///la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, a los diecisiete del d’as mes de julio de 2.001, se reœnen los se–ores jueces integrantes de la Sala III de Tribunal de Casaci—n Penal, doctores Mahiques, Ricardo Borinsky LlarguŽs, con presidencia nombrados, a la los efectos de y Carlos Benjam’n del Ram—n primero resolver el Alberto de recurso Sal los de casaci—n interpuesto contra la sentencia dictada en la FDXVD Q~PHUR Q GHO UHJLVWUR GH OD VDOD \ del de presidencia) seguida a Rodolfo Daniel Gonz‡lez, de la que RESULTA: 4XH HO WLWXODU GHO -X]JDGR HQ OR &RUUHFFLRQDO Q GHO 'HSDUWDPHQWR -XGLFLDO GH 4XLOPHV por sentencia del 6 de abril de 2000, conden— a Rodolfo Daniel Gonz‡lez a la pena de seis meses de prisi—n, y al pago responsable de las de los costas, como delitos de autor hurto en penalmente grado de tentativa y violaci—n de domicilio, en concurso real (art’culos 42, 55, 150 y 162 del C—digo Penal). 4XH OD 'HIHQVRUD 2ILFLDO GRFWRUD Mar’a Noem’ PŽrez, interpuso recurso de casaci—n contra la mencionada ampliaci—n del sentencia en requerimiento cuanto de convalid— elevaci—n a la juicio formulada por el Fiscal por la que se incluy— el delito de violaci—n de domicilio en concurso real con el de tentativa de hurto simple. Afirm— la recurrente que el fallo se dict— en violaci—n a los art’culos 1, 210, 373 y 359 del C—digo Procesal Penal. Sostuvo su agravio en que la referida ampliaci—n fue realizada sobre la base de circunstancias f‡cticas anteriores al debate, y que ello le impidi— producir prueba por el hecho nuevo. &RQFOX\yLPSXJQDQGRFRQEDVHHQHOSULQFLSLRµLQGXELR SUR UHR¶ HO YDORU DVLJQDGR SRU HO MXH] D FDGD XQR GH los elementos probatorios que motivaron la condena por ambos delitos. (OVHxRU)LVFDOSRUDQWHHVWH7ULEXQDl solicit— el rechazo del recurso fundado en que la casaci—n no es una segunda instancia, siendo ajena a su competencia la revaloraci—n de la prueba o el juzgamiento de los motivos que formaron la convicci—n GHOµDTXR¶$UJXPHQWyTXHHOSURFHVDGRDWUDYps de su defensa, estuvo en capacidad de resistir la acusaci—n, ya que, como surge del acta del juicio, la defensa UHVSRQGLy DO ³HPEDWH GHO SUHWHQVRU S~EOLFR´ 6HxDOy que las dudas sobre la participaci—n de Gonz‡lez en el hecho reflejan la discrepancia de la recurrente, pero no la del convicci—n juzgador que se ha expresado DFHUFD GH OD FXHVWLyQ FRQ ³MXLFLRV DVHUWLYRV´ (Q HVH sentido concluy— ±con cita de la doctrina judicial de la sala I de la C‡mara Nacional de Casaci—n Penal en ORVDXWRV³&pVSHGHV-XDQDVUHFXUVRGHFDVDFLyQ´-, que ³ODUHJODFRQVDJUDWRULDGHOµIDYRUUHL¶IXQFLRQDHQHO marco de la valoraci—n de la prueba, y es de exclusiva incumbencia del tribunal de mŽrito y por tanto, ajena DOFRQWUROGHFDVDFLyQ´ Adjunto agreg— ante a )LQDOPHQWH este los Tribunal, fundamentos HO 'HIHQVRU 2ILFLDO doctor del Gustavo recurso Herbel, original dos nuevas cuestiones: en primer tŽrmino, que el juzgador descart— la falta de dolo en el imputado mediante un razonamiento que valorando contiene adversamente inferencias al arbitrarias, imputado algunas circunstancias en contraposici—n a los art’culos 210, 373 y 367 del C.P.P., y al principio de inocencia y VXV FRQVHFXHQFLDV µRQXV SUREDQGL¶ H µLQ GXELR SUR UHR¶ HVWDEOHFLGRV HQ HO DUW GH OD &RQVWLWXFL—n Nacional. En segundo lugar, impugn— el significado que HO VHQWHQFLDQWH DWULEX\y DO WpUPLQR ³GHSHQGHQFLDV´ (art’culo 150 del C.P.), aplic‡ndolo al predio en el que funciona un dep—sito perteneciente al municipio de Florencio Varela, y as’ subordinar la conducta enjuiciada al tipo penal descripto en la norma citada. 4XH FRQIRUPH HO WUiPLWH LPSXHVWR SRU HODUWtFXORLQFLVRGHO&33VHOODPyDXWRV para sentencia (fs. 51). 4XH WUDV GHOLEHUDU DUWtFXOR µLQ ILQH GHO &33 FRQIRUPH a lo establecido en el DUW LQFLVR GHO FyGLJR FLWDGR \ VRPHWLGR HO recurso a consideraci—n del tribunal, se plantearon y votaron en el orden MAHIQUES-BORINSKY-SAL LLARGUES, las siguientes recurso de primera ¢HV DGPLVLEOH HO cuestiones: LQWHUSXHVWR" casaci—n 6HJXQGD ¢TXp pronunciamiento corresponde dictar?. 35,0(5$&8(67,Ï1 El se–or juez doctor Mahiques, dijo: La defensa impugn— por violatoria de los art’culos 1, 210, 373 y 359 del C.P.P., la ampliaci—n del requerimiento fiscal afirmando que se trataba de hechos anteriores al debate, y cuestion— tanto la valoraci—n de la prueba efectuada por el juez de grado como la calificaci—n de hurto tentado, en concurso real con violaci—n de domicilio asignada a los hechos. Segœn surge del acta del debate (fs. 1/5), luego que las partes expresaron ±respecto a la ampliaci—n del requerimiento- sus respectivas l’neas de acusaci—n y defensa, en cumplimiento de lo dispuesto por el art’culo 354 del C.P.P., el imputado fue invitado a prestar declaraci—n, imponiŽndoselo de las garant’as previstas en el art’culo 358 del mismo cuerpo OHJDO FRPR DVt GHO GHUHFKR DQHJDUVHDGHFODUDU³EDMR ORV SUHFHSWRV FRQVWLWXFLRQDOHV UHVSHFWLYRV´ manifestando aquel que lo har’a cuando lo considerase ³RSRUWXQR´ Concluida la recepci—n de la prueba, el se–or fiscal de juicio se expidi— de conformidad a lo normado en el art’culo 359 del C.P.P., y ampli— el requerimiento de elevaci—n a juicio incluyendo el delito de violaci—n de domicilio, en concurso material con el de hurto tentado contenido en la requisitoria original. La defensa se pronunci— en contrario sobre ese punto por considerar que no se hab’an verificado los elementos constitutivos del tipo penal descripto en el art’culo 150 del C.P.. Finalmente, el juez resolvi— hacer lugar a la solicitud del fiscal, fundado en su interpretaci—n de los alcances de la acci—n t’pica en la violaci—n de domicilio. La defensa oficial secund— entonces al imputado, que en el mismo acto procesal hab’a expresado su deseo de prestar declaraci—n, con conocimiento del contenido de los art’culos 162, 42 y 150 del C.P. (v. acta cit.). Precisamente del acta que instrumenta el debate surge claramente que luego de la solicitud fiscal de ampliaci—n del requerimiento de elevaci—n a juicio, el juez mantuvo la garant’a del contradictorio al punto que efectivamente la defensa sucedi—- de tuvo la oportunidad actualizar su ±como derecho de oponerse a la petici—n de la fiscal’a. As’ planteada, OD FXHVWLyQ IXH UHVXHOWD SRU HO µD TXR¶ FRQ intervenci—n del encausado que pudo prestar declaraci—n y ejercer su defensa material, y tambiŽn de la defensa tŽcnica que guard— silencio cuando estuvo facultada a allegar nuevas pruebas. El art’culo 448 del C.P.P. exige que el impugnante de un grave defecto del procedimiento debe exigir en tŽrmino h‡bil su subsanaci—n, o hacer formal protesta de recurrir en casaci—n. La recurrente, por el contrario, no interpuso reposici—n ni formul— reserva alguna (acta de debate de fs. 3 vta.) Por interrogar a los otra parte, testigos en la imposibilidad relaci—n con el de hecho integrado al debate, no es susceptible de ser planteada en esta instancia extraordinaria como una restricci—n DO GHUHFKR GH µLJXDOGDG GH DUPDV¶ (OOR HV DVt SXHV por imperativo legal (art’culo 359 del C.P.P.), la defensa, como se dijo, debi— haber ofrecido pruebas en la etapa procesal oportuna, y solicitar entonces la suspensi—n del juicio a los fines de incorporar nuevos elementos probatorios que hicieran a su estrategia. Queda, por lo antes expuesto, demostrada la improcedencia del primero de los cuestionamientos vinculado con la observancia de las formas procesales impuestas bajo sanci—n de nulidad en el art’culo 359 del C.P.P.. En cualquier supuesto ±habiŽndose invocado afectaci—n de un derecho constitucional que obligar’a al Tribunal a expedirse con prescindencia de la reserva debida- conviene se–alar que las nulidades no corresponde declararlas sino cuando la irregularidad denunciada ha podido realmente influir en contra de las partes y lesionar su interŽs; pero carece de interŽs pr‡ctico y debe desecharse si nada se ha opuesto al progreso de sus respectivas estrategias. La legalidad no alcanza a la declaraci—n de la nulidad por la QXOLGDG PLVPD \D TXH HVWD VDQFLyQ SURFHVDO ³UHTXLHUH de un perjuicio concreto para alguna de las partes, porque cuando (aquella) se adopta en el s—lo interŽs formal de cumplimiento de la ley, importa un manifiesto exceso ritual no compatible con el buen servicio de MXVWLFLD´&iP1DF&DV3HQVDOD,,FUHJ1 ³*XLOOHQ9DUHOD-´UWD Las nulidades no son, en efecto, trampas tendidas tienen a la buena fe de los magistrados, y estos el deber de resguardar, dentro del marco FRQVWLWXFLRQDO HVWULFWR ³OD UD]yQ GH MXVWLFLD TXH exige que el delito comprobado no ULQGDEHQHILFLRV´Y &RUWH 6XSUHPD GH -XVWLFLD GH OD 1DFLyQ F ³7LEROGL JosŽ;Fallos,254 :320). No se ha comprobado tampoco la existencia de perjuicio para el procesado. La propia argumentaci—n de la recurrente se revela contradictoria en este llevaron aspecto al al fiscal aseverar a que solicitar las la pruebas que ampliaci—n del UHTXHULPLHQWR³\DH[LVWtDQFRQDQWHULRULGDGDOGHEDWH´ pues con ello la misma defensa admitiendo estar’a impl’citamente que no hubo agravio. Al margen fiscal intervenci—n de no lo fue anterior, la estrictamente una ³DPSOLDFLyQGHOUHTXHULPLHQWRGHHOHYDFLyQDMXLFLR´HQ raz—n de que la plataforma f‡ctica ya estaba contenida en la primigenia representante acusaci—n. del Aquella Ministerio iniciativa ampli— Pœblico del ± contrariamente a lo afirmado por la defensa- el ‡mbito para la sobre contradicci—n respecto a la cual, la la cuesti—n defensa debatida, solamente formul— RSRVLFLyQ EDVDGD HQ TXH QR VH KDEtDQ ³FRQILJXUDGR ORV elementos que el tipo (del art’culo 150 del C.P.) requLHUH´ Asimismo, finalmente atribuido a la calificaci—n del constituy— Gonz‡lez il’cito s—lo una modificaci—n de los tipos legales respecto a un mismo objeto procesal que no vari— a lo largo de las secuencias que insumi— el desarrollo del juicio y que, en definitiva, fue el tenido en consideraci—n por el fiscal y imputaci—n. el juez correccional para definir la El cambio de calificaci—n registrado en el transcurso del debate, no afect— la garant’a de la GHIHQVD HQ MXLFLR SXHV ³HQ RUGHQ D OD MXVWLFLD represiva, el deber de los magistrados, cualesquiera fueren las peticiones de la acusaci—n y la defensa o las calificaciones que ellas mismas hayan formulado con car‡cter provisional, consiste en precisar las figuras delictivas que juzgan, con plena libertad y exclusiva VXERUGLQDFLyQDODOH\´GHEHUTXH³HQFXHQWUDVXOtPLWH en el ajuste del pronunciamiento a los hechos que FRQVWLWX\HURQ OD PDWHULD GHO MXLFLR´ &-1 )DOORV 186:297; 242:227; 246:357; 284:54; 298:104; 302:328, 482 y 791; 304:1270; y causas = ;;,,, ³=XULWD +XJR*DEULHOVLQI$ODUWLQF&3±FDXVDQ 952-³\*;;,,,³*XHUUHUR/RUHQ]R0DQXHO\RWUR VKRPLFLGLR WHQWDWLYD GH URER \ OHVLRQHV OHYHV´ resueltas el 23 y 30 de abril de 1991, respectivamente, entre otras). En el caso, la consecuencia ±prevista o no- que se deriv— del pedido de ampliaci—n del requerimiento fiscal, fue, como qued— expresado, una mayor posibilidad de garantizar el reconocimiento de los argumentos de la defensa. El provocar, remedio mediante reinterpretaci—n circunstancias de esta la intentado que cuestionando el se–or instancia anterior tuvo por probadas. embargo, el pretendi— extraordinaria, v’a prueba, f‡cticas tambiŽn una aquellas juez de la No es este, sin caso en que proceda un nuevo examen de mŽrito acerca de los medios probatorios que condujeron a la certeza acerca de la configuraci—n de la violaci—n GHGRPLFLOLR\HOKXUWRWHQWDGR(VDOµDTXR¶DTXLHQ cabe la asignaci—n de su valor convictivo conforme la apreciaci—n realizada por Žste durante el transcurso del juicio. Finalmente, de conformidad a lo GLVSXHVWR HQ HO DUW SiUUDIR GHO &33 ORV nuevos motivos de impugnaci—n a la sentencia opuestos por la defensa oficial ante este Tribunal, no pueden ser tratados ya que fueron introducidos cuando estaba vencido el plazo de la interposici—n del recurso de casaci—n (fs. 45/49). En consecuencia, el recurso planteado resulta improcedente, por lo que doy respuesta negativa a esta primera cuesti—n. As’ voto. El se–or juez doctor Borinsky dijo: Por supuesto que las sanciones de nulidad no son trampas tendidas a la buena fe del juez, del ministerio pœblico y de las partes, ni se juega a ellas como a la incurrir en gallinita ciega; nulidad, puede y el juez que inmediatamente estŽ por remediarlo (ver el sistema del art. 203 del C—digo Procesal Penal) sin que nadie pueda reclamar un derecho adquirido al perfeccionamiento de las mismas (cfr. Vincenzo Manzini, Tratado de Derecho Procesal Penal. El Foro. Bs.As. 1996.To.III pag. 102 y 103, evidente surtidor de la GRFWULQD GH ³7LEROGL´ UHFRUGDGD SRU PL GLVWLQJXLGR colega de Sala), pero esto no pone ni quita rey al hecho de que las garantias formales son algo m‡s que meros formulismos, y por ello la ley procesal tambiŽn se ha de tomar en serio a s’ misma, de modo tal que no quede a la disposici—n del juez, sino que Žste se atenga a ella en su aplicaci—n, y si no lo hace, se produce la eliminaci—n o la retroacci—n de las actuaciones y las decisiones de las que no se puede predicar su concordancia con la normativa legal (conc. :LQIULHG +DVVHPHU ³)XQGDPHQWRV GHO 'HUHFKR 3HQDO´ Bosch. Barcelona. 1984 pag 170 y, por supuesto, cuanto resulta del art. 201 del C—digo Procesal Penal) pues, de otro modo, la forma procesal dejar’a de constituir una garant’a de los intereses que la ley tutela (cfr. $OIUHGR 9HOH] 0DULFRQGH ³'HUHFKR 3URFHVDO 3HQDO´ Marcos Lerner. C—rdoba. 1982. To.II pag .227). Recuerdo, sobre la misma parcela y en compa–’a de Juan Montero Aroca (principios del Proceso Penal. Tirant Lo Blanch. Valencia.1997 pags 139 y 140) TXH ORV EURFDUGRV ³DXGLDWXU HW DOWHUD SDUV \ QHPR LQDXGLWXV GDPQDUL SRWHVW´ TXH KR\ VXHOHQ HQXQFLDUVH como que nadie puede ser condenado sin ser o’do y vencido en juicio, hacen referencia a este principio, que ha sido considerado la fuerza motriz del proceso, su garant’a suprema, pero que, m‡s precisamente, puede considerarse proceso, pues que sin atiende el a mismo la esencia misma no estaremos ante del un verdadero proceso...(ya) que el derecho de defensa se concibe como un derecho de rango fundamental, atribuido a las partes de todo proceso, que consiste b‡sicamente en la necesidad de que Žstas puedan ser o’das, en el sentido de que puedan alegar y probar para conformar la resoluci—n judicial, y de que conozcan y puedan rebatir todos los materiales de hecho y de derecho que puedan LQIOXLUHQODUHVROXFLyQMXGLFLDO´(VPiV³VLSXGLHUD existir una secreta para supuestos alegaci—n la parte se estar’a otra, claros m‡s de de que se ante vulneraci—n del mantuviera uno de derecho los de DXGLHQFLD WDQWR TXH SRGUtD KDEODUVH GH LQGHIHQVLyQ´ (idem ant. Pag. 142). Y voy al detalle. Para empezar, parto de la circunstancia cierta y comprobada que por el hecho en cuesti—n no se form— un proceso diverso sino que el fiscal ampli— la acusaci—n y el juez acogi— favorablemente el pedido, llegando luego la declaraci—n del imputado, pero sobre la explicaci—n atribuidas posible no del hubo nuevo una hecho sola o palabra, circunstancias como si fuera que el contenido esencial del derecho pase por el ofrecimiento a la parte de ser o’da. De ninguna manera. La informaci—n al imputado del hecho que se le imputa es para el juez un deber ineludible (arg. art. 359 del C—digo Procesal Penal). As’ las cosas, tengo para mi que se han soslayado disposiciones concernientes a la intervenci—n del imputado (argumento del art. 202 inciso tercero del mismo C—digo), por cierto esencial para la validez de la relaci—n procesal que, se perfecciona, desde el momento en que existe una debidamente acusaci—n intimada a quien reviste tal rol, y si la misma es ampliada es necesario personal; es nulidad, debe decir, que que la el explicarle nueva juez, los intimaci—n bajo nuevos sea sanci—n de hechos o circunstancias que se le atribuyen, inform‡ndole de los derechos constitucionales que le asisten (doctrina del art. 359 del C—digo Procesal Penal), ya que de lo contrario se conculca el principio de inviolabilidad de la defensa (cfr. Alfredo Velez Mariconde op.cit.II pag. 366), pues la falta de intimaci—n implica inobservancia de las normas concernientes a la intervenci—n del imputado en los casos y formas establecidos por la ley, de manera que determina la nulidad absoluta del acto que necesariamente debe contener la informaci—n, por lo que, va de suyo, la ampliaci—n, debe tener una correcta intimaci—n complementaria, y si carece de la misma, como es el caso, se desemboca en la nulidad absoluta del proceso (conc. art. 359 del C—digo Procesal Penal; vŽanse adem‡s las citas de Velez Mariconde, op. cit. pags. 232 y 233), durante cuyo transcurso, toda persona tiene derecho a la comunicaci—n previa y detallada de la acusaci—n formulada (art’culo 8.2.b de la Convenci—n Americana Sobre Derechos Humanos y 14.3.a. del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Pol’ticos). Entonces, si nR H[LVWH ³MXLFLR SUHYLR´ sin una efectiva intimaci—n de la ampliaci—n de la acusaci—n, no puedo compartir el criterio de que medi— intervenci—n del imputado sobre el particular, en raz—n que al comienzo de la audiencia y por ende antes de la ampliaci—n, se le hicieron saber sus derechos, y despuŽs pudo prestar declaraci—n, ya que el bloqueo de la garant’a pone en crisis el proceso, que dista de ser tal, sin una intervenci—n efectiva del imputado quien, a mi ver, no tuvo oportunidad efectiva de discutir el mŽrito de la nueva imputaci—n, pues no es Žl sino su defensor, quien conoce el lenguaje forense y sabe el camino que pueden transitar los jueces en punto a un hecho agregado al requerimiento, cuya comunicaci—n, adem‡s de expresa y formal, como en definitiva proclama el art. 359 del ceremonial, debe dar tiempo al imputado para refutarla o aducir argumentos justificantes (Ver /XLJL )HUUDMROL ³'HUHFKR \ UD]yQ´ 7URWWD 0DGULG SDJ \ )UDQFLVFR &DUUDUD ³3URJUDPD GH 'HUHFKR &ULPLQDO´7HPLV%RJRWi par‡grafos 891 al 895) y ese tiempo no existe cuando el juez deja de hacer saber al imputado lo que la ley dice que debe explicarle, y como de esto se trata, abro mi respetuosa disidencia a fin de postular se anule el debate y lo actuado en consecuencia, reenvi‡ndose los autos para su sustanciaci—n y decisi—n por juez h‡bil (argumento del art. 461 del C—digo Procesal Penal, adem‡s de los ya citados). Luego, a esta cuesti—n VOTO POR LA AFIRMATIVA. El se–or juez doctor Sal LlarguŽs dijo: Debo acompa–ar al Dr. Borisnky en su voto afirmativo. En efecto, a prop—sito de la eventual violaci—n de la necesaria congruencia entre los hechos imputados y aquellos por los que se dictara sentencia, tuve oportunidad de decir en causa n 184: ³(OKHFKRSRUHOTXHVHVRPHWH a proceso a una persona -bajo sanci—n de nulidad- debe serle informado "detalladamente" junto con las pruebas que obran en su contra (art. 312); si la parte acusadora decidiera llevarlo a juicio, su requisitoria -tambiŽn bajo sanci—n de nulidad- debe contener entre otras cosas " una relaci—n clara, precisa, circunstanciada y espec’fica del hecho; los fundamentos de la acusaci—n; y la legal." calificaci—n inconvenientes brindar diversos transparencia (art. pero al 335); para aventar -fundamentalmente- debate existe la para audiencia preliminar del art. 338 donde -entre otras cosas- las partes necesarias ofrecen las pruebas de que pretendan valerse en el debate. Va de suyo que si la Defensa est‡ condicionada por la Acusaci—n, la prueba ofrecida se refiere -naturalmente- al hecho intimado. En l’nea con todos estos dispositivos, el art. 354 establece que las partes expresar‡n cu‡l ser‡ la tesis a acreditar. Es obvio que el contradictorio se integra por una tesis (el requirente o acusador) y una ant’tesis (el requerido o imputado y su representante). El art. 357 establece que "sintetizados los argumentos de la acusaci—n y defensa..." debe recibirse la prueba. Hasta all’ no existe duda de que hay una absoluta identidad (son los mismos) los hechos intimados y aquellos sobre los que versa la defensa. Sin embargo puede ocurrir que "en el curso del debate" surjan nuevos hechos o circunstancias agravantes de calificaci—n "no contenidas en el requerimiento fiscal o en el auto de elevaci—n". La manda expresa para el caso est‡ contenida en el art. 359 que permite al Sr. Fiscal "ampliar la acusaci—n". All’ lo que es una facultad del acusador genera el deber del Presidente del Tribunal quien -bajo sanci—n de nulidad - debe explicar al imputado "los nuevos hechos o circunstancias que se le atribuyen, inform‡ndole asimismo de los derechos constitucionales que le asisten". Defensor puede Frente pedir la a esta contingencia suspensi—n del debate "el para ofrecer nuevas pruebas o preparar la defensa". Si se usara de este derecho, se suspender‡ el debate por el tiempo que -prudencialmente- demande la ampliaci—n. Solo en esas condiciones "el hecho nuevo que integre el delito, o la circunstancia agravante sobre que verse la ampliaci—n, quedar‡n comprendidos en la imputaci—n y en el juicio". Terminado el debate, la deliberaci—n consistir‡ primeramente en "la existencia del hecho en su exteriorizaci—n material". Naturalmente ese "hecho" o bien es el originalmente intimado o -tras el procedimiento de ampliaci—n rese–ado- es uno nuevo. A ese art. 359 remite el art. 374 cuando admite que el Tribunal pueda advertir que resulta del debate "que el hecho es distinto del enumerado en la acusaci—n". Si mediare acuerdo entre las partes, ese dispositivo -art. 359- el se–ala camino pero si no media acuerdo, el fallo debe limitarse a los "hechos contenidos en la pudiendo acusaci—n" remitir los antecedentes para su investigaci—n. Finalmente el rito expresa el concepto de congruencia al dictar pronunciamiento el establecer -en ese el contexto- tribunal que no "al podr‡ apartarse del hecho contenido en la acusaci—n o sus ampliaciones". Resulta claro que por ha acusaci—n de entenderse el requerimiento fiscal. Ello resulta de la lectura de las disposiciones aludidas, expresamente de los arts. 335 y 359. Debo postura que del recordar, primero para sustento citado de resulta esta que la requisitoria de que habla, debe contener - entre otros elementos - "los calificaci—n fundamentos legal", y que de el la acusaci—n; segundo y la establece, tambiŽn con meridiana claridad, que " si en el curso del debate continuado surgieren atribuido hechos o que integren circunstancias el delito agravantes de calificaci—n no contenidas en el requerimiento fiscal o en el auto de elevaci—n, pero vinculadas al delito que las motiva, el Fiscal podr‡ ampliar la acusaci—n. Es evidente que en ambos casos las normas se refieren a la acusaci—n como un elemento previo al debate. Es evidente tambiŽn que el quinto p‡rrafo del art. 374 ya citado habla de que no mediando acuerdo respecto de ese "hecho diverso" entre las partes, la sentencia debe limitarse a " los hechos contenidos en la acusaci—n sin perjuicio de remitir los antecedentes al Agente Fiscal en turno para investigar las nuevas circunstancias resultantes del debate. El sexto p‡rrafo nuevamente aclara que el pronunciamiento "no apartarse podr‡ del hecho contenido en la acusaci—n o sus ampliaciones": va de suyo que las ampliaciones que contempla son necesariamente posteriores a la acusaci—n (dispŽnsese la obviedad) necesariamente previa. Por lo dem‡s, no cabe sostener cu‡l haya sido el esp’ritu del legislador o los antecedentes tenidos en cuenta para la elaboraci—n de las normas respectivas sino cu‡l es su texto y entendimiento sem‡ntico, progresivo, sistem‡tico y hermenŽutico. La explicaci—n claramente resoluci—n, que da encontrada la C‡mara con las a su normas rese–adas, resulta inatingente. En efecto, que tras el debate se alegue de bien probado por las partes y estas formulen sus pedidos no permite tener a ese acto final para la parte por el que fije los hechos sobre los que versa. N—tese que reciŽn all’ el Fiscal solicita pena y que -como lo reconoce la C‡mara- hasta all’ cabe la posibilidad de la acusadora de desistir de su requerimiento. Pero reitero que no es el nombre de un acto el que determina que se garantice efectivamente la congruencia. Como se ha se–alado en el recorrido de las normas citadas, el anoticiamiento de los hechos por los que deber‡ responder el imputado comienza en el informe del art. 312 en el contexto de su declaraci—n, verdadero acto de la defensa material. El requerimiento del art. 335 fija los hechos que han de llevarse al juicio (por los que ha debido ser intimado) y -si hubiera variaciones en las instancias posteriores- las œnicas v’as son la ampliaci—n de la requisitoria en el modo indicado o la sujeci—n a los inicialmente tra’dos a juicio y la remisi—n de los nuevos al Ministerio Fiscal para su investigaci—n. Todas estas disposiciones carecer’an de sentido si -como ha ocurrido en el caso de autos- el Fiscal llegara al debate y no tuviera ninguna ligaz—n con los anteriores actos de anoticiamiento e intimaci—n. Advierto en esta postura un quiebre con la l—gica del proceso desde que le quita todo valor a los actos anteriores donde se ha indicado cu‡l es el motivo por el que se pretende la condena. Es necesario Garant’a reiterar que la Constitucional- Defensa est‡ en Juicio condicionada -como por la contingentes no reproducidos, el $FXVDFLyQ³ Aœn est‡n en la cuando presente los datos exactamente planteo guarda continencia con la soluci—n que propone el distinguido colega que me precede en la palabra. Como Žl ± con cita del art. 202 inc. 3 del ceremonial creo que se han violado disposiciones concernientes a la intervenci—n del imputado, lo que ha redundado en una lesi—n a la defensa en juicio (arts. 1 segundo SiUUDIR\³LQILQH³GHO&33 VOTO POR LA AFIRMATIVA. 6(*81'$&8(67,Ï1 El se–or juez doctor Mahiques, dijo: Que arroja el conformidad tratamiento corresponde planteado, de hacer lugar anular consecuencia, de el la al debate reenviando al resultado precedente cuesti—n recurso y los lo autos que de casaci—n actuado para en sus sustanciaci—n y decisi—n por juez h‡bil. As’ lo voto. Los Sres. Jueces Dres. Borinsky votan en mismo sentido y Sal LlarguŽs, dijeron: Que el que el doctor Mahiques. Con lo que no siendo para m‡s se dio por finalizado el acuerdo, dictando el Tribunal la recurso de siguiente: SENTENCIA: I- DECLARAR PROCEDENTE el casaci—n de interpuesto a fs. 41/44. II- DECLARAR LA NULIDAD del debate, reenviando los autos para su sustanciaci—n y decisi—n por el juez h‡bil que por sorteo corresponda. Reg’strese, notif’quese, comun’quese al Juez interviniente y cœmplase.