cuatro minutos del once de enero del dos mil doce. Acción de inconstitucionalidad contra -Artículo 9 inciso d) del Reglamento del Estatuto de Servicio Civil. Resultando: 1.- Por escrito recibido en la Secretaría de la Sala a las catorce horas dieciséis minutos del tres de junio de dos mil diez, el accionante solicita que se declare la inconstitucionalidad del inciso d) del Artículo 9 del Reglamento del Estatuto de Servicio Civil. Alega que la norma impugnada permite a la Dirección General del Servicio Civil inhabilitar a una persona para ingresar al Servicio Civil, facultad que se convierte en una sanción de carácter punitivo con carácter indefinido impuesta por una autoridad administrativa, la cual además, solo puede decretarse mediante ley, y no a través de un reglamento. Adicionalmente la inhabilitación permanente constituye una sanción perpetua, que limita el derecho al trabajo. 2.- A efecto de fundamentar la legitimación que ostenta para promover esta acción de inconstitucionalidad, señala que existe un reclamo interpuesto ante el Tribunal de Servicio Civil, contra las resoluciones DG-115 de las once horas del 26 de marzo de 2010 y DG-155 de las nueve horas del 14 de mayo de 2010 de la Dirección General del Servicio Civil, el cual está pendiente de resolver. 3.- Por resolución de las quince horas cuarenta y cinco minutos del veinticuatro de junio (visible a folios 57 del expediente), se le dio curso a la acción contra el inciso c) del artículo 9 del Reglamento del Estatuto del Servicio Civil, confiriéndole audiencia a la Procuraduría General de la República. 4.- La Procuraduría General de la República rindió su informe visible a folios 60. Señala que la condición de inelegibilidad es coherente con el derecho de la Constitución y que el tema de fondo se refiere al ejercicio del derecho de acceso a las funciones y cargos públicos en condiciones de igualdad. El derecho a acceder a los cargos públicos es un derecho de configuración legal y por ello, es válido que el legislador establezca determinados requisitos en tanto estos respeten los principios de igualdad, mérito y capacidad. La Constitución Política dispone que la "idoneidad comprobada" es el requisito primordial a observar para acceder al empleo público. El empleo público supone un proceso selectivo depurador para acceder a la función pública, pues el Estado se vale de sus funcionarios para el cumplimiento de sus fines y por ello se requiere que nombramiento se haga con base en su idoneidad comprobada y eficiencia. El primero de estos principios significa que es condición necesaria para el nombramiento de los servidores públicos, "con las excepciones que esta Constitución o el Estatuto de Servicio Civil determinen", tener o reunir las características y condiciones que los faculten para desempeñarse óptimamente en el trabajo, puesto o cargo público, es decir los méritos que la función demande. El segundo, significa no solo la realización de los metidos públicos, sino también, llevarlos a cabo de la mejor manera. De ahí la importancia de los requisitos de "honorabilidad" y "respetabilidad" que se exige como derivado del artículo 192 de la Constitución Política a todos los que pretendan ser funcionarios públicos, en tanto atiende a la exigencia de la idoneidad comprobada (ver sentencia No. 2004-12402 de las 15:00 hrs. del 3 de noviembre de 2004 y 2005-02995 de las 14:41 hrs. del 16 de marzo de 2005). La Sala ha indicado que en ejercicio del derecho de elección de su personal, en momentos previos al establecimiento de una relación de servicio con el Estado, el patrono puede recabar la información que sea necesaria para determinar si una persona es apta o no para el cargo que aspira (res. No. 4154-1997 de las 19:30 hrs. del 16 de julio , No. 7175-1997 de las 17:30 hrs. del 29 de octubre y No. 2007-006587 de las 15:45 hrs. del 15 de mayo de 2007). Así las cosas, las condiciones de la norma impugnada son originadas en una ley de la República (artículo 20 inciso a) del Estatuto de Servicio Civil) y se complementan por vía reglamentaria, al disponer la ineligibilidad por inidoneidad temporal - por un plazo específico - de ex funcionarios a un nuevo puesto público, en caso de que como resultado de las investigaciones o informaciones de vida del candidato se comprobare que no posee una aptitud moral satisfactoria, como sucede en el asunto bajo examen. Tratándose de empleados públicos, éstos deben cumplir con un determinado bagaje de deberes éticos y morales y resulta prudente sujetar sus nombramientos al principio constitucional de idoneidad (res. No. 2006-08493 de las 14:43 hrs. del 14 de junio de 2006). Resultaría ilusorio que un funcionario despedido por el quebrantamiento a estos principios pretenda regresar a la función pública, obviando los mecanismos de protección que establece el ordenamiento jurídico y que inciden en la ética y moralidad que todo funcionario debe acreditar. Lo que se pretende con este tipo de regulaciones es garantizar la idoneidad y eficiencia en el empleo público (artículo 192 de la Constitución Política) así como asegurar la integridad de la función pública, al evitarse situaciones que puedan debilitar el cumplimiento de los deberes de objetividad, imparcialidad e independencia de los funcionarios públicos, en resguardo de los principios constitucionales de legalidad e igualdad. De esta forma, la disposición cuestionada resulta coherente con la Constitución Política, pues desarrolla los criterios que engloban la evaluación de la idoneidad comprobada para acceder a cargos cubiertos por el Servicio Civil y resguarda la idoneidad moral que le debe asistir a quien aspire a un cargo en la función pública, como lo exige el artículo 192 constitucional, por lo que no se violenta el derecho fundamental de acceso a los cargos públicos. No obstante la ineligibilidad por inidoneidad no puede ser por tiempo indefinido, debido a la prohibición constitucional del artículo 40 de imponer sanciones perpetuas. Los antecedentes laborales o de vida valorados en las investigaciones o informaciones de vida, en los que se sustente la ineligibilidad por inidoneidad temporal por no tener una aptitud moral satisfactoria, debería no datar de más de 10 años atrás, pues admitir lo contrario, conforme a la jurisprudencia constitucional y supondría conferirle efectos a perpetuidad a tales hechos pretéritos, lesionaría además el derecho fundamental a la intimidad y el estado de inocencia, porque estigmatiza a la persona y prolonga su culpabilidad (ver resoluciones 2004-04626 de las 12:04 del 30 de abril de 2004 y 20035169 de las 15:40 hrs. del 17 de junio de 2003, entre otras). Sugiere declarar parcialmente con lugar la presente acción. 5.- Mediante resolución de las diez horas y diecisiete minutos del tres de noviembre del dos mil diez, se rectificó el error material contenido en la resolución de las quince horas cuarenta y cinco minutos del veinticuatro de junio de dos mil diez, en el sentido de que lo que se discute es la constitucionalidad del inciso d) del Artículo 9 del Reglamento del Estatuto de Servicio Civil, por estimarlo contrario a los artículos 39, 40, 42 y 56 de la Constitución Política. La norma se impugna por cuanto el accionante considera que allí se dispone una inhabilitación perpetua de ingreso al Servicio Civil justificado en la existencia de un despido laboral anterior, por lo que consiste en una norma sancionatoria con carácter de pena indefinida, lo cual resulta también contrario al principio non bis idem. Acerca de esta rectificación, se confiere audiencia por quince días a la Procuraduría General de la República. 6.- La Procuraduría General de la República rindió su informe visible a folios 60. Señala que el derecho a acceder a los cargos públicos es un derecho de configuración legal y por ello el legislador puede establecer requisitos en tanto estos respeten los principios de igualdad, mérito y capacidad constitucionalmente previstos. La jurisprudencia constitucional reconoce que previo al nombramiento de todo empleado publico es lícito que conforme a los numerales 191 y 192 de la Constitución Política el Estado implemente requisitos adicionales para la selección de sus empleados y más aún en caso de una recontratación, todo para garantizar la moralidad y la legalidad de la Administración. Estiman que las condiciones de la norma impugnada son limitaciones lícitas en el tanto que son originadas en una ley "Estatuto de Servicio Civil" que indica en el artículo 20 inciso a) que requiere poseer aptitud moral para ingresar a la función pública y complementada por la vía reglamentaria, al disponer la ineligibilidad por inidoineidad temporal a ex funcionarios a un nuevo puesto público, cuando hayan sido despedidos por justa causa en los tres años anteriores a la fecha pretendida de ingreso, cuando a juicio de la Dirección General del Servicio Civil, la gravedad de la falta cometida así lo amerite (actos demostrados de corrupción, acoso laboral o sexual en la función pública), pues en el fondo con tales antecedentes se comprueba que el candidato no posee una aptitud moral satisfactoria. Los empleados públicos deben de cumplir con determinados deberes éticos y morales y resulta prudente sujetar sus nombramientos al principio constitucional de idoneidad (sentencia No. 200608493) resultaría ilusorio y ausente de toda lógica jurídica que un funcionario despedido por el quebranto de los principio en la función publica pretenda regresar, obviando los mecanismos de protección que establece el ordenamiento jurídico y que inciden en la ética y moralidad que todo funcionario debe acreditar. La norma analizada, lejos de constituir una infracción, corresponde a principios aceptados sobre la transparencia en el quehacer de la administración como un todo y compatible con la idoneidad comprobada que exige el artículo 192 de la Constitución Política de los funcionarios públicos (resolución No. 2010-12171). Lo único cuestionable en la norma bajo análisis es que la ineligibilidad por inidoneidad no puede ser por tiempo indefinido, como prevé la norma debido a la prohibición del artículo 40 de imponer sanciones perpetuas, yerro que comete la disposición jurídica de análisis, al no establecer adecuados rangos temporales específicos dentro de los cuales ha de decretarse aquella ineligibilidad en esos supuestos. Es importante hacer la interpretación en el sentido de que los antecedentes laborales o de vida valorados en las investigaciones o informaciones de vida, en los que se sustente la ineligibilidad por inidoneidad moral por no tener una aptitud moral satisfactoria, no daten de mas de 10 años atrás. Recomienda declarar parcialmente con la lugar la presente acción. 7.- Los edictos a que se refiere el párrafo segundo del artículo 81 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional fueron publicados en los números 143, 144 y 145 del Boletín Judicial, de los días 23, 26 y 27 de julio y los de la rectificación del curso en los No. 247, 248 y 249 del Boletín Judicial, de los días 21, 22 y 23 de diciembre, todos del año en curso (folio 69). 8.- Se prescinde de la vista señalada en los artículos 10 y 85 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional, con base en la potestad que otorga a la Sala el numeral 9 ibídem, al estimar suficientemente fundada esta resolución en principios y normas evidentes, así como en la jurisprudencia de este Tribunal. 9.- En los procedimientos se han cumplido las prescripciones de ley. Redacta la Magistrada Abdelnour Granados; y, Considerando: I.- Sobre la admisibilidad.- El artículo 75 párrafo primero de la Ley de Jurisdicción Constitucional establece como requisito indispensable para interponer una acción de inconstitucionalidad, que se cuente con un asunto base pendiente de resolver, ya sea en la fase de agotamiento de la vía administrativa, o bien, en sede judicial; donde se hubiere invocado la inconstitucionalidad de la norma como medio razonable de amparar el derecho o interés que se considera lesionado. En el presente asunto, según puede observarse a folios 33 a 53 del expediente, el accionante interpuso el 24 de mayo del año 2010 un reclamo administrativo contra de las resoluciones DG-115 de las once horas del 26 de marzo de 2010 y DG-155 de las nueve horas del 14 de mayo de 2010 de la Dirección General del Servicio Civil, el que se encuentra pendiente de resolver. Así las cosas, y al no haberse resuelto aún el asunto que sirve de base a la acción, ésta resulta un medio razonable de amparar el derecho que se estima lesionado y es, por tanto, admisible. II.- Objeto de la impugnación. Se impugna el inciso d) del artículo 9 del Reglamento de Estatuto de Servicio Civil, Decreto Ejecutivo No. 21 del 14 de diciembre de 1954 y sus reformas, el cual textualmente señala: "ARTÍCULO 9° - Son requisitos para ingresar al Servicio Civil, aparte de lo establecido por el artículo 20 del Estatuto, los siguientes: (...) |d) No haber sido destituido por infracción de las disposiciones del Estatuto, del presente Reglamento o de los reglamentos autónomos respectivos en los tres años anteriores a la fecha de ingreso, o en un plazo mayor, si a juicio de la Dirección General, la gravedad de la falta lo amerita. Se considerará como inelegible indefinidamente el servidor que por segunda vez haya sido destituido por causal de despido sin responsabilidad patronal en el Poder Ejecutivo o en cualquiera de las instituciones del Estado.(...) " El accionante alega que dicha norma resulta contraria a lo dispuesto en los artículos 39, 40, 42 y 56 de la Constitución Política; pues a su juicio, permite que la Dirección General del Servicio Civil inhabilite a una persona para ingresar al Servicio Civil, lo cual constituye una limitación al derecho al trabajo y una sanción de carácter punitivo que puede convertirse en indefinida, la cual solo puede decretarse mediante ley y no a través de un reglamento. III.- Sobre el derecho al trabajo y el ingreso al Servicio Civil.- En reiteradas ocasiones se ha señalado que el artículo 56 constitucional contiene una doble declaración: una, la de que el trabajo es un derecho del individuo y otra, la de que el Estado garantiza el derecho a la libre elección del trabajo que en su conjunto constituyen la denominada "Libertad de Trabajo". Dicha garantía significa que los habitantes de la República se encuentran facultados para escoger entre el sinnúmero de ocupaciones lícitas la que más convenga o agrade al administrado para el logro de su bienestar y, correlativamente, el Estado se compromete a no imponerle una determinada actividad y respetar su esfera de selección. (en este similar sentido pueden consultarse las sentencias 1994-0129, 19950877, 1995-0284, entre otras). Pero además, se agrega a lo anterior la doctrina jurisprudencial que indica que: "La Constitución exige al Estado y sus Instituciones garantizar a los ciudadanos su libre acceso al trabajo, mediante la implementación de políticas que deberán de llevar a cabo las instituciones estatales, por lo que también podemos deducir que toda aquella disposición legislativa o ejecutiva que contravenga esta protección constitucional a ese derecho fundamental, es abiertamente inconstitucional, pues el derecho al trabajo es considerado un derecho natural al hombre, cuyo ejercicio le permite lograr una existencia digna, no debiendo ser considerado como una concesión graciosa del Estado, sino un derecho cuyo cumplimiento debe éste vigilar, proteger, fomentar e implementar por los medios correspondientes, cerciorándose de que en todos los organismos oficiales o privados, no se apliquen políticas de empleo discriminatorias a la hora de contratar, formar, ascender o conservar a una persona en el empleo, pues todo trabajador tiene derecho de acceder en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos, si cumple con requisitos razonables impuesto por ley. " En el sector público el derecho al trabajo se manifiesta como expresión de otro principio, el de acceso a los cargos según el mérito y capacidad del aspirante y todo ello dentro de una relación de servicio. La Constitución Política en los artículos 191 y 192, establece un régimen de empleo público estatutario, que promueve la especialidad para el servidor público, garantiza su estabilidad en el empleo, así como el ingreso previa comprobación de la idoneidad. Dichas normas, por su orden, disponen: “ARTÍCULO 191: Un estatuto de servicio civil regulará las relaciones entre el Estado y los servidores públicos, con el propósito de garantizar la eficiencia de la administración. ARTICULO 192: Con las excepciones que esta Constitución y el estatuto de servicio civil determinen, los servidores públicos serán nombrados a base de idoneidad comprobada y sólo podrán ser removidos por las causales de despido justificado que exprese la legislación de trabajo, o en el caso de reducción forzosa de servicios, ya sea por falta de fondos o para conseguir una mejor organización de los mismos .” Los artículos transcritos imponen dos requisitos de ingreso al régimen de empleo público: la idoneidad comprobada y la eficiencia. Esos requisitos se deben mantener a lo largo de toda la relación del servidor público con el Estado, por lo que éste debe contar con todos los medios necesarios para comprobar su cumplimiento. De esa forma, una vez que los candidatos para ocupar determinadas plazas se han sometido a una serie de pruebas y han cumplido con ciertas condiciones establecidas por ley, pueden ser tomados en cuenta en el momento de hacer los nombramientos. Corolario a lo anterior, se deduce que para garantizar la eficiencia de la Administración Pública, el ordenamiento jurídico puede imponer una serie de requisitos e incluso impedir a alguna persona acceder a cierta clase de puestos o funciones, sin que por ello se considere que se establece una prohibición al ejercicio del derecho al trabajo y a elegir trabajo, en razón que las leyes pueden establecer límites razonables a las libertades públicas, siempre y cuando no contradigan normas constitucionales. El desarrollo reglamentario del artículo 9 del Reglamento del Estatuto del Servicio Civil fue producto del artículo 20 incisos c) y g) del Estatuto de Servicio Civil, Ley No. 1581 del 30 de mayo de 1953. Ese artículo, en lo que interesa, indica lo siguiente: " Artículo 20.-Para ingresar al Servicio Civil, se requiere: a) Poseer aptitud moral y física propias para el desempeño del cargo, lo que se comprobará mediante información de vida y costumbres y certificaciones emanadas del Registro Judicial de Delincuentes, de los Archivos Nacionales, del Gabinete de Investigación y del Departamento respectivo del Ministerio de Salubridad Pública. ( La Sala Constitucional mediante resolución N° 5597, del 22 de octubre de 1996, declaró inconstitucional la interpretación hecha por la Dirección General de Servicio Civil al inciso a) de este artículo “en cuanto implica no tramitar ofertas de servicio ni nombramientos a quienes se encuentren en el período del beneficio de ejecución condicional de la pena.”) b) Firmar una declaración jurada de adhesión al régimen democrático que establece la Constitución de la República. c) Satisfacer los requisitos mínimos especiales que establezca el "Manual Descriptivo de Empleos del Servicio Civil" para la clase de puesto de que se trate. d) Demostrar idoneidad sometiéndose a las pruebas, exámenes o concursos que contemplan esta ley y sus reglamentos. e) Ser escogido de la nómina enviada por la oficina encargada de seleccionar el personal. f) Pasar el período de prueba; y g) Llenar cualesquiera otros requisitos que establezcan los reglamentos y disposiciones legales aplicables”. Si el recurrente estima que el contenido del inciso d) del artículo 9 del Reglamento al Estatuto del Servicio Civil, excede el contenido de la Ley, esta Sala ha venido sosteniendo que la determinación si una norma reglamentaria violenta o se extralimite en lo dispuesto en una ley, es un tema de legalidad cuya discusión no corresponde a esta jurisdicción, pues el artículo 49 de la Constitución Política asigna el control de la legalidad de la función administrativa del Estado a la jurisdicción contencioso administrativa. De tal suerte que si esta Sala pretendiera fiscalizar por medio de la acción de inconstitucionalidad las distintas posibles hipótesis de infracción al principio de legalidad que pueden darse en los Despachos administrativos, en la práctica suplantaría -a contrapelo del texto constitucional- a los tribunales de esa materia (Cfr. Sentencia # 2000-01149 de 15.39 horas de 2 de febrero; #2010-014785 de 14.48 horas de 1 de septiembre; #2009-14391 de 16.02 horas de 16 de septiembre; #2008-005408 de 17.30 horas de 9 de abril; #2007-000832 de 14.50 horas de 24 de enero). En esta última sentencia #2007-000832, se expresó: “V.- PRINCIPIOS DE JERARQUÍA DE LAS NORMAS Y DE LEGALIDAD. El accionante plantea que existe una discordancia entre el Reglamento a la Ley de Licores, Decreto No. 17757-G del 28 de septiembre de 1987 y la Ley de Licores No. 10 del 7 de octubre de 1936 en lo atinente a las distancias permitidas para la explotación de una patente. Sobre el particular, este Tribunal Constitucional ha señalado, reiteradamente, que la regulación ex novo o el vicio ultra vires que pueda contener una norma reglamentaria, constituye un extremo de legalidad ordinaria que debe ser conocido y resuelto por la Jurisdicción Contenciosa Administrativa, establecida en el artículo 49 de la Constitución Política, con el propósito manifiesto de garantizar la legalidad de la función administrativa, como lo es, el ejercicio de la potestad reglamentaria de forma congruente con la ley. Así, y, sobre el tema en concreto, este Tribunal Constitucional ha vertido una copiosa jurisprudencia en la que ha señalado lo siguiente: “(...) Único: Inadmisibilidad de la acción por referirse a cuestiones de mera legalidad. En esencia, la presente demanda se reduce a cuestionar la contraposición que dice encontrar el accionante entre el aparte 2.16.2 del “Manual operativo al Reglamento de gastos de viaje y de transporte para funcionarios públicos” del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y el artículo 38 del Código de Trabajo. Aun cuando en esa colisión de normas cree apreciar una infracción de las potestades constitucionales asignadas al Poder Ejecutivo por el artículo 140, incisos 3) y 18) constitucional y de las restricciones al ejercicio de las potestades públicas que constituyen el principio de legalidad comprendido en el artículo 11 ibidem, lo cierto es que la cuestión no alcanza a plantear un verdadero conflicto de constitucionalidad sino tan solo de modo reflejo o indirecto. En reiteradas ocasiones (como, por ejemplo, en la sentencia número 2000-01149 de las 15:39 horas del 2 de febrero del 2000) esta Sala ha sostenido que determinar si una norma reglamentaria violenta o excede lo dispuesto en una ley es un tema de legalidad cuya discusión no corresponde a esta jurisdicción. El artículo 49 de la Carta Fundamental asigna el control de la legalidad de la función administrativa del Estado a la jurisdicción contencioso administrativa, no a la constitucional. Si esta Sala pretendiera fiscalizar por medio de la acción de inconstitucionalidad las distintas posibles hipótesis de infracción al principio de legalidad que pueden darse en los despachos administrativos, en la práctica suplantaría -a contrapelo del texto constitucional- a los tribunales de esa materia. En consecuencia, si el accionante considera que las normas reglamentarias cuestionadas son ilegales, puede acudir, si a bien lo tiene, ante la mencionada jurisdicción contencioso-administrativa a hacer valer sus derechos. (...).” (Voto No. 14901-2006 de las 14:47 hrs. del 10 de octubre del 2006). (Véase en igual sentido el Voto No. 13458-2006 de las 10:17 hrs. del 8 de septiembre del 2006). En mérito de los antecedentes expuestos y al tratarse de una cuestión de legalidad, se impone declarar sin lugar la acción interpuesta, sobre tal extremo.” (El subrayado no está en el original). Finalmente, en sentencia # 2007-11154 de 14.48 horas de 1 de agosto, se dispuso: “VI.- De la potestad normativa del Poder Ejecutivo. Ligado directamente con lo indicado anteriormente, esta Sala ha reconocido el principio de reserva de ley, a partir del cual se excluye toda competencia de la Administración para que limite derechos fundamentales a través de disposiciones de carácter general (reglamentos, circulares e instrucciones) o de actos administrativos, tales como las directrices. Así, el ámbito del reglamento ejecutivo queda constreñido a desarrollar los preceptos de las leyes, entendiéndose que no pueden incrementar las restricciones establecidas ni crear las no establecidas por ellas, y que deben respetar rigurosamente su “contenido esencial”, como lo dispone el inciso 3) del artículo 140 de la Constitución. (sentencias número 1876-90, de las dieciséis horas del diecinueve de diciembre de mil novecientos noventa, 1635-93, de las dieciséis horas del catorce de noviembre de mil novecientos noventa y tres y 5227-94, de las quince horas seis minutos del trece de setiembre de 1994). Es característica esencial de las disposiciones reglamentarias su sujeción al principio de la jerarquía normativa, lo cual se traduce, en primer lugar, en la subordinación de éstas a lo dispuesto en las de mayor jerarquía (constitucionales, tratados internacionales y leyes), de manera que en modo alguno pueden modificarlas o pretender sustituirlas; y en segundo lugar, en el respeto de la competencia atribuida al ente u órgano, ya sea por mandato constitucional o legal, principio que está recogido en los artículos 6 y 59 de la Ley General de la Administración Pública. Y en forma concreta, tratándose de los reglamentos ejecutivos, es característica propia y esencial que se distinguen por ser normas secundarias, en tanto están subordinadas por entero a la ley, ya que no se producen más que en los ámbitos que ésta le permite, y no pueden dejar sin efecto los preceptos legales, contradecirlos, así como tampoco suplir a la ley produciendo un determinado efecto no querido por el legislador, o establecer un contenido no contemplado en la norma que reglamenta, como lo ha desarrollado la jurisprudencia constitucional en forma reiterada. No obstante lo anterior, sí debe tenerse en cuenta que en tratándose de reglamentos ejecutivos, es posible que éstos puedan incidir en el régimen de los derechos fundamentales, si la limitación impuesta deriva de una ley que le sustente, esto es, a modo de reglamento de desarrollo, por lo que conviene analizar la norma en cuestión para determinar si infringe los principios comentados de libertad, razonabilidad y reserva de ley.” (Las bastardillas no son del original). No obstante, lo anterior, la Sala estima que en este caso la norma consultada también presenta un tema de trascendencia constitucional relacionado con la facultad que tiene la administración de poder inhabilitar a su plena discresión, ya sea en forma temporal o indefinida, a un funcionario público que fue despedido de un puesto dentro Estado y/o sus instituciones sin responsabilidad patronal. La cuestión planteada trasciende el principio de legalidad, debiendo –en este sólo aspecto y sentidoexaminarse por el fondo, para determinar si la norma infringe o no los principios de razonabilidad, prohibición de penas perpetuas y seguridad jurídica. IV.- Sobre el requisitos de idoneidad para ocupar un cargo dentro del régimen del Servicio Civil.- En el presente análisis, merece atención especial la idoneidad que debe de tener un ex empleado público que fue despedido para poder reingresar al Servicio Civil. La "Idoneidad comprobada" significa que los servidores públicos deben reunir las condiciones y características que los faculten para desempeñarse en forma eficiente en el trabajo, sea reunir los méritos necesarios que el cargo demande. La Dirección General de Servicio Civil es el órgano competente para decretar el ingreso así como la inhabilitación de un funcionario a la carrera del Servicio Civil. Los funcionarios públicos son depositarios de la confianza del Estado-patrono y de los usuarios del servicio, por lo que deben tener un comportamiento impecable, así como una conducta intachable. Por eso, tratándose de servidores públicos, independientemente de su naturaleza, función y categoría, la valoración de sus faltas debe hacerse en forma estricta y meticulosa, por estar de por medio el interés público ante el cual debe ceder el del trabajador (en cuanto a la mayor rigurosidad en la calificación de las faltas de los servidores públicos, véase entre otros los votos números 638 de las 10:30 horas del 26 de octubre del 2001; 234 de las 9:30 horas del 22 de mayo del 2002 de esta Sala). Lo expuesto es de vital importancia para el estudio de este caso, pues nos encontramos en presencia de un ex funcionario público que fue despedido de una institución estatal sin responsabilidad patronal y que pretende el reingreso al Servicio Civil, por lo que resulta razonable, en virtud de lo indicado en el considerando anterior, que el Estado tenga la garantía que dicha persona cuenta con las condiciones personales necesarias para laborar nuevamente para el Estado y ser merecedor de la confianza en él depositada -aptitud moral e idoneidad, entre otros requerimientos establecidos en la ley. Es importante tener presente en el análisis de la norma cuestionada, la razonabilidad y la proporcionalidad de la limitación contenida, como paso previo, que dan pie a la determinación de cuales son los derechos y necesidades que entran en tensión, pues la confrontación que procede hacer no puede verse de forma limitada a lo que se denomina únicamente “idoneidad para el cargo” sino que deben agregarse a la balanza todo el peso inherente a la necesidad de protección estricta de los valores éticos-funcionales en la función pública. La razón de ser de la medida contenida en el inciso d) del artículo 9 del Reglamento es indudable la necesidad de que en el ámbito de las instituciones públicas, se resguarde y proteja de una manera más bien estricta tales valores de ética y probidad respecto de quienes están a cargo del manejo de la cosa pública. Cuando se trata de personas que van a servir intereses públicos, es admisible que se endurezcan las exigencias y se exija el cumplimiento de un determinado bagaje de deberes éticos y morales, por lo que resulta correcto fijar como parte de las condiciones para el ejercicio del cargo la ausencia de cuestionamientos ya sea penales o disciplinarios, que puedan incidir directamente en la ética y moralidad que todo funcionario debe acreditar. En síntesis, puede afirmarse con absoluta certeza que la demostración de la idoneidad es un requisito sine qua non para el ingreso al régimen de empleo público y es constitucional que en el ordenamiento jurídico disponga que para poder ingresar al Servicio Civil se debe de cumplir con una serie de condicionantes, los cuales son evaluados previamente mediante un estudio de preingreso que permite determinar la idoneidad del candidato y faculta a la vez a la Dirección General del Servicio Civil para que en caso de que la aptitud del servidor no sea satisfactoria, no se le tramiten sus ofertas en forma temporal o indefinida, esto último si así lo hubiese establecido una resolución judicial, y ello no constituye una limitación a los artículos 56 y 57 constitucionales, sino, que se busca garantizar que la prestación del servicio público esté conforme a lo dispuesto por los numerales 191 y 192 de la Constitución Política así como el principio de igualdad. V.- Sobre la inhabilitación administrativa y las sanciones ad perpetuam.- Al respecto, la Sala ha señalado en la sentencia 2003-3423 de las 15:58 horas del 29 de abril del 2003, en lo que interesa: "VIII.- Duración de las sanciones e interdicción de penas perpetuas. Parte de la exigencia de tipicidad que deben satisfacer las normas sancionatorias, tanto en materia penal como administrativa, es la fijación clara y delimitada de la naturaleza de la sanción, su proporcionalidad respecto de la conducta reprochable y su duración. En el caso de una sanción de suspensión, el plazo o término por el que ésta pueda extenderse debe también venir predeterminado en el tipo. La tipicidad punitiva debe conectarse con la proporcionalidad como equilibrio indispensable de la justicia y esto requiere que exista una razonable fijación de las penas, al menos con márgenes o rangos dentro de los que la autoridad puede escoger un plazo razonable, según las especiales circunstancias del caso, es decir, que la duración de la sanción debe aparecer como un elemento incorporado al tipo. Se tiene entonces que la extensión de una pena no puede quedar a la suerte del más ilimitado arbitrio de la autoridad competente para juzgar la falta, como sucede en el caso concreto, habida cuenta de que la duración de la sanción que eventualmente se imponga podría oscilar, como bien señaló el accionante, entre unos pocos días y muchos años, dejando en absoluta indefensión a los afectados. En el supuesto del artículo 124 impugnado, se deja a la libre decisión del ICAFE tanto la naturaleza de la sanción a imponer -sea suspensión o cancelación definitiva de la inscripción en el registro correspondiente- como la duración que la primera medida pueda tener, lo que una vez más violenta la Constitución, a la luz de los razonamientos que se han venido exponiendo. Tal indeterminación propicia, a su vez, una eventual aplicación desigual de las sanciones, toda vez que al obviarse un mínimo de predeterminación normativa de estos aspectos fundamentales de la acción sancionatoria, la Administración se coloca en una posición que le permite juzgar con entera libertad cada caso concreto, pudiendo, como es lógico, llegar a conclusiones distintas para casos similares, posibilidad inadmisible a la luz del principio de igualdad consagrado en el artículo 33 constitucional. Por otra parte, en lo que se refiere a la cancelación de la inscripción en los registros, la norma establece claramente que se trata de una medida definitiva, hipótesis que vendría a constituirse en una sanción con carácter de perpetuidad, llevando aparejado el consecuente perjuicio que esto representa para el afectado, situación que se enfrenta abiertamente con lo dispuesto por el artículo 40 de la Constitución Política, que proscribe las penas perpetuas. Sobre este último aspecto, basta con recordar lo resuelto por esta Sala en un caso similar, ocasión en la que se señaló: "En todas esas normas se establece claramente una sanción perpetua para los notarios, cual es la cancelación definitiva de la licencia para ejercer el notariado. Y resulta evidente que esas disposiciones violan la prohibición de imponer penas perpetuas que contiene el artículo 40 constitucional. (resolución N° 2628-98 y en sentido similar, la N° 4100-94)." –Sentencia número 8193-00 de las 15:05 horas del 13 de setiembre de 2000)." De la jurisprudencia transcrita, se confirma que el bien jurídico protegido por el constituyente es la posibilidad de rehabilitar al sentenciado y de proteger su decoro, al prohibir las penas degradantes o crueles, y por analogía, entonces tampoco proceden las sanciones indefinidas de otra naturaleza o las penas perpetuas. VI.- Sobre el principio de la la seguridad jurídica.- Reiteradamente la Sala ha indicado que la seguridad jurídica es un principio constitucional que en su sentido genérico consiste en la garantía dada al individuo de que su persona, sus bienes y sus derechos no serán objeto de ataques violentos o que, si éstos llegan a producirse, le serán aseguradas por la sociedad, protección y reparación: es la situación del individuo como sujeto activo y pasivo de relaciones sociales, que sabiendo o pudiendo saber cuáles son las normas jurídicas vigentes, tiene fundamentales expectativas de que ellas se cumplan. Ese valor jurídico pretende dar certeza contra las modificaciones del Derecho, procura evitar la incertidumbre del Derecho vigente, es decir, las modificaciones jurídicas arbitrarias, realizadas sin previo estudio y consulta. Puede ser considerada tanto en sentido subjetivo y objetivo, pero ambos están indisolublemente vinculados; en su sentido subjetivo es la convicción que tiene una persona de que la situación de que goza no será modificada por una acción contraria a los principios que rigen la vida social y en sentido objetivo se confunde con la existencia de un estado de organización social, de un orden social. En la mayoría de los ordenamientos jurídicos positivos existen normas que pretenden dar cumplimiento al valor de la seguridad jurídica; en el nuestro tenemos varias expresiones de ese principio tales como la presunción del conocimiento de la ley, el principio de la reserva o legalidad penal, el principio de irretroactividad de la ley, la cosa juzgada y la prescripción, entre otros. (en ese sentido ver la sentecia No. 2000-0878 de las 16:12 hrs. del 26 de enero del 2000) VI.- Sobre el caso concreto.- El fondo del presente asunto es determinar si es constitucional que en el inciso d)del artículo 9 del Reglamento del Estatuto del Servicio Civil se faculte a la Dirección General del Servicio Civil para inhabilitar por un plazo determinado o indefinido a una persona que desea re ingresar al Servicio Civil debido a que anteriormente fue despedida en una o dos ocasiones. La Sala conoció de la acción de inconstitucionalidad interpuesta contra el artículo 72 de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República, norma que resulta similar a la impugnada por el aquí accionante. En esta acción, se sostuvo que no resulta inconstitucional un texto legal que establezca un límite temporal a la idoneidad de un candidato para accesar un puesto público, cuando éste en el pasado quebrantó el ordenamiento jurídico administrativo(ver en ese este sentido, sentencia No. 200205424). La jurisprudencia reconoce la existencia de requisitos razonables que impone la ley, no como una limitación a los artículos 56 y 57 constitucionales, sino, para garantizar que la prestación del servicio público, esté conforme a lo dispuesto por los numerales 191 y 192 de la Constitución Política. De modo que, previo al nombramiento de todo empleado público dentro de la carrera administrativa es lícito que mediante un reglamento, el Estado implemente requisitos adicionales, para su selección, y más aún, en caso de surgir la posibilidad de una nueva recontratación. En el caso de la norma cuestionada, se trata de una disposición reglamentaria que determina las consecuencias de un despido sin responsabilidad patronal dentro de la Administración Pública, siendo que los funcionarios públicos que hayan hecho uso indebido de su puesto o del patrimonio del Estado, no puedan ser nombrados nuevamente en un cargo en el Servicio Civil por un plazo específico. Tratándose de empleados públicos, éstos deben cumplir con un determinado bagaje de deberes éticos y morales, y resulta prudente sujetar sus nombramientos al principio constitucional de idoneidad, como ocurre en el caso. Además, estima la Sala que resulta ilusorio y ausente de toda lógica jurídica, que un funcionario despedido por el quebrantamiento a estos principios pretenda regresar a la función pública en forma inmediata, obviando los mecanismos de protección que establece el ordenamiento jurídico, frente a posibles abusos, de los bienes del Estado, y que inciden directamente en la ética y moralidad que todo funcionario debe acreditar (sentencia 2002-5424 11:10 31 de mayo 2002). La norma bajo estudio, establece una inidoneidad temporal a los funcionarios públicos que fueron despedidos de su puesto sin responsabilidad patronal y su único fin es proteger a la Administración Pública en relación a la aptitud moral de las personas que en algún momento infringieron la normativa del Estatuto de Servicio Civil, por lo que quedan condicionados a determinado plazo los futuros nombramientos en el Poder Ejecutivo bajo ese régimen. Toma en cuenta la Sala que por sentencia número 2001-12005, se indicó que: "Tiene efectivamente un claro sentido señalar que la idoneidad de los servidores públicos no solamente debe entenderse en un sentido específico, "académica" o "física" por ejemplo, sino que debe más bien asumirse como una conjunción de elementos o factores de diversa índole que, valorados en su conjunto producen que una persona resulte ser la más idónea para el cargo. Más aún, realmente no concibe la Sala la forma en que pudiera dejarse de considerar la necesaria "aptitud psicológica" no solo en términos generales de "estabilidad" o "normalidad", sino en lo que se refiere a las condiciones o "aptitudes específicas" que ciertos puestos requieran de modo necesario para ser ejercidos con eficiencia. Se trata entonces a juicio de la Sala de un medio adecuado y proporcionado de obtener el fin constitucional fijado en los artículos 191 y 192 Constitucionales, en tanto viene a complementar como se explicó los demás aspectos de la idoneidad; y esta misma razón la que hace que mantenga una primacía –en este caso concreto- frente a los otros derechos constitucionales que el recurrente considera involucrados en esta controversia, a saber, derecho a la igualdad de trato y derecho al trabajo, ello en el tanto que la aptitud psicológica, debe estimarse parte integrante de la idoneidad exigida por la propia Constitución Política, según se explicó. Para concluir sobre este punto cabe señalar que, como en efecto lo señala el Director General del Servicio Civil, el Estatuto sí incorpora dentro de sus reglas la necesidad de la demostración –de forma amplia- de la idoneidad para el cargo y con ella la exigencia de comprobación de la idoneidad psicológica. " En consecuencia, resulta dentro de los parámetros constitucionales que la norma establezca un plazo de inhabilitación para el reingreso al Servicio Civil de aquel servidor público que fue despedido sin responsabilidad estatal. Tómese en cuenta que no se trata de una sanción adicional al despido, como parece entenderlo el accionante, sino la regulación de las consecuencias jurídicas de un hecho, con lo que el Estado se protege de conductas irregulares que minan la subordinación que todo servidor debe al Estado como patrono, y al ordenamiento, de manera que al constatarse una falta por la que se debió aplicar el poder sancionatorio, como medio para exigir el cumplimiento exacto de los deberes de la función pública o el rompimiento de la relación de servicio según las causales existentes, ello deberá formar parte de los requisitos de reingreso al servicio civil. VII.- El otro aspecto a analizar del inciso de la norma en cuestión, se refiere al período de tiempo en que la Administración puede disponer sobre la ineligibilidad del oferente que fue despedido en una ocasión sin responsabilidad patronal. Del análisis de la norma, se verifica que la disposición jurídica establece en el primer párrafo que debe transcurrir como mínimo tres años para que el ex funcionario público sea habilitado para poder acceder de nuevo a la carrera administrativa y de seguido indica o un "plazo mayor, si a juicio de la Dirección General, la gravedad de la falta lo amerita", lo que la convierte en una norma abierta al no establecer rangos temporales específicos dentro de los cuales ha de decretarse la ineligibilidad debido a la gravedad de la falta. Desde tal punto de vista, cobran un sentido diferente la razonabilidad y la proporcionalidad de la medida que, según lo entiende la Sala, ha decidido en este caso reducir en cierta medida el ejercicio del derecho al trabajo, ello en favor de la protección de un interés público. La Sala considera que permitir a la Administración de manera discrecional determinar el perído de tiempo que debe transcurrir para que un aspirante sea habilitado para el reingreso a la carrera administrativa sin que se establezca parámetros objetivos para ello o bien topes máximos, constituye una actuación que es contraria al principio de la seguridad jurídica debido que no se garantiza que el reingreso al servicio civil se hará según los parámetros establecidos oportunamente, por lo que dicha amplitud con que está redactada, puede permitir que una persona sea excluida de un cargo en el Servicio Civil incluso ad infinitud. Además, tal indeterminación propicia, a su vez, una eventual aplicación desigual de los plazos, toda vez que al obviarse un mínimo de predeterminación normativa de estos aspectos fundamentales, la Administración se coloca en una posición que le permite juzgar con entera libertad cada caso concreto, pudiendo, como es lógico, llegar a conclusiones distintas para casos similares, posibilidad inadmisible a la luz del principio de igualdad consagrado en el artículo 33 constitucional. VIII.- Por otra parte, el segundo párrafo del inciso d) del artículo 9 establece que " ......Se considerará como inelegible indefinidamente el servidor que por segunda vez haya sido destituido por causal de despido sin responsabilidad patronal en el Poder Ejecutivo o en cualquiera de las instituciones del Estado. ". La norma dispone en la frase transcrita una medida de carácter definitivo, por lo que vendría a constituirse en una sanción con carácter de perpetuidad, llevando aparejado el consecuente perjuicio que esto representa para los derechos del afectado, situación que se enfrenta abiertamente con lo dispuesto por el artículo 40 de la Constitución Política. La única salvedad a lo anterior es el caso en que dicha inegibilidad haya sido dispuesta por una sentencia judicial condenatoria, por lo que la Administración no puede mediante disposiciones de carácter general establecer una inhabilitación de carácter indefinida, y por esa razón, éste párrafo se contrapone a los artículo 39 y 56 de la Carta Política. Ciertamente el ex empleado público que ha sido despedido en una sola ocasión (primario)y aquel que lo ha sido en dos ocasiones (reincidente) no se encuentran en una situación de igualdad, por lo que no se merecen un trato igualitario en lo que respecta al plazo de inhabilitación, pero el hecho de ser reincidente no justifica que dicha discriminación sea contraria a la dignidad humana, pues el tratamiento que en definitiva puede dársele al reincidente, es el mismo que eventualmente se le dará al primario, dado que las consecuencias del despido en ambos casos debe fijarse dentro de límites razonables. La inidoneidad, en este caso representada por la reincidencia, es una circunstancia que se debe de tomar en cuenta al individualizar el período de inhabilitación en virtud que la gravedad de los hechos por los cuales fue despedido y el principal parámetro a considerar como una condición personal del candidato. Otro aspecto importante, es que los antecedentes laborales o de vida valorados en las investigaciones o informaciones de vida realizados por la Administración, en los que se sustente la razones de ineligibilidad por inidoneidad, no deben de datar de más de 10 años atrás, (salvo si exista una resolución judicial que así lo disponga) como bien lo señaló la Procuraduría General de la República en su informe. La inidoneidad motivada en los antecedentes disciplinarios del ex empleado público, debe tomar en consideración el tiempo transcurrido de dichas anotaciones, dado que no pueden mantenerse vigente indefinidamente en virtud de lo dispuesto en el artículo 40 de la Constitución Política. Una inscripción del despido del funcionario ya sea con o sin responsabilidad patronal que data de más de diez años y no se ha cancelado del expediente personal, surtirá efecto de manera permanente y lesionaría además el derecho fundamental a la intimidad y el estado de inocencia, porque estigmatiza a la persona y prolonga su culpabilidad. De esta forma, la inhabilitación no es por sí inconstitucional, pero sus efectos pueden resultarlo, caso de ser lesivos a derechos fundamentales. Lo anterior conlleva a que deba reconocerse la inconstitucionalidad del párrafo segundo de la citada norma, en la que se posibilita tomar en consideración la reincidencia como un parámetro propio de la inhabilitación de carácter indefinido al ingreso de la carrera del servicio civil. IX.- Conclusión. De lo expuesto, se hace énfasis en que este pronunciamento no significa que la Dirección General del Servicio Civil de ahora en adelante tenga "atadas las manos" al cumplir su función fiscalizadora, derivada del artículo 192 de la Constitución Política, sobre quienes ofrezcan sus servicios, cuando exista un despido anterior dentro del régimen civil u otros elementos de prueba que permitan tener por demostrada objetivamente la ineptitud del oferente para el puesto. Sin embargo, como ya se dijo, no puede presumirse por el despido esa inhabilitación en forma permanente o indefinida y, la resolución que establece el plazo de la inhabilitación, debe fundamentarse suficientemente, previa preparación del estudio correspondiente. En consecuencia, lo procedente es declarar parcialmente con lugar la acción contra el inciso d) del artículo 9 del Reglamento del Estatuto de Servicio Civil, porque la norma en el primer párrafo omite establecer los topes máximos que debe respetar la administración al momento de establecer el plazo de inhabilitación de un ex funcionario público que fue despedido y pretenda reingresar al servicio civil y segundo, que ordena una pena a perpetuidad a los servidores que por segunda vez fueron destituidos. No obstante, si la Sala anula la frase contenida en el primer párrafo del inciso d) que indica "o un plazo mayor...", es claro que se produciría un vacío normativo que dejaría sin regulación dicha situación, lo cual evidentemente generaría un caos para la Administración pues no está legitimada para establecer un plazo mayor a los tres años en los casos que por la gravedad de lo hechos lo amerite. Evidentemente para establecer límites a ese plazo, esta Sala tendría que atribuirse facultades de legislador positivo, lo cual le está vedado a partir del principio de separación de funciones, pues para ampliar o disminuir la cobertura de la norma impugnada se requiere de un desarrollo normativo y de una decisión política ajena a la competencia de este Tribunal. Lo anterior, por cuanto la Carta Magna, en cumplimiento del principio de separación de poderes, le ha encomendado a los diferentes órganos fundamentales funciones exclusivas que mal haría esta Sala en arrogarse. Así las cosas, a pesar que reconoce esta Sala la existencia de la violación a los artículos 33, 39, 40, 56 de la Constitución Política, con la finalidad de no violentar el principio de separación de funciones resulta procedente que el Poder Ejecutivo subsane la violación a los principios ya apuntados y determine los topes máximos que debe utilizar para el reingreso de funcionarios que han sido despedidos en una o más ocasiones, según la gravedad de la falta. XI.- Plazo para que el Poder Ejecutivo proceda a reformar el inciso d) del artículo 9 del Reglamento del Estatuto de Servicio Civil.- Habiéndose constatado en el sub-lite una omisión absoluta por parte de del Poder Ejecutivo el ejercicio de su potestad normativa, lo que resta es determinar un plazo razonable para que ese órgano constitucional proceda a dictar la reforma al inciso d) del artículo 9 del Reglamento del Estatuto del Servicio Civil, con el propósito de superar la situación inconstitucional provocada por su inercia. Ciertamente, la Ley de la Jurisdicción Constitucional en su Título IV “De las cuestiones de constitucionalidad” y, más concretamente, en los ordinales 87 a 95 que establecen la tipología de la sentencias de inconstitucionalidad, no prevé, para el caso de las omisiones, un plazo para que el órgano proceda a dictar el acto normativo que se echa de menos y se supere la situación antijurídica generada por la conducta omisa. No obstante, dado que, el presente asunto versa sobre una omisión absoluta de establecer los límites al plazo de inhabilitación de un funcionario por parte del Poder Ejecutivo en el ejercicio de su poder normativo por un inequívoco incumplimiento de un mandato expreso y bajo plazo del poder reformador, este Tribunal estima que resulta absolutamente imperioso establecer un término al Poder Ejecutivo para que subsane la referida omisión. Lo anterior con sustento en los principios de auto integración (artículo 14 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional) y de prudencia establecido en el artículo 91, párrafo 2°, de la supracitada ley, en cuanto habilita a este Tribunal para “(…) graduar y dimensionar en el espacio, el tiempo o la materia (…)” los efectos de una sentencia de inconstitucionalidad “(...) para evitar (…) graves dislocaciones de la seguridad (…)”.. XII.- En virtud de lo expuesto, lo procedente es estimar parcialmente esta acción. Por tanto: Se declara parcialmente con lugar la acción y en consecuencia se anula el párrafo segundo del inciso d) del artículo 9 del Reglamento del Estatuto de Servicio Civil, Decreto Ejecutivo No. 21 del 14 de diciembre de 1954. En cuanto al primer párrafo se le impone al Poder Ejecutivo en el plazo de tres meses contado a partir de la notificación de esta sentencia, proceder a subsanar la omisión allí contenida, con la finalidad de que establezca los límites al plazo que debe aplicar la Administración para autorizar el reingreso al Servicio Civil, a aquellos funcionarios que hayan sido destituidos de algún puesto dentro del Régimen del Servicio Civil. Esta sentencia tiene efectos declarativos y retroactivos a la fecha de vigencia de las normas anuladas, sin perjuicio de derechos adquiridos de buena fe. Comuniquese al Poder Ejecutivo. Reséñese este pronunciamiento en el Diario Oficial La Gaceta y públiquese íntegramente en el Boletín Judicial. Notifíquese Ana Virginia Calzada M. Presidenta Luis Paulino Mora M. C. Fernando Cruz Fernando Castillo V. Aracelly Pacheco S. Rosa María Abdelnour G. Ch. 130 / azunigag Enrique Ulate