///la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, a los diecisiete

Anuncio
///la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, a
los
diecisiete
del
d’as
mes
de
julio
de
2.001,
se
reœnen los se–ores jueces integrantes de la Sala III de
Tribunal
de
Casaci—n
Penal,
doctores
Mahiques,
Ricardo
Borinsky
LlarguŽs,
con
presidencia
nombrados,
a
la
los
efectos
de
y
Carlos
Benjam’n
del
Ram—n
primero
resolver
el
Alberto
de
recurso
Sal
los
de
casaci—n interpuesto contra la sentencia dictada en la
FDXVD Q~PHUR Qƒ GHO UHJLVWUR GH OD VDOD \ del de presidencia) seguida a Rodolfo Daniel Gonz‡lez,
de la que RESULTA:
ƒ 4XH HO WLWXODU GHO -X]JDGR HQ OR
&RUUHFFLRQDO Qƒ GHO 'HSDUWDPHQWR -XGLFLDO GH 4XLOPHV
por sentencia del 6 de abril de 2000, conden— a Rodolfo
Daniel Gonz‡lez a la pena de seis meses de prisi—n, y
al
pago
responsable
de
las
de
los
costas,
como
delitos
de
autor
hurto
en
penalmente
grado
de
tentativa y violaci—n de domicilio, en concurso real
(art’culos 42, 55, 150 y 162 del C—digo Penal).
ƒ 4XH OD 'HIHQVRUD 2ILFLDO GRFWRUD
Mar’a Noem’ PŽrez, interpuso recurso de casaci—n contra
la
mencionada
ampliaci—n
del
sentencia
en
requerimiento
cuanto
de
convalid—
elevaci—n
a
la
juicio
formulada por el Fiscal por la que se incluy— el delito
de violaci—n de domicilio en concurso real con el de
tentativa de hurto simple. Afirm— la recurrente que el
fallo se dict— en violaci—n a los art’culos 1, 210, 373
y 359 del C—digo Procesal Penal. Sostuvo su agravio en
que la referida ampliaci—n fue realizada sobre la base
de circunstancias f‡cticas anteriores al debate, y que
ello le impidi— producir prueba por el hecho nuevo.
&RQFOX\yLPSXJQDQGRFRQEDVHHQHOSULQFLSLRµLQGXELR
SUR UHR¶ HO YDORU DVLJQDGR SRU HO MXH] D FDGD XQR GH
los elementos probatorios que motivaron la condena por
ambos delitos.
ƒ(OVHxRU)LVFDOSRUDQWHHVWH7ULEXQDl
solicit—
el
rechazo
del
recurso
fundado
en
que
la
casaci—n no es una segunda instancia, siendo ajena a su
competencia
la
revaloraci—n
de
la
prueba
o
el
juzgamiento de los motivos que formaron la convicci—n
GHOµDTXR¶$UJXPHQWyTXHHOSURFHVDGRDWUDYps de su
defensa, estuvo en capacidad de resistir la acusaci—n,
ya
que,
como surge del acta del juicio, la defensa
UHVSRQGLy DO ³HPEDWH GHO SUHWHQVRU S~EOLFR´ 6HxDOy
que las dudas sobre la participaci—n de Gonz‡lez en el
hecho reflejan la discrepancia de la recurrente, pero
no
la
del
convicci—n
juzgador
que
se
ha
expresado
DFHUFD GH OD FXHVWLyQ FRQ ³MXLFLRV DVHUWLYRV´ (Q HVH
sentido concluy— ±con cita de la doctrina judicial de
la sala I de la C‡mara Nacional de Casaci—n Penal en
ORVDXWRV³&pVSHGHV-XDQDVUHFXUVRGHFDVDFLyQ´-, que
³ODUHJODFRQVDJUDWRULDGHOµIDYRUUHL¶IXQFLRQDHQHO
marco de la valoraci—n de la prueba, y es de exclusiva
incumbencia del tribunal de mŽrito y por tanto, ajena
DOFRQWUROGHFDVDFLyQ´
ž
Adjunto
agreg—
ante
a
)LQDOPHQWH
este
los
Tribunal,
fundamentos
HO 'HIHQVRU 2ILFLDO
doctor
del
Gustavo
recurso
Herbel,
original
dos
nuevas cuestiones: en primer tŽrmino, que el juzgador
descart— la
falta de dolo en el imputado mediante un
razonamiento
que
valorando
contiene
adversamente
inferencias
al
arbitrarias,
imputado
algunas
circunstancias en contraposici—n a los art’culos 210,
373 y 367 del C.P.P., y al principio de
inocencia y
VXV FRQVHFXHQFLDV µRQXV SUREDQGL¶ H µLQ GXELR SUR
UHR¶ HVWDEOHFLGRV HQ HO DUW GH OD &RQVWLWXFL—n
Nacional.
En segundo lugar, impugn— el significado que
HO VHQWHQFLDQWH DWULEX\y DO WpUPLQR ³GHSHQGHQFLDV´
(art’culo 150 del C.P.), aplic‡ndolo al predio en el
que funciona un dep—sito perteneciente al municipio de
Florencio
Varela,
y
as’
subordinar
la
conducta
enjuiciada al tipo penal descripto en la norma citada.
ƒ 4XH FRQIRUPH HO WUiPLWH LPSXHVWR SRU
HODUWtFXORLQFLVRƒGHO&33VHOODPyDXWRV
para sentencia (fs. 51).
ƒ 4XH WUDV GHOLEHUDU DUWtFXOR µLQ ILQH GHO &33 FRQIRUPH a lo establecido en el
DUW LQFLVR ƒ GHO FyGLJR FLWDGR \ VRPHWLGR HO
recurso a consideraci—n del tribunal, se plantearon y
votaron en el orden MAHIQUES-BORINSKY-SAL LLARGUES, las
siguientes
recurso
de
primera ¢HV DGPLVLEOH HO
cuestiones:
LQWHUSXHVWR"
casaci—n
6HJXQGD
¢TXp
pronunciamiento corresponde dictar?.
35,0(5$&8(67,Ï1
El se–or juez doctor Mahiques, dijo:
La defensa impugn— por violatoria de los
art’culos 1, 210, 373 y 359 del C.P.P., la ampliaci—n
del requerimiento fiscal afirmando que se trataba de
hechos
anteriores
al
debate,
y
cuestion—
tanto
la
valoraci—n de la prueba efectuada por el juez de grado
como la calificaci—n de
hurto tentado, en concurso
real con violaci—n de domicilio asignada a los hechos.
Segœn
surge
del
acta
del
debate
(fs.
1/5), luego que las partes expresaron ±respecto a la
ampliaci—n del requerimiento- sus respectivas l’neas de
acusaci—n y defensa, en cumplimiento de lo dispuesto
por
el
art’culo
354
del
C.P.P.,
el
imputado
fue
invitado a prestar declaraci—n, imponiŽndoselo de las
garant’as previstas en el art’culo 358 del mismo cuerpo
OHJDO FRPR DVt GHO GHUHFKR DQHJDUVHDGHFODUDU³EDMR
ORV
SUHFHSWRV
FRQVWLWXFLRQDOHV
UHVSHFWLYRV´
manifestando aquel que lo har’a cuando lo considerase
³RSRUWXQR´
Concluida la recepci—n de la prueba, el
se–or fiscal de juicio se expidi— de conformidad a lo
normado
en el art’culo 359 del C.P.P., y ampli— el
requerimiento
de
elevaci—n
a
juicio
incluyendo
el
delito de violaci—n de domicilio, en concurso material
con el de hurto tentado contenido en la requisitoria
original.
La defensa se pronunci— en contrario sobre
ese punto por considerar que no se hab’an verificado
los elementos constitutivos del tipo penal descripto en
el art’culo 150 del C.P.. Finalmente, el juez resolvi—
hacer lugar a la solicitud del fiscal, fundado en su
interpretaci—n de los alcances de la acci—n t’pica en
la violaci—n de domicilio. La defensa oficial secund—
entonces al imputado, que en el mismo acto procesal
hab’a expresado su deseo de prestar declaraci—n, con
conocimiento del contenido de los art’culos 162, 42 y
150 del C.P. (v. acta cit.).
Precisamente del acta que instrumenta el
debate
surge
claramente
que
luego
de
la
solicitud
fiscal de ampliaci—n del requerimiento de elevaci—n a
juicio, el juez mantuvo la garant’a del contradictorio
al
punto
que
efectivamente
la
defensa
sucedi—-
de
tuvo
la
oportunidad
actualizar
su
±como
derecho
de
oponerse a la petici—n de la fiscal’a. As’ planteada,
OD FXHVWLyQ IXH UHVXHOWD SRU HO µD TXR¶ FRQ
intervenci—n del encausado que pudo prestar declaraci—n
y ejercer su defensa material,
y tambiŽn de la defensa
tŽcnica que guard— silencio cuando estuvo facultada a
allegar nuevas pruebas.
El art’culo 448 del C.P.P. exige que el
impugnante de un grave defecto del procedimiento debe
exigir en tŽrmino h‡bil su subsanaci—n, o hacer formal
protesta de recurrir en casaci—n. La recurrente, por el
contrario, no interpuso reposici—n ni formul— reserva
alguna (acta de debate de fs. 3 vta.)
Por
interrogar
a
los
otra
parte,
testigos
en
la
imposibilidad
relaci—n
con
el
de
hecho
integrado al debate, no es susceptible de ser planteada
en esta instancia extraordinaria como una restricci—n
DO GHUHFKR GH µLJXDOGDG GH DUPDV¶ (OOR HV DVt SXHV
por
imperativo
legal
(art’culo
359
del
C.P.P.),
la
defensa, como se dijo, debi— haber ofrecido pruebas en
la
etapa
procesal
oportuna,
y solicitar entonces
la
suspensi—n del juicio a los fines de incorporar nuevos
elementos probatorios que hicieran a su estrategia.
Queda, por lo antes expuesto, demostrada
la improcedencia del primero de los cuestionamientos
vinculado con la observancia de las formas procesales
impuestas bajo sanci—n de nulidad en el art’culo 359
del C.P.P..
En
cualquier
supuesto
±habiŽndose
invocado afectaci—n de un derecho constitucional que
obligar’a al Tribunal a expedirse con prescindencia de
la
reserva debida- conviene se–alar que las nulidades
no corresponde declararlas sino cuando la irregularidad
denunciada ha podido realmente influir en contra de las
partes y lesionar su interŽs; pero carece de interŽs
pr‡ctico y debe desecharse si nada se ha opuesto al
progreso de sus respectivas estrategias. La legalidad
no
alcanza
a
la
declaraci—n
de
la
nulidad
por
la
QXOLGDG PLVPD \D TXH HVWD VDQFLyQ SURFHVDO ³UHTXLHUH
de un perjuicio concreto para alguna de las partes,
porque cuando (aquella) se adopta en el s—lo interŽs
formal de cumplimiento de la ley, importa un manifiesto
exceso ritual no compatible con el buen servicio de
MXVWLFLD´&iP1DF&DV3HQVDOD,,FUHJ1ƒ
³*XLOOHQ9DUHOD-´UWD
Las nulidades no son, en efecto, trampas
tendidas
tienen
a la buena fe de los magistrados, y estos
el
deber
de
resguardar,
dentro
del
marco
FRQVWLWXFLRQDO HVWULFWR ³OD UD]yQ GH MXVWLFLD TXH
exige que el delito comprobado no ULQGDEHQHILFLRV´Y
&RUWH 6XSUHPD GH -XVWLFLD GH OD 1DFLyQ F ³7LEROGL
JosŽ;Fallos,254 :320).
No
se
ha
comprobado
tampoco
la
existencia de perjuicio para el procesado. La propia
argumentaci—n de la recurrente se revela contradictoria
en
este
llevaron
aspecto
al
al
fiscal
aseverar
a
que
solicitar
las
la
pruebas
que
ampliaci—n
del
UHTXHULPLHQWR³\DH[LVWtDQFRQDQWHULRULGDGDOGHEDWH´
pues
con
ello
la
misma
defensa
admitiendo
estar’a
impl’citamente que no hubo agravio.
Al
margen
fiscal
intervenci—n
de
no
lo
fue
anterior,
la
estrictamente
una
³DPSOLDFLyQGHOUHTXHULPLHQWRGHHOHYDFLyQDMXLFLR´HQ
raz—n de que la plataforma f‡ctica ya estaba contenida
en
la
primigenia
representante
acusaci—n.
del
Aquella
Ministerio
iniciativa
ampli—
Pœblico
del
±
contrariamente a lo afirmado por la defensa- el ‡mbito
para
la
sobre
contradicci—n
respecto
a
la
cual,
la
la
cuesti—n
defensa
debatida,
solamente
formul—
RSRVLFLyQ EDVDGD HQ TXH QR VH KDEtDQ ³FRQILJXUDGR ORV
elementos
que
el
tipo
(del
art’culo
150
del
C.P.)
requLHUH´
Asimismo,
finalmente
atribuido
a
la
calificaci—n
del
constituy—
Gonz‡lez
il’cito
s—lo
una
modificaci—n de los tipos legales respecto a un mismo
objeto
procesal
que
no
vari—
a
lo
largo
de
las
secuencias que insumi— el desarrollo del juicio y que,
en definitiva, fue el tenido en consideraci—n por el
fiscal
y
imputaci—n.
el
juez
correccional
para
definir
la
El cambio de calificaci—n registrado en
el transcurso del debate, no afect— la garant’a de la
GHIHQVD HQ MXLFLR SXHV ³HQ RUGHQ D OD MXVWLFLD
represiva, el deber de los magistrados, cualesquiera
fueren las peticiones de la acusaci—n y la defensa o
las calificaciones que ellas mismas hayan formulado con
car‡cter provisional, consiste en precisar las figuras
delictivas que juzgan, con plena libertad y exclusiva
VXERUGLQDFLyQDODOH\´GHEHUTXH³HQFXHQWUDVXOtPLWH
en
el
ajuste
del
pronunciamiento
a
los
hechos
que
FRQVWLWX\HURQ OD PDWHULD GHO MXLFLR´ &-1 )DOORV
186:297;
242:227;
246:357;
284:54;
298:104;
302:328,
482 y 791; 304:1270; y causas = ;;,,, ³=XULWD
+XJR*DEULHOVLQI$ODUWLQFƒ&3±FDXVDQƒ
952-³\*;;,,,³*XHUUHUR/RUHQ]R0DQXHO\RWUR
VKRPLFLGLR WHQWDWLYD GH URER \ OHVLRQHV OHYHV´
resueltas el 23 y 30 de abril de 1991, respectivamente,
entre otras).
En el caso, la consecuencia ±prevista o
no-
que
se
deriv—
del
pedido
de
ampliaci—n
del
requerimiento fiscal, fue, como qued— expresado, una
mayor posibilidad de garantizar el reconocimiento de
los argumentos de la defensa.
El
provocar,
remedio
mediante
reinterpretaci—n
circunstancias
de
esta
la
intentado
que
cuestionando
el
se–or
instancia anterior tuvo por probadas.
embargo,
el
pretendi—
extraordinaria,
v’a
prueba,
f‡cticas
tambiŽn
una
aquellas
juez
de
la
No es este, sin
caso en que proceda un nuevo examen de
mŽrito acerca de los medios probatorios que condujeron
a la certeza acerca de la configuraci—n de la violaci—n
GHGRPLFLOLR\HOKXUWRWHQWDGR(VDOµDTXR¶DTXLHQ
cabe la asignaci—n de su valor convictivo conforme la
apreciaci—n realizada por Žste durante el transcurso
del juicio.
Finalmente,
de
conformidad
a
lo
GLVSXHVWR HQ HO DUW SiUUDIR ƒ GHO &33 ORV
nuevos motivos de impugnaci—n a la sentencia opuestos
por la defensa oficial ante este Tribunal, no pueden
ser tratados ya que fueron introducidos cuando estaba
vencido el plazo de la interposici—n del recurso de
casaci—n (fs. 45/49).
En
consecuencia,
el
recurso
planteado
resulta improcedente, por lo que doy respuesta negativa
a esta primera cuesti—n. As’ voto.
El se–or juez doctor Borinsky dijo:
Por supuesto que las sanciones de nulidad
no son trampas tendidas a la buena fe del juez, del
ministerio pœblico y de las partes, ni se juega a ellas
como
a
la
incurrir
en
gallinita
ciega;
nulidad,
puede
y
el
juez
que
inmediatamente
estŽ
por
remediarlo
(ver el sistema del art. 203 del C—digo Procesal Penal)
sin que nadie pueda reclamar un derecho adquirido al
perfeccionamiento de las mismas (cfr. Vincenzo Manzini,
Tratado
de
Derecho
Procesal
Penal.
El
Foro.
Bs.As.
1996.To.III pag. 102 y 103, evidente surtidor de la
GRFWULQD GH ³7LEROGL´ UHFRUGDGD SRU PL GLVWLQJXLGR
colega de Sala), pero esto no pone ni quita rey al
hecho de que las garantias formales son algo m‡s que
meros formulismos, y por ello la ley procesal tambiŽn
se ha de tomar en serio a s’ misma, de modo tal que no
quede
a
la
disposici—n
del
juez,
sino
que
Žste
se
atenga a ella en su aplicaci—n, y si no lo hace, se
produce
la
eliminaci—n
o
la
retroacci—n
de
las
actuaciones y las decisiones de las que no se puede
predicar su concordancia con la normativa legal (conc.
:LQIULHG +DVVHPHU ³)XQGDPHQWRV GHO 'HUHFKR 3HQDO´
Bosch. Barcelona. 1984 pag 170 y, por supuesto,
cuanto
resulta del art. 201 del C—digo Procesal Penal) pues,
de otro modo, la forma procesal dejar’a de constituir
una garant’a de los intereses que la ley tutela (cfr.
$OIUHGR 9HOH] 0DULFRQGH ³'HUHFKR 3URFHVDO 3HQDO´
Marcos Lerner. C—rdoba. 1982. To.II pag .227).
Recuerdo,
sobre
la
misma
parcela
y
en
compa–’a de Juan Montero Aroca (principios del Proceso
Penal. Tirant Lo Blanch. Valencia.1997 pags 139 y 140)
TXH ORV EURFDUGRV ³DXGLDWXU HW DOWHUD SDUV \ QHPR
LQDXGLWXV GDPQDUL SRWHVW´ TXH KR\ VXHOHQ HQXQFLDUVH
como
que
nadie
puede
ser
condenado
sin
ser
o’do
y
vencido en juicio, hacen referencia a este principio,
que ha sido considerado la fuerza motriz del proceso,
su garant’a suprema, pero que, m‡s precisamente, puede
considerarse
proceso,
pues
que
sin
atiende
el
a
mismo
la
esencia
misma
no
estaremos
ante
del
un
verdadero proceso...(ya) que el derecho de defensa se
concibe como un derecho de rango fundamental, atribuido
a las partes de todo proceso, que consiste b‡sicamente
en la necesidad de que Žstas puedan ser o’das, en el
sentido de que puedan alegar y probar para conformar la
resoluci—n judicial, y de que conozcan y puedan rebatir
todos los materiales de hecho y de derecho que puedan
LQIOXLUHQODUHVROXFLyQMXGLFLDO´(VPiV³VLSXGLHUD
existir
una
secreta
para
supuestos
alegaci—n
la
parte
se
estar’a
otra,
claros
m‡s
de
de
que
se
ante
vulneraci—n
del
mantuviera
uno
de
derecho
los
de
DXGLHQFLD WDQWR TXH SRGUtD KDEODUVH GH LQGHIHQVLyQ´
(idem ant. Pag. 142). Y voy al detalle.
Para empezar, parto de la circunstancia
cierta y comprobada que por el hecho en cuesti—n no se
form— un proceso diverso sino que el fiscal ampli— la
acusaci—n y el juez acogi— favorablemente el pedido,
llegando luego la declaraci—n del imputado, pero sobre
la
explicaci—n
atribuidas
posible
no
del
hubo
nuevo
una
hecho
sola
o
palabra,
circunstancias
como
si
fuera
que el contenido esencial del derecho pase por
el ofrecimiento a la parte de ser o’da.
De
ninguna
manera.
La
informaci—n
al
imputado del hecho que se le imputa es para el juez un
deber
ineludible
(arg.
art.
359
del
C—digo Procesal
Penal).
As’ las cosas, tengo para mi que se han
soslayado disposiciones concernientes a la intervenci—n
del imputado (argumento del art. 202 inciso tercero del
mismo C—digo), por cierto esencial para la validez de
la
relaci—n
procesal
que,
se
perfecciona,
desde
el
momento
en
que
existe
una
debidamente
acusaci—n
intimada a quien reviste tal rol, y si la misma es
ampliada
es
necesario
personal;
es
nulidad,
debe
decir,
que
que
la
el
explicarle
nueva
juez,
los
intimaci—n
bajo
nuevos
sea
sanci—n
de
hechos
o
circunstancias que se le atribuyen, inform‡ndole de los
derechos constitucionales que le asisten (doctrina del
art.
359
del
C—digo
Procesal
Penal),
ya
que
de
lo
contrario se conculca el principio de inviolabilidad de
la defensa (cfr. Alfredo Velez Mariconde op.cit.II pag.
366), pues la falta de intimaci—n implica inobservancia
de
las
normas
concernientes
a
la
intervenci—n
del
imputado en los casos y formas establecidos por la ley,
de manera que determina la nulidad absoluta del acto
que necesariamente debe contener la informaci—n, por lo
que, va de suyo, la ampliaci—n, debe tener una correcta
intimaci—n
complementaria,
y
si carece
de
la
misma,
como es el caso, se desemboca en la nulidad absoluta
del proceso (conc. art. 359 del C—digo Procesal Penal;
vŽanse adem‡s las citas de Velez Mariconde, op. cit.
pags. 232 y 233), durante cuyo transcurso, toda persona
tiene derecho a la comunicaci—n previa y detallada de
la acusaci—n formulada (art’culo 8.2.b de la Convenci—n
Americana Sobre Derechos Humanos y 14.3.a. del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Pol’ticos).
Entonces, si nR H[LVWH ³MXLFLR SUHYLR´
sin
una
efectiva
intimaci—n
de
la
ampliaci—n
de
la
acusaci—n, no puedo compartir el criterio de que medi—
intervenci—n del imputado sobre el particular, en raz—n
que al comienzo de la audiencia y por ende antes de la
ampliaci—n,
se
le
hicieron
saber
sus
derechos,
y
despuŽs pudo prestar declaraci—n, ya que el bloqueo de
la garant’a pone en crisis el proceso, que dista de ser
tal, sin una intervenci—n efectiva del imputado quien,
a mi ver, no tuvo oportunidad efectiva de discutir el
mŽrito de la nueva imputaci—n, pues no es Žl sino su
defensor, quien
conoce el lenguaje forense y
sabe el
camino que pueden transitar los jueces en punto a un
hecho
agregado
al
requerimiento,
cuya
comunicaci—n,
adem‡s de expresa y formal, como en definitiva proclama
el art. 359 del ceremonial, debe dar tiempo al imputado
para refutarla o aducir argumentos justificantes (Ver
/XLJL )HUUDMROL ³'HUHFKR \ UD]yQ´ 7URWWD 0DGULG SDJ \ )UDQFLVFR &DUUDUD ³3URJUDPD GH 'HUHFKR
&ULPLQDO´7HPLV%RJRWi par‡grafos 891 al 895) y
ese
tiempo
no
existe
cuando
el
juez
deja
de
hacer
saber
al
imputado
lo
que
la
ley
dice
que
debe
explicarle, y como de esto se trata, abro mi respetuosa
disidencia a fin de postular se anule el debate y lo
actuado en consecuencia, reenvi‡ndose los autos para su
sustanciaci—n y decisi—n por juez h‡bil (argumento del
art. 461 del C—digo Procesal Penal, adem‡s de los ya
citados).
Luego,
a
esta
cuesti—n
VOTO
POR
LA
AFIRMATIVA.
El se–or juez doctor Sal LlarguŽs dijo:
Debo acompa–ar al Dr. Borisnky en su voto
afirmativo.
En
efecto,
a
prop—sito
de
la
eventual
violaci—n de la necesaria congruencia entre los hechos
imputados y aquellos por los que se dictara sentencia,
tuve oportunidad de decir en causa n 184:
³(OKHFKRSRUHOTXHVHVRPHWH a proceso
a
una
persona
-bajo
sanci—n
de
nulidad-
debe
serle
informado "detalladamente" junto con las pruebas que
obran en su contra (art. 312); si la parte acusadora
decidiera llevarlo a juicio, su requisitoria -tambiŽn
bajo
sanci—n
de
nulidad-
debe
contener
entre
otras
cosas " una relaci—n clara, precisa, circunstanciada y
espec’fica del hecho; los fundamentos de la acusaci—n;
y
la
legal."
calificaci—n
inconvenientes
brindar
diversos
transparencia
(art.
pero
al
335);
para
aventar
-fundamentalmente-
debate
existe
la
para
audiencia
preliminar del art. 338 donde -entre otras cosas- las
partes necesarias ofrecen las pruebas de que pretendan
valerse en el debate. Va de suyo que si la Defensa
est‡
condicionada por la Acusaci—n, la prueba ofrecida
se refiere -naturalmente- al hecho intimado.
En l’nea con todos estos dispositivos, el
art. 354 establece que las partes expresar‡n cu‡l ser‡
la tesis a acreditar. Es obvio que el contradictorio se
integra por una tesis (el requirente o acusador) y una
ant’tesis (el requerido o imputado y su representante).
El art. 357 establece que "sintetizados
los
argumentos
de
la
acusaci—n
y
defensa..."
debe
recibirse la prueba.
Hasta all’ no existe duda de que hay una
absoluta
identidad
(son
los
mismos)
los
hechos
intimados y aquellos sobre los que versa la defensa.
Sin
embargo
puede
ocurrir
que
"en
el
curso del debate" surjan nuevos hechos o circunstancias
agravantes
de
calificaci—n
"no
contenidas
en
el
requerimiento fiscal o en el auto de elevaci—n". La
manda expresa para el caso est‡ contenida en el art.
359 que permite al Sr. Fiscal "ampliar la acusaci—n".
All’ lo que es una facultad del acusador
genera el deber del Presidente del Tribunal quien -bajo
sanci—n de nulidad - debe explicar al imputado "los
nuevos
hechos
o
circunstancias
que
se
le atribuyen,
inform‡ndole asimismo de los derechos constitucionales
que
le
asisten".
Defensor
puede
Frente
pedir
la
a
esta
contingencia
suspensi—n
del
debate
"el
para
ofrecer nuevas pruebas o preparar la defensa". Si se
usara de este derecho, se suspender‡ el debate por el
tiempo
que
-prudencialmente-
demande
la
ampliaci—n.
Solo en esas condiciones "el hecho nuevo que integre el
delito, o la circunstancia agravante sobre que verse la
ampliaci—n, quedar‡n comprendidos en la imputaci—n y en
el juicio".
Terminado
el
debate,
la
deliberaci—n
consistir‡ primeramente en "la existencia del hecho en
su exteriorizaci—n material". Naturalmente ese "hecho"
o
bien
es
el
originalmente
intimado
o
-tras
el
procedimiento de ampliaci—n rese–ado- es uno nuevo.
A ese art. 359 remite el art. 374 cuando
admite que el Tribunal pueda advertir que resulta del
debate "que el hecho es distinto del enumerado en la
acusaci—n". Si mediare acuerdo entre las partes, ese
dispositivo
-art.
359-
el
se–ala
camino
pero
si
no
media acuerdo, el fallo debe limitarse a los "hechos
contenidos
en
la
pudiendo
acusaci—n"
remitir
los
antecedentes para su investigaci—n.
Finalmente el rito expresa el concepto de
congruencia
al
dictar
pronunciamiento
el
establecer
-en
ese
el
contexto-
tribunal
que
no
"al
podr‡
apartarse del hecho contenido en la acusaci—n o sus
ampliaciones".
Resulta
claro
que
por
ha
acusaci—n
de
entenderse el requerimiento fiscal. Ello resulta de la
lectura de las disposiciones aludidas, expresamente de
los arts. 335 y 359.
Debo
postura
que
del
recordar,
primero
para
sustento
citado
de
resulta
esta
que
la
requisitoria de que habla, debe contener - entre otros
elementos
-
"los
calificaci—n
fundamentos
legal",
y
que
de
el
la
acusaci—n;
segundo
y
la
establece,
tambiŽn con meridiana claridad, que " si en el curso
del
debate
continuado
surgieren
atribuido
hechos
o
que
integren
circunstancias
el
delito
agravantes
de
calificaci—n no contenidas en el requerimiento fiscal o
en el auto de elevaci—n, pero vinculadas al delito que
las motiva, el Fiscal podr‡ ampliar la acusaci—n.
Es
evidente que en ambos casos las normas se refieren a la
acusaci—n como un elemento previo al debate.
Es evidente tambiŽn que el quinto p‡rrafo
del art. 374 ya citado habla de que no mediando acuerdo
respecto de ese "hecho diverso" entre las partes, la
sentencia debe limitarse a " los hechos contenidos en
la acusaci—n sin perjuicio de remitir los antecedentes
al Agente Fiscal en turno para investigar las nuevas
circunstancias resultantes del debate.
El sexto p‡rrafo nuevamente aclara que el
pronunciamiento
"no
apartarse
podr‡
del
hecho
contenido en la acusaci—n o sus ampliaciones": va de
suyo
que
las
ampliaciones
que
contempla
son
necesariamente posteriores a la acusaci—n (dispŽnsese
la obviedad) necesariamente previa.
Por lo dem‡s, no cabe sostener cu‡l haya
sido
el
esp’ritu
del
legislador
o
los
antecedentes
tenidos en cuenta para la elaboraci—n de las normas
respectivas
sino
cu‡l
es
su
texto
y
entendimiento
sem‡ntico, progresivo, sistem‡tico y hermenŽutico.
La
explicaci—n
claramente
resoluci—n,
que
da
encontrada
la
C‡mara
con
las
a
su
normas
rese–adas, resulta inatingente. En efecto, que tras el
debate se alegue de bien probado por las partes y estas
formulen sus pedidos no permite tener a ese acto final
para la parte por el que fije los hechos sobre los que
versa. N—tese que reciŽn all’ el Fiscal solicita pena y
que -como lo reconoce la C‡mara- hasta all’ cabe la
posibilidad
de
la
acusadora
de
desistir
de
su
requerimiento.
Pero reitero que no es el nombre de un
acto el que determina que se garantice efectivamente la
congruencia. Como se ha se–alado en el recorrido de las
normas citadas, el anoticiamiento de los hechos por los
que deber‡ responder el imputado comienza en el informe
del
art.
312
en
el
contexto
de
su
declaraci—n,
verdadero acto de la defensa material. El requerimiento
del art. 335 fija los hechos que han de llevarse al
juicio
(por
los
que
ha
debido
ser
intimado)
y
-si
hubiera variaciones en las instancias posteriores- las
œnicas v’as son la ampliaci—n de la requisitoria en el
modo indicado o la sujeci—n a los inicialmente tra’dos
a
juicio y la remisi—n de los nuevos al Ministerio
Fiscal para su investigaci—n. Todas estas disposiciones
carecer’an de sentido si -como ha ocurrido en el caso
de
autos- el Fiscal llegara al debate y no tuviera
ninguna
ligaz—n
con
los
anteriores
actos
de
anoticiamiento e intimaci—n. Advierto en esta postura
un quiebre con la l—gica del proceso desde que le quita
todo valor a los actos anteriores donde se ha indicado
cu‡l es el motivo por el que se pretende la condena. Es
necesario
Garant’a
reiterar
que
la
Constitucional-
Defensa
est‡
en
Juicio
condicionada
-como
por
la
contingentes
no
reproducidos,
el
$FXVDFLyQ³
Aœn
est‡n
en
la
cuando
presente
los
datos
exactamente
planteo guarda continencia con la soluci—n que propone
el distinguido colega que me precede en la palabra.
Como Žl ± con cita del art. 202 inc. 3 del ceremonial creo que se han violado disposiciones concernientes a
la intervenci—n del imputado, lo que ha redundado en
una
lesi—n a la defensa en juicio (arts. 1 segundo
SiUUDIR\³LQILQH³GHO&33
VOTO POR LA AFIRMATIVA.
6(*81'$&8(67,Ï1
El se–or juez doctor Mahiques, dijo:
Que
arroja
el
conformidad
tratamiento
corresponde
planteado,
de
hacer
lugar
anular
consecuencia,
de
el
la
al
debate
reenviando
al
resultado
precedente
cuesti—n
recurso
y
los
lo
autos
que
de
casaci—n
actuado
para
en
sus
sustanciaci—n y decisi—n por juez h‡bil. As’ lo voto.
Los
Sres.
Jueces
Dres.
Borinsky
votan
en
mismo
sentido
y
Sal
LlarguŽs, dijeron:
Que
el
que
el
doctor Mahiques.
Con lo que no siendo para m‡s se dio por
finalizado
el
acuerdo,
dictando
el
Tribunal
la
recurso
de
siguiente:
SENTENCIA:
I-
DECLARAR
PROCEDENTE
el
casaci—n de interpuesto a fs. 41/44.
II-
DECLARAR
LA
NULIDAD
del
debate,
reenviando los autos para su sustanciaci—n y decisi—n
por el juez h‡bil que por sorteo corresponda.
Reg’strese, notif’quese, comun’quese al
Juez interviniente y cœmplase.
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