DICTAMEN Nº 61 / 2009 Materia sometida a dictamen: Reclamación en materia de responsabilidad patrimonial de la Administración derivada de la asistencia sanitaria dispensada en el Hospital Clínico Universitario “Lozano Blesa” de Zaragoza, del Servicio Aragonés de Salud. ANTECEDENTES Primero.- Y.G. actuando en representación legal de su hijo, menor de edad, J., en escrito de fecha 21 de febrero de 2008 (registrado de entrada el día 11 del mes de marzo de 2008 en el Registro General del Gobierno de Aragón) ha formulado una reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria (folios 1 a 9 del expediente) por la deficiente atención sanitaria que le fue dispensada a su hijo en el Hospital Universitario “Miguel Servet”, del Servicio Aragonés de Salud, solicitando una indemnización de 130.054,80 €. Los hechos alegados hacen referencia a: - El menor, (siete años) J. el día 19 de mayo de 2007 comenzó a sentir molestias, exteriorizadas inicialmente en vómitos, siendo atendido en el ambulatorio (Centro de Atención Primaria) situado en la calle Andrés Vicente de Zaragoza, donde le indicaron que se trataba de un virus, pese al fuerte dolor abdominal que sufría. - La persistencia del dolor y la aparente inflamación de uno de los testículos dio lugar a acudir al Servicio de Urgencias del Hospital U. “Miguel Servet” al día siguiente, 20 de mayo, en el que se le realizó una ecografía y, tras la revisión de la misma, el facultativo que le atendió indicó que “únicamente se trataba de líquidos”, añadiendo que, si empeoraba, volviera al Servicio de Urgencias, 1 pese a que conoció el estado del testículo y los resultados de la ecografía (áreas hipoecónicas intratesticulares de límites mal definidos y un aumento de refrigencia periférica, además de aumento generalizado de la vascularización epidídimotesticular). - El facultativo informó que el estado del paciente “responde a que parece corresponder a un proceso inflamatorio, probablemente una epididimoorquitis”. - “Esta valoración debió ser corroborada, dada la posterior repercusión, y la claridad en la no precisión de la patología, de la que no hubo constatación objetiva para la determinación de un descarte en la hemorragia testicular que podía dar lugar a la pérdida testicular, tal y como desafortunadamente se produjo, y que podía haberse evitado de haber procedido correctamente conforme a la praxis médica”. - En ese momento, pese a la torsión del testículo existente, que “el profesional médico debió reparar tras una adecuada valoración objetiva y no aleatoria”, pues todavía no estaba estrangulado. - La persistencia del dolor dio lugar a nueva consulta del pediatra (21 de mayo de 2007), quien indicó la procedencia de acudir al Servicio de Urgencias, donde, por segunda vez y por el mismo facultativo, fue mantenido el tratamiento prescrito el día anterior. - Ante la intensidad del dolor que sufría el paciente, el día 23 de mayo de 2007 de nuevo fue atendido en el Servicio de Urgencias, pero por otro facultativo, que indicó la necesidad de “operarle de urgencia”. - Al realizarle la orquiectomía se observó que ya se había producido la pérdida del testículo izquierdo, “que había sufrido infarto testicular hemorrágico, mostrando Hidatide de Morgagni necrosada, siendo el derecho recuperado en la intervención”. - La atención médica prestada en el servicio de Urgencias los días 20 y 21 de mayo de 2007 ha sido la causante del daño producido como consecuencia de no haber efectuado en esas fechas la posterior intervención quirúrgica, y “se evidencia que de haberse producido de manera adecuada”, el menor paciente “conservaría el testículo izquierdo, siendo su pérdida consecuencia de la negligencia en la praxis médica, que por dos veces no evitó la trágica consecuencia”. - La indemnización que procede, por aplicación del sistema de valoración del daño corporal de la Ley 34/2003, se estima en 130.054,80 €. Los fundamentos jurídicos expuestos en el escrito de reclamación están referidos a lo establecido en los artículos 106 de la Constitución y 139 a 146 de la Ley 30/1992, donde se 2 especifican los requisitos para que proceda la estimación de una reclamación por responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria que, por las razones aducidas respecto a cada uno de estos requisitos, se considera por la reclamante que concurren en este caso. Para sustentar el fundamento de la reclamación se hizo cita en el escrito a abundante jurisprudencia del Tribunal Supremo, emanada tanto de la Sala Primera como de la Tercera. Al escrito de reclamación aparecen unidos los siguientes documentos, con el orden en que se citan (folios 10 a 30), aportados en fotocopias simples, pero también existentes la mayoría de ellos en la Historia Clínica aportada al expediente con fotocopias compulsadas (su numeración se incluye de forma individualizada con la de los adjuntados con la reclamación, sin modificar el orden): 1. Informes de Urgencias del Hospital Universitario “Miguel Servet”, de 20, 21 y 23 de mayo de 2007 (folios 10 y 13, 11, 12, 14 y 15, y 58, 59, 57 y 62). 2. Informes del Servicio Aragonés de Salud –Centro de Salud Universitas-, fechados el día 3 de octubre de 2007, correspondientes a la atención prestada al paciente los días 19 y 21 de mayo y 6 de junio de 2007 (folios 16 a 18). 3. Informe de alta del Servicio de Cirugía Pediátrica, de 25 de mayo de 2007 (folios 19 y 50), en el que, entre otros extremos, constan los siguientes: - Motivo de ingreso: Escroto agudo izquierdo. - Historia actual: Niño de 6 años de edad que cuatro días antes de su ingreso, presentó dolor testicular izquierdo, con enrojecimiento escrotal, acompañado de vómito y fiebre. Consultando a Urgencias, realizándose un ecodoppler testicular que mostró aumento de tamaño de testículo y epidimo izquierdos, con discreto hidrocele y aumento de vascularización epidídimo testicular, con diagnóstico ecográfico de orquiepidimitis. Se instauró tratamiento antiinflamatorio, consultando nuevamente 2 días antes de su ingreso por no mejoría de cuadro, añadiendo tratamiento Amoxicilina-clavulánico. El día de su ingreso consulta por aumento de edema e inflamación escrotal, sin dolor espontáneo pero con actitud antiálgica. - Exploración física: Enrojecimiento y edema escrotal bilateral. En lado izquierdo no se pueden palpar estructuras testiculares. Lado derecho enrojecido y edematoso, palpando un teste no doloroso, de tamaño y consistencia normal. Resto de exploración por aparatos normal. - Exploraciones complementarias: Hemograma, bioquímica y estudio de coagulación normales. Ecografía testicular: compatible con orquipididimitis. 3 - Juicio clínico: Dada la mala evolución del cuadro se decide exploración quirúrgica de teste izquierdo. - Tratamiento: Quirúrgico el día 23-05-07 (Dr. R.). Incisión escrotal izquierda. Torsión testicular izquierda intravaginal, con teste isquémico que no se recupera. Se practica orquiectomía izquierda. Fijación por vía escrotal de teste derecho. - Evolución: Con mejoría lenta de los signos inflamatorios escrotales. - Diagnóstico principal: Torsión testicular izquierda. Orquiectomía izquierda. Fijación teste contralateral. 4. Órdenes de interconsulta de fecha 21 de mayo de 2007 (folios 20 y 21, y 47 y 60). 5. Informe de Urgencias del Hospital Clínico Universitario “Lozano Blesa” de fecha 2 de abril de 2004 (folios 22 y 63). 6. Informe de Urgencias del Hospital U. “Miguel Servet” de 3 de octubre de 2003 (no identificable) [folio 23]. 7. Informe del Servicio de Bioquímica clínica 23-05-07 (folios 24 y 56). 8. Informe anatomopatológico fechado el día 30 de mayo de 2007 (folios 25 y 54). 9. Informe de resultado de la ecografía testicular –Hospital U. “Miguel Servet”(folios 26 y 55), con el siguiente texto: “Teste drcho. De 14 x 8 mms., normal.Teste izdo. Aumentado de tamaño de 20 x 25 mms. de ecoestructura un tanto heterogénea, con aumento de la vascularización de epidídimo menos evidente intratesticular; creemos en principio compatible con orquiepididimitis. No obstante a pesar de la vascularización y dada la clínica podríamos pensar en proceso agudo. 10. Informe, sin firma, de la ecografía realizada el día 20 de mayo de 2007 (folios 27 y 52, y contenido similar al anterior), con la indicación: “A valorar su evolución”. 11. Informe del Servicio de Hematología del Hospital U. “Miguel Servet” con fecha 23 de mayo de 2007 (folios 28 y 49). 12. Protocolo quirúrgico, Servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital U. “Miguel Servet”, correspondiente a la intervención quirúrgica efectuada el día 23 de mayo de 2007 (folios 29 y 53). 13. Nota del Médico E.B. dirigida a la Dra. C., de fecha 3 de abril de 2003, sobre lesión del menor, por caída, en el extremo superior izquierdo (folios 30 y 64). 4 También aparece adjuntado con el escrito de reclamación un CD con radiografías. Segundo.- Consta el expediente de un índice de documentos, numeradas sus hojas del 1 al 112. Tercero.- También se ha aportado al expediente, además de los documentos relacionados en el antecedente primero de este Dictamen, el informe de la ecografía de escroto realizada el día 20 de mayo de 2007 obrante en la historia clínica del paciente (folio 61), que tiene el siguiente texto: “Teste dcho. de características normales.- El testículo y el epidídimo izdo. están aumentados de tamaño. Presentan una ecoestructura moderadamente heterogénea, con áreas hipoecóicas intratesticulares de límites mal definidos y un aumento de refrigencia periférica. Existe un muy discreto hidrocele. El teste es móvil.- Mediante Doppler se aprecia un aumento generalizado de la vascularización epidídimotesticular. Los flujos en cordón son normales.- Ecográficamente parece responder a un proceso inflamatorio, probablemente una epididimoorquitis. A valorar en su evolución”. Cuarto.- Existe en el expediente un informe del Jefe del Servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital U. “Miguel Servet”, fechado el día 18 de abril de 2008 y dirigido al Subdirector Médico del Hospital Materno Infantil (folio 45), con el siguiente contenido: A continuación paso a contestar a las cuestiones que se me preguntan en relación con la Reclamación Patrimonial presentada por los padres del niño J. Como Jefe del Servicio de Cirugía Pediátrica, paso a exponer las siguientes consideraciones a lo que se me pregunta: 1º.- La observación de un teste INMOVIL presupone, aunque sin certeza absoluta, la existencia de una torsión testicular. La existencia de un teste MOVIL presupone pues, lo contrario. 2º.- El diagnóstico de sospecha de una torsión testicular, debe confirmarse mediante una exploración ecográfica y de Eco-Doppler, lo que confirma o descarta la existencia de dicha patología. 3º.- En la exploración realizada el día 21, se indica que el paciente presenta un hidrocele reactivo y que el testículo está igual. 4º.- Por orden de frecuencia estas patologías son: 1º.- Orquiepididimitis 40-50%, con indicación de NO intervención. 2º.- Torsión de Hidátide de Morgagni 30-40% con indicación de NO intervención más que en casos de mala evolución. 3º.- Torsión de testículo 5-10º, con indicación de intervención inmediata. Ya que pasadas 3-7 horas el testículo suele ser irrecuperable. 4º.- Hernia inguinal incarcerada 4-6%, con indicación de reducción e intervención tras unas horas o días. 5 Aunque no se me pide, opino, que la existencia (20.5.07) de un aumento generalizado de la vascularización epididimotesticular contradice el posible diagnóstico de torsión testicular. La existencia de una segunda ecografía (23.5.07) con aumento de la vascularización de epidídimo y menos evidente intratesticular sigue contradiciendo el posible diagnóstico de torsión testicular, pero ante la duda y la larga evolución puede y debe hacerse una revisión quirúrgica. La pauta seguida en este Servicio de Cirugía Pediátrica es: Si existe la duda de que se trate de una torsión testicular, se realizará una exploración quirúrgica. Así mismo debo aclarar que la Hª Cª Nº 395387, corresponde a Ángel G. B., nacido con fecha 1.3.1938. Quinto.- Contiene el expediente un informe del Médico Inspector F.T., fechado el día 22 de mayo de 2008 (folios 69 a 86), en el que se hace una “Introducción” en el apartado 1; en el 2 se recoge la “Descripción de los hechos”, en tanto que el 3 tiene como epígrafe “Antecedentes”, el 4 “Secuelas alegadas”, el 5 “Información practicada” y el 6 “Análisis de los hechos”. En el apartado final (7) se vierte el “Juicio crítico”, y se formula “Propuesta”. Del extenso “juicio crítico” se considera necesaria e importante la reproducción de la parte del “Resumen” directamente relacionada con el caso que se considera. Este es su texto: 1º) Que por parte del servicio de urgencias pediátricas se dio un error diagnóstico al etiquetar y tratar como proceso inflamatorio (orquitis) una torsión testicular completa. 2º) Que en la primera exploración practicada en urgencias el único signo característico de torsión que presentaba el niño era la ausencia de reflejo cremastérico, cuando todos los demás síntomas y hallazgos apuntaban hacia un proceso inflamatorio (orquiepididimitis): Fiebre, teste móvil, no horizontalizado ni elevado, inflamación progresiva de la bolsa escrotal y flujo sanguíneo conservado en el cordón espermático y testículo en la Ecodoppler. 3º) Que sin embargo, aunque sugestivo de orquiepididimitis, al tratarse de un cuadro de inicio reciente, en paciente prepuber y con heteroecoicidad intratesticular en ecodoppler, hay una mayor probabilidad de un resultado falso negativo (la persistencia de flujo vascular residual se da en el 15-20% de los casos de torsión completa), por lo que, la impresión diagnóstica de orquitis fue emitida por el ecografista con precaución y con la recomendación de “valorar en su evolución”. Es decir, que procedía iniciar el tratamiento conservador antiinflamatorio pero recomendando a su vez el seguimiento estrecho para, en virtud de la evolución, reevaluar de inmediato el caso en urgencias. Todo ello fue correctamente efectuado por el servicio de urgencias el 20-5-07. 4º) Que los padres efectuaron la revisión pediátrica indicada (el 21-5-07), transcurridas 36 horas desde la primera visita a urgencias, constatando el pediatra falta de mejoría, por lo que remitió nuevamente a urgencias al notar un teste duro y doloroso a la palpación con aumento del tamaño de la bolsa escrotal y con dificultad 6 para caminar (signo de tirantez típico de induración-engrosamiento del cordón espermático. El Servicio de Urgencias constató a su vez la presencia de hidrocele acompañante. Esta persistencia del cuadro tras 36 horas de evolución y los factores previos ya apuntados (punto 3º) justificaban la reevaluación del caso por especialista experimentado para una mejor decisión entre las posibles opciones: Conducta expectante con seguimiento y control frecuente del flujo arterial o bien exploración quirúrgica del testículo. En este caso no se adoptó ninguna de ambas y no se recomendó ningún tipo de vigilancia o seguimiento del caso el 21-5-07. 5º) Que por tanto, en nuestra opinión, el proceso de toma de decisiones, la impresión diagnóstica emitida (orquitis) y las pautas dadas al alta en la primera visita a urgencias fueron justificados, al ser proporcionales al grado de evidencia disponible y haberse dado previo empleo de los medios científicamente recomendados para ello, por lo que el error diagnóstico cometido no puede relacionarse con una inadecuada actuación por parte el servicio de salud, que se ajustó a la lex artis ad hoc que en caso requería en dicha fecha (20-5-07). 6º) Que sin embargo, en la segunda actuación efectuada el 21-5-07, no se utilizaron todos los medios y recursos científicamente recomendados para maximizar las probabilidades de un correcto diagnóstico. Y ello es así porque, si bien en el caso estudiado no se dieron criterios de sospecha que permitieran un correcto diagnóstico diferencial cuando el paciente fue evaluado en urgencias por primera vez y la literatura científica avala la posibilidad de error diagnóstico y de falsos negativos por la dificultad diagnóstica inherente a determinados casos de escroto agudo, sin embargo, por esta dificultad y el riesgo de pérdida testicular que una torsión no diagnosticada conlleva, ante los datos evolutivos constatados el 21-5-07, el principio de precaución recomendaba en esta fecha la evaluación por experto de las opciones diagnosticas, incluidas las exploración quirúrgica o la vigilancia estrecha con control del flujo arterial (Ecodoppler), ninguna de la cuales se efectuó. 7º) Que la ausencia de criterios para un diagnóstico de torsión completa en una exploración anterior, no impedía reconocer la progresión del cuadro clínico, la inefectividad de un tratamiento instaurado 36 horas antes, las probabilidades de error en el diagnóstico emitido (orquitis) y la recomendación de asegurar el diagnóstico mediante nuevo Ecodoppler y valoración experta de las opciones diagnósticas y terapéuticas que pueden evitar una eventual pérdida de oportunidad para el rescate físico testicular. 8º) Que no obstante lo anterior, en este caso, debe desestimarse la existencia de relación de causalidad entre esta omisión del empleo de medios recomendados el día 21-5-07 y el daño sufrido (pérdida testicular por torsión completa), dado que la evidencia científica señala que la recuperabilidad funcional del testículo en isquemia está sujeta al plazo transcurrido desde que ésta se instaura, produciéndose normalmente la pérdida de las células reproductoras en 4 a 6 horas tras el inicio del cuadro, la pérdida de las células secretoras hormonales tras 8 a 10 horas del inicio y la pérdida de viabilidad anatómica del testículo, en los casos de torsión de grado completo con doble vuelta (720°), transcurridas 6 horas. Y en este caso, el cuadro de torsión se instauró al menos 36 horas antes del momento (21-5-07 a las 13:04 h) en el que se dieron por primera vez los criterios mínimos para lograr un diagnóstico 7 correcto, no existiendo entonces ninguna viabilidad para el rescate anatómico ni funcional testicular. Con base en estos criterios el informante formuló la siguiente “Propuesta”: Dados la refractariedad demostrada de la sintomatología al tratamiento antiinflamatorio pautado el 20-5-07, los signos de evolución observados 36 horas después y la probabilidad de falsos negativos, el principio de precaución aconsejaba en la segunda visita a urgencias la evaluación, por parte de experto, de las opciones de practicar nuevas medidas del flujo arterial con seguimiento vigilado o explorar quirúrgicamente el testículo, no habiéndose efectuado ninguna de ellas. Sin embargo, no se demuestra relación causal científicamente probable entre dicha omisión de medios y el daño sufrido (pérdida testicular) a tenor del tiempo transcurrido entre el inicio del cuadro de torsión (completa de 720°) y el momento (21-5-07) en que se dieron los criterios mínimos para su correcto diagnóstico y tratamiento que, de haberse efectuado, no podía evitar una necrosis ya instaurada ni la pérdida testicular consiguiente. No habiendo relación causal entre la demora diagnóstica y la terapéutica y la pérdida del testículo, no se dan los requisitos exigibles para considerar la existencia de responsabilidad por parte de la Administración en la producción de este daño. Sexto.- En el informe emitido por el Dr. H. Especialista en Urología (Jefe de Servicio de Urología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Profesor Asociado de Urología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, Miembro de la Asociación de Peritos Colaboradores con la administración de Justicia de la Comunidad de Madrid, etc.), de la Asesoría médica a la que la entidad aseguradora lo solicitó, de fecha 21 de junio de 2008 (folios 88 a 94), después de las referencias al motivo de la reclamación y a la documentación analizada, de incluir un resumen de los hechos y de verter “consideraciones médicas”, se formularon las siguientes “conclusiones”. 1. Al paciente se le realizó una orquiectomía por torsión de testículo de 2 vueltas del cordón espermático (720°) no diagnosticada de forma precoz. 2. El paciente acudió a su Pediatra el 19-5-07 por un cuadro de dolor abdominal, sin que existiera dolor ni inflamación testicular. Por lo tanto, no existían signos clínicos que hicieran sospechar una torsión de testículo. 3. El 20-5-07 a las 1:03 horas acudió a Urgencias por vómitos, fiebre e inflamación de testículo izquierdo. Se le realizó una ecografía-doppler observándose aumento de la vascularización epidídimo-testicular. Cuadro compatible con infección epidídimo-testicular. Por lo tanto, el diagnóstico de “epididimooquitis” fue correcto en función de los datos aportados por la ecografía-doppler. 8 4. El mejor método para diagnosticar de forma precoz es la ecografía-doppler. Tiene una sensibilidad entre 80-90%, lo que quiere decir que dejará sin diagnosticar aproximadamente un 10% de los casos (falso negativos). 5. El 21-5-07 acudió de nuevo a Urgencias. Aunque en este momento, debido a la mala evolución clínica, se le hubiera realizado escrototomía exploradora no se hubiera podido salvar el testículo. Ya que llevaba torsionado más de 36 horas y, por lo tanto, era totalmente inviable. 6. El 23-5-07 acudió de nuevo a Urgencias y se le realizó nuevamente ecografíadoppler, que seguía siendo compatible con epididimitos, aunque ya se detectaba un flujo testicular disminuido. Debido a su mala evolución clínica se realizó exploración quirúrgica, diagnosticándose la torsión testicular. 7. La actuación de todos los Profesionales implicados en este caso fue totalmente correcta, ajustándose al “estado del arte” de la medicina y cumpliendo en todo momento con la “Lex Artis ad hoc”. Séptimo.- En el trámite de audiencia compareció quien había formulado la reclamación para solicitar la ampliación de plazo para efectuar alegaciones (folio 102), ya que se “ha de elaborar informe a través de profesional que ratifique nuestras pretensiones, y dada la complejidad del asunto por la cantidad de documentación e informes a estudiar para la elaboración de dicho informes, dicho plazo no permite la realización del trámite”. Ampliado el plazo por el Secretario General Técnico del Departamento de Salud y Consumo e Instructor del procedimiento con fecha 23 de octubre de 2008 (folio 103), la Sra. G. formuló alegaciones en escrito fechado el día 21 de octubre de 2008, que tuvo entrada en el registro general del Gobierno de Aragón el día siguiente (folios 105 a 111). En las alegaciones, sin perjuicio de las coincidencia de criterios con los de la Inspección Médica en algunos extremos, se calificó de errónea la descripción de los hechos sobre el sentido finalista relacionado la indicación del resultado de la ecografía doppler que “mostraba precisamente la existencia de torsión, y que podría haberse solucionado en caso de hacer una correcta valoración radiográfica y tomar en consideración las posibles patologías que dan lugar a las reacciones definidas” (....) y “no deben valorarse los hallazgos doppler en la sospecha clínica de torsión intermitente por la alta incidencia de falsos negativos.- Es decir que, aunque no nos encontráramos con otro signo de torsión que la inflamación, no por ello debería descartarse la existencia de torsión testicular”. Añadiendo más adelante, que se consideraran los hallazgos “sugestivos de epidídimooquitis no descarta como se pretende la mala praxis”, “el hecho de que la dificultad en precisar el diagnóstico fuera mayor, no exonera el deber de actuar con la debida diligencia” y “que el resultado de la ecografía doppler diera un resultado compatible con la epidimitis, no significa que no lo fuera así mismo con una torsión testicular, pues en ningún momento se descartó, si se procedió par ello al examen quirúrgico” del paciente. En la segunda alegación se sustentó que “de haberse diagnosticado en un primer momento, la pérdida testicular no habría existido”, dado el plazo indicado para la pérdida de 9 las células reproductoras, sin que proceda derivar a los padres la responsabilidad en la producción del daño por el tiempo transcurrido hasta la visita efectuada 36 horas después, y “es en la segunda visita igualmente cuando se pudo haber evitado la pérdida del testículo izquierdo” (del menor) y dado “el equívoco diagnóstico en dos ocasiones ya no se puede a estas alturas determinarse la posibilidad o no en ese momento de haberlo salvado mediante intervención, al desconocer en qué grado de torsión se encontraba pero, lo que es evidente es que, tal posibilidad de rescate físico existía igualmente en esa segunda visita”, en lo que coincide lo indicado en la alegación tercera ante lo dicho en el informe de la Inspección Médica sobre la falta de utilización de todos los medios y recursos científicamente recomendados para maximizar las probabilidades de un correcto diagnóstico. La cuarta, y última alegación, está relacionada con el informe del Dr. H., especialista en Urología, del que se deduce la existencia de un porcentaje de posibilidad de error de diagnóstico que no fue tenido en cuenta en la primera visita a urgencias, en la que debió procederse a efectuar una exploración quirúrgica, por lo que “existió una incorrecta actuación, que fue solventada finalmente pero con la trágica consecuencia de la pérdida del testículo izquierdo, y que de las afirmaciones realizadas y de la documentación obrante en el expediente dimana la errónea valoración”, por todo lo cual la reclamante reiteró su solicitud indemnizatoria inicial. Estas alegaciones no han sido objeto de informe alguno por parte de los servicios de la Administración o, al menos, no consta en el expediente. Octavo.- La Consejera de Salud y Consumo, con escrito de fecha 9 de diciembre de 2008, que tuvo entrada en el Registro de la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón el día 16 del mismo mes, ha remitido el expediente y una propuesta de Resolución, fechada el día 1 de diciembre de 2008, suscrita por el Secretario General Técnico del mismo Departamento e Instructor del procedimiento, “de conformidad con el artículo 12 del Reglamento por el que se regula el procedimiento de las reclamaciones de responsabilidad patrimonial de la Administración, aprobado por el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo”, propuesta efectuada en sentido desestimatorio de la reclamación. En la aludida propuesta de resolución se recogen en los “antecedentes” la iniciación del procedimiento y la tramitación seguida, con referencia a los documentos que integran el expediente, en especial a los informes emitidos, incluido el de la Inspección Médica, así como al trámite de audiencia. Seguidamente, se relacionan los hechos que se consideran acreditados, y se efectúan consideraciones jurídicas en cuatro “fundamentos de derecho”, en los que, después de aludir a la competencia de la titular del Departamento de Salud y Consumo para adoptar la resolución que ponga fin al procedimiento instruido, a la procedencia de analizar si concurren en el caso los requisitos legalmente exigidos para que pueda estimarse la reclamación por responsabilidad y enumerar éstos, se menciona jurisprudencia emanada del Tribunal Supremo acerca de la responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas, con referencia a la relación de causalidad, a las peculiaridades del carácter objetivo de esta responsabilidad cuando del servicio sanitario se trata, y a la lex artis ad hoc “como módulo rector de todo acto médico y que constituye la 10 traslación a este ámbito de la responsabilidad patrimonial de la diligencia contenida en el artículo 1.104 del Código Civil”. Es en el fundamento de derecho cuarto donde se afirma que de los hechos acreditados se desprende “que ha existido una correcta actuación profesional del Servicio Público de Urgencias”, y después de analizar la atención prestada en las dos primeras visitas a Urgencias se afirma: “En definitiva, si la actuación del servicio de urgencias Pediátricas del HUMS fue con arreglo a los parámetros de la lex artis en la forma expuesta en el Fundamento Jurídico anterior, no puede atribuirse a este Servicio las consecuencias que derivan de la propia patología del paciente, con una evolución muy rápida para provocar una isquemia en los supuestos de varias vueltas del cordón testicular como aconteció en este supuesto, sin que pueda exigirse un mayor nivel de exigencia en la actividad asistencial que llevó a cabo el facultativo que intervino en el reconocimiento del menor en las primeras horas del día 20 de mayo de 2007”. CONSIDERACIONES JURÍDICAS I En primer lugar, hemos de indicar que en fecha 8 de abril de 2009 se ha publicado en el Boletín Oficial de Aragón la Ley 1/2009, de 30 de marzo, del Consejo Consultivo de Aragón, en cuya disposición transitoria primera, bajo la rúbrica de “Constitución del Consejo Consultivo” se señala que “El Presidente y los miembros del Consejo Consultivo deberán ser nombrados y tomar posesión de su cargo en el plazo de tres meses a partir de la entrada en vigor de la presente Ley, momento en el que se entenderá constituido el Consejo Consultivo y la Comisión Jurídica Asesora dejará de ejercer sus funciones”. Dado que todavía el Consejo Consultivo de Aragón no se ha constituido, esta Comisión sigue ejerciendo sus funciones, entre las que se encontraba, en la anterior regulación legal –artículo 56.1.c) del Texto Refundido de la Ley del Presidente y del Gobierno de Aragón)- la de emitir dictamen sobre las reclamaciones de indemnización por daños y perjuicios en las que la Comunidad Autónoma sea competente para adoptar la resolución final –como es el caso- precepto hoy en día derogado en virtud de la Disposición Derogatoria única de la Ley 1/2009. Sin embargo, no hay en la nueva regulación legal precepto transitorio alguno aplicable a los supuestos, como el que estamos examinando, de procedimientos iniciados antes de su entrada en vigor pero que van a concluir tras la entrada en vigor de la misma (que se produjo, ex disposición final segunda de la Ley 1/2009, el mismo día de su publicación), por lo que para determinar la competencia de este órgano consultivo –en funciones- hay que estar a lo dispuesto en los artículos 15 y 16 de la precitada Ley. Así, el artículo 15 de la Ley 1/2009 limita, por lo que ahora hace al caso, la intervención del todavía no constituido Consejo Consultivo –apartado 10- al dictamen de las reclamaciones 11 administrativas de indemnización de daños y perjuicios de cuantía superior a 6.000 euros (como es el caso). Por tanto, en el supuesto que estamos examinando, a esta Comisión Jurídica Asesora, actuando en funciones, le corresponde la competencia para dictaminar, con carácter preceptivo, el caso sometido a consulta. En relación a la competencia del Pleno o de la Comisión Permanente, no cabe sino referirse –aunque parezca un contrasentido aparente- a la regulación ya derogada, puesto que mal cabe hablar de competencia de órganos del Consejo Consultivo de Aragón cuando éste no se ha constituido todavía. Por tanto tenemos que referir la competencia a la Comisión Permanente en función de lo indicado en el art. 64 en relación con el 63, del Texto Refundido de la Ley del Presidente y del Gobierno de Aragón. II Como ha quedado indicado en el antecedente segundo de este Dictamen, el expediente aparece foliado y se ha incluido un índice de documentos, la mayor parte de éstos parte de éstos son originales o fotocopias compulsadas, lo que se considera conforme con lo establecido en el artículo 11.3 del ROFCJA. Pues bien, a la vista del expediente remitido, en el que documentalmente constan las actuaciones habidas en la instrucción del procedimiento, esta Comisión ha de pronunciarse acerca de si procede o no estimar la reclamación de indemnización efectuada por Y.G., en nombre y representación de su hijo J.. Por mandato del artículo 12.2 del RPRPAP se ha de concretar específicamente en este Dictamen si procede entrar a considerar las cuestiones de fondo sobre la existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y los daños alegados, con estimación, en su caso, de la cuantía y modo de la indemnización, con base en los criterios legales aplicables. III Reiteradamente viene significando en sus Dictámenes esta Comisión Jurídica (sirva de ejemplo lo expresado con los mismos términos en el Dictamen 12/2008, de 12 de febrero), que en el Derecho español vigente y en relación con la institución de la responsabilidad patrimonial de la Administración, podemos encontrar su base en el artículo 106.2 de la Constitución al atribuir a los particulares el derecho a ser indemnizados de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos (Vid. SS.T.S. de 10 de febrero de 2005 y 24 de enero y 26 de octubre de 2006. 24 de enero y 20 de diciembre de 2007, y las más recientes de 15 de enero 29 de abril y 26 de junio de 2008 y dos 10 de febrero de 2009 –RR. CC. 6997 y 7787/2004-), y se cumplan los demás requisitos dispuestos en el Ordenamiento Jurídico, constituido a estos 12 efectos por los artículos 139 y ss. de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (en lo sucesivo LPAC), algunos de ellos mencionados en el escrito de reclamación, así como las que los desarrollen, lo que constituye una garantía fundamental de la seguridad jurídica. Por todo ello, esta Comisión, también de forma reiterada, viene señalando los requisitos para una declaración de responsabilidad patrimonial de la Administración, según consolidada formulación doctrinal y jurisprudencial del régimen establecido por el Derecho positivo sobre la materia (Vid. las Sentencia del Tribunal Supremo de 3 de octubre de 2000 –f.d. cuarto-; 25 de junio de 2002 -f.d. cuarto-; 22 de octubre de 2004 –f.d. tercero- y 9 de noviembre de 2004 –f.d. tercero- y 10 de febrero de 2005 –f.d. segundo-), junto a la no prescripción del plazo para reclamar, pueden articularse resumidamente, al igual que en la ya mencionada Sentencia del T. S. de 27 de junio de 2006 –f.d. cuarto-, y también en las de 26 de octubre de 2006, 24 de enero, 7, 14 y 15 de marzo y 20 y 26 de abril de 2007 -f.d. tercero en todas-, 17 de julio de 2007 –f. d. quinto-, y 15 de enero, 29 de abril, 26 de mayo y 26 de junio de 2008 –ff.dd. tercero, cuarto, quinto y tercero, respectivamente-.Con ello se integra el elemento de antijuridicidad que debe acompañar a cualquier daño para que su producción genere por parte de aquel sujeto al que puede imputarse causalmente la obligación de resarcirlo. Respecto a la señalada antijuridicidad del daño desde una concepción objetiva, cabe hacer referencia a la doctrina general que se recoge en la Sentencia del Tribunal Supremo de 29 de abril de 2008 (recurso de casación 4791/2006 -f.d. tercero-), mantenida con anterioridad, al señalar: la antijuridicidad del daño viene exigiéndose por la jurisprudencia, baste al efecto la referencia a la Sentencia de 22 de abril de 1994, que cita las de 19 de enero y 7 de junio de 1988, 29 de mayo de 1989, 8 de febrero de 1991 y 2 de noviembre de 1993, según la cual: “esa responsabilidad patrimonial de la Administración se funda en el criterio objetivo de la lesión, entendida como daño o perjuicio antijurídico que quien lo sufre no tenga el deber jurídico de soportar, pues si existe ese deber jurídico decae la obligación de la Administración de indemnizar (en el mismo sentido las sentencias de 30-10-2000 y 30-2003). [Vid. asimismo dos Sentencias del T.S. de 14 de marzo de 2007]. Tampoco cabe olvidar que, en relación con la responsabilidad patrimonial por la asistencia sanitaria, existe una doctrina jurisprudencial consolidada que entiende que es objetiva o de resultado, de manera que lo relevante no es el proceder antijurídico de la Administración, sino la antijuridicidad del resultado o lesión, aunque, como se ha declarado reiteradísimamente, es imprescindible que exista un nexo causal entre el funcionamiento normal o anormal del servicio público y el resultado lesivo o dañoso producido. (Vid. SS. T. S. de 26 de octubre de 2006 (f.d. tercero), 20 de abril de 2007 (f.d. tercero) y 26 de abril de 2007 (f.d. tercero). IV Al no cuestionase la legitimación del menor J., legalmente representado por su madre, Y.G., de conformidad con lo dispuesto en los artículo 154 y 162 del Código Civil, para ejercer el derecho a reclamar, atendiendo a lo dispuesto en el artículo 31 de la LPAC, la 13 primera cuestión que ha de examinarse al analizar la documentación remitida es si el escrito de reclamación ha sido presentado en plazo. En este punto, el artículo 142.5 de la LPAC dispone: “En todo caso, el derecho a reclamar prescribe al año de producido el hecho o el acto que motive la indemnización o de manifestarse su efecto lesivo. En el caso de daños, de carácter físico o psíquico, a las personas el plazo empezará a computarse desde la curación o la determinación de las secuelas”. Habiéndose presentado el escrito de reclamación el día 11 de marzo de 2008 y al estar los daños alegados especialmente referidos, como mínimo, a la fecha en la que se produjo la intervención quirúrgica –23 de mayo de 2007-, es evidente que cuando la reclamación fue presentada no había transcurrido el plazo legal para el ejercicio del derecho a reclamar ante la Administración sanitaria. V Siguiendo el orden establecido en el Capítulo II del RPRPAP, ha de indicarse que el artículo 6.1 del mismo establece que el escrito de reclamación, con el que se iniciará el procedimiento, irá acompañado de cuantos documentos e informaciones se estimen oportunos y “de la proposición de prueba, concretando los medios de que pretenda valerse el reclamante”, exigencia reglamentaria que ha de ponerse en correspondencia con el artículo 9 del mismo Reglamento, vinculado con el anteriormente citado, y relacionado con el artículo 80 de la LPAC, e incluso con el artículo 10 del RPRPAP. Quien ha formalizado la reclamación adjuntó al escrito en el que la formalizó un conjunto de fotocopias simples de documentos, la casi totalidad de ellos informes, sobre los que se ha hecho observación alguna sobre la inexactitud de su contenido por parte de la Administración, habiéndose podido comprobar la coincidencia existes entre muchos de ellos y los que existen en la historia clínica aportada al expediente, sin que figure en el escrito de reclamación proposición complementaria de prueba. No obstante, como se acaba de apuntar, se ha aportado al expediente la historia clínica de la paciente, junto a informes de los servicios sanitarios que le prestaron asistencia, independientemente de los emitidos por la Inspección Médica y los Especialistas en Medicina Interna de la asesoría médica a la que la entidad aseguradora solicitó informe. VI Examinadas las cuestiones formales y señaladas los antecedentes de este Dictamen las causas motivadoras de la reclamación, la siguiente cuestión, ya de fondo, a considerar se centra en determinar si se produjeron las lesiones alegadas como consecuencia del funcionamiento, normal o anormal de los servicios sanitarios, que el hijo de quien ha formulado la reclamación no tenga el deber de soportar, así como la existencia del necesario nexo de causalidad entre la asistencia sanitaria dispensada y los daños alegados. 14 Las particularidades que presenta la responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria, por el carácter de por sus prestaciones, justifica la conveniencia de efectuar previamente algunas citas de la Jurisprudencia del Tribunal Supremo relacionadas con esta materia, cuyos criterios, lógicamente, habrán de adecuarse al supuesto que se considera. Así, el Tribunal Supremo ha recordado su doctrina anterior en el fundamento de derecho tercero de las Sentencias, anteriormente mencionadas en este Dictamen, de 15 de enero (recurso de casación 8803/2003) y 29 de abril de 2008 (recurso de casación 4791/2006), al decir en la primera de ellas, y también, en gran parte, en la segunda: Es igualmente doctrina jurisprudencial reiterada, por todas citaremos las Sentencias de 20 de marzo de 2007 (Rec.7915/2003), 7 de marzo de 2007 (Rec.5286/03) y de 16 de marzo de 2005 (Rec.3149/2001) que “a la Administración no es exigible nada más que la aplicación de las técnicas sanitarias en función del conocimiento de la práctica médica, sin que pueda sostenerse una responsabilidad basada en la simple producción del daño, puesto que en definitiva lo que se sanciona en materia de responsabilidad sanitaria es una indebida aplicación de medios para la obtención del resultado, que en ningún caso puede exigirse que sea absolutamente beneficioso para el paciente”. Resulta ello relevante por cuanto el carácter objetivo de la responsabilidad patrimonial, no convierte a la Administración a través de esta institución, en una aseguradora universal de cualquier daño que sufran los particulares, debiendo responder solo de aquellos que no tengan el deber jurídico de soportar. A su vez, como en tantos Dictámenes anteriores, se estima conveniente recordar que el Consejo de Estado (Dictámenes 166 y 692/1999, de 11 y 25 de marzo) y esta Comisión (por todos su Dictamen 132/2003, de 23 de septiembre) vienen sustentando de forma reiterada que “para apreciar la existencia de responsabilidad patrimonial es preciso acudir a parámetros como la lex artis, de modo que tan sólo en caso de su infracción cabrá imputar a la Administración de la cual dependen los servicios sanitarios la responsabilidad por los perjuicios causados. En el caso de que no se infrinja la lex artis, ha de concluirse que tales perjuicios no son imputables a la Administración y han de ser soportados por el particular sin que generen, en modo alguno, el derecho a percibir una indemnización”. A este respecto, la Sentencia del Tribunal Supremo de 10 de mayo de 2005 (recurso de casación 6595/2001 - f.d. cuarto-D) acoge lo dicho por la Sala de lo Civil del mismo Tribunal para conceptuar la lex artis: Se entiende por “lex artis ad hoc” como aquel criterio valorativo de la corrección del concreto acto médico ejecutado por el profesional de la medicina –ciencia o arte médica- que tiene en cuenta las especiales características de su autor, de la profesión, de la complejidad y trascendencia vital del paciente y, en su caso, la influencia de otros factores endógenos –estado e intervención del enfermo, de sus familiares, o de la misma organización sanitaria- para calificar dicho acto de conforme o no con la técnica normal requerida. Cuando se habla de praxis, buena o mala, se está hablando de una actuación en la que se han aportado los medios humanos y materiales disponibles y, además, se ha observado la lex artis por parte de los primeros, sólo así podrá calificarse la praxis correspondiente a la atención sanitaria de que se trate, pues la responsabilidad de la Administración sanitaria, y este es un criterio jurisprudencial que no deriva sin más de la producción del daño, ya que los servicios médicos están solamente obligados a la 15 aportación de los medios sanitarios en la lucha contra la enfermedad, más no a conseguir en todos los supuestos un fin reparador, que no resulta en ningún caso exigible, como ha significado la Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de septiembre de 2006 (recurso de casación 2367/2002 - f.d. tercero), aportación de medios que ha de hacerse de la forma más ilimitada posible, o lo que es lo mismo, en la mayor medida posible, puesto que los medios no son ilimitados. Posteriormente, el mismo Tribunal en el fundamento de derecho segundo de su Sentencia de 6 de febrero de 2007 (recurso de casación 8389/2002 – f.d. segundo), además de reiterar lo ya recogido en las Sentencias de 14 de febrero y 21 de noviembre de 2006, ha señalado: Cuando se trata de reclamaciones derivadas de la actuación médica o sanitaria, la jurisprudencia viene declarando que no resulta suficiente la existencia de una lesión (que llevaría la responsabilidad objetiva mas allá de los límites de lo razonable), sino que es preciso acudir al criterio de la Lex artis como modo de determinar cual es la actuación médica correcta, independientemente del resultado producido en la salud o en la vida del enfermo ya que no le es posible ni a la ciencia ni a la Administración garantizar, en todo caso, la sanidad o la salud del paciente. Así, la sentencia de 14 de octubre de 2002, por referencia a la de 22 de diciembre de 2001, señala que «en el instituto de la responsabilidad patrimonial de la Administración el elemento de la culpabilidad del agente desaparece frente al elemento meramente objetivo del nexo causal entre la actuación del servicio público y el resultado lesivo o dañoso producido, si bien, cuando del servicio sanitario o médico se trata, el empleo de una técnica correcta es un dato de gran relevancia para decidir, de modo que, aun aceptando que las secuelas padecidas tuvieran su causa en la intervención quirúrgica, si ésta se realizó correctamente y de acuerdo con el estado del saber, siendo también correctamente resuelta la incidencia postoperatoria, se está ante una lesión que no constituye un daño antijurídico conforme a la propia definición legal de éste, hoy recogida en el citado artículo 141.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, redactado por Ley 4/1999, de 13 de enero, que no vino sino a consagrar legislativamente la doctrina jurisprudencial tradicional, cuyo alcance ha quedado aquilatado en este precepto». (Vid también la STS de 14 de marzo de 2007 –f.d. cuarto-). Al mismo tiempo, se considera adecuada la incorporación al texto de esta Consideración Jurídica lo dicho por el Tribunal Supremo en su Sentencia de 17 de mayo de 2004 (recurso de casación 8382/1999) dentro de fundamento de derecho quinto: Nos parece necesario recordar también –conectando con lo que más arriba hemos dicho sobre los riesgos de una exacerbación de esa naturaleza objetiva de la responsabilidad que nos ocupa– que el hecho de que en el ordenamiento jurídico español la responsabilidad extracontractual de las Administraciones públicas esté configurada como objetiva apunta al dato de que no es necesario la concurrencia de dolo o culpa en el agente, y no permite extraer la consecuencia de que deba declararse su existencia, sin más, por el mero hecho de que el resultado lesivo se haya producido con ocasión de la actuación de un centro sanitario público. No sería razonable –antes al contrario: sería manifiestamente absurdo– entender que esa objetivación determina que, por ejemplo, la Administración deba responder siempre que en una clínica gestionada por ella y de ella dependiente fallece un enfermo. 16 Finalmente, a efectos aclaratorios, se estima conveniente mencionar lo indicado en el fundamento de derecho cuarto, párrafo quinto, de la Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de junio de 2008 (recurso de casación 2364/2004) sobre la procedencia de distinguir entre praxis médica y lex artis, cuestión que motivó el recurso, por lo que se hace una remisión a su lectura (el criterio sustentado al respecto por el Tribunal quedó incorporado a las Consideraciones Jurídicas VI de los Dictámenes de esta Comisión 19 y 20/2009, de 17 de febrero). VII El error médico y el correcto empleo de las técnicas de diagnóstico, valoración y tratamiento se circunscriben a la actuación del servicio sanitario y, por consiguiente, como ha significado la jurisprudencia, resultarían, en principio, irrelevantes para declarar la responsabilidad objetiva, mientras que han de ser inexcusablemente valoradas para derivar una responsabilidad culposa, sin embargo, también pueden tener trascendencia, en orden a una conclusión sobre el nexo de causalidad, que algunos consideran requisito clave de la responsabilidad objetiva o por el resultado. Esta apreciación de si hubo un uso correcto de la técnica, con vistas a tener o no por establecido la existencia del nexo causal, sin entrar en si tal uso fue o no negligente, es muy delicada, pues la medicina, no suele presentar un único método, por más que la protocolización de los actos médicos invita a ajustarse a unas pautas seriadas de diagnóstico y tratamiento terapéutico, lo que no excluye que puedan existir –y así ocurre frecuentemente– otros métodos que, pese a no ser de uso generalizado, pueden ser igualmente utilizados, si en el caso concreto se considera que pueden ser más eficaces. Pues bien, el Tribunal Supremo en la Sentencia de 14 de marzo de 2005 (recurso de casación 8107/2000) advirtió: De los argumentos que utiliza la parte recurrente parece deducirse que entiende que por ser la responsabilidad de la Administración una responsabilidad objetiva, aquélla se convierte en aseguradora universal. Concretamente cuando afirma que la Sala de instancia aplica el criterio de que «la prueba de error o de mala praxis corresponde al demandante». Porque no es esto lo que resulta de la sentencia impugnada, sino que –a la vista de lo que resulta de las actuaciones– no hay prueba de esa mala praxis, algo que habrá de analizarse a la vista de los informes que obran en el expediente. Y después de reiterar el criterio, “incansablemente” manifestado por el Tribunal, de que la responsabilidad patrimonial no convierte a las Administraciones Públicas en aseguradoras universales de todos los riesgos sociales, advierte que la declaración de la responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria exige siempre un cuidadoso análisis de los hechos a fin de poder establecer la relación de causalidad entre la actuación del personal a su servicio y el resultado producido, lo que no resulta fácil tratándose de la salud, en cuya estabilidad, restablecimiento o pérdida confluyen tantos y tan variados factores. Como tantas veces ha indicado esta Comisión Jurídica en sus Dictámenes, y el Tribunal Supremo, entre otras, en sus Sentencias de 23 de noviembre de 2006 (recurso de casación 3374/2002 - f.d. quinto) y 3 de mayo de 2007 (recurso de casación 4927/2003 f.d. cuarto), es jurisprudencia reiterada la que señala que el nexo causal se resiste a ser definido apriorísticamente y se reduce a fijar qué hecho o condición puede ser considerado 17 relevante por sí mismo para producir el resultado final, como presupuesto o conditio sine qua non, esto es, como acto o hecho sin el cual es inconcebible que otro hecho o evento se considere consecuencia o efecto del precedente, sino que es necesario además que resulte normalmente idóneo para determinar el concreto resultado, teniendo en consideración todas las circunstancias del caso (Vid. asimismo la doctrina jurisprudencial sobre la causalidad adecuada o eficiente reiteradamente recogida en los Dictámenes de esta Comisión Jurídica –Dictámenes 279/2001, de 4 de diciembre; 90/2003, de 24 de junio, y 106/2006, de 13 de junio; e incluida, entre otras, en las Sentencias del T.S. –Sala de lo Civil- de 27 de enero de 2006, y – Sala de lo Contencioso-administrativo- de 8 de mayo de 2006). Y no está de más recordar lo dicho en otros dictámenes (Vid. Dictamen 247/2006, de 7 de noviembre) en los que se señaló que la antijuridicidad de la lesión no concurre cuando el daño no se hubiese podido prever o evitar según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento de la producción de aquél, incluyendo así nuestro ordenamiento jurídico como causa de justificación los denominados riesgos, que la doctrina científica ha diferenciado entre los “típicos” –aquellos cuya producción puede esperarse por el estado de la ciencia y de la técnica en el momento de la prestación sanitaria-, los “personalizados” – los debidos a patología peculiar del paciente o a circunstancias personales- y los “excepcionales, imprevisibles o improbables”, diferenciación acogida por la Jurisprudencia. VIII Tras lo expuesto, se considera que puede ya plantearse si la asistencia sanitaria prestada a la paciente fue la adecuada, es decir, si tal asistencia fue realizada de acuerdo con el estado del saber en la actualidad, de modo que pueda considerarse que se está ante unos hechos que no constituyen un daño antijurídico conforme a la propia definición legal de éste recogida en el artículo 141.1 de la LPAC, y si fueron suficientes los medios con los que aquella asistencia fue dispensada, dentro de los disponibles. Para llegar a una conclusión sobre este extremo se considera necesario analizar y valorar los hechos acreditados en el expediente y, de forma especial, los informes emitidos. Ahora bien, dado el carácter técnico que tienen estos informes emitidos, que esta Comisión Jurídica, por ese carácter, no puede confrontar con criterios propios de esta naturaleza, ni tampoco, por la misma razón, con los sustentados por quien ha formulado la reclamación en su escrito inicial y, también, en el de alegaciones en el trámite de audiencia, constituye un relato personal de hechos y de exposición de criterios subjetivos relacionados con la calidad y adecuación de la asistencia médica que le fue dispensada, carente de fuerza probatoria, salvo en lo que resulte probado por los informes que obran en el expediente. Llegados a este punto, esta Comisión Jurídica, como dijo en su Dictamen 138/2007, de 20 de julio, “ha de ponderar los informes médicos de que dispone para emitir sus dictámenes y viene valorando de forma especial, por su carácter, los informes de la Inspección Médica”, reiterando así el criterio mantenido en Dictámenes anteriores de otorgar especial consideración, para valorar la prueba derivada de los informes que obren en los expedientes, al informe del Médico Inspector, sobre lo que también se ha 18 manifestado de forma favorable el Tribunal Supremo [sirva de ejemplo lo dicho en la Sentencia del Tribunal Supremo de 10 de julio de 2007 (recurso de casación 4285/2003) en la que, al referirse a la sentencia de instancia, se califica a la Inspección Médica como “órgano especializado de la Administración” para enjuiciar las actuaciones médicas de los servicios públicos sanitarios], y los de los especialistas en la atención dispensada atendiendo a las peculiaridades del caso (como se desprende de la lectura de esta misma Sentencia al hacer mención al informe del Jefe del Departamento de Obstetricia y Ginecología), lo que ha de proyectarse sobre los informes que constan en el expediente en los que se hace referencia al hecho motivador de los daños por los que se reclama, emitidos por el Jefe del Servicio de Cirugía Pediátrica, por la Inspección Médica y por el Especialista en Urología de la Consultora Médica, entre los que no existe una coincidencia al calificar los hechos. Pues bien, en el informe del Jefe del Servicio de Cirugía Pediátrica (antecedente cuarto del Dictamen) se ha indicado que “la observación de un teste INMOVIL presupone, aunque sin certeza absoluta, la existencia de una torsión testicular. La existencia de un teste MOVIL presupone pues, lo contrario”, y también que “la existencia (20.5.07) de un aumento generalizado de la vascularización epididimotesticular contradice el posible diagnóstico de torsión testicular. La existencia de una segunda ecografía (23.5.07) con aumento de la vascularización de epidídimo y menos evidente intratesticular sigue contradiciendo el posible diagnóstico de torsión testicular, pero ante la duda y la larga evolución puede y debe hacerse una revisión quirúrgica. La pauta seguida en este Servicio de Cirugía Pediátrica es: Si existe la duda de que se trate de una torsión testicular, se realizará una exploración quirúrgica”. En el informe de la Inspección Médica (antecedente quinto del Dictamen) quien lo ha emitido llegó a indicar en su “propuesta” que “Dados la refractariedad demostrada de la sintomatología al tratamiento antiinflamatorio pautado el 20-5-07, los signos de evolución observados 36 horas después y la probabilidad de falsos negativos, el principio de precaución aconsejaba en la segunda visita a urgencias la evaluación, por parte de experto, de las opciones de practicar nuevas medidas del flujo arterial con seguimiento vigilado o explorar quirúrgicamente el testículo, no habiéndose efectuado ninguna de ellas”, Pero antes en el apartado del informe que tiene como epígrafe “juicio crítico”, el informante había dicho “que por parte del servicio de urgencias pediátricas se dio un error diagnóstico al etiquetar y tratar como proceso inflamatorio (orquitis) una torsión testicular completa”, y que en la segunda revisión pediátrica (21 de mayo de 2007) la persistencia del cuadro que presentaba el paciente, “tras 36 horas de evolución y los factores previos ya apuntados (....) justificaban la reevaluación del caso por especialista experimentado para una mejor decisión entre las posibles opciones: Conducta expectante con seguimiento y control frecuente del flujo arterial o bien exploración quirúrgica del testículo. En este caso no se adoptó ninguna de ambas y no se recomendó ningún tipo de vigilancia o seguimiento del caso el 21-5-07”. Además, se afirma en el informe, que así como en la primera revisión (20 de mayo de 2007) la atención médica fue adecuada y se ajustó a la lex artis, y el error de diagnóstico cometido no supuso una inobservancia de ésta, “en la segunda actuación efectuada el 215-07, no se utilizaron todos los medios y recursos científicamente recomendados para maximizar las probabilidades de un correcto diagnóstico. Y ello es así porque, si bien en el caso estudiado no se dieron criterios de sospecha que permitieran un correcto diagnóstico 19 diferencial cuando el paciente fue evaluado en urgencias por primera vez y la literatura científica avala la posibilidad de error diagnóstico y de falsos negativos por la dificultad diagnóstica inherente a determinados casos de escroto agudo, sin embargo, por esta dificultad y el riesgo de pérdida testicular que una torsión no diagnosticada conlleva, ante los datos evolutivos constatados el 21-5-07, el principio de precaución recomendaba en esta fecha la evaluación por experto de las opciones diagnosticas, incluidas las exploración quirúrgica o la vigilancia estrecha con control del flujo arterial (Ecodoppler), ninguna de la cuales se efectuó”. A pesar de las afirmaciones del informe que se han reproducido, quien lo emite lo concluye diciendo “sin embargo, no se demuestra relación causal científicamente probable (el subrayado es nuestro) entre dicha omisión de medios y el daño sufrido (pérdida testicular) a tenor del tiempo transcurrido entre el inicio del cuadro de torsión (completa de 720°) y el momento (21-5-07) en que se dieron los criterios mínimos para su correcto diagnóstico y tratamiento que, de haberse efectuado, no podía evitar una necrosis ya instaurada ni la pérdida testicular consiguiente” y “no habiendo relación causal entre la demora diagnóstica y la terapéutica y la pérdida del testículo, no se dan los requisitos exigibles para considerar la existencia de responsabilidad por parte de la Administración en la producción de este daño”. Sin embargo, se estima procedente hacer una llamada al criterio jurisprudencial acerca del carácter jurídico de la relación de causalidad, sirva de ejemplo lo dicho en la Sentencia del Tribunal Supremo de 26 de mayo de 2008 (Recurso de casación 1824/2004 – f.d. séptimo), y sobre esta base se sustenta que una valoración conjunta de las pruebas que obran en el expediente, reseñadas en los antecedentes y a las que se ha hecho referencia en esta Consideración Jurídica, que se acaban de reproducir parcialmente, lleva a esta Comisión a estimar que no se ha acreditado la existencia de una adecuada praxis en la atención sanitaria a la que se refiere este Dictamen, lo que permite concluir que no fue observada la lex artis ad hoc, y que los medios utilizados y los tratamientos dispensados al menor, J. no fueron los adecuados, lo que da lugar a que se aprecie la existencia del nexo de causalidad necesario para que la pretensión de responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria formulada pueda prosperar. IX Finalmente, por estar así determinado en el artículo 12.2 del RPRPAP, estimada la existencia de relación de causalidad entre la atención dispensada al paciente y los daños sufridos por éste, ha de pronunciarse esta Comisión Jurídica sobre la determinación de la cuantía indemnizatoria, que ha de estimarse con arreglo al Anexo del Texto Refundido de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor, aprobado por el real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre, en su Tabla VI (Capítulo II Descripción de las secuelas en el tronco -“abdomen y pelvis”, por la pérdida de un testículo), que tiene una puntuación, a determinar, entre 20 y 30 puntos, que esta Comisión Jurídica, por su carácter, no puede precisar, aplicándose para su cuantificación lo señalado al efecto en la Resolución de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones de 20 de enero de 2009. 20 Por cuanto antecede, la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón emite el siguiente DICTAMEN: “Que, en disconformidad con al propuesta de resolución, por la razones expuestas en el cuerpo de este Dictamen, se considera que procede estimar la reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria formulada por Y.G., en representación legal de su hijo, menor de edad, J., por daños relacionados con la atención sanitaria que le fue dispensada en el Hospital Clínico Universitario “Lozano Blesa”, de Zaragoza, del Servicio Aragonés de Salud, con fijación de la cuantía de la indemnización con el criterio expresado en el Consideración Jurídica IX de este Dictamen”. En Zaragoza, a doce de mayo de dos mil nueve. 21