REVISTA DE PRENSA: Así lo ha visto la crítica

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REVISTA DE PRENSA:
Euforia tomasista,
pero triunfo de El Juli
Toda la prensa se vuelca hoy con la corrida de Badajoz, en la que inició su
minitemporada José Tomas. En general, las crónicas rezuman el
entusiasmo tomasista de la tarde, pero destacan que en ese ambiente el
triunfo de El Juli fue muy sólido y solvente.
El País
Un rescatador para la crisis
Padilla, Tomás, El Juli. Además del dinero contante, hubo toreo. Tomás no
decepcionó, esa es la verdad
ANTONIO LORCA
Las plazas hoteleras, agotadas; los restaurantes, a rebosar; los tendidos,
hasta la bandera. Badajoz, capital del turismo nacional por un día. Y todo,
por un torero que, sin pretenderlo, se ha convertido en el regenerador
económico que necesita este país.
1 Tanta incertidumbre, tanto desánimo, tan oscuro el túnel en el horizonte, y
resulta que la solución a la crisis podría estar en un torero que dinamiza el
consumo, revitaliza la economía local, revoluciona las ferias, se garantiza
una buena caja para sí y hace ganar dinero a todos. Tanto es así que un
profesor de Teoría Económica de la Universidad de Extremadura, Juan
Medina, ha hecho sus cálculos y afirma que la presencia de José Tomás en
Badajoz supone un montante de 2,4 millones de euros para la ciudad. Y eso
que el experto no contaba con el calor infernal que ayer cayó sobre esta
ciudad -realmente insoportable para el ciudadano moderno- que hizo que
se agotaran todas las existencias de líquido fresquito existentes en la
comarca.
Todo esto ocurrió ayer en esta muy calurosa Badajoz, que no se ha visto en
otra dese hace años. Un éxito para el empresario, para el Ayuntamiento y
para la fiesta. Badajoz, ciudad taurina nacional.
¿Quién dijo crisis? El rescatador tiene nombre y se llama José Tomás. Urge,
pues, que se convoque una reunión urgente con quien corresponda a fin de
que el torero recapacite y se anuncie por toda España. Se acabarían las
penas, se dispararía el consumo y la crisis pasaría a la historia en un plis
plas.
Pero, además del dinero contante y sonante que se embolsaron los
pacenses y el torero, hubo toreo, que es lo más importante. Téngase en
cuenta que esta es plaza de segunda, que el público es del mismo tenor,
que el toro es a modo de la plaza y el público, y que José Tomás se anunció
en este lugar por su propia voluntad. Pero no decepcionó, esa es la verdad.
Se le nota, como no podía ser de otro modo, que hace tiempo que no
torea; que ha perdido, por el momento, ese mítico heroísmo que lo
convirtió en leyenda, pero llegó dispuesto a no decepcionar; y puso para
ello todo el pundonor del que fue capaz para demostrar ante el quinto de la
tarde que tuvo, retuvo y, seguramente, guardará para la vejez. Mantiene
esa planta de torero que asombra, reparte calidad a espuertas cuando dice
aquí estoy yo, y se midió con ese toro hasta dominarlo de principio a fin,
haciendo gala del valor seco y sin mácula que lo catapultó a la fama. La
faena de muleta tuvo pasajes excelsos por su cercanía, su dominio y la
calidad de algunos naturales que recordaron al Tomás de sus mejores
tiempos.
Blando y descastado fue el segundo, bonancible como todos, con el que
construyó una faena de la nada. De entrada, esbozó unas chicuelinas muy
lentas, una media y una revolera, sin embraguetarse, pero preñadas de
sabor torero. Con la muleta en las manos, tres derechazos largos supieron
a gloria, y acabó con unas manoletinas que mantuvieron los ánimos que no
pudo sostener la mirada bondadosa del bendito borrego. En fin, que era tan
bueno el animal que lo que transmitía era afecto más que respeto.
En honor a la verdad, quien estuvo bien fue El Juli, torero poderoso donde
los haya, que, con estos toretes pacenses, se entrenó, divirtió y se
emborrachó de dominio. Su momento es sencillamente extraordinario; y así
2 lo demostró con el repetidor tercero, al que realizó una faena de figura
cuajada y deslumbrante. Más parado resultó el último, pero el poderío de
este torero parece no conocer los límites y enloqueció a la concurrencia con
esa pasmosa facilidad que transmiten los grandes. Había venido a Badajoz
sin el consentimiento de los médicos tras su último percance en Granada,
pero no se le notaron las secuelas; por el contrario, se ganó a pulso los
gritos de ‘torero, torero’ que le dedicó la concurrencia.
No fue Padilla un convidado de piedra, todo corazón y esfuerzo por estar a
la altura de las circunstancias, pero su toreo bullanguero y de escasa
calidad no alcanzó el relieve deseado.
José Tomás y El Juli salieron a hombros. El público se lo pasó de miedo. La
tarde fue de sofocante calor -hasta el veterinario que asesoraba al
presidente sufrió un desvanecimiento-, pero ha quedado ya para los anales
de esta ciudad que, desde hace años, no se ha visto en otra.
ABC
José Tomás y El Juli, en carne viva
ROSARIO PÉREZ
Miradas afiladas en el patio de cuadrillas. José Tomás y El Juli, frente a
frente. El estreno del torero de Galapagar convirtió las calles pacenses en el
metro neoyorquino en hora punta. La alfombra roja se desplegó en Badajoz
desde pensiones, hostales y hoteles de cinco estrellas para inyectar más
euros en un día que una película de Oscar. Compartía cartelera con un
actor de máximo nivel, Julián López, y otro que no quiso ejercer de
secundario, Juan José Padilla.
Los ojos de los rebosantes tendidos filmaron cada uno de los pasos del
fenómeno de Galapagar. Espigado como un junco en el interior de su terno
cobalto y oro, con el pelo encenizado y alguna tibia sonrisa dentro de su
curtido rostro, saludó una grandiosa ovación junto a sus compañeros al
desperezarse el paseíllo. Era el primero de su microtemporada de solo tres
corridas.
Zurdazos del Prado
Nueve meses después de su (pen)último paseíllo en Barcelona, sus telas
parieron un espectáculo excepcional. Bestial la serie de broche. Al natural.
Zurdazos antológicos, dignos de enmarcar en el mismísimo Museo del
Prado. Como cantó Moratín a Belmonte, ofrece arrogante el corazón que
hiera, tirando de la embestida con una pureza cristalina, sin trampa ni
cartón.
Antes había toreado sobre ambos pitones con la verdad por delante,
siempre por encima de un toro con el que todo lo hizo el fenómeno
madrileño. De aperitivo había trasladado el runrún a los tendidos cuando se
echó el capote a la espalda y quitó por gaoneras de infarto. La espada,
3 pese a caer algo desprendida, desató la pañolada y dio una apoteósica
vuelta al ruedo con el doble trofeo.
El acabóse, a cámara lenta
Una oreja había paseado ya en su primero. José Tomás traía en este tardío
arranque de temporada (demasiado breve) una lentitud pasmosa. Los
antiguos decían «ars longa, vita brevis». Si el buen amor y el ritmo de las
buenas cosechas es lento, el torero siguió la máxima a rajatabla. ¡No se
puede torear más despacio! Si la arena de los relojes dejó de deslizarse con
el capote en ese quite en el que combinó un mixto de chicuelinas y
delantales, con estatuarios de idéntico corte aquello fue el acabóse. Todo a
cámara lenta. Brotaron luego los derechazos con la muleta adelantada algunos con ella más retrasadita-, conduciéndolos hasta la cadera o hasta
donde el toro permitía, que no era ningún dechado de bravura
precisamente. A izquierdas también se recreó hasta acabar con derechazos
a pies juntos, engarzado a una espaldina y un pase de pecho de pitón a
rabo. Regaló su cuerpo en la manoletinas, mientras escarbaba
«Lechuguero», que no sirvió para sembrar una gran faena pero sí para ver
la dimensión de este torero.
Arde la plaza
Si las miradas estaban centradas en JT, El Juli demostró por qué es
máxima figura del toreo. Mucho mérito tenía torear con su grave lesión en
el hombro. Igual le dio que los médicos desaconsejasen el esfuerzo, este
héroe tiene raza para eso y más. Hasta con el brazo en cabestrillo hubiese
toreado.
En medio del calor africano, ardió la plaza con chicuelinas de mano baja y
ceñidísimas. Abelmontados molinetes nada efectistas y de toreo auténtico,
en el prólogo de una importantísima faena. Midió a la perfección tiempos y
distancias. Largo y profundo llevó el toro a derechas. «Tripulante»
embestía con un ritmo excepcional y Julián lo toreó a la perfección. Todo
por abajo, con poder y variedad. Las dos orejas fueron incontestables.
El graderío, blanca sábana
Si el madrileño encandiló con el bueno, también dio una lección con el más
remiso a perseguir los engaños. Se puso en el sitio y con asombrosa
técnica cuajó una faena rubricada con un volapié. El graderío se tornó en
una blanca sábana y le recompensaron con otras dos orejas.
Un premio se llevó Juan José Padilla del cuarto, con el que se resarció tras
la insulsa labor al primero, que humilló en el capote y cumplió en el caballo,
pero luego se quedó cortito. Pisó más el acelerador con «Jaranero», al que
recibió con vibrantes verónicas y frente al que arriesgó en banderillas. Qué
mérito tiene medir las distancias con un parche en el ojo. El público
agradeció el esfuerzo del Ciclón de Jerez, un auténtico tornado con
muletazos rodilla en tierra y desplantes encorajinados en un capítulo que se
convirtió en un largometraje.
4 Por la puerta grande se marcharon José Tomás y El Juli tras brindar una
tarde de toreo auténtico, de toreo de ayer, de hoy y de siempre, en carne
viva, de ese toreo doliente que desgarra las almas pero que da significado
a la vida. Vivir sin torear no es vivir.
La Razón
José Tomás y El Juli convulsionan Badajoz
Patricia NAVARRO
Era un duelo abierto. A fuego. Contra todo. José Tomás hacía el primer
paseíllo de esta temporada planificada en versión minimalista. Tres festejos
tres. El de ayer fue un duelo encubierto con la presencia de Padilla, aunque
en José Tomás y El Juli estaba presa la última palabra. Y ni uno ni otro
cedió un milímetro. La emoción trepó por los tendidos, cautiva Badajoz,
13.000 personas extasiadas. Toreo más toreo. Con mayúsculas. El sentido
más hondo de la Fiesta a los ojos de todos, o de unos pocos. Un
acontecimiento histórico difícil de arrasar por el tiempo, la huella es
imborrable. Ni hoy ni mañana ni pasado. Los años darán poso a una tarde
sufrida a más de cuarenta grados y vivida en comunión directa con el alma.
Con la raza de los toreros, pura ambición, que volaba al tendido. Brutales
emociones. Desgarradoras. Los ojos como platos, ni pestañear se podía.
Ardía ell duelo. El gran duelo que hace, con tardes como ésta, que la Fiesta
sea ese maravilloso espectáculo que nace y muere al instante, y se graba
en las retinas por siempre.
José Tomás pisó plaza ante una expectación que a día de hoy sólo él
levanta. Más allá del lleno, el clamor, la ilusión. La corrida de Garcigrande,
con toros notables e importantes, estuvo a la contra del diestro de
Galapagar. Contra viento y marea, puso José Tomás cuerpo y alma a
merced del toreo. Un mago que se sacó de la chistera dos toros. Hubo pitos
en el arrastre para el quinto, dos trofeos unánimes y con fuerza para el
torero de Galapagar.
Las cuentas caen de pie. Fue faena para no
creyentes. Repartía el toro sus arrancadas entre caídas y desigualdades,
una vez sí, tres no. Paradote, midiendo, entre listo y agarrado al piso. No
veíamos fondo, ni manera. De cómo empezó la faena a cómo la acabamos
hubo una línea sublime que atravesó José Tomás en el ruedo y conquistó
los tendidos. Tomás inmerso en el clima que vive él y transmite, se
entretuvo en transitar el peligro con pasmosa tranquilidad, invadió el
terreno del toro, tan cerca que le lamía la taleguilla con los pitones una y
otra vez. Plasticidad al filo de la navaja, emoción y toreo. Los muletazos
fueron soberbios. Grandiosa tarde. Su primer toro se cruzó en el camino
desde que salió de toriles. Suelto, sin entrega, pareció que acusaba un
defecto en la vista; hacía extraños en el encuentro de terrenos. José Tomás
aprovechó, regalo al paso, las idas y venidas para cuajar chicuelinas a
cámara lenta. Apartando de la mente el miedo, ¿quién dijo miedo? las
cosas feas que había hecho el toro se fue casi al centro, inquebrantable en
los estatuarios, convencido, auténtico. Nada servía el animal, sin humillar,
5 descastado, desententido al final del muletazo... ¿Y? Nada importó. De
insistir e insistir y hacer las cosas con el mismo aplomo que si fuera un toro
de bandera fue logrando meterle en vereda. El precio: alguna parada en el
viaje, miraditas... Indiferencia. La Fiesta más allá de las circunstancias.
El Juli forzó la máquina hasta ponerla al límite. Dos semanas atrás un toro
en Granada le hizo una luxación de clavícula para quitarte del toreo unos
meses. Como una fiera salió al ruedo, casi en versión novillero de jugarse
el todo, de acelerar, de asegurar triunfo en temporada determinada por
una apuesta que le ha pasado factura. Juli sacó el repertorio y un decálogo
entero de cómo torear con las manos bajas, a rastras. Primero por
verónicas, preciosas, intensas, arrebatadas y después un quite por
chicuelinas de contoneo, de sobrarle todo, hartarse de toro como si ahí
justo en ese instante se le fuera la vida. La vida, quizá no, pero la ambición
salía a borbotones. Se salió del guión Juli en los comienzos: una trinchera
y un rosario de molinetes, pero de los que van muy toreados, delimitando
el espacio. Dio paso al grueso del trasteo. Se atemperó el toro, gran toro
de Domingo Hernández, y cosió Juli una tanda de derechazos buena,
cambió de mano la muleta y el natural le salió tan largo como hondo.
Arrebatado Juli por momentos resolvió la embestida al natural, menos
larga, adornándose con remates. Se tiró a matar, con la derecha a pesar de
la lesión, y la espada, trasera, entró sin otra opción. Un cañón sin
alternativa. Y dos orejas que le aseguraban la salida a hombros. El sexto lo
tuvo todo de irregular, informal en el viaje, una vez cogía de miedo la
muleta y otra se paraba sin dejar ligar. El Juli se sobrepuso, se colocó en el
sitio, apuró terrenos, derramó raza, la suya y fue sacando poco a poco
muletazos de mucho mérito. De mucha expresión, fuerza, la plaza estaba
loca.
Padilla cortó una oreja del buen tercero con una faena con su sello y
anduvo correcto con su primero, paradote pero con buen fondo que acusó
el paso por el caballo. Sólo una cosa. Más tardes así, por favor. ¿Y si todo
fue un sueño?
Expansión
José Tomás y El Juli incendian Badajoz
Juanma Lamet
La rivalidad quema. Pica debajo de las cicatrices y espolea el talento. A
veces la rivalidad mueve montañas y otras simplemente da la medida de la
grandeza de dos contrarios. Con esa intención se retaron ayer El Juli y José
Tomás, con permiso de Juan José Padilla, en Badajoz. Un duelo al sol en el
extrarradio de una temporada agrietada por los zarandeos del
establishment. La figura mandona y el torero de época se encontraban
cuatro años después. Espadas en alto.
El Juli fue todo inteligencia y verdad a carta cabal. Se entregó. Y José
Tomás fue pura ética sin quebranto, al filo de lo imposible. Se dio. El Juli
6 desorejó a su lote y José Tomás cortó tres orejas. Padilla se llevó un trofeo
del cuarto de Garcigrande. Badajoz era una fiesta.
Una fiesta y una hoguera. Con el lleno de "no hay billetes" trepó por los
tendidos una marea de abanicos que trataban de espantar, en vano, los 40
grados de bochorno que recargaban el coso de la Avenida de Las
Pardaleras.
Un bofetón de calor y humedad reblandecía aún los tendidos cuando paró la
música al final de la faena del quinto toro. José Tomás se dirigió a por el
estoque. Volvió a los medios y reventó la tarde con seis o siete naturales
purísimos, largos, profundos, enroscados, encinturados. Asentada la figura
sobre los riñones y los talones y aguantando un mundo, porque el toro
lanzaba unas miradas que eran sentencias de muerte, como la que le
dieron a El Amargo otro 25 de junio, en el Romance de la sangre
derramada, de García Lorca.
Y así, vertical, impasible pese a que los pitones le buscaban la barriga y le
lamíam luego la tibia, sublimó José Tomás los naturales. Muy en corto,
desde adelante hasta atrás del todo, al final de donde llegan el tronco, el
brazo y la muñeca. De uno en uno (el toro imposibilitó la ligazón).
Despacito. Hubo dos sencillamente sublimes. De cartel. De llorar.
Rebobinemos. Antes, el diestro de Galapagar saludó con suavidad a la
verónica al toro, que se agarraba al piso. El quite por gaoneras a pies
juntos sorprendió por eso, por la vuelta al compás cerrado.
José Tomás fue haciendo al toro, inventándose la faena a brochazos. En la
cuarta tanda casi lo cruje del todo. Pero el toro se paraba a mitad del tercer
o cuarto muletazo. Algunos pitaron entonces que comenzara a sonar la
música. No sabían lo que se avecinaba. Por el pitón derecho tragó José
Tomás un mundo y mil miradas, cada cual más escalofriante. Y aguantó
con esa confianza que nace de un concepto inquebrantable: antes la
cornada que el paso atrás. Ese arrimón, la inmensidad final de los naturales
y una estocada caída le valieron las dos orejas. Justas, como los pitos al
toro.
Al segundo lo quisieron devolver algunos por manso. Cosas veredes. Y en
ésas estábamos cuando se desmayó el asesor veterinario. Tal era el
bochorno que se reconcentraba en los palcos.
Mimó José Tomás una barbaridad al 'garcigrande', que había apuntado
cierta clase pero era un manso de libro y tardeaba. Por el izquierdo lo fue
desengañando con temple y a su alturita. De uno en uno. Hacia adentro el
burel no quería nada. Un arrimón y cinco manoletinas calentaron la cosa.
La oreja cayó pese a la estocada defectuosa -baja, trasera y atravesada-.
Y de nuevo se llevó el toro una pitada. No tuvo un buen lote, ni mucho
menos. En la primera y antepenúltima corrida de su microtemporada a José
Tomás le falló el campo, o más bien el sorteo.
El Juli se entregó con todo. Espoleado por la rivalidad, arreó de lo lindo. Y
eso a pesar de la luxación de clavícula, que no está curada ni de lejos.
7 Torear en esas condiciones físicas es algo reservado para superhombres
como él y Padilla. Como lo haría José Tomás.
Julián estuvo en figura. Al tercero lo veroniqueó con empaque, temple y
sabor, hasta la boca de riego. Apenas lo picó, y crudito le atacó mejor el
madrileño, con variedad, gusto e inteligencia. La mano muy baja en series
cortitas al principio. La faena fue subiendo en intensidad por ambos
pitones; mejor por el derecho, que era el bueno del toro, noble y
enclasado. La estocada trasera nació de ese hombro a prueba de bombas y
galenos.
En el sexto El Juli estuvo de nuevo muy por encima y muy encima. Se
metió entre los pitones después de que casi lo cogiera. Como su
competidor José Tomás, Julián inventó la faena. Su arrimón fue el de la
tarde. Escalofriante. Y terminó de enloquecer al público en un desplante en
el que tiró la muleta al suelo y se fue a por el estoque. Torerísimo,
sobradísimo y competivo, cobró un espadazo que lo convirtió en vencedor
numérico de la tarde, con cuatro orejas.
A Padilla el primero se le paró. Y al segundo le cortó una oreja muy suya,
después de haber puesto toda la carne en el asador, tanto en banderillas
como en el inicio de faena, con siete pases de hinojos.
Padilla no quiso ser convidado de piedra. Salió de la batalla de gigantes con
el crédito intacto.
El duelo acabó con El Juli y José Tomás a hombros, entre gritos de "torero,
torero". Incendiarom Badajoz. Hace falta más rivalidad en el mundo del
toro, porque la rivalidad quema. Y la rivalidad exprime el talento. José
Tomás se dio; El Juli se entregó. ¿Quién ganó? El aficionado. Pese a los 40
grados a la sombra.
Agencia EFE
José Tomás, inmensa torería
El torero volvió a los ruedos en Badajoz cortando tres orejas y salió a
hombros junto a 'El Juli'
JUAN MIGUEL NÚÑEZ
No fue una corrida normal. El hecho de estar José Tomás influyó mucho en
la manera de plantearla, en su desarrollo y en la forma de verla. Para
empezar, la gente que llenaba la plaza como pocas veces se ha visto el
coso de Badajoz desde su inauguración hace 45 años, había venido
fundamentalmente por José Tomás . Todo estuvo, por tanto, en función de
las evoluciones del mítico torero.
El primero de José Tomás salió corretón, abanto y yéndose suelto, hasta
que lo pudo fijar el torero en el mismo platillo, con una especie de medias
chicuelinas, de manos bajas, de poco ajuste y mucho gusto. Tomás abrió
faena de muleta con tres estatuarios y un recorte con fondo de olés. El
toreo fue ligado y limpio, pero todavía de poco ajuste. Dos tandas, una por
8 cada pitón, y las manoletinas finales fueron definitivas para poner ambiente
de triunfo. A pesar de que la colocación del estoque no fue buena hubo
mayoría de pañuelos para la oreja que paseó.
Pero lo importante de Tomás vino en el quinto, y no sólo por el doble trofeo
que logró. Tomás fue la elegancia, la suavidad y el temple, la tranquilidad
y, al tiempo, la temeridad. La única manera de cortarle las dos orejas a un
toro tan molesto como éste fue esta perfecta conjunción de valores.
Bonitos lances en el saludo y quite por gaoneras como él acostumbra,
impávido, vertical y ceñidísimo. El mérito del torero fue aguantar en grado
superlativo un mal toro hasta conseguir la continuidad en los viajes.
Inmensa torería. Los derechazos fueron de aquella manera, los naturales,
aún de uno en uno, sencillamente inenarrables. Las dos orejas fueron muy
celebradas por el torero y su gente, sabedores de que lo de ayer era algo
importante.
'El Juli' se lució en su primero con el capote en las verónicas de recibo y en
un quite por chicuelinas muy bonito, muy enroscados toro y torero. La
faena de muleta fue sobre todo de arrebato, de más entrega que torería. Lo
más artístico, los pases de pecho, de mucha usía, echándose el toro por
delante de pitón a rabo. Por eso en el inevitable agravio comparativo con
Tomás hubo pañuelos más que suficientes para darle las dos orejas.
El sexto fue toro con muchas teclas, pensándoselo mucho a la hora de
tomar la muleta y seguirla. «Juli» recurrió a la raza, a la suya, se entiende,
en una faena de mucho esfuerzo en la que hubo sobre todo alardes muy
cerca de los pitones. Faltó limpieza, pero la pasión en el tendido fue total.
El estoconazo fue definitivo y así cayeron las dos últimas orejas de la tarde.
A Padilla le apremió el público en su primero para que abreviara en vista de
que el toro no daba mucho de sí. Muy motivado por el triunfo que llevaban
ya los compañeros, en el cuarto salió Padilla a 'revientacalderas' con larga
cambiada en tablas y lances de mucha vehemencia. Hubo también
desplante y espaldinas de rodillas. Lo que se dice Padilla en estado puro.
De ahí la oreja pese al pinchazo que precedió a la estocada.
HOY, de Badajoz
Un gran Juli sale triunfador en la fiesta de José Tomás
JUAN ÁNGEL FRANCO
Y ayer, de nuevo, el deseado, apetecido, ansiado, codiciado, pretendido y
envidiado José Tomás habitó entre los aficionados. El reventador de
taquillas y santo benefactor de los reventas hizo su primer paseíllo de la
temporada. Acudió el personal al coso de Pardaleras como antaño acudían
al Palmar de Troya en busca de remedio para sus males.
Convertido en torero mítico que no rehuye compañeros de cartel e impone
como ninguno sus exigencias desde el aspecto económico hasta las
condiciones de las enfermerías. Es un revulsivo en los tiempos en que la
9 fiesta atraviesa un peligroso momento pero entres tardes solamente se
será el salvador de tres taquillas. La fiesta necesita algo más, más tardes
como la de ayer, pero afortunadamente quedan toreros dispuestos a tirar
del carro a pesar de que le pongan palos en la rueda como es el caso de El
Juli.
Con la plaza a reventar hicieron el paseíllo dos casi resucitados y un
reaparecido: Padilla, José Tomás y El Juli para lidiar una corrida muy bien
presentada y noble en la que sobresalieron tercero, cuarto y quinto. Bonito
pero atacado de carnes fue el primero de Padilla que hizo encelada pelea en
el caballo. Lo sacó por bajo a los medios con la muleta. Tenía fijeza el toro
pero fue tardón en su embestida. Cabeceó y punteó la muleta sin ganas de
embestir y que duró un suspiro.
Muchos pies tuvo su segundo, al que recibió con una larga en el tercio
seguida de tres verónicas algo aceleradas. Escarbó el toro antes de
banderillas. Tuvo fijeza. Padilla comenzó rodilla en tierra, luego no lo
obligó. Seguía la muleta a media altura con celo y nobleza. El jerezano
toreó aprovechando el viaje, consiguiendo al final dos tandas lentas de
buen viaje y remate, tirando mucho del toro. Finalizó desplantándose de
rodillas.
Una larga agonía del toro
El toro tuvo una larga agonía negándose a doblar. Cuando salió al ruedo el
segundo, con el hierro de Domingo Hernández, algunos ya tenían el
pañuelo en la mano. No se fijó en el capote. Llegó suelto al caballo, donde
empujó sin ganas. La lidia fue una capea y peor el tercio de banderillas.
José Tomás comenzó con cuatro estatuarios en el platillo. No podía bajar la
mano de inicio, hasta que fue sometiendo en series cortas dándole sitio al
toro. Era toro con fijeza pero que salía distraído de los muletazos.
Le dio distancia, citó de frente, pero era toro tardón, de corto recorrido. Los
naturales surgieron de uno en uno sin ligazón posible. Estuvo el torero por
encima del toro. Acabó con un arrimón en cercanías, sacando la mejor serie
al final en corto. Faena voluntariosa rematada en estocada caída. Los del
pañuelos ondearon como locos sin muchos motivos y consiguieron una
oreja. Enseñaba las puntas de los pitones el quinto al que José Tomás
recibió por delantales a pies juntos. Cabeceó el toro en el caballo y el torero
de Galapagar hizo un quite con el capote a la espalda quieto como un
poste. Se dolió el toro en banderillas.
Brindó la faena al público. Escarbó el toro y perdió las manos en el primer
cite. Lo tomó en corto lo llevó con suavidad y ligó perdiendo pasos. Le dio
mucho sitio citando con la zurda y le iba bien en los dos primeros, teniendo
que provocarlo mucho para el tercero, lo que impedía que pudiera ligar
series redondas aunque dejando toda la esencia de sus toreo en los
naturales de muchísimo mando. No permitía el toro una completa
composición. Estuvo muy por encima del toro, aguantándole los parones,
se metió entre los pitones del toro que acabó sin entrega y sacándole pases
10 aun moribundo. La estocada se fue baja. Enloquecieron los del pañuelo y
consiguieron el excesivo premio de dos orejas.
El paseillo
Hasta que no comenzó el paseíllo muchos no sabían que toreaba El Juli.
Todo el mundo llevaba un mes diciendo: «Tengo entradas palade José
Tomás» Gente poco ducha en la materia, que no sabe con quien se las
gastan. Lo comprendieron nada más salir al ruedo el tercero de la tarde,
castaño, ojo de perdiz, del hierro de Domingo Hernández, al que le largó
cinco verónicas bajando las manos y ganando terreno hasta los medios. A
eso añadió cuatro chicuelinas en el quite.
Para que el personal se acabara de enterar les brindo el toro y comenzó
con tres molinetes y un pase cambiado por la espalda. Tenía clase y fijeza
el toro de nombre «Tripulante» que se encontró con un patrón que lo fue
llevando sobre ambas manos, en muletazos de muy largo recorrido.
Siempre bien colocado, en los terrenos adecuados y la distancia precisa.
Bajaba Julián la muleta y la seguía el toro con fijeza y ganas de cogerla,
pero el madrileño no le permitía mas que olerla. Toda la faena fue en
medios con bellos remates al finalizar las series. Algo trasera viajó la
espada y los que se habían enterado y quedado con la boca abierta,
consiguieron dos orejas.
Como su compañero José Tomás llevaba tres orejas en el esportón, en
cuanto salió el sexto El Juli dijo al personal : «No es tan fiero el león como
lo pintan» y se dispuso a torear a un lustroso toro que no se sinceró en el
capote, que esperó en banderillas y arroyaba más que embestía. El Juli no
le dudó un momento y poco a poco le indicó quien mandaba allí
aguantándole cabezazos y derrotes y obligándolo a ir tras la muleta a
regañadientes pero repitiendo. No permitía dudas el toro, pero no se las
concedió a el torero que lo atacó hasta llevarlo en algunos momentos tras
la muleta arrastrada por el ruedo. El poderoso madrileño acabó embriagado
de toro que al sentirse vencido quiso huir. Ovación grande para Juli antes
de coger el estoque y entrar a matar en la suerte contraria para agarrar un
estoconazo, preludio de el premio de dos orejas, que el torero con cara de
decir: «aquí mando yo».
El Correo de Andalucía
El Juli se encumbra en la gala de José Tomás
A.Rodriguez del Moral
José Tomás llenó la plaza, los hoteles y los restaurantes de Badajoz y sus
alrededores pero el que se impuso en el ruedo y mostró su absoluta
primacía fue El Juli, que reapareció en el coso pacense sin encontrarse
recuperado por completo de la grave luxación de clavícula que se produjo
en el Corpus de Granada, hace sólo 18 días, y en contra del dictamen de
los médicos que le atienden.
11 El duelo de los dos madrileños fue testificado por Juan José Padilla, que
ofició a la perfección su papel de telonero cortando una oreja que no podía
inquietar el cómputo final: cuatro trofeos de altísimo e inalcanzable nivel
para El Juli y tres orejas de distinto peso para José Tomás, que saldó así
con éxito -acompañando a hombros a su partenaire- la primera de las tres
comparecencias que tiene ajustadas este año 2012. Pero lo de El Juli fue
otro mundo, un auténtico pronunciamiento en el año del ostracismo.
Aunque ese golpe en la mesa necesitaba del amparo mediático que sólo
podía prestarle la simbiosis puntual con José Tomás, talismán infalible en
las taquillas desde que se decidió a reaparecer en 2007.
La corrida de Garcigrande escogida para la ocasión no llegó a emplearse
por completo pero se encontró con la entrega de Tomás, que acarició con el
capote al remiso primero, que sólo brindó media docena de arrancadas.
Estuvo mucho mejor con el quinto, en una faena difusa en el planteamiento
pero intensa en la interpretación que marcó sus mejores momentos en una
enorme tanda diestra y unos naturales dictados de forma vertical. Con el
personal al rojo vivo, cortó las dos orejas que todo el mundo quiso y pidió y
se ganó la puerta grande final.
Pero lo de El Juli fue de otra galaxia y marcó una nueva dimensión que
eleva el techo del precoz maestro madrileño. Las cuatro orejas lucradas en
Badajoz habrían sido iguales en Bilbao, Sevilla o Madrid. El Juli salió firme y
sinceramente decidido a triunfar y lo logró a base de valor, capacidad y
sabiduría.
Le formó un auténtico lío al tercero de la tarde, un toro de buena condición
al que cuajó de cabo a rabo por ambas manos y arrastrando la muleta por
el suelo en una labor trepidante en la que no acusó nunca la lesión de la
clavícula. Pero con el sexto acabó por salirse del pellejo, imponiéndose a
los elementos y ejerciendo autoridad de gran maestro.
Ya tenía dos orejas cortadas pero no le importó, se subió encima de las
olas y demostró que es el verdadero número uno.
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